Frivowaldanny

Otra reunión, a última hora, y tortuosamente larga. Volvía del estudio caminando hacia el parking. Había aparcado un poco más lejos, pues le gustaba pasear el trecho hasta el trabajo y lucirse por el camino, pero en esa ocasión se maldijo a sí misma por haberlo hecho, aunque no tanto como maldecía a su jefa. La había hecho quedarse para tener una reunión absurda sobre si sí o no a reintroducir el papel de pared reversible, exactamente igual a la que habían tenido el día anterior, y para colmo había hecho que Twixy's trasncribiese toda la discusión, a pesar de tener un maniquí para hacerlo.

-Megaestúpida bruji'zz de la Costra, rary's de vestidor de la total, se supercreerá diva o algo pero hiperno llega ni a CoMo de reposi...

Se detuvo en seco justo al salir del ascensor que bajaba al parking, pues había alquien parado junto a su coche. << Supermira lo que te han traido las hady'x>> se dijo mentalmente. Su mal humor dejó paso a una sonrisa traviesa. El chico parecía distraído, lo cual le dio tiempo a la frivy para comérselo con los ojos. Parecía que volvia de hacer whoopunchy'x, con unos shorts ceñidos que seguro que dejarían la parte baja de sus nalgas al descubierto si se giraba, una sudadera negra abierta con desgarrones falsos cubiertos por tela de rejilla y una cinta elástica cruzándole el pecho horizontalmente. Llevaba la capucha puesta, por lo que no podía verle la cara, pero la musculatura del torso y las piernas desnudas, y el bulto bajo sus shorts eran más que suficientes para Twixy's.

-Holy's- saludó con voz suave en cuanto estuvo lo bastante cerca. El chico alzó la cara y le sonrió. Era perfecto. A Twixy's ni siquiera le importó el color de piel tan raro que tenía.

-Pareces tensa- le dijo el chico. Su voz era tersa y sensual, y escondía miles de promesas tras las palabras más simples.- ¿Qué te aflige?

Se separó del coche y se acercó a la frivy. De cerca, podía notar su aroma; olía a sexo de mañana, a sudor suave de amante recién levantado, a café negro y fuerte. << Superes un pelín rary's>> pensó Twixy's, pero siendo tan atractivo casi ni le importaba, se había acostado con algún que otro rary's mono.

- La megaestúpida krillan gordy's de mi jefa- se quejó, dejando que el chico se pusiese detrás de ella, que le oliese el pelo y hiciese cosquillas con la nariz en el cuello. No le solía gustar que fuesen tan directos, pero por alguna razón, con aquel rary's no le importaba.- Me hipertiene loqui'zz...

-Hmm...

Le contó su jornada infernal al desconocido, que la fue conduciendo de vuelta al coche, y la sentó en su regazo mientras le hacía un masaje.

-Hay una forma de quitarla de en medio- ofreció el desconocido. Twixy's estaba casi en trance- Eres especial, puedo verlo, puedo sentirlo. Tu potencial aquí está desperdiciad, pero allí puedes llegar desarrollarlo, a convertirte en lo que de verdad eres...

-¿Y qué supersoy?- preguntó ella, en tono juguetón, echándose hacia atrás para apoyarse en su pecho. Buscaba su boca, pero no la encontró.

-Un milagro- le susurró el desconocido al oído.

-Esa ciudad que me cuentas... ¿hiperdices que me dará poder?

-Por supuesto.

-¿Y superdody'x del mundo me adorarán? ¿Megaenviaré a la krillan gordy'x a superservir hamburguesy's?

Al joven se le escapó una risa. Era maravillosa.

-Todo lo que tú desees se hará realidad.- prometió.

Twixy's fingió pensárselo, mientras se alargaba su masaje. Lo cierto es que era el empuje que necesitaba su carrera.

-Muy bien. Superllévame a la Rocavaranpuly'x esa.

Al acceder, Twixy's cayó en un sueño profundo, y la sonrisa de Vlad se volvió taimada.

Lo primero que notó Twixy's cuando cruzó el portal fue el olor a mar. La brisa le revolvió el pelo y le llenó los pulmones. Hacía fresco, más del que había esperado, pero un hechizo térmico lo arreglaría en un momento.

No podía creer que estuviera en casa, después de tantos meses. A punto estuvo de olvidar en muchas ocasiones la razón por la que se había ido. Se frotó los brazos con las manos un par de veces, tratando de volver a la realidad, pero todo era demasiado bonito. El color del cielo, nada que ver con el gris desvaído de la ciudad, casi le hacía daño en los ojos.

-Tendremos que levitar hasta la ciudad, no debe estar muy... ¡Oh, frosty's!- se tapó la boca con las manos por la sorpresa cuando vio el ''avatar'' de Saria- ¡Estas divina de la total, pero de la total!- exclamó encantada.

Cruzar el portal fue maravilloso para Saria. Sus ojos se abrieron como platos, obligados por una curiosidad infantil que rara vez volvía a su cuerpo menudo desde los incidentes de su cosecha. La ordesa activó el medallón que llevaba en el marsupio y su avatar le robó su aspecto a ojos de todos excepto ella. Como no podía ser de otra manera, se había hecho una frivy tan despampanante como había sido capaz, de piel morena y pelo negro y voluminoso.

La mala sombra respiró hondo y oteó el lugar al que acababan de llegar. Le parecía maravilloso y no entendía por qué la gente era tan reacia a visitar mundos.

—¿A que sí? —los ojos le brillaron al escuchar a la frivy—. No podía ser una normaly's cualquiera, no, no —bromeó, intentando imitar el estilo hablado de su compañera de viaje. La ordesa invocó sobre sí misma un hechizo de levitación y siguió en el aire a Twix—. ¿Por qué crees que la gente no quiere venir aquí? Parece un lugar super bonito...

La brisa marina y el olor salado le traían recuerdos de épocas mejores. Con suerte, este viaje podía convertirse en algo igualmente rememorable.

No tardaron mucho en divisar la ciudad. El sol arrancaba destellos a los rascacielos y a las cúpulas de los centros comerciales. Aquí y allá brillaban neones y adornos coloridos, que no rompían con el diseño moderno y cuidado de sus edificios.

Twixy's tembló en el aire, pero no se detuvo mucho tiempo a admirar su antiguo hogar, tenían cosas que hacer. Buscó con la mirada el pináculo del palacio de la moda y le hizo una seña a Saria. No quería molestarse en lidiar con el personal de la recepción, así que entrarían directamente por la ventana del despacho.

Los cristales de las ventanas estaban tintados para proteger los despachos del potente sol, pero solo hizo falta algo de niebla mágica para verificar que no había nadie dentro. Ni Fluxy's, su antigua jefa, ni ninguno de sus secretarios. Debía ser la hora de comer. Atravesaron la pared y Twixy's dió una vuelta de reconocimiento al despacho. Había algunas carpetas con nuevas colecciones sobre el escritorio, y las paredes estaban decoradas con proyecciones de futuras portadas de revistas, que cambiaban de diseño cada tres segundos. La veela curioseó los cajones, y acabó sentándose en el sillón giratorio del escritorio.

-Esperaremos a que vuelva. Mira lo que quieras.-le dijo a la mala sombra.

Decir que Saria quedó ojiplática era, ciertamente, un eufemismo de la expresión que se ancló en su cara. La ordesa jamás había visto una civilización tan avanzada y cada edificio que se cruzaba le maravillaba a un nivel que era inexplicable para quienes ya se habían encontrado con ciudades así antes. <<¿Por qué es Rocavarancolia la grandiosa si aquí tienen todo esto?>>. La mala sombra se sentía obsoleta y no sabía muy bien qué cosas podía tocar y qué no, por lo que todo lo que hizo fue mirar maravillada a su alrededor y sentarse sobre el escritorio.

—Me da miedo toquetear por ahí, es todo demasiado nuevo y brillante para mí —confesó—. ¿Crees que tardará mucho en venir?

Saria era consciente de que tenía que tener mucho cuidado con qué cosas hacía, ya que ella era mucho más baja que su avatar ilusorio frivy. Determinadas acciones suyas podrían verse cómicas o simplemente imposibles desde fuera.

Twixy's buscó con la mirada algún reloj y comprobó la hora. Ya había pasado la hora de comer.

-No debe tardar mucho más.

Un taconeo les anunció la llegada de la persona a la que estaban esperando. La puerta se abrió de forma lateral con un susurro y Fluxy's entró en el despacho. No reparó en ellas en un principio, pues estaba concentrada toqueteando una finísima tablet. Llevaba el pelo plateado con mechas rosa chicle recogido en lo alto de la cabeza y decorado con un montón de barritas de plástico. Su mono de seda iridiscente reflejaba la luz de los fluorescentes con cada movimiento. La puerta se cerró tras ella, y Twixy's la bloqueó con magia. Fue entonces cuando la mujer se dio cuenta de su presencia. Su cara pasó del desconcierto a un ligero embelesamiento y luego a la indignación, como si recordara de pronto que su despacho había sido invadido. Alzó un dedo acusador hacia ellas.

-¿Quiénes sois y que flonchy's estáis superhaciendo aquí?- preguntó.

Twixy's giró la silla hacia ella y le dedicó una sonrisa.

-Fluxy's, querida, ¿es que ya no te hiperacuerdas de mi? Voy a ponerme triste de la total.

La frivy inspeccionó a su compatriota con detenimiento, tratando de hacer encajar a la hermosa mujer que tenía delante con el recuerdo de alguno de sus conocidos. Cuando lo consiguió se puso pálida.

-Twixy's... No, nos superdijeron que no volveríais.

-Os superdijeron mal. He vuelto, pero no por mucho tiempo. Veras, Mi superamiga Sary's y yo necesitamos unas cosillas y estoy convencida de la total de que tú nos megapodrás hacer el favor.

-Eso no va a megaser posible.- respondió Fluxy's con firmeza. Para ella, Twixy's seguía estando varios escalones por debajo, y por mucho que hubiera regresado de su condena en la ciudad de los monstruos con cualfuera el tratamiento que se había hecho no pensaba concederle ningún favor.

Twixy's dejó el sillón y se dirigió a su ex-jefa con paso calmo, como si desfilara. Por supuesto, ningún frivy iba a esperarse una respuesta violenta en esa situación, por eso Fluxy's tardó en reaccionar cuando tuvo la mano de la veela en su cuello.

-Creo que no lo has hiperentendido. Han cambiado las tornas. Ahora superestoy por encima de ti, y por encima de todo el mundo en este estercolero, así que vas a hiperhacernos el favor a mi amigy's y a mi, ¿queda claro?

Los dedos de Twixy's brillaron. Unas chispas eléctricas centellearon a su alrededor. Los acercó a Fluxy's y pronto llegó el olor a pelo y tinte quemado.


No hizo falta mucho mas para que Fluxy's les diese una tarjeta de crédito VIP, cuyos gastos por supuesto se cargarían a su cuenta.

-¿Adonde quieres ir?- le preguntó a Saria, una vez estuvieron en el ascensor del Palacio de la Moda.- ¿Qué te hipergustaría ver primero?

Saria alzó las cejas al ver aparecer a Fluxy's y se limitó a saludar sacudiendo los dedos con energía. No quería cargarse el disfraz, por lo que cuanto menos interviniera, mejor sería para ambas. Así, se mantuvo en silencio hasta que, llegado un punto, no pudo evitar soltar una carcajada cantarina. El garbo de Twix para las amenazas era incuestionable. Cada vez le caía mejor la veela.

—Cuida a quien avisas, Flux Flux, te megavigilamos con nuestro tercer ojo —se despidió de la mujer y le guiñó el ojo, una vez que Twix se había hecho con sus... ¿tarjetas? de compra—. Hiperbuenas tardes de la total.

Una vez en el ascensor, Lara no reprimió la risa en absoluto.

—Por toda la suerte del mundo, ¿le viste la cara? Doña Fluxy's no se va a recuperar en la vida del susto que le has dado —aventuró con una sonrisa de oreja a oreja. Tras la pregunta de Twix, la mala sombra no tuvo que pensar mucho—. ¿A la mejor tienda de costura de vuestro mundo?

Twixy's sonrió y dejó que las carcajadas de Saria alimentasen su ego. Agradecía haber sido secuestrada por la ciudad para descubrir lo bien que le hacía sentir amenazar a alguien, sobretodo si otra persona como ella le iba a alabar por ello.

-Cari, ¿no sabes donde estamos? Esto hiperes el Palacio de la Moda.

Le dio a un botón del panel del ascensor, anulando su viaje al hall, y en pocos segundos las puertas se abrieron a un espacio inmenso y bien iluminado. Era un taller. Había maniquís por todas partes, quietos y en movimiento, mesas de costura enormes donde podían trabajar lo menos cuatro personas; paneles y pizarras con anotaciones y bocetos y hologramas a todo color de diseños a medio terminar. Cuando salieron, los trabajadores las miraron con suspicacia algunos, con curiosidad otros, pero no dijeron palabra. Aquellas chicas se movían como si el lugar les perteneciese, por lo que debían tener derecho a estar allí, o eso pensaban.

-Ven, el almacén está por aquí.

En realidad, eran almacenes. Había varias salas con rollos delas telas más vistosas y extravagantes que se pudiesen fabricar, hilos y adornos varios, impresoras de tejido sintético. Antes de entrar en una de los almacenes Twix señaló un espacio separado por dos paneles de plástico coloreado, con tres hileras de máquinas de coser.

-A eso me refería con máquina de coser. Son super prácticas de la total, luego nos llevamos un par.

Empezó a seleccionar tejidos que sabía no iba a encontrar en Rocavarancolia con la intención de llevarse los rollos enteros. En una mesa supletoria había un catálogo de muestras. Rápidamente empezó a hacer lista mental de lo que le pediría a Fluxy's parala próxima vez que viniera.

Saria contempló embobada el gran taller que se abrió ante el ascensor y se le escapó un suspiro. Tras todo su asombro y la euforia ante la certeza de que arrasarían con aquel lugar, surgió una brizna de envidia y rencor por todas las personas que se habían criado en civilizaciones como esta. Ordesta palidecía ante Rocavarancolia y su magia, pero también ante frivo y su tecnología. Había tantos cacharros en la sala cuyo uso no sabía descifrar que se sentía tonta. Así, se centró en los rollos de tela, los hilos y los adornos que sí alcanzaba a comprender. La ordesa pasó su mano acariciando tal variedad de material de trabajo y se dejó cautivar por los diferentes tactos que descubría.

No tardó en hacer levitar rollos de tela negra y colores vivos tras de sí, para asegurarse de que no los olvidaba; así como bovinas de hilo, agujas, tijeras... Si algo tenía claro Saria Omen era que no necesitaba ser cuidadosa al elegir, para ella no cabía el arrepentimiento en lo gratis.

La mala sombra se giró ante la llamada de atención de Twix y observó las máquinas con los ojos grandes.

—Son bonitas —Saria no sabía qué más decir sobre ellas—. ¿Me enseñarás a usarlas? —preguntó, tan ilusionada de repente como un bebé con un sonajero nuevo.

>>Este sitio es maravilloso, qué suerte tenéis de haber vivido aquí... —añadiría en algun momento, mientras continuaba con su compra.

Twix le pidió permiso a Saria para usar su bolsa sin fondo. Fue más selectiva a la hora de elegir las telas, pero tampoco se cortó un pelo y se llevó todo lo que pudo. Salió a por un par de máquinas de coser.

-Claro, es facilísimo de la total, ya verás.

La emoción de la malasombra se le estaba contagiando. Volver a estar rodeada de tecnología, diseños cuidados, colores brillantes, no podía creer lo mucho que lo había echado de menos.

-Nunca pensé que supertenía suerte hasta que me cosecharon- confesó.- La presión y la exigencia aquí es demasiada a veces, hay demasiada gente poco interesante. Lo peor es que esa gente poco interesante te hace sentirte mediocre...

Su expresión se entristeció ligeramente. Recordó momentos duros y las razones que la empujaron a seguir al íncubo hasta la ciudad de los monstruos. << Pero es distinto ahora>>. Tenía poder para usar y abusar, sonrió, las tornas habían cambiado.

-Pero ahora es distinto, si. Vamos fuera, vas a alucinar que te rompes cuando veas las tiendas.

Arrastró a Saria fuera del palacio de la moda y pidió un taxi. Un coche de color rosa fucsia con bandas de cuadros blancos y negros en los laterales.

-Entra cari- le dijo a la ordesa abriéndole la puerta trasera, y después de entrar ella le dijo al conductor:- Al centro comercial de la avenida Hidrocarbury's.