Taberna del Mago Tuerto

Después de haber estado hablando con Kaila toda la noche, me despido de ella. Empiezo a tener unas ganas imperiosas de echar una cabezada, y este sitio no parece el mejor para ello.
Salgo afuera y me dirijo al edificio de antes...
(SIGUE EN LA SEDE DE LOS TAUMATURGOS)

Me quedé hablando con Aníbal toda la noche. El tiempo se me hizo muy corto. Ni siquiera fui consciente de cuando se hizo de día. Ayer le conté mi historia al chico... Es el único en esta ciudad que la sabe. Y, sinceramente, me siento mejor ahora. El chico se despide de mí y se va. Yo también debería irme a la torre Serpentaria. En realidad no tengo demasiado sueño, pero me niego a estar aquí un minuto más. Salgo de la taberna y me dirijo a la torre de hechicería.

(Continúa en la Torre Serpentaria)

Por fin veo la fachada y la escalera descendente que lleva a la entrada de la Taberna. Pero antes de iniciar la bajada envaino la espada y me aliso la ropa, no quiero problemas ahí abajo. Ya tenía pensado buscarme trabajo aquí o en el mercado, y aquí podría pagar con trabajo la sangre que necesite, aunque sea muy de vez en cuando puesto que no sé el precio. Pero lo que sea con tal de poder saciarme. Una última cosa: hacerme la coleta. Ahora sí, empiezo a bajar y entro en silencio en el local tenuemente iluminado y con la melodía del violín de fondo, impregnando el ambiente y danzando junto al olor de los pocos clientes y del camarero. <<Autocontrol, Jack, ahora más que nunca>> me digo para mí mientras me abro camino hasta la barra, evitando a los clientes. Me apoyo sobre la madera de la barra y busco al camarero con la mirada para después llamarle, pero me entra la tos de pronto y hago una pausa antes de seguir.
-Buenas noches...Mire...A ver cómo se lo explico... Necesito trabajo. ¿Puedo trabajar para vos? Lo que sea, pero necesito trabajo y no por nada.-más tos.-Y no tendrá que pagarme en...-<<¿Cómo era? Ah, sí>>-En metálico. Solo necesito sangre, aunque sea muy de vez en cuando... Puedo trabajar durante el día si no hay peligro con el sol, puedo limpiar, echar a la mala clientela, traer a mis conocidos al local, servir las mesas, hacer apaños en el mobiliario, lo que sea.-vuelvo a hacer otra pausa y, algo reacio, remato diciendo.-Por favor.
Después espero a su reacción, a ver qué responde, aún apoyado con los brazos y codos en la barra y dejando la cabeza colgando. <<Si no cuaja esto... iré al mercado... Pero nada de asesinar a nadie, no entra en mis planes ir matando a ciudadanos solo por haber jugado con fuego sin tener en cuenta las consecuencias>>

La respuesta del trasgo llega pronto y me quedo perplejo al descubrir que él no es el dueño. Al parecer este es ese hombre de baja estatura, barbudo y para nada tuerto, vestido con una túnica de raídos bajos. Al fijarme en sus ojos descubro que el más pequeño no puede ser suyo, encajando todo <<<Conque ese es el mago (que era) tuerto...Vale...>>> Le miro bajar y espero paciente a que diga algo, para asentir a su pregunta con gesto cansado y más animadamente cuando me dice qué puedo hacer.
-Gracias, me pongo a ello ahora mismo.
Cojo los trapos que me da el camarero y tomo la bandeja con la mano y el brazo izquierdos, para después irme a la mesa más cercana. Sin mirar a la clientela coloco los vasos ya vacíos en la bandeja así como los platos y cubiertos sin uso. Después tomo uno de los trapos y limpio cualquier resto de bebida o comida de la mesa, con esmero y rapidez; luego paso a otra mesa y cuando la bandeja está llena vuelvo a la barra para vaciarla y volver al trabajo. Sin quererlo al principio he ido a toda velocidad pero a este paso me voy a cansar así que bajo el ritmo y voy más tranquilo. Voy y vengo, dejando vasos y platos en la barra hasta que verifico que ya he acabado, para después coger la mopa y comenzar a barrer las migajas y restos de comida que antes he quitado de las mesas como puedo <<<Para esto sería mejor una escoba o similar...>>> Termino por fin y el camarero me llama, aunque el aroma me llega primero, como una oleada que de por sí sola puede aplacar la quemazón que siento: una copa de sangre me espera en la barra. Así pues me acerco y la cojo mientras dejo los trapos en la barra, me la acerco a los labios y bebo la sangre a tragos lentos y largos, sin prisa, saboreando hasta el último ápice de su sabor y olor, estremeciéndome un poco cuando la siento recorrer mi cuerpo, revitalizandome y aplacando el dolor. Pero no la acabo, oh, nada de eso. Hay que ahorrar, por así decirlo. La vuelvo a poner en la barra y luego me apoyo en esta, de espaldas, a la espera de vasos que se vacíen, platos que se terminen y mesas que se ensucien. Hoy me iré un poco antes del amanecer, al burdel, y el próximo día pasaré aquí el día y la noche fuera, en el refugio o en el burdel, donde sea... Mira, vasos vacíos, al trabajo.
(Continuará en el Burdel de Dama Espasmo)

Tras mucho andar por las sombrías calles de Rocavarancolia, Mánia y Vlad llegaron a la taberna. Siguiendo las indicaciones del mapa, habían decidido encontrar un lugar dónde recopilar información sobre la ciudad y descubrir dónde podrían alojarse a partir de entonces. Y, dicho sea de paso, para tomarse algo. Vlad no tenía muy claro cómo demonios iba a pagarse el trago, pero supuso que aquel detalle se solucionaría cuando surgiera.

<<“El Mago Tuerto”. Pintoresco nombre para una taberna>> Había pensado Vlad al ver la muestra que colgaba de la pared. Abrió la puerta con cautela, con buen cuidado de no pisar nada que pudiera matar a cualquiera que estuviera dentro. No tenía buenas experiencias con la arquitectura de la ciudad. Echó una ojeada larga al tugurio, lleno de humo, sumido en la penumbra de las velas, abarrotado y ruidoso, lleno a rebosar de ruidos y risas que sonaban al compás de la rápida y eufórica música desenfadada. Sí, definitivamente, aquella era le descripción que Vlad asociaba con la palabra “taberna”.

Entró en sus profundidades, sin perder de vista a Mánia y procurando no pisar extremidades ajenas de variada y curiosa naturaleza. Aunque ahora no se sentía observado por el hecho de tener cuernos y rabo, tenía la desagradable sensación de estar siendo observado. Y no le hacía ninguna gracia.

Finalmente alcanzó la barra, dejándose caer sobre ella con aire agotado. Dejó el saco de armas a un lado con aire desencantado pero sin quitarle el ojo de encima. La criatura que había tras la barra, al cual Vladimir encontró bastantes semejanzas con la señorita Caillech, se le acercó, con esa típica expresión tan conocida de todos los integrantes del gremio de camareros, que parece querer decirte: “Habla rápido, no tengo toda la maldita noche”, pero sin incurrir en una falta de respeto para el cliente.

-Perdone… -Vlad iba a decir “buen hombre”, pero quizás el término podía resultarle tan ofensivo cómo impreciso, con lo que dejó un espacio en su lugar.- ¿Podría ponernos a mi compañera y a mi una cerveza y…-observó cómo la muchacha contemplaba una botella de sangre que había en uno de los estantes- una copa de aquello, por favor?

Sin muchas florituras, la criatura se apresuró a servirle ambas cosas.

-Esta les sale gratis, corre a cuenta de aquel tipo.- dijo, señalándole a Caín, sentado en un rincón oscuro con su extraña acompañante.

Tras esto, el camarero se fue y Vlad se giró para tenderle la copa a Mánia.

-Bueno señorita… ¿Y ahora qué hacemos?

Lo primero en lo que se fijó Mánia a entrar en la taberna era que definitivamente no era un sitio para ella. Aunque el torreón en el que había vivido no era precisamente un palacio, conservaba algo de la majestuasidad que le daba su función... Aquel sitio no. Era un antro de mala muerte que en nada se parecía a los locales lujosos y caros a los que iba en compañía de su Madre. Se sentía totalmente fuera de lugar y trataba por todos los medios de no tocar a ninguno de los extraños seres que llenaban el local. Otra cosa de la que se percató eran las miradas... Miradas lujuriosas cargadas de deseo, de hambre, miradas que había sentido sobre su persona ahora se centraban en Vlad. Incluso podía oler la excitación de los monstruos más cercanos al conde, y oír su respiración agitada...
Agradeció de veras la banqueta alta junto a la barra que la mantendría a cierta distancia del mugriento suelo y de los mugrientos y ahora salidos clientes. Vlad habló con el camarero y mientras lo hacía se fijó en una botella roja... Era un rojo precioso que conocía muy bien; el rojo de la sangre. << Será sangre de verdad?>> se preguntó. Y como si Vlad le hubiese leído la mente pidió una copa para ella.

-Comprobémoslo!- dijo para sí. Le dio un sorbo tímido y alli estaba, el familiar regusto metálico.- Es sangre de verdad!- exclamó relamiéndose-

El trasgo alzó una ceja extrañado de la reacción de la niña, aunque no era tan raro teniendo en cuenta que no eran más que novatos.

-¿A qué vienen esas pintas tan provocativas, encanto?- Mikk había dirigido su hipnotizadora mirada a la parejita recién llegada.

Vladimir se giró lentamente al escuchar la hipnótica y absorbente voz a su espalda. Intentando mantener la compostura y procurando no envararse, lo miró por encima del hombro, clavando su mirada carmesí en los electrizantes ojos verdes del muchacho. Su media sonrisa enfermiza germinó de nuevo en su rostro.

No tenía muy claro si se refería a Mánia o a él. Era evidente que ambos iban llamando la atención. Si se dio por aludido fue por comodidad. De haber entendido que estaba dirigiéndose de esa forma a una señorita tendría que salir en defensa del honor de la muchacha, batirse en duelo contra el apuesto muchacho y, posiblemente, acabar esparcido por toda la taberna. Y le gustaba estar entero.

-Me temo que no tenemos más ropa que esta, caballero. Acaba de salir la Luna, es la primera vez que caminamos libremente por la ciudad y no tenemos dinero ni lugar dónde alojarnos. ¿Sugiere alguna solución a nuestro problema señor?- dijo con voz aterciopelada mientras lo recorría con la mirada de arriba abajo, desnudándolo mentalmente, para luego volver a clavar sus ojos en los suyos, esperando la contestación del muchacho.

Mikk evaluó al íncubo con ojo crítico, como sopesando muchas y diversas opciones y respuestas a su pregunta. Finalmente se echó a reír. Él a diferencia de la gran mayoría de la taberna, estaba bien entrenado para resistir los encantos de esos demonios, y en parte era agradable poder admirar algunas obras de arte sin el peligro de caer en las redes de algun hechizo.
-Podría proponerte algo, pero no eres mi tipo...- miró de reojo al demonio femenino que acompañaba a Cain.- Pero estoy seguro de que muchos de aquí estarían dispuestos a llegar a un acuerdo contigo, si sabes a lo que me refiero...- hizo un gesto abarcanco toda la taberna y a las miradas ávidas y lujuriosas de los monstruos. Algunos incluso ya se había levantado de sus sitios y se acercaban lentamente. Los ojos de Mikk brillaron- Tranquilidad, gente, tranquilidad. Es muy feo eso de violar a un novatillo solo porque sea una bomba de feromonas...
El hechizo de Vlad se rompió y algunos despertaron del trance y volvieron a sus sitios, otros directamente dejaron la taberna o tomaron sus propias medidas para no volver a caer de nuevo. Cain, alzó la mirada de su copa y rió por lo bajo.
-Eres un aguafiestas, Mikk, habría sido un bonito espectáculo- dijo pidiendo otra copa.

Mánia por su parte permanecía callada, dando pequeños sorbos a la sangre y sin bajar la guardia. Se mantenía cerca de Vlad, atenta a cualquiera que hiciese amago de quitárselo. No se había parado a pensar en que tal vez no tuviese ninguna posibilidad contra la gente de esa taberna, solo sabía que si alguien le ponía una mano encima, iría a matar...

Vlad observó cómo al oír la voz del muchacho, todos los presentes se tranquilizaban y comenzaban a alejarse de él. Suspiró, entre aliviado y decepcionado. Podría haber muerto, sí, pero también debía reconocer que podría haber sido interesante ver lo que le hacían entre todos…

Intentando poner en orden sus pensamientos, siguió con la mirada la indicación del muchacho, llegando a observar a Caín y a su acompañante.

-Quizá tenga razón.-le dijo al muchacho, ronroneando con voz aterciopelada y desnudándolo con la mirada, fijándose sobre todo en el parche de su ojo. Aquella mutilación atraía brutalmente a Vladimir.- Pero, si aún quiere disfrutar de él, podemos llegar a un acuerdo…

Mientras hablaba, su rabo serpenteaba alrededor de su cuerpo, comenzando en la pierna y subiendo lentamente hasta su ingle, acariciando con la punta su erección.

-¿Qué me dice? Necesito algo de dinero y a usted le sobra, caballero. Su amiga también puede colaborar, si quiere…

Mikk se quitó rápidamente de en medio. Cain le caia bien, pero ese Cain era muy distinto al que él había conocido. El invocador se acercó a Vlad y le dedicó la misma mirada evaluadora que Mikk hace unos instantes, pero cargada de maldad y perversión. Había reconocido los rasgos de su pequeña acompañante, no era la primera cosechada de Libo que llegaba a la ciudad y algunos comentarios le habían dejado claro que lo mejor sería mantener las distancias. Matar cosechados recién salidos de la criba no estaba en sus planes.
-Un acuerdo... veamos...- comenzó siguiendo con la mirada el recorrido de la cola del íncubo- No vivo muy lejos de aquí, y tengo habitaciones de sobra, si quieren puedo ofrecerles asilo...- miró a Mánia tratando de ser conciliador y llevándose un bufido amenazador como respuesta- Aunuqe no querría importunar a su sobreprotectora compañera, así que buscaremos una forma de pago con la que todos estemos de acuerdo- rió.

La dama que acompañaba a Cain se tensó cuando Mánia bufó, y por instante ambas se sostuvieron sendas miradas asesinas. Mánia no era tonta (no para esos temas) sabía perfectamente de lo que estaban hablando y aunque era una actividad perfectamente normal en su mundo y en la que ella misma había participado no le hacía demasiada gracia que Vlad se prostituyese a un desconocido... Especialmente si ese desconocido era un hombre. Podía comprender que sirviese los deseos de alguna mujer pero... Aquello era nuevo para ella y no le estaba gustando. Se acabó la sangre de un trago y dejó la copa en la mesa. Aun asi sabía que necesitaban techo y comida, y si esa era la única forma de conseguirlo no tenía más remedio que dejarlo pasar. Suspiró.

-¿Y bien, está la señorita conforme?- preguntó Cain.

Mánia bufó de nuevo y saltó de la silla.

-Como veais...

Cain entonces les condujo fuera de la taberna, en dirección al burdel.

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Mientras escuchaba las palabras del muchacho, Vladimir comenzó a pasar distraídamente sus dedos sobre su pecho desnudo, notando la suavidad de su piel. La cercanía del chaval rubio estaba haciendo que el conde perdiera los estribos. Comenzaba a percibir su olor, que llenaba sus fosas nasales y sus pulmones, y estaba ansioso por conocer el sabor de su piel, de su boca,… de todo.

Cuando acabó de hablar y todos parecieron llegar a un acuerdo, la sonrisa se agrandó en su rostro, llevándose a ella un dedo que comenzó a morder. Se había percatado cómo Caín seguía los movimientos de su rabo. Con lentitud y picardía, cambió la dirección de su nuevo apéndice, pasándolo por debajo de la túnica y luego entre las piernas del muchacho, para luego comenzar a acariciar su muslo por la parte interior con el grueso de la cola en dirección ascendente. Su respiración se iba agitando poco a poco mientras notaba el ardiente contacto de su suave piel. Cuando al fin llegó a dónde quería llegar, comenzó a acariciar con más fuerza sus genitales desde abajo, sin llegar a hacerle daño, con el grueso de la cola para evitar clavarle su afilada cúspide.

Le agarró sus rubios cabellos y se acercó a su rostro. Cuando al fin tuvo al alcance su oreja, la lamió lentamente.

-Vamos entonces…- le ronroneó al oído con una voz aterciopelada que hubiera derretido un témpano de hielo.

Tras el corto paseo llegamos a la taberna, entro delante de Caillech sumergiéndome en la locura de olores a sangre, bebida, comida y cómo no, la música del violinista dullahan, mientras me acerco a la barra, donde el camarero me pasa los trapos antes de que me de tiempo a decirle algo<<<Para un día que no vengo a trabajar, será... Pero bueno, así estoy ocupado mientras habla con Caillech, si es que hablan>>> Así pues, apoyo un codo en la barra e, inclinándome hacia él, le digo:

-Oye mira, esta es una novata, a ver si puedes contarle algo ya que su transformación es prácticamente igual a ti. Y luego llegarán otros nuevos, si piden algo pásalo a mi cuenta.-luego miro a Cail.-Bueno, aquí os dejo, yo tengo trabajo.

Después me alejo de ambos, con mis trapos y demás, pero con los sentidos alerta ya que Cail podría quizá descontrolarse, cosa que no he tenido en cuenta antes de tener esta idea... Pero quizá sea demasiado optimista y, además, hay mucha gente charlando, comiendo y bebiendo, cosa que puede ser buena: si se descontrola, pronto se la reducirá y la podré sacar de aquí; mala: que se arme el caos. A causa de esto no me alejo mucho de la barra mientras limpio las migas y bebidas derramadas en las mesas, los vasos precipitados y quebrados en el suelo, friego dicha superficie resbaladiza aquí y pegajosa allá. Lo malo del sitio es que hace calor, diantre, llevo desabrochados casi todos los botones de la camisa, el pelo recogido mientras camino casi deslizándome sobre el suelo de mesa en mesa, a veces desde la barra a algún cliente para servirle alguna bebida o plato, sin mirar a dicha criatura y en ocasiones teniendo que aguantar la respiración pues algunos no huelen precisamente bien, desde el punto de vista sanguíneo. Estoy frenético, aún noto el efecto de la sangre de la noche anterior, débil pero latente. <<<Y pronto habrá más, si los del torreón comen antes de venir. Y cuando acabe con Cail... ¡A Nubla!>>> pienso, relamiéndome y jugueteando con mi lengua entre los colmillos, mirando en ocasiones divertido cuando algunos se fijan en mi rostro a la par que les relleno las jarras o cuando me permito una especie de veloz danza al ritmo del violín, serpenteando entre las mesas...

En todo el camino hacia la "taberna" no dejo de mirar a mi alrededor, destapando mi trapo para poder ser capaz de reconocer el camino si es que tengo que volver otra vez a ese sitio. Aún no sabía lo que significaba una taberna, bien podía ser un edificio donde se trucaban cosas o una caverna subterránea, pero por fortuna pronto se terminaría esa ignorancia, pronto sabría lo que significaba aquella palabra.

Derrepente nos encontramos en un oscuro edificio de donde oía una música salir volando junto con la entrecortada charla de algunas de las persona que dentro había. Cuando vi que Jack se disponía a entrar en aquel extraño edificio, volví a colocarme el trapo lo más fuerte posible alrededor de mi nariz y boca. De aquella forma los olores me llegarían amortiguados, aunque mi voz llegaría un tanto amortiguado, pero ese era un pequeño precio a pagar si con ello no mataba a nadie.

Seguí al vampiro hacia dentro para encontrarme con un escenario sorprendente. Había todo tipo de extravagantes seres comiendo, bebiendo y oyendo música, creo que hasta vi a algunos bailar en alguna esquina alejada. El olor era muy intenso en aquel lugar, el haber tantos cuerpos tan cerca el uno del otro era... me alegraba el haberme puesto el trapo. Gracias a ello por lo menos no me golpearía con tanta fuerza.

Cuando por fin conseguí pasar hasta una especie de extraña mesa en la que Jack se paró sin atacar a nadie estaba cansada. Era muy dificil controlarme, controlar a la bestia para no comerme a alguien, pero no había venido a eso, sino a por información. Ya habría luego tiempo para comer algo. A Jack le dieron un trapo y, antes de irse, le habló a ser que había tras la extraña mesa, que resultó ser el trasgo que buscábamos. Ahora que volvía a mirarlo, si que veía unos cuantos rasgos similares a mi, pese a que nuestros mundos de origen fuesen distintos.

Al quedarme sola, pues Jack se puso a limpiar la taberna. ¿Por qué lo haría? Bueno, eso no importaba ahora, ya se lo preguntaría después. Ahora debía centrarme en lo importante, mi transformación.

- Asi que tu eres un trasgo, como yo. Bueno no como yo, obviamente, yo tengo escamas y demás, pero en esencia si, ¿no? - le pregunté intentando que mi voz se oyese sobre la música y mi trapo -. Quiero saber todo sobre lo que soy ahora. Si esto del hambre se hace más llevadero o por el contrario hay alguna forma de poder controlarlo. Si somos los únicos trasgos de aquí. Qué es lo que los trasgos podemos hacer... - entonces me di cuenta que no me había presentado, si quería información, no estaría de más presentarme -. Por cierto, me llamo Cai... Dama Gula - me autocorregí antes de poder decir mi antiguo nombre.

Y así comenzó la conversación...

Limpiando, barriendo y fregando sin perder el ritmo de la melodía, me detengo para escuchar la respuesta del camarero, acercándome disimuladamente a la barra. <<<La Biblioteca, ya claro... Que vaya en otro momento entonces...>>> Sigo atendiendo y no me fijo en que el rasgar del violín se ha pausado hasta que Mikk llama mi atención. Me giro y me acerco a él en apenas un instante, tapándole la visión de Caillech y apuntando con un dedo a la silla, digo:
-No vayas a caerte, chaval.-luego sonrío y respondo.-Una novata de Asrena. A ver si consigo que no se coma a nadie de su cosecha... Tienes media cerveza, yo paso de volver a salir, ¿te traigo otra y charlamos un rato?-le propongo, pero no espero a que responda y vuelvo a la barra.

Allí rápidamente digo a Caillech que no volveré a Letargo, que tengo que permanecer aquí porque el sol me daña. Así pues me despido de ella y vuelvo a la mesa de Mikk, trayéndome además una copa de sangre y otra de la bebida favorita del violinista. Rescato y limpio una silla, tomo asiento frente a él y al dullahan y dejo la bandeja en la mesa, después de darle un repaso con el trapo.
-Ale. ¿Y bien? ¿Que nos contamos, Mikk?-inquiro sonriente, mirando sus ojos verdes a través de mi carmesí bebida.