Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

En cuanto Rena se acercó al aurva este se lanzó a sus brazos a llorar de forma inconsolable, balbuceando palabras inteligibles entre lágrimas, hasta que alguna frase se pudo deducir de entre sus gimoteos.

- No quiero que deje de ser mi edeel.... Seré un aurva bueno... Lo prometo.... Pero no quiero que me deje... Le quiero mucho... No quiero que me deje... Quiero seguir siendo su aurva...

De golpe, se soltó de Rena y corrió a tirarse a los brazos de Adru, abrazándola fuertemente sin querer dejarla ir.

- Por favor, Adru, no decidas dejar de ser mi edeel, por favor, por favor. Yo te quiero tal y como eres, seas como seas. Me da igual que seas Adrune o Adrunelia o chico o chica o si quieres ser un lagarto en vez de un conejo también me parecerá bien, pero por favor, por favor, no dejes de ser mi edeel.

Las mejillas de Neil estaban completamente empapadas, al igual que la parte de la camiseta de Adru en la que había escondido la cara, pero no planeaba soltar a su edeel en un futuro próximo, al menos no hasta que este le asegurara que no iba a abandonarle.

Adru agradecía de verdad las palabras reconfortantes y de apoyo de todos los presentes, sabiendo además que para la mayoría aquel era un asunto en el que nunca habían pensado siquiera pero no podía componer más que una leve sonrisa, sustituida inmediatamente por expresión de angustia. No podría deshacerse de aquel peso en el pecho hasta que Neil dejase de llorar y explicase qué le ocurría. Porque en aquel momento el edeel no tenía ni idea del motivo y así se lo comunicó a Rox cuando preguntó, con un meneo negativo de cabeza. Simplemente no sabía qué pensar.

Pero entonces el aurva se explicó por fin y las palabras que salieron de su boca le desconcertaron por completo. No estaba relacionado con lo que acababa de decir, a fin de cuentas, ni entendía por qué el brujo de la cera había hecho aquella conexión. Su primer instinto fue abrazar al chico con fuerza cuando este hundió el rostro en su camiseta.
—Neil —dijo con tono serio, clavando su mirada en un punto en el vacío mientras seguía abrazándole. A pesar de su actitud, los ojos se le habían humedecido un poco—. Yo nunca voy a dejar de ser tu edeel pase lo que pase. ¿Lo sabes, verdad? Yo sé que lo sabes.
Deshizo entonces el abrazo poco a poco y finalmente cambió su expresión seria por una amplia sonrisa tras limpiarse rápidamente la humedad retenida en sus párpados.
>>Vamos, deberías limpiarte la cara con un pañuelo, que creo que Pelusa también tenía algo que contarnos, ¿verdad?
Guió a Neil de la mano para que se sentasen juntos en un sofá y dirigió una mirada inquisitiva a la spriggan.

Una vez Dama Pelusa volvió con el té y algo de comer para acompañar, vio que todos estaban reunidos, tanto antiguos compañeros de torreón como los antiguos macieleros. Lo que sea que tenía que decir Adru realmente debía ser de suma importancia como reunirlos a todos de aquella forma y la spriggan tomo asiento mirando inquisitiva.

La revelación le sorprendió enormemente y de alguna forma le hizo sentir un deyavu de tener una conversación más o menos similar con alguien más del grupo. Procuró que su mirada no se desviase a la nueva figura de Rox, radicalmente diferente a la figura alta de revoltosos caballos anaranjados del cambiante. Rox había sido muy reservado desde su trasformación con el hecho de que alguien supiera su género y no iba a ser ella quien dijera nada al respecto << Incluso si en si no entiendo muy bien el termino en si ¿no es algo similar a lo que Rox me explico? >> para la niña no existía mucha diferencia entre la Adru que conocía y la Adru que ahora mismo le hablaba.

Su única pregunta tal vez, luego de la muda aceptación, habría sido el saber el cómo dirigirse hacia ella o el, pero su pregunta quedo en el limbo ante la cruda reacción de Neil. La mona del queso no pudo evitar mirarle con sorpresa ante su llanto. << ¿Tanto le está afectando esto? No se puso así cuando Rox lo contó >> pensó la niña no sabiendo que decir y viendo como sus compañeros e incluso Adru se le acercaba intentando calmarlo.

Escuchar que el verdadero temor de Neil era que se rompiera el vínculo que les única como aurva y edeel le hizo suspirar profundamente. Eso si ya era un campo que no sabía tratar, pero suponía que era algo más tangible y conocido por ambos sinhadres que el hecho del rechazo por no tener género. Con lo unidos que era estaba segura que si Adru hubiese rechazada por Neil por ellos estaría hundida.

La mona del queso pensando en ello sorbió un sorbo a su té, viendo como Adru calmaba un poco a Neil antes de mencionar su nombre. Parpadeo lentamente recordando que ciertamente le había dicho a este que tenía algo que decir. segur ay dudosa al mismo tiempo se levantó con cuidado del sofá, moviendo suavemente las alas a su espalda para desapelmazarlas antes de pararse frente al grupo. Le dirigió una atenta mirada a Adru acompañada de una apenas leve sonrisa apenas perceptible, raro en ella.

Habló por primera vez en todo ese rato.

-Yo estoy perfectamente bien con esto, incluso si el termino me es nuevo. Adru es Adru, solo estaría bien saber si prefieres seguir siendo llamado Capitana o Capitán....o que vayamos intercalando uno con otro- añadió la niña con ligero humor antes de volver su mirada al resto- Y Adru tiene razón había algo que quería contar, aunque parezca en si menos importante para mi tiene un significado un poco especial- indico la niña mirando primero a Adru y luego, a Rox- Adru ya sabe lo que es...y Rox fue quien en su momento me dio la idea, aunque este seguramente algo confuso ahora mismo. - continuo antes de mirar de nuevo al resto, se removió ligeramente inquieta. No estaba en si nerviosa o temerosa porque en si a nadie más que a ella le era importante ese cambio. Tal vez solo sus compañeros letarguinos entenderían un poco más el significado e implicaciones y aun así muy ligeramente. Para los del grupo de Maciel todo aquello sería algo relativamente nuevo.

-Para los que no me conocéis demasiado, soy una mona del queso. Estas alas, antenas, escleróticas negras y esta piel, fueron dados por la Luna y es lo que me hace ser una spriggan- dijo intentando vagamente hacerse entender. Tal vez sería simplemente más sencillo decir su nombre y tal cual, pero era algo que quería que se supliera, que al menos lo supieran sus amigos. Si los de Maciel también se enteraban por el simple hecho de estar presentes no le molestaba en gran medida tampoco. Tal vez antes le había dado más respeto contarlo y hasta vergüenza, pero Dama pelusa se sentía que diciéndolo todo era una forma más de librarse del capullo donde había estado metida toda la cosecha- Provengo de Ordesta, de una raza esclavizada. Nací sin obtener un nombre. Pelusa fue mi primer nombre entregado por mí misma...- indico la niña algo que ni siquiera sus compañeros ex letarguinos sabían- Pam fue el nombre acortado que mi dueño en Ordesta me dio y al que termine haciendo mío – continuo y luego miro a sus antiguos compañeros antes de volver a hablar

- Y Dama Pelusa es el nombre con el que me gustaría ser llamada ahora. Entenderé si me llamáis Pelusa por costumbre, cercanía o algo así en la privacidad, pero...allí afuera frente a la gente, si es posible, llamadme Dama Pelusa. - indico moviendo ligeramente las alas a su espalda tal vez como un signo de inquietud. Se mordió el labio inferior pensativa no teniendo claro si andaba siendo clara- No tiene más importancia que el hecho de que me gustaría ser alguien más sin dejar de ser yo. Unir a la spriggan y la mona del queso. Tal vez suene confuso...pero solo quería decir eso- finalizo la niña de forma suave, no sabiendo que más decir ni cómo hacerlo, tal vez su tono excesivamente tranquilo y tal vez algo serio chocase un poco con su pequeña apariencia infantil a la que no todo el mundo estaba acostumbrado.

Por ello intento de ultimas suavizar la situación para que no pareciera tan grave y solemne como lo que era, expresarse aún le costaba, era toda una vida ocultando sus emociones y pensamientos bajo llaves. Sus músculos faciales son estaba acostumbrados a contraerse en sonrisas. Aun así, lo intentó, aunque para ella misma se sintiera raro y esperó ver qué dirían.

Eriel contempló la escena entre los sinhadres pensativo. Se acercó a su hermano y se apoyó ligeramente en él, pasando un ala por detrás de su espalda en un mudo abrazo. El nublino no terminaba de comprender del todo la relación de aurva y edeel, pero de todos los que estaban allí eran los más parecidos de lejos a su hermano y él.

Hermano del que se había ido distanciando durante toda su estancia allí. Estaba seguro de que sus padres los reprenderían si los vieran de aquella guisa. Y en realidad no era culpa de nadie, pero el más joven de los nublinos sentía que debía algo.

Los miedos que sentía él también por dentro los estaba expresando el aurva. En toda la ciudad sólo tenía un hermano. Retrajo un poco el ala acercando ligeramente al rapiña.

-No quiero perderte - dijo en voz baja para que sólo su hermano lo oyera.- Eres mi hermano, te necesito en mi vida. Sea como sea - no miró en dirección a su hermano.

Resultaba de todas maneras que Eriel no había sido el único en pensar en cambiar de nombre. La mona del queso también. Carraspeó sonoramente tras sus palabras para llamar la atención.

-Yo... yo también voy a cambiarme el nombre. De forma definitiva - dijo esperando no molestar a nadie.- Sé que muchos no me conocéis apenas, por eso creo que os será más fácil aceptar mi cambio. Hace unos días encontré en un libro una ceremonia que hacían los antiguos habitantes de la ciudad para cambiar de nombre y la voy a llevar a cabo mañana. No soy la misma persona que llegó a esta ciudad, y por eso mi nombre actual ya no me sirve, he elegido uno nuevo - explicó frotándose las manos nerviosamente.- Mi nuevo nombre será Obel Reo, pero por hoy podéis llamarme Eriel. No os preocupéis si os equivocáis en los próximos días, entiendo que es un cambio al que cuesta acostumbrarse.

Rena abrazó a Neil como pudo con su único brazo, todavía desconcertada. No entendía qué podía haber provocado semejante llantina y la explicación que dio el sinhadre tampoco despejó sus dudas. ¿Qué tenía que ver una cosa con la otra? La ursántropa dejó que Adru lo consolase y se quedó al margen. Aún después de todo el tiempo que llevaban juntos todavía había partes de las culturas de sus amigos que se le escapaban.

Como si estuviesen aprovechando que estaban todos en el mismo sitio hubo otras dos revelaciones, esta vez por suerte sin reacciones lacrimosas. Tanto Pelusa como Eriel habían decidido cambiarse el nombre, aunque lo de Pelusa no era exactamente un cambio si no un añadido. Igualmente estaba muy orgullosa de su amiga.

-Ambos nombres suenan cojonudos -les dijo con una sonrisa -¿En qué consiste la ceremonia esa? -le preguntó a la gárgola, y luego añadió mirando a Pelusa -¿Tú vas a hacer también algo de eso?

Rena no tenía ninguna intención de cambiarse el nombre. Sí que era cierto que había cambiado mucho desde que llegó a la ciudad, pero tampoco se sentía como si fuera una persona distinta. De hecho, aferrarse a Rena, a su núcleo, lo que aún conservaba de su yo irrense, le parecía importante, especialmente teniendo en cuenta su transformación.

Rox sorbió un poco de té, tratando de pasar lo más inadvertido posible mientras Neil lloraba. Estaba listo para intervenir, pero no quería meterse en algo tan personal sin que fuera urgentemente necesario. Procuró dejar claras sus intenciones a Adru en cuanto sus miradas se encontraron, con expresión de significativa preocupación, aunque nada de eso fue necesario. El cambiante soltó un suspiro nasal a medio camino del bochorno y el alivio en cuanto oyó al menor. Para él aquellas dos cosas tenían tanta relación como una sardina con un neumático, pero tratándose de Neil tampoco es que le sorprendieran sus asunciones a lo peor.

Sopló el té, con el cuerpo mucho más relajado que antes. Tan pronto acabase la infusión volvería a su cuarto para seguir practicando, mientras, aprovecharía la calma para hablar con Adru o ayudaría en medida de lo posible con el tema de géneros si surgían preguntas (y siendo sinceros, dudaba infinitamente que todos lo hubieran entendido sin más) siempre y cuando no viese peligrar su privacidad. Sin embargo las cosas no acabaron ahí. La mona del queso tomó el relevo, y Rox la miró con efectiva confusión cuando le mencionó. Dejó la taza en la mesa y se apartó el pelo del rostro, ladeando la cabeza como un animal que no comprende una orden. Al ver que se trataba de su “cambio” de nombre dejó caer los hombros.

«Ah joder, eso… no fue para tanto» pensó con una minúscula sonrisa, sin decirlo en voz alta para no interrumpir a la spriggan.
Era conocedor del pasado esclavo de la pequeña, así que entendía el porqué de la importancia de aquel cambio. No tuvo tiempo de comentarle nada en el momento, ya que el gárgola del otro grupo tomó el turno de palabra. Sus ojos se abrieron como platos ante tanta noticia tras otra, y en lo que este terminó de anunciar su cambio de nombre aguantó unos segundos antes de abrir la boca, mirando de un lado a otro a los demás a esperas de que un cuarto anunciase algo. Visto que no, sonrió de forma algo comprometida.

—Guay —comentó. Le daba corte, pero no tenía mucho más que añadir sin apenas conocer al nublino, y Rena ya había preguntado lo único que se le ocurrió. A cambio miró a Pelusa—. Ya te dije yo que el Dama quedaba muy señorial —colocó las manos en jarra sobre su (ahora) pronunciada cintura mientras hablaba, alzando su barbilla e inclinándola ligeramente a un lado como si estuviera posando, fingiendo altanería. Soltó una pequeña carcajada al relajar por completo la pose—. Me alegro, Pelusa. Dama Pelusa.

Le dedicó una suave reverencia para culminar, con sincera alegría. Como parte de la comunidad trans (¿seguía siéndolo?), los cambios de nombre no eran nada nuevo para él. Después de todo ya había acortado el suyo por algo, pero deshacerse por completo de su unión a la humanidad era impensable, por mucho que ahora fuese algo totalmente distinto. Se sentiría como si la ciudad le hubiera quitado algo más. Despejó la cabeza y echó un vistazo a Adru entre sus compañeros, guiñándole un ojo en cuanto el sinhadre se percatase de él. No tardaría en acercarse para darle su enhorabuena de forma más discreta y personal.

Neil se sintió profundamente aliviado cuando Adru le aseguró que nunca iba a dejar de ser su edeel. Su miedo no iba a desaparecer por ello, eso era seguro, porque siempre tendría miedo a que Adru un día decidiera que se había hartado de él y que ya no lo quería más en su vida, pero oírla decir que lo quería a su lado era, cuanto menos, reconfortante. El aurva siguió al gamusino mientras se enjuagaba las lágrimas y no dudó en sentarse a su lado cuando este se lo indicó.

El brujo escuchó la conversación sobre los nombres más despistado que atento. No porque no le interesara la conversación, que lo hacía, sino porque no podía dejar de pensar en lo mucho que habían cambiado todos y cómo estas decisiones y descubrimientos lo ponían en evidencia. Durante un instante se preguntó cuánto habría cambiado él y en qué cosas se le estaría notando.

Ante la pregunta de la mona del queso la sinhadre volvió a hablar, aunque en esa ocasión no se levantó del sofá.
—La verdad es que prefiero seguir siendo la Capitana. Suena mucho mejor y es el mote que me puso Milo originalmente… ¡Pero me gusta más “el gamusino”! Esas son las únicas excepciones, en todo lo demás no me importa cuál uséis —aclaró.
Escuchó a continuación la explicación de Pelusa en silencio y sin soltar la mano de Neil. Se hizo eco de los comentarios de aprobación de sus amigos, aunque se le iba a hacer extraño y seguramente iba a olvidarse al principio del “dama” porque le sonaba demasiado formal. No pasó por alto el guiño que le dedicó Rox, el cual devolvió.

Pelusa no fue la única en anunciar que se cambiaba el nombre y Eriel… Bueno, Obel Reo, también aprovechó la improvisada reunión para decírselo. Con la gárgola iba a ser mucho más fácil acostumbrarse, ya que no le conocía desde hacía tanto tiempo, pero seguramente sí se iba a equivocar al principio.
—¡Vale, Obel! ¿Podemos llamarte solo Obel entre amigos? Mejor empezar ya, ¿no? —le dijo enérgicamente con una sonrisa.

Apretó más fuerte la mano de Neil por un instante. A pesar del mal trago inicial fruto de algún malentendido extraño por parte de su aurva, podía considerar un éxito aquella reunión, que no le había servido solo a él para decir algo importante. El gamusino se sentía afortunado de contar con tan buenos amigos y se sentía más unida que nunca a sus compañeros de torreón, así como que había aumentado su cercanía con los nuevos amigos que habían hecho en la sede.

Eriel miró al resto con una sonrisa en los labios. Se alegraba que lo de los sinhadres no fuese nada que no tuviese arreglo. La pregunta de Rena lo pilló un poco por sorpresa, no esperaba que hubiese tanta curiosidad por la tradición de la ciudad.

-Pues veréis, ¿sabéis la catedral a las afueras de la ciudad? - supuso que si no sabían mucho de ella al menos la habrían visto.- La cosa es que tiene un foso de lava alrededor, y la ceremonia consiste en desprenderte de tus cosas antiguas, como ropa y demás, tirándolas al foso, tu nombre incluido y así adoptas uno nuevo.

Estaba seguro de que al resto les parecería una tontería, pero para el joven de los nublinos era algo importante por más simple que fuese.

Nime no intervino, pero observó aliviada como se arreglaba el asunto de Neil. No entendía por qué había pensado que Adru iba a dejar de quererle –entendía que los aurvas y edeels eran algo así como familia–, pero al menos sabía que no era la única confusa. No le hacía sentir mucho mejor, sin embargo.

A continuación tomó Pelusa la palabra y les pidió que añadiesen un “dama” a su nombre de ahí en adelante. Aquella era una petición mucho más sencilla, y de hecho Nime casi sintió envidia de lo rápido que había resuelto cuál quería que fuese su identidad o qué hacer con su vida. Y lo mismo sucedía con el chico de Maciel.

Aquello le ayudó a entender un poco mejor por qué se sentía tan mal a pesar de que las pesadillas habían desaparecido. ¿Qué iba a hacer con su vida exactamente? Siempre había pensado en volver con su familia, pero resultó ser que no podía. Que ni ella misma sentía que fuese lo correcto volver a su vida anterior tras todo lo que había pasado. Pero todavía era una cría, no era como los mayores, aunque le gustase pretender que lo era, y no sentía que encajase en ningún lugar.

Al escuchar en qué consistía la ceremonia de cambio de nombre se llevó una mano inconscientemente a su collar. Si algo tenía claro era que todavía no estaba preparada para desprenderse de los recuerdos de su vida anterior y de las cosas que le quedaban de ella. Tampoco podía saber si lo estaría algún día.


La conversación fue terminando y la gente dispersándose un vez más. Nime seguía apoyada contra la pared, extrañamente silenciosa, por lo que cuando fue quedando menos gente se incorporó para disimular sin saber muy bien dónde meterse. Miraba a Adru cada dos por tres, aunque también a Rox, pensando qué hacer. «Vamos, no se van a enfadar, ni reirse» se tuvo que recordar para coger valor. «Supongo».

Se acercó al gamusino en primer lugar, tal vez porque le resultaba menos difícil compartir su desconocimiento con una compañera de travesuras. Sus gestos daban a entender que estaba algo cortada, cosa que era muy poco habitual en ella. Habló sin alzar mucho la voz.
—Adru, um, ¿podríamos hablar? Es que yo… No entiendo. Nada.
Desvió la mirada, apurada.

Una vez cada uno comenzó a irse por su cuenta y atender a sus propias cosas la edeel fue interceptada por Rox, quien se había acercado a felicitarle. El gamusino se lo agradeció con una gran sonrisa, pero antes de que pudiesen hablar nada más Nime también se acercó a ella. Parecía estar vacilando, pero finalmente se decidió a hablar. La pregunta no le cogió por sorpresa, aunque sí le extrañó que no hubiese hablado con Rox en su momento. Quizás no le dio importancia hasta que alguien más, él mismo, sacó el tema por segunda vez. Como fuera, a la sinhadre no le importaba en absoluto.
—Claro, puedes preguntar lo que quieras. Rox es el experto en eso, pero entre los dos seguro que te lo podemos explicar.
Le dijo a la libense mientras buscaba la aprobación del coreano.

Guille quería contar sus avances a Nime y Eitne, pero al ver que libense estaba hablando con Adru, pensó que quizás tendría que hablar a solas, así que se fue corriendo a por Eitne, que por suerte no estaba muy lejos.

-Eitneee!!! He conseguido esquivar a Ketchup!!!- dijo muy orgulloso- ya me queda nada para volverme un superhéroe- dijo haciéndose el interesante.

Saltando de un tema a otro como era costumbre en Guille empezó a hablar de otra cosa.

-Estaba pensado en practicar magia más a menudo, el libro decía que tenía magia, pero no la estoy utilizando, podemos ir al otro torreón para coger libros de magias raras. Seguro que Neil se apunta, vamos todos juntos

Eitne se había perdido una conversación interesante y no lo sabía, pero igualmente había sido por una buena causa. Jugar con Limón era importante, no quería que su mascota se sintiera abandonada, ni que se aburriera como le había pasado a él a veces desde que llegó a Rocavarancolia. Con ayuda de semillitas y, sobre todo, de su aura, había conseguido que el híbrido de ratón y jilguero obedeciera un par de órdenes como “siéntate”, “salta”, “vuela” o “ven a comer”. La última era la que mejor le salía, desde luego. O por lo menos cuando tenía hambre.

En cuanto escuchó su nombre, la bestia del crepúsculo se asomó al pasillo flotando, con Limón volando tras él.

—¡Qué bien! —animó a Guille—. Seguro que pronto podrás salvar a mucha gente de villanos oscuros y feos.

La propuesta del brujo tampoco le pareció mal, en absoluto.

—¡Siii! ¿Crees que tendrán magia de teñir pelos como en mi pueblo? Podríamos gastarle una broma a alguien. —Se aseguró de que tan solo Guille pudiera escuchar su voz, pero aun así se tapó la boca con la mano izquierda. Por si acaso.

Rox escuchó de refilón la explicación de Obel Reo a la ceremonia, recordando entonces y guardándose para sí lo que ellos habían hecho con dicha tradición por no quitarle solemnidad al nublino. Le había dado uno de sus calcetines usados a Eitne para que lo tirase, y honestamente eso era lo máximo que le ofrecería jamás a la ciudad. Procuró centrarse en Adru, evitando que el recuerdo le sacase una risa socarrona. Felicitó al sinhadre por el valor a presentarse así y dejó constancia de su alegría porque lo de Neil no hubiese sido más que un malentendido.

Nime se acercó detras suya, con lo que el cambiante se apartó a un lado creyendo que querría hablar solo con Adru. Ya estaba sacando su espejo de mano del bolsillo para volver a su cara de siempre cuando la libense expuso como se sentía. Cerró el espejo con un sonoro "clac", sin tiempo de haber modificado nada y le dedicó una sonrisa apenada. No le sorprendía que estuviera tan confusa. Al fin y al cabo, él se había explicado nada más que regular cuando lo hizo delante de todos.

—Por supuesto —dirigió la vista a Adru, asintiendo levemente. Que le llamase experto le provocaba una mezcla de vergüenza y orgullo—. Haremos lo que podamos. Es un tema complejo, es normal. Que no te dé corte.

La mirada de Rox cuando la conversación captó su atención contribuyó a aumentar un poco su nerviosismo. Tal vez era porque Rox llevaba toda su vida viviendo así, o porque había sido el primero en explicarlo, pero estaba claro que era quien les llevaba más ventaja en el tema. No podía decirle que se equivocaba, aunque se sintiese así.

Había arrastrado sus dudas desde la conversación con Rox, pero ahora, con Adru diciendo también cosas raras sobre ser mujer o no, se daba cuenta de que no era algo exclusivo del mundo del cambiante. Y no sabía ni por dónde empezar a plantear lo que no entendía.
—En mi mundo no hay personas que no quieran ser hombres o mujeres, aunque sí hay andróginos. Pero… pero ellos lo son, quiero decir, no deciden serlo. Es que… —haber cogido carrerilla la dejó en un punto desde el que era difícil continuar—. A ver. Quiero decir… ¿no eres hombre o mujer dependiendo del cuerpo que tienes? ¿Qué cambia por decidir lo contrario? —Sintió que estaba cuestionando las palabras de Rox y Adru al decir aquello. Era probablemente el motivo por el que le daba miedo indagar respecto a aquel tema, pero no podía preguntar sin decir lo que pensaba—. Además… además… Aunque quieras hacerte pasar por una mujer —en Libo lo contrario le resultaría impensable, ya que no tenía ventaja alguna, y ni siquiera se estaba dando cuenta de lo mal que sonaba su propio razonamiento— nadie va a tratarte como una, porque bueno…
«Porque no lo eres» omitió, consciente de con quienes estaba hablando.

La sinhadre escuchó lo que Nime tuviera que decir con las manos cruzadas tras la espalda mientras se balanceaba despacio sobre sus pies y adoptaba una expresión pensativa. Aquel no era un tema sencillo para nada y no quería meter la pata. Cambió de postura y se cruzó de brazos, llevando una mano a la barbilla.
—Yo tampoco conocía a nadie en Sinhdro, la verdad… —reflexionó acerca de lo primero que había dicho—. A ver, hum… Lo del cuerpo distinto es la función reproductora de cada uno. Para poder tener hijos y eso… —El edeel se encontraba dubitativo explicando aquello. Desconocía hasta qué punto Nime sabía acerca de ese tema y tampoco se sentía muy cómodo explicándole algo que no dominaba—. Y cambia… Cambia que estás más a gusto contigo mismo. Es importante por eso, aunque en realidad todo siga igual —miró de nuevo a Rox, buscando ayuda. Seguro que el cambiante podía explicarse mucho mejor.

Rena escuchó la explicación de Obel dándose toquecitos en la barbilla. Le sonaba. ¿Era posible que hiciesen algo así en la Luna? Desde luego la catedral roja le resultaba familiar pero sus recuerdos racionales de esa noche se mezclaban con los osunos y no tenía muy claro qué había pasado. Se limitó a comentar un ‘Suena guay’ y a desearle suerte a la gárgola. Como en el asunto del nombre ella no se sentía muy cómoda con eso de desprenderse de lo que le unía a sus orígenes aunque con cada explicación de sus compañeros empezaba a comprender mejor por qué lo hacía cada uno.

Adru estaba bien acompañada hablando con Nime y Rox, así que como nadie más parecía querer hacer un anuncio decidió que era hora de retomar el entrenamiento. Había mejorado mucho en poco tiempo y pronto se vería capaz de controlar sus transformaciones lo suficiente como para ir a ver a Krono.

-Si alguien me necesita estaré en la sala de entrenamiento -anunció, y se fue escaleras arriba con la cesta de fruta bajo el brazo.