Taberna del Mago Tuerto

Cuando acabo de ponerles en situación con respecto a Caillech, Noel comienza a hablar, mejor dicho, a disculparse, pero no es culpa suya nada de lo que ha ocurrido. Sin embargo no le interrumpo, pues no sé nada de la vida anterior de Caillech y lo que me dice puede explicar lo anterior. <<<Vale...sí, explicaría su comportamiento... Lo tendré en cuenta en el futuro>>> Pero...no, eso sí que no. Miro al camarero y luego a Noel, para luego responderle negando con la cabeza:

-No, no hace falta. Ni disculparte conmigo ni con nadie. No ahora que el ambiente está calmo. Dudo que nuestro camarero quiera recordarlo. Ni él ni nadie. Pero hay que tenerlo presente, lo tendré en cuenta lo que acabas de decir, ya que voy a intentar ayudarla... Pero esa parte depende de ella, no hay entrenamiento por mi parte para eso.-acabo chasqueando la lengua.
A continuación suelto una carcajada por el comentario de la sangre e inclino la cabeza hacia un lado en respuesta a los agradecidos comentarios de Noel y Gael.

Y de pronto, como salido de la nada, aparece... el loco aquel que vino al Burdel... ¿Cómo era? El cambiante, sí, pero tenía un nombre cuanto menos extraño... Malditos nombres. Pero Gael le saluda: Yip. Y sigue loco, no se aprecia cambio en él desde la visita a casa. No puedo evitar resoplar ante la situación: yo esperaba una noche tranquila conociendo a los novatos y que todo marchase bien, pero no solo no empezó bien, sino que ahora viene el alocado cambiante... Esperemos que no se desmadre. Vuelvo a mirar al cambiante en su forma de golem y aprovecho para echar un vistazo a la taberna: mesas sucias, jarras que reclaman ser renovadas y dinero que cobrar. Así pues me disculpo de los demás, doy un letal trago a mi copa y vuelvo al trabajo, como siempre, bailando al son de la voz y música reinantes, ya sea escoba en mano o haciendo malabares con las bandejas. Pero sin quitarles un ojo de encima a los demás.

Yendo de mesa en mesa, pasando por la barra, el trasgo me señala la mesa del fondo, "la" mesa, pues hay otro recién llegado reclamando atención. Me acerco pensativo <<<nunca le he visto, parece de roca pura. Casi recuerda a las gárgolas de catedrales de la Tierra... pero tiene rasgos como Giz... ¿Otro asreniano? Vaya, cosecha de tres... interesante. >>> y el sin vergüenza pide como si esto fuese gratis, como si la taberna fuese caritativa con los novatos. <<<Vale, sí, en Asrenia no saben lo que es una taberna, cierto... Ay, esta de mi cuenta, va.>>> Le traigo la bebida, pero en su lugar algo más suave que lo pedido, no quiero más broncas. Y cuando vuelvo a sentarme con ellos me dan ganas de destrozar algo. La maldita gárgola empieza a preguntar sobre Ewa. ¿Cómo se le ocurre? Miro hacia los lados deseando que nadie le haya escuchado pero al parecer la música es suficiente. Pero aún así, ¿qué pretende? No puede ir por ahí preguntando cualquier cosa sin saber a quién se las pregunta y dónde se encuentra.

-Oye... Sezk, ¿no? Jack. Mira, ni nos conocemos ni nos hace falta, pero yo que tú no preguntaría por...-me interrumpo para mirar en derredor, mas no digo el nombre.- por... lo que has preguntado en cualquier sitio. Solo sé lo que Gael, que es un tema delicado. Y en la taberna no es un tema bien recibido. Y la próxima vez que pidas algo aquí, asegúrate de tener dinero o no saldrás bien parado.-le suelto seriamente, para después levantarme y apoyarme en la escoba. Después liquido mi segunda copa de sangre, me relamo y enseño los colmillos, amenazante-Y ahora, si me disculpáis, tengo que pagar el licor de vuestro amigo. Y por lo que más queráis, que no haya jaleo, no quisiera perder el trabajo.-acabo con tono algo cansado.

Y quizá demasiado rápido para un ojo humano pero sin perder el equilibrio, giro sobre mí convirtiendo la taberna en un torbellino de imágenes, para a continuación seguir limpiando y sirviendo mesas...

Una vez más agradezco a Jack por su comprensión. El señor kaiser propone un brindis, sobre el cual le explicamos que también es una costumbre terrestre, y me uno levantando el vaso de agua. Sin embargo parece que mis compañeros de cosecha no se pueden estar quietos esta noche. Jack no parece nada complacido por la pregunta de Sezk y tomo nota mental sobre ello, no debía hablar de la tal secta en la taberna. Pero eso no fue lo peor. El señor kaiser no pareció tolerar nada bien su bebida y pasó a estar sumido un considerable estado de embriaguez en poco tiempo. Antes de que pudiésemos hacer nada se levantó y fue a la barra a pedir otra bebida a gritos. Me levanté para ir tras él, ya habíamos abusado suficiente de la amabilidad de Jack. El señor kaiser ya habia adquirido un nuevo vaso con más alcohol cuando lo alcancé.
-Eh, señor kaiser, creo que has bebido más que sufici...
No me estaba prestando atención, pues de pronto pareció interesarse por un cliente en la distancia. << Por dios... lo que faltaba>>, pienso aterrado mientras el señor kaiser se dirige hacia el tipo en cuestión buscando pelea.
-¡Eh, eh, eh! - corro para alcanzarle y trato de llamar su atención bloqueándole el paso-. Señor kaiser, vuelve con nosotros, le vas a causar más problemas a Jack. Lo mejor será que volvamos ya al torreón.
Tal y como me daría cuenta más tarde, había sido capaz de correr sin caerme, ya me estaba acostumbrando a mi nuevo cuerpo. Pero en ese momento ni siquiera presté atención al hecho.
Trato de detener al señor kaiser agarrrándolo de los brazos, pero me resulta difícil debido a que es bastante más alto y corpulento que yo.

Jack también se para a responderle al que nos han presentado como Sezk. Después de todo lo que ha ido pasando esta noche en la taberna está ya bastante tenso. Tal vez no deberíamos tardar mucho en marcharnos de aquí. Miro a Jack con una sonrisa que trata de ser tranquilizadora antes de que se marche a seguir trabajando.
El ulterano hace entonces un brindis al que me uno con mi vaso de agua, pensando en lo raro que era eso en la Tierra. Pronto empezó a notarse que el alcohol se le subía muy rápido a la cabeza y lo miré preocupado. Especialmente cuando se levantó y volvió con el vaso lleno de nuevo. ¿No están empezando todos a abusar demasiado del pobre Jack? Y encima está borracho de veras, de pronto empieza a pensar que la gente lo mira mal. Meneo la cabeza. Cualquiera se le puede quedar mirando, a fin de cuentas tiene ojos en todas partes menos en la cara.
-¡Cálmate! -digo entre el escándalo permanente de la taberna, de forma que casi ni se me oye. Por suerte Noel se levanta y va hacia él reaccionando mucho más rápido y trata de pararlo. Desde donde estábamos no podía oír qué le estaba diciendo, pero parecía que de momento había logrado detenerlo.
De pronto empezó a lanzarlo al aire como si fuera un niño pequeño y estuviera jugando con él. ¿Pero qué llevaba la bebida que le han dado? Me acerco a ellos para intentar detenerle pero el ulterano deja de nuevo a Noel y llego a tiempo para oír como amenazaba al otro cliente, y luego se puso a insultarlo y emitir sonidos típicos del idioma de Ulterania. Mientras levanta el puño reacciono deprisa y preparo el hechizo de parálisis para lanzárselo antes de que alcance su objetivo.
-¡Ya basta, Kaiser! -digo al verlo totalmente quieto y aun a sabiendas de que no me puede oír-. Nos vamos -digo volviéndome hacia Noel-, será mejor que no empeoremos las cosas -añado un poco menos tenso.
Hago levitar el cuerpo inmóvil y pido disculpas al hombre que casi recibe su puñetazo. Antes que dar demasiadas explicaciones prefiero ir hacia la puerta inmediatamente.
-Voy saliendo con este, ve a decírselo a los demás -le digo a Noel mintras los señalo-. En menudos líos nos hemos metido... Espero que algún día podamos contarlo entre risas, al menos.
Suspiro y salgo de la taberna para esperar a los demás cerca de la entrada. Miro la estatua humana que levita detrás de mí, deseando que no se gane una expulsión también. Y que el tabernero no nos mire mal a todos cada vez que volvamos por aquí. Y Jack... Ojalá tampoco tenga problemas por todo esto.

Sigue en el Torreón Letargo.

Después de descubrir el interesante mundo de los reflejos de las llamas de las velas en el cristal de las botellas y pararme a contemplarlos durante un rato, decido cerciorarme de que mis compañeros siguen cerca. Giro la cabeza y los veo a todos sentados alrededor de la mesa. Me doy cuenta de que ha ido llegando gente nueva, una especie de hombre de piedra y otra especie de cosa de piedr... ¿Sezk? Abro los ojos como platos y esbozo una sonrisa casi estúpida.

-Amiiiiiiigo Seeeeeeeezk-grito de forma efusiva al tiempo que me levanto y lo abrazo. Coloco mis manos sobre los hombros del ranta y lo miro fijamente a la cara-. Has cambiado mucho-le comunico sorprendido-. Tu transformación me ha dejado de piedra-y después de tal chistaco me echo a reír de forma descontrolada. << ¡Qué gracioso soy, joder! >> me digo a mí mismo mientras palmeo el costado de Sezk entre carcajadas y vuelvo a sentarme en mi silla.

Otra vez allí, decido volver a sumirme en el mundo del brilli brilli de las botellas, alzando los brazos de cuando en cuando para balancearlos al ritmo de la música eléctrica que inunda el local. << La taberna está mejor de lo que pensaba >> pienso sin echar mucha cuenta a los problemas que comienzan a bullir gracias a un Kaiser que se comporta mucho más extraño que de costumbre... << Menudo ejemplo está dando... >> Algo aleatorio y sin importancia me provoca otro ataque de risa, que es rápidamente frenado por un cosquilleo en la gola.

-¡Maaaaaaaaaaaaaaaagia!-chillo antes de escudriñar el local y descubrir al muchiojos flotando en el aire, como una estatua. Me levanto de la silla y me acerco dando saltos hasta el chico fuego-. ¿Te ayudo?-le pregunto en tono divertido y, sin esperar respuesta, hago flotar una silla que estaba libre hasta pegar el asiento de esta contra el culo de toima-¡Mucho mejor ahora! ¿A que sí?-pregunto ilusionado. Cuando veo que Koval se aleja con el Kaiser flotando tras de sí, le sigo rápidamente, intentando que la silla se separe el menor tiempo posible del kaiser.

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Todos se acercan a saludarle. Él no pensó que se pondrían así al verle, aún así, sonrío todo lo que pudo y le estrechó la mano al Káiser.
-Por cierto, ahora mi nombre es Pietro. Kromen Pietro. Y, además, señor camarero (lo siento, no sé su nombre), intentaré devolverle el dinero en cuanto pueda. No soy un gorrón, y siempre... Siempre. Cumplo mis promesas. Hablando de promesas -se giró hacia los chicos-. ¿Sabéis dónde se encuentra la canija? Tengo cuentas que arreglar con ella.
En cuestión de un segundo, Káiser se acerca a otro cliente para pegarle. Pietro hizo ademán de levantarse, pero el chico con el que habían venido los otros le lanza un hechizo de parálisis y lo deja flotando.
Pietro sujetó su vaso y se lo bebió de un trago. No le iba a pasar lo que a Toima y Giz.

Un rato después se acercó un individuo con una máscara gris, casi blanca y se sentó frente a Pietro. ¿Le estaba ofreciendo información, o sólo buscaba un motivo para echarlo o pegarle una paliza?
Se acomodó en la silla, se aclaró la voz y preguntó:
-Bien. primero que todo, debería darte las gracias de antemano, puesto que no tengo moneda alguna con la que comprarle esa información. Sí. Bueno, mi primera pregunta es: ¿quién coño son? Segunda pregunta: ¿cuál es su objetivo? Tercera pregunta: ¿a quién o qué rinden culto?
Miró los ojos de su informador y esperó una respuesta.
-También, estimados aquí presentes tengo el no placer de comunicarles que ahora mismo yo soy un Hijo de Ewa.

El señor kaiser, lejos de escucharme, en cuanto se dio cuenta de mi presencia empezó a parlotear diciendo tonterías acerca de mí.
-Oye, que te digo que tenemos que irnos... ¡Waaah!
El señor kaiser me cogió en brazos y comenzó a lanzarme por los aires.
-¡Para, para! -acerté a decir mientras veía como subía y bajaba varias veces seguidas.
La situación era ciertamente cómica, pero en ese momento estaba tan preocupado por los problemas que le estábamos causando a Jack que no tenía muchas ganas de bromas.
Por fin pareció cansarse de "enseñarme a volar". Pero la cosa no mejoro mucho, porque una vez me dejó en el suelo volvió a cargar contra el cliente. Por suerte Gael apareció justo a tiempo y lo paralizó con magia.
-Buf -suspiré aliviado-. Gracias, Gael, ahora te seguimos.
El cliente al que el señor kaiser había estado a punto de atacar resultó ser un troll que, para mi asombro, se echó a llorar. Me sentí mal por él inmediatamente, parecía muy sensible. Me acerqué un poco dubitativo.
-Per.. Perdona a mi amigo, se ha emborrachado sin saberlo y parece que no tolera nada bien el alcohol. No lo volverá a hacer.
Esbocé un intento de sonrisa y con una inclinación de cabeza me despedí y volví a la mesa donde estaban los demás.
-Vámonos ya...
Giz no se había hecho esperar, de hecho quiso "ayudar" a Gael y se puso a hacer levitar una silla que intentaba a cada poco que fuese pegada al señor kaiser. También estaba bastante borracho.
-Giz, por favor, no podemos llevaros esa silla, déjala ahí.
Para mi alivio me hizo caso. No pude evitar reirme una vez me vi libre de todos los problemas, había que reconocer que la situación tenía su gracia. Me despedí brevemente de Jack y Yip. Sezk acababa de ser abordado por un tipo con máscara que estaba junto al troll así que decidí no molestar. Salí de la taberna siguiendo la figura llameante de Gael y ayudando a Giz a caminar.


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Esperaba que la noche pasase sin problemas, pero cómo no, el ulterano probó la bebida y al parecer le afectó demasiado, pero antes de que yo pudiera intervenir se ocuparon de él Gael y Noel, paralizándole. Y menos mal, si no el troll le hubiera clavado en el suelo, la bronca podría haber alcanzado a los demás y no habría resultado en nada bueno. Y me tocaría limpiarlo. No es que no esté acostumbrado a las habituales peleas, pero luego toca limpiar y reparar el mobiliario. Y no me gustaría tener que limpiar los sesos de los novatillos... Sin embargo, todo acaba arreglándose y al rato se van, no sin tener que intervenir de nuevo porque Giz quería llevarse una silla. <<<¿Para qué demonios quería la silla? Diantre... A ver si les sirve de experiencia y tienen más cuidado la próxima vez que vengan. Y ahora... Ah, vale, aun quedan Yip y Sezk. Y...>>> veo cómo el troll y su compañero, poco habituales y apenas conocidos para mí, se acercan a la mole de piedra que es Sezk. <<<¿Qué querrán de un novato? Espera... ¿No le habrán escuchado preguntar acerca de Ewa? Maldito sea... Allá él y su vida>>>

Así pues sigo trabajando siempre al ritmo de la música y con la camisa abierta a causa del calor reinante. Sin embargo, la curiosidad siempre puede conmigo de tal forma que, casi sin quererlo ni afirmarlo en mi interior, doy varias pasadas cerca de la mesa de Sezk, por si pudiera escuchar algo interesante. Pero la distancia de tiempo entre cada paseo pretende que no se percaten de mi presencia quizá sospechosa. Y tampoco le quito ojo de encima a Yip, que sigue en la taberna y no sé siquiera si tiene dinero ni qué va a hacer. Solo espero que su locura no le domine, porque de ocurrir... No me inmiscuiré, solo he tenido pocas palabras con él y vino aquí por voluntad propia. <<<Dijo que vivía en el faro... Hace mucho que no voy por allí, podría ir alguna noche de estas y llevarme una botella a la parte alta del faro>>> Y cómo no, el pensamiento sangriento me hace retornar a la barra en contadas ocasiones para llenar mi copa, aumentando con cada trago el éxtasis acompañado de música, el enrojecimiento de mi torso desnudo y la velocidad de mis movimientos.

<<<Y en cuanto anochezca de nuevo... ¡A Nubla! Ya está bien por ahora de dedicarse a los novatos, quiero explorar el planeta y comprobar la idolatría de los nublinos. A ver si pudiera sacar provecho de sus habitantes, ya sea en sangre o en otros aspectos. Pero con calma, no quiero llamar la atención del Consejo...>>> Sigo limpiando mesas y suelo, recogiendo vasos y platos entre vorágines de mi cuerpo danzante, a la espera del nuevo anochecer, de tal forma que los pensamientos y planes de Nubla van nublando mi curiosidad por la charla de Sezk y el otro, alejándome de ellos y no volviendo por su mesa...

Alicia Pyro entró en la taberna. Era un buen sitio para conocer gente, aunque iba tensa como un palo, y tenía pinta de ir a pegarle al primero que decidiese dirigirle la palabra. Se había maquillado: los labios rojos, y rojo por encima del ojo hasta la ceja, desde el lado de la nariz hasta el final de la cara, y rojos dos especies del comillos en los pómulos. Vestida enteramente de distintas tonalidades de ese color y con su cabello rubio suelto por primera vez en mucho tiempo, Pyro parecía la llama de una vela.
Se sentó en una mesa individual. Había algo de agua derramada sobre ella, unas pocas gotas en realidad. Jugueteó con el agua, pintando dibujos irregulares sobre la superficie de madera. Al fin se relajó un poco. Solo un poco. dejó caer los hombros y apoyó los codos sobre la mesa y la cabeza sobre la palma de sus manos. No parecía aburrida, sino perdida en algún pensamiento lejano y poco agradable. Sus labios se torcían poco a poco en una mueca de disgusto.
Sin dinero con el que pagar una copa o algo con lo que llenar el estomago, permaneció allí sentada. el plan era conocer gente, pero Pyro no se había acercado a nadie para hablar con simpatía o sonreirle con encanto. Tampoco tenía intención de hacerlo. El plan era conocer gente. Pero el plan no coincidía con su humor ni con los despojos de su personalidad poco sociable e introvertida. Así que solo esperó. No sucedió nada ¿que iba a suceder? y salió de la taberna malhumorada.

Al día siguiente la misma mesa continuaba vacía. Se sentó y echó un vistazo alrededor. Solo una masa de gente al azar, cada cual mas llamativo, y precisamente por eso, mas facil de ignorar en aquella cacofonía de seres extraños y conversaciones ajenas. Pero al contrario que la primera vez, alguien la sorpendió acercandose por su propio pie a ella. Era viejo, de aspecto humano, con barba raida y cejas más pobladas que su cabeza. Dejó una copa de color ambar a su lado y el llevaba una ya medio vacía que se apresuró en vaciar.
- Dos días seguidos en la misma mesa. ¿Eres alguna clase de maniatica?
- No.- respondió mientras olisqueaba la bebida. Olía tanto a alcohol que la depositó de nuevo en su sitio sin probarla.
- Pues yo sí. Me declaro culpable. Ahora desaloja esa silla.
Pyro bajó de la silla en mitad de la sorpresa y se giró hacia la salida.
- NO, no muchacha. Ven, agarra una libre. ESTA es MI silla y MI mesa, pero no significa que no puedas sentarte en cualquier otra silla y tener una conversación conmigo. Eso sería tremendamente descortés por mi parte. Yo soy muy cortes. De hecho, ayer te vi y te dejé sentarte. Pero ese tipo de ofertas no se repiten siempre.
-No te recuerdo de ayer.
-Porque no te fijaste.

Aun atónita, no se dio cuenta de que hacía lo que el viejo le indicaba y se encontró teniendo una conversacion con él. Se presentó a si mismo como Galimatías, y le explicó una cosa o dos. Al final tampoco se dio cuenta de estar bebiendo el primer sorbo de aquella bebida. Aunque ciertamente lo notó bajar por su garganta. Tosió y cerró los ojos y cabeceó como si quisiera quitarse esa sensación de calor que le quemaba la garganta. El viejo se río, indicó algo a un camarero y en poco tiempo tenía una copa idéntica en la mano. En menos tiempo aún, la copa estaba nuevamente vacía.
- Si yo tuviera que conseguir algo, pero no pudiese por mi propia mano... ¿que crees que debería hacer?- preguntó en un momento de la charla. El viejo le miró raro.
- Te refieres a robar algo.
- A recuperar algo- replicó taciturna mientras le daba otro sorbo a la copa. esta vez, el calor le resultó reconfortante.
-Pues hay alguien que es conocido por hacer esas cosas de maravilla. No se si se puede contratar, no es mercenario, solo ladrón. ¿Y por qué aceptar oro por trabajar cuando puedes coger oro y punto?
-No tengo oro ninguno con que pagar.
-Peor me lo pones, pero ya lo conseguirás. Tu quedate con el nombre. Se llama Fistar, la Sombra. No sé como encontrarle, y ni siquiera sé si es posible verle de día. Pero hay algun que otro mercader que es amigo suyo... quizás si te dedicas a meter las narices hasta en la sopa acabes por encontrarle.
-¿y de que me sirve encontrarlo si no tengo dinero?- dijo molesta.
- Dinero, dinero... que pesada eres muchacha. ¿eso es todo lo que te preocupa? Yo te he invitado a esa copa, terminatela y dejate de miserias.

Ya no hubo manera de sacarle información sobre Fistar o algun medio por el que conseguir el dinero, así que se despidió escuetamente de Galimatías y se fue.
Miró hacia atrás y en vez de Galimatías, una especie de pájaro escamoso estaba tomando una copa en la mesa. Quizás la bebida le estaba haciendo efecto. Se fue de allí confusa y con la cabeza en el nombre de Fistar como si fuese una plegaria.

Nota: es que Galimatías era un cambiante. cambia de forma cada noche para que no le molesten, pero usa siempre la misma mesa.

Vac enfilo la calle de la taberna del Mago Tuerto chapándose los dedos, saborenado los últimos restos del aperitivo con gesto ausente. Hizo una bola con las algas que habían envuelto su tentempié, y las calcino con una llamarada negra. No había prestado mucha atención a donde ponía los pies, por eso se sorprendió un poco al escuchar el barullo que salía del local, pero no dejo pasar la oportunidad entro en la taberna, dispuesto a beber un buen trago.

La estancia estaba tal y como la recordaba, algo oscura y llena de gente. Podía ver el polvo flotando en el aire a través de los rayos de luz que salían de las lámparas y las velas dispuestas por el local. El camarero que estaba tras la barra era el mismo trasgo bajito de siempre, la mayoría de las caras del local le sonaban de alguna visita anterior. Se encamino a la barra echando un vistazo a su alrededor, mirando a los ojos con una media sonrisa, a todos aquellos que le observaban en silencio. Al llegar a la barra llamo la atención del camarero y cuando el trasgo se acerco, sin dar muestras de reconocerle, le pidió una botella de “Fuego de dragón dorado”, un licor echo con unos extraños arándanos dorados que crecían en cuevas bajo las que había bolsas de magma liquido, y que tenían un característico dulzor que abrasaba en la boca.

Puso el dinero en la barra y se llevo la botella, tallada en piedra con relieves de oro, a una mesa vacía, algo apartada. Se sentó, entrecruzando las piernas extendidas de forma despreocupada, y se sirvió un vaso. Alzó la mirada y ofreció un brindis a todos los que le seguían mirando fijamente, haciéndoles perder todo el interés en él, y dio un trago largo, dejando el vaso de nuevo en la mesa.

El ambiente, algo apagado, se animo un poco a su alrededor, y el chico alzó la mirada, buscando el origen del jolgorio, para topar con el violinista descabezado que subía al escenario. Parecía que iba a empezar la función. Vac sonrió ampliamente, mientras el humo del licor se escapaba entre sus dientes, y se sirvió otra copa, dispuesto a pasar un buen rato escuchando al dullahan.

Cuando el violinista empezaba a tocar, algo choco contra Vac, amenazando con tirarlo de la silla. El chico se sujeto a la mesa con las manos, estabilizándose y evitando que la botella cayera. Alzó la mirada, ensombrecida como advertencia, esperando encontrarse a alguien con ganas de pelea, pero al ver a la chica vestida de rojo que había frente a el, comprendió que había sido un accidente y suavizo su expresión, regalándole una amplia sonrisa. La muchacha debía de tener unos 17 años, uno menos que él. Iba ataviada con varias capas de ropa roja, y su cara estaba decorada con un maquillaje que combinaba los colores rojo y negro.

-Oh, no ha sido nada. Mi nombre es Vacuum, pero puedes llamarme Vac –se presento el chico cuando la muchacha se disculpo-. ¿Y tengo pinta de ser un cachorro? –pregunto sonriente cuando escucho la última frase de la chica.

Se miro las manos y puso los ojos en blanco, se le había olvidado deshacer el hechizo que le daba el aspecto humano, ahora mismo presentaba la apariencia de un chico de 16 años, la misma que tenía cuando llego a la ciudad. Tal vez por eso le habían mirado tan raro cuando entro.

-Discúlpame –dijo Vac, sonriendo de nuevo-, se me ha olvidado deshacer un hechizo –expllico.

Dicho esto, el chico hizo un gesto con la mano izquierda, y la ilusión empezó ha deshilacharse. Su piel se oscureció, reflejando un poco la luz de la estancia; el rojo sangre rompió la monotonía azabache de sus cabellos con los ya habituales reflejos; sus dientes se afilaron y sus uñas se tiñeron, de rojo también; el blanco de los ojos desapareció, sustituido por un verde bosque, y las pupilas fueron tragadas por el verde claro de los iris; por último, sus alas rojas aletearon, liberadas del hechizo por fin, y el muchacho aumento de estatura.

-Esta es mi verdadera forma –explico a la chica de rojo con una sonrisa impoluta, mientras se sacudía un poco de polvo rojo de sus ropajes negros-. ¿Quieres tomar algo? –le propuso, ofreciéndole asiento a la mesa y un vaso del licor dorado que estaba bebiendo él-, me ha parecido entender que conoces a Adara; ¿cómo le va la vida?... aunque mejor que sepa antes tu nombre, ¿no crees? –concluyo con una risa sincera.