Sinhdro

Atravesé el portal para acabar, sin mucho problema, de pie en el suelo, acostumbrado ya a atravesar los malditos portales. Pero esperé a que Pablo saliera por si tropezaba o caía malamente al ser la primera vez que atravesaba uno de manera consciente. <<Como cuando me pegué aquel porrazo la primera vez en Nubla...>>

Luego me dirigí al oeste directo hacia las primeras poblaciones. No iríamos a las capitales sino a los límites de alguna ciudad. Además, así aprovechaba para curiosear las zonas que aún no había explorado para ir más rápido en la siguiente cosecha.
Así, tras menos de una hora corriendo, divisamos los edificios de una pequeña población, toda iluminada y con retazos de música por las calles. Ahí me detuve, agachado entre la hierba alta. Miré al chico y dije:

-Bueno, varias cosas. Como sabes, son nocturnos, así que ahora estarán como cualquier día normal en la Tierra. No habrá muchos rincones oscuros pues usan farolillos, así que eso nos quita un hechizo de ocultación. El otro que nos queda, opacidad, sirve desde lejos, es decir, si lo llevaras te estaría viendo. No te hace invisible pero sí menos reconocible, se fijan menos en ti. Luego te lo pongo. También tienes la forma de polvo, que en tu caso es más sencillo pasar por alto. Y a la hora de cazar tienes que ser extremadamente discreto ya que además no hay hechizos que te cubran la espalda si te pillan. Puedes hacerlo de varias maneras, yo prefiero seguir a alguien solitario y llamar su atención de alguna manera. La ciudad es tuya, pero si te pillan date por muerto ya que no saben de dónde venimos. Quizá incluso tenga que matarte para cubrir la existencia de Rocavarancolia.-remato seriamente para luego reírme con ganas, aunque en parte lleve razón.-Ah, cuando logres alguna presa, no la mates ahí; llévala a un sitio apartado y, si puedes, lejos de la población. Necesitarás autocontrol para eso y para no desangrarla luego en unos segundos. Luego sigo con la lección sangrienta.-añado jocoso.-¿Vamos? Ve delante, yo estaré cerca. Cuando necesites el hechizo de opacidad, dilo.

No iba a decirle lo del hechizo de borrar la memoria, quería que viera que era algo complicado y peligroso, así que la amenaza le daba más motivos a pensar así.

Cuando atravesé el portal la desorientación fue total, tanto que a punto estuve de caerme, pero tras tambalearme un rato conseguí mantener el equilibrio. Ya me habían avisado de que cambiar de mundo podía ser perturbador, pero que te lo digan es una cosa, que lo sientas es otra.
Aun confuso eché un vistazo a mi alrededor. Estábamos en una montaña, pero la oscuridad me impedía ver demasiado lejos. Aun así no lo necesitaba para comprobarlo. El suelo, las plantas que había alrededor, todo probaba lo que ya pensaba “Estoy en otro mundo”

Jack en seguida se puso en marcha, y yo le seguí. No pasó más de una hora hasta que distinguimos las luces de una población. Siguiendo las instrucciones del vampiro, me detuve junto a él agachado en la hierba alta y atendí a sus instrucciones. “Vale, captado. Si me pillan la he liado”

-Entendido. En silencio y sin hacer ruido. Que nadie se entere– Tras quedar todo acordado me dirigí con toda la cautela que pude hacia la ciudad, con el vampiro detrás, siguiéndome a cierta distancia.

No quería recurrir a los hechizos de ocultación que me había ofrecido Jack, en parte porque prefería hacer esto con mis propios medios, ser autosuficiente, pero también porque quería demostrárselo a él, lucirme por decirlo de algún modo, aunque nunca lo admitiría.

Cuando estuve lo bastante cerca me convertí en polvo, y a partir de ahí avancé arrastrándome por el suelo. No tardé en avistar a los primeros Sinhadres. La mayoría se movían en grupos, y me llevó un tiempo el poder localizar a una pareja aislada.
Acercarse fue mucho más fácil de lo que había pensado. Tan solo tuve que desplazarme hecho polvo por las esquinas y pegado a las fachadas, y aunque en varias ocasiones hubo gente que miró a donde me encontraba nadie llegó a sospechar nada.
Esperé a que se metieran solos por una calle, y cuando consideré que estaban lo bastante apartados como para que no llamara la atención de nadie adopté mi forma humana justo detrás y les clavé una flecha paralizante a cada uno.

Las flechas habían actuado al instante, y los dos sinhadres habían quedado inmovilizados sin apenas darse cuenta de lo que había pasado. El edeel había empezado a darse la vuelta cuando quedó paralizado, seguramente porque me había oído. En cambio el aruva todavía sonreía, con la boca a mitad de terminar de articular alguna palabra. 
Cuando les vi las caras fue cuando comencé a dudar. No era una cacería cualquiera, ambos eran personas, con sus vidas y sus buenas y malas vivencias, y ahora iban a morir,yo iba a matarlos. Aun peor, al estar paralizados serían conscientes de todo.

Jack se acercó, y con su ayuda sacamos a los dos sinhadres sin ser vistos. Por el camino el olor de la sangre que se escapaba por las heridas de las flechas se fue colando en mi mente, no tanto como para hacerme perder el control, pero sí lo suficiente como para quitarme de la cabeza cualquier duda o problema moral que tuviera con lo que estaba haciendo. “Soy un vampiro, esto es lo que hago. Además haciendo esto aquí no tendré que hacérselo a nadie que me importe”

Cuando estuvimos lo bastante lejos como para que nadie pudiera descubrirnos miré a Jack interrogante, como pidiéndole permiso para alimentarme. El olor resultaba cada vez más apetitoso y no sabía cuanto más podría contenerme.

El chico se adelantó, decidido y confiado, y le seguí desde el aire convertido en humo. Las calles estaban muy concurridas y poca gente iba en solitario, pero logró paralizar a flechazo limpio a una pareja de chicos, lo cual no me hizo mucha gracia pero era útil. Luego le ayudé a sacarlas de la ciudad y volvimos a donde estuvimos antes. No se lo diría pero me mosqueaba el autocontrol que demostraba en apenas unos días comparado con mi propia experiencia, pero pensé en ponerlo a prueba más tarde.

Entonces me relamo y mascullo en voz alta:

-Ay, para qué negarlo... Mucho rollo de mis sinhadres esto y lo otro pero me gusta la sangre y esto de cazar me pone demasiado...-pero entonces recuerdo lo soso que es el otro y suelto una carcajada.- Uy, quizá eso último te haya chocado... Pero tiene su erotismo esto de cazar. Eliges una presa, te deleitas con su sangriento perfume, su físico si se da la ocasión o su propia hermosura, y luego le vas robando la vida gota a gota, mordisco a mordisco, besando y lamiendo su cuerpo en todo su carmesí esplendor... Notando su calor, su miedo y su acelerado corazón que lucha por sobrevivir, en vano. Todo su ser te pertenece, tú pones fin a su vida y origen a su muerte. ¿Nunca has querido poseer algo? Esto es casi como el sexo.remato riendo y añado, dándole un ligero codazo.-Sea cual sea tu rol en la cama, en la caza mandas tú.-entonces cojo un mechón de cabello púrpura de uno de los chicos y me lo llevo al rostro.-¿Hueles eso? Es miedo. La relación que les une lo es todo en Sinhdro. Así que aurva y edeel, sencillo y cruel aunque no tanto como dejarles viudos. ¿O sólo matarás a uno ante la aterrada mirada de su pareja? Oh, delicias, no me miréis así, os eligió él.

A continuación me acerco a Pablo y le digo, en un susurro para que sólo él me escuche,

-No obstante, como sus vidas te pertenecen recomiendo que sea algo cómodo para ambos, es decir, que conviertas su muerte en lo más placentero posible o, al menos, le hagas creer que todo va e irá bien, o que está en un sueño y luego despertará. ¿Comprendes? Xiandra prefiere torturar incluso cuando se alimenta, pero yo lo prefiero así. ¡Les vas a robar sus deliciosas vidas! Al menos que mueran con una sonrisa.

Después me separo del chico, riendo, y me acerco a las figuras. Idem.
-¿Qué os ha parecido? ¿Demasiado poético tal vez? Tan poético como la unión que hay entre vosotros y que este neófito se dispone a romper sin prisas.-digo riendo suavemente. Y mirándole, digo seriamente.-Has oído bien: sin prisas. Dominas a la bestia que hay en ti para no atacar a la vista de la sangre, ¿pero la dominas lo suficiente como para no acabar con esto en unos segundos? Como dije antes, el corazón bombeará acelerado, en cuanto muerdas él mismo te brindará la sangre con tranquilidad. ¿Quién se rinde a quién, la presa a los colmillos o tu sed a sus corazones? Si te descontrolas, te sujetaré y empezarás de nuevo.-y con otra carcajada, me alejo de la pareja y miro al chico, dándole permiso por fin.

Todavía con las ganas de alimentarme dentro escucho el discurso que comienza a soltarme.
“Un momento.. ¿Erotismo? Será una broma”
Lo primero que pienso es que se está quedando conmigo, que me está soltando algún  tipo de broma suya, hasta que se dirigió a los paralizados y comprendí de que iba todo esto.
El humor con el que había empezado a tomarme esta conversación se fue convirtiendo en rabia, poco a poco. La sed de sangre, unida a mi creciente agresividad y todo sumado al hecho de que todavía no me dejara hacer nada no ayudaba. No quería esperar más, quería atacar, quería matar, quería matarlo a él. 

Pero no podía, lo sabía. Lo había visto en acción y sabía que no tenía la menor oportunidad, y por muchos instintos de sed y asesinato que tuviera, también tenía el de supervivencia, y ese mandaba sobre los demás.

En cuanto me dio permiso para actuar, y con una velocidad mayor de la que esperaba, me coloqué entre los dos sinhadres, les arranqué las flechas que había usado para paralizarlos y acto seguido, con una flecha en cada mano, se las clavé en sus respectivos corazones, con tanta fuerza que las dos se astillaron.

Varias astillas se me clavaron en las manos, pero las ignoré. No iba a ponerme a torturar ni a deleitar a nadie solo porque a él le diera la gana, y menos cuando no ganaba nada con ello.
-¿Y que necesidad tengo de hacer eso? Lo que quiero es la sangre. No veo por qué tendría que tardar en conseguirla por ponerme a torturar o a matar con florituras. ¿O perder el tiempo con gilipolleces forma parte de la lección?- le solté visiblemente cabreado.

En cuanto terminé de hablar comencé a alimentarme de uno de ellos. Ya no podía reprimir mas la sed, así que lo mejor era saciarla tanto como pueda, y lo antes posible, no sea que me prive de la sangre como dijo que haría.

No esperaba que el chaval lo hiciera como había explicado, pero esperaba menos la forma en que lo hizo. <<Otro como Xiandra... ¿Por qué se rinden a su parte animal en estas ocasiones?>>

Le dejé hacer mientras le miraba serio y cuando terminó de hablar, le di un tiempo mientras tumbaba al peliazul en el suelo antes de que se desvaneciera al morir. Entonces me acerqué a Pablo y sin miramientos le separé de su presa, a la cual cogí luego por la cintura para que no se desplomase.

-Para el carro. Mira lo que has hecho... ¿Qué te he dicho de que la sangre bombea por sí sola directa a tus labios? ¿Qué necesidad había de destrozarles el corazón? Gilipolleces, ¿no? Qué fácil te resulta acabar con la vida de alguien desconocido, desmenuzar un vínculo espiritual y amoroso y alimentarte de los restos. ¿Gilipolleces? Animal. Somos monstruos pero no tenemos que serlo las veinticuatro horas. Señorito "sólo quiero la sangre", si solo quieres la sangre, ¿qué te impide matar a tus compañeros? ¿Eh? ¡Tienes barriles constantes llenos de sangre calentita a tu alrededor, caza y sáciate!-le digo mientras gesticulo de manera nerviosa, cabreado pero manteniendo un tono bajo hasta la última frase donde se me escapa el tono. Y sigo.-Hasta a Xiandra le costó un tiempo lograr el autocontrol del que haces gala, ¿pero por qué te controlas si no te importa nada más que la sangre? Lo que dije antes no es una tontería; la sangre lo es todo para nosotros y la disfrutamos. ¿Por qué te empeñas en lo contrario? ¿Qué te han hecho, además, para merecer esas maneras? No podías morderles sin más, no, tenías que reventarles los corazones. Acaba, anda, y luego seguimos...-y finalmente le lanzo al sinhadre más muerto que otra cosa para que termine.

Mientras espero me quedo mirando al cielo, pensativo. <<¿Y si le dejo a su libre albedrío, que haga lo que quiera? ¡Sí, que se joda si no aprende a disfrutar de su transformación en todo su esplendor! ¿No dice que son gilipolleces? Podría tener un poco más de respeto y, aunque lo piense, haberse callado eso. Un jodido novato se atreve a decir que mi estilo es una gilipollez... Malditos novatos. Acaba, acaba con el sinhadre cuanto antes, no me des tiempo a acabar contigo, date prisa>>

No me había equivocado. Apenas unos segundos después de que empezara a probar la sangre, noté como me alejaban de mi presa de un fuerte tirón. Intenté volver pero fue inútil. El vampiro era mucho más fuerte que yo.

Se le veía cabreado, aunque me costaba un poco darme cuenta porque apenas lograba quitarle la vista de encima a los cadáveres, y a la sangre fresca que había en ellos, y si bien no escuché mucho de lo que estaba diciéndome, lo poco que sí oí me dejó a cuadros.
“Me está echando la bronca por ser cruel? ¡Pero si lo que él me pedía era lo cruel! Yo me he limitado a acabar con sus vidas cuanto antes. Así se ahorran sufrimiento. ”

Lo siguiente también me sorprendió. “¿Autocontrol? A qué viene eso? Si se ve a la legua que él se controla mucho mejor que yo. No entiendo por qué eso le molesta tanto. ¿Y quién es Xiandra? Aunque por lo poco que he oído hasta ahora no parece nadie a quien quiera conocer”

Iba a replicar, pero entonces me lanzó el cadáver, y pude por fin  continuar con mi festín. “Mírame. Observa cuanto autocontrol tengo que ni puedo hablar sin beber primero”
Al primer sinhadre lo dejé totalmente seco. En cambio con el segundo me las ingenié para, torpemente, llenar la petaca vacía que tenía. Hacer eso fue un desastre total. No solo me costó lo mío meter la sangre, sino que en el proceso lo dejé todo perdido. Solo en ese momento me arrepentí  de haberlos matado tan rápido, un corazón vivo habría simplificado la tarea.

-¿Que tiene de bueno una muerte placentera?- Le acabé diciendo cuando, ya saciado, volvía a pensar con claridad. -Por muy bien que se lo hagas pasar poco va a disfrutar si sabe que va a morir. Mejor que acabe todo cuanto antes, así por lo menos el sufrimiento dura menos- El tono de voz era tan bajo que no sabía si me oiría o no. Estaba sentado, con la mirada caída y apagada. Ahora que los instintos remitían la realidad de lo que había hecho me empezaba a afectar.

-¿Crees que tenían familia?- Comencé a decir tras haber estado un rato callado -Nunca sabrán que les pasó. Para ellos simplemente desaparecerán. Puede que hasta haya gente que se pase años buscándolos- Me dí cuenta de que me había empezado a temblar la voz.
-Resulta casi gracioso. Ahora me preocupo de las familias y demás gente, pero seguramente en uno o dos días ni me acuerde, porque eso es lo que hago: olvidarlos a todos-
Así era como combatía mis problemas. Me obligaba a olvidarlos, a dejarlos en segundo plano. Por eso parecía que las muertes de mis compañeros durante la criba no me habían afectado.
-Supongo que inconsciente mente he hecho lo mismo con mis instintos asesinos, los dejo de lado y luego les doy rienda suelta cuando puedo utilizarlos. Pero no es verdadero autocontrol, es una ilusión- Y una ilusión peligrosa. Ya fueran los instintos o los recuerdos dolorosos, si tenía que sacarlos a la luz salían todos, uno tras otro, y tenía que lidiar con todo el dolor y los malos sentimientos de una vez.

-¿Recuerdas el día de la luna? Durante la batalla en la fuente le tiré una flecha bomba a DL, el cambiante. No le hizo nada porque era intangible, y aunque se enfadó conmigo al final pasó porque se suponía que yo lo había hecho a sabiendas de que no le haría daño- Me callé durante un segundo,dudando de si de verdad quería contarle esto, pero ya había empezado, así que mejor acabar.

-La verdad es bien distinta. Aunque no hubiera tenido esa certeza, incluso si hubiera estado seguro de que la flecha lo mataría habría disparado de todas formas. Pasó lo mismo durante el resto de peleas. Todavía cuando usaba el arco me comportaba de una forma mínimamente racional, pero cuando tenía que pelear cuerpo a cuerpo mis actos eran más los de un animal que los de una persona. Casi parecía una alimaña que se había equivocado de bando. Lo único que buscaba era sangre y muerte, lo demás no importaba. ¿Me preguntabas que qué me impedía matar a mis compañeros? Pues son estas “animaladas” las que me lo impiden-

Le observé hacer sin responderme, rascándome la cabeza con ambas manos ya que esto no era lo esperado. Le vi llenar la petaca de la forma más torpe posible y me pasé una mano por la cara para no mirarle mientras acababa. Y entonces habló y escuché, con las manos en los bolsillos.

-¿Cómo quieres morir? ¿Violentamente o pacíficamente? En tu lecho de muerte sabes qué te pasará, pero ¿y si es agradable? Yo intento matar lo más rápido e indoloro posible. Pero lo que has hecho no les da tiempo ni a tener un último pensamiento con el que despedirse del mundo.-digo casi escupiendo.

Pero al escuchar por dónde discurría, me siento cerca aunque no a su lado, dejándole espacio. Le dejo hablar sin interrumpirle ni responderle pues no es necesario. Aunque eso sí, me está sorprendiendo. Parece otro ahora que ha bebido... <<Así que ilusión de autocontrol, vale, ya te tengo, constructor de murallas>>
Cuando acaba de hablar, le palmeo la pierna que tengo más cerca y me siento frente a él en posición de loto.

-Vale, te entiendo y comprendo así que disculpas si algo de antes te molestó. Ahora bien, lo que dices es algo perfectamente normal, así como esta situación tenía que ocurrir, solo o acompañado. Y precisamente de esto hablaba, esto es como un pilar de lo que expliqué antes. Somos vampiros, seres racionales y bestias a la vez, animales depredadores que pueden regentar cualquier negocio e incluso llegar a nobleza o lo que se te ocurra. De momento sólo la sangre parece devolverte la parte racional, como acaba de pasar, pero con el tiempo irás aprendiendo a separar mundos sin necesidad de satisfacer la sed. En término medio, en mi caso, queda el tema de la caza, donde elijo una forma u otra según la presa. Si estoy de caza en un mundo como este, será una caza "racional", pero si es una lucha a muerte o cualquier cosa violenta, será lo más gore que puedas imaginar. ¿A qué vampiro no le gusta abrir en canal a sus enemigos y bañarse con su sangre?-río relamiéndome y luego le tiendo una mano para ayudarle a levantarse.-No espero que comprendas mi punto de vista sobre la caza, eso es cosa de cada uno; pero sí que aprendas a separar mundos, situaciones, sin necesidad de estar saciado. Por ti y tus compañeros. Ahora vamos a deshacernos de los cuerpos y luego a ver cómo van tus habilidades de vuelo.

Incursión finalizada

Atravesé el portal y sonreí al fijarme en que había pisado mis últimas huellas. Menos mal que lancé el hechizo justo antes, nunca olvidaría el susto de la primera vez. Luego esperé a que Yrio apareciera, tuviera o no que ayudarle, y después crucé los brazos a la espalda, pensativo. <<No debería haber un alma por las calles... Punto a favor. Punto en contra: Yrio no se hace polvo así que ojo avizor. Opacidad y... Que vaya levitando, para tardar menos... ¿Algo más? No creo que haga falta nada más...>>

-Bien. Tenemos dos opciones: o ir caminando o levitando. Yo recomiendo esta última porque... Tu ciudad está lejos, si es allí a donde quieres ir. Y aprovechando que estará dormida la ciudad, con un hechizo nos basta.-dicho eso le lanzo el de opacidad. Me alejo unos metros para comprobar el resultado y luego vuelvo.-Listo eso. La ciudad está al oeste, yo iré rastreando por si hubiese alguien despierto o algo, a saber. Y una vez en la urbe, si nos ven o ves algo raro, avisa. Aunque sé que tendrás cuidado, debo insistir: cuidado con la magia. ¿Listo, pues?

En cuanto diga, nos pondremos en camino. Aunque era curioso, era algo chocante... No sé qué pensará de aquella falsa promesa de tener un edeel apropiado... Fue una mera formalidad, ya encontrará -o no- alguien con quien estar en la ciudad.

Era media mañana cuando cruzaron el portal y el sol les dio de lleno. Zmey se cubrió los ojos unos instantes, ya que se había acostumbrado al sol tenue de Rocavarancolia, que sin duda le gustaba más. Veía un poco mal, pero pudo reconocer perfectamente los bosques de su mundo de origen, y los olores ya se hacían familiares aun estando lejos de ninguna ciudad.

Jack le dijo que iba a llevarle a su ciudad, y un extraño hormigueo le recorrió los dedos hasta las puntas. ¿Qué sentiría cuando la viera? ¿Seguiría ingual que hace un año? Era poco probable que hubiera cambiado demasiado en tan poco tiempo, aun así...

Zmey empezó a caminar por el aire, a buen paso. Era una forma lenta y frustrante de avanzar, y le habría gustado usar su nueva habilidad para propulsarse con fuego de no ser porque sería algo llamativo y estúpido, aun siendo de día. Cuando divisaron la ciudad, Zmey no apretó el paso, sino que aguardó pacientemente a que la ciudad se hiciese cada vez más grande bajo sus pies. Aterrizaron cerca de la calle principal. Allí todos los olores eran familiares, era el lugar donde se había criado y a pesar de eso... tan solo sentía el extraño hormigueo y una sensación de vacío...o de inquietud... no sabía describirlo.

-Voy a ver mi antigua casa. Antes vivía en una tienda de artículos de papelería, no muy lejos de aquí. A esta hora deben estar todos durmiendo, mi... el padre de mi edeel se levantaba justo cuando caía el sol. No hace falta que me acompañes.-le lanzó una mirada significativa al vampiro. No quería que lo acompañase.

Me acompasé a su ritmo lento, aunque me costó al principio. ¿Solo? No, me costó todo el camino. Seguía cansado, pero necesitaba moverme rápido para que no se me notase. En lugar de esto, iba con pasos pesados, las manos en los bolsillos y leyendo en un cuaderno de piel. Lo había comprado con ocasión de la Bodega y sería nada más y nada menos que el libro de cuentas. Aún estaba apenas usado, pero ya se llenaría, ya.

Así, llegamos por fin a la ciudad de Yrio. Callejeando, nos fuimos acercando a su antiguo hogar... Y entonces se dirigió a mí, aunque no habría hecho falta palabra alguna. Asentí ligeramente y me alejé de la zona. Decidí trepar a lo alto de un edificio cercano y sentado allí arriba conjuré niebla mágica. Estaba muy bien que quisiera venir a la que fue su casa, que incluso quisiera entrar a ver cómo estaban. Pero se había ido pensando que el edeel estaba muerto y no sabía cómo reaccionaría al verle. No podía dejarle entrar como si nada. Si pasaba algo, podía borrar memorias recientes o incluso liquidar a toda la familia a las malas, pero no debería llegar a eso. <<Pablo no quema si se descontrola y hay que sujetarlo...>> Ojo avizor, esperé...

La casa estaba intacta, como no podía ser de otra forma. Apenas había pasado un año. Todas las ventanas estaban cerradas, y la luz del sol se reflejaba en los cristales de colores que adornaban la fachada. Habían vuelto a pintar la rejilla de la puerta principal, y habían plantado flores nuevas en los arriates de los balcones. El árbol raquítico del jardin lateral seguía igual de raquítico, aunque Zmey recordaba haberlo usado para escapar de la casa en más de una ocasión. Se acercó para inspeccionarlo mejor, y de paso ver si tenía algún fruto. No solía dar a menudo, pero cuando daba no había frutos más dulces en el mundo...

No había frutos, pero sí una pequeñísima flor en compañía de varios capullos aún por abrir.Zmey sonrió, ya que aunque hubiese pasado los peores momentos de su vida en aquella casa, eran esos pequeños detalles a los que se aferraba para salir adelante. Entonces lo vio. El sol le arrancaba destellos azulados del cabello gris, y sus ojos verdes y profundos tenían ojeras, pero por lo demás Yoel estaba como siempre, y también lo había visto a él, a través de la ventana de la cocina. Seguramente bajaría a por algún aperitivo, o a robar dulces de la despensa, como solía hacer desde muy niño. Fuera de todo pronóstico, Zmey se quitó la capucha y le sonrió, la cara de Yoel era un poema. Dijo algo, que el piromante no comprendió ya fuera por la lejanía o por el idioma, y dejó la ventana en busca de la puerta para salir al patio. Era un buen momento para irse, así que Zmey dejó el jardín y su antigua casa, encaminándose a un bosquecillo cercano.

Y por supuesto Yoel le siguió.

Según se iban adentrando, Zmey oía a su edeel llamarle por su antiguo nombre, corriendo todo lo que podía para alcanzarle, tropezando y trastabillando ya fuera por la luz que lo cegaba o por lo irregular del camino. Finalmente se detuvieron en un claro. Hubo un momento de silencio, y luego preguntas que Zmey no podía entender, rabietas, lágrimas, y al final, un puñetazo directo a su cara, cargado de frustración. Zmey lo paró sin esfuerzo, y le hizo una llave a Yoel, tirándolo al suelo. Los ojos oscuros de su edeel lo miraban incrédulos. << ¿Qué debería hacer? ¿Qué debería sentir?>> se preguntó el piromante. Seguía con aquel hormigueo, temblaba ligeramente. Aquel que tanto daño le había hecho, el que creía haber matado, la razón por la que había aceptado ir a Rocavarancolia... Estaba allí, vivo e intacto, pidiéndole explicaciones.

-Y todo lo que he sufrido por ti... Yo que me creía un asesino...-susurró.

Podía serlo, finalmente, pero ya no tenía el mismo significado. Se había creido un asesino cuando todo había sido un accidente, se había torturado por algo en lo que realmenteno tenía culpa, pero de lo que en otra situación le habrían culpado igualmente. << ¿Qué me habría ocurrido si llegas a estar muerto, Yoel? ¿Que habrían hecho tus padres conmigo?>> Aquel pensamiento lo llenó de amargura, pero no dejó que se le notara. Aún sujetando la mano de Yoel, le dedicó una media sonrisa, y pasó la mano libre sobre sus ojos, en una caricia. E inmediatamente el chico cayó en un profundo sueño.

Fue al encuentro de Jack cargando a su edeel como un saco de patatas. Era increíble que pudiese, ya que aunque tenían más o menos la misma altura, Yoel siempre había sido más corpulento y más fuerte. Pero eso había cambiado.

-Este capullo era mi edeel- le explicó a Jack- Estaba vivo, así que me lo voya llevar. Ya podemos irnos si quieres.