Taberna del Mago Tuerto

Alice

Bastel también respondió a lo de dónde vivir después de esta noche, pero de otra manera. Vi una advertencia bastante merecida en sus palabras, ya que estaba demostrando una actitud bastante despreocupada. Pero solo sería por esta noche, o por esta ocasión. Ya sabía que no estábamos a salvo en ningún sitio, aunque hubiera quienes nos quisieran ayudar de buena voluntad. Cuando terminó de hablar, la onyce araña del techo bajó entonces por un hilillo de sombra y se detuvo frente a su cara. Temí que pasara algo malo, porque también vi el gesto de Bastel con su arma, pero solo habló. Bueno, le habló, pero no le entendería. <<Vamos, no creo, nadie les ha entendido hasta ahora...>>

Para eso estamos nosotras. Para matarla o protegerla—y luego volvió al techo.
<<Qué pesadas con eso... Espera, ¿la ha entendido? ¿Cómo?>>
—Es una de mis onyces—respondí con hastío cuando preguntó. Luego él dijo que era una bruja y sonreí—. Eso parece. Perdón por el susto... Oye, ¿y vosotros, qué sois? Si no es indiscrección.

Menos el de la cicatriz, los demás son asesinos en potencia. Todos, de hecho, incluso el de las uñas largas. ¿Qué más necesitas saber? ¿Quieres que te cuenten cómo torturan a sus víctimas antes de comérselas o prefieres saber a cuánta temperatura te cocinarán?

El tal Valek no quiso hablar de los vampiros, mientras que Bastel preguntó quién me había dicho que había uno cerca. Sin apenas moverme, señalé tímidamente hacia el techo con el índice, sin levantar la mano de la barra. Se me pasaron los nervios rápido ya que el tal incógnita no hizo acto de presencia.

Después, ambos dirigieron unas palabras al compañero que llegó antes. No presté mucha atención pues el supuesto mensaje no era de mi incumbencia. Entre tanto, también se fue el dullahan, y Marsi aprovechó para enseñarme de qué habían hablado en la libreta. No le pregunté por los pensamientos que a veces me llegaban ya que imaginé que el dullahan le habría dicho sobre estos pues habían disminuido desde que empezaron a hablar.

Lo que sí me gustaría saber era si esa habilidad de... proyectarlos se traducía también en poder comunicarse telepáticamente.

—Hm... ¿Te ha dicho si podrás hablar por telepatía? No solo como antes, que fueron pensamientos sueltos... Si no, nos arruinaremos comprando libretas.

Te echarás a perder si sigues con esa dullahan como amiga. Si tan segura estás de que no te matará, al menos cree esto: te acabará robando la cabeza.

Cuando terminó de contarme y de escribir lo último, le cogí la libreta y apunté debajo de lo suyo:
"Sobrevivimos a la criba juntas y sobreviviremos a la ciudad juntas."

Y riendo en voz alta, añadí, mientras se la devolvía, acariciando de paso su mano como por accidente:
—Bueno, y con los demás.
Lo que me faltaba por ver...


Atol

Por un lado, Pablo dijo que prefería escucharlo ya, y por otro se me acercó Bran con una pregunta muy rara. ¿Qué quería, que me sentara con ellos a hablar con las novatas? Pft. Me encogí de hombros ante uno y otro, y acabé respondiendo:
—Es una mala noticia, no quería interrumpir y fastidiaros la noche, además de que no les incumbe—pero acabé levantándome y arrastré la silla hasta el variopinto grupo—. Disculpad, no soy muy hablador pero no es plan que las novatas me conozcan por asocial así que...—me quedé unos segundos sin saber qué decir pero entonces caí en algo—¿Sabéis? Habéis tenido suerte. En nuestra luna —sí, soy compañero de estos tres— la ciudad se volvió loca: se abrieron brechas en el suelo, un gusano gigantesco se abrazó a Letargo y casi lo tira, nos atacaron bichos de todo tipo... Y casi esperaba que sucediera lo mismo, pero aquí estáis, bebiendo de gratis—rematé riendo, y luego añadí, curioso—. Pero... ¿qué fue de los demás? Fui a veros hace un rato y estabais juntos.

La chica del pelo negro intenso fue la que respondió tras dar un largo trago:
—Imagino que seguirán en el torreón. Nosotras fuimos a por información a la Biblioteca y a la vuelta les dejamos un libro. Y ahora estamos aquí, bebiendo de gratis—bromeó—Pero... no te vimos.
—Niebla mágica
—Ah, vale. Creo que volveremos cuando Marsi termine de hablar con el otro dullahan. Sobre lo que dijiste antes, Bastel... Si corremos peligro nosotros... ¿Se aplica a cualquiera? Es que había gente fuera atacándose...

Yo también había escuchado la gresca pero no me había acercado para evitar verme afectado. Por eso respondí a la chica:
—Se aplica hasta a las ratas. Si alguien quiere mataros, lo hará si no le matáis antes. Y vosotras podéis hacer lo mismo, vaya. Lo suyo es tener un buen círculo de conocidos o amigos donde apoyaros.
—¿Ratas precisamente? Vale, entiendo. Pues habrá que ponerse las pilas y aprender lo que podamos.

En otra ocasión me habría callado, pues la pregunta la vería respondida en breves, pero me estaba animando a hablar y, tras rematar la pinta, dije:
—Por cierto, ¿saben lo de los refugios?—y cuando vi que sí, pregunté si sabían ya a dónde irían. Y me respondieron—. Bien. Podrás entrenar con Karime si quieres, Marsi, que es una guerrera del Ejército y vive en la Sede. Hay gente muy buena allí, aprenderás bastante.
—Pues yo espero que pueda aprender igual en Serpentaria—la había visto fruncir el ceño antes de responder, como si pensara en algo. Y prácticamente omitió todo lo que dije de la Sede, pero lo tomé como que se centraba más en su futuro refugio. <<Entonces sigo adelante con lo de mudarme ahora o más tarde?>>
—Seguramente.

—Yo soy un trasgo. Como gente —respondí a la bruja con una sonrisa completamente inocente que contrastaba enormemente con lo que acababa de decir.

Seguí el dedo de la chica hasta mirar a la sombra. «Claro...» pensé, regañándome mentalmente por no haber caído. Seguí mirando a aquel ser con curiosidad unos instantes más antes de bajar la mirada. Me preguntaba si había sabido la transformación de Pablo por la copa de sangre, o si es que de alguna forma había podido sentirlo. Su bruja, claramente, desconocía quién era el vampiro presente, pero eso podía deberse simplemente a que aquella criatura sólo estaba dispuesta a advertirla hasta cierto margen. O quizás sus habilidades tuviesen un tope y sólo pudiese precisar que había vampiros presentes, pero no quienes. En cualquier caso me pasaría por la biblioteca. Sería interesante averiguar más cosas de esas onyces.

«¿Una mala noticia?» pensé mientras sonreía socarrón al libense. Había muy pocas cosas que pudiesen ensombrecerme el ánimo esa noche, y desde luego algo que viniese de una náyade infantil no.

—Oh, sí, nuestra Luna... Desde luego Rocavarancolia nos recibió a lo grande. Todavía me acuerdo del par de murciélagos gigantes que intentó matarme. Y después casi me aplasta una quimera nigromántica de proporciones igualmente gigantescas —lo contaba de forma nsotálgica como si fuese una vieja anécdota que lamentase no haber vuelto a vivir (lo cual, en parte, era cierto).

Le di un par de tragos a la bebida mientras el helión y la bruja hablaban. No me sorprendió lo de la pelea que había fuera: la Luna bombeaba fuego en nuestras venas y nos exigía sangre. Yo mismo no podía evitar un pequeño cosquilleo y deseaba desatarme, convertirme bajo su luz escarlata en la bestia cazadora que era. No me iba a quedar mucho rato. Todo mi ser cosquilleaba y necesitaba mostrarse bajo el influjo de aquella bestialidad mágica.

“Conque bruja de onyces…” Finalmente se sabía la transformación de la chica. En cuanto a qué eran estas, una había aparecido para hablarle a Brann, y aunque no me había alarmado directamente sí que había desplazado mis dedos disimuladamente hacia una runa.

Ya más tranquilo me percaté de que la siguiente pregunta había sido por nuestras transformaciones.
–Yo soy un vampiro, por si la bebida o mis colmillos no me hubieran delatado ya. Tampoco es que lo esté ocultando. El resto de lo que implica mi transformación ya deberías saberlo. Eres humana después de todo– De hecho me hacía gracia que no lo hubiera adivinado ya.

Por su parte el helión ya confirmó que lo suyo eran malas noticias “Por supuesto. ¿Acaso lo dudaba alguien?” Luego se empezó a hablar de la luna anterior, nuestra luna.
–No os quejéis, a mí me persiguió un ejército entero, con su propio "argos" particular... además de toparme también con lo tuyo, Bastel.
Al contrario de lo que hacía ver el trasgo yo ni sentía nostalgia por ello ni pretendía sentirla

''Se supone que tengo que aprender a manejarlo'' explicó Marsi en referencia a la telepatía. ''Pero creo que va a ser difícil''

Marsi deseó que lo que decía el tal Bastel fuese una broma de mal gusto, pero creía haber pasado por encima del capítulo correspondiente a los trasgos en el libro de transformaciones. Lo mismo con el vampiro. No había nada parecido en su cultura, salvo las sanguijuelas y los mosquitos gigantes de las selvas del norte que se decía que se sorbían hasta el alma, y ninguna de las dos opciones le hacía especial gracia. De pronto, Marsi se sintió un poco como las sombras de Alice; desconfiada y a la defensiva, dispuesta a proteger a la humana... pero con mejores intenciones.

Llegó el violinista con un grueso tomo de páginas amarillentas, algunas mal encuadernadas. No tenía título en la portada ni en el lomo. Lo dejó frente a Marsi y esta lo abrió por la primera página, donde comenzaba un prólogo escrito con letra elegante a tinta negra.

''Léelo con tranquilidad, y si tienes alguna duda o necesitas ayuda para acostumbrarte, suelo estar aquí. Y si no estoy, estará Mikk y él irá a buscarle''

Señaló a un hombre de aspecto humano que besaba a una chica similar a Saren que tenía sentada en el regazo. A Marsi le volvió a arder su cara inexistente.

''Gracias, lo haré.'' << En realidad no>>

Se despidió del grupo, insistiéndole a Alice en volver al torreón y rechazando cualquier invitación a bebida. Quería empezar a leer y necesitaba volver a territorio seguro, aunque pronto fuese a dejar de vivir en él.

Saren asistió en silencio a la conversación entre las dos novatas, sonriendo para si, y prestando atención cuando la humana le contestó a su pregunta. No entendía las referencias a vampiros de purpurina, pero le hicieron gracia la reacción de Pablo y el comentario de Bran. Por otra parte, que la bruja preguntara si había algún vampiro cerca era hilarante, pues tenía uno sentado al lado. No le dio tiempo a contestar antes de que Atol hiciera acto de presencia, y al parecer traía noticias de la botica.

El selkie no se esperaba nada bueno, pero prefirió esperar, y secundó las palabras del trasgo, animando al libense a que se les uniera. La conversación continuó, y esta vez el idrino permaneció en silencio, prefiriendo escuchar mientras observaba a la clientela que había en el local. Vio a Mikk con Vivia en el regazo, e inconscientemente apartó la vista, pues aun estaba avergonzado por su actuación en la fiesta de los cuchitrileros y no había encontrado una oportunidad para disculparse con la idrina.

Al final las novatas anunciaron que se marchaban, y por su postura el norteño entendió que algunos de los comentarios de sus amigos las habían alarmado. No era de extrañar, pues no eran precisamente sutiles, pero el idrino no era quien para recriminarles nada. Se despidió de las chicas con un gesto, y no fue hasta que alcanzaron la salida que le vino una idea a la cabeza.
—Disculpadme un momento —les dijo a sus compañeros, poniéndose en pie y saliendo tras las letarguinas.

Ya le había escamado cuando las vio, pero ver caminar a la dullahan con la cabeza bajo el brazo le mosqueaba, pues era como si él llevara su piel a modo de capa.
—Perdonad —las llamó cuando las dio alcance, ya en la calle—. Aun no se tu nombre, chica dullahan, pero tienes una diana pintada en la espalda llevando tu cabeza de esa manera —dijo, llevándose una mano al bolsillo del abrigo y sacando su bolsa sin fondo, vacía en esos momentos—, y no creo que quieras perder los recuerdos de tu cosecha —supuso con una sonrisa amistosa, tendiéndole la bolsa a continuación—. Guárdala aquí por el momento, y ya me la devolverás cuando consigas una para ti.

Bastel era un trasgo... y comía gente. Apenas me inmuté, pues esas palabras chocaban con la actitud amable —advertencias aparte— de la que había hecho gala nada más presentarse... Pero comía gente y lo decía tan tranquilo... Así que instintivamente tragué saliva, pero nada más. Valek resultó ser el vampiro, quien señaló su bebida y sonreí como una idiota por no haberme dado cuenta. Me esperaba una versión rocavarancolesa del Drácula terrestre, así que tuve que aguantarme la risa por la primera impresión de que no daba miedo, pero recordé el sitio donde estaba y dejé las bromas mentales.

—Oh... No me di cuenta... Pensé que sería vino—reí.

Y Saren... se despistaría o no querría responder, por lo que no seguí preguntando.

—Fácil o difícil lo conseguirás, ya verás—respondí a Marsi con seguridad.

El dullahan volvió al poco con un libro para la varmana y tras despedirse de él tocó despedirnos de los demás. Ya iba siendo horita de volver con nuestros amigos y ver cómo les iba. Teníamos que contarles lo de los refugios e ir recogiendo para "mudarnos". Sin embargo, antes de irnos del todo Saren nos alcanzó y le ofreció a Marsi una bolsa para llevar la cabeza. Parpadeé varias veces, pues una cosa era pagar una simple bebida y otra dar un objeto personal así porque sí... Bueno, no tan así, quedaron en devolvérsela. Pero era demasiado... pequeña. <<Espera... Cabe. Cómo... Demonios... ¿Cabe?>>
Seguro que lleva dentro algo para hacerle daño. ¡Yo no me fiaría!

—Jo, qué amable. ¡Gracias!

Ahora sí, de vuelta a Letargo, procurando esquivar la zona donde se estaban pegando antes pero para eso teníamos a las onyces, que nos avisaban de vez en cuando. Las que no, danzaban por el aire a nuestro alrededor, nos seguían tranquilas, hacían burlas tanto a Marsi como a mí... Cualquier cosa, no les presté tanta atención, ¡y es que eran muchas! Cada vez había más, y en ocasiones daba la impresión de que cuando se juntaban, eran más sólidas que por sí solas. ¿Podría darles formas sólidas y usarlas, quizá? Tenía que probarlo... No, lo probaría, en cuanto llegara al torreón y pudiera quedarme un rato a solas con ellas, lo haría. ¡Tenía que hacerlo! Era la noche de la Luna Roja y estaba eufórica aunque me controlase. Pero me sentía como eléctrica, con energías mágicas renovadas y algo más que no alcanzaba a comprender.

Sigue en el Torreón Letargo

Atol
Cuando terminé la cerveza, después de que las novatas se fueran y Saren regresara, miré a mis amigos y me froté las manos.

—Bueno, este es el mensaje: os ha prohibido la entrada a la Botica para siempre. Y parecía ir en serio. Pero, sin embargo, creo que si necesitarais algo podría intentar mediar... No lo sé, pero eso. Lo siento—y era sincero, ya que los productos de Dama Urticaria eran realmente útiles.

Las dos novatas no tardaron mucho en irse, con un libro para la dullahan regalo del violinista. Me habían caído bien, aunque había echado de menos que pusieran una expresión más horrorizada ante mi confesión. «Una pena que la dullahan haya perdido la cabeza» pensé con una risita. En cualquier caso habían sobrevivido a la criba, así que tenían que ser más dura de pelar de lo que parecían. Eso esperaba, en cualquier caso.

Me tomé el último trago del licor y comencé a levantarme, listo para volver a vivir bajo la luz de la Luna Roja, cuando se nos acercó Atol. Recordando que debía darnos un mensaje me volví a sentar, componiendo una expresión de incredulidad a medida que lo escuchaba y acabando por soltar una fuerte carcajada cuando el helión terminó de hablar. Posé la cabeza sobre mi mano mientras la risa se apaciguaba, mordiéndome el labio y negando con la cabeza. «Hay que ser infantil».

—Gracias... gracias por actuar como mensajero, Atol.

Sentía una gran sonrisa de diversión cruzar mi cara. Esa actitud de la náyade era la guinda a lo exaltado que se sentía mi espíritu por la salida de la Luna.

Saren se despidió de las novatas con una sonrisa antes de volver a entrar en la taberna, reuniéndose con sus compañeros en la mesa que estaban ocupando. Atol escogió ese momento para darles las "buenas" noticias de parte de dama Urticaria, y lo que les retransmitió le dejo confundido. ¿Qué lógica había en aquella prohibición? El idrino se había limitado a ayudarla, y no le había replicado a la explosión de mal humor, ¿qué razones tenía la náyade para repudiarle de aquella manera?

El chico negó con la cabeza ligeramente, y se limitó a darle las gracias al helión por las molestias, sin compartir la risa de Bran. No le hacía gracia aquel asunto, pero no merecía la pena darle vueltas en aquel momento, y no pensaba dejar que aquel jarro de agua fría le amargara la noche. Era la primera vez en mas de dos meses que no se sentía miserable, que reía con sinceridad, y que no tenía en mente su encontronazo con los de Gar, tenía derecho a disfrutarlo.
—A la próxima ronda vuelvo a invitar yo, pero mas os vale que vayáis hurgando en los bolsillos —dijo con una sonrisa, haciéndole un gesto al tabernero y pidiéndole cuatro nuevas copas.

La noche avanzó mientras la bebida corría, y poco a poco todos empezaron a achisparse. Atol estaba mucho mas hablador que de costumbre, Bran se mostraba mas alegre, e incluso Saren se permitía reír los chistes de trasgos del nublino. Pablo, simplemente, tenía algo mas de color. Al final se entretuvieron allí, y para cuando alguien propuso ir a hacer alguna otra cosa, ya era demasiado tarde. Era hora de ir a dormir, y después de despedirse de su compañero morados, los otros tres pusieron rumbo a la Sede.

Continúa en la Sede de los Taumaturgos.

Camino de la Taberna fui pensando en cómo conseguir dinero. No sabía nada de qué posibles trabajos podría haber, ni a qué me podría dedicar profesionalmente. Hasta ahora, la única idea para ganar algo había sido usar a las onyces a modo de ladronas, pero estaba bien claro que nos costaría algo así como la vida, la ropa y a saber qué más. <<Habiendo gente que come gente, vampiros, ghouls, monstruos varios... está claro que no quedaría nada de mí si me pillan. O mejor, ¿por qué demonios tienen un cementerio? Podrían tener un buffet en su lugar, con barra libre para vampiros, por ejemplo>> Me hizo hasta gracia la idea.

Además, aproveché para demostrar a mis amigos alguna de las utilidades de las onyces: caminar sobre ellas. Les ordené ir haciendo el camino según avanzaba, arriesgándome un poco, pero fue bien. Por si acaso, apenas fui al principio a unos centímetros del suelo, pero después fui variando alturas.

—Cuando consiga que no os odien tanto, podréis acompañarme.
Oh, sí, sin duda. ¿Les matarás tú cuando confíen en nosotras, verdad? Vas aprendiendo.

Y así llegamos a la Taberna. Una vez dentro, y tras haberme asegurado de que solo una onyce me seguiría, hice lo mismo con Marsi. Eso sí, cuando encontrara al violinista, les dejaría espacio. Quizá hubiera alguien con quien hablar como los tres de anoche.

Nada mas salir de Serpentaria Dhelian tuvo que ordenar a las estirges que revoloteaban y alas que estaba posadas mirándoles que jamas debían atacar a las chicas que le acompañaban. Su orden fue bastante clara y como parecía claro que esas aves eran inteligentes y se quedaban con las caras debían obedecerle.

En el trayecto a la taberna Alice fue mostrando lo que onyces podían hacer maravillando a Dhelian que observaba de reojo a Orgullosa sobre su hombro y a varias estirges mas volando por encima de sus cabezas como una pequeña nube negra. "Son muy obvias, menos mal que no vinieron todas" pensó sin saber muy bien que hacer aun con ellas, el no podía subirse encima de aquellas aves como Alice sobre las onyce y aunque parecían entenderle, no podían comunicarse de otra forma que no fueran con graznidos. "Y son muy cantosas, dicen a gritos: 'hay un brujo con dominio acá' y no quiero eso"

Cuando llegaron a la taberna Dhelian ordeno a todas, menos a orgullosa que seguía sobre su hombro, permanecer afuera hasta que las necesitara y se subió la capucha de la sudadera cubriendo así también a la estirge, pues dudaba ademas que estuvieran permitido los animales allí dentro, que solo medio asomo desde un huequito vigilante y acurrucada.

La imagen de la taberna incluso en pleno día era un poco tenebrosa y podían verse alguna gente sentada en las mesas incluso a esa hora. Dhelian se acerco a Alice con incomodidad buscando con la mirada ese otro dullahan que Marsi decía haber conocido allí.

-¿Veis a alguna de esa gente que conocisteis la otra vez?- pregunto en un murmullo siguiendo a las dos chicas que eran las únicas que habían estado en ese lugar.

Marsi inspeccionó el interior de la taberna buscando al violinista, o a alguno de los veteranos que ya conocían. Los mosntruos presentes apenas alzaban la mirada para ver quien eran, pero no les prestaban atención. Un humano de ojos verdes se acercó sonriente al verles, esquivando mesas, y la dullahan necesitó unos instantes para acordarse de él. Era el que había estado besándose con la chica plateada.

-Me habían dicho que tuvimos a una dullahan aquí la noche de la Luna, y yo me la perdí. Me alegra que hayas vuelto.- fue a tomarla por los hombros, pero Marsi se apartó, por lo que el chico le tendió la mano- Soy Mikk. Tu eras... ¿Marsi? Podeis sentaros, voy a buscar al capullo este.

Marsi quería meterse debajo de uan piedra. Aún le chocaba que los desconocidos la tratasen con tanta efusividad, y que alguien supiese su nombre antes que ella el del otro. ¿Y si todo el mundo acababa sabiéndolo? Cambiar de nombre no tendría sentido. Mikk les condujo a una mesa cerca del escenario. El violinista salió de una estancia cerca de la barra, y recibió a todos con apretones de manos. Hubo una tentativa de abrazo a Marsi, pero viendo que la chica no estaba muy por la labor lo dejó estar.

''¿Vais a tomar algo? Mikk os lo traerá''

-Claro, ahora soy el camarero- se quejó el joven, pero no pareció molestarle demasiado.

''Tengo muchas preguntas'' escribió Marsi. El violinista le señaló la silla, y ella se sentó, sacando su lista de preguntas.

Alguien se nos acercó, directo a Marsi y me envaré, pero en cuanto le habló y escuché me tranquilicé. No le recordaba de la noche anterior pero parecía conocer al violinista. Memoricé su nombre y avanzamos... hasta que el dullahan apareció. En ese momento me alejé un poco y me quedé con Dhelian.

Mira a esta escoria. Deberían adorarnos, no mirarnos por encima del hombro como si fuéramos basura. Y pagarte lo que quisieras, de paso. Si te esfozaras podríamos conseguirlo... Estamos en Rocavarancolia; todo sería más sencillo si nos temieran.

Tenía razón en lo último... Aquí parecía que si te hacías respetar, todo iba mejor. Pero barrí esa idea de mi mente.
—Quieta ahí—luego miré al brugho y le respondí—. Los de anoche no están. Eran... Bastel, Valek y Saren, los tres viven en la Sede, y Skarog que ya le conoces.

Me removí incómoda en el asiento, ya que no iba a poder pedir nada y el trasgo estaba en su derecho de echarnos. Por suerte no estaba apenas lleno, así que esperaba no molestar al haberme sentado. No, realmente no estaba nada cómoda. Para colmo, la onyce seguía susurrando cosas sobre subyugar a esta gente y a toda la ciudad, lo cual sumado a que de vez en cuando captaba miradas hacia nosotros... Mal.

——Pero es que a mí ya me invitaron anoche... ¿Y si... y si esperamos fuera? Pueden echarnos por no pedir nada...—murmuré.

Lo que ha pasado con Lara no me sorprende en lo más mínimo. No tengo muy claro si es su culpa o del que la trajo, si el tipo la advirtió del peligro es su culpa y si no es culpa del cosechador. Niego con la cabeza atiendo a la propuesta de Marsi.

-Por mi genial, así ya sé donde hay que ir para tomar algo en esta ciudad - más animada sigo al resto cuando salimos de la torre.- Agradecería que no hubiera muchas prisas, aún no me sé mover bien del todo.

No hay mucho problema por ello y finalmente llegamos al lugar en cuestión. Entro preocupándome por si no tendré bastante sitio para la cola pero hay poca gente así que me relajo un poco.

Asisto a la escena callada hasta que el dullahan no dice que si pedimos algo.

-Lamentablemente no tenemos dinero así que no nos lo podemos permitir - digo encogiéndome de hombros. En ese momento escucho una voz ya conocida hablar de un sitio que ni me suena.- ¿Qué ha sido eso? ¿Era uno de los mundos como Ulterania o la Tierra? Y quizá sí que debamos salir Alice, no sé yo, el de la barra no parece tener cara de muchos amigos.

Cuando aquel hombre de ojos verdes se les acerco aparte destensarse junto a Alice miro a este extrañado al verle la cabeza en su lugar. el verdadero dullahan apareció y ver a Marsi y este hablando, resulta fascinante . Una usaba el cuaderno para comunicarse y el otro seguramente usaba es forma de hablar en la cabeza que había usado con ellos unos momentos antes.

Y mientras Marsi hablaba ellos tres se sentían un poco fuera de lugar, la invitación, o al menos así la entendió Dhelian algo que paso desapercibido para sus compañeras, no tenia claro si aceptarla. Sabia que eso podía ser grosero pero tampoco es como si hubiese confianza o supiera siquiera que eran lo que servían en ese sitio. Resultaba un poco incomodo no saber si irse o quedarse. Lo que lo mantenía allí era Marsi, ni loco se le ocurriría dejarla sola en la taberna por muy amable que pudiera ser el hombre dullahan no podía decir lo mismo del resto de personajes que había allí.

"Va a costar un poco acostumbrarse al hecho de que somos como todos ellos ahora" pensó observando al chico de ojos verdes cuya imagen no parecía haber cambiado, como parecía ser el caso de Enredo y del tal DL, que tampoco lucia diferente por lo que podía ser un brujo también ya que desconocía su transformación.

El pregón interrumpió su hilo de pensamientos y por una milesima de segundo Dhelian temió que hablaran de su mundo, cosa que solo fue una falsa alarma de su cerebro. Aun así la mención de ese lugar le sonaba vagamente de algo y se extraño tanto como la propia Surasara.

-No recuerdo que hubiese nadie de ese lugar en nuestra cosecha...aunq....espera- realmente ele sonaba de algo, de haberlo escuchado en algún momento aunque no recordara de donde ¿o solo era impreison suya?- No...nada, creía que lo había escuchado antes, debe de ser imaginaciones mías- murmuro bajito antes de prestar atención de nuevo a Mikk- Sobre la invitación....no sabemos que es lo que sirven en este lugar-respondió bajando un poco mas la capucha para que no se asomara la cabeza de orgullosa por el hueco de su cuello. Que aunque se mantenía en silencio el pequeño encierro estaba agobiandola y Dhelian temía que en cualquier momento se saliera de allí y la liara por toda la taberna. "La desplumo...hace algo así y la desplumo" pensó con nerviosismo pues dudaba seriamente que eso fuese a caer bien a los que se encontraban por allí sentados o al propio tipo tras la barra.

-¿Quien ha dicho nada aquí de que tengais que pagas vosotras, señoritas?- dijo Mikk. Con Dhelian cubierto por una capucha y siendo tan joven, no se había preocupado mucho por su sexo.- Aquí el amigo sin cabeza invitó a vuestra compañer a avenir, y tiene que apechugar, y yo acabo de cobrar, así que no me importa ayudarle con eso. Si no me gasto el dinero en alcohol para otros, lo gastaré en alcohol para mi, y eso no es nada bueno para mi salud.- rió.

Marsi habría negado con la cabeza si hubiese tenido, y al ver el tic del violinista se dió cuenta de que él iba a hacer lo mismo.

''Parece que nunca te acostumbras del todo'' Le escribió.

''Lamentablemente no'' respondió este ''Pero no es tan grave''

El violinista fue respondiendo a todas las preguntas de Marsi en la misma hoja, ofreciéndose además a ayudarle a practicar, y enseñarle como invocar a su montura.

''En cuanto empiezas a invocar las armas de tu estirpe, el nombre de tu montura debería venirte. Es lo que debes usar para invocarla''

Marsi pensó en lo que podría ser. Un osogrifo sería ideal.

Mientras, Mikk trataba de darle conversación a los demas, y responder a la pregunta de Dhelian.

-Alcohol, sobretodo. Tenemos una cerveza bastante buena aquí, pero supongo que cualquier bebida de vuestro mundo, aunque mejor que no sea demasiado refinada- explicó. Marsi le pasó su petición, al parecer por recomendación del violinista, escrita en la libreta- Vaya, con que influencias de la Tierra, ¿eh? Pues una cerveza de mantequilla para la dama sin cabeza, y ron para el caballero. Venga, animáos, que no os de corte.- insistió.

De golpe, las voces que solían dar anuncios se hicieron oír en la taberna. Dijeron algo de un mundo totalmente desconocido, y aunque en principio me dio curiosidad y pena —por no poder visitarlo—, lo olvidé rápidamente por tener demasiados mundos que visitar.
—Seguramente lo fuera, Sura, pero ya a saber...

El de los ojos verdes, Mikk, se nos volvió a acercar. Esta vez nos habló directamente a nosotras <<¡Dhelian, la capucha!>> y nos dijo de invitarnos. Me mostré reticente, ya que no me gustaba ir así... Por muy novata que fuera. Las onyces, por otro lado, pensaban bien distinto.
¿Ves? Déjate agasajar, ¡pide lo que quieras!

Iba a explicar a Dhelian lo que había visto servir aquí la noche pasada, pero Mikk se adelantó. Cuando paró momentáneamente, aproveché:
—¿Qué bebéis en Daelicia? ¿Y en Ulterania? Hay que incluir un tour gastronómico cuando visitemos nuestros mundos, ¿eh?—sugerí con ilusión. Mikk reanudó la conversación entonces y mencionó algo que me hizo abrir los ojos como platos— ¡¿Qué?! ¡Yoquierotra!—exclamé, luego tragué saliva y carraspeé—. Ejemperdónperdón, otra cerveza de mantequilla, por favor.

Mi mente empezó a trabajar. Si tenía en cuenta lo fantasioso de Rocavarancolia... más la prueba de que tenían esa cerveza de libro... ¡Tenían que tener otras bebidas de libro! O bebidas locales... que teniendo en cuenta todo lo anterior más la personalidad de la ciudad... sería algo muy, muy fuerte. Y cambié de opinión. <<¿Y si dejo la cerveza, pregunto por eso, y la pruebo de la de Marsi? A ver qué me dice el Ojos Verdes>>

—¡Espera! Eh, Ojos Verdes, ¿y si cambio eso por alguna recomendación de licores o cervezas propias de Rocavarancolia? ¿O es mucho pedir? No sé cuánto vale... Si no, me quedo con la cerve de mantequilla.

Vas mejorando. La próxima sé más directa: "quiero esto ya".
<<¿No sé cuánto vale? Chica, seguramente sea caro, como todo lo fuerte y famoso... Como acepte vas a llegar zombi a casa...>> ¿Pero y si las onyces tenían razón? <<Si cuela, cuela, ¿no? Él invitó>> Ya daba igual, realmente... Lo dicho, dicho estaba. Así que esperé.

-Bueno, en Ibolia no hay mucho alcohol, algunos licores y poco más. Somos más dados a beber té aunque no lo parezca - le respondo a Alice.- Bueno ya que eres tan amable de invitarnos te dejaré elegir mi bebida, pero que sea algo bueno - termino diciendo con un guiño hacia Mikk.

Mientras el chico se va me dedico a mirar curiosa al violinista, se me hace un tanto raro ver una conversación entre dos dullahan. Parece un buen hombre así qeu no me voy a preocupar por Marsi, creo que está en buenas manos.

-Y dime Mikk - le digo cuando vuelve.- ¿A qué te dedicas? Si no es indiscreción claro.