Botica de la náyade
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Giniroryu
Lops
Yber
Leonart
Tak
13 participantes
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Botica de la náyade
09/02/13, 12:03 am
Recuerdo del primer mensaje :
De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.
No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.
Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.
Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.
La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.
De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.
No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.
Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.
Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.
La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Botica de la náyade
08/08/14, 11:58 pm
La versión del trasgo le vendría bien, pero conforme comenzó escuchando atentamente, la explicación fue tomando un tono más oscuro y empezó a costarle seguir la explicación. «Seicientas… ¿víctimas? ¿De qué?». Nia tenía una cierta tendencia a exagerar algunas cosas, o a culparse de lo que no tocaba, pero el fuego fatuo estaba confuso. Luego estaba la niebla, la rabieta con el amigo del trasgo… Nia tendría muchos defectos, pero ni esa actitud terminaba de cuadrarle en ella. Tal vez aquellos novatos habían metido las narices donde no tocaba esa noche, o quizá había más que la pérdida de la botica.
Confuso y pensativo, Gael no olvidó darle las gracias por los detalles a Bastel, aunque se le notaba sombrío.
―Te agradezco que me cuentes todo eso, no sabes cuánto ―. «Porque si no Nia no habría soltado prenda»―. No ha dicho nada de lo que pasó, como dije antes. En fin… ―Gael quería cambiar de tema, aunque no sabía hacia donde derivar la conversación. No dejaba de darle vueltas a lo que acababa de escuchar, a fin de cuentas―. Creo que entraré a echar un vistazo.
Por desgracia no llevaba encima nada más que el ratón. Se acercó con cautela a las ruinas y abandonó sus pertenencias en la puerta, pasando al cadáver por si en algún lugar quedaba algo de esa niebla que había mencionado Bastel. El agujero que se encontró en el interior era descomunal. Se preguntó siquiera si el edificio tenía arreglo posible. Había objetos calcinados, irreconocibles, por todas partes. Algunos parecían huesos. Bastantes, de hecho.
Cuando Gael regresó a la puerta estaba genuinamente asustado. ¿Qué podía haber pasado allí dentro? Miró al trasgo sin ocultar la mala cara que traía y se acercó a él levitando de nuevo.
―Creo que debería ime. ―Esperaba que al trasgo no le diera por entrar a curiosear… aunque su amigo habría visto mucho más que él durante aquella noche. Daba igual. Si Nia se había metido en algo turbio tampoco había tratado de ocultarlo―. Gracias por la información. Si ves a Nihil salúdala de mi parte ―añadió, sin saber bien por qué. Era una intentona por sacar a Nia de la conversación, porque no estaba seguro de querer enviarle un saludo a Nihil a través de otro de la secta―tal vez deberíamos… quedar pronto con nuestro maestro ―improvisó, aunque era cierto.
Confuso y pensativo, Gael no olvidó darle las gracias por los detalles a Bastel, aunque se le notaba sombrío.
―Te agradezco que me cuentes todo eso, no sabes cuánto ―. «Porque si no Nia no habría soltado prenda»―. No ha dicho nada de lo que pasó, como dije antes. En fin… ―Gael quería cambiar de tema, aunque no sabía hacia donde derivar la conversación. No dejaba de darle vueltas a lo que acababa de escuchar, a fin de cuentas―. Creo que entraré a echar un vistazo.
Por desgracia no llevaba encima nada más que el ratón. Se acercó con cautela a las ruinas y abandonó sus pertenencias en la puerta, pasando al cadáver por si en algún lugar quedaba algo de esa niebla que había mencionado Bastel. El agujero que se encontró en el interior era descomunal. Se preguntó siquiera si el edificio tenía arreglo posible. Había objetos calcinados, irreconocibles, por todas partes. Algunos parecían huesos. Bastantes, de hecho.
Cuando Gael regresó a la puerta estaba genuinamente asustado. ¿Qué podía haber pasado allí dentro? Miró al trasgo sin ocultar la mala cara que traía y se acercó a él levitando de nuevo.
―Creo que debería ime. ―Esperaba que al trasgo no le diera por entrar a curiosear… aunque su amigo habría visto mucho más que él durante aquella noche. Daba igual. Si Nia se había metido en algo turbio tampoco había tratado de ocultarlo―. Gracias por la información. Si ves a Nihil salúdala de mi parte ―añadió, sin saber bien por qué. Era una intentona por sacar a Nia de la conversación, porque no estaba seguro de querer enviarle un saludo a Nihil a través de otro de la secta―tal vez deberíamos… quedar pronto con nuestro maestro ―improvisó, aunque era cierto.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Botica de la náyade
09/08/14, 01:08 am
Se notó que al fuego fatuo no le gustaron nadas las noticias que traía conmigo. Normal, naturalmente no todos los días uno se enteraba que un amigo había estado a punto de morir, y que antes había matado (o hecho algo peor) a más de medio millar de personas. Asentí a su agradecimiento, respondiendo que no era nada. Cuando entró me acerqué unos pasos a la botica, intentando vislumbrar algo del interior y fracasando estrepitosamente. Por un momento me sentí tentado de usar niebla mágica, pero no tenía muchas ganas de malgastar ingentes cantidades de magia.
No tardó mucho en salir, visiblemente afectado por lo que había visto allí dentro. Su cara hizo que volviese a mirar con curiosidad hacia el edificio derruido, pero sus palabras hizo que me girara con una ceja alzada y la atención redoblada sobre él.
—¿La conoces? —inquirí, antes de recordar que me había pedido algo—. No te preocupes, se lo diré.
«Su maestro...». Aquello me había despertado curiosidad. Me preguntaba quién enseñaría a dos personas tan opuestas como Nihil y Koval.
No tardó mucho en salir, visiblemente afectado por lo que había visto allí dentro. Su cara hizo que volviese a mirar con curiosidad hacia el edificio derruido, pero sus palabras hizo que me girara con una ceja alzada y la atención redoblada sobre él.
—¿La conoces? —inquirí, antes de recordar que me había pedido algo—. No te preocupes, se lo diré.
«Su maestro...». Aquello me había despertado curiosidad. Me preguntaba quién enseñaría a dos personas tan opuestas como Nihil y Koval.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Botica de la náyade
09/08/14, 03:09 am
―Algo así ―respondió forzando una media sonrisa―. A través de Siloco, nada más. ―Estuvo a punto de añadir que no tenía nada que ver con la secta, pero para alguien perteneciente a ella podía ser interpretado como una ofensa. Qué putada debía ser transformarse marcado con algo así, pero aunque se muriera de curiosidad, el fuego fatuo no preguntaría nada al respecto. Le parecía falto de tacto.
―No era nada importante ―terminó por decir, quitándole importancia gesticulando con las manos―. Espero que nos volvamos a ver por ahí, Bastel, mismamente en la taberna. ―El tipo era más agradable de lo que hubiera pensado en un principio. Trató de, al menos, sonar simpático en la despedida―. ¡Hasta la vista!
La visita a la biblioteca tendría que esperar. Gael no sabía si debía hablar con los demás primero o con Nia primero. Pero los demás… era tan justo ponerlos al corriente como putada sumar una preocupación más. Por otro lado, temía que cuantos más se acercaran a Nia con preguntas más difícil sería hacerla responder.
Había puesto rumbo de vuelta al cuchitril y, cuando atravesó la puerta de la entrada, todavía no sabía qué hacer.
Sique en el cuchitril.
―No era nada importante ―terminó por decir, quitándole importancia gesticulando con las manos―. Espero que nos volvamos a ver por ahí, Bastel, mismamente en la taberna. ―El tipo era más agradable de lo que hubiera pensado en un principio. Trató de, al menos, sonar simpático en la despedida―. ¡Hasta la vista!
La visita a la biblioteca tendría que esperar. Gael no sabía si debía hablar con los demás primero o con Nia primero. Pero los demás… era tan justo ponerlos al corriente como putada sumar una preocupación más. Por otro lado, temía que cuantos más se acercaran a Nia con preguntas más difícil sería hacerla responder.
Había puesto rumbo de vuelta al cuchitril y, cuando atravesó la puerta de la entrada, todavía no sabía qué hacer.
Sique en el cuchitril.
- InvitadoInvitado
Re: Botica de la náyade
11/08/14, 04:36 am
Lil' Zombie se había sentado en un saliente de lo que antes había sido una fachada, que ahora apenas levantaba unos palmos del suelo. Llevaba el ojo podrido cubierto por una venda, y el flequillo le caía sobre esta, aplastado por el gorro con orejas que Nihil le había hecho ponerse. Tenía las rodillas flexionadas y cubiertas por los bajos de la enorme camisola blanca que llevaba, y en su boca bailaba nervioso el palo de un chupachup. Se lo sacó de la boca, observando el iris violeta que brillaba cubierto por su saliva.
-¿Te falta mucho?- le gritó a Nihil.
La hechicera escribía glifos en un círculo, dentro de otro círculo, dentro del inmenso crículo que rodeaba la botica. Él ya había olido los cadáveres hace tiempo, pero Nihil le había hecho contenerse hasta que el terreno estuviese despejado. Lil' no entendía para qué quería que le encontrase cadáveres que ya no debían tener ni carne en los huesos, pero ella sabría.
La súcubo comenzó a entonar un hechizo de versos enrevesados y sonidos guturales, que a Lil' le puso la piel de gallina. Se tapó los oídos rápidamente y cerró los ojos, no pudiendo ver la niebla verde espesa que salía de la boca abierta de Nihil y que supuraba también de las líneas dibujadas entre los escombros. Los cuerpos se fueron formando, saliendo de lo que quedaba de edificio pero sin dejar el crículo. Eran muchos, eran demasiados en opinión de Lil', más aún si ni siquiera eran aprovechables. Nihil dejó de cantar y los fue inspeccionándolos, descartando los que no quería. Los tocaba y volvían a convertirse en huesos y mugre. El ghoul se acercó a curiosear, y la súcubo le recibió con un sello de plata empapado en rojo.
-Ponselo en la nuca a los que yo vaya dejando.- ordenó.
Él accedió, a regañadientes. Volvió a meterse el ojo dulce en la boca y empezó a plantar el sello donde Nihil le había dicho. En algunos casos, tenía que saltar para alcanzar la nuca, y Nihil se reía de él con disimulo. Entre los dos terminaron en un tiempo razonable. Nihil chasqueó los dedos y el c´riculo dibujado echó a arder, consumiéndose hasta desaparecer. Luego dio una orden, en una lengua que sonaba a óxido y a polvo de tumba, y los cadáveres dieron un paso al frente. Otra orden, otro paso. Hasta que Nihil no necesitó usar esa lengua y los cadáveres se limitaron a seguirla. Un cortejo horrendo que dejaba huellas de hollín y piel chamuscada, caminando a paso militar detrás de la mujer. Lil' Zombie iba agarrado a su falda, mirando cada tanto hacia atrás con desconfianza, pero con una idea bastante clara de para quién iban a ser esos cuerpos.
-¿Te falta mucho?- le gritó a Nihil.
La hechicera escribía glifos en un círculo, dentro de otro círculo, dentro del inmenso crículo que rodeaba la botica. Él ya había olido los cadáveres hace tiempo, pero Nihil le había hecho contenerse hasta que el terreno estuviese despejado. Lil' no entendía para qué quería que le encontrase cadáveres que ya no debían tener ni carne en los huesos, pero ella sabría.
La súcubo comenzó a entonar un hechizo de versos enrevesados y sonidos guturales, que a Lil' le puso la piel de gallina. Se tapó los oídos rápidamente y cerró los ojos, no pudiendo ver la niebla verde espesa que salía de la boca abierta de Nihil y que supuraba también de las líneas dibujadas entre los escombros. Los cuerpos se fueron formando, saliendo de lo que quedaba de edificio pero sin dejar el crículo. Eran muchos, eran demasiados en opinión de Lil', más aún si ni siquiera eran aprovechables. Nihil dejó de cantar y los fue inspeccionándolos, descartando los que no quería. Los tocaba y volvían a convertirse en huesos y mugre. El ghoul se acercó a curiosear, y la súcubo le recibió con un sello de plata empapado en rojo.
-Ponselo en la nuca a los que yo vaya dejando.- ordenó.
Él accedió, a regañadientes. Volvió a meterse el ojo dulce en la boca y empezó a plantar el sello donde Nihil le había dicho. En algunos casos, tenía que saltar para alcanzar la nuca, y Nihil se reía de él con disimulo. Entre los dos terminaron en un tiempo razonable. Nihil chasqueó los dedos y el c´riculo dibujado echó a arder, consumiéndose hasta desaparecer. Luego dio una orden, en una lengua que sonaba a óxido y a polvo de tumba, y los cadáveres dieron un paso al frente. Otra orden, otro paso. Hasta que Nihil no necesitó usar esa lengua y los cadáveres se limitaron a seguirla. Un cortejo horrendo que dejaba huellas de hollín y piel chamuscada, caminando a paso militar detrás de la mujer. Lil' Zombie iba agarrado a su falda, mirando cada tanto hacia atrás con desconfianza, pero con una idea bastante clara de para quién iban a ser esos cuerpos.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Re: Botica de la náyade
17/09/14, 07:55 pm
The Blightbringer and Her Bird of Prey
-Y no dudes en volver si notas que no le hace efecto. A ciertas aves se necesitan mayores dosis.-dijo Nia despidiendose del cliente con la mano. El sonido de la campanita de la puerta al cerrarse fue como una especie de botón para la náyade. La tienda se habia quedado vacia. Decidió entonces que era un buen momento para un breve descanso y comprobar como estaban las cosas.
Se acercó a la puerta y colgó por fuera el cartelito que ponia "Volvemos Enseguida".
Ahora, por fin a solas, contempló el nuevo establecimiento por enesima vez. No solo habia reconstruido la botica sino que además la habia remodelado. Habia creado un segundo y tercer edificio. El segundo se trataba de la pajareria, donde se encontraba actualmente. Numerosas criaturas y animales de todo tipo descansaban y montaban jaleo a partes iguales. El aleteo de un loro se mezclaba con un croar de una rana en un pequeño estanque con nenufares mientras que a lo lejos habia un débil maullido de una especie de felino pequeño, una cria.
Entre todos estos sonidos la ulterana se sentia más cómoda que en el edificio de la botica en si. Por asi decirlo, se sentia menos sola. Pero por ahora debia volver a la botica.
A diferencia del tercer edificio, apartado de la mirada de la calle principal, la botica y la pajareria estaban conectadas y con una simple puerta se podia pasar de una a otra. La botica llevaba cerrada desde por la mañana debido a las últimas reformas que le quedaba por hacer a la náyade. Se cruzó con más de un obrero pero no le dedicó una segunda mirada a ninguno, pues su verdadero destino se encontraba bajando las escaleras, donde ningun obrero podia pasar ni donde la luz del sol llegaba si quiera.
♬
En las mazmorras de la botica, antes el sótano, habia instalado un fuerte hechizo que la insonorizaba de dentro para fuera y ningún sonido que se escurriese de entre las piedras húmedas y barotes. Antes, este lugar habia servido las veces de desván como de parte de la trastienda. Con la nueva modificación, la ulterana habia metido a ampliarlo, creando una serie de celdas y tres cuartos apartados. Las celdas tenian unos gruesos barrotes de acero templado con numerosas protecciones. Fuera lo que fuera que quisiera contener dentro, la náyade no tenia intención de que se escapase.
Un ligero goteo en la distancia se entremezclaba con el rechinar de maquinaria, amortiguado por paredes. La humedad era palpable. Los ojos de la ulterana eran dos puntos azules que cargaban la única luz que iluminaba aquel sitio.
De haberse sorprendido, seria el sonido de las cadenas arrastrandose el que oiria. Pero sin contar los sonidos del ambiente, no se oia nada. La propia ulterana moderaba su respiración para no hacer ruido, como si cualquier ruido lo suficientemente fuerte fuera a alterar aquel lugar de apariencia tan siniestra. Y entonces se dirigió hacia los cuartos.
Los tres cuartos, colocados dos de ellos enfrentados y el tercer y último al fondo, presentaban una fuerte puerta de acero remachado y sellado con numerosas protecciones mágicas. De nuevo, sea lo que escondiese tras esas puertas, la náyade no queria que saliera, pero, en el caso de los cuartos, además, requeria que nadie que no tuviese una llave concreta entrase tampoco. A diferencia de la puerta del cuarto del fondo, los dos cuartos enfrentados tenian una pequeña visera, para observar el interior sin tener que abrir la puerta.
Con cierta gracilidad, la niña sacó un juego de llaves de color platino. Eligió una de las más gruesas y la introdujo en la cerradura de la visera. Con fuerza, la desbloqueó y sin miramientos arrastró el pestillo de la visera hacia un lado, revelando la oscuridad del interior del cuarto.
Del interior no se podia adivinar nada, habia demasiada oscuridad. Lentamente, sin embargo, se pudo escuchar un sonido ritmico. Alguien resipiraba hondamente en su interior, parecia dormido, por el ritmo. La náyade se inclinó sobre la puerta, arrimando su pecho contra esta y contemplando através de la visera. Intentando dibujar la silueta del ser que guardaba.
No habia sido la resurrección de la Botica el único de los logros de la náyade durante aquellos cinco meses. No. La ambición de la niña deseaba mucho más que simplemente volver a reconstruir su hogar y negocio. No podria tener paz hasta que viera su venganza llevada a cabo.
Impaciente, tamborileó con las uñas sobre la supeficie de acero de la puerta. Primero discretamente, pero luego lo hizo obvio que deseaba llamar la atención de quien se encontraba dentro.
Al instante, el retintineo de cadenas se dejó oir. Una respiración que se alteraba y unos sonidos gruturales de esfuerzo. Las cadenas dieron una nueva sacudida, mientras una gran forma se adivinaba en la oscuridad, pero todavia sin definición. La gran forma tomó aire con dificultad, como si algo la estuviera estrangulando. Y, entonces, la criatura habló con balbuceos.
La niña pronto se apresuró a calmar a la criatura. Chistandole cariñosamente, le habló.
-Ya, calma... Estoy aquí. Ma está aqui...-dijo con una voz tierna.
La expresión de la náyade se habia vuelto completamente diferente. Normalmente, la ulterana tenia un brillo de energia y luz en sus ojos, pero en aquel entonces, sus ojos no reflejaban luz alguna, sumido en tal oscuridad. Su mirada era tierna, casi maternal. El sonido de cadenas reflejaba que, fuera cual fuera la criatura que estuviese dentro, estaba encadenada e intentaba acercarse a la puerta, a acercarse a la niña.
-Tienes que ser valiente, ¿de acuerdo?-le instó con una siniestra maternalidad.
El sonido de las cadenas combinado con una especie de protesta casi inaudible por parte de la criatura fueron la respuesta.
-Asi me gusta... Ahora, quedate quieto mientras Ma te pone la medicina.-
El sonido de arrastrar las cadenas fue la respuesta. La criatura sabia que debia ponerse de espaldas entonces y no moverse ni un centimetro. O sino, la náyade pincharia más veces hasta sentirse satisfecha.
La niña procedió a sacar una especie de aguja. Con magia, la hizo levitar a través de la ranura y con un pequeño hechizo de impulso, hizo que esta se clavase sobre la carne de la criatura encerrada. Esta, dejo escapar un breve lamento por el fugaz dolor que sintió pero enseguida se relajó, gracias a los efectos narcóticos de la droga.
Entre balbuceos, musitaba algo casi inaudible que sonaba como "Ma". La niña procedió a chistarle tiernamente de nuevo.
-Ma se va a ir de viaje hoy, pero mañana la volverás a ver. Ya verás, se pasará en un santiamén.-dijo a la criatura cuyos lamentos se habian tornado en los gimoteos de un perro abandonado. Un perro abandonado que acababa de ser drogado y que lentamente perdia la consciencia.-Ahora duerme mi pequeño. Duerme y hazte más fuerte y más grande. Por tu Ma.-dijo la ulterana al fin, a medida que la criatura se apaciguaba y los sonidos de cadenas se detenian. Mientras cerraba la visera, se pudo adivinar un brillo de demencia en los ojos de la ulterana que, con ambición, trazaba el siguiente paso de su plan para tomar su justa venganza.
Aunque no por ello, no se iba a privar de la incursión a la tierra de aquel día.
Continúa en la El Cuchitril.
-Y no dudes en volver si notas que no le hace efecto. A ciertas aves se necesitan mayores dosis.-dijo Nia despidiendose del cliente con la mano. El sonido de la campanita de la puerta al cerrarse fue como una especie de botón para la náyade. La tienda se habia quedado vacia. Decidió entonces que era un buen momento para un breve descanso y comprobar como estaban las cosas.
Se acercó a la puerta y colgó por fuera el cartelito que ponia "Volvemos Enseguida".
Ahora, por fin a solas, contempló el nuevo establecimiento por enesima vez. No solo habia reconstruido la botica sino que además la habia remodelado. Habia creado un segundo y tercer edificio. El segundo se trataba de la pajareria, donde se encontraba actualmente. Numerosas criaturas y animales de todo tipo descansaban y montaban jaleo a partes iguales. El aleteo de un loro se mezclaba con un croar de una rana en un pequeño estanque con nenufares mientras que a lo lejos habia un débil maullido de una especie de felino pequeño, una cria.
Entre todos estos sonidos la ulterana se sentia más cómoda que en el edificio de la botica en si. Por asi decirlo, se sentia menos sola. Pero por ahora debia volver a la botica.
A diferencia del tercer edificio, apartado de la mirada de la calle principal, la botica y la pajareria estaban conectadas y con una simple puerta se podia pasar de una a otra. La botica llevaba cerrada desde por la mañana debido a las últimas reformas que le quedaba por hacer a la náyade. Se cruzó con más de un obrero pero no le dedicó una segunda mirada a ninguno, pues su verdadero destino se encontraba bajando las escaleras, donde ningun obrero podia pasar ni donde la luz del sol llegaba si quiera.
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En las mazmorras de la botica, antes el sótano, habia instalado un fuerte hechizo que la insonorizaba de dentro para fuera y ningún sonido que se escurriese de entre las piedras húmedas y barotes. Antes, este lugar habia servido las veces de desván como de parte de la trastienda. Con la nueva modificación, la ulterana habia metido a ampliarlo, creando una serie de celdas y tres cuartos apartados. Las celdas tenian unos gruesos barrotes de acero templado con numerosas protecciones. Fuera lo que fuera que quisiera contener dentro, la náyade no tenia intención de que se escapase.
Un ligero goteo en la distancia se entremezclaba con el rechinar de maquinaria, amortiguado por paredes. La humedad era palpable. Los ojos de la ulterana eran dos puntos azules que cargaban la única luz que iluminaba aquel sitio.
De haberse sorprendido, seria el sonido de las cadenas arrastrandose el que oiria. Pero sin contar los sonidos del ambiente, no se oia nada. La propia ulterana moderaba su respiración para no hacer ruido, como si cualquier ruido lo suficientemente fuerte fuera a alterar aquel lugar de apariencia tan siniestra. Y entonces se dirigió hacia los cuartos.
Los tres cuartos, colocados dos de ellos enfrentados y el tercer y último al fondo, presentaban una fuerte puerta de acero remachado y sellado con numerosas protecciones mágicas. De nuevo, sea lo que escondiese tras esas puertas, la náyade no queria que saliera, pero, en el caso de los cuartos, además, requeria que nadie que no tuviese una llave concreta entrase tampoco. A diferencia de la puerta del cuarto del fondo, los dos cuartos enfrentados tenian una pequeña visera, para observar el interior sin tener que abrir la puerta.
Con cierta gracilidad, la niña sacó un juego de llaves de color platino. Eligió una de las más gruesas y la introdujo en la cerradura de la visera. Con fuerza, la desbloqueó y sin miramientos arrastró el pestillo de la visera hacia un lado, revelando la oscuridad del interior del cuarto.
Del interior no se podia adivinar nada, habia demasiada oscuridad. Lentamente, sin embargo, se pudo escuchar un sonido ritmico. Alguien resipiraba hondamente en su interior, parecia dormido, por el ritmo. La náyade se inclinó sobre la puerta, arrimando su pecho contra esta y contemplando através de la visera. Intentando dibujar la silueta del ser que guardaba.
No habia sido la resurrección de la Botica el único de los logros de la náyade durante aquellos cinco meses. No. La ambición de la niña deseaba mucho más que simplemente volver a reconstruir su hogar y negocio. No podria tener paz hasta que viera su venganza llevada a cabo.
Impaciente, tamborileó con las uñas sobre la supeficie de acero de la puerta. Primero discretamente, pero luego lo hizo obvio que deseaba llamar la atención de quien se encontraba dentro.
Al instante, el retintineo de cadenas se dejó oir. Una respiración que se alteraba y unos sonidos gruturales de esfuerzo. Las cadenas dieron una nueva sacudida, mientras una gran forma se adivinaba en la oscuridad, pero todavia sin definición. La gran forma tomó aire con dificultad, como si algo la estuviera estrangulando. Y, entonces, la criatura habló con balbuceos.
La niña pronto se apresuró a calmar a la criatura. Chistandole cariñosamente, le habló.
-Ya, calma... Estoy aquí. Ma está aqui...-dijo con una voz tierna.
La expresión de la náyade se habia vuelto completamente diferente. Normalmente, la ulterana tenia un brillo de energia y luz en sus ojos, pero en aquel entonces, sus ojos no reflejaban luz alguna, sumido en tal oscuridad. Su mirada era tierna, casi maternal. El sonido de cadenas reflejaba que, fuera cual fuera la criatura que estuviese dentro, estaba encadenada e intentaba acercarse a la puerta, a acercarse a la niña.
-Tienes que ser valiente, ¿de acuerdo?-le instó con una siniestra maternalidad.
El sonido de las cadenas combinado con una especie de protesta casi inaudible por parte de la criatura fueron la respuesta.
-Asi me gusta... Ahora, quedate quieto mientras Ma te pone la medicina.-
El sonido de arrastrar las cadenas fue la respuesta. La criatura sabia que debia ponerse de espaldas entonces y no moverse ni un centimetro. O sino, la náyade pincharia más veces hasta sentirse satisfecha.
La niña procedió a sacar una especie de aguja. Con magia, la hizo levitar a través de la ranura y con un pequeño hechizo de impulso, hizo que esta se clavase sobre la carne de la criatura encerrada. Esta, dejo escapar un breve lamento por el fugaz dolor que sintió pero enseguida se relajó, gracias a los efectos narcóticos de la droga.
Entre balbuceos, musitaba algo casi inaudible que sonaba como "Ma". La niña procedió a chistarle tiernamente de nuevo.
-Ma se va a ir de viaje hoy, pero mañana la volverás a ver. Ya verás, se pasará en un santiamén.-dijo a la criatura cuyos lamentos se habian tornado en los gimoteos de un perro abandonado. Un perro abandonado que acababa de ser drogado y que lentamente perdia la consciencia.-Ahora duerme mi pequeño. Duerme y hazte más fuerte y más grande. Por tu Ma.-dijo la ulterana al fin, a medida que la criatura se apaciguaba y los sonidos de cadenas se detenian. Mientras cerraba la visera, se pudo adivinar un brillo de demencia en los ojos de la ulterana que, con ambición, trazaba el siguiente paso de su plan para tomar su justa venganza.
Aunque no por ello, no se iba a privar de la incursión a la tierra de aquel día.
Continúa en la El Cuchitril.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
25/03/15, 08:11 pm
Tania
Con el trote garrudo de la Basara, Tania condujo el moribundo guiñapo que era el vánara al único lugar donde creia capaz de salvar su vida: La Botica. Al llegar a su destino, pegó un tirón a las riendas de la lagarta que se detuvo en seco y dedicó una confusa, pero sumisa mirada hacia la nublina antes de arquear el flexible cuello en dirección al herido ruso.
-Pórtate bien.-le dijo con un tono severo la nublina mientras desmontaba. La chica echó a correr a la puerta y comenzó a llamar. Nadie respondia. Sin más opciones, insistió en seguir llamando. Mientras, la lagarta lentamente dirigia sus ojos hacia el herido pero cada vez que la nublina le miraba, pretendia hacerse la inocente, pero el olor a sangre le iba sobreponiendose poco a poco.
-¿¡Hola!?-pegó un poco característico grito al ver que, por tercera vez, nadie le contestaba. ¿Habría ido a la Tierra junto a los demás? Probablemente. De sus conversaciones dispares con su amiga, sabia de su fantasiosa obsesión con una cultura terricola, y suendo tan exclusivo el portal era de esperar que la ulterana querria ir. Se mordió el labio. Aunque esto fuera verdad, no tenia porque implicar necesariamente que el moribundo mono estuviera perdido. Tania sabia que Nia tenia sirvientes, algunos esclavos, aunque tampoco estaba muy segura, pues la muerte de los últimos parecia haberla afectado. De no haber tenido aquel incidente con la droga deshinibidora, meses atrás, las relaciones con la ulterana no se habrian tensado tanto y no se habría vuelto incomodo hablar de ello.
El nerviosismo iba en aumento. Quizás tenia aún guardias, un sistema de seguridad o algo. Aunque no estuviera ella dentro, sabia que tenia miles de pócimas y unguentos que podrian, al menos, mantener con vida al herido hasta que ella regresase. Para ello tendria que entrar. Y si no la abrian... Decidió llamar una vez más, por si acaso alguien estaba escuchando y viendoles y dudaba de que hacer.
-¡Soy Tania! ¡Amiga de Nia! ¡O puede que Dama Urticaria! ¡Tengo un herido grave! ¡Es bastante urgente! Eh... ¡Tiene un marco con fotos en las que salgo en eh... Detrás del mostrador, si no lo ha cambiado...-
<<O eso espero...>>
Segundos más tarde, no habia respuesta aún. Tania ahogó un grito de frustración y lo acompañó de una última y exhasperada llamada de voz.
-¿¡Hola!? ¿¡Me está escuchando alguien!?-
Y de nuevo, sin respuesta.
El mono habia comenzado a desangrarse en el lomo de la lagarta quien, al no poder contenerse más, habia alargado una larga y filambrosa lengua rojiza y entonces relamia las heridas del mono con glotoneria. Tania, que tardó en darse cuenta de la situación, comenzó a gritar y hacer aspamientos hacia la lagarta mientras se giraba para reprenderla, pero algo la retuvo. Como un rayo, la puerta se abrió tras de ella y un musculoso brazo de color basalto le garró de la cabeza y tiró de ella para atrás. El ser que la habia agarrado era notablemente más alto que ella y ahora la estaba ahorcando con una bestial fuerza en pinza. Era tal la diferencia de tamaños, que el mero biceps del ser le tapaba la boca mientras le asfixiaba.
Al ver a su ama siendo atacada, la lagarta erizó la cresta y mostró la dentadura amenazadoramente mientras rugia y se ponia en posición de ataque. La criatura comenzaba a cobrar definición a medida que Tania lograba, gracias a la adrenalina, a aclarar sus pensamientos y sobreponerse a la sorpresa y el terror de la situación. Era una figura como de una persona, una persona considerablemente grande que apenas cabia por el quicio de la puera de la entrada de la botica. Aquello le relajó en parte, pues no parecia especialmente monstruosa, pero seguia pareciendole un rival terrible. La Tania de hace unos años simplemente se habria quedado ahí paralizada por el terror y la falta de aire, pero si algo habia aprendido entrenando con Toima y compartiendo los peligros de aquella ciudad es que no iba a caer tan fácilmente.
La nublina comenzó a descargar una serie de poderosos codazos a la altura del estómago, con la intención de que la persona oscura la soltase y pudiera recuperar su pie de una vez por todas. Tras acabar la serie, se balanceó para asestar una patada doble a una de las expuestas espinillas de su oponente debajo del manto raido de color azulado que portaba. Tania observó con horror como el enemigo ni se inmutaba ante sus ataques. Cualquier otro ser no transformado o sin transformación física almenos habria retrocedido ante aquellos ataques. Y fue entonces cuando, al sentirse fisicamente impotente, que empezó a tener miedo de verdad.
Con el repentino estallido de violencia, la basara se habia acercado en un rápido trote y se habia abalanzado sobre la pareja, con la intención de liberar a su ama de su atacante. Y, efectivamente, lo logró. El brazo oscuro le soltó justo en el momento antes de que la lagarta impactase con toda su envergadura contra el atacante.
El estallido abrumador no fue presenciado por la nublina, quien rodó en el suelo para salir de la zona del peligro. Para cuando esta se incorporó, vió a su enemigo mejor. Era un ser de más de dos metros, con una negra piel cubierta de cicatrices de todo tipo. Lo cubria un manto azulado raido y tenia el greñoso pelo color tizaño decorado con diferentes sortijas metálicas. Una pequeña protección de acero en la frente relumbraba como lo hacia el hierro oscuro y, justo debajo de este, dos ojos azul oscuro relumbraban con una frialdad asesina que solo habia visto antes en Toima.
Debido a su acostumbrada relación, le costó poco identificar el característico movimiento anormal de su pelo mientras peleaba con la lagarta, aparentemente, tan solo usando un brazo. Las peligrosas, aunque aparatosas, garras de la lagarta eran esquivadas casi con una maestria veterana mientras que los mordiscos de la ágil y flexible cabeza eran o bien desviados a base de golpes y puñezados de un solo brazo o bien detenidos con pura fuerza bruta en el momento mientras las fauces se abrian y cerraban con violencia en la esperanza de, al menos, llevarse algunos dedos por delante. Pero cada vez los ataques del animal eran frustrados, lo que hizo que montara en cólera y expusiera su cabeza en una lanzada demasiado temeraria. El ulterano negro procedió a esquivar fácilmente y, a continuación, agarrar el vulnerado cuello por la temeridad del animal. Justo cuando parecia apunto de dar el golpe de gracia al partirle el cuello, el característico tensado de un arco se pudo escuchar a la espalda del oscuro. Lentamente, giró el cuello mientras retenia la cabeza del animal en su brazo y sin la más mínima expresión en su cicatrizada cara, contempló a la nublina apuntando directamente a su cabeza a algo más de un metro.
-Suéltala.-musitó Tania amenazadoramente.
Su enemigo no solo no soltó a la lagarta sino que le intentó contestar en un idioma que Tania no comprendia.
-En taro ugrubundûrr...-susurró. Su voz era grave y algo hosca, pero inequivocamente femenina. Aquello conllevó que Tania dirigiera la mirada al ropón de donde pudo comprobar que asomaban dos senos. Su atacante, a quien habia juzgado de primeras como hombre, resultaba ser una mujer. Una mujer ulterana enorme y fornida. Los ojos de Tania se abrieron como platos, pero pronto recuperó el hilo.
-No... te entiendo... ¡Pero seguro que tú a mi si! ¡Suéltala ahora mismo!-comandó con un golpe de voz, mientras acercaba la afilada punta de flecha hacia la sien de la ulterana. Su pelo parecia tenso, señal que Tania reconocia como de alerta.
-Ishkakuï tanar nur kassûm.-paladeó, en una voz serena, pero con un tono más alto que antes. No parecia tenerle miedo alguno a morir de una saeta atravesandole el cráneo.
Tania, al borde de un ataque de nervios vaciló. Aquella ulterana negra debia ser algo así como una especie de guardaespaldas/sistema de seguridad que Nia habria insalado en su ausencia. Lo cual le llevaba a pensar que ni si quiera se trataba de un ser vivo, debido al descaro con el que contemplaba su propia vida. Se negaba a soltar a la lagarta y la situación se volvia cada vez más y más tensa aunque la cara de la ulterana parecia no reflejarlo. Aunque aquel empate técnico le permitió pensar a la nublina. Lentamente, bajó el arco y alzó las manos en señal de paz. Aquello grajeó que la ulterana negra alzara una ceja lentamente, pero poco más, pues seguia aferrada a la vulnerada lagarta como oro en paño. Tania señaló al herido que llevaba la lagarta como fardo, que durante la pelea se habia estado sacudiendo como un loco al no estar realmente amarrado a la silla de montar, cosa que Tania lamentó profundamente no haber hecho al haberle subido a la silla.
-¡Nia!-dijo lentamente y procedió a señalar al vánara.-¡Nia, curar!-
Se sintió como una estúpida y, ciertamente, en cualquier otra situación se hubiera muerto de la verguenza por hacer aquel penoso intento de comunicación. La ceja de la ulterana negra cayó sin interés mientras contemplaba al fardo que era el herido de arriba abajo mientras su calculadora y fría mente procesaba lo que intentaba transmitirle.
-Bekkar issûm ne...-comentó con un tono que podría ser cansancio, pero la falta de expresiones faciales de la guerrera hacian imposible el adivinar sus intenciones.
Tania no dejó aquello descansar.
-¿Nia? La conoces, seguramente por Dama Urticaria, tu jefa... La que... cura.-dijo señalando energicamente al vanara herido.-Por favor dime que has entendido esto porque como se muera después de todo lo que esta pasandome hoy...-dijo en un puro ataque de nerviosismo sin tener en cuenta que al hablar tan rápido no le estaba transmitiendo nada más que su propio nerviosismo a la otra interlocutora.
Un segundo, dos. Parecieron una eternidad, pero al cuarto segundo, la ulterana dijo dos palabras más mientras soltaba la cabeza de la lagarta, las últimas que oiria en todo el día la nublina salir de sus labios.
-Kat-ûm.-
Con el trote garrudo de la Basara, Tania condujo el moribundo guiñapo que era el vánara al único lugar donde creia capaz de salvar su vida: La Botica. Al llegar a su destino, pegó un tirón a las riendas de la lagarta que se detuvo en seco y dedicó una confusa, pero sumisa mirada hacia la nublina antes de arquear el flexible cuello en dirección al herido ruso.
-Pórtate bien.-le dijo con un tono severo la nublina mientras desmontaba. La chica echó a correr a la puerta y comenzó a llamar. Nadie respondia. Sin más opciones, insistió en seguir llamando. Mientras, la lagarta lentamente dirigia sus ojos hacia el herido pero cada vez que la nublina le miraba, pretendia hacerse la inocente, pero el olor a sangre le iba sobreponiendose poco a poco.
-¿¡Hola!?-pegó un poco característico grito al ver que, por tercera vez, nadie le contestaba. ¿Habría ido a la Tierra junto a los demás? Probablemente. De sus conversaciones dispares con su amiga, sabia de su fantasiosa obsesión con una cultura terricola, y suendo tan exclusivo el portal era de esperar que la ulterana querria ir. Se mordió el labio. Aunque esto fuera verdad, no tenia porque implicar necesariamente que el moribundo mono estuviera perdido. Tania sabia que Nia tenia sirvientes, algunos esclavos, aunque tampoco estaba muy segura, pues la muerte de los últimos parecia haberla afectado. De no haber tenido aquel incidente con la droga deshinibidora, meses atrás, las relaciones con la ulterana no se habrian tensado tanto y no se habría vuelto incomodo hablar de ello.
El nerviosismo iba en aumento. Quizás tenia aún guardias, un sistema de seguridad o algo. Aunque no estuviera ella dentro, sabia que tenia miles de pócimas y unguentos que podrian, al menos, mantener con vida al herido hasta que ella regresase. Para ello tendria que entrar. Y si no la abrian... Decidió llamar una vez más, por si acaso alguien estaba escuchando y viendoles y dudaba de que hacer.
-¡Soy Tania! ¡Amiga de Nia! ¡O puede que Dama Urticaria! ¡Tengo un herido grave! ¡Es bastante urgente! Eh... ¡Tiene un marco con fotos en las que salgo en eh... Detrás del mostrador, si no lo ha cambiado...-
<<O eso espero...>>
Segundos más tarde, no habia respuesta aún. Tania ahogó un grito de frustración y lo acompañó de una última y exhasperada llamada de voz.
-¿¡Hola!? ¿¡Me está escuchando alguien!?-
Y de nuevo, sin respuesta.
El mono habia comenzado a desangrarse en el lomo de la lagarta quien, al no poder contenerse más, habia alargado una larga y filambrosa lengua rojiza y entonces relamia las heridas del mono con glotoneria. Tania, que tardó en darse cuenta de la situación, comenzó a gritar y hacer aspamientos hacia la lagarta mientras se giraba para reprenderla, pero algo la retuvo. Como un rayo, la puerta se abrió tras de ella y un musculoso brazo de color basalto le garró de la cabeza y tiró de ella para atrás. El ser que la habia agarrado era notablemente más alto que ella y ahora la estaba ahorcando con una bestial fuerza en pinza. Era tal la diferencia de tamaños, que el mero biceps del ser le tapaba la boca mientras le asfixiaba.
Al ver a su ama siendo atacada, la lagarta erizó la cresta y mostró la dentadura amenazadoramente mientras rugia y se ponia en posición de ataque. La criatura comenzaba a cobrar definición a medida que Tania lograba, gracias a la adrenalina, a aclarar sus pensamientos y sobreponerse a la sorpresa y el terror de la situación. Era una figura como de una persona, una persona considerablemente grande que apenas cabia por el quicio de la puera de la entrada de la botica. Aquello le relajó en parte, pues no parecia especialmente monstruosa, pero seguia pareciendole un rival terrible. La Tania de hace unos años simplemente se habria quedado ahí paralizada por el terror y la falta de aire, pero si algo habia aprendido entrenando con Toima y compartiendo los peligros de aquella ciudad es que no iba a caer tan fácilmente.
La nublina comenzó a descargar una serie de poderosos codazos a la altura del estómago, con la intención de que la persona oscura la soltase y pudiera recuperar su pie de una vez por todas. Tras acabar la serie, se balanceó para asestar una patada doble a una de las expuestas espinillas de su oponente debajo del manto raido de color azulado que portaba. Tania observó con horror como el enemigo ni se inmutaba ante sus ataques. Cualquier otro ser no transformado o sin transformación física almenos habria retrocedido ante aquellos ataques. Y fue entonces cuando, al sentirse fisicamente impotente, que empezó a tener miedo de verdad.
Con el repentino estallido de violencia, la basara se habia acercado en un rápido trote y se habia abalanzado sobre la pareja, con la intención de liberar a su ama de su atacante. Y, efectivamente, lo logró. El brazo oscuro le soltó justo en el momento antes de que la lagarta impactase con toda su envergadura contra el atacante.
El estallido abrumador no fue presenciado por la nublina, quien rodó en el suelo para salir de la zona del peligro. Para cuando esta se incorporó, vió a su enemigo mejor. Era un ser de más de dos metros, con una negra piel cubierta de cicatrices de todo tipo. Lo cubria un manto azulado raido y tenia el greñoso pelo color tizaño decorado con diferentes sortijas metálicas. Una pequeña protección de acero en la frente relumbraba como lo hacia el hierro oscuro y, justo debajo de este, dos ojos azul oscuro relumbraban con una frialdad asesina que solo habia visto antes en Toima.
Debido a su acostumbrada relación, le costó poco identificar el característico movimiento anormal de su pelo mientras peleaba con la lagarta, aparentemente, tan solo usando un brazo. Las peligrosas, aunque aparatosas, garras de la lagarta eran esquivadas casi con una maestria veterana mientras que los mordiscos de la ágil y flexible cabeza eran o bien desviados a base de golpes y puñezados de un solo brazo o bien detenidos con pura fuerza bruta en el momento mientras las fauces se abrian y cerraban con violencia en la esperanza de, al menos, llevarse algunos dedos por delante. Pero cada vez los ataques del animal eran frustrados, lo que hizo que montara en cólera y expusiera su cabeza en una lanzada demasiado temeraria. El ulterano negro procedió a esquivar fácilmente y, a continuación, agarrar el vulnerado cuello por la temeridad del animal. Justo cuando parecia apunto de dar el golpe de gracia al partirle el cuello, el característico tensado de un arco se pudo escuchar a la espalda del oscuro. Lentamente, giró el cuello mientras retenia la cabeza del animal en su brazo y sin la más mínima expresión en su cicatrizada cara, contempló a la nublina apuntando directamente a su cabeza a algo más de un metro.
-Suéltala.-musitó Tania amenazadoramente.
Su enemigo no solo no soltó a la lagarta sino que le intentó contestar en un idioma que Tania no comprendia.
-En taro ugrubundûrr...-susurró. Su voz era grave y algo hosca, pero inequivocamente femenina. Aquello conllevó que Tania dirigiera la mirada al ropón de donde pudo comprobar que asomaban dos senos. Su atacante, a quien habia juzgado de primeras como hombre, resultaba ser una mujer. Una mujer ulterana enorme y fornida. Los ojos de Tania se abrieron como platos, pero pronto recuperó el hilo.
-No... te entiendo... ¡Pero seguro que tú a mi si! ¡Suéltala ahora mismo!-comandó con un golpe de voz, mientras acercaba la afilada punta de flecha hacia la sien de la ulterana. Su pelo parecia tenso, señal que Tania reconocia como de alerta.
-Ishkakuï tanar nur kassûm.-paladeó, en una voz serena, pero con un tono más alto que antes. No parecia tenerle miedo alguno a morir de una saeta atravesandole el cráneo.
Tania, al borde de un ataque de nervios vaciló. Aquella ulterana negra debia ser algo así como una especie de guardaespaldas/sistema de seguridad que Nia habria insalado en su ausencia. Lo cual le llevaba a pensar que ni si quiera se trataba de un ser vivo, debido al descaro con el que contemplaba su propia vida. Se negaba a soltar a la lagarta y la situación se volvia cada vez más y más tensa aunque la cara de la ulterana parecia no reflejarlo. Aunque aquel empate técnico le permitió pensar a la nublina. Lentamente, bajó el arco y alzó las manos en señal de paz. Aquello grajeó que la ulterana negra alzara una ceja lentamente, pero poco más, pues seguia aferrada a la vulnerada lagarta como oro en paño. Tania señaló al herido que llevaba la lagarta como fardo, que durante la pelea se habia estado sacudiendo como un loco al no estar realmente amarrado a la silla de montar, cosa que Tania lamentó profundamente no haber hecho al haberle subido a la silla.
-¡Nia!-dijo lentamente y procedió a señalar al vánara.-¡Nia, curar!-
Se sintió como una estúpida y, ciertamente, en cualquier otra situación se hubiera muerto de la verguenza por hacer aquel penoso intento de comunicación. La ceja de la ulterana negra cayó sin interés mientras contemplaba al fardo que era el herido de arriba abajo mientras su calculadora y fría mente procesaba lo que intentaba transmitirle.
-Bekkar issûm ne...-comentó con un tono que podría ser cansancio, pero la falta de expresiones faciales de la guerrera hacian imposible el adivinar sus intenciones.
Tania no dejó aquello descansar.
-¿Nia? La conoces, seguramente por Dama Urticaria, tu jefa... La que... cura.-dijo señalando energicamente al vanara herido.-Por favor dime que has entendido esto porque como se muera después de todo lo que esta pasandome hoy...-dijo en un puro ataque de nerviosismo sin tener en cuenta que al hablar tan rápido no le estaba transmitiendo nada más que su propio nerviosismo a la otra interlocutora.
Un segundo, dos. Parecieron una eternidad, pero al cuarto segundo, la ulterana dijo dos palabras más mientras soltaba la cabeza de la lagarta, las últimas que oiria en todo el día la nublina salir de sus labios.
-Kat-ûm.-
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido MusicalPersonajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
05/04/15, 07:37 pm
Nia
Tras teletransportarse a la entrada de la botica, la ulterana no tardó en reconocer los signos de una lucha breve a la entrada y algo de derramamiento de sangre. Se apuró en su mejor medida y se abalanzó sobre la puerta, desactivando mecanismos de alarma y de seguridad adicionales que les permitirian abrir la puerta. Sacó una llave y la introdujo en la cerradura. Tardó tres intentonas de puro nerviosismo para lograr esto. Con Vac a su espalda, se sentia algo más segura, pero a la vez más nerviosa. Si alguien habia irrumpido en la botica de nuevo, tenia que ser él. Y si era así, Vac, con sus conocimientos y contactos no tardaria en hilar cosas. Y eso les llevaria al resto a saber de sus temidos trapos sucios. La ulterana carecia la habilidad de sudar debido a las condiciones de su piel, pero de poder, estaria empapada de ello.
Giró la llave y lanzó una mirada de reojo a Vac mientras lentamente empujaba la puerta. Alzó una mano lentamente mientras atravesaban el umbral de la botica. Un solo dedo se posó en sus labios como en señal para Vac. Necesitaba escuchar y luego decidir. Todo parecia en orden en la tienda, nada habia sido robado ni la puerta habia sido forzada. De hecho, las alarmas que saltaron no fueron las de la puerta, sino las del interior. Alguien no identificado habia entrado en ahí. ¿Qué seria de Muerte? Su alarma habia saltado tambien. Maldijo por lo bajo y tomó una decisión. Si no se escuchaba nada era bastante obvio donde se encontraban: En su laboratorio en las mazmorras, donde estaba insonorizado del exterior.
Dirigió una mirada a Vac, esta vez directa mezclando su azul con su verde unos segundos antes de hablar, parecia aterrada pero trataba de ocultarlo lo mejor que podia. Mientras hablaba, se auto flagelaba por mostrar tal debilidad, aunque fuera hacia un amigo de confianza.
-C-creo... que seria mejor que... nos dividamos. ¿P-Puedes mirar el piso de arriba? Yo me encargo... del piso de abajo, ¿v-vale?-le propuso al hado.
Necesitaba alejarle del sótano. No sabia lo que habia ahí abajo, porque segura estaba de que lo habia, las alarmas y la lógica le decia así. Aunque fuera por cinco minutos que el hado tardaria en comprobar las habitaciones superiores, lograria eliminar toda prueba de sus experimentos mientras lidiaba con Grummanehell, pues así habia dispuesto la seguridad. Podrian seguir pillandola por sorpresa, pero no dejaria que más daño se le hiciera a su honra y que así volviera a caer en la verguenza.
El hado accedio y cuando subió a los cuartos superiores la náyade se tensó. Al contrario de lo que uno podría pensar, el poder acceder a los niveles inferiores del hado habia supuesto sacrificar su ayuda en caso de que de verdad hubiera una invasión de la botica. Y, lo que era más: Debido a la condición insonorizada de los niveles inferiores pedir ayuda no era una opción. Tragó saliva. Esperaba estar pensando demasiado en ello. A lo mejor simplemente habia sido un animal que se habia escapado de su jaula y Muerte estaba teniendo problemas para atraparlo. Se convenció con esa mentira, más por necesidad que por voluntad y descendió por las escaleras que llevaban a la galeria principal. Esta se bifurcaba en tres ramas: Su laboratorio, las mazmorras y la sala de operaciones.
Al instante que cruzó hacia la galeria principal un solo grito hendió el aire: Habia cruzado el umbral insonorizado. El grito de dolor le alarmó durante unos instantes, en los que se sintió congelada en el sitio en cuanto un segundo grito inundó sus oidos, pero pronto su mente reconoció aquel sonido inreplicable. Era un sonido de alguien dolorido, sin duda, la frecuencia del sonido, los gemidos y jadeos podrian ser confundidos con los sonidos de alguien siendo torturado, pero Nia conocia mejor y de pronto lo entendio todo.
Deslizandose lentamente por el aire, su expresion era completamente hieratica, fría como el acero templado. Los gemidos de dolor desgarrando sus oidos pero ella sin razonar. Se acercó al habitáculo número seis, el único que quedaba limpio desde sus operaciones del día anterior. Además era la única donde las cortinas estaban corridas. El pasillo de la sala presentaba numerosas trazas de sangre, algunas de cortes, otras de goteo, otras de golpe. Las habia de arañazos, como de algo o alguien que intentaba agarrarse al marmol inútilmente. Eso y la iluminación, la unica que provenia del habitáculo número seis, aportaban al lugar un aspecto tan terrorífico y tétrico como el de una mente con una imaginación tan macabra querría darle.
La verdad, la sala de operaciones no tenia esa intención de asustar a sus usuarios, sino que aquel era un lugar a la practicidad, al orden y a la medicina. Y Nia no creia que debiera convertir aquel lugar en una sala de estar.
Otro gemido y Nia llegó a las cortinas. Alargó una mano y las descorrió hasta exponerse, revelando a sus integrantes con sorpresa en sus rostros, quizás excepto en el rostro de la más grande de los tres. Ante sus ojos, un amasijo de carne, por asi llamarlo, unido a un ser de voz chillona y ojos asustados que sufria en dolor. Sujetándole, estaban dos caras reconocidas: Muerte y Tania. Mientras que una parecia impasible e inmutable ante todo, la otra era lo opuesto a esto. Tania parecia casi tan asustada como la propia víctima, pero con el añadido de la preocupación en su rostro.
-¿Qué ha pasado aquí?-preguntó Nia, sin más.
Las dos mujeres sujetaban al herido que se retorcia. En una bandeja de metal al lado de la camilla habia varios utensilios: escalpelos, tijeras, sierras y cuchillas de todo tipo. Jeringas tambien, aunque todas vacias. Parecian haber querido inyectarle algo pero no se habian atrevido.
Tania abrió la boca para explicarse, pero justo el vanara soltó un chirrido desgarrador y forcejeó con las dos, quienes le tuvieron que reducir de nuevo. En ese instante, guiado probablemente por ese último grito, Vac entró en la escena y Nia le señalizó para que se acercara. Kud soltó otro chillido entonces y, mientras Nia preparaba un cóctel de medicinas para sedarle, le instó a la nublina a hablar.
Y, tras vacilar un poco, la nublina lo hizo. Las palabras, le pesaban al relatar los hechos. Habia un regusto a desaprobación cuando narraba las acciones de Toima hasta que finalmente, se fue tornando en desesperación. La única interrumpción fue llevada a cabo por Vac, cuando la nublina aludió a sus golpes, tan solo para asegurarse si ella estaba bien. Tras restarle importancia, la nublina continuó con su historia. Justo cuando se acercaba al final de la historia, que explicaria bastante de lo que todavia no sabian que habia pasado, la voluntad de la nublina comenzó a quebrarse y apunto estuvo de llorar más de una vez. Pero se mantuvo firme y terminó el relato justo hasta el momento que dijo que disparó a Toima. Un incómodo silencio se apoderó de la sala.
Nia, que ya se habia puesto a trabajar le ordenó a Muerte que le trajera ciertos materiales y le dijo donde encontrarlos y entonces se giró hacia Tania, mientras preparaba un segundo pinchazo.
-Ese Toima...-refunfuñó. Intentó no mostrar más hostilidad ante la nublina que habia tenido un día bastante movidito, pero en verdad estaba bastante furiosa con el ulterano y su inmadurez habitual. Tras inyectarle aquel segundo pinchazo, Vac se ofreció para ayudar y Nia automaticamente miró a Tania, cuyos ojos estaban hundidos hacia adentro y parecia estar completamente fuera de sí. No era de extrañar, sin embargo.
-Quizás, si pudieras ayudar a Tania a...-
La nublina volvió a hablar entonces, como accionada por un resorte a contestar.
-N-No, no... Yo estoy bien. ¿Y qué hay de él?-preguntó, intentando desviar la atención puesta sobre si misma.
Nia miró al chico, que entonces respiraba calmadamente con los ojos cerrados. Casi parecia que dormia, pero la ulterana sabia la realidad: un coma inducido. El estres de aquellas heridas y la operación que tenia que llevar a cabo llevaria su tiempo y no queria jugarsela con una sobredosis de sedantes con una transformación que todavia desconocia.
-Vivirá.-dijo, para tranquilizarla, aunque ni ella misma estaria segura de aquello.
Tania entonces se frotó los ojos. Habia decidido que hacer entonces.
-Este chaval, ni me acuerdo de su nombre- Tendrá amigos y allegados aquí, ¿verdad?-dejó aquella pregunta en el aire. Si bien alguien entendia a que queria llegar, nadie dijo nada asi que continuó hablando.-Alguien deberia avisarles...-
Entonces Nia abrió los ojos queria detenerla, pero tan solo el ver como miraba la escena, como le titubeaban los labios y temblaban sus manos ensangrentadas, podia adivinar que necesitaba alejarse del lugar.
-Está bien por mi, pero...-dirigió su mirada a Vac. -Avisales pero, tómate tu tiempo, ¿vale? La operación aun tardará unas pocas horas y...-
-Está bien esperaré un poco. Necesito algo de tiempo a solas. Gracias de nuevo, Nia.-
-Ni lo menciones.-
Tania salió a grandes zancadas de la sala al mismo tiempo que Muerte entraba con un maletín. Y entonces Nia se giró a Vac.
-Podría usar tu ayuda de enfermero ahora mismo. Se lo pediria a Muerte, pero me temo que no tiene la delicadeza necesaria para una operación de este calibre.-
Tras teletransportarse a la entrada de la botica, la ulterana no tardó en reconocer los signos de una lucha breve a la entrada y algo de derramamiento de sangre. Se apuró en su mejor medida y se abalanzó sobre la puerta, desactivando mecanismos de alarma y de seguridad adicionales que les permitirian abrir la puerta. Sacó una llave y la introdujo en la cerradura. Tardó tres intentonas de puro nerviosismo para lograr esto. Con Vac a su espalda, se sentia algo más segura, pero a la vez más nerviosa. Si alguien habia irrumpido en la botica de nuevo, tenia que ser él. Y si era así, Vac, con sus conocimientos y contactos no tardaria en hilar cosas. Y eso les llevaria al resto a saber de sus temidos trapos sucios. La ulterana carecia la habilidad de sudar debido a las condiciones de su piel, pero de poder, estaria empapada de ello.
Giró la llave y lanzó una mirada de reojo a Vac mientras lentamente empujaba la puerta. Alzó una mano lentamente mientras atravesaban el umbral de la botica. Un solo dedo se posó en sus labios como en señal para Vac. Necesitaba escuchar y luego decidir. Todo parecia en orden en la tienda, nada habia sido robado ni la puerta habia sido forzada. De hecho, las alarmas que saltaron no fueron las de la puerta, sino las del interior. Alguien no identificado habia entrado en ahí. ¿Qué seria de Muerte? Su alarma habia saltado tambien. Maldijo por lo bajo y tomó una decisión. Si no se escuchaba nada era bastante obvio donde se encontraban: En su laboratorio en las mazmorras, donde estaba insonorizado del exterior.
Dirigió una mirada a Vac, esta vez directa mezclando su azul con su verde unos segundos antes de hablar, parecia aterrada pero trataba de ocultarlo lo mejor que podia. Mientras hablaba, se auto flagelaba por mostrar tal debilidad, aunque fuera hacia un amigo de confianza.
-C-creo... que seria mejor que... nos dividamos. ¿P-Puedes mirar el piso de arriba? Yo me encargo... del piso de abajo, ¿v-vale?-le propuso al hado.
Necesitaba alejarle del sótano. No sabia lo que habia ahí abajo, porque segura estaba de que lo habia, las alarmas y la lógica le decia así. Aunque fuera por cinco minutos que el hado tardaria en comprobar las habitaciones superiores, lograria eliminar toda prueba de sus experimentos mientras lidiaba con Grummanehell, pues así habia dispuesto la seguridad. Podrian seguir pillandola por sorpresa, pero no dejaria que más daño se le hiciera a su honra y que así volviera a caer en la verguenza.
El hado accedio y cuando subió a los cuartos superiores la náyade se tensó. Al contrario de lo que uno podría pensar, el poder acceder a los niveles inferiores del hado habia supuesto sacrificar su ayuda en caso de que de verdad hubiera una invasión de la botica. Y, lo que era más: Debido a la condición insonorizada de los niveles inferiores pedir ayuda no era una opción. Tragó saliva. Esperaba estar pensando demasiado en ello. A lo mejor simplemente habia sido un animal que se habia escapado de su jaula y Muerte estaba teniendo problemas para atraparlo. Se convenció con esa mentira, más por necesidad que por voluntad y descendió por las escaleras que llevaban a la galeria principal. Esta se bifurcaba en tres ramas: Su laboratorio, las mazmorras y la sala de operaciones.
Al instante que cruzó hacia la galeria principal un solo grito hendió el aire: Habia cruzado el umbral insonorizado. El grito de dolor le alarmó durante unos instantes, en los que se sintió congelada en el sitio en cuanto un segundo grito inundó sus oidos, pero pronto su mente reconoció aquel sonido inreplicable. Era un sonido de alguien dolorido, sin duda, la frecuencia del sonido, los gemidos y jadeos podrian ser confundidos con los sonidos de alguien siendo torturado, pero Nia conocia mejor y de pronto lo entendio todo.
Deslizandose lentamente por el aire, su expresion era completamente hieratica, fría como el acero templado. Los gemidos de dolor desgarrando sus oidos pero ella sin razonar. Se acercó al habitáculo número seis, el único que quedaba limpio desde sus operaciones del día anterior. Además era la única donde las cortinas estaban corridas. El pasillo de la sala presentaba numerosas trazas de sangre, algunas de cortes, otras de goteo, otras de golpe. Las habia de arañazos, como de algo o alguien que intentaba agarrarse al marmol inútilmente. Eso y la iluminación, la unica que provenia del habitáculo número seis, aportaban al lugar un aspecto tan terrorífico y tétrico como el de una mente con una imaginación tan macabra querría darle.
La verdad, la sala de operaciones no tenia esa intención de asustar a sus usuarios, sino que aquel era un lugar a la practicidad, al orden y a la medicina. Y Nia no creia que debiera convertir aquel lugar en una sala de estar.
Otro gemido y Nia llegó a las cortinas. Alargó una mano y las descorrió hasta exponerse, revelando a sus integrantes con sorpresa en sus rostros, quizás excepto en el rostro de la más grande de los tres. Ante sus ojos, un amasijo de carne, por asi llamarlo, unido a un ser de voz chillona y ojos asustados que sufria en dolor. Sujetándole, estaban dos caras reconocidas: Muerte y Tania. Mientras que una parecia impasible e inmutable ante todo, la otra era lo opuesto a esto. Tania parecia casi tan asustada como la propia víctima, pero con el añadido de la preocupación en su rostro.
-¿Qué ha pasado aquí?-preguntó Nia, sin más.
Las dos mujeres sujetaban al herido que se retorcia. En una bandeja de metal al lado de la camilla habia varios utensilios: escalpelos, tijeras, sierras y cuchillas de todo tipo. Jeringas tambien, aunque todas vacias. Parecian haber querido inyectarle algo pero no se habian atrevido.
Tania abrió la boca para explicarse, pero justo el vanara soltó un chirrido desgarrador y forcejeó con las dos, quienes le tuvieron que reducir de nuevo. En ese instante, guiado probablemente por ese último grito, Vac entró en la escena y Nia le señalizó para que se acercara. Kud soltó otro chillido entonces y, mientras Nia preparaba un cóctel de medicinas para sedarle, le instó a la nublina a hablar.
Y, tras vacilar un poco, la nublina lo hizo. Las palabras, le pesaban al relatar los hechos. Habia un regusto a desaprobación cuando narraba las acciones de Toima hasta que finalmente, se fue tornando en desesperación. La única interrumpción fue llevada a cabo por Vac, cuando la nublina aludió a sus golpes, tan solo para asegurarse si ella estaba bien. Tras restarle importancia, la nublina continuó con su historia. Justo cuando se acercaba al final de la historia, que explicaria bastante de lo que todavia no sabian que habia pasado, la voluntad de la nublina comenzó a quebrarse y apunto estuvo de llorar más de una vez. Pero se mantuvo firme y terminó el relato justo hasta el momento que dijo que disparó a Toima. Un incómodo silencio se apoderó de la sala.
Nia, que ya se habia puesto a trabajar le ordenó a Muerte que le trajera ciertos materiales y le dijo donde encontrarlos y entonces se giró hacia Tania, mientras preparaba un segundo pinchazo.
-Ese Toima...-refunfuñó. Intentó no mostrar más hostilidad ante la nublina que habia tenido un día bastante movidito, pero en verdad estaba bastante furiosa con el ulterano y su inmadurez habitual. Tras inyectarle aquel segundo pinchazo, Vac se ofreció para ayudar y Nia automaticamente miró a Tania, cuyos ojos estaban hundidos hacia adentro y parecia estar completamente fuera de sí. No era de extrañar, sin embargo.
-Quizás, si pudieras ayudar a Tania a...-
La nublina volvió a hablar entonces, como accionada por un resorte a contestar.
-N-No, no... Yo estoy bien. ¿Y qué hay de él?-preguntó, intentando desviar la atención puesta sobre si misma.
Nia miró al chico, que entonces respiraba calmadamente con los ojos cerrados. Casi parecia que dormia, pero la ulterana sabia la realidad: un coma inducido. El estres de aquellas heridas y la operación que tenia que llevar a cabo llevaria su tiempo y no queria jugarsela con una sobredosis de sedantes con una transformación que todavia desconocia.
-Vivirá.-dijo, para tranquilizarla, aunque ni ella misma estaria segura de aquello.
Tania entonces se frotó los ojos. Habia decidido que hacer entonces.
-Este chaval, ni me acuerdo de su nombre- Tendrá amigos y allegados aquí, ¿verdad?-dejó aquella pregunta en el aire. Si bien alguien entendia a que queria llegar, nadie dijo nada asi que continuó hablando.-Alguien deberia avisarles...-
Entonces Nia abrió los ojos queria detenerla, pero tan solo el ver como miraba la escena, como le titubeaban los labios y temblaban sus manos ensangrentadas, podia adivinar que necesitaba alejarse del lugar.
-Está bien por mi, pero...-dirigió su mirada a Vac. -Avisales pero, tómate tu tiempo, ¿vale? La operación aun tardará unas pocas horas y...-
-Está bien esperaré un poco. Necesito algo de tiempo a solas. Gracias de nuevo, Nia.-
-Ni lo menciones.-
Tania salió a grandes zancadas de la sala al mismo tiempo que Muerte entraba con un maletín. Y entonces Nia se giró a Vac.
-Podría usar tu ayuda de enfermero ahora mismo. Se lo pediria a Muerte, pero me temo que no tiene la delicadeza necesaria para una operación de este calibre.-
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Botica de la náyade
13/04/15, 10:48 pm
Vac supo que algo iba mal en cuanto pusieron un pie en la explanada de los portales, pues las alarmas de Nia se volvieron locas, resonando por todo el lugar y atrayendo la mirada de los guardias que vigilaban los numerosos vórtices. La expresión de la niña confirmo sus suposiciones y, sin mediar palabra, se teletransportaron a la botica con urgencia. El lugar parecía tranquilo a primera vista, pero en aquella ciudad no te podías fiar de nada, así que el griego invocó su espada y caminó tras la ulterana atento a cualquier señal de peligro.
—Como quieras —murmuró en repuesta a la sugerencia de la náyade, achacando su nerviosismo a la tensión de la situación y sin sospechar que pudiera estar tratando de alejarle del piso de abajo—. Ten mucho cuidado —añadió en voz baja, perdiéndose a continuación escaleras arriba.
No le llevó mucho tiempo inspeccionar el lugar, pues allí no había nadie, y en cuanto terminó fue en busca de su amiga sin perder tiempo, preocupado por si ella si se había topado con un intruso. Las escaleras que descendían hacia el sótano desembocaban en una galería que se dividía en tres tramos y, llegados a este punto, el hado no sabía que dirección tomar. El grito del vánara, no obstante, resolvió sus dudas y Vac se lanzó hacia la sala de operaciones con rapidez.
—¿Qué es lo que ha pasado? —preguntó confuso cuando llego hasta el cuarteto, bajando su espada al comprender que no sería necesaria—, ¿no es este uno de los novatos de Maciel? —añadió unos segundos después. El lamentable aspecto del ruso le hacía difícil reconocerle a primera vista.
A medida que la nublina explicaba lo sucedido, el ceño del griego se iba frunciendo mas y mas, reflejando lo que pensaba en aquellos momentos del coloso con exceso de ojos. Toima era un descerebrado y todos sabían lo que pensaba de los nuevos transformados, pero el hado nunca se habría imaginado que fuera capaz de rebajarse de aquella manera por las provocaciones de un mono bocazas.
—¿Estas bien? —inquirió preocupado, interrumpiendo el relato de Tania cuando está aludió a sus golpes. La muchacha le restó importancia, sin embargo, y prosiguió con la historia, resumiendo los hechos hasta el momento en el que le había disparado al argos. Un silencio incómodo se extendió en ese momento por la sala.
Se notaba a la legua que la nublina estaba muy afectada, pero Vac no sabía muy bien como ayudarla, y después de lo que había ocurrido entre ellos el chico aun no sabía muy bien como abordarla. No quería incomodarla.
—¿En que puedo ayudar? —preguntó al aire, una cuestión que no solo abarcaba al despojo que descansaba sobre la mesa. Nia fue la que propuso que atendiera a Tania, pero está no tardó en desviar la atención hacía el moribundo, dejando entrever que necesitaba estar sola unos instantes. La náyade le ofreció otro modo de ayudar en cuanto su guardaespaldas regresó con lo que le había pedido, solicitándole que hiciera las funciones de enfermero mientras ella atendía al vánara.
—Faltaría mas —murmuró, quitándose la chaqueta y aplicándose un hechizo de limpieza para eliminar cualquier rastro de suciedad antes de tocar al herido.
En ese momento el comunicador de la ulterana sonó, pero ella lo ignoró y continuó tratando al ruso.
—Si hay que pagar algo puede correr a mi cuenta —le dijo a la ulterana, acercándose y atendiendo a las peticiones de la muchacha sin que le afectara en lo mas mínimo el lamentable estado del herido—, dudo que el chaval tenga capital.
—Como quieras —murmuró en repuesta a la sugerencia de la náyade, achacando su nerviosismo a la tensión de la situación y sin sospechar que pudiera estar tratando de alejarle del piso de abajo—. Ten mucho cuidado —añadió en voz baja, perdiéndose a continuación escaleras arriba.
No le llevó mucho tiempo inspeccionar el lugar, pues allí no había nadie, y en cuanto terminó fue en busca de su amiga sin perder tiempo, preocupado por si ella si se había topado con un intruso. Las escaleras que descendían hacia el sótano desembocaban en una galería que se dividía en tres tramos y, llegados a este punto, el hado no sabía que dirección tomar. El grito del vánara, no obstante, resolvió sus dudas y Vac se lanzó hacia la sala de operaciones con rapidez.
—¿Qué es lo que ha pasado? —preguntó confuso cuando llego hasta el cuarteto, bajando su espada al comprender que no sería necesaria—, ¿no es este uno de los novatos de Maciel? —añadió unos segundos después. El lamentable aspecto del ruso le hacía difícil reconocerle a primera vista.
A medida que la nublina explicaba lo sucedido, el ceño del griego se iba frunciendo mas y mas, reflejando lo que pensaba en aquellos momentos del coloso con exceso de ojos. Toima era un descerebrado y todos sabían lo que pensaba de los nuevos transformados, pero el hado nunca se habría imaginado que fuera capaz de rebajarse de aquella manera por las provocaciones de un mono bocazas.
—¿Estas bien? —inquirió preocupado, interrumpiendo el relato de Tania cuando está aludió a sus golpes. La muchacha le restó importancia, sin embargo, y prosiguió con la historia, resumiendo los hechos hasta el momento en el que le había disparado al argos. Un silencio incómodo se extendió en ese momento por la sala.
Se notaba a la legua que la nublina estaba muy afectada, pero Vac no sabía muy bien como ayudarla, y después de lo que había ocurrido entre ellos el chico aun no sabía muy bien como abordarla. No quería incomodarla.
—¿En que puedo ayudar? —preguntó al aire, una cuestión que no solo abarcaba al despojo que descansaba sobre la mesa. Nia fue la que propuso que atendiera a Tania, pero está no tardó en desviar la atención hacía el moribundo, dejando entrever que necesitaba estar sola unos instantes. La náyade le ofreció otro modo de ayudar en cuanto su guardaespaldas regresó con lo que le había pedido, solicitándole que hiciera las funciones de enfermero mientras ella atendía al vánara.
—Faltaría mas —murmuró, quitándose la chaqueta y aplicándose un hechizo de limpieza para eliminar cualquier rastro de suciedad antes de tocar al herido.
En ese momento el comunicador de la ulterana sonó, pero ella lo ignoró y continuó tratando al ruso.
—Si hay que pagar algo puede correr a mi cuenta —le dijo a la ulterana, acercándose y atendiendo a las peticiones de la muchacha sin que le afectara en lo mas mínimo el lamentable estado del herido—, dudo que el chaval tenga capital.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
14/04/15, 04:58 pm
Nia
El sonido tierno de la carne y hueso restructurandose, de herramientas de cirujia cortando y quemando donde se necesitaba y el distinctivo olor a sangre y a carne quemada llenaron la sala operatoria. De vez en cuando la infame asomaba la cabeza entre las cortinas y la niña le daba nuevas órdenes y esta volvia a desaparecer. Lo que Vac pudo distinguir fue que, primero, la náyade detuvo el sangrado en múltiples sitios y, a continuación, abrió las piernas con un bisturí electrico. Aquello era una carniceria: Trozos de hueso astillado clavado en la carne, muscul y nervio. Apenas quedaba rastro de los fémures, como si de un rompecabezas se tratase, la náyade comenzó a juntar los pedazos más grandes en su orden correcto y, a continuación, los pegaba juntos con el bisturí, casi soldandolo junto.
El rol de Vac era bien simple: Se encargaba de que una bolsa de un líquido verdoso estuviera siempre lleno y entrandole por la vía al paciente. De vez en cuando Nia le pedia que le acercara una bandeja de plata, donde depositaba trozos de hueso, trozos que no sabia donde pertenecian, con un chasquido de lengua de frustración. Otras veces le pedia que le ayudara a detener un nuevo sangrado con la ayuda de magia, pues ella tenia las manos llenas constantemente.
Les llevó casi tres horas poner fuera de peligro al chaval. La cuarta y última hora, el vánara tenia que estar despierto y lidiando con el dolor en la medida de lo que pudiera, pero la náyade necesitaba saber su sensibilidad en aquel momento que le tenia aún abierto. Aun con sedantes bastante fuertes, el vánara soltaba chillidos de vez en cuando. Cuando no chillaba, parloteaba, de cosas sin sentido, posiblemente colocado por los sedantes. Les contó sobre su ambición de ser el más fuerte, hizo referencias a distintas películas y se reia. Se reia demasiado. De no ser por la profesionalidad de Nia y a la falta de ganas de repetir el proceso de nuevo, esta ya le hubiera dado una segunda paliza como la de Toima. Se refirió hacia ellos dos como si fueran sus amigos, dandoles nombres de otras personas que no les sonaban y, para cuando terminaron, estaba noqueado sobre la cama.
Nia dedicó unos minutos a limpiar y a ordenar. Vendar gran parte del cuerpo del paciente, dejandole las piernas en alto, se encargó de poner una especie de papel de bambú con una crema verdosa por encima de las vendas de las piernas y entonces suspiró. Miró a Vac y asintió. Ya habian terminado.
Tania
Dos horas antes, la nublina ya habia reunido a los cosechados y los habia conducido a la Botica. Cuando llamó, la enorme guardaespaldas les dedicó una mirada a cada uno, posando sus ojos de ferreo helado entre cada persona que iba a entrar, como leyendoles. Ante una insistencia de Tania, se hizo a un lado y les señaló que les siguiera. Conduciendoles escaleras abajo, se encontraron en la antesala de las tres galerias, ahora las tres puertas cerradas y selladas con protecciones mágicas para evitar que estas fueran forzadas abiertas, salvo la sala de operaciones. Les señaló que se quedaran esperando ahí y volvia a entrar. Al poco salia, y hacia algo, como asegurarse de los cierres, el atender a la puerta donde entraban más cosechados y los conducia junto a los demás. Lo más extravangante que hizo fue acarrear con medio morlaco trinchado a la espalda y entró por la galeria céntrica, abriendola (y cerrandola) con una llave especial.
A las dos horas de que llegaran, la voz de Kud se empezó a oir, tan alta y ruidosa como siempre, pero pronto la acompañaron gritos de dolor. Entre gritos, se esforzaba a hablar. Debido a la distancia, apenas se entendia que decia, y los hechizos de amplificación de sonidos o niebla mágica no surtian efecto entre esas cuatro paredes.
Nia y Kudryavka
Tras agradecer a Vac, se puso a limpiar el cuarto a base de hechizos, aunque estuviera algo cansada, aquel lugar no estaba decente para la inspección ajena y queria causar una buena impresión a los novatos. Le pidió el favor a Vac que hicieran pasar a los neotransformados mientras ella seguia recogiendo. Y, por fin, con cara asustada, y movimientos algo vacilantes, un grupo de chavales jóvenes entraron por la puerta. Nia les saludo con una sonrisa y algo de su gracilidad característica.
-Perdonad por las pintas, me llamo Dama Urticaria. Soy quien le ha tratado sus heridas. Puedo afirmaros que está fuera de peligro.-examinó uno a uno a sus rostros. Impaciencia, era obvio, querian verle. Se dirigió hacia las cortinas y las fue descorriendo poco a poco-Os aviso todavia tiene bastante sedante encima así que no va a ser muy locuaz. Y, ah, os aviso que os abstengais de provocarle más heridas en un tiempo, pues aún esta frágil. -
En cuanto las cortinas se descorrieron, la vendada cara del ruso se dejó ver con una sonrisa más propia de un borracho que de alguien que genuinamente estaba feliz. Las piernas en alto, y más de dos tercios de su cuerpo vendado (cola incluida), el papel de bambú se extendia desde sus pies hasta su cintura, cola incluida de nuevo y por algunos puntos goteaba aquella crema verdosa. Alzó su unico brazo no vendado e hizo un gesto de surfero.
-C-Cowabunga, gente...-soltó una risa un tanto delirante acompañandolo.
El sonido tierno de la carne y hueso restructurandose, de herramientas de cirujia cortando y quemando donde se necesitaba y el distinctivo olor a sangre y a carne quemada llenaron la sala operatoria. De vez en cuando la infame asomaba la cabeza entre las cortinas y la niña le daba nuevas órdenes y esta volvia a desaparecer. Lo que Vac pudo distinguir fue que, primero, la náyade detuvo el sangrado en múltiples sitios y, a continuación, abrió las piernas con un bisturí electrico. Aquello era una carniceria: Trozos de hueso astillado clavado en la carne, muscul y nervio. Apenas quedaba rastro de los fémures, como si de un rompecabezas se tratase, la náyade comenzó a juntar los pedazos más grandes en su orden correcto y, a continuación, los pegaba juntos con el bisturí, casi soldandolo junto.
El rol de Vac era bien simple: Se encargaba de que una bolsa de un líquido verdoso estuviera siempre lleno y entrandole por la vía al paciente. De vez en cuando Nia le pedia que le acercara una bandeja de plata, donde depositaba trozos de hueso, trozos que no sabia donde pertenecian, con un chasquido de lengua de frustración. Otras veces le pedia que le ayudara a detener un nuevo sangrado con la ayuda de magia, pues ella tenia las manos llenas constantemente.
Les llevó casi tres horas poner fuera de peligro al chaval. La cuarta y última hora, el vánara tenia que estar despierto y lidiando con el dolor en la medida de lo que pudiera, pero la náyade necesitaba saber su sensibilidad en aquel momento que le tenia aún abierto. Aun con sedantes bastante fuertes, el vánara soltaba chillidos de vez en cuando. Cuando no chillaba, parloteaba, de cosas sin sentido, posiblemente colocado por los sedantes. Les contó sobre su ambición de ser el más fuerte, hizo referencias a distintas películas y se reia. Se reia demasiado. De no ser por la profesionalidad de Nia y a la falta de ganas de repetir el proceso de nuevo, esta ya le hubiera dado una segunda paliza como la de Toima. Se refirió hacia ellos dos como si fueran sus amigos, dandoles nombres de otras personas que no les sonaban y, para cuando terminaron, estaba noqueado sobre la cama.
Nia dedicó unos minutos a limpiar y a ordenar. Vendar gran parte del cuerpo del paciente, dejandole las piernas en alto, se encargó de poner una especie de papel de bambú con una crema verdosa por encima de las vendas de las piernas y entonces suspiró. Miró a Vac y asintió. Ya habian terminado.
Tania
Dos horas antes, la nublina ya habia reunido a los cosechados y los habia conducido a la Botica. Cuando llamó, la enorme guardaespaldas les dedicó una mirada a cada uno, posando sus ojos de ferreo helado entre cada persona que iba a entrar, como leyendoles. Ante una insistencia de Tania, se hizo a un lado y les señaló que les siguiera. Conduciendoles escaleras abajo, se encontraron en la antesala de las tres galerias, ahora las tres puertas cerradas y selladas con protecciones mágicas para evitar que estas fueran forzadas abiertas, salvo la sala de operaciones. Les señaló que se quedaran esperando ahí y volvia a entrar. Al poco salia, y hacia algo, como asegurarse de los cierres, el atender a la puerta donde entraban más cosechados y los conducia junto a los demás. Lo más extravangante que hizo fue acarrear con medio morlaco trinchado a la espalda y entró por la galeria céntrica, abriendola (y cerrandola) con una llave especial.
A las dos horas de que llegaran, la voz de Kud se empezó a oir, tan alta y ruidosa como siempre, pero pronto la acompañaron gritos de dolor. Entre gritos, se esforzaba a hablar. Debido a la distancia, apenas se entendia que decia, y los hechizos de amplificación de sonidos o niebla mágica no surtian efecto entre esas cuatro paredes.
Nia y Kudryavka
Tras agradecer a Vac, se puso a limpiar el cuarto a base de hechizos, aunque estuviera algo cansada, aquel lugar no estaba decente para la inspección ajena y queria causar una buena impresión a los novatos. Le pidió el favor a Vac que hicieran pasar a los neotransformados mientras ella seguia recogiendo. Y, por fin, con cara asustada, y movimientos algo vacilantes, un grupo de chavales jóvenes entraron por la puerta. Nia les saludo con una sonrisa y algo de su gracilidad característica.
-Perdonad por las pintas, me llamo Dama Urticaria. Soy quien le ha tratado sus heridas. Puedo afirmaros que está fuera de peligro.-examinó uno a uno a sus rostros. Impaciencia, era obvio, querian verle. Se dirigió hacia las cortinas y las fue descorriendo poco a poco-Os aviso todavia tiene bastante sedante encima así que no va a ser muy locuaz. Y, ah, os aviso que os abstengais de provocarle más heridas en un tiempo, pues aún esta frágil. -
En cuanto las cortinas se descorrieron, la vendada cara del ruso se dejó ver con una sonrisa más propia de un borracho que de alguien que genuinamente estaba feliz. Las piernas en alto, y más de dos tercios de su cuerpo vendado (cola incluida), el papel de bambú se extendia desde sus pies hasta su cintura, cola incluida de nuevo y por algunos puntos goteaba aquella crema verdosa. Alzó su unico brazo no vendado e hizo un gesto de surfero.
-C-Cowabunga, gente...-soltó una risa un tanto delirante acompañandolo.
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— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
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- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Botica de la náyade
15/04/15, 12:10 am
No se creía con paciencia para esperar a que se reuniesen todos y se pusieran en marcha, pero por fin llegó el momento de ponerse en marcha. Quedaba gente por ser avisada pero se enterarían tarde o temprano. Probablemente Kud regresase pronto a la sede, de un modo u otro.
Kin miró la botica con ojo crítico cuando se plantaron en la puerta, queriendo evaluar si era un garito mejor o peor que el único otro que conocía en la ciudad. De lo único de lo que podía estar seguro era de que el otro resultaba enorme al lado de este. Les abrió alguien tremendamente alto de piel oscura que parecía reticente a permitirles el paso al interior, donde los dejaron esperando durante interminables minutos y horas. El irrense no abrió la boca ninguna vez durante ese tiempo, permaneciendo mortalmente serio. Le ponía nervioso que estuviesen tratando a Kud a escasos metros y no saber nada, ni cómo estaba, ni si estaba yendo bien. La espera se hizo eterna, y nunca pensó que fuesen necesarias tantas horas en un mundo de magia. No podía evitar pensar en lo jodido que debía estar. O en lo que le haría al responsable de aquello.
Había consultado incontables veces su reloj de bolsillo cuando escucharon por primera vez la voz de Kud. Hablaba, gritaba, volvía a hablar. De lo único que podían estar seguros era de que conservaba la vitalidad, pero eso, tratándose de Kud, no significaba demasiado. Aquel idiota estaría haciendo chistes hasta en su lecho de muerte. Tras empezarse a oír los gritos del vánara, Kin por fin levantó la cabeza e intercambió miradas preocupadas con sus compañeros.
Jugueteaba con la tapa de su reloj, abriéndolo y cerrándolo, cuando por fin un hombre alto, de piel también oscura, les permitió el paso. Casi deja caer el reloj al ponerse en movimiento rápidamente para seguirlo. Kin no prestó demasiada atención a lo que decía la náyade, aunque sí la observó, interesado por la clase de persona que podía ser –quién sabía si Kud se había metido en un lío por haber recurrido a ella–. En cuanto al hombre, no le había prestado atención suficiente, pero se percató por fin de que le sonaba. Concretamente, con más volantes y color rosa. «¿Es esto una clínica fiable?» pensó al recordar a los otros dos sujetos y su conversación despreocupada.
Captó su atención por fin la cortina al ser descorrida. Al otro lado estaba el vánara, con un aspecto absolutamente lamentable, y ya no miró a nadie más. A Kin se le abrió ligeramente la boca, notó cómo le hervía la sangre de indignación. «¿Cómo puede haber cerdos que le hagan algo así a un jodido recién transformado». Hasta ese momento Kin había asociado que los veteranos los respetaban lo suficiente, como necesaria sangre nueva que eran, sin darse cuenta de que no había ninguna ley que los protegiese específicamente.
Se acercó a la cama. Eran un corrillo tan numeroso que casi temía que a Kud le faltase el aire. Irritado como estaba, no sabía escoger las palabras más suaves para tratar con él, que aún estaba bajo los efectos de la anestesia.
—Kud… Joder, Kud. —Dolía hasta verlo. No sabía qué decirle—. Di quién ha sido. Y cómo. Cómo cojones ha podido…
Kin miró la botica con ojo crítico cuando se plantaron en la puerta, queriendo evaluar si era un garito mejor o peor que el único otro que conocía en la ciudad. De lo único de lo que podía estar seguro era de que el otro resultaba enorme al lado de este. Les abrió alguien tremendamente alto de piel oscura que parecía reticente a permitirles el paso al interior, donde los dejaron esperando durante interminables minutos y horas. El irrense no abrió la boca ninguna vez durante ese tiempo, permaneciendo mortalmente serio. Le ponía nervioso que estuviesen tratando a Kud a escasos metros y no saber nada, ni cómo estaba, ni si estaba yendo bien. La espera se hizo eterna, y nunca pensó que fuesen necesarias tantas horas en un mundo de magia. No podía evitar pensar en lo jodido que debía estar. O en lo que le haría al responsable de aquello.
Había consultado incontables veces su reloj de bolsillo cuando escucharon por primera vez la voz de Kud. Hablaba, gritaba, volvía a hablar. De lo único que podían estar seguros era de que conservaba la vitalidad, pero eso, tratándose de Kud, no significaba demasiado. Aquel idiota estaría haciendo chistes hasta en su lecho de muerte. Tras empezarse a oír los gritos del vánara, Kin por fin levantó la cabeza e intercambió miradas preocupadas con sus compañeros.
Jugueteaba con la tapa de su reloj, abriéndolo y cerrándolo, cuando por fin un hombre alto, de piel también oscura, les permitió el paso. Casi deja caer el reloj al ponerse en movimiento rápidamente para seguirlo. Kin no prestó demasiada atención a lo que decía la náyade, aunque sí la observó, interesado por la clase de persona que podía ser –quién sabía si Kud se había metido en un lío por haber recurrido a ella–. En cuanto al hombre, no le había prestado atención suficiente, pero se percató por fin de que le sonaba. Concretamente, con más volantes y color rosa. «¿Es esto una clínica fiable?» pensó al recordar a los otros dos sujetos y su conversación despreocupada.
Captó su atención por fin la cortina al ser descorrida. Al otro lado estaba el vánara, con un aspecto absolutamente lamentable, y ya no miró a nadie más. A Kin se le abrió ligeramente la boca, notó cómo le hervía la sangre de indignación. «¿Cómo puede haber cerdos que le hagan algo así a un jodido recién transformado». Hasta ese momento Kin había asociado que los veteranos los respetaban lo suficiente, como necesaria sangre nueva que eran, sin darse cuenta de que no había ninguna ley que los protegiese específicamente.
Se acercó a la cama. Eran un corrillo tan numeroso que casi temía que a Kud le faltase el aire. Irritado como estaba, no sabía escoger las palabras más suaves para tratar con él, que aún estaba bajo los efectos de la anestesia.
—Kud… Joder, Kud. —Dolía hasta verlo. No sabía qué decirle—. Di quién ha sido. Y cómo. Cómo cojones ha podido…
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistenciaPersonajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Botica de la náyade
15/04/15, 03:38 am
La bruja había pasado las horas de espera fuera del edificio, entreteniéndose charlando con las onyces sobre el vínculo telepático entre dominio y bruja y probando a ordenarles figuras de vez en cuando. Lo que fuera con tal de distraerse y no estar allí sentada, esperando, comiéndose la cabeza con mil formas de preocuparse y con mil preguntas sobre lo sucedido. Mejor distraerse y despreocuparse hasta que la tal náyade saliera.
Cuando por fin lo hizo, una onyce, que esperaba aburrida con los demás, salió a avisar a la bruja y Onyx corrió junto a los demás. Frenó de golpe al ver al vánara vendado prácticamente entero y le miró perpleja mientras se llevaba las manos a la boca (como quien bebe agua con las manos en forma de cuenco). No sabía qué podía haber esperado tras el mensaje de Archi, pero aquello era surrealista. Para colmo, las palabras de Kin sugerían algo bastante horrible: que alguien le hubiera atacado. Sabían que podía pasarles, pero que les pasara de verdad, que un amigo hubiera estado a punto de morir por algún malnacido de la ciudad...
—¿Qué demonios le ha pasado? —preguntó a la náyade con preocupación, y luego miró a Kud y se sumó a las preguntas de Kin. La preocupación se estaba tornando en un enfado estúpido, pues seguramente no podrían hacer nada contra quien le hubiera dejado en semejante estado. Pero eso no importaba ahora— ¿Recuerdas quién te ha hecho esto?
Dos onyces increparon en ese momento a la bruja en el idioma que compartían:
¿No irás a ir a vengar a este mono?
¡Sí! Es la oportunidad que estabas esperando. ¡Encuentra a quien le atacó y matémosle! ¡Que la ciudad nos conozca!
—¿Y cómo has llegado aquí? —volvió a preguntar a Kud y luego miró a la náyade—. Le has tratado tú... gracias, al menos...
Todos quieren algo en esta ciudad. ¿Quién pagará esta carnicería?—interrumpió una onyce a su bruja. Todo en su idioma.
—Cierto... No creo que trabajes por caridad, ¿verdad?
Ten cuidado. Esa bruja lleva tiempo ya en la ciudad, quizá os hayan tendido una trampa secuestrando y torturando a Kud para que sea el cebo y ahora os tienen en sus garras. Atenta. Todas estamos atentas, por si acaso.
¿Te fijaste en el loco de las uñas? ¿Por qué vino? Quizá tiene algo que ver...
Las onyces la estaban poniendo nerviosa, pues comentarios (y cuchicheos entre ellas mientras miraban a los presentes, conocidos y desconocidos) como ese abundaban. Quería respuestas y las quería ya. Si las sombras tenían razón, allí estaban prácticamente todos sus amigos y no estaba dispuesta a vivir otro circo de los horrores.
Atol
El helión había acompañado al grupo de la Sede por pura curiosidad, pero también por aprovechar y visitar a Dama Urticaria aunque no fuera un buen momento. Que fuera en plan "pasaba por la Sede, oí esto y..." Al menos era una excusa o motivo adecuados, ya que hacía tiempo que no pasaba por allí por voluntad propia. No era como si se lo debiera o algo. Pero ya que los novatos iban a ver a otro novato aspirante a cadáver, les acompañaría. Quizá aquello que hubiera atacado al desgraciado podía estar por ahí todavía y tener algo contra todo el grupo. O quizá solo se había tirado al Abismo y alguien aburrido lo había sacado.
Daba igual. El helión acabó acompañándoles hasta el lugar donde debían esperar y en cuanto vio a Urticaria, salió de allí. Le importaba bien poco la salud del paciente así que se puso en camino hacia Serpentaria en cuanto pudo... Después de saludar a la bruja de las onyces y al de las estirges, que por lo visto también conocían al otro.
Skarog sabía de primera mano que compartir cosecha no tenía nada que ver con llevarse bien con todos los del grupo, por lo que a veces le sorprendía que hubiera vínculos amistosos en algunas cribas después de lo turbulenta que fue la suya. Pero le importaba bastante poco, también, y pronto ese tema huía de su cabeza. Tenía trabajo que hacer, como siempre.
Atol sigue en Serpentaria.
Cuando por fin lo hizo, una onyce, que esperaba aburrida con los demás, salió a avisar a la bruja y Onyx corrió junto a los demás. Frenó de golpe al ver al vánara vendado prácticamente entero y le miró perpleja mientras se llevaba las manos a la boca (como quien bebe agua con las manos en forma de cuenco). No sabía qué podía haber esperado tras el mensaje de Archi, pero aquello era surrealista. Para colmo, las palabras de Kin sugerían algo bastante horrible: que alguien le hubiera atacado. Sabían que podía pasarles, pero que les pasara de verdad, que un amigo hubiera estado a punto de morir por algún malnacido de la ciudad...
—¿Qué demonios le ha pasado? —preguntó a la náyade con preocupación, y luego miró a Kud y se sumó a las preguntas de Kin. La preocupación se estaba tornando en un enfado estúpido, pues seguramente no podrían hacer nada contra quien le hubiera dejado en semejante estado. Pero eso no importaba ahora— ¿Recuerdas quién te ha hecho esto?
Dos onyces increparon en ese momento a la bruja en el idioma que compartían:
¿No irás a ir a vengar a este mono?
¡Sí! Es la oportunidad que estabas esperando. ¡Encuentra a quien le atacó y matémosle! ¡Que la ciudad nos conozca!
—¿Y cómo has llegado aquí? —volvió a preguntar a Kud y luego miró a la náyade—. Le has tratado tú... gracias, al menos...
Todos quieren algo en esta ciudad. ¿Quién pagará esta carnicería?—interrumpió una onyce a su bruja. Todo en su idioma.
—Cierto... No creo que trabajes por caridad, ¿verdad?
Ten cuidado. Esa bruja lleva tiempo ya en la ciudad, quizá os hayan tendido una trampa secuestrando y torturando a Kud para que sea el cebo y ahora os tienen en sus garras. Atenta. Todas estamos atentas, por si acaso.
¿Te fijaste en el loco de las uñas? ¿Por qué vino? Quizá tiene algo que ver...
Las onyces la estaban poniendo nerviosa, pues comentarios (y cuchicheos entre ellas mientras miraban a los presentes, conocidos y desconocidos) como ese abundaban. Quería respuestas y las quería ya. Si las sombras tenían razón, allí estaban prácticamente todos sus amigos y no estaba dispuesta a vivir otro circo de los horrores.
Atol
El helión había acompañado al grupo de la Sede por pura curiosidad, pero también por aprovechar y visitar a Dama Urticaria aunque no fuera un buen momento. Que fuera en plan "pasaba por la Sede, oí esto y..." Al menos era una excusa o motivo adecuados, ya que hacía tiempo que no pasaba por allí por voluntad propia. No era como si se lo debiera o algo. Pero ya que los novatos iban a ver a otro novato aspirante a cadáver, les acompañaría. Quizá aquello que hubiera atacado al desgraciado podía estar por ahí todavía y tener algo contra todo el grupo. O quizá solo se había tirado al Abismo y alguien aburrido lo había sacado.
Daba igual. El helión acabó acompañándoles hasta el lugar donde debían esperar y en cuanto vio a Urticaria, salió de allí. Le importaba bien poco la salud del paciente así que se puso en camino hacia Serpentaria en cuanto pudo... Después de saludar a la bruja de las onyces y al de las estirges, que por lo visto también conocían al otro.
Skarog sabía de primera mano que compartir cosecha no tenía nada que ver con llevarse bien con todos los del grupo, por lo que a veces le sorprendía que hubiera vínculos amistosos en algunas cribas después de lo turbulenta que fue la suya. Pero le importaba bastante poco, también, y pronto ese tema huía de su cabeza. Tenía trabajo que hacer, como siempre.
Atol sigue en Serpentaria.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Botica de la náyade
15/04/15, 05:53 pm
La espera inquietó a Archime. Transcurrió demasiado tiempo para su gusto durante el cual tan solo podían aguardar para conocer el estado de Kudryavka y el kairós acusaba la inactividad. Se le pudo ver realizar diversos gestos nerviosos, fruto de la incertidumbre y de no saber si era adecuado que invirtiese aquel tiempo muerto en el estudio de algún hechizo. Observó al resto y nadie parecía estar llevando a cabo ninguna tarea, por lo que supuso que lo mejor sería imitarles.
Cuando por fin los recibió el hombre alto con alas de insecto que reconoció como al tercer visitante de Maciel, el irrense lo siguió en silencio hasta donde el vánara se hallaba convaleciente. El ingeniero observó el estado de su amigo durante largos segundos, tratando de evaluar los daños que había sufrido, aunque las vendas le dificultaban conocer la gravedad de las heridas pero su abundancia eran un claro indicativo de que el humano había corrido, efectivamente, un grave peligro.
Desvió su vista hacia dama Urticaria cuando esta les habló, deduciendo que ella era la dueña del establecimiento y se sintió aliviado cuando la chica afirmó que el vánara se recuperaría. El extraño saludo de Kudryavka no obtuvo respuesta alguna por su parte, aunque consideró una buena señal que tuviese las fuerzas para articularlo. Volcó de nuevo su atención casi al instante en la náyade.
—Gracias, dama Urticaria. Yo asumiré los gastos de la intervención puesto que Kudryavka no dispone de medios para pagarte —le indicó, a la espera de que la ulterana le indicase el precio.
Aquel incidente perjudicaría seriamente a su intención de emprender su negocio con prontitud, pero tal vez pudiese llegar a alguna clase de acuerdo con dama Urticaria tal y como había sucedido con Giz. De cualquier forma, el vánara era más importante que aquello.
Cuando por fin los recibió el hombre alto con alas de insecto que reconoció como al tercer visitante de Maciel, el irrense lo siguió en silencio hasta donde el vánara se hallaba convaleciente. El ingeniero observó el estado de su amigo durante largos segundos, tratando de evaluar los daños que había sufrido, aunque las vendas le dificultaban conocer la gravedad de las heridas pero su abundancia eran un claro indicativo de que el humano había corrido, efectivamente, un grave peligro.
Desvió su vista hacia dama Urticaria cuando esta les habló, deduciendo que ella era la dueña del establecimiento y se sintió aliviado cuando la chica afirmó que el vánara se recuperaría. El extraño saludo de Kudryavka no obtuvo respuesta alguna por su parte, aunque consideró una buena señal que tuviese las fuerzas para articularlo. Volcó de nuevo su atención casi al instante en la náyade.
—Gracias, dama Urticaria. Yo asumiré los gastos de la intervención puesto que Kudryavka no dispone de medios para pagarte —le indicó, a la espera de que la ulterana le indicase el precio.
Aquel incidente perjudicaría seriamente a su intención de emprender su negocio con prontitud, pero tal vez pudiese llegar a alguna clase de acuerdo con dama Urticaria tal y como había sucedido con Giz. De cualquier forma, el vánara era más importante que aquello.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Botica de la náyade
15/04/15, 11:38 pm
La espera fue un sufrimiento que carcomió sus nervios. Munin sobre su hombro se mantenía firmemente sujeta notando la tensión del brujo y no haciendo nada más que observa alrededor con ojos brillantes y picándole suavemente en la oreja para sacarlo de su tensión. Evelhan se lo agradeció mentalmente, pues ya había notando que las estirges aunque no escucharle como tal si podía notar sus pensamientos, más bien como se sentía, cuando los transmitía con cierta fuerza, seguramente gracias al vinculo que el dominio le daba sobre ellas ellas.
Finalmente pudieron entrar y la imagen que recibió de Kud fue peor de lo que había esperado, por mucho que estuviera consciente parecía drogado hasta las cejas y su cuerpo todo vendado casi en su totalidad demostraba la gravedad de sus heridas. Aquello horrorizo a Evelhan y el miedo calo aun mas hondo en el, junto con una real inquietud al escuchar las palabras de Kin, dándole el peor presagio y la preocupación de Alice. Aquellas heridas que el vanara poseía era demasiado graVes para ser simplemente accidentales. EL movimiento de las onyce alrededor de su compañera tampoco le tranquilizaba por mucho que no pudiera entender lo que decían.
-Gracias por tratarlo -murmuro Evelhan mordiéndose el labio inferior con nerviosismo aunque siendo realmente con sus palabras, mientras Munin en su hombro clavaba ligeramente sus garras en su hombro, mientras miraba alrededor con la desconfianza grabada en cada una de sus plumas erizadas. El resto de estirges esperaban fuera del edificio como una pequeña nube negra de plumas a la espera. Toda aquella situación era muy confusa y la preocupación por Kud no ayudaba en nada. Estaba vivió y eso le aliviaba pero sus heridas eran realmente graves. ¿Quién podría ser tan animal para hacerle eso? Lo había dejado prácticamente inútil de cintura para abajo y siendo un vanara eso era igual que limitarlo al completo.
Kud tenía especialidad para meterse en líos, que usualmente el mismo se buscaba, cualquiera que hubiese vivido la cosecha con el podría confirmarlo. Pero esta era la primera vez que el brugho veía un resultado tan desastroso y le escamaba. Si algo sabia ser su amigo, era salir siempre de los apuros prácticamente ilesos, se los buscara el o no. Saber eso le planteaba seriamente la incógnita de que o quien había provocado semejantes heridas.
-Kud, ¿como acabaste así? ¿quien lo hizo?-preguntó Evelhan incomodo y tenso, siendo la única pregunta que se le ocurrió formular en su estado actual. Estar en ese lugar desconocido con transformados que no conocía ( a excepción de Skarog que no tardo en irse) y que, encima sin razón aparente habían ayudado a su amigo le incomodaba y bastante. Alice tenía razón en sus palabras al fin de cuentas, el tratamiento de Kud no debía haber sido fácil y por tanto tampoco sería barato y aunque Archi se ofreció a pagarlo no se sentía tranquilo. No podía hacer nada por Kud y aquello le lastimaba, solo observar y peguntar por su estado a la espera que las palabras de este dieran un poco de luz a la situación. Aunque recordando las palabras de Dama Urticaria añadió, mirándola
-Supongo sabes lo que le ha pasado ¿no? ¿podrías decirnos? Realmente no parece estar muy en sus cabales como para dar una explicaicon coherente - finalizo ansioso señalando con la mirada a su amigo. El no saber nada le desesperaba y no es como si pudiera confiar del todo en la mente de su compañero. Con tal cantidad de medicamentos que debía tener en el cuerpo para paliar el dolor, era probable que solo salieran incoherencias.
Finalmente pudieron entrar y la imagen que recibió de Kud fue peor de lo que había esperado, por mucho que estuviera consciente parecía drogado hasta las cejas y su cuerpo todo vendado casi en su totalidad demostraba la gravedad de sus heridas. Aquello horrorizo a Evelhan y el miedo calo aun mas hondo en el, junto con una real inquietud al escuchar las palabras de Kin, dándole el peor presagio y la preocupación de Alice. Aquellas heridas que el vanara poseía era demasiado graVes para ser simplemente accidentales. EL movimiento de las onyce alrededor de su compañera tampoco le tranquilizaba por mucho que no pudiera entender lo que decían.
-Gracias por tratarlo -murmuro Evelhan mordiéndose el labio inferior con nerviosismo aunque siendo realmente con sus palabras, mientras Munin en su hombro clavaba ligeramente sus garras en su hombro, mientras miraba alrededor con la desconfianza grabada en cada una de sus plumas erizadas. El resto de estirges esperaban fuera del edificio como una pequeña nube negra de plumas a la espera. Toda aquella situación era muy confusa y la preocupación por Kud no ayudaba en nada. Estaba vivió y eso le aliviaba pero sus heridas eran realmente graves. ¿Quién podría ser tan animal para hacerle eso? Lo había dejado prácticamente inútil de cintura para abajo y siendo un vanara eso era igual que limitarlo al completo.
Kud tenía especialidad para meterse en líos, que usualmente el mismo se buscaba, cualquiera que hubiese vivido la cosecha con el podría confirmarlo. Pero esta era la primera vez que el brugho veía un resultado tan desastroso y le escamaba. Si algo sabia ser su amigo, era salir siempre de los apuros prácticamente ilesos, se los buscara el o no. Saber eso le planteaba seriamente la incógnita de que o quien había provocado semejantes heridas.
-Kud, ¿como acabaste así? ¿quien lo hizo?-preguntó Evelhan incomodo y tenso, siendo la única pregunta que se le ocurrió formular en su estado actual. Estar en ese lugar desconocido con transformados que no conocía ( a excepción de Skarog que no tardo en irse) y que, encima sin razón aparente habían ayudado a su amigo le incomodaba y bastante. Alice tenía razón en sus palabras al fin de cuentas, el tratamiento de Kud no debía haber sido fácil y por tanto tampoco sería barato y aunque Archi se ofreció a pagarlo no se sentía tranquilo. No podía hacer nada por Kud y aquello le lastimaba, solo observar y peguntar por su estado a la espera que las palabras de este dieran un poco de luz a la situación. Aunque recordando las palabras de Dama Urticaria añadió, mirándola
-Supongo sabes lo que le ha pasado ¿no? ¿podrías decirnos? Realmente no parece estar muy en sus cabales como para dar una explicaicon coherente - finalizo ansioso señalando con la mirada a su amigo. El no saber nada le desesperaba y no es como si pudiera confiar del todo en la mente de su compañero. Con tal cantidad de medicamentos que debía tener en el cuerpo para paliar el dolor, era probable que solo salieran incoherencias.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- InvitadoInvitado
Re: Botica de la náyade
16/04/15, 09:20 pm
Marsi proyectó su ansiedad durante todo el camino a la botica contra Atol, dándole forma de hostilidad mal disimulada. El skarog solía entrenar en la Sede, y ella se lo había encontrado más de una vez, pero no pintaba nada allí, no tenía nada que ver con Kud ni con el grupo. ¿Qué pintaba él allí? ¿Acaso el sufrimiento de su amigo era algún tipo de entretenimiento para él? Le ponía enferma.
En cuando divisó al grupo de Serpentaria delante de la botica, se adelantó para ponerse a la altura de Alice y Dhelian. Hizo un amago de abrazo, pero al final se limitó a tomar una mano de cada uno y presionarla, como buscando alivio en el contacto. Tania convenció a la tipa enorme que guardaba la puerta de que les dejase entrar, pero se resistió tanto que el humo de Marsi aumentó por la rabia. ¿No se daba cuenta de que era una emergencia? Aquella estúpida granta sobrehormonada les estaba haciendo perder el tiempo.
Les hicieron esperar horas. Sin ningún mensaje sobre el estado del vánara, nada que pudiese tranquilizarles, ni siquiera lo que estaba ocurriendo. La dullahan pasó la mayor parte del tiempo dando vueltas por la sala de espera como un tigre enjaulado. No miraba a nadie, porque cualquier actividad, cualquier tic de sus compañeros solo conseguiría que se pusiese aún más nerviosa. Si se paraba a pensarlo, todo su entrenamiento diario y la experiencia que había ganado durante la criba no le servía para nada, en aquel momento volvía a ser una cosechada, tan inutil e impotente como hacía un año. Cada vez que Tania pasaba por delante hacía amago de ir a preguntarle algo, pero la chica pasaba como un relámpago, oviamente ocupada. Cuando empezaban los gritos, rondaba la puerta de la sala de operaciones como un gato asustado.
Al fin salieron a avisarles de que podían entrar. Marsi había borrado de su mente el encuentro bochornoso en Maciel, por lo que no reconoció a Vacuum. Le dio las gracias al pasar y en cuanto llegó a la altura de la cortina se quedó en el sitio. Había visto a Kud en mal estado, pero aquello se llevaba la palma. << Cuando se recupere voy a partirle las piernas otra vez. >> pensó furiosa. Incluso le dieron ganas de darle una colleja cuando les recibió con aquel saludo borracho y despreocupado. Pero estaba vivo, más o menos de una pieza, y la tal Urticaria les había dicho que se iba a poner bien. Las frases de agradecimiento se agolparon en la mente de Marsi, intentando salir todas a una. Ella no podía ayudar económicamente de ninguna forma, por lo que le aliviaba que Archi se ofreciese a pagar si hacía falta, aunque si no podía siempre quedaba la opción de turnarse entre varios para trabajar. Rocavarancolia no era precisamente la tierra de la caridad, y muy sospechoso le hubiese parecido que hubiesen salvado a Kud de gratis.
Otro tema espinoso que empezaba a cobrar importancia en todo eso era el hecho de que al parecer alguien había destrozado a Kud. No se había despeñado de ningún sitio, ni caído por unas escaleras ni había sido obra de ningún monstruo, planta carnívora o casa, había sido un transformado. Un pensamiento oscuro se extendió por las mentes de sus compañeros, como la advertencia de lo que seguía tras la respuesta que habían pedido. Marsi no tenía la mejor de las relaciones con Kud, pero seguía siendo parte de su grupo, de su nueva familia. Habían compartido ratos horribles y felices en su criba, y ahora compartían refugio, no pensaba pasar por alto que alguien lo había dejado en aquel estado.
En cuando divisó al grupo de Serpentaria delante de la botica, se adelantó para ponerse a la altura de Alice y Dhelian. Hizo un amago de abrazo, pero al final se limitó a tomar una mano de cada uno y presionarla, como buscando alivio en el contacto. Tania convenció a la tipa enorme que guardaba la puerta de que les dejase entrar, pero se resistió tanto que el humo de Marsi aumentó por la rabia. ¿No se daba cuenta de que era una emergencia? Aquella estúpida granta sobrehormonada les estaba haciendo perder el tiempo.
Les hicieron esperar horas. Sin ningún mensaje sobre el estado del vánara, nada que pudiese tranquilizarles, ni siquiera lo que estaba ocurriendo. La dullahan pasó la mayor parte del tiempo dando vueltas por la sala de espera como un tigre enjaulado. No miraba a nadie, porque cualquier actividad, cualquier tic de sus compañeros solo conseguiría que se pusiese aún más nerviosa. Si se paraba a pensarlo, todo su entrenamiento diario y la experiencia que había ganado durante la criba no le servía para nada, en aquel momento volvía a ser una cosechada, tan inutil e impotente como hacía un año. Cada vez que Tania pasaba por delante hacía amago de ir a preguntarle algo, pero la chica pasaba como un relámpago, oviamente ocupada. Cuando empezaban los gritos, rondaba la puerta de la sala de operaciones como un gato asustado.
Al fin salieron a avisarles de que podían entrar. Marsi había borrado de su mente el encuentro bochornoso en Maciel, por lo que no reconoció a Vacuum. Le dio las gracias al pasar y en cuanto llegó a la altura de la cortina se quedó en el sitio. Había visto a Kud en mal estado, pero aquello se llevaba la palma. << Cuando se recupere voy a partirle las piernas otra vez. >> pensó furiosa. Incluso le dieron ganas de darle una colleja cuando les recibió con aquel saludo borracho y despreocupado. Pero estaba vivo, más o menos de una pieza, y la tal Urticaria les había dicho que se iba a poner bien. Las frases de agradecimiento se agolparon en la mente de Marsi, intentando salir todas a una. Ella no podía ayudar económicamente de ninguna forma, por lo que le aliviaba que Archi se ofreciese a pagar si hacía falta, aunque si no podía siempre quedaba la opción de turnarse entre varios para trabajar. Rocavarancolia no era precisamente la tierra de la caridad, y muy sospechoso le hubiese parecido que hubiesen salvado a Kud de gratis.
Otro tema espinoso que empezaba a cobrar importancia en todo eso era el hecho de que al parecer alguien había destrozado a Kud. No se había despeñado de ningún sitio, ni caído por unas escaleras ni había sido obra de ningún monstruo, planta carnívora o casa, había sido un transformado. Un pensamiento oscuro se extendió por las mentes de sus compañeros, como la advertencia de lo que seguía tras la respuesta que habían pedido. Marsi no tenía la mejor de las relaciones con Kud, pero seguía siendo parte de su grupo, de su nueva familia. Habían compartido ratos horribles y felices en su criba, y ahora compartían refugio, no pensaba pasar por alto que alguien lo había dejado en aquel estado.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Personajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Botica de la náyade
16/04/15, 11:56 pm
El trabajo que le encargó la náyade no era complicado, pero como la operación se alargo tantas horas empezó a resultarle tedioso. No había opción, sin embargo, pues la vida del novato dependía de ellos y, aunque no había tenido nada que ver en aquello, se sentía responsable al ser amigo del descerebrado que le había machacado. Cuando los sedantes dejaron de hacerle efecto el vánara se volvió sumamente elocuente, pero Vac no entendía ni la mitad de lo que balbuceaba cuando no estaba gritando, por lo que se limitaba a asentir de vez en cuando dedicándole sonrisas tranquilizadoras.
—¿Me pregunto como habrá quedado Toima? —comentó en una ocasión, disfrazando con sarcasmo su sincera curiosidad.
Cuando Nia por fin terminó con Kud, el chico parecía una momia de tantos vendajes que tenía encima, pero al menos se pondría bien. La ulterana empezó a recoger la estancia tras encargarle que fuera a avisar a sus amigos y, en cuanto se hubo adecentado un poco eliminando cualquier rastro de sangre de su persona, el griego salió a la sala de espera para encontrarse con los novatos.
—Ya podéis entrar a ver a vuestro compañero —les comunicó tras saludarles, sin andarse mucho por las ramas—. Por aquí —indicó, haciéndoles un gesto para que franquearan la puerta.
Para bien o para mal no había tenido oportunidad de conocer a los nuevo vecinos aquel año, por lo que aun no sabía que había una nueva dullahan en la ciudad, y cuando la varmana pasó a su lado un escalofrío le recorrió la espalda. Por un segundo había creído ver un fantasma, pero descartó esa imagen de inmediato antes de que pudiera atormentarlo y se retiró tras hacerle una seña a Nia. Vac se llevó un cigarro a los labios mientras recorría la planta baja y salió por la puerta, encendiendo el comunicador en cuanto estuvo en la calle. Ya era hora de poner a sus amigos al corriente de la situación.
—Soy Vac —empezó, apoyándose en la fachada del local y exhalando la primera bocanada de humo.
—¿Me pregunto como habrá quedado Toima? —comentó en una ocasión, disfrazando con sarcasmo su sincera curiosidad.
Cuando Nia por fin terminó con Kud, el chico parecía una momia de tantos vendajes que tenía encima, pero al menos se pondría bien. La ulterana empezó a recoger la estancia tras encargarle que fuera a avisar a sus amigos y, en cuanto se hubo adecentado un poco eliminando cualquier rastro de sangre de su persona, el griego salió a la sala de espera para encontrarse con los novatos.
—Ya podéis entrar a ver a vuestro compañero —les comunicó tras saludarles, sin andarse mucho por las ramas—. Por aquí —indicó, haciéndoles un gesto para que franquearan la puerta.
Para bien o para mal no había tenido oportunidad de conocer a los nuevo vecinos aquel año, por lo que aun no sabía que había una nueva dullahan en la ciudad, y cuando la varmana pasó a su lado un escalofrío le recorrió la espalda. Por un segundo había creído ver un fantasma, pero descartó esa imagen de inmediato antes de que pudiera atormentarlo y se retiró tras hacerle una seña a Nia. Vac se llevó un cigarro a los labios mientras recorría la planta baja y salió por la puerta, encendiendo el comunicador en cuanto estuvo en la calle. Ya era hora de poner a sus amigos al corriente de la situación.
—Soy Vac —empezó, apoyándose en la fachada del local y exhalando la primera bocanada de humo.
- Leonart
Ficha de cosechado
Nombre: Reina Tomoe
Especie: Humana, Asiática
Habilidades: Punteria, Reflejos, Oido Musical
Personajes : Nia: Nayade
Toima: Argos Magnetico
Kudryavka: Vánara
Basilisco de Un Solo Ojo Cizaña
Lorenzo: Centauro
Reina: Cosechada
Heridas/enfermedades :- Heridas:
Re: Botica de la náyade
17/04/15, 01:46 pm
Nia y Kudryavka
Kud brotó de risas ante la preocupación de sus compañeros. En un intento de calmarles, pero muy afectado por su embriagadez, citó una de sus frases favoritas imitando una voz metálica.
-No importa quienes seamos... Solo importa nuestro plan...-soltó con una voz seria para luego desternillarse unos segundos antes de aquejarse por el dolor. Volvió a mirar a sus compañeros y se llevó el índice a los labios, cubiertos por vendaje.-Shhhhhhhh...-
Más carcajadas.
La atención se tornó hacia Nia, quien jugueteaba despreocupadamente con un mechón de su pelo. En cuanto las miradas se posaron en ella, una sonrisa educada afloró en sus labios con las palabras de la humana de negro.
-En efecto, mis servicios no son gratuitos, pero los agradecimientos formales siempre son bienvenidos.-
En aquel momento, uno de los irrenses se dirigió a ella así que le miró a los ojos mientras hablaba. Planeaba pagarle por el mono. Aquello, lo convertia en un cliente sin más y el dinero sin duda le gustaba, pero las ambiciones de la ulterana le hacian sentir que aquel dinero iba a ser bastante amargo, aparte de que se sentia ligeramente mal por cobrar tal cantidad de dinero a un novato. Vac ya lo habia ofrecido antes, y ella no habia contestado, en parte porque creia que el griego era el último individuo que debiera pagar por Toima, de nuevo. Abrió la boca para responder la oferta del irrense, pero entonces el vánara comenzó a zarandearse en la cama, luchando por incorporarse.
-N-No, ¡No! ¡La cuenta aquí! ¡A mi la cuenta!-dijo, algo angustiado por la falta de movilidad.-¡Invito yo!-
Otra vez la misma sonrisa educada se formó en los labios de la náyade quien se giró de nuevo hacia el irrense.
-Parece ser que el paciente quiere gestionar el pago por su cuenta. O puede que sea los efectos del sedante. Mejor será que lo discutais cuando los efectos pasen.-se cruzó de brazos y suspiró levemente.-Y bueno, no quisiera que la primera impresión que tengais de mi sea de empresaria desalmada que le cobra a unos pobres novatos el extento por salvarle a uno la vida...-se miró las uñas. Dos caras de Nia se debatian mientras hablaba, como en una lucha interna: La Humanitaria y la Ambiciosa.-...pero quizás podamos trabajar en alguna manera de "gestionar" un pago.-
El vánara irrumpio de nuevo, señalando con su único indice movible.
-¡Sisisisisi!-dijo con una sonrisa de oreja a oreja y entonces se puso a canturrear
Nia torció los labios. La actitud y el ruido que montaba el mono le resultaban especialmente molestos, pero no podia decir nada en aquel momento.
-A los gastos de la operación habrá que sumar los de hospedaje, hospitalización y rehabilitación. Necesita quedarse aquí durante dos dias y luego puede volver a su refugio. Que decir sobre ello... Que no haga el más mínimo esfuerzo con las piernas. Andar, siempre con muletas. Ni a saltitos ni pata coja ni estar mucho tiempo de pie. Incluso de que mi alquimia haga efecto, los huesos de sus piernas van a ser muy toscos y va a necesitar pasar una rehabilitación intensiva. Después, puede que sus piernas vuelvan a estar como antes o, si me permitis el atrevimiento, puede que esten mejor que antes.-
Entonces, habiendo tratado la financiación de todo aquello, aun querian saber sobre el atacante. La mirada de Nia se desplomó lentamente hacia el suelo, meditabunda. Segundos después, recuperó la compostura y se dirigió al grupo.
-Haré algo mejor que deciros quien es, os diré que debeis manteneros alejados de él. Tiene poca paciencia para vosotros, los novatos y, si algo se de esta persona, es que no quereis ir a buscarla con el pretexto de la venganza. Siempre estará un paso por delante de vosotros, no importa lo que hagais. Y yo no tengo suficientes camas para todos vosotros.-
Nia intentaba sonar algo intimidante, como si hablase de Toima como de una especie de monstruo indestructible, poderoso y por encima de todo, sabio, cuando la opinión de Nia se acercaba más a la de ser alguien que se dió en la cabeza de pequeño y se quedó así mientras su cuerpo crecio entorno a ser una mole de irresponsable fuerza bruta.
-¡Es el Rey Brujo de Angmar! ¡Necios! ¡Ningun hombre puede matarle!-aulló Kudryavka mientras se retorcia cacareante.
Nia suspiró ante la aportación del ruso y dio su caso por dado. La primera intención de Nia era evitar más bajas, lo cual le recordó que debia de hablar con Vac al respecto. Los azules de Nia buscaron los verdes del hado y cuando toparon con ellos, le hizo un movimiento para que le siguiera. Girandose al grupo por última vez, se despidió.
-Bueno, creo que eso es todo, si teneis intención de quedaros a pasar la noche, avisad, pero me temo que no puedo proporcionaros camas sin cobraros un extra. De todas formas conoced estas tres normas: El horario de visitas termina a las nueve y teneis terminantemente prohibido acceder a las demás galerias. Los baños estan arriba. Y ahora, si me disculpais, os dejo tiempo a solas.-
Guió a Vac hacia el exterior de la sala de operaciones, donde entonces le confrontó, su temple rompiendose por completo, pasando de ser Dama Urticaria de vuelta a ser Nia.
-¡Menuda mole de idiotez! ¿Acaso tiene cerebro entre sus tentáculos? Toima ha llegado demasiado lejos esta vez.-su voz apretada y algo aguda, sonaba en parte a furiosa y decepcionada.-¿Avisaste a los del cuchitril, no?-
Kud brotó de risas ante la preocupación de sus compañeros. En un intento de calmarles, pero muy afectado por su embriagadez, citó una de sus frases favoritas imitando una voz metálica.
-No importa quienes seamos... Solo importa nuestro plan...-soltó con una voz seria para luego desternillarse unos segundos antes de aquejarse por el dolor. Volvió a mirar a sus compañeros y se llevó el índice a los labios, cubiertos por vendaje.-Shhhhhhhh...-
Más carcajadas.
La atención se tornó hacia Nia, quien jugueteaba despreocupadamente con un mechón de su pelo. En cuanto las miradas se posaron en ella, una sonrisa educada afloró en sus labios con las palabras de la humana de negro.
-En efecto, mis servicios no son gratuitos, pero los agradecimientos formales siempre son bienvenidos.-
En aquel momento, uno de los irrenses se dirigió a ella así que le miró a los ojos mientras hablaba. Planeaba pagarle por el mono. Aquello, lo convertia en un cliente sin más y el dinero sin duda le gustaba, pero las ambiciones de la ulterana le hacian sentir que aquel dinero iba a ser bastante amargo, aparte de que se sentia ligeramente mal por cobrar tal cantidad de dinero a un novato. Vac ya lo habia ofrecido antes, y ella no habia contestado, en parte porque creia que el griego era el último individuo que debiera pagar por Toima, de nuevo. Abrió la boca para responder la oferta del irrense, pero entonces el vánara comenzó a zarandearse en la cama, luchando por incorporarse.
-N-No, ¡No! ¡La cuenta aquí! ¡A mi la cuenta!-dijo, algo angustiado por la falta de movilidad.-¡Invito yo!-
Otra vez la misma sonrisa educada se formó en los labios de la náyade quien se giró de nuevo hacia el irrense.
-Parece ser que el paciente quiere gestionar el pago por su cuenta. O puede que sea los efectos del sedante. Mejor será que lo discutais cuando los efectos pasen.-se cruzó de brazos y suspiró levemente.-Y bueno, no quisiera que la primera impresión que tengais de mi sea de empresaria desalmada que le cobra a unos pobres novatos el extento por salvarle a uno la vida...-se miró las uñas. Dos caras de Nia se debatian mientras hablaba, como en una lucha interna: La Humanitaria y la Ambiciosa.-...pero quizás podamos trabajar en alguna manera de "gestionar" un pago.-
El vánara irrumpio de nuevo, señalando con su único indice movible.
-¡Sisisisisi!-dijo con una sonrisa de oreja a oreja y entonces se puso a canturrear
Nia torció los labios. La actitud y el ruido que montaba el mono le resultaban especialmente molestos, pero no podia decir nada en aquel momento.
-A los gastos de la operación habrá que sumar los de hospedaje, hospitalización y rehabilitación. Necesita quedarse aquí durante dos dias y luego puede volver a su refugio. Que decir sobre ello... Que no haga el más mínimo esfuerzo con las piernas. Andar, siempre con muletas. Ni a saltitos ni pata coja ni estar mucho tiempo de pie. Incluso de que mi alquimia haga efecto, los huesos de sus piernas van a ser muy toscos y va a necesitar pasar una rehabilitación intensiva. Después, puede que sus piernas vuelvan a estar como antes o, si me permitis el atrevimiento, puede que esten mejor que antes.-
Entonces, habiendo tratado la financiación de todo aquello, aun querian saber sobre el atacante. La mirada de Nia se desplomó lentamente hacia el suelo, meditabunda. Segundos después, recuperó la compostura y se dirigió al grupo.
-Haré algo mejor que deciros quien es, os diré que debeis manteneros alejados de él. Tiene poca paciencia para vosotros, los novatos y, si algo se de esta persona, es que no quereis ir a buscarla con el pretexto de la venganza. Siempre estará un paso por delante de vosotros, no importa lo que hagais. Y yo no tengo suficientes camas para todos vosotros.-
Nia intentaba sonar algo intimidante, como si hablase de Toima como de una especie de monstruo indestructible, poderoso y por encima de todo, sabio, cuando la opinión de Nia se acercaba más a la de ser alguien que se dió en la cabeza de pequeño y se quedó así mientras su cuerpo crecio entorno a ser una mole de irresponsable fuerza bruta.
-¡Es el Rey Brujo de Angmar! ¡Necios! ¡Ningun hombre puede matarle!-aulló Kudryavka mientras se retorcia cacareante.
Nia suspiró ante la aportación del ruso y dio su caso por dado. La primera intención de Nia era evitar más bajas, lo cual le recordó que debia de hablar con Vac al respecto. Los azules de Nia buscaron los verdes del hado y cuando toparon con ellos, le hizo un movimiento para que le siguiera. Girandose al grupo por última vez, se despidió.
-Bueno, creo que eso es todo, si teneis intención de quedaros a pasar la noche, avisad, pero me temo que no puedo proporcionaros camas sin cobraros un extra. De todas formas conoced estas tres normas: El horario de visitas termina a las nueve y teneis terminantemente prohibido acceder a las demás galerias. Los baños estan arriba. Y ahora, si me disculpais, os dejo tiempo a solas.-
Guió a Vac hacia el exterior de la sala de operaciones, donde entonces le confrontó, su temple rompiendose por completo, pasando de ser Dama Urticaria de vuelta a ser Nia.
-¡Menuda mole de idiotez! ¿Acaso tiene cerebro entre sus tentáculos? Toima ha llegado demasiado lejos esta vez.-su voz apretada y algo aguda, sonaba en parte a furiosa y decepcionada.-¿Avisaste a los del cuchitril, no?-
す 争 基 ま
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
べ は づ す
て 欺 い 。
の 瞞 て
戦 に い
— Poema de Despedida Japonés (Anónimo, Sin Datar)
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Botica de la náyade
17/04/15, 07:24 pm
Una vez hubo informado a los cuchitrileros, el griego regresó al interior del edificio, enfilando las escaleras que llevaban al sótano y regresando a la sala de operaciones justo cuando Nia terminaba su discurso. Cuando sus ojos se encontraron con los de la niña está le hizo una seña para que la acompañara al pasillo y, sin comentar nada, el hado le franqueó el paso antes de seguirla.
Sin los novatos presentes la náyade dejó a un lado la fachada de Dama Urticaria y volvió a ser la de siempre, preguntándole con frustración que tenía el argos entre las orejas. Era una pregunta retórica, pero Vac no podía evitar preguntarse lo mismo, aunque no tampoco tenía una respuesta.
—Si, les he puesto al tanto y no tardaran en llegar —la informó, desviando la mirada hacia la puerta de la sala de operaciones—. Has hecho un buen trabajo ahí dentro, Nia —comentó—. Cada día me cuesta mas reconocer a la niña revoltosa con la que compartí cosecha —añadió con una sonrisa afectuosa. Aquel tiempo se le antojaba demasiado lejano.
Sin los novatos presentes la náyade dejó a un lado la fachada de Dama Urticaria y volvió a ser la de siempre, preguntándole con frustración que tenía el argos entre las orejas. Era una pregunta retórica, pero Vac no podía evitar preguntarse lo mismo, aunque no tampoco tenía una respuesta.
—Si, les he puesto al tanto y no tardaran en llegar —la informó, desviando la mirada hacia la puerta de la sala de operaciones—. Has hecho un buen trabajo ahí dentro, Nia —comentó—. Cada día me cuesta mas reconocer a la niña revoltosa con la que compartí cosecha —añadió con una sonrisa afectuosa. Aquel tiempo se le antojaba demasiado lejano.
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