Idris

Más gente se acercó a Kirés al escuchar la pregunta de Eara, Ayne incluido, ya que no tenía nada más que hacer ahora que su pequeño campamento estaba listo. Tras hacer su pregunta, Eara vio que la respuesta del enderth no fue inmediata, pero no sabía exactamente qué le preocupaba. Ella veía perfectamente normal no saber nadar, e incluso en ese momento se preguntaba si podría aprender o si realmente lo necesitaba. Al menos estaba segura de que quería poder pasar un buen rato en los lagos sin tener que preocuparse del peligro de ahogarse.

Ayne esperaba que aprender a nadar fuese algo relativamente sencillo. En algunos viajes con su padre, siendo más pequeño, había tenido la oportunidad de bañarse en lagos de syv, pero en todos ellos se daba pie y no había pasado de chapotear cerca de la orilla.

Ninguno de los dos esperaba superar en un solo día la naturalidad con la que Irianna se movía por el agua, y es que en cierto modo aquel también era su elemento. Después de verla sumergirse, Eara y Ayne fueron a dejar el exceso de ropa que llevaban encima sobre una roca al lado del campamento, y se acercaron a la orilla con cautela.
—Al menos no somos los únicos que no sabemos —dijo el anima, mirando a Eara. Ella era, claramente, la más insegura de los dos, y al oír eso se limitó a sonreírle.

El agua estaba fría, tanto que la sinhadre dio un paso atrás después de haberse hundido hasta el tobillo.
—¡Está helada! —exclamó.
—No lo estará tanto cuando te acostumbres, ya verás —le respondió Ayne, sujetándola de la mano para que no reculase hasta la tierra.
Ella no parecía demasiado convencida de que aquello fuese cierto, y miró a su alrededor buscando a otros que pudiesen confirmarlo o desmentirlo.

Dama Isis no se dio cuenta de la incomodidad de Kirés, o tal vez decidió ignorarla a propósito. No tenía pensado bañarse tan pronto en principio pero la idea de enseñar a nadar a sus amigos se le antojó divertida. Liberó al enderth para ir a dejar su ropa en el ‘’campamento’’

Bajo el pareo y el top, la veela llevaba un bikini negro liso sencillo. La parte de abajo estaba unida en las caderas por tres tiras de la misma tela mientras que la de arriba la componían dos piezas unidas con tiras cruzadas que apenas cubrían el generoso escote. Isis lamentó que Jace no estuviera allí, le habría gustado ver su reacción, así que se hizo una selfie con el móvil (que prácticamente solo le servía de cámara y agenda) para enseñársela luego. Luego ató a Osirys a su bolso para que no les estorbase en sus clases y corrió a reunirse con los demás, que ya estaban en proceso de meterse en el agua.

En cuanto puso un pie dentro pegó un chillido.

-¡Qué fría!

Las piscinas a las que estaba acostumbrada estaban climatizadas, y si se metía en agua helada normalmente era después de haber estado en una sauna. Se planteó usar un hechizo térmico pero Irianna y Varsai estaban como si nada y ella no iba a ser menos. Reunió todo su orgullo de veela y se adentró en el lago a grandes zancadas hasta que hubo bastante profundidad para zambullirse. Cuando salió a la superficie tenía la piel de gallina y el pelo pegado a la cara, que se apartó rápidamente. Se aseguró de mantenerse sumergida para no enfriarse.

-Si entráis rápido se tolera mejor -les dijo a Kirés y a los sinhadres. -Venid hasta aquí, aún se hace pie.

Desde el agua tenía una bonita vista de toda la línea de la orilla. Lo cierto es que a pesar de las nubes los colores del paisaje eran preciosos. O más bien las nubes y la niebla contribuían a su belleza. Podía ver a Devos, Ruth y Kimbra que aún no entraban en el agua, y más a lo lejos a Sekk haciendo vete tú a saber qué.

Kimbra no perdió tiempo en imitar a Isis e Irianna, quitarse el pareo que había estado llevando y acercarse de nuevo a la orilla del lago para seguirles al interior del agua. El salto que había dado la idrina para meterse al agua le había parecido habilidoso y estéticamente agradable, pero era completamente consciente de su incapacidad para imitarlo, así que se limitó a posicionarse al lado de Kirés y dar un paso hacia el agua, apreciando el contraste de temperatura que tanto Eara como Isis habían manifestado que existía. La demonio estaba bastante acostumbrada a aguantar estoicamente los bruscos cambios de temperatura debido al tumultuoso clima de su lugar de origen, por lo que no hizo ninguna apreciación al respecto, pero sí le llamó la atención la aparente inmovilidad del enderth una vez metió una zarpa, por lo que ella también decidió no avanzar más.

-¿Hay algún problema? -preguntó al paladín mirando entre su pierna seca y su pierna mojada.

Varsai vio que ya eran suficientes para enseñar a nadar al resto. Le hizo gracia que todos encontraran el agua fría excepto Irianna y ella, a fin de cuentas la idrina era oriunda de aquel planeta y la varmana había nacido y crecido en un lugar frío además de tener una transformación resistente al mismo.

Ya que Sekk iba a ir a pescar Varsai decidió ir a buscar algo de caza para tener un poco de todo. Le preguntó a Irianna por los animales que podía cazar y cuando tuvo la información se volvió hacia Devoss. "¿Me echas una pata?" le preguntó y cuando éste aceptó Varsai cambió de forma antes de internarse en la niebla.

Zarpa se movió entre la niebla camuflándose en parte gracias a su pelaje, no tardó en encontrarse con Amarok que estaba deambulando por allí cerca pero este la ignoró dando a entender que no iba a interferir con los felinos. "Cuando encontremos presa mata en tu otra forma. No queremos contaminar la caza para el resto" le dijo a Devoss mentalmente, el chico ya lo sabría pero nunca estaba de más repetirlo.

No tardó en encontrar un rastro, podían ser parsas en estado salvaje o un rebaño de perteneciente a alguien. Se inclinaba más porque fuesen salvajes.

Tarareando para sí una vieja canción marinera el berserker llegó hasta la zona de vegetación que había visto desde el lugar donde habían levantado el campamento. El terreno allí era bastante húmedo, muy diferente del suelo arenoso junto al que nadaban sus amigos, y en cuanto el ulterano empezó a mover algunas piedras no tardó en dar con las primeras lombrices retorciéndose a la sombra.
—Perfecto. —musitó, abriendo uno de los tarros que se había traído para empezar a recolectar el cebo.

Aquella tarea no le llevó demasiado tiempo, pues las recientes lluvias habían convertido aquel lugar en un hervidero de vida, y en apenas unos minutos los dos frascos estaban llenos de tierra y gusanos. Quizás eran demasiadas, pues en verdad solo tenía un par de cañas, pero como al final del día siempre podía esparcir las que hubieran sobrado junto al lago prefirió pecar de precavido antes que quedarse corto. «Si fueran gambas o langostinos se podrían preparar a la plancha para acompañar la cena… » pensó para sí con expresión distraída, acuclillándose para lavarse las manos mientras le echaba un buen vistazo a la superficie del agua en busca de señales de peces.

En su hogar solían usar pequeños crustáceos como carnada, pues en el mar abundaban mucho más que las gusanas, pero allí en Idris las cosas eran diferentes e iba a tener que adaptarse si quería reunir un buen botín para cuando empezara a oscurecer.

No pudo evitar dejar escapar una risita ante las diversas exclamaciones acerca de la temperatura del agua. Es cierto que estaba algo fría, temperatura a la que estaba totalmente acostumbrada años atrás pero sí que había acusado un poco en ese momento, pero ella había estado esperando tanto volver a sumergirse en aquellos lagos que no le había importado lo más mínimo. Además había entrado de golpe, que siempre ayudaba con ese tema tal y como mencionó Isis.
—Es como dice Ayne: os acostumbraréis en cuanto os empecéis a mover dentro del agua.

Había notado la vergüenza de Kirés al decir que no sabía nadar, pero por supuesto no lo había hecho notar. No obstante, se vio obligada a acercarse al enderth, por quien parecía estar preocupada Kimbra que tampoco se había metido en el agua.
>>Sé que aconsejé ir despacio, pero si no tienes un poco de decisión te va a costar mucho más —le dijo con una sonrisa—. No importa que no sepas nadar, no eres el único y el objetivo de esto es aprender. ¿Quieres que te ayude? —le ofreció una mano.

No, quedarse solo con el agua a los tobillos no iba a bastar. Peor aún, atrajo todavía más la atención. Kimbra, en particular, se acercó a preguntar si sucedía algo, literalmente la última pregunta que el enderth quería escuchar en aquella situación.

–Eh Mmm… n-no… –balbuceó mientras barajaba cómo justificarse sin mentir. –Es solo que no estoy acostumbrado a temperaturas tan frías. –De hecho, estaba resistiendo el deseo interno de aplicarse un hechizo térmico, pero si iba a hacer esto lo haría bien… o al menos tan bien como pudiera.

Kimbra no fue la única. Irianna también se acercó, y con ella no funcionaría lo de esquivar las preguntas.
Por supuesto: la bruja tenía razón, y Kirés lo sabía, pero eso no hacía que la tarea que tenía delante se viera como si fuera un muro que parecía insuperable. ¿Por qué aquello le estaba costando más que cazar monstruos gigantes? Claramente lo segundo era más difícil, y aun así...
Suspiró para sí mismo, y luego declinó la oferta de ayuda de Irianna de la forma más silenciosa y educada de la que fue capaz. Apreciaba de verdad la oferta, pero su orgullo le impedía aceptar. Aprendería a nadar igual que el resto. Ya era hora de que empezara a poner su fuerza de voluntad en las lecciones.

Primer paso: alcanzar a Twixy’s.
Siguió el consejo de la veela e, Ignorando el frío, se adentró en el lago a grandes zancadas. Todo fue bien al principio, pero el ave nunca se había metido tan adentro en el agua antes y no fue consciente de que el líquido ofrecería más resistencia que el aire y por ello, a medio camino, perdió el equilibrio y cayó, salpicando a quienes estuvieran cerca.
Ese frío le dolió mucho más que su orgullo. Bajo el agua, abrió el pico y soltó la mitad del aire de sus pulmones en un grito ahogado e insonoro que no mejoró la sensación, pero lo distrajo el tiempo suficiente para que su cuerpo empezara a acostumbrarse al cambio brusco de temperatura.

El montón de pico y plumas mojadas que era la cabeza de Kirés asomó lentamente a la superficie, mostrando una expresión de sufrimiento y aceptación a partes iguales.
–Sobreviviré… –Dijo a los que estuvieran mirando, para luego girar lentamente su cabeza hacia Dama Isis. –Aunque me veo obligado a poner en duda eso de que se tolera mejor…

Por suerte sus plumas eran impermeables así que se adaptó al frío del lago mucho más deprisa de lo que esperaba, algo que Kirés habría agradecido a sus ancestros de haber sabido que ellos eran los responsables, pero no era el caso.

Estaba ansiosa con aquella salida, la idea de salir de Rocavarancolia para algo más que por temas del ejército y pasar un buen rato con sus amigos había sido algo que había estado en su mente por mucho tiempo. Había querida hacer sus pendientes rápidos precisamente para poder llegar a tiempo, no le gustaba atrasarse cuando quedaba con sus amigos, pero como era de esperar…cuanto más rápido quieres hacer algo, más contratiempos obtienes. Las prisas definitivamente no eran buenas consejeras, era algo que se aplicaba contantemente en la tierra peor con la confianza de su transformación había olvidado un poco.

Pero finalmente estaba allí un pocos apurada y frustrada, sintiendo instantáneamente el fresco aroma hierba y agua de Idris, un cambio enormemente agradable tras la mañana tan desastrosa que llevaba. Con suerte había tenido tiempo de llegar al torreón a cambiarse y coger sus cosas antes de apresurarse a buscarlos. Lucia algo despeinada, la larga trenza que se había puesto por comodidad caía sobre su hombro hasta su pecho ligeramente despeluchada por el vuelo y las prisas, un top negro sin mangas cubría la parte superior de su bikini y su estómago.

Del bikini solo se percibía las tiras negras del bikini atadas al cuello, uno que había sido especialmente recomendado por Iris por supuesto para que estuviera cómoda si le daba por volar con el puesto, por ello la parte de abajo era tipo culotte, para mayor comodidad. Igual cubriendo este, lleva un pantalón corto vaquero hasta pococ mas abajo de la mitad del muslo y sandalias con algo de cuña que se ajustaba a sus tobillos para no perderla en pleno vuelo y terminar chocando a alguien. Otra vez ese día. Traía consigo, además, un bolso de playa no muy grande donde había traído protector solar, toallas, algunos sándwiches que había logrado hace y un par de bebidas con refresco, entre algunas cosas más esenciales que ya ni recordaba por las prisas de meterlas todas de golpe y salir literalmente volando de la Sede.

- Ya llegué…tarde pero presente~- exclamo con una sonrisa aunque imaginaba ya la habrían visto llegar pues literalmente pseudo aterrizo junto al lugar donde estaba colocado y al cual se acercó para dejar su bolso, sacar lo sándwiches y colocarlo con el resto de alimentos que andaba allí reservados para luego, sacando su toalla y extendiéndola sobre el suelo, antes de acercarse a la orilla sin desvestirse, solo quitándose la sandalias, buscando localizar las formas de sus amigos en medio de la oscuridad relativa que era el agua para ella. Podía ver sus formas sobresaliendo del agua como figuritas fantasmagóricas la cual le era reconocibles a pesar de todo, distinguía el tono de sus voces fácilmente y las formas de sus cuerpos, al menos de lo visible porque habia varios revoltijos que no comprendia del todo. ¿Esa cabeza que notaba sobresalia del mar era Kires? Sonaba a el al menos.

- ¿Ya empezasteis la clase para nadar? Perdón por tardar tantísimo, en serio… habría llegado antes, pero tuve un incidente hoy con uno de los dragones y tuve que esperar que me curasen…- dijo ella en un tono quesería fácilmente audible por sus amigos, mientras sentía el agua realmente fría tocando sus pobres pies- ¡Dios, que fría esta! Envidia por los que usáis térmicos…- exclamo sorprendida al sentir el frio repentino en sus dedos apenas se acercó a la orilla. Iba a convertirse en cubito de hielo. La imagen que llegó a su mente de eso le hizo reírse.

Definitivamente ya solo estar allí calmaba enormemente lo nervios apresurados del día que era lo que más frustrada la habían tenido tras el incidente. Que había sido pocos más que un choque aéreo tras que un dragón se pusiera un poco nervioso y se interpusiera en su vuelo, embistiéndole antes de que pudiera maniobrar más que para protegerse y haciendo que casi acabara aplastando a otro compañero contra el suelo al caer. Un cumulo de mala suerte sin duda. Lo lamentaba por su compañero de prácticas, sobre todo, que le cayera un cuerpo encima no debía ser agradable. La forma en la que despotrico luego, como si fuera su culpa que la bestia esa le diera un ataque de rebeldía repentina, lo dejaba más que claro. Bueno, al menos no fue el dragón lo que le cayo encima.

-¿Aun estoy a tiempo de apuntarme? Mínimo flotare, ni siquiera sé si podre nadar con esto, pero me da curiosidad. – dijo Samika finamente  extendiendo un pocos sus alas decidiendo que no dejaría que ese incidente le agriara el día, ni que el agua fría la echase atras, mientras se disponia a quitarse la ropa para zambullirse. No había pasado realmente nada al final solo el contratiempo de tener que esperar a que le curasen y pocos más. No se había roto nada al caer, ni las alas habían sufrido daño, pero sí que se había lastimado la pierna con un feo corte que ya ni se veía, la magia era fantástica sin duda.

No todos estaban intentando meterse en el agua en aquel momento, pero era normal, acababan de llegar, y cada uno tenía unas prioridades diferentes en la excursión, especialmente los que ya sabían nadar.

Eara le hizo caso a sus amigos y se quedó con los pies dentro del agua. Una vez pasado el choque inicial ya no le parecía que estuviese tan fría, pero tenía la impresión de que iba a salir de allí congelada igualmente. Cada vez que daba un pequeño paso al frente sentía punzadas de frío en las piernas. Mientras ella apenas había conseguido meterse hasta las rodillas, Ayne ya casi tenía el agua a la cintura, aunque su expresión tensa indicaba que tampoco lo estaba disfrutando. Ninguno de los dos era capaz de seguir el consejo de meterse de golpe, pero al menos avanzaron hacia donde les decía Isis.

Cuando Kirés se cayó, salpicando, alargaron la mano hacia él con preocupación, pero no fueron capaces de alcanzarlo antes de que se recompusiese. Les llevaba bastante distancia, y aunque dieron un par de (dolorosas) zancadas, no avanzaron demasiado. Mientras le preguntaban a Kirés si se encontraba bien, una voz llamó su atención desde la orilla. Se trataba de Samika, a la que saludaron agitando la mano. Al volverse hacia atrás, a ambos les sorprendió lo poco que se habían alejado del borde. El camino había parecido eterno.
—¿Qué te pasó, Samika? ¿Te encuentras bien ahora? —le preguntó Eara, que estaba más cerca, después de haberse quedado preocupada con el motivo de su retraso.

Dama Isis tampoco llegó a tiempo para parar la caída de Kirés. Dio un par de zancadas para llegar a su altura y asegurarse de que estaba bien, pero por suerte no fue más que un susto. Al ver la cabeza de pollo mojado de su amigo saliendo del agua con aquella expresión resignada no pudo evitar echarse a reír.

-Bueno, no has probado el otro método así que no puedes saberlo -le respondió.

Samika llegó entonces. Dama Isis se había preocupado por su tardanza, pero lo había achacado a sus obligaciones con el ejército. Todos allí eran gente ocupada, no era tan raro que llegasen por tandas.

-¡Sami, estamos aquí! -llamó haciendo vocina con las manos para que la evaki pudiese localizarles fácilmente. Cuando oyó que había tenido un accidente empezó a acercarse a la orilla, preocupada -Pero, ¿estás bien? ¿Necesitas que te echemos un vistazo? Puedes descansar un poco si quieres y nadar luego.

Aun así su amiga parecía decidida a meterse en el agua.

-El agua está muy buena cuando te acostumbras -dijo llegando hasta ella. No parecía tener ninguna marca ni herida, aunque tenía sentido en realidad, el ejército debía tener buenos sanadores -dijo. Ella ya no tenía nada de frío. Echaba de menos un poco de sal pero el agua era tan límpida que daba gusto sentirla en la piel.

En cuanto localizó un buen sitio para pescar el berserker volvió brevemente al campamento a recoger sus cañas, la caja de aparejos y una cesta para las capturas. No se demoró demasiado, pues sus amigos estaban o en el agua o cazando por ahí, y una vez reunido todo el material regresó a la zona que había escogido para lanzar. «A esta distancia los chapoteos no deberían asustar a los peces… » pensó para sí, sentándose sobre una roca para empezar a cebar los anzuelos.

No es que fuese la tarea más interesante del mundo y desde luego no era la más agradable, pero mientras trabajaba la mente del ulterano se sumergió en una calma meditabunda. Durante sus primeros meses como transformado había aprendido a base de ensayo y error que la mejor forma de controlar su temperamental genio era la meditación, pues su práctica continuada era lo único que le ayudaba a gestionar sus sentimientos y a mantener a raya su ira desmedida. Ahora, casi dos años después de aquella oscura época, era capaz de aprovechar cualquier momento para centrar sus pensamientos y depurar su depósito de rabia interno, un depósito que se llenaba incluso con las cosas más estúpidas.
—Listo. —susurró, esbozando una sonrisa mientras se limpiaba las manos con un trapo y remoloneaba un poco allí sentado.

Desde su posición vio como Samika llegaba a la reunión, aunque como estaba bastante lejos no se enteró del motivo del retraso, y sopesó la idea de acercarse a saludar, pero al ver que se apuntaba a las clases de natación la descartó para más tarde. En su lugar se puso por fin en pie y se acercó a la orilla para lanzar las cañas.
—Espero que no piquen las dos a la vez… —murmuró, comprobando la dirección del viento antes de agitar la primera con fuerza por encima de la cabeza para arrojar la plomada a una buena distancia.

Kimbra asintió ante la respuesta de Kirés, satisfecha con que no hubiera ningún problema más allá de esperar el periodo necesario para que el cuerpo del paladín se adaptara a la fría temperatura, por lo que la demonio procedió a entrar por completo en el agua como habían hecho Twix e Irianna, imperturbable ante la sensación helada como cualquier krabelinense antes que ella podría serlo, pero el grito del enderth le hizo girarse de nuevo en su dirección. La engendro se acercó para comprobar que todo estuviera bien y entendió que era así cuando el paladín afirmó que sobreviviría. Claramente, su caída no había sido nada tan dramático como la afirmación podía hacer creer, por lo que Kimbra lo interpretó como una exageración autocrítica por su caída, a lo que la krabelinense contestó con una medio sonrisa.

-¿Necesitarás ahora ayuda para ponerte en pie o prefieres mantenerte sumergido para ayudar a tu cuerpo a adaptarse al cambio de temperatura? -preguntó en una mezcla de broma y genuina intención de ayudar a partes iguales, no estando muy segura de estar haciendo de forma correcta la primera.

Kimbra apartó la mirada de Kirés cuando escuchó a Samika acercarse, a la que saludó desde el agua, y esperó pacientemente a que las autoproclamadas profesoras de natación comenzaran con la clase.

-Huele a muchas cosas, pero sobretodo a tus bocadillos quemados- Le chinchó a la israelita aunque eso no fuera verdad, guiñándole el ojo y haciéndole una mueca burlona cuando le retó a describir los olores que percibía. Siempre se interesaba por poner a prueba sus sentidos felinos y él siempre caía en la trampa de demostrarle sus habilidades sin poder evitarlo.- Y también a crema solar, aunque eso no se coma.- Dijo tras sacarla de su mochila.

El licántropo tigre también se ofreció en enseñar a los que no supieran a nadar. Había estado muchos años en natación y de algo tenía que servir.<< Por fin puedo buscarle algo de utilidad a aquellas tardes aburridas, joder.>> El grupo se encaminó al lago a recibir las lecciones de Irianna y Dama Isis, mientras Sekk pescaba. Devoss por su parte tenía otros planes, tras aceptar la invitación de caza de su amiga felina con una sonrisa salvaje.

-¡A cazar, si! ¡Ahora volvemos, chicos!- Gritó a pleno pulmón mientras se transformaba. El tigre arqueó la espalda estirándose antes de emitir un potente rugido que todos podrían oír, fruto de la emoción previa a la cacería. Se adentró en la niebla junto a la leopardo de las nieves silenciosamente y asintió a su comentario. Cuanto menos daño le hicieran a la carne del animal mejor si querían compartirlo con sus amigos. No se veía mucho debido a la niebla pero no era del todo necesario, al fin y al cabo escuchaba cada sonido del bosque a su alrededor y estaba seguro de que cuando se acercaran a alguna presa la oirían antes de verla. Pronto encontraron unas huellas en el suelo y tras hacer un gesto a su compañera aceleró el paso siguiendo las pistas.

Efectivamente se pudo escuchar los balidos de varios animales y Devoss se posicionó en una pequeña cornisa, unos metros por encima de los herbívoros. Se trataba de un rebaño salvaje, y aunque fuera evidente que no iban a ser mamíferos de la Tierra el licántropo se sorprendió igualmente con los rasgos mezclados de ciervo, llama y cabra que presentaban. Eso solo hacía más divertido todo aquello. El tigre miró a Varsai y señaló a los parsas con la cabeza, dándole a entender que quería que fuera ella primera a la carga. Al fin y al cabo estaba más acostumbrado a cazar solo aunque hubiera ido con ella varias veces y quería ver sus habilidades de nuevo en acción, cuando ella actuara Devoss haría lo mismo. <<Recuerda no hincarle los colmillos... Es para todos...>> Se recordó así mismo mientras esperaba la actuación de la varmana.

Zarpa y Devoss terminaron llegando a donde el rebaño estaba reunido y el tigre le hizo un gesto que la leoparda interpretó como un "tú primero". Con una sonrisa felina la licántropa se agazapó en la niebla, siendo aún más silenciosa que antes, apenas una sombra que se movía entre aquel mar de blancura. Además habían puesto el viento a su favor por lo que el ataque sorpresa era todo suyo.

Seleccionó a una presa pequeña, joven y sin cuernos cuya carne seguramente sería más tierna que la de un adulto. En aquellos momentos y si solo fueran a comer ella y su compañero felino, Zarpa habría dejado que su parte animal tomase el control para disfrutar de la caza pero no era el caso, así que con una frialdad clínica fue acercándose a la presa hasta tenerla a tiro.

Tras una breve carrera Varsai saltó contra el cuello de la parsa, más varmana que leoparda y le partió el cuello sin mucho esfuerzo. Zarpa volvió al suelo, otra vez a cuatro patas y gruñó a los animales, guiándolos al moverse hacia el lugar donde estaba Devoss.

Ninguno de aquellos animales osaron atacarla, era probable que de haber sido solo un leopardo común lo hubieran intentado pero hasta aquellos animales, con su pobre entendimiento, sabían por instinto que era una lucha que no podían ganar de ninguna manera. Por eso intentaban no ser el herbívoro más lento de la manada, sin darse cuenta de que se acercaba a otro predador tan peligroso como el primero que se habían encontrado.

"Todo tuyo" dijo telepáticamente al tigre mientras se sentaba a disfrutar del espectáculo.

Ruth captó al vuelo que Devoss solo quería chincharle, siempre que podía le preguntaba al holandés cuestiones relacionadas con sus nuevos sentidos, y el licántropo siempre echaba balones fuera. En cualquier caso la israelita sonrió, disfrutando de su compañía y que se metiera con sus bocatas.

—A ti sí que te voy a quemar el culo —respondió moviendo los dedos como si estuviera tocando un arpa en un claro gesto de amenaza, aunque respondió de manera seca su tono de burla era evidente. Cuando su amigo rugió la demonio de fuego puso los ojos en blanco para después reír algo más fuerte—. ¡Eso, huye! ¡Pero tened cuidado! —dijo, también para la varmana, su compañera de caza.

La israelita se acomodó a los pies del lago, no muy conforme todavía con la idea de nadar decidió que de momento era mejor observar a sus amigos aprender, y ver si era algo complicado o más fácil de lo que pensaba. El agua de por sí era su enemiga natural, pero si al menos estuviera caliente otro gallo cantaría. Con soltura conjuró hechizos térmicos sobre ella y solo fue capaz de meter un poco de la garra de reptil que tenía por pies mientras se sentaba y extendía las piernas poco a poco. No, definitivamente no era lo suyo, se dijo, al notar el líquido entrar en contacto con su piel roja. Iba a levantarse para acercarse a Sekk y ver que estaba haciendo cuando una voz la distrajo.

—¡Samika! —saludó, contenta de ver que la evaki por fin llegaba, siempre era muy ameno hablar con ella. Al entender que había pasado algo se preocupó tras Isis y Eara—. Sí, eso, ¿Estás bien? —pero la curiosidad la traicionó segundos más tarde—. ¿Dragones? —preguntó con los ojos haciendo chiribitas, no podía evitarlo. Había quedado fascinada por ellos en la fiesta de la bahía y olvidaba que quien pertenecía al ejército trabajaba con ellos de manera cotidiana—. Perdona, que vienes aquí a distraerte. Si necesitas un térmico para entrar al agua solo tienes que decírmelo, son mi especialidad.

Retiró el brazo en cuanto Kirés rechazó su ayuda, aunque ella veía bastante claro que le vendría bien. Era cierto que estaba pasándolo mal por el frío, pero veía claro que ese no era el único problema.

En cuanto que el enderth se hundió nadó en su dirección a toda prisa a la vez que Isis, pero el paladín consiguió salir a la superficie por su cuenta. La nebulomante contuvo una risa ante el aspecto que presentaba la maraña de plumas que era la cabeza de su amigo, pues no quería que se sintiese aún más avergonzado. Kimbra, no obstante, sí que hizo un intento de broma. Irianna la miró con una leve sonrisa: para ella su intento era bastante evidente, pues la hija de lunas que llegó a la ciudad nunca hubiera dicho algo como aquello. La interacción social continuada con otras especies y, sobre todo, el amuleto de Lakra, habían enseñado muchas cosas a la demonio rakshasa.

Al igual que hacía un rato con Varsai, la bruja pudo sentir la presencia de Samika mucho antes de que apareciese ante ellos. La saludó agitando la mano hacia su dirección.
—No, tranquila, aún estamos en proceso de acostumbrarnos a estar en el agua —respondió a su pregunta—. Yo creo que sí puedes nadar con tus alas, aunque necesitarás acostumbrarte —opinó—. Pero si necesitas descansar primero podemos ir enseñando al resto.
No parecía que la evaki estuviese fingiendo su estado y probablemente la habían curado por completo en el cuartel, pero esperaría a que respondiese a las preguntas de preocupación de sus amigos antes de insistir en que se metiese en el agua.

—¿Verdad que sí? —dijo al comentario de Isis—. Bueno, veamos. La verdad es que es más fácil aprender a nadar en una piscina y en el agua dulce no se flota tan bien como en el mar… pero he traído algunas cosas para ayudarnos.
Nadando a crol a toda prisa salió del agua y se acercó al lugar donde había dejado su bolsa sin fondo. Comenzó a sacar un par de flotadores y churros para el agua. Había preferido no sacarlos desde el principio por si alguno se atrevía a ir sin nada una vez hubiese probado a entrar sin ayuda de estos. Acercó los utensilios a la orilla y los fue lanzando hacia el agua.

>>Sujetaos a un flotador o a un churro si os sentís más seguros. De todos modos no os preocupéis: no os va a pasar nada mientras los que sí sabemos nadar estemos aquí —miró hacia Isis con una sonrisa—. Hay varios estilos de natación que consisten en mover los brazos y las piernas de forma determinada para desplazarse de forma más eficiente por el agua. Algunos son más fáciles y otros más rápidos. De momento lo más probable es que necesitéis centraros en no hundiros, y para ello lo mejor es que mováis las piernas hacia arriba y abajo alternativamente y ayudaros un poco con los brazos manteniéndolos algo abiertos. Podéis moverlos también si os ayuda a manteneros a flote.

El holandés miró con expectación el sigiloso avance de su amiga entre la niebla, las presas no tenían ni idea de lo que les iba a caer encima y el tigre sonrió para sus adentros. Notaba cómo el hambre voraz insistía en tomar el control y hacer caso omiso de aquella espera y empezar a desgarrarlos, pero Devoss decidió calmarse así mismo. Sabía de primera mano lo mucho que cabreaba que alguien te interrumpiera en plena cacería y no iba a hacerlo con Varsai.

La varmana se abalanzó sobre la presa y tras acabar con ella guio al resto hacia la cornisa donde se encontraba el chico. El felino preparó las garras y se inclinó algo hacia delante, listo para dejarse caer en sus cabezas. Cuando llegó el momento Devoss saltó hacia los herbívoros y emitió un potente rugido que podría escucharse en gran parte del bosque. Las parsas se quedaron paralizadas unos pocos segundos, ante la sorpresa del tigre en el aire y su rugido, y el holandés cayó pesadamente sobre un macho no muy grande y que apenas habían empezado a salirle los cuernos. Lo obligó rodar con él en el suelo y en esa transición Devoss se volvió más antropomorfo, sus garras se volvieron algo más humanas y ya bípedo se puso encima del parsa y le partió el cuello fácilmente. Tuvo que evitar la tentación de clavar sus colmillos en el animal, pero se contuvo y miró a su amiga leoparda con mirada triunfante.

-¡SII, JODER!- Exclamó a gritos completamente pletórico, cuando se volvió humano. El licántropo se echó el pelo rubio hacia atrás y volvió a mirar a su amiga con una sonrisa salvaje.-Llevemos esto con los demás, van a flipar seguro-. Comentó a la par que se incorporaba y cargaba la presa en sus hombros como si no pesara ni un poco.