Antiguo Mercado

Al principio Shizel había dudado en acercarse, preguntándose si no sería mejor que ocultase su condición haciendo uso de un hechizo térmico como el de la noche anterior. Sin embargo un vistazo preliminar a la multitud le informó de que entre aquella marabunta de seres tan dispares con toda probabilidad él apenas llamaría la atención.

El sofocante laberinto de puestos y tenderetes se le echó encima, pero también la sensación de "civilización" de la que se había visto privado toda la cosecha. Ofertas, ingresos, demandas y repuestos: era el lenguaje con el que había crecido, aunque en aquella ocasión lo oyese de labios de vendedores varios en lugar de impreso en cuadernos de cuentas.

Recordó el consejo que había dado a RR en su momento, y decidió aplicárselo. Sin preguntar nunca por nada, fue fijándose en qué cosas de Idris tenían más demanda en el mercado, y en su abundancia relativa entre la oferta. Por el camino miles de otros objetos le llamaron la atención, y empezó a plantearse hacer una visita fugaz a su mundo de origen, antes de su regreso definitivo, con el único objeto de obtener bienes que intercambiar por dinero allí. Había muchas cosas que deseaba comprar y que en ese momento, por mera formalidad, no podía. Shizel no estaba acostumbrado a la sensación de tener algo delante y no poder conseguirlo inmediatamente, así que cuando veía algo que le tentase se apresuraba en alejarse antes de sentir la frustración bulléndole en la garganta.

Todos aquellos días solamente había salido en compañía, y se le antojaba liberador vagar de un puesto a otro sin vigilar si perdía de vista a nadie.

Aparte de Saren, Shizel llevaba meses sin ver otra cara idrina. Una bonita, además. Y no se le escaparon los detalles, como la cola y la piel rojiza, que marcaban a su acompañante.
-Sí, lo soy- dijo mirándolas con curiosidad. El término "supervivientes" no le trajo buenos recuerdos, pero no hizo alusión a él-. Encantado. ¿Vosotras salisteis de otra cosecha?

>>Shizel- respondió a la pregunta de Ariven, sonriendo un poco incrédulo ante sus siguientes palabras. Miró a Vivia alzando una ceja-. ¿Y a qué se debe ese interés?
"¿Había gente observándonos?" El pensamiento no resultaba tranquilizador.

Shizel solía estar en el lado opuesto de las invitaciones, pero eso no impidió que aceptara de buen grado la oferta de Vivia. Soltó una carcajada cuando la idrina se le colgó del brazo, sorprendido por lo espontánea que parecía ser. "Debe de llevar tiempo aquí... Esta ciudad cambia a la gente."

Dejó que ella le guiase adonde fuese sin hacer ademán de deshacerse de su contacto. No estaban en Idris: nadie iba a leer entre líneas aquellas confianzas.
-Empezamos siendo muchos... luego hubo gente que se marchó, y gente que murió, sin más- rememoró sin dar muchos detalles, esperando que Vivia hiciese preguntas menos pesarosas de responder. La mención de la magia le subió los ánimos.

-Sí- corroboró, sonriendo con manifiesto orgullo-. Vine aquí para buscarla, y me la dieron. Llevo desde que llegué practicándola y ya no me imagino sin ella.

El día después del entierro y de la despedida de Nasher me dirigí al burdel para hacerle compañía a Wedn. La britanica y yo estuvimos largo tiempo pensando en cosas muy oscuras y divertidas para Noel. Ya no era solo mi pequeña diversión particular , sino que la apuesta se había convertido en una pequeña vía de escape para que Wen no pensase en su situación.

Hice varios viajes con la lista de elementos al mercado en solitario. Acompañado únicamente por mis figuras de arena y mi buen humor al imaginarme nuestros planes llevándose a cabo. Y siendo como eramos, se acabaría realizando tal y como lo planeábamos. Los primeros días de búsqueda de telas y demás utensilios no fueron de mi agrado. Ya sea por el mal estado del material que los mercaderes intentaban meterme por los ojos muy insistentemente o por mis formas de intentar buscar a alguno de los malnacidos de los atacantes para informar a los chicos cuanto antes.

Cada vez que encontraba algo de lo de la lista intentaba hacer que los mercaderes me lo dejasen por un buen precio. Muchas veces conseguía lo que me proponía pero un par de ocasiones tuve que dejar un par de buenas piezas al no llegar a un acuerdo con los comerciantes. Mis días se concentraron en la misma rutina de siempre. Por las mañanas solía salir al mercado a buscar los elementos acordados con Wen. Las tardes variaban según lo productivo de la mañana. Si encontraba algo se lo llevaba a Wen procurando que Noel no se enterase de nada haciendo autenticas filigranas para pasar el contrabando a la habitación de la chica sin que se coscase de nada el draco. Cada vez que estaba con ella intentaba animarla con alguna historia de mi día o jugueteando con su lobo creando replicas de él tal y como solía hacer con Odín hace ya un año.

Si no encontraba nada en el mercado solía irme a la torre a practicar en mi cuarto con el libro que Biblios me encontró. El control del tiempo me esta costando muchísimo mas de lo que yo esperaba. No solo por la concentración que tenia que ponerle, sino por acostumbrarme a las distorsiones temporales al pasar de fase. Las tardes podían pasar tan lento que parecía que había practicado cuatro días enteros, al igual que pueden pasar tan rápido como una sola hora. Achacaba mi ineptitud sobre algunos trucos a mi forzada transformación dejando de lado algunas practicas que considero imposibles de realizar para mi.

Esta mañana me he levantado rápido al tener muchas cosas que hacer en el día. Me adentro en el mercado buscando la tienda de las hermanas ganga que por alguna razón han estado cerradas durante toda la semana. Las mujeres parece ser que han salido a aprovisionarse de nuevas mercancías por lo que parece deducirse por la cantidad de cajas en la parte exterior de la tienda.

Saludo a las hermanas que me reciben con una media sonrisa. Al preguntarles que les ocurre me comunican que una de las criaturas que les cambié por la ropa de la fiesta ha quedado espachurrada al caerse le una caja encima. Les doy el pésame y les entrego una copia de la lista para que encuentren los pocos elementos que faltan por encontrar.

Las mujeres tras mirarse entre ellas acaban aceptando mi petición cuando del interior de mi capucha la voz de Noel sale despedida de sus profundidades. De la capucha salen unas patas largas arenosas adheridas al intercomunicador que me dieron en los acantilados. Con mi nueva mejora podría pasar por una tarántula de arena con cuerpo metálico. Escucho el mensaje del draco con atención y al acabar me despido rápidamente de las mujeres poniendo dirección a la torre.

La reunión fue bastante productiva al tener la información de Circe sobre el hombre pantera. Tras acabar teniendo un plan medianamente confeccionado para encontrar y atrapar a uno de los mal nacidos. Tras despedirme de los chicos me acerco a Wen y le guiño el ojo agarrándome a su brazo hablándole al oído. -He dejando en buenas manos nuestro asunto cariño. En cuanto tenga noticias vengo a por ti y nos vamos al mercado a terminar esto ¿Vale? Te va a encantar lo que se me ha ido ocurriendo de todo lo que he visto por alli. Se que siempre de digo lo mismo pero como salga todo como me lo imagino en la cabeza nos vamos a estar riendo años de esto. Y con suerte el consejo no pedirá nuestra cabeza.-

Sigue en la Plaza de los Colaespina.

Tap había tenido que abandonar la taberna la noche anterior. Se había apuntado porque sonaba ligeramente divertido, pero se encontró con que tenía intolerancia a la enorme cantidad de follacardos que se abían reunido en un mismo punto. Acabó practicando con las runas toda la noche y no pudo evitar dar vueltas a la idea de que seguía necesitando un cuerpo donde meterse. Y algo para hablar, a ser posible.  La idea de encontrarse con un veto tan grande como el habla a la hora de realizar hechizos comunes le resultaba un auténtico incordio, del tamaño de Atol o incluso Serokrai. Lo cual era mucho decir.

No había vuelto mucho por el mercado tras ver que una vez se reinstauró la normalidad tras el incidente de la luna, robar se había vuelto mucho más complicado. Él tampoco tenía paciencia para elaborar planes de robo. Ahora sobrevolaba la ciudad con un saco de bagatelas viejas, de las que había sacado de los barcos y otros lugares. Cabe puntualizar que Tap era el saquillo y que, por cierto, iba flotando sin más entre la multitud. <<Necesito una tienda de peluches o algo...>> pensó distraído mientras avanzaba. Obviamente tenía su truco, la tela estaba cubierta de runas paralizantes.

La única razón por la que Tap no estrelló el saco contra la cara de la muchacha azulada fue porque había caído a tiempo en lo que podría ser. El pájaro que iba con ella era de madera y eso despertó en el poltergeist una esperanza semienterrada: conseguir la ayuda de un demiurgo. Había leído sobre ellos, pero para su desgracia, el resto de transformaciones en su cosecha fueron grandes cardos borriqueros. No como la de la chica que tenía delante.

Intentó saltar al interior del pájaro, que era sin duda más manejable (y estaba menos atestado de runas) que su bolsa, pero se dio de bruces contra la mala suerte. Por la razón que fuera, no podía poseerlo. <<La madre que parió al racimo del que se cayó la uva pasa esta de mierda>>. Tuvo que volver al saquillo y sacar de ahí una tiza. Seguidamente la golpeó con ella en la cara, con suavidad, y cuando tuvo su atención, escribió en el suelo:

"Necesito tú ayuda para conseguir un cuerpo".

Tap suspiró internamente ante su pregunta. Era gigante, tampoco podía esperar una deducción lógica destacable. Siguió escribiendo.

“Me llamo Tap. Soy un poltergeist. Incorpóreo. Poseo objetos. Apenas puedo hacer solido mi cuerpo. Mira”.

Salió de la tiza y concentró todas sus fuerzas en hacerse ver. El repoblador apareció en el suelo durante unos segundos antes de volverse translúcido. No le gustaba demasiado confiar en una giganta para esto, pero no le quedaba más remedio. Era eso o continuar poseyendo tizas y bolas.

“Pon las manos” escribió Tap en el suelo ante la pregunta de la chica. Una vez la chica le hizo caso, virtió entre sus palmas todo el contenido de su bolsa: un puñado de joyas viejas y en mal estado. Tap no estaba seguro de si eso sería suficiente, por lo que continuó escribiendo algo de lo que probabemente se arrepentiría: “Si eso no te vale, ¿necesitas algún ayudante?”

Ofrecerse gratuitamente a alguien de su calaña le habría provocado arcadas, de tener el tipo de cuerpo que las sufre. Se consoló pensando que era totalmente necesario recurrir a ello y que tan solo era una estrategia inteligente para conseguir lo que quería. El consuelo solo funcionó a medias.

Tap resopló. No estaba seguro de cuanto le molestaba que hubiese aceptado lo de aprovecharse abiertamente de él. <<Esto es por una buena causa>>. Y solo por eso tenía pase.

"Hecho. Dime qué quieres".

Lo bueno de todo este asunto es que Tap llevaba tiempo queriendo hacer una incursión y, justo ahora que por fin podían ir sin andar lamiéndole el culo a los veteranos, tenía la excusa perfecta.