Biblioteca Mágica

Miró al bibliotecario con cara de pocos amigos una vez más cuando respondió a la pregunta de por qué conocía el nombre de Alec, estaba claro que había esquivado la respuesta diciendo lo primero que se le pasaba por la cabeza, como parecía estar haciendo con muchas otras cosas. Lethe quería saber más y le surgían varias nuevas preguntas potenciales qué hacer, como “¿acaso nos espías?” o “¿nuestros nombres son de dominio público?” pero, francamente, lo catalogó de antemano como una pérdida de tiempo. Aquel tipo tan solo era un dolor de cabez y la enderth quería centrarse en seleccionar los libros e irse cuanto antes. Algunos de sus compañeros habían preguntado por el horario de la biblioteca, pero ella, desde luego, no pensaba pasar allí más tiempo del estrictamente necesario. No con un bibliotecario chiflado rondando,

Se acercó a la pila de libros y se mostró de acuerdo con las apreciaciones de Amira, aunque primero echó una ojeada al libro que sí podían comprender. No quería detenerse mucho a leer allí mismo, pero parecía contener información sobre la propia ciudad, por lo que probablemente era valioso. Alec dijo haber encontrado un libro con mapas, por lo que para la enderth estaba claro que hasta ese momento ya tenían cuatro libros asegurados.

Continuó mirando, dando con libros extrañísimos, algunos con ilustraciones sin sentido alguno para ella, hasta que se topó con otro cuyo contenido captó su atención por parecerse al del primer libro de hechizos que había mencionado Amira. Lo apartó del batiburrillo y llamó la atención al resto sobre él.
—Necesitamos otro diccionario para este: los idiomas no parecen coincidir —dijo mientras pasaba las páginas para asegurarse de que su primera impresión no había sido incorrecta.
Eso hacían seis libros. Para Lethe la elección estaba clara hasta ese momento, por lo que pasó a prestar toda su atención a la sección de diccionarios en busca de los ejemplares exactos que necesitaban. Suspiró: les iba a llevar un rato.

Kolja desvió la atención de la conversación una vez le confirmo lo de los horarios de lectura y se puso a ojear los libros. La verdad es que todos parecían interesantes, aunque seguramente ni una cuarta parte eran realmente útiles.

Estaba distraído, pasando las paginas de un libro con imágenes de monstruos, sin prestar mucha atención a lo que estaba haciendo, cuando vio algo familiar. Había estado a punto de pasar la página, pero se paró en medio, con la hoja levantada. Se trataba de aquel maldito esqueleto, Ataulfo o como se llamase. Bueno, era probable que no fuese él, pero desde luego era la misma cosa, huesos blancos unidos por un moco verde.

Levantó la cabeza y miró a su alrededor, a ver que estaban haciendo el resto y los encontró o buscando diccionarios o, al igual que él, entretenidos con algún libro.

-Yo me voy a llevar este-avisó.

Y nada más decirlo volvió a enterrar la nariz en el libro, posición que pretendía mantener hasta que se fuesen.

No sabía si Biblios les estaba vacilando por aburrimiento (no es que se viera a nadie más en la biblioteca, así que a saber desde cuando llevaba sin hablar con nadie) o por ser malicioso y retorcido, pero le daba igual. Le había etiquetado ya como un troll bastante idiota y pasaba de hacer más preguntas que se quedarían sin respuesta, o al menos sin una útil. Dejó el libro d en rocavarancolés a un lado, apartado de la pila, y dejó que Adam lo examinara tranquilamente. El resto fueron eligiendo libros que llevarse, y no tardaron en llegar a tener el máximo que podrían llevarse, ya que necesitaban diccionarios para algunos. Se le antojaban pocos. Normalmente en la Tierra hubieran podido llevarse más de uno por persona, y además no tendrían que perder la mitad de los posibles en diccionarios para poder leer lo que les interesaba. Iban a necesitar que los que quedaban en el torreón salieran a la biblioteca si querían más libros,  o devolver alguno de los que se llevaban cuando no les fueran más útiles.

No tardó en levantarse a ayudar a Lethe a buscar en diccionario. Juntas tardarían menos, ya que la tarea era complicada y había muchos donde elegir, y mientras estaban a ello Kolja no tardó en decidir en el séptimo libro que llevarse. —Pues en cuanto encontremos los diccionarios nos vamos. No es que me apetezca pasar mucho más tiempo aquí —. Se calló que no quería hacerlo por tener que aguantar más al bibliotecario, porque sabía que la oiría y no le apetecía enfadarle por error. Aunque parecía inofensivo, no era buena idea cabrear a nadie en aquella ciudad.

Alyssa comenzó su búsqueda de información ojeando el “peso de encima” que literalmente acababa de quitarle a Adam. Aquella “investigación” era algo que le estaba sentando bien, no tanto por que le gustara el trabajo sino porque no se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba distraerse con algo, lo que fuera para no pensar en negativo durante todo el día. Concentrada como estaba no le prestó atención al ruso hasta que se dio cuenta de que estaba hablando con ella.
–¿Eh? Oh… –Recogió el libro y le echó un vistazo rápido. La famosa “Luna roja” a la que supuestamente estaban esperando se mostraba por todas partes, pero estaba en un idioma completamente incomprensible para ellos y solo con los dibujos no había forma de sacar nada en claro.
–Supongo que podría servir, siempre que el diccionario coincida con estos garabatos. –Por supuesto aquel no fue el caso. Tendrían que buscar más diccionarios o encontrar un libro parecido que si entendieran.
En cuanto a la pregunta que le hizo después… se paró a mirar el techo unos segundos mientras pensaba en la respuesta. En realidad no tenía ni idea de qué podría sacar de allí que pudiera servirle a ella. Por su cuenta ni siquiera habría sabido por dónde empezar y se estaba limitando a seguir las direcciones que le daba el resto, pero tampoco quería responder solo con un “no”
–En realidad… planeaba ceder mi espacio para cualquier libro que necesiten los otros. Creo que será más fácil así.
Alec encontró un libro como el que tenían pero en su idioma, por lo que la griega interrumpió su búsqueda de diccionarios, o eso iba a hacer cuando Lethe por su parte localizó otro libro de magia que necesitaba traducción asi que se unió a la enderth y a Amira en la búsqueda.

Encontrar el diccionario que necesitaban fue… muy facil pero aterrador. No habían pasado más que unos minutos y acababa de acercarse a una estantería donde todavía no habían mirado. Apenas puso su mano en el lomo de un libro todos echaron a volar de golpe, como cuando espantas a una bandada de pájaros. Ocurrió de forma tan repentina que pegó un grito y se cayó de culo de susto.
Se levantó de mal humor y deseando que entre esos libros de magia pudieran encontrar algo que les permitiera hallar el modo de colgar a un fantasma... ¿espíritu?, lo que fuera aquel bibliotecario, cuando se percató de algo: en la estantería, que todavía se tambaleaba un poco por el repentino despegue de libros salvajes, quedaba un único libro que no parecía de los que se movieran solos y si, era un diccionario. Uno que parecía ser justo del idioma que buscaban.
–C-reo… que lo he encontrado.
Pasaría el resto de la estancia en la biblioteca sin fiarse de ninguna estantería.

Adam dejó escapar un sonido de decepción cuando no encontraron diccionario alguna para descifrar el raro idioma del libro que sugirió, le gustó mucho aquella portada tan elaborada y dejarla atrás le apenó.

Asintió aprobando el ofrecimiento de Alyssa sobre ofrecer su opción de libro, si estaba indecisa lo consideró una buena idea.

—Vale, si no te decides será lo mejor —respondió con el tono más agradable posible.

En cuanto Alyssa se fue a ayudar a los demás en la búsqueda de más material de utilidad, Adam se embarcó en busca de otro libro que fuese medianamente entendible. Biblios le dejo muchísimo contenido para ponerse a buscar y con solo ver esos gruesos apilados la pereza lo abrumó, pero de un largo suspiro comenzó a ojear uno por uno a ver si había suerte y encontraba uno que entendiese. Casi tiró el libro que sostenía en sus manos cuando la bandada de libros voladores que Alyssa despertó intencionalmente pasó por encima de él, apoyando su mano en su pecho y exhalando aliviado por no tratarse de algo peligroso aparentemente. Siguió buscando por no perder el ritmo y nada, no entendía ni media palabra de ninguno de esos libros. Se estaba comenzando a frustrar, frunciendo el ceño y haciendo un ligero mohín imperceptible para los demás por su enorme bufanda. Le pilló un poco de sorpresa que Amira le pasase otro libro, no tan llamativo como el primero: su tapa era de color café, rugosa y con el único detalle de un borde color amarillo claro. Su felicidad fue máxima cuando entendió la primera frase del libro “Guía ilustrada: le damos una grata bienvenida a Rocavaranciolia”.

—¡Oh dios, gracias Amira! —agradeció fervientemente a su compañera por darle material muy útil.

Cuando terminó de examinar muy por encima el libro cerró la tapa, satisfecho de que su idioma era perfectamente legible.

—A mí tampoco —coincidió con Amira, la biblioteca le daba escalofríos y quería apartarse ya de aquel bibliotecario extraño—, yo ya tengo el mío —dijo enseñando el libro, algo soso por fuera pero precioso por dentro. Sonrió en dirección a Amira, agradeciendole de nuevo.

Aquello era de todo menos entretenido. Toda una estantería llena de libros en idiomas distintos y a cada cual con grafías distintas. Chromsa iba con cuidado abriendo cada uno de los volúmenes para compararlos con el grimorio y, a pesar de lo tedioso de la situación, su ánimo no decreció en ningún momento. -(Aunque me lleve horas, pero juro por la Acromía que saldremos de aquí con el diccionario de este libro.)- pensó para sí mismo.

Mientras el ochrorio buscaba le pareció escuchar como el resto iba eligiendo qué libros llevarse de todos los que les había entregado Biblios, aunque no prestó la suficiente atención para saber cuales. De hecho, estaba tan centrado en su búsqueda que solo descubrió que Lethe, Amira y Alyssa habían ido a buscar otro diccionario cuando las notó a su lado.

Poco después de que ellas se pusieran a indagar en la estantería junto a él, dio con lo que andaba buscando. Un libro de un grosor medio con páginas amarillentas a juego con algunas decoraciones en las tapas de cuero grisáceas que tras ojearlo un poco y compararlo, resultó ser el diccionario que necesitaban. Con bastante felicidad cerró ambos libros e iba girarse hacia el grupo para informarles cuando de repente algo salió disparado de la estantería de al lado. Además de por la impresión y velocidad de aquello, el que estuviera al lado y notara el roce de uno de ellos fue todo lo que hizo falta para diera un gran respingo tirando en el proceso los libros que tenía en las manos hacia arriba. Aun más alertado por el motivo de no querer estropearlos intentó atraparlos, cosa que sí consiguió con el grimorio. Sin embargo, mientras intentaba alcanzar el diccionario cayó de espaldas. Desde luego, andar con prisa hacia atrás después de dos sustos no había sido su mejor idea. Por suerte el libro aterrizó en una superficie blanda, concretamente en su vientre. Esto lo dejó momentáneamente sin aliento, pero no tardó mucho en levantarse tras comprobar que no les había pasado nada a los libros. Libros... Ahora que podía pensar bien lo que había ocurrido, estaba bastante seguro que lo que había salido de aquella estantería eran eso, libros. Libros que volaban. -(Se nota que esto es una biblioteca mágica. Menos mal que no era uno de esos el que necesitábamos.)- pensó con asombro y una pizca de tranquilidad.

Ya recompuesto de la caída y el susto, se acercó al grupo y dijo con ánimo: -¡He encontrado el diccionario! Bueno, ¿quién se lo va a llevar? Por mi parte voy a sacar el libro de magia.- Después de que alguien se ofreciera a llevárselo y que Chromsa se lo entregara, miró a todos y añadió: -Bueno, si ya tenemos todos un libro elegido creo que deberíamos avisar a Biblios, ¿no?- El ochrorio tenía muchas ganas de volver al torreón y ponerse cuanto antes a traducir. ¿Qué secretos encontrarían en aquellos libros de magia y que serían capaces de hacer una vez aprendieran hechizos?

Asintió a Chromsa cuando este les hizo saber que había encontrado uno de los diccionarios que necesitaban e iba a comprobar cuál era cuando ocurrió aquella desbandada literal: un puñado de libros, de algún modo, salieron volando como si fuesen aves, provocando que todos los que estaban cerca se sobresaltasen e hiciesen movimientos exagerados. La enderth se dio un golpe en uno de sus codos contra otra estantería, pero estaba claro que no había sido siquiera la peor parada en aquel acontecimiento sin sentido. Tanto Alyssa como Chromsa estaban en el suelo, pero el ochrorio parecía haber tenido una caída más aparatosa así que fue a él a quién tendió su mano, la del brazo que no tenía dolorido en ese momento, para ayudarlo a que se levantase.

Mientras tanto el estúpido bibliotecario hijo de un merluzo se había esfumado literalmente sin dar explicaciones, por lo que la enderth se despreocupó por completo de él. Si no quería hacer su trabajo y comprobar cuántos libros se llevaban allá él. De todas formas iban a cumplir las normas: Lethe tenía claro que no se iba a arriesgar a llevarle la contraria por muy negligente que pareciese. Ella se quedó con el segundo libro de magia que habían encontrado y no puso objeciones al resto de libros elegidos. En general parecían haber llegado a un consenso sin conflicto, lo cual era bueno.
—Vámonos, antes de que a las estanterías o al propio edificio les dé por salir volando también.
Tenía claro que no iba a utilizar aquel lugar como sala de lectura, tampoco.

Alec se había enfrascado en el libro de mapas con bastante intensidad. Buscó entre sus páginas la biblioteca hasta que dio con ella, tratando de orientarse en sentido contrario para ver si daba con el torreón y el mejor camino para llegar, que no debía ser por el que habían ido al edificio. Estaba claro que con aquel libro no iban a volver a tomar calles innecesarias.

No lo encontró sin embargo, localizó el lugar donde les dejaban las cestas y cerca debía estar Silente pero no. Sólo más edificios parecidos a viviendas. Frunció el ceño confuso. Aquello no tenía pies ni cabeza a no ser que...

Un ruido y un grito le hicieron dar un salto, pero solo eran libros voladores y Alyssa caída en el suelo, Chromsa también parecía haberle querido dar un abrazo al suelo. Si no hubiera tenido el corazón a mil por hora quizá se habría preocupado por empezar a encontrar normal que los libros volasen.

-Eh, ¿estás bien? - le preguntó acercándose a ella con el libro en las manos.- Ahora que ya tenemos todos los libros podemos irnos.

Alec fue el último en salir de la biblioteca y en cerrar la puerta tras de sí. Sin embargo su presencia en la biblioteca persistiría un rato más. Un ligero olor a hierro se había extendido por aquellos pasillos, apenas perceptible para el sentido humano todavía.

Sigue en Torreón Silente.

Virgo nunca había estado en la Biblioteca. Al principio, Profeta le había dado cierta libertad de movimiento por la ciudad, pero nunca más allá del barrio en el que aquel momento se encontraba su casa y, a pesar del par de mudanzas que sufrieron antes de asentarse, jamás vivieron cerca de aquella zona, por lo que no había podido disfrutar de aquella cantidad de libros jamás. Al principio se sintió un poco abrumada por la grandiosidad del lugar y lo abarrotado que estaba, pero en seguida respiró hondo para calmarse. Dama Diurna ya le había dicho que por el momento no podía comprarle libros, pero que podía coger todos los que quisiera de la biblioteca siempre que luego los devolviera en buen estado, razón por la cual la había traído ese día. Virgo ni siquiera había esperado que existiera la opción de coger todos los libros que quisiera en la biblioteca, por lo que le quitó importancia a la disculpa de Diurna al no poder adquirirlos.

- Te diría de que fueras echándole un ojo a los libros que te llamen la atención, pero preferiría que no te perdieras por las estanterías hasta que te haya presentado a Irianna- explicó Diurna, sujetándose entre sus brazos los dos ejemplares de su investigación sobre Krabelin que iban a dejar en la biblioteca-. Además, ama la lectura y los libros tanto como tú. Sospecho que podríais llevaros bien.

Llegó a la biblioteca poco después que dama Diurna y su nueva ayudante. Llevaba un vestido sencillo de color azul marino con una corbata roja. No iba a haber nadie más que ellas tres, como mucho podría aparecer Biblios si al espectro se le daba por ahí, pero sintió que la ocasión ameritaba vestirse un poco elegante. Era una excusa como cualquier otra para estrenar un atuendo, en realidad. No tardó en localizar a las dos chicas y se acercó a ellas sonriendo.
—Hola. ¿Cómo es que no hay una cola para que les firmemos nuestra primera publicación? —Bromeó. A continuación se giró hacia la chica de pelo violeta—. Encantada, me llamo Irianna. Eres Virgo, ¿verdad? Creo que nos veremos mucho en las termas.
Ya que era humana le tendió la mano, saludo que los idrinos también compartían. La bruja maldita le había hablado brevemente sobre ella: al parecer se trataba de una antigua esclava a la que emplearía en su futuro negocio. La lacustre estaba muy emocionada con la idea de poder tener aguas termales en la ciudad y más si iban a estar regentadas por alguien de confianza.

- Ya sabes que los habitantes de la ciudad no destacan exactamente por tener un gusto refinado en literatura ni en nada- continuó Wen con la broma de Irianna.

- Así es, mi nombre es Virgo. Encantada de conocerla, Irianna- contestó estrechándole la mano que le había tendido, todavía un poco cohibida y sin haberse acostumbrado del todo aún a poder usar su nombre y a un trato tan igualitario.

No añadió nada más para no comprometerse demasiado, todavía dudando sobre el comportamiento que se esperaba de ella. Dama Diurna y el resto de habitantes del Cuchitril no permitían que les tratara de usted y no eran otra cosa que amistosos y acojedores con ella, pero por su experiencia con Lasca la mayoría de transformados esperaban de ella una actitud más bien complaciente y servicial. De hecho, no había usado el dama porque no se había presentado como tal, pero había estado bastante tentada a añadirlo.

—Seguro que es eso —rio cuando dama Diurna le siguió el juego.
Cuando Virgo habló tardó un instante en reaccionar ante lo que acababa de escuchar, pasando de una expresión más neutra a un gesto ligeramente apurado.
>>Oh, no es necesario que me trates de usted. Si no te es inconveniente preferiría que no lo hicieras, de hecho —añadió para dejar clara su postura al respecto.
Se podía imaginar por qué lo hacía: ningún ciudadano de pleno derecho trataba a otra gente de usted, al menos ella no conocía a ninguno, y le incomodaba bastante que aquella chica lo hiciera solo por estar acostumbrada a que la tratasen como alguien inferior. Si estuviese tratando con otra transformada tal vez ni siquiera lo hubiera dicho ya que habría considerado que se trataba simplemente de su registro, pero estaba bastante segura de que no era el caso de Virgo.

Virgo asintió ante la petición de Irianna de no llamarla de usted, aceptándolo sin problema ya que había sido una posibilidad teniendo en cuenta las preferencias en el trato de todos los conocidos que le había presentado dama Diurna.

Wen rodó los ojos ante el intercambio. Ella seguía intentando que Virgo se comportara como su propia persona y no como un autómata de servicio, pero entendía que todavía le faltaba por coger confianza y mientras estuviera bajo el título de esclava, aunque solo fuera papel mojado para la británica, no podría creerlo del todo. A la vouivre realmente le gustaría liberarla y estaba deseando que llegara el momento, pero lamentablemente la necesitaba a su lado al menos hasta que las termas estuvieran en funcionamiento y no las tenía todas consigo con que si la liberaba ahora se mantuviera a su lado.

- Bueno, Irianna, ¿qué tal os está yendo a Kimbra y a ti? La última vez que hablamos de algo que no fuera Krabelin fue cuando Kimbra dijo que pensaba cambiarse el nombre a Estigma y tú estabas planténadotelo. Por cierto, he traído un ejemplar para ti. Supuse que querrías tener al menos uno completo, además de todas las notas y apuntes que tendrás esparcidas- comentó bromeando mientras sacaba de la bolsa que había traído uno de los libros y se lo ofrecía. Luego se giró hacia Virgo-. No tienes por qué quedarte aquí si no quieres. Puedes comenzar a buscar los libros que quieras llevarte.

Virgo, que se había mantenido rígida y estática a su lado, asintió estoicamente a dama Diurna y le hizo una reverencia corta a Irianna antes de retirarse en dirección hacia la primera estantería que vio cogiendo un par de libros con disimulado entusiasmo.

Le alivió comprobar que Virgo no ponía ningún impedimento respecto a su petición y centró su atención en dama Diurna y sus preguntas. Recogió el libro que le tendía con una gran sonrisa.
—Estamos muy bien, gracias. Kimbra… Sí, Estigma es su nombre rocavarancolés, aunque sigue permitiéndonos que le llamemos Kimbra. Quiere dedicarse a la doma de animales de todo tipo y está trabajando muy duro. También está aprendiendo nigromancia con Gael, ¿nunca habéis coincidido? —Recordó de pronto que la demonio rakshasa visitaba la propia casa de la humana con cierta frecuencia—. Y yo… ¿te ha comentado algo Vac, tal vez? Todavía trabajo en el Macetero y seguiré por un tiempo, pero últimamente tampoco paro: no puedo permitírmelo si algún día quiero ser la famosa detective dama Enigma, escritora de novelas de misterio —bromeó para revelar sin andarse por las ramas a qué se quería dedicar en el futuro y el nombre que finalmente había elegido.

Dama Enigma no había tardado demasiado en aparecer en su cabeza una vez comenzó a darle vueltas. Su futuro empleo, su dominio, sus novelas que estarían principalmente enfocadas en el misterio… Casi parecía demasiado obvio y simplemente estaba convencida de que era el nombre perfecto. Sobre todo porque para ella se trataría de un pseudónimo y no sustituiría a su nombre real, no pensaba dejar de ser Irianna.

A la lacustre no se le escapó el cambio en el lenguaje corporal de Virgo cuando esta se acercó a las estanterías. Probablemente le preguntaría después acerca de su gusto por la lectura si se presentaba la ocasión.

Wen sonrió ante las noticias de Irianna, habiendo deducido algo similar de la última conversación que había tenido con la demonio, imaginando que estaría estudiando sobre su oficio elegido para poder aplicarlo a los distintos y numerosos animales con los que se podría encontrar en los mundos vinculados.

- Si bien el taller de Gael está cerca, no está en el mismo edificio que el Cuchitril, sino enfrente y tiene entradas distintas. Cuando Kimbra viene a estudiar nigromancia nunca entra al Cuchitril, se limita al taller. Además, la mayoría de las veces estoy trabajando en el proyecto de las termas, así que ha sido difícil coincidir. Estoy teniendo una temporada bastante ocupada como podrás entender. Y lamentablemente se extenderá hasta después de la próxima cosecha, pero terminará valiendo la pena- explicó satisfecha con su proyecto-. Dama Enigma- repitió probando las palabras-. Me gusta. Casa bastante con la elección profesional que has hecho y tu transformación, si me permites el comentario. Creo que es un buen proyecto. Si alguna vez necesito un detective o conozco a alguien que lo necesite, no dudaré en solicitar tus servicios. ¿Estás pensando en empezar a publicitarte o vas a esperar a estar más asentada?

En ese momento, Virgo volvió con cuatro tomos bastante más gordos de lo que se esperaba que cupieran entre sus brazos y los dejó suavemente en la mesa que se encontraba al lado de la británica. Su propio resoplido fue el que le hizo darse cuenta de que probablemente ambas mujeres le estaban mirando y sus mejillas comenzaron a colorearse de vergüenza. Antes de que pudiera abrir la boca para disculparse o alguna tontería del estilo, Wen resopló divertida.

- Todos los que quieras, Virgo, de verdad. Da igual si son muchos o pesan demasiado, podemos llevarlos- le tranquilizó señalando la bolsa sin fondo que colgaba de su cinturón, sabiendo que la humana estaba a punto de retroceder pensando que había actuado mal. Si Irianna se fijaba en las portadas de los libros, vería que principalmente iban de mitología humana y de astronomía de distintos mundos.

Asintió ante la explicación de dama Diurna acerca de por qué nunca se había cruzado con Kimbra en el Cuchitril.
—Ya lo creo que sí, estoy deseando poder bañarme en tus termas —afirmó cuando dama Diurna dijo que creía que valdría la pena—. ¡Gracias! —expresó a continuación cuando la bruja maldita aprobó su elección y le dijo que contaría con ella—. Pero, uf, no, estoy demasiado en pañales todavía con todo esto como para pensar en publicitarme. Ya estoy estudiando a fondo los hechizos más importantes que voy a necesitar y he empezado a organizarme para cuando elija una casa que reformar, pero todavía me quedan bastantes meses trabajando en la plantación para seguir ahorrando dinero. Además estoy bastante verde con la alquimia.

Virgo regresó entonces llevando varios libros bastante pesados con ella e Irianna no pudo evitar sentir curiosidad por los títulos que quedaron al descubierto cuando los colocó sobre la mesa.
—¿Eres aficionada a la lectura, Virgo?

- Ah, sí -contestó comprensiblemente cuando Irianna expuso que todavía necesitaba estudiar y ahorrar dinero para poner en funcionamiento su negocio-. Es la parte más odiosa y a la vez muy emocionante. Toda la planeación y la investigación y calcular hasta la última moneda el dinero que vas a necesitar para poder administrarte bien. Menos mal que tengo experiencia en las numerosas reformas del Cuchitril, porque si no no sabría por dónde empezar con el local y probablemente terminaría endeudándome solo con llegar a poner los cimientos -comentó con mofa-. Y, bueno, supongo que sobra decir que si necesitas ayuda o asesoramiento no dudes en pedirlo. Probablemente no sea de mucha ayuda con la parte de los hechizos y la alquimia, no es mi fuerte, pero conozco los suficientes negocios de esta ciudad y su funcionamiento como para poder echar una mano en eso.

Probablemente Irianna podría arreglárselas perfectamente ella sola, pero Wen no veía mal ofrecer su ayuda si eso aliviaba un poco la carga del trabajo. Ella estaba cada día más cerca de completar su proyecto y era especialmente satisfactorio saber que iba a conseguirlo gracias a su esfuerzo y tesón, pero no es como si pudiera olvidar que sin la ayuda de sus amigos las cosas habrían sido diferentes.

- Em, Sí -contestó Virgo de forma insegura a la pregunta de la bruja.

- A Virgo le encanta leer -contestó también Wen al ver que su asistente no parecía sentir confianza como para decir algo más-. Ya ha arrasado con las estanterías del Cuchitril, pero desgraciadamente no tenemos tanto como nos gustaría sobre sus temas favoritos. ¿Conoces algo de mitología terrestre?