Bahía de los Naufragios

-¿Eh? Calma, no lo decía en ese plan. Era un comentario, nada más.
No entendía por qué eso le había molestado, pero hoy, por primera vez en mucho tiempo, estaba de buen humor y pensaba disfrutarlo. No me cabrearía facilmente.

En ese momento, una tercera persona aparecío allí. Era un desconocido para mí, pero Jack parecía saber quién era. No tardé en identificarle sin embargo. Antes de empezar el combate, el vampiro había mencionado a un "maestro" así que até cabos.

"Ya veo.. así que esto era una especie de prueba... Y parece que mi nota es un suspenso"
Bueno, si la mitad de lo que dijo Jack era cierto, este tipo sería seguramente el rocavarancolés más fuerte con el que me habría encontrado hasta ahora.
-Claro que no tengo técnica. No necesitaría un maestro si la tuviera.

El propio Jack fue quien lo invitó a unirse a los entrenamientos. La idea de ser vapuleado sin piedad delante de un desconocido no me sonaba muy atractiva la verdad, pero si quería aprender no podía esperar a que todo saliera como a mi me gusta.

Podía sentir la vergüenza de Jack por haber sido derribado por su aprendiz por eso no hice demasiado hincapié en ello.

“Es más que apto -respondí a Jack-Os ayudaré sólo si ponéis todo vuestro empeño en el entrenamiento”

Una clase de respeto mezclado con miedo es lo que me transmitía el chico de Jack aun así la determinación era superior en él.

“Yo no tuve maestro-reprendí serio a Valek dejando claro que no tenia excusa-“

Cuando el vampiro dijo lo de no necesitar un maestro, hice una mueca, previendo la reacción de Norou. Este habló a continuación y, en respuesta, asentí con la cabeza.

-De acuerdo.

Así pues, volvimos a la carga, luchamos un rato bajo la supervisión del guerrero hasta que decidimos volver a casa.

Había quedado con la gente en la bahía, y empezaban a retrasarse. Me encontraba sentado en el aire a un par de metros de la arena, bueno, "arena", que no creo que se pueda decir con propiedad.

Era por la mañana y aún estaba frío, se acercaba la Luna y eso se empezaba a notar. Para pasar el tedio me puse a hacer inventario de lo que llevaba encima. El cinturón estaba repleto de bolas llenas de semillas, en el zurrón llevo algunas botellas, unas llenas de líquidos de distintos colores y otras vacías. También algunas vendas y unas agujas con hilo de sutura, también una tira de goma para usar de torniquete improvisado por si acaso. Prefería ir bien preparado por si acaso. En ello estaba cuando vi aparecer al primero.

-Llegas tarde - dije sonriendo de forma burlona, realmente no me importaba la impuntualidad era sólo una forma de constatar un hecho.

Había quedado con varios de mis antiguos compañeros de cosecha en la bahía de los naufragios, hacia donde me dirigí tras una sesión con los fieles de la Secta. Me había fijado en que ya había pasado el ecuador de la criba, y aunque la Luna Roja todavía tardaría tres meses en volver la verdad es que estaba comenzando a esperarla. Tenía mucha curiosidad por cómo sería vivirla como rocavarancolés de pleno derecho. Y también en los nuevos portentos y espantos que inundarían la ciudad.

—¿Tarde?

Miré con cierto desdén hacia los alrededores, donde sólo estábamos nosotros. Después volví a mirar a Stefan, soltando una risita.

—Pues no sé cómo llamar a la llegada de los demás, entonces.

Me había enterado de que varios compañeros de mi cosecha echarían el día trasteando entre los barcos de la Bahía, así que como no tenía nada mejor que hacer me apunté. Salí con una bolsa con comida, la misma ropa ligera, una armadura ligera, una espada al cinto y la guja de siempre apoyada en el hombro. Los protectores de las uñas los llevaba colgados del cinto de momento. Y de esa guisa llegué al sitio acordado, donde ya estaban Enredo y Bran. Me acerqué a ambos y saludé con mi vozarrón:

—He oído algo de un campeonato de pesca, ¿era aquí? Hace buen día para echarse a la mar, ¿eh?—dije, acompañándolo con risas—. Nada de tarde, chavales; un helión llega justo cuando se lo propone—y dicho eso, descargué la guja del hombro y la apoyé por la hoja en el suelo.

Tras la vuelta de su mundo con las pruebas para Giz, se había enterado gracias a Enredo de aquella pequeña visita a la bahía.La ultima vez que había estado allí, en los barcos en si, no los había pisado y sentía cierta curiosidad de como seria en su interior. Por ello, cuando se organizo la reunión se aseguro de dejar las muestras para Giz a buen recaudo en una caja-congelador cubiertas con runas térmicas, bajo su cama para que las muestras no se pusieran en mal estado.

Gracias a eso y a renovar de nuevo el hechizo tardo en llegar encotnrandose con que ya estaban allí Enredo, Branniel y Skarog. Para aquella pequeña visita, había escogido una apariencia bastante simple y que había usado en anteriores ocasiones en una versión mas pequeña de si mismo, un chaval adolescente de cabello negro y ojos azules con pupila en vertical, bastante alto y musculatura suave. En sus antebrazos se encontraban grabadas un par de circuitos rúnicos.

-Perdón, tuve que recargar algunos hechizos, me llevo mas tiempo de lo esperado - saludo mirando con ojo critico al trasgo, acomodándose la espalda que llevaba mejor al cinto de la cintura, llevando apenas un pantalón azul oscuro y una camisa negra sin mangas. Y al cuello, como única marca que señalaba quien era, se encontraba el colgante de Enredo. La imagen de esos tres juntos le recordó los entrenamientos en el anfiteatro de tiempo atrás y la incomodidad que Enredo le había dicho sentir cerca de Skarog.

-Es la primera vez que entro a los barcos ¿algo que debería saber?- pregunto pues el no entro la ultima vez con sus compañeros.

Los que estaban en la bahía pudieron ver como una loba de apariencia rabiosa se acercaba a la carrera. Una vez estuvo a pocos metros se tropezó intencionadamente para salvar los últimos metros que la separaban de sus amigos rodando. Como si nada hubiera pasado, se levantó de un salto transformada de nuevo en libense y, sacudiéndosela la arena de su ropa, sonrió a todos.

- ¿Tarde? ¿Tarde?- preguntó indignada.- ¡Vosotros habéis llegado pronto!- exclamó acusándolos. Luego miró a DL para contestar a su pregunta.- Pues además de las tortugas a las que no les gusta que les hagan sopa y los tentáculos que querían que jugara con ellos, creo que no hay nada más que saber.

"Desde luego a Ka le gusta entrar a lo grande", pensó Shizel con diversión. El skrýmir caminaba en el aire desde el acantilado, donde había estado disfrutando del viento gélido de la mañana, y desde allí había podido ver la llegada de la licántropa. Dándose cuenta de que había perdido la noción del tiempo, había bajado de allí casi simultáneamente. Era refrescante reunirse con un grupo más diverso de lo habitual, y el idrino estaba de buen humor esa mañana.

-Estamos todos, ¿verdad?- preguntó tras saludar. Un rápido repaso a los presentes le permitió comprobar que así era-. En marcha entonces.
Contrariamente a lo que cabría esperar, guardaba buenos recuerdos de los navíos. Había sido la primera vez que había usado su magia contra las alimañas de la ciudad, y aquel cosquilleo de poder, de saberse capacitado para plantar cara, a día de hoy todavía le acompañaba.

—No te preocupes, no son más peligrosos que el resto de Rocavarancolia.

Esa fue mi respuesta a DL, acompañada de un gesto para quitar importancia. Saludé también a Atol y Shizel, y no pude evitar reír ante la llegada de Ka. Todos juntos, fuimos hacia los barcos.

Entramos en un barco que parecía relativamente más seguro que el resto. Es decir, seguro en el sentido de cubierta sin pudrir, porque en el resto imaginaba que no habría gran diferencia entre unos y otros. Por el espacio que comunicaba la cubierta con la bodega se podía ver en hermoso espectáculo que me dejó una sonrisa. Esa era la verdadera Rocavarancolia: maravillas tan mortales que espantaban. Porque no me cabía duda que allí dentro había varias cosas mortíferas.

—Muy bonito. Casi demasiado para ser verdad, no pega mucho con otras partes de la ciudad —bromeé, recordando el propio exterior del Templo.

Exploramos el resto de la cubierta, que no ofrecía muchas cosas interesantes. El camarote del capitán sólo parecía aburrido, así que me quedé esperando a saber nuestro próximo movimiento. Teniendo en cuenta que no cabía por el hueco de la rejilla, si decidíamos bajar a la bodega me intangibilizaría momentáneamente para pasar a través de la madera.

-¿A ti qué te dan para comer, esteroides? Y pensar que cuando te conocí te sacaba una cabeza - le dije al trasgo cuando llegó hasta donde estaba.- Que mayores se nos hacen - bromeé.

El siguiente en aparecer fue Atol. <<Lo que tú digas Gandalf, pero sigues llegando tarde>>. Con el libense aún no me atrevía a bromear.

DL, Karime y Shiz. Casi me da la Luna esperándolos, y al último sí que le dirigí una pulla.

-Qué, ¿se te pegaron las sabanas majestad? - comenté para después reírme.

Subimos a un barco y examinamos primero toda la cubierta en la que no hay nada interesante, si acaso los mapas del camarote del capitán y poco más.

-Abajo igual hay algo más interesante - me pongo las debidas protecciones y bajo levitando sin atreverme a tocar el agua, sólo por si acaso.

La llegada espectacular de Karime le hizo reír y el hecho de que luego llegase Shizel levitando solo le hizo pensar que ambos eran demasiado espectaculeros para llegar a cualquier sitio. Por un segundo DL pensó que junto a Karime llegaría el segundo idrino de su cosecha pero nuevamente Saren aprecia no haber vuelto de su supuesto viaje que Shizel le había dicho en su momento que posiblemente estaría dando. DL suspiro intentando no darle mas importancia de la debida, total viajar a otros mundos no era tan raro, y presto atención a las palabras de la libense y de trasgo.

-Bueno ante la variedad que hoy aquí reunida salir de algún aprieto no debería ser algo difícil- añadió aunque no las tuviera todas consigo. Aun así aquella pequeña aventura se le hacia interesante por lo que en cuanto subieron a aquel barco sin hundirse, que para todos eran eran iguales, curioseo atentamente toda la cubierta mirando hacia el agua por el estribor del barco-¿Alguno ha montado en barco antes? En uno que se mueva digo- pregunto por mero interés mientras decidían bajar por el agujero de la cubierta parcialmente inundando. DL se hizo un hechizo para protegerse y antes de bajar cambio su piel a una de textura impermeable como la de algunos mamíferos marinos, le daría mas resistencia al agua. Tras hacer aquello se metió en el hueco cuidando de no pisar ninguna de aquellas babosas que adornaban el fondo, el agua le llegaba por la cintura.

-Estas babosas tienen un color muy raro, parecen de metal- comento como quien no quiere la cosa intentando no pisarlas por si acaso aunque bastante curioso sobre si serian duras como este. Lastima que su curiosidad se veía enfrentada al sentido común de "no tocar bichos de la ciudad".

Los demás fueron llegando y los fui saludando enérgicamente. Por fin nos dirigimos a los barcos encallados y elegimos uno de tres mástiles en el que aún se podía entrar. Otra cosa era que estuviera lo suficientemente encallado como para no hundirse con nuestro peso añadido. Una vez en cubierta, teníamos la opción de bajar a la bodega o dirigirnos a la cabina del capitán. Dado que la primera estaba abierta, me asomé junto a los demás. Ya empezábamos con las rarezas: agua demasiado cristalina como para parecer normal y babosas con caparazones de aspecto metálico, bajo el agua. Habíamos venido a buscar cosas útiles, así que me llamaron la atención al momento. Quizá podía darles algún uso en la herrería, quizá tuvieran alguna aleación curiosa, quizá... Servían.

Normalmente no me preocuparían las acciones de los otros, pero en este caso estábamos todos en el mismo barco y cualquier fallo podía afectarnos a todos. Así que cuando DL se metió en el agua, dije:
—Ten cuidado, chaval.

Y me quedé atento por si ocurría algo. Después de trabajar con Nia, podía esperarme cualquier cosa de cualquier líquido. Pero no pasó nada, así que me acerqué a las babosas. Me puse los protectores* de las uñas y me agaché para rozar con estos uno de los caparazones. Sí que eran de metal, sí. Además, la criatura no pareció reaccionar, lo que me dio más ganas de intentar llevarme unos cuantos caparazones. Pero no iba a intentar arrancar a las criaturas con las manos, ni a arriesgarme a romper los caparazones, así que lo intenté con un hechizo de levitación... Pero no funcionó. <<Hmm... ¿y arrancarlos del cuerpo?>> Esta vez toqué con los protectores la baba y aunque a primera vista no pasó nada, al ojearlos vi que los había quemado ligeramente. <<Genial>>

—¿Alguna idea para despegar a esos bichos? ¿Alguien trajo guantes anti-ácido?—pregunté con un gruñido. <<O si no, siempre puedo arrancar la madera a donde están pegadas y al carajo. O... ¿palanca? Habrá que hacerlo rápido>>—Bah, no he dicho nada.

Cogí la espada y lo intenté... pero sin éxito, estaba pegada con demasiada fuerza. Así que con un gruñido, alejé la espada del maldito ácido. Acto seguido disparé un par de hechizos de corte y el caparazón se desprendió.

—¡Ja! Helión: uno; babosas: cero.—exclamé.

Dejé el caparazón en uno de los escalones de madera por los que bajamos y me dispuse a examinarlo. No quería llevarme un bicho a casa.

Protectores:

El resto se dedicó a molestar a unas babosas que estaban por el fondo del agua. <<Pobres bichos>>.

En cuanto vi que el agua era segura desactivé la levitación no sin antes impermeabilizar mis ropas, observé la habitación y di con una puerta. Me acerqué para abrirla pero al tirar de la puerta ni se movió. Probé a empujarla y nada. Fruncí el ceño y usé un hechizo de niebla mágica para ver al otro lado y comprobar si la puerta estaba taponada o algo.

-Bran, ven a echarme una mano con esta puerta - llamé al trasgo.

La libense entró al barco elegido siguiendo al grupo. Su interés en la excursión se centraba más en pasar el rato que en buscar cosas interesantes, aunque le encantaba explorar.

- Esos mapas son bonitos.- comentó.- ¿Crees que quedarían bien en el salón de la Sede? Ya que no parece que vayamos a encontrar nada mejor, por lo menos aprovechar lo poco que encontramos.

La licántropa siguió al grupo sin mucho interés, ya que lo que veía por el momento resultaba bastante aburrido, por lo que se emocionó cuando Stefan se topó con una puerta bloqueada y, aunque la ayuda la había pedido a Bran, la loba no dudó en transformarse y derribar la puerta.

- Los damos primero.- indicó haciendo una reverencia cuando la puerta estuvo abierta.