Frivowaldanny

Fueron a uno de los restaurantes que había en la terraza del centro comercial. Twixy's se alegró de poder comer comida decente después de tanto tiempo. El pescado y el marisco eran con diferencia lo que más echaba de menos de la comida de su tierra, y en general toda la dieta rocavarancolesa se le antojaba sosa y grasienta.

-Oh, los cubiertos...- los cubiertos frivys eran algo espinoso, ya que cada plato tenía su tipo de cubierto y según la moda también solían cambiar las formas de comer. Twix decidió que lo mejor sería que pidiesen platos que normalmente se comen con las manos, para ahorrarse una explicación muy larga.

Pidieron gazpacho de trigueros, brochetas de calamar caramelizado, croquetas de pulpo, mejillones al vapor y canapés rellenos de pasta de guisantes pero decorados de distintos tipos de caviar. Twixy's casi se echó a llorar cuando se metió el primer mejillón en la boca. De postre le recomendó a Saria uno de los famosos batidos de frutas que hacían allí, todos en enormes copas llenos de colores vistosos y decorados con perlas de gelatina, azucar coloreado y demás extravagancias.

Tras pensarlo durante toda la comida, la veela decidió que no podía irse en su visita después de tanto tiempo y no ver su casa. Había estado pensando en Surimy's, en su maniquí, en sus carpetas de diseños. ¿De verdad quería renunciar a todo eso? << Y toda mi música>>

-Saria...- llamó, interrumpiendo de pronto una conversación banal sobre algo que ya había olvidado.- ¿Te importa si voy a ver mi casa? No quería hacerte perder el tiempo pero creo que debería verla, ¿aunque sea para despedirme definitivamente? No lo se...

Saria dio gracias a que hubiese cierta comida que no necesitara de cubiertos ni rituales super específicos para poder llevarla a la boca. Por el hecho de que no quería hacer el ridículo como ciudadana de frivo y porque se moría de hambre. ¿Quién le iba a decir que tener todo el dinero del mundo para gastarlo en tantas cosas innecesarias le fuera a dar tantísimo hambre? Tal y como estaba, dejó en manos de Twix la decisión de qué pedir. Y no se arrepintió.

Si bien no conocía la mitad de las cosas que se habían pedido, la mala sombra disfrutó de todos y cada uno de los platos. Hubo sabores raros, sabores nuevos, pero nada que le disgustase. Todo estaba demasiado rico y tan solo la barriga hinchada la separaba de repetir pedido. Casi acabando, la ordesa perdió en parte las ganas de pasar por frivy y acabó chupándose las puntas de los dedos para saborear los últimos platos desde el principio. Vivir en Frivowaldanny era algo delicioso.

—Oh... —la ordesa se sorprendió con el cambio de conversación, pero sonrió a la veela de forma comprensiva—. No es ninguna molestia, cariño, bastante me estoy aprovechando de este viaje como para ponerte pegas con esto—. Saria le dio un apretoncillo en el brazo, seguido de una pequeña caricia—. ¿Hay algún paraje natural cerca que permita hacer excursionismo para vagos? Estoy demasiado cansada tras tanto comprar y prefiero descansar mientras tú visitas tu casa. Cualquier sitio con hamacas me vale también—bromeó al final.

La ordesa no tenía problemas en acompañarla, pero creía que Twix debía dar sola el paso que se había propuesto y no quería molestarla con su presencia.

Twix le dio las gracias a Saria con una sonrisa. Le señaló la playa que había al otro lado de la calle, que podía verse desde la terraza donde estaban, y le indicó cómo llegar. Prometió no tardar mucho.

Cogió un taxi hasta su edificio. Se le hizo extraño hacer de nuevo esa misma ruta, la que había repetido miles de veces antes de que la cosechasen. Sentía una presión en el pecho, de la que intentó deshacerse en el trayecto del ascensor a su piso, respirando hondo varias veces. No funcionó.

Entró haciéndose intangible, y lo primero que notó fue un repugnante olor a podrido. Era tan penetrante que necesitó usar magia para no vomitar. Entonces cayó en la cuenta; las peceras. La primera habitación que se encontraba desde la puerta era el despacho, allí vio el pequeño acuario decorativo completamente lleno de algas verduzcas y dos peces en descomposición flotando en la superficie. Twixy's hizo una mueca. Su casa estaba llena de peceras como esa. Desintegró los cadáveres de los peces, vació la pecera y la limpió con un hechizo. Hizo lo mismo con el resto, necesitando más tiempo para el gigantesco tanque de medusas que ocupaba la mitad de su salón. Todo estaba polvoriento y dejado, posiblemente su maniquí había dejado de hacer su ruta de limpieza en cuanto se quedó sin batería. La encontró con el mismo modelito que le había puesto el día que se marchó, antes de irse a trabajar. La levantó del suelo y la sentó con cuidado en el sofá, quitándole la batería para conectarla al enchufe más cercano.

La veela ponía mucha atención y cuidado en estas tareas, no porque le pareciesen super importantes, sino porque necesitaba tiempo para mentalizarse de lo que venía a continuación. Cuando acabó de limpar todas las habitaciones, le llegó el turno a su dormitorio. No lo sintió suyo, era como si estuviese entrando en el cuarto de otra persona. Los colores chillones le resultaban feos y fuera de lugar. Junto a la ventana estaba la pecera de Surimy's, conquistada por las mismas algas verdes. Con todo el asco del mundo sacó el cadáver de la langosta y lo hizo flotar frente a ella. Los colores se habían desvaído, su capazarón estaba agrietado en algunas zonas, e hilos de carne blancuzca estapaban por las grietas. Quería llorar y vomitar al mismo tiempo. Le había dedicado muchísimo tiempo y atenciones a ese animal, y se había olvidado completamente de él como si no significara nada. Se sintió falsa y estúpida. Se sintió una traidora. ¿Si le ofrecían algo mejor que la ciudad también abandonaría a sus amigos y se olvidaría de ellos? Twix se sentó en la cama, abrazándose las rodillas, y observó el cadáver entre lágrimas. Le tomó un rato recomponerse, pero necesitaba su momento de autocompasión y culpa. Luego habría que ponerse manos a la obra.

Usó un hechizo de conservación que en realidad se usaba para la comida de las escursiones, pero que haría el apaño con el cadáver de Surimy's hasta que llegase a la ciudad. Sacó una maleta grande de su armario y empezó a seleccionar cosas: ropa (en especial la de deporte), zapatos, sus cuadernos de bocetos, su tablet, música, cojines, dos juegos de sábanas y juguetes (sí, esos juguetes). Llenó bien la maleta añadiendo al final a la langosta envuelta en varias bolsas de plástico. Salió por la puerta seguida por su maniquí, tirando de la maleta, completamente recuperada, decidida a hacer las cosas bien y a no volver a lloriquear. Tenía todos los medios a su alcance para empezar a ascender, y no podía perder más tiempo.

Encontró a Saria en la playa que le había indicado, y se permitió darse un baño con ella antes de volver al portal.

El golpe de añoranza de Twix salpicó sin querer a Saria. Se había quedado sola en la playa, recostada sobre una tumbona que medía lo que tres veces ella y que, perfectamente, valdría de tobogán para un bebé ordés. Saria Omen se mantenía de una pieza a base de esfuerzo constante. Había demasiado sentimiento que esquivar, demasiadas ideas que la visitaban con frecuencia y que debía prohibirse. Y ver las grietas ajenas, inevitablemente, acababa amenazando la integridad de la que una vez fue madre.

La ordesa cerró los ojos y se dejó mecer por la brisa marina. Tal vez no tenía un sitio físico al que volver, ni gente que la aceptara de vuelta debido a lo que había causado, pero tenía oportunidad de fraguarse una nueva historia. Su casa nueva en Ordesta, todo el bien que había traído a su gente, la visión lejana de una venganza imposible... Todas esas cosas eran su hogar al que volver, pensamientos en los que cobijarse. La mala sombra se centró en ellas y fantaseó con toda la fama y gloria que conseguiría en un futuro hipotético.

Para cuando Twixy's llegó, Saria Omen ya se había recuperado y, aun así, se aseguró de no sacar a colación ningún tipo de pregunta personal. El agua del mar puso la guinda final a una excursión magnífica de la que la mala sombra se había beneficiado enormemente. Al final, la ordesa acabó por desactivar el amuleto ilusorio y dejó que Twixy's la viera en todo su explendor de animal peludo con el pelo apelmazado por el agua.

Tal vez su familia jamás le perdonaría lo que había hecho, pero ni ellos ni nadie en todo su pueblo sabría jamás lo que era nadar en otro mundo.

Saria volvió a activar el talismán para volver a la orilla y, una vez ambas estuvieron secas, sugirió a la frivy poner rumbo hacia el portal.

—Muchas gracias por todo esto, Twixy's, ha sido un viaje fantástico —se aseguraría de decirle antes de volver a la ciudad.

Sigue en Rocavarancolia.

Por suerte para el asreniano, aquel día no tenía nada que hacer más allá de la rutina de alimentar a sus creaciones y comprobar que las nuevas estaban siendo incubadas adecuadamente. La proposición de Noel le vino como anillo al dedo para dejar a Miloslava y Lean a cargo de aquellas tareas y salir pitando del laboratorio. La razón de la visita a Frivowaldanny le resultó bastante graciosa, pero también dio nacimiento a cierta curiosidad por las particularidades de las langostas. Frivo era territorio desconocido para Giz, el cual apenas tenía tres o cuatro pares de muestras de criaturas autóctonas.

Así, el genemago estaba dispuesto a arreglar ese problema. Una vez llegó al cuchitril se calzó con su amuleto ilusorio y el logomántico y, en cuanto Gael y Noel hicieron lo mismo, marcharon hacia el portal. Giz activó la ilusión nada más atravesarlo, mostrando una ilusión reciclada en la que se veía como un humano bajito, de nariz chata y pelo azul revuelto y medio engominado hacia arriba. Lo único que le diferenciaba de ser un terrestre era el tono de piel grisaceo.

Los cuchitrileros acababan de surgir en mitad de una isla desierta y Giz no pudo contener las ganas.

—Dadme un segundo —les pidió al tiempo que descendía a ras del suelo, para picotear de aquí y allá muestras de tejido de la flora del lugar e incluso encapsular algún que otro animalillo menudo vivo— ¿Cómo vais a hacer para reemplazarle a la langosta? ¿La vais a comprar o váis a buscar una salvaje? —les preguntó a la vuelta.

Por comprar, Giz se refería más bien a rapiñarla de una tienda de mascotas. Cualquiera de las opciones le parecerían fabulosas. Lo único que cambiaba era la dirección que debían tomar.

El equipaje del fuego fatuo era ligero, se bastaba con una bolsa sin fondo para todo lo que pudiese necesitar, y los amuletos iban con él, pero no activos. Ni siquiera al llegar al otro lado del portal los activó; en la isla desierta no eran necesarios. También vestía el cadáver más fresco del que disponía, ya que sus llamas podían ser un problema incluso debajo de la ilusión.

El mundo, a simple vista, no era de los más diferentes a lo que ya conocía. Aunque aquello se podía decir que era gracias a que estaban en plena naturaleza nada más. Giz no tardó en bajar a tomar muestras, y Gael rio mientras se alejaba.
—Poco ha tardado tu ataque de “dejesdeloficitis” —le dijo, bromeando.
No tardó mucho en volver junto a ellos, y entre tanto el fuego fatuo habló con Noel sobre cuánto tardaría en llegar y por qué zona se adentrarían en la ciudad. Al regreso del goliat, Gael respondió a la pregunta que formuló—: Es mejor ir a una tienda de mascotas que buscar como locos por el mar. La frivy dijo que no eran tampoco animales muy comunes. De paso podemos aprovisionarnos en la ciudad, aunque igual no es el mundo más conveniente. —Su cara parecía decir “ya me entiendes”—. Sobre cómo “comprar” —dijo, enfatizando la palabra haciendo comillas con los dedos— ya tengo una idea, a grandes rasgos. Total el animal lo necesito muerto, no vivo.

Por el camino procedería a contarles lo que tenían que hacer, que básicamente consistía en distraer a los dependientes que hubiese mientras él hacía un pequeño truco de magia aprovechando algún punto ciego. En cuanto llegasen a la ciudad iban a tener que preguntar dónde encontrar una tienda que vendiese mascotas como aquella, y conseguir entender las respuestas que diesen los frivys casi era lo que más le preocupaba de todo.

Noel tampoco había activado sus amuletos todavía, especialmente porque cuanto menos tiempo se viese con el tipo de ropa que debían ponerse mejor. Giz no tardó en demostrar que no había hecho falta convencerle para que les acompañase: lo primero que hizo fue pedir un momento para ir en busca de muestras.
—Más bien deformación profesional crónica sin posibilidad a desarrollar una cura —dijo entre risas tras el comentario de Gael.
En cualquier caso, el asreniano no tardó mucho en volver y, una vez habían discutido cómo llegar a la ciudad, escuchó la respuesta del fuego fatuo.
>>Si implica intercambiar más de dos frases con los frivy’s seguro que no es buena idea —afirmó cuando mencionó acerca de aprovisionarse—. Pero igual podemos robar discretamente unos frescos en alguna tienda: tienen algunos productos que no están nada mal.

Se pusieron en macha con el nigromante contándole los detalles sobre como conseguirían una Tenacitas 2.0 y arrugó la expresión al recordar que le iba a tocar hablar en el idioma frivy.
—Va a ser una experiencia traumática, pero vale. Creo que podré mantener ocupados a los encargados el tiempo suficiente. Aunque si hay más de uno es posible que tú también tengas que hacer lo mismo —le dijo al goliat—. Primero deberíamos observar la disposición de la tienda a la que nos dirijan desde fuera con la niebla mágica.
Probablemente ya se imaginarían a qué se refería o incluso habrían tenido una idea similar a la suya, pero explicaría los detalles si se los pedían.

Una vez podían ver los primeros indicios de civilización a lo lejos, el draco, bufando con desagrado activaría el amuleto ilusorio: sus rasgos no serían distintos a los suyos propios como humano exceptuando el color de piel; pero su ropa, aunque de un estilo similar a su habitual, era ridículamente escasa para sus estándares. Y aun así era muy probable que cualquier frivy con el que se cruzasen se preguntase por qué llevaba tantísima tela sobre el cuerpo. Odiaba aquel planeta.

Giz no pudo evitar enseñar una sonrisa al ver las ilusiones de Gael y Noel. Ninguno de los tres presentes tenía un estilo ni remotamente parecido al frivy y resultaba bastante gracioso verles (y verse a sí mismo) con un aspecto tan diferente al común. Sin embargo, su mirada no tardó en volver a los edificios. A pesar de que el goliat había viajado de sobra, siempre le causaba cierta impresión ver tamañas construcciones.

No tardaron demasiado en adentrarse en la ciudad. Esa era la peor parte de todas para el asreniano. Parecer visualmente un frivy era fácil, tal vez vergonzoso, pero fácil; lograr imitar a uno de forma creíble en cuanto a gestos e idioma, sin embargo, era una tarea realmente compleja. Entre los tres, se las apañaron para preguntar a varios viandantes hasta que dieron con la ubicación de una tienda de mascotas y, una vez dieron con ella, Giz se metió en su papel y dio comienzo al plan.

La tienda era sorprendentemente enorme, el goliat no se esperaba que las mascotas tuviesen tanta demanda en un mundo como Frivowaldanny, pero vio que se equivocaba. Giz identificó a uno de los dependientes por ir "vestido" acorde con la marca de la cadena para la que trabajaban y se acercó a él.

—Perdone —trató de llamar su atención. Dio un vistazo rápido a los acuarios de la tienda y se aproximó a uno de ellos— ¿Superpuede decirme a qué orden taxonómico pertenece este pezy's?

Lo primero que vieron a lo lejos fueron las enormes y ridículas pantallas que rodeaban la ciudad frivy. Para Gael fue la señal de que no podía posponer más el camuflaje, y esperó a activarlo a la vez que el draco.
—Sois un par de rary’s hiperde la total —sentenció, para llamar la atención sobre sí mismo. El aspecto que había adquirido el amuleto equivalía al del cadáver que vestía pero en frivy, no a sí mismo. La vestimenta, por tanto, era más ridícula de lo que habría admitido sobre su propio cuerpo, aunque tampoco de lo “más frivy” que se podía encontrar. Llevaba un pantaloncito ajustado con la bragueta abierta y una especie de cinta aislante sobre los pezones, entre otras cosas menos destacables. Cuando miró hacia abajó soltó un respingo—. Supercreo que voy a llorar…

No hubo más intentos de hablar en aquel dialecto hasta que se internaron en las calles de la ciudad. Aquella civilización tenía la facultad de recordarle a la Tierra, así que tenía algo de nostálgico enterrado bajo capas de estupor por cada detalle que veía. Lo que más le fascinaba con diferencia era la moda, y de vez en cuando soltaba comentarios sobre los anuncios que se proyectaban por encima de sus cabezas.

Cuando entraron en la tienda, previamente explorada desde fuera, Gael se separó de sus compañeros y buscó las peceras de crustáceos. Llevaba una notita donde había apuntado exactamente la especie de la de su cliente, y gracias a ello logró dar con una pecera que contenía tres ejemplares. El fuego fatuo no quería arriesgarse a tener que volver, y no sabía exactamente cuál de ellas se prestaría mejor por su tamaño, así que decidió robar las tres. Miró por encima de la pecera y vio que Noel y Giz mantenían al empleado más cercano de espaldas a él. Lo más rápido que pudo, procedió a hechizar los animales para que fuesen intangibles y, controlándolos mediante levitación, los dejó hundirse lentamente en el suelo. Luego salió arrastrándolos consigo. Solo pudo captar de pasada la conversación de Giz y Noel con el dependiente al pasar hacia la salida.

Decidió esperarles fuera, con los animales todavía hundidos bajo el asfalto. Sabía que no vivirían mucho rato de ese modo, pero así ya no tendría que molestarse en matarlos antes de guardarlos en la bolsa. No los haría salir de debajo del suelo hasta que estuviese seguro de que nadie podía ver la jugada, aunque tenía que hacerlo antes de que se agotase el hechizo.

No pudo evitar dejar escapar una carcajada por lo ridículo de la situación una vez observó la ilusión de Gael y este les llamó rary’s.
—Esto es mucho peor que cuando me obligaron a vestirme de chica mágica… Perdón, quiero decir que superes un movidón de la total —se corrigió todavía riéndose. Iba a ser mejor tomárselo con humor—. Nunca habría creído posible que se pudiese sentir vergüenza ajena de uno mismo, pero este planeta consigue provocarte lo impensable, al parecer.

Pronto tuvo que dejar los comentarios sarcásticos solo para la vía telepática al llegar a la ciudad. Era cierto que había muchos elementos que recordaban a la Tierra, pero como si se hubiesen metido en algún barrio en el que exclusivamente hubiese discotecas horteras modernas o algo por el estilo. A pesar de ello, era evidente que allí había establecimientos de todo tipo y consiguieron que un frivy les indicase el camino hacia una tienda de mascotas. Una vez con el establecimiento a la vista, examinaron el interior y por vía telepática decidieron cuál era el mejor lugar para distraer a los encargados, lejos del tanque donde se encontraban los sustitutos de Tenacitas que necesitaba Gael. Entraron en la tienda y, tras disimular un poco observando las jaulas y peceras, Giz y él se separaron del fuego fatuo y llamaron la atención de un encargado hacia uno de los acuarios.

Giró la cabeza y ahogó la risa en una tos cuando escuchó la pregunta de Giz. <<La deformación profesional no viene muy bien aquí. Recuerda que tienen tirria a cualquier cosa mínimamente trascendental, nada de términos que suenen remotamente científicos o van a concluir más pronto de lo que deberían que somos unos rary’s>>.
—Disculpe a mi amigo, superle encanta gastar bromis. Lo que necesitamos saber megaes cómo se llaman estos peces tan bonitos de la total y… —le costaba mantener la expresión neutra y de hecho un leve sonrojo avergonzado hubiera sido visible sus mejillas de no ser por la ilusión de la piel— Qué cosy’s necesitamos saber superpara cuidarlos.

El encargado los miraba con cara rara, decididamente, pero comenzó a explicarles lo que habían preguntado… O eso creía, porque le costaba seguir lo que decía. El sueco se limitó principalmente a asentir ante la explicación mientras avisaba telepáticamente a Gael de que creía que todo estaba en orden y le pedía que les hiciese saber cuando hubiese acabado. Si necesitaba alargar la conversación le haría preguntas al encargado sobre el precio de los peces y los productos que teóricamente necesitarían llevarse, además de cosas estúpidas como su opinión acerca de qué colores debían escoger para estar a la moda. <<Gael, por todos los dioses de Asgaard, no tardes mucho más>> pensó para sí.

La advertencia de Noel llegó justo a tiempo y Giz no pudo sino responderle mentalmente con un gran <<Lo siento>>. Como añadiría después, <<esto es una profesión de riesgo. Se me olvida lo difícil que es imitarles>>. Giz esbozó una sonrisa y trató de fingir una carcajada siguiéndole la corriente a Noel.

—Superperdona, es que justo habíamos leído esta bromy's en la nueva Super Popy'x —se rascó la cabeza y añadió—. Eso, megalo que dice mi super amigui's.

De forma discreta, Giz lanzó una mirada de socorro a Gael. Se preguntaba cuánto más podría continuar con el papel antes de que le echaran de la tienda por "rary's que te rompes". Por suerte, el fuego fatuo no tardó mucho más y Giz se giró de nuevo hacia el dependiente para añadir:

—Olvidalo, creo que no tengo una superpecera bien acondicionada para cuidar de estas criaturilly'x. Gracias de la flonchy'x. ¿Nos vamos, Noely's? —Reprimiendo una carcajada, esta vez real, el goliat salió de la tienda y se acercó a Gael con paso rápido—. Cuánta presión, espero no tener que repetir algo así hasta dentro de unos meses.

Gael vio salir a los otros dos de la tienda por su propio pie y respiró aliviado. Se acercó a ellos con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Hiperno os han echado? —los vaciló, aunque no tardó en volver a su forma de hablar normal—. ¡Qué decepción! Bueno, alejémonos de aquí, no vaya a ser que se den cuenta antes de lo que deberían de que les falta algo.

Tomaron una calle cualquiera, aunque ya en la dirección hacia la que debían volver. Las langostas seguían debajo del asfalto, probablemente ya muertas por falta de oxígeno. El fuego fatuo los guió a un callejó y les pidió que se quedaran de pie para tapar lo que estaba a punto de hacer. Era una suerte que no se tratase de una calle muy transitada comparada con algunas que acababan de ver.

Recuperó los cuerpos y, ya tangibles, los guardó en su bolsa sin fondo. Lo más importante ya estaba hecho, y ahora podrían coger suministros o divertirse un poco, o ambas cosas.
—En la calle de la que venimos vendían revistas. ¿Las visteis? ¿Qué os parece si esta vez me como yo el marrón de distraer al cajero? Para compensar —propuso riendo. La posibilidad de echarle el guante a algo así ya la habían comentado en más de una ocasión.

Así, acabaron en una especie de kiosko que vendía demasiada variedad de cosas como para llamarlo de ese modo. Gael fue directo al cajero, entrando antes que sus amigos, y buscó con la mirada algo sobre lo que preguntarle.
—O sea, ¿hiperqué… pintalabios me recomiendas para una fiesty’s que te rompes? —A su lado acababa de ver una caja llena de muestras de lo que parecían barras labiales, así que las señaló para salir del paso. Sin embargo, el cajero le hizo saber, con el ceño ligeramente fruncido, que lo que acababa de señalar eran bases de maquillaje. El fuego fatuo las miró una segunda vez y se asombró de su propia estupidez—. Superlo sé —dijo, riendo de pronto—. Solo era una bromy’s. Dime, dime, ¿qué color súpertengo que comprar?
Se inclinó ligeramente sobre el mostrador. No quería que el tipo reparase en sus amigos, a los que ya había oído entrar. «Creo que ya entiendo lo que sintieron ellos… Cuando salgamos propondré conseguir la comida por otros medios, definitivamente».

El encargado había empezado a adoptar una actitud que dejaba ver cada vez más que le estaba desagradando tratar con Giz y él; y cuando recibieron por fin el aviso de Gael y el goliat le hizo saber que no pensaba comprar nada, no se molestó demasiado en disimularlo, despidiéndoles con un “hiperque tengan un buen diy’s” cargado de retintín.
—Lo mismo digo —añadió tras el asreniano una vez se hubieron reunido con el fuego fatuo—. Y no te preocupes: creo que no nos han echado por un cuarto de Tenacitas —replicó burlón a lo siguiente.

La idea de las revistas, no obstante, le pareció excelente, pues no podían irse de aquel lugar sin uno de aquellos fantásticos ejemplares. Aunque tampoco pensaba negarse al ofrecimiento de Gael de ser él quien llevase a cabo la distracción esa vez.
—Disfruta hiper de tu debut —le dijo con una sonrisa insolente antes de separarse junto con Giz.
Dejó que el fuego fatuo llegase primero hasta el kiosco, caminando a una distancia prudencial en dirección a él, aunque gracias a su oído pudo escuchar la conversación desde el principio y, una vez más, tuvo que hacer esfuerzos por contener una carcajada. Se acercó por la parte trasera del puesto, poniéndose de acuerdo con Giz para sustraer cada uno una revista que llamase su atención. Usando la niebla mágica una vez más, cualquier ejemplar que el encargado tuviese a sus espaldas debería ser fácil de sustraer sin que se enterase mientras fuesen cuidadosos.

Sabiendo que en un kiosco Gael lo tenía más difícil para mantener distraído al dueño, el sueco decidió darse prisa decidiendo cuál sería su objetivo. Una revista con una portada en la que una frivy sujetaba una pelota le hizo pensar que probablemente se tratase de una publicación deportiva… Aunque por supuesto todas ellas daban la sensación de ser revistas de moda. Se decidió por aquella, no queriendo ver mucho más para evitar prolongar el asunto, y conjuró mentalmente un hechizo de intangibilidad delimitado sobre el trozo de pared que había justo tras su objetivo. Se aseguró de que el empleado estaba bien ocupado conversando con el fuego fatuo y atravesó rápidamente la pared con una mano, deslizando uno de los ejemplares del medio de la pila hacia fuera, para evitar que si por algún casual el dueño se giraba viese su mano. Claro que el peso de las primeras revistas cayendo lo oiría, pero dudaba que fuese a pensar que un fantasma le estaba robando.

—La verdad es que sí —reconoció Giz justo tras Noel. Habían estado a nada de que les echaran—. Pero creo que en alguna ocasión deberíamos visitar la parte rary's, tiene que ser interesante charlar con alguien que entienda de la fauna de este mundo.

Por interesante se refería a que la información no le vendría dada como en los libros que solía leer, sino llena de diminutivos extraños y palabras innecesarias. Giz tenía cierta curiosidad por ver cómo explicaban las cosas serias a lo "que te flunchy's". Gael lo sacó de su ensimismamiento con una propuesta bastante divertida y el goliat asintió con la cabeza como respuesta.

Una vez comenzó el paripé, Giz abrió la gola, conjuró también la niebla mágica y continuó con un hechizo de levitación que englobaba diferentes ejemplares. Se aprovechó de la intangibilidad provocada por Noel para sacar sus revistas con cuidado y desconjuró los hechizos una vez tuvo su mercancía robada en la mano. Guardó un total de cuatro ejemplares diferentes en su bolsa sin fondo al mismo tiempo que las revistas caían por la artimaña del draco.

En cuanto se alejaron del quiosco, Giz las sacó y se las enseñó a sus compañeros, comprobando al mismo tiempo que ellos qué clase de revistas había robado. Una de ellas mostraba varias imágenes de playas en las que los principales protagonistas eran frivys desnudos, parecía una revista de turismo. Otra se trataba de una magazine televisiva, como se suponía que demostraba una pareja semidesnuda en la portada. Las dos últimas, con un diseño igual de llamativo que las otras, hablaban de las novedades en cuanto a automóviles y decoración del hogar. Giz se preguntaba si los frivys que aparecían en la última contaban como adornos.

—¿No queréis saber qué afectará a la relación entre Juicy's y Matty's la semana que viene? —les preguntó al draco y al fuego fatuo, desplegando las revistas a modo de abanico.

Gael no dejó que el frivy se girase siendo tremendamente invasivo con su espacio personal y haciendo preguntas constantemente, aunque probablemente él era el más incómodo de los dos. Cuando escuchó a sus amigos salir por la puerta aceptó los productos que le ofrecía el tendero e inició la maniobra evasiva.

—¡Lo siento que te rompes! Superme dejé mi cartery’s en casa, ahora hipervuelvo. ¡Guárdamelos, porfy’x! —le escucharían decir mientras salía. De una carrerita alcanzó a sus compañeros y se apoyó en las rodillas, expirando profundamente—. Qué. Agobio. Ese tipo me quería vender tres colores distintos y solamente tengo una cara. ¿Qué habéis encontrado?

Gael miró por encima las portadas de las revistas que sostenían y decidió que prometían bastante. Alguna era excesiva incluso, pero aquello era Frivowaldanny. No pudo evitar reír ante la pregunta de Giz y cogió una de las revistas del abanico.
—Déjame ver. ¡Súper fuerte de la total! —Sin embargo la revista  que cogió parecía solamente un catálogo de vehículos—. ¡No puede ser! ¡Le dejó por un coche!

Mientras hablaban siguieron caminando por la calle. Si se encaprichaban de rapiñar algo más por la calle, como comida u objetos, Gael abogaría por hacerlo con más magia y menos palabras en el dialecto frivy –o, mejor dicho, sus patéticos intentos por imitarlo–.

Sigue en el Cuchitril.

Por parte de Giz solo hubo una interrupción más al viaje de vuelta hacia el portal y, sorprendentemente, no fue para arrancarle pelos a ningun bicho. Sino para robar unos cucuruchos de comida Frivy de un puesto. "Si es para llevar no tiene sentido que no cojamos un poco" diría a sus compañeros. La comida se trataba de alguna especie de molusco rebozado y frito, probablemente fuera para rary's.

El goliat ofrecería un cucurucho a cada uno de sus amigos y se guardaría otro bien conservado en una bolsa sin fondo, para compartirla en casa. Tras eso, por su parte podían volar tranquilamente de vuelta a la isla del portal.

Teniendo en cuenta que Giz había decidido recoger varias revistas a la vez ya no hizo falta esperar más. El dueño había estado demasiado ocupado dándole la chapa a Gael como para siquiera notar absolutamente nada y en cuanto el fuego fatuo puso una excusa para irse se reunieron con él lejos del establecimiento. Enseñó la revista que había cogido junto a las cuatro de Giz y se llevó las manos teatralmente a la cabeza ante el comentario del asreniano.
—Lógico, un coche tiene mucho más caché y glamour que ese rary sin ninguna duda —comentó, no obstante, en tono jocoso tras la aportación de Gael.

Su última parada antes de regresar sería para hacerse con algo de comida, y el asreniano no se hizo esperar al hacerse con unos cucuruchos en un puesto de camino al encuentro de algún supermercado o verdulería. Degustando aquel peculiar aperitivo, no se complicaron demasiado y sustrajeron algunas frutas y verduras de la forma más práctica y rápida que se les ocurrió, que fueron a parar a sus bolsas sin fondo. Después salieron de la ciudad para volver a alzar el vuelo en dirección a la isla del portal.

—Es incluso gratificante volver a verse como antes, por muy poco agraciado que seas —comentó con alivio cuando por fin pudieron deshacerse de las ilusiones—. Preferiría tener permanentemente la apariencia de un trasgo antes que volver a verme con eso puesto. Más vale que la novata te pague bien por Timocitas —añadió dirigiéndose a Gael manteniendo una expresión divertida.