Agencia de investigación Nifelyre

Lethe

Le agradó comprobar que todo el mundo estaba dispuesto a salir en ese mismo momento, aunque no prestó mucha atención a los chistes pues en ese momento no tenía muchas ganas de reír. La enderth encabezó la marcha, ya que era quien tenía las indicaciones. No parecía difícil de encontrar y por suerte se orientaba bien. La casa que le había descrito se encontraba al norte de la Torre y, según Kirés, debería reconocerla entre otras ruinas de la zona. Había otras casas en las que claramente vivía alguien, pero sabía que la que buscaban tenía un cartel que indicaba el tipo de negocio que ofertaba dama Enigma y que era justo lo que necesitaban.

—Esa es, creo —señaló una casa verde con el tejado de pizarra. Al acercarse empezó apreciar más detalles de la descripción que le había proporcionado el paladín y en cuanto vio el cartel ya no cabía duda—. Sí: es esta.
No quería mostrar vacilación, por lo que, tras asegurarse de que nadie se había quedado atrás, llamó a la puerta. Esperaba que la tal Enigma estuviese en casa y que respondiese pronto o empezaría a ponerse más nerviosa de lo que estaba dispuesta a admitir.


Irianna

La idrina posó la taza de té que estaba tomando en ese momento al escuchar los golpes en la puerta. No esperaba a nadie y le extrañó que no empleasen la runa para llamar, por lo que decidió comprobar con un rápido hechizo de niebla mágica quién se encontraba al otro lado. Lo que vio le sorprendió considerablemente: un grupo bastante grande de personas a las que no conocía. Estaba bastante segura de que se trataba de los más recientes transformados por la Luna, pues todos parecían muy jóvenes y tenían expresiones que no denotaban la seguridad de quien conoce bien las calles de Rocavarancolia. ¿Podrían ser… clientes? Ante este pensamiento, la idrina reaccionó saliendo rápidamente de la cocina y alisando sus ropas y su pelo. Un poco de niebla emanó de su cuerpo: quería causar una impresión ligeramente misteriosa si estaba en lo cierto. Sintió el impulso de ponerse su abrigo beis y de coger su pipa en la que en realidad lo único que entraba y salía era su dominio, pero lo segundo le pareció excesivo y lo primero una tontería, encontrándose dentro de su propia casa.

Abrió la puerta para encontrarse de cara con la enderth que suponía había llamado y echar un vistazo rápido a los demás. No parecía encontrarse en el grupo la cercana que ella misma había cosechado hacía casi un año, por lo que ningún rostro le era conocido.
—Buenos días —saludó desde el umbral de la puerta, desde el cual empezaron a asomar los primeros jirones de la niebla que la rodeaba—. ¿En qué puedo ayudaros?
Trató de que su tono fuese agradable pero firme y esbozó una muy ligera sonrisa. En el fondo se encontraba un tanto nerviosa, pero no estaba dispuesta a dejar que se reflejara en sus gestos.

Al final se decidieron a salir esa misma mañana. Amira había tenido que pegarse con el pegaso para que no la siguiera, no tanto porque la incomodase su presencia continua (que también) sino porque no quería tener que lidiar con dejarle fuera o que intentase meterse en un edificio de una desconocida. Al menos iba a dar mejor impresión si evitaba dramas innecesarios por culpa del pegaso.

Siguieron a Lethe por la ciudad. Por aquella zona parecía haber más edificios restaurados y en buenas condiciones, y al menos parecía menos una ciudad ruinosa y más una viva, aunque compuesta de muchos estilos distintos. Solo hacía falta ver los colores verde y morado del edificio que parecía ser para darse cuenta de que allí cada uno decoraba las casa y los negocios como le daba la gana. La francesa se preguntó que significaría el “Nifelyre”, ya que nunca lo había oído. Saber de la existencia de otros mundos no implicaba saber sus idiomas, y menos cuando todos los habían olvidado para aprender a la fuerza el idioma de la ciudad. «Ya lo preguntaré más adelante si surge el momento».


La valkyria se tensó cuando la niebla empezó a salir de la puerta, rodeando a una chica de piel gris y con el pelo blanco. No parecía demasiado fuerte, pero la visión que ofrecía, rodeada de niebla, levantaba nervios en Amira. Sacudió la cabeza suavemente, alejando aquellos pensamientos.
—Eh…hm…. Estamos buscando a unos amigos y… nos han dicho que podrías ayudarnos a encontrarlos —respondió a su pregunta. Obvió todos los detalles, lo mucho que los habían buscado y el contexto, no tanto porque no quisiera dárselo, sino porque esperaba que les llevase a un sitio más cómodo para profundizar en el tema.

Qué bien que el grupo estuviera tan dispuesto. En cuanto se prepararon, salieron en pos de aquella persona. La mente del lenguaraz iba a mil pensando en todo lo que podía pasar, pero eso no le angustiaba sino que igualmente a la misma velocidad iba descartando los escenarios intentando confiar en lo que le habían dicho a Lethe. Si era de fiar y era alguien decente, no había nada que temer. Y si no lo era, de nada servía llegar hecho un manojo de nervios y distraído, además del peligro que podía suponer desplazarse a través de la ciudad con la cabeza en otra cosa.

Sin embargo, la zona que visitaron era bien distinta a lo que estaba acostumbrado en la criba. Aquellos edificios tenían mucho mejor aspecto y claramente vivía gente en ellos, además de que había humanoides de todo tipo yendo de aquí allá. Había incluso señales para comercios y negocios, y pronto encontraron aquel al que se dirigían: "Nifelyre". ¿Qué significaría aquello? Tenía tanto que aprender sobre la ciudad y las lenguas de sus vecinos, que se habría quedado embobado si no hubiera hablado Lethe.

La casa le pareció acogedora desde fuera, pero se envaró cuando empezó a salir niebla bajo la puerta justo cuando llamaron. Se abrió entonces y Pefka se tranquilizó ligeramente, pues la figura no parecía amenazante y no salían llamas del interior aunque la niebla la envolvía y abrazaba. ¿Sería bruja, como algunos de sus compañeros y otros de los refugios?

Amira fue la primera en responder y acto seguido Pefka abrió la boca, impaciente como él solo. Intentó controlarse pero fue en vano.
—Llevamos mucho tiempo buscándolesynecesitamosayudamáscapacitada... ¿QuésignificaNifelyre? —añadió, sin percatarse de que se le amontonaban las palabras.

Ponerse en marcha no les costó mucho tiempo y partieron al poco de prepararse. A Fleur le gustaba que entre todos hubieran decidido buscar ayuda profesional, le hacía sentir más segura, especialmente en una zona de la ciudad que a penas había pisado.

Cuando Lethe señaló la casa de color verde claro la francesa se puso un poco nerviosa. No tenían ni idea de qué iban a encontrarse, ni si estaban haciendo lo correcto, pero lo único que le quedaba entonces era la fe a la que últimamente tanto le había dado la espalda.

—Buenos días —saludó en respuesta haciendo gala de toda la educación posible. Sus ojos no paraban de posarse en aquel edificio, era mucho más agradable de lo que había pensado y la joven que les había recibido, aunque misteriosa, no parecía hostil ante la visita. Sin embargo, en cuanto los jirones de niebla comenzaron a aparecer la francesa tuvo el impulso de aguantar la respiración, como si no quisiera contaminarse de una sustancia desconocida—. Hace mucho tiempo que no tenemos noticias de ellos y... estamos preocupados —después esbozó una sonrisa leve ante las palabras amontonadas del hijo de lunas.

Logró ver en la entrada una talla de madera con un libro y una pipa cuyo humo formaba las palabras "Agencia Nifelyre". Pero desconocía su significado.

El grupo decidiría ponerse en marcha lo antes posible, rumbo hacia esa tal Dama Enigma. Maila se sentía mucho más tranquila ahora, sabiendo dónde se encontraba aquella desconocida, pero igualmente los nervios y la impaciencia anidaban en su interior. Quería llegar lo antes posible, resumirle lo que les ocurría y que se pusiera ya a buscar. Necesitaba encontrar a sus amigos cuanto antes porque la espera la estaba matando.

Cuando llegaron al sitio en cuestión Maila abrió los ojos de par en par por la sorpresa. Aquella zona era muy diferente a los lugares que visitaron durante la cosecha. Los edificios estaban en buen estado y pronto se encaminaron a una casa de color verde, con flores en las ventanas y letras de humo en la entrada con un nombre que desconocía. Aquella casa era bonita, y por eso desentonaba muchísimo con la mayoría de edificios que había visto en Rocavarancolia.

Lethe llamó a la puerta y un chica abrió la puerta preguntando qué querían. Dama Enigma en cuestión parecía enigmática, sobre todo con la niebla saliendo de la puerta. Maila no pudo evitar preguntarse si se trataba de magia, su transformación emanaba niebla o si la controlaba como ella misma la arena.

-Te agradeceríamos que nos ayudaras lo antes posible, pagaremos lo que haga falta.- Dijo después de saludarla, con gesto preocupado en su rostro.

Durante el camino, el andaluz se quedó absorto con la vida de aquella ciudad. Nada tenía que ver con la Rocavarancolia de antes de la Luna. Parecía que cruzaron una puerta, durante aquel periplo de meses atrás solo era muerte y desolación, ahora la muerte y desolación permanecía en el ambiente pero con gente y olor a comida y negocios.

«Qué le gusta un drama a esta gente» pensó refiriéndose a sus ahora vecinos al ver la niebla salir por la puerta. Por un segundo se la imagino, minutos antes, recién despierta, con cara de no soportar la vida y embutida en un pijama de T-rex bebés. Posiblemente se haya cambiado al escuchar la puerta.

– Buenos días, ¿Podríamos pasar? Creo que seremos más capaces de explicaros qué es lo que necesitamos. Estamos un poco nerviosos y esto de la niebla creo que nos ha puesto un poco más, aunque maravillosa entrada, bueno, o salida, usted me entiende— dijo pensando que no dejaba de ser un negocio. No entendía porque no les dijo ya de pasar. Quizás porque no la dejaron hablar.

No tardaron mucho más en salir en busca de la tal dama Enigma. Dejaron a Lethe dirigiendo al grupo y en un rato estuvieron a las puertas de su negocio. Chromsa se había ido fijando en los alrededores, se notaba que era una zona en mejor estado que otras. En cierto modo le recordó al día que fueron a pedir ayuda a Fárladann, callejeando entre casas y palacetes más curiosos que el anterior.

La casa en concreto ante la que se pararon le pareció bonita. Parecía bastante acogedora y, en comparación con otras que había visto, no estaba recargada de decoración. Lo que le llamó la atención en cuanto se acercaron fue el cartel que había en la entrada, aquella palabra no le sonaba de nada. -(Nifelyre... ¿Será otro idioma?)- pensó mientras llamaban a la puerta.

El fauno fijó su atención ante la que, en teoría, debía ser a quien buscaban. La chica parecía amigable, aunque tuvo la misma sensación que cuando se encontraron a Kirés, había algo de veteranía en ella. También estaba el hecho de toda la niebla que empezaba a estar alrededor de ella, cosa que le nervioso por unos instantes. -(¿Tal vez... sea también una bruja?)- consideró con cierto interés por saber la respuesta. Desde luego controlar la niebla no era una dominio imposible.

Con algo de corte en un inicio, se sumó a todas las palabras de sus compañeros: -Ho-hola... Perdón si ha sido todo de golpe. Hace tiempo que desaparecieron y estamos muy preocupados. Kirés nos habló de usted esta mañana y hemos venido aquí cuanto antes.- Sintió que debía disculparse en nombre de todos por la cantidad de información que le habían soltado en un momento. Estaban desesperados por encontrar algo de ayuda, pero tampoco quería que la chica se abrumase nada más abrirles la puerta.

Esa mañana tomaron la decisión de salir todos los dispuestos a saber algo de los desaparecidos. Adam no tomó armas para salir esa vez, practicó algunos hechizos de defensa y ademas, siendo tantos confiaba en la fuerza que otorgaba el grupo. Se acomodó su ropa de siempre, fijándose en cubrir bien las plumas para que no haya accidentes raros. Iba con un atuendo formal pero sencillo, no quería dar mala impresión.

Estuvo cerca de Lethe cuando ella tomó las riendas del camino, guiándolos hasta lo que parecía ser una casa verde claro, agradable a la vista y algo misteriosa.

—Agencia Nifelyre —dijo para sí, musitando. Las cosas que leyó en los libros de medicina lo acostumbraron a las palabras complejas, sin embargo le generó curiosidad igual.

Seguido de la confirmación de la horus y su llamado en la puerta el pegaso se quedó espectante atrás del grupo, alzando la cabeza. La puerta se abrió revelando a la mujer rodeada de una niebla algo sobrenatural, ¿sería un dominio más? Su aspecto general y su figura esbelta llamaron su atención, no era humana o puede ser que la luna le diese ese aspecto.

Adam no formuló mas peticiones, sus compañeros lo habían dicho todo y se limitó a asentir con un semblante de mucha preocupación. En mente tenía a todos los desaparecidos, y también las esperanzas que le daba tener a alguien que los pudiese encontrar.

Irianna

La lacustre apenas se lo podía creer: sí que eran clientes. Parecía un grupo amistoso, aunque tanta información deslavazada estaba empezando a abrumarla un poco por lo repentino, aunque el mensaje que querían transmitir era sencillo. No esperaba que nadie llamase a su puerta aquel día y menos para lo que podía convertirse en su primer encargo de su recién inaugurado negocio. Pudo notar como algunos estaban más tensos que otros y también le sorprendió que entre medias hubiese quien le preguntase qué significa el nombre de su agencia. No sabía muy bien en qué momento interrumpirles para ofrecerles entrar.

La intervención del chico humano que no parecía mostrar ningún cambio exterior fue lo que más la sobresaltó internamente, volviéndose muy autoconsciente de pronto. Aun así tenía experiencia de sobra escondiendo sus auténticas emociones, por lo que aunque por dentro la había puesto más nerviosa, exteriormente se siguió mostrando calmada y extendió las manos en un gesto amistoso pero que pedía calma.

—¿La niebla? Ah, me disculpo si os ha causado alguna molestia —les dijo pretendiendo no haber notado nada al respecto—. Es tan solo mi dominio —Para reforzar sus palabras absorbió toda la niebla que había dejado salir. Suspiró para sí: quizás no había sido la mejor idea al tratarse de recién transformados—. Si no me equivoco algunos de vosotros debéis ser brujos también por lo que puede que estéis familiarizados con el concepto, ¿verdad? —No sabía si ese chico en particular lo era, pero la arena y las hojas que rodeaban a otra chica humana y a lo que parecía un ochrorio con ciertos cambios no le daban lugar a dudas. Se dirigió a él porque había mencionado algo que explicaba cómo se habían enterado acerca de su negocio cuando apenas llevaba unos días abierto —. Ah, ¿sois amigos de Kirés? Quizás ya os lo haya dicho entonces, pero mi nombre es Dama Enigma: encantada.
No le extrañaba demasiado habiendo una enderth en el grupo que el paladin se hubiera acercado a ellos: sabía mejor que nadie lo mucho que le interesaba a su amigo conocer más cosas sobre su especie, y probablemente también sentía curiosidad por su compatriota.

>>Y sí, por supuesto que podéis entrar —les indicó con un gesto—. Creo que no hay suficiente sitio en mi despacho para todos vosotros… Pasad a la salita, por favor: voy a buscar algunas sillas más.

Les condujo a la puerta de dicho cuarto y les invitó a sentarse mientras ella se desplazaba con cierta premura a la cocina. Pronto apareció con las sillas de la misma levitando tras ella y las colocó cerca de los sillones de forma que todos pudieran sentarse cerca. Dejó una para sí misma cerca de su acuario de peces de niebla y una vez estuviesen todos acomodados volvería a hablarles.
—Lo cierto es que me han llegado noticias de alguna que otra desaparición recientemente —sacó un cuaderno y una pluma—. Por favor, contadme los detalles que creáis necesarios y que puedan serme de ayuda. Ah y… Si queréis después os explico lo del nombre y cualquier otra duda que tengáis —añadió mirando hacia el lenguaraz con una sonrisa, indicando que no se había olvidado de nada de lo que le habían dicho.


Lethe

Al igual que al resto, a la enderth también le inquietó un poco el asunto de la niebla colándose por la puerta. Lethe hubiese hablado si nadie lo hubiera hecho, pero agradeció que Amira tomase la iniciativa… aunque desde luego que no fue la única. Suspiró ante algunos de los comentarios de sus compañeros pero en general mantuvo  una actitud contemplativa mientras esperaba a que la investigadora respondiese. Se preguntaba de qué mundo era, en especial cuando les confirmó que era una bruja… ¿También tendría una transformación doble como Chromsa? No, creía haber visto a otros parecidos a ella en alguna ocasión. Tampoco se le escapó el hecho de que parecía saber o haber deducido que no eran precisamente veteranos en la ciudad. En cualquier caso eso no era importante ahora, por lo que se limitó a hacer lo que le decía. Esperó a que trajese las sillas y se sentó en una de ellas: eran más cómodas para su cola que los sillones de todas formas.

Como no quería parecer que estaba allí de adorno, con un pequeño carraspeo decidió empezar a responder a sus preguntas, aunque consideraba que algunos de sus compañeros podrían ser de más ayuda.
—La primera desaparición fue durante noche de la salida de la Luna Roja. Un grupo que vivía en un torreón distinto en un principio se mudó a otro… No era el mío, por lo que quizás ellos puedan explicártelo mejor —miró en dirección a Maila, Fleur y Toni—. Pero, en resumen, salieron al poco de comenzar a transformarse y no se ha vuelto a saber de ellos. Al día siguiente, cuando ya estábamos en la Torre Serpentaria, una de mis compañeras desapreció, aunque ella dejó una nota especificando que no nos preocupásemos y que volvería… Como podrás suponer, no lo ha hecho. Y, uhm… esas son las personas que desaparecieron desde hace más tiempo —se rascó la nuca pensando si debía añadir algo más antes de ceder la palabra a otro—. Y uhm… esta chica era una humana que se transformó en algo llamado “wendigo”, por si sirve de algo.
Aunque Reina no estaba, sí que había buscado y leído su transformación en un libro.

Dama Enigma había estado anotando cosas y le aseguró que todos los detalles podían ayudar.

Aquel lugar tenia sin duda su propio ambiente, tanto por fuera como por dentro. Y era uno que, sin duda, le gustaba a la joven clinger. Lástima que las circunstancias no fueran más apropiadas, hubiera podido apreciarlas mejor normalmente.

La tal Irianna también le pareció bastante particular. Sin duda le pareció que esta tenía capacidades similares a las de Foresta o Maila, tal como indicó ella misma. La niebla le parecía un dominio curioso, pues era mucho más intangible que los dos a los que ya se había acostumbrado. Se preguntó que otras cosas extrañas podría haber por ahí.

Escuchó la explicación que Lethe ofreció a la tal Dama Enigma. No le pareció que pudiera añadir mucho, no es que supieran más que el aparente resumen que había hecho la enderth. Bueno, tal vez…

—¿Alguien tiene la nota? Yo no la guardé…

Amira hizo un gesto de frustración cuando todos sus compañeros empezaron a dar explicaciones o a hacer preguntas. Entendía el ansia por saber qué había pasado, pero tenían que estar agobiando a la chica que tenían enfrente. Hubiera preferido que les dejase pasar y luego explicar con calma la situación, pero parecía que a la mayoría les habían podido los nervios y el tener la solución a sus problemas aparentemente algo más cerca.

Explicó que era una bruja y la niebla su dominio. Amira había leído algo de brujos porque Chromsa era uno (bueno, medio brujo), pero aquello de absorber dominios era la primera vez que lo veía, y le había dado muchísima curiosidad.  Asintió con la cabeza cuando les preguntó por su relación con Kirés, aunque ella la habría limitado a “conocidos”.

Siguió a dama Enigma hasta la salita, donde esperó a que la trajera una silla dejando los sofás a sus compañeros, ya que no tenía preferencias de dónde sentarse. Ver cómo las trajo levitando la hizo sentir una punzada de envidia: la magia parecía siempre tan cómoda… ella hubiera podido con ellas, estaba claro, pero era más cómodo llevarlas levitando a cargar con ellas.  

La explicación de Lethe fue concisa y muy explicativa. Esperaba que la bruja pudiera ayudarles, porque estaban bastante preocupados, y ya se preocuparían más adelante del dinero. Rebuscó en sus bolsillos la nota de Reina, que se había llevado a posta en caso de que hiciera falta.
—La traje yo —le respondió a Lethe, teniéndosela a dama Enigma. Esperaba que ayudase.