- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Maneki Neko - RV Gakuen
20/04/23, 12:52 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Era el último viernes del mes. Estaba amaneciendo y los primeros rayos del alba empezaban a filtrarse a través de las rendijas de la ventana. Tímidos pero decididos a indicar la llegada de un nuevo día.
Ethan no tardó mucho en incorporarse. Apago la alarma antes de que llegara a sonar y aún perezoso, fue a abrir las persianas. El fogonazo de luz repentino baño toda la habitación, lo que le hizo entrecerrar los ojos con cierta molestia. El buen tiempo no acompañaba su estado de ánimo, que lejos de estar alegre se notaba cansado.
Al poco ya estaba bajando a desayunar. Con una coleta maltrecha y unas ojeras que solo indicaba lo poco que había descansado se sentó en una de las mesas más alejadas. Aunque el joven nunca había sido un icono de la moda, hoy se notaba cierto esfuerzo en pasar desapercibido. Vestido con un chándal gris dos tallas mayor y una gorra del mismo tono que le ocultaba parte del rostro, ni siquiera sus zapatillas de normal coloridas acompañaban, siendo hoy de un impoluto y simple blanco. Era un conjunto idóneo para correr o para atracar a alguien, todo dependiendo del contexto.
Y aun así no podía evitar sentirse rodeado de miradas indiscretas. Los veteranos de la residencia ya conocían ese tipo de ritual, mientras que a los novatos se les avisaba de improvisto para que no molestaran.
Todos respetaban su espacio de tranquilidad, pero era inevitable que surgieran rumores ante semejante aura de misterio. Ethan aún conociendo de su existencia, simplemente optaba por ignorarlos. No quería saber nada acerca de ellos.
Recogió las cosas, se cargó la mochila al hombro y sin dirigirse a nadie se encaminó hacia la salida. Móvil en mano volvió a consultar el tiempo de la última semana. Unos días atrás había llovido. No en el campus, si no en el lugar al que se dirigía y eso significaba, que si de por si iba a ser una jornada larga, ahora resultaría extenuante.
Y mientras el joven se perdía entre sinuosas calles, el campus empezaba a llenarse de vida. Alumnos que iban y venían entre los jardines, facultades que abrían sus puertas y timbres que anunciaban el inicio de las primeras clases.
Era viernes y eso se notaba en el ánimo colectivo de quienes deseaban disfrutar del fin de semana.
Solo un par de horas después con las aulas abarrotadas y los profesores dando unas clases letárgicas, un silencioso móvil se encendía con la entrada de una curiosa llamada. Era, cuanto menos, infrecuente. Nohlem conocía el intento de respeto que el Londinense tenía por las clases. Si de por sí era extraño que llamase fuera de una quedada, más lo era que lo hiciera en horas lectivas.
Se sumó a la situación cuando aceptó la llamada y la primera respuesta que obtuvo fue un lastimoso balbuceo incomprensible. El intento resultó breve, acompañado de un silencio que solo se veía interrumpido por lo que parecía sonar como un ligero lloro. Le costó un segundo más el empezar a formular un inicio de conversación.
-Perdón yo… -Tras haberse calmado lo suficiente, otro silencio repentino volvió a golpear la llamada. Tratando con un éxito dudoso de contener la amalgama de emociones que recorría su garganta. Ethan apenas hablaba en un susurro, con una voz continuamente rota ante una situación que parecía superarlo-. No quiero molestar es solo… solo qué… Mierda, perdón.
No llegó a acabar. Se vio abruptamente interrumpido cuando perdió por completo la batalla y un llanto esta vez más notorio se hizo eco en la llamada. Siquiera había logrado terminar una sola frase, y la frustración que sentía le dio el último empujón que necesitaba para lograr finalizar una entre suspiros entrecortados. Que lejos de dirigirse al felino, lanzó al aire como una queja lamentable.
-Joder… ¿Dónde se silencia esta mierda?
Era el último viernes del mes. Estaba amaneciendo y los primeros rayos del alba empezaban a filtrarse a través de las rendijas de la ventana. Tímidos pero decididos a indicar la llegada de un nuevo día.
Ethan no tardó mucho en incorporarse. Apago la alarma antes de que llegara a sonar y aún perezoso, fue a abrir las persianas. El fogonazo de luz repentino baño toda la habitación, lo que le hizo entrecerrar los ojos con cierta molestia. El buen tiempo no acompañaba su estado de ánimo, que lejos de estar alegre se notaba cansado.
Al poco ya estaba bajando a desayunar. Con una coleta maltrecha y unas ojeras que solo indicaba lo poco que había descansado se sentó en una de las mesas más alejadas. Aunque el joven nunca había sido un icono de la moda, hoy se notaba cierto esfuerzo en pasar desapercibido. Vestido con un chándal gris dos tallas mayor y una gorra del mismo tono que le ocultaba parte del rostro, ni siquiera sus zapatillas de normal coloridas acompañaban, siendo hoy de un impoluto y simple blanco. Era un conjunto idóneo para correr o para atracar a alguien, todo dependiendo del contexto.
Y aun así no podía evitar sentirse rodeado de miradas indiscretas. Los veteranos de la residencia ya conocían ese tipo de ritual, mientras que a los novatos se les avisaba de improvisto para que no molestaran.
Todos respetaban su espacio de tranquilidad, pero era inevitable que surgieran rumores ante semejante aura de misterio. Ethan aún conociendo de su existencia, simplemente optaba por ignorarlos. No quería saber nada acerca de ellos.
Recogió las cosas, se cargó la mochila al hombro y sin dirigirse a nadie se encaminó hacia la salida. Móvil en mano volvió a consultar el tiempo de la última semana. Unos días atrás había llovido. No en el campus, si no en el lugar al que se dirigía y eso significaba, que si de por si iba a ser una jornada larga, ahora resultaría extenuante.
Y mientras el joven se perdía entre sinuosas calles, el campus empezaba a llenarse de vida. Alumnos que iban y venían entre los jardines, facultades que abrían sus puertas y timbres que anunciaban el inicio de las primeras clases.
Era viernes y eso se notaba en el ánimo colectivo de quienes deseaban disfrutar del fin de semana.
Solo un par de horas después con las aulas abarrotadas y los profesores dando unas clases letárgicas, un silencioso móvil se encendía con la entrada de una curiosa llamada. Era, cuanto menos, infrecuente. Nohlem conocía el intento de respeto que el Londinense tenía por las clases. Si de por sí era extraño que llamase fuera de una quedada, más lo era que lo hiciera en horas lectivas.
Se sumó a la situación cuando aceptó la llamada y la primera respuesta que obtuvo fue un lastimoso balbuceo incomprensible. El intento resultó breve, acompañado de un silencio que solo se veía interrumpido por lo que parecía sonar como un ligero lloro. Le costó un segundo más el empezar a formular un inicio de conversación.
-Perdón yo… -Tras haberse calmado lo suficiente, otro silencio repentino volvió a golpear la llamada. Tratando con un éxito dudoso de contener la amalgama de emociones que recorría su garganta. Ethan apenas hablaba en un susurro, con una voz continuamente rota ante una situación que parecía superarlo-. No quiero molestar es solo… solo qué… Mierda, perdón.
No llegó a acabar. Se vio abruptamente interrumpido cuando perdió por completo la batalla y un llanto esta vez más notorio se hizo eco en la llamada. Siquiera había logrado terminar una sola frase, y la frustración que sentía le dio el último empujón que necesitaba para lograr finalizar una entre suspiros entrecortados. Que lejos de dirigirse al felino, lanzó al aire como una queja lamentable.
-Joder… ¿Dónde se silencia esta mierda?
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
04/05/23, 01:54 pm
—Bueno, yo no lo he pasado mal.
No se sentía correcto decir que lo había pasado bien, porque aunque era verdad que habían terminado a carcajada limpia también habían pasado por más baches que en una carretera vieja en plena montaña. Por descontado que no se arrepentía de haber ido, pero... mejor si tampoco pensaban mucho en sus acciones.
No se fijó en como Ethan evitaba el coche, pero si lo hubiera hecho se habría apartado en el momento. Por el contrario se mantuvo apoyado en este con una sonrisa espectante cada vez mayor. Ahí estaba ese brillito de ilusión que esperaba, incluso si sus palabras eran contrarias al mismo.
—Perdóneme si no le gustan al señorito Mulán, si lo prefiere a la próxima le regalo fish and chips que seguro es más de su agrado británico —exhaló una risa por la nariz—. Sí, seguro...
No le iba a decir que había recurrido a cierto detective privado en prácticas para averiguar su dulce favorito, casi mejor que creyera la respuesta estereotípica más simple y no se notaba tanto lo coladito que estaba por él. Se separó del coche para agenciarse un dulce; pilló uno de los verdes y lo estrujó entre los dedos para comprobar como de esponjoso era.
—¿Sabes que muere mucha gente en Japón por comer estas cosas? Lo leí al buscar un top 5 de dulces más japoneses que existen —dijo con una sonrisa de medio lado antes de morderlo. Al menos era verdad que lo había leído al buscar donde comprarlos. Masticaría con cuidado por eso—. ¿Cómo? —tragó y alzó las cejas, divertido—. ¿Librarte de la poli? ¿Tú? ¿Se puede saber que estabas haciendo para tener que hacer eso? Y perdona pero yo no reniego de mis raíces varmano-cubanas, mis memes de mierda son parte de mi cultura.
Le dio otro bocado al mochi hasta llegar a la fresa. Es verdad que la textura era rara y fácilmente atragantable pero estaba rico.
—Hm oye, a todo esto, ¿cómo piensas volver? —fingió distraerse con el dulce—. ¿Quieres que te acompañe? A mi... no me importa.
Por supuesto que quería acompañarle, así tuviera que ir al campus andando y tener que pillar un taxi solo para volver a por su coche. Nohlem era o muy buen amigo o un simp de manual. O puede que un mix de ambas.
No se sentía correcto decir que lo había pasado bien, porque aunque era verdad que habían terminado a carcajada limpia también habían pasado por más baches que en una carretera vieja en plena montaña. Por descontado que no se arrepentía de haber ido, pero... mejor si tampoco pensaban mucho en sus acciones.
No se fijó en como Ethan evitaba el coche, pero si lo hubiera hecho se habría apartado en el momento. Por el contrario se mantuvo apoyado en este con una sonrisa espectante cada vez mayor. Ahí estaba ese brillito de ilusión que esperaba, incluso si sus palabras eran contrarias al mismo.
—Perdóneme si no le gustan al señorito Mulán, si lo prefiere a la próxima le regalo fish and chips que seguro es más de su agrado británico —exhaló una risa por la nariz—. Sí, seguro...
No le iba a decir que había recurrido a cierto detective privado en prácticas para averiguar su dulce favorito, casi mejor que creyera la respuesta estereotípica más simple y no se notaba tanto lo coladito que estaba por él. Se separó del coche para agenciarse un dulce; pilló uno de los verdes y lo estrujó entre los dedos para comprobar como de esponjoso era.
—¿Sabes que muere mucha gente en Japón por comer estas cosas? Lo leí al buscar un top 5 de dulces más japoneses que existen —dijo con una sonrisa de medio lado antes de morderlo. Al menos era verdad que lo había leído al buscar donde comprarlos. Masticaría con cuidado por eso—. ¿Cómo? —tragó y alzó las cejas, divertido—. ¿Librarte de la poli? ¿Tú? ¿Se puede saber que estabas haciendo para tener que hacer eso? Y perdona pero yo no reniego de mis raíces varmano-cubanas, mis memes de mierda son parte de mi cultura.
Le dio otro bocado al mochi hasta llegar a la fresa. Es verdad que la textura era rara y fácilmente atragantable pero estaba rico.
—Hm oye, a todo esto, ¿cómo piensas volver? —fingió distraerse con el dulce—. ¿Quieres que te acompañe? A mi... no me importa.
Por supuesto que quería acompañarle, así tuviera que ir al campus andando y tener que pillar un taxi solo para volver a por su coche. Nohlem era o muy buen amigo o un simp de manual. O puede que un mix de ambas.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
04/05/23, 03:31 pm
Ethan se quedó sorprendido ante el dato, observando su mochi con nuevos ojos… Nah, estaban demasiado ricos. Le volvió a hincar el diente, siquiera aún iba por la mitad del dulce. Ya era triste que su amigo conociera más información que él sobre su ¨propia cultura¨ pero que se le iba hacer, al menos se iba con un dato de regalo.
-¡¡Bueno, suerte para nosotros no vivimos en Japón!! -Exclamó victorioso, como si de alguna forma esa información les salvará de cualquier posible ranking de muertes. Cuando el felino mencionó a la poli Ethan le dedicó un guiño burlesco. Queriendo hacerse completamente él interesante a pesar de que, en verdad, la mayoría de conflictos con la poli siempre sucedían por terceros: Como la vez que Connor golpeó a un gilipollas en una disco o la vez que Connor decidió tirarle el vaso de cristal a uno con el que se habían cruzado.. o cuando Connor se metió en contraría… Ah bueno, también tenía sus intentos de colarse en el cementerio por la noche. -Ah si tu supieras, en general estar siempre rodeado de liantes.
No replicó nada ante el comentario de los memes aunque dudaba que aquello fuera una tradición especialmente ¨cubana¨ teniendo en cuenta que alguno de ellos estaban en otros idiomas, como en brasileño. Nunca llegó a comprender muy bien el significado de los mismos, dando por supuesto que era un humor demasiado ¨avanzado¨ para él.
De igual manera no tardó en desviar la vista al final de la calle, donde descansaba una fila entera de bicicletas para coger. Él había llegado en una, en un paseito calmado de casi dos horas pero no veía correcto confesarselo a Nohlem. Primero porque le resultaba feo obligar a que cogiera una después de que viniera sin apenas explicaciones y segundo, porque dudaba que el gato pudiera seguirle el ritmo. No estaba diciendo que tuviera mala forma, ahora bien, la bicicleta era cansada y el bueno… Alguien con coche.
-Hay… Un bus cerca, nos deja a 10 minutos del campus, vaya. Si no te importa… -Dejó la frase al aire, era un tanto egoísta aceptar su propuesta cuando ya le había ayudado tanto, pero que le iba a hacer, quería disfrutar todo lo posible de su compañía.
Obviamente que el felino iba a aceptar. En cuanto le dio el visto bueno Ethan se guardó los mochis en su mochila y aprovecho el camino para terminarse el que estaba a medias. Aún no era hora de comer, así que para la suerte de ambos el transporte público apenas llevaba gente. En cuanto subieron, el londinense le guío hasta la parte trasera donde habían 2 asientos individuales. No le preguntó si prefería ventana pues, en general siempre se la guardaba para él por si acaso tenía que desconectar del viaje.
Vale que un autobús no fuera exactamente igual que un coche: iban con lentitud, eran muchísimo más grandes y de alguna manera resultaban seguros. Esos detalles le permitían ganar suficiente valor como para querer subirse a uno, pero no le quitaba el miedo que le generaba cuando comenzaban su marcha. Ethan se congelaba en el sitio, apoyado en la silla mientras su mirada divagaba entre la ventana o su compañero. Tan siquiera hablar era un esfuerzo extra pues su concentración se centraba de forma paranoica en cada ruido medianamente fuerte que generaba el vehículo. Joder, era todo un logro para su trastorno post traumatico el si quiera lograr estar sentado y en esa tensión generada tenía cierto margen para buscar distracciones, o al menos cierto consuelo.
Fue un movimiento semejante al que sufrió en el cementerio. Su mano se movía sola, desesperada por encontrar un agarre que fuera estable entre el vaivén del trayecto. El joven era alguien de contacto, criado en el consuelo constante de su hermano había adquirido ese deje de querer siempre compañía cercana. Alguien al que poder abrazar en momentos de necesidad, o en este caso, alguien a quien poder darle la mano. Dudo cuando sus yemas rozaron el dorso de Nohlem, girando el rostro para mirarle con una sonrisilla nerviosa. Ethan era pálido, pero ahora su piel había conseguido un límite nuevo de blancura, al final sí que le pegaba ser Blancanieves fíjate tu.
-Te molesta...¿si? -Sus ojos rogaban que le dejara a pesar de todos los esfuerzos que estaba uniendo para asemejarse a una persona decente y no a alguien aterrado. -Que si no da igual -Soltó una risita entre dientes, desinflándose del nerviosismo.- Es que me mareo un poco aún…
Mientras terminaba la frase sus dedos empezaban a juguetear con la cercanía, sin querer llegarse a enredar entre los contrarios por miedo a un rechazo que veía entendible. Por ahora se contentaba con la propia suavidad que le regalaba la caricia torpe que le estaba dando al varmano.
-¡¡Bueno, suerte para nosotros no vivimos en Japón!! -Exclamó victorioso, como si de alguna forma esa información les salvará de cualquier posible ranking de muertes. Cuando el felino mencionó a la poli Ethan le dedicó un guiño burlesco. Queriendo hacerse completamente él interesante a pesar de que, en verdad, la mayoría de conflictos con la poli siempre sucedían por terceros: Como la vez que Connor golpeó a un gilipollas en una disco o la vez que Connor decidió tirarle el vaso de cristal a uno con el que se habían cruzado.. o cuando Connor se metió en contraría… Ah bueno, también tenía sus intentos de colarse en el cementerio por la noche. -Ah si tu supieras, en general estar siempre rodeado de liantes.
No replicó nada ante el comentario de los memes aunque dudaba que aquello fuera una tradición especialmente ¨cubana¨ teniendo en cuenta que alguno de ellos estaban en otros idiomas, como en brasileño. Nunca llegó a comprender muy bien el significado de los mismos, dando por supuesto que era un humor demasiado ¨avanzado¨ para él.
De igual manera no tardó en desviar la vista al final de la calle, donde descansaba una fila entera de bicicletas para coger. Él había llegado en una, en un paseito calmado de casi dos horas pero no veía correcto confesarselo a Nohlem. Primero porque le resultaba feo obligar a que cogiera una después de que viniera sin apenas explicaciones y segundo, porque dudaba que el gato pudiera seguirle el ritmo. No estaba diciendo que tuviera mala forma, ahora bien, la bicicleta era cansada y el bueno… Alguien con coche.
-Hay… Un bus cerca, nos deja a 10 minutos del campus, vaya. Si no te importa… -Dejó la frase al aire, era un tanto egoísta aceptar su propuesta cuando ya le había ayudado tanto, pero que le iba a hacer, quería disfrutar todo lo posible de su compañía.
Obviamente que el felino iba a aceptar. En cuanto le dio el visto bueno Ethan se guardó los mochis en su mochila y aprovecho el camino para terminarse el que estaba a medias. Aún no era hora de comer, así que para la suerte de ambos el transporte público apenas llevaba gente. En cuanto subieron, el londinense le guío hasta la parte trasera donde habían 2 asientos individuales. No le preguntó si prefería ventana pues, en general siempre se la guardaba para él por si acaso tenía que desconectar del viaje.
Vale que un autobús no fuera exactamente igual que un coche: iban con lentitud, eran muchísimo más grandes y de alguna manera resultaban seguros. Esos detalles le permitían ganar suficiente valor como para querer subirse a uno, pero no le quitaba el miedo que le generaba cuando comenzaban su marcha. Ethan se congelaba en el sitio, apoyado en la silla mientras su mirada divagaba entre la ventana o su compañero. Tan siquiera hablar era un esfuerzo extra pues su concentración se centraba de forma paranoica en cada ruido medianamente fuerte que generaba el vehículo. Joder, era todo un logro para su trastorno post traumatico el si quiera lograr estar sentado y en esa tensión generada tenía cierto margen para buscar distracciones, o al menos cierto consuelo.
Fue un movimiento semejante al que sufrió en el cementerio. Su mano se movía sola, desesperada por encontrar un agarre que fuera estable entre el vaivén del trayecto. El joven era alguien de contacto, criado en el consuelo constante de su hermano había adquirido ese deje de querer siempre compañía cercana. Alguien al que poder abrazar en momentos de necesidad, o en este caso, alguien a quien poder darle la mano. Dudo cuando sus yemas rozaron el dorso de Nohlem, girando el rostro para mirarle con una sonrisilla nerviosa. Ethan era pálido, pero ahora su piel había conseguido un límite nuevo de blancura, al final sí que le pegaba ser Blancanieves fíjate tu.
-Te molesta...¿si? -Sus ojos rogaban que le dejara a pesar de todos los esfuerzos que estaba uniendo para asemejarse a una persona decente y no a alguien aterrado. -Que si no da igual -Soltó una risita entre dientes, desinflándose del nerviosismo.- Es que me mareo un poco aún…
Mientras terminaba la frase sus dedos empezaban a juguetear con la cercanía, sin querer llegarse a enredar entre los contrarios por miedo a un rechazo que veía entendible. Por ahora se contentaba con la propia suavidad que le regalaba la caricia torpe que le estaba dando al varmano.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
04/05/23, 11:20 pm
—Connor.
No hacía falta decir más. Eso más su sonrisita dejaba claro que ya sabía perfectamente a que se refería el inglés. Él solía huir a tiempo de tener que lidiar con la pasma cuando había movida con el canadiense (no es que lo hiciera a posta, ¿qué culpa tenía él de estar tan requerido las noches de fiesta?), pero alguna vez le había tocado hacer gala de su educación de asquerosito príncipe correcto y buenecito para evitar palabras mayores. Y a diferencia de Ethan, hacerse el latino no era su mejor baza. Puto Connor.
—Oookey. En guagua pues
Odiaba el transporte público con todo su ser: un montón de criaturas malolientes apretujadas en una caja de latón con ruedas o raíles que crujía, daba frenazos y se paraba cada 3 minutos era sin duda su peor versión de la barca de Caronte pero, ¿se iba a quejar? No. En otra ocasión lo habría hecho, todo el puto viaje.
Al menos el cacharro no cumplía con sus peores espectativas al no estar lleno de criaturas -malolientes o no- lo cual le quitaba problemas. Él no tenía idea del recorrido que tenían que hacer, ni de los tiempos y las paradas, así que seguiría al humano como un niño las faldas de su madre. Supuso que los autobuses no le daban miedo si había ofrecido ir en uno, así que se sentó a su lado ajeno a lo que estaba encerrando. El ratito en el que se puso cómodo sacó el móvil para revisar redes sociales, dando me gustas esporádicos a memes y stories sin sentirse molesto por el breve silencio que hubo entre los dos. Se saltó las stories de Tayron y Vanessa (tenían circulito verde, sabía perfectamente lo que eso significaba) y el pequeño susto por las cosquillas que le dio el tacto repentino de Ethan le hizo dar mandar corazones a un tochaco de texto que parecía un drama dada la ausencia de emojis y el exceso de “????!!!!” que había, que encima estaba en un idioma que ni reconocía. Pero por supuesto eso era lo de menos.
Miró al británico ligeramente confuso. ¿Quería cogerle la mano…? Nohlem estaba seguro de que habían “superado” la peor parte de sus cagadas (si por superado entendemos el mutuo acuerdo de no hablar sobre ello), pero ni de coña era suficiente como para esperarse un gesto así. Entonces la vio, la misma mirada asustada que le había dedicado en el cementerio nada más llegar, la misma, y con la misma petición de entonces. Si sus mejillas se encendían lo suficiente para notarse rojas o no, lo desconocía, pero desde luego se estaban calentando.
—Oh. No no, claro… —movió el brazo por comodidad y abrió la mano para que el moreno entrelazase sus dedos al gusto, sin atreverse a hacerlo él primero. Aah, joder. Su tacto le llenaba y le hacía tanto daño a la vez que no podía ser bueno. Y aún así vivía por esas punzadas agridulces—. Si… si te molestan los anillos me los quito. ¿Estás bien?
Examinó su rostro con curiosidad justa para no incomodarle, pero obviamente preocupado. A lo mejor no estaba tan hecho a los autobuses como creía.
—¿Quieres música para relajarte? Espera —dejó el móvil sobre sus piernas y, usando una sola mano porque se negaba a soltarle, buscó entre sus bolsillos hasta dar con el estuche de sus airpods. El primero se lo puso él, el segundo se lo ofreció a Ethan—. Toma. Si te marea tener solo uno te dejo los dos.
Volvió a guardar el estuche, abrió spotify y tras un scrolleo breve puso la primera canción tranquila que encontró entre sus más recientes. Casi todas las canciones que se veían en lista estaban en español, y esta no era una excepción: una salsa suave, de las que se bailaban despacio. El crugir del audio delataba que era una canción vieja (y tan vieja, el cantante se había muerto hace bastantes más años de los que él llevaba vivo), y es que sus gustos iban del reguetón más duro al jazz de hacía más de medio siglo. Lo más abundante era realmente lo segundo, aunque desde luego era una faceta suya mucho más discreta.
Ah. Pero no había pensado en la letra que tenía la canción. Aunque Ethan no la entendiese él sí. Putísimo Antonio Machín. 38 segundos después de su inicio le ofreció el móvil desbloqueado.
—Si quieres puedes poner tú lo que sea.
¿¡Por qué tenía que ser tan ñoño!? Miró en dirección contraria, por la ventana opuesta. Si es que encima se estaban dando la mano, por todas las flores de Liurnia, fijo tenía las orejas rojas. En realidad podía morirse de alegría ahí mismo.
No hacía falta decir más. Eso más su sonrisita dejaba claro que ya sabía perfectamente a que se refería el inglés. Él solía huir a tiempo de tener que lidiar con la pasma cuando había movida con el canadiense (no es que lo hiciera a posta, ¿qué culpa tenía él de estar tan requerido las noches de fiesta?), pero alguna vez le había tocado hacer gala de su educación de asquerosito príncipe correcto y buenecito para evitar palabras mayores. Y a diferencia de Ethan, hacerse el latino no era su mejor baza. Puto Connor.
—Oookey. En guagua pues
Odiaba el transporte público con todo su ser: un montón de criaturas malolientes apretujadas en una caja de latón con ruedas o raíles que crujía, daba frenazos y se paraba cada 3 minutos era sin duda su peor versión de la barca de Caronte pero, ¿se iba a quejar? No. En otra ocasión lo habría hecho, todo el puto viaje.
Al menos el cacharro no cumplía con sus peores espectativas al no estar lleno de criaturas -malolientes o no- lo cual le quitaba problemas. Él no tenía idea del recorrido que tenían que hacer, ni de los tiempos y las paradas, así que seguiría al humano como un niño las faldas de su madre. Supuso que los autobuses no le daban miedo si había ofrecido ir en uno, así que se sentó a su lado ajeno a lo que estaba encerrando. El ratito en el que se puso cómodo sacó el móvil para revisar redes sociales, dando me gustas esporádicos a memes y stories sin sentirse molesto por el breve silencio que hubo entre los dos. Se saltó las stories de Tayron y Vanessa (tenían circulito verde, sabía perfectamente lo que eso significaba) y el pequeño susto por las cosquillas que le dio el tacto repentino de Ethan le hizo dar mandar corazones a un tochaco de texto que parecía un drama dada la ausencia de emojis y el exceso de “????!!!!” que había, que encima estaba en un idioma que ni reconocía. Pero por supuesto eso era lo de menos.
Miró al británico ligeramente confuso. ¿Quería cogerle la mano…? Nohlem estaba seguro de que habían “superado” la peor parte de sus cagadas (si por superado entendemos el mutuo acuerdo de no hablar sobre ello), pero ni de coña era suficiente como para esperarse un gesto así. Entonces la vio, la misma mirada asustada que le había dedicado en el cementerio nada más llegar, la misma, y con la misma petición de entonces. Si sus mejillas se encendían lo suficiente para notarse rojas o no, lo desconocía, pero desde luego se estaban calentando.
—Oh. No no, claro… —movió el brazo por comodidad y abrió la mano para que el moreno entrelazase sus dedos al gusto, sin atreverse a hacerlo él primero. Aah, joder. Su tacto le llenaba y le hacía tanto daño a la vez que no podía ser bueno. Y aún así vivía por esas punzadas agridulces—. Si… si te molestan los anillos me los quito. ¿Estás bien?
Examinó su rostro con curiosidad justa para no incomodarle, pero obviamente preocupado. A lo mejor no estaba tan hecho a los autobuses como creía.
—¿Quieres música para relajarte? Espera —dejó el móvil sobre sus piernas y, usando una sola mano porque se negaba a soltarle, buscó entre sus bolsillos hasta dar con el estuche de sus airpods. El primero se lo puso él, el segundo se lo ofreció a Ethan—. Toma. Si te marea tener solo uno te dejo los dos.
Volvió a guardar el estuche, abrió spotify y tras un scrolleo breve puso la primera canción tranquila que encontró entre sus más recientes. Casi todas las canciones que se veían en lista estaban en español, y esta no era una excepción: una salsa suave, de las que se bailaban despacio. El crugir del audio delataba que era una canción vieja (y tan vieja, el cantante se había muerto hace bastantes más años de los que él llevaba vivo), y es que sus gustos iban del reguetón más duro al jazz de hacía más de medio siglo. Lo más abundante era realmente lo segundo, aunque desde luego era una faceta suya mucho más discreta.
Ah. Pero no había pensado en la letra que tenía la canción. Aunque Ethan no la entendiese él sí. Putísimo Antonio Machín. 38 segundos después de su inicio le ofreció el móvil desbloqueado.
—Si quieres puedes poner tú lo que sea.
¿¡Por qué tenía que ser tan ñoño!? Miró en dirección contraria, por la ventana opuesta. Si es que encima se estaban dando la mano, por todas las flores de Liurnia, fijo tenía las orejas rojas. En realidad podía morirse de alegría ahí mismo.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
05/05/23, 04:29 pm
Ethan agradeció el gesto soltando parte de la tensión acumulada en un ligero suspiro. Al principio acercó la mano con lentitud, dejando que un tacto suave abriera camino a un agarre sutil y tímido. No fue hasta que sufrieron una curva algo más cerrada que el apretón se volvió estable, buscando seguridad y no consuelo. Le sostenía la mano con firmeza, sin llegar a hacer daño, con un enlace seguro para evitar que pudiera romperse ante otro bache.
-No ... por favor. -Respondió con un hilillo de voz, concentrado en afianzarse en aquella seguridad que le brindaba. Para quitarse los anillos tendrían que separarse y ninguno de sus músculos, que se habían fijado en el sitio, querían permitir eso. Además, le gustaba cómo se sentían, le recordaban de forma constante que era Nohlem quien estaba a su lado. Nohlem y nadie más. -Estoy bien es.. estoy bien. Solo necesito unos minutos para acostumbrarme.
Mentía, era obvio. Toda la energía gastada en devolverle una sonrisa y fingir en el tono de voz que iba perfecto, se deshacía con cada ligero apretón que le daba. Ethan solo cogía el bus cuando no quedaba otra, y si sabía de antemano que tocaba hacerlo se ayudaba de unas esferas blancas muy simpáticas. El consuelo de tener un amigo (Y no cualquier amigo) al lado le permitía dejarse ver vulnerable, Nohlem le estaba mal acostumbrando a que pudiera darse el lujo de encontrar confort en ese escueto contacto y no se sentía con ganas de desaprovecharlo.
Cuando le ofreció el auricular lejos de rechistar se lo colocó rápidamente en la oreja contraria, para seguir escuchando al joven. No le respondió dando por sentado que solo el gesto servía como afirmación. La sorpresa por la música elegida le permitió salir un poco de su propio estupor, dibujando en su rostro el inicio de una risa que no llegó a vocalizar. Esperaba tanto alguna canción de reggaeton que ni de lejos se llegó a imaginar un gusto tan nostálgico, curioso cuanto menos. Aunque no entendía la canción, agradeció el ritmo lento y tranquilo. Dejándose mecer por la melodía para desconectar de su alrededor y que fueran los propios compases quienes le alejarán del ruido de la carretera.
Fue por ello, que aún tomando el móvil no le hizo caso. Dejó que la serenata avanzara a su propio ritmo a medida que él se dejaba reposar sobre el hombro del pelirrojo. Adoptando poco a poco la misma calma que le estaba regalando aquella canción y permitiendo que el agarre ganara de nuevo la suavidad del inicio.
Al llegar a su fin, se acercó el teléfono al rostro, rotando levemente la pantalla para que se pudiera acomodar a su nueva postura. Uh, ¿nuevo mensaje? Ethan deslizó la notificación sin leerla, pero entonces apareció otra, y otra, como si acabara de invocarlas al pulsar la primera: Correo, likes en instagram, conversaciones en whatsapp… ¿Cuántas notificaciones podía tener Nohlem? Ethan no leyó ninguna, dejándolas abandonadas en la barra, pensativo. Ya tenía una idea de que quería ponerle.
-Oye, si no te gusta dime y cambio porfa.
Esa canción le había calado desde el primer momento y en parte no dejaba de ver, que aun siendo situaciones completamente diferentes, ¿en parte no estaban un poco en las mismas?
¿Cuántas veces se había sentido solo Nohlem?
Atrapado en una casa donde nadie parecía comprenderlo, obligado a seguir un camino que querían sus padres, sufriendo discusiones continuas con la persona que más quería… Debía ser cansado rodearse de tanta gente para que, cuando cayera la noche, volvieras a sentir la misma soledad. Él la conocía bien, pero, había logrado disipar esas dudas en gran medida gracias a ese estupido felino.
Cerró los ojos, empezando a trazar pequeños círculos en la palma de Nohlem. Distraído por su propia canción y relajado por la cercanía que compartían. Era estupido por caer de forma voluntaria en aquel foso, ¿pero que le iba a hacer si le gustaba tanto? Sabía que el después dolería, quemaría tanto que tendría que pensárselo dos veces a la próxima. Hasta entonces, podían compartir ese pequeño momento en completa intimidad.
Solo ellos y la música que se regalaban mutuamente.
-No ... por favor. -Respondió con un hilillo de voz, concentrado en afianzarse en aquella seguridad que le brindaba. Para quitarse los anillos tendrían que separarse y ninguno de sus músculos, que se habían fijado en el sitio, querían permitir eso. Además, le gustaba cómo se sentían, le recordaban de forma constante que era Nohlem quien estaba a su lado. Nohlem y nadie más. -Estoy bien es.. estoy bien. Solo necesito unos minutos para acostumbrarme.
Mentía, era obvio. Toda la energía gastada en devolverle una sonrisa y fingir en el tono de voz que iba perfecto, se deshacía con cada ligero apretón que le daba. Ethan solo cogía el bus cuando no quedaba otra, y si sabía de antemano que tocaba hacerlo se ayudaba de unas esferas blancas muy simpáticas. El consuelo de tener un amigo (Y no cualquier amigo) al lado le permitía dejarse ver vulnerable, Nohlem le estaba mal acostumbrando a que pudiera darse el lujo de encontrar confort en ese escueto contacto y no se sentía con ganas de desaprovecharlo.
Cuando le ofreció el auricular lejos de rechistar se lo colocó rápidamente en la oreja contraria, para seguir escuchando al joven. No le respondió dando por sentado que solo el gesto servía como afirmación. La sorpresa por la música elegida le permitió salir un poco de su propio estupor, dibujando en su rostro el inicio de una risa que no llegó a vocalizar. Esperaba tanto alguna canción de reggaeton que ni de lejos se llegó a imaginar un gusto tan nostálgico, curioso cuanto menos. Aunque no entendía la canción, agradeció el ritmo lento y tranquilo. Dejándose mecer por la melodía para desconectar de su alrededor y que fueran los propios compases quienes le alejarán del ruido de la carretera.
Fue por ello, que aún tomando el móvil no le hizo caso. Dejó que la serenata avanzara a su propio ritmo a medida que él se dejaba reposar sobre el hombro del pelirrojo. Adoptando poco a poco la misma calma que le estaba regalando aquella canción y permitiendo que el agarre ganara de nuevo la suavidad del inicio.
Al llegar a su fin, se acercó el teléfono al rostro, rotando levemente la pantalla para que se pudiera acomodar a su nueva postura. Uh, ¿nuevo mensaje? Ethan deslizó la notificación sin leerla, pero entonces apareció otra, y otra, como si acabara de invocarlas al pulsar la primera: Correo, likes en instagram, conversaciones en whatsapp… ¿Cuántas notificaciones podía tener Nohlem? Ethan no leyó ninguna, dejándolas abandonadas en la barra, pensativo. Ya tenía una idea de que quería ponerle.
-Oye, si no te gusta dime y cambio porfa.
Esa canción le había calado desde el primer momento y en parte no dejaba de ver, que aun siendo situaciones completamente diferentes, ¿en parte no estaban un poco en las mismas?
¿Cuántas veces se había sentido solo Nohlem?
Atrapado en una casa donde nadie parecía comprenderlo, obligado a seguir un camino que querían sus padres, sufriendo discusiones continuas con la persona que más quería… Debía ser cansado rodearse de tanta gente para que, cuando cayera la noche, volvieras a sentir la misma soledad. Él la conocía bien, pero, había logrado disipar esas dudas en gran medida gracias a ese estupido felino.
Cerró los ojos, empezando a trazar pequeños círculos en la palma de Nohlem. Distraído por su propia canción y relajado por la cercanía que compartían. Era estupido por caer de forma voluntaria en aquel foso, ¿pero que le iba a hacer si le gustaba tanto? Sabía que el después dolería, quemaría tanto que tendría que pensárselo dos veces a la próxima. Hasta entonces, podían compartir ese pequeño momento en completa intimidad.
Solo ellos y la música que se regalaban mutuamente.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
06/05/23, 12:28 am
Estaba tan carcomido por la vergüenza que no se le ocurrió mirar en dirección a Ethan durante toda la canción. La pausa para la instrumental le ayudó a no pensar en la letra, pero eso mismo le dio tiempo a ser más consciente del tacto y el calor que el chico transmitía, lo que no hacía sino aumentar las muchas ganas que tenía de suspirar como el adolescente que por pocos años ya no era. Cantó mentalmente, con la letra ardiéndole en la garganta como tantas veces le pasaba con cualquier canción que le gustaba, censurado por la situación y los nervios.
“…que eres en mi vida, ansiedad angustia, desesperación”.
Un soplido escapó de su nariz. Por suerte no tardaron en sonar los instrumentos de otra canción, canción que fue a morir gracias a la de Ethan. Nohlem le observó teclear por el rabillo del ojo con la leve tensión a que le saltara alguna notificación indebida, sintiendo que se liberaba de la maldición de no poder verle ahora que no había un señor del siglo pasado cantándole cosas ñoñas al oído.
—Confío en tus gustos, mamá pato —iba a clases de baile, no podía ser malo lo que pusiera. Se dejó caer un poco sobre el asiento, acomodándose en una actitud mucho más relajada gracias al sonido de la guitarra y las primeras armonías del cantante—. Suena bien.
El silencio se asentó entre ambos una vez más y su concentración se fue al paisaje de la ventana y a la letra de la canción. Ah, y él que creía que iba a tener una pausa. Cuando esta fue calando en su cara se quiso dibujar una sonrisa bobalicona, la cual se apresuró en borrar haciendo como que se rascaba la barbilla para arreglarse la barba… que con lo corta que era obviamente no pedía tanto. Dejó la mano ahí un buen rato para tapar el rubor y forzar los músculos a volver a su sitio con un masaje lento y distraído, pero su inquietud era incluso peor ahora, puesto que ya no era el único que entendía la canción. Vaya puntería tenía el chino.
Nohlem no se sentía solo, al menos no de forma consciente. No porque no lo estuviera, los pensamientos de Ethan estaban muy atinados, simplemente no gestionaba lo que sentía al punto de ponerle nombre. Hasta para sí mismo era ilógico pensar que alguien como él pudiera estar solo, por mucho que cuando peleaba con Kahlo no le quedaba casi nadie con quien hablar. Para él era mucho más fácil ver el reflejo de Ethan que el propio, en especial tras lo que había vivido hoy.
Las caricias le hicieron suspirar por la nariz al tiempo que un leve ronroneo ocupaba su garganta. Ah no, ni de coña. Carraspeó para matar el tic; ya se estaba esforzando bastante en verse casual como para que un vestigio evolutivo le echara por tierra la fachada, pero no podía aguantarla más. Otra canción romántica y moriría. O volvería a besarle la mano, y así es como había empezado a rodar la piedra antes. En la imposible combinación de relajado pero nervioso Nohlem le quitó el teléfono tan pronto la canción daba señales de fin.
—Mi turno —seguían sentados juntos en un autobús, compartiendo auriculares, cogidos de la mano y dando una imagen que no era al mundo, pero todo eso era más fácil de llevar con: EXACTO, reggaeton—. No te quejes por favor, necesito espabilarme —le sacó la lengua y cerró los ojos en cuanto empezó.
>>En la guagua se quedó el olol, de tu pelfuume —abrió un ojo para mirarle un instante, burlón, antes de seguir cantando—. Tú eres una bellaca yo soy un bellaco eso e’ lo que nos une. Ella sabe que está buenota y no la presuuumen, si yo fuera tu gato subiera una foto lo’ vierne’ y lo’ luuune —cantaba con una sonrisa, bajito y grave, lo justo para que con el sonido del motor solo Ethan y si acaso la señora que tenían delante pudieran oirle, pero si había posibilidad de que la vieja no se hubiera enterado tan pronto Bad Bunny le dio el relevo a un tío con una voz aguda horrorosa subió el tono en pos de imitarle. Pero por supuesto, sin mojarse a que su voz fuera un puto esperpento—. ¡Pa’ que toel muundo veeeea lo rica que tu estaaa’, que tu estaaaa’!
La risa le pudo. Sobre todo porque pronto se vería que aquella era la versión de DJ barato.
“…que eres en mi vida, ansiedad angustia, desesperación”.
Un soplido escapó de su nariz. Por suerte no tardaron en sonar los instrumentos de otra canción, canción que fue a morir gracias a la de Ethan. Nohlem le observó teclear por el rabillo del ojo con la leve tensión a que le saltara alguna notificación indebida, sintiendo que se liberaba de la maldición de no poder verle ahora que no había un señor del siglo pasado cantándole cosas ñoñas al oído.
—Confío en tus gustos, mamá pato —iba a clases de baile, no podía ser malo lo que pusiera. Se dejó caer un poco sobre el asiento, acomodándose en una actitud mucho más relajada gracias al sonido de la guitarra y las primeras armonías del cantante—. Suena bien.
El silencio se asentó entre ambos una vez más y su concentración se fue al paisaje de la ventana y a la letra de la canción. Ah, y él que creía que iba a tener una pausa. Cuando esta fue calando en su cara se quiso dibujar una sonrisa bobalicona, la cual se apresuró en borrar haciendo como que se rascaba la barbilla para arreglarse la barba… que con lo corta que era obviamente no pedía tanto. Dejó la mano ahí un buen rato para tapar el rubor y forzar los músculos a volver a su sitio con un masaje lento y distraído, pero su inquietud era incluso peor ahora, puesto que ya no era el único que entendía la canción. Vaya puntería tenía el chino.
Nohlem no se sentía solo, al menos no de forma consciente. No porque no lo estuviera, los pensamientos de Ethan estaban muy atinados, simplemente no gestionaba lo que sentía al punto de ponerle nombre. Hasta para sí mismo era ilógico pensar que alguien como él pudiera estar solo, por mucho que cuando peleaba con Kahlo no le quedaba casi nadie con quien hablar. Para él era mucho más fácil ver el reflejo de Ethan que el propio, en especial tras lo que había vivido hoy.
Las caricias le hicieron suspirar por la nariz al tiempo que un leve ronroneo ocupaba su garganta. Ah no, ni de coña. Carraspeó para matar el tic; ya se estaba esforzando bastante en verse casual como para que un vestigio evolutivo le echara por tierra la fachada, pero no podía aguantarla más. Otra canción romántica y moriría. O volvería a besarle la mano, y así es como había empezado a rodar la piedra antes. En la imposible combinación de relajado pero nervioso Nohlem le quitó el teléfono tan pronto la canción daba señales de fin.
—Mi turno —seguían sentados juntos en un autobús, compartiendo auriculares, cogidos de la mano y dando una imagen que no era al mundo, pero todo eso era más fácil de llevar con: EXACTO, reggaeton—. No te quejes por favor, necesito espabilarme —le sacó la lengua y cerró los ojos en cuanto empezó.
>>En la guagua se quedó el olol, de tu pelfuume —abrió un ojo para mirarle un instante, burlón, antes de seguir cantando—. Tú eres una bellaca yo soy un bellaco eso e’ lo que nos une. Ella sabe que está buenota y no la presuuumen, si yo fuera tu gato subiera una foto lo’ vierne’ y lo’ luuune —cantaba con una sonrisa, bajito y grave, lo justo para que con el sonido del motor solo Ethan y si acaso la señora que tenían delante pudieran oirle, pero si había posibilidad de que la vieja no se hubiera enterado tan pronto Bad Bunny le dio el relevo a un tío con una voz aguda horrorosa subió el tono en pos de imitarle. Pero por supuesto, sin mojarse a que su voz fuera un puto esperpento—. ¡Pa’ que toel muundo veeeea lo rica que tu estaaa’, que tu estaaaa’!
La risa le pudo. Sobre todo porque pronto se vería que aquella era la versión de DJ barato.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
06/05/23, 06:46 pm
El aviso de Nohlem no fue suficiente. La tranquilidad ganada por ambas canciones se esfumó en cuanto los primeros compases de la siguiente sonaron en su cabeza. Ethan abrió los ojos para contemplarlo con un gesto de enfado, en una protesta que se vio cortada por la invasión de una tonta sonrisa. ¡Sacarle la lengua era injusto!
-Oh vamos, solo me las pones en Español!
Su queja se vio aplacada cuando, por si no fuera poco, Nohlem decidió empezar a cantarle la letra. La dualidad entre aborrecer ese tipo de género, pero adorar la voz del joven se vio decantada por la segunda opción. Así que Ethan remitió sus demandas y le dejó hacer. Dioses, medio año de Duolingo no te preparaban para semejante sin sentido. Deseaba poder quitarse el casco para que fuera el gato en exclusiva quien le deleitará los oídos, pero a falta de ser tan obvio tuvo que conformarse con centrarse en él. Su tono grave y aterciopelado discrepaba mucho de la voz aguda que le chillaba en el lado contrario. La diferencia era tanta que se alegraba por ello. Si sólo hubiera estado el felino, su propia cordura habría peligrado seriamente. Joder, si es que el cabron sonaba increible incluso con semejante mierda de musica. Así pues, su paciencia se colmó cuando una serie de ruidos absurdos empezaron a invadir la canción.
Se le escapó una risa entre dientes, llevada por la sorpresa de cada nuevo sonido, a la que acompañaba con ligeros apretones de mano. -Mate! Tu escuchas cosas muy raras, dame eso!
Su primer intento de emboscada fue un fracaso. Avisando con anterioridad de su ataque, Nohlem tuvo magén suficiente para alejar el teléfono de su alcance. Ethan se retiró tras el amago, sin querer montar más gresca y con un resoplido de indignación. Al fin y al cabo seguían viajando en el bus, y a poco que este aceleraba tenía que reincorporarse en su posición segura.
Lo que el desconocía era que aquella rebelión, segundos después, sufriría un contraataque. Nohlem volvió a cantar. Un susurro igual de profundo que la mirada que le estaba dedicando y Ethan se quiso morir. Fue tan efectivo que rompió la barrera del idioma y aún sin entender lo que decía las mejillas del asiatico empezaron a arder con fuerzas renovadas. ¿Por qué tenía que ser así de injusto? ¿Cómo no iba a perderse mil y una veces en aquellos puñeteros ojos? La tensión acumulada por el viaje no ayudó a la sensación que le daba tener el corazón en un puño. No, esto otra vez no.
No lo pensó mucho. Fue una respuesta defensiva para evitar que volvieran a estrellarse en el mismo barranco. Le cubrió el rostro con la palma de su mano (La que tenía libre, obvio), empujando para que volviera a recostarse en el asiento y de paso tratando de evitar que siguiera cantando.
-¡Nohleeeeem, que no puedo entenderte!
Oculto tras esa indignación la vergüenza que estaba sufriendo. Maldiciendo para sus adentros la imaginación tan vívida que uno podía llegar a tener con un simple susurro. Aprovechó ese momento de confusión en el que le apartaba la mano para robarle el móvil con el mismo movimiento. Girando en su propio asiento para dar de cara a la ventana, tratando de proteger el nuevo objeto robado y de paso, la poca dignidad que le quedaba tras el rubor que llevaba encima. El fatídico accidente del cementerio solo le había vuelto más consciente de las acciones del gato. Sufriendo una mezcla de cosquilleos propios de un enamorado y los pinchazos de frustración de quien no quería estarlo. En ese estado y con una única mano operativa empezó a buscar otra canción que compensara el momento, algo a poder ser con ritmo.
-Vale, ahora te jodes tu. De esta te tienes que acordar, fue una de las que bailamos en el club.
Le devolvió el móvil algo más calmado pero no volvió a pegarse aún sin querer soltar el enlace de ambos. La música empezó a sonar, obviamente era kpop. Su padre le odiaría si se enterase de que se sabía mejor esa letra que cualquier mierda japonés que él le hubiera pasado, pero eso no era lo importante. Lo importante era, que en su día, esa canción se la había dedicado específicamente al varmano.
Los compases iniciales que eran en coreano los canto distraído, ni su voz era tan armoniosa, ni tan bonita como la de Nohlem. El londinense simplemente repetía la letra con la entonación correspondiente, que al menos, era salvable. El bache llegó con la primera frase en inglés. En su día Rox le había ayudado a que estuviera en el centro de la coreo cuando sucediera, cambiando los pasos para dedicarle un corazón en específico al gato. Disimulando que siempre había formado parte del baile. Pero hoy, sin valor alguno para repetirla en alto decidió camuflar el: Can i be your boyfriend? Con todo el acento asiático posible.
Pero ah, la canción seguía y a medida que iba susurrando en un intento de no molestar al resto de pasajeros, se estaba empezando a emocionar el solo. Tantas veces la había bailado que su propio cuerpo le estaba rogando que le dejara seguir un ritmo que ya se conocía. Por ello, cuando el estribillo empezó a acercarse decidió retomar el contacto visual.
-You got me losing patience -Le cantó, esta vez sí, en perfecto inglés. Secuestrando de forma burlona la mano que tenía agarrada de Nohlem para llevarla a su pecho y acentuar el dramatismo de la frase. - 걷잡을 수 없는 emotion. 떠올라 니 모습 봐 I never feel alright.
수많은 감정이 충돌해, 왜 이래?
Lejos de acabar ahí, decidió hacer ese secuestro útil. Apenas podía mover los hombros y las manos para acompañar un poco a la música, pero lo que si podía hacer era obligar a ser partícipe a Nohlem en ella. Dándole ligeros tirones para que no fuera el único haciendo el ridículo en el sitio. Sus movimientos eran mucho más sencillos y torpes, simplificados a una broma como forma de devolverle la vergüenza que le había hecho pasar hacía unos minutos.
-Why do I keep getting attracted? 니 모습만 떠올라. I cannot explain this emotion! -Y por si acaso pensaba huir buscando cualquier otra cosa en spotify… - One -Le tomó también la otra mano. -Four -Afianzó el agarre con una sonrisa en el rostro. -Three - Y le atrajo hacía sí empujando suavemente, para que tampoco llegaran a chocar.
-I LOVE YOU! - Apenas aguantó unos segundos de contacto visual, estallando en risas discontinuadas mientras de fondo seguían hablando en coreano. Invadido por el corte repentino y la gracia que le hacía su propio intento de burla.
-Oh vamos, solo me las pones en Español!
Su queja se vio aplacada cuando, por si no fuera poco, Nohlem decidió empezar a cantarle la letra. La dualidad entre aborrecer ese tipo de género, pero adorar la voz del joven se vio decantada por la segunda opción. Así que Ethan remitió sus demandas y le dejó hacer. Dioses, medio año de Duolingo no te preparaban para semejante sin sentido. Deseaba poder quitarse el casco para que fuera el gato en exclusiva quien le deleitará los oídos, pero a falta de ser tan obvio tuvo que conformarse con centrarse en él. Su tono grave y aterciopelado discrepaba mucho de la voz aguda que le chillaba en el lado contrario. La diferencia era tanta que se alegraba por ello. Si sólo hubiera estado el felino, su propia cordura habría peligrado seriamente. Joder, si es que el cabron sonaba increible incluso con semejante mierda de musica. Así pues, su paciencia se colmó cuando una serie de ruidos absurdos empezaron a invadir la canción.
Se le escapó una risa entre dientes, llevada por la sorpresa de cada nuevo sonido, a la que acompañaba con ligeros apretones de mano. -Mate! Tu escuchas cosas muy raras, dame eso!
Su primer intento de emboscada fue un fracaso. Avisando con anterioridad de su ataque, Nohlem tuvo magén suficiente para alejar el teléfono de su alcance. Ethan se retiró tras el amago, sin querer montar más gresca y con un resoplido de indignación. Al fin y al cabo seguían viajando en el bus, y a poco que este aceleraba tenía que reincorporarse en su posición segura.
Lo que el desconocía era que aquella rebelión, segundos después, sufriría un contraataque. Nohlem volvió a cantar. Un susurro igual de profundo que la mirada que le estaba dedicando y Ethan se quiso morir. Fue tan efectivo que rompió la barrera del idioma y aún sin entender lo que decía las mejillas del asiatico empezaron a arder con fuerzas renovadas. ¿Por qué tenía que ser así de injusto? ¿Cómo no iba a perderse mil y una veces en aquellos puñeteros ojos? La tensión acumulada por el viaje no ayudó a la sensación que le daba tener el corazón en un puño. No, esto otra vez no.
No lo pensó mucho. Fue una respuesta defensiva para evitar que volvieran a estrellarse en el mismo barranco. Le cubrió el rostro con la palma de su mano (La que tenía libre, obvio), empujando para que volviera a recostarse en el asiento y de paso tratando de evitar que siguiera cantando.
-¡Nohleeeeem, que no puedo entenderte!
Oculto tras esa indignación la vergüenza que estaba sufriendo. Maldiciendo para sus adentros la imaginación tan vívida que uno podía llegar a tener con un simple susurro. Aprovechó ese momento de confusión en el que le apartaba la mano para robarle el móvil con el mismo movimiento. Girando en su propio asiento para dar de cara a la ventana, tratando de proteger el nuevo objeto robado y de paso, la poca dignidad que le quedaba tras el rubor que llevaba encima. El fatídico accidente del cementerio solo le había vuelto más consciente de las acciones del gato. Sufriendo una mezcla de cosquilleos propios de un enamorado y los pinchazos de frustración de quien no quería estarlo. En ese estado y con una única mano operativa empezó a buscar otra canción que compensara el momento, algo a poder ser con ritmo.
-Vale, ahora te jodes tu. De esta te tienes que acordar, fue una de las que bailamos en el club.
Le devolvió el móvil algo más calmado pero no volvió a pegarse aún sin querer soltar el enlace de ambos. La música empezó a sonar, obviamente era kpop. Su padre le odiaría si se enterase de que se sabía mejor esa letra que cualquier mierda japonés que él le hubiera pasado, pero eso no era lo importante. Lo importante era, que en su día, esa canción se la había dedicado específicamente al varmano.
Los compases iniciales que eran en coreano los canto distraído, ni su voz era tan armoniosa, ni tan bonita como la de Nohlem. El londinense simplemente repetía la letra con la entonación correspondiente, que al menos, era salvable. El bache llegó con la primera frase en inglés. En su día Rox le había ayudado a que estuviera en el centro de la coreo cuando sucediera, cambiando los pasos para dedicarle un corazón en específico al gato. Disimulando que siempre había formado parte del baile. Pero hoy, sin valor alguno para repetirla en alto decidió camuflar el: Can i be your boyfriend? Con todo el acento asiático posible.
Pero ah, la canción seguía y a medida que iba susurrando en un intento de no molestar al resto de pasajeros, se estaba empezando a emocionar el solo. Tantas veces la había bailado que su propio cuerpo le estaba rogando que le dejara seguir un ritmo que ya se conocía. Por ello, cuando el estribillo empezó a acercarse decidió retomar el contacto visual.
-You got me losing patience -Le cantó, esta vez sí, en perfecto inglés. Secuestrando de forma burlona la mano que tenía agarrada de Nohlem para llevarla a su pecho y acentuar el dramatismo de la frase. - 걷잡을 수 없는 emotion. 떠올라 니 모습 봐 I never feel alright.
수많은 감정이 충돌해, 왜 이래?
Lejos de acabar ahí, decidió hacer ese secuestro útil. Apenas podía mover los hombros y las manos para acompañar un poco a la música, pero lo que si podía hacer era obligar a ser partícipe a Nohlem en ella. Dándole ligeros tirones para que no fuera el único haciendo el ridículo en el sitio. Sus movimientos eran mucho más sencillos y torpes, simplificados a una broma como forma de devolverle la vergüenza que le había hecho pasar hacía unos minutos.
-Why do I keep getting attracted? 니 모습만 떠올라. I cannot explain this emotion! -Y por si acaso pensaba huir buscando cualquier otra cosa en spotify… - One -Le tomó también la otra mano. -Four -Afianzó el agarre con una sonrisa en el rostro. -Three - Y le atrajo hacía sí empujando suavemente, para que tampoco llegaran a chocar.
-I LOVE YOU! - Apenas aguantó unos segundos de contacto visual, estallando en risas discontinuadas mientras de fondo seguían hablando en coreano. Invadido por el corte repentino y la gracia que le hacía su propio intento de burla.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
06/05/23, 11:31 pm
Nohlem no podía cantar si se estaba riendo, cosa que le pasó presa de la espectación unas frases antes de que empezara la tormenta de sonidos meme, gritos y cánticos satánicos que era esa versión de la canción. La reacción de Ethan no tenía precio, y cuando este le intentó quitar el móvil de la mano el varmano pensó que eran como dos críos peleando como un juguete. No pensaba dárselo, ya se lo había advertido, pero si encima insulta sus impecables gustos le tocaba castigo. Tras recuperar la compostura y asegurar su móvil de robos, ya pasado el valle de los memes con la instrumental bajando y Bad Bunny de vuelta en el micrófono, Nohlem le miró a los ojos con intensidad, el tipo de mirada que le dedicaba a sus ligues más pasionales con la chispa extra de que era Ethan a quien iba dirigida. Se inclinó un poco sobre él al cantar, bajo y grave. Solo para él.
—Y en la calle ando suelto pero por ti me quito. Si tú me lo pides yo me porto bonito.
Canción con memes y todo, aquella era una declaración sincera en toda regla. Después de haberse reído y pasado tantísima vergüenza se sentía inmune, además, se escudaba en que ni de coña le entendía… O eso esperaba, porque el otro se puso tan rojo que por un instante dudó de ello. El pequeño brillo de pánico que apareció en sus ojos al abrirlos por la sorpresa quedó rápidamente tapado por la mano de su amigo, una reacción tan infantil que le hizo romper a reír mientras trataba de liberarse como pez de un anzuelo. Ni siquiera se quejó de que le quitase el teléfono, era justo.
—¡Y menos mal que no lo haces! —dijo y le apretó con más fuerza la mano, con el rostro rojo por las risas, por el pequeño susto y lo que acababa de hacer y cantar.
Mientras Ethan buscaba otra canción él seguía riendo por lo bajo sin quitarle la vista de encima, en el infierno de no poder parar la risa tonta. Lo mucho que le encantaba como le quedaba el rojo no era ni medio normal, y si podía provocarlo sin que las cosas fueran raras entre ellos explotaría esa mina hasta morir.
—Oh. Oh no. El club —y tan oh no—. ¡Noooo, coreanos noooo!
Negó con la cabeza varias veces al quejarse, pero su sonrisa ya perenne dejaba claro que no le importaba. Ah, por supuesto que recordaba esa canción y el día que le ofreció ir al ensayo final. Mientras Ethan se metía en la música Nohlem recuperaba el aliento e intentaba recordar con los ojos abiertos la coreografía que había visto entonces. Si él podía romperle cantando en español, Ethan podía romperle bailando. Pero es que joder, como bailaba. Nohlem no había podido reaccionar de otra forma que no fuera muriendo al sentir que cada milímetro de su piel empezaba a arder, y al acabar le había dejado tan idiotizado que tuvo que ir al baño para meter la cara bajo el grifo y recuperar ni que fuera un mínimo de cordura. Sus compañeros también bailaban bien, a fin de cuentas la gracia de esas coreografías era la coordinación que tenían entre todos, pero el granta apenas había podido despegar los ojos del moreno, incluso cuando se había forzado a seguir a quien tuviera el centro de atención en el momento.
Igual que ahora, no había dejado de mirarle mientras cantaba por lo bajini; tener su imagen delante hacía más vívido el recuerdo a pesar de que apenas recordaba los pasos. Por eso el británico le pilló mirándole y el contacto visual fue inmediato, quedando con cara de pasmarote antes de sonreír, a punto de una nueva risa.
—Oye oye, ¿tú no eras medio japonés? Eso no es japonés.
Era trampa, las palabras en inglés le dejaban más confuso que si la canción entera estuviera en chino. Estaba probando su propia medicina: la frustración de no tener ni pajolera idea de lo que decía con dosis extra de confusión por coreanglish.
—¡Tu madre por si acaso!
Por supuesto la cosa siguió escalando. De repente Nohlem se vio envuelto en el baile de la marioneta, el baile que tenías con tu madre cuando te obligaba a bailar con ella siendo crío, y por mucho que quisiera zafarse de su titiritero no podía. Con los ojos como platos su cara empezó a teñirse de un rojo intenso por la vergüenza al ridículo, aunque todo sin contener los bufidos de risa que le arrollaban a cada tirón. Vaya estampa tenían que tener. De hecho, la señora delante se había removido ya varias veces en su asiento, posiblemente agobiada al pensar que se le habían sentado detrás dos borrachos. Su risa ya era carcajada y le dolía la cara de tanto sonreír, sin tregua alguna cuando su otra mano también fue secuestrada.
—¡Ethan! ¡Chamo! —empezó a quejarse pero ya no ofrecía resistencia. De hecho hasta su reclamo fue bajo para poder oírle cantar a gusto.
Ahora, que la cara de tonto que se le quedó con el “I love you” debió ser breve pero intensa. Estalló en risas junto a él, requiriendo de vuelta su otra mano para taparse la boca y contenerse, a peor cuando la señora terminó por levantarse negando con la cabeza indignada después de echarles una miradita solo para sentarse como 4 filas más alante. Su cuerpo entero empezó a temblar por un ataque de risa que se lo iba a llevar a la tumba.
—Vieja pendeja… —dijo en voz muy baja debido a la falta del aire y las risas que le cortaban. El móvil se le cayó al suelo de tanto temblequeo, lo cual le hizo más gracia todavía—. ¡Coño ya!
Se agachó para recuperarlo pero en vez de erguirse se quedó ahí, inclinado sobre sus rodillas mientras miraba a Ethan con cara de idiota y mejillas adoloridas. Estaba exhausto.
—Eres más tonto que otro que sea menos tonto. Eso te convierte en menos tonto que Colmillo… pero SOLO menos tonto que Colmillo —le estrujó la mano con cariño, sin dejar de mirarle en una sonrisa de muchos dientes. Esos momentos tan estrechos y libres de preocupaciones le hacían olvidar que solo eran amigos—. ¿¡Estamos en paz ya o qué!? ¡Por favor no más coreanos!
Desbloqueó el móvil (que con el hostión se había bloqueado) con el pulgar y se deslizó de nuevo por su lista de spotify. La felicidad le pedía buscar algo movido pero NORMAL, por una puñetera vez.
—Y en la calle ando suelto pero por ti me quito. Si tú me lo pides yo me porto bonito.
Canción con memes y todo, aquella era una declaración sincera en toda regla. Después de haberse reído y pasado tantísima vergüenza se sentía inmune, además, se escudaba en que ni de coña le entendía… O eso esperaba, porque el otro se puso tan rojo que por un instante dudó de ello. El pequeño brillo de pánico que apareció en sus ojos al abrirlos por la sorpresa quedó rápidamente tapado por la mano de su amigo, una reacción tan infantil que le hizo romper a reír mientras trataba de liberarse como pez de un anzuelo. Ni siquiera se quejó de que le quitase el teléfono, era justo.
—¡Y menos mal que no lo haces! —dijo y le apretó con más fuerza la mano, con el rostro rojo por las risas, por el pequeño susto y lo que acababa de hacer y cantar.
Mientras Ethan buscaba otra canción él seguía riendo por lo bajo sin quitarle la vista de encima, en el infierno de no poder parar la risa tonta. Lo mucho que le encantaba como le quedaba el rojo no era ni medio normal, y si podía provocarlo sin que las cosas fueran raras entre ellos explotaría esa mina hasta morir.
—Oh. Oh no. El club —y tan oh no—. ¡Noooo, coreanos noooo!
Negó con la cabeza varias veces al quejarse, pero su sonrisa ya perenne dejaba claro que no le importaba. Ah, por supuesto que recordaba esa canción y el día que le ofreció ir al ensayo final. Mientras Ethan se metía en la música Nohlem recuperaba el aliento e intentaba recordar con los ojos abiertos la coreografía que había visto entonces. Si él podía romperle cantando en español, Ethan podía romperle bailando. Pero es que joder, como bailaba. Nohlem no había podido reaccionar de otra forma que no fuera muriendo al sentir que cada milímetro de su piel empezaba a arder, y al acabar le había dejado tan idiotizado que tuvo que ir al baño para meter la cara bajo el grifo y recuperar ni que fuera un mínimo de cordura. Sus compañeros también bailaban bien, a fin de cuentas la gracia de esas coreografías era la coordinación que tenían entre todos, pero el granta apenas había podido despegar los ojos del moreno, incluso cuando se había forzado a seguir a quien tuviera el centro de atención en el momento.
Igual que ahora, no había dejado de mirarle mientras cantaba por lo bajini; tener su imagen delante hacía más vívido el recuerdo a pesar de que apenas recordaba los pasos. Por eso el británico le pilló mirándole y el contacto visual fue inmediato, quedando con cara de pasmarote antes de sonreír, a punto de una nueva risa.
—Oye oye, ¿tú no eras medio japonés? Eso no es japonés.
Era trampa, las palabras en inglés le dejaban más confuso que si la canción entera estuviera en chino. Estaba probando su propia medicina: la frustración de no tener ni pajolera idea de lo que decía con dosis extra de confusión por coreanglish.
—¡Tu madre por si acaso!
Por supuesto la cosa siguió escalando. De repente Nohlem se vio envuelto en el baile de la marioneta, el baile que tenías con tu madre cuando te obligaba a bailar con ella siendo crío, y por mucho que quisiera zafarse de su titiritero no podía. Con los ojos como platos su cara empezó a teñirse de un rojo intenso por la vergüenza al ridículo, aunque todo sin contener los bufidos de risa que le arrollaban a cada tirón. Vaya estampa tenían que tener. De hecho, la señora delante se había removido ya varias veces en su asiento, posiblemente agobiada al pensar que se le habían sentado detrás dos borrachos. Su risa ya era carcajada y le dolía la cara de tanto sonreír, sin tregua alguna cuando su otra mano también fue secuestrada.
—¡Ethan! ¡Chamo! —empezó a quejarse pero ya no ofrecía resistencia. De hecho hasta su reclamo fue bajo para poder oírle cantar a gusto.
Ahora, que la cara de tonto que se le quedó con el “I love you” debió ser breve pero intensa. Estalló en risas junto a él, requiriendo de vuelta su otra mano para taparse la boca y contenerse, a peor cuando la señora terminó por levantarse negando con la cabeza indignada después de echarles una miradita solo para sentarse como 4 filas más alante. Su cuerpo entero empezó a temblar por un ataque de risa que se lo iba a llevar a la tumba.
—Vieja pendeja… —dijo en voz muy baja debido a la falta del aire y las risas que le cortaban. El móvil se le cayó al suelo de tanto temblequeo, lo cual le hizo más gracia todavía—. ¡Coño ya!
Se agachó para recuperarlo pero en vez de erguirse se quedó ahí, inclinado sobre sus rodillas mientras miraba a Ethan con cara de idiota y mejillas adoloridas. Estaba exhausto.
—Eres más tonto que otro que sea menos tonto. Eso te convierte en menos tonto que Colmillo… pero SOLO menos tonto que Colmillo —le estrujó la mano con cariño, sin dejar de mirarle en una sonrisa de muchos dientes. Esos momentos tan estrechos y libres de preocupaciones le hacían olvidar que solo eran amigos—. ¿¡Estamos en paz ya o qué!? ¡Por favor no más coreanos!
Desbloqueó el móvil (que con el hostión se había bloqueado) con el pulgar y se deslizó de nuevo por su lista de spotify. La felicidad le pedía buscar algo movido pero NORMAL, por una puñetera vez.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
09/05/23, 12:08 am
Se iba a morir. Sí ya tenía la risa suelta por el absurdo baile que acababan de hacer, que Nohlem le acompañara convertía la situación en un ciclo interminable. Las carcajadas del pelirrojo no solo le llenaban de felicidad, si no que alimentaban las suyas propias, obligándolo a estar apoyado en el respaldo del asiento, con la mano libre haciendo presión sobre el abdomen. Estaban haciendo demasiado ruido, pero tan ocupado que estaba en tratar de respirar que siquiera se fijó en la señora que acababa de huir, provocando que le dirigiera una mirada interrogante a Nohlem cuando le escucho bufar por lo bajo. Dio igual, el ruido sordo del móvil contra el suelo le saco otra sonrisa rota por los resoplidos. Joder que puto desastre eran.
-Ay ay, tu si que eres estúpido calla. -Tuvo que limpiarse el principio de unas lágrimas, exageradamente rojo después de ese ataque de risas compartido. -Me ofende MUCHÍSIMO que ahora esté por debajo de Connor, que lo sepas. -Retomando cierto aliento le devolvió una mirada que intento ser burlona, pero se quedó en cansada y extremadamente alegre. -Aunque al menos si sigo por delante de Colmillo, también lo estoy de ti.
Que el baremo para medir lo tonto que era alguien fuera Colmillo solo le agradandaba la sonrisa. Acababa de poner a Nohlem por debajo del chaval que de vez en cuando le daba por morder piedras, era cuanto menos un ataque bajo.
-Y no más coreanos, va. -Prometió con efusividad. Le dejó poner la siguiente canción manteniendo el pacto de paz mientras ambos se recomponen.
Apenas media canción después el autobús volvía a parar y Nohlem era arrastrado fuera del asiento sin ningún aviso.
-¡Perdón! ¡Parada necesaria!
Ethan salió con mucha efusividad, aprovechando la unión para guiar al chico a la salida, en aquel evento tan improvisado. Una vez alcanzado el suelo se giró hacía él para dedicarle una sonrisa deslumbrante, acompañada por un brillo cegador. El sol ya estaba en alto y en contraste con la protección del bus ahí estaban prácticamente expuestos al mismo. Principalmente, porque se encontraban ante la entrada de un parque.
Nohlem debía conocerlo, era el más grande en las cercanías del campus y ellos estaban en un lateral del mismo, en un paso modesto que permitía el acceso evitando el conglomerado de gente que iba a la zona principal. La reja negra, que separaba el suelo de pavimento liso del camino de tierra, se partía en dos para permitir adentrarse a la zona verde. Al otro lado les aguardaba un amplio césped de tonalidades verdes, dividido en amplias secciones comunicadas por un paseillo que se perdía en la distancia. Árboles de menor tamaño brindaban sombra en algunos puntos, decorando tanto los caminos pedregosos como esporádicamente las zonas de hierba. Pero lo que más destacaba sin lugar a dudas, era la cantidad de margaritas de diferentes colores que decoraban el campo, adornándolo de vivos y llamativos colores.
Con el sol en su mejor momento y aprovechando que era viernes, la zona irradiaba vida. Desde transeúntes que iban y venían hasta grupos de jóvenes que charlaban a viva voz protegidos bajo las ramas de algún árbol o parejas que aprovechaban el lugar para bueno, hacer lo que hacen las parejas…
-Te dije que a la siguiente te llevaba a un sitio más bonito, pero he pensado que mira, ya que no vas a volver a clases… Podíamos aprovechar el día.
Ethan se encogió de hombros en el sitio, manteniendo cierto rubor en su nariz y mejillas ante la propuesta. Siquiera había hecho amago de soltar la mano, ni tampoco pensaba mencionar nada al respecto. Si el chico gato se quería hacer el tonto, podrían mantener un pacto silencioso. Y mientras esperaba respuesta, cierta timidez desaparecía convertida en una suave risa ante el absurdo de que la canción siguiera sonando por los cascos.
-Ay ay, tu si que eres estúpido calla. -Tuvo que limpiarse el principio de unas lágrimas, exageradamente rojo después de ese ataque de risas compartido. -Me ofende MUCHÍSIMO que ahora esté por debajo de Connor, que lo sepas. -Retomando cierto aliento le devolvió una mirada que intento ser burlona, pero se quedó en cansada y extremadamente alegre. -Aunque al menos si sigo por delante de Colmillo, también lo estoy de ti.
Que el baremo para medir lo tonto que era alguien fuera Colmillo solo le agradandaba la sonrisa. Acababa de poner a Nohlem por debajo del chaval que de vez en cuando le daba por morder piedras, era cuanto menos un ataque bajo.
-Y no más coreanos, va. -Prometió con efusividad. Le dejó poner la siguiente canción manteniendo el pacto de paz mientras ambos se recomponen.
Apenas media canción después el autobús volvía a parar y Nohlem era arrastrado fuera del asiento sin ningún aviso.
-¡Perdón! ¡Parada necesaria!
Ethan salió con mucha efusividad, aprovechando la unión para guiar al chico a la salida, en aquel evento tan improvisado. Una vez alcanzado el suelo se giró hacía él para dedicarle una sonrisa deslumbrante, acompañada por un brillo cegador. El sol ya estaba en alto y en contraste con la protección del bus ahí estaban prácticamente expuestos al mismo. Principalmente, porque se encontraban ante la entrada de un parque.
Nohlem debía conocerlo, era el más grande en las cercanías del campus y ellos estaban en un lateral del mismo, en un paso modesto que permitía el acceso evitando el conglomerado de gente que iba a la zona principal. La reja negra, que separaba el suelo de pavimento liso del camino de tierra, se partía en dos para permitir adentrarse a la zona verde. Al otro lado les aguardaba un amplio césped de tonalidades verdes, dividido en amplias secciones comunicadas por un paseillo que se perdía en la distancia. Árboles de menor tamaño brindaban sombra en algunos puntos, decorando tanto los caminos pedregosos como esporádicamente las zonas de hierba. Pero lo que más destacaba sin lugar a dudas, era la cantidad de margaritas de diferentes colores que decoraban el campo, adornándolo de vivos y llamativos colores.
Con el sol en su mejor momento y aprovechando que era viernes, la zona irradiaba vida. Desde transeúntes que iban y venían hasta grupos de jóvenes que charlaban a viva voz protegidos bajo las ramas de algún árbol o parejas que aprovechaban el lugar para bueno, hacer lo que hacen las parejas…
-Te dije que a la siguiente te llevaba a un sitio más bonito, pero he pensado que mira, ya que no vas a volver a clases… Podíamos aprovechar el día.
Ethan se encogió de hombros en el sitio, manteniendo cierto rubor en su nariz y mejillas ante la propuesta. Siquiera había hecho amago de soltar la mano, ni tampoco pensaba mencionar nada al respecto. Si el chico gato se quería hacer el tonto, podrían mantener un pacto silencioso. Y mientras esperaba respuesta, cierta timidez desaparecía convertida en una suave risa ante el absurdo de que la canción siguiera sonando por los cascos.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
09/05/23, 10:06 pm
Nohlem podría haberse ofendido porque Ethan insinuase que era más tonto que Colmillo, pero el ataque le pareció tan bien colado que solo le salió reírse. Se reincorporó, ordenando mentalmente como de idiotas eran sus amigos de menos (Rick) a más (aparentemente él) mientras se masajeaba la cara para aliviar la tirantez. Si no canturreaba la canción nueva es porque no se sabía la letra, no porque no quisiese. Tampoco es que le hubiera dado tiempo a mucho, Ethan le empujó y arrastró fuera del bus sin casi aviso. Por supuesto que reconocía las inmediaciones del campus, lo que no controlaba era el recorrido del autobús, así que no chistó cuando se vio fuera, cegado por la luz del sol, en uno de los parques próximos. El varmano creyó que les tocaría hacer transbordo o ir andando desde ahí -vaya mierda de autobús si era el caso- pero el plan del británico era diferente.
Pasar de la sobria sombra de los árboles del cementerio, al autobús, a la vibrante luz del parque le estaba haciendo ver más chiribitas que formas -vaya momento para tener las pupilas dilatadas además-, así que sacó unas gafas de sol tan pijas como todo en él de su gabardina y se las puso antes de nada. Ahora que lo pensaba Ethan y él no podían ir vestidos menos distinto.
—Ah… Joder —le sobrevino un bufido de risa por las ideas de bombero que tenía el chico y el comentario de que ya no iba a volver a clase: él no lo había dicho, vale que fuera evidente, ¡pero él no lo había dicho!—. No me lo esperaba yo tan… hoy mismo.
No era una crítica. De hecho tan pronto habían tocado suelo su mano había suavizado -que no soltado- el agarre creyéndolo ya innecesario, pero dio un suave estrujón, un simple toque para afianzar la unión, al terminar la frase con una sonrisa torpe. Le dejaría ir a cualquier señal, ya bastantes cagadas había cometido en una sola mañana para querer sumar otra más, aunque mientras no fuera el caso no sería él quien los separase. A fin de cuentas Nohlem era más idiota que Colmillo, el mismo chaval que creía que un chaleco era quien venía de Chalecoslovaquia, pero es que encima de todo también era masoquista. Todo ese plan apestaba a peligro y actuaría con toda la precaución del mundo, ya que por mucho que estuvieran de buenas tras el viaje en guagua no olvidaba todo lo sucedido en el cementerio. Pero… joder, le tenía tantas ganas como miedo al inglés. Seguía con ganas de más serotonina y como se llamase la hormona que hacía que le bailase el corazón al estar con Ethan, ganas de ser un poco egoista.
—Vale. ¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Damos una vuelta? —esta vez fue él quien tiró de él, con gentileza, dirección a la entrada del parque—. ¿Nos tumbamos en algún lado o…? —inspeccionó el lugar en busca de un sitio bonito (a ser posible donde tuvieran sombra porque le estaba sobrando el abrigo) cuando algo captó su atención: un par de ¿gansos? ¿ocas? los patos largos y agresivos esos, paseaban a sus anchas entre el césped y el empedrado, picoteando entre las flores o simplemente existiendo—. ¡Ah! ¡Eres tú!
Les dirigió cerca suya. Los bichos ni se inmutaron, ni siquiera cuando la distancia entre ellos pasó a ser de poco más de un metro. Nohlem se inclinó para verlos mejor.
—Konichiwa, señor y señora Ikeda. Son ustedes tan guapos como su hijo.
Pasar de la sobria sombra de los árboles del cementerio, al autobús, a la vibrante luz del parque le estaba haciendo ver más chiribitas que formas -vaya momento para tener las pupilas dilatadas además-, así que sacó unas gafas de sol tan pijas como todo en él de su gabardina y se las puso antes de nada. Ahora que lo pensaba Ethan y él no podían ir vestidos menos distinto.
—Ah… Joder —le sobrevino un bufido de risa por las ideas de bombero que tenía el chico y el comentario de que ya no iba a volver a clase: él no lo había dicho, vale que fuera evidente, ¡pero él no lo había dicho!—. No me lo esperaba yo tan… hoy mismo.
No era una crítica. De hecho tan pronto habían tocado suelo su mano había suavizado -que no soltado- el agarre creyéndolo ya innecesario, pero dio un suave estrujón, un simple toque para afianzar la unión, al terminar la frase con una sonrisa torpe. Le dejaría ir a cualquier señal, ya bastantes cagadas había cometido en una sola mañana para querer sumar otra más, aunque mientras no fuera el caso no sería él quien los separase. A fin de cuentas Nohlem era más idiota que Colmillo, el mismo chaval que creía que un chaleco era quien venía de Chalecoslovaquia, pero es que encima de todo también era masoquista. Todo ese plan apestaba a peligro y actuaría con toda la precaución del mundo, ya que por mucho que estuvieran de buenas tras el viaje en guagua no olvidaba todo lo sucedido en el cementerio. Pero… joder, le tenía tantas ganas como miedo al inglés. Seguía con ganas de más serotonina y como se llamase la hormona que hacía que le bailase el corazón al estar con Ethan, ganas de ser un poco egoista.
—Vale. ¿Qué es lo que quieres hacer? ¿Damos una vuelta? —esta vez fue él quien tiró de él, con gentileza, dirección a la entrada del parque—. ¿Nos tumbamos en algún lado o…? —inspeccionó el lugar en busca de un sitio bonito (a ser posible donde tuvieran sombra porque le estaba sobrando el abrigo) cuando algo captó su atención: un par de ¿gansos? ¿ocas? los patos largos y agresivos esos, paseaban a sus anchas entre el césped y el empedrado, picoteando entre las flores o simplemente existiendo—. ¡Ah! ¡Eres tú!
Les dirigió cerca suya. Los bichos ni se inmutaron, ni siquiera cuando la distancia entre ellos pasó a ser de poco más de un metro. Nohlem se inclinó para verlos mejor.
—Konichiwa, señor y señora Ikeda. Son ustedes tan guapos como su hijo.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
10/05/23, 09:16 pm
Por un momento Ethan pensó que le soltaría la mano, fue una duda lógica pues tendría todo el sentido del mundo que quisiera hacerlo, y junto a la breve duda en la voz del chico supuso que la había liado. Tenía que haberle preguntado si le apetecía, no arrastrarlo al parque sin consentimiento… Tan pronto como se estaba comiendo la cabeza ante semejante tontería, el ligero apretón le salvó de aquella caída en picado.
¿No era tan diferente a otras veces no? La cercanía de ambos siempre fue bastante íntima. Quedadas en las que se la pasaban abrazados, pijamadas compartiendo cama ante la falta de espacio, incluso aquella vez que se le durmió encima en pleno campus! Esta situación no podía ser muy diferente… Pero sí, sí que lo era. Claro que lo era. No solo por el beso, que obviamente era una ruptura al código de hermandad que Connor había impuesto de manera unilateral en el grupo, si no por sus propios sentimientos. Antes no sentía su corazón brincar ante gestos tan pequeños, ni se sorprendía con la expectación de obtener un poquito de atención por parte de Nohlem.
Estaba pillado, y ser consciente de ello complicaba todo muchísimo, aunque también le daba cierta alegría de la que no iba a quejarse. Como por ejemplo la tonta sonrisa que se le formó cuando el felino comenzó a andar tirando ligeramente de su mano.
-Pueees podemos sentarnos a comer unos mochiiis… -La idea era sencilla y un buen punto de partida. Comer pastelitos y compartir una tarde agradable podía ser perfectamente una actividad de amigos. Muchas chicas del campus iban cogidas del brazo siento heteros, tampoco tendría por qué generar malentendido que ellos lo fueran, ¿no?
Iba a haber buscado algún lugar con sombra, pero se vio interrumpido cuando el varmano reclamo su atención.
-¿Soy yo? -Cuando se dio de bruces con ¨sus familiares¨ Ethan acabo soltando un resoplido a modo de risa ahogada. -Dios eres estupidisimoooo! ¡Siquiera son patos! -Como reproche, le regaló un ligero empujón, tratando de no ser demasiado brusco para no asustar a los animales. -¿Crees que se morirán si les doy un mochi?
Mientras lo mencionaba, ya estaba rompiendo el enlace para ponerse de cuclillas junto a las ocas. Colocando la mochila a un lado para sacar la caja. Hasta que no tuvo un dulce en su palma, rompiéndolo distraídamente en trocitos pequeños no se percató de su error. Tan entretenido que estaba en querer interactuar con los pájaros que había tirado por tierra el gesto tan tierno. Ahora no tendría ninguna excusa para volver a reclamarle la mano.
-Ah mierda, perdón no quería soltarte-. -Mencionó con toda la sinceridad del mundo, pensando demasiado alto por culpa de la frustración del momento. -AH, soltar el mochi! ¡Perdón! ¡No quería dar un mochi de tu regalo sin permiso!
La vergüenza le sobrevino, evadiendo la mirada del felino para centrarse en alimentar a sus congéneres, como si de esa manera pudiera ocultar el rubor que volvía a invadir su rostro. -Solo será uno prometido.
Trato de mantener la falsa como mejor pudo. Una de las ocas se adelantó, más confiada que su compañera. Dedicándose a picotear las migajas que Ethan le iba esparciendo por el suelo. La otra en cambio, aún siendo de menor tamaño y exactamente igual en color y forma tenía una mirada profunda, una de las que uno gana con la experiencia de la vida.
Unos ojos oscuros cargados de un rencor antiguo y focalizados en el pelinaranja. Con las cuencas tan negras que prácticamente podía verse reflejado en las mismas. Ella sabía que era, lo sabía de buena manera. Había tenido una existencia corta, pero dura y en ese preciso instante, en ese lugar y en ese momento Nohlem no miraba a un pájaro, miraba a un abismo que poco a poco iba acercándose a él. Recortando distancias a medida que el ambiente lejos de ser alegre se volvía sórdido, inquietante, terrorífico. Esa oca tenía un objetivo en mente y estaba decidida a dar su vida para conseguirlo.
O quizá, solo era una oca que tenía una especial enemistad hacía los pelirrojos.
Fuera como fuese, en escasos segundos el animal extendió sus alas y profiriendo un grito de guerra (un tanto ridículo) se lanzó contra su nueva víctima.
¿No era tan diferente a otras veces no? La cercanía de ambos siempre fue bastante íntima. Quedadas en las que se la pasaban abrazados, pijamadas compartiendo cama ante la falta de espacio, incluso aquella vez que se le durmió encima en pleno campus! Esta situación no podía ser muy diferente… Pero sí, sí que lo era. Claro que lo era. No solo por el beso, que obviamente era una ruptura al código de hermandad que Connor había impuesto de manera unilateral en el grupo, si no por sus propios sentimientos. Antes no sentía su corazón brincar ante gestos tan pequeños, ni se sorprendía con la expectación de obtener un poquito de atención por parte de Nohlem.
Estaba pillado, y ser consciente de ello complicaba todo muchísimo, aunque también le daba cierta alegría de la que no iba a quejarse. Como por ejemplo la tonta sonrisa que se le formó cuando el felino comenzó a andar tirando ligeramente de su mano.
-Pueees podemos sentarnos a comer unos mochiiis… -La idea era sencilla y un buen punto de partida. Comer pastelitos y compartir una tarde agradable podía ser perfectamente una actividad de amigos. Muchas chicas del campus iban cogidas del brazo siento heteros, tampoco tendría por qué generar malentendido que ellos lo fueran, ¿no?
Iba a haber buscado algún lugar con sombra, pero se vio interrumpido cuando el varmano reclamo su atención.
-¿Soy yo? -Cuando se dio de bruces con ¨sus familiares¨ Ethan acabo soltando un resoplido a modo de risa ahogada. -Dios eres estupidisimoooo! ¡Siquiera son patos! -Como reproche, le regaló un ligero empujón, tratando de no ser demasiado brusco para no asustar a los animales. -¿Crees que se morirán si les doy un mochi?
Mientras lo mencionaba, ya estaba rompiendo el enlace para ponerse de cuclillas junto a las ocas. Colocando la mochila a un lado para sacar la caja. Hasta que no tuvo un dulce en su palma, rompiéndolo distraídamente en trocitos pequeños no se percató de su error. Tan entretenido que estaba en querer interactuar con los pájaros que había tirado por tierra el gesto tan tierno. Ahora no tendría ninguna excusa para volver a reclamarle la mano.
-Ah mierda, perdón no quería soltarte-. -Mencionó con toda la sinceridad del mundo, pensando demasiado alto por culpa de la frustración del momento. -AH, soltar el mochi! ¡Perdón! ¡No quería dar un mochi de tu regalo sin permiso!
La vergüenza le sobrevino, evadiendo la mirada del felino para centrarse en alimentar a sus congéneres, como si de esa manera pudiera ocultar el rubor que volvía a invadir su rostro. -Solo será uno prometido.
Trato de mantener la falsa como mejor pudo. Una de las ocas se adelantó, más confiada que su compañera. Dedicándose a picotear las migajas que Ethan le iba esparciendo por el suelo. La otra en cambio, aún siendo de menor tamaño y exactamente igual en color y forma tenía una mirada profunda, una de las que uno gana con la experiencia de la vida.
Unos ojos oscuros cargados de un rencor antiguo y focalizados en el pelinaranja. Con las cuencas tan negras que prácticamente podía verse reflejado en las mismas. Ella sabía que era, lo sabía de buena manera. Había tenido una existencia corta, pero dura y en ese preciso instante, en ese lugar y en ese momento Nohlem no miraba a un pájaro, miraba a un abismo que poco a poco iba acercándose a él. Recortando distancias a medida que el ambiente lejos de ser alegre se volvía sórdido, inquietante, terrorífico. Esa oca tenía un objetivo en mente y estaba decidida a dar su vida para conseguirlo.
O quizá, solo era una oca que tenía una especial enemistad hacía los pelirrojos.
Fuera como fuese, en escasos segundos el animal extendió sus alas y profiriendo un grito de guerra (un tanto ridículo) se lanzó contra su nueva víctima.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
12/05/23, 02:08 pm
—¡Claro que son patos! —reprochó, perfectamente consciente de que no lo eran—. Cara de pato, pico de pato, patas de pato. Patos.
Le apretó la mano con el empujón y tiró de él, leve, dejando claro con una sonrisita que si se iba al suelo le arrastraba consigo.
—Pueeesss... —dejó la frase sin terminar, dudoso. Si morían un puñado de japoneses al año, ¿qué impedía que muriesen ocas?
Ethan le soltó la mano como inevitablemente tenía que pasar. Le daba pena, pero también era un respiro para su ya bastante inquieto corazón (y para todo su cuerpo, se estaba asando con la chaqueta), aunque a diferencia del moreno él no lo verbalizó. Podía camuflar el desliz cuanto quisiese, que Nohlem no era tan tonto. La forma tan mala en la que se corrigió le hizo mirar a un lado y morderse el labio para evitar una sonrisa mientras el rubor volvía a subir. Ethan acababa de confesar que no quería soltarle. Podía normalizar el gesto como algo entre bros, era una buena forma de mantener la cabeza sobre los hombros, pero... ¿Quién coño se creía ese cuento? Había algo más. Obvio. Pero su seguridad era una cosa muy frágil, y las ideas positivas iban y venían con la misma velocidad. Nada, Ethan estaba falto de cariño, simple y llanamente. Era eso.
—Nada, ya ves tú, si son tuyos...
Aprovechó para quitarse la chaqueta y echársela a un brazo, observando distraidamente desde arriba como los trocitos de lo que fuera esa masa de colorines eran devorados por uno de los pájaros como si de una aspiradora se tratase. El otro... no estaba comiendo. O al menos no lo que Ethan le lanzaba, porque bien que se lo estaba comiéndo a él con los ojos. Nohlem frunció el ceño, algo tenso por la manera en que el bicho no se movía ni pestañeaba.
—Oye, a ese le pasa alg- —el animal sacudió las alas y graznó con fuerza antes de tirarse a por él. Sin saber como demonios se reaccionaba a un ataque de ganso solo dio algunos pasos atrás: error. El bicho siguió palante—. ¡Coño! ¡Eh- eh!
Nohlem retrocedió con más brío mientras el bicho seguía arremetiendo, graznando con un odio que creía imposible en un cuerpo tan esponjoso. Le picó una rodilla y le arrastró consigo al echarla para atrás con un pequeño grito lleno de confusión. Apenas le había pellizcado pero... ¿¡Qué tenía, pinchos por dentro!? ¡¿Cómo esta tontería había dolido tanto?!
—¡QUE ONDA! ¡Quieto puto no me estés picoteando! ¡Ethan! —comenzó a reirse de puro nervio, ya huyendo como dios manda del bicho—. ¡Cómetelo a él! ¡Cómetelo A ÉL! —señaló al británico en su huida, pero obviamente el pájaro no cambió de objetivo.
Claro que no todo le pasaba al pobre felino. El acompañante del John Wyck de los gansos había aprovechado la coyuntura para robarle un trozo demasiado grande de mochi a Ethan de las manos, y ahora intentaba tragárselo echando todo el cuello hacia atrás... sin éxito. El pájaro empezó a sacudir las alas y andar en círculos desquiciados mientras se ahogaba en pasta de arroz, emitiendo ruidos parecidos a una trompeta llena de papeles. Nohlem, ya unos metros lejos y siendo el hazmerreir de las parejitas que por ahí descansaban intentó usar la gabardina de escudo, dando la imagen de que toreaba con el ganso, y cada trocito de tela que éste pillaba trocito que era sacudido con violencia desmedida. Terminó por lanzarle toda la chaqueta encima, que empezó a sacudirse como un animal rabioso dentro de una bolsa.
—¡ETHAN TUS PADRES ME ODIAN!
Le apretó la mano con el empujón y tiró de él, leve, dejando claro con una sonrisita que si se iba al suelo le arrastraba consigo.
—Pueeesss... —dejó la frase sin terminar, dudoso. Si morían un puñado de japoneses al año, ¿qué impedía que muriesen ocas?
Ethan le soltó la mano como inevitablemente tenía que pasar. Le daba pena, pero también era un respiro para su ya bastante inquieto corazón (y para todo su cuerpo, se estaba asando con la chaqueta), aunque a diferencia del moreno él no lo verbalizó. Podía camuflar el desliz cuanto quisiese, que Nohlem no era tan tonto. La forma tan mala en la que se corrigió le hizo mirar a un lado y morderse el labio para evitar una sonrisa mientras el rubor volvía a subir. Ethan acababa de confesar que no quería soltarle. Podía normalizar el gesto como algo entre bros, era una buena forma de mantener la cabeza sobre los hombros, pero... ¿Quién coño se creía ese cuento? Había algo más. Obvio. Pero su seguridad era una cosa muy frágil, y las ideas positivas iban y venían con la misma velocidad. Nada, Ethan estaba falto de cariño, simple y llanamente. Era eso.
—Nada, ya ves tú, si son tuyos...
Aprovechó para quitarse la chaqueta y echársela a un brazo, observando distraidamente desde arriba como los trocitos de lo que fuera esa masa de colorines eran devorados por uno de los pájaros como si de una aspiradora se tratase. El otro... no estaba comiendo. O al menos no lo que Ethan le lanzaba, porque bien que se lo estaba comiéndo a él con los ojos. Nohlem frunció el ceño, algo tenso por la manera en que el bicho no se movía ni pestañeaba.
—Oye, a ese le pasa alg- —el animal sacudió las alas y graznó con fuerza antes de tirarse a por él. Sin saber como demonios se reaccionaba a un ataque de ganso solo dio algunos pasos atrás: error. El bicho siguió palante—. ¡Coño! ¡Eh- eh!
Nohlem retrocedió con más brío mientras el bicho seguía arremetiendo, graznando con un odio que creía imposible en un cuerpo tan esponjoso. Le picó una rodilla y le arrastró consigo al echarla para atrás con un pequeño grito lleno de confusión. Apenas le había pellizcado pero... ¿¡Qué tenía, pinchos por dentro!? ¡¿Cómo esta tontería había dolido tanto?!
—¡QUE ONDA! ¡Quieto puto no me estés picoteando! ¡Ethan! —comenzó a reirse de puro nervio, ya huyendo como dios manda del bicho—. ¡Cómetelo a él! ¡Cómetelo A ÉL! —señaló al británico en su huida, pero obviamente el pájaro no cambió de objetivo.
Claro que no todo le pasaba al pobre felino. El acompañante del John Wyck de los gansos había aprovechado la coyuntura para robarle un trozo demasiado grande de mochi a Ethan de las manos, y ahora intentaba tragárselo echando todo el cuello hacia atrás... sin éxito. El pájaro empezó a sacudir las alas y andar en círculos desquiciados mientras se ahogaba en pasta de arroz, emitiendo ruidos parecidos a una trompeta llena de papeles. Nohlem, ya unos metros lejos y siendo el hazmerreir de las parejitas que por ahí descansaban intentó usar la gabardina de escudo, dando la imagen de que toreaba con el ganso, y cada trocito de tela que éste pillaba trocito que era sacudido con violencia desmedida. Terminó por lanzarle toda la chaqueta encima, que empezó a sacudirse como un animal rabioso dentro de una bolsa.
—¡ETHAN TUS PADRES ME ODIAN!
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
13/05/23, 12:56 am
Ante el repentino ataque Ethan decidió hacer alarde de su increíble amistad y se empezó a descojonar en el sitio. Rompiendo en carcajada limpia, incapaz siquiera de mantenerse balanceado por más tiempo. Con los ojos humedecidos y encorvado sobre sí mismo tuvo que acabar de rodillas, incapaz de controlar cada risa que se le escapaba al ver la escena en directo.
-¡A mí no me mires! ¡Se ve que te ha cogido cariño! -Logró advertir en voz alta entre diferentes suspiros, era tan absurdo que se olvidó por completo del ganso que él tenía a su lado. Tanto así que lo primero que noto fue el picotazo que le soltó en la mano, apartándose violentamente con una sonora queja, cuando ya era demasiado tarde.
El hurto había sido todo un éxito y el mochi que guardaba estaba siendo devorado por un pájaro estupido que no tardó en empezar a ahogarse.
-¡Oh oh, no me jodas! ¡¡Nohlem, que se me muereeeee!! -Su tono de voz había cambiado a uno de preocupación pura, cortando la euforia al ver cómo el animal empezaba a trazar círculos preso de la desesperación. Claro estaba, el felino tenía sus propios problemas toreando al otro como para que viniera a socorrer a este. Así que, Ethan, contagiado por el pánico, no se le ocurrió mejor plan que levantarse e ir corriendo a por el animal. No fue buena idea. En cuanto este le vio empezó a huir en dirección contraría, y mientras en un lado del parque era un humano quien luchaba por su vida, en el otro la gente presenciaba como un joven asiatico perseguía ,hierba a través, al pobre ganso.
-¡YA, Y UNO DE MIS PADRES SE ME ESTÁ AHOGANDO!
La oca más grande, (la que anda jugando con la muerte) empezaba a adentrarse en zona peligrosa, allí donde descansaban los jóvenes, sin dejar en ningún momento de graznar de forma lastimosa por culpa del dulce. La pequeña en cambio, se revolvió con furia bajo la trampa mortal en la que había caído, no duró mucho hasta que su cabecita logró escurrirse bajo la misma. Ahí aguardo unos segundos, observando con una inquietante calma a Nohlem. Sin moverse y sin pestañear. Antes de que, llevado por un momento de completa rabia ciega cambiará de objetivo para pagarlo con la chaqueta.
Deshilacho parte de una manga al tirar de ella y en la siguiente embestida dio con uno de los bolsillos, que arrancó con fuerza. De él salieron disparadas unas llaves y la cartera del joven la cual se quedó más cerca del pájaro. Craso error, pues localizado un nuevo objetivo no dudo en empezar a picotear como si las tarjetas de crédito de Nohlem fueran las culpables de su miserable vida. Ah pero si eso hubiera sido lo único que aguardaba… No contento con semejante destrozo consiguió agarrar una de las esquinas de la billetera, y con la furia de un perro rabioso empezó a sacudirla con los giros violentos que su cuello podía permitirle.
En ese momento no solo volaron documentos de identidad, tarjetas o ticket varios. Condones variopintos se desperdigaron en diferentes direcciones, sacando las risas de los que seguían observando el espectáculo. Por suerte para Nohlem, al menos el pájaro no parecío tener interés en ellos, a diferencia de los adolescentes varios que empezaron a cuchichear en alto estupefactos ante el descubrimiento tan gracioso.
Ethan no llegó a presenciar eso, no en directo al menos. Pues por su lado el maldito ganso había decidido interrumpir un tranquilo picnic del que disfrutaban unas muchachas y él, desesperado y avergonzado optó por usar su último recurso. Tirarse a intentar frenar al animal. Lo consiguió sí, a cambio de verse en mitad de un mantel, boca arriba, abrazando con fuerza a un pájaro que con el movimiento de sus alas restringido trataba de luchar en vano.
-Ah buenas tardes, siento..la intromisión.
Fue lo único capaz de hilar mientras trataba de apretar con cuidado a su nueva víctima, para ver si de una puta vez escupía el mochi. Las jóvenes, que notoriamente se estaban divirtiendo por la situación se rieron ante su comentario, hasta que una de ellas más extrovertida habló de vuelta.
-Uy, ese es Nohlem? ¿El de ciencias políticas?
Perfecto. Eran de la uni.
-¡A mí no me mires! ¡Se ve que te ha cogido cariño! -Logró advertir en voz alta entre diferentes suspiros, era tan absurdo que se olvidó por completo del ganso que él tenía a su lado. Tanto así que lo primero que noto fue el picotazo que le soltó en la mano, apartándose violentamente con una sonora queja, cuando ya era demasiado tarde.
El hurto había sido todo un éxito y el mochi que guardaba estaba siendo devorado por un pájaro estupido que no tardó en empezar a ahogarse.
-¡Oh oh, no me jodas! ¡¡Nohlem, que se me muereeeee!! -Su tono de voz había cambiado a uno de preocupación pura, cortando la euforia al ver cómo el animal empezaba a trazar círculos preso de la desesperación. Claro estaba, el felino tenía sus propios problemas toreando al otro como para que viniera a socorrer a este. Así que, Ethan, contagiado por el pánico, no se le ocurrió mejor plan que levantarse e ir corriendo a por el animal. No fue buena idea. En cuanto este le vio empezó a huir en dirección contraría, y mientras en un lado del parque era un humano quien luchaba por su vida, en el otro la gente presenciaba como un joven asiatico perseguía ,hierba a través, al pobre ganso.
-¡YA, Y UNO DE MIS PADRES SE ME ESTÁ AHOGANDO!
La oca más grande, (la que anda jugando con la muerte) empezaba a adentrarse en zona peligrosa, allí donde descansaban los jóvenes, sin dejar en ningún momento de graznar de forma lastimosa por culpa del dulce. La pequeña en cambio, se revolvió con furia bajo la trampa mortal en la que había caído, no duró mucho hasta que su cabecita logró escurrirse bajo la misma. Ahí aguardo unos segundos, observando con una inquietante calma a Nohlem. Sin moverse y sin pestañear. Antes de que, llevado por un momento de completa rabia ciega cambiará de objetivo para pagarlo con la chaqueta.
Deshilacho parte de una manga al tirar de ella y en la siguiente embestida dio con uno de los bolsillos, que arrancó con fuerza. De él salieron disparadas unas llaves y la cartera del joven la cual se quedó más cerca del pájaro. Craso error, pues localizado un nuevo objetivo no dudo en empezar a picotear como si las tarjetas de crédito de Nohlem fueran las culpables de su miserable vida. Ah pero si eso hubiera sido lo único que aguardaba… No contento con semejante destrozo consiguió agarrar una de las esquinas de la billetera, y con la furia de un perro rabioso empezó a sacudirla con los giros violentos que su cuello podía permitirle.
En ese momento no solo volaron documentos de identidad, tarjetas o ticket varios. Condones variopintos se desperdigaron en diferentes direcciones, sacando las risas de los que seguían observando el espectáculo. Por suerte para Nohlem, al menos el pájaro no parecío tener interés en ellos, a diferencia de los adolescentes varios que empezaron a cuchichear en alto estupefactos ante el descubrimiento tan gracioso.
Ethan no llegó a presenciar eso, no en directo al menos. Pues por su lado el maldito ganso había decidido interrumpir un tranquilo picnic del que disfrutaban unas muchachas y él, desesperado y avergonzado optó por usar su último recurso. Tirarse a intentar frenar al animal. Lo consiguió sí, a cambio de verse en mitad de un mantel, boca arriba, abrazando con fuerza a un pájaro que con el movimiento de sus alas restringido trataba de luchar en vano.
-Ah buenas tardes, siento..la intromisión.
Fue lo único capaz de hilar mientras trataba de apretar con cuidado a su nueva víctima, para ver si de una puta vez escupía el mochi. Las jóvenes, que notoriamente se estaban divirtiendo por la situación se rieron ante su comentario, hasta que una de ellas más extrovertida habló de vuelta.
-Uy, ese es Nohlem? ¿El de ciencias políticas?
Perfecto. Eran de la uni.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
13/05/23, 02:49 am
Lo bueno de todo ese desastre es que ya no se sentía como una cita y no tenía porqué ponerse nervioso por ello. Lo malo era absolutamente todo lo demás.
La trampa le dio el tiempo justo de voltearse a Ethan en su grito de socorro. Le habría hecho más gracia de no ser porque el animal de verdad se veía lamentable, porque no le apetecía tener que encargarse de un cuerpo o que la gente los tildase de maltratadores por haber ahogado a un estúpido ganso con algo que no debían haberle dado de comer en primer lugar. Por el rabillo del ojo vio que la masa marrón que era su gabardina dejaba de moverse, y como de esta emergía un manchurrón blanco con pico naranja. “Oh no”. Mantuvo el contacto visual con el animal durante un tiempo que se le hizo eterno, acercándose lentamente para tantear el recuperar su ropa, cuando… Bueno, no iba a quedar ropa que recuperar.
—¡AH NO! ¡No no no no no no! —alzó las manos, a medio camino de llevárselas a la cara o a la cabeza. Tiró de una manga y se quedó con ella. Literalmente. El pájaro había conseguido arrancársela y ahora era una bola de ira, tela y plumas blancas—. ¡Hijo de remil putas!
Fue a por sus llaves y se las guardó en el bolsillo del pantalón visto que la gabardina era un caso perdido e intentó hacer lo mismo con su cartera, pero el ganso fue más veloz. Sus tarjetas de crédito, su carnet de conducir, el de identidad, una foto tamaño carnet de Colmillo (¡salía muy guapo!), una mariposa de papel que le había hecho Ethan con un ticket de la cafetería, hasta las tarjetitas de puntos del Bubble tea al que iba, todo salió volando. Pero el verdadero espectáculo vino cuando saltaron los malditos condones. Por los auriculares inalámbricos que compartían los dos bufones del parque (es decir, Ethan y él) cuya música no había dejado de sonar en ningún momento, había empezado a reproducirse en un tono demasiado irónico la suave voz de Nat King Cole en L-O-V-E. El varmano quería morirse tan fuerte como estaba muriendo la oca de la que se encargaba Ethan. Se echó los restos de su triste gabardina llena de tierra bajo el brazo, recogió a toda velocidad lo más importante usando la chaqueta de bolsa y se dirigió al pájaro con nuevos instintos asesinos, cero vergüenza, solo venganza. Le daban igual ya los condones pisoteados y arrastrados por la tierra, quería ver a ese pato asado. Y su puta cartera.
En el pilla-pilla le tocaba a él correr tras el animal, que liberado de redes agitaba las alas con su nuevo tesoro en la boca. Menos mal que no le daba por echar a volar. El ganso intentó pasar entre un señor mayor y un banco pero no calculó bien su propio tamaño con las alas abiertas y, para cuando intentó dar media vuelta Nohlem le pilló del pescuezo y lo levantó. Tenía una fuerza muy bruta en las alas, pero al varmano ya le daban igual los hostiones y el reguero de plumas. Si no quería soltar su cartera se lo llevaría así tal cual a casa.
—Te voy a llevar con Connor para que te cocine vivo, ¡PENDEJO! O a que Colmillo te muerda las patas como si fueras un juguete para- —el señor se le quedó mirando, sorprendido, y un Nohlem con el jersey lleno de plumones le dedicó su mejor peor sonrisa.
El otro ganso cada vez se movía menos, como si ya hubiera aceptado su muerte; si no era por mochi, era por las manos del británico. No obstante con un último aleteo y un graznido, un movimiento en su cuello delató algo bueno: había conseguido tragarse la masa. Tras una breve pausa para procesar la buena nueva con su cerebro de pollo y energías renovadas por haber evitado una de sus dos posibles muertes el animal graznó con ganas, dispuesto a luchar por su vida de nuevo. Las chicas recularon ante la lluvia de plumas y aletazos, a la que pronto se unió Nohlem con el otro ganso en un brazo y todos sus trastos en el otro. Le había estado picoteando una vez había soltado su cartera y se notaba por los rosetones que tenía por la mano y la muñeca, así como los obvios tirones en la tela de las mangas de su jersey.
—Hol- —iba a saludarlas, pero otro aletazo le hizo comer plumas. Escupió una que bajó despacio hasta la cara de Ethan—. Hola. Perdón. ¿No que se estaba muriendo?
Una tira de condones se deslizó desde el gurruño de su chaqueta hasta el mantel de picnic.
—Sí, sí es —respondió la amiga a lo evidente, la que supuestamente era más tímida, escondiendo la risa en su estupefacción.
La trampa le dio el tiempo justo de voltearse a Ethan en su grito de socorro. Le habría hecho más gracia de no ser porque el animal de verdad se veía lamentable, porque no le apetecía tener que encargarse de un cuerpo o que la gente los tildase de maltratadores por haber ahogado a un estúpido ganso con algo que no debían haberle dado de comer en primer lugar. Por el rabillo del ojo vio que la masa marrón que era su gabardina dejaba de moverse, y como de esta emergía un manchurrón blanco con pico naranja. “Oh no”. Mantuvo el contacto visual con el animal durante un tiempo que se le hizo eterno, acercándose lentamente para tantear el recuperar su ropa, cuando… Bueno, no iba a quedar ropa que recuperar.
—¡AH NO! ¡No no no no no no! —alzó las manos, a medio camino de llevárselas a la cara o a la cabeza. Tiró de una manga y se quedó con ella. Literalmente. El pájaro había conseguido arrancársela y ahora era una bola de ira, tela y plumas blancas—. ¡Hijo de remil putas!
Fue a por sus llaves y se las guardó en el bolsillo del pantalón visto que la gabardina era un caso perdido e intentó hacer lo mismo con su cartera, pero el ganso fue más veloz. Sus tarjetas de crédito, su carnet de conducir, el de identidad, una foto tamaño carnet de Colmillo (¡salía muy guapo!), una mariposa de papel que le había hecho Ethan con un ticket de la cafetería, hasta las tarjetitas de puntos del Bubble tea al que iba, todo salió volando. Pero el verdadero espectáculo vino cuando saltaron los malditos condones. Por los auriculares inalámbricos que compartían los dos bufones del parque (es decir, Ethan y él) cuya música no había dejado de sonar en ningún momento, había empezado a reproducirse en un tono demasiado irónico la suave voz de Nat King Cole en L-O-V-E. El varmano quería morirse tan fuerte como estaba muriendo la oca de la que se encargaba Ethan. Se echó los restos de su triste gabardina llena de tierra bajo el brazo, recogió a toda velocidad lo más importante usando la chaqueta de bolsa y se dirigió al pájaro con nuevos instintos asesinos, cero vergüenza, solo venganza. Le daban igual ya los condones pisoteados y arrastrados por la tierra, quería ver a ese pato asado. Y su puta cartera.
En el pilla-pilla le tocaba a él correr tras el animal, que liberado de redes agitaba las alas con su nuevo tesoro en la boca. Menos mal que no le daba por echar a volar. El ganso intentó pasar entre un señor mayor y un banco pero no calculó bien su propio tamaño con las alas abiertas y, para cuando intentó dar media vuelta Nohlem le pilló del pescuezo y lo levantó. Tenía una fuerza muy bruta en las alas, pero al varmano ya le daban igual los hostiones y el reguero de plumas. Si no quería soltar su cartera se lo llevaría así tal cual a casa.
—Te voy a llevar con Connor para que te cocine vivo, ¡PENDEJO! O a que Colmillo te muerda las patas como si fueras un juguete para- —el señor se le quedó mirando, sorprendido, y un Nohlem con el jersey lleno de plumones le dedicó su mejor peor sonrisa.
El otro ganso cada vez se movía menos, como si ya hubiera aceptado su muerte; si no era por mochi, era por las manos del británico. No obstante con un último aleteo y un graznido, un movimiento en su cuello delató algo bueno: había conseguido tragarse la masa. Tras una breve pausa para procesar la buena nueva con su cerebro de pollo y energías renovadas por haber evitado una de sus dos posibles muertes el animal graznó con ganas, dispuesto a luchar por su vida de nuevo. Las chicas recularon ante la lluvia de plumas y aletazos, a la que pronto se unió Nohlem con el otro ganso en un brazo y todos sus trastos en el otro. Le había estado picoteando una vez había soltado su cartera y se notaba por los rosetones que tenía por la mano y la muñeca, así como los obvios tirones en la tela de las mangas de su jersey.
—Hol- —iba a saludarlas, pero otro aletazo le hizo comer plumas. Escupió una que bajó despacio hasta la cara de Ethan—. Hola. Perdón. ¿No que se estaba muriendo?
Una tira de condones se deslizó desde el gurruño de su chaqueta hasta el mantel de picnic.
—Sí, sí es —respondió la amiga a lo evidente, la que supuestamente era más tímida, escondiendo la risa en su estupefacción.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
14/05/23, 07:49 pm
La música teñía la escena con una sátira ridícula, Ethan empezaba a sentir que de alguna manera había acabado en una película de comedia romántica. Solo que sin romance y con un ganso loco golpeándolo a cámara lenta. Cuando este paro y un sonoro ¨glup¨ invadió la escena creyó tonto de el que por fin tendría calma. Nada más lejos de la realidad, pues el hijo puta del pájaro decidió aletear con aún más fuerzas ahora que ya no notaba la muerte tan cercana.
-Si bueno… Se lo ha pensado mejor. -Respondió de forma entrecortada, pues se veía obligado a callar cada vez que un ala volvía a arremeter contra su cara. Al final la pluma terminó de rematarlo, forzando una sonrisa ante el cosquilleo repentino. La situación tan absurda, el plumón bajo su nariz y el lograr hacer contacto con Nohlem le logró arrancar una carcajada que suavizó el agarre. Momento en el que viendo su ruta de escape, el animal arremetió con todas sus energías, pisando la cara del asiatico y obligando a una de las muchachas a apartarse antes de que la embistiera.
Con uno de los gansos en plena fuga, Ethan se vio libre de continuar riendo. Incorporándose para sentarse en el mantel y tomando entre sus manos los condones. Objeto que se guardo rápidamente en la chaqueta, confiscados. Decidió no nombrarlos porque eso sería algo que se guardaría para más adelante, lejos a poder ser de miradas indiscretas. Lo que les faltaba era darle más motivos a esas chicas para que siguieran alucinando.
-Dios Nohlem por favor suelta ya al bicho. -Comentó cuando se dio cuenta de como lo tenía agarrado. Lejos de sonar ofendido, la escena le hacía suma gracia, ese era precisamente el problema.
Y Ethan no era el único que podía pasar por alto la situación, pues entre las chavalas se habían creado dos bandos silenciosos. Las que se deleitaban con fantasías viendo a los dos jóvenes interactuar y las que, por el contrario, estaban centradas en crear las suyas propias con el felino (Y más después de haber visto lo que el chico guardaba en su cartera). Fue una de estas últimas quien entendiendo la oportunidad que tenía no quiso perderla.
-Perdón, pero... ¿Podría tener tu número?
La frase y el momento de flojera fue tan inoportuno que le arrancó otra sonrisa a Ethan. No podía culparla, Nohlem era enfermizamente guapo. Incluso despeinado, con la ropa revuelta y un ganso siendo ahorcado en su brazo, tenía un aura que solo remarcaba lo sexy que era. Bueno, quizá él no era tampoco muy objetivo pero que se le iba a hacer. A día de hoy seguía sin comprender su extraña suerte, todo el mundo quería ser amigo del felino y él siquiera lo conocía la primera vez que se cruzaron. Si tan solo los alumnos supieran que fue el varmano el primer interesado seguramente le matarían de pura envidia, pero ese secreto se lo llevaría a la tumba.
-Hmm si nos cedéis el mantel te digo yo cual es.
Respondió con cierta burla. Dedicando a Nohlem una amplia sonrisa, a sus ojos era un intercambio perfecto. Él seguía con su idea de tener un rato tranquilos en el parque, aunque ahora hubieran llamado la atención de todos sus visitantes.
-Si bueno… Se lo ha pensado mejor. -Respondió de forma entrecortada, pues se veía obligado a callar cada vez que un ala volvía a arremeter contra su cara. Al final la pluma terminó de rematarlo, forzando una sonrisa ante el cosquilleo repentino. La situación tan absurda, el plumón bajo su nariz y el lograr hacer contacto con Nohlem le logró arrancar una carcajada que suavizó el agarre. Momento en el que viendo su ruta de escape, el animal arremetió con todas sus energías, pisando la cara del asiatico y obligando a una de las muchachas a apartarse antes de que la embistiera.
Con uno de los gansos en plena fuga, Ethan se vio libre de continuar riendo. Incorporándose para sentarse en el mantel y tomando entre sus manos los condones. Objeto que se guardo rápidamente en la chaqueta, confiscados. Decidió no nombrarlos porque eso sería algo que se guardaría para más adelante, lejos a poder ser de miradas indiscretas. Lo que les faltaba era darle más motivos a esas chicas para que siguieran alucinando.
-Dios Nohlem por favor suelta ya al bicho. -Comentó cuando se dio cuenta de como lo tenía agarrado. Lejos de sonar ofendido, la escena le hacía suma gracia, ese era precisamente el problema.
Y Ethan no era el único que podía pasar por alto la situación, pues entre las chavalas se habían creado dos bandos silenciosos. Las que se deleitaban con fantasías viendo a los dos jóvenes interactuar y las que, por el contrario, estaban centradas en crear las suyas propias con el felino (Y más después de haber visto lo que el chico guardaba en su cartera). Fue una de estas últimas quien entendiendo la oportunidad que tenía no quiso perderla.
-Perdón, pero... ¿Podría tener tu número?
La frase y el momento de flojera fue tan inoportuno que le arrancó otra sonrisa a Ethan. No podía culparla, Nohlem era enfermizamente guapo. Incluso despeinado, con la ropa revuelta y un ganso siendo ahorcado en su brazo, tenía un aura que solo remarcaba lo sexy que era. Bueno, quizá él no era tampoco muy objetivo pero que se le iba a hacer. A día de hoy seguía sin comprender su extraña suerte, todo el mundo quería ser amigo del felino y él siquiera lo conocía la primera vez que se cruzaron. Si tan solo los alumnos supieran que fue el varmano el primer interesado seguramente le matarían de pura envidia, pero ese secreto se lo llevaría a la tumba.
-Hmm si nos cedéis el mantel te digo yo cual es.
Respondió con cierta burla. Dedicando a Nohlem una amplia sonrisa, a sus ojos era un intercambio perfecto. Él seguía con su idea de tener un rato tranquilos en el parque, aunque ahora hubieran llamado la atención de todos sus visitantes.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
15/05/23, 01:34 am
Nohlem tuvo el pensamiento más raro que había tenido hasta el momento, no solo del día sino de… joder, a saber cuanto, y es que quien fuera ese ganso para estar encima de Ethan. Incluso combinando gris con gris en ese chandal que parecía un saco de patatas, con las mejillas sonrojadas por haber estado corriendo tras un animal asfixiado, rodeado de plumas como si hubiera roto una almohada y el pelo revuelto, Nohlem no podía sino sentir envidia de un pato venido a más que por poco moría por pasta de arroz.
Se apartó con algo más de brío cuando Ethan lo soltó, ya temiendo que ese también se voltease a por él para salvar a su amigo y se sintió tonto cuando nada de eso pasó. Colocó los pies en su sitio inicial y en un intento de recuperar parte de su elegancia le sonrió como mejor pudo a las chicas, cosa que le salía bien hasta con un animal picotéandole las mangas.
—Sí hombre. Como le suelte me roba las llaves del coche. O la vida —alzó al pájaro para verle a los ojos. Este soltó un sonoro “CUAK”, que lejos de ser bandera blanca parecía una amenaza—. Definitivamente la vida.
El varmano podía hacerse el tonto pero era más que consciente del efecto que tenía en la gente de su quinta. Ahora, que una cosa era saber que una chica quería rollo con él en una fiesta y otra muy distinta que le pidieran el número mientras sujetaba un ganso vivo por el pescuezo, tenía el pelo lleno de plumas y arrastraba sus poseciones como un vagabundo por el parque. Pestañeó un par de veces, observó a la chica con una sorpresa que en otra situación habría sido nula hasta que su sistema se reinició y sonrió con autoestima renovada. Hasta en sus peores momentos ligaba, wow. Hacía el ridículo y aún así salía con el ego hinchado. Encima no le había pedido el instagram, había ido directa a por el contacto. Iba a tener que pelearse con pájaros más a menudo.
—Oh. Bueno… —con gusto se lo habría dado, la chica era muy mona, pero la situación no era la más propicia. Iba a pedirle que al menos le dejase soltar al ganso primero pero Ethan se adelantó con una propuesta que no comprendió en un principio. “Aaaah...” cayó después con los ojos más abiertos y una sonrisa divertida. Y luego el zorro era él—. Dadme un segundo. Voy a soltar al amiguito.
Se alejó de allí unos pasos, en la misma dirección donde había salido escopeteado el primer ganso y colocó al suyo en el suelo.
—Vuélvete y te juro que ceno pato esta noche. ¿Entendido, mijo? —le susurró. Apartó la mano lo máximo posible de su cuerpo y con un empujón le impulsó hacia delante, soltando el agarre. El ganso se volteó, le picó una última vez un dedo (haciéndole sacudir la mano y proferir un quejido) y se fue corriendo tras su compañero, agitando las alas mientras hacía todo el ruido posible—. Mamón…
En el picnic la paciencia de la joven se había agotado. Miró a Ethan con una sonrisa segura; no le hacía ascos a recibir el número por un tercero.
—Trato.
—Tía, ¡que el mantel es mío de que vas! —le reprochó otra.
—No jodas tía, que es Nohlem —le respondió con un puchero.
—Pero vamos a ver, que tenemos muchos en casa-
—Si no es suficiente —la cortó el varmano, de vuelta. Dejó caer sus cosas sobre el césped para tener más movilidad y buscar algo en su teléfono. Al girar la pantalla les enseñaba una foto con el zoom puesto en cierto morenazo de ojos verdes y azules—. Mi número y el de nuestro colega Rick. Es buenísima onda, más apañado que un botón. Y es toooodo un caballero —canturreó eso último.
Las chicas intercambiaron miradas. La más valiente le sonreía con gusto a la dueña del mantel y esta contenía una sonrisita.
—Vale, ¡pero! —la primera señaló a Ethan—. Añadimos el tuyo también a la oferta.
Nohlem se mordió la mejilla por dentro para no echarse a reír ahí mismo (si Ethan quería decirles que era gay que lo hiciera él solito), y simplemente descendió para sentarse a su lado.
—¿Cómo os llamáis? —era más una maniobra para quitarle el foco al británico que educación.
—Marta —dijo la más echada pa’lante—. De audiovisuales.
—Yo soy Vero. Verónica.
Las otras tres que las acompañaban también se presentaron, unas con más información y energía que otras, pero todas aparentemente igual de conformes con el plan. Sus sonrisas y rubores indicaban que les parecía bien que el picnic se fuese al traste si sus amigas ganaban algo de mayor valor que un trapo. Por lo pronto Nohlem le dictó su número y el de Rick (ya le pediría perdón o las gracias al americano), sin darle importancia a como otra también aprovechaba la coyuntura para anotarlos.
Se apartó con algo más de brío cuando Ethan lo soltó, ya temiendo que ese también se voltease a por él para salvar a su amigo y se sintió tonto cuando nada de eso pasó. Colocó los pies en su sitio inicial y en un intento de recuperar parte de su elegancia le sonrió como mejor pudo a las chicas, cosa que le salía bien hasta con un animal picotéandole las mangas.
—Sí hombre. Como le suelte me roba las llaves del coche. O la vida —alzó al pájaro para verle a los ojos. Este soltó un sonoro “CUAK”, que lejos de ser bandera blanca parecía una amenaza—. Definitivamente la vida.
El varmano podía hacerse el tonto pero era más que consciente del efecto que tenía en la gente de su quinta. Ahora, que una cosa era saber que una chica quería rollo con él en una fiesta y otra muy distinta que le pidieran el número mientras sujetaba un ganso vivo por el pescuezo, tenía el pelo lleno de plumas y arrastraba sus poseciones como un vagabundo por el parque. Pestañeó un par de veces, observó a la chica con una sorpresa que en otra situación habría sido nula hasta que su sistema se reinició y sonrió con autoestima renovada. Hasta en sus peores momentos ligaba, wow. Hacía el ridículo y aún así salía con el ego hinchado. Encima no le había pedido el instagram, había ido directa a por el contacto. Iba a tener que pelearse con pájaros más a menudo.
—Oh. Bueno… —con gusto se lo habría dado, la chica era muy mona, pero la situación no era la más propicia. Iba a pedirle que al menos le dejase soltar al ganso primero pero Ethan se adelantó con una propuesta que no comprendió en un principio. “Aaaah...” cayó después con los ojos más abiertos y una sonrisa divertida. Y luego el zorro era él—. Dadme un segundo. Voy a soltar al amiguito.
Se alejó de allí unos pasos, en la misma dirección donde había salido escopeteado el primer ganso y colocó al suyo en el suelo.
—Vuélvete y te juro que ceno pato esta noche. ¿Entendido, mijo? —le susurró. Apartó la mano lo máximo posible de su cuerpo y con un empujón le impulsó hacia delante, soltando el agarre. El ganso se volteó, le picó una última vez un dedo (haciéndole sacudir la mano y proferir un quejido) y se fue corriendo tras su compañero, agitando las alas mientras hacía todo el ruido posible—. Mamón…
En el picnic la paciencia de la joven se había agotado. Miró a Ethan con una sonrisa segura; no le hacía ascos a recibir el número por un tercero.
—Trato.
—Tía, ¡que el mantel es mío de que vas! —le reprochó otra.
—No jodas tía, que es Nohlem —le respondió con un puchero.
—Pero vamos a ver, que tenemos muchos en casa-
—Si no es suficiente —la cortó el varmano, de vuelta. Dejó caer sus cosas sobre el césped para tener más movilidad y buscar algo en su teléfono. Al girar la pantalla les enseñaba una foto con el zoom puesto en cierto morenazo de ojos verdes y azules—. Mi número y el de nuestro colega Rick. Es buenísima onda, más apañado que un botón. Y es toooodo un caballero —canturreó eso último.
Las chicas intercambiaron miradas. La más valiente le sonreía con gusto a la dueña del mantel y esta contenía una sonrisita.
—Vale, ¡pero! —la primera señaló a Ethan—. Añadimos el tuyo también a la oferta.
Nohlem se mordió la mejilla por dentro para no echarse a reír ahí mismo (si Ethan quería decirles que era gay que lo hiciera él solito), y simplemente descendió para sentarse a su lado.
—¿Cómo os llamáis? —era más una maniobra para quitarle el foco al británico que educación.
—Marta —dijo la más echada pa’lante—. De audiovisuales.
—Yo soy Vero. Verónica.
Las otras tres que las acompañaban también se presentaron, unas con más información y energía que otras, pero todas aparentemente igual de conformes con el plan. Sus sonrisas y rubores indicaban que les parecía bien que el picnic se fuese al traste si sus amigas ganaban algo de mayor valor que un trapo. Por lo pronto Nohlem le dictó su número y el de Rick (ya le pediría perdón o las gracias al americano), sin darle importancia a como otra también aprovechaba la coyuntura para anotarlos.
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
17/05/23, 11:28 am
Vale, Nohlem volvía a estar en su salsa y eso eran sólo buenas noticias. Sin haberlo buscado esas chicas habían conseguido que se recuperara la dinámica normal del grupo. El felino coqueteaba cuanto quisiera y él podía respirar aliviado, alegre al ver que su amistad no tenía por qué correr peligro. Entonces… ¿Por qué en parte tenía ese malestar? ¿Eran celos? No, era envidia… Le molestaba el sentirse tan tonto y encapsulado en la misma jaula donde él mismo se había colocado. Las chavalas a diferencia de él no tenían ninguno de esos problemas: No guardaban lazos, no les gustaba el gato y tampoco les importaba como pudieran terminar su relación con el mismo.
Era todo tan sencillo en comparación…
Sabía que era estúpido sí quiera igualar situaciones, porque él tampoco quería exactamente estar ahí… Pero que le podía hacer, su lado más egoísta solo lloraba ante la idea de como otros pudieran disfrutar de la cercanía del gato mientras él solo le colocaba trabas a la misma.
Por suerte o por desgracia no era el único perjudicado, pues Nohlem acababa de venderle a las jóvenes nueva carne de cañón. Ay dios, Ethan no se veía tan optimista como lo hacía el felino. Dudaba bastante que Rick fuera a sacar algo de ahí. Solo de imaginar al pobre mirando los nuevos mensajes con profunda confusión logró sacarle una sonrisa.
-Nohlem! Acabas de… no te creo. -Estaba dispuesto a darle un ligero codazo a su compañero, iniciando una broma como otra cualquiera pero se vio interrumpido cuando no contentas con ese añadido, pidieron también su teléfono.
Al londinense no se le subió el ego como había ocurrido con el varmano. Al contrario, se quedó profundamente confuso, pues después de todo lo ocurrido y tal y como iba vestido no lograba entender qué tan desesperadas debían de estar. No es que Ethan se considerase alguien feo, simplemente rozaba la media y era plenamente consciente de que su armario no ayudaba a sacarle brillo a su apariencia. A él le encantaban sus chandals, eran cómodos y sencillos pero vamos… Que no había manera de lucir bien lo que llevaba puesto. Menos aún si la comparativa directa era Nohlem, para que cojones le querían ¡Si ya tenían el premio gordo!
El otro problema era que desconocía cómo salir de la coyuntura. No solía encontrarse con gente tan directa, así que agradeció que el tema se desviase a dar sus nombres y se mantuvo en profundo silencio. Como un animal escondido esperando paciente a que el cazador avance sin verle, ellas no se fueron. Ni hicieron amago de levantarse para su mala suerte.
-¿Y el tuyo? -Preguntó una de ellas, cuyo nombre no recordaba pues le parecían todas demasiado iguales. Perfecto, no podía huir.
-Ethan. -Se quedó en silencio antes de seguir, sintiéndose demasiado borde si no lo hacía.- Eh de protocolo y organización de eventos… Bueno osea, organizó más cosas.
Una de las chicas del fondo, (de las más calladas) exclamó un Ah! al haber conectado los puntos. El asiático desconocía en la ratonera en la que estaba por meterse al querer ser educado.
-¡Ah, no te había diferenciado! No sé si te acuerdas de mí. Hace un año me ayudaste con la matrícula y tal!
-Claro… -Ni putisima idea de quién era, joder anda que no tenía alumnos con problemas de matriculación… Si los de recepción tendían a ser una soberana mierda, las dudas siempre acababan resolviéndolas ellos.
Y mientras el resto de chavalas pillaban el relevo para hablar con el chico que de los dos resultaba menos intimidante, Marta no quería perder el tiempo.
-Woah, tu amigo debe ser muy considerado para tener un trabajo así. -Estando sentada, fingió con toda educación que se recolocaba la falda para poder acercarse a donde Nohlem. En parte no mentía, seguía queriendo el teléfono del asiatico, pero viendo el agobio que estaban dando sus amigas no consideraba que fuera el momento de repetirse. Había peces más grandes en el mar. -Aunque espero que tú no te dediques a eso… -Dejó la frase en el aire, dedicando una dulce sonrisa al felino en el proceso. -Me sería cansado tener que buscar tantas excusas para poder verte.
Suave, sutil y directa. Hasta Vanessa se había apartado a sabiendas de que jugar contra su amiga era una derrota asegurada. Por su lado, se había unido al otro círculo donde la competencia estaba más igualada.
-No, yo es que… No uso Whatsapp ni nada, yo soy el aburrido de los dos. -Risita entre dientes falsa, pero educada. -Mi móvil solo lo uso para el trabajo.
-Y no tienes tik tok o insta? -Insistió otra de las chicas.
-Yo si eh...bueno, insta pero apenas subo nada interesante…
Ethan sonreía cada vez más, forzando su gesto a que resultara natural. Como cuando llevaba 2 semanas haciendo guías por el campus y ya no soportaba una sola pregunta más, pero tenía que seguir respondiendo. Dioses, como detestaba a las chicas hetero, podían llegar a ser taan insistentes que se estaba quedando sin excusa alguna. Y aunque en otros momentos habría recurrido a Nohlem para que le sacara del panorama, tampoco quería interrumpirle el ligue. Solo confiaba en que terminaran pronto para poder ambos, quedarse a solas con su nuevo mantel.
Era todo tan sencillo en comparación…
Sabía que era estúpido sí quiera igualar situaciones, porque él tampoco quería exactamente estar ahí… Pero que le podía hacer, su lado más egoísta solo lloraba ante la idea de como otros pudieran disfrutar de la cercanía del gato mientras él solo le colocaba trabas a la misma.
Por suerte o por desgracia no era el único perjudicado, pues Nohlem acababa de venderle a las jóvenes nueva carne de cañón. Ay dios, Ethan no se veía tan optimista como lo hacía el felino. Dudaba bastante que Rick fuera a sacar algo de ahí. Solo de imaginar al pobre mirando los nuevos mensajes con profunda confusión logró sacarle una sonrisa.
-Nohlem! Acabas de… no te creo. -Estaba dispuesto a darle un ligero codazo a su compañero, iniciando una broma como otra cualquiera pero se vio interrumpido cuando no contentas con ese añadido, pidieron también su teléfono.
Al londinense no se le subió el ego como había ocurrido con el varmano. Al contrario, se quedó profundamente confuso, pues después de todo lo ocurrido y tal y como iba vestido no lograba entender qué tan desesperadas debían de estar. No es que Ethan se considerase alguien feo, simplemente rozaba la media y era plenamente consciente de que su armario no ayudaba a sacarle brillo a su apariencia. A él le encantaban sus chandals, eran cómodos y sencillos pero vamos… Que no había manera de lucir bien lo que llevaba puesto. Menos aún si la comparativa directa era Nohlem, para que cojones le querían ¡Si ya tenían el premio gordo!
El otro problema era que desconocía cómo salir de la coyuntura. No solía encontrarse con gente tan directa, así que agradeció que el tema se desviase a dar sus nombres y se mantuvo en profundo silencio. Como un animal escondido esperando paciente a que el cazador avance sin verle, ellas no se fueron. Ni hicieron amago de levantarse para su mala suerte.
-¿Y el tuyo? -Preguntó una de ellas, cuyo nombre no recordaba pues le parecían todas demasiado iguales. Perfecto, no podía huir.
-Ethan. -Se quedó en silencio antes de seguir, sintiéndose demasiado borde si no lo hacía.- Eh de protocolo y organización de eventos… Bueno osea, organizó más cosas.
Una de las chicas del fondo, (de las más calladas) exclamó un Ah! al haber conectado los puntos. El asiático desconocía en la ratonera en la que estaba por meterse al querer ser educado.
-¡Ah, no te había diferenciado! No sé si te acuerdas de mí. Hace un año me ayudaste con la matrícula y tal!
-Claro… -Ni putisima idea de quién era, joder anda que no tenía alumnos con problemas de matriculación… Si los de recepción tendían a ser una soberana mierda, las dudas siempre acababan resolviéndolas ellos.
Y mientras el resto de chavalas pillaban el relevo para hablar con el chico que de los dos resultaba menos intimidante, Marta no quería perder el tiempo.
-Woah, tu amigo debe ser muy considerado para tener un trabajo así. -Estando sentada, fingió con toda educación que se recolocaba la falda para poder acercarse a donde Nohlem. En parte no mentía, seguía queriendo el teléfono del asiatico, pero viendo el agobio que estaban dando sus amigas no consideraba que fuera el momento de repetirse. Había peces más grandes en el mar. -Aunque espero que tú no te dediques a eso… -Dejó la frase en el aire, dedicando una dulce sonrisa al felino en el proceso. -Me sería cansado tener que buscar tantas excusas para poder verte.
Suave, sutil y directa. Hasta Vanessa se había apartado a sabiendas de que jugar contra su amiga era una derrota asegurada. Por su lado, se había unido al otro círculo donde la competencia estaba más igualada.
-No, yo es que… No uso Whatsapp ni nada, yo soy el aburrido de los dos. -Risita entre dientes falsa, pero educada. -Mi móvil solo lo uso para el trabajo.
-Y no tienes tik tok o insta? -Insistió otra de las chicas.
-Yo si eh...bueno, insta pero apenas subo nada interesante…
Ethan sonreía cada vez más, forzando su gesto a que resultara natural. Como cuando llevaba 2 semanas haciendo guías por el campus y ya no soportaba una sola pregunta más, pero tenía que seguir respondiendo. Dioses, como detestaba a las chicas hetero, podían llegar a ser taan insistentes que se estaba quedando sin excusa alguna. Y aunque en otros momentos habría recurrido a Nohlem para que le sacara del panorama, tampoco quería interrumpirle el ligue. Solo confiaba en que terminaran pronto para poder ambos, quedarse a solas con su nuevo mantel.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Maneki Neko - RV Gakuen
18/05/23, 12:36 am
A Nohlem no le extrañaba que quisieran más porque, bueno, él era igual. Por descontado que entendía que se sintieran atraídas por Ethan: él era el primer interesado en el chico, llevase un traje, un chandal viejo o un disfraz de dinosaurio. Lejos de sentir celos se sentía casi orgulloso por su buen gusto, a pesar de que el otro no lo estuviera pasando precisamente bien. El varmano no estaba todo lo receptivo posible, quería atender a Marta y estar pendiente de su amigo a la vez, lo que resultaba en no estar a pleno con ninguna de las dos cosas.
—Sí, sí que lo es —le respondió con una sonrisa a Marta al encontrarla más próxima. No tenía pena alguna y eso le gustaba, sin rodeos, problema es que con el británico al lado a él no le salía flirtear con naturalidad. Estaba mal, sobre todo tras lo que había pasado esa misma mañana, y por mucho que quisiera regresar a la normalidad el corazón todavía se lo impedía—. Ah, no que va, yo soy un desastre para esas cosas, no sé ni como sigo matriculado en la facultad. Se me dan muy mal los papeleos. Casi tan mal como las excusas.
Rió con suavidad, un sonido inocente para la picardía que asomaba en sus labios. La sonrisa de Marta fue un reflejo de la suya y sus mejillas se encendieron de modo que lucía complacida, no tímida. No obstante un gesto del varmano no la dejó responder, pues este se echó a un lado para pegarse a Ethan hasta rodearle los hombros con un brazo y reclamarlo para sí.
—Chicas, chicas, ¡que me lo asustáis! ¿No véis que es un ratoncito de biblioteca?, una abuelita en el cuerpo de un gen-z, o lo que quiera que seamos. Si a mi tarda como cuatro días en responderme a los what’sapp… —miró a Marta. A fin de cuentas era con ella con quien estaban haciendo el trato, por mucho que la otra cuyo nombre ya había olvidado fuese la dueña del mantel—. Tienes mi número y el de mi compadre Rick. Si queréis todas mis redes sociales os las paso por Whats’app, pero yo creo que es suficiente, ¿no? —zarandeó con suavidad a Ethan—. De verdad, que este no entiende ni los memes que le paso.
Y no era mentira.
—Hmmm —Marta miró a sus amigas, que se habían quedado calladas entre risitas o pequeños “oh” tras las palabras de Nohlem. No se conformaba, estaba tan interesada en el lindo chico asiático que tenía delante tanto como las otras, pero también sabía recoger cable cuando ya tenía buen premio abordo. En su cabeza conseguiría el contacto de Ethan tarde o temprano—. Vale. Vero tía —la miró—. Te compro hoy otro puto mantel en el Tiger.
—¡Ay sí! —respondió otra—. Que han puesto unas libretas monísimas, me quiero pillar una.
La joven no pasaba por alto como el varmano seguía sin soltar a Ethan, atento a ella con una sonrisa espectante. La chica sabía cuando sobraban, y hoy por hoy en los planes de esos dos no estaban ni ella ni sus amigas. Le dio un par de sonoras palmaditas a su amiga más próxima en la espalda, se sujetó bien la falda para que no se viese nada y se puso en pie. Una vez arriba le quitó una pluma al pelirrojo de la cabeza.
—¡Vámonos, va! ¡Tengo antojazo de tailandés!
—¿Entonces no comemos aquí…? —Verónica señaló la cesta de picnic con la palma hacia arriba.
—Lo dejamos para la cena tía. Si son sándwiches y una ensalada de pasta. Podemos volver por la noche con César y Angie cuando salgan de volley y tengamos tu trapo nuevo. Venga.
No era una sugerencia. Quedaba claro que era quien cortaba el pescado en el grupo. Las otras la fueron siguiendo, despidiéndose de los dos con pequeños gestos o palabras más efusivas.
—¡Que no os piquen más gansos!
—Tomad —Verónica abrió la cesta y les lanzó una bolsa de patatas fritas. Estaba ya empezada, pero todavía quedaba más de la mitad—. Si vuelven al menos los distraéis con esto. ¡Hasta luego!
Marta se quedó atrás. Estuvo entretenida unos segundos en el móvil y al guardárselo en la bolsa le guiñó un ojo a Nohlem, al tiempo que empezaba a andar.
—¡Hasta luego chicos! —remató con una risita—. ¡Y graciaaas!
Mientras el varmano se despedía en la pantalla de su móvil apareció una notificación nueva. No tenía todavía guardado el número así que el mensaje llamaba suficiente la atención como para abrirlo en el acto; Marta le acababa de mandar un sticker, un gato muy pegado a cámara con dos corazoncitos. Nohlem suspiró una risa y liberó a Ethan del pseudo-abrazo.
—Santos. ¿Seguro que no preferías a tu ganso?
—Sí, sí que lo es —le respondió con una sonrisa a Marta al encontrarla más próxima. No tenía pena alguna y eso le gustaba, sin rodeos, problema es que con el británico al lado a él no le salía flirtear con naturalidad. Estaba mal, sobre todo tras lo que había pasado esa misma mañana, y por mucho que quisiera regresar a la normalidad el corazón todavía se lo impedía—. Ah, no que va, yo soy un desastre para esas cosas, no sé ni como sigo matriculado en la facultad. Se me dan muy mal los papeleos. Casi tan mal como las excusas.
Rió con suavidad, un sonido inocente para la picardía que asomaba en sus labios. La sonrisa de Marta fue un reflejo de la suya y sus mejillas se encendieron de modo que lucía complacida, no tímida. No obstante un gesto del varmano no la dejó responder, pues este se echó a un lado para pegarse a Ethan hasta rodearle los hombros con un brazo y reclamarlo para sí.
—Chicas, chicas, ¡que me lo asustáis! ¿No véis que es un ratoncito de biblioteca?, una abuelita en el cuerpo de un gen-z, o lo que quiera que seamos. Si a mi tarda como cuatro días en responderme a los what’sapp… —miró a Marta. A fin de cuentas era con ella con quien estaban haciendo el trato, por mucho que la otra cuyo nombre ya había olvidado fuese la dueña del mantel—. Tienes mi número y el de mi compadre Rick. Si queréis todas mis redes sociales os las paso por Whats’app, pero yo creo que es suficiente, ¿no? —zarandeó con suavidad a Ethan—. De verdad, que este no entiende ni los memes que le paso.
Y no era mentira.
—Hmmm —Marta miró a sus amigas, que se habían quedado calladas entre risitas o pequeños “oh” tras las palabras de Nohlem. No se conformaba, estaba tan interesada en el lindo chico asiático que tenía delante tanto como las otras, pero también sabía recoger cable cuando ya tenía buen premio abordo. En su cabeza conseguiría el contacto de Ethan tarde o temprano—. Vale. Vero tía —la miró—. Te compro hoy otro puto mantel en el Tiger.
—¡Ay sí! —respondió otra—. Que han puesto unas libretas monísimas, me quiero pillar una.
La joven no pasaba por alto como el varmano seguía sin soltar a Ethan, atento a ella con una sonrisa espectante. La chica sabía cuando sobraban, y hoy por hoy en los planes de esos dos no estaban ni ella ni sus amigas. Le dio un par de sonoras palmaditas a su amiga más próxima en la espalda, se sujetó bien la falda para que no se viese nada y se puso en pie. Una vez arriba le quitó una pluma al pelirrojo de la cabeza.
—¡Vámonos, va! ¡Tengo antojazo de tailandés!
—¿Entonces no comemos aquí…? —Verónica señaló la cesta de picnic con la palma hacia arriba.
—Lo dejamos para la cena tía. Si son sándwiches y una ensalada de pasta. Podemos volver por la noche con César y Angie cuando salgan de volley y tengamos tu trapo nuevo. Venga.
No era una sugerencia. Quedaba claro que era quien cortaba el pescado en el grupo. Las otras la fueron siguiendo, despidiéndose de los dos con pequeños gestos o palabras más efusivas.
—¡Que no os piquen más gansos!
—Tomad —Verónica abrió la cesta y les lanzó una bolsa de patatas fritas. Estaba ya empezada, pero todavía quedaba más de la mitad—. Si vuelven al menos los distraéis con esto. ¡Hasta luego!
Marta se quedó atrás. Estuvo entretenida unos segundos en el móvil y al guardárselo en la bolsa le guiñó un ojo a Nohlem, al tiempo que empezaba a andar.
—¡Hasta luego chicos! —remató con una risita—. ¡Y graciaaas!
Mientras el varmano se despedía en la pantalla de su móvil apareció una notificación nueva. No tenía todavía guardado el número así que el mensaje llamaba suficiente la atención como para abrirlo en el acto; Marta le acababa de mandar un sticker, un gato muy pegado a cámara con dos corazoncitos. Nohlem suspiró una risa y liberó a Ethan del pseudo-abrazo.
—Santos. ¿Seguro que no preferías a tu ganso?
- ♪♫♬:
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