Taberna del Mago Tuerto

Mientras escuchaba las palabras del muchacho, Vladimir comenzó a pasar distraídamente sus dedos sobre su pecho desnudo, notando la suavidad de su piel. La cercanía del chaval rubio estaba haciendo que el conde perdiera los estribos. Comenzaba a percibir su olor, que llenaba sus fosas nasales y sus pulmones, y estaba ansioso por conocer el sabor de su piel, de su boca,… de todo.

Cuando acabó de hablar y todos parecieron llegar a un acuerdo, la sonrisa se agrandó en su rostro, llevándose a ella un dedo que comenzó a morder. Se había percatado cómo Caín seguía los movimientos de su rabo. Con lentitud y picardía, cambió la dirección de su nuevo apéndice, pasándolo por debajo de la túnica y luego entre las piernas del muchacho, para luego comenzar a acariciar su muslo por la parte interior con el grueso de la cola en dirección ascendente. Su respiración se iba agitando poco a poco mientras notaba el ardiente contacto de su suave piel. Cuando al fin llegó a dónde quería llegar, comenzó a acariciar con más fuerza sus genitales desde abajo, sin llegar a hacerle daño, con el grueso de la cola para evitar clavarle su afilada cúspide.

Le agarró sus rubios cabellos y se acercó a su rostro. Cuando al fin tuvo al alcance su oreja, la lamió lentamente.

-Vamos entonces…- le ronroneó al oído con una voz aterciopelada que hubiera derretido un témpano de hielo.

Tras el corto paseo llegamos a la taberna, entro delante de Caillech sumergiéndome en la locura de olores a sangre, bebida, comida y cómo no, la música del violinista dullahan, mientras me acerco a la barra, donde el camarero me pasa los trapos antes de que me de tiempo a decirle algo<<<Para un día que no vengo a trabajar, será... Pero bueno, así estoy ocupado mientras habla con Caillech, si es que hablan>>> Así pues, apoyo un codo en la barra e, inclinándome hacia él, le digo:

-Oye mira, esta es una novata, a ver si puedes contarle algo ya que su transformación es prácticamente igual a ti. Y luego llegarán otros nuevos, si piden algo pásalo a mi cuenta.-luego miro a Cail.-Bueno, aquí os dejo, yo tengo trabajo.

Después me alejo de ambos, con mis trapos y demás, pero con los sentidos alerta ya que Cail podría quizá descontrolarse, cosa que no he tenido en cuenta antes de tener esta idea... Pero quizá sea demasiado optimista y, además, hay mucha gente charlando, comiendo y bebiendo, cosa que puede ser buena: si se descontrola, pronto se la reducirá y la podré sacar de aquí; mala: que se arme el caos. A causa de esto no me alejo mucho de la barra mientras limpio las migas y bebidas derramadas en las mesas, los vasos precipitados y quebrados en el suelo, friego dicha superficie resbaladiza aquí y pegajosa allá. Lo malo del sitio es que hace calor, diantre, llevo desabrochados casi todos los botones de la camisa, el pelo recogido mientras camino casi deslizándome sobre el suelo de mesa en mesa, a veces desde la barra a algún cliente para servirle alguna bebida o plato, sin mirar a dicha criatura y en ocasiones teniendo que aguantar la respiración pues algunos no huelen precisamente bien, desde el punto de vista sanguíneo. Estoy frenético, aún noto el efecto de la sangre de la noche anterior, débil pero latente. <<<Y pronto habrá más, si los del torreón comen antes de venir. Y cuando acabe con Cail... ¡A Nubla!>>> pienso, relamiéndome y jugueteando con mi lengua entre los colmillos, mirando en ocasiones divertido cuando algunos se fijan en mi rostro a la par que les relleno las jarras o cuando me permito una especie de veloz danza al ritmo del violín, serpenteando entre las mesas...

En todo el camino hacia la "taberna" no dejo de mirar a mi alrededor, destapando mi trapo para poder ser capaz de reconocer el camino si es que tengo que volver otra vez a ese sitio. Aún no sabía lo que significaba una taberna, bien podía ser un edificio donde se trucaban cosas o una caverna subterránea, pero por fortuna pronto se terminaría esa ignorancia, pronto sabría lo que significaba aquella palabra.

Derrepente nos encontramos en un oscuro edificio de donde oía una música salir volando junto con la entrecortada charla de algunas de las persona que dentro había. Cuando vi que Jack se disponía a entrar en aquel extraño edificio, volví a colocarme el trapo lo más fuerte posible alrededor de mi nariz y boca. De aquella forma los olores me llegarían amortiguados, aunque mi voz llegaría un tanto amortiguado, pero ese era un pequeño precio a pagar si con ello no mataba a nadie.

Seguí al vampiro hacia dentro para encontrarme con un escenario sorprendente. Había todo tipo de extravagantes seres comiendo, bebiendo y oyendo música, creo que hasta vi a algunos bailar en alguna esquina alejada. El olor era muy intenso en aquel lugar, el haber tantos cuerpos tan cerca el uno del otro era... me alegraba el haberme puesto el trapo. Gracias a ello por lo menos no me golpearía con tanta fuerza.

Cuando por fin conseguí pasar hasta una especie de extraña mesa en la que Jack se paró sin atacar a nadie estaba cansada. Era muy dificil controlarme, controlar a la bestia para no comerme a alguien, pero no había venido a eso, sino a por información. Ya habría luego tiempo para comer algo. A Jack le dieron un trapo y, antes de irse, le habló a ser que había tras la extraña mesa, que resultó ser el trasgo que buscábamos. Ahora que volvía a mirarlo, si que veía unos cuantos rasgos similares a mi, pese a que nuestros mundos de origen fuesen distintos.

Al quedarme sola, pues Jack se puso a limpiar la taberna. ¿Por qué lo haría? Bueno, eso no importaba ahora, ya se lo preguntaría después. Ahora debía centrarme en lo importante, mi transformación.

- Asi que tu eres un trasgo, como yo. Bueno no como yo, obviamente, yo tengo escamas y demás, pero en esencia si, ¿no? - le pregunté intentando que mi voz se oyese sobre la música y mi trapo -. Quiero saber todo sobre lo que soy ahora. Si esto del hambre se hace más llevadero o por el contrario hay alguna forma de poder controlarlo. Si somos los únicos trasgos de aquí. Qué es lo que los trasgos podemos hacer... - entonces me di cuenta que no me había presentado, si quería información, no estaría de más presentarme -. Por cierto, me llamo Cai... Dama Gula - me autocorregí antes de poder decir mi antiguo nombre.

Y así comenzó la conversación...

Limpiando, barriendo y fregando sin perder el ritmo de la melodía, me detengo para escuchar la respuesta del camarero, acercándome disimuladamente a la barra. <<<La Biblioteca, ya claro... Que vaya en otro momento entonces...>>> Sigo atendiendo y no me fijo en que el rasgar del violín se ha pausado hasta que Mikk llama mi atención. Me giro y me acerco a él en apenas un instante, tapándole la visión de Caillech y apuntando con un dedo a la silla, digo:
-No vayas a caerte, chaval.-luego sonrío y respondo.-Una novata de Asrena. A ver si consigo que no se coma a nadie de su cosecha... Tienes media cerveza, yo paso de volver a salir, ¿te traigo otra y charlamos un rato?-le propongo, pero no espero a que responda y vuelvo a la barra.

Allí rápidamente digo a Caillech que no volveré a Letargo, que tengo que permanecer aquí porque el sol me daña. Así pues me despido de ella y vuelvo a la mesa de Mikk, trayéndome además una copa de sangre y otra de la bebida favorita del violinista. Rescato y limpio una silla, tomo asiento frente a él y al dullahan y dejo la bandeja en la mesa, después de darle un repaso con el trapo.
-Ale. ¿Y bien? ¿Que nos contamos, Mikk?-inquiro sonriente, mirando sus ojos verdes a través de mi carmesí bebida.

Solto un bufido al oir hablar al trasgo. ¿Me convertiría yo en alguien tan malhumorado algún día? Bueno, puede que lo fuera un poco, lo admito, en mis peores días no era una asreniana fácil de tratar, pero esto era diferente. Yo había intentado ser maja, por una vez había intentado dar yo el primer paso, dejando detras todas las sospechas que suelen embargarme la presencia de los desconocidos. ¿Y qué había hecho él? Bufarme, bien yo también le acababa de hacer pero lo mío estaba justificado.

Además, si eso fuera poco no me mostró ningún atisbo de esperanza. Según decía no había forma de librarse del hambre, el único remedio existente era comiendo a alguien. Él me señaló que podía comerme a cualquiera, menos a sus clientes, con una aburrida voz. ¿Acaso le parecía poca cosa lo que me estaba sucediendo? ¿Acaso no veía lo difícil que era procurar no avalanzarme sobre la garganta de alguien? Y, en vez de ayudarme, me decía que bien podría haber ido a la biblioteca a buscar ayuda en vez de ir a por él.

- Será... - susurré entre mis dientes de una forma que dudaba que alguien lo hubiese oido.

Apreté duramente los puños intentando reprimir mis ganas saltar sobre esa extraña y alargada mesa y arrancarle la cabeza de cuajo. Respira, me dije, respira.

En ese momento me percaté que, en medio de mi enfado, el ser sin cabeza había dejado de tocar música y que se había acercado a nosotros, pues Jack había vuelto de sus quehaceres, junto con un ser que se parecía a un humano y que tenía una voz muy... Jack se puse en medio de mi visión, cortando de cuajo cualquier pensamiento que hubiese estado a punto de formular. ¿Qué había sido eso? Después de charlar con ellos un poco, ya que parecía que eran conocidos, me dijo que el no podía salir por eso del sol antes de volver nuevamente con ellos.

Lo cierto que no tenía nada que hacer. Mi esperanza de que hubiese una forma que este trasgo supiese algo que podría acortar el peligro de que yo atacase a mis compañeros se había ido por la borda. Me di la vuelta, dandole la espalda al grupo, y, levantando la mano hacia el trasgo para llamar la atención, le ordené de mala leche y con una voz demasiado alta quizá.

- Traeme lo más fuerte que tengas con una gran porción de carne cruda, camarero, ¿no era ese tu trabajo? Pues andando.

Ya que no conseguía nada útil de él pensaba desahogarme un poco. Lo necesitaba. De no haberlo, creo que iba a explotar. Asi que, era mejor hacer aquello con un desconocido desagradable que con un conocido que podría enfadarse conmigo haciendo que lo perdiese. No, el trasgo era la mejor opción para ello. Porque, aunque le diese la venada de atacar, tendría un motivo para matar, para atacar, para sacar a la bestia de su pequeña jaula.

Suelto una risilla ante la reacción de Mikk y luego asiento riendo ante sus comentarios de Asrena. El violinista también participa en la conversación y ... no, no puede referirse a Cail... ah, claro, al camarero. ---Fallo mío. -apostillo en cuanto a lo de ambos trasgos, pues no pensé en la biblioteca.
Después sigo escuchando la respuesta de Mikk, que me va intrigando e interesando, pues no tengo ni idea de qué es un íncubo, pero lo de la chica de Libo ha encendido una bombillita... Me suena... Libo, leí algo en los libros... Sin embargo es él quien me da la clave con su comentario final: ¡El novato que olía de aquella deliciosa manera! Y la de Libo, pues la otra chica. <<<Idiota, leíste sobre su mundo y no la reconociste... Pero normal, estaba el otro al lado, tan cerca, tan... >>> Sacudo la cabeza y respondo:

-Les conozco, me topé con ellos en el torreón. No lo negaré, casi pierdo el control... Imaginad cómo olía el maldito...-voy perdiéndome, como si volviera a estar envuelto en su fragancia, pero la libretilla vuelve a tintarse y vuelvo al mundo real.

<<<Me he olvidado por completo del rubiales y de Vac...Seré tonto... ¿Cómo les habrá sentado la Luna? ¿Qué habrán hecho, a parte de lo poco que ya sé? Diantre... Y he quedado aquí...bueno, mañana me enteraré>>> Apoyo los codos en la mesa y luego la barbilla sobre los dorsos de las manos, mirando a ambos:
-¿Con Cain? Bueno, él sabe lo que hace, de todas formas me enteraré cuando vuelva mañana noche a casa.-<<<El burdel olerá al incubo... genial...>>> Pero luego adopto un tono más serio, centrando mi mirada en los ojos verdes.-Dentro de un rato llegarán más novatos de Letargo, me gustaría tener la noche en paz y que salgan todos ilesos luego.-Es más, si alguien quiere divertirse, jugar, aquí hay un vampiro aburrido y solitario.-acabo con un tono más elevado de voz, soltando una risilla y dando un sorbo a mi copa.

Me estiro en la silla, dando un suave puntapié a Mikk y luego me acomodo, para después "disculparme":
-Oh, lo siento, aun no controlo la velocidad de mis movimientos y esto emborracha.-apostillo con un sorbo de la electrizante sangre.

El mesero no muestra ningún signo de haberme escuchado o ¿es que simplemente me ignora? Algo me decía que era la segunda opción. Bien, puede que aquel lugar, Taberna lo habían llamado los demás, estubiese un poco lleno, pero creo yo que le hubiese dado tiempo para atenderme. No es como si le hubiese pedido que me trajese todos los granitos de arena de Asrena. No creo que costase mucho tener lo que había pedido, teniendo en cuenta, según había descubierto, que ese era su trabajo aquí. Traer lo que le pedían, ya sea para comer o para beber.

No se si era porque él era así o porque era algo implícito en los trasgos, pero no era un ser agradable con el que charlas, parecía que siempre estaba enfadado con el mundo. ¿Era así como sería yo en el futuro? ¿Sería así de insoportable? De corazón esperaba que no fuese así. Ya me costaba de por si establecer un minimo de contacto y que decir de amistad, como para que mi personalidad conflictiva de trasgo interfiriese en el tema.

Volví a levantar la mano junto con mi voz.

- ¡Mesero, algo fuerte y carne cruda por aquí! - grité en su dirección.

Y, sorpresa, sorpresa, no conseguí mejor cosa. Ese despreciable me estaba ignorando a posta. Dudaba mucho que después de mis gritos no me hubiese escuchado. Sería...

Me enfadé. Y si la furia de Caillech era mala, la de Dama Gula... Llevé mi mano hacia mi daga de piedra, cogiendola entre mis manos, antes de apuntar y lanzarle. Le rozó el brazo, puede que mi intención hubiese sido darle una advertencia sin ningún roce de por medio, pero eso también serviría. Llevé una de mis manos a mi empuñadura y le sonreí maliciosamente cuando retuve su atención.

- Y ahora que me prestas atención, ¿qué te parece si hacer tu trabajo, mesero? No queramos que nadie salga herido - le siseé sin dejar de sonreirle en ningún momento.

Pensaba que la noche no podría empeorar, no había motivos, solo un pequeño detalle sobre el cual era optimista. Demasiado optimista: Caillech tardó poco en mostrarse agresiva con el camarero. Había desconectado demasiado de la situación, relajándome al hablar con Mikk y el violinista, de tal forma que oír y ver saltar al trasgo hacia la otra fue algo brutal. Me levanté, por supuesto, pero no me acerqué pues si la chica se metió en problemas no me arrastraría a mí, de ningún modo, aunque... ha sido culpa mía traerla, así que no dudo en ayudar a Mikk cuando el camarero la deja maltrecha en el suelo. ¿De veras es culpa mía que esté así ahora, que haya atacado al trasgo? ¿Y si vemos esto como parte de su maduración, como parte de su nueva vida en la ciudad? No sabía que tuviese tantos humos, quizá así se le baje un poco y tenga en cuenta que no es la única poderosa en Rocavarancolia. Quizá la chica hubiese estallado en otro momento y podría haber sido peor, habiendo muerto incluso. ¿Y yo habría hecho algo, habría intervenido? No, lo dudo, no moriré por una cría que no sabe respetar a sus mayores, a los más fuertes y a los que ve como inferiores.

Sin embargo no ayudo a Mikk a curarla, solo permanezco de brazos cruzados, frente a ellos y de espaldas a la puerta, escuchando lo que el otro le dice sin posibilidad de réplica. Luego este vuelve a entrar y nos quedamos a solas. ¿Qué le digo ahora, a ver? Más le vale no echarme las culpas de lo que acaba de pasar o esto habrá acabado. Mikk ya le ha dicho todo lo que necesita saber, así que... Relajo los brazos y me restriego las manos en la cara, como para despejarme y pensar mejor, después, intentando sonar relajado aunque esté un tanto cabreado, digo:

-¿Qué te digo, eh? Él ya te lo ha dicho todo, llevas apenas unos días transformada, no puedes ser tan insolente, las cosas se consiguen por las buenas. La gente se entiende hablando, diantre. ¿No has visto que la taberna está a rebosar de gente? ¿Qué crees que hubiera ocurrido si nadie le hubiese parado? No habrías podido con él y en caso contrario, toda la clientela habría saltado sobre ti. Yo incluido, aunque fuese solo para inmovilizarte y sin ser demasiado violento. -vuelvo a cruzarme de brazos.-Trabajo en la taberna, me gano mi alimento trabajando para ellos. Tengo además mis conocidos. Pero esto no te importa, al parecer solo te importa conseguir tus objetivos al instante, cosa imposible y peligrosa. Hay que ser paciente en la vida, maldita sea.-inspiro hondo y sin quererlo capto el apetecible aroma de su sangre, más cálido allí donde la magia de Mikk no ha actuado, así que sacudo la cabeza para alejar cualquier idea de rematar la noche y concluyo.-Mira... No puedes volver a la taberna, ya te lo ha dicho. Yo de ti no volvería en una temporada larga. Yo me quedo, a ver si viene el resto de Letargo. Y el entrenamiento... tú verás, pero no se trata solo de controlar el hambre, también de controlar a la bestia. Ve a dar una vuelta, desahógate con algua fiera y tranquilízate, luego vete a la Biblioteca a ver si encuentras algo de utilidad y ya nos veremos, cuando estés dispuesta a racionalizar y a no ser tan agresiva.

Dicho esto, que más parece un sermón que otro tipo de discurso, espero un rato su reacción y luego me volveré a la taberna. ¿Tendré que hablar, disculparme con el camarero o mejor no tratar el tema nunca más dentro de esos muros? Y Mikk, ¿qué dirá? O el violinista... Diantre... A ver si llegan los demás y se anima la noche, no parecían nada irrespetuosos, agresivos... Solo espero que no vuelva a haber bronca...

Kromen Pietro entró a paso lento en la taberna. Después de deambular durante un buen tiempo (no se había parado a calcularlo ni lo iba a hacer), se había acordado de una taberna en la ciudad. No tenía un aspecto demasiado peligrosa, así que entró.
El abrigo de cuero se le había desgarrado y había acabado rompiéndose por delante y por detrás por culpa de las alas. Las alas... Hasta el momento eran más un estorbo que una ventaja. Lo único que había quedado del ajustado abrigo habían sido las mangas del antebrazo, que se asemejaban en ese momento a unos brazaletes negros y relucientes.
Una pena lo del abrigo. Le habría quedado tan bien...
Se fijó en que había comenzado una disputa. Uno de los que parecían los encargados del local había propinado una brutal y corta paliza a un... Trasgo. Sí. Se parecía la criatura que había en el libro del torreón, y en concreto, se parecía a una hembra. Le sonaba de algo, pero no se fijó demasiado en ella.
Luego estaba el hombre/chico/joven que había comenzado a hablarle después de la paliza. ¿Recién transformada? Era del otro torreón o el suyo. Hannah no era, puesto que la había visto salir del torreón convertida en un animal peludo. Entonces cabía la posibilidad de que fuera la enana, Caillech o Alicia.
Se acercó al hombre que aconssejaba a la hembra trasgo. Le habían surgido dudas sobre los Hijos de Ewa, le daba la impresión de que Nihil no le había contado todo.
-Buenas noches, caballero. Mi nombre es Kromen Pietro y podría decirse que soy nuevo en esta ciudad. Me transformé en gárgola y recientemente, se me apareció una bella mujer ofreciéndome entrar en una especie de... Organización. Los hijos de Ewa. Entiendo que no tengo nada que ofrecerle, pero si se ofreciese a ayudarme se lo agradecería mucho... Aunque obviamente eso no le valga de nada. Así pues, ¿me podría contestar?
No estaba en el mejor de los momentos como para coaccionar a alguien a ayudarle, así que se sentó a esperar su respuesta, si es que llegaba.
-Por cierto, antes he visto que del local salía uno de los bendecidos de la luna. ¿Sabe su nombre?
Se sentó en una mesa y esperó.

Al terminar de cenar por fin nos decidimos a seguir a Jack y a la trasgo hasta la taberna. Me ofrecí a guiarlos a todos hasta allí con una sonrisa. Me hace ilusión enseñarles el lugar, a Noel le va a encantar la música, y espero que a Toima también, ya que va a ser la primera vez que la oiga. Giz no conoce las tabernas pero seguro que en su mundo sí hay música, aunque no sea eléctrica. Su comentario sobre el tema fue tan gracioso que cada vez que lo recuerdo aún me entran ganas de reír. Además tengo ganas de estar más con ellos, esta noche lo estoy pasando bien... hacía tiempo que no lo pasaba tan bien, de hecho, es como si los problemas hubieran desaparecido.
Mientras avanzamos por las calles mi subconsciente me indica con picardía que sería gracioso llevarlos por direcciones equivocadas. "Hoy no es el día más indicado, pero ya les gastaré la broma en otro momento" pienso riendo para mí. Cuando ya no estamos lejos se lo hago saber a los demás y me adelanto hasta la entrada de la taberna para esperarlos allí.
-Bienvenidos a la Taberna del Mago Tuerto -anuncio con tono ceremonioso mientras empujo la puerta haciéndolos pasar.
Espero a que estén todos dentro y paso el último. Esperaba que ya se escuchase la música desde fuera, pero no hay nadie tocando en ese momento. Y el ambiente no parece el habitual, los clientes están tensos. No sé el motivo, pero parece que no es el mejor día para venir. Busco a Jack y a dama Gula con la mirada, pero no los veo por ningún lado. Aun así, le hago una señal a los demás para que venga a la barra conmigo. Me acerco al tabernero e intento llamar su atención.
-Perdone, ¿ha venido Jack por aquí esta noche? Íbamos a reunirnos con él.
Me cruzo de brazos preocupado. Es bastante extraño que no hayan llegado todavía. ¿Habrá tenido algún percance por el camino? Espero que no.


FdR: Hemos hecho como que no había nadie cerca de la entrada para facilitar las cosas.

Seguimos a Gael hasta la taberna, la cual anuncia como "Taberna del Mago Tuerto". Sin duda un nombre apropiado para una tasca en un lugar como Rocavarancolia. Está localizada en un sótano y las paredes son de piedra. Apenas hay iluminación dentro, salvo por algunas velas, lo cual le da un aspecto un poco siniestro. El ambiente en el interior parece más silencioso de lo que hubiera esperado. No se ve a Jack o Caillech por ninguna parte. Gael se acerca a preguntar por Jack al tabernero y este responde lacónicamente, pero parece que sí habían estado aquí. Observo a mi alrededor, algunos clientes parecen susrurrar algo mientras miran en nuestra dirección. ¿Qué habrá pasado? No puedo evitar tener un mal presentimiento... Caillech... ¿Habría hecho algo?
Mientras cavilaba preocupado y con aire ausente, un chico comenzó a cantar, acompañado de un violinista Dulahan. << Es como la chica que me ayudó ayer... espero volver a verla para darle las gracias de nuevo >>.
La música llegaba distorsionada a mis oídos, pero aún así resultaba bastante agradable de escuchar. ¡Tenía guitarras elécticas tal y como había dicho Gael! Durante el tiempo que duró la canción me quedé ensimismado escuchándola. Hacía tanto tiempo que no escuchaba música... Tenía que volver cuando pudiese oír normalmente, sin ninguna duda.
-Me gusta este sitio -le dije a Gael, sonriente y entusiasmado. Acto seguido me dirigí a Giz-. ¿Has oído eso, Giz? Eso es la "música eléctrica" de la que hablábamos. Algunos instrumentos que se han usado eran eléctricos, no todos. ¿Qué te ha parecido? ¿Y a ti, señor kaiser? -me giro hacia él-. Eso ha sido música.
Acto seguido me dirigí hacia el interior de la barra. Puse la mejor cara de "tipo duro" que fui capaz de poner y dije con voz seria.
-Ponme lo más fuerte que tengas.
Acto seguido me eché a reír.
-Siempre quise decir eso en lugar como este -me reí-. Pero no bebo ni gota de alcohol y no quisiera perder el conocmiento tontamente. ¿Qué sueles beber tú, Gael? No tengo ni idea de que se puede pedir para beber en una taberna de Rocavarancolia. Aunque... -digo dándome cuenta de pronto-. Tampoco tengo ni idea de con qué se paga aquí, y desde luego no tengo nada con qué pagar. Así que mejor otro día pediré algo -termino un poco avergonzado por no haberme dando cuenta antes.

Despues de que todos han cenado, Gael nos guía hasta la famosa Taberna. Conforme vamos acortando las distancias con el supuesto destino, noto un olor fuerte, mezcla de sudor, sangre y otros aromas intensos que no reconozco, probablemente comida. Entre todos ellos, puedo reconocer el rastro de la nueva Cai y el del chico sinuoso que bebía sangre. El exterior del edificio está bastante tranquilo y no puedo evitar ponerme alerta y expandir la gola por si detecta algo, aunque siendo nuevo, probablemente lo detectara demasiado tarde.

Nada más entrar la cosa cambia bastante. El locar está muy poco iluminado, tan solo por un puñado de velas colocadas en la pared. Sin embargo, en contraste con la falta de luz, el lugar parece estar lleno de vida. Hay varios seres sentados en mesas o de pie, bebiendo en jarras liquidos variopintos, sin duda los olores que antes me habían llamado la atención provienen de ellos. En un lugar destacado del resto, un par de personas comienzan a tocar música con extrañas piezas de madera y metal. El sonido que se produce no puede compararse al de la música asreniana. Es un ritmo hipnótico, miel para mis oídos. Noel me dice que esa es la música eléctrica y ahora por fin entiendo por qué les gusta tanto.

Tras eso se acercan a la barra y comienzan a decir cosas que no entiendo sobre con qué pagar y qué beber. La gente está toda abstraída bien en conversaciones o bien en sus recipientes. Me fijo en que hay una jarra en la mesa, cerca de un grupo de gente, pero parece no tener nada que ver con ellos. La cojo y la huelo. El olor es muy fuerte y me produce cosquillas en las narices. En un principio dudo sobre si probarla, pero aquí todo el mundo parece compartirla felizmente, así que no considero necesario pedir permiso.

-Voy a acercarme a escuchar la música eléctrica-informo al grupo antes de dirigirme justo en frente de donde están tocando y sentarme en el suelo, con las piernas cruzadas. Entonces me llevo la jarra a la boca y le doy un trago. Instantáneamente siento como me arde toda la garganta y carraspeo alejando la bebida de mí-. Aaaaaghh...-toso un par de veces hasta que se me pasa un poco el escozor. << ¿Y esto es lo que se están bebiendo todos como si nada? En fin, mejorará cuanto más beba, supongo...>>. Le doy otro trago y vuelvo a arrugar la cara << O tal vez no >>. La gola comienza a abrirse y cerrarse de forma involuntaria, casi como siguiendo el ritmo que va marcando el tipo sin cabeza. Noto las mejillas ardiendo y acabo decidiendo que esa sustancia no es buena. Coloco el vaso a mi izquierda en el suelo y vuelvo a centrar toda mi atención en los músicos, balanceándome de un lado a otro al mismo compás.