Biblioteca Mágica

La actitud de Giz cambia tan de repente que casi me sobresalto. Deja caer la flecha y respiro aliviado mientras veo como una pila de libros sobre la mesa se desmorona. Parece confuso... me imagino que no es fácil que salga la Luna y que todavía no sepas lo que va a pasar. Nosotros jugábamos con ventaja.
Cuando veo a Giz sacar otra flecha del carcaj no noto que lo haga con actitud amenazante. Parece demasiado pensativo, incluso mientras habla. No le interrumpo mientras se explica, se ha disculpado. Tal vez he sido brusco, no lo sé. De pronto le noto incluso triste. Al despedirse rápidamente se empieza a alejar sin aparentar tener ni pizca de ánimo. Miro de reojo al otro muchacho y sin saber qué hacer murmuro una despedida y trato de ir tras el asreniano.
-¡Giz, espera! -le digo cuando lo alcanzo al salir de la biblioteca-. No es tan terrible, ¿sabes? -Miro a los lados incómodo. No creo que termine de fiarse de mí, pero por algún motivo necesito que no me vea como un enemigo. Tal vez sea por lo que sentí cuando los vi a todos en el torreón y se llevaban tan bien... incluso hacían bromas en un momento como ese. Y si comparo eso con mi soledad en los últimos meses me hacer sentir hasta celos de nada en particular-. Quiero decir... las transformaciones... duelen, extrañan, te cambian... pero lo acabarás entendiendo, creo. Y cuando te acostumbras te das cuenta de que lo necesitabas, incluso que te habrías vuelto loco sin el cambio. No sé explicarlo, pero... bueno, quizá es diferente para cada uno. -Miro a mi alrededor y veo por dónde seguimos avanzando. El torreón no está lejos de aquí-. Siento haberme acercado así en la biblioteca, siempre he sido demasiado confiado. Creo que ni pasar por cien cosechas va a cambiar eso. -Suspiro-. De todas formas... si queréis saber algo más sobre cualquier cosa en la que pueda ayudar estaré en Serpentaria. Me figuro que pronto os darán la contraseña para entrar. La puerta está hechizada.
Me quedo callado entonces sin saber si apartarme de su camino y volver a la torre sin más. Posiblemente lo esté aburriendo con toda esa parrafada. Igual no es el mejor momento para insistir una y otra vez en lo de las transformaciones. Trato de sonreír de forma más despreocupada y me siento en el aire con las piernas cruzadas.

Sigue en el Torreón Letargo.

-Eeeeh... ¿Giz?-pregunto sin nadie que pueda responder.

Para cuando me doy cuenta, tanto Giz como el chico brillante al que Giz se ha referido como "Koval" han desaparecido de mi ángulo de visión. Sí, sí, "despistes puntuales y sin importancia". En cuanto Giz ha insinuado que nos estaban utilizando, mi mente ha desconectado completamente del mundo. Teorías conspiratorias, planes ocultos, personas que todo lo controlan desde las sombras. Mi mente pasa a ser un hervidero de teorías absurdas, sin relación entre sí y sin mucho sentido por si solas. Todo esto, sumado a las anteriores teorías sobre el discontinuo existir de la biblioteca, me ha hecho perder un tiempo considerable. Claro, cuando me alejo del trance ya han debido de pasar varios minutos, y por qué no, cuarto, media hora. O puede que solo esté exagerando.

De todas formas, tengo que pedirme a mí mismo un poco de concentración, pues todavía estoy un poco ausente. Es como si... como si pensase demasiado en cualquier tontería que se me ocurre. Necesito un poco de autocontrol. Reviso mis alrededores para asegurarme de que no se han sucedido cambios importantes durante mi prolongada ausencia y redirijo la bañera hacia la salida.

Una vez en el interior, me despido con un gesto silencioso de la biblioteca y busco a lo lejos Letargo. Me ayudo de la altura de la bañera para localizar el torreón. Sí, allí a lo lejos, calles más abajo. Giz y el tal Koval deben de haber llegado ya sin mucha dificultad. Y seguro que están compartiendo toda la información que ha encontrado Giz con el resto, ¡sin mí! No les puedo culpar, últimamente no me centro en lo que estoy haciendo, ya ni hablar de mi concepción del tiempo y su continuidad.

Dirección Letargo, viento favorable, sin nubes y con una Luna Roja lanzando su luz carmesí sobre Rocavarancolia. Que bello paisaje se me presenta. Lo único que cambiaría, el tema del viento. Cuanto menos viento, mejor.

Sigue en el Torreón Letargo.

Desde la noche en que llegamos a la Biblioteca hasta hoy no sé cuántos días habrán transcurrido. Solo que yo he estado trabajando sin descanso, ayudado la mayor parte del tiempo por Elunin (mientras no estuviera dormido). El nublino me ha sido realmente útil este tiempo, ya que necesitaba un sujeto de prueba para las runas que encontré. Runas exclusivas de sangre, encerradas en un libro sangriento, del cual solo he estudiado lo más básico. Y por supuesto, copiado.

Spoiler:

Me sé los dibujos prácticamente de memoria... Elunin se los sabrá también, así como sabrá que funciona a la perfección esto de las runas: la sangre que he ido almacenando en las prácticas era suya. Bueno, solo han sido dos prácticas. Entre tanto he tenido que ir a la taberna y traerle comida para reponer su sangre. También he tenido que limpiar, ya que pasada una hora las runas descargan su contenido y se puso todo pringado de sangre maloliente. He leído más adelante que esa misma sangre se podría hervir con otra runa y usar su liberación como arma. Y ni contar lo raro que se siente cuando la sangre robada pasa a mi ser a través de mis manos... No es delicioso, pero la sensación se derrama desde las manos en lugar que desde la boca. Es raro pero... Buah. Pero de momento con esto tengo suficiente. Sin embargo, me estoy empezando a hartar de esta espada... Necesito dagas. Dos o dos duales, lo que sea. No puedo luchar en sólido y en humo con una espada y escudo, me frena. Necesito velocidad, toda la que pueda. ¡No llevo ni armadura! Una runa en cada cara de la hoja de la daga, dos dagas... Y si además son dagas dobles mucho mejor. Ah, sí, Elunin apuntó que el efecto sería aún más mortal si tienen un filo serrado o con muescas. Hablando del nublino...

Cuando le localizo le contemplo dormir en la silla, con los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza reposando en estos. Ni rastro de las dos heridas que le hiciera, así como de los mordiscos. Nada. También sugirió ir a la cicatriz o al mercado. Creo que mejor será la cicatriz. <<< Gratis >>> Decidido. Esperaré a que se despierte y luego partiremos a buscar las dagas. Y creo que el libro nos lo llevamos al Burdel. Quizá a Adara le interese, iré a la Sede luego a contárselo...

Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.

Cuando Matt le cedió el paso con una reverencia, Wen supo que tenía miedo. “¿Dónde ha quedado eso de sacrificarse por el grupo?” se mofó del chico mentalmente mientras se acercaba a la puerta.

- Cobarde. - le susurró con una sonrisa socarrona cuando pasó delante suyo, justo antes de propinar una estruendosa patada a la puerta de doble hoja que, como había vislumbrado de pasada, ya se encontraba abierta, por lo que se abrió con facilidad.

Wen levantó el arco, apuntando al frente, alerta a cualquier movimiento del interior, pero lo que encontró en el interior la dejó del todo impresionada. “¿libros?” se preguntó mentalmente. “¿Qué hace una biblioteca en una ciudad como esta?” . No pudo evitar imaginar al monstruo que los había atacado el día anterior con unas gafas y un libro entre sus patas mientras untaba miembros humanos en mayonesa para luego comérselos. Su repentino humor negro la hizo reir mientras recorría los pasillos de la biblioteca. Cuando se cercioró de que ninguna amenaza podría sorprenderla mientras se centraba en los libros, comenzó a revisar los libros, buscando alusiones a la historia de la ciudad o a la palabra “cosechados”.

Estantería tras estantería, fila tras fila, Wen iba descartando los libros que le eran imposible leer, que eran la mayoría, e iba recogiendo los que entendía. Cuando terminó con la zona que se había adjudicado, se acercó a una mesa donde dejó los libros recolectados para examinarlos. A pesar de la cantidad de libros revisados, el número de libros que podía leer era mínimo, pero la morena no se desanimó. Tenía uno sobre monstruos, algunos de mapas y un par de magia y hechizos, sin contar el robusto libro que había encontrado sobre historia de la ciudad. Sin ni siquiera pensárselo, guardó el libro de historia en la mochila antes de empezar a examinar los otros, que para Wen eran simplemente un plus.

Descartó los libros de magia con solo una pasada antes de ponerse a examinar el de monstruos. “No es tiempo de dar vueltas por cuentos de hadas. ¿O es que acaso soy yo capaz de hacer maga?” Preguntó retóricamente para sí misma.

Cuando hubo terminado con su análisis, entre los elegidos solo quedaron el libro de monstruos y otro de mapas, el más completo entre los encontrados. Cogiéndolos en brazos, se dirigió a la puerta donde planeaba guardarlos en su mochila junto al libro de historia mientras esperaba a que los demás terminaran.

Cuando llegó a la puerta, Enna llevaba un libro entre las manos y hablaba con un hombre vestido de blanco. La niña no parecía asustada ni en peligro, por lo que Wen decidió ser precavida y se pasó todos los libros al brazo izquierdo, dejando libre el derecho por si tenía que recurrir a coger su navaja.

- Enna, ¿Quién es él? - preguntó secamente. No se acercó del todo, pues aunque el chico no parecía peligroso, la distancia le daría un amplio margen de maniobra por si se ponía violento. Al fin y al cabo, estaba claro que él formaba parte de la ciudad.

La niña azúcar glass le contestó tartamudeando, aunque con una sonrisa. “Un solo libro.” Reflexionó para sí misma. No le gustó esa orden. Ella necesitaba, como mínimo, el libro de historia y el de monstruos.

Finalmente, decidió dejar en la mesa más próxima los libros que llevaba entre los brazos, quedándose únicamente con libro que llevaba en la mochila de historia. Esperaba que Enna no llevara un libro inservible o de historia como ella, porque, de ser así, estarían perdiendo una oportunidad para sacar un libro. “Bueno, yo voy a estar ocupada en el gigantesco libro que llevo a la espalda, que la niña coga el que quiera.” Se dijo finalmente, decidiendo ignorar el libro que había escogido Enna y se acercó al bibliotecario mirándole directamente a los ojos.

- ¿Puedo hacerte una pregunta, “bibliotecario”? - preguntó sería, con un poco de mofa al nombrar su profesión.- ¿Por qué estamos aquí? ¿para qué nos han elegido? Si vamos a tener que estar continuamente luchando por nuestras vidas, por lo menos dinos ¿para qué? - preguntó seria, acercándose y alzando la voz cada vez más. Secretamente ansiaba que la respuesta fuera “libertad”, no necesitaba saber si volverían o no de nuevo a sus mundos, solo si realmente el fin era la libertad.

-Cobarde- Miro a Wedn por el rabillo del ojo y sonrio."Cobarde no cariño. Precavido"

Dejo pasar a todos y mi mirada se posa en el horizonte y alzo el arco. "Donde coño me he metido". Me doy la vuelta y me adentro en el edificio.

-¿Pero que coño? JA! Esto era lo ultimisimo que esperaba encontrarme aquí. Enserio.- Me paro observando las estanterías y los pasillos de aquella especie de biblioteca. Enna y Wedn se adentran por los pasillos y las pierdo de vista por lo que decido ir a mi aire un rato.

Mis ojos pasan por los estantes repletos de libros. "Cuantos libros... que cantidad de información Matt, aquí puedes averiguar muchas cosas sobre este puto sitio." Mi mirada se detiene en un libro bastante grueso con la tapa negra. "¿Qué será?" Lo saco y comienzo a ojearlo. Son una especie de símbolos extraños y dibujos. -¿Qué coño será esto? ¿Un manual para algo?- Lo dejo y continuo mirando libros y libros buscando alguno que pueda entender.

Al cabo de un rato encuentro una especie de libro donde se describen de manera algo simple bastantes armas y utensilios raros. -¿Armas? Interesante- Me hecho un poco hacia atrás y choco contra la estantería que está a mi espalda haciendo que uno de los libros se caiga y me sobresalta. -Ostias, que puto susto- Me fijo en el libro y leo su portada. -Bestiario de Rocavarancolia. Mmmm, esto me interesa mucho más.- Digo con una extraña curiosidad.

"Mañana intentaré volver para ver que mas puedo sacar de este sitio. Paso de seguir solo por mucho tiempo aquí. Demasiado silencio" Cojo los dos libros y me encamino hacia la salida. Al llegar a la entrada encuentro a Wedn y a Enna hablando con una persona.

"¡Alguien de la ciudad!. No se las está comiendo así que no creo que sea un problema. El puede echarnos una manita" Me acerco todo lo rápido que puedo y me pongo al lado de Enna. -Mmm, ¿Hola?- Digo mirando a ese extraño personaje.

- ¿el yonqui?- preguntó extrañada la británica, pero no esperó que le contestara.- ya he escuchado toda esa mierda.- le dijo despectivamente, al ver que no le diría nada nuevo. “No entiendo cómo puede caber en una misma ciudad un hombre así y un monstruo como el de ayer.” Se dijo pensativa.

Sin hacer demasiado caso a la llegada de Matt y a lo que le decía el bibliotecario, se fijó en el exterior. Quedaban escasas horas de luz, si no querían terminar andando de noche por la ciudad, debían ponerse en marcha.

- Haz bien tu elección, Yankiee.- le dijo al chico dándole la espalda, sin prestar atención a su elección final.

Las palabras de Enna fueron el pistoletazo de salida para ellos, que salieron de la biblioteca sin despedirse siquiera del bibliotecario, y pusieron rumbo de nuevo al torreón.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Este edificio es enorme... por fuera; y por dentro lo es aún más... lo que más me sorprende es cierto olor a... a... ¿a papel? ¿a cartón? ... hay un ambiente totalmente solemne en este lugar... no se porque; pero si aquí hubiese algo verde no me habría importado quedarme aquí; es un lugar... acogedor.

Veamos... "Historia del..." vaya, el libro está desgarrado; este otro... "Secretos del burdel de Dama Espasmo" lo abro y salen imágenes de seres abrazándose, pegándose y utilizando un montón de instrumentos raros... lo dejo donde está. Echo un vistazo y miro a los demás; los tengo localizados, vale.

Hay algún que otro libro con un símbolo de una calavera; uno está pegado a la estantería... ¡un libro verde! no puedo contener la emoción y de mis poros sale música. "Flora de Malyadar" abro el libro y encuentro que las hojas están recortadas y hay arena dentro.

- ... De aquí no puede crecer nada...

Mientras los demás charlan con un ser que parece se el "bibliotecario" de este lugar llamado "biblioteca"... al parecer nos podemos llevar un libro...

...

Parece que los demás tienen intención de irse... bueno; como sea, yo también me llevaré un libro de estos; a ver a ver... uno delgado con el que pueda cargar... " a ver a ver... verdes y delgados no hay... solo hay verdes y gordos... creo que si se me callese uno encima me aplastaría.

Prttzzzz; este mismo tiene el dibujo de algo rojo con 10 picos... me gusta; es fino, liviano... "Magia barata para aprendices" ya lo miraré en el torreón con más detenimiento.

Y cogido esto, me acerco al grupo.


Sigue en la Cicatriz de Arax.

El hombre dice ser el bibliotecario y que solo puedo llevar un libro. El bibliotecario mira mis elecciones y me da un ejemplar mejor del bestiario. -Muchas gracias prefiero la edición moderna.

Escucho a Enna y Wedn murmurar algo y cuando me giro se están yendo de la biblioteca. -Bueno amigo, nos vamos. Encantado de conocerte, espero volver pronto.- Me despido del bibliotecario y salgo de la biblioteca para reunirme con el grupo.

Llevo el libro en la mano derecha y en la otra el Zippo abriéndolo y cerrándolo mientras me pierdo en mis pensamientos."Parece ser que no solo hay monstruos en esta ciudad. ¿Qué tipo de personas más habrá escondidas en esta ciudad?". Cierro el libro y comienzo a ojear el libro."¿Que clase de bichos hay aquí metidos por dios? No puedo esperar a ver que mas puedo encontrarme aquí escondido. Aunque estos bichos dan un poco de miedo. Debo prepararme mas si no quiero acabar siendo la merienda de cualquiera de estos." Cierro el libro de un golpe y comienzo a andar mirando cada detalle de las callejuelas con miedo de que algún tipo de bicho le diera por salir a que le de el aire.

Deshacemos el camino recorrido casi sin hablar. -Bueno señoras. ¿Qué habéis cogido vosotros?-Hasta llegar a la enorme grieta llena de huesos.

Sigue en la Cicatriz de Arax.

Gracias al recorrido marcado en el mapa de la mente de Wen, no tardaron mucho en llegar a la biblioteca. Esta vez, no esperó un buen rato en la puerta como el día anterior, sino que abrió la puerta directamente, sin esperar a nadie, y se dedicó a buscar papel y bolígrafo. “¿Es una biblioteca, no? Tiene que haber por algún lado.” Pensó. Con un vistazo rápido comprobó que no le sería fácil encontrar dichos objetos, si es que los había, así que optó por llamar al bibliotecario. Así, además, el resto del grupo podría preguntar por los cristales.

- ¡Bibliotecario! - llamó a gritos.- ¡Se que estás ahí, sal!

La verdad era, que no pretendía que sonara como una amenaza ni como una advertencia, era una simple afirmación expresada en gritos. “No dejaría la biblioteca sola y abierta, no en una ciudad como esta.” Pero su propia impaciencia la delató. Desde que había abierto el libro de mapas tenía unas crecientes ganas de explorar la ciudad y necesitaba del papel y bolígrafo para eso.