Sueño de Noel

No sabía cuánto tiempo habíamos pasado huyendo del enorme cangrejo hasta encontrar aquel refugio de escombros. Caillech nos había obligado a ocultarnos mientras ella se encargaba de todo por sí misma, como era normal en ella. Estábamos metidos dentro de una de las pocas cosas que quedaban medio enteras en aquel lugar: un horno de leña. << Espero que a nadie se le ocurra que es el momento de freírse un huevo>>. Giz me había dicho que cubriésemos a Caillech a pesar de todo y no pude estar más de acuerdo, además ahora yo podía hacer magia como Giz y ya no me sentía tan inútil.
-Sí, es muy tozuda, pero nosotros somos malvados y la ayudamos a pesar de todo -le respondí a Giz entre susurros.
Aunque intentaba tomarme la situación con humor, como de costumbre, lo cierto es que estaba muy preocupado por Caillech. ¿Qué se le pasaba por la cabeza al querer hacerle frente a aquella bestia ella sola? Deberíamos estar intentando huír... Suspiré. No había nada que hacerle, trataría de ayudar a Caillech todo lo que pudiese, aunque luego se enfadase con nosotros por ello. Bastante nervioso, me mantuve alerta a los sonidos del exterior. El monstruo podría encontrar a Caillech en cualquier momento.

Todo sucedió muy deprisa. Escuchamos gritar a Caillech e instintivamente miramos hacia el exterior aunque no podíamos ver qué ocurría desde nuestra posición. Sin darnos tiempo a reaccionar de ningún modo escuchamos un sonido terrible. Escuchamos el chasquido de la pinza del monstruo cortando algo. No teníamos dudas sobre qué era ese algo pues los gritos de Caillech dejaron de oírse al momento. Un escalofrío me recorrió la espalda mientras asimilaba lo que acababa de suceder. Miré a Giz con expresión de incredulidad sin atreverme a expresar con palabras lo que los dos ya sabíamos. No presté demasiada atención al burbujeo que se empezó a oír nada más desaparecer la voz de Caillech, en aquel momento sólo podía pensar en una cosa: Caillech estaba muerta. Y yo no había podido hacer nada por evitarlo. << Mierda, mierda, mierda... esto no puede estar pasando... >>. Giz debió de notar mi perturbación ya que colocó un brazo para impedirme salir. ¿Qué debía hacer? Una parte de mí me decía que debía salir y hacerle frente al monstruo. ¿Pero de qué iba a servir eso? Me mataría y descubriría también la posición de Giz. Este último pensamiento me hizo reaccionar y centrarme en tratar de ayudar a Giz en lugar de en la muerte de Caillech. Si Giz también moría no podría soportarlo. Tenía que intentar repasar mentalmente los hechizos que había aprendido de memoria. ¿Qué podía ser útil en una situación así? El monstruo pronto nos olería seguramente... ¿Oler? ¡Claro!
-Giz -le digo entre susurros- se me acaba de ocurrir algo. Deberías hechizar algo para que huela a nosotros y luego lanzarlo con un hechizo de impulso lo más lejos que puedas. Así podríamos aprovechar para escapar mientras el monstruo se distrae.
Eché un vistazo a lo que llevábamos encima para decidir qué tirar. No es que tuviésemos muchas cosas. Observé mi chaqueta. Eso ya olía a mí bastante y además era algo que llevaba puesto... seguro que era un buen cebo. Me quité mi preciada chaqueta de cuero, jamás pensé que fuese a ser capaz de deshacerme de ella. Pero era una tontería en comparación con haber perdido a Caillech o la posibilidad de perder a Giz.
-Toma, Giz, haz que huela aún más fuerte a mí y lánzala todo lo lejos que puedas, yo te puedo ayudar a eso último, quizás entre los dos la podamos lanzar más lejos.

Me esperaba cualquier respuesta rechazando mi propuesta excepto esa. Las palabras de Giz me llenaron aún más de terror de lo que lo había hecho la muerte de Caillech, así como su extraña actitud. La expresión de incredulidad con la que lo había mirado antes se torno diez veces más pronunciada. Sus palabras cayeron sobre mí como una losa pesada y todo me parecío una terrible broma pesada.
-Si es una broma no tiene gracia, Giz...
Mis palabras se perdieron entre las de Giz, que siguió explicando su plan para matar a Caillech. Nada de lo que decía tenía ningún sentido. Giz se había vuelto loco. El Giz que yo conocía jamás sería capaz de hacer algo así. Eso era... el Giz de verdad nunca haría algo como eso. Aquel no era Giz. En una ciudad donde la magia es algo cotidiano era perfectamente posible que aquel pequeño lagarto que tenía delante no fuese Giz. Tenía que estar siendo controlado de algún modo, poseído o incluso ni siquiera tratarse de él físicamente. El Giz que yo conocía era mi mejor amigo en aquel lugar de locos, era amable y simpático. No podía ser aquel monstruo que tenía delante. Con aquello en mente aparté el brazo de Giz de mí bruscamente y le quité la chaqueta de las manos de un tirón. Se desgarró en el proceso pero poco me importó.
-¿¿Te has vuelto loco?? -decidí seguirle el juego a aquel ser que no podía ser Giz-. ¡Déjame salir de aquí ahora mismo!
Sin pararme a pensar demasiado, trato de lanzarle un hechizo paralizante a Giz y, sin esperar al resultado intento huír del horno.

No sirvió de nada, Giz se desembarazó de mi hechizo con facilidad y me lanzó otro que hizo aparecer unas lianas que me ataron de pies y manos impidiéndome moverme. Fuese el Giz real o no su nivel de magia era muy superior al mío. Aquel no podía ser Giz, no podía serlo. ¿Pero qué sentido tenían aquellas palabras? Su nuevo discurso me aterró a un más. ¿Giz acababa de decir que me quiere? Noté como me abrazaba con fuerza mientras temblaba. Aquello no tenía ningún sentido. No tenía ningún sentido que alguien se hiciese pasar por Giz para esto. Así pues el verdadero Giz debia haberse vuelto loco por alguna razón. Aquella ciudad lo había enloquecido, algún hechizo o alguna enfermedad extraña lo había alcanzado.
-¡¡Giz, vuelve en ti!! No estás siendo tú mismo, tienes que reaccionar -me revuelvo incómodo al no poder moverme con libertad-. Yo no te voy a abandonar ni me va a pasar nada, pero salgamos de aquí, por favor. Vámonos al torreón.
Mis últimas palabras sonaron desesperadas. Tenía miedo a aquel Giz que se había vuelto loco. Si no pudiera hacer magia posiblemente no tendría muchos problemas para mantenerlo a raya, pero Giz era mucho más poderoso que yo. Tenía que intentar ser diplomático con él. Además a pesar de todo seguía siendo mi amigo y tenía que ayudarle. Quizás Alicia o Ethan supieran alguna forma de ayudarle a volver en sí. Después de haber perdido a Caillech no podía perder a Giz también.

Volví a sentirme aterrorizado cuando Giz, con una sonrisa demente, se hizo el loco respecto al torreón. La certeza me invadió al escuchar gritos de desesperación. No podía ser cierto, no quería creerlo. Pero loera, y las palabras de Giz lo confirmaron. También había matado a Alicia, Ethan y Mánia. ¡¡Giz se había vuelto completamente loco!! Sin previo aviso me besó. En principio me sentí intimidado y asqueado, aquel ya no era Giz, era un monstruo que había matado a todos nuestros amigos. Y no había nada que yo pudiera hacer por él. Era incapaz de odiarle abiertamente, estaba seguro de que no fue por decisión propia, algo le había hecho la influencia de aquel nefasto lugar que había alterado su comportamiento y personalidad de aquella manera tan brutal. Pero ahora... ¿qué pasaría? No podía ayudarle, tendría que... ¿Tendría que matarlo por piedad como había hecho con aquel chico? El pensamiento me aterró. ¿Sería capaz de matar a Giz? Pero estaba loco, si lo dejaba con vida podría seguir matando a más gente como había hecho con nuestros amigos. Mientras tanto el beso continuaba, poco a poco fui notando algo extraño, me estaba quedando sin fuerzas... Y a nuestro alrededor todo había ido desapareciendo hasta que no quedó nada. Literalmente nada. Por fin, tras lo que pareció una eternidad, Giz se apartó de mí. Sonreía de forma inocente, por un momento casi parecía el Giz de siempre. Pero lo que dijo a continuación me dejó claro que no lo era. Él estaba completamente loco, y yo cada vez más aterrado. Me aparté bruscamente de él aprovechando que ya no había ninguna pared a mi espalda. Ni nada.
-¿¿Dónde estamos?? ¿Qué has hecho, Giz? -me encontraba al borde de la desesperación y tenía ganas de derramar unas lágrimas que no parecían querer asomar por mis ojos, lo cual me frustraba aún más.
Sin poder soportarlo más desenvainé mi arma, siempre la llevaba conmigo.
-Aléjate de mí, Giz, te has vuelto completamente loco. ¡Sácanos de aquí ahora mismo! -me dolía el hecho de estar amenazando a Giz con una espada y mis manos temblaban incontroladamente.
No podía hacer otra cosa, me repetía a mí mismo una y otra vez, había hecho lo posible por ayudarlo pero ya nada tenía sentido, sólo quería que aquella pesadilla se terminase de una vez y pudiese volver a... a donde fuera. Eché un breve vistazo a mi alrededor, ¿habría desaparecido todo de verdad? Me aferré a la idea de que aquello posiblemente fuese alguna clase de ilusión y podría volver a la ciudad, tenía que ser así o yo también me volvería completamente loco.