El Macetero

—¿Otros planes? —repitió el anima sus palabras con curiosidad. Era la segunda vez que mencionaba aquello, pero no había dicho de qué se trataba. Continuó hablando del proceso de selección y ambos asintieron con la cabeza cuando les ofreció formar parte de las entrevistas.
—Podría ser útil que hablen directamente con nosotros —dijo Ayne.
—Sabemos ya qué habilidades van a necesitar para trabajar aquí —añadió Eara. Durante un momento pensó en Irianna, ¿ella también estaría presente en las entrevistas?

—Claro, cuando quieras —respondió Ayne su siguiente pregunta tras compartir una mirada con Eara, buscando su aprobación—. De momento no hay muchos secretos que sacar a la luz —añadió con una media sonrisa.

Sigue en la Torre Serpentaria.

No se había dado cuenta de que había repetido lo de sus planes sin explicarse, pero era normal: en los últimos días solo tenía ciertas cosas rondándole la cabeza. Lo dejó pasar, aún faltaba tiempo para ponerse en marcha y se enterarían antes que mucha gente.

Les acompañó a la puerta para despedirse.
—Pues listo, ya lo vamos hablando y organizando. Que tengáis buena tarde —les sonrió.

En cuanto se marcharon, se propuso terminar pronto. Más tarde recogería, se cambiaría y se iría directo a la Taberna. Llevaba tiempo sin pasar por allí, y era una muy buena ocasión.

El vampiro se había planteado en no pocas ocasiones pedir la fabricación de un autómata que se encargase de recibir a las visitas, pero al final preferían hacerlo ellos mismos, ya fueran Erika o Jack, o Elunin en casos menos importantes. A veces estaba uno de ellos en el portal o a veces se repartían parte de la visita. Pero aunque siempre era lo mismo, le gustaba ese ratito de enseñarle el sitio a gente nueva. Y más todavía si iban a trabajar juntos.

En esa ocasión estaba él esperando junto al transporte y Erika se encargaría de la plantación en sí. Los grandes insectos demiúrgicos seguían siendo los mismos, con su pertinente mantenimiento. Se asemejaban a la fauna local y su interior era hueco con ventanas cubiertas por ilusiones. Estaba posado cerca del vampiro con las alas plegadas y la puerta abierta.

Cuando aparecieron, Jack se apartó del portal unos pasos para darles un momento para recuperarse del viaje. Iba vestido con una camisa roja y un chaleco negro sin mangas abotonado. Los pantalones negros también, igual que los zapatos. Su petaca asomaba por un bolsillo del chaleco. A su izquierda, una planta de apenas un metro de alto y cuatro grandes hojas recubiertas de una película viscosa parecía mirar el portal fijamente. Había más vigilando el portal y la zona circundante.
—Hey, bienvenidos. Cuidado con las plantas carnívoras, que no queremos una visita tan breve —señaló un par de ellas que había cerca, pero si se fijaban podrían ver runas en su interior. Después, les guiñó—. Es broma, son para vigilar. La plantación está a un ratito de aquí, iremos volando —y en esta ocasión señaló con el pulgar hacia atrás, al transporte—. ¿Todo bien?

Los sinhadres e Irianna esperaron en la explanada de los portales a la pareja de la última cosecha. Eara ya los había conocido y, entre ella e Irianna, los habían puesto en contacto con Jack para aquella entrevista de trabajo. Ayne, sin embargo, todavía no había tenido ocasión de presentarse.

Eara le había hablado de ellos y parecían buenas personas. Le incomodaba dar a conocer su transformación a otros sinhadres, especialmente si llevaban menos tiempo que él en la ciudad, pero tampoco iba a esconder algo que era evidente para cualquiera que se pusiese a hojear un libro sobre criaturas de precio inmoral.

Cuando les vieron llegar Eara los saludó con la mano desde lejos. Ayne, en cambio, esperó a que estuviesen cerca para tenderles la mano a ambos mientras se intercambiaban saludos. Aquel día su piel estaba lo suficientemente opaca para no resultar demasiado desagradable para alguien que la viese por primera vez. Se había asegurado de cazar el día anterior para no dar una mala impresión.
—Encantado de conoceros, yo soy Ayne. —Se detuvo antes de presentarse como el edeel de Eara, por pura costumbre. De todas formas ya lo sabían. Tampoco dijo el nombre de su transformación.

Al otro lado del portal se encontraron a Jack esperando con un transporte preparado. Lo primero que hizo fue bromear con las plantas carnívoras y el anima negó con la cabeza.
—No lo puede remediar, su sentido del humor es así —le dijo a la pareja joven, dirigiéndole al vampiro una mirada burlona. Recordaba que su primera impresión de Jack no había sido muy buena debido a su afición de bromear de forma amenazante, pero parecía disfrutar de hacerle lo mismo a todos los novatos.
—Os van a encantar los transportes, se puede ver el paisaje desde arriba —agregó Eara, esperando que aquello resultase más emocionante. Recordaba haberse horrorizado con muchos detalles del funcionamiento de la plantación en su primer día, y quería hacer énfasis en las cosas positivas.

Adrune

Llegaron a la explanada y la edeel se adelantó en cuanto vio a las dos chicas en la distancia. Las acompañaba un chico sin ojos, por lo que no podía saberlo seguro, pero estaba claro que se trataba del edeel de Eara ya que su piel blanca, aunque con un tono algo distinto, y su cabello lo descubrían como sinhadre.
—¡Hola, yo soy Adru el gamusino y mi aurva es Neil!
Se preguntaba qué transformación sería la del chico, al cual observaba de vez en cuando debido a que su aspecto la llamaba mucho la atención, especialmente el brillo rojizo en sus cuencas vacías.

Cruzaron el portal al nuevo mundo enseguida, la sinhadre todavía no acostumbrada a aquella mareante sensación. Lo primero en lo que se fijó al llegar fue en el impresionante tamaño de todo lo que les rodeaba: las plantas eran gigantescas, entre las que destacaban los enormes árboles.
—¡Mira el tamaño de todo esto, Neil! —le dijo al brujo agarrándole del brazo y señalando a su alrededor.

El futuro jefe de Neil no tardó en acercarse a ellos y Adru, aunque ya sabía que se trataba de él, no pudo evitar dar un pequeño brinco de reconocimiento.
—¡Jack, cuánto tiempo! ¡Mira, soy un gamusino! —Dio vueltas a su alrededor en un círculo amplio y zigzagueando para dejar tras de sí alguna remanencia. Después volvió al lado de Neil. Rio con la broma del vampiro—. Me gustan las bromas —le aseguró a Ayne.
A continuación siguió al grupo hasta donde se encontraban los transportes, echándoles un buen vistazo.
>>¡Qué bonito, parece un bicho! A Nime le encantaría, deberíamos traerla un día de visita si no es molestia. ¿Verdad Neil?


Irianna

Irianna se había mantenido más bien en silencio salvando saludos y reírse con la broma de Jack, pero no paraba de sonreír. La edeel estaba igual de enérgica que el día que había aparecido por Serpentaria para pedir ayuda, o incluso más, y su entusiasmo se le contagiaba. Se dirigieron a los transportes y la nebulomante observó como llamaban la atención de la joven pareja.
—A mí también me fascinaron la primera vez que vine —aseguró—. Espero que no se os den muy mal las alturas: puede dar bastante impresión si no, pero no os preocupéis que son totalmente seguros. No creo que el jefe tenga problema en que traigáis visitantes si se comportan, ¿verdad? —añadió sonriendo hacia el vampiro.

Neil se encontraba muy nervioso y emocionado. Aquel iba a ser su primer trabajo propiamente dicho. No es que el aurva nunca hubiera trabajado en su vida, en Sinhdro se había encargado de toda la casa principalmente junto a Nora y cuando se le había necesitado había ayudado en el huerto, por lo que no tenía miedo al esfuerzo físico ni al trabajo duro, pero en aquel momento no iba a realizar un trabajo para su familia, que siempre que tenía un error le corregía con paciencia y le ayudaba a solventarlo, sino que iba a trabajar por dinero para un desconocido o, más concretamente, una persona parcialmente desconocida. Neil no esperaba que sus fallos fueran perdonados tan fácilmente como lo habían sido en Sinhdro, pero esperaba demostrar su implicación y dedicación. Si todo salía bien podría incluso tener sus abejas ahí además de ganar dinero para la pierna de Eitne y el brazo de Rena. Neil estaba realmente entusiasmado por la perspectiva.

El brujo saludó a las dos chicas a la distancia en cuanto las vio, pero dejó que su edeel se adelantara primero presentándose al que, Neil sospechaba, era el edeel de Eara. El aurva se sorprendió bastante con la apariencia de Ayne, nombre con el que se había presentado el edeel de Eara. Sus cuencas vacías con aquel brillo rojizo daban bastante miedo, pero Neil le estrechó la mano de forma educada sin mostrar su nerviosismo. El edeel se veía educado y agradable, Eara se mantenía a su lado con toda la tranquilidad que una persona de confianza puede dar e Irianna también parecía sentirse bastante cómoda en su presencia, por lo que Neil en seguida concluyó que su aspecto no significaba nada y que estaba siendo prejuicioso con el edeel.

- Encantado. Yo soy Neil. Soy un brujo de la cera - se presentó educadamente justo después de su edeel.

El aurva cruzó el portal junto al grupo, mareado de nuevo como había ocurrido la primera vez que había cruzado un portal, sospechando que no era algo a lo que se acostumbraría con facilidad, y en seguida fue asaltado por el entusiasmo de Adru.

- ¡Por el Alma! ¡Todo es enorme! - exclamó Neil, impresionado por aquella increíble vegetación.

El brujo reconoció a Jack en el momento en el que este se acercó, frunciendo un poco el ceño ante la mención de las plantas carnívoras peligrosas, pero en seguida el cosechador aclaró que se trataba de una broma y Neil sonrió amablemente tanto a él como a Ayne por su comentario.

- Hola Jack. Primero, muchas gracias por la bienvenida y por haber aceptado que en los primeros días Adrune me acompañe - saludó y agradeció educadamente el aurva -. Espero que no resulte una molestia.

Neil siguió al grupo al transporte que ciertamente se veía bastante impresionante por su semejanza a un insecto. El aurva sonrió a Eara cuando le habló de las vistas desde el transporte, encantado por la posibilidad de ver aquella increíble fauna desde distintos ángulos.

- Nime seguro que lo amaría. Podríamos traerla siempre que a Jack le pareciera bien.

Al vampiro le hizo mucha gracia el comentario de Ayne y se encogió de hombros como respuesta, pero su alivio fue real cuando los demás se lo tomaron bien. Sí que a veces, a menudo, casi siempre, bromeaba sin pensarlo mucho, pero en aquella ocasión estaban de visita los dos últimos sinhadres que había traído a la ciudad y era la primera vez que se veían desde entonces. No quería meter la pata, pero de momento iba con buen pie. El Macetero también parecía haber hecho una buena impresión inicial.

Sí que les había visto de casualidad en el Salón del Trono, pero había estado muy atareado entonces y desde ese día, y solo había escuchado cosas sobre los novatos de los refugios por los clientes de la Bodega y conocidos de la ciudad. Por descontado, tendría que preguntar o investigar, o ambas, qué era un gamusino. Sobre el brujo de la cera, en cambio, sí que se hacía una idea. Seguro que Erika podría enseñarle algo.

Le había sorprendido que no tuvieran ninguna especie de rencor o rechazo o cualquier tipo de gesto frío. El primer contacto con los transformados novatos siempre era chocante, y él en su caso las primeras semanas habría revuelto con ira contra su cosechador de no haber sido por las jornadas de adaptación que tuvieron con el Consejo. Ellos, en cambio, reaccionaron divinamente. El vampiro incluso se rió cuando el gamusino hizo gala de su transformación. ¡Qué curiosa era!
—Siento no haber ido antes de visita, pero he estado muy liado y... oye, me alegro de veros tan bien —les sonrió. Bien cierto que era.—No tengo problema en que traigáis a nadie, de verdad, sea de visita o como acompañamiento. De hecho, mi pareja es bruja de las burbujas así que quizás te pueda servir de ayuda, Neil —le ofreció. Sabía que a Erika le hacía casi tanta ilusión como a él trabajar con los nuevos sinhadres, y encima ella conocía lo suyo de dominios no vivos.

Después, les indicó que le acompañasen al transporte. En su interior había bancadas de madera con respaldos acolchados bajo las ventanas, pegados a las paredes, que también tenían un relleno para evitar accidentes inesperados. No solía ser muy agitado el viaje, pero un par de veces les había amenazado la fauna local en pleno vuelo y había preferido invertir en algo más cómodo que madera tosca.
—Como veréis, aquí todo es gigante. Las plantas, las criaturas, todo. El transporte de mercancías y de trabajadores está cubierto por ilusiones y no solemos tener problemas con la fauna o la vegetación. Solo tenéis que agarraros bien al despegar. Ahí tenéis varias barras, y ahora sería un buen momento —señaló a las paredes de donde sobresalían agarres como los de los autobuses de la Tierra. Podían agarrarse sin necesidad de levantarse.

En cuanto se sentaran o se agarraran todos, cerraría las puertas y el insecto alzaría el vuelo con un impulso de sus patas, sus alas y hechizos de levitación. Atravesaría las copas de la vegetación y sobrevolaría la maraña de colores infinitos hacia la plantación. Quería aprovechar el tiempo antes de llegar y preguntarles cómo les iba la vida en la ciudad, pero no quería entrometerse. Seguía de pie y así se quedó. Igual que no podía dejar su tipo de humor, tampoco le abandonaba la paranoia en los espacios reducidos, y por mucho que conociera el transporte prefería siempre ir de pie y cerca de la puerta.
—Bueno, ¿cómo os va todo?

Adru ya se empezaba a entusiasmar con futuros planes de llevar de visita a sus amigos, pero tocaba subirse al transporte.
—¡No nos dan miedo las alturas! —Afirmó ante la apreciación de Irianna.
De todas formas siguió el consejo de Jack y se sujetó a una de las barras. No duraría mucho antes de que se soltase sin ni siquiera pensarlo una vez el insecto alcanzó la altura de vuelo y podían contemplar el gigantesco paisaje desde las alturas. El gamusino señalaba a Neil entusiasmado todo lo que captaba su atención.

Cuando Jack les preguntó cómo iba todo volvió a su sitio y miró hacia él.
—¡Bien! La mayoría de la gente que conocimos es muy simpática y Rena y Eitne han podido pagar sus implantes. Bueno, vosotros no sabréis nada de todo eso, pero necesitaban un brazo y una pierna nuevos y ya los tienen. Yo estoy entrenando mucho para… para hacerme más fuerte. Y Neil estudia magia y quiere tener abejas —resumió con una sonrisa.

Al anima no se le escapó la extrañeza de la pareja ante su aspecto, pero ninguno de ellos comentó nada ni fue descortés. Era un alivio saber que, ante todo, eran educados, porque Ayne ya se había hecho a la idea de que todo el mundo tenía que adaptarse a tenerle delante. A veces pillaba a la edeel mirándole con interés, pero simplemente parecía una persona curiosa con todo lo que llamabe su atención.

En general, la pareja parecía entusiasmada con el Macetero y el transporte. Tanto Eara como Ayne esperaban que su entusiasmo no desapareciese a medida que descubriesen cómo funcionaba la plantación. Lo cierto era que ellos habían asumido lo pero en su primer día, pero ni era tan necesario dañar a repobladores para espantarlos, ni los esclavos nublinos estaban siendo maltratados. No dejaban de ser esclavos por ello, pero habían tenido tiempo de escuchar por la ciudad historias horrendas sobre tráfico de esclavos que contrastaban bastante con lo que se veía en aquel viñedo.

La conversación era animada, y Eara se sumó a ella cuando hablaron de traer consigo a sus amigos.
—Si les apetece venir espero que aún sigamos aquí entonces para poder conocerlos —dijo, con una sonrisa. Le gustaría poder hablar con más gente de la última remesa.
Ayne, por su parte, intervino cuando se estaban subiendo al transporte.
—No os recomiendo agitarlos demasiado mientras vuelan, pero tampoco hace daño si queréis probar por una vez —bromeó, tras la explicación de Jack.

Durante el viaje Adru les habló de las necesidades que habían tenido dos de sus compañeros tras la cosecha, y eso les hizo darse cuenta de que aquellos neotransformados necesitaban encontrar trabajo con más urgencia de lo que lo habían hecho ellos tras su propia Luna.
—Que horror… espero que vuestros amigos estén bien ahora —dijo Eara, consternada al imaginarse el motivo de que tuviesen dos compañeros que necesitasen implantes tras la criba.
—No os habréis metido en deudas con gente peligrosa, ¿verdad? —preguntó Ayne sin poder evitarlo. El gamusino había dicho que ya habían pagado los implantes y, tomándola al pie de la letra, le preocupó que se hubiesen dejado engatusar por algún prestamista de dudosa moralidad.

Neil se emocionó cuando Jack nombró a la bruja de las burbujas que podría ayudarle. No estaba muy seguro de cómo funcionaba su dominio y si se parecía en algo al suyo, pero sonaba muy interesante y el aurva no dudaba de que una bruja con experiencia como parecía ser la pareja de Jack podría ayudarle en muchos aspectos.

- No es necesario que sea aquí si ya no estáis cuando vengan. Podéis visitarnos en la sede cuando queráis y podéis conocerlos - contestó amablemente a Eara.

Neil sonrió ante la broma de Ayne sobre agitar el transporte, pero prefirió seguir las instrucciones de Jack y se agarró a las barras que este le indicó, moviéndose solamente cuando Adru le señalaba aquello que le había llamado la atención por la ventana.

El brujo no pudo evitar sonrojarse un poco cuando Adru les explicó que estaba estudiando magia y que quería tener abejas, un poco avergonzado. No esperaba tener que hablar tan pronto de la cuestión, pero había planeado en un futuro comentarle a Jack su idea sobre introducir las abejas en la plantación para que ayudaran con la polinización.

- Oh, no, no es algo terrible - se apresuró a aclarar el aurva cuando Eara se afligió por las extremidades de sus amigos-. Quiero decir... Bueno, para Eitne sí que lo fue. Aunque ahora está bastante contento porque su transformación le permite ser un león por la noche y cuando es un león tiene todas sus patas, aunque sigue necesitando su pierna por el día. Pero Rena ya venía así de Irraria. Supongo que ya sabréis, los irrenses tienen esto de quitarse el brazo para ponerse uno de metal o algo así, pero como ahora Rena es medio oso se le cayó y necesitaba otro - intentó explicar un poco de forma rápida la situación-. No creo que sea peligroso. No lo conozco en persona, pero parece una buena persona. Nos han dejado ir pagando poco a poco y es el jefe de Milo - contestó, como si la presencia de Milo fuera suficiente para despejar cualquier duda sobre el jefe del irrense.

Al vampiro le resultó entrañable ver a Adru señando cosas por las ventanas para que Neil pudiera fijarse también. Quizá les podría hacer una visita por el mundo, pero más adelante. Aunque, realmente, iban a tener estímulos y oportunidades fascinantes de sobra si aceptaban el trabajo.

Ambos les contaron sobre el poco tiempo que llevaban en la ciudad y algo de unos compañeros que habían perdido extremidades. Eara reaccionó como lo habría hecho él, solo que se calló de decir nada... y al final no hizo falta. O sea, no las habían perdido por monstruos sino porque eran irrenses. Recordó al irrense que había tratado con él en un par de ocasiones y en especial por Xiandra. Le tranquilizó pensar en el cirujano, pero prefería cerciorarse de que era él y no otros. Si les trató la náyade, por ejemplo, se los imaginaba hasta arriba de deudas o de trabajos como pago.
—Ah, bueno, entonces... ¿Les ha tratado Krono? Si fue él, están en buenas manos.

Sonrió cuando vio que era correcto, y realmente se alivió. No le parecía lo más adecuado endeudar novatos hasta las cejas y parecían haber hecho un buen trato. Después, se dirigió a ambos.
—Igual que con sus implantes, seguro que encontráis a gente que os ayude entrenar en la Sede. Y sobre tener abejas, si no puedes mantenerlas al principio en el refugio podrías tenerlas aquí sin problema.

Pasaron un rato charlando después hasta que el insecto inclinó el morro y pudieron notar cómo el transporte descendía... y también lo hacía el verdor, en cantidad y color. Habría sido mucho más costoso mantener toda aquella zona oculta con ilusiones que convertirla en un paisaje desolador en estándares del Macetero (aunque para otros mundos pudiera ser normal). No obstante, le preocupaba que los repobladores pudieran intentar algo en alguna ocasión, ya que debía ser extraño para ellos que la zona tuviera siempre el mismo aspecto y nada pudiera crecer más. Los autómatas que podaban y limpiaban el terreno permanecían ocultos al realizar su trabajo, pero sus resultados eran bien visibles. Le daba cierto reparo mostrar aquella parte, o que tuvieran sus propios reparos con sus métodos y el tipo de "empleados" que tenía a su cargo, pero no hablaría de aquello.
—Creo que esta es una de las peores partes del camino, pero es más barato mantener a raya a la fauna y los repobladores de esta forma.

Unos minutos más adelante, el paisaje aparecería como quemado, y las tareas de poda eran más intensas y estrictas. Era una señal de aviso para la fauna local, vaya. Vegetación seca y tierra oscura cubrían unas decenas de metros entre la zona podada y la cortina de ilusión. Detrás de esta, que el transporte atravesó sin detenerse, apareció de golpe el complejo. Viñedos, cultivos, esferas de microclimas reluciendo a lo lejos, edificios de piedra y madera aquí y allá... todo en círculos concéntricos con el edificio principal en el centro, la torre de envasado y distribución. Podrían ver autómatas y nublinos yendo de un sitio a otro, y largas colas para llevar productos a la torre central.

El insecto se detuvo sobre el anillo más exterior, el último, y giró para que pudieran verlo todo de frente. Una pasarela de madera recorría el muro de piedra desde lo más alto y podrían ver algún que otro autómata recorriendo su superficie. Entonces, Jack se dirigió a sus empleados veteranos.
—Bueno, ¿les habéis explicado cómo funcionan las cosas por encima? Por no repetirme demasiado.

Irianna

A la idrina también le preocupaba que alguien hubiese podido timarles, pero en cuanto se mencionó a Krono Rádem se relejó por completo. Sus servicios eran caros, pero el irrense jamás haría algo mezquino y estaba segura de que les había dado facilidades.
—En este caso habéis hecho bien al hacer negocios con Krono, pero id con cuidado para futuras ocasiones. Si no estáis seguros de la fiabilidad de alguien es mejor que preguntéis a alguien más veterano. Pero al menos ya conocéis a varias buenas personas, eso es importante.
No añadió que ellos mismos podían contar como tal porque podía sonar pretencioso, pero creía haberlo dejado implícito.

Le llamó la atención lo que contó Neil acerca de sus compañeros ya que no conocía ninguna transformación que se convirtiese solo de noche y estaba claro que no se trataba de un licántropo como si lo sería su compañera de la que decía ser una osa. A la nebulomante también le gustaría conocer a los nuevos ya que si Adru y Neil eran un referente parecían un grupo agradable. Además, prefería que no tuviesen como único recuerdo asociado a ella el haber sido quien les llevó el cadáver de una amiga suya.
—Un día os llevaremos unos cupcakes y nos los presentáis formalmente.


Adrune

El gamusino ya empezaba a emocionarse con la perspectiva de otra reunión para conocer a más gente. Eara e Irianna eran muy simpáticas, y el edeel de Eara también lo parecía, así que quería presentárselos a sus amigos. Por no hablar de Jack, claro, aunque no estaba segura de si él también quería.

—En realidad yo ya tengo a quién me ayude a entrenar. Se llaman Zarpa y Strix, a lo mejor también las conocéis —explicó ante el comentario de Jack. Neil ya sabía que se entrenaba con ellas, aunque todavía no le hubiese dicho para qué—. Pero Neil aún no ha podido avanzar con lo de las abejas así que es genial que le dejéis tenerlas aquí —añadió con una gran sonrisa.


Irianna

Al escuchar el nombre de Zarpa la idrina se sorprendió, aunque el motivo fue principalmente porque se dio cuenta de que hacía un tiempo que apenas sabía mucho de sus compañeros que vivían en la Sede.
—Zarpa es amiga nuestra: también estás en buena compañía con ella. Y Strix es… es creo que el nuevo nombre de su maestra, ¿no? No sabía que tenía una nueva alumna —sonrió—. ¿También estás preparándote para las pruebas del ejército?
Lo que no se esperaba era aquella reacción por parte del gamusino. Claramente no quería hablar de ello y creyó comprender el motivo de forma aproximada. Decidió sacarle del aprieto mediante la telepatía.
>>Lo siento, creo que he hecho una pregunta que no debería haber hecho. No respondas si no quieres. Disimula como mejor creas.


Adrune

La pregunta de la idrina le pilló totalmente con la guardia baja y por un instante se quedó bloqueado.
—Yo, pues… eh… —vaciló evitando mirar a Neil.
La voz en la cabeza no le resultaba algo nuevo gracias a tratar con Zarpa, pero aun así no se esperaba que Irianna le hablase con telepatía. Asintió a la nebulomante sin ser consciente de que no debería reaccionar siquiera y dio un pequeño salto que hizo moverse el transporte, tal y como les había explicado Ayne.
>>¡Lo siento, fue sin querer! —Lo había sido, a fin de cuentas—. ¡Mira, Neil, ha cambiado el paisaje!
Justo acababan de llegar a la zona ilusoria y ello le dio la excusa perfecta para cambiar de tema. Jack les explicó por qué se veía así y al gamusino le alivió saber que no estaba realmente las plantas no se habían muerto. Cuando vio las burbujas con plantas en su interior las señaló con asombro, preguntándose cómo funcionaba aquello.

Durante el resto del trayecto Adru no podía evitar mirar a su aurva de reojo, consciente de que mentir se le daba muy mal. Probablemente tendría que hablar con él más tarde sobre aquello, pero por el momento quería que se centrase en su nuevo empleo. Bajaron finalmente del transporte al llegar al complejo y el edeel miraba a todas partes: aquel lugar era increíble.

Eara sonrió cuando les propusieron conocer a sus amigos de todos modos, aun si no coincidían en el Macetero. Le encantaría ayudar a Irianna con los cupcakes para ofrecerles si los visitaban. Y, en cuanto al asunto de la deuda y de los implantes, le alivió mucho saber que no se habían metido en ningún lío. El anima debió haber imaginado que se habían endeudado con el propio Krono, pero tras haber conocido a varios timadores de oídas no podía evitar pensar en ellos. En cuanto a la explicación de Neil de cómo sus amigos habían perdido sus extremidades, ambos escucharon con expresión de gravedad. Puede que lo peor ya hubiese pasado, pero en su momento tuvo que ser duro.

La conversación continuó con temas más agradables. Mientras Adru hablaba sobre las veteranas que le ayudaban –y a una de ellas la conocían bien–, Irianna pareció tocar un tema que incomodó al gamusino. Ambos miraron en dirección a una y otra, extrañados, hasta que Adru hizo moverse de repente el transporte. Eara soltó un pequeño gritito mientras buscaba dónde agarrarse y Ayne se sobresaltó. Resultó totalmente obvio que estaba intentando cambiar de tema, así que ambos se miraron con complicidad una vez pasado el susto y decidieron no decir nada al respecto.
—Es muy importante que los repobladores nunca pasen de estos límites, así que preparamos bastantes distracciones para mantenerlos alejados —dijo el anima tras Jack, contribuyendo a que volviese a fluir la conversación.

Enseguida se vieron dentro de las instalaciones y bajaron del transporte. Aquel día habían ido más apretujados que de costumbre y era un alivio pisar tierra firme.
—Les explicamos a grandes rasgos lo que hacemos en el viñedo, sí, excepto los detalles de cómo llevar a cabo las tareas —respondió Eara a Jack.

Neil asintió cuando Jack les preguntó si había sido Krono quien les había vendido y puesto los implantes. El aurva no sabía exactamente quién era, pero había oído a sus amigos nombrarlo y hablar de él por lo que sí sabía su nombre y, aunque él ya se había convencido de que era una buena persona por lo que sus amigos habían dicho de él, le alegró que esto fuera confirmado por ellos.

El brujo sonrió cuando Irianna nombró los dulces como presentación. Él también cocinaría para ocasión, por supuesto, porque le encantaba hacerlo, pero el saber que también ella sabía cocinar dulces le daba la oportunidad de intercambiar recetas con más personas y así poder aprender más de otros mundos. Aunque en realidad él ya estaba planeando regalarles a las dos chicas unos dulces originarios de sus mundos vinculados como agradecimiento por lo que habían hecho por él. Con Eara era obviamente fácil, pero para Irianna había tenido que recurrir a pedirle ayuda a Vivia, una de las chicas que había conocido en el Burdel y que había descubierto que pertenecía al mismo mundo que la nebulomante.

Neil sonrió alegremente cuando Jack ofreció el viñedo para mantener a sus abejas ahí si él quería y estuvo a punto de saltar a comentarle sus planes cuando Adru saltó a contar que ya estaba siendo entrenado por Zarpa. Aunque el brujo ya conocía este hecho, no le había dado realmente más importancia ya que sabía que su transformación tenía una carga física importante que era conveniente entrenar aunque fuera solo para conocer su propio potencial y, aunque le había parecido raro que no entrenara con otros de sus compañeros, lo había dejado pasar, pero en cuanto Irianna nombró el ejército sus alertas saltaron. Y cuanto más intentaba Adru distraerlo, más claro quedaba que efectivamente eso era lo que estaba haciendo. Ni siquiera el bamboleo del transporte cambió la expresión de sorpresa e indignación en el rostro de Neil.

- ¿¡El ejército, Adru!? - exclamó consternado ignorando los intentos de distracción de su edeel y, por supuesto, no creyéndose ni por asomo eso de "sin querer".

En ese momento el transporte comenzó a descender y el paisaje a su al rededor cambió y Neil decidió dejar la petición de explicaciones para otro momento, pero siguió frunciendo el ceño molesto porque su edeel le había ocultado la información. El brujo se preguntó por un momento qué tendría de interesante el ejército para que Adru quisiera formar parte de él, pero en seguida resopló al deducir la razón. "Por supuesto, dragones". Su edeel amaba los lagartos, ¿acaso los dragones no eran los lagartos más grandes e impresionantes que existían?

A Neil le apenó un poco que el verde hubiera tenido que desaparecer, a pesar de que los argumentos de Jack y Ayne le parecieron completamente lógicos, pero se alegró cuando, al pasar la cortina de ilusión, vio el viñedo en su apogeo. El brujo quedó fascinado por el complejo, sus edificios, zonas y trabajadores. Y no dudó en poner toda su atención en Jack y Eara cuando el primero se dispuso a dar sus explicaciones y la segunda recordó lo que ya había sido nombrado.

Con las aportaciones de Eara y Ayne, cosa que les agradeció, Jack fue hilando lo que diría a continuación. El insecto sobrepasó el muro, atravesó los círculos concéntricos que destacaban por sus cúpulas gaseosas de distintos colores, y aterrizó en un claro dispuesto para ello junto a la torre, a la derecha de esta. Les guió hacia los viñedos directamente, ya que era allí donde iba a trabajar Neil. El camino era breve, y sencillo, apenas un sendero de tierra que se dirigía a uno aún más ancho, empedrado y cubierto por una red de vides en forma de arco, por el que circulaban empleados y carros con barriles y herramientas. Lo habían ido reformando, sí. Antes se inspeccionaba casi todo desde arriba mientras que ahora todo iba a ras del suelo, ya que más de un empleado se había caído y así podían también permitirse vides de mayor altura.

A su alrededor caminaban los empleados nublinos como si no estuvieran allí, sin más que miradas fugaces. Llevaban uniformes de trabajo sencillos, con cinturones de herramientas, y una etiqueta describiendo sus labores y sus nombres en la camiseta. Además, una mujer se les acercó desde la izquierda de la torre que tenían a sus espaldas, pero no la vieron llegar hasta que resonaron sus pasos.
—De esta vía parten todos los círculos de viñedos y microclimas. Voy a enseñaros alguno y el laboratorio, que está a nuestra espalda... —el vampiro se giró y entonces se le iluminó la cara—¡Erika! ¿No habíamos quedado en el laboratorio?
—¡Ah! Sí, bueno, pero como he terminado antes, he pensado en acompañaros. Soy Erika, la bruja de las burbujas. Bienvenidos, Neil y Adru, ¿no? Encantada. —se presentó entonces con una sonrisa y agitando la mano derecha—Ibais a los viñedos, ¿verdad?
—En efecto.
—Pues ya me encargo yo. No lo digáis por ahí, pero vuestro jefe odia esta parte de la visita porque no domina mucho de esto —bromeó.
—¡Qué se le va a hacer! —exclamó él después de haber puesto los ojos en blanco. Pero al final los dos se reían.

Así pues, la brujae encabezó la ruta y se desvió de la vía principal hacia uno de los anillos. Abrió un portón de madera y, al otro lado, a temperatura diferente, aguardaba todo un círculo de terreno para una u otra variedad, colmado del olor característico de esa cepa concreta. Se dirigió al sinhadre tras adentrarse un par de metros. Las vides crecían por los muros y hacia arriba, bien hacia arriba, y en el centro había sitio de sobra para la recolección y observación sin molestias.
—Aquí y en el laboratorio es donde pasarías la mayor parte del tiempo, Neil. Eara, Iriana y yo tenemos una serie de hechizos para mantener y vigilar la calidad de las vides, que te enseñaremos en el laboratorio y podrás practicar sin miedo a accidentes. Los microclimas son cosa mía, pero puedes ayudar también a mantenerlos con hechizos y alquimia. Tenemos turnos de vigilancia y protocolos para cuando sucede algo. Los empleados también vigilan, pero ellos solo pueden señalar cambios superficiales que indican que algo podría ir mal.

>>Ah, y lo poco de alquimia que te haga falta también te puedo enseñar, por descontado. Cualquier duda que tengas, ahora o más tarde, cuando sea, te la podré resolver.

Seguirían caminando mientras charlaban. La bruja encabezaba la marcha y el vampiro iba al final del grupo, en silencio. Le gustaba ver a su pareja disfrutar de lo suyo, y además a ella le gustaba tratar con los empleados y novatos.

Neil puso toda su atención en Jack mientras este explicaba, casi echando en falta haber traído un cuaderno en el que apuntar los puntos importantes para no olvidarse nada, aunque solía tener buena memoria. El brujo se sorprendió un poco con la aparición de la chica, tan concentrado como estaba, pero no tardó en sonreirle a su presentación y asentir cuando dijo sus nombres.

El aurva intentó no perderse nada de las explicaciones de la bruja a la vez que se mantenía caminando justo detrás para no perderse ningún detalle mientras la cera de sus bolsillos y su capucha tomaba forma de aquello que había captado su interés inconsciente como alguna planta o algún detalle arquitectónico.

- Oh, eso sería fantástico- exclamó cuando la bruja le ofreció aprender alquimia-. He leído algo sobre la alquimia y tengo entendido que los brujos tenemos cierta afinidad con ella, pero todavía no he tenido tiempo en profundizar en el tema. Creo que se parece sospechosamente a cocinar, pero no estoy seguro de si eso es percepción mía o es así.

Adrune

Neil se había dado cuenta y cuando le preguntó directamente tan solo pudo componer una expresión de culpabilidad y una media sonrisa mientras se rascaba la nuca. Por suerte el tema quedó a un lado porque ya habían llegado al destino y había mucho que ver y atender. Una chica que cayó muy bien a Adru enseguida se presentó como Erika, de quien ya les había hablado Jack antes. Ella se encargó de mostrarles el lugar y de explicarles las cosas a partir de ese momento. El gamusino tan solo miraba a su alrededor incapaz de prestar toda su atención a las, para ella, largas explicaciones de la bruja.

Cuando llegaron a uno de los viñedos se le iluminó el rostro. Aquello sí era un huerto en condiciones y no veía ninguno desde que estaban en la ciudad pues el pequeño trozo de tierra que habían cultivado en Letargo y que no había dado mucho fruto apenas podía calificar como huerto. Sin duda, si no tuviera un objetivo tan fijado en su cabeza hubiese querido trabajar allí junto a su aurva. Este, por su parte, se afanaba en tomar buena nota de todo lo que le decían y parecía que en aquel momento hablaban de algo relacionado con cocinar, aunque no entendía muy bien por qué.


Irianna

Se había disculpado brevemente cuando comprobó que, en efecto, no debía haberle hecho la pregunta sobre el ejército a la edeel. Estaba claro que no se lo había contado a su aurva por algún motivo, tal vez porque el chico no estaba de acuerdo con ello, y telepáticamente le transmitió ánimos a Adrune.

En cuanto llegaron a la plantación Erika apareció para recibirles a pesar de que no la esperaban hasta llegar al laboratorio y la nebulomante la saludó con una sonrisa. Dejó que fuese ella, la más veterana allí, quien diese las explicaciones y tan solo intervino cuando comenzaron a hablar de alquimia.

—Entre otras cosas, tienes que escoger los ingredientes adecuados y mezclarlos correctamente para que las pociones tengan el efecto requerido, así que yo diría que esa es una buena comparación —respondió a Neil—. Yo no sé tanto como Erika pero también puedo ayudar un poco con la alquimia, además estoy interesada en estudiarla más a fondo.

Todavía no había contado su idea de futuro negocio a ninguno de sus compañeros de la plantación. Le daba especialmente apuro por Jack, ya que iba a perder a dos trabajadores dentro de poco y no quería ser una molestia. De todas formas todavía necesitaba ahorrar mucho más dinero antes de poder dejar aquel trabajo. Y, como mínimo, se aseguraría de que Neil podía sustituirle en su puesto.