La fiesta de la mansión - RV Gakuen
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Tak
Giniroryu
Seth
Raven
Trish
LEC
Sevent
Isma
Harek
Kanyum
14 participantes
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
La fiesta de la mansión - RV Gakuen
03/04/23, 10:22 pm
Recuerdo del primer mensaje :
La casa estaba de las últimas dentro de la urbanización privada, pero incluso si alguno no tenía la dirección exacta sería fácil saber cual de todas era. Había tantas luces encendidas dentro y fuera del edificio que brillaba en la distancia. Según se fueran acercando al destino los invitados notarían la vibración de la música en el ambiente, que dadas las dimensiones de los terrenos del resto de viviendas no debería suponer un problema para los vecinos. A pesar de ser una urbanización antigua las calles parecían totalmente nuevas, casi todas las casas eran de estilo victoriano e iban de chalets a mansiones pasando por putos palacetes, y si bien la de los hermanos no era la más grande no se quedaba atrás en impresionante: parecía una casa señorial sacada de la Habana. Las verjas eran altas pero permitían ver el interior, bordeadas de arbustos de hibiscos, palmeras y otras plantas tropicales, un inmenso sauce llorón asomaba por detrás de la construcción y el portón estaba abierto de par en par en un exceso de confianza por la seguridad del vecindario. La imagen podría parecer de otra época si le restabas que estuviera sonando Bad Bunny a todo trapo o que en la calle ya hubiera varios coches de este siglo aparcados.
En las escaleras que daban a la puerta principal Kahlo atendía a los recién llegados mientras esperaba a que todos sus invitados apareciesen. La chica estaba perfectamente maquillada para la ocasión y llevaba el pelo -teñido de blanco como ya venía siendo habitual- recogido en un elaborado moño trenzado. Vestía con una camisa blanca con rayas muy abierta (no era a posta, el primer botón estaba a la altura en la que estaría el 3er o 4to botón en una camisa normal), unos pantalones de talle alto y unos zapatos con un poco de tacón. En las orejas llevaba los aros de oro más grandes que tenía, una cadena de oro que encajaba con el escote, uno o dos anillos por cada dedo de su mano izquierda, las uñas pintadas de un rojo muy oscuro y tantísimas pulseras y brazaletes como para que cualquier gesto que hiciera con esta sonase como el trineo de Papá Noel.
Al sol le faltaba muy poco para ocultarse del todo y la brisa hacía que apuntase a ser una noche de verano perfecta… si su hermano y sus amigos no la liaban.
Y pensando en el rey de Roma, apareció detrás suya. Vestía parecido a ella, aunque había rebajado el nivel de elegancia: una camisa veraniega negra con estampados de hojas de palma y flores rojas, de momento cerrada hasta arriba, unos pantalones marrones y unas vans negras. Llevaba dos anillos en cada mano, un colgante con una moneda de oro y sus aretes de siempre. Ya tenía pintalabios en la mejilla, y por lo pronto solo en la mejilla.
—¿Cuántos faltan?
—A mi que me cuentas, Nohlem. No me has dado una lista de gente —dijo lamiéndose el pulgar para borrarle el pintalabios como si de un niño manchado de helado se tratase—. Yo estoy esperando a los míos y diciéndole a tus amigos que se ahoguen en la piscina.
—I mi qui mi cuintis Nihlim- espera, ¿les estás diciendo qué?
A Kahlo se le escapó una risa con el tono preocupado que puso.
—Solo hazme el favor de no perderte tan pronto, que la gente llega y no sabe donde estás. Y si rompen algo es responsabilidad tuya.
No me hago responsable de lo que ocurra en este tema.
La casa estaba de las últimas dentro de la urbanización privada, pero incluso si alguno no tenía la dirección exacta sería fácil saber cual de todas era. Había tantas luces encendidas dentro y fuera del edificio que brillaba en la distancia. Según se fueran acercando al destino los invitados notarían la vibración de la música en el ambiente, que dadas las dimensiones de los terrenos del resto de viviendas no debería suponer un problema para los vecinos. A pesar de ser una urbanización antigua las calles parecían totalmente nuevas, casi todas las casas eran de estilo victoriano e iban de chalets a mansiones pasando por putos palacetes, y si bien la de los hermanos no era la más grande no se quedaba atrás en impresionante: parecía una casa señorial sacada de la Habana. Las verjas eran altas pero permitían ver el interior, bordeadas de arbustos de hibiscos, palmeras y otras plantas tropicales, un inmenso sauce llorón asomaba por detrás de la construcción y el portón estaba abierto de par en par en un exceso de confianza por la seguridad del vecindario. La imagen podría parecer de otra época si le restabas que estuviera sonando Bad Bunny a todo trapo o que en la calle ya hubiera varios coches de este siglo aparcados.
En las escaleras que daban a la puerta principal Kahlo atendía a los recién llegados mientras esperaba a que todos sus invitados apareciesen. La chica estaba perfectamente maquillada para la ocasión y llevaba el pelo -teñido de blanco como ya venía siendo habitual- recogido en un elaborado moño trenzado. Vestía con una camisa blanca con rayas muy abierta (no era a posta, el primer botón estaba a la altura en la que estaría el 3er o 4to botón en una camisa normal), unos pantalones de talle alto y unos zapatos con un poco de tacón. En las orejas llevaba los aros de oro más grandes que tenía, una cadena de oro que encajaba con el escote, uno o dos anillos por cada dedo de su mano izquierda, las uñas pintadas de un rojo muy oscuro y tantísimas pulseras y brazaletes como para que cualquier gesto que hiciera con esta sonase como el trineo de Papá Noel.
Al sol le faltaba muy poco para ocultarse del todo y la brisa hacía que apuntase a ser una noche de verano perfecta… si su hermano y sus amigos no la liaban.
Y pensando en el rey de Roma, apareció detrás suya. Vestía parecido a ella, aunque había rebajado el nivel de elegancia: una camisa veraniega negra con estampados de hojas de palma y flores rojas, de momento cerrada hasta arriba, unos pantalones marrones y unas vans negras. Llevaba dos anillos en cada mano, un colgante con una moneda de oro y sus aretes de siempre. Ya tenía pintalabios en la mejilla, y por lo pronto solo en la mejilla.
—¿Cuántos faltan?
—A mi que me cuentas, Nohlem. No me has dado una lista de gente —dijo lamiéndose el pulgar para borrarle el pintalabios como si de un niño manchado de helado se tratase—. Yo estoy esperando a los míos y diciéndole a tus amigos que se ahoguen en la piscina.
—I mi qui mi cuintis Nihlim- espera, ¿les estás diciendo qué?
A Kahlo se le escapó una risa con el tono preocupado que puso.
—Solo hazme el favor de no perderte tan pronto, que la gente llega y no sabe donde estás. Y si rompen algo es responsabilidad tuya.
- Nota:
Podéis llegar ahora o haber llegado ya. Pegaos a alguien con coche o moto, sino los mellizos os pagan el taxi. Para llegar apenas serían unos 20 minutos de carretera respecto al campus, pero sin vehículo propio o alguien que les acerque no hay otra manera más rápida de acceso: está en las afueras, rodeada de bosques, campos de cultivo y otras urbanizaciones privadas igual de pijas.
Sed libres de inventaros la disposición de la casa y los npcs que haya por ahí.
Hay una piscina, un porche, un estanque con carpas a pies del sauce llorón y la sala abierta que da al jardín tiene un piano y un billar dentro. La decoración es muy art nouveau, mucha madera, plantas blabla, igualmente aquí os dejo un tablero de pinterest pa referencia.
- ♪♫♬:
- Isma
Ficha de cosechado
Nombre: Damian
Especie: Humano itaiano
Habilidades: Agilidad, dibujo, espontaneidad
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
25/04/23, 08:02 pm
La respuesta de Amira se le hizo lógica, vaya si parecía carilla aquella botella que pilló. Por la textura y el color del licor tenía pinta de ser de esos que se sirven en eventos de clase alta tal y como los padres de Kahlo eran. Ya iba por la mitad del vaso de cerveza sin darse cuenta y ya notaba en el estómago el alcohol.
—Ah, ¿para mí también? —no se esperó para nada que el ochrorio le pasase otro vaso a él también y su amiga le sirviese, sonriendo cómicamente por tener un vaso en cada mano. El que lo viese se pensaría que iba ya a por todas, ese pensamiento lo avergonzó un poco pero… Qué diablos, daba igual—. ¡Venga, За здоровье! (Salud)
Alternó al vaso con licor, dando un buen sorbo que bajó por su garganta, arrastrando ese ligero ardor esperable de los licores. Paseó su lengua en el interior de su boca, estaba sorprendentemente bueno para lo que se esperaba, dando otro gran buche sin pensarlo y afirmando con su cabeza.
—Vale, está buenísimo —confirmó a los dos, sorbiendo una tercera vez dejando el vaso casi vacío. Miró fijamente la botella—. Me voy a quedar con el nombre, no sé si me lo puedo permitir pero vaya que sí está rico.
Suspiró profundamente, notaba una ligera presión en la nuca que iba por las sienes. No era como tal una migraña pero poco a poco iba yendo y volviendo. El pegaso acabó con lo que quedaba de licor mientras pillaba unos canapés, estirando su espalda.
—¿Y cómo os va todo en la academia? ¿Algo interesante? —dijo, por romper el hielo—. Yo estuve la semana pasada con el club de medicina ayudando a un alumno que con la pierna rota. ¡La rehabilitación que sugerí está funcionando! —comentó alegremente y sonriente, era de los primeritos tratamientos que ofrecía al club y estaba ciertamente orgulloso por ello. Dio un ligero sorbo al vaso de cerveza que tenía en la otra mano y apoyándose en la mesa, visto que tuvo una leve pérdida de equilibrio.
—Ah, ¿para mí también? —no se esperó para nada que el ochrorio le pasase otro vaso a él también y su amiga le sirviese, sonriendo cómicamente por tener un vaso en cada mano. El que lo viese se pensaría que iba ya a por todas, ese pensamiento lo avergonzó un poco pero… Qué diablos, daba igual—. ¡Venga, За здоровье! (Salud)
Alternó al vaso con licor, dando un buen sorbo que bajó por su garganta, arrastrando ese ligero ardor esperable de los licores. Paseó su lengua en el interior de su boca, estaba sorprendentemente bueno para lo que se esperaba, dando otro gran buche sin pensarlo y afirmando con su cabeza.
—Vale, está buenísimo —confirmó a los dos, sorbiendo una tercera vez dejando el vaso casi vacío. Miró fijamente la botella—. Me voy a quedar con el nombre, no sé si me lo puedo permitir pero vaya que sí está rico.
Suspiró profundamente, notaba una ligera presión en la nuca que iba por las sienes. No era como tal una migraña pero poco a poco iba yendo y volviendo. El pegaso acabó con lo que quedaba de licor mientras pillaba unos canapés, estirando su espalda.
—¿Y cómo os va todo en la academia? ¿Algo interesante? —dijo, por romper el hielo—. Yo estuve la semana pasada con el club de medicina ayudando a un alumno que con la pierna rota. ¡La rehabilitación que sugerí está funcionando! —comentó alegremente y sonriente, era de los primeritos tratamientos que ofrecía al club y estaba ciertamente orgulloso por ello. Dio un ligero sorbo al vaso de cerveza que tenía en la otra mano y apoyándose en la mesa, visto que tuvo una leve pérdida de equilibrio.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
25/04/23, 09:36 pm
Serena había sentenciado su amistad con Abel, no solo por sus acciones, sino que antes de despedirse del chico, había decidido retirarle la palabra. En esos momentos, Abel la odiaba casi tanto como se odiaba a sí mismo por haberla creído. Y para colmo, la única persona que podía ayudarle en esos momentos era Nohlem. Al menos, este parecía estar intentando ser simpático, cosa que en el fondo agradecía y le aliviaba, ya que en su mente se imaginaba a Nohlem como el típico líder de un trio de mean girls abusonas.
De repente, este le habló en español e hizo evidente que estaba de su parte y no de esa pérfida arpía. Pese a que reconocía estar un poco molesto también con él, a Abel le emocionó escucharlo y se quedó con lo positivo de su discurso, con que verdaderamente le estaba apoyando.
- Muchas gracias, pero os he arruinado la fiesta. Debería irme. – le contestó, pensando que de ese modo les devolvería el favor tanto a él como a su hermana. Se suponía que no debía estar ahí desde un principio y seguro que Nohlem agradecía quitarse de encima tal estorbo
Aun así, el chico gatuno parecía estar queriendo ayudarle de verdad, y aunque seguía pensando que este era un poco estúpido, Abel se reconoció que quizás no estaría tan mal tener un amigo así. De hecho, por mucho que dijese de irse, en esos momentos deseaba todo lo contrario. El chico se sentía tan solo que una esa mínima muestra de afecto logró que el hielo de su corazón se derritiese un poco y se permitió dejar su orgullo con Nohlem a un lado.
- Pe… Pero… Bueno… No sé… - el chico calló antes de poder acabar de articular la frase por vergüenza, pero lo que intentaba decir era que en verdad quería quedarse a conocer gente y pasarlo bien. Para él, esa noche podía marcar el inicio de una adolescencia más normal y alegre.
Habían llegado a una habitación con un amplísimo armario, posiblemente lleno de ropa de todo tipo. No estaba seguro de que Nohlem le fuese a ofrecer nada después de haber intentado robarle, pero reconocía que el chico era muy estiloso y que le encantaría tener el valor para arreglarse tanto como él. Sin embargo, por mucho que quisiese hacerlo y que le gustase la moda en secreto, a Abel todas estas cosas le daban mucha vergüenza. Siempre le había parecido algo propio de pijos, de presumidos y de gente que quiere llamar la atención, y que Nohlem vistiese así confirmaba su hipótesis. Pese a eso, no pudo evitar fantasear con el interior del armario y con las distintas combinaciones que podría ponerse.
– ¿Dónde estamos?
De repente, este le habló en español e hizo evidente que estaba de su parte y no de esa pérfida arpía. Pese a que reconocía estar un poco molesto también con él, a Abel le emocionó escucharlo y se quedó con lo positivo de su discurso, con que verdaderamente le estaba apoyando.
- Muchas gracias, pero os he arruinado la fiesta. Debería irme. – le contestó, pensando que de ese modo les devolvería el favor tanto a él como a su hermana. Se suponía que no debía estar ahí desde un principio y seguro que Nohlem agradecía quitarse de encima tal estorbo
Aun así, el chico gatuno parecía estar queriendo ayudarle de verdad, y aunque seguía pensando que este era un poco estúpido, Abel se reconoció que quizás no estaría tan mal tener un amigo así. De hecho, por mucho que dijese de irse, en esos momentos deseaba todo lo contrario. El chico se sentía tan solo que una esa mínima muestra de afecto logró que el hielo de su corazón se derritiese un poco y se permitió dejar su orgullo con Nohlem a un lado.
- Pe… Pero… Bueno… No sé… - el chico calló antes de poder acabar de articular la frase por vergüenza, pero lo que intentaba decir era que en verdad quería quedarse a conocer gente y pasarlo bien. Para él, esa noche podía marcar el inicio de una adolescencia más normal y alegre.
Habían llegado a una habitación con un amplísimo armario, posiblemente lleno de ropa de todo tipo. No estaba seguro de que Nohlem le fuese a ofrecer nada después de haber intentado robarle, pero reconocía que el chico era muy estiloso y que le encantaría tener el valor para arreglarse tanto como él. Sin embargo, por mucho que quisiese hacerlo y que le gustase la moda en secreto, a Abel todas estas cosas le daban mucha vergüenza. Siempre le había parecido algo propio de pijos, de presumidos y de gente que quiere llamar la atención, y que Nohlem vistiese así confirmaba su hipótesis. Pese a eso, no pudo evitar fantasear con el interior del armario y con las distintas combinaciones que podría ponerse.
– ¿Dónde estamos?
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
26/04/23, 06:28 pm
Nohlem frunció el ceño cuando el propio Abel ofreció irse. Lo cierto es que no pensaba estar haciéndole de niñera, por mucho que pudiera estar solo si no conocía a nadie, pero tanto como echarle… Puede que tuviera tantas ganas de largar a Serena que ni había considerado que podía echarle a él también.
—Ya te dije que no te voy a botar de casa —le miró por el rabillo del ojo sin aminorar el ritmo, yendo escaleras arriba—. Si te quieres ir eres libre de hacerlo, te llamo un taxi o como gustes, pero por mi que no sea. Mucho antes que a ti mando a la pinga a la pelirroja. Y hasta eso dudo que pueda… —añadió lo último en voz baja. Si Kahlo no la echaba menos podría él. No quería más conflictos, y menos si de alguna forma involucraban a Kalna también.
Con una de sus numerosas llaves abrió las puertas de una habitación digna de un hotel, tanto por dimensiones como por aspecto. Tenía siete veces más tamaño que cualquier piso de estudiantes del centro de la ciudad y estaba, por descontado, impecable, como si allí no viviera nadie. Había un espejo gigantesco, ventanales cubiertos de enrredaderas, una puerta que daba a un baño del tamaño de una habitación de invitados, una cama matrimonial en la que fácil cabían 4 personas con una inmensa alfombra de motivos elaborados a sus pies, jarrones de cerámica china, un diván, una cajonera con un cerrojo para cada cajón, un biombo, plantas por doquier, un acceso al balcón… Nohlem deslizó el espejo que resultó ser una puerta corredera y tras este apareció OTRA habitación, todo espejos y armarios: el vestidor. Dentro se concentraba el olor a limpio y madera recién pulida. Encendió la luz y empezó a abrir las puertas de uno de los lados.
—En el cuarto de mis padres. A ver… —se volteó para mirar a Abel y… joder, había estado tan enfrascado en llegar que le pilló de improvisto la imagen. Le rompió un bufido de risa bastante violento y tuvo que taparse la boca para acallarlo. Sacudió la otra mano con rapidez delante suya—. ¡LO SIENTO! ¡Lo siento, perdón! Ay mano es que- mierda, lo siento. Me ha sacado verte así en el vestidor de mis padres, perdona chamo.
Se mordió la mejilla por dentro para no volver a reírse y empezó a sacar pantalones del armario, los cuales se apresuró en tender a Abel para que no se enfadase con él más de la cuenta.
—A ver si te quedan. Mi padre es más alto que yo. No es tan alto como tú perooo los pantalones con el ruedo bajo se llevan mucho, así que —estiró una pierna para demostrar que él mismo los llevaba recogidos abajo.
Mientras dejaba que Abel fuera decidiéndose Nohlem sacó las camisas más “ponibles” que encontraba. Casi todas eran demasiado formales (a rayas, listas, a cuadros, rombos…) y que ni decir manga-larga, pero con lo fresca que era la noche eso no debía ser problema. Los colores iban de tonos tierra a grises azulados suaves y azules oscuros, pasando por los clásicos blanco y negro. También sacó algunas camisetas manga corta unicolor por si quería tirar de ahí y no comerse el tarro, o bien llevarlas bajo una camisa abierta o como fuera, pero por falta de opciones que no fuese. Mientras Abel no reventase la ropa le daba igual, hasta si era Rick quien la llevaba con todo el cuidado del mundo acabaría en la lavandería, por si las moscas.
—¿Cuál es tu número de zapato? —algo captó su atención—. Espérate… ¿¡llevas tacones!? —pestañeó un par de veces—. Déjatelos. Piquete.
—Ya te dije que no te voy a botar de casa —le miró por el rabillo del ojo sin aminorar el ritmo, yendo escaleras arriba—. Si te quieres ir eres libre de hacerlo, te llamo un taxi o como gustes, pero por mi que no sea. Mucho antes que a ti mando a la pinga a la pelirroja. Y hasta eso dudo que pueda… —añadió lo último en voz baja. Si Kahlo no la echaba menos podría él. No quería más conflictos, y menos si de alguna forma involucraban a Kalna también.
Con una de sus numerosas llaves abrió las puertas de una habitación digna de un hotel, tanto por dimensiones como por aspecto. Tenía siete veces más tamaño que cualquier piso de estudiantes del centro de la ciudad y estaba, por descontado, impecable, como si allí no viviera nadie. Había un espejo gigantesco, ventanales cubiertos de enrredaderas, una puerta que daba a un baño del tamaño de una habitación de invitados, una cama matrimonial en la que fácil cabían 4 personas con una inmensa alfombra de motivos elaborados a sus pies, jarrones de cerámica china, un diván, una cajonera con un cerrojo para cada cajón, un biombo, plantas por doquier, un acceso al balcón… Nohlem deslizó el espejo que resultó ser una puerta corredera y tras este apareció OTRA habitación, todo espejos y armarios: el vestidor. Dentro se concentraba el olor a limpio y madera recién pulida. Encendió la luz y empezó a abrir las puertas de uno de los lados.
—En el cuarto de mis padres. A ver… —se volteó para mirar a Abel y… joder, había estado tan enfrascado en llegar que le pilló de improvisto la imagen. Le rompió un bufido de risa bastante violento y tuvo que taparse la boca para acallarlo. Sacudió la otra mano con rapidez delante suya—. ¡LO SIENTO! ¡Lo siento, perdón! Ay mano es que- mierda, lo siento. Me ha sacado verte así en el vestidor de mis padres, perdona chamo.
Se mordió la mejilla por dentro para no volver a reírse y empezó a sacar pantalones del armario, los cuales se apresuró en tender a Abel para que no se enfadase con él más de la cuenta.
—A ver si te quedan. Mi padre es más alto que yo. No es tan alto como tú perooo los pantalones con el ruedo bajo se llevan mucho, así que —estiró una pierna para demostrar que él mismo los llevaba recogidos abajo.
Mientras dejaba que Abel fuera decidiéndose Nohlem sacó las camisas más “ponibles” que encontraba. Casi todas eran demasiado formales (a rayas, listas, a cuadros, rombos…) y que ni decir manga-larga, pero con lo fresca que era la noche eso no debía ser problema. Los colores iban de tonos tierra a grises azulados suaves y azules oscuros, pasando por los clásicos blanco y negro. También sacó algunas camisetas manga corta unicolor por si quería tirar de ahí y no comerse el tarro, o bien llevarlas bajo una camisa abierta o como fuera, pero por falta de opciones que no fuese. Mientras Abel no reventase la ropa le daba igual, hasta si era Rick quien la llevaba con todo el cuidado del mundo acabaría en la lavandería, por si las moscas.
—¿Cuál es tu número de zapato? —algo captó su atención—. Espérate… ¿¡llevas tacones!? —pestañeó un par de veces—. Déjatelos. Piquete.
- DICCIONARIO DE CULTURA GENERAL:
Piquete: Lookazo. Tremendo outfit.
Piquetón: lo de antes pero en mayúscula y en negrita.
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
27/04/23, 12:03 am
El shock por la situación obviamente estaba generalizado, todos los presentes por un motivo u otro no terminaban de dar crédito a lo ocurrido ni a las explicaciones. A Rick le dolió ver a Nohlem con tanto desánimo, aunque intentara sacar toda su carisma para encubrirlo. La idea era pasar un buen rato e intentar recordar algo de la noche por la mañana, pero no llevaban ni una hora y ya habían aparecido problemas. No culpaba a Kahlo por la mirada que dirigió a Serena, tenía motivos más que de sobra para estar cabreada. Y aún así, estaba intentando mejorar en lo posible la situación, animando incluso a Abel. Aquello era digno de respeto para el neoyorquino.
-(Por favor, no llores)- pensó descorazonado al ver la cara de la escocesa. Estaba intentando ser lo más objetivo que podía con todo aquello, pero si la angustia de la chica seguía escalando temía que fuera a decantarse por una opción sin pensarlo. Si se quedaba con la versión que estaba contando, los hechos eran totalmente posibles y simplemente habría sido un golpe de malísima suerte. Si era el caso, más le valía que lo aclarara con Abel aunque el daño ya estuviera hecho.
Rick se habría quedado con la conciencia más tranquila de no ser por la última cosa que dijo. Podía perdonarle muchos fallos, probablemente más de los que debería por lo que sentía, pero esa actitud no podía soportarla. -El puto orgullo te va a pasar factura algún día. Cuando llegué ese momento vas a tener que gestionar mucho más de lo que ya tienes encima)- pensó con una mezcla de rabia e impotencia. No es que hubiera sacado el tema nunca con ella (más que nada porque le hubiera mandado a la mierda bastante fuerte), pero tenía la intuición que toda esa actitud fría e hiriente no era más que una fachada. Tal vez no fuera su intención en absoluto, pero el chico pensaba que si no la cambiaba a la larga iba a sufrir más daño del que intentaba evitar. -(Si tan solo entendiera que...)- ¿Que la quería como realmente era? Sí, algo así habría pensado hacia unos momentos. Ahora... necesitaba sopesar todo lo que estaba pasando.
Las palabras de Kalna se le hicieron agridulces. Era un gesto muy amable que se ofreciera a ayudar, pero el "hemos" y que insistiera de más en hacerse cargo de todo... Tal vez los rumores si que fueran ciertos después de todo. Por el bien de sus salud mental Rick intentó dejar de lado todos sus sentimientos e intentó mantener toda la calma que pudo.
Decidió acercarse al montón de trastos que Kahlo estaba recogiendo y empezó a hacer lo mismo. -Déjame que te eche una mano. Más o menos recuerdo dónde va cada cosa de las otras veces que he venido- le dijo en un tono amable. Aún con todo, parte del cansancio mental se le había escapado ligeramente en la voz, aunque esperaba que no se hubiera notado. Demasiadas cosas tenían para preocuparse cada uno como para sumar más.
-(Por favor, no llores)- pensó descorazonado al ver la cara de la escocesa. Estaba intentando ser lo más objetivo que podía con todo aquello, pero si la angustia de la chica seguía escalando temía que fuera a decantarse por una opción sin pensarlo. Si se quedaba con la versión que estaba contando, los hechos eran totalmente posibles y simplemente habría sido un golpe de malísima suerte. Si era el caso, más le valía que lo aclarara con Abel aunque el daño ya estuviera hecho.
Rick se habría quedado con la conciencia más tranquila de no ser por la última cosa que dijo. Podía perdonarle muchos fallos, probablemente más de los que debería por lo que sentía, pero esa actitud no podía soportarla. -El puto orgullo te va a pasar factura algún día. Cuando llegué ese momento vas a tener que gestionar mucho más de lo que ya tienes encima)- pensó con una mezcla de rabia e impotencia. No es que hubiera sacado el tema nunca con ella (más que nada porque le hubiera mandado a la mierda bastante fuerte), pero tenía la intuición que toda esa actitud fría e hiriente no era más que una fachada. Tal vez no fuera su intención en absoluto, pero el chico pensaba que si no la cambiaba a la larga iba a sufrir más daño del que intentaba evitar. -(Si tan solo entendiera que...)- ¿Que la quería como realmente era? Sí, algo así habría pensado hacia unos momentos. Ahora... necesitaba sopesar todo lo que estaba pasando.
Las palabras de Kalna se le hicieron agridulces. Era un gesto muy amable que se ofreciera a ayudar, pero el "hemos" y que insistiera de más en hacerse cargo de todo... Tal vez los rumores si que fueran ciertos después de todo. Por el bien de sus salud mental Rick intentó dejar de lado todos sus sentimientos e intentó mantener toda la calma que pudo.
Decidió acercarse al montón de trastos que Kahlo estaba recogiendo y empezó a hacer lo mismo. -Déjame que te eche una mano. Más o menos recuerdo dónde va cada cosa de las otras veces que he venido- le dijo en un tono amable. Aún con todo, parte del cansancio mental se le había escapado ligeramente en la voz, aunque esperaba que no se hubiera notado. Demasiadas cosas tenían para preocuparse cada uno como para sumar más.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
27/04/23, 01:13 am
Allá que fueron, a ver dónde se había metido el compañero misterioso. Sin embargo, una vez dentro de la mansión le perdieron de vista. ¡A ver si es que iba a ser un fantasma de verdad! Se escuchaba mucho jaleo, música, voces por todas partes, y por si eso fuera poco, el edificio estaba lleno de cosas que Tawar solo había visto en películas. Su casita era bastante humilde, nada que ver con aquel sitio. Casi parecía un palacio o, más bien, algo a lo que prender fuego en una de esas cintas revolucionarias contra les explotadores y destructores del planeta. Quizás, incluso, mejor desvalijarla y convertirla en un refugio para animales o sintecho.
—Tanto lujo y tanto derroche... esta gente contamina solo por existir —rechinaba los dientes mientras deambulaban por los pasillos. No iba a decir todo lo que pensaba en voz alta. Además, Nohlem y su hermana tan solo eran la punta del iceberg, mientras que era su familia, sus padres, quienes consumían tanto y permitían que ellos también. Malditos pijos.
Más jaleo les hizo desviar sus pasos hacia la fuente del escándalo y, por fin, dieron con la aparición de nuevo... junto con un montón de gente. El chico y Nohlem se estaban yendo para... por lo que había podido escuchar, ¿darle ropa al primero? Y las chicas se estaban disculpando por alguna razón por algún estropicio, la Flora sabría por qué o qué habría causado todo. Tawar alucinaba. Habría querido colarse si les hubieran encontrado antes, para ver de qué iba todo y enterarse mejor, pero ya le daba igual. ¡Gigantes Pijos, qué más daba!
—Oíd, ¿os apetece que busquemos algo de comer? Se nos prometió picoteo gratis —les dijo a sus acompañantes—. Ya saludaré a los anfitriones después, que bastante jaleo tienen encima.
—Tanto lujo y tanto derroche... esta gente contamina solo por existir —rechinaba los dientes mientras deambulaban por los pasillos. No iba a decir todo lo que pensaba en voz alta. Además, Nohlem y su hermana tan solo eran la punta del iceberg, mientras que era su familia, sus padres, quienes consumían tanto y permitían que ellos también. Malditos pijos.
Más jaleo les hizo desviar sus pasos hacia la fuente del escándalo y, por fin, dieron con la aparición de nuevo... junto con un montón de gente. El chico y Nohlem se estaban yendo para... por lo que había podido escuchar, ¿darle ropa al primero? Y las chicas se estaban disculpando por alguna razón por algún estropicio, la Flora sabría por qué o qué habría causado todo. Tawar alucinaba. Habría querido colarse si les hubieran encontrado antes, para ver de qué iba todo y enterarse mejor, pero ya le daba igual. ¡Gigantes Pijos, qué más daba!
—Oíd, ¿os apetece que busquemos algo de comer? Se nos prometió picoteo gratis —les dijo a sus acompañantes—. Ya saludaré a los anfitriones después, que bastante jaleo tienen encima.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Personajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
27/04/23, 11:50 am
Maila
La hawaiana escuchó la respuesta de Kalna mientras prestaba atención a la vez de lo que ocurría en la habitación. Por lo visto la chica no lo conocía y solo lo había visto alguna vez por los pasillos. Cuando el chico disfrazado de novia empezó a justificar aquellas acciones Maila no pudo evitar abrir los ojos como platos de la sorpresa. Para ella era una acusación muy grave, que si era verdad, dejaba a la vista qué clase de persona era Serena. Miró tanto a Fleur como a Kahlo, sin llegar a creerse que alguien fuera capaz de hacer eso. Abel parecía al borde del llanto, y que Serena confirmara que había sido cierto solo provocó un profundo desagrado hacia ella. Para Maila las "bromas" tenían un límite, y si eran de tan mal gusto como aquella, a sus ojos no eran bromas en absoluto.
Se removió incómoda con el curso de los acontecimientos, volviendo a observar a Fleur con una expresión de: "No me gusta nada esta situación". Parecía que Serena también estaba afectada, pero a Maila no le daba ninguna pena. Aún así no dijo nada, al fin y al cabo era asunto de Kahlo y Nohlem tratar el asunto y no quería meterse donde no la llamaban. Nohlem se había llevado a Abel para que se cambiara de ropa, no sin antes hacerles un cortés cumplido a Fleur y a ella. -Gracias, vuestra casa es preciosa.- Respondió sin saber muy bien qué decir, debido a la tensión del ambiente, aunque sonrió con la broma del felino. Mientras tanto Kahlo recogía la habitación junto con Serena, Kalna y ese chico de ojos de colores diferentes que se había visto muy afectado por la actitud de Serena. La frase de Kalna la pilló desprevenida. <<¿"Hemos"? ¿También ha tenido algo que ver?>> Pensó torciendo el gesto, confusa. Maila se agachó y empezó a recoger también, en silencio tenso. Una parte de ella no quería hacerlo, le daba rabia que la gente que la viera pensara que ayudaba porque había tenido algo que ver. Pero Kahlo era su amiga, y no se iba a quedar de brazos cruzados sin hacer nada.
-Kahlo... ¿Dónde quieres que deje esto?- Rompió su silencio con un tono incómodo, alzando el libreto destrozado. A ojos de Maila estaba para tirarlo, pero no iba a hacer nada sin consultarlo. Prefería simplemente dárselo a su amiga y que ésta decidiera qué hacer.
Connor
El canadiense sonrió con la reacción de Rick a su broma y sus gritos negándolo todo. Lo cierto es que le hacía bastante gracia aquella faceta de su amigo. Era una persona razonable, lógica y con dos dedos de frente. Pero aquellos comentarios lograban perturbarlo y hacer que afloraran los nervios. Y eso era jodidamente divertido. Cuando Rick y Colmillo comentaron que Ethan ya le tenía el ojo echado a alguien (Nohlem), Connor frunció el ceño. Aunque pudiera llegar a parecerle algo incómodo al principio y una mala idea si tuvieran algo más que una amistad, acabaría alegrándose por los dos si eran felices con lo que cojones tuvieran. Pero había sido testigo de la tensión entre ellos varias veces, producto de historias entre los dos que él desconocía pero lograba imaginarse y que pintaba muy mal. Era un asunto complicado, sobre todo porque no siempre los veía pasándoselo bien. Si aquello seguía así a Connor se le acabaría la paciencia, y preguntaría directamente qué mierda pasaba.
Rick se acabó yendo curioso por la multitud que se congregaba en una de las habitaciones y el motero centró su atención en Colmillo, divertido por las contestaciones que había hecho antes y deseoso de pensar en otra cosa que no fuera en el puto drama Nohlem/Ethan.
-No me jodas con que no ligas-. Le respondió posándole una de sus manos en la nuca y dándole suaves collejitas.- Mírate, tienes estilo con esa chaqueta de cuero y esa puta cara de travieso juguetón. Esta noche seguro que te coronas y si no, siempre nos queda la jodida bebida.- Le contestó incluyéndose en el lote, mientras chocaba el vaso con el suyo y el de Ethan y le daba un último trago para terminárselo. Estaba acostumbrado a la mentalidad del club de animarse entre todos, y no podía evitar hacerlo con sus amigos cuando hablaban así, aunque supiera que estaban de broma. Pronto se rellenó otro y asintió con la cabeza cuando el británico se fue a investigar.- Conociendo a Nohlem seguro que está en pelotas en el puto piano, a los ricachones les gustan esas mierdas.- Le diría a su amigo con sorna, dándole otro sorbo al vaso. Al ser tan malhablado como él, siempre se sentía como en casa cuando hablaba con Colmillo.
Ethan volvió explicando lo que había ocurrido y Connor soltó una breve carcajada, derramando sin querer un poco de la bebida en el jardín.
-¿Ya se la ha sacado? Joder, no pierde el tiempo el hijo de puta.- Comentaría a Ethan con una leve sonrisa y negando con la cabeza.- Me apuesto diez pavos a que de ahí sale alguien gritándole que es la última vez que se acuestan.-
La hawaiana escuchó la respuesta de Kalna mientras prestaba atención a la vez de lo que ocurría en la habitación. Por lo visto la chica no lo conocía y solo lo había visto alguna vez por los pasillos. Cuando el chico disfrazado de novia empezó a justificar aquellas acciones Maila no pudo evitar abrir los ojos como platos de la sorpresa. Para ella era una acusación muy grave, que si era verdad, dejaba a la vista qué clase de persona era Serena. Miró tanto a Fleur como a Kahlo, sin llegar a creerse que alguien fuera capaz de hacer eso. Abel parecía al borde del llanto, y que Serena confirmara que había sido cierto solo provocó un profundo desagrado hacia ella. Para Maila las "bromas" tenían un límite, y si eran de tan mal gusto como aquella, a sus ojos no eran bromas en absoluto.
Se removió incómoda con el curso de los acontecimientos, volviendo a observar a Fleur con una expresión de: "No me gusta nada esta situación". Parecía que Serena también estaba afectada, pero a Maila no le daba ninguna pena. Aún así no dijo nada, al fin y al cabo era asunto de Kahlo y Nohlem tratar el asunto y no quería meterse donde no la llamaban. Nohlem se había llevado a Abel para que se cambiara de ropa, no sin antes hacerles un cortés cumplido a Fleur y a ella. -Gracias, vuestra casa es preciosa.- Respondió sin saber muy bien qué decir, debido a la tensión del ambiente, aunque sonrió con la broma del felino. Mientras tanto Kahlo recogía la habitación junto con Serena, Kalna y ese chico de ojos de colores diferentes que se había visto muy afectado por la actitud de Serena. La frase de Kalna la pilló desprevenida. <<¿"Hemos"? ¿También ha tenido algo que ver?>> Pensó torciendo el gesto, confusa. Maila se agachó y empezó a recoger también, en silencio tenso. Una parte de ella no quería hacerlo, le daba rabia que la gente que la viera pensara que ayudaba porque había tenido algo que ver. Pero Kahlo era su amiga, y no se iba a quedar de brazos cruzados sin hacer nada.
-Kahlo... ¿Dónde quieres que deje esto?- Rompió su silencio con un tono incómodo, alzando el libreto destrozado. A ojos de Maila estaba para tirarlo, pero no iba a hacer nada sin consultarlo. Prefería simplemente dárselo a su amiga y que ésta decidiera qué hacer.
Connor
El canadiense sonrió con la reacción de Rick a su broma y sus gritos negándolo todo. Lo cierto es que le hacía bastante gracia aquella faceta de su amigo. Era una persona razonable, lógica y con dos dedos de frente. Pero aquellos comentarios lograban perturbarlo y hacer que afloraran los nervios. Y eso era jodidamente divertido. Cuando Rick y Colmillo comentaron que Ethan ya le tenía el ojo echado a alguien (Nohlem), Connor frunció el ceño. Aunque pudiera llegar a parecerle algo incómodo al principio y una mala idea si tuvieran algo más que una amistad, acabaría alegrándose por los dos si eran felices con lo que cojones tuvieran. Pero había sido testigo de la tensión entre ellos varias veces, producto de historias entre los dos que él desconocía pero lograba imaginarse y que pintaba muy mal. Era un asunto complicado, sobre todo porque no siempre los veía pasándoselo bien. Si aquello seguía así a Connor se le acabaría la paciencia, y preguntaría directamente qué mierda pasaba.
Rick se acabó yendo curioso por la multitud que se congregaba en una de las habitaciones y el motero centró su atención en Colmillo, divertido por las contestaciones que había hecho antes y deseoso de pensar en otra cosa que no fuera en el puto drama Nohlem/Ethan.
-No me jodas con que no ligas-. Le respondió posándole una de sus manos en la nuca y dándole suaves collejitas.- Mírate, tienes estilo con esa chaqueta de cuero y esa puta cara de travieso juguetón. Esta noche seguro que te coronas y si no, siempre nos queda la jodida bebida.- Le contestó incluyéndose en el lote, mientras chocaba el vaso con el suyo y el de Ethan y le daba un último trago para terminárselo. Estaba acostumbrado a la mentalidad del club de animarse entre todos, y no podía evitar hacerlo con sus amigos cuando hablaban así, aunque supiera que estaban de broma. Pronto se rellenó otro y asintió con la cabeza cuando el británico se fue a investigar.- Conociendo a Nohlem seguro que está en pelotas en el puto piano, a los ricachones les gustan esas mierdas.- Le diría a su amigo con sorna, dándole otro sorbo al vaso. Al ser tan malhablado como él, siempre se sentía como en casa cuando hablaba con Colmillo.
Ethan volvió explicando lo que había ocurrido y Connor soltó una breve carcajada, derramando sin querer un poco de la bebida en el jardín.
-¿Ya se la ha sacado? Joder, no pierde el tiempo el hijo de puta.- Comentaría a Ethan con una leve sonrisa y negando con la cabeza.- Me apuesto diez pavos a que de ahí sale alguien gritándole que es la última vez que se acuestan.-
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
27/04/23, 03:05 pm
Para Fleur la situación era completamente nueva y magnética. Si bien rodearse de gente popular y adinerada era algo cotidiano en su vida hacerlo con personas que realmente le caían bien sí era novedoso, y que fueran chicas tan lindas las que revoloteaban a su alrededor le añadía un puntito muy interesante. La joven disfrutó en un segundo plano como Maila, quien iba espectacular, encajaba ciertos cumplidos y los devolvía con soltura. A pesar de ir agarrada de su brazo y ser su novia todos podían ver cómo la francesa esgrimía sonrisas veladas, siendo parte de un juego que claramente se daba entre ambas. La hawaiana la ponía muy nerviosa, y le gustaba picar como si se tratara de una competición. Así que ella no se quedaría atrás, aún no había desplegado sus alas pues sus tácticas eran más sutiles. Le gustaba crear la sensación de que solo era una muñeca bonita y distraída, incapaz de asimilar y redirigir ciertos comentarios.
Pero los acontecimientos dieron un vuelco, y un chico llamado Abel a quien no conocía se encontró en una posición desafortunada y tejida como la tela de una araña por una de las chicas guapas, Serena. Fleur respiró aliviada por la manera en la que Kahlo y Nohlem se hicieron cargo de todo, probablemente cualquier otra reacción por parte de los hermanos habría desembocado en que girara sobre sus pies y volviera en la dirección en la que había venido. Pero Nohlem se lo llevó aparte, no sin antes bendecir sus oídos. Y Kahlo, bueno, adoptó aquella postura tan señorial y contenida que en el fondo, no tenía nada de amable. Mentiría si dijera que no se regodeaba en el apuro que debía estar pasando la pelirroja.
—Me encantan los finales felices… —le susurró a Maila, para que solo ella pudiera oírlo. Sentía cierto fastidio, sin embargo, la idea era disfrutar, y jamás habría pensado que el motivo por el que tuviera que ponerse de rodillas esa noche fuera ayudar a recoger tremendo estropicio. Cuando todas arrimaron el hombro Fleur frunció el ceño, molesta, pero finalmente decidió ayudar. No por piedad, ni siquiera por Kahlo, si no porque su novia decidió hacerlo—. Entre todas no deberíamos tardar demasiado —repuso, resignándose a guardarse para sí lo que opinaba del asunto, y queriendo aliviar la tensión.
Pero los acontecimientos dieron un vuelco, y un chico llamado Abel a quien no conocía se encontró en una posición desafortunada y tejida como la tela de una araña por una de las chicas guapas, Serena. Fleur respiró aliviada por la manera en la que Kahlo y Nohlem se hicieron cargo de todo, probablemente cualquier otra reacción por parte de los hermanos habría desembocado en que girara sobre sus pies y volviera en la dirección en la que había venido. Pero Nohlem se lo llevó aparte, no sin antes bendecir sus oídos. Y Kahlo, bueno, adoptó aquella postura tan señorial y contenida que en el fondo, no tenía nada de amable. Mentiría si dijera que no se regodeaba en el apuro que debía estar pasando la pelirroja.
—Me encantan los finales felices… —le susurró a Maila, para que solo ella pudiera oírlo. Sentía cierto fastidio, sin embargo, la idea era disfrutar, y jamás habría pensado que el motivo por el que tuviera que ponerse de rodillas esa noche fuera ayudar a recoger tremendo estropicio. Cuando todas arrimaron el hombro Fleur frunció el ceño, molesta, pero finalmente decidió ayudar. No por piedad, ni siquiera por Kahlo, si no porque su novia decidió hacerlo—. Entre todas no deberíamos tardar demasiado —repuso, resignándose a guardarse para sí lo que opinaba del asunto, y queriendo aliviar la tensión.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
27/04/23, 06:02 pm
Airi asintió efusivamente cuando Räg dijo que Nohlem no odiaría a Tawar. Había sido un accidente, y seguro que le veía en cualquier momento por la fiesta, no había ningún problema. Con tanta gente, era lógico que pudiera uno tardar en encontrarse a los anfitriones.
Siguiendo al del traje de novia vieron partes nuevas de la casa y el jardín, que Airi no podía evitar comentar al pasar, igual que estaba haciendo Tawar.
—Ni que lo digas —corroboró cuando se quejó de la ostentación excesiva.
Algún pétalo suelto era lo que les estaba ayudando a trazar el camino del fugitivo, hasta que llegaron a una sala con una cristalera donde un montón de gente empezaba a apelotonarse para mirar. Cuando pudo oír las voces alzadas tanto de Nohlem como de Kahlo miró a sus amigos con una expresión entre sorpresa y curiosidad. Aunque se acercaron no podían ver mucho, pero más o menos se enteraron de lo que ocurría.
—No vale la pena involucrarse ahora —comentó en voz baja. Ni siquiera quería hacer se sintieran observados quienes quedaban recogiendo el estropicio. La idea de Tawar era lo mejor que podían hacer, realmente—. ¡Por supuesto! Es de los motivos más importantes para haber venido —le respondió a Tawar con guiño de ojo—. Así mientras esperamos a que vuelva Nohlem y le saludas.
El problema ahora era encontrar los refrigerios, pero seguramente solo había que fijarse dónde se apelotonaba la gente.
Siguiendo al del traje de novia vieron partes nuevas de la casa y el jardín, que Airi no podía evitar comentar al pasar, igual que estaba haciendo Tawar.
—Ni que lo digas —corroboró cuando se quejó de la ostentación excesiva.
Algún pétalo suelto era lo que les estaba ayudando a trazar el camino del fugitivo, hasta que llegaron a una sala con una cristalera donde un montón de gente empezaba a apelotonarse para mirar. Cuando pudo oír las voces alzadas tanto de Nohlem como de Kahlo miró a sus amigos con una expresión entre sorpresa y curiosidad. Aunque se acercaron no podían ver mucho, pero más o menos se enteraron de lo que ocurría.
—No vale la pena involucrarse ahora —comentó en voz baja. Ni siquiera quería hacer se sintieran observados quienes quedaban recogiendo el estropicio. La idea de Tawar era lo mejor que podían hacer, realmente—. ¡Por supuesto! Es de los motivos más importantes para haber venido —le respondió a Tawar con guiño de ojo—. Así mientras esperamos a que vuelva Nohlem y le saludas.
El problema ahora era encontrar los refrigerios, pero seguramente solo había que fijarse dónde se apelotonaba la gente.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
27/04/23, 07:35 pm
Parecían haberse perdido, cosa que no era muy sorprendente teniendo en cuenta el tamaño de la mansión de los varmanos. Aún si podía apreciar el buen gusto con el que estaba decorada la ostentosa casa, estaba más que de acuerdo con sus amigos: era muy excesivo para una vivienda unifamiliar y cada metro que recorría más fuera de lugar se sentía allí dentro e incluso comenzaba a tener una extraña sensación de culpabilidad por verse rodeado de tanto lujo a pesar de que no se trata de su propia casa.
La presencia de unos pétalos les confirmaron lo que el mjörní había empezado a sospechar: habían dado una vuelta sin sentido. La habitación donde se encontraba "el fantasma" era ni más ni menos que la otra puerta que daba a la zona de la piscina y ellos habían entrado por el lugar equivocado. Para cuando contemplaron la escena sin acercarse demasiado, lo justo para poder escuchar qué estaba pasando tan solo pudo darle la razón a Airi con que no debían involucrarse, por mucho que algo en su interior se revolviese por mediar en lo que a todas luces era un conflicto: la única persona dentro de la sala con la que tenían alguna confianza era Nohlem, después de todo. Räg frunció el ceño ante lo que pudo inferir de la situación: no le gustaba nada lo que había oído y se estaba sintiendo verdaderamente mal por el chico que habían estado siguiendo, al que parecían haber engañado en alguna clase de broma de muy poco gusto.
Tawar propuso un nuevo objetivo con el que distraerse y mostró su aprobación tras la sanaí.
—Fuera había comida: la vi de reojo antes de entrar. Creo que si vamos por ahí llegaremos pronto a la primera sala y desde ahí podemos salir —señaló hacia el lugar al que se refería: la salida evidente pasaba por la sala acristalada donde estaba sucediendo todo y obviamente sería bastante incómodo utilizarla como zona de paso en ese preciso momento.
Por suerte se le daba bastante bien orientarse y ya se hacía una idea de la estructura de aquella parte de la casa.
La presencia de unos pétalos les confirmaron lo que el mjörní había empezado a sospechar: habían dado una vuelta sin sentido. La habitación donde se encontraba "el fantasma" era ni más ni menos que la otra puerta que daba a la zona de la piscina y ellos habían entrado por el lugar equivocado. Para cuando contemplaron la escena sin acercarse demasiado, lo justo para poder escuchar qué estaba pasando tan solo pudo darle la razón a Airi con que no debían involucrarse, por mucho que algo en su interior se revolviese por mediar en lo que a todas luces era un conflicto: la única persona dentro de la sala con la que tenían alguna confianza era Nohlem, después de todo. Räg frunció el ceño ante lo que pudo inferir de la situación: no le gustaba nada lo que había oído y se estaba sintiendo verdaderamente mal por el chico que habían estado siguiendo, al que parecían haber engañado en alguna clase de broma de muy poco gusto.
Tawar propuso un nuevo objetivo con el que distraerse y mostró su aprobación tras la sanaí.
—Fuera había comida: la vi de reojo antes de entrar. Creo que si vamos por ahí llegaremos pronto a la primera sala y desde ahí podemos salir —señaló hacia el lugar al que se refería: la salida evidente pasaba por la sala acristalada donde estaba sucediendo todo y obviamente sería bastante incómodo utilizarla como zona de paso en ese preciso momento.
Por suerte se le daba bastante bien orientarse y ya se hacía una idea de la estructura de aquella parte de la casa.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidadPersonajes :
Abel: humano español (1,90m)
Unidades mágicas : 5/5
Armas :
Abel: su arrolladora personalidad
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
27/04/23, 10:33 pm
Agradeció que Nohlem no lo echara, pero la simpatía que le generó ese hecho se fue de golpe cuando éste empezó a reírse de él. La poca empatía y tacto del chico no le sorprendieron, ya que conocía bien lo mala pécora que podía llegar a ser. Aunque Nohlem se disculpó, no consiguió reducir la vergüenza que sentía Abel en esos momentos. Él estaba rojo como un tomate. Hubiera mirado fríamente al joven felino, pero se contuvo ya que el otro le estaba ayudando.
Nohlem intentó arreglar la situación elogiando los tacones de Abel. Además, comenzó a hacer de estilista y sacó ropa para que se probara. Abel estaba un poco abrumado y quería cambiarse cuanto antes. La variedad de ropa que había era impresionante. De hecho, apenas había nada que no llamara la atención, todo era extremadamente elegante y llamativo. Por ello, Abel se puso a organizar la ropa, generando un montón de prendas descartadas y otro de posibles. El montón de posibles vestimentas se llenaba de la ropa más triste e insulsa que te podías imaginar. Por supuesto, a Abel tampoco le gustaba, pero era lo único que se atrevía a llevar, sobre todo después de las burlas de su anfitrión.
Sin embargo, Abel se detenía sistemáticamente más tiempo a valorar cierto tipo de ropa, deteniéndose siempre con las prendas más oscuras, andróginas y estilizadas que había en el armario. Le encantaban, pero aun así, acababa por retirarlas al montón de descartes. Por mucho que quisiera, no era capaz de ponerse algo así, no tenía el valor y si lo hacía, seguramente se vería ridículo. Entre estas, se encontraban unos pantalones negros apretados, camisas de calidad, distintos cinturones con detalles metálicos y entre unos tirantes, entre otras cosas similares.
- ¿Puedo ponerme esto…? - le dijo a Nohlem, mostrándole la ropa que había escogido y dispuesto a cambiarse cuanto antes.
Finalmente, Abel se había decidido por unos pantalones largos ni muy holgados ni muy estrechos. Para la parte de arriba, escogió una camiseta larga y básica de un color demasiado soso incluso para poder ser llamado gris. Además, se quitó los tacones y le mostró unas deportivas que claramente estaban diseñadas para su propósito y no para lucirlas.
Nohlem intentó arreglar la situación elogiando los tacones de Abel. Además, comenzó a hacer de estilista y sacó ropa para que se probara. Abel estaba un poco abrumado y quería cambiarse cuanto antes. La variedad de ropa que había era impresionante. De hecho, apenas había nada que no llamara la atención, todo era extremadamente elegante y llamativo. Por ello, Abel se puso a organizar la ropa, generando un montón de prendas descartadas y otro de posibles. El montón de posibles vestimentas se llenaba de la ropa más triste e insulsa que te podías imaginar. Por supuesto, a Abel tampoco le gustaba, pero era lo único que se atrevía a llevar, sobre todo después de las burlas de su anfitrión.
Sin embargo, Abel se detenía sistemáticamente más tiempo a valorar cierto tipo de ropa, deteniéndose siempre con las prendas más oscuras, andróginas y estilizadas que había en el armario. Le encantaban, pero aun así, acababa por retirarlas al montón de descartes. Por mucho que quisiera, no era capaz de ponerse algo así, no tenía el valor y si lo hacía, seguramente se vería ridículo. Entre estas, se encontraban unos pantalones negros apretados, camisas de calidad, distintos cinturones con detalles metálicos y entre unos tirantes, entre otras cosas similares.
- ¿Puedo ponerme esto…? - le dijo a Nohlem, mostrándole la ropa que había escogido y dispuesto a cambiarse cuanto antes.
Finalmente, Abel se había decidido por unos pantalones largos ni muy holgados ni muy estrechos. Para la parte de arriba, escogió una camiseta larga y básica de un color demasiado soso incluso para poder ser llamado gris. Además, se quitó los tacones y le mostró unas deportivas que claramente estaban diseñadas para su propósito y no para lucirlas.
Ven conmigo,Ven conmigo por la ciudad,ven conmigo, desatemos un vendaval, esta noche, no me importa lo que dirán
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
28/04/23, 12:34 am
La explicación de Serena se quedaba corta. Quizás bajo una luz totalmente distinta a Kahlo pudiera sacarle una sonrisa una broma de ese calibre, si el que la sufría era alguien de su desagrado, si no había lágrimas de por medio, pero sobre todo si el escenario NO era su casa. La pelirroja había hecho bingo sin coserlo ni beberlo. Lo único que la medio salvaba era el motivo: la “buena fe” de que de no ser por el engaño su “amigo” no habría aceptado ir, pero… ¿No debería conocerle mejor para saber que se lo iba a tomar tan mal? Tampoco es que ella hubiera elegido un disfraz tan vergonzoso, pero vaya si le habría volatilizado la cara a bofetadas metálicas igualmente. Sus pupilas no crecieron. Su postura no cambió. Si Kahlo se viera en un espejo le asustaría lo mucho que su porte impasible se parecía al de su madre, y lo poco que le importaba que otros la vieran así.
—Ya veo.
Pero la cosa no podía acabar ahí, ¿verdad? Kahlo desvió la mirada al suelo y se agachó para empezar a poner orden, una forma de dejar crecer el fuego antes de liberarlo. Serena no solo se excluía del desastre, sino que creía que lo de ayudarla a recoger era una opción para ella. Y se atrevía a decirlo como una ocurrencia, como una ofrenda de paz… “Oh, claro que me importa, claro que me IMPORTA”. Justo cuando la varmana estaba inhalando, el combustible que prendía el motor para la ejecución pública, Kalna salió al rescate como solo alguien de su clase sabría. A Kahlo le daba igual que la mayor estuviera involucrada realmente o no, pero ese simple acto de responsabilidad sirvió para quitarle el veneno de la boca. No todo, pero parte. Aún así esperaba que Serena fuera capaz de recuperar los puntos por sí sola, porque menudo despercidio de chica.
—Gracias amor, no te aflijas —le dijo a Kalna con una sonrisa, solo a ella, ignorando muy aposta a la otra—. No hay pérdida que tengamos que lamentar. Mi hermano ya se sabe esos libros de memoria —despachó con un gesto la única víctima, el libreto lleno de alcohol. Al susurro no pudo evitar inspeccionar a Kalna para luego dedicarle una larga mirada a Serena. Ah, claro. Sonrió un poco más—. Tranquila —susurró de vuelta—. Pero la próxima vez que elija mejor donde quiere jugar con fuego.
Fleur y Maila se unieron al escuadrón limpieza, algo que le afligió de verdad. No quería que sus invitadas tuvieran que formar parte de aquello, en especial Fleur -¡vaya imagen, por favor!- por mucho que valorase el gesto de su parte.
—Oh amores, pero no hace falta… —sabía que no serviría de mucho insistirles, sobre todo conociendo a Maila, pero cierto era que cuantos más trabajando antes acabarían—. A la basura, sin remordimientos —respondió a la hawaiiana señalando una papelera—. Nohlem se habrá olvidado de él en una semana. Y si la fiesta va bien, en dos horas —tras cerrar un cajón con todo tal y como debía de estar echó un vistazo a su alrededor—. Si que se las ha apañado el chico para que todo esté patas arribas en un segundo…
Era un reproche inevitable, pero también una manera discreta de buscar que Serena sintiera más vergüenza si podía. Todo fuera ese su castigo y no algo peor, lo que por tan poco había rozado. Pero, benditos los olmos, el caballero de la sala se acercó para arrojar algo de luz. Sus pupilas crecieron un poco.
—Ay, Rick, muchísimas gracias. Ya podría tener mi hermano más amigos como tú… —sonrió—. ¡Pero vamos! —dio una palmada—. ¡Ni un minuto de más os quiero aquí, a ninguno! ¡Todo el mundo fuera en cuanto diga! ¡No os he traído para limpiar, sois mis invitados! ¡Por favor!
Sin abandonar la tarea Kahlo indicaría donde debían ir las cosas, que no es que hubieran podido viajar muy lejos de su lugar de origen dado lo rápido que había ido arrasando Abel. Parecía muy aparatoso, pero quitando el fregar la bebida derramada y mover la banqueta del piano todo era cuestión de poner de pie algunos libros, devolver libretas, plumas, discos o piezas de ajedrez a sus muebles más cercanos. Entre todos el sitio estaría utilizable más pronto que tarde. Kahlo incluso se permitió bailar al ritmo de la música que tan bien entraba a la sala mientras tanto.
—¡Daaale! —se acercó a Maila y Fleur y, sin pena, le propinó un beso a la segunda en la mejilla—. Sois las mejores. Todas. Y Rick, claro —canturreó guiñándole un ojo, de notable mejor humor—. ¡Y a menos que sea para jugar al billar no quiero a nadie más amargado en esta sala!
Miró a Serena con mucha más naturalidad, sonriendo incluso. Ahora solo esperaba por los santos más antiguos del árbol áureo que Nohlem no estuviera ahorcando al pobre diablo.
—Ya veo.
Pero la cosa no podía acabar ahí, ¿verdad? Kahlo desvió la mirada al suelo y se agachó para empezar a poner orden, una forma de dejar crecer el fuego antes de liberarlo. Serena no solo se excluía del desastre, sino que creía que lo de ayudarla a recoger era una opción para ella. Y se atrevía a decirlo como una ocurrencia, como una ofrenda de paz… “Oh, claro que me importa, claro que me IMPORTA”. Justo cuando la varmana estaba inhalando, el combustible que prendía el motor para la ejecución pública, Kalna salió al rescate como solo alguien de su clase sabría. A Kahlo le daba igual que la mayor estuviera involucrada realmente o no, pero ese simple acto de responsabilidad sirvió para quitarle el veneno de la boca. No todo, pero parte. Aún así esperaba que Serena fuera capaz de recuperar los puntos por sí sola, porque menudo despercidio de chica.
—Gracias amor, no te aflijas —le dijo a Kalna con una sonrisa, solo a ella, ignorando muy aposta a la otra—. No hay pérdida que tengamos que lamentar. Mi hermano ya se sabe esos libros de memoria —despachó con un gesto la única víctima, el libreto lleno de alcohol. Al susurro no pudo evitar inspeccionar a Kalna para luego dedicarle una larga mirada a Serena. Ah, claro. Sonrió un poco más—. Tranquila —susurró de vuelta—. Pero la próxima vez que elija mejor donde quiere jugar con fuego.
Fleur y Maila se unieron al escuadrón limpieza, algo que le afligió de verdad. No quería que sus invitadas tuvieran que formar parte de aquello, en especial Fleur -¡vaya imagen, por favor!- por mucho que valorase el gesto de su parte.
—Oh amores, pero no hace falta… —sabía que no serviría de mucho insistirles, sobre todo conociendo a Maila, pero cierto era que cuantos más trabajando antes acabarían—. A la basura, sin remordimientos —respondió a la hawaiiana señalando una papelera—. Nohlem se habrá olvidado de él en una semana. Y si la fiesta va bien, en dos horas —tras cerrar un cajón con todo tal y como debía de estar echó un vistazo a su alrededor—. Si que se las ha apañado el chico para que todo esté patas arribas en un segundo…
Era un reproche inevitable, pero también una manera discreta de buscar que Serena sintiera más vergüenza si podía. Todo fuera ese su castigo y no algo peor, lo que por tan poco había rozado. Pero, benditos los olmos, el caballero de la sala se acercó para arrojar algo de luz. Sus pupilas crecieron un poco.
—Ay, Rick, muchísimas gracias. Ya podría tener mi hermano más amigos como tú… —sonrió—. ¡Pero vamos! —dio una palmada—. ¡Ni un minuto de más os quiero aquí, a ninguno! ¡Todo el mundo fuera en cuanto diga! ¡No os he traído para limpiar, sois mis invitados! ¡Por favor!
Sin abandonar la tarea Kahlo indicaría donde debían ir las cosas, que no es que hubieran podido viajar muy lejos de su lugar de origen dado lo rápido que había ido arrasando Abel. Parecía muy aparatoso, pero quitando el fregar la bebida derramada y mover la banqueta del piano todo era cuestión de poner de pie algunos libros, devolver libretas, plumas, discos o piezas de ajedrez a sus muebles más cercanos. Entre todos el sitio estaría utilizable más pronto que tarde. Kahlo incluso se permitió bailar al ritmo de la música que tan bien entraba a la sala mientras tanto.
—¡Daaale! —se acercó a Maila y Fleur y, sin pena, le propinó un beso a la segunda en la mejilla—. Sois las mejores. Todas. Y Rick, claro —canturreó guiñándole un ojo, de notable mejor humor—. ¡Y a menos que sea para jugar al billar no quiero a nadie más amargado en esta sala!
Miró a Serena con mucha más naturalidad, sonriendo incluso. Ahora solo esperaba por los santos más antiguos del árbol áureo que Nohlem no estuviera ahorcando al pobre diablo.
- ♪♫♬:
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
28/04/23, 01:13 pm
-No me jodas, Ethan -rió por las palabras de su amigo-. ¿Me estás diciendo que no ves cuando el puto pijo va detrás de ti con ojos de cachorrito? Cualquiera diría que se ha confundido de especie. Y aún así, sí estamos de acuerdo en que Rick se lleva a todas las mozas de calle, estamos de acuerdo en que tú te llevas a todos los mozos de calle. Ahí no hay puta discusión -expusó dejando el vaso sobre la mesa con un golpe seco como para reafirmar su punto, pero perdió fuerza y presencia cuando al momento siguiente se estaba recargando el vaso con más alcohol.
Colmillo creía realmente en sus palabras, pero tampoco quería darle más vueltas al tema de Nohlem porque no sentía que fuera su lugar y en cierta medida tenía algo de miedo a cagarla. Odiaría que por algún comentario suyo desafortunado se produjera alguna tensión incómoda entre sus amigos que pudiera hacer temblar los cimientos de su amistad. Él podía ver claramente como Nohlem le tenía unas ganas enormes a Ethan y este no se quedaba atrás, pero eso era algo que ellos y solo ellos podían resolver. A Colmillo solo le quedaba apoyarlos desde la distancia y rezar a los dioses que conocía y a los que no para que las cosas salieran bien.
A Colmillo casi se le cae su nueva bebida cuando Connor le cogió de la nuca, pero consiguió salvar su vaso en el último momento y con una sonrisa avergonzada se regodeó un poco en sus palabras. Que fuera consciente de la diferencia entre sus amigos y él no quería decir que fuera inmune a los piropos.
-Esta puta cara de travieso juguetón solo parece interesarle a los chavales de la feria donde solo tengo la competencia de mis hermanos y les gano por juventud y soltería -bromeó con alegría, mostrando que realmente no le importaba demasiado.
Y ciertamente, no le importaba. Hacía tiempo que Colmillo había hecho las paces con que rodeado de sus amigos ningún chico o chica, ni siquiera los susodichos amigos, le iban a mirar dos veces con intenciones erótico-festivas y la verdad era que ni siquiera había una miga de rencor o algún sentimiento negativo al respecto porque, joder, sus amigos eran la hostia.
-¡Bien dicho, joder! -exclamó levantando su vaso con entusiasmo y no derramando ni una gota gracias a algún milagro de Matka-. ¡Viva el puto alcohol! ¡Que además me sale de miedo!
Y procedió a darle un gran trago a su bebida no fuera a ser que alguien dudara de su afirmación.
Al igual que Connor, se despidió de Ethan con un gesto de cabeza, no queriendo coartar su necesidad de exploración y mucho menos teniendo en cuenta que él mismo le había incitado a ello.
-Y luego se pasará una hora limpiando la huella que su puto culo habrá dejado en las teclas, como si lo viera -rió sin apartar la mirada del tumulto de gente-. El cabrón quiere a ese instrumento como si fuera su jodido hijo, pero tampoco me extrañaría que tuviera fetiches raros con él.
Ethan no tardó mucho en volver y contar lo que había descubierto, haciendo que Colmillo se uniera a las risas de Connor.
-¡Venga ya! ¡No llevamos aquí ni una puta hora! La de cantidad de pasta que se ahorraría en gayumbos si simplemente fuera en pelotas por la vida. Además el muy enfermo lo disfrutaría -se burló disfrutando de las locuras de su amigo.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Trish
Ficha de cosechado
Nombre: Serena
Especie: Humana
Habilidades: Astucia, agilidad y habilidad manualPersonajes : Serena: humana (1,60 cm)
Unidades mágicas : 5/5
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
28/04/23, 02:04 pm
Con las manos aún temblorosas, Serena comenzó a amontonar libros y colocarlos aleatoriamente en los huecos que veía vacíos. Era la primera vez que estaba en esa casa -y a ese paso sería la última-, por lo que no tenía ni idea de dónde iba cada cosa. Le hubiera gustado poder preguntar a Kahlo, pero no era tan ingenua como para pasar por alto que la chica no quería escucharla más. Toda esa situación la estaba superando y como si no fuera poco con sentirse completamente fuera de lugar, ahora había conseguido hacer pleno y tener en contra a dos anfitriones que en ningún momento la habían invitado. «Bueno, quien lo ha conseguido es Abel. En serio, ¿quién destroza una habitación y se va sin recoger nada?»
Dejó en el suelo uno de los montones de libros que había agrupado y se incorporó tratando de mantener la poca dignidad que le quedaba. Se arrepentiría de esto cada día, y tampoco sabía con qué cara iría a partir de ahora a la academia, pero era incapaz de continuar en una fiesta en la que nadie quería que estuviera.
—Kahlo, creo que mejor… —Trató de aclararse la voz y mantener la compostura, pero antes de poder continuar la frase notó que alguien le tocaba el hombro.
Levantó la mirada y encontró los ojos de Kalna, que la observaban con una profundidad que no había visto antes. Sabía que no estaría contenta con el espectáculo que había montado, y así lo pudo confirmar en cuanto escuchó cómo se disculpaba ante Kahlo. Sin embargo, la presión con la que todavía seguía tocando su hombro, consiguió que Serena lograra calmarse poco a poco. Sintió que se quitaba un peso enorme de encima, la idea de perder a Kalna era lo que más le había asustado de aquella situación. Tampoco entendía muy bien el porqué; era su amiga, claro, pero le sorprendía comprobar el miedo que había tenido de perderla. Eso y que por algún motivo no quería que quitara la mano de su hombro.
—Siento haberte metido en esto —le susurró a Kalna. Apretó con cariño su mano antes de continuar recogiendo, esperando poder transmitirle lo agradecida que estaba.
La llegada de Maila y Fleur, que se ofrecieron a ayudar también, contribuyó a que el ambiente se fuera relajando. Serena había conseguido tranquilizarse y empezaba a ver la situación un poco menos trágica que hacía unos minutos. Fijándose mejor, incluso se dio cuenta de que Rick la miraba cada pocos segundos y que, para su sorpresa, no se sentía juzgada en absoluto. De hecho, estaba segura de notar una mezcla de comprensión y pena en su mirada.
—Oye… Gracias. —Trató de dedicarle una sonrisa sincera a Rick. No tenía demasiada confianza con él, así que tampoco se atrevía a pronunciar muchas más palabras por si estaba equivocada. Sabía que no era la mejor a la hora de expresarse, pero ¿qué más iba a decirle? «Gracias por mirarme así» igual quedaba muy raro.
Por fin acabaron de recoger la habitación y se sintió mucho más liberada. Notar que todavía quedaban dos personas que no la detestaban hizo que su humor mejorara considerablemente. Incluso Kahlo parecía estar poniendo de su parte para no empeorar el ambiente, lo que hizo que se atreviera a acercarse a ella antes de que abandonara la habitación para volver a la fiesta.
—Kahlo, yo… Siento mucho que haya pasado esto, en serio. —Intentó que la chica pudiera notar lo arrepentida que estaba. No iba a asumir la parte de culpa de Abel, por supuesto, pero ella también había contribuido a que se originara aquella situación—. Y me hace mucha ilusión estar aquí, de verdad. Así que, ¡vamos a empezar esa fiesta!
No sabía si quería escuchar la respuesta de Kahlo, no estaba segura de poder soportar otro rechazo. Quería llevarse bien con aquella chica y había empezado haciendo todo lo contrario, pero estaba segura de que aún estaba a tiempo de arreglar la situación y que vieran cómo era realmente. Eso sí, no podía ignorar que la cosa se iba a complicar en cuanto se encontrara de nuevo con Abel.
Dejó en el suelo uno de los montones de libros que había agrupado y se incorporó tratando de mantener la poca dignidad que le quedaba. Se arrepentiría de esto cada día, y tampoco sabía con qué cara iría a partir de ahora a la academia, pero era incapaz de continuar en una fiesta en la que nadie quería que estuviera.
—Kahlo, creo que mejor… —Trató de aclararse la voz y mantener la compostura, pero antes de poder continuar la frase notó que alguien le tocaba el hombro.
Levantó la mirada y encontró los ojos de Kalna, que la observaban con una profundidad que no había visto antes. Sabía que no estaría contenta con el espectáculo que había montado, y así lo pudo confirmar en cuanto escuchó cómo se disculpaba ante Kahlo. Sin embargo, la presión con la que todavía seguía tocando su hombro, consiguió que Serena lograra calmarse poco a poco. Sintió que se quitaba un peso enorme de encima, la idea de perder a Kalna era lo que más le había asustado de aquella situación. Tampoco entendía muy bien el porqué; era su amiga, claro, pero le sorprendía comprobar el miedo que había tenido de perderla. Eso y que por algún motivo no quería que quitara la mano de su hombro.
—Siento haberte metido en esto —le susurró a Kalna. Apretó con cariño su mano antes de continuar recogiendo, esperando poder transmitirle lo agradecida que estaba.
La llegada de Maila y Fleur, que se ofrecieron a ayudar también, contribuyó a que el ambiente se fuera relajando. Serena había conseguido tranquilizarse y empezaba a ver la situación un poco menos trágica que hacía unos minutos. Fijándose mejor, incluso se dio cuenta de que Rick la miraba cada pocos segundos y que, para su sorpresa, no se sentía juzgada en absoluto. De hecho, estaba segura de notar una mezcla de comprensión y pena en su mirada.
—Oye… Gracias. —Trató de dedicarle una sonrisa sincera a Rick. No tenía demasiada confianza con él, así que tampoco se atrevía a pronunciar muchas más palabras por si estaba equivocada. Sabía que no era la mejor a la hora de expresarse, pero ¿qué más iba a decirle? «Gracias por mirarme así» igual quedaba muy raro.
Por fin acabaron de recoger la habitación y se sintió mucho más liberada. Notar que todavía quedaban dos personas que no la detestaban hizo que su humor mejorara considerablemente. Incluso Kahlo parecía estar poniendo de su parte para no empeorar el ambiente, lo que hizo que se atreviera a acercarse a ella antes de que abandonara la habitación para volver a la fiesta.
—Kahlo, yo… Siento mucho que haya pasado esto, en serio. —Intentó que la chica pudiera notar lo arrepentida que estaba. No iba a asumir la parte de culpa de Abel, por supuesto, pero ella también había contribuido a que se originara aquella situación—. Y me hace mucha ilusión estar aquí, de verdad. Así que, ¡vamos a empezar esa fiesta!
No sabía si quería escuchar la respuesta de Kahlo, no estaba segura de poder soportar otro rechazo. Quería llevarse bien con aquella chica y había empezado haciendo todo lo contrario, pero estaba segura de que aún estaba a tiempo de arreglar la situación y que vieran cómo era realmente. Eso sí, no podía ignorar que la cosa se iba a complicar en cuanto se encontrara de nuevo con Abel.
No existen los finales felices; son espejismos. No te cuentan que siempre, al final, todos mueren.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
28/04/23, 06:07 pm
Nohlem siguió sacando alguna que otra prenda a menor ritmo para no saturar a Abel mientras este amontonaba la ropa. Iba a abrir el cajón donde creía que su padre guardaba los accesorios cuando el español le indicó que se había decidido, momento en el que descubrió que la pila de descartes era en realidad la del buen gusto. Miró a Abel con una ceja arqueada, esperando que fuera una broma. Vale que la ropa de su padre fuera formal, pero… Resopló y negó con la cabeza.
—Por poder puedes pero chamo, ¿no prefieres algo menos empresario? Estás en una fiesta no en un funeral mijo.
Si era poco lo que sabía de Abel menos era lo que sabía de su gusto y formas de vestir. Hacía menos de una hora no. le podía importar menos ninguna de las cuestiones. Claro que respetaría lo que quisiera llevar, pero diablos, era la ropa de su familia, ofrecida por él mismo: podía hacerlo mejor.
—Mira, vamos a probar algo —le quitó las deportivas zarrapastrosas con las que su padre salía a correr de las manos y las lanzó al fondo del armario.
Removió el cúmulo de ropa buena y estiró varios pantalones. Tenía una prisa mortal así que más le valía trabajar rápido. Fue combinando camisas, pasando y quitando prendas para hacer un look completo antes de probarlo en el modelo. A juzgar por sus elecciones Abel era muy modosito así que usaría eso de hilo conductor, pero por supuesto no sería todo elegancia, no sin un toque de picardía por su parte.
—Toma, pruébate esto —le tendió una de las combinaciones que, a simple vista, parecía bastante normal: unos pantalones de vestir negros y una camisa blanca con rayas verticales grises.
Mientras Abel se quitaba su vestido de novia Nohlem se dedicó a guardar todo lo sobrante -empezando por la pila de ropa sosa-, de espaldas a este para darle privacidad. No obstante, en cuanto Abel fuera abrocharse la camisa el varmano le apartaría las manos y él mismo se encargaría de los botones. “Botones”, un plural muy humilde. Abrochó solo los tres primeros empezando por abajo, de los cuales apenas uno sería visible al meter la camisa por dentro del pantalón. La abrió de manera estratégica, doblándola para que se viera el centro de su torso sin descubrir otras zonas, en un triángulo con sus clavículas. Ah, el encanto de ocultar. Se echó para atrás varias veces, retocó la caída de la tela y le recogió las mangas hasta los codos.
—Hmm… —recuperó distancia para observarle, pensativo, con una mano en la barbilla. Los pantalones le bailaban y le faltaba algo. Volvió al armario y deslizó perchas a toda velocidad hasta dar con un blazer negro, sencillo, que no dudó en poner sobre los hombros del español sin dejarle pasar los brazos por dentro, a modo de capa—. Okey. ¡Okey! —exclamó con una sonrisa—. Esto marcha. Ya falta na’ más… —señaló la zona de su esternón, demasiado vacía—. A ver si tuviera… ¡Ve poniéndote los tacones! ¡Y dóblate esos bajos!
Un viaje más al armario, con suerte el último. Nohlem le lanzó un cinturón con hebilla plateada tan bonito como discreto y abrió el cajón que antes le había quedado por abrir. Dentro no había accesorios como esperaba, sino ropa interior, calcetines, tirantes… cuerdas… ¿unas esposas…? Y… más cosas ocultas entre tela. Con los ojos como platos Nohlem se quedó mirando el alijo secreto con una terrible mezcla de risa y horror. Se apresuró en cerrarlo para que Abel no viera nada, deseando no haberlo visto ni él.
—Ehh, no. No. aquí no hay na’ que sirva… —descolocado, con risa floja y una nueva imagen de sus padres que prefería borrar de su mente terminó de recoger todo. Aún con el cajón cerrado procuró que su cuerpo hiciera de pantalla—. Vaaale Abel, tenemos que pasar un segundo por mi cuarto. Si quieres hundir a Serena no podemos quedarnos a medias.
Se lo tenía que contar a Kahlo. Ni de coña sufriría esa información él solito. Le dijo a Abel que fuera saliendo, revisó que todo estuviera en orden una última vez y justo antes de apagar la luz Nohlem volvió al cajón, sacó las esposas y se las echó al bolsillo del pantalón. Por las risas. Además, ¿qué mejor que una prueba gráfica?
Arriba apenas se oía el sonido distante de la música y los pasos de ambos retumbando por la madera según se aproximaban a la última parada. Esta vez no tuvo que abrir con llave, su cuarto estaba abierto. No encendió la luz, aunque en la penumbra era evidente que la habitación, aún sin ser tan grande como la de sus padres estaba lejos de ser humilde. Nohlem entró directo a su baño y salió apenas medio minuto después portando una caja organizadora cubierta de polvo. Dentro había un montón de cadenas, colgantes, pulseras y anillos de plata. Se la tendió a Abel para que la sujetara mientras él hizo desfilar un par de prendas delante suya, evaluando.
—Hubo una época en la que me dio por la plata —le explicó—. El dorado me queda mejor así que ya no la uso. Asíii que… —le colgó una cadena a cada lado del pantalón a modo de tirantes caídos y le puso otra en el cuello—. ¡Daaale! —sonrió—. Saca lo que más te guste, como si te quieres poner todo. ¡No jodas chamo, vas manguito!
Chequeó a Abel de arriba a abajo para confirmar que habían alcanzado nivel piquetón y revisó brevemente su reloj. Mierda, ¿cuánto tiempo estaban perdiendo?
EL TIPITO DE ABEL
—Por poder puedes pero chamo, ¿no prefieres algo menos empresario? Estás en una fiesta no en un funeral mijo.
Si era poco lo que sabía de Abel menos era lo que sabía de su gusto y formas de vestir. Hacía menos de una hora no. le podía importar menos ninguna de las cuestiones. Claro que respetaría lo que quisiera llevar, pero diablos, era la ropa de su familia, ofrecida por él mismo: podía hacerlo mejor.
—Mira, vamos a probar algo —le quitó las deportivas zarrapastrosas con las que su padre salía a correr de las manos y las lanzó al fondo del armario.
Removió el cúmulo de ropa buena y estiró varios pantalones. Tenía una prisa mortal así que más le valía trabajar rápido. Fue combinando camisas, pasando y quitando prendas para hacer un look completo antes de probarlo en el modelo. A juzgar por sus elecciones Abel era muy modosito así que usaría eso de hilo conductor, pero por supuesto no sería todo elegancia, no sin un toque de picardía por su parte.
—Toma, pruébate esto —le tendió una de las combinaciones que, a simple vista, parecía bastante normal: unos pantalones de vestir negros y una camisa blanca con rayas verticales grises.
Mientras Abel se quitaba su vestido de novia Nohlem se dedicó a guardar todo lo sobrante -empezando por la pila de ropa sosa-, de espaldas a este para darle privacidad. No obstante, en cuanto Abel fuera abrocharse la camisa el varmano le apartaría las manos y él mismo se encargaría de los botones. “Botones”, un plural muy humilde. Abrochó solo los tres primeros empezando por abajo, de los cuales apenas uno sería visible al meter la camisa por dentro del pantalón. La abrió de manera estratégica, doblándola para que se viera el centro de su torso sin descubrir otras zonas, en un triángulo con sus clavículas. Ah, el encanto de ocultar. Se echó para atrás varias veces, retocó la caída de la tela y le recogió las mangas hasta los codos.
—Hmm… —recuperó distancia para observarle, pensativo, con una mano en la barbilla. Los pantalones le bailaban y le faltaba algo. Volvió al armario y deslizó perchas a toda velocidad hasta dar con un blazer negro, sencillo, que no dudó en poner sobre los hombros del español sin dejarle pasar los brazos por dentro, a modo de capa—. Okey. ¡Okey! —exclamó con una sonrisa—. Esto marcha. Ya falta na’ más… —señaló la zona de su esternón, demasiado vacía—. A ver si tuviera… ¡Ve poniéndote los tacones! ¡Y dóblate esos bajos!
Un viaje más al armario, con suerte el último. Nohlem le lanzó un cinturón con hebilla plateada tan bonito como discreto y abrió el cajón que antes le había quedado por abrir. Dentro no había accesorios como esperaba, sino ropa interior, calcetines, tirantes… cuerdas… ¿unas esposas…? Y… más cosas ocultas entre tela. Con los ojos como platos Nohlem se quedó mirando el alijo secreto con una terrible mezcla de risa y horror. Se apresuró en cerrarlo para que Abel no viera nada, deseando no haberlo visto ni él.
—Ehh, no. No. aquí no hay na’ que sirva… —descolocado, con risa floja y una nueva imagen de sus padres que prefería borrar de su mente terminó de recoger todo. Aún con el cajón cerrado procuró que su cuerpo hiciera de pantalla—. Vaaale Abel, tenemos que pasar un segundo por mi cuarto. Si quieres hundir a Serena no podemos quedarnos a medias.
Se lo tenía que contar a Kahlo. Ni de coña sufriría esa información él solito. Le dijo a Abel que fuera saliendo, revisó que todo estuviera en orden una última vez y justo antes de apagar la luz Nohlem volvió al cajón, sacó las esposas y se las echó al bolsillo del pantalón. Por las risas. Además, ¿qué mejor que una prueba gráfica?
Arriba apenas se oía el sonido distante de la música y los pasos de ambos retumbando por la madera según se aproximaban a la última parada. Esta vez no tuvo que abrir con llave, su cuarto estaba abierto. No encendió la luz, aunque en la penumbra era evidente que la habitación, aún sin ser tan grande como la de sus padres estaba lejos de ser humilde. Nohlem entró directo a su baño y salió apenas medio minuto después portando una caja organizadora cubierta de polvo. Dentro había un montón de cadenas, colgantes, pulseras y anillos de plata. Se la tendió a Abel para que la sujetara mientras él hizo desfilar un par de prendas delante suya, evaluando.
—Hubo una época en la que me dio por la plata —le explicó—. El dorado me queda mejor así que ya no la uso. Asíii que… —le colgó una cadena a cada lado del pantalón a modo de tirantes caídos y le puso otra en el cuello—. ¡Daaale! —sonrió—. Saca lo que más te guste, como si te quieres poner todo. ¡No jodas chamo, vas manguito!
Chequeó a Abel de arriba a abajo para confirmar que habían alcanzado nivel piquetón y revisó brevemente su reloj. Mierda, ¿cuánto tiempo estaban perdiendo?
EL TIPITO DE ABEL
- ♪♫♬:
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
28/04/23, 07:21 pm
Las palabras de Colmillo calaron en el asiatico en forma de tragos, a medida que entre ida y venida el Long Island bajaba a un ritmo ligerito. Cada vez que una nueva duda asaltaba su mente, pum, sorbo. Una estrategía que él mismo no consideraba muy acertada, pero que en tiempos de necesidad, se apreciaba. La fiesta seguía y con Rick también caído en combate ir a bailar era una idea descartada. Ethan no iba a ser quien les ofreciera la pista a dos de sus amigos más locos, no porque no les quisiera, si no porque bueno… Connor solía necesitar buena cantidad de alcohol en vena para ponerse a dar saltos y Colmillo… Ninguno era especialmente tranquilito.
¨Ah.. Rick mamonazo, ya puedes haberte conseguido a alguna linda después de este abandono ̈ Con su comodín desaparecido y el barullo lejano deshaciéndose decidió que antes de llegar al coma etílico hundiendo las penas en las bebidas era mejor buscar alguna alternativa cuanto menos entretenida. Espero a que sus carcajadas cesarán después de escuchar todos los comentarios tan brutos que le dedicaban al varmano y entonces habló.
-Oye cabrones, ya que hemos perdido a medio equipo, y siendo sinceros no van a regresar en un corto plazo de tiempo. -Volvió a dar otro sorbo a su bebida, levantándola después en una especie de rezo improvisado.- ¡Ahí le lleguen mis fuerzas al traidor de Rick para que nos moje de una puñetera vez! -Remarcó con una sonrisa para ver, si efectivamente tenía suerte su amigo. Al felino ni lo nombro, ese necesitaba de todo menos fuerzas. -¿Qué os parece si encontramos a algunos pringaos y les machacamos en un Beer pong?
Sabía que llevar en un equipo a esos dos mastodontes era hacer trampas, pero también que era muy divertido ver como se picaban en esa clase de juegos. Y ya que iba a ser incapaz de mantenerles el ritmo, cualquier entretenimiento que ralentizará la ingesta de alcohol era bienvenido.
-Ah con las ganas que tenía de probar un billar, pero vete tú a saber si nos queda mesa. -Miro a ambos amigos en un breve silencio, y cómplice de la broma no pudo contenerse las ganas de comentar el también.- Oye hacéis muchas apuestas a que fue en el piano, pero si yo tuviera que elegir, una mesa de billar es más grande y más cómoda.
Ains, como le estaban corrompiendo. No se quejaba de igual manera. Volvió a beber de su bebida y para su sorpresa ya no le quedaba nada. Si, eran mala influencia. Antes de que Colmillo se pusiera en marcha para rellenarla se colocó entre ambos dándoles unas palmaditas en la espalda a modo de empujón suave. Animándoles a que se alejen un mínimo de la mesa de mezclas.
-Venga venga, a buscar una mesa y buenas víctimas. Que de alguna manera tendréis que presumir de vuestro alcoholismo. -Dándole una palmada más suave pero firme a Colmillo remarcó.- Y, y, y quién sabe, quizá nos encontramos a alguien para ti, venga esos ánimos arriba que tienes todo el mercado solito para ti.
Le guiño un ojo cómplice. Si Colmillo les sobre estimaba ya se encargaba él de bajarles de aquel pedestal. -Quiero decir Connor? Si, muchas tetas, bad boy y todo lo que tu quieras. Pero con la cara de mala hostia que nos trae nos ahuyenta más ligues de los que consigue. -Se giró a dedicarle una sonrisa inocente a su compañero pelirosa, que no se preocupara que no iba a ser el único. - Rick? Un caballero, todas les quieren pero vamos… No me digas que no es el típico que te dice la mamada de no, yo solo me acuesto con la indicada. BAH. Y Nohlem que bueno, ahora mismo competición 0, ya esta arrasando por su cuenta así que rivalidad nula. ¡¡Colmillo perrooo, ahora mismo de los 3 que estamos aquí eres con diferencia el que más vías libres tiene date cuenta!!
¨Ah.. Rick mamonazo, ya puedes haberte conseguido a alguna linda después de este abandono ̈ Con su comodín desaparecido y el barullo lejano deshaciéndose decidió que antes de llegar al coma etílico hundiendo las penas en las bebidas era mejor buscar alguna alternativa cuanto menos entretenida. Espero a que sus carcajadas cesarán después de escuchar todos los comentarios tan brutos que le dedicaban al varmano y entonces habló.
-Oye cabrones, ya que hemos perdido a medio equipo, y siendo sinceros no van a regresar en un corto plazo de tiempo. -Volvió a dar otro sorbo a su bebida, levantándola después en una especie de rezo improvisado.- ¡Ahí le lleguen mis fuerzas al traidor de Rick para que nos moje de una puñetera vez! -Remarcó con una sonrisa para ver, si efectivamente tenía suerte su amigo. Al felino ni lo nombro, ese necesitaba de todo menos fuerzas. -¿Qué os parece si encontramos a algunos pringaos y les machacamos en un Beer pong?
Sabía que llevar en un equipo a esos dos mastodontes era hacer trampas, pero también que era muy divertido ver como se picaban en esa clase de juegos. Y ya que iba a ser incapaz de mantenerles el ritmo, cualquier entretenimiento que ralentizará la ingesta de alcohol era bienvenido.
-Ah con las ganas que tenía de probar un billar, pero vete tú a saber si nos queda mesa. -Miro a ambos amigos en un breve silencio, y cómplice de la broma no pudo contenerse las ganas de comentar el también.- Oye hacéis muchas apuestas a que fue en el piano, pero si yo tuviera que elegir, una mesa de billar es más grande y más cómoda.
Ains, como le estaban corrompiendo. No se quejaba de igual manera. Volvió a beber de su bebida y para su sorpresa ya no le quedaba nada. Si, eran mala influencia. Antes de que Colmillo se pusiera en marcha para rellenarla se colocó entre ambos dándoles unas palmaditas en la espalda a modo de empujón suave. Animándoles a que se alejen un mínimo de la mesa de mezclas.
-Venga venga, a buscar una mesa y buenas víctimas. Que de alguna manera tendréis que presumir de vuestro alcoholismo. -Dándole una palmada más suave pero firme a Colmillo remarcó.- Y, y, y quién sabe, quizá nos encontramos a alguien para ti, venga esos ánimos arriba que tienes todo el mercado solito para ti.
Le guiño un ojo cómplice. Si Colmillo les sobre estimaba ya se encargaba él de bajarles de aquel pedestal. -Quiero decir Connor? Si, muchas tetas, bad boy y todo lo que tu quieras. Pero con la cara de mala hostia que nos trae nos ahuyenta más ligues de los que consigue. -Se giró a dedicarle una sonrisa inocente a su compañero pelirosa, que no se preocupara que no iba a ser el único. - Rick? Un caballero, todas les quieren pero vamos… No me digas que no es el típico que te dice la mamada de no, yo solo me acuesto con la indicada. BAH. Y Nohlem que bueno, ahora mismo competición 0, ya esta arrasando por su cuenta así que rivalidad nula. ¡¡Colmillo perrooo, ahora mismo de los 3 que estamos aquí eres con diferencia el que más vías libres tiene date cuenta!!
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
29/04/23, 12:42 am
—¡Claro claro, tú dime cuándo y ya te voy diciendo! ¿Vale? —nada más darse la vuelta el belga entornó los ojos y con disimulo y un breve suspiro, arrugó el papelito donde estaba escrito el número de aquella muchacha pegajosa y la insoportable de su amiga. Por supuesto que no iba a llamarlas.
Sus ojos perfilados en negro se quedaron mirando algo que atraía más su atención. El fondo de pantalla de su móvil le deslumbraba con aire nostálgico, en la foto aparecía una muchacha pelirroja subida en su espalda y con los brazos agarrándose a su cuello, su expresión mostraba la viva imagen de la felicidad. Bajo ella un Tayron radiante sacaba la lengua mientras intentaba apartarse los pelos de la cara. La verdad es que desde el accidente de Dafne el curso pasado a penas había intimado con mucha gente. Era difícil que alguien despertara interés en él, aunque solo fuera sexual. Pero entonces llegó Nohlem, que hacía verdaderas maravillas. El equilibrio que mantenían era agradable, porque le resultaba mutuo y en absoluto desigual. Alguna gente se pillaba con los follamigos. Hacerlo por el gatito misterioso era un error. ¿Y en su caso? Más de lo mismo, solo pensaba en como olvidar a su ex muerta. Y oye, que mejor sitio que esa puta fiesta.
—Rox, espero que no te cabrees mucho conmigo por esto, pero tío, ojalá lo entiendas... —acto seguido silenció sus historias tanto para él como para su novio Milo, y por si acaso se le iba la pinza en mitad de la noche también les sacó de mejores amigos de manera temporal. Normalmente habría salido con ellos, pero aquella era una oportunidad de oro para ver si pillaba cacho y emborracharse hasta límites penosos en los que no quería que nadie cercano le viera caer. Además había un factor importante en juego, ni siquiera estaba invitado a la fiesta. Sospechaba que por un descuido del propio Nohlem. Pero enterarse del evento para la gente que frecuentaba la noche en la facultad era fácil, un primo de su compañero de clase se lo había largado. Pero es que no eran pocas las personas que hablaban de ello entre aulas y pasillos. ¿Cómo no iba a estar? Si le echaban pues mala suerte.
El chico ya llevaba un buen rato en la entrada donde algunos corillos comenzaban a reunirse quizá buscando alejarse de la música. Pero él quería adentrarse en el corazón de la jungla, más allá de palmeras y el sendero de tierra donde su taxi le había dejado. Se dio un par de palmaditas en la cara y comenzó a caminar con aire seguro, alejándose de las chicas que le habían interceptado.
Hablar con gente y orbitar diferentes grupos le resultaba tan natural como subir seis kilómetros montaña arriba con la bici. Pero joder, cuando vio a Ethan y cómo iba vestido se dejó arrastrar por aquella gravedad tan fortuita. No le conocía demasiado, pero le tenía echado el ojo desde hacía un tiempo porque era el tipo de chico que le molaba, con un punto femenino y una cara bonita. Conforme se acercaba distinguió a su colega, el tipo intimidante de la cresta rosa. ¿Por qué siempre tenían que ir en grupito? ¿Es que tenían algún tipo de rollito entre ellos?
Connor era atractivo, pero... también daba yuyu. Y le sacaba tres cabezas.
Y era muy grande.
Y muy hombre.
Y muy grande. Ay, eso tenía que doler. Mejor no pensarlo.
—¡¿Qué pasa?! ¿Nohlem solo ha invitado a gente guapa? ¿Es verdad eso que dicen de que se ha peleado con su piva? —se acercó, saludando con la mano y aprovechando los últimos segundos que tendrían de desconcierto ante su presencia para fijarse en las formas del asiático. Por su parte vestía con unas botas no muy altas, unos pantalones apretados de verdad y una chaquetita de cuero abierta que dejaba ver una camiseta negra con el cuello amplio. Sus ojos estaban adornados por algo de sombreado y entre sus dedos con las uñas pintadas de negro llevaba un anillo plateado y verde con el símbolo de un escorpión. Su cabello era un caos esmeralda con puntas hacia varios lados, quizá expresaba demasiado bien cómo se sentía por dentro últimamente.
Tras echar en falta al propio Nohlem y girar la cabeza hacia varios lados para buscarle reparó en el tercer integrante, a quien en un inicio no había visto. Él sí que no le sonaba, o eso creía. No supo si era por su lenguaje corporal o porque le parecía más escondido que le pareció mono.
—¡Ey! Chico lindo —sus ojos amarillos se clavaron en los suyos al tiempo que, ahora sí, llegaba a la altura de Ethan—. ¿Me pasas una de esas? —preguntó, levantando la barbilla hacia las bebidas con una sonrisa y metiéndose el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.
Sus ojos perfilados en negro se quedaron mirando algo que atraía más su atención. El fondo de pantalla de su móvil le deslumbraba con aire nostálgico, en la foto aparecía una muchacha pelirroja subida en su espalda y con los brazos agarrándose a su cuello, su expresión mostraba la viva imagen de la felicidad. Bajo ella un Tayron radiante sacaba la lengua mientras intentaba apartarse los pelos de la cara. La verdad es que desde el accidente de Dafne el curso pasado a penas había intimado con mucha gente. Era difícil que alguien despertara interés en él, aunque solo fuera sexual. Pero entonces llegó Nohlem, que hacía verdaderas maravillas. El equilibrio que mantenían era agradable, porque le resultaba mutuo y en absoluto desigual. Alguna gente se pillaba con los follamigos. Hacerlo por el gatito misterioso era un error. ¿Y en su caso? Más de lo mismo, solo pensaba en como olvidar a su ex muerta. Y oye, que mejor sitio que esa puta fiesta.
—Rox, espero que no te cabrees mucho conmigo por esto, pero tío, ojalá lo entiendas... —acto seguido silenció sus historias tanto para él como para su novio Milo, y por si acaso se le iba la pinza en mitad de la noche también les sacó de mejores amigos de manera temporal. Normalmente habría salido con ellos, pero aquella era una oportunidad de oro para ver si pillaba cacho y emborracharse hasta límites penosos en los que no quería que nadie cercano le viera caer. Además había un factor importante en juego, ni siquiera estaba invitado a la fiesta. Sospechaba que por un descuido del propio Nohlem. Pero enterarse del evento para la gente que frecuentaba la noche en la facultad era fácil, un primo de su compañero de clase se lo había largado. Pero es que no eran pocas las personas que hablaban de ello entre aulas y pasillos. ¿Cómo no iba a estar? Si le echaban pues mala suerte.
El chico ya llevaba un buen rato en la entrada donde algunos corillos comenzaban a reunirse quizá buscando alejarse de la música. Pero él quería adentrarse en el corazón de la jungla, más allá de palmeras y el sendero de tierra donde su taxi le había dejado. Se dio un par de palmaditas en la cara y comenzó a caminar con aire seguro, alejándose de las chicas que le habían interceptado.
Hablar con gente y orbitar diferentes grupos le resultaba tan natural como subir seis kilómetros montaña arriba con la bici. Pero joder, cuando vio a Ethan y cómo iba vestido se dejó arrastrar por aquella gravedad tan fortuita. No le conocía demasiado, pero le tenía echado el ojo desde hacía un tiempo porque era el tipo de chico que le molaba, con un punto femenino y una cara bonita. Conforme se acercaba distinguió a su colega, el tipo intimidante de la cresta rosa. ¿Por qué siempre tenían que ir en grupito? ¿Es que tenían algún tipo de rollito entre ellos?
Connor era atractivo, pero... también daba yuyu. Y le sacaba tres cabezas.
Y era muy grande.
Y muy hombre.
Y muy grande. Ay, eso tenía que doler. Mejor no pensarlo.
—¡¿Qué pasa?! ¿Nohlem solo ha invitado a gente guapa? ¿Es verdad eso que dicen de que se ha peleado con su piva? —se acercó, saludando con la mano y aprovechando los últimos segundos que tendrían de desconcierto ante su presencia para fijarse en las formas del asiático. Por su parte vestía con unas botas no muy altas, unos pantalones apretados de verdad y una chaquetita de cuero abierta que dejaba ver una camiseta negra con el cuello amplio. Sus ojos estaban adornados por algo de sombreado y entre sus dedos con las uñas pintadas de negro llevaba un anillo plateado y verde con el símbolo de un escorpión. Su cabello era un caos esmeralda con puntas hacia varios lados, quizá expresaba demasiado bien cómo se sentía por dentro últimamente.
Tras echar en falta al propio Nohlem y girar la cabeza hacia varios lados para buscarle reparó en el tercer integrante, a quien en un inicio no había visto. Él sí que no le sonaba, o eso creía. No supo si era por su lenguaje corporal o porque le parecía más escondido que le pareció mono.
—¡Ey! Chico lindo —sus ojos amarillos se clavaron en los suyos al tiempo que, ahora sí, llegaba a la altura de Ethan—. ¿Me pasas una de esas? —preguntó, levantando la barbilla hacia las bebidas con una sonrisa y metiéndose el móvil en el bolsillo trasero de su pantalón.
- Spoiler:
Look
Anillo
Peinado
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: La fiesta de la mansión - RV Gakuen
29/04/23, 12:09 pm
Amira
—¡Salud! —secundó a sus amigos.
El sorbo fue corto, lo justo para probar qué tal estaba. La costumbre del alcohol barato de las otras fiestas hacía que aquellas botellas carísimas le dieran algo de respeto, pero iba a disfrutar de un alcohol decente y gratis, así que no iba a amilanarse. Estaba rico, y recibió el ardor del alcohol en la garganta con gusto.
—Adam, venga, que no hemos venido a una mansión para no probar las cosas caras —le diría ante las dudas por tener otra bebida ya.
De hecho, parecía que al ruso le había gustado. Sonrió y volvió a pegar un trago. Daba gracias de que sus amigos estuvieran allí, porque no conocía más que de vista a la mayoría de personas que rondaban la zona.
»Je t’ai dit*. Hay que irse a lo caro —la idea de Adam de quedarse con el nombre la hizo sonreír con picardía —. Fijo que si te quedas esta ni se dan cuenta, ¿has visto todo lo que tienen? —iba en broma, o tal vez no tan en broma.
Rodó los ojos cuando se sacó el tema académico, no tanto porque no quisiera oír a Adam de unos avances que obviamente felicitó sino porque ella estaba agotada.
—Llevo toda la puta semana estudiando para los exámenes… con eso de que necesitas mínimo un 8 para mantener la beca no me da la vida —bufó —. ¡Así que esta fiesta es lo mejor para despejarse!
Aprovechó para ojear las botellas, buscando cual podría ser la siguiente que probasen.
*Te lo dije
Kalna
El follón que se había acabado montando en tan poco tiempo le hacía preguntarse por qué leches ella estaba cargando con una culpa que no era suya. Sí, por Serena, pero desde cuando era tan amable y hacía favores a la gente. ¿Y desde cuándo limpiaba ella y recogía desastres de otros? No fue la única en unirse, por lo que no tardaron en acabar de recoger todo.
Se encargó de mover las cosas más pesadas, ya que no le suponían tanto esfuerzo como al resto, y pronto la habitación quedó como nueva. No se le había escapado la mirada de Rick a Serena, ni las palabras de esta a él. De hecho, ya que se hubiera quedado a ayudar hizo que sus pupilas se afilaran de manera casi imperceptible. ¿Es que acaso él tenía algo con Serena? Había sido un gesto bonito y caballeroso, sí, pero lo que le subyacía le parecía demasiado obvio, y aquello le provocaba sentimientos encontrados.
No había respondido a Kahlo ni a Serena más allá de con asentimientos de cabeza, más que nada porque no se veía con fuerzas de decir nada, especialmente con las pocas ganas que tenía de limpiar ya de base. Y cuando Serena habló pudo notar el peligro. Su madre solía ser mucho menos paciente de lo que Kahlo había sido, pero sabía bien que aquellas sonrisas estaban envenenadas y que no era el momento de que Serena tratase de mantener una conversación.
—Serena, anda, vamos a por algo de beber —dijo, cogiéndola de la mano y alejándola de allí.
No se engañaba a sí misma: alejarla de Kahlo no era la única prioridad, sino también hacerlo de Rick. Se sentía estúpida estando celosa de él, pero no podía evitarlo. Realmente si decidía ir con ellas iba a estar de buen humor igual, porque era un chico educado y había ayudado, pero le apetecía tener un momento a solas.
—No estoy enfadada contigo —Serena ni siquiera lo había sugerido, pero quería que estuviera claro. Apenas lo dijo en un susurro en su oído, tal vez demasiado cerca, pero necesitaba aquella cercanía.
Acabó la frase con un abrazo, con un cariño y una suavidad casi impropias. Verla al borde de las lágrimas había hecho que Kalna se quedase bastante blandita, y necesitaba aquel contacto, hacer sentir a Serena que todo iría bien.
—¡Salud! —secundó a sus amigos.
El sorbo fue corto, lo justo para probar qué tal estaba. La costumbre del alcohol barato de las otras fiestas hacía que aquellas botellas carísimas le dieran algo de respeto, pero iba a disfrutar de un alcohol decente y gratis, así que no iba a amilanarse. Estaba rico, y recibió el ardor del alcohol en la garganta con gusto.
—Adam, venga, que no hemos venido a una mansión para no probar las cosas caras —le diría ante las dudas por tener otra bebida ya.
De hecho, parecía que al ruso le había gustado. Sonrió y volvió a pegar un trago. Daba gracias de que sus amigos estuvieran allí, porque no conocía más que de vista a la mayoría de personas que rondaban la zona.
»Je t’ai dit*. Hay que irse a lo caro —la idea de Adam de quedarse con el nombre la hizo sonreír con picardía —. Fijo que si te quedas esta ni se dan cuenta, ¿has visto todo lo que tienen? —iba en broma, o tal vez no tan en broma.
Rodó los ojos cuando se sacó el tema académico, no tanto porque no quisiera oír a Adam de unos avances que obviamente felicitó sino porque ella estaba agotada.
—Llevo toda la puta semana estudiando para los exámenes… con eso de que necesitas mínimo un 8 para mantener la beca no me da la vida —bufó —. ¡Así que esta fiesta es lo mejor para despejarse!
Aprovechó para ojear las botellas, buscando cual podría ser la siguiente que probasen.
*Te lo dije
Kalna
El follón que se había acabado montando en tan poco tiempo le hacía preguntarse por qué leches ella estaba cargando con una culpa que no era suya. Sí, por Serena, pero desde cuando era tan amable y hacía favores a la gente. ¿Y desde cuándo limpiaba ella y recogía desastres de otros? No fue la única en unirse, por lo que no tardaron en acabar de recoger todo.
Se encargó de mover las cosas más pesadas, ya que no le suponían tanto esfuerzo como al resto, y pronto la habitación quedó como nueva. No se le había escapado la mirada de Rick a Serena, ni las palabras de esta a él. De hecho, ya que se hubiera quedado a ayudar hizo que sus pupilas se afilaran de manera casi imperceptible. ¿Es que acaso él tenía algo con Serena? Había sido un gesto bonito y caballeroso, sí, pero lo que le subyacía le parecía demasiado obvio, y aquello le provocaba sentimientos encontrados.
No había respondido a Kahlo ni a Serena más allá de con asentimientos de cabeza, más que nada porque no se veía con fuerzas de decir nada, especialmente con las pocas ganas que tenía de limpiar ya de base. Y cuando Serena habló pudo notar el peligro. Su madre solía ser mucho menos paciente de lo que Kahlo había sido, pero sabía bien que aquellas sonrisas estaban envenenadas y que no era el momento de que Serena tratase de mantener una conversación.
—Serena, anda, vamos a por algo de beber —dijo, cogiéndola de la mano y alejándola de allí.
No se engañaba a sí misma: alejarla de Kahlo no era la única prioridad, sino también hacerlo de Rick. Se sentía estúpida estando celosa de él, pero no podía evitarlo. Realmente si decidía ir con ellas iba a estar de buen humor igual, porque era un chico educado y había ayudado, pero le apetecía tener un momento a solas.
—No estoy enfadada contigo —Serena ni siquiera lo había sugerido, pero quería que estuviera claro. Apenas lo dijo en un susurro en su oído, tal vez demasiado cerca, pero necesitaba aquella cercanía.
Acabó la frase con un abrazo, con un cariño y una suavidad casi impropias. Verla al borde de las lágrimas había hecho que Kalna se quedase bastante blandita, y necesitaba aquel contacto, hacer sentir a Serena que todo iría bien.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
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