Biblioteca Mágica

Virgo asintió ante la petición de Irianna de no llamarla de usted, aceptándolo sin problema ya que había sido una posibilidad teniendo en cuenta las preferencias en el trato de todos los conocidos que le había presentado dama Diurna.

Wen rodó los ojos ante el intercambio. Ella seguía intentando que Virgo se comportara como su propia persona y no como un autómata de servicio, pero entendía que todavía le faltaba por coger confianza y mientras estuviera bajo el título de esclava, aunque solo fuera papel mojado para la británica, no podría creerlo del todo. A la vouivre realmente le gustaría liberarla y estaba deseando que llegara el momento, pero lamentablemente la necesitaba a su lado al menos hasta que las termas estuvieran en funcionamiento y no las tenía todas consigo con que si la liberaba ahora se mantuviera a su lado.

- Bueno, Irianna, ¿qué tal os está yendo a Kimbra y a ti? La última vez que hablamos de algo que no fuera Krabelin fue cuando Kimbra dijo que pensaba cambiarse el nombre a Estigma y tú estabas planténadotelo. Por cierto, he traído un ejemplar para ti. Supuse que querrías tener al menos uno completo, además de todas las notas y apuntes que tendrás esparcidas- comentó bromeando mientras sacaba de la bolsa que había traído uno de los libros y se lo ofrecía. Luego se giró hacia Virgo-. No tienes por qué quedarte aquí si no quieres. Puedes comenzar a buscar los libros que quieras llevarte.

Virgo, que se había mantenido rígida y estática a su lado, asintió estoicamente a dama Diurna y le hizo una reverencia corta a Irianna antes de retirarse en dirección hacia la primera estantería que vio cogiendo un par de libros con disimulado entusiasmo.

Le alivió comprobar que Virgo no ponía ningún impedimento respecto a su petición y centró su atención en dama Diurna y sus preguntas. Recogió el libro que le tendía con una gran sonrisa.
—Estamos muy bien, gracias. Kimbra… Sí, Estigma es su nombre rocavarancolés, aunque sigue permitiéndonos que le llamemos Kimbra. Quiere dedicarse a la doma de animales de todo tipo y está trabajando muy duro. También está aprendiendo nigromancia con Gael, ¿nunca habéis coincidido? —Recordó de pronto que la demonio rakshasa visitaba la propia casa de la humana con cierta frecuencia—. Y yo… ¿te ha comentado algo Vac, tal vez? Todavía trabajo en el Macetero y seguiré por un tiempo, pero últimamente tampoco paro: no puedo permitírmelo si algún día quiero ser la famosa detective dama Enigma, escritora de novelas de misterio —bromeó para revelar sin andarse por las ramas a qué se quería dedicar en el futuro y el nombre que finalmente había elegido.

Dama Enigma no había tardado demasiado en aparecer en su cabeza una vez comenzó a darle vueltas. Su futuro empleo, su dominio, sus novelas que estarían principalmente enfocadas en el misterio… Casi parecía demasiado obvio y simplemente estaba convencida de que era el nombre perfecto. Sobre todo porque para ella se trataría de un pseudónimo y no sustituiría a su nombre real, no pensaba dejar de ser Irianna.

A la lacustre no se le escapó el cambio en el lenguaje corporal de Virgo cuando esta se acercó a las estanterías. Probablemente le preguntaría después acerca de su gusto por la lectura si se presentaba la ocasión.

Wen sonrió ante las noticias de Irianna, habiendo deducido algo similar de la última conversación que había tenido con la demonio, imaginando que estaría estudiando sobre su oficio elegido para poder aplicarlo a los distintos y numerosos animales con los que se podría encontrar en los mundos vinculados.

- Si bien el taller de Gael está cerca, no está en el mismo edificio que el Cuchitril, sino enfrente y tiene entradas distintas. Cuando Kimbra viene a estudiar nigromancia nunca entra al Cuchitril, se limita al taller. Además, la mayoría de las veces estoy trabajando en el proyecto de las termas, así que ha sido difícil coincidir. Estoy teniendo una temporada bastante ocupada como podrás entender. Y lamentablemente se extenderá hasta después de la próxima cosecha, pero terminará valiendo la pena- explicó satisfecha con su proyecto-. Dama Enigma- repitió probando las palabras-. Me gusta. Casa bastante con la elección profesional que has hecho y tu transformación, si me permites el comentario. Creo que es un buen proyecto. Si alguna vez necesito un detective o conozco a alguien que lo necesite, no dudaré en solicitar tus servicios. ¿Estás pensando en empezar a publicitarte o vas a esperar a estar más asentada?

En ese momento, Virgo volvió con cuatro tomos bastante más gordos de lo que se esperaba que cupieran entre sus brazos y los dejó suavemente en la mesa que se encontraba al lado de la británica. Su propio resoplido fue el que le hizo darse cuenta de que probablemente ambas mujeres le estaban mirando y sus mejillas comenzaron a colorearse de vergüenza. Antes de que pudiera abrir la boca para disculparse o alguna tontería del estilo, Wen resopló divertida.

- Todos los que quieras, Virgo, de verdad. Da igual si son muchos o pesan demasiado, podemos llevarlos- le tranquilizó señalando la bolsa sin fondo que colgaba de su cinturón, sabiendo que la humana estaba a punto de retroceder pensando que había actuado mal. Si Irianna se fijaba en las portadas de los libros, vería que principalmente iban de mitología humana y de astronomía de distintos mundos.

Asintió ante la explicación de dama Diurna acerca de por qué nunca se había cruzado con Kimbra en el Cuchitril.
—Ya lo creo que sí, estoy deseando poder bañarme en tus termas —afirmó cuando dama Diurna dijo que creía que valdría la pena—. ¡Gracias! —expresó a continuación cuando la bruja maldita aprobó su elección y le dijo que contaría con ella—. Pero, uf, no, estoy demasiado en pañales todavía con todo esto como para pensar en publicitarme. Ya estoy estudiando a fondo los hechizos más importantes que voy a necesitar y he empezado a organizarme para cuando elija una casa que reformar, pero todavía me quedan bastantes meses trabajando en la plantación para seguir ahorrando dinero. Además estoy bastante verde con la alquimia.

Virgo regresó entonces llevando varios libros bastante pesados con ella e Irianna no pudo evitar sentir curiosidad por los títulos que quedaron al descubierto cuando los colocó sobre la mesa.
—¿Eres aficionada a la lectura, Virgo?

- Ah, sí -contestó comprensiblemente cuando Irianna expuso que todavía necesitaba estudiar y ahorrar dinero para poner en funcionamiento su negocio-. Es la parte más odiosa y a la vez muy emocionante. Toda la planeación y la investigación y calcular hasta la última moneda el dinero que vas a necesitar para poder administrarte bien. Menos mal que tengo experiencia en las numerosas reformas del Cuchitril, porque si no no sabría por dónde empezar con el local y probablemente terminaría endeudándome solo con llegar a poner los cimientos -comentó con mofa-. Y, bueno, supongo que sobra decir que si necesitas ayuda o asesoramiento no dudes en pedirlo. Probablemente no sea de mucha ayuda con la parte de los hechizos y la alquimia, no es mi fuerte, pero conozco los suficientes negocios de esta ciudad y su funcionamiento como para poder echar una mano en eso.

Probablemente Irianna podría arreglárselas perfectamente ella sola, pero Wen no veía mal ofrecer su ayuda si eso aliviaba un poco la carga del trabajo. Ella estaba cada día más cerca de completar su proyecto y era especialmente satisfactorio saber que iba a conseguirlo gracias a su esfuerzo y tesón, pero no es como si pudiera olvidar que sin la ayuda de sus amigos las cosas habrían sido diferentes.

- Em, Sí -contestó Virgo de forma insegura a la pregunta de la bruja.

- A Virgo le encanta leer -contestó también Wen al ver que su asistente no parecía sentir confianza como para decir algo más-. Ya ha arrasado con las estanterías del Cuchitril, pero desgraciadamente no tenemos tanto como nos gustaría sobre sus temas favoritos. ¿Conoces algo de mitología terrestre?

La idrina se apartó el pelo tras la oreja en su gesto habitual de nerviosismo mientras dejaba escapar una leve risa.
—Me estás empezando a asustar y creo que  va a ser aún más complicado de lo que pensaba —confesó ante las explicaciones de su amiga acerca de la gestión para poder tener un negocio—. Aunque bueno, ciertamente tú necesitas tener en cuenta muchas más cosas respecto a la estructura y demás del local. Es diferente lo mío… Estoy pensando principalmente en una casa de dos plantas, con un estudio para recibir a los clientes y un sótano donde tener un pequeño laboratorio alquímico —explicó—. Supongo que mis gastos serán considerablemente menores también. Pero se agradece el ofrecimiento: seguro que alguna cosa te acabaré preguntando. La verdad es que solo me lo estoy tomando con gusto porque me hace mucha ilusión el resultado, pero todo esto me recuerda demasiado a lo que mis padres querían imponerme —negó con cierto desdén pero sin perder la sonrisa—. Algún día me tienes que explicar por qué habéis hecho tantas reformas al Cuchitril: deduzco que tiene que haber alguna historia divertida detrás de al menos alguna de ellas —comentó riéndose.

A continuación volvió a centrar su atención en Virgo, aunque la muchacha no dijo mucho por sí misma. Irianna la mentaba que estuviese tan cohibida: no quería imaginar qué tipo de vida había tenido antes de que dama Diurna se la llevase.
—No demasiado, aunque sé que el nombre que eligió dama Isis es el de una diosa terrestre. Pero me gustaría saber más: las mitologías son una fuente de inspiración muy valiosa y la Tierra tiene que ser especialmente rica en ella. Quiero decir, con la gran cantidad de culturas que coexisten. ¿Me recomiendas alguna lectura en particular, Virgo?

-No creo que debas asustarte o preocuparte, sobre todo cuando, como tú misma has dicho, en tu caso la parte de la construcción es sencilla, que creo que va a ser la parte más difícil en mi caso. Además, en esta ciudad montar un negocio es una tarea más simple que en otros mundos. No sé cómo será en Idris, pero en la Tierra probablemente jamás hubiera podido permitírmelo -le tranquilizó, ya que su intención solo había sido ofrecer su ayuda, no ponerla nerviosa por el trabajo que tendría por delante. Cuando Irianna hizo referencia a las reformas del Cuchitril, Wen bufó divertida-. La mayoría de ellas se resumen en Toima siendo gilipollas. Y las que no, posiblemente podamos buscar una manera de enredar la historia y que también termine siendo el culpable.

Ante la petición de Irianna, Virgo se quedó momentáneamente sorprendida, pero se recuperó rápidamente y frunció el ceño buscando entre sus libros favoritos el que podría ser más adecuado para recomendar.

-Existe una antología sobre mitología griega que resulta bastante interesante. Lamentablemente no recuerdo su nombre, aunque sé que su autor era rocavarancolés -explicó, molesta por no poder dar más información. Aquel libro era uno de los primeros que se había encontrado en la casa abandonada en la que Profeta y ella se habían asentado y lo había amado desde el primer momento. De él había sacado su nombre ya que tenía un pequeño fragmento dedicado a Astrea y a cómo Zeus la había elevado a los cielos y la había convertido en la constelación de Virgo. Ella lamentaba profundamente el haber perdido la pista de ese libro-. Posiblemente se encuentre en esta biblioteca. Si me das un momento, puedo tratar de localizarlo.

Dejó escapar una risa cuando dama Diurna trató de tranquilizarla.
—Lo sé, lo sé. Es que estoy entre muy emocionada y muy ansiosa con todo este asunto y a veces me gana lo segundo. En Idris… bueno, yo hubiese tenido que ingeniármelas para cortar primero todos los lazos con mis padres de algún modo para poder dedicarme a lo que yo quisiera. Allí no se me hubiese ocurrido hacerme investigadora, probablemente, pero para mis padres era un no absoluto el que quisiese ser escritora.
Se pensó un instante si explicar un poco más acerca de la relación con sus padres y qué habían esperado de ella, pero no le apetecía ponerse de mal humor así que no añadió nada más.

Volvió a reír con más ganas ante las declaraciones de que al parecer todos los desastres del Cuchitril tenían que ver con Toima, y a continuación centró su atención en Virgo.
—Pues me encantaría leer ese. Si no te importa buscarlo te lo agradezco… Aunque también podemos llamar a Biblios. A veces se muestra colaborador y todo —le sonrió.

Wen asintió ante la explicación de Irianna sobre como tendría primero que haber cortado lazos con sus padre si es que hubiera querido dedicarse a lo que ella quisiera. La británica estaba familiarizada con las imposiciones paternas en las decisiones de carrera o futuro laboral, aunque no de forma directa ya que ella nunca había tenido padres (nunca llegó a considerar esos pocos años en los que fue adoptada como tener padres), pero nunca había entendido exactamente qué pensaban esos padres que ganaban condenando a sus hijos a la infelicidad con sus profesiones. Sabía que normalmente se debía al miedo a que sus hijos no tuvieran un futuro asegurado, pero no creía que fuera tan difícil poner en común los deseos de unos y otros y llegar a algún tipo de consenso o al menos al entendimiento, antes que imponer directamente y que uno terminara odiando a sus padres y a su trabajo y los otros terminaran perdiendo a sus hijos. En ocasiones, durante su infancia, Wen había deseado tener a alguien que le dijera qué tenía que hacer y hacia dónde tenía que dirigir sus pasos, aunque solo fuera para sentir que su vida le importaba a alguien, pero en la actualidad sabía que la familia no significaba eso y ella estaba muy feliz de haber elegido la que tenía.

-Padres -comentó simplemente, como si eso resumiera su molestia sobre ese tipo de comportamiento.

Virgo pareció un poco confundida cuando Irianna hizo referencia a Biblios, pero en seguida recordó las explicaciones de dama Diurna sobre el fantasma que custodiaba los libros y hacía las veces de bibliotecario. Durante unos segundos se giró buscando al susodicho con la mirada a su alrededor, pero al no encontrarlo, volvió de nuevo su vista a Irianna.

-No parece que se encuentre cerca. Hubiera sido más rápido de esa manera, pero no tengo inconveniente en buscarlo. Espero no tardar demasiado -aseguró Virgo, pero no llegó a darse la vuelta para comenzar con la búsqueda cuando dama Diurna hizo un gesto en su dirección para que esperara.

-No es necesario que lo busques tú, Virgo. En realidad necesitamos a Biblios para entregarle los ejemplares que hemos traído así que cuando venga podemos aprovechar y le pedimos tanto ese libro en concreto, como todos los que se te ocurran que puedas querer -explicó Diurna, evitando que Virgo se fuera-. Aunque no estoy muy segura de cómo debemos llamarlo. La verdad es que nunca he tenido la necesidad de hacerlo, siempre ha aparecido de improvisto cuando he estado aquí, lo haya necesitado o no. Y las veces que no aparecía no era tan necesario y me las podía arreglar por mi parte. Además, no estoy segura de si gritando su nombre aparecerá o si lo hará con ganas de ser útil.

Ante el simple monosílabo que dama Diurna dio como respuesta a su explicación acerca de su familia la idrina se preguntó si la propia bruja maldita había tenido también problemas graves con sus padres, pero no creía que fuese un tema por el que preguntar y desde luego no en aquel momento. Por ello simplemente continuó con el otro hilo de conversación, que además iba siendo hora de hacer lo que habían ido a hacer.

—Sí, ciertamente deberíamos llamarle ya. No te preocupes, dama Diurna: suele aparecer cuando le llamas. Al menos yo nunca he tenido problemas cuando he necesitado que venga. No tengo claro si siempre sabe todo lo que está pasando en la biblioteca o no. A mí me parece que sí pero le gusta quejarse de que alces la voz en la biblioteca —rio—. Venga, yo me encargo: ¡Biblios, necesitamos tu ayuda, por favor!
Como era de esperar, la lacustre visitaba la biblioteca a menudo desde su transformación, pero había incluso aumentado la frecuencia últimamente, en busca de información que le fuese útil para su futuro negocio.

El espíritu no se hizo de rogar demasiado pero, tal y como la nebulomante había dicho apareció quejándose y refunfuñando algo sobre molestar a unos libros sensibles al ruido. No obstante, también apareció con un tomo en la mano que tendió a la lacustre. “¿Esto era lo que buscabais, verdad? De nada”. La idrina lo recogió y, tras echarle una ojeada le preguntó a Virgo si aquel era el libro de mitología del que hablaba.
—Espera, no te vayas aún: no solo hemos venido a sacar libros si no también a entregar uno —le dijo al bibliotecario y a continuación le hizo un gesto con la cabeza a dama Diurna.

Irianna no tardó en llamar a Biblios y este apareció en seguida refunfuñando con un libro entre las manos que parecía ser el mismo del que había estado hablando Virgo.

- Sí, así es -contestó ella cuando la idrina le preguntó si era el que le había recomendado.

Por un momento, Virgo se arrepintió de recomendárselo a Irianna ya que podía haber tenido la oportunidad de llevárselo ella, pero en seguida rectificó. Virgo había leído tantas veces ese libro que probablemente podría recitar pasajes de memoria y se había entristecido cuando lo perdió, pero dama Diurna le había prometido que, una vez abrieran las termas, ella tendría una asignación disponible con la cual podría comprar todo lo que quisiera. Virgo todavía tenía sus reticencias a confiar en la veracidad de las promesas que le hacía su nueva dueña, pero al menos podía mantener la esperanza de que en un futuro tendría el poder de comprar dicho libro y que fuera solo suyo.

Tras las palabras de Irianna, Wen sacó de su bolsa los dos ejemplares que había traído para dejar en la biblioteca y se los tendió a Biblios.

-Esta es la nueva investigación sobre el mundo de Krabelin solicitada por el Consejo -explicó brevemente.

El bibliotecario cogió los dos tomos sin decir palabra ni cambiar su expresión y luego les preguntó si aquello sería todo. Wen hizo un gesto en dirección a Virgo y ella automáticamente comenzó a decir los libros en los que tenía interés. La británica se dio cuenta de que Virgo había nombrado menos libros de los que realmente tenía, pero no quiso presionarla e incomodarla. La vouivre ya estaba pensando en cómo casualmente tendría que volver a la biblioteca y necesitaba que Virgo le acompañara.

La idrina guardó el libro sobre mitología tras la confirmación de Virgo de que era el correcto y después se dirigió a Biblios, una vez dama Diurna le entregó los ejemplares de su obra. A continuación Virgo pidió sus libros y una vez se los dio el espíritu les dirigió una mirada hastiada.
—Tranquilo, ya no te molestamos más por hoy —le dijo a su pregunta no sin un ligero toque sarcástico.
En el fondo la idrina creía que al bibliotecario sí que le entusiasmaba su trabajo, a fin de cuentas solía tener cháchara para rato cuando se le hacía alguna pregunta a pesar de las quejas entre medias.

Una vez el guardián de la biblioteca desapareció, dejando tras de sí una montaña de confeti por alguna razón, la nebulomante se giró hacia las dos humanas.
—Nuestro estreno ha sido todo un éxito —continuó la broma del principio—. Me alegro de haberte conocido, Virgo. Cuando me lea tu recomendación me aseguraré de comentarte mis impresiones al respecto. Seguro que podemos intercambiar más lecturas. ¡Gracias una vez más por todo, dama Diurna! Diría que la próxima vez que nos veamos ya seré toda una detective pero no quisiera que nuestra siguiente reunión sea dentro de varios años —bromeó.

No tardaron mucho más en abandonar la biblioteca: la idrina, como era habitual desde que había tomado su decisión, se excusó explicando que tenía mucho que estudiar y organizar.

Biblios no tardó en volver con los libros que había pedido Virgo y Wen los metió en la bolsa junto a los que la propia Virgo había cogido de las estanterías.

-Será un placer poder comentar impresiones y agradeceré recomendaciones por tu parte -respondió de forma educada Virgo mientras dama Diurna fruncía el ceño mirando la montaña de confeti como si le hubiera ofendido personalmente.

-Espero que no o significaría que no planeas, al menos, venir a la inauguración de las termas. También espero que nos volvamos a ver antes de eso, ya que quedan tantos meses. Pero teniendo en cuenta lo ocupadas que parecemos las dos, creo que me conformo con poner mis esperanzas en ese día -bromeó la vouivre.

No intercambiaron muchas más palabras ya que, como había dicho, estaban muy ocupadas, y pronto se despidieron.

Fleur asintió a las palabras de Pefka al tiempo que degustaba lo que les había preparado, que por cierto estaba muy bueno. Entendía los sentimientos encontrados del krabeliense al respecto y en cierta forma los compartía, intentaba no pensar demasiado en la magia pero cuanto más se esforzaba en no hacerlo más acababa derivando en ella y así seguía retroalimentándose continuamente. Imaginaba que para él debía ser peor, que supiera la francesa aún no había podido realizar su primer hechizo y no dejaba de preguntarse por qué. No tenía que ver con cómo se comportaba cada uno al parecer, ya que Setenta y Siete poseía el don como muchos. ¿Entonces, por qué? >>¿Por qué permitir siempre que la oscuridad tuviera las mismas posibilidades?<< No era cosa de ahora tampoco, desde los albores de los tiempos parecía existir un equilibrio que para ella era frustrante. Tampoco creía que el hijo de lunas hubiera hecho nada ofensivo a su luna Kepryna, aunque para ella por supuesto quién lo decidía era Él, y no ningún astro.

Poco a poco el grupo se fue congregando allí con una mezcla de ilusión y nervios. Fleur los saludó a todos y le apretó las manos a Maila de regreso cuando esta le tocó los hombros. Sería su segunda salida juntas. La chica no abrió la boca hasta que se preparon para partir.


Pronto descubrió con emoción que en aquella excursión les acompañaría por primera vez tanto Iemai, como Kiki. Fleur intentaría mantenerse cerca de ellas en todo momento para hacerles compañía silenciosa, al menos hasta que llegaron a la cicatriz. Aunque no debía pillarle completamente por sorpresa gracias a la información de los macieleros verlo en persona era distinto. Que ella recordara no tenía miedo a las alturas para asombrarse tanto, aunque la verdad es que nunca se había puesto a prueba ni en Francia ni Hawaii.
—Oh, Dios —murmuraría cruzando a paso lento por aquellos puentes colgantes que al menos parecían estables. La joven no se tomaría su tiempo para contemplar la enorme deformación de la tierra, la verdad es que le daba mala espina. Cuando pisó tierra firme de nuevo se persignó con rapidez.

La Biblioteca Mágica en cambio creó una sensación opuesta. Aunque cansada por el trayecto y aún alerta apretó el paso cuando en su campo de visión entró aquel edificio gris de mármol. Lo que más le llamaba la atención desde fuera al menos era sus dos grandes portones y el contraste con la ruinosa ciudad. Estaba cuidado y quería pensar que era buena señal.
—Es... impresionante —nerviosa como estaba, no recordaba cuál de sus compañeros decidió entrar primero, ni tampoco le prestó atención cuando vio el interior. Cientos de estanterías se presentaban ante ellos, algunos libros incluso flotando o enjaulados. Y el lugar era mucho mayor por dentro de lo que parecía por fuera. >>Magia...<<— debe ser aquí... ¡sí! —luego bajó la voz un poco avergonzada, observando que también había sillas y mesas— ¿...y ahora qué? —aún seguía impresionada para pensar con claridad.

La hawaiana no creía que la luna de Pefka tuviera algo que ver con la magia o la ciudad en general, todos estaban muy lejos de casa y no creía que una luna pudiera influir en algo. <<Además, ni que se viera alguna en este cielo, o cualquier cosa>>. Pensó la chica, aunque no lo diría por respeto a su cultura.

Maila saludó a Kiki incapaz de contener una sonrisa ante su entusiasmo. La opción de hacer magia les había cambiado el ánimo a la mayoría, y  solo podría ir a mejor si volvían sanos y salvos al torreón y con unos cuantos libros. Al fin el grupo salió y la hawaiana estuvo todo el camino prestando atención a las esquinas y calles como siempre, pero con la diferencia de que esta vez temía la aparición del reptil viniendo hacia ellos. Cuando llegaron a esa grieta gigante en medio de la ciudad Maila abrió los ojos como platos, visiblemente sorprendida. Sobretodo por la multitud de huesos que se encontraban abajo. <<¿Acaso es esto una fosa común?>>. Se dijo mientras cruzaba el puente con algo de miedo pero con relativa facilidad. <<He surfeado olas peores>>. Pensó con una sonrisa al ver a Fleur persignarse al llegar al otro lado.

La biblioteca era un edificio de mármol con dos grandes puertas de madera. El interior contenía innumerables pasillos, todos repletos de estanterías con libros. Y se veía más grande por dentro que lo que le había parecido el exterior.

-Ahora a llevarnos todo lo que podamos.- Le contestó a la francesa casi murmurando para sí misma, mientras se encaminaba al libro que tenía más cerca. Estaba ilusionada por llevarse cosas útiles, pero nunca le habían gustado los sitios tan vacíos y le aterraba la idea de que Setenta y Siete estuviera por algunos de esos pasillos buscando más hechizos con los que esclavizar.

Tras una conversación amena durante el desayuno y una Kiki sorprendentemente contenta y aventurera, decidieron salir todos excepto Sarah, que parecía a gusto con quedarse sola. Ulmara no hablaba mucho con ella desde que se abortaron sus entrenamientos antes de dormir, pero confiaba en que dentro del torreón no le pasara nada. También le alegró que Iemai se hubiera decidido a salir, la verdad, sentía que era un paso en la dirección correcta.

El paseo fue entretenido, por llamarlo de alguna forma. Eran muchos y aun así no les pasó nada relevante, por lo que el ambiente resultó bastante distendido hasta que llegaron a una gigantesca brecha en el suelo, cubierta de huesos de tantos tamaños y formas que escudriñarla le resultó descorazonador. <<Esta debe de ser la Cicatriz que vimos en sus mapas de Maciel>>. En Rocavarancolia moría mucha gente y veía a pocos lejanos, sentía que casi todas las señales apuntaban a la imposibilidad de dar el paso.

Irónicamente, en ese mismo instante, a la vez que ella daba todos los necesarios para cruzar, Nery’s se negaba. Ante su miedo irracional a las alturas, la cercana respondió tajante: “O cruzas o te quedas solo y sin libros”, parecía una amenaza, pero no era más que una forma con poco tacto de llamar a la valentía del frivy. Si Nery’s se lo pedía, sin embargo, no tendría problemas en dar la vuelta y acompañarlo de nuevo sobre aquel puente.

Por suerte, terminó cruzando y todos ellos llegaron a la ansiada biblioteca. Por fuera ya era un edificio imponente para la cercana, no se parecía a nada que se pudiera ver en un pueblo de la Cercanía y le hacía pensar en ciudades que conocía y en Islasanta. Sin embargo, todo lo imponente que era por fuera, se quedaba corto nada más entrar. Ulmara abrió uno de los portones y quedó boquiabierta al descubrir que, por dentro, era gigantesca en comparación. Todo el espacio que vislumbraba no podía caber dentro del edificio que habían visto, pero allí estaban. Por primera vez se encontraba cara a cara con algo de magia que encendía su fascinación. <<Aramara, esto es increíble>>.

—Deberíamos preguntar por el bibliotecario —les dijo a sus compañeros, tras la pregunta de Fleur—. Pero no sé dónde.

Mientras otros miraban libros aleatorios, ella se adelantó para echar un vistazo cauteloso a los pasillos más cercanos, para asegurarse de que no tenían compañía indeseada.

Nadie quería perderse la salida a la biblioteca, hasta el punto de que incluso Kiki abandonó el torreón. Iemai sabía los reparos de la chica por salir, diferentes de los suyos propios, y se alegraba de que poco a poco todos le fuesen perdiendo el miedo a arriesgarse en el exterior. Era paradójico, pero si les ganaba la cobardía también podrían ponerse en riesgo, por motivos muy diferentes que salir sin pensar en las consecuencias.

La cercana fue ojo avizor durante todo el camino, sugiriendo las rutas que le parecían menos sospechosas. Más allá de donde se veía desde el tejado del torreón no podía decir demasiado del territorio, pero aun así participó en la conversación cada vez que elegían por dónde continuar. Las instrucciones de los chicos de Maciel estaban resultando bastante útiles, especialmente a la hora de ahorrarles algunas sorpresas.

Cuando dieron con el río de huesos que les habían indicado, este les devolvió la mirada con cientos de cuencas vacías. Saber que aquello existía no lo había hecho menos imponente, y aquello se notaba en las reacciones de algunos. Al igual que Ulmara, Iemai no tendría demasiado tacto con el problema de Nery’s, sugiriéndole volver al torreón si no se veía capaz de cruzar, aunque sin malicia. Los puentes no eran tan endebles como para que diese miedo cruzarlos, lo peor era mirar hacia abajo, a aquel cementerio al aire libre, y saber que si uno se caía probablemente nunca podría volver a subir.

No hubo más percances el resto del camino, algo que Iemai agradecía desde el fondo de su alma. Cuando dieron con el edificio que buscaban, que se correspondía bien con la descripción que les habían dado de él, no tardaron en atravesar la entrada. Era bueno saber que no corrían peligro, por una vez.

El hechizo que agrandaba el espacio cogía por sorpresa hasta a quien supiera que estaba activo, pero toda la estancia era impactante. Iemai se quedó quieta observando a su alrededor, paseando la mirada por las mesas y esperando ver, quizá, a otras personas ya dentro del edificio. Sin embargo, estaba vacío. Ni siquiera se encontraba el bibliotecario a la vista.
—¿Hay alguien? —preguntó Iemai alzando la voz, mientras miraba alrededor.


—Sí, sí, sí —venía diciendo aquella suerte de espíritu que se manifestó a algunos metros del grupo. A medida que se acercaba a ellos se rascaba la nuca—. ¿Os gusta demasiado leer a los cachorros de esta cosecha, verdad? ¿No podíais ser más como los de la anterior?

El hombre se detuvo frente a ellos y los miró con hastío antes de volver a abrir la boca.
—Lavaos las orejas si hace falta porque no lo voy a repetir una sola vez más. El límite de libros por persona es de uno, podéis tenerlo el tiempo que os haga falta, mientras no os olvidéis de devolverlo, y cambiarlo por otro cuando queráis —recitó con desgana, hasta que añadió—: Aseguraos de que no le pasa nada al libro porque me voy a enterar si así es.
»En fin, ¿alguna pregunta o puedo seguir con lo que estaba haciendo?