Botica de la náyade
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Giniroryu
Lops
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Leonart
Tak
13 participantes
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Botica de la náyade
09/02/13, 12:03 am
Recuerdo del primer mensaje :
De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.
No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.
Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.
Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.
La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.
De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.
No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.
Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.
Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.
La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Botica de la náyade
18/06/13, 02:15 am
Había agradecido no tener que entrenar esa mañana, poder descansar sin más. Dormitó hasta tarde y después aprovechó lo que quedaba de mañana haciendo tareas domésticas y guardando el traje ya limpio y doblado a buen recaudo. Tal y como habían comentado el día anterior se prepararon para dar un paseo y pasar por la botica para ver a Nia para preguntarle si había pasado algo por lo que tuviera que marcharse de aquella manera. Habían preguntado a todos los conocidos del grupo y ninguno había sido avisado de que se fuera a ir de la fiesta. «Podemos dar gracias si es que no se le escapó de nuevo uno de sus bicharracos y anda suelto por la ciudad». Pero lo que le preocupaba en realidad era que a Nia le hubiese vuelto a dar algún mal de los suyos «como cada vez que desaparece sin avisar».
El paseo hasta la botica fue breve, pero Gael, que no había pisado el exterior aún en todo el día, se dio cuenta de que el tiempo estaba más revuelto que de costumbre, venteando, nublado y húmedo. Se arrebujó en su chaqueta y miró las nubes con mala cara, asegurándose de llevar el ratón en el bolsillo. Entraron en la tienda saludando y se encontraron a uno de los frivys tras el mostrador. Se encargó de ir a buscar a Nia al sótano y esta subió al poco con una toalla envolviéndole la cabeza. Gael la miró extrañado, pero no preguntó por qué se cubía el pelo.
-Hombre, la fugada -dijo en broma al verla aparecer-. ¿Pasó algo ayer para que te fueras tan de repente? Nadie sabía nada de ti.
El paseo hasta la botica fue breve, pero Gael, que no había pisado el exterior aún en todo el día, se dio cuenta de que el tiempo estaba más revuelto que de costumbre, venteando, nublado y húmedo. Se arrebujó en su chaqueta y miró las nubes con mala cara, asegurándose de llevar el ratón en el bolsillo. Entraron en la tienda saludando y se encontraron a uno de los frivys tras el mostrador. Se encargó de ir a buscar a Nia al sótano y esta subió al poco con una toalla envolviéndole la cabeza. Gael la miró extrañado, pero no preguntó por qué se cubía el pelo.
-Hombre, la fugada -dijo en broma al verla aparecer-. ¿Pasó algo ayer para que te fueras tan de repente? Nadie sabía nada de ti.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Botica de la náyade
18/06/13, 02:58 am
Nia
El sótano de la botica, normalmente un lugar húmedo y apagado, tenia sus rocas impregnadas de brochazos aleatorios de colores vívidos, como el que habia llevado a la fiesta. La variedad de colores eran el rojo, el azul, el verde y el morado y todos brillaban sobre la piedra húmeda, iluminando la sala subterranea con todo un arcoiris, o casi. La enorme pecera estaba tapada con una sábana negra, para evitar molestar a su morador y Nia se encontraba en un mueble que servia de tocador y de mesilla donde estaba tratando su pelo. Parte de este, estaba quemado, y algunos mechones separados parece ser que habian sido victimas de un intento de teñirse fallido. Con lo cual, la normalmente deslumbrante melena de Nia, en estos momentos era una maraña cardada con varios mechones multicolor.
Gruñia a su reflejo mientras se peinaba con fuerza, haciendose daño en la raiz y lloriqueando por ello, frustrada. Nia les habia pedido un tiempo a los frivy's de privacidad ya que iba a tener que arreglar el desastre de su pelo antes de volver a salir al público. No se esperaba oir la voz del joven frivy de pelo anaranjado asomandose por la escalinata.
-Jefa, tienes supervisita.-
Nia soltó otro gruñido de frustración mientras arrojaba el cepillo al otro lado de la sala. Resoplando fuertemente, se giró hacia el frivy que se quedó mirando el pelo de la niña confundido y sorprendido a partes iguales.
-Si es un cliente, puedes decirle que me encuentro indispuesta. Que deje su dirección y yo misma le haré una visita cuando...-dijo, volviendo a su tocador, enredando la punta de sus dedos entre el enmarañado pelo. El frivy negó rápidamente con la cabeza, interrumpiendola.
-No jefa. Son sus megamigos del fiestyxcuchitril.-
La ulterana alzó una ceja, procesando las palabras lentamente. Cuando se dió cuenta, se alzó de súbito y entró en pánico. Buscaba algo con el que tapar esos pelos que traía consigo. Se desesperó y acabó ocultando la larga melena rubia en una toalla, a modo de turbante. Quizás demasiado grande debido a la longitud de su pelo. Pero ya no importaba nada. Con lágrimas de tener el pelo todavía dolorido, la ulterana subió las escaleras hasta salir al encuentro de Adara, Giz, Gael y Noel. La ulterana suspiró, cansada. No había pasado una buena noche, ni tampoco había mejorado mucho con la salida del sol. Se había prometido no dejar que le afectase. No al menos delante de ellos.
-Hola...-comentó con una voz algo débil e intentó marcarse una sonrisa.
Gael la saludó con una broma y la ulterana parpadeó lentamente, todavía costándole pillar la velocidad a la que iban las cosas, antes de contestar.
-Si... bueno...-dijo mientras les ofrecía un asiento y si querian algo de beber o comer, aunque la hora de comer hubiera pasado hace poco.
-No se me dan especialmente bien las fiestas... Demasiada gente.-comenzó a explicarse.-Vi algo que me recordó a otra cosa que no quisiera recordar más... Una tonteria.-dijo venteando la mano debajo de su rostro, para quitarle importancia.-Y bueno... Tuve un pequeño ataque de nervios y no pude evitar irme.-dijo, como si fuera la cosa más torpe del mundo. A continuación, intentó lograr otra sonrisa, para una vez más, quitarle importancia.-Lo siento por desaparecer.-terminó diciendo.
No hacia más que repetirse la historia. Solo conseguía que los demás se preocupasen por ella. Quizás debería volver al mar de una vez por todas.
El sótano de la botica, normalmente un lugar húmedo y apagado, tenia sus rocas impregnadas de brochazos aleatorios de colores vívidos, como el que habia llevado a la fiesta. La variedad de colores eran el rojo, el azul, el verde y el morado y todos brillaban sobre la piedra húmeda, iluminando la sala subterranea con todo un arcoiris, o casi. La enorme pecera estaba tapada con una sábana negra, para evitar molestar a su morador y Nia se encontraba en un mueble que servia de tocador y de mesilla donde estaba tratando su pelo. Parte de este, estaba quemado, y algunos mechones separados parece ser que habian sido victimas de un intento de teñirse fallido. Con lo cual, la normalmente deslumbrante melena de Nia, en estos momentos era una maraña cardada con varios mechones multicolor.
Gruñia a su reflejo mientras se peinaba con fuerza, haciendose daño en la raiz y lloriqueando por ello, frustrada. Nia les habia pedido un tiempo a los frivy's de privacidad ya que iba a tener que arreglar el desastre de su pelo antes de volver a salir al público. No se esperaba oir la voz del joven frivy de pelo anaranjado asomandose por la escalinata.
-Jefa, tienes supervisita.-
Nia soltó otro gruñido de frustración mientras arrojaba el cepillo al otro lado de la sala. Resoplando fuertemente, se giró hacia el frivy que se quedó mirando el pelo de la niña confundido y sorprendido a partes iguales.
-Si es un cliente, puedes decirle que me encuentro indispuesta. Que deje su dirección y yo misma le haré una visita cuando...-dijo, volviendo a su tocador, enredando la punta de sus dedos entre el enmarañado pelo. El frivy negó rápidamente con la cabeza, interrumpiendola.
-No jefa. Son sus megamigos del fiestyxcuchitril.-
La ulterana alzó una ceja, procesando las palabras lentamente. Cuando se dió cuenta, se alzó de súbito y entró en pánico. Buscaba algo con el que tapar esos pelos que traía consigo. Se desesperó y acabó ocultando la larga melena rubia en una toalla, a modo de turbante. Quizás demasiado grande debido a la longitud de su pelo. Pero ya no importaba nada. Con lágrimas de tener el pelo todavía dolorido, la ulterana subió las escaleras hasta salir al encuentro de Adara, Giz, Gael y Noel. La ulterana suspiró, cansada. No había pasado una buena noche, ni tampoco había mejorado mucho con la salida del sol. Se había prometido no dejar que le afectase. No al menos delante de ellos.
-Hola...-comentó con una voz algo débil e intentó marcarse una sonrisa.
Gael la saludó con una broma y la ulterana parpadeó lentamente, todavía costándole pillar la velocidad a la que iban las cosas, antes de contestar.
-Si... bueno...-dijo mientras les ofrecía un asiento y si querian algo de beber o comer, aunque la hora de comer hubiera pasado hace poco.
-No se me dan especialmente bien las fiestas... Demasiada gente.-comenzó a explicarse.-Vi algo que me recordó a otra cosa que no quisiera recordar más... Una tonteria.-dijo venteando la mano debajo de su rostro, para quitarle importancia.-Y bueno... Tuve un pequeño ataque de nervios y no pude evitar irme.-dijo, como si fuera la cosa más torpe del mundo. A continuación, intentó lograr otra sonrisa, para una vez más, quitarle importancia.-Lo siento por desaparecer.-terminó diciendo.
No hacia más que repetirse la historia. Solo conseguía que los demás se preocupasen por ella. Quizás debería volver al mar de una vez por todas.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Botica de la náyade
18/06/13, 03:42 am
Noel no volvió al cuchitril hasta mediodía. Sabiendo que no iban a entrenar aquella mañana, se permitió quedarse un buen rato durmiendo con Wen en el burdel y luego desayunar también allí. Cuando se acercaba la hora de comer volvió, considerando que ya sería demasiado abusar y pensando en que Gael agradecería no tener que hacer la comida él solo. Se encontró en la puerta de casa con Giz que también llegaba en ese momento y lo saludó jocosamente mientras comentaban que habían dejado la vieja posada medio vacía esa noche. El draco volvió vestido todavía con el traje, deseando quitárselo de encima hasta la próxima ocasión en la que tuviera que volver a utilizarlo que esperaba fuese dentro de mucho tiempo. O tal vez nunca. Tras guardar la ropa en su precario armario y casi susprirar de alivio al volver a vestirse con su ropa de siempre, ayudó a preparar la comida mientras el fuego fatuo le contaba el plan para la tarde.
Salieron hacia la botica sin Toima y Tania, ya que el ulterano parecía encontrarse de un humor extraño que el sueco achacó a la fiesta en sí sin pensarlo demasiado. Si seguía así ya le preguntaría qué diablos le pasaba. Entraron en el establecimiento y tuvieron que esperar a que el frivy avisase a la náyade de su visita. La niña apareció ante ellos con una toalla en la cabeza, sobre lo cual no hizo preguntas.
Nia parecía desanimada cuando respondió a Gael y el draco no estaba muy seguro acerca de qué debía decir. Al fin y al cabo él mismo tampoco había estado muy a gusto en el palacete, por lo que no le resultó extraña la declaración de la náyade.
-Si es que ya sabía yo que no podía salir nada bueno de semejante circo -bromeó como queriendo quitarle hierro al asunto-. Pero en cualquier caso supongo que no hace falta recordarte que estamos aquí para ayudarte, ¿verdad? -finalizó con un tono un poco más serio. A veces la ulterana tenía tendencia a no contar las cosas que le preocupaban.
Sigue en el Cuchitril.
Salieron hacia la botica sin Toima y Tania, ya que el ulterano parecía encontrarse de un humor extraño que el sueco achacó a la fiesta en sí sin pensarlo demasiado. Si seguía así ya le preguntaría qué diablos le pasaba. Entraron en el establecimiento y tuvieron que esperar a que el frivy avisase a la náyade de su visita. La niña apareció ante ellos con una toalla en la cabeza, sobre lo cual no hizo preguntas.
Nia parecía desanimada cuando respondió a Gael y el draco no estaba muy seguro acerca de qué debía decir. Al fin y al cabo él mismo tampoco había estado muy a gusto en el palacete, por lo que no le resultó extraña la declaración de la náyade.
-Si es que ya sabía yo que no podía salir nada bueno de semejante circo -bromeó como queriendo quitarle hierro al asunto-. Pero en cualquier caso supongo que no hace falta recordarte que estamos aquí para ayudarte, ¿verdad? -finalizó con un tono un poco más serio. A veces la ulterana tenía tendencia a no contar las cosas que le preocupaban.
Sigue en el Cuchitril.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Botica de la náyade
18/06/13, 10:46 pm
Nia
La ulterana no pudo evitar sentirse mal cuando todos intentaron animarla. Era algo que preferia dejar escondido, nadie tendria porque saberlo y así todo era mejor y más fácil para ella. Cuando les dejó claro que ya se encontraba mucho mejor se estiró y bostezó, somnolienta, intentando ocultarlo todo lo que pudo. Giz intervino entonces, preguntandole a Nia por si tenia algo para apaciguar a los animales que tenia Giz. Nia le dio un paseo por la zona de tranquilizantes de su tienda. Tras discutir sobre el tema, Nia supo de la exacta situación de los animales y no pudo evitar fruncir el ceño. Lo mismo estaba ocurriendo con los animales que Nia guardaba. La luna debia estar alterandoles.
Ahí en el cielo, brillando color carmesí, la luna era un aviso para algunos, para otros era un milagro y para otros una amenaza. Para la niña se trataba de una señal de que el tiempo se acercaba. Aquella misma noche tenia pensado empreder el viaje que solia hacer por aquellas fechas. Si todo le salia bien, estaria de vuelta a la siguiente noche. Naturalmente, cerraria la tienda y dejaria a los frivy's ocuapdos con el huerto y otras tareas de la botica.
Con un suspiro de cansancio llenó la bolsa de papel con numerosos viales enanos, como a modo de dosis, seguidos de unos mas grandes, destinados a los animales más grandes. Ya en el mostrador le pasó la bolsa al arseniano que insistió en pagar. Aunque Nia se negó al principio en cobrarle a un amigo, el chico insistió hasta que se salio con la suya y Nia le dijo el precio de lo que se llevaba. De todas formas, no es que andara muy suelta con su presupuesto y siempre le venia bien cualquier ingreso extra.
Habiendo resolvido ese asunto y quedándose más tranquilos sabiendo que no le habia pasado nada grave a la chica, los cuchitrileros se dispusieron a salir, pero Nia les paró en el lugar. Se acercó levitando y arrojó unos paquetitos envueltos en papel de colores a la bolsa que llevaba Giz.
-Son bolsitas de té.-aclaró.-No se si bebereis con frecuencia, pero, probadlo y decidme que os parece. Estoy pensando en cultivar mi propia reserva y tengo que tener conejillos de Indias para probar si es letal o no.-dijo, bromeando.
Finalmente, salió a despedirles. Se quedó despidiendoles con la mano en el umbral de la puerta hasta que las figuras de los cuchitrileros ya no se podian ver a lo lejos. Tiró de la toalla con desgana, soltandose el pelo. El viento mecia su melena contra su cara. Cogio uno de los mechones dañados y suspiró, de cansancio, antes de volver a entrar en la botica y a cerrar la puerta detrás de ella.
La ulterana no pudo evitar sentirse mal cuando todos intentaron animarla. Era algo que preferia dejar escondido, nadie tendria porque saberlo y así todo era mejor y más fácil para ella. Cuando les dejó claro que ya se encontraba mucho mejor se estiró y bostezó, somnolienta, intentando ocultarlo todo lo que pudo. Giz intervino entonces, preguntandole a Nia por si tenia algo para apaciguar a los animales que tenia Giz. Nia le dio un paseo por la zona de tranquilizantes de su tienda. Tras discutir sobre el tema, Nia supo de la exacta situación de los animales y no pudo evitar fruncir el ceño. Lo mismo estaba ocurriendo con los animales que Nia guardaba. La luna debia estar alterandoles.
Ahí en el cielo, brillando color carmesí, la luna era un aviso para algunos, para otros era un milagro y para otros una amenaza. Para la niña se trataba de una señal de que el tiempo se acercaba. Aquella misma noche tenia pensado empreder el viaje que solia hacer por aquellas fechas. Si todo le salia bien, estaria de vuelta a la siguiente noche. Naturalmente, cerraria la tienda y dejaria a los frivy's ocuapdos con el huerto y otras tareas de la botica.
Con un suspiro de cansancio llenó la bolsa de papel con numerosos viales enanos, como a modo de dosis, seguidos de unos mas grandes, destinados a los animales más grandes. Ya en el mostrador le pasó la bolsa al arseniano que insistió en pagar. Aunque Nia se negó al principio en cobrarle a un amigo, el chico insistió hasta que se salio con la suya y Nia le dijo el precio de lo que se llevaba. De todas formas, no es que andara muy suelta con su presupuesto y siempre le venia bien cualquier ingreso extra.
Habiendo resolvido ese asunto y quedándose más tranquilos sabiendo que no le habia pasado nada grave a la chica, los cuchitrileros se dispusieron a salir, pero Nia les paró en el lugar. Se acercó levitando y arrojó unos paquetitos envueltos en papel de colores a la bolsa que llevaba Giz.
-Son bolsitas de té.-aclaró.-No se si bebereis con frecuencia, pero, probadlo y decidme que os parece. Estoy pensando en cultivar mi propia reserva y tengo que tener conejillos de Indias para probar si es letal o no.-dijo, bromeando.
Finalmente, salió a despedirles. Se quedó despidiendoles con la mano en el umbral de la puerta hasta que las figuras de los cuchitrileros ya no se podian ver a lo lejos. Tiró de la toalla con desgana, soltandose el pelo. El viento mecia su melena contra su cara. Cogio uno de los mechones dañados y suspiró, de cansancio, antes de volver a entrar en la botica y a cerrar la puerta detrás de ella.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Botica de la náyade
29/06/13, 08:31 pm
Nia
La ulterana se despidió de los cuchitrileros y marchó de vuelta al burdel. Habia tenido un día bastante movidito y pensaba pasar el resto de este leyendo unos antiguos tomos de alquimia para seguir avanzando en sus investigaciones personales. Flotando como iba no notó de primera mano el terremoto que aconteció la ciudad pero sin duda le estremeció aquella onda antinatural que desprendia la ciudad. Desde el aire, no pudo distinguir gran cosa, pero de todas formas apuró su paso hacia la botica.
Al entrar dentro, encontró a los frivys algo tensos que le preguntaron sobre el temblor de tierra. La niña estaba confusa, pero no dejó que afectara a su juicio. Decidió cerrar la tienda por el resto del día hasta estar segura de lo habia pasado. Les advirtió que no salieran bajo ningún concepto ni se asomaran a las ventanas. Casi prefiria que se quedaran a su lado, pero tenian que preparar demasiadas cosas para lo que fuera que se avecinase aquel día.
-Esto no me da buena espina...-dijo entonces, por debajo de su aliento. A través del cristal verdoso de la ventana, pudo apreciar la luna bien alta en el cielo, brillando con esplendor, pero Nia la notó cambiada. Habia algo mal en ella, algo antinatural que nunca antes habia visto. Un ser, rápidamente, cruzó el final de la calle. Pilló la niña por sorpresa que no pudo distinguir muy bien su forma. Tras un rato de observación sin que nada apareciera, frunció el ceño y cerró las contraventanas. Una vez hecho esto, revisó las defensas mágicas de la botica y las dobló, por si las moscas. Algo realmente peligroso tendria que intentar cruzar aquellas puertas para lograr atravesarlas.
Mientras Nia se habia encargado de atrincherar la planta baja, los frivys se habian encargado de reforzar la parte de arriba, ventanas, balcones y tejado, tal y como estaba preparada la botica. La botica en si no estaba provista de armas, pero si evitaba que una amenaza externa amenazara a sus habitantes. Por desgracia, los frivy's no estaban acostumbrados a hacer labores deprisa y corriendo y entre que cerraron las contraventanas y atrincheraron todo el tejado, un ser, parecido a un bebé calvo con la piel gris oscura y unas alas de murcielago se habia colado. El diablillo en cuestión preferia esconderse en la oscuridad y fue lo primero que hizo nada más entrar, aprovechando la sobra que extendia un armario sobre una esquina de esa planta, el diablillo se agarró las piernas y quedó hecho una bola, más tranquilo en la oscuridad.
Nia llamó a reunir a todos los frivys que le informaron que ya estaba cerrado todo a cal y canto. Nia no se relajó, ni por un instante. No pensaba dejar que volvieran a irrumpir en su hogar, no después de lo que pasó en la cosecha. A falta de armas, tendria la magia. Aún así, no pudo evitar sentirse intranquila y preocuparse por los frivy's.
Usó la niebla mágica para explorar distintas zonas de la ciudad, así como el cuchitril y el burdel. Ambos estaban siendo brutalmente atacados por criaturas que Nia creia propias de los subterraneos, así como otras alimañas de la ciudad. ¿Quizas la enajenación de estas habia llegado a otro nivel? Pronto vio como una pequeña masa de alimañas salio del final de la calle y se dirigia hacia la botica. Las verjas los contendrían lo suficiente.
Explicó a los frivys la situación y les prometió que no les pasaría nada mientras ella estuviera con ellos. Aunque las palabras de la ulterana los calmaron, todavia se podia apreciar como temblaban de miedo ante la idea de enfrentarse a los monstruos por su cuenta. Los llevó a la trastienda y ahí les pertrechó como pudo. Al frivy más jóven (y por tanto más fuerte) le dio una tapa de barril reforzado que hacia de rodela, un guante de malla que servia para tratar con animales que tendian a morder al ser manipulados y un cuchillo de cocina. A la anciana, le dió una bolsa llena de viales y le explico que dentro habia una cantidad de remedios y medicinas que no salieron bien o cuya fórmula era defectuosa y que por lo tanto causaban más mal que bien. Habia desde sarpullidos a implosiones de organos y por lo tanto era bastante aleatorio lo que causarian. Habia pensado en tirarlos más de una vez, pero siempre quedó en su consciencia que podrian pasar situaciones asi. Finalmente dío al último frivy una escoba cuya punta afiló para usarla de lanza. No hubo tiempo para pertrecharse más, algo comenzó a arañar la puerta violentamente y más arriba se podia escuchar a alguien forcejeando con las contraventanas mientras los gozones de estas chirriaban. Se mordió el labio y ordenó a los frivy's subir a vigilar las ventanas mientras el más joven se quedaba barricando la puerta. Mientras, ella iria al sótano para soltar a las criaturas que podrian ayudarles en aquella situacion, que eran pocas, pero al menos eran una ayuda. Por el camino de vuelta hechizó dos barriles uno grande, lleno de agua salada y otro más pequeño con aceite y los dejó detrás del mostrador. El frivy de pelo naranja habia apartado todas las estanterias a un lado y se estaba apoyando a modo de contrapeso contra la puerta y salia rebotando cada vez que los monstruos arremetian contra ella pero pronto volvia a apoyarse contra ella. No pensaba defraudar a la jefa despues de todo.
Nia escuchó a la frivy anciana pegar un grito y subio a la siguiente planta como una chispa. En su hombro estaba el paciente ermitaño y destrás de ella, dando saltitos, la salamandra-piraña que boqueaba, oliendo todos los seres que rodeaban la botica, estaba bastante nervioso y ansioso por morder algo, pero no lo haria si la niña no lo ordenaba.
Cuando llegó a la siguiente planta observó la escena y se quedó chocada por lo que vio- Una ventana estaba semi-partida en dos y del hueco que se habia creado una criatura con una lengua larga habia atrapado al anciano por el cuello que habia intentado pelear contra la bestia usando la punta afilada de su escoba, pero no habia servido de mucho para que parara de ahorcarle. Para cuando Nia llegó, cortó la lengua con un hechizo e intentó reanimar al frivy, pero era muy tarde. Nia golpeó el suelo con fuerza, de rabia, tanto que astilló la madera de este. A su lado, la anciana agarró la bolsa de químicos defectuosos, temblando de miedo. La salamandra comenzó a sisear contra un armario y Nia lo abrio de cal y canto. El diablillo pegó un grito y salio escaleras abajo, zarandeando sus delgados brazos por encima de su cabeza y aleteando. Nia mandó a la salamandra tras él. No habia tiempo para lamentar su muerte. Nia arrancó el palo afilado de la salida de la ventana y la bestia tras esta soltó un quejido bastante sonoro, cosa que no hizo cuando previamente Nia le habia cortado una lengua. Mandó a al frivy al pasillo, donde podria controlar la escalera mientras ella se encargaba de reparar la ventana.
El tiempo no estaba a su favor y las bestias acometian sin piedad contra la fachada del edificio, intentando derrumbar sus puertas y ventanas con tan solo magia y vulnerable madera protegiéndolas.
Las puertas cedieron y la maraña de criaturas se abrieron paso dentro. Habia una especie de cánidos que habian perdido la piel y tenian los músculos a plena vista, unas hienas, un par de insectos gigantes, dos quimeras, una que tenia gran parte de león u una cabeza de una cobra y otra que era una especie de simio calvo de gran tamaño con la parte inferior de una araña, haciendo una especie de minotauro extraño. El frivy subio escaleras arriba, viendose superado. Se vio obligado a subir de espaldas debido a la velocidad de los más pequeños, los perros y las hienas. Se cobró la vida de dos por el camino, usando ciegamente su cuchillo, clavandolo donde veia carne. Estaban siendo muy agresivos y la posicion del frivy y su armamento impidio que saliera más dañado que un arañazo en el brazo. Algo correteó entre sus piernas, chillando como un poseso. El bebé negro correteó escaleras abajo, pisoteando los cadaveres de los dos caninos sin miramientos. Detrás de este, la enorme salamandra derribó al frivy al suelo mientras bajaba las escaleras con furia asesina. Se encontró de cara con toda la marabunta y retrocedió de espaladas. Una desafortunada hiena, presa de alguna influencia, decidio atacar al anfibio. No tardó en escupir el torso de esta para poder morder a un perro en el morro, arrancandoselo de un bocado.
Mientras, Nia habia alcanzado al frivy y le habia explicado rápidamente lo que habia pasado en el segundo piso mientras le cerraba la herida con un hechizo. Pronto tendria que pasar a al ofensiva y repelerles. Se asomó a las escaleras y observó como los seres estaban destrozándolo todo, pisoteando todas las estanterias, comiendo, bebiendo y matando todos sus animales, atrapados en jaulas y peceras, poco podian hacer para escapar. Nia perdió los nervios y dejó que la rabia les guiase. Levitando por encima de la sala, encantó el barril de aceite para que se arrojara ante los insectos y demás alimañas que correteaban libres. Cuando el barril restalló contra estas, las pringó de aceite color dorado, haciendo que resbalasaen entre ellas, algunas acabaron siendo pisoteadas y otras simplemente no pudieron ponerse de pie. Nia no tardó en lanzar un hechizo de fuego para prenderlo todo de este. La explosión la cegó unos instanes pero enseguida toda la botica se iluminó con las llamas. Las critaturas corrian, desesperadas mientras eran quemadas vivas. Una mirada de odio y rabia se presentó en el rostro de la ulterana mientras contemplaba las llamas.
Por desgracia, las llamas no mataron a los más grandes y los que todavia estaban entrando. La quimera centauro, dotada de una inteligencia superior, localizó a Nia y comenzó a subir las escaleras con algo de dificultad debido a sus extremidades inferiores de araña, extendio los brazos de simio para alcanzar a la niña. La salamandra saltó para proteger a su ama. Agarrando a la quimera del cuello, se retorcio con rabia y frenesí, desgarrandola y derribándola al piso inferior. Nia bajó tras su salamandra quien recogio con un hechizo a tiempo de girarse a la otra quimera que lanzó un mordisco con su cabeza de cobra hacia la niña, chocando contra una protección mágica. Los frivy's no se quedaron atrás. La anciana arrojó tres viales, uno detras de otro, pero solo hizo efecto alguno el tercero que hizo que parte del pelo del lomo de león de la quimera se volviera calvo y la piel comenzara a derretirse, haciendo que la quimera profiriera un aullido de dolor. Nia extinguio el fuego usando el otro barril lleno de agua. Por desgracia, algunas llamas sobrevivieron y continuaron extendiendose. Nia no tuvo tiempo de prestarle atención a eso mientras la otra quimera cargó contra ella, profiriendo aullidos. El frivy reunió el valor y saltó desde el segundo piso hacia al quimera. Nada más aterrizar, comenzó a acuchillar su espalda con frenesí mientras gritaba lleno de adrenalina. La quimera dió un traspies por el ataque sorpresa y cayó derribada. El frivy cayó a su lado y corrió hacia la ulterana que ya estaba preparando un hechizo de paralisis. No duraria mucho, pero serviria para lo que planeaba. Cogio al ermitaño y lo posó en la cabeza de la quimera paralizada. Este comenzó a explorar las inmediaciones de esta y luego miró a Nia. Nia le susurró unas palabras y entonces el ermitaño entró en su concha y posó la salida de esta justo encima del craneo. Fue muy rápido. El ermitaño usó su aguijón eficazmente. Rompió las escamas y hueso del animal y le inyectó su veneno justo antes de que el hechizo desapareciera. El ser se estremeció unos segundos y finalmente, exhaló su último aliento. Recogiendo al ermitaño y acariciendole en la concha como prueba de que lo habia hecho bien, Nia se preparó para rechazar al restó de criaturas que estaban entrando por la puerta.
La ulterana se despidió de los cuchitrileros y marchó de vuelta al burdel. Habia tenido un día bastante movidito y pensaba pasar el resto de este leyendo unos antiguos tomos de alquimia para seguir avanzando en sus investigaciones personales. Flotando como iba no notó de primera mano el terremoto que aconteció la ciudad pero sin duda le estremeció aquella onda antinatural que desprendia la ciudad. Desde el aire, no pudo distinguir gran cosa, pero de todas formas apuró su paso hacia la botica.
Al entrar dentro, encontró a los frivys algo tensos que le preguntaron sobre el temblor de tierra. La niña estaba confusa, pero no dejó que afectara a su juicio. Decidió cerrar la tienda por el resto del día hasta estar segura de lo habia pasado. Les advirtió que no salieran bajo ningún concepto ni se asomaran a las ventanas. Casi prefiria que se quedaran a su lado, pero tenian que preparar demasiadas cosas para lo que fuera que se avecinase aquel día.
-Esto no me da buena espina...-dijo entonces, por debajo de su aliento. A través del cristal verdoso de la ventana, pudo apreciar la luna bien alta en el cielo, brillando con esplendor, pero Nia la notó cambiada. Habia algo mal en ella, algo antinatural que nunca antes habia visto. Un ser, rápidamente, cruzó el final de la calle. Pilló la niña por sorpresa que no pudo distinguir muy bien su forma. Tras un rato de observación sin que nada apareciera, frunció el ceño y cerró las contraventanas. Una vez hecho esto, revisó las defensas mágicas de la botica y las dobló, por si las moscas. Algo realmente peligroso tendria que intentar cruzar aquellas puertas para lograr atravesarlas.
Mientras Nia se habia encargado de atrincherar la planta baja, los frivys se habian encargado de reforzar la parte de arriba, ventanas, balcones y tejado, tal y como estaba preparada la botica. La botica en si no estaba provista de armas, pero si evitaba que una amenaza externa amenazara a sus habitantes. Por desgracia, los frivy's no estaban acostumbrados a hacer labores deprisa y corriendo y entre que cerraron las contraventanas y atrincheraron todo el tejado, un ser, parecido a un bebé calvo con la piel gris oscura y unas alas de murcielago se habia colado. El diablillo en cuestión preferia esconderse en la oscuridad y fue lo primero que hizo nada más entrar, aprovechando la sobra que extendia un armario sobre una esquina de esa planta, el diablillo se agarró las piernas y quedó hecho una bola, más tranquilo en la oscuridad.
Nia llamó a reunir a todos los frivys que le informaron que ya estaba cerrado todo a cal y canto. Nia no se relajó, ni por un instante. No pensaba dejar que volvieran a irrumpir en su hogar, no después de lo que pasó en la cosecha. A falta de armas, tendria la magia. Aún así, no pudo evitar sentirse intranquila y preocuparse por los frivy's.
Usó la niebla mágica para explorar distintas zonas de la ciudad, así como el cuchitril y el burdel. Ambos estaban siendo brutalmente atacados por criaturas que Nia creia propias de los subterraneos, así como otras alimañas de la ciudad. ¿Quizas la enajenación de estas habia llegado a otro nivel? Pronto vio como una pequeña masa de alimañas salio del final de la calle y se dirigia hacia la botica. Las verjas los contendrían lo suficiente.
Explicó a los frivys la situación y les prometió que no les pasaría nada mientras ella estuviera con ellos. Aunque las palabras de la ulterana los calmaron, todavia se podia apreciar como temblaban de miedo ante la idea de enfrentarse a los monstruos por su cuenta. Los llevó a la trastienda y ahí les pertrechó como pudo. Al frivy más jóven (y por tanto más fuerte) le dio una tapa de barril reforzado que hacia de rodela, un guante de malla que servia para tratar con animales que tendian a morder al ser manipulados y un cuchillo de cocina. A la anciana, le dió una bolsa llena de viales y le explico que dentro habia una cantidad de remedios y medicinas que no salieron bien o cuya fórmula era defectuosa y que por lo tanto causaban más mal que bien. Habia desde sarpullidos a implosiones de organos y por lo tanto era bastante aleatorio lo que causarian. Habia pensado en tirarlos más de una vez, pero siempre quedó en su consciencia que podrian pasar situaciones asi. Finalmente dío al último frivy una escoba cuya punta afiló para usarla de lanza. No hubo tiempo para pertrecharse más, algo comenzó a arañar la puerta violentamente y más arriba se podia escuchar a alguien forcejeando con las contraventanas mientras los gozones de estas chirriaban. Se mordió el labio y ordenó a los frivy's subir a vigilar las ventanas mientras el más joven se quedaba barricando la puerta. Mientras, ella iria al sótano para soltar a las criaturas que podrian ayudarles en aquella situacion, que eran pocas, pero al menos eran una ayuda. Por el camino de vuelta hechizó dos barriles uno grande, lleno de agua salada y otro más pequeño con aceite y los dejó detrás del mostrador. El frivy de pelo naranja habia apartado todas las estanterias a un lado y se estaba apoyando a modo de contrapeso contra la puerta y salia rebotando cada vez que los monstruos arremetian contra ella pero pronto volvia a apoyarse contra ella. No pensaba defraudar a la jefa despues de todo.
Nia escuchó a la frivy anciana pegar un grito y subio a la siguiente planta como una chispa. En su hombro estaba el paciente ermitaño y destrás de ella, dando saltitos, la salamandra-piraña que boqueaba, oliendo todos los seres que rodeaban la botica, estaba bastante nervioso y ansioso por morder algo, pero no lo haria si la niña no lo ordenaba.
Cuando llegó a la siguiente planta observó la escena y se quedó chocada por lo que vio- Una ventana estaba semi-partida en dos y del hueco que se habia creado una criatura con una lengua larga habia atrapado al anciano por el cuello que habia intentado pelear contra la bestia usando la punta afilada de su escoba, pero no habia servido de mucho para que parara de ahorcarle. Para cuando Nia llegó, cortó la lengua con un hechizo e intentó reanimar al frivy, pero era muy tarde. Nia golpeó el suelo con fuerza, de rabia, tanto que astilló la madera de este. A su lado, la anciana agarró la bolsa de químicos defectuosos, temblando de miedo. La salamandra comenzó a sisear contra un armario y Nia lo abrio de cal y canto. El diablillo pegó un grito y salio escaleras abajo, zarandeando sus delgados brazos por encima de su cabeza y aleteando. Nia mandó a la salamandra tras él. No habia tiempo para lamentar su muerte. Nia arrancó el palo afilado de la salida de la ventana y la bestia tras esta soltó un quejido bastante sonoro, cosa que no hizo cuando previamente Nia le habia cortado una lengua. Mandó a al frivy al pasillo, donde podria controlar la escalera mientras ella se encargaba de reparar la ventana.
El tiempo no estaba a su favor y las bestias acometian sin piedad contra la fachada del edificio, intentando derrumbar sus puertas y ventanas con tan solo magia y vulnerable madera protegiéndolas.
Las puertas cedieron y la maraña de criaturas se abrieron paso dentro. Habia una especie de cánidos que habian perdido la piel y tenian los músculos a plena vista, unas hienas, un par de insectos gigantes, dos quimeras, una que tenia gran parte de león u una cabeza de una cobra y otra que era una especie de simio calvo de gran tamaño con la parte inferior de una araña, haciendo una especie de minotauro extraño. El frivy subio escaleras arriba, viendose superado. Se vio obligado a subir de espaldas debido a la velocidad de los más pequeños, los perros y las hienas. Se cobró la vida de dos por el camino, usando ciegamente su cuchillo, clavandolo donde veia carne. Estaban siendo muy agresivos y la posicion del frivy y su armamento impidio que saliera más dañado que un arañazo en el brazo. Algo correteó entre sus piernas, chillando como un poseso. El bebé negro correteó escaleras abajo, pisoteando los cadaveres de los dos caninos sin miramientos. Detrás de este, la enorme salamandra derribó al frivy al suelo mientras bajaba las escaleras con furia asesina. Se encontró de cara con toda la marabunta y retrocedió de espaladas. Una desafortunada hiena, presa de alguna influencia, decidio atacar al anfibio. No tardó en escupir el torso de esta para poder morder a un perro en el morro, arrancandoselo de un bocado.
Mientras, Nia habia alcanzado al frivy y le habia explicado rápidamente lo que habia pasado en el segundo piso mientras le cerraba la herida con un hechizo. Pronto tendria que pasar a al ofensiva y repelerles. Se asomó a las escaleras y observó como los seres estaban destrozándolo todo, pisoteando todas las estanterias, comiendo, bebiendo y matando todos sus animales, atrapados en jaulas y peceras, poco podian hacer para escapar. Nia perdió los nervios y dejó que la rabia les guiase. Levitando por encima de la sala, encantó el barril de aceite para que se arrojara ante los insectos y demás alimañas que correteaban libres. Cuando el barril restalló contra estas, las pringó de aceite color dorado, haciendo que resbalasaen entre ellas, algunas acabaron siendo pisoteadas y otras simplemente no pudieron ponerse de pie. Nia no tardó en lanzar un hechizo de fuego para prenderlo todo de este. La explosión la cegó unos instanes pero enseguida toda la botica se iluminó con las llamas. Las critaturas corrian, desesperadas mientras eran quemadas vivas. Una mirada de odio y rabia se presentó en el rostro de la ulterana mientras contemplaba las llamas.
Por desgracia, las llamas no mataron a los más grandes y los que todavia estaban entrando. La quimera centauro, dotada de una inteligencia superior, localizó a Nia y comenzó a subir las escaleras con algo de dificultad debido a sus extremidades inferiores de araña, extendio los brazos de simio para alcanzar a la niña. La salamandra saltó para proteger a su ama. Agarrando a la quimera del cuello, se retorcio con rabia y frenesí, desgarrandola y derribándola al piso inferior. Nia bajó tras su salamandra quien recogio con un hechizo a tiempo de girarse a la otra quimera que lanzó un mordisco con su cabeza de cobra hacia la niña, chocando contra una protección mágica. Los frivy's no se quedaron atrás. La anciana arrojó tres viales, uno detras de otro, pero solo hizo efecto alguno el tercero que hizo que parte del pelo del lomo de león de la quimera se volviera calvo y la piel comenzara a derretirse, haciendo que la quimera profiriera un aullido de dolor. Nia extinguio el fuego usando el otro barril lleno de agua. Por desgracia, algunas llamas sobrevivieron y continuaron extendiendose. Nia no tuvo tiempo de prestarle atención a eso mientras la otra quimera cargó contra ella, profiriendo aullidos. El frivy reunió el valor y saltó desde el segundo piso hacia al quimera. Nada más aterrizar, comenzó a acuchillar su espalda con frenesí mientras gritaba lleno de adrenalina. La quimera dió un traspies por el ataque sorpresa y cayó derribada. El frivy cayó a su lado y corrió hacia la ulterana que ya estaba preparando un hechizo de paralisis. No duraria mucho, pero serviria para lo que planeaba. Cogio al ermitaño y lo posó en la cabeza de la quimera paralizada. Este comenzó a explorar las inmediaciones de esta y luego miró a Nia. Nia le susurró unas palabras y entonces el ermitaño entró en su concha y posó la salida de esta justo encima del craneo. Fue muy rápido. El ermitaño usó su aguijón eficazmente. Rompió las escamas y hueso del animal y le inyectó su veneno justo antes de que el hechizo desapareciera. El ser se estremeció unos segundos y finalmente, exhaló su último aliento. Recogiendo al ermitaño y acariciendole en la concha como prueba de que lo habia hecho bien, Nia se preparó para rechazar al restó de criaturas que estaban entrando por la puerta.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Botica de la náyade
29/06/13, 09:26 pm
El temblor había pillado a Dirke por sorpresa, aunque así es como le solía pillar todo al alemán. Había salido en patines para dar la bienvenida a la ciudad a los varmanos que, por fín, habían sobrevivido, pero había salido algo tarde por que... bueno, porque estaba algo perezoso. Iba recorriendo una calle con los patines, empujándose con una lanza al más puro estilo esquí, cuando el suelo se movió bajo sus ruedas y cayó al suelo, cosa que también era muy común en él. Apenas le dio tiempo a levantarse cuando vio que el suelo comenzaba a escupir alimañas por un agujero cercano, que debía de haberse abierto.
Dirke estaba aprendiendo defensa personal en la sede y sabía pinchar chicha con la lanza, pero aún así, no encajaba del todo en el perfil de sauce boxeador/planta peleona, por lo que decidió poner patines en polvorosa. Por desgracia, la polvorosa debía de andar escasa, pues pasara por donde pasara, el chico solo veía bichos y más bichos. Y el hecho de que fuera de noche y su cuerpo brillara, lo convertía en un foco de atención.
<<Tenía que ser de noche. No podíamos tener un sol mágico, no. Tenía que ser una Luna>>. Se quejaba su parte vegetal.
Cuando asomó por una esquina de la calle en la que se encontraba el establecimiento de la náyade, el alemán ya no patinaba. Se había chocado un rato antes con una especie de lagartijón, había vuelto a caerse y los patines se le habían roto. Ahora corría descalzo, con la lanza manchada de la sangre del desafortunado bicho que le había hecho tropezar y sin ningún rumbo. Fue entonces cuando fue consciente de la calle en la que estaba y vio lo que ocurría alrededor de la botica.
Pateó con su pie desnudo y envuelto en dura corteza a otra alimaña y alcanzó la entrada del establecimiento, repeliendo a otro de los bichos con su lanza.
-¡Nia! ¿No habrás llamado tú a Linterna Verde, no?-bromeó, a pesar de que no acompañaba con el momento. A Dirke le preocupaba que toda la ciudad estuviera igual. Si algo le pasaba al Mercado, tendría que volver a fabricarse los patines desde cero y era un coñazo del tamaño de una secuoya. Pero de momento tenía que ubicarse y comportarse como el transformado casi adulto que era-. ¿Te echo unas ramas?-preguntó mientras seguía despachando lanzazos.
Dirke estaba aprendiendo defensa personal en la sede y sabía pinchar chicha con la lanza, pero aún así, no encajaba del todo en el perfil de sauce boxeador/planta peleona, por lo que decidió poner patines en polvorosa. Por desgracia, la polvorosa debía de andar escasa, pues pasara por donde pasara, el chico solo veía bichos y más bichos. Y el hecho de que fuera de noche y su cuerpo brillara, lo convertía en un foco de atención.
<<Tenía que ser de noche. No podíamos tener un sol mágico, no. Tenía que ser una Luna>>. Se quejaba su parte vegetal.
Cuando asomó por una esquina de la calle en la que se encontraba el establecimiento de la náyade, el alemán ya no patinaba. Se había chocado un rato antes con una especie de lagartijón, había vuelto a caerse y los patines se le habían roto. Ahora corría descalzo, con la lanza manchada de la sangre del desafortunado bicho que le había hecho tropezar y sin ningún rumbo. Fue entonces cuando fue consciente de la calle en la que estaba y vio lo que ocurría alrededor de la botica.
Pateó con su pie desnudo y envuelto en dura corteza a otra alimaña y alcanzó la entrada del establecimiento, repeliendo a otro de los bichos con su lanza.
-¡Nia! ¿No habrás llamado tú a Linterna Verde, no?-bromeó, a pesar de que no acompañaba con el momento. A Dirke le preocupaba que toda la ciudad estuviera igual. Si algo le pasaba al Mercado, tendría que volver a fabricarse los patines desde cero y era un coñazo del tamaño de una secuoya. Pero de momento tenía que ubicarse y comportarse como el transformado casi adulto que era-. ¿Te echo unas ramas?-preguntó mientras seguía despachando lanzazos.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
30/06/13, 09:03 pm
Nia
La ulterana, el frivy y las criaturas de la náyade lucharon codo con codo en el rellano de la escalera, intentando aprovechar la ventaja de la altura y el comportamiento erratico de las criaturas en su ventaja. En cuanto Nia tenia un suspiro y los demás podian mantener el frente, procedia a curarles y a ponerles nuevas protecciones que no duraban mucho pero al menos aguantaban lo suficiente. Poco a poco la magia de la niña comenzó a drenarse y las señales de agotamiento comenzaron a notarse. Tuvo que tirar de varios amuletos y colgantes que llevaba consigo y una poción revitalizadora para poder si quiera seguir luchando. Su vestido, normalmente impoluto estaba rasgado y quebrado en muchos puntos. Habia perdido una manga y parte de las faldas habian sido arrancadas de un bocado.
Nia habia perdido un tentáculo hacia unos minutos, pero su regeneración natural ya estaba entrando en acción, regenerando los tejidos a gran velocidad. Estaba acostumbrada al escozor de la regeneración acelerada, pero no estaba nada preparada física ni mentalmente para un enfrentamiento de ese calibre. Y si ella no lo estaba, el frivy lo estaria menos. Aunque joven y lleno de energia, su inexperiencia le habia causado más de un golpe y herida. Una especie de hienas mutadas con morros alargados como de cocodrilo habian empezado a ganarles terreno mientras subian por las escaleras chasqueando sus mandíbulas.
Una figura entró por la derruida puerta y comenzó a ensartar a todo lo que encontraba en su camino, atrayendo la atención de las hienas-cocodrilo y asesinandolas tambien. El frivy cogio un tablon de madera partido y lo acercó al fuego, haciendolo de antorcha. Lo zarandeo amenazadoramente desde la escalera, con intención de espantar al hombre-arbol que se habia colado en la tienda. Nia le quitó el tablón de las manos y apagó el fuego.
-Es un amigo.-les explicó.
Bajó levitando a su encuentro y, segundos despues, el frivy recorrió las escaleras tras su jefa.
-¡Dirke! ¡Que bien que estuvieras por aqui!-exclamó.-¡La ciudad se ha vuelto loca! Estas... criaturas son de los subterraneos. ¿Sabes que está pasando?-
Hacia mucho tiempo que no veia al chico humano, pero aquel no era el mejor lugar ni el mejor momento para una conversación de nostalgia. Un aullido grutural salio de un edificio cercano que se colapsó en el momento que una mole de carne con una vaga forma humana comenzó a cargar contra los que estaban en la botica a una velocidad acelerada y completamente enagenado, aplastando a todas las demás criaturas con las que se cruzaba. Nia actuó lo más rápido que pudo. Sacó el agua esparcida por la estancia en pequeños charcos y la juntó toda para lanzarselo a la musculosa criatura, empapandola para, a continuación soltar casi todas sus fuerzas restantes en un rayo de electricidad de alta intensidead, con intención de que el agua fuera un conductor que friera a la criatura. Por desgracia, después del impacto del rayo, la criatura trastabillo unos instantes pero siguio avanzando, arrastrando los brazos, sangrando por múltiples zonas del cuerpo, pero todavia vivo. Nia perdió todas las fuerzas y la habilidad para levitar, choncando abruptamente contra el suelo, agotada.
-¡Jefa!-exclamo el frivy, mientras la recogia en brazos e intentaba que volviera a estar consciente.
La ulterana, el frivy y las criaturas de la náyade lucharon codo con codo en el rellano de la escalera, intentando aprovechar la ventaja de la altura y el comportamiento erratico de las criaturas en su ventaja. En cuanto Nia tenia un suspiro y los demás podian mantener el frente, procedia a curarles y a ponerles nuevas protecciones que no duraban mucho pero al menos aguantaban lo suficiente. Poco a poco la magia de la niña comenzó a drenarse y las señales de agotamiento comenzaron a notarse. Tuvo que tirar de varios amuletos y colgantes que llevaba consigo y una poción revitalizadora para poder si quiera seguir luchando. Su vestido, normalmente impoluto estaba rasgado y quebrado en muchos puntos. Habia perdido una manga y parte de las faldas habian sido arrancadas de un bocado.
Nia habia perdido un tentáculo hacia unos minutos, pero su regeneración natural ya estaba entrando en acción, regenerando los tejidos a gran velocidad. Estaba acostumbrada al escozor de la regeneración acelerada, pero no estaba nada preparada física ni mentalmente para un enfrentamiento de ese calibre. Y si ella no lo estaba, el frivy lo estaria menos. Aunque joven y lleno de energia, su inexperiencia le habia causado más de un golpe y herida. Una especie de hienas mutadas con morros alargados como de cocodrilo habian empezado a ganarles terreno mientras subian por las escaleras chasqueando sus mandíbulas.
Una figura entró por la derruida puerta y comenzó a ensartar a todo lo que encontraba en su camino, atrayendo la atención de las hienas-cocodrilo y asesinandolas tambien. El frivy cogio un tablon de madera partido y lo acercó al fuego, haciendolo de antorcha. Lo zarandeo amenazadoramente desde la escalera, con intención de espantar al hombre-arbol que se habia colado en la tienda. Nia le quitó el tablón de las manos y apagó el fuego.
-Es un amigo.-les explicó.
Bajó levitando a su encuentro y, segundos despues, el frivy recorrió las escaleras tras su jefa.
-¡Dirke! ¡Que bien que estuvieras por aqui!-exclamó.-¡La ciudad se ha vuelto loca! Estas... criaturas son de los subterraneos. ¿Sabes que está pasando?-
Hacia mucho tiempo que no veia al chico humano, pero aquel no era el mejor lugar ni el mejor momento para una conversación de nostalgia. Un aullido grutural salio de un edificio cercano que se colapsó en el momento que una mole de carne con una vaga forma humana comenzó a cargar contra los que estaban en la botica a una velocidad acelerada y completamente enagenado, aplastando a todas las demás criaturas con las que se cruzaba. Nia actuó lo más rápido que pudo. Sacó el agua esparcida por la estancia en pequeños charcos y la juntó toda para lanzarselo a la musculosa criatura, empapandola para, a continuación soltar casi todas sus fuerzas restantes en un rayo de electricidad de alta intensidead, con intención de que el agua fuera un conductor que friera a la criatura. Por desgracia, después del impacto del rayo, la criatura trastabillo unos instantes pero siguio avanzando, arrastrando los brazos, sangrando por múltiples zonas del cuerpo, pero todavia vivo. Nia perdió todas las fuerzas y la habilidad para levitar, choncando abruptamente contra el suelo, agotada.
-¡Jefa!-exclamo el frivy, mientras la recogia en brazos e intentaba que volviera a estar consciente.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Botica de la náyade
30/06/13, 09:33 pm
Exterminaron a las criaturas de los alrededores de la grieta, pero más allá la batalla aún continuaba. Los demás se dirigían al burdel a ayudar, pero Gael se desvió.
-¡Yo iré a la botica, pueden estar en problemas todavía! –dijo tratando de hacerse oír.
Los cinco animales poseídos se abrieron paso al trote entre cuerpos muertos y vivos. Gael no quería prestar atención a las heridas que surcaban la piel de sus cinco cuerpos, pero empezó a ser consciente de que no podría preservarlos eternamente en aquella pelea.
Llegó a la botica en primer lugar con la quimera voladora. Pudo ver algo que no le gustó nada, y es que algunas alimañas seguían llegando en dirección contraria a la grieta que habían cerrado. «Esto es una pesadilla… va a haber que localizar cualquier salida de los subterráneos y taparla. ¿Seremos capaces? ¿Es que el consejo no va a salir a colaborar?». No prestó mucha más atención a aquello porque vio que las defensas de la botica habían cedido completamente, estaba destrozada. Se lanzó en picado y se abrió paso a golpes, recibiendo otros tantos. Sus demás fragmentos se acercaban trotando. En el interior una masa de carne sangrante parecía de lo peor que había por la zona. La quimera arremetió contra ella, aprovechando que estaba de espaldas. A un lado podía intuir a Dirke lidiando con otras criaturas, pero no había visto a la náyade todavía.
Enfurecido, el engendro aulló y se volteó con un giro brusco golpeándole de lleno en la cabeza. Esta pasó a pender ladeada, pero no le prestó atención y retiró la espada, dejando paso a la siguiente quimera en llegar, que sujetó las extremidades de aquella cosa. La siguiente la decapitó sin miramientos. El dragón rugió y, llegando el último, arremetió contra todo lo que se encontraba ante la botica. Una de las quimeras parlantes buscó a la náyade para encontrarla en el suelo, agotada y con los ojos cerrados. Uno de los frivys estaba con ella.
-¿Qué pasa? Le pasa. A ella –preguntó como pudo. El cansancio hacía mella en su lucidez. Casi ni le dio tiempo al frivy a responder, la cogió en brazos y la subió a lomos del dragón-. ¡Subid! Vamos a sitio seguro. -Les abrió paso a los frivys y el animal se alejó cargando con ellos, llevándose parte de la comitiva para abrirles camino-. ¡Dirke, sígueme! –Dijo la última quimera rezagada, la que tenía la cabeza en posición antinatural.
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.
-¡Yo iré a la botica, pueden estar en problemas todavía! –dijo tratando de hacerse oír.
Los cinco animales poseídos se abrieron paso al trote entre cuerpos muertos y vivos. Gael no quería prestar atención a las heridas que surcaban la piel de sus cinco cuerpos, pero empezó a ser consciente de que no podría preservarlos eternamente en aquella pelea.
Llegó a la botica en primer lugar con la quimera voladora. Pudo ver algo que no le gustó nada, y es que algunas alimañas seguían llegando en dirección contraria a la grieta que habían cerrado. «Esto es una pesadilla… va a haber que localizar cualquier salida de los subterráneos y taparla. ¿Seremos capaces? ¿Es que el consejo no va a salir a colaborar?». No prestó mucha más atención a aquello porque vio que las defensas de la botica habían cedido completamente, estaba destrozada. Se lanzó en picado y se abrió paso a golpes, recibiendo otros tantos. Sus demás fragmentos se acercaban trotando. En el interior una masa de carne sangrante parecía de lo peor que había por la zona. La quimera arremetió contra ella, aprovechando que estaba de espaldas. A un lado podía intuir a Dirke lidiando con otras criaturas, pero no había visto a la náyade todavía.
Enfurecido, el engendro aulló y se volteó con un giro brusco golpeándole de lleno en la cabeza. Esta pasó a pender ladeada, pero no le prestó atención y retiró la espada, dejando paso a la siguiente quimera en llegar, que sujetó las extremidades de aquella cosa. La siguiente la decapitó sin miramientos. El dragón rugió y, llegando el último, arremetió contra todo lo que se encontraba ante la botica. Una de las quimeras parlantes buscó a la náyade para encontrarla en el suelo, agotada y con los ojos cerrados. Uno de los frivys estaba con ella.
-¿Qué pasa? Le pasa. A ella –preguntó como pudo. El cansancio hacía mella en su lucidez. Casi ni le dio tiempo al frivy a responder, la cogió en brazos y la subió a lomos del dragón-. ¡Subid! Vamos a sitio seguro. -Les abrió paso a los frivys y el animal se alejó cargando con ellos, llevándose parte de la comitiva para abrirles camino-. ¡Dirke, sígueme! –Dijo la última quimera rezagada, la que tenía la cabeza en posición antinatural.
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
05/07/13, 11:46 pm
Nia
La ulterana llegó a la ruinosa entrada de la botica, pasando por encima de escombros y algunos cadáveres desperdigados. Recordaba haber acabado con muchos más, pero era probable que su memoria le fallase. Cruzaron el enorme umbral de que suponia la derruida fachada de la botica a paso lento. Los zapatos del frivy eran el único sonido, sonido de pisadas, pisando escombros y ocasionalmente, algun cadaver blando y putrefacto. Nia se quedó parada un instante. Se encontraba donde antes estaria la sección de antibioticos, ahora completamente desolada. Estanterias derribadas, frascos rotos y charcos de sangre. Nia suspiró, mientras procedia a intentar recuperar todo aquello que no se habia roto o se podia arreglar. Mandó al frivy a acostar a a la anciana en su cama y luego a bajar al difunto frivy, para darle los respetos a su cadaver. Ella prosiguió con su poco fructuosa búsqueda, levantando escómbros y cadáveres.
Pasó el tiempo y el frivy se las apañó para acostar a la anciana en su cama. Cuando bajó, se encontró a la ulterana sobre uno de los pedruscos de la sala, fumando de una larga pipa y mirando la explanada de la ciudad con una mirada triste. No dijo nada por un rato. Fue la niña quien rompio el silencio.
-Ven conmigo un momento.-le pidio, mientras se alzaba y ponia rumbo al cochambroso sótano de la botica. Las paredes estaban pegajosas, como una especie de babas recorrian la pared. Habia cúmulos de un potingue rosado con tonos rojizos por todas partes y el olor era insoportable, olia a vómito y a putrefacción. El frivy se tapó la nariz e hizo un aspamiento, mientras que la niña siguio bajando las escaleras sin inmutarse. Conocia el olor.
-Ya se porque faltan tantos cadáveres. Y se de donde ha salido esto.-dijo, señalando los mojones putrefactos esparcidos por la escalera. Abrio la puerta de madera y finalmente lograron ver la estancia tras el ataque. Mesas volcadas, líquidos esparcidos por doquier, cristales rotos y muchismos más cúmulos de putrefacción. Un sonido desagradablemente familiar para el frivi inundaba la sala. Mandíbulas abriendo y cerrándose violentamente.
Detrás de una mesa, felizmente festejándose en carne correosa, estaba la salamandra-piraña. Sumida en su festín no logró darse cuenta de las otras dos presencias que habian entrado en la sala hasta que Nia se acercó a él y le acarició el morro manchado de papilla de vete tu a saber que criatura. Le acarició en silencio y este paró de comer.
-Este ya nos ha hecho parte de la limpieza, por lo que veo.-le dedicó una sonrisa al animal que se giró hacia ella y le dió un largo lamentón, pringandola a ella tambien. A Nia no pareció importarle y siguio sonriendo mientras le tiraba de los bigotes suavementes y su tono era el de una dulce reprimenda.-Pero no puedes ir escupiendo todo lo que comas y no te guste, eh, caprichoso.-
Suspiró una vez más, mientras el animal siguió con su banquete. Se giró hacia el frivy, todavia con la larga pipa en la mano, humeando.
-Hora de limpiar.-le dijo.
La ulterana llegó a la ruinosa entrada de la botica, pasando por encima de escombros y algunos cadáveres desperdigados. Recordaba haber acabado con muchos más, pero era probable que su memoria le fallase. Cruzaron el enorme umbral de que suponia la derruida fachada de la botica a paso lento. Los zapatos del frivy eran el único sonido, sonido de pisadas, pisando escombros y ocasionalmente, algun cadaver blando y putrefacto. Nia se quedó parada un instante. Se encontraba donde antes estaria la sección de antibioticos, ahora completamente desolada. Estanterias derribadas, frascos rotos y charcos de sangre. Nia suspiró, mientras procedia a intentar recuperar todo aquello que no se habia roto o se podia arreglar. Mandó al frivy a acostar a a la anciana en su cama y luego a bajar al difunto frivy, para darle los respetos a su cadaver. Ella prosiguió con su poco fructuosa búsqueda, levantando escómbros y cadáveres.
Pasó el tiempo y el frivy se las apañó para acostar a la anciana en su cama. Cuando bajó, se encontró a la ulterana sobre uno de los pedruscos de la sala, fumando de una larga pipa y mirando la explanada de la ciudad con una mirada triste. No dijo nada por un rato. Fue la niña quien rompio el silencio.
-Ven conmigo un momento.-le pidio, mientras se alzaba y ponia rumbo al cochambroso sótano de la botica. Las paredes estaban pegajosas, como una especie de babas recorrian la pared. Habia cúmulos de un potingue rosado con tonos rojizos por todas partes y el olor era insoportable, olia a vómito y a putrefacción. El frivy se tapó la nariz e hizo un aspamiento, mientras que la niña siguio bajando las escaleras sin inmutarse. Conocia el olor.
-Ya se porque faltan tantos cadáveres. Y se de donde ha salido esto.-dijo, señalando los mojones putrefactos esparcidos por la escalera. Abrio la puerta de madera y finalmente lograron ver la estancia tras el ataque. Mesas volcadas, líquidos esparcidos por doquier, cristales rotos y muchismos más cúmulos de putrefacción. Un sonido desagradablemente familiar para el frivi inundaba la sala. Mandíbulas abriendo y cerrándose violentamente.
Detrás de una mesa, felizmente festejándose en carne correosa, estaba la salamandra-piraña. Sumida en su festín no logró darse cuenta de las otras dos presencias que habian entrado en la sala hasta que Nia se acercó a él y le acarició el morro manchado de papilla de vete tu a saber que criatura. Le acarició en silencio y este paró de comer.
-Este ya nos ha hecho parte de la limpieza, por lo que veo.-le dedicó una sonrisa al animal que se giró hacia ella y le dió un largo lamentón, pringandola a ella tambien. A Nia no pareció importarle y siguio sonriendo mientras le tiraba de los bigotes suavementes y su tono era el de una dulce reprimenda.-Pero no puedes ir escupiendo todo lo que comas y no te guste, eh, caprichoso.-
Suspiró una vez más, mientras el animal siguió con su banquete. Se giró hacia el frivy, todavia con la larga pipa en la mano, humeando.
-Hora de limpiar.-le dijo.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Botica de la náyade
10/07/13, 01:26 am
Se sorprendió de que el violinista de la taberna hubiera venido de repente a hablar con Cain, desapareciendo también escaleras arriba. Se preguntó si tendría relación en todo aquello, pero parecía que tendrían que esperar todavía para saber algo. La sugerencia de ir a ver a Nia interrumpió el hilo de sus pensamientos. Ni siquiera había contemplado aquello todavía, y se dio cuenta enseguida del daño que le haría a la náyade, que tenía ya desgracias suficientes en las que pensar, y más conociéndola. La noche anterior había sido confusa, pero tenía claro que a su lomo solo iban tan solo dos frivys, además de las pérdidas de la botica y que, seguramente, se sentiría fatal por no haberlo podido evitar. Sin pensarlo siquiera había dicho que él iría. «Ni que supieses de verdad cómo decírselo a Nia, ni apoyarla» se recriminó automáticamente, pero no rectificó. Adara se apuntó y justo después Noel, y echó a andar nuevamente sin mediar palabra, la botica no estaba lejos.
Encontraron a uno de los frivys trabajando en el exterior. Se colocó los guantes que llevaba colgados del cinturón y atravesó la fachada destrozada sin pedir permiso para encontrar a Nia recogiendo en el interior. Se imaginaba que su cara hablaba por sí sola y la náyade ya sabía que algo no iba bien.
-Perdón por haber llegado tan tarde ayer -comenzó, pasando la mano por los escombros. «Yo no vine a decir eso» se recordó. Se vio obligado a decirlo de la forma más simple que había porque si se ponía a pensarlo no era capaz de suavizarla-. Nia, Elliot ha muerto.
Le costaba despegar la mirada del pedazo de escombro que tenía a su lado, pero le tendió la mano a la chica para que los acompañara. Sabía cómo se sentía, sobraban las palabras. A pesar de cómo la había tratada la dullahan, ella siempre la había considerado una amiga. Quería encontrar la forma de decirle que estaban en las mismas condiciones, que se podían apoyar mutuamente. Tal vez por eso había decidido ir por su propio pie, quizá pensó que lo mejor era que quien se lo comunicara sintiera de veras la pérdida.
Encontraron a uno de los frivys trabajando en el exterior. Se colocó los guantes que llevaba colgados del cinturón y atravesó la fachada destrozada sin pedir permiso para encontrar a Nia recogiendo en el interior. Se imaginaba que su cara hablaba por sí sola y la náyade ya sabía que algo no iba bien.
-Perdón por haber llegado tan tarde ayer -comenzó, pasando la mano por los escombros. «Yo no vine a decir eso» se recordó. Se vio obligado a decirlo de la forma más simple que había porque si se ponía a pensarlo no era capaz de suavizarla-. Nia, Elliot ha muerto.
Le costaba despegar la mirada del pedazo de escombro que tenía a su lado, pero le tendió la mano a la chica para que los acompañara. Sabía cómo se sentía, sobraban las palabras. A pesar de cómo la había tratada la dullahan, ella siempre la había considerado una amiga. Quería encontrar la forma de decirle que estaban en las mismas condiciones, que se podían apoyar mutuamente. Tal vez por eso había decidido ir por su propio pie, quizá pensó que lo mejor era que quien se lo comunicara sintiera de veras la pérdida.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
10/07/13, 02:01 am
Nia
La náyade estaba sentada en una silla cómoda y miraba con la mirada absorta a su reflejo en las piezas esparcidas por el suelo del que antes habia sido un espejo de cuerpo entero. Apoyó su cabeza en su puño entrecerrado y suspiraba ocasionalmente, ensimismada. El frivy barria a su lado fervientemente y sacaba la basura fuera de la estancia. Nia estaba muy cansada aún por todo lo ocurrido el último día y cuando el frivy se ofreció a hacer el resto de la limpieza, tomó su oferta de muy buen grado. Cada vez que hacia una ida y venida, intentaba alegrar a la chica con un optimismo desmedido. Nada conseguia que la niña saliera de su estado de depresión. Habia muerto una persona al poco de que le habia dicho que la protegeria. Sin embargo, no logró cumplir su promesa. Era demasiado débil. Aquella ciudad era contraria a ella y la rechazaba de todas las maneras, cuanto más crueles, más fuertes.
El frivy se quitó el sudor del entrecejo. Apilar todas esas moles de carne en el patio, sacar el resto de cadáveres y enterrar a su compatriota le estaba afectando. Sin contar que el último dia habia estado peleando con uñas y dientes contra una marea de alimañas. Tenia los nudillos abiertos y las manos llenas de pequeñas heridas que escondia de la náyade, para evitar que se preocupara. Con una pala llena de carne y visceras, salió una vez más al patio para apilarla fuera. Desprendia un hedor considerable y añadida la bilis de la mascota de la náyade, no lo hacia mucho más aromático. Cuando volcó la pala sobre la pila, localizó a tres de los amigos de la niña. Uno de ellos era la mujer asesina así que el frivy hizo un aspamiento exagerado y se escondió de ella. Pero no parecian ni si quiera fijarse en él. Pasaron de largo, entrando por la fachada abierta de la botica con una cara de traer malas noticias. El chico que controlaba a los muertos era el que peor lo llevaba.
-¿Que diably'x querrán ahora? ¿No ven que la jefa ya tiene bastante?-se quejó por lo bajo. A continuación los siguió sigilosamente, asomándose por una de las destrozadas ventanas, mientras le contaban las noticias.
La pipa que sujetaba la ulterana en la otra mano, humeante, golpeó la alfombra con un ruido seco, desparramando sus contenidos y brasas por esta. Las brasas se avivaron momentaneamente con el movimiento repentino, pero a los pocos segundos se apagaron, quedando solo carbón. La ulterana tenia el gesto paralizado. No podia creerse las palabras del fuego fatuo. No queria creerlas.
Segundos antes, al ver entrar a sus amigos, simplemente habia rodado los ojos en su dirección, muy cansada, logró darse cuenta de que venian a contarle más malas noticias. Una parte oscura de su corazón, les pidio mentalmente que se fueran, no podria aguantarlo más. No más tristeza. No más oscuridad. Sin embargo, no acabó diciendo nada, a medida que el chico se fue acercando a ella, con sus pasos más lentos hasta estar a una distancia corta. Notó el calor de las llamas de este mientras hablaba. Vaciló en un instante en contarle a lo que habia venido, probablemente era porque lo estaba pasando mal tambien.
;-
La ulterana al fin parpadeó, eliminando el gesto paralizado de su cara por el de cansancio y unos entrecerrados. Se masajeó el entrecejo mientras apartaba la mirada del chico y la clavaba de vuelta al suelo, donde su pipa y los trozos de espejos reposaban. Nia se lo habia tomado como una broma de mal gusto. Pero la cara de Gael, no podia mentir. No a ella. No con esto.
-Sabia que sucederia. Tarde o pronto.-comentó con frialdad.-La fuerza bruta no sirve de nada con una cabeza vacia. Sobretodo si esa cabeza estaba tan vacia como la de esa cabeza de chorlito pelirroja.-siguió, sin pararse a respiar. Se inclinó y recogió la pipa. Le temblaban las manos. Usando una cerilla la volvió a encender mientras se acomodaba en la silla, todavia sin mirarles, escondiendo su cara.-La odio. Siempre despreciando a los demás, alejandose, haciendo daño a los que te quieren.-su voz se quebró entonces al igual que su pobremente lograda fachada y una solitaria lágrima cayó en su regazo.-Esa... idiota...-su voz ya estaba en el llanto.-Podria haberla... podria haberla ayudado...-finalmente dijo, mientras la pipa se resbalaba de sus manos una vez más para enterrar su cara entre sus manos y ponerse a llorar, como hacia años que no lloraba.
La náyade estaba sentada en una silla cómoda y miraba con la mirada absorta a su reflejo en las piezas esparcidas por el suelo del que antes habia sido un espejo de cuerpo entero. Apoyó su cabeza en su puño entrecerrado y suspiraba ocasionalmente, ensimismada. El frivy barria a su lado fervientemente y sacaba la basura fuera de la estancia. Nia estaba muy cansada aún por todo lo ocurrido el último día y cuando el frivy se ofreció a hacer el resto de la limpieza, tomó su oferta de muy buen grado. Cada vez que hacia una ida y venida, intentaba alegrar a la chica con un optimismo desmedido. Nada conseguia que la niña saliera de su estado de depresión. Habia muerto una persona al poco de que le habia dicho que la protegeria. Sin embargo, no logró cumplir su promesa. Era demasiado débil. Aquella ciudad era contraria a ella y la rechazaba de todas las maneras, cuanto más crueles, más fuertes.
El frivy se quitó el sudor del entrecejo. Apilar todas esas moles de carne en el patio, sacar el resto de cadáveres y enterrar a su compatriota le estaba afectando. Sin contar que el último dia habia estado peleando con uñas y dientes contra una marea de alimañas. Tenia los nudillos abiertos y las manos llenas de pequeñas heridas que escondia de la náyade, para evitar que se preocupara. Con una pala llena de carne y visceras, salió una vez más al patio para apilarla fuera. Desprendia un hedor considerable y añadida la bilis de la mascota de la náyade, no lo hacia mucho más aromático. Cuando volcó la pala sobre la pila, localizó a tres de los amigos de la niña. Uno de ellos era la mujer asesina así que el frivy hizo un aspamiento exagerado y se escondió de ella. Pero no parecian ni si quiera fijarse en él. Pasaron de largo, entrando por la fachada abierta de la botica con una cara de traer malas noticias. El chico que controlaba a los muertos era el que peor lo llevaba.
-¿Que diably'x querrán ahora? ¿No ven que la jefa ya tiene bastante?-se quejó por lo bajo. A continuación los siguió sigilosamente, asomándose por una de las destrozadas ventanas, mientras le contaban las noticias.
La pipa que sujetaba la ulterana en la otra mano, humeante, golpeó la alfombra con un ruido seco, desparramando sus contenidos y brasas por esta. Las brasas se avivaron momentaneamente con el movimiento repentino, pero a los pocos segundos se apagaron, quedando solo carbón. La ulterana tenia el gesto paralizado. No podia creerse las palabras del fuego fatuo. No queria creerlas.
Segundos antes, al ver entrar a sus amigos, simplemente habia rodado los ojos en su dirección, muy cansada, logró darse cuenta de que venian a contarle más malas noticias. Una parte oscura de su corazón, les pidio mentalmente que se fueran, no podria aguantarlo más. No más tristeza. No más oscuridad. Sin embargo, no acabó diciendo nada, a medida que el chico se fue acercando a ella, con sus pasos más lentos hasta estar a una distancia corta. Notó el calor de las llamas de este mientras hablaba. Vaciló en un instante en contarle a lo que habia venido, probablemente era porque lo estaba pasando mal tambien.
;-
La ulterana al fin parpadeó, eliminando el gesto paralizado de su cara por el de cansancio y unos entrecerrados. Se masajeó el entrecejo mientras apartaba la mirada del chico y la clavaba de vuelta al suelo, donde su pipa y los trozos de espejos reposaban. Nia se lo habia tomado como una broma de mal gusto. Pero la cara de Gael, no podia mentir. No a ella. No con esto.
-Sabia que sucederia. Tarde o pronto.-comentó con frialdad.-La fuerza bruta no sirve de nada con una cabeza vacia. Sobretodo si esa cabeza estaba tan vacia como la de esa cabeza de chorlito pelirroja.-siguió, sin pararse a respiar. Se inclinó y recogió la pipa. Le temblaban las manos. Usando una cerilla la volvió a encender mientras se acomodaba en la silla, todavia sin mirarles, escondiendo su cara.-La odio. Siempre despreciando a los demás, alejandose, haciendo daño a los que te quieren.-su voz se quebró entonces al igual que su pobremente lograda fachada y una solitaria lágrima cayó en su regazo.-Esa... idiota...-su voz ya estaba en el llanto.-Podria haberla... podria haberla ayudado...-finalmente dijo, mientras la pipa se resbalaba de sus manos una vez más para enterrar su cara entre sus manos y ponerse a llorar, como hacia años que no lloraba.
す 争 基 ま
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— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Botica de la náyade
10/07/13, 02:53 am
Al principio le sorprendió su forma de responder, aquella frialdad, pero no tardó en pensar que era su forma de defenderse, la misma que lo había dejado desconcertado por varias de sus respuestas desde que había vuelto del mar. Empezó a decir cosas fuera de lugar, pero atendió impasible, sabiendo que terminaría rompiéndose, hasta que sucedió. Se acuclilló ante el sofá y le puso la mano en el hombro mientras Nia lloraba con la cara enterrada en las manos. Pasados pocos minutos se aproximó y le habló con tono tranquilizador.
-Ven con nosotros al burdel.
Tiró de ella suavemente para que se levantase del sillón y poco a poco logró que se alejara de este, guiándola con una mano apoyada en su espalda. Verla tan agobiada se le hacía tan cuesta arriba como su propia tristeza, y la pena era contagiosa. Los ojos le comenzaban a picar, pero se los frotó con fuerza.
-Era la vida que había elegido, lo que tuviera que pasar, pasó -dijo finalmente. No podía dejar que ni Nia ni nadie pensase en culparse, como había hecho él mismo al poco de ver el cuerpo envuelto en tela.
-Ven con nosotros al burdel.
Tiró de ella suavemente para que se levantase del sillón y poco a poco logró que se alejara de este, guiándola con una mano apoyada en su espalda. Verla tan agobiada se le hacía tan cuesta arriba como su propia tristeza, y la pena era contagiosa. Los ojos le comenzaban a picar, pero se los frotó con fuerza.
-Era la vida que había elegido, lo que tuviera que pasar, pasó -dijo finalmente. No podía dejar que ni Nia ni nadie pensase en culparse, como había hecho él mismo al poco de ver el cuerpo envuelto en tela.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Botica de la náyade
10/07/13, 03:03 am
El ambiente del burdel, el cual se trasladó a la botica en un instante, no parecía querer abandonarles. Las palabras del frivy confirmaron que aquel no iba a ser precisamente el mejor día para la náyade y Noel casi podía anticipar lo que iba a suceder. El draco asistió algo alejado del resto a las palabras y posterior derrumbe de Nia, sumando a la ulterana a la lista de personas por las que debía preocuparse.
Dejó que Gael se ocupase, comenzando a pensar que tal vez debería haberse quedado en el burdel. Él apenas conocía a Elliot y no le había afectado su muerte como era evidente que sucedía con sus ex-compañeros, siendo Nia la que más lo había exteriorizado a pesar de sus palabras previas.
Echó a andar el primero cuando el fuego fatuo le dijo que los acompañase al burdel, deteniéndose y girándose un poco tras dar unos cuantos pasos fuera del edificio.
-No tiene que dejar de importante ni tienes que demostrar nada. Tan sólo se trata de seguir adelante, ¿recuerdas?
Y como para dar más fuerza a sus palabras, echó a andar de nuevo por delante del resto sin mirar atrás.
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.
Dejó que Gael se ocupase, comenzando a pensar que tal vez debería haberse quedado en el burdel. Él apenas conocía a Elliot y no le había afectado su muerte como era evidente que sucedía con sus ex-compañeros, siendo Nia la que más lo había exteriorizado a pesar de sus palabras previas.
Echó a andar el primero cuando el fuego fatuo le dijo que los acompañase al burdel, deteniéndose y girándose un poco tras dar unos cuantos pasos fuera del edificio.
-No tiene que dejar de importante ni tienes que demostrar nada. Tan sólo se trata de seguir adelante, ¿recuerdas?
Y como para dar más fuerza a sus palabras, echó a andar de nuevo por delante del resto sin mirar atrás.
Sigue en el Burdel de Dama Espasmo.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Botica de la náyade
15/07/13, 02:21 am
Nia actuaba de forma extraña, pero no esperaba menos. Cuando le dio la espalda se limitó a empujarla suavemente para que avanzaran de nuevo.
-Algo se podrá hacer para poner esa fachada como estaba. Vamos.
Por el camino poco más que le preguntó con qué podía ponerse a trabajar, además de interesarse por las pérdidas en mecancía. Iba dándole vueltas a si realmente podía hacer algo por animar a la chica además de ayudarla con su botica. Se le habían juntado muchas cosas, pero además sabía que era orgullosa, y no había podido defender las cosas que quería, incluso había necesitado ayuda la noche anterior, y probablemente no le gustaba haber tenido que depender de otros. No sabía qué pensar. En vez de darle vueltas al llegar se puso manos a la obra.
-Si grabamos runas podemos reforzar las paredes dañadas. ¿Y has renovado las defensas mágicas? Tal como está buena falta hacen... Ah, voy a buscar cadáveres útiles.
En la calle encontró una bestia reptiliana lo suficientemente fuerte para cargar cosas. Su cabeza estaba cortada pero servía igual. Se acercó vistiendo varias criaturas más, que no sabía si le serían útiles, y se dispuso a reparar la pared rota como si de un puzle se tratara, conectando con magia los pedazos de nuevo.
-Suerte que me encantaban los rompecabezas -comentó esparciendo el montoncito de escombro para buscar. Le esperaba una tarea bastante pesada-. Tenía juegos de madera, aunque en realidad eran de mi hermano. Los puzles no me gustaban tanto, pero esas tonterías sí. ¿Qué clase de juguetes hay en Ulterania?
Era descarado como trataba de darle conversación, pero después de todo el día de silencios pesados, incluso le apetecía charlar despreocupadamente de cosas triviales. Acercó un pedazo de escombro al muro, pensando en lo que habría sido de todos sus juguetes. Le avergonzaba reconocer que le encantaría conservar algunos de ellos.
-Algo se podrá hacer para poner esa fachada como estaba. Vamos.
Por el camino poco más que le preguntó con qué podía ponerse a trabajar, además de interesarse por las pérdidas en mecancía. Iba dándole vueltas a si realmente podía hacer algo por animar a la chica además de ayudarla con su botica. Se le habían juntado muchas cosas, pero además sabía que era orgullosa, y no había podido defender las cosas que quería, incluso había necesitado ayuda la noche anterior, y probablemente no le gustaba haber tenido que depender de otros. No sabía qué pensar. En vez de darle vueltas al llegar se puso manos a la obra.
-Si grabamos runas podemos reforzar las paredes dañadas. ¿Y has renovado las defensas mágicas? Tal como está buena falta hacen... Ah, voy a buscar cadáveres útiles.
En la calle encontró una bestia reptiliana lo suficientemente fuerte para cargar cosas. Su cabeza estaba cortada pero servía igual. Se acercó vistiendo varias criaturas más, que no sabía si le serían útiles, y se dispuso a reparar la pared rota como si de un puzle se tratara, conectando con magia los pedazos de nuevo.
-Suerte que me encantaban los rompecabezas -comentó esparciendo el montoncito de escombro para buscar. Le esperaba una tarea bastante pesada-. Tenía juegos de madera, aunque en realidad eran de mi hermano. Los puzles no me gustaban tanto, pero esas tonterías sí. ¿Qué clase de juguetes hay en Ulterania?
Era descarado como trataba de darle conversación, pero después de todo el día de silencios pesados, incluso le apetecía charlar despreocupadamente de cosas triviales. Acercó un pedazo de escombro al muro, pensando en lo que habría sido de todos sus juguetes. Le avergonzaba reconocer que le encantaría conservar algunos de ellos.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
15/07/13, 03:47 pm
Nia
Nia hablaba usando frases cortas y sin mucha emoción en sus palabras, todavia bastante decaida para cuando llegaron a la destrozada botica, fue el chico quien demostró más iniciativa a la hora de poner a repararse. Nia simplemente perdia el tiempo con movimientos pausados y lentos, mientras recuperaba y reetiquetaba todos los productos que se habian podido salvar, mientras contestaba al chico, sumido en su labor.
-No he tenido tiempo para reactivar la mayoria de las defensas, pero vamos... no pudieron defender mucho la última vez...-comentó con desgana, mientras introducia el dedo índice en una probeta y saboreaba el liquido verduzco de esta con una mueca. Paladeando el desagradable sabor, dejó entonces la probeta junto a las otras que se encontraban en un estado decente.
A continuación, Gael, intentó sacar conversación de la nada, mientras le contaba a Nia sobre su los juguetes de su infancia. Las comisuras de Nia se curvaron ligeramente, en un amago de sonrisa ante el intento del chico por crear una conversación.
-Yo... tuve una muñeca, una vez. Me la regaló mi prima.-comentó, evitando acordarse de su familia y de que normalmente, no necesitaria juguetes si estaba con Harm. Intentando borrar el agridulce recuerdo, le contó a Gael sobre los juguetes en ulterania.-Hay de todo tipo, desde peluches y muñecos a consolas de entretenimiento, aunque yo nunca vi una en vivo, no se como se podian pasar horas delante de una pantalla con luces.-dijo y soltó una risilla apagada.
Al mezclar dos viales la mezcla habia empezado a reaccionar violentamente, cosa que Nia no habia calculado, distraida, de las cantidades que estaba mezclando y, con una repentina cortina de humo negro, el aire se inundó con el sonido del restallido del cristal. Nia se quedó de piedra, completamente cubierta de polvo negruzco, tan solo sus ojos era lo unico que se habia salvado y eran dos canicas de azul en un mar de negro. Nia soltó un gruñido de rabia contenido mientras se aplicaba un hechizo de limpieza. Habia tenido bastante suerte de que su desliz habia sido con aquella mezcla y no con otras, más peligrosas.
La explosión habia alertado al frivy, que estaba tumbado en su cama, esperando a que la ulterana volviera. Pensó en un principio que se trataba de ladrones. Armado con una cuchara sopera de madera, bajó las escaleras lentamente hasta encontrarse con la escena que habia. Aliviado, se acercó a la ulterana.
-Jefa, podia haberme hiperavisado, yo puedo ayudar a reconstruir tambien.-dijo, remangandose.
La ulterana se encogió de hombros mientas machaba unas hojas color púrpula en un cuenco, extrayendo su jugo.
-Se me olvidó por completo...-dijo sacando otra sonrisa que era fachada.-Gael, no te importa que te ayude, ¿verdad?-dijo, señalando al frivy.
Nia hablaba usando frases cortas y sin mucha emoción en sus palabras, todavia bastante decaida para cuando llegaron a la destrozada botica, fue el chico quien demostró más iniciativa a la hora de poner a repararse. Nia simplemente perdia el tiempo con movimientos pausados y lentos, mientras recuperaba y reetiquetaba todos los productos que se habian podido salvar, mientras contestaba al chico, sumido en su labor.
-No he tenido tiempo para reactivar la mayoria de las defensas, pero vamos... no pudieron defender mucho la última vez...-comentó con desgana, mientras introducia el dedo índice en una probeta y saboreaba el liquido verduzco de esta con una mueca. Paladeando el desagradable sabor, dejó entonces la probeta junto a las otras que se encontraban en un estado decente.
A continuación, Gael, intentó sacar conversación de la nada, mientras le contaba a Nia sobre su los juguetes de su infancia. Las comisuras de Nia se curvaron ligeramente, en un amago de sonrisa ante el intento del chico por crear una conversación.
-Yo... tuve una muñeca, una vez. Me la regaló mi prima.-comentó, evitando acordarse de su familia y de que normalmente, no necesitaria juguetes si estaba con Harm. Intentando borrar el agridulce recuerdo, le contó a Gael sobre los juguetes en ulterania.-Hay de todo tipo, desde peluches y muñecos a consolas de entretenimiento, aunque yo nunca vi una en vivo, no se como se podian pasar horas delante de una pantalla con luces.-dijo y soltó una risilla apagada.
Al mezclar dos viales la mezcla habia empezado a reaccionar violentamente, cosa que Nia no habia calculado, distraida, de las cantidades que estaba mezclando y, con una repentina cortina de humo negro, el aire se inundó con el sonido del restallido del cristal. Nia se quedó de piedra, completamente cubierta de polvo negruzco, tan solo sus ojos era lo unico que se habia salvado y eran dos canicas de azul en un mar de negro. Nia soltó un gruñido de rabia contenido mientras se aplicaba un hechizo de limpieza. Habia tenido bastante suerte de que su desliz habia sido con aquella mezcla y no con otras, más peligrosas.
La explosión habia alertado al frivy, que estaba tumbado en su cama, esperando a que la ulterana volviera. Pensó en un principio que se trataba de ladrones. Armado con una cuchara sopera de madera, bajó las escaleras lentamente hasta encontrarse con la escena que habia. Aliviado, se acercó a la ulterana.
-Jefa, podia haberme hiperavisado, yo puedo ayudar a reconstruir tambien.-dijo, remangandose.
La ulterana se encogió de hombros mientas machaba unas hojas color púrpula en un cuenco, extrayendo su jugo.
-Se me olvidó por completo...-dijo sacando otra sonrisa que era fachada.-Gael, no te importa que te ayude, ¿verdad?-dijo, señalando al frivy.
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Botica de la náyade
15/07/13, 04:19 pm
-Porque es divertido -respondió con una risilla al comentario sobre los videojuegos-. Seguro que si probaras te gustaría.
Lo alertó una pequeña explosión a su espalda, donde estaba la náyade, y cuando se giró la encontró tiznada de arriba a abajo, con lo que de forma inevitable le dio la risa al comprobar que no le había pasado nada.
-No pienso tocar ninguno de tus cacharros -comentó despreocupadamente mientras cargaba más escombro. El frivy llegó junto a ellos armado con un cucharón. Se sorprendió riendo de nuevo por lo bajo al ver aquella estampa, pero lo mejor de todo era que le sentaba bien hacerlo-. Claro que no, a cuatro manos acabaremos más rápido -dijo aceptando la ayuda.
Y, aprovechando que nunca se había parado a hablar con ningún frivy y lo único que conocía de ellos era una revista más rara que un perro verde, hizo preguntas a Nia y a su empleado por igual, sintiéndose un pesado pero a la vez evitando los silencios, hasta que dejó de tener que hacerlo a propósito. Terminaron de reparar como pudieron la pared, alejaron los cadáveres más cercanos a la botica y volvieron a renovar las defensas mágicas, esperando que fuesen más fuertes ahora. El tiempo no cundía habiendo tanto que hacer, y pronto se hizo de noche.
-Debería irme a casa. Todavía faltan las reparaciones de nuestro cuchitril, así que no sé si podré volver a ayudar. Estamos todavía con un trabajo... ya sabes -le explicó. El cansancio le podía ya a aquellas horas, y eso que la Luna apenas acababa de empezar a brillar con intensidad-. Y Nia -dudó unos instantes buscando las palabras adecuadas-, ya sabes que siempre nos tenemos los unos a los otros, quiero decir... -Se rascó la cabeza. Sus palabras llegaban horas tarde, pero había necesitado mucho tiempo para rumiarlas-. Ayer nadie se quedó solo, salvo quien lo buscó. Lástima... lástima no haber podido evitar que pasara esto en la botica, ¿no? -El cambio brusco de tema le hizo sentir totalmente estúpido, pero no quería irse habiendo sacado de nuevo aquel asunto espinoso-. No te desanimes, pronto tendrás todo esto como estaba.
Empezó a caminar hacia la calle y agitó el brazo mientras se despedía. Después desapareció en el interior de tres cadáveres que había decidido quedarse y regresó al trote al cuchitril.
Sigue en el Cuchitril.
Lo alertó una pequeña explosión a su espalda, donde estaba la náyade, y cuando se giró la encontró tiznada de arriba a abajo, con lo que de forma inevitable le dio la risa al comprobar que no le había pasado nada.
-No pienso tocar ninguno de tus cacharros -comentó despreocupadamente mientras cargaba más escombro. El frivy llegó junto a ellos armado con un cucharón. Se sorprendió riendo de nuevo por lo bajo al ver aquella estampa, pero lo mejor de todo era que le sentaba bien hacerlo-. Claro que no, a cuatro manos acabaremos más rápido -dijo aceptando la ayuda.
Y, aprovechando que nunca se había parado a hablar con ningún frivy y lo único que conocía de ellos era una revista más rara que un perro verde, hizo preguntas a Nia y a su empleado por igual, sintiéndose un pesado pero a la vez evitando los silencios, hasta que dejó de tener que hacerlo a propósito. Terminaron de reparar como pudieron la pared, alejaron los cadáveres más cercanos a la botica y volvieron a renovar las defensas mágicas, esperando que fuesen más fuertes ahora. El tiempo no cundía habiendo tanto que hacer, y pronto se hizo de noche.
-Debería irme a casa. Todavía faltan las reparaciones de nuestro cuchitril, así que no sé si podré volver a ayudar. Estamos todavía con un trabajo... ya sabes -le explicó. El cansancio le podía ya a aquellas horas, y eso que la Luna apenas acababa de empezar a brillar con intensidad-. Y Nia -dudó unos instantes buscando las palabras adecuadas-, ya sabes que siempre nos tenemos los unos a los otros, quiero decir... -Se rascó la cabeza. Sus palabras llegaban horas tarde, pero había necesitado mucho tiempo para rumiarlas-. Ayer nadie se quedó solo, salvo quien lo buscó. Lástima... lástima no haber podido evitar que pasara esto en la botica, ¿no? -El cambio brusco de tema le hizo sentir totalmente estúpido, pero no quería irse habiendo sacado de nuevo aquel asunto espinoso-. No te desanimes, pronto tendrás todo esto como estaba.
Empezó a caminar hacia la calle y agitó el brazo mientras se despedía. Después desapareció en el interior de tres cadáveres que había decidido quedarse y regresó al trote al cuchitril.
Sigue en el Cuchitril.
- Vlad
Ficha de cosechado
Nombre: Yrfylltabgemesh Ftethvajranotz Graktholontir
Especie: Auro
Habilidades: Nociones de Lucha, Artesanía, Puntería.
Re: Botica de la náyade
16/07/13, 12:35 am
RR finalmente llegó a divisar el edificio que andaba buscando. No tenía una descripción muy rigurosa del mismo, pero supuso, apoyado por una fuerte corazonada y por la singular arquitectura del mismo, que se trataba del establecimiento que andaba buscando.
Había recorrido la ciudad volando, ayudado por las energías que le había proporcionado la noche entera con los roedores a su alrededor. De haber ido a pie, posiblemente el tortuoso camino habría hecho que el foner perdiera demasiado tiempo, sin contar los posibles asaltos y emboscadas que podría sufrir en el proceso.
Aterrizó como buenamente pudo ante la puerta, teniendo que hacer frente a las dificultades inherentes que planteaba la ponzoña en su cuerpo. Tropezó un par de veces, empujado por la energía cinética restante de su frenético vuelo y, tras un par de traspiés, se dio de bruces contra la puerta, que cedió ante él abriéndose, dejando relucir la estancia principal del establecimiento.
RR se agarró como buenamente pudo al pomo, echando el peso de su cuerpo sobre la pieza de madera para evitar caer al suelo de boca, mientras alzaba la vista y contemplaba así encorvado la sala entre jadeos. Las ratas, que por lo demás se habían pasado toda la travesía agarrándose con todo su menudo cuerpo a los ropajes del foner mientras maldecían sonoramente en su particular lenguaje, se relajaron ante la aparente quietud que, por lo que suponían, iba a mantenerse durante un tiempo decente, asomando sus cabezas por los múltiples bolsillos del foner y vomitando al vacío.
Cuando, segundos más tarde, el pelirrojo se repuso y sus menudos acompañantes terminaron de devolver sobre el parqué de la tienda, se dirigió hacia la muchacha que atendía el local tras la barra.
-Saludos…-comentó, aún jadeante y nervioso. El susto del aterrizaje fue sustituyéndose lentamente por la incertidumbre que reinaba en su mente con respecto a las posibles reacciones de los presentes ante su súbita llegada. Esperaba no haberse equivocado de lugar.- Me… me han dicho que aquí tenían medicamentos varios y demás. Verá… he tenido un incidente esta noche anterior con un… un monstrenco carnudo y repleto de dientes, que hasta ayer era un imbécil que vivía conmigo en el torreón. Me metió una dentellada y… bueno, he conseguido cerrar la herida, pero parece que venía con regalo, no se si me explico…
“No, no te explicas en absoluto, imbécil.” Se dijo a si mismo, cabreado. Era evidente que el don de gentes no era precisamente su punto fuerte. Más le valía que su interlocutora fuera comprensiva...
Había recorrido la ciudad volando, ayudado por las energías que le había proporcionado la noche entera con los roedores a su alrededor. De haber ido a pie, posiblemente el tortuoso camino habría hecho que el foner perdiera demasiado tiempo, sin contar los posibles asaltos y emboscadas que podría sufrir en el proceso.
Aterrizó como buenamente pudo ante la puerta, teniendo que hacer frente a las dificultades inherentes que planteaba la ponzoña en su cuerpo. Tropezó un par de veces, empujado por la energía cinética restante de su frenético vuelo y, tras un par de traspiés, se dio de bruces contra la puerta, que cedió ante él abriéndose, dejando relucir la estancia principal del establecimiento.
RR se agarró como buenamente pudo al pomo, echando el peso de su cuerpo sobre la pieza de madera para evitar caer al suelo de boca, mientras alzaba la vista y contemplaba así encorvado la sala entre jadeos. Las ratas, que por lo demás se habían pasado toda la travesía agarrándose con todo su menudo cuerpo a los ropajes del foner mientras maldecían sonoramente en su particular lenguaje, se relajaron ante la aparente quietud que, por lo que suponían, iba a mantenerse durante un tiempo decente, asomando sus cabezas por los múltiples bolsillos del foner y vomitando al vacío.
Cuando, segundos más tarde, el pelirrojo se repuso y sus menudos acompañantes terminaron de devolver sobre el parqué de la tienda, se dirigió hacia la muchacha que atendía el local tras la barra.
-Saludos…-comentó, aún jadeante y nervioso. El susto del aterrizaje fue sustituyéndose lentamente por la incertidumbre que reinaba en su mente con respecto a las posibles reacciones de los presentes ante su súbita llegada. Esperaba no haberse equivocado de lugar.- Me… me han dicho que aquí tenían medicamentos varios y demás. Verá… he tenido un incidente esta noche anterior con un… un monstrenco carnudo y repleto de dientes, que hasta ayer era un imbécil que vivía conmigo en el torreón. Me metió una dentellada y… bueno, he conseguido cerrar la herida, pero parece que venía con regalo, no se si me explico…
“No, no te explicas en absoluto, imbécil.” Se dijo a si mismo, cabreado. Era evidente que el don de gentes no era precisamente su punto fuerte. Más le valía que su interlocutora fuera comprensiva...
¿Qué es más divertido que matar a un bebé en una batidora?
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