Botica de la náyade

Recuerdo del primer mensaje :

De camino a la botica iba pensando en lo extraña que había sido la fuga de Noel y Vac. Antes de salir, cuando por fin se dio cuenta de que ninguno de los dos estaba por allí, subió al cuarto de Noel y tras llamar varias veces entró al entender que estaba vacío. Así era, y la ventana aún seguía simplemente arrimada. La cerró meneando la cabeza y salieron todos del cuchitril, no sabiendo si iban a volver pronto o no. La fuga de aquellos dos le dio que pensar durante el camino. Con todo el trajín de la llegada de los frivy's no había vuelto a pensar en lo de Noel y Wen de aquella mañana. Noel tenía derecho a tomarse un respiro ese día, pero quizá le dolía un poco no haber sido él quien tratara de animarlo, le hubiera gustado hacer algo, y sin embargo ni siquiera creía ser capaz de encontrar dos palabras seguidas para empezar a hablar con él de lo que sea que hubiera pasado. En cambio Vac... con Vac estaba en buenas manos, sin duda, pero le seguía pesando que pudiera parecer que él se había desentendido.

No prestó atención a los frivy's más que para mirar con curiosidad sus caras ante todo lo nuevo que se les venía encima. Ellos no tenían la culpa de que los hubieran traído, pero solo habían sido un incordio, arruinando aún más una mañana de por sí arruinada. Gael se frotó la sien allí donde le palpitaba horas atrás, como si nunca se hubiese tomado la infusión de Vac, y trató de apartar los pensamientos del estilo «vaya mañana de mierda» y similares.

Cuando llegaron al mercado, Gael les pidió a los demás que se adelantaran o le esperaran, porque tenía que hacer algunas compras. El dinero no era mucho, pero le sirvió para comprarse una aguja curva de sutura e hilo de dos tipos diferentes, ambos resistentes. No le duraría mucho, pero confiaba en que pudieran hacer alguna misión más pronto.

Gracias a la adquisición se encontraba un poco de mejor humor cuando llegó a la botica de la náyade. Su mirada recorrió todo el local parándose en los pequeños detalles que aún faltaban por restaurar. No eran quienes para decir mucho, los del cuchitril, pero allí todavía hacía falta un buen repaso, y seguramente se estaba encargando Nia sola. Claro que ahora le llevaban un par de esclavos para ayudarla con el trabajo. Buscaron a la náyade por el local, y siguiendo su voz la encontraron en el patio charlando con dos viejy's. Gael se paró en seco, fastidiado por no haberse dado cuenta de aquella eventualidad. No habían pensado que a ella también podían haberle ofrecido esclavos y ahora... había demasiados. Miró a Adara de reojo, sin saber muy bien qué hacer.
-¡Buenos días! -saludó de todos modos-. Has escogido un buen local para la botica. Oye, por cierto, si necesitas ayuda más días para cualquier cosa avísame. -Estuvo a punto de hablar por todos, pero no quería meterlos en líos, así que dejó que se ofreciese quien estuviese dispuesto-. Sabemos bien lo que es tener que poner a punto una casa vieja.

La ángel negro le explicó a continuación que le habían traído los esclavos que les habían ofrecido en el cuchitril para que trabajasen en su botica.

-¿Uvas? Yo creo que seria mejor darle un plátano y que lo pele él.- murmuré cuando la náyade se metió detrás del biombo, le hice caso sin embargo. Le metí un uva dentro de la jaula y la retiré rápido por si acaso me mordía, observo como el cadáver del mono recoge la uva y se la mete en la boca, la mastica y le doy la siguiente, la otra veo como se le resbala de la boca y cae al suelo de la jaula.

Cuando le voy a dar la cuarta el bicho por poco me muerde y retiré la mano antes por suerte, segundos después oí el sonido de algo rasgando el aire y cuando alcé la mirada vi unos dardos suspendidos en el aire, pero pronto el hechizo de la ulterana se deshizo y pude ver que los tenía clavados en el brazo.

-Urticaria, ¿estás bien?- pregunté avanzando hacia ella y desentendiéndome del bicho que ahora estaba dando chillidos en la jaula. Vi que se inyectaba algo y recordé sus palabras anteriores, decía que las agujas tenían un veneno sedante del sistema nervioso. Me pidió que le acercase un libro pero no pude evitar verla bostezar. Cogí el libro y se lo pasé diciendo.- ¿No sería mejor que descansases un poco? y, no es por parecer metomentodo, pero ¿no habría sido mejor que te hubieses escudado con magia? Más vale prevenir al fin y al cabo,- en mi voz se notaba preocupación, a pesar de haber tenido poco contacto con ella no quería que le pasase nada malo.- Si quieres puedo hacerlo yo y tú me indicas cómo,- no sabía como le había afectado aquel veneno, pero aunque se hubiese puesto el antídoto aún no estaba del todo bien.

Nia

-Tonterias...-exclamó la ulterana.-He soportado peores envenamientos y hemos conseguido la muestra, que era lo que importaba. Con la magia podria haber evitado el daño, pero no haber recuperado los dardos, se parten con extrema facilidad.-le explicaba.-Y matar al animal para extraerle un par de dardos me parecia una tonteria, una crueldad y, por último, un malgasto, ya que no es para nada una criatura común y apenas me gasta.-continuó, parpadeando lentamente de vez en cuando mientras devolvia la jaula a la galeria con las demás-Enredo, tu mismo deberias acostumbrarte, a desarrollar una resistencia contra los venenos. Avanzarás mucho más rápido si no tienes miedo de morir por tus experimentos.-dijo la ulterana, encogiendose de hombros.
-Y soy tu maestra y esto es un encargo así que no y no. Lo haré yo, tu observaras y aprenderás.-contestó la niña con cierta autoridad, luchando contra el sueño. No sabia porque pero le molestaba que el novato la tratase como un ser tan débil y frágil que no podia aguantar ni media onza de veneno en vena, pero hizo todo lo posible por no exteriorizarlo.
Dispuso en la mesa el libro, lo abrió por la pagina ciento tres y comenzó a leer la entrada que ponia sobre las "Soluciones de Lux Lunari" y comenzó a murmurar mientras leia para si misma, repitiendo los pasos esenciales.
-Carga de esencia 39... Vacio de 2º... Espiga de Martillo, cantidad de luz lunar... cantidad... cantidad.-se repetia mientras surcaba las líneas con el dedo índice.-¡Ah! Aquí lo pone... ¿tan pocos vatios son? Serian entonces aproximadamente unas... cinco, seis horas.-concluyó tras la estimación, cerrando el libro con un golpe seco y entonces se enfrentó al humano.-Está bien, tengo todo controlado por aquí, hora de explicarte.-
Le mostró el frasquito que parecia contener canela.
-Esto se llama Espiga de Martillo y funciona como el papel higienico ¿sabes lo que es? Algo muy muy absorvente. Su objetivo es, básicamente, sacar todo el veneno de los dardos para poder separar ambos ingredientes.-dijo, mientras extraia y estiraba, como si fuese un pergamino, las ramitas de canela y en ellas envolvia los dardos y los devolvia a la bandeja.
-Esto hay que dejar que lo bañe la luz de la luna cinco o seis horas, segun se vea y sacará hasta la última gota del veneno, incorporandolo a las mismas espigas.-dijo la ulterana recogiendo todo menos al bandeja con los dardos envueltos.-Mañana se podrá hacer el resto, si es que sigues apuntando, pero, para la próxima vez tengo una tarea para ti.-sacó una bolsita con pequeños colmillos de algun pez de gran tamaño.-Estos son colmillos de Kuneri, bastante famosos, pero con muchos usos, quiero que te centres en la receta más simple: Una medida contra el acne. El resto de ingredientes son bastante simples: Sal y Aceite y creo que los encontrarás en Serpentaria perfectamente, además de la receta que es bien conocida.-le informó la ulterana.-Y ¡Ah! Llevate esto tambien.-dijo, pasandole un pequeño mortero de madera.-Lo necesitarás.-

Se cruzó de brazos, mientras se quitaba el uniforme de laboratorio y los demás accesorios.
-Y eso seria todo por hoy.-y terminó con un bostezo disimulado.-¿Alguna pregunta?-

-Ya entiendo, te he malinterpretado, lo siento,- me disculpé con la chica.- ¿Desarrollar resistencia contra venenos? Ya me gustaría, no sabría por donde empezar ahora mismo.- sonaba mas fácil de decir que de hacer.

-De acuerdo,- contesté a la niña cuando renunció a mi ayuda, <<Solo trataba de ser amable la verdad>>. Se puso a rebuscar en el libro y esperé pacientemente a que terminase. <<Claro que sé para que sirve el papel higiénico. Ah, se refería a eso, ya empezaba a pensar que se usaba para limpiarse también>> pensé cuando explicó para que servía la espiga. La ulterana dijo algo de dejarlos a la luz de la luna unas horas y cuando terminó me puso deberes. Cada vez se parecía más al colegio aquello.

-Sí, de hecho tengo dos preguntas,- dije mientras me quitaba la bata y demás,- la primera es simple curiosidad, ¿de que luna hablabas? por que como tengas que esperar a que salga la luna aquí.... Claro que sé que hay otros mundos, pero en algunos hay mas de una luna y supongo que cada una desprenderá un tipo de energía distinta al resto.- comenté,- Y la otra, ¿a qué hora tengo que estar aquí mañana?

Nia

La ulterana alzó una ceja, con cierto interés.
-La investigación y la curiosidad, van de la mano, no lo olvides.-cubrió la bandeja con un papel metálico, de aspecto como el papel de aluminio y, se volvió a girar al chico.-Eso ha sido otra prueba, por si preguntabas, pero, estás en lo cierto, la luna roja no serviria, aparte de por el tiempo, por las cualidades. Cierto es que hay ciertas ramas de la alquimia que solo se pueden practicar en bajo la influencia del gran astro rojo, pero esta no es una de ellas. Haré una salida en poco tiempo a un mundo vinculado cuya luna tiene las propiedades que buscamos, en este caso, unas parecidas a las de la Tierra.-
La ulterana soltó un pequeño resoplido seguido de una risa tan educada como firme.
-Vete acostumbrandote, Enredo. Pienso ponerte a prueba en más de un sentido.-soltó, curvandose sus comisuras en una sonrisa con malicia.
-Mañana te espero aquí a la misma hora que hoy, al caer al sol, que es cuando la botica no me necesita.-le contestó y se despidió de él con la mano.-Esperemos que estes tan animado como lo estabas hoy.-añadió, tras un bostezo.

No me sorprendió que la ulterana me siguiese probando así que cuando me respondió cabeceé en señal de asentimiento y volví a la zona del mostrador con las cosas que me había dado. Cuando iba a salir por la puerta le dediqué una sonrisa al cocodrilo y me despedí.

-Nos vemos mañana Kroki.- y salí por la puerta mas contento que unas pascuas. Puse rumbo de inmediato a Serpentaria, quería ponerme con lo que me había mandado Urticaria de inmediato, y aparte quería escribir en mi libreta lo que había aprendido hoy.

Sigue en la Torre Serpentaria.

Nia y ???

En una esquina oscura de la botica, pobremente iluminada debido a una casual malfunción en la bombilla mágica que lo alumbraba, un ser encapuchado observaba la interacción entre el cocodrilo y el humano que se despedia. El cocodrilo asomaba un puño y el hocico por la puerta entonces y soltó una sarta de insultos y amenazas varias.
No importaba la de veces que se mirase a aquella esquina, nunca verian a la figura encapuchada. Vestida de negro, numerosos hechizos potentes de camuflajes estaban bordados en la tela oscura, ocultandole de la vista de muchos salvo aquellos que tenian un don o las aptitudes para distinguir aquel tipo de magia. Debajo de la capucha, unos labios resecos y finos y una sonrisa infinita que hendia las sombras de la misma capucha, internandose en la oscuridad de su oculta persona. Pasó un tiempo hasta que, voluntariamente se hizo notar.
La niña cerraba ya la tienda. Se despidio del cocodrilo gigantesco y echó el cierre y, como de costumbre, reforzó la seguridad mágica de la entrada y las ventanas. Se quedó haciendo cuentas tras el mostrador hasta entrada la noche. El frivy pelinaranja le dio las buenas noches a su jefa y se subio bostezando. Dejó que la cria se metiese en sus cuentas para, paulatinamente, descender la efecitivdad de sus protecciones. Nia parpadeó y vio lo que no habia visto en todas las últimas horas de trabajo y, al instante se le heló la sangre. No importaba las veces que aquellas "visitas inesperadas" se hiciesen realidad, la niña siempre reaccionaba con la misma expresión, el mismo sobresalto y el mismo miedo y respeto en sus ojos. Era sabroso.
-Me has asustado, de nuevo.-dijo con una mano en el pecho, intentando serenar su corazon acelerado.
-Lo siento, niña.-dijo la rasposa y aguda voz detrás de la capucha. Aquella voz, parecia cargar una propia maldición en cada palabra y cada palabra en sí portaba una letania de dolor y la volvia automaticamente prohibida. El ser, en efecto, corrompia las palabras a medida que salian de su boca. Entonces, se fue acercando sin hacer ningun otro sonido salvo el de su voz. Poco a poco, con su lento andar hacia ella, las luces se fueron apagando una a una, mientras las bombillas sufrian varias malfunciones y la sala se iba sumiendo más y más en la oscuridad.-Pero el terror es mi vino y ya es muy tarde para que yo deje de beber.-añadió despues, plantandose enfrente a la mesa del mostrador, ahora tan solo iluminado por una de las bombillas.

Nia era consciente de que todo aquello no era para nada un acto irracional e ilógico. Era parte de su acto. Aquel ser se deleitaba de veras en sacar a las personas arrastras de su zona de confort y, en este caso, el miedo bien podia ser la herramienta más útil de la que disponer. Asi que, haciendo uso de todo su valor y caracter aristocrático, la ulterana se dispuso a regañarle por romperle aquellas bombillas simplemente para su placer propio, pero el encapuchado se le adelantó y fue directo al grano.
-¿Tienes cadaveres para mi, niña? ¿Quieres que mire alguno y te diga lo que veo?-dijo y, en ese instante, su voz dejó un pequeño eco metálico en el aire. Todo aquel ser encapuchado sobrenatural supuraba miedo y peligro y Nia pudo captar en el aire un potenciador de este último, fruto de una alquimia oscura que aun se le escapaba. La ulterana se tapó la cara con una mascarilla que sacó de debajo de la mesa y, entonces, le contestó, más calmada cuando sus poderes de náyade fueron neutralizando el veneno psicótico que supuraba el ser.
-Está vez son tres.-le informó, alzandose de su asiento.-Sígueme.-añadió a continuación, mientras iba a la trastienda. Darle la espalda, seria un error que la ulterana nunca volveria a cometer. Las manos de aquel ser, delgaduchas y enfermizas y con unas uñas largas y negruzcas, llenas de roña, se cerraron sobre su cuello, privandola del aire que necesitaba para respirar. Las dos pieles pálidas, una de aspecto mucho más saludable, se fundieron de tal manera en mitad de la pelea que aportó la náyade en evitar ser asfixiada y la resistencia que opuso el encapuchado a soltar su presa. Poco a poco, la consciencia de la niña se perdió en la noche, escuchando una ominiosa y corrupta risa del ser encapuchado.

Llegué con tiempo más que de sobra y ardía en deseos de ver a la náyade para mostrarle la pócima y que podía seguir sus instrucciones, el mortero lo llevaba en el zurrón con la botella.

Abrí la puerta entusiasmado y como siempre el cocodrilo allí, no se iba a cansar de verme ni nada. Pero esta vez detrás del mostrador no estaba Urticaria, había un frivy.

-¿Y Dama Urticaria? ¿En la trastienda?- no me parecía ilógico que hubiera decidido terminar la solución de los enamorados y que estuviese allí haciéndolo.

Matanza

El cocodriloforme en cualquier otra situación le habria hecho pagar al desgraciado humano oportunista, pero no en aquella ocasión. Se podria ver cierta consternación apreciable en su normalmente hieratica cara. Sentado desde su palanquín, le contestó de mala gana.
-Está en el sótano.-
En cuanto Stefan se puso en marcha, el lagarto se levantó y se acercó a él acelarando el paso. Deteniendole agarrandole del hombro, añadió.
-Ha sufrido un accidente. No está muy receptiva.-dijo con una mirada siniestra en sus amarillentos ojos.-Creo que no es el mejor día que vengas, aunque ella diga lo contrario.-
Y, como arripintiendose, negó con la cabeza y volvio a arrastrarse en su palanquín, donde se recostó, llegando a un estado somnoliento pero aún vigilante.

Con la respuesta del cocodrilo me dirigí hacia el sótano, de pronto sentí la mano del ser en el hombro y me giré.

-¿Está bien? - no responde a la pregunta pero sí dice que quizá no sea el mejor día para venir.- Maldita sea, espero que esté bien.

Pasé por el mostrador y por el lado del frivy, según avanzaba iba murmurando por lo bajo el hechizo de intangibilidad, al llegar a la trastienda me hundí en e suelo y llegué al sótano mucho más rápido que por las escaleras.

-¿Urticaria?,- llamé sin saber si la ulterana estaría dormida o despierta, de hecho ni la veía.

Dama Urticaria

La alquimista murmuraba por lo bajo. Escribia con la mano izquierda sobre unos pergaminos algo gastados, tan solo iluminada por la bioluminiscencia de una pequeña orbe flotante. La pluma rasgaba el papel sin cesar, mientras la chica murmuraba para si y la tenue luz se reflejaba en sus ojos con unas bolsas ya de por si marcadas.
Apenas se dio cuenta cuando el humano atravesó el techo intangible y, de haber sido así, habria seguido con su redacción. Tenia puesto un yukata largo y, encima de este un abrigo grueso de cuero y piel tratada. La manga derecha de ambas prendas colgaba inerte y vacia, pendiendo de sus costados como un trozo de tela inutil.
La ulterana, recitaba una especie de compuestos, discutiendo consigo misma mientras los iba apuntando, como una sutra o oración interminable, fue la voz del chico que le sacó de su contemplación. Lenta y pesadamente, la chica se giró y aumentó la luz para toda la sala, iluminando su escritorio y silla con ella misma, mientras le dirigia una mirada vacia al brujo. A su lado, un pequeño trazo de un líquido transparente y denso, como un baba la precedia y pringaba el lado derecho de la ulterana, así como su manga vacia que colgaba prendada de su cuerpo. Ladeando la cabeza ligeramente, habló.
-Enredo...-dijo, muy débil.-¿Ya es de noche?-preguntó algo confusa, mirando un reloj estropeado suspiró con cansancio. Se levantó con algo de dificultad, ayudada por su brazo izquierdo. Con una expresión de dolor, se alzó y recogió sus pergaminos, guardandolos en los cajones.-¿Lograste... ¿Lograste dar con la receta correcta?-

La sala se ilumina más y puedo ver a la chica sentada delante de un escritorio, veo algo goteando a su lado.

-Dios santo, ¿que te ha pasado?,- corrí hacia la ulterana y me arrodillé a su lado.- S-sí, hice lo que me pediste, ¿pero que importa ahora eso? ¿Como estás? No me digas que bien, se nota a la legua que no estás bien. No deberías estar trabajando, tendrías que estar descansando.- mi voz denotaba preocupación.- Joder, el cocodrilo me dijo que estabas mal, pero no imaginé que tan mal. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?,- seguro que sobre curación mediante magia ella sabía mas que yo, pero yo podía prestarle mi magia de necesitarla.

Nia

Frunció el ceño con las palabras del humano.
-No, no estoy bien, Enredo. Me falta un brazo. Una no esta completa sin sus dos brazos, pero me estoy apañando.-se apartó del humano y terminó de recoger la mesa, con una expresión tan incómoda como vacia. Cuando terminó, suspiró.
-Si. Puedes.-le dijo tendiendo unas pinzas de laboratorio.

Entonces, la niña le dio la espalda y se sacó el hombro derecho del yukata, mostrandole gran parte de la espalda. Donde debia haber un brazo habia un pequeño muñon acorde al tamaño de la náyade envuelto en un par de telajes empapados en perfume y otros unguentos alquímicos, así como un pequeño circuito de runas que Stefan no podria haber podido identificar. La piel entorno a las vendas estaba correosa y agrietada, con un malsano color violaceo.
-Extraeme una muestra, una que parezca especialmente caliza.-le dijo, apartandose la melena dorada y echandola por delante de su pecho.

<<¿Un brazo? Eso no se pierde en un experimento de laboratorio. ¿Que diablos le habrá pasado?>>. Me pasa unas pinzas de laboratorio y las cojo resuelto, aunque al oir lo que me pide mi voluntad flaquea un poco. <<Si no fuese por que está mal de verdad creería que esto es otra prueba>>.

-Esto te va a doler,- nada podía decir que ella no supiese ya,- lo siento de antemano.- y sin pensarme mucho lo que tenía que hacer localicé una parte que seguramente serviría. Respirando hondo acerqué las pinzas, apreté y tiré.- ¿D-dónde dejo la muestra?

Dama Urticaria

La ulterana no se inmutó cuando el chico le arrancó el trozo de piel. Al instante, se volvió a vestir comedidamente y se giró. De entre la faja sacó una pequeña probeta que descorchó con los dientes y se la tendió al chico para que depositara la muestra en ella. Una vez lo hizo, volvio a taparla con el corcho y la dejó en un calientaplatos cercano. Suspirando, se giró hacia el humano.
-Bueno. ¿Qué me has traido?-preguntó, entrecerrando los ojos.

Urticaria sacó una probeta, la descorchó y yo metí la muestra dentro, dejó la probeta en un calientaplatos y no perdió el tiempo, segundos después volvió a preguntarme acerca de lo que me había mandado.

-Lo tengo aquí,- dije rebuscando en mi zurrón, saqué la botella que contenía la sustancia y el mortero, dejé ambas cosas sobre la mesa y expliqué.- Me costó más de lo que imaginaba pero creo que lo he hecho bien, la verdad no me esperaba que algo de tan sólo tres ingredientes fuese así de complicado.

Examiné a la chica y empecé a preguntarme si la magia curativa no podría arreglar lo de su brazo. Lo cierto es que no sabía si las náyades se regeneraban o no pero tenía que ser a la fuerza más rápido usando magia. O quizá no tenía ningún tipo de arreglo y eso se viera por donde se viera era una putada.

Nia

Dejó el mortero junto a otros parecidos tras lanzarle un hechizo de limpieza y volvio con Stefan. Le pidio que le abriese la botella y entonces se lo llevó a la nariz. Le dedicó dos olisqueos y, finalmente, metió su dedo meñique en el caldo y se lo llevó a la boca. Saboreandolo unos instantes, compungio la cara un instante para acabar frunciendo el ceño.
-Podria estar mucho mejor, la verdad.-comentó, algo desagradada.-Importa poco, aun estás empezando.-dijo.

Esta vez sacó una rueda de queso blancuzco, unas bayas rojilas y un trozo de corteza de pino fresco.
-Al igual que el primero de los acertijos, pero simplificado. ¿Cuál dirias tu que es el más comestible, para estar seguro que no esta intoxicado o emponzoñado por alguna arte oscura?-

Hice lo que me pidió la ulterana y cuando mencionó que podía estar mejor me limité a encogerme de hombros y responder:

-Nadie lo hace a la perfección en la primera vez. Mejoraré, todo es practicar.- La observé sacar comida y ponerla sobre la mesa y después hizo otra pregunta, como si fuese la misma prueba de la ultima vez.- ¿Algún día dejarás de ponerme a prueba? Simple curiosidad.- sin embargo respondí a su pregunta.- Si tuviera que elegir una de las tres cosas elegiría la corteza de pino, parece fresca y sé que es comestible. En cambio no sé nada de esas bayas y bien podrían ser venenosas. El queso en cambio está elaborado, lo que me hace pensar que sí podría haber sido emponzoñado por algún arte oscura. Es lo que creo que podría ser.- sentencié.