Bahía de los Naufragios

En algún momento e la practica Shizel trajo una de los maderos de los barcos, al parecer habiendo tenido una idea gracias a Zmey. DL hizo lo que este dijo, soltándolo cuando lo escucho hablarle de forma algo severa, pues ni real cuenta se había dado que aun lo imanten agarrado al hacerlo de forma casi inconsciente. Le peor era como algo tan simple como  escuchar que le hablaba con severidad podía empezar a darle vueltas en la cabeza. "Por favor, otra ves no...dame un descanso, joder" rogó, tumbado en el tozo de madera como estaba, cuando su cerebro empezó a sacar de nuevo conjeturas por cuenta propia del porque la severidad en el tono del idrino le molestaba, una molestia mas de tipo punzante, que por enojo."Volverme cambiante no pudo hacer que cambiase mi cerebro, claro que no" pensó con un sarcasmo increíble, hasta las mismísimas narices ya de montarse una paranoia de proporciones peculiares ante cualquier nimiedad, en cuanto a Shizel se refería. Así estuvo, toda la mañana, por  fuera aprecia que estaba practicando hacerse el muerto, cosa que era verdad, pero tenia su mente tan espaciada en otros temas que el cuerpo se le relajaba por si solo. El tener que volver al mundo cuando Shizel le hablo de la próxima forma de practicar, hizo que le mirase detenidamente, como si este pudiera tener escrito en la frente que le pasaba con el, sin éxito, evidentemente.

Accedió a hacer lo que decía y aun le resultaba bastante ridículo y algo incomodo hacer eso, pues se sentía realmente como un crió dando patadas sobre el agua para avanzar agarrado a un madero. Pero era mejor concentrarse en eso que dejar su mente vagar a temas repetidos y de los que no sacaba nada en claro, al menos aquello le ayudo  a coger mas fuerza en las piernas y pronto iba el mismo nivel que Shizel y Zmey, aunque aun agarrado a la madera, al menos hasta que fueron avisados para salir a comer algo, cosa que agradeció, moría de hambre. Dejo el madero en la orilla para poder ir a comer algo sin cargarlo a todas partes, esperaba no tener que usarlo uso pronto, se sentía un poco estúpido e inútil, yendo tras Shizel y Zmey nadando con este. Al menos ahora ya no estaba tan aterrado podría empezar a divertirse al fin en el agua. Sacudiendo el pelo con una mano fue a sentarse junto al resto a comer, reconociendo tanto la comida de Enredo como la de Skarog- Cuando termine de comer, ni un madero lograra mantenerme a flote -dijo con cierto humor.Tras la comida decidió volver a la gua a practicar un poco o la menos disfrutar un poco de esta sin el temor de antes, escuchando las palabras de Alder cuando volvía al agua

-Disolverme tal vez no, o si, eso seria discutible con mi real forma, cosa que prefiero no averiguar que capaz me hincho como una pelota -dijo pensando en ello de forma algo distraída, pues el madero ya no estaba donde lo había dejado, sino que se encontraba en el agua flotando contra corriente- ¿Esto es algún tipo de mensaje para que deje de usar flotador?- pregunto a nadie en especial, porque fue un pensamiento en voz alta.

El idrino observó como Alder besaba a Seon antes de dirigirse a él con el apodo que usaba Ka, y sus palabras hicieron que desviara su atención de la conversación general. Rió mientras la sinhadre se desvestía y se alejaba hacia la orilla, y el norteño hizo lo propio, librándose de la camisa y la camiseta y caminando hacía la orilla con paso tranquilo. La peliverde se había detenido junto a Shiz y a DL, dirigiéndose al foner y bromeando con él mientras el tablón que le servía de apoyo se alejaba de forma poco natural. El selkie ya había visto como el lacustre estaba enseñando a nadar al cambiante, pero no había comentado nada: para un idrino era una situación bastante extraña asistir a unas clases de natación impartidas a alguien de tanta edad como DL, pero el chico había aprendido que las situaciones en los mundos vinculados eran muy distintas, y tratar de encasillar algo como normal podía no ser así en un planeta diferente.
-Bueno, parece que el simpático de Tap quiere ayudarte en el proceso de aprendizaje -comentó irónicamente cuando se unió al pequeño grupo, señalando el tablón ya lejano-, aunque en cualquier caso se nota que estas haciendo progresos -ánimo al chico con una sonrisa, creía entender lo que le estaba costando si era verdad que no se sentía cómodo en él agua.

El agua estaba fresca, pero era un frescor agradable, mucho mas suave que el de su clima natal. El movimiento de las olas le resultaba nuevo al norteño. Acostumbrado como estaba a los lagos termales del norte, las promesas de las mareas eran un misterio para él, así que se cansó de esperar y se cargó a Alder al hombro aprovechando que estaba descuidada.
-Vamos peliverde, ¿no decías que querías ir al agua? -preguntó riendo, llevándosela consigo al mar y sumergiéndose con ella.
El selkie sabía perfectamente que la sinhadre no podía aguantar la respiración tanto como Shiz o él mismo, así que en cuanto la tuvo bajo el agua, la soltó para que subiera a tomar aire, ascendiendo a la superficie junto a ella y echando a nadar entre risas perseguido por la muchacha, la cuál tenía intención de vengarse. Saren trató por todos los medios de no dejarse pillar, nadando en paralelo a la orilla, pero Alder no tenía intención de desistir.

En medio de su carrera algo llamó la atención del chico, y el norteño detuvo su avance al ver la entrada a lo que presumiblemente era una cueva en la base del acantilado. Aquello ofrecía una buena posibilidad de entretenimiento, y estaba apunto de llamar a los demás para proponerles una pequeña expedición cuando se acordó que estaba huyendo de una sinhadre. Era demasiado tarde, sin embargo, y para cuando quiso reaccionar, Alder ya se le había echado encima.
-Maldición -rió, con la muchacha encaramada a su espalda.

Alder se vio levantada y cargada como un fardo de patatas por el idrino.
- Es esta tu elegante manera de llevar a todas las damas que conoces, Sar...?- el agua le cortó la frase, sin darle tiempo a coger mucho aire. Las burbujas se les escaparon de la boca con la sorpresa, por lo que agradeció no tener que pelear por salir de nuevo a la superficie.
- Me las pagas, niño pez- dijo con una sonrisa fiera y persiguiendo al idrino por el agua. Lo alcanzó en un descuido, y se le encaramó por detrás para evitar su huida. Sonrió con perversidad,asomando su cara junto a la de Saren, para lamerle desde la barbilla al nacimiento del pelo. Se desprendió, alejandose varios pasos entre risas.
-Ah, hace una cosecha entera que te debía esto, Saren, no me digas que no te advertí...!

Se detuvo un momento al ver ella también la cueva, reemprendiendo la huida hacia el grupo a los pocos segundos; si no cogía cierta ventaja, no escaparía.
- Excursión, excursión! Que alguien le diga a Saren que chupar idrinos es un habito saludable y completamente higiénico.
Acabó entre risas, deteniéndose en la orilla.

-¿Qué hay, Tap?- saludó Shizel no falto de cierto sarcasmo al ver que una de las cestas de la comida parecía moverse sola. No dijo nada más, porque no tenía manera de saber por el momento si estaba hablándole al aire.

La hora de la comida pasó entre anécdotas varias, y el idrino se alegró de ver allí a gente con la que no había tenido ocasión de pasar tiempo después de la Luna. Se fijó en que Saren apenas despegaba la vista del mar, y le sugirió aventurarse mar adentro nadando cuando cayese la tarde y el sol no pegase tan fuerte. Aunque no tuviese tanta práctica nadando como alguno de sus otros compañeros, al menos sí sería el que menos peligro correría de ahogarse por razones obvias.

En un momento dado el idrino se tumbó sobre la arena cristalina y cerró los ojos, dejando que las conversaciones flotasen a su alrededor. La familiaridad de las sensaciones que le rodeaban le sumió en una agradable modorra. Sólo los propietarios de las voces y las vaharadas de aire salino le recordaban dónde estaba en realidad.

-Deberías dar conferencias al respecto- comentó perezosamente cuando Alder llegó a la orilla. A Shizel se le había venido a la cabeza una amplia batería de comentarios al respecto de la petición de la sinhadre, pero en aras de la discreción se limitó a hacer una referencia velada que solo ella cogería-. ¿Excursión adónde, dices?

Cuando el poltergeist volcó una de las cestas fulmine con la mirada el lugar en el que suponía que estaría, aunque como no estaba seguro tampoco le puse demasiado énfasis. Por suerte había mas comida en otra de las cestas que había traído aunque esta era para la cena. En vistas de la jugarreta decidí devolvérsela cuando se estaba llevando el tablón con el que practicaba DL.

-Sí, creo que es un indirecta para que dejes el tablón, pero no te lo recomiendo por ahora. Respecto a Tap....- tracé un hechizo de impulso y alejé el tablon mar adentro,- a ver si se pierde en el mar,- dije con una sonrisa malévola, atraje otro tablón de los que había por ahí y se lo di a DL.- Toma, sigue practicando, y si Tap vuelve y te lo quita levita, así saldrás sin muchos problemas.

Nadé un poco con el foner y después me tumbe al poco sol que había para secarme. Al poco llegó Alder diciendo algo sobre una excursión y no se que de lamer idrinos.

-Tal que si fueran un helado ¿no?,- respondí divertido aunque con cierto rubor,- Y yo me apunto a la excursión, aunque no tengo ni idea de adónde.

Alder torció la boca en una sonrisa provocativa,con el comentario de Shizel y en sus ojos relampagueó la propuesta de unas clases particulares; pero fue un instante breve, seguido de una risa ante la aportación de Stefan. "Exactamente como un helado".
- Hay una cueva más allá.- dijo en cambio.

El tiempo pasó sin que me diera cuenta. Pero menudo mosqueo me entró cuando, esta vez sí, me di cuenta de que me había quedado dormido. Ni el continuo ir y venir de las olas sobre mis pies me había molestado... <<¿Tan cansado estaba? Quizá... ¿Han dicho algo de comida? ¡Arriba!>> Me incorporé con cierta torpeza por las uñas y me fui a por mi bocadillo. No me pasó por alto la cesta que había traído Enredo, pero tampoco le presté atención. Luego comí con el grupo y volví a tumbarme en el mismo sitio que antes. <<No puedo estar todo el día aquí, en un rato me voy a los barcos a explorar>>

Sin embargo, tras un tiempo viendo a los demás jugar, y casi a punto de unirme, las voces de Saren y Alder avisaron de una posible excursión a una cueva cercana. Me levanté, volví al agua y miré hacia donde señalaban, localizándola

-Por fin algo que hacer, no soporto esta quietud. ¿Vamos?

Pero antes de nada volví al "campamento" para recoger mis armas. Una vez listo, volví junto a los excursionistas. Y un tanto impaciente, insistí en partir cuanto antes. Tanto que, si en dos minutos no iniciaban la marcha, lo haría yo solo.

Sigue en la Cueva del Acantilado.

En el agua metido haciendo intentos de natación fue donde lo pillo la llamada de Alder, provocando que parece de nadar, con la madera que le había entregado Enredo tras que la propia se fuese flotando a cusa de cierto poltergeist. Curioso por las palabras de la sinhadres se acerco a su posición saliendo ala orilla, viendo la entrada de una cueva que daba al mar y donde el agua podía colarse fácilmente dentro,, aunque no tenia mucha idea como debía ser por dentro. Aun así, sin saber eso, de inmediato Skarog se apunto para hacer una excursión a su interior, el mismo sintió curiosidad sobre lo que podría haber allí pero posibilidad, aunque fuese remota, de quedarse allí dentro y el agua se colara le daba pavor, mas con la brava que estaba esta.

-Seria interesante echarle un vistazo pero yo mejor me quedo, he estado nadando toda la mañana, así que prefiero relajarme un rato -dijo sonriendo, sacudiendo la cabeza para secarse. Ademas varios parecían con intención de ir y no sabia el tamaño de la cueva, podía ser agobiante estar en pequeño espacio con mucha gente. "Entre morir asfixiado por los cuerpo de mis compañeros, ahogado si es que llega a inundarse la cueva o quedarme aquí tranquilo relajándome un rato evitando mirar el infinito espacio, creo que me quedo con la tercera, mas vale malo conocido..." pensó mientras iba a sentarse en aquel suelo de arena, o de piedrecitas mejor dicho cerca de donde estaba Shizel al que miro con curiosidad pues no se le veía muy dispuesto a levantarse- ¿Y tu Shiz, iras a descubrir lo que hay en la cueva?- pregunto sentándose al lado suya mientras jugueteaba con un piedra plana entre sus dedos.

La palabra "cueva" desencadenó una reacción automática en Shizel, alentada por el recuerdo de un sueño demasiado real que sufrió semanas antes de la Luna.
"No. Ni borracho."

Sin embargo a un observador externo la información de cuál era el lugar de destino no pareció hacerle ni fu ni fa. Shizel llevaba demasiados años ocultando su claustrofobia a un público mucho más perceptivo (y más susceptible) que ellos.
-No me hace falta ir a mirar- contestó a DL, estirando los brazos detrás de su cabeza sin molestarse en abrir los ojos siquiera-. Hay piedras y agua, y de eso ya tengo por aquí- esbozó una sonrisa socarrona-, así que yo me quedo.
Le venía bien de todas formas. El sol había bajado un poco a aquella hora de la tarde (aunque Shizel dudaba de que siguiese siendo capaz de quemarse la piel, la luz sí que podía deslumbrarlo), así que aprovechando que la costa quedase despejada podría hacer por su cuenta unos largos mar adentro, sin tener que ajustarse al ritmo de DL de aquella mañana.

Tap aprovechó el empujón que le había dado Stefan y se dejó llevar por las olas (ayudándose de sus propias fuerzas cuando se desviaba) hasta uno de los navíos varados. Subió la tabla y saltó de su interior al suelo de la cubierta del barquillo. El mar no era de las cosas que más le gustaban y, hasta hace bien poco le habría asustado meterse solo en él. Ahora sin embargo, transformado, no veía razones para tenerle miedo.

Caminó por la cubierta del barco y fue colándose por las paredes en busca de cualquier desperdicio que le pudiera servir. Huelga decir que no le sonrió la suerte en absoluto. El interior de los camarotes estaba lleno de moho y musgo por las paredes y la podredumbre se acentuaba en las zonas donde el agua lamía la madera con sus subidas y bajadas. Se sorprendió a sí mismo al descubrir que podía bajar por el agua sin ningún tipo de problema gracias a su intangibilidad, pero decidió no tentar a la suerte. La luz apenas iluminaba lo suficiente como para ver el suelo en algunas zonas y lo último que quería era perderse en la negrura del fondo.

Pasó su buen par de horas saltando entre cubiertas con el madero y recogiendo bagatelas y churre variada, que acabó guardando dentro de un saco improvisado con unas cortinas viejas y medio carcomidas. Ató un cinto a ellas para cerrarlas y asegurarse de que no perdería nada y echó a volar con ellas. Cualquiera de los gigantes que hubiera por allí, vería el saco flotando en dirección a la Sede. Tap no tenía ganas de seguir con los gigantes.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.

(perdonen la cutrez, pero hoy no estoy muy inspirado u.u )

Una cueva, por fin algo emocionante, eché a andar con el resto y me decepcioné un poco al saber que DL y Shiz no venían. <<Que poco espíritu aventurero tienen>>.

-No lo sé, aunque yo voto mas por un botín pirata.- respondí a Yttria cuando nos dirigíamos a la cueva,- Aunque no me extrañaría encontrarme con Gollum en esta ciudad.- le dije con un par de carcajadas.

Sigue en la Cueva del Acantilado.

Saren no sabía si reír o maldecir ante la venganza de Alder, una amenaza que la peliverde le había dirigido hacía tanto tiempo y que al final había cumplido. Mientras el norteño pensaba en la forma de devolvérsela, la sinhadre se alejó hacia la orilla a toda prisa, aprovechando la ventaja y llamando a los demás, ella también había visto la cueva. Sin demasiada prisa, el chico nadó hacia donde estaban sus compañeros, escuchando su conversación por el camino y conteniendo la risa, llegando justo cuando Stefan hacía una apreciación culinaria sobre si los idrinos eran helados secundado por la peliverde.
-Te pille -dijo, aprovechando que estaba distraída e iniciando un ataque de cosquillas. No duro mucho, y una vez satisfecho se alejó corriendo una distancia prudencial para evitar represalias, observando en la lejanía la entrada de la cueva. Parecía que la idea había gustado y se habían apuntado unos cuantos a la excursión. Tanta gente ahí dentro iba a reducir el espacio bastante, un espacio ya pequeño de por si, lo que disminuiríaría aun mas la maniobrabilidad. Mientras pensaba en esto, una sensación de incomodidad ante la idea de tener tanta tierra encima empezó a calar en la mente del norteño, haciendo que perdiera su expresión relajada.

No tenía su piel a mano, pero curiosamente la idea de ser incapaz de trasformarse al estar rodeado de fría piedra empezaba a angustiarle.
-Creo que vais a tener que prescindir de mi agradable compañía -anunció sonriente, girándose hacia los demás y tratando de apartar la sensación de agobio de su mente-. Mi amiga claustrofobia no quiere que vaya a jugar con vosotros a la cueva, y se enfadara mucho si no le hago caso en esto, lo siento mucho -se disculpó, rascándose la nuca con gesto azorado, en cierto modo el iba a proponer aquella excursión antes de que se le adelantara Alder.

Pronto el grupo que iba a explorar la cueva se puso en marcha, y la playa se quedó un tanto vacía. La sensación de agobio aun acosaba al norteño, así que se acercó al agua y se sumergió un rato, ascendiendo luego a la superficie y quedándose a flote mientras observaba el cielo. El agua que le rodeaba poco a poco calmo su angustia, y el movimiento del oleaje bajo su espalda terminó de relajarle. Había sido una buena idea aquel día de playa y el selkie aun esperaba que durara unas horas más.

La loba miró al trasgo y sonrió para segundos después, adornar su cara con una mueca burlona.

- Mientras no vengas acompañado de tus nuevos compañeros de casa… - comentó.- Espero que estés con ellos por obligación. Me molestaría profundamente que los hubieras preferido conscientemente a nosotros. Al final no fuimos tan malos compañeros.

La licántropa no tardó en despedirse del nublino. Tenía algunas cosas que hacer y habían comentado lo necesario, a su parecer. Aunque se quedó con las ganas de preguntar sobre el templo y cómo había acabado ahí. Luego de pensarlo, decidió que, cuando volviera, indagaría más sobre el asunto. Por el momento, sabía que su amigo era capaz de cuidarse y no debía preocuparse por su seguridad ya que confiaba en él, aunque no tanto en los habitantes de aquel templo.

Los siguientes días siguió con su rutina, presionándose más en el control de los instintos, ya que no quería descontrolarse en la playa en compañía de todos sus amigos. También dedicó mucho tiempo al estudio de la manada y de su raza y, para su desagrado, se vio obligada a dejar de lado por el momento el entrenamiento con armas.

Aquel día, se había despertado algo tarde culpa del entrenamiento intensivo del día anterior que la había dejado bastante cansada. La libense no se dio cuenta de la ausencia de la mayoría de sus amigos en la sede hasta que no bajó a desayunar y enseguida recordó que aquel día era el elegido para ir a pasarlo a la playa. Mientras maldecía su despiste se desvistió para sujetar su ropa con la boca mientras se transformaba y echaba a correr por la ciudad en dirección la bahía.

Supo que ya llegaba cuando oyó el comentario de su amiga. La licántropa no tardó mucho en aparecer casi al galope por el pasaje sin detenerse hasta llegar al agua a la que se tiró salpicando a cuantos estuvieran a su alrededor, para luego emerger del agua convertida ya en humana.

- ¿He oído algo de chupar idrinos?- comentó con una sonrisa inocente mientras recogía sus ropas que flotaban en el agua ya que las había soltado al transformarse.- Siento llegar tarde, ya sé que habéis sufrido mi ausencia, pero mejor tarde que nunca. ¡Ya estoy aquí!- anunció por si alguno no se hubiera dado cuenta.- Y respecto a lo de chupar idrinos… todavía no he tenido la oportunidad de, digamos, profundizar en la cata. Pero espero que, si está de acuerdo, mi buena amiga me de unas clases al respecto.- comentó sonriendo y rodeando el cuello de Alder con un brazo.

Al verlos movilizarse, preguntó y le dieron una vaga explicación sobre lo que pretendían explorar. La aventura siempre llamaba poderosamente a la libense, pero dudó unos instantes al ver que no todos iban a participar.

- Mmm,… - reflexionó en voz alta.- ¿Dos idrinos o aventura, tío bueno y una peliverde?- Miró a los dos grupos mientras se mesaba una barba inexistente. Segundos después, asintió con la cabeza, agarró a DL del brazo y lo arrastró detrás del grupo de exploración.- Ven, Tirachinas, tienes que compensar la balanza.- le dijo con convencimiento, para luego girarse hacia los idrinos.- ¡Volveremos enseguida, no me echéis mucho de menos y no hagáis nada que yo no haría!

Shizel despidió a los exploradores sin más prolegómenos, y se rió a mandíbula batiente cuando Karime prácticamente arrastró a DL en dirección a la cueva. No hizo esfuerzo alguno por detenerlos y en su lugar exclamó tras ellos con tono socarrón:
-¡No te dejes el flotador, DL, te va a hacer falta!
No obstante las palabras de Saren le dejaron estupefacto, y por un momento creyó no haber oído bien. ¿Y lo decía tan tranquilo?
Fuese norteño o no, en cualquier parte de Idris confesar que se sufría de algo así era equivalente a confesar que uno poseía una tara mental. Shizel le dirigió una mirada inexpresiva durante un instante largo, pero no comentó nada al respecto. La única respuesta educada ante algo así era ignorarlo.

Los minutos siguientes los pasó aún tumbado con los ojos cerrados, aspirando el aire salino y con el ruido de las olas como lo único que recibían sus oídos. No era el mismo silencio artificial que había instalado en su habitación de Serpentaria con un hechizo. Era más natural, y quizá por eso en él se descansaba mejor.
Abrió los ojos justo a tiempo para ver un saco volador que surcaba el aire en dirección sur. Por el bien de su cordura decidió que se trataba de Tap, lo que significaba que la playa ahora solo la ocupaban Saren y él, además de una durmiente Seon y de Zmey.

El agua templada (para él) ya había contribuido a resquebrajar la fina capa de escarcha de su piel, y posteriormente la sal marina había hecho su trabajo y había derretido buena parte del resto. Shizel bufó al darse cuenta y después de estirarse para deshacerse del anquilosamiento regresó al agua.
-¿Te apetece que nos metamos un poco mar adentro?- le preguntó una vez salió a la superficie-. A los demás parece que les dé miedo avanzar más de donde hacen pie...
"Y eso significa que en realidad no saben nadar." Los chapoteos sin técnica de la mayoría eran equivalentes a eso a ojos idrinos.

Saren flotaba sobre las aguas sin pensar en nada en particular, absortó en el sonido de su propia respiración y en el de las olas rompiendo en la orilla. Su mirada era vidriosa, señal de que su conciencia estaba muy lejos, y apenas si prestó atención al saco que se alejaba volando de la bahía. El conjunto en si era relajante, lo que después de tanto entrenamiento y trabajo era de agradecer, y la amplitud del mar y del cielo abierto hacían que el norteño olvidara su intención previa de entrar en aquella cueva. Le había interesado en cuanto la había avistado, y aun le interesaba, pero el idrino era impulsivo en ocasiones, y tendía a olvidarse de lo mal que lo pasaba en sitios cerrados, lo que limitaba sus ansias aventureras.

El selkie solo llevaba el pantalón oscuro que se había puesto aquella mañana, el resto de su ropa estaba en la playa, pero a pesar de que llevaba un rato en el agua fría no parecía acusar la falta de temperatura. Para el chico el clima estaba bien, caluroso incluso, acostumbrado a las bajas temperaturas de su tierra natal, el norteño echaba de menos las nieve y el hielo. Se había preguntado muchas veces si el invierno llegaría a aquella ciudad en algún momento del año, pero llevaba mucho tiempo allí y el clima apenas había variado, lo que hacía que la posibilidad fuera muy remota. El tenue sonido de la escarcha resquebrajándose anunció la llegada de Shiz y devolvió a Saren a la realidad antes de que el lacustre hablara. El selkie parpadeo para aclarar su vista y miro al skrýmir pensativo, echando un vistazo a la playa, donde dormitaba Seon.
-¿Crees que es buena idea dejarla sola? -inquirió, poniéndose en pie y estirando los brazos tras su cuello como calentamiento, pero se rectificó al ver al piromante también-. Vale, no dije nada, Zmey esta cerca, con la empanada que llevo no me había percatado -sonrió, terminando los estiramientos y echando un vistazo al oleaje.

El norteño no sabía que se podía esconder entre aquellos barcos hundidos, pero estaba seguro que fuese lo fuese, no sería bueno, no en aquella ciudad. En cualquier caso le daba igual, siempre podían defenderse, ya no eran simples cosechados, y en el peor de los casos les quedaba huir por patas. Saren se encogió de hombros y salto hacia delante, sumergiéndose y empezando a nadar mar adentro.

Shizel aún mantenía activo el cordel de alarma que había trazado en torno a sí al llegar a la playa, el cual estaba programado para detonar cuando algo que superase un tamaño X lo traspasase. El idrino era consciente de que no todos los peligros de Rocavarancolia estaban a simple vista, pero era lo mejor que podía hacer.

El norteño era el que más cerca estaba de seguir su ritmo, y Shizel se dio el gusto de por fin nadar a una velocidad decente. Bucear no le gustaba tanto: estaba acostumbrado a hacerlo en lagos cristalinos, y no en el mar sucio y revuelto de Rocavarancolia. Perder de vista la costa le ponía nervioso por la misma razón, y al llegar a una distancia respetable los dos idrinos se dedicaron a nadar en paralelo a ésta. Ahora a un ritmo más relajado, el skrýmir le preguntó a Saren cosas triviales. Entre ellas preguntó con cierta picardía si era un norteño de quita y pon, ya que al vivir en las montañas al lacustre se le hacía raro que hubiese aprendido a nadar. Aprovechó para ponerse al día con él más en profundidad, y de paso preguntarle si cuando se le acabase el trabajo extra con Biblios se plantearía unirse a las prácticas grupales en el anfiteatro.

En cierto punto a medida que caía la tarde Shizel divisó una abertura en las rocas de un acantilado cercano que le llamó la atención.
-¿Ésa es la cueva de la que hablaste?- le preguntó a Saren. Fue entonces cuando de ella empezaron a emerger una figura tras otra, algunas a trompicones y la mayoría levitando. El idrino cruzó con el norteño una mirada de preocupación y se adelantó nadando.
-¿Qué sucede?- llamó en voz alta. A aquella distancia empezaba a reconocer a algunas de las figuras. Si DL había tenido que cargar con Alder para sacarla de la cueva en lugar de hacerlo ella sola, era que había pasado algo.