Bahía de los Naufragios

A Kin le extrañó que Alice preguntase si podía avisar usando sus onyces. Una cosa era que le pareciesen unas groseras y otra diferente que se negase a tener trato con ellas. Las comandaba la bruja, en cualquier caso.
—No, claro que no me importa. Creo que podemos tolerarnos —añadió, divertido—. ¿Qué tal si ademáis le preguntáis a los veteranos qué monstruos nos podemos encontrar? Hasta yo tengo trato con algunos que nos ayudarían sin pedir nada a cambio —aportó cuando se habló de consultar bestiarios.

Ante la pregunta de buscar trabajo, guardó silencio convenientemente. Sí respondió cuando se habló de los mundos vinculados de cada uno, alegrándose del cambio de tema.
—Me gustaría ver más mundos, siempre que las normas no nos restrinjan mucho. Sé que al mío, por ejemplo, solo se puede pasar si das el pego como… como algo no-monstruo. —Sabía bastante de las normas porque, aunque él no había podido, Archi sí lo había visitado en más de una ocasión. Le molestaba carecer de libertad en su propio mundo, especialmente porque a él mantener aquella fachada para Rocavarancolia le daba completamente igual—. Creo que no sabría ni cómo camuflarme en la gran mayoría.

Se mostró de acuerdo en visitar aquel faro. Lo había visto a lo lejos en más de una ocasión, pero no se había acercado a la construcción, creyéndola vacía. No conocía de nada a aquel Yip, pero si todos los demás iban, no iba a quedarse solo en la playa por eso.

—¿Cómo crees que van a llevarlo? Creo que podemos hacernos una idea aproximada —le respondió a Sura, con un deje agrio que desapareció al continuar hablando—. Puede que haya ulteranos. Puede que haya irrenses también. Y, si te digo la verdad, no creo que llegue a apetecerme ir a comprobarlo.
No se veía con ganas de observar a lo lejos a otros chicos, inexpertos y abandonados en Rocavarancolia, sobrevivir a los primeros días de cosecha. A cualquier día de la cosecha. Tenía demasiado reciente lo que era vivir aquello y se sentía extraño al saber que la historia se iba a repetir en algún lugar de la ciudad. Empezó a juguetear con los cristales de la playa, amontonándolos en círculos concéntricos.

—No sabía de las restricciones... No lo he mirado ni pensado, pero tiene sentido. Tendré que consultar las de la Tierra. ¿Estará prohibido escribir sobre este mundo? Podría colar como fantasía... y nadie tiene que creérselo... No seré yo, pero alguien podría, oye —bromeé—. Dirke, Dirke... es el mini ent de la Sede, ¿no? Osea, el chico árbol. Vale. Nosotros conocemos a otro, Skarog, pero dudo que nos acompañara.

Está loco. Y es muy borde—dijo una onyce y me hizo reír.

—Podríamos hacer picnics en esos bosques, Marsi. Y ver a los osogrifos y el resto de animales. En la Tierra te van a encantar nuestros animalitos. Y habéis tenido suerte: se dice que en mi país viven los bichos más raros del mundo. Si nadie se lo cree solo tiene que mirarme —dije riendo.

A lo de los novatos cosechados no sabía qué decir. Mis amigos no sabían aún lo de la trampa que había desmontado cerca de Letargo y personalmente no tenía ganas de acercarme por los torreones, ni ahora ni cuando la cosecha empezara. Ojalá les fuera bien, sí, pero no iría a comprobarlo... O quizá algún día por curiosidad... Miré a las onyces, pensando en esto, y una me devolvió la mirada.

Ah, no, ni se te ocurra. No vamos a perder el tiempo viendo novatos ineptos.
—Haréis lo que a mí me salga, ¿no te digo? —le respondí con brusquedad—. Pero sí, sería perder el tiempo. Ya les veremos en la Luna. Oye... No nos pasará nada raro cuando salga de nuevo, ¿no?
Sí, explotaréis —y se echó a reír— ¿Tú te oyes, niña?
—Yo qué sé. Apenas sabemos de los habitantes, como dice Dhelian... ¿Sabes cuántas transformaciones hay?
Con la Luna en el cielo estaréis pletóricos, pero ya está. No vais a transformaros otra vez ni a explotar ni nada.
—Ah, vale, guay.
Sobre las transformaciones: ni idea. Hay de todo. A veces salen hasta bichos raros como el ghoul este.
—Discúlpate.
No fastidies. Si no le ha molestado. ¿A que no, ghoul?
—Ni caso, Dhelian... Bueno, entonces..., volviendo a un tema más nuestro y que me interesa... Sura al ejército, ¿Marsi también? Creo que te iría bien, con tu montura y las habilidades de la transformación —luego miré a los chicos—. Hum, Kin, Dhelian, ¿tenéis algo pensado? Yo no tengo ni idea, de momento. ¿Qué creéis que me pegaría?

Me había dado un poquillo de envidia que Sura y Marsi tuvieran ideas sobre su futuro, pero más que envidia me frustraba no tener ni puñetera idea de qué hacer. Había tantas cosas que me atraían, a las que podía dedicarme... Pero quería hacer algo grande, algo que me moviera, que me sacase de la cama con ilusión; no estar todo el día haciendo la misma tarea aburrida.

Mientras los demás respondían, una onyce llegó de por ahí y nos dijo:
Si vais a ir a visitar al del Faro, le acabo de ver entrando.

El mismo había mencionado lo de las visitas a los mundos, pero pensando bien tras escuchar las palabras de los demás, cayo en cuenta en un pequeño detalle que hasta el momento no había recordado. La comida de su mundo no le sentaba bien a sus compañeros, al menos cuando aun no estaban transformados, no sabia ahora.

-Sobre mi mundo, pues, recordé ahora que no parece sentaros bien la comida de allí...al menos la miel, por si la recordáis. Aunque bueno ahora tampoco me sentaría bien a mi- añadió Dhelian con una leve risa burlona, recordando lo malo que se pusieron en su torreón cuando la tomaron- Así que no se si os seguirá afectando ahora, por si acaso llevaros comida si lo visitamos. De todos modos ya que parece haber esas restricciones intentare enterarme cuales hay en Daelicia antes de deciros, podríais hacer lo mismo con vuestros mundos y así lo ponemos en grupo- añadió pegándose un papelito mental para no olvidarse de aquello, sobretodo porque ya tenias varias cosas que hacer entre ellas terminar de solucionar el asuntillo del circo aun pendiente con sus compañeras. La mención de Alice sobre Skarog le hizo imaginarse al helion comandando al grupito que formaba y la imagen le causo risa, este les había ayudado de vez en cuando pero no se podía negar que era un tipo serio y bastante gruñón.

- Conocemos varios transformados mas, como los que nos visitaron el día de la luna. Enredo que esta en Serpentaria y el otro DL, que esta con vosotros en la sede, creo -añadió Dhelian acordándose del cambiante y de Enredo a pesar de no haber tratado mucho con ellos- Aunque bueno no sabría yo sinos ayudarían en el caso de tener que ir acompañarnos a pesar de que ambos parecen un poco menos gruñones que Skarog -añadió mirando a Alice con entretenimiento aprovechando que el helion no se encontraba cerca. Total no era un insulto, era la verdad por mucho que dicho transformado le cayera bien. Fuese como fuese y dando igual quienes les acompañaran, de verdad le gustaría visitar todos esos sitios que sus compañeros mencionaban, por mucho que en algunos al parecer iban a necesitar métodos para camuflarse. Seguro debía existir magia para ello, sino ¿como iba n a visitar dichos mundos transformados no humanos? No pudo pensar mucho mas ello pues la voz de una de las onyces atrajo su atención.

-Nah, no me molesta...no es muy habitual transformaciones dobles - añadió risueñamente observando a Hugin que seguía jugueteando con las piedretas al parecer compitiendo con Kin en ello- Tu que dices Hugin ¿soy raro?- pregunto al pájaro que le lanzo una mirada tan expresiva que de haber sido humano habría mostrado todo el desprecio del mundo. 


"Eres un un polluelo humano que habla con las aves y se mueve a pesar de estar muerto ¿tu que crees? Aunque todos sois unos monstruos..." pregunto el ave el ave con un graznido, transmitiendo tanto sarcasmo que le dio risa. En cierta forma ser el único capaz de entender a las estirges, a diferencia de las onyces que podían darse a entender por cualquiera si querían, le hacia sentir un poco especial. Sabía que las aves podían aprender a hablar, o al menos repetir frases con total precisión pues alguna vez lo habían hecho con el.

Ya en otro orden de ideas totalmente diferente, estaba las palabras de Surasara y luego en las de Marsi sobre el ejercito. No había insistido en ello, al menos tenían idea de que  hacer a futuro lo cual no era su caso. Ya no solo era cuestión del dinero, que iba necesitarlo próximamente, sino porque después de algo mas de un año de aventura, nervios, superación no le apetecía lo mas mínimo volver a lo cotidiano que había vivido en Daelicia. Quería usar su dominio para ello, pero para eso necesitaría también de Alice, esperaba que estuviera de acuerdo en probarlo.

-Alice, ¿podemos hablar mas tarde de una cosilla que se me ocurrió? - susurro acercándose a ella, viendo a una onyces acercarse con la información de que ya podían ir donde Yip, por lo que se incorporo sacudiéndose un poco la ropa mientras Hugin volaba a su hombro al verlo levantarse- Entonces, vayamos a verle antes de que decida nuevamente irse ¿que decís? Nos sobro algo de comida, también podríamos llevársela...digo, para no aparecernos así por la cara, otra vez. -añadió esperando al respuesta del resto.

-Si te unes me harás muy feliz Marsi, al menos tendré a alguien conocido allí. Que conozco a Karime, pero no es lo mismo - comento con una mueca, encontrarme sola en medio de los veteranos del ejército no es una idea que me entusiasme y sé que se me hará mucho más llevadero si tengo una compañera como Marsi.

-Yo creo que sí que les haré una visita a los cosechados, sólo para comprobar si hay alguien interesante - digo después de tragar la comida.- No os preocupéis, no dejaré que me vean, entre otras cosas porque igual me toman por un bicho de la ciudad y me atacan, y las cosas se podrían poner feas - hago una pequeña pausa.- Y no quiero nada por el estilo.

Escucho las palabras de la onyce y compongo una sonrisa.

-Perfecto, será mejor que nos vayamos moviendo hacia allí.

Sigue en El Faro

Twixy's hizo un mohín a pesar de la broma de Ayne. Nohabía pensado en que también habría monstruos en el agua. ¿Es que no podían hacer nada en esa ciudad sin estar pendientes de los monstruos o las trampas? Se cruzó de brazos y no añadió nada más. Como traje de baño podrían usar cualquier cosa en realidad, que aguantase bien el salitre. O ir desnudos como decía Samika, aunque en cierto modo le daba un poco de asco meterse en aguas desconocidas sin llevar nada para protegerse.

Salieron decididos y bien pertrechados. La frivy tenía una buena sensación sobre aquella salida, y su instinto no le decepcionó. Llegaron a la bahía por la ruta acordada y sin ningún percance. La brisa marina recibió al grupo de cosechados de forma menos romántica, arrastrando consigo cierto olor a agua estancada y madera podrida. Bueno, era mejor que nada.

-¡Supermirad esa arena!- chilló Twixy's cuando salieron del estrecho pasadizo y llegaron a la playa. Recordó en el último momento que tenía que comprobar los alrededores para ver si eran seguros, y luego echó a correr para tocar el suelo de conchas y cristales.

Y por fin, después del primer viaje sin incidentes, pudieron pisar la arena que habían visto el último día desde los acantilados. O al menos arena era lo que había parecido. De cerca era más gruesa de lo que aparentaba desde lejos, y si se tomaba en la mano se podían apreciar colores y texturas muy diferentes entre los restos desgastados que la componían. Ayne no podía reconocer los pedazos de conchas de moluscos, y los tomó por minerales.

Había seguido a Twixy’s por la playa, divertido por su efusividad, y llevaba un puñado de la supuesta arena en la mano. Lo exploraba con el dedo índice, apartando los pedazos superiores. No había visto un suelo así antes en Sinhdro. Cuando alcanzó a la frivy continuó caminando hasta la orilla del mar; poco más allá se veía un bote de madera ennegrecida, y luego ya comenzaba la imponente maraña de barcos. Le molestaba que toda aquella chatarra le impidiese ver el horizonte de agua infinita.

Una ola rompió alcanzando sus pies descalzos y se retiró de nuevo haciéndole cosquillas. Estaba helada. Ni el oleaje ni agua tan fría eran cosas que el sinhadre hubiese visto con antelación, y retrocedió hasta el suelo seco, recelando del agua del mar.
—¿Y tú querías bañarte aquí, Twix? ¡Está congelada!

En esta ocasión el camino escogido era el correcto y pudieron llegar finalmente a su destino. Lo primero que noto Samika al llegar a la bahía, fue el olor. Olía a mar, como era esperable, pero también a agua estancada, a madera muerta y podrida. Solo con olerlo era evidente que aquel lugar no era un paraíso en el cual pudieran bañarse. Bajos sus pies calzados, la arena  brillaba tenuemente al menos lo que su vista alcanzaba a ver y curiosa, se acuclilló en el suelo escuchando las palabras de Twixy’s, que parecía emocionada y de Ayne.

Cogió entre sus manos un pequeño montoncito de aquella arena, acercándola a sus ojos, notando que esta formaba da por múltiples piedrecitas de diferentes colores y formas. Era aquello lo que brillaba, pues entre las piedrecitas había también pequeños cristales.

-Hey Twixy’s , se podrían intentar tallar, saldrían bonitos accesorios de estas piedrecitas y conchas –comento Samika con una sonrisa recordando cuando era pequeña e iba con sus hermanos mayores y sus padres a coger conchas la playa. Por fin algo mínimamente bonito entre tanta suciedad, ruinas y decadencia. Busco la sombra de sus amigos, llegando junto a Twixy’s, Ayne estaba cerca también, junto a la orilla- No sé si preocuparme más por el agua helada o por los trozos de barcos por ahí flotando - dijo Samika recordando las descripciones dadas por Ergot. Ya ni decir lo que podría haber en los barcos o en el agua, que eso ya todos sabían era peligroso-Me pregunto de donde llegan, si hay mas tierra mas allá del mar o al igual que nosotros vienen de otros mundos. ¿Reconocéis alguno?- pregunto dirigiendo su mirada al grupo a pesar de no verlos a ninguno, salvo a Twixy’s. Cabía la posibilidad de que hubiese más tierra o islas, un mundo con un único continente  era más improbable. ¿O no? << Ni que esto fuese Pangea >>pensó Samika, pues aunque le resultaba improbable ya no se sorprendería de que fuese algo así. No a esas alturas al menos donde cosas imposibles habían ocurrido sin parar desde que llegaron.

Salto de Tesón:

Y en esas estaba cuando, perdido en otro de sus paseos, atravesó una pared que dio a un acantilado y llegó a la inmensidad del mar de Rocavarancolia. No era la primera vez que le pasaba, pero no siempre acababa en el mismo sitio. Aún recordaba la primera ocasión en la que asomó su cabeza emplumada por la pared rocosa y pudo contemplar un grupo de criaturas enormes, tan majestuosas como peligrosas. En aquel momento se espantó y volvió al túnel, pero con el tiempo se fue acostumbrando a "nadar" con aquellos monstruos. Por eso en esta ocasión salió de la pared y se aventuró un poco en el agua, siempre cerca de la superficie para no perder de vista la ciudad... Hasta que vio figuras en la Bahía. No era ni de lejos la primera vez que veía gente en esa zona, pero siempre se acercaba por curiosidad ya que algunos de los habituales podían ser vistos practicando magia.

Menuda sorpresa se llevó cuando identificó a parte del grupo de Maciel. Sorpresa más negativa que positiva, pues algunos de ellos estaban tan tranquilos en el agua. <<¡El mar está infestado de monstruos!>> No creía que fuera contra la ley acercarse y advertirles, así que se dirigió al grupo rápidamente pero intentando ser discreto: no quería que algo le siguiera y les atacara... aunque cierto porcentaje vengativo y muy enfermo de su ser lo deseaba.

—¡Eh! ¡Salid del agua! ¿Es que estáis locos? ¡Es peligroso! ¡No tenéis ni idea de lo que vive aquí dentro! —exclamó cuando creyó que podrían oírle y divisarle. Por si acaso, agitó los brazos varias veces.

No se le ocurrió pensar que sus gritos podrían llamar la atención de lo que precisamente intentaba evitar. Se acercó levitando sobre el agua. No se detuvo sino que siguió acercándose, y llegaría al menos hasta una distancia de unos cuantos metros de Ayne, donde les dio la espalda y se sumergió para vigilar que nada se acercara. Pero allí abajo no se veía mucho mejor que en la oscuridad de los subterráneos, así que volvió a la superficie.

—Aquí no se ve bien, siempre lo olvido... Estáis mal de la cabeza si pensábais bañaros aquí —gruñó sin mirarles, aún de espaldas.

Twixy's se había acercado a Ayne en su paseo por la orilla, dando un pequeño saltito hacia atrás cuando el sinhadre se alejó del agua. Hizo una mueca de decepción, no le gustaba el agua muy fría para nadar. Su atención se desvió de nuevo a la arena y los cristales que la formaban. La propuesta de Samika le había parecido maravillosa, y corrió a acuclillarse junto a ella para elegir piezas entre las conchas y piedras, imaginando como quedarían en bisutería y otros complementos.

-Hipermira, con esto podría superhacer unos pendientes que chachy's que te rompes- comentó poniendo en su mano pequeños trozos de nacar de la misma gama de verdes.

La repentina aparición de Tesón le hizo caerse al suelo de culo. ¿Qué hacía allí el pajarraco? Su cerebro se había acostumbrado a la agradable sensación de no tener que pensar en él, ni oir su voz, ni ver su horroroso careto. Les venía gritando algo que le tomó un par de segundos interpretar. Parecía querer que se mantuvieran lejos del agua. << ¿Que no supersabemos lo que hay ahí?>> pensó frunciendo el ceño.

- ¿Acaso tú lo supersabes?- preguntó de malas levantándose y sacudiéndose la arena de la ropa.

Su idea de de hacer accesorios con las piedrecitas y conchas de la playa le gusto realmente a Twixy's, que le mostró algunas piedrecitas de tonalidades verdosas.

-También podrían hacerse pulseras, collares o tobilleras con esto -añadió con un poco de infantil ilusión tomando un pequeño puñado de unas precipitas de un color celeste. Se le había contagiado la emoción de la frrivy. Agotaba tener que estar siempre alerta pensando en el peligro y aquello era como un pequeño respiro de tranquilidad, con trivialidades y distracciones sin daños colaterales.

Pero aquella pequeña burbuja de tranquilidad duro realmente poco para el gusto de Samika. La voz de Teson le sobresalto al punto de caerse de culo, por suerte agachada como estaba no sufrió demasiado daño y dio un suave grito por el susto, que acabo ahogándose en su garganta sin soltar sonido alguno. Llevaba mas de un mes sin saber nada de Teson, sin tener que pensar demasiado en el y escucharlo repentinamente en aquel lugar le devolvía a la realidad que vivían. Y encima llegaba con información que aumentaba sus inquietudes sobre el peligro de aquel lugar.

Junto a ella Twixy's se incorporo y cuestiono al ave y Samika hizo lo mismo sacudiendo las manos y la ropa, dirigiéndose hacia el lugar donde habíar escuchado la voz del fantasma.

-¿Donde has estado todo este tiempo?- pregunto Samika sin embargo pues ya Twixy's había preguntado algo por lo que sentía también curiosidad. Solo debía esperar que Tesón respondiera su duda.

Ayne estaba demasiado ocupado analizando las nuevas sensaciones que le producía el mar como para unirse a Samika y Twix en su recogida de piedras para hacer abalorios, aunque sí quería coger alguna antes de irse para pasar el rato en el torreón y quizá poder hacer algo bonito para Eara y para él. El mar olía más fuerte de lo que había imaginado al verlo desde las montañas. Desde que se habían acercado al acantilado había percibido aquella mezcla de sal y podredumbre, aunque eso último bien podía deberse a la madera hinchada de muchos de los barcos.

Se había acercado de nuevo a la fracción de arena mojada, a donde las olas solo llegaban una vez rompían contra la orilla, y se quedó ensimismado intentando averiguar si el mar le agradaba o no. Los cascarones de barcos abandonados hacían el paisaje más bien espeluznante. Sobre ellos el sinhadre no tenía ninguna información, y por eso no respondió a la pregunta de Samika. Todos sabían ya que en Sinhdro nunca habían visto un lago tan grande y que no conocían la navegación.

La voz de Tesón lo pilló completamente por sorpresa, al estar Ayne tan abstraído. Miró alrededor tratando de buscar de dónde procedía, hasta que vio al fantasma a cierta distancia. No lo habían visto en dos meses, y de repente aparecía aparentemente preocupándose por ellos. Confiase o no en él, no podía ignorar sus palabras. El edeel retrocedió inmediatamente hacia la arena seca, un buen trecho, considerándola por defecto más segura que el agua.

—¡Tesón! —El sinhadre no pudo evitar exclamar su nombre al verlo sumergirse en el supuesto peligro que él mismo anunciaba, inconscientemente. Después se sintió estúpido. Cuando el roquense emergió de nuevo comenzaron a lloverle preguntas.

—¿Por qué apareces precisamente ahora? ¿Ya has decidido qué hacer? —Eso era algo que el sinhadre quería averiguar cuanto antes. El roquense podía estar tanto diciendo la verdad y ayudándolos como pretendiendo dirigirlos hacia otro tipo de peligro metiéndoles miedo de algo inexistente. Hasta ese momento no habían visto o sentido nada anómalo en la bahía, y tampoco planeaban bañarse, así que Ayne pensaba cuestionar cualquier cosa que dijese Tesón.

El roquense alucinaba con las reacciones de sus antiguos compañeros. ¿Que si él lo sabía? ¿Que por qué aparecía precisamente ahora? <<¡Locos!>> ¿Y lo de si había decidido ya qué hacer a qué venía? La única cosa coherente era lo de Samika. <<Es la menos hereje al fin y al cabo>> Por suerte el sinhadre no estaba tan loco como para ignorarle y había salido del agua.

—Nunca os entenderé. Lo sé porque me he tirado todo este tiempo explorando la maldita ciudad para poder ayudaros y... ¡Y en el mar hay bichos con colmillos como torres! Si he aparecido "precisamente ahora" es porque me perdí en los subterráneos. No habéis estado, ¿verdad? Son horribles. Es un laberinto de piedra bajo la ciudad y siempre me pierdo y acabo en otro sitio... Y hoy acabé varios metros más adelante —señaló un punto en el agua bastante alejado y bastante poco fácil de reconocer—. Eso sí, bajo el fondo marino. Deben llegar hasta más lejos los túneles... Asomé la cabeza y me acerqué a la orilla para orientarme. Pero vamos, que si queréis hacer de pasto para monstruos, que os coman. Yo no lo voy a impedir. Desagradecidos, no sé ni para qué me acerco a advertiros —masculló con desagrado.

Luego les miró sin saber qué más decir o hacer, hasta que recordó la pregunta de Samika, pero a eso ya había respondido... <<Bueno, a medias>> Decidió responder a eso y a lo de Ayne:

—Y a ver, me he puesto a explorar por poder ayudaros en el futuro y poder ayudar a quien lo necesite. No puedo hacer otra cosa, ¿vale? Es eso o volverme loco como otros fantasmas y no me apetece. Puedo describir todo lo que vea, por ejemplo... Todo los monstruos que vea en los subterráneos o en Malyadar, el Desierto. ¿A que suena bien? Pero claro, seguro que pensáis que todo lo hago para haceros daño. ¡Ya quisiérais vosotros que dedicara mi eternidad a perseguiros! ¡Asquerosos desagradecidos!

Y, ahora sí, tras gritarles aquello, les dio la espalda y volvió a enfrentar la inmensidad del mar. Lo bueno de no necesitar respirar y de haber perdido la costumbre de hacerlo era que podía hablar y hablar y hablar y hablar. Él no se aburría al oírse, por lo que le importaba bastante poco extenderse demasiado al hablar. Casi se podría decir que hasta le gustaba escucharse. Quieras que no, alguna forma de demostrarse a sí mismo de que estaba vivo venía bien de vez en cuando, y pocas ocasiones de hablar taaaanto solía tener. Por eso no se fue hacia la ciudad sino que se quedó con el grupo, cerca para poder oírles si decían algo. Echaba un poco de menos el contacto con la gente y poder hablar. Pero precisamente el grupo de Maciel de aquel momento era el de los más locos... <<Qué se le va a hacer. Ya que estos me han visto ya puedo volver al torreón cuando sea>>

Teson comenzó a contar donde había estado durante todo ese tiempo, que había encontrado y visto sin dar demasiados detalles. Fuese como fuese esos subterráneos de los que hablaba no hacia falta aviso alguno, si ya les costaba ir por calles abierta ya ni decir el ir bajo tierra. Ninguno estaba tan loco para meterse en su propia tumba, con o sin advertencia previa.

No, a lo que Samika le presto mayor atención fueron a las ultimas palabras del fantasma. La mención de la locura de los fantasma le puso un poco inquieta y le hizo cavilar en cual era ahora el futuro de Teson. Era triste, solitario y deprimente. No poder tocar nada implicaba no poder hacer lo que le gustaba, como tallar, su existencia actual era una pura búsqueda de "algo que hacer". Por primera vez desde que el roquense había muerto, Samika no sintió miedo o tristeza, sino lastima. Un poco al menos. Tesón nunca había sido alma de la devoción de ninguno y muerto ahora no tenia nada que perder, ellos si y mucho.

<< Por mucho que diga que solo quiere ayudar, es imposible no sentir un poco de desconfianza. Esta solo, si muriéramos y no volviéramos como el, tendría compañía >> era un cruel e inquietante pensamiento, pero una posibilidad tan buena como el hecho de que de verdad intentara ayudarles, algo que tampoco dudaba pudiera hacer. Simplemente las personas precavidas viven mas.

-No íbamos a meternos en el agua Tesón. Dudo que esos barcos encallados estén ahí por gusto -explico Samika sabiendo del estado de estos por los demás, ya hecha a la idea que no vería a Teson y solo podría oírlo, en cierta forma eso le facilitaba la cosa en un solo detalle: Podia fingir que seguía vivo aun- Estábamos explorando un poco, no podemos quedarnos eternamente en el torreón, tenemos que averiguar cosas de este lugar - añadió viendo en dirección hacia donde sabia había barcos aunque no pudiera verlos a esa distancia- Solo vinimos para intentar despejarnos un poco -añadió Samika suspirando, pues aquello de ir a la bahía había sido mas por placer que otra cosa. Simple exploración o incluso un intento fútil de saber si había escapatoria.

Kirés no había pensado que pudiera haber criaturas peligrosas en el agua. Seguía acostumbrado a su mundo, y ahí el mar era de los pocos lugares donde no había depredadores peligrosos. Otro error inexcusable se unía a la lista, pero al menos ahora mismo el ave no podía permitirse el lujo de preocuparse por eso.

Cogió y memorizó todo lo que el fantasma iba diciendo, por estúpido que pudiera parecer, toda precaución era poca. Aun con todo seguía sin entender lo que hacía Tesón: ¿Qué quería? ¿Qué motivación tiene para hacer lo que hace? Un día los odiaba, al otro venía queriendo ayudar (o al menos era lo que decía) y el Enderth no conseguía encontrarle sentido a sus acciones.
Lo peor: saberlo tampoco cambiaría nada. Su nueva condición de fantasma lo volvía literalmente intocable, y tanto si decidía ayudar como lo contrario ellos no podían hacer nada para detenerlo, cosa que frustraba al enderth más que cualquier otra cosa.

No dijo nada, todo lo que habría querido preguntar ya lo habían hecho otros por él, optó con simplemente vigilarlo, pero no sin perder de vista lo que pasaba a su alrededor. Su aparición era también un triste recordatorio de que ningún sitio era seguro. No estaban a salvo.

-¿Ahora superquieres ayudarnos? ¿Despues de echar mierda de nosotros y megatratarnos pero fatal que te rompes?- bufó Twixy's.-Nadie te superha pedido ayuda. No la queremos.

Le daba igual lo que pudiera decirles de la ciudad, eran cosas que podrían averiguar ellos tarde o temprano y con el plus de no tener que aguantar al pajarraco y a sus formas desagradables.

Sin embargo, no tuvo mucho más tiempo para scupirle comentarios venenosos al fantasma de su compañero, sus ojos quedaron clavados en la superficie del mar, y en lo que fuera que estaba emergiendo de él.

Una masa parda, mucho mayor que cualquiera de los barcos encayados en la playa, alzándose sobre unos brazos demasiado raquíticos para el peso que soportaban. El agua se agitó, y los restos de navíos chocaron entre ellos, con un estruendo que parecía el aviso de una tormenta. Según salía, varios ojos redondos se abrieron perezosamente sobre la superficie de la masa, blancos y ciegos.

-¡SUPERSALGAMOS DE AQUÍ, YA!- gritó Twixy's, agarrando a Samika y a Ayne del brazo, que eran los más cercanos a ella, y tirando de ellos violentamente hacia los acantilados.

La frivy corrió con desesperación por la arena, tratando de llegar al pasadizo lo antes posible. No tenía ninguna intención de mirar atrás, pero si lo hubiera hecho, habría visto los brazitos flacos romperse y a la bestia hundiéndose sin remedio, de vuelta a las profundidades. También al hombre pálido vestido de negro que se acercaba caminando sobre las aguas turbulentas.



Siloco chasqueó la lengua, otro experimento que salía mal. Había gastado muchos materiales en aquella... cosa, y ahora le tocaría recuperarlos del fondo del mar. Se encogió de hombros, resignado, y se giró para dedicarle una mirada al fantasma emplumado que flotaba sobre la playa. Los cachorros estaban huyendo, pero no pensaba permitirle que los siguiera. Chasqueó los dedos y Tesón quedó atrapado en una burbuja de contención. Con un gesto la burbuja se acercó a él, que seguía flotando sobre el oleaje.

-Bueno, bueno, bueno. ¿Y ahora qué hago contigo? ¿No se molestó el Consejo en explicarte cuales eran las normas? Tampoco tenemos tantas leyes aqui, cachorro, de hecho solo tenemos una.

El nigromante le dedicó una sonrisa inquietante. Miró por úlitima vez las ondas de la superficie que se iban calmando y echó a andar por el aire. Hacia la ciudad. Hacia el Castillo.

-Veremos que deciden los demás vejestorios- rió.

El roquense miró a Samika y sacudió la cabeza antes de decirle:

—¿Y por qué no? Tan solo necesitáis las cestas de vez en cuando y todo lo que necesitéis investigar lo tenéis en la Biblioteca esa. Yo no saldría ni loco del torreón para otra cosa... —pero la voz de Twixy's le interrumpió y decidió guardar silencio tras sacudir de nuevo la cabeza.

Visto lo visto, Tesón pensó en irse. Ya les había avisado y, realmente, poco más podía hacer, ¿así que para qué quedarse? Con eso decidido, soltó un gruñido y les dio la espalda.

Justo a tiempo para ver cómo salía del agua algo inmenso, sin forma aparente. El roquense dio un respingo por la impresión, pero luego se negó a mirar a sus "compañeros" para haberles dicho algo tipo "os lo dije", y se limitó a mirar a la mole oscura en su salida del agua y posterior desmoronamiento. <<Gracias por darme la razón, ciudad de locos, pero al menos podrías haberles hecho daño o algo más llamativo que asustarles>> pensó tras oír los gritos de los macieleros y verles huir.

Tan solo escapó un gruñido de su boca cuando decidió volver a su tarea de explorar y explorar... pero entonces se vio atrapado en algo que no había visto nunca. Para colmo, una voz le hablaba y la prisión se desplazaba —por medio de magia, se figuró Tesón— hacia el origen de la voz. No era nadie conocido y tampoco le dijo nada que tuviera sentido. O eso creía el roquense. Parpadeó varias veces mientras el otro le increpaba y, cuando calló, estalló:

—¡No he hecho nada malo! ¡Solo les he dicho lo mismo que podrían haber leído en un libro! ¡Hablé hace poco con ese Consejo y se supone que esto no es ilegal! ¡Mentirosos, traidores! ¡Suéltame!

Según Tesón empezó a hablar a Ayne le entraron ganas de matarlo por segunda vez, harto de que el pajarraco entendiese las cosas siempre como le daba la gana. Por no hablar de los insultos que profería. «¿Qué luces se le pasará por esa cabeza de plumón que tiene? Debe servir para todo menos para pensar». Ya que él no tenía las más mínimas ganas de participar para apaciguar al fantasma, admiró la paciencia de Samika al intentarlo. De hecho, si de él dependiera le diría algo por la línea de lo dicho por Twix, pero teniendo en cuenta las amenazas que había dejado Tesón perfectamente explícitas antes de marcharse, lo que hizo fue dirigir una mirada a la frivy que pretendía pedirle que se callase.

Probablemente ni llegase a darse cuenta de la mirada de reproche del sinhadre. Algo agitó el agua, y ese algo no era precisamente pequeño. El sinhadre miró hacia mar, con el corazón en un puño. Era difícil determinar qué había allí incluso cuando empezó a emerger, y nadie era tan temerario como para quedarse quieto y averiguarlo. Twix tiró de él y de Samika, aunque Ayne también había empezad ya a moverse. Cuanto antes pusieran distancia de por medio, mejor. Aquella criatura no parecía rápida.
—Hay un monstruo marrón y deforme, ¡es enorme! —explicó a Samika, con la voz entrecortada por la carrera—. ¿Llevas a Ergot?
Si el repoblador se hubiese bajado al arenal, estarían dejándolo atrás. Por suerte estaba aferrado a la ropa de Samika. Por los demás no había que preocuparse, todos tenían un par de piernas largas al que dar buen uso.

Sigue en el Torreón Maciel.