Antiguo Mercado

Kudryavka

El hechizo de impacto que habia conjurado el vánara golpeó al guardia que estaba más cerca en el pecho, impulsandole hacia atrás hasta hacer que se estrellara contra un montón de jaulas vacias. Aunque habia sido un golpe duro, las protecciones de este le habian salvado de la mayoria del daño.
El segundo guardia ya lanzaba su hechizo, un rayo de apariencia peligrosa, apuntada directamente hacia la cabeza del ruso. Kudryavka desconocia de aquel hechizo y no tenia intención de hacer de cobaya para descubrir sus efectos. Algo aparatosamente, dobló la espalda hacia atrás, dejando que el rayo se estrellase en una pared donde creó un gran boquete.

Alarmado pero con la mente más clara que nunca, el ruso reafirmó a la cria de mono que agarraba su cola con fuerza, como le dictaba el instinto y entonces echó a correr en un sprint a cuatro patas. De tener la cola libre, sin el peso extra de la cria, el joven vánara estaba convencido de que podria haber hecho una finta y habria podido eludir el enfrentamiento con el enemigo, pero la situación no le favorecia. El guardia zarandeó el arma en diagonal, apuntando hacia el mono peludo que pretendia zafarse de él, obligandole entonces a retroceder. Muchos de los golpes eran extremadamente precisos y Kud se llevó un par de cortes menores y algún que otro más profundo, pero logró evitar cualquier tipo de daño vital o a su movilidad.
Gracias a la distracción de Keiria vió una abertura en la guardia de su oponente y, apoyando sus nalgas en el suelo con una grácil voltereta, descargó una potente patada doble a la base de la mandíbula de su enemigo, elevandole en el aire unos centímetros antes de que cayese contra el suelo.
Poniendose a cuatro patas de un salto de nuevo, echó a correr, a la par que Keiria. El comerciante habia sacado una ballesta pero para cuando quiso abrir fuego, los dos neotransformados ya habian salido al exterior del mercado y ahi habian seguido corriendo, mezclandose con la multitud, arrastrando el jaleo que habian causado bastantes metros más adelante.

Para cuando estuvo claro que ya no les seguian, algo alejados del mercado, el ruso alcanzó a la cria en su cola y la tranquilizó, lanzandole un hechizo para hacerla dormir y otro para limpiar la mugre que se habia adherido a su pelaje. Entonces fue cuando la ulterana procedió a regañarle. Escuchó, intenando aunar paciencia.

>> No, si en verdad me lo merezco.

El vánara gesticuló una pregunta sobre si ya era su turno de responder, no queriendo interrumpir a la chica, para finalmente ponerse a hablar.
-Si, soy un descerebrado. Si, eso de antes ha sido muy imprudente. Y no tengo ni una sola excusa por haberte involucrado. Ni tengo palabras de disculpa suficientes y estoy profundamente en deuda contigo por haberme ayudado pero...-vaciló, antes de dirigirle una triste mirada a la cría que todavia murmuraba en sueños.-No podia irme de ahí sin ella.-terminó por decir, con cierta debilidad.

Por suerte, el encanto natural de los bebes hizo mella en el ceño fruncido de la kitsune y esta acabó cejando el asunto, provocando una bucólica risotada en el chico. A continuación, la pelirroja le preguntó sobre que planes tenia con la cría, lo cual pilló bastante desprevenido al ruso.

-¿¡E-Eh!? ¿¿No vas a ayudarme??-preguntó, mientras sus ojos se abrian con horror.-¡Y-Yo no se cuidar de bebés! ¡Ni siquiera se cuidar de mi mismo!-exclamó, alarmado, señalando las numerosas heridas que entonces le cubrian el rostro y brazos. Jamás habia cuidado de nadie más. Mil dudas se asomaron a la mente del vánara que bien pronto se veia asesinando por accidente a aquel cachorro. La imaginación del ruso se fue a otros lugares y tras visitar los siete infiernos buddhistas, el aprendiz del estilo del mono volvió en si, arrancado de sus delirios por lo último que habia dicho la ulterana.-¿Esconderlo? ¿Por qué? Vamos... No pensaba llevarla en volandas como si fuera un trofeo pero... ¿Tanto como esconderlo?-

Quizás era por la naturaleza del ruso que preferia no pensar mal de los demás, pero aquello le habia descolocado un tanto. No era capaz de vislumbrar un motivo por el cual la ulterana creia que fuera necesario. Lo atribuyó a su propia idiotez íntegra y se hundió de hombros.
-Bueno, en todo caso, somos cómplices de su rescate. Deberiamos ponerle un nombre. A ver...-dijo y con gentileza levantó a la cria hasta ponerla por encima de su cara. Escudriñó con la mirada la entrepierna de la cria durante unos breves segundos.-No veo pito asi que tiene que ser una chica...-informó a la pelirroja.-¿Qué te parece Zira?-planteó con con una radiante sonrisa queriendo meter aquella referencia a la cultura pop en el nombre de la criatura.

>> Aunque no es un chimpancé, eso seguro...

Kud se alteró cuando le preguntó sobre sus intenciones para con la cría y, para su sorpresa, le salió con algo que la ulterana no se esperaba para nada.
—¿Ayudarte? —preguntó a su vez la pelirroja, mirando al vánara con expresión confundida—. ¿Qué te hace pensar que yo si se cuidar de un bebé? —inquirió con expresión alarmada, echando a caminar en dirección a la Sede.

Era una locura, no había cuidado nunca de algo tan pequeño, y solo de imaginarse sosteniéndolo en brazos se le hacía un nudo en la garganta. Ella estaba acostumbrada a los mecanismos y a las maquinas, los niños y cachorros no eran lo suyo. ¿Como se suponía que había que alimentarlo?, ¿qué había que hacer con él? Algo tan complicado tenía que venir con manual de instrucciones, pero no lo veía por ninguna parte.
—No se —masculló indecisa. Había sido cómplice directa en su liberación, sin embargo, y en el fondo no podía negarse—. Bueno, está bien, te echare una mano... pero sigo pensando que es mejor esconderlo los primeros días. Es demasiado llamativo —aclaró, señalando su pelaje dorado.

Este resulto ser esta, y con el nuevo género en mente el nombre le parecía bastante apropiado. Sonaba bien, tenía fuerza y a la mona parecía gustarle. Era perfecto.
—Me gusta —opinó con una sonrisa, extendiendo el brazo y rascando la coronilla de la criatura—, y a ella parece que también —añadió cuando la susodicha empezó a hacer ruiditos que recordaban a una risa—. ¿De donde has sacado el nombre? —se interesó, muy consciente de la tendencia del chico a buscar referencias en la cultura de su planeta.

De vez en cuando Keiria echaba un vistazo a sus espaldas, preocupada por si alguien les seguía, pero hasta el momento nada había activado sus alarmas, y con la Sede a la vuelta de la esquina prácticamente ya estaban a salvo.

Continúa en la Sede de los Taumaturgos.

Kudryavka

El ruso accedió a lo de esconderla los primeros días asintiendo con la cabeza. Aun no se le ocurria alguna manera de esconder una cría de mono de manera efectiva, pero estaba seguro que ya encontraria alguna solución. Habiendo visto a las crias de monos antes, sabia que por delante tenia una tarea un tanto dificil, pero al no encontrarse solo en ello, esperaba que fuera más fácil.

Fue entonces cuando la ulterana preguntó por la procedencia del nombre. Y el ruso soltó una risilla nerviosa a modo de primera respuesta.

>> ¿Como de mal me juzgaria si le digo que de ser chico le habria llamado Dr.Zaius? Si, el Dr de "Doctor" incluido.

Cabilando unos instantes, el aprendiz se puso a canturrear en su cabeza.

>> Hehe... Dr Zaius~ Dr Zaius~ Dr Zaius~ Dr Zaius~ Dr Zaius~ Dr Zaius~ Oh~! Oh~! Dr Zaius~!

Por otra parte, Keiria seguro que no sabia sobre El Planeta de los Simios entre otros peliculones, asi que tuvo bastante más soltura al pensar que ser sincero no le acarrearia más que un "Ahm..."

-Es... ¿Como decirlo?... Un personaje de ficción, de una peli MUY IMPORTANTE, que es una cientifica y aparte de eso es un simio ultra inteligente. Y ayuda a los humanos.-acabó por contestar con otra risilla nerviosa.

Entonces pusieron rumbo hacia la sede. Lo primero que pensaba hacer era darle un baño a la mona, que lo necesitaba la pobre. Y para que lo dijera el aprendiz...

Pasearse por el mercado había sido al final una buena decisión, por mas tiempo que hubiese estado ya en la ciudad seguía sorprendiéndole las cosas tan entrañas que podía encontrarse uno en las diferentes tiendas que pululaban por el lugar. Buscar trabajo no fue algo fácil de ningún modo, había tiendas de dudosa procedencia a las que DL ni se acerco ante el peligro de que fuese su piel la que se pusiera a la venta y no de una forma muy agradable.

Al tiempo que curioseaba los artículos a la venta, encontrando especial interés en los amuletos con grabados en runas, llego a una tienda de ropa donde se realizaban y vendían no solo ropa a medida para cualquier tipo de transformación sino también armaduras.

De algún modo DL consiguió trabajo en la tienda cuando entro a preguntar, en un inicio la dueña, una asreniana con el nombre de Heiss, no pareció de acuerdo con contratarlo hasta que descubrió su especialidad al cambiar de forma por lo que no tardo en aceptarlo. Para DL descubrir que un cambiante era un tipo de transformación bastante aceptada y buscada por su versatilidad fue un poco sorpresivo "Si lo llego a saber busco trabajo antes, al parecer ser un cambiante te beneficia en estas situaciones"

Tras conseguir el trabajo, la suerte se puso de su parte al encontrar un día a Noel, pudiendo por fin iniciar una de las cosas que había tenido que dejar aparcada por falta de conocidos con alas y que podía serle útil para su próximo viaje a la tierra. Gracia a Noel, y a un mono que le entregó para aprender a formar las alas, pudo aprender y las clases que este le dio aprendió a volar. El animal estuvo un tiempo viviendo con el, pero al final se hizo evidente su total nulidad cuidando de mascotas y temía que en cualquier momento se le muriera en algún descuido o por falta de atención. Por suerte la cosa termino bastante bien pues Heiss tras escucharle habla del monillo emplumado, decidió quedárselo. DL no puso muchas pegas al respecto pues su jefa a pesar de su actitud algo hosca, no era precisamente una persona de la cual desconfiar y era bastante cuidadosa de todas su pertenencias.

Durante el tiempo siguiente su tiempo se vio repartido en las continuas charlas con Enredo sobre el viaje a la tierra y la preparación que el mismo tuvo que hacer para dicha visita, las conversaciones con Shizel que aunque era desenvueltas tenían en ocasiones cierta tensión, lo que el intentaba evitar siempre que podía, siendo un poco vergonzoso a veces. Para DL la declaración había sido algo difícil y aunque era algo que tenia aun clavada como una espinita permanente que dudaba poder sacar con facilidad, intento tomárselo lo mejor posible por su sanidad mental, y el trabajo ayudo bastante a ello. No iba a olvidarse y a dejar de sentir lo que sentía pero al menos se distraía y no se comería mas la cabeza sobre algo que no podía evitar. Por mucho que quisiera algo con Shizel no pretendía que todo su mundo girase en torno a eso, no seria sano para ninguno volverse dependiente.

En cuanto a su trabajo, tuvo que hacer varios viajes a Irraria pues la tienda recibía bastante a menudo peticiones de los clientes de armaduras o accesorios hechas con los metales de allí. Para ello, y dado que era algo que iba a tener que usar a menudo, se le fue entregado un amuleto logomantico con el idioma. Evidentemente antes de realizar el primer negocio en Irraria se documento un poco de como era la situación alla, y aun ya sabiendo como se movía todo en la ciudad y lo que le recibiría al travesar el portal, para DL la primera visita fue aterradora. Nieve, frió...ya se había enterado de como era la cosa, pero aun así la primera imagen para el casi le dio ganas de volver por el portal por el que había entrado. La bronca que recibiría de su jefe sino volvía con la mercancía fue lo que le hizo desistir de volver a Rocavarancolia.

Su labor en el trabajo aparte de conseguir la mercancía para la creación de las ropa y armaduras, era ser el maniquí de la tienda. A los clientes no le gustaba esperar ni estar desperdiciando su tiempo mientras eran medidos o se probaban las armaduras, por lo que ahí entraba la transformación de DL en juego. Se convertía en dichos clientes emulando su musculatura (y a veces los miembros extras o faltantes que poseían) siendo así capaz su jefe de crear el pedido de forma eficiente teniéndolo a el allí para cualquier prueba de tallas que necesitara.

Su trabajo era relativamente fácil y beneficioso económicamente, pero también en términos de contactos con personajes de la ciudad y nivel de desenvolverse en los mundos a los que a veces era enviado por materiales.

La noche donde nuevos novatillos serian llevados a la ciudad, salio un poco tarde de la tienda y se dirigió directamente a la Sede para bañarse, antes de ir al encuentro de Enredo y Shizel para su viaje a la Tierra.

-Me tomare este viaje de un día como unas pequeñas vacaciones, para variar- dijo de buen humor mientras salia del torreón para dirigirse a la Explanada de los portales

La tienda se encontraba en una zona bastante transitada del mercado pero lo suficientemente alejada del bullicio de los mercaderes que pululaban por todo el lugar intentando vender sus mercancías. En principio la tienda no llamaba demasiado la atención, era un edificio de color rojizo desgastado con una chimenea al fondo de la que salia durante gran parte del día humo negro. Tenía puerta de hierro con un hechizo de alarma grado sobre esta y un amplio escaparate de cristal reforzado con magia, desde donde podían verse algunas de las piezas forjadas por Heiss, desde brazaletes protectores engastados con gemas, hasta prendas de vestir y armaduras personalizadas. 

Su interior era bastante mas amplio de lo que parecía desde fuera, ya que era mas largo que ancho. En centro de la estancia podía verse un atril, donde estaban expuestas algunas de los accesorios para vestir que Heiss fabricada, collares, pulseras, anillos etc. La armaduras completas para exposición se encontraba siendo vestidas por una par de maniquíes y los protectores, como cascos, rodilleras guanteletes y demos se encontraban siendo expuestos  a los lados de la estancia dejando un camino abierto a cada lado del atrio del centro. Un espacio vació junto al mostrador, servia como probador. Al fondo de la estancia se encontraba el mostrador detrás del cual se encontraban dos puertas, una de ella daba al cuarto donde guardaban los pedidos y las reservas. La otra puerta daba a la forja y el cuarto de costura, donde Heiss creaba y perfeccionaba todo lo que había en el local, y donde a su vez guardaba los materiales que usaba en baúles con compartimentos.

Ese día era como cualquier otro para DL, un cliente había ido esa mañana pidiendo un armadura de cuerpo entero, liviana y que le diera movilidad sin quitarle la flexibilidad, un pedido que aun ahora el cambiante no comprendía. Heiss si pareció entender el pedido, pues tras cogerle algunas medidas y que este se fuera alegando que no poseía todo el tiempo del mundo para estar allí, le dijo claramente que se convirtiera en el. DL no tuvo tras que convertirse en el cliente, un enorme licántropo cocodrilo, con cabeza de uno, cola y garras. Al parecer quería una armadura en aquella forma especifica. Como si no fuese ya lo suficientemente impenetrable ya.

-Los pedidos que hace la gente son cada vez mas extraño, te viene mucho bicho raro, jefa -hablo chasqueando los colmillos de reptil ya que su cabeza también tendría que ser medida para las protecciones de esta. Heiss no dijo palabra alguna mas concentrada en desde su cintura hasta su cuello,  sus hombros, brazos y cabeza.

-El único bicho raro aquí eres tu -gruño la guerrera, siendo ese su tono habitual. DL no le negó aquello, era un cambiante, mas raro no podía ser. Esta ni siquiera lo miro sino que prefirió observar algo mas interesante, las medidas tomadas mientras iba planeando ya como lo haría- Cambia de forma, un cliente debería llegar pronto por un pedido. Le dije que estaría listo para hoy. Y tráeme alcohol -ordeno con brusquedad de nuevo pasando por detrás del mostrador y metiéndose sin decir nada mas a la forja dejando a DL en el mostrador.

La puerta del establecimiento se abrió y una Saria Omen nerviosa atravesó el umbral. El mercado era un lugar horripilante. Tanta gente junta disparaba las probabilidades de que ocurrieran demasiadas cosas y la mala sombra se ponía tan nerviosa que había hecho tropezar (y cosas peores) a más gente de la que le gustaría. Vestía una capa de seda con franjas horizontales que alternaban un negro opaco con uno semitrasparente. La ordesa misma había acondicionado aquella prenda y le había abierto un par de agujeros para los brazos y otro par para sus orejas. La capucha de la capa le tapaba cuánto podía, pero el brillo de sus ojos alcanzaba a asomarse. Además de aquello, tan solo portaba el bastón con los huesos de sus hijos y un lazo gris al cuello.

Aquel local parecía tranquilo y, en comparación a lo que bullía fuera, lo era; apenas había números preocupantes a su alrededor. Aún asi, la mala sombra rehuyó las probabilidades más altas de camino al mostrador. Era la primera vez que venía a esta fragua-sastre y, por lo tanto, desconocía al calvo que la esperaba al otro lado. Si se había cruzado alguna vez con ese tipejo peliblanco, no lo recordaba.

Antes de hablar, respiró hondo para relajarse.

—Buenos días —su tono era hosco y distaba bastante de ser amable—. Vengo a recoger el vestido de Nana Fina.

Para asegurarse de que la creían, Saria sacó un papel de su marsupio con una nota de voz grabada, que la confirmaba como ayudante de la vieja maga.

Escucho la puerta abrirse mientras  colocaba alguno de los nuevos trabajos de Heiss en los estantes, volviendo al mostrador al ver a la ordesa entrar en al tienda un poco incomodo. Solo la había visto un par de veces, aquella vez durante la luz y una vez mas en Serpentaria, después no había sabido mas de ella. Sabia que era ella, pues su apariencia lucia idéntica a como al recordaba, al menos físicamente hablando.

No se podía decir lo mismo al contrario el nunca se había dejado ver aquel día en Maciel. Sabía lo que le había ocurrido por lo que había escuchado esa noche y por lo que Enredo le contó, podía ver incluso en aquel bastón que llevaba la evidencia de la muerte de sus crías. ¿Con que la había castigado la luna aparte de con esas muertes? Seguía sin saberlo.

-Ha pasado mucho tiempo desde que te vi por ultima vez, se te ve bastante bien- comento con calma, tomando la hoja donde estaba grabada la voz de la verdadera cliente, que debí verificar con la copia que estaba guardada en sus propios documentos antes de poder darle la entrega- Voy a verificarlo, puedes mirar un poco si quieres, tardare un poco -añadió pues debía buscar la copia que coincidiera. Era simple protocolo cuando el que llegaba por el pedido no era el propio cliente sino un enviado, así Heiss se aseguraba que sus trabajos llegaran a las manos de quien debían.

La pregunta pilló por sorpresa a la mala sombra, que cruzó los brazos y agachó a la cabeza para desviar la mirada del vendedor. Hasta ahora no se había planteado lo ridículo de la escena, con un mostrador que medía más que ella, pero realmente debía de dar pena. Y encima la habían reconocido, ¿podría ser aún más embarazoso?

—¿Y tú quién eres? —gruñó entre dientes, tensa. La ordesa se sentía paranoicamente amenazada fuera de su anonimato y más aún cuando no reconocía a una persona que la conocía a ella. Aquellas confianzas le habian crispado.

A la vez que el dependiente se alejaba, Saria se dio la vuelta y apoyó la espalda contra el mueble del mostrador. Se notaba que no sabía en qué se había transformado si le sugería que echara un vistazo, pero aquello no la calmaba en absoluto. <<Quiero irme. ¿A dónde me ha traído la vieja esta ahora?>>. La mala sombra se encontraba inmensamente irritada y apretaba los ojos con fuerza para no desmadrarse. <<Cálmate, Saria, cálmate>>, se decía a sí misma. <<¿Quién puede ser? Haz algo de memoria>>. La ordesa se clavó las uñas en la palma de la mano, contuvo un grito de frustración y trató de respirar hondo. No le sonaba de nada. <<Sea quien sea no sabe lo que has hecho>>, se convencía a si misma mientras esperaba al trabajador. <<No sabe nada>>.

Con suerte, para cuando saliera, la mala sombra se habría calmado un poco.

El gruñido claramente llegó a sus oídos levantando la vista de los papeles que revisaba en búsqueda de la copia. El la recordaba por que su situación había sido algo nuevo para el y un poco sorpresiva también. Al contrario era menos probable que le conociera siquiera así que podía entender su desconfianza e incluso podía intuir la posible paranoia. Era algo que conocía demasiado bien, la había vivido en carnes durante gran parte de su cosecha y tras la luna.

Ser un poco paranoico y estar un poco zafado de la cabeza, eran características que venía de serie con ser cambiante. Algunos lo llevaban mejor y otros no tanto.

-Te vi en Serpentaria tras la luna. Enredo es amigo mio y paso mucho tiempo allí, me contó que te ayudo a encontrar tu transformación ya que estabas muy confundida -respondió sin mentir sobre aquello no teniendo necesidad de explicar que no había sido esa la primera vez en verla. No la miro podía notar claramente como se movía y el nerviosismo aparente que sentía, no necesitaba se mentalista para ello. Le gustaba un idrino, por dios, si podía interpretar a uno podía con cualquiera.

-Tranquila, se que no  todo el mundo le gusta que se sepa su tranformacion. No me dijo cual era -añadió DL rebuscando en otra caja diferente con un suspiro, Heiss era muy meticulosa con sus trabajos pero no con los papeles de  los pedidos- Solo me alegro de verte, supe que te fuiste de Serpentaria y me preguntaba que había pasado contigo -añadió finalmente levantando la vista para mirarla. No es que tuviese especial apego por la ordesa. Ni siquiera sabia que tan importante era perder un hijo o tener una madre, aunque era algo que empezaba a penas a entender gracias a que todos sus amigos tenían padres. Perder a un hijo era como perder algo realmente importante, a alguien a quien quieres, o eso había llegado a entender.

A Saria se le pusieron los pelos de punta al recordar los primeros días tras la luna. Pero la amabilidad del dependiente, ahora que sabía de dónde la conocía, esta vez sí que la ayudó a serenarse. La mala sombra volvió a girarse y alzó la mirada esta vez, asegurandose de que la capucha todavía tapaba en parte sus ojos. Que no supiera su transformación la aliviaba profundamente y decidió no tocar ese tema. Poca gente quería una mala sombra novata cerca.

—Mataron a mis hijos, no quiero ni sus camas ni su comida —respondió tajante, con los dientes apretados y el ceño fruncido. <<Quiero matarles>>—. Sin embargo, la vieja es maja —señaló al papel que le había entregado, para que entendiera que se refería a Fina—, me ha tratado bien. —Su tono seguía manchado de cierta hosquedad. No sabia cuánto conocían el chico y su jefa a Nana Fina, ni hasta qué punto eran de confianza—. ¿Quién eres exactamente?—preguntó de nuevo. No pasaba por alto que el chico nisiquiera había dicho su nombre— No te recuerdo.

Lara se impacientaba por salir, pero el muchacho parecía tener problemas para encontrar la contraparte de su papel.

Pudo ver claramente como se tranquilizaba tras decirle de donde la conocía. Aun así escuchar escupir con tanto rencor hacia 'aquellos' que había matado a sus hijos le sorprendió un poco aunque no llego a mostrarlo con gesto alguno. No sabia lo que había pasado en su cosecha, peor si algo tenia claro es que los habitantes de la ciudad no podía tocar a la criba sino querían recibir ellos mismos una sentencia. "Pero ella era la cosechada, no sus hijos" pensó viendo la diferencia, sutil pero que estaba allí. Aun así matar a  a esos niños habría sido una intervención y también habría sido castigado, ya que habría afectado directamente a la cosechada.

Para DL era difícil el entender que ese había sido el razonamiento de un madre, buscar algo o alguien donde descargar el dolor y la furia, ya fuesen culpables indirecta o directamente.

-No conozco a Nana Fina personalmente. Solo mi jefa trata con ella -admitió DL, no sabia quien era esa mujer y por tanto no tenia por donde opinar sobre lo buena o mala que dejara de ser. Sonrió levantando la vista de la caja donde buscaba clavando sus ojos dorados en ella a pesar de no poder ver sus ojos lo notaba, grandes y brillantes fijos en el- Mi nombre es DL, provengo de un mundo que ya no esta conectado con esta ciudad. Soy de la criba anterior a la tuya, al igual que Enredo -respondió inclinándose un poco sobre el mostrador para verla, sin intención de mirar mas alla de la capucha- ¿Cual es tu nombre ahora? -preguntó DL con una sonrisa curiosa y tranquila, sabiendo que varios de la cosecha de este habían cambiado su nombre. Se preguntaba si Lara habría seguido el mismo ejemplo.

Tras preguntarle eso volvió a sus búsqueda, encontrándolo finalmente tras un monto de copias de envíos de materiales. Normal que no lo encontrara, no estaba donde debía.

-Al fin lo encontré -murmuró suspirando y sonriendo entretenido por el desorden de su jefa verificando ambas copias.

Lara no tenía muchas ganas de hablar. Si decía algo que no debía, la vieja podría enfadarse y no quería que llegara a ese extremo, por lo que decidió limitarse a a sentir al tendero. <<Amigo de Enredo...>>, eso aclaraba aún más cosas. Todavía tenía sentimientos encontrados con lo que había causado el día que lo conoció, pero no tenía cabida que se martirizara en aquel momento.

—Ahora soy Saria Omen —respondió con una firmeza inusual. Aquel nombre significaba un cambio importante para la ordesa y debía presentarlo con fuerza para que marcara. Pronto escuchó a DL decir que por fin había encontrado el papel y añadió—: ¿Queda mucho? No quiero que la vieja se impaciente...

La realidad era que Nana Fina podía mantener la calma incluso si se acababa el mundo, era ella la que quería salir pitando. Quería volver a la seguridad de su habitación.

Guardo el nombre de a ordesa en su registro mental para acordarse de ella en el futuro. Según había podido llegar a entender cambiar el nombre no era un simple acto de modificar la forma en la que eres llamado, es en cierta forma simbólico, ya sea para querer encajar en la ciudad o para dejar tu vida atrás. El había pensado varias veces en cambiar el propio pero no se le ocurría nada. Su nombre evidenciaba demasiado que era foner para cualquiera que haya conseguido tener contacto con su mundo. Y siendo que en la actualidad solo había dos foner transformados, que el supiera, era muy cantado. No le convenía demasiado con su transformación.

-No, ya verifique que es realmente ella, espera un segundo iré por el pedido -añadió guardando ambas copias antes de entrar por la puerta que daba al almacén donde busco el pedido que venia con un numero de serie. No tardo demasiado en encontrarlo tomándolo con cuidado y volviendo al mostrador. Se trataba de un vestido que parecía haber tenido su mejor época y aunque Heiss había podido repararlo hasta volverlo decente y vestible, la tela era bastante vieja y usada. Era evidente que había sido remendado varias veces. Llegaría un momento que ni siquiera las hábiles manos de su jefa, y sus utensilios de costura hechizados, podrían reparar aquello sin tener que hacerle un cambio total

-Bien, aquí esta -respondió al volver. Realmente agradecía no tener que preocuparse nunca por la ropa, era un gasto que se ahorraba con un cuerpo como el suyo.

-DL, ve por lo que te pedí antes- se escucho la voz de Heiss desde la otra habitación sorprendiendo un poco al cambiante.

-Pero hay un cliente aquí aun- dijo DL extrañado por aquello ya que su jefa aun ni había salido, solo le hablaba por la puerta entreabierta.

-Que vayas- gruño la asreniana haciéndole suspirar largamente y mirar a Saria Omen en disculpa dejando el vestido, saliendo desde detrás del mostrador mientras murmuraba cosas sobre jefas alcohólicas, yendo por el vital licor de Heiss. Tras su marcha la enorme guerrera salio del cuarto que usaba para trabajar clavando sus ojos amarillos en la pequeña ordesa- Espero que traigas suficiente dinero. La vieja Fina me debe ya bastante.-añadió la guerra con su tono hosco habitual, viéndose realmente imponente y enorme en comparación al mostrador y a Saria Omen.

La ordesa se acobardó un poco al escuchar el tono de la lagarta, pero logró que sus temores no salieran al exterior y alzó la cabeza, devolviéndole la mirada con firmeza. Fina ya le había avisado del carácter de esta señora y sabía que no tenía nada que temer (mientras no la maldijera sin querer). Saria metió la mano en su marsupio con mucho cuidado y sacó una bolsa llena de monedas de oro.

—Ahí va la cantidad exacta —dijo al tiempo que alzaba el brazo de forma ridícula. Y no era para menos, porque aquella mole de escamas medía como dos Sarias. Entre eso y que la mala sombra quedaba bajo el mostrador, ya podía no perder el temple de nuevo—. La vieja te manda saludos y dice que te pases cuando quieras a charlar—añadió antes de que se le olvidara.

Saria Omen respiró hondo y rezó internamente para que Fina no se hubiera equivocado al contar.

La guerrera se quedo unos segundos mirando fijamente ala menuda Saria antes de tomar la bolsa con el dinero con una peculiar delicadeza en alguien con una fisonomía tan intimidante. 

No respondió inmediatamente sino que se tomo su tiempo en contar el dinero sabiendo de buena cuenta que DL tardaría aun un poco en llegar. No le interesaba que el cambiante se enterara de sus asuntos con Fina, a no ser que fuese necesario.

- Esa vieja loca...-gruño Heiss como simple respuesta con sus ojos amarillos fijos en las monedas de la bolsa. Conocía a Fina desde hacía algún tiempo, era una viejecita aparentemente inofensiva y amable, pero si había sobrevivido tanto tiempo en esa ciudad, por algo seria. No es como si fuese fácil vivir sin problemas en ese lugar, por muy separado del mundo que fueras los problemas siempre te terminaban llegando quisieras o no. Pero bueno el negocio era el negocio y no le pagaban por preguntar- Falta dinero -sentencio Heiss de forma contundente, clavando sus ojos en Saria y dejando caer la bolsa sobre el mostrador y se explicó.

- Hubo mas trabajo del pensado originalmente, pero como no tuve tiempo de avisar, no pediré mas dinero. Me bastara si Fina me da algo de su chatarra que este en un estado medio decente - añadió Heiss mirando a Saria, esperando a ver que como respondería la enviada de Fina a aquel 'pequeño' problema que tenían entre manos.

Saria torció el morro al escuchar a la gran lagarta. <<¿Y quién no está loco aquí?>> se jactó mentalmente. Lo que no le hizo tanta gracia fue escuchar que faltaba dinero. Fina le había dado la cantidad exacta y la mala sombra desconfió. Algo le olía mal y su mente trazó enseguida mil y una teorías sobre como Fina la había engañado o como Heiss se estaba aprovechando de lo inexperta que era. Por suerte no tardó demasiado en oír lo que había pasado en realidad, o probablemente la ordesa hubiera gafado a la guerrera para escapar corriendo.

—Está bien —Saria relajó un poco la expresión y destensó las orejas. Fina no tendría problemas en ceder chatarra a cambio de un trabajo como aquel—. Se lo haré saber. Probablemente la veas pronto por aquí. ¿Puedo llevarme eso entonces o se la entregarás tú la próxima vez que la veas?

Las ganas de irse de aquel lugar no hacían más que incrementarse, aquella mujer le daba miedo.

La asreniana ignoró la tensión de Saria, concentrándose únicamente en lo que le interesaba: Finiquitar aquel negocio y poder por fin volver a su querida fragua.

- Si no desea venir, puedo mandar a mi empleado por ello- ofreció Heiss sabiendo que aquella vieja no era de mucho salir, por algo estaba aquella pequeña novata allí en vez de ella-Está precisamente para eso, ir por la mercancía - añadió con leve gruñido característico y algo impaciente, señalando con un gesto de su cabeza hacia la entrada por donde DL había desaparecido antes y por donde no tardaría en aparecer, por su bien-Díselo y que envíe un lacayo -finalizo guardándose el dinero, segundos antes que DL atravesara la puerta de la tienda trayendo consigo el alcohol que mantenía a Heiss viva y de buen humor.

-Aquí esta -suspiro DL con resignación viendo curioso que aun estaba allí Saria, entregándole la botella a la asreniana que no importándole que estuviese un cliente allí bebió un largo trago, pasando su lengua por sus labios antes de clavar sus ojos en DL, gruñendo.

-Eres lento. Dale el vestido -fue lo único que le dijo dándose la vuelta con intención de volver al trabajo, mirando por encima del hombro a Saria-Espero la respuesta - añadió metiéndose en el cuarto dejando tras de si a un confundido DL que la vio desaparecer tras la puerta que daba a la fragua para luego mirar a Saria con confusión.

-Eh, supongo que esta bien, toma. Espero que nos veamos de nuevo pronto y que Heiss no te haya asustado demasiado-respondió DL sonriendo con cierta duda, entregándole el vestido. Aun le confundía el hecho de que Heiss saliera a hablar con un cliente voluntariamente, si la fragua casi parecía su segunda casa. Solo la había visto en ocasiones muy puntuales y en esas ocasiones el se quedó en la tienda. El cambio de parecer le era extraño, pero bueno, Heiss era muy reservada con sus cosas.