Supervivencia y liderazgo (adiestramiento)

¿Sangre, muerte y destrucción? Esta clase me va a gustar... Al menos mientras no nos pongan a luchar contra lobos...

Las dos lobas que acompañan a la profesora me intimidan bastante, pero con un par de hechizos de paralizar y dos golpes bien dirigidos con la lanza no supondrían un problema, además de que parecen mas interesadas en el chico tigre que en mi.

Para cuando me doy cuenta ya hay 6 personas adelantadas, así que me doy prisa en ponerme a su altura.

Espero que no nos mande matarnos entre nosotros para ver cual consigue sobrevivir...
O que si lo hace, al menos me deje ir a buscar humanos para no estar en desventaja.

Desde el principio tenía claro que este no iba a ser un entrenamiento fácil, pero escuchar a la intimidante loba todavía desinfló más mi ánimo. Hasta ahora he sido un pusilánime y un niño de mamá, como ella misma ha dicho. Pero también juré que eso dejaría de ser así, que no podía continuar siendo tan débil. Tengo decidido que daré un paso adelante antes incluso de pensar bien en las consecuencias. Pero no me muevo, me quedo esperando a que los demás lo hagan. Y mientras, no paro de darle vueltas a la decisión. Posiblemente acabe quedando en ridículo. No, seguramente lo haga. Incluso puede que me marche de aquí llorando como un idiota, pero tengo que intentarlo. Las cosas no van a ser fáciles de aquí en adelante, este entrenamiento va a ser muy útil. No quiero que nadie tenga que cuidar de mí, y quiero ser útil... sin fastidiarla una y otra vez.

Sin pensarlo, doy un paso adelante y me pongo a la altura de los demás que han decidido participar en este entrenamiento. Me siento estúpido entre los demás, pequeño y débil, a excepción quizás de la chica ciervo, porque desconozco sus habilidades, aunque no parezca muy intimidante. Todos los demás sé seguro que son fuertes, valientes y decididos. Definitivamente voy a hacer el ridículo. Entonces miro hacia atrás y busco a Nia. ¿Se apuntará a esto también? Por un momento me entra miedo, ¿y si le pasa algo? No, no creo que corramos peligro real, solo es un entrenamiento. ¿O me equivoco? Miro de nuevo a la profesora, de reojo, no quiero que se fije en mí. Su mirada no me dice nada sobre sus intenciones, está completamente seria. Su aspecto me resulta aterrador, aunque en esta ciudad ya nada debería sorprenderme. Está plagada de heridas abiertas, algunas parecen graves. Debe de llevar un tipo de vida que... si tiene algo que ver con el entrenamiento, me hace plantearme retroceder de nuevo y marcharme de aquí.

A mi espalda puedo reconocer a Niko, el chico de aquella ballesta, y a... ¿Gael? Pero... ¡Está ardiendo! Y ninguno huele a sangre, no del todo. Niko huele a metal, no logro identificarlo. Y el chico huele a quemado, nunca mejor dicho. Aunque no parece que se queme... Ambos dan un paso adelante, aunque Gael lo hace como dudando. Pero tengo que pensar en mí, no podré ayudar a nadie que huela a sangre y aunque estos dos no huelan a tal, por sus venas seguramente corra sangre... Y el otro chico, ¿cómo se llamaba? No recuerdo... Pero este sí que huele bastante bien, maldito sea. No aparto la mirada del cuerpo de la instructora, surcado por decenas de cicatrices. Quizá acabemos así estas lecciones, aunque... cuando me arañé la barbilla en el torreón, no me quedó marca... Da igual. Lo importante es aprender a sobrevivir y sobrevivir a esto, el aspecto físico posterior no es importante, siempre y cuando no me falte un brazo o algo...
Y por fin, hay que ponerse en acción. Todos obedecemos y entramos en la casa, alerta aunque no lo suficiente pues caemos en algún sitio, quizá uno de los túneles que recorren la ciudad por debajo. E inconscientemente me relamo, recordando a aquella criatura que cacé. Pero los ruiditos que escucho no son de pezuñas, son garras. Me incorporo con rapidez y preparo la mano izquierda sobre el cinturón, presta a coger uno de mis cuchillos, mientras la diestra irá por libre. Desenvainaría la espada, pero en la oscuridad podría cargarme a alguno de los otros... Zumbidos, garras y fauces que se abren y cierran, ansiosas. Y un aroma a sangre embriagador. Sobre nosotros, una voz se eleva. ¿Que no nos domine el miedo? Pero hay otra cosa más interesante. Ha dicho "ellos". ¿Por qué? ¿Acaso son como nosotros, transformados pero tiempo atrás? No importará si me atacan. Y dudo que pueda controlarme si se me acercan más. Que huelen el miedo, dice.
-Yo huelo a sangre.-se me escapa un susurro mientras me relamo y flexiono brazos y piernas, preparado.
Y siempre puedo convertirme en humo, si la situación es demasiado desesperada. Aunque quizá la instructora lo tome como cobardía... Sacudo la cabeza, pues pensar en eso ahora no va a ayudarme. Y espero...

—¡Llego tarde, lo sientoooo! —gritó Drew a lo lejos. Sin pararse siquiera a preguntar, se tiró al agujero como un hombre perdido en un desierto se tiraria a un pozo. Oyó pasos, los demás le sacaban delantera. Les saludó con otro grito. Una estampida de pequeñas criaturas voladoras les obligó a todos a agacharse.

Entro en la casa sin dudarlo y...Penalti! Esto me pasa por gilipo***s. Choco contra el suelo apenas sin inmutarme y ayudo a Marta a levantarse. Pregunto:
-¿Estáis todos bien? Alguien se ha roto algo?
Oigo extraños ruidos en la oscuridad. Empiezo a cagarme,pero decido coger el miedo de todos y reunirlo en el aura. Bajo el aura a mis pies y la alargo para tantear el terreno. Me llama la atención un chico que brilla en la oscuridad. Pero tampoco brilla tanto,no es la solución a nuestros problemas.
-Me he comido vuestro miedo,ahora podréis pensar con claridad (si no lo hacíais antes). Si alguien sabe hacer cualquier hechizo luminoso,es el momento porque no me apetece morir.
Mi propio miedo y el que estoy absorbiendo me impulsan a sacar mi espada,aún a riesgo de herir a mis compañeros,pero ahora no! Debo ser fuerte.