Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
+20
Lathspell
Bellota
Lops
Tak
Giniroryu
Yber
Merodeador
Seth
Aes
Zarket
Jack
Dal
Alicia
Rocavarancolia Rol
Naeryan
Evanna
Leonart
Poblo
Muffie
Red
24 participantes
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
15/12/13, 04:28 am
Recuerdo del primer mensaje :
El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.
—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.
Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.
—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.
El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.
—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.
Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.
—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mental
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
21/11/18, 11:06 pm
Guillermo se quedo alado de Nime y Eitne, no dijo mucho, la verdad tampoco podía hablar, no sentía que hubiera cambiado y ver a la gente preocupada por sus trasformaciones, por sus cambios tan bruscos y confusos por sus dudas, Guillermo se sentía avergonzado y un poco mal por no tener cambios, no quería que se enfadaran con él.
Las manos que se habían aburrido en la puerta, incluso algunas se habían marchado, intentaron llamar la atención de él todo el camino, sin mucho éxito.
Continúo caminado y al llegar a la sede, se dirigió donde iban a comenzar a leer los libros, le entro un poco de timidez por ver a tanta gente desconocida, pero cuando la capitana le presento levanto la mano saludándolos. Pero su atención fue desviada al ver que la gente comenzaba a buscarse en los libros.
-Si veis algo, que pueda ser mío me lo decís- dijo mientras intentaba pillar algún libro que no estuviera ocupado.
Después de dar vueltas por los libros, no sin ayuda, pudo encontrar que era un brujo y también que algunos tenían dominios vivos, y algunos como él, criaturas de otros planos que se sentían atraídos a su brujo. Buscando con ayuda pudo saber que los brazos que le seguían eran criaturas de otros planos. Y que tendría que aprender a darles ordenes claras, a saber desinvocarlas para que no molestaran. Guillermo no estaba muy seguro de conseguirlo, nunca había dado órdenes a nadie.
-Aquí dice que puedo hacer magia…Pero siempre que lo he intentado no me salía-dijo sorprendido-Pendicularias?… no se si voy a poder hacer que me hagan caso- dijo mientras el sonido de una taza contra el suelo sonaba. Una pendicularia se había acercado lentamente a una taza que había quedado encima de una mesa, si alguien la miraba iría más lentamente pensado que así no la veían. Después de tirarla se quedó quieta, fingiendo que no había sido ella.
Las manos que se habían aburrido en la puerta, incluso algunas se habían marchado, intentaron llamar la atención de él todo el camino, sin mucho éxito.
Continúo caminado y al llegar a la sede, se dirigió donde iban a comenzar a leer los libros, le entro un poco de timidez por ver a tanta gente desconocida, pero cuando la capitana le presento levanto la mano saludándolos. Pero su atención fue desviada al ver que la gente comenzaba a buscarse en los libros.
-Si veis algo, que pueda ser mío me lo decís- dijo mientras intentaba pillar algún libro que no estuviera ocupado.
Después de dar vueltas por los libros, no sin ayuda, pudo encontrar que era un brujo y también que algunos tenían dominios vivos, y algunos como él, criaturas de otros planos que se sentían atraídos a su brujo. Buscando con ayuda pudo saber que los brazos que le seguían eran criaturas de otros planos. Y que tendría que aprender a darles ordenes claras, a saber desinvocarlas para que no molestaran. Guillermo no estaba muy seguro de conseguirlo, nunca había dado órdenes a nadie.
-Aquí dice que puedo hacer magia…Pero siempre que lo he intentado no me salía-dijo sorprendido-Pendicularias?… no se si voy a poder hacer que me hagan caso- dijo mientras el sonido de una taza contra el suelo sonaba. Una pendicularia se había acercado lentamente a una taza que había quedado encima de una mesa, si alguien la miraba iría más lentamente pensado que así no la veían. Después de tirarla se quedó quieta, fingiendo que no había sido ella.
- InvitadoInvitado
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/11/18, 12:32 am
-No tenéis que darnos las gracias por ser medio decentes, no íbamos a dejarlos morir. Y sobre los libros, ya íbamos de todas formas, así se ahorra tiempo -respondió Rena a las dos chicas del faro.
Se acercó a Pam para comprobar si estaba bien y preguntar por Rox, en cuanto supo que estaba en el cuarto que había elegido decidió que ya iría a verlo luego. Dejó que Neil y Adru se ocupasen del driv y de las presentaciones y cogió una cesta entera de bollos que había en la cocina, una cuña de queso y un cuchillo. No había comido nada desde que salieron del torreón y entre el cambio de cuerpo, el paseo y toda la información que tenía que asimilar estaba hambrienta. Giró la cabeza hacia el grueso del grupo cuando oyó su nombre.
-Sep, yo soy Rena. Soy irrense, igual que el payaso aquel -señaló a Milo. Fue cargada hasta la sala común donde habían extendido los libros. El comentario de Rad le llamó la atención -Vaya, por fin. No creo que tengan de esos siquiera, en la biblioteca no había ni rastro, si no pasamos horas buscando fue gracias al hechizo de Naeleth.
Se hizo un hueco en el sofá pero no empezó a comer. Nime había encontrado su transformación y no parecía muy contenta al respecto. Se inclinó sobre ella para ver el libro abierto y leer por encima, atenta mientras a los intentos de consuelo de unos y otros. Ella nunca había podido hacer magia pero si la hubiese tenido y se la hubiesen quitado probablemente habría querido asesinar a alguien.
-Eh, no tendrás magia pero puedes lanzar rayos destructores como el de antes, y sin palabras ni gestos ni chorradas -le dijo. No lo decía por decir, de verdad le parecía un poder cojonudo y según veía en el libro no era lo único.
Naeleth dijo algo y Rena se quedó mirándola, sorprendida. De pronto un montón de cosas encajaron en su cabeza.
-Por eso me trajeron aquí -dijo en un hilo de voz -En Irraria nos decían que nos traían aquí para aprender magia, pero yo no he podido hacerla, ni antes ni ahora, según los libros estos. Entonces es por la esencia esa que nos eligen, no porque podamos hacer magia…
Se sentía mucho menos mal sabiendo eso, menos fuera de lugar. Desde el primer día se había preguntado qué pintaba allí y ni el que la Luna Roja la hubiese convertido en un puñetero oso le había parecido suficiente respuesta.
Se acercó a Pam para comprobar si estaba bien y preguntar por Rox, en cuanto supo que estaba en el cuarto que había elegido decidió que ya iría a verlo luego. Dejó que Neil y Adru se ocupasen del driv y de las presentaciones y cogió una cesta entera de bollos que había en la cocina, una cuña de queso y un cuchillo. No había comido nada desde que salieron del torreón y entre el cambio de cuerpo, el paseo y toda la información que tenía que asimilar estaba hambrienta. Giró la cabeza hacia el grueso del grupo cuando oyó su nombre.
-Sep, yo soy Rena. Soy irrense, igual que el payaso aquel -señaló a Milo. Fue cargada hasta la sala común donde habían extendido los libros. El comentario de Rad le llamó la atención -Vaya, por fin. No creo que tengan de esos siquiera, en la biblioteca no había ni rastro, si no pasamos horas buscando fue gracias al hechizo de Naeleth.
Se hizo un hueco en el sofá pero no empezó a comer. Nime había encontrado su transformación y no parecía muy contenta al respecto. Se inclinó sobre ella para ver el libro abierto y leer por encima, atenta mientras a los intentos de consuelo de unos y otros. Ella nunca había podido hacer magia pero si la hubiese tenido y se la hubiesen quitado probablemente habría querido asesinar a alguien.
-Eh, no tendrás magia pero puedes lanzar rayos destructores como el de antes, y sin palabras ni gestos ni chorradas -le dijo. No lo decía por decir, de verdad le parecía un poder cojonudo y según veía en el libro no era lo único.
Naeleth dijo algo y Rena se quedó mirándola, sorprendida. De pronto un montón de cosas encajaron en su cabeza.
-Por eso me trajeron aquí -dijo en un hilo de voz -En Irraria nos decían que nos traían aquí para aprender magia, pero yo no he podido hacerla, ni antes ni ahora, según los libros estos. Entonces es por la esencia esa que nos eligen, no porque podamos hacer magia…
Se sentía mucho menos mal sabiendo eso, menos fuera de lugar. Desde el primer día se había preguntado qué pintaba allí y ni el que la Luna Roja la hubiese convertido en un puñetero oso le había parecido suficiente respuesta.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/11/18, 02:20 am
Para Rox toda la situación estaba siendo como el resacón de su vida, con la diferencia de que en vez de tener que recoger su ropa del suelo, lo que había tenido que guardar eran sus huesos. Toda la energía que había tenido la noche anterior había ido menguando, y al llegar al nuevo torreón estaba cargado de escepticismo. El recibimiento de la loba no hizo sino reforzar sus malas vibraciones, y tan pronto recibió el folleto lo arrugó hasta hacerlo bola con las manos. No abrió la boca más que para sonreirle a Eitne, conforme con que al menos alguien saliera contento.
Con la presentación de Naeleth la cosa no fue mejor, teniendo como guinda del pastel su explicación de la cosecha. Rompió su voto de silencio con un "tócate la polla" monótono en cuanto esta explicó la política de no intervención, y sin más dilación, desconectó de todo lo que tuviera que decir dándole la espalda para dedicar su atención a cualquier otra cosa. Claro que tenía curiosidad de saber que era, tanto él como sus compañeros (aunque algunos como el centauro fueran más que obvios), pero no estaba de humor ni para eso. Tanta amabilidad repentina le daba asco, viniera de furries, aliens o monstruos.
Sus amigos decidieron marchar a la biblioteca en busca de información sobre sus transformaciones, mas el coreano optó por quedarse. Tenía algo más urgente que hacer, y los libros no le cundían tanto. La incomodidad de quedarse a solas con Pam y todos los desconocidos le embargó, como si se tratase de una fiesta en la que no conoce ni al anfitrión, por lo que no tardó en hacer bomba de humo y desaparecer de escena. Admiraba las ganas de Pam para presentarse y quedarse a charlar con los otros supervivientes, aunque no era el momento para él. Lo primero que necesitaba era un espejo.
Procurando no llamar la atención, se coló en uno de los cuartos vacíos. En cuanto se aseguró de que este contaba con un espejo de cuerpo entero, cerró la puerta detrás de sí y dejó sus cosas -y huesos- en la cama. Echó un vistazo a su alrededor, entre agradecido y asqueado. De repente eran lo suficientemente importantes como para merecerse un techo decente, aunque ni su odio momentáneo le haría rechazar tal oferta.
Tras unos minutos curioseándolo todo, habiendo cerrado ventanas y asegurado que nadie entraría, el chico se acercó al espejo para ver su rostro, y el reflejo del mismo le repudió. Rox estaba en pleno valle de lo inquietante, reconocible como humano pero muy distante a serlo. Parecía un muñeco hiperrealista de sí mismo, que sinceramente, para haberse hecho con el reflejo de una olla y la confusión del momento, demasiado bien estaba. Aún así, sintió vergüenza de haber aguantado con esa cara toda la noche.
Tenía que arreglarlo primero, antes de pasar a desnudarse. Para su sorpresa, cambiar los detalles que le hacían inhumano no le resultó complicado. Sus hilos se movían de forma innata, y más ahora que veía donde tenía que mejorar cosas. No pasó por alto como su cerebro parecía recordar a la perfección como se veía cada trocito de su rostro o la textura de la piel, con una vívida imagen de si mismo en su mente. No supo decir si era cuestión del momento o de su cambio, pero fuera como fuere aprovecharía el tirón. Volvió a teñirse el pelo de su color original y pasó a quitarse la sudadera y la camiseta, respirando hondo ante el panorama.
Cada trozo de "piel" que había estado cubierto por ropa, tal como sospechaba, era aún un manojo de hilos. Todavía con el binder puesto, reconstruyó su torso tal como lo recordaba (herida en el hombro incluida), acelerándose más y más su corazón según se acercaba a la parte tabú. Su piel cambiaba tan rápido que creía estar acumulando un nudo literal en la garganta.
Por fin, notó como el binder dejaba de hacer presión. Tuvo que morderse la lengua para contenerse los nervios y, con las manos temblando, desabrocharse la prenda para dejarla caer. El joven tardó unos largos segundos antes de palpar su nuevo pecho, absorto. En cuestión de segundos, su mayor fuente de disforia durante años se había evaporado como si tal cosa. Fuera de la habitación se podía escuchar el jaleo de los que habían regresado, aunque el rubio no parecía oír nada. Se había sentado en la cama, tapándose una sonrisa creciente con ambas manos, sin dejar de mirarse en el espejo. Toda la sal que había contenido esa mañana parecía haberse diluido.
Solo cuando el ruido de fuera fue lo suficientemente intenso, decidió darse prisa y rematar su trabajo. Se quitó los pantalones, aunque fuera solo para poner piel donde no había más que cuerda (no quería meterse en ese asunto tan deprisa) y se miró una última vez en el espejo. Podía dejarlo así, pero decidió hacer dos últimos retoques antes de salir. Primero, se cortó el pelo tal como lo había llevado antes de llegar a Rocavarancolia: corto y despeinado estratégicamente, con la nuca rapada al 2. Después, afiló sus rasgos faciales para hacerlos al menos un poco más masculinos. Pasó una mano por el rapado, suave, haciendo que su cara doliese de tanto sonreír. Se sentía como Narciso embobado con su reflejo, y es que no recordaba haber estado tan contento consigo mismo en mucho, mucho tiempo. Volvió a vestirse, esta vez sin sudadera (ya podía ir olvidándose de llevar prendas anchas), y sujetó el pomo de la puerta unos segundos para mentalizarse antes de salir.
En el salón había mucha gente, tanta que por un instante tuvo ganas de dar media vuelta y escabullirse por donde había venido.
—Ey.—dijo a nadie en particular, buscando refugio en los letarguinos. Su mejora de ánimos se notaba desde lejos—. ¡No habéis tardado nada!
Se acercó al grupo y echó un vistazo rápido a los que no conocía aún, aunque eso le bastó para quedarse con sus rasgos distintivos. Sus transformaciones eran lo suficientemente cantosas como para no quedarse con ellas. Lo difícil estaba siendo no mirarles descaradamente, más el pudor le invitaba a no hacerlo.
—Yo soy Rox, encantado. —se presentó con una sonrisa suave, intentando que la vista no se le fuese a la cola anillada de uno de ellos—. Me había escondido un rato en el cuarto. —señaló con la cabeza por donde había venido, debatiéndose en si explanar algo más la presentación o irse directo a los libros. Vio a Naeleth demasiado cerca de estos, así que decidió quedarse a media distancia. Puede que la pobre no hubiera hecho nada malo, más su resquemor hacia cualquiera que no fuera de su quinta se mantenía fuerte—. Bueno qué, ¿ya sabéis todos lo que sois? ¿Me habéis encontrado algo? ¿La clave del Wi-Fi al menos?
Con la presentación de Naeleth la cosa no fue mejor, teniendo como guinda del pastel su explicación de la cosecha. Rompió su voto de silencio con un "tócate la polla" monótono en cuanto esta explicó la política de no intervención, y sin más dilación, desconectó de todo lo que tuviera que decir dándole la espalda para dedicar su atención a cualquier otra cosa. Claro que tenía curiosidad de saber que era, tanto él como sus compañeros (aunque algunos como el centauro fueran más que obvios), pero no estaba de humor ni para eso. Tanta amabilidad repentina le daba asco, viniera de furries, aliens o monstruos.
Sus amigos decidieron marchar a la biblioteca en busca de información sobre sus transformaciones, mas el coreano optó por quedarse. Tenía algo más urgente que hacer, y los libros no le cundían tanto. La incomodidad de quedarse a solas con Pam y todos los desconocidos le embargó, como si se tratase de una fiesta en la que no conoce ni al anfitrión, por lo que no tardó en hacer bomba de humo y desaparecer de escena. Admiraba las ganas de Pam para presentarse y quedarse a charlar con los otros supervivientes, aunque no era el momento para él. Lo primero que necesitaba era un espejo.
Procurando no llamar la atención, se coló en uno de los cuartos vacíos. En cuanto se aseguró de que este contaba con un espejo de cuerpo entero, cerró la puerta detrás de sí y dejó sus cosas -y huesos- en la cama. Echó un vistazo a su alrededor, entre agradecido y asqueado. De repente eran lo suficientemente importantes como para merecerse un techo decente, aunque ni su odio momentáneo le haría rechazar tal oferta.
Tras unos minutos curioseándolo todo, habiendo cerrado ventanas y asegurado que nadie entraría, el chico se acercó al espejo para ver su rostro, y el reflejo del mismo le repudió. Rox estaba en pleno valle de lo inquietante, reconocible como humano pero muy distante a serlo. Parecía un muñeco hiperrealista de sí mismo, que sinceramente, para haberse hecho con el reflejo de una olla y la confusión del momento, demasiado bien estaba. Aún así, sintió vergüenza de haber aguantado con esa cara toda la noche.
Tenía que arreglarlo primero, antes de pasar a desnudarse. Para su sorpresa, cambiar los detalles que le hacían inhumano no le resultó complicado. Sus hilos se movían de forma innata, y más ahora que veía donde tenía que mejorar cosas. No pasó por alto como su cerebro parecía recordar a la perfección como se veía cada trocito de su rostro o la textura de la piel, con una vívida imagen de si mismo en su mente. No supo decir si era cuestión del momento o de su cambio, pero fuera como fuere aprovecharía el tirón. Volvió a teñirse el pelo de su color original y pasó a quitarse la sudadera y la camiseta, respirando hondo ante el panorama.
Cada trozo de "piel" que había estado cubierto por ropa, tal como sospechaba, era aún un manojo de hilos. Todavía con el binder puesto, reconstruyó su torso tal como lo recordaba (herida en el hombro incluida), acelerándose más y más su corazón según se acercaba a la parte tabú. Su piel cambiaba tan rápido que creía estar acumulando un nudo literal en la garganta.
Por fin, notó como el binder dejaba de hacer presión. Tuvo que morderse la lengua para contenerse los nervios y, con las manos temblando, desabrocharse la prenda para dejarla caer. El joven tardó unos largos segundos antes de palpar su nuevo pecho, absorto. En cuestión de segundos, su mayor fuente de disforia durante años se había evaporado como si tal cosa. Fuera de la habitación se podía escuchar el jaleo de los que habían regresado, aunque el rubio no parecía oír nada. Se había sentado en la cama, tapándose una sonrisa creciente con ambas manos, sin dejar de mirarse en el espejo. Toda la sal que había contenido esa mañana parecía haberse diluido.
Solo cuando el ruido de fuera fue lo suficientemente intenso, decidió darse prisa y rematar su trabajo. Se quitó los pantalones, aunque fuera solo para poner piel donde no había más que cuerda (no quería meterse en ese asunto tan deprisa) y se miró una última vez en el espejo. Podía dejarlo así, pero decidió hacer dos últimos retoques antes de salir. Primero, se cortó el pelo tal como lo había llevado antes de llegar a Rocavarancolia: corto y despeinado estratégicamente, con la nuca rapada al 2. Después, afiló sus rasgos faciales para hacerlos al menos un poco más masculinos. Pasó una mano por el rapado, suave, haciendo que su cara doliese de tanto sonreír. Se sentía como Narciso embobado con su reflejo, y es que no recordaba haber estado tan contento consigo mismo en mucho, mucho tiempo. Volvió a vestirse, esta vez sin sudadera (ya podía ir olvidándose de llevar prendas anchas), y sujetó el pomo de la puerta unos segundos para mentalizarse antes de salir.
En el salón había mucha gente, tanta que por un instante tuvo ganas de dar media vuelta y escabullirse por donde había venido.
—Ey.—dijo a nadie en particular, buscando refugio en los letarguinos. Su mejora de ánimos se notaba desde lejos—. ¡No habéis tardado nada!
Se acercó al grupo y echó un vistazo rápido a los que no conocía aún, aunque eso le bastó para quedarse con sus rasgos distintivos. Sus transformaciones eran lo suficientemente cantosas como para no quedarse con ellas. Lo difícil estaba siendo no mirarles descaradamente, más el pudor le invitaba a no hacerlo.
—Yo soy Rox, encantado. —se presentó con una sonrisa suave, intentando que la vista no se le fuese a la cola anillada de uno de ellos—. Me había escondido un rato en el cuarto. —señaló con la cabeza por donde había venido, debatiéndose en si explanar algo más la presentación o irse directo a los libros. Vio a Naeleth demasiado cerca de estos, así que decidió quedarse a media distancia. Puede que la pobre no hubiera hecho nada malo, más su resquemor hacia cualquiera que no fuera de su quinta se mantenía fuerte—. Bueno qué, ¿ya sabéis todos lo que sois? ¿Me habéis encontrado algo? ¿La clave del Wi-Fi al menos?
- Lathspell
Ficha de cosechado
Nombre: Kyllikki Paasikoski
Especie: Humana
Habilidades: Buena menoria, muy buena, lealtad, y facilidad para los idiomas.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/11/18, 06:32 pm
El regreso fue mas rápido, incluso aunque hubiera prestado atención, no hubo nada que hiciera que levante sus ojos del camino. Aunque la magia de la Luna aun chispeaba en el ambiente, Zob se sentía demasiado ansioso sobre sí mismo, y cuando llegaron tomo uno de los libros que Naeleth había señalado. Las hojas estaban limpias y tuvo mucho cuidado pasándolas con sus garras con sumo cuidado. Leía una a una algunas de las transformaciones que estaban por ahí pero se quedaba a la mitad del nombre. Las buscaría después, se enteraría de todo mas tarde. También estaba atento a cualquiera de las palabras que ya había oído antes, para que los demás pudieran saber lo que eran.
Cuando su cerebro proceso las siseantes "S" de Basilisco, se detuvo un momento. Empezó a leerlo como un niño pequeño, justo como cuando les enseñaba a sus primos y hermanos. Palabra a palabra, como queriendo empaparse de lo que se suponía que la Luna le había dado. Escucho su nombre mencionado por Adru y levanto la vista inconscientemente y se dio cuenta de que hablaban mencionando su mundo. Se quedo con la boca abierta un segundo antes de bajar la mirada al libro y tratar de enfocarla en una palabra.
- H-Hola, hola!...sssi también vengo de Nubla....creo...creo que me acuerdo de vossotros...me llamo Z-ZZobriel... - termino sorprendiéndose de que ahora hasta su nombre se veía influenciado por lo que la Luna le hizo a su lengua. Trato de no parecer grosero mientras buscaba la frase en la que se había quedado. - Lamento no poder veross pero por ahora mis ojosss son un peligro.. oalgoasi... - Termino antes de volver a leer, aun bastante ruborizado.
Típico de sí mismo, pensó, pasar tanto tiempo esperando la Luna y ahora estar así. Pasar buscando a los demás nublinos y ahora actuar así, como tonto. Estaba respirando agitado pero se calmo cuando empezó a leer mas sobre su nuevo ser.....saliva venenosa....lo del hechizo de desastre, sea lo que fuere eso, sonaba bastante a lo que Naeleth temía. Cada frase y nueva información lo abstraía un poco más. Parpadeo sin cerrar los ojos, justamente como en el libro decía que podían hacerlo los suyos, y lo dejo en su asiento antes de acercarse a la mentalista.
- D-Deberíass recoger eso....o inclussso Guille podría lastimarssse.. - Le dijo a la pendicularia que fingía inocencia. Lo de ver al suelo lo había hecho captar en detalle los movimientos de la mano. Una mano que rompe cosas en poder de Guille, eso podría ser mas caótico a corto plazo que muchas cosas más. Al llegar junto a la nublina se aclaro la garganta mientras miraba a diferentes partes del torso de esta para no levantar la vista.- Ehh..Naeleth...el libro afirma que puedo hacer magia, aunque no lo he intentado aun con esssta lengua, me ....¿me esscribiriass el hechizo que menciona para poder ver a travésss de una venda? - Ya lo había considerado antes el hecho de taparse los ojos sin más, pero muy dentro de el había corrido el riesgo de estar así porque quería saber más y disfrutar de ser lo que ahora eran todos, y si mencionaban en aquel libro que podía ver a través de los objetos....así no lastimaría a nadie. Zob estaba animándose poco a poco al "ver" las posibilidades, y también tendría que pedirle permiso a la chica de ojos de espejo para verse en ellos y probar si el mismo podía desmayarse.
Cuando su cerebro proceso las siseantes "S" de Basilisco, se detuvo un momento. Empezó a leerlo como un niño pequeño, justo como cuando les enseñaba a sus primos y hermanos. Palabra a palabra, como queriendo empaparse de lo que se suponía que la Luna le había dado. Escucho su nombre mencionado por Adru y levanto la vista inconscientemente y se dio cuenta de que hablaban mencionando su mundo. Se quedo con la boca abierta un segundo antes de bajar la mirada al libro y tratar de enfocarla en una palabra.
- H-Hola, hola!...sssi también vengo de Nubla....creo...creo que me acuerdo de vossotros...me llamo Z-ZZobriel... - termino sorprendiéndose de que ahora hasta su nombre se veía influenciado por lo que la Luna le hizo a su lengua. Trato de no parecer grosero mientras buscaba la frase en la que se había quedado. - Lamento no poder veross pero por ahora mis ojosss son un peligro.. oalgoasi... - Termino antes de volver a leer, aun bastante ruborizado.
Típico de sí mismo, pensó, pasar tanto tiempo esperando la Luna y ahora estar así. Pasar buscando a los demás nublinos y ahora actuar así, como tonto. Estaba respirando agitado pero se calmo cuando empezó a leer mas sobre su nuevo ser.....saliva venenosa....lo del hechizo de desastre, sea lo que fuere eso, sonaba bastante a lo que Naeleth temía. Cada frase y nueva información lo abstraía un poco más. Parpadeo sin cerrar los ojos, justamente como en el libro decía que podían hacerlo los suyos, y lo dejo en su asiento antes de acercarse a la mentalista.
- D-Deberíass recoger eso....o inclussso Guille podría lastimarssse.. - Le dijo a la pendicularia que fingía inocencia. Lo de ver al suelo lo había hecho captar en detalle los movimientos de la mano. Una mano que rompe cosas en poder de Guille, eso podría ser mas caótico a corto plazo que muchas cosas más. Al llegar junto a la nublina se aclaro la garganta mientras miraba a diferentes partes del torso de esta para no levantar la vista.- Ehh..Naeleth...el libro afirma que puedo hacer magia, aunque no lo he intentado aun con esssta lengua, me ....¿me esscribiriass el hechizo que menciona para poder ver a travésss de una venda? - Ya lo había considerado antes el hecho de taparse los ojos sin más, pero muy dentro de el había corrido el riesgo de estar así porque quería saber más y disfrutar de ser lo que ahora eran todos, y si mencionaban en aquel libro que podía ver a través de los objetos....así no lastimaría a nadie. Zob estaba animándose poco a poco al "ver" las posibilidades, y también tendría que pedirle permiso a la chica de ojos de espejo para verse en ellos y probar si el mismo podía desmayarse.
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
23/11/18, 01:37 am
Aquellas ruinas ya le eran familiares al nublino, no estás, por supuesto, pero si la visión general. La lluvia sin embargo lo llevaba tiempo atrás, antes de esta aventura que se le había tornado una eternidad. Solía pasear con Brina o con Per y más recientemente con ambos, un poco alejados de las familias. Hacia incluso más tiempo paseaba solo, curioseando las plantas y animales. El viento contra su escudo se sentía extraño pues ahora empujaba de una mano que antes no estaba, pero al contrario que ella nada volvería a su lugar. Solo le quedaba recordar.
No había pasado por alto la transformación de la mujer, ni como lo miraba ahora, vigilante. Estaba acostumbrado.
Aún así seguía siendo molesto.
Ella misma anunció la llegada a todo el mundo que había aparecido a recibirles y como era natural empezaron las presentaciones y agradecimientos. Él se mantuvo más al margen, quitándose la ropa sobrante para estar cómodo. No tenía ganas de responder a la pulla de su hermano como debiera así que simplemente le tiró el sombrero a la cabeza para luego devolver el saludo al nublino con los ojos vendados. Todo el mundo se abalanzo a por los libros como era lo lógico, el simplemente cogería el suyo y se iría a su habitación a cambiarse por ropa más holgada y cómoda.
Le pidió el libro que había cogido y ya en sus manos pudo oler de nuevo la calma acompañada de un tono diferente. ¿Estabilidad? No sabía describirlo muy bien, simplemente fue un olor agradable dentro del caos que era la biblioteca.
Desde luego parecía útil pero... Cuando surgió su duda surgió la conversación respecto a ello, por lo que se quedó ahí algo más.
¿Tendré magia siquiera?
Aquello sí que sería la última burla de la Luna, ciertamente él era mucho más fuerte y rápido ahora así que era una posibilidad.
Al final sí que tendría que consultar su jodido don, por mucho que no quisiera.
La explicación sin embargo fue más que productiva, la razón oculta detrás de aquel escoger tan aleatorio saliendo a la luz pero... ¿Que era la "esencia" exactamente? Aunque lo mismo podía preguntarse de la magia.
Poco a poco...
Empezó a moverse para subir a su habitación mientras los demás acababan de encontrar su don cuando bajó otro hombre. Se quedó mirándole unos instantes, consciente de que había cambiado su apariencia desde cuando lo vio abajo. Iba a decirle algo pero al final pasó.
Abrió la primera página y se puso a leer. Tuviera magia o no aquello sería interesante.
No había pasado por alto la transformación de la mujer, ni como lo miraba ahora, vigilante. Estaba acostumbrado.
Aún así seguía siendo molesto.
Ella misma anunció la llegada a todo el mundo que había aparecido a recibirles y como era natural empezaron las presentaciones y agradecimientos. Él se mantuvo más al margen, quitándose la ropa sobrante para estar cómodo. No tenía ganas de responder a la pulla de su hermano como debiera así que simplemente le tiró el sombrero a la cabeza para luego devolver el saludo al nublino con los ojos vendados. Todo el mundo se abalanzo a por los libros como era lo lógico, el simplemente cogería el suyo y se iría a su habitación a cambiarse por ropa más holgada y cómoda.
Le pidió el libro que había cogido y ya en sus manos pudo oler de nuevo la calma acompañada de un tono diferente. ¿Estabilidad? No sabía describirlo muy bien, simplemente fue un olor agradable dentro del caos que era la biblioteca.
Magia defensiva.
Aplicaciones, ventajas y desventajas.
Aplicaciones, ventajas y desventajas.
Desde luego parecía útil pero... Cuando surgió su duda surgió la conversación respecto a ello, por lo que se quedó ahí algo más.
¿Tendré magia siquiera?
Aquello sí que sería la última burla de la Luna, ciertamente él era mucho más fuerte y rápido ahora así que era una posibilidad.
Al final sí que tendría que consultar su jodido don, por mucho que no quisiera.
La explicación sin embargo fue más que productiva, la razón oculta detrás de aquel escoger tan aleatorio saliendo a la luz pero... ¿Que era la "esencia" exactamente? Aunque lo mismo podía preguntarse de la magia.
Poco a poco...
Empezó a moverse para subir a su habitación mientras los demás acababan de encontrar su don cuando bajó otro hombre. Se quedó mirándole unos instantes, consciente de que había cambiado su apariencia desde cuando lo vio abajo. Iba a decirle algo pero al final pasó.
Abrió la primera página y se puso a leer. Tuviera magia o no aquello sería interesante.
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
23/11/18, 10:46 pm
La mona del queso esperó a que Naeleth terminase de repartir los libros mientras ojeaba al alrededor, con el propio aun en sus manos. Vio a Nime leyendo el suyo, al chico llamado Eriel preguntar por una tal "gargola", la voz de Rena casi aliviada al saber que no poseía magia por su esencia y no porque no fuese acta. Esa esencia que al parecer dictaba lo que estabas destinado a ser al llegar la Luna. Intentó no perder demasiado de las reacciones que ocurría a su alrededor, aun medio confusa y algo inquieta, pero no era fácil cuando también esta ansiosa por su propia transformación. La presencia cercana de Eitne, todo emocionado la calmo un poco realmente, especialmente cuando aquella suave risa tintineante sonó en sus oído antes de que este se acercase a Nime, sentada cerca suya.
Por fin Naeleth fue capaz de responderle y Pelusa volcó atención en sus palabras mientras revisaba el libro por donde le había mostrado y que no estaba en el libro que había tomado inicialmente, y que cedió para quien quisiera, tomando el dado por Naeleth sin duda para volcarse en la búsqueda de la pagina señalada y empezar a leer. 'Gargola' fue una de las primeras que encontró y que miro un poco por encima, con algo de curiosidad descubriendo que poseía magia y que la conseguía de forma un poco rara <<¿Fanatismo?...No entiendo que se refiere con esto de "precio por la amgia” ¿Es diferente a cuando estábamos en la cosecha? Ademas no va por objetos como talismanes...es algo que no puede tocarse >> pensó la niña alzando una ceja extrañada, echando un vistazo por encima a las siguientes, hasta que sus ojos se pasaron el llamado "hado infernal" del que ya le habían mencionado, decidió echarle un vistazo y compararse con lo que parecía decir de dicha transformación.
Había cosas que no encajaban con ella, como la piel con textura extraña o las antenas, pero definitivamente lo que hizo que la niña alzase una ceja fue la mención, otra vez de algo llamado precio <<¿Lamer lagrimas al dañar a otros física o mentalmente? ¿Esta mal escrito u algo? A lo mejor para eso tengo una inútil lengua tan larga...aunque siguen fallando cosas en lo físico>> el libro estaba en un estado decente, aunque había cosas algo emborronadas aquí o allá lo principal si era visible, así que no las tenía todas conseguido. Y lo que andaba viendo no sabía si le estaba agradando demasiado, pues parecía que si seguía la linea ella podría tener magia...ahora ¿a que precio?
Mas menciones salteadas de formas para obtener magia fueron pasando a su paso de forma fugaz hasta dar con el nombre indicado por Naeleth y que de primeras no le dijo nada, tan concentrada en su lectura que apenas si capto como Rox volvía, luciendo como el Rox que recordaba de inicios de cosecha y como Naeleth junto a ella seguía respondiendo preguntas. No, toda su atención estaba puesta en aquella palabra.
-Spriggan...- susurro para si la mona del queso entrecerrando un poco los ojos para leer con detalle lo que decía el libro de eso, apenas leyó vagamente sobre como podrían lucir dichas criaturas, Pelusa toco la piel de su mejilla, evaluativa, haciendo las comparaciones. << ¡Si, esto encaja bastante mas con como luzco...como una especie de mariposa gigante sin mas! Veamos.. >> pensó con cierta emoción contenida pero que hasta en sus pequeñas facciones podía notarse a pesar de que no sonreía, movía los pies inquietamente cual niña sobre el sofá, leyendo con ojos rápidos y ansiosos lo que aparecía en el libro,sobre su aspecto, sobre como tenía mas fuerza física o incluso era mas resistente. Todo lo parecía sorprendente, pues no notaba haber sufrido cambio alguno en cuanto a su fuerza ¿sería porque estaba agotada por el mareo?
<<'Oh! incluso viene algo sobre las puñeteras antenas... A ver ¿Mayor percepción el entorno y de movimientos a cierta distancia incluso sino los ves? >> estrechó un poco la mirada leyéndolo a fondo, no entendiéndolo del todo. Ya había notado la sensibilidad de las antenas ¿tal vez simplemente por ser nuevas no estaba adaptada a ellas y por eso todo era un caos? <<Tal vez así es como se siente alguien que no escucho nunca y de pronto en un noche escucha todo a su alrededor, posiblemente también sea mi caso y tenga que habituarme >> concluyo Pelusa intentando hacer una comparación equitativa,
Aun así aquello la alivio enormemente, porque significaba que tal vez en uno días aquello cesara y podría recuperar un poco la vida normal sin que cada misera brisa le provocase nauseas. <<Encima toca protegerlas, tch...tendré que buscar a alguien que me haga un hechizo o algo...aunque, espera ¿Tal vez yo ya pueda? >> todas las transformaciones anteriores que había visto podían hacer magia siempre que pagasen un precio, por lo que cabía la posibilidad que también fuese su caso.
Con mayor animo e intrigada de si ella tenía precio que pagar y cual sería, busco rápidamente con la vista la mención de la magia. <<Tal vez tenga que lamer lagrimas provocada también...como el hado, nos parecemos en bastantes cosas >> pensó la niña no viéndolo un precio descabellado o difícil de realizar en principio, total a mas de uno le gustaría darle un buen golpe, empezando por todos los ordeses. Por fin su mirada captó las palabras referentes a la magia y empezó a leer atentamente para enterarse bien de como iba,. Conforme lo hacía el brillo de sus ojos y toda la ilusión que había empezado a ser evidente en sus facciones para cualquier a que lo conociera, empezaron a tornarse en un expresión sombría de ceño cada vez mas fruncido. Un escalofrío la recorrió por completo, sus piernas se quedaron quietas por la incredulidad de lo que leia y sus manos aferraron fuertemente el libro abierto sobre su regazo. Lo leyó una segunda y tercera vez, pensando estar leyendo horriblemente mal, pero el contenido no cambió.
Si, tenía magia, o mas concretamente tenía la capacidad de tenerla, pero la forma en la que podía obtenerla bombardeaban la mente de Pelusa de forma tan desagradable que la ilusión se fue convirtiendo en rabia y frustración. ¡Tenía que ser una maldita broma¡ Pues ella lo único que podía entender del contenido de su precio, es que era un seudonimo puesto con letras bonitas de servidumbre o de ser una niñera, para gente preciada o a la que le era leal fuese lo que fuese eso, pero servidumbre al fin de cuentas.
-Tiene que estar jodiéndome este libro con la forma de conseguir la magia, ¿verdad? -preguntó Pelusa con un voz cargada de rabia y frialdad, con los dedos crispados sobre el libro, mientras levantaba la mirada con el ceño fruncido, hirviendo por dentro. Con sus ojos posándose en sus compañeros, en Naeleth...en cualquiera que le dirigiese la mirada, no sabiendo como sacar a relucir toda la desilusión y desazón que sentía, cada gramo de frustración que parecía recorrerlo el cuerpo cual veneno. Tenía ganas de explotar...¡aquello no era malditamente justo! ¿Aquello era lo que su 'esencia' decía que estaba destinada a ser? <<Una mierda de esclava ya sea en ordesta o aquí, por supervivencia o por magia...¡¡¡No me jodas!!!>> pensó perdiendo toda la paciencia y serenidad, pues todo aquello estaba tocando un fibra enormemente sensible en ella que había pensado había podido dejar atrás al final. Que ilusa había sido.
Una cosecha sobreviviendo para ser libre y poder ir por su cuenta, para ser mas fuerte, para poder obtener esa magia negada...todo para volver a donde estaba inicialmente, forzada a ser un apoyo a alguien mas para mendigar magia, luciendo incluso mas frágil que al principio, pues así se sentía en esos momentos. ¿Que clase de suerte era esa?.
La niña se levanto del sofá de golpe, soltando el libro aun abierto con todas sus fuerzas sobre la mesa donde cualquiera podría leer lo que ella había leído, temblando visiblemente de rabia, debatiéndose en si dejarse vencer por las lagrimas que inundaba la comisura de sus ojos por la frustración y el sentimiento de impotencia; o golpear algo hasta sentir un mínimo alivio a todo el coraje que llenaba su cuerpo.
Por fin Naeleth fue capaz de responderle y Pelusa volcó atención en sus palabras mientras revisaba el libro por donde le había mostrado y que no estaba en el libro que había tomado inicialmente, y que cedió para quien quisiera, tomando el dado por Naeleth sin duda para volcarse en la búsqueda de la pagina señalada y empezar a leer. 'Gargola' fue una de las primeras que encontró y que miro un poco por encima, con algo de curiosidad descubriendo que poseía magia y que la conseguía de forma un poco rara <<¿Fanatismo?...No entiendo que se refiere con esto de "precio por la amgia” ¿Es diferente a cuando estábamos en la cosecha? Ademas no va por objetos como talismanes...es algo que no puede tocarse >> pensó la niña alzando una ceja extrañada, echando un vistazo por encima a las siguientes, hasta que sus ojos se pasaron el llamado "hado infernal" del que ya le habían mencionado, decidió echarle un vistazo y compararse con lo que parecía decir de dicha transformación.
Había cosas que no encajaban con ella, como la piel con textura extraña o las antenas, pero definitivamente lo que hizo que la niña alzase una ceja fue la mención, otra vez de algo llamado precio <<¿Lamer lagrimas al dañar a otros física o mentalmente? ¿Esta mal escrito u algo? A lo mejor para eso tengo una inútil lengua tan larga...aunque siguen fallando cosas en lo físico>> el libro estaba en un estado decente, aunque había cosas algo emborronadas aquí o allá lo principal si era visible, así que no las tenía todas conseguido. Y lo que andaba viendo no sabía si le estaba agradando demasiado, pues parecía que si seguía la linea ella podría tener magia...ahora ¿a que precio?
Mas menciones salteadas de formas para obtener magia fueron pasando a su paso de forma fugaz hasta dar con el nombre indicado por Naeleth y que de primeras no le dijo nada, tan concentrada en su lectura que apenas si capto como Rox volvía, luciendo como el Rox que recordaba de inicios de cosecha y como Naeleth junto a ella seguía respondiendo preguntas. No, toda su atención estaba puesta en aquella palabra.
-Spriggan...- susurro para si la mona del queso entrecerrando un poco los ojos para leer con detalle lo que decía el libro de eso, apenas leyó vagamente sobre como podrían lucir dichas criaturas, Pelusa toco la piel de su mejilla, evaluativa, haciendo las comparaciones. << ¡Si, esto encaja bastante mas con como luzco...como una especie de mariposa gigante sin mas! Veamos.. >> pensó con cierta emoción contenida pero que hasta en sus pequeñas facciones podía notarse a pesar de que no sonreía, movía los pies inquietamente cual niña sobre el sofá, leyendo con ojos rápidos y ansiosos lo que aparecía en el libro,sobre su aspecto, sobre como tenía mas fuerza física o incluso era mas resistente. Todo lo parecía sorprendente, pues no notaba haber sufrido cambio alguno en cuanto a su fuerza ¿sería porque estaba agotada por el mareo?
<<'Oh! incluso viene algo sobre las puñeteras antenas... A ver ¿Mayor percepción el entorno y de movimientos a cierta distancia incluso sino los ves? >> estrechó un poco la mirada leyéndolo a fondo, no entendiéndolo del todo. Ya había notado la sensibilidad de las antenas ¿tal vez simplemente por ser nuevas no estaba adaptada a ellas y por eso todo era un caos? <<Tal vez así es como se siente alguien que no escucho nunca y de pronto en un noche escucha todo a su alrededor, posiblemente también sea mi caso y tenga que habituarme >> concluyo Pelusa intentando hacer una comparación equitativa,
Aun así aquello la alivio enormemente, porque significaba que tal vez en uno días aquello cesara y podría recuperar un poco la vida normal sin que cada misera brisa le provocase nauseas. <<Encima toca protegerlas, tch...tendré que buscar a alguien que me haga un hechizo o algo...aunque, espera ¿Tal vez yo ya pueda? >> todas las transformaciones anteriores que había visto podían hacer magia siempre que pagasen un precio, por lo que cabía la posibilidad que también fuese su caso.
Con mayor animo e intrigada de si ella tenía precio que pagar y cual sería, busco rápidamente con la vista la mención de la magia. <<Tal vez tenga que lamer lagrimas provocada también...como el hado, nos parecemos en bastantes cosas >> pensó la niña no viéndolo un precio descabellado o difícil de realizar en principio, total a mas de uno le gustaría darle un buen golpe, empezando por todos los ordeses. Por fin su mirada captó las palabras referentes a la magia y empezó a leer atentamente para enterarse bien de como iba,. Conforme lo hacía el brillo de sus ojos y toda la ilusión que había empezado a ser evidente en sus facciones para cualquier a que lo conociera, empezaron a tornarse en un expresión sombría de ceño cada vez mas fruncido. Un escalofrío la recorrió por completo, sus piernas se quedaron quietas por la incredulidad de lo que leia y sus manos aferraron fuertemente el libro abierto sobre su regazo. Lo leyó una segunda y tercera vez, pensando estar leyendo horriblemente mal, pero el contenido no cambió.
Si, tenía magia, o mas concretamente tenía la capacidad de tenerla, pero la forma en la que podía obtenerla bombardeaban la mente de Pelusa de forma tan desagradable que la ilusión se fue convirtiendo en rabia y frustración. ¡Tenía que ser una maldita broma¡ Pues ella lo único que podía entender del contenido de su precio, es que era un seudonimo puesto con letras bonitas de servidumbre o de ser una niñera, para gente preciada o a la que le era leal fuese lo que fuese eso, pero servidumbre al fin de cuentas.
-Tiene que estar jodiéndome este libro con la forma de conseguir la magia, ¿verdad? -preguntó Pelusa con un voz cargada de rabia y frialdad, con los dedos crispados sobre el libro, mientras levantaba la mirada con el ceño fruncido, hirviendo por dentro. Con sus ojos posándose en sus compañeros, en Naeleth...en cualquiera que le dirigiese la mirada, no sabiendo como sacar a relucir toda la desilusión y desazón que sentía, cada gramo de frustración que parecía recorrerlo el cuerpo cual veneno. Tenía ganas de explotar...¡aquello no era malditamente justo! ¿Aquello era lo que su 'esencia' decía que estaba destinada a ser? <<Una mierda de esclava ya sea en ordesta o aquí, por supervivencia o por magia...¡¡¡No me jodas!!!>> pensó perdiendo toda la paciencia y serenidad, pues todo aquello estaba tocando un fibra enormemente sensible en ella que había pensado había podido dejar atrás al final. Que ilusa había sido.
Una cosecha sobreviviendo para ser libre y poder ir por su cuenta, para ser mas fuerte, para poder obtener esa magia negada...todo para volver a donde estaba inicialmente, forzada a ser un apoyo a alguien mas para mendigar magia, luciendo incluso mas frágil que al principio, pues así se sentía en esos momentos. ¿Que clase de suerte era esa?.
La niña se levanto del sofá de golpe, soltando el libro aun abierto con todas sus fuerzas sobre la mesa donde cualquiera podría leer lo que ella había leído, temblando visiblemente de rabia, debatiéndose en si dejarse vencer por las lagrimas que inundaba la comisura de sus ojos por la frustración y el sentimiento de impotencia; o golpear algo hasta sentir un mínimo alivio a todo el coraje que llenaba su cuerpo.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
24/11/18, 08:21 pm
Nime no sonrió a Eitne, pero agradeció su intervención con la mirada. No se equivocaba, pero se sentía demasiado defraudada para alegrarse por las cosas que sí podía hacer.
—Puedo disparar… como fuerza invisible. Lo que hice cerca de la biblioteca. Y ser muy fuerte. No está mal, pero no es lo mismo —se quejó.
Lo que añadió el chico con pecas del otro grupo no la hizo sentirse mucho mejor, pero no quería replicar a un descocido. No tenía suficiente confianza. Asintió, más callada de lo que era habitual en ella y le agradeció la información. Entonces fue el turno de Naeleth de responder a sus preguntas, y la niña ya no tenía demasiadas esperanzas en que fuese a darle buenas noticias. Procedió a dar una explicación algo compleja para la libense, pero la escuchó tratando de entender por qué había dejado de poder hacer hechizos.
—¿Se puede hacer eso? ¿Qué son las runas? —saltó en cuanto la nublina comentó la posibilidad de hacer magia con ayuda de los demás. Era visible que había recuperado parte de la esperanza al escuchar aquello, aunque no supiese ni en qué consistía.
Nime había escuchado que Guille podía hacer magia ahora, y aunque la reconcomía la envidia, se dirió tanto a él como a Eitne y a quienes estuviesen más cerca que siempre hubiesen podido realizar hechizos.
—¿Me ayudaríais? —suplicó, dando saltitos diminutos.
La niña se estaba perdiendo muchas cosas que pasaban a su alrededor en la maraña de voces, centrada como estaba en su propio problema. Vio llegar a Rox, y solo pensó en que se alegraba de verle con mejor aspecto; escuchó la protesta de Pam, y lo único que pensó es que ella preferiría tener magia a cualquier precio. Las respuestas a sus preguntas eran su mayor preocupación.
—Puedo disparar… como fuerza invisible. Lo que hice cerca de la biblioteca. Y ser muy fuerte. No está mal, pero no es lo mismo —se quejó.
Lo que añadió el chico con pecas del otro grupo no la hizo sentirse mucho mejor, pero no quería replicar a un descocido. No tenía suficiente confianza. Asintió, más callada de lo que era habitual en ella y le agradeció la información. Entonces fue el turno de Naeleth de responder a sus preguntas, y la niña ya no tenía demasiadas esperanzas en que fuese a darle buenas noticias. Procedió a dar una explicación algo compleja para la libense, pero la escuchó tratando de entender por qué había dejado de poder hacer hechizos.
—¿Se puede hacer eso? ¿Qué son las runas? —saltó en cuanto la nublina comentó la posibilidad de hacer magia con ayuda de los demás. Era visible que había recuperado parte de la esperanza al escuchar aquello, aunque no supiese ni en qué consistía.
Nime había escuchado que Guille podía hacer magia ahora, y aunque la reconcomía la envidia, se dirió tanto a él como a Eitne y a quienes estuviesen más cerca que siempre hubiesen podido realizar hechizos.
—¿Me ayudaríais? —suplicó, dando saltitos diminutos.
La niña se estaba perdiendo muchas cosas que pasaban a su alrededor en la maraña de voces, centrada como estaba en su propio problema. Vio llegar a Rox, y solo pensó en que se alegraba de verle con mejor aspecto; escuchó la protesta de Pam, y lo único que pensó es que ella preferiría tener magia a cualquier precio. Las respuestas a sus preguntas eran su mayor preocupación.
- Cuervo
Ficha de cosechado
Nombre: Sarah
Especie: Humana
Habilidades: Intuición, inmutabilidad y rapidez mentalPersonajes : ·Guillermo: Humano Brujo de las Pendicularia
·Sarah: Humana y enterradora
Armas : ·Guillermo: ¿El poder de la amistad? y manos.
·Sarah: Lanza y pala
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
24/11/18, 08:35 pm
La pendicularia que tiro la taza, al argumento de Zobriel, se puso a recogerlo con prisa con pinta de “¿ooh quien habrá tirado esto aquí?! Que personas mas irresponsables, Guillermo se podría hacer daño”. Las que quedaron se dedicaron a estar tiradas en el suelo, sin tener pinta de divertirse mucho, alguna rascaba el suelo con sus afilados dedos muy concentrada.
Guillermo siguió dándole vueltas a los libros, intentando entender completamente lo que decían, ya que utilizaban un lenguaje demasiado enrevesado para él. Nime se le acercó y le pidió ayuda, no sabía con qué ayudarle, pero aun dijo:
-Yo te ayudo si tú me ayudas también, podemos aprender juntos- dijo mirando a Eitne también- seguro que será divertido… yo no sé hacer nada de nada jajajajajajajaja- dijo riéndose.
Pero cuando Pam comenzó a quejarse y tiro el libro con enfada, Guillermo fue el primero en ir a cogerlo para ver que pasaba. Con cara de muy concentrado, comenzó a leer.
-Magia…magia…- dijo mientras lo buscaba- aquí!... provocar sufrimiento a seres inteligentes por el bien de alguien a quien sea leal, aprecie o respete…- he intentó procesar lo que había leído, aunque no consiguió entero completamente. - no entiendo lo del sufrimiento, creo que eso es feo. ¿pero lo otro no es lo que has hecho todo el tiempo? Desde que llegue aquí me has ayudado y protegido y a los demás también, yo te quiero, y tú también a nosotros, yo creo que eso es muy bonito. - Dijo levantado los hombros.
Guillermo siguió dándole vueltas a los libros, intentando entender completamente lo que decían, ya que utilizaban un lenguaje demasiado enrevesado para él. Nime se le acercó y le pidió ayuda, no sabía con qué ayudarle, pero aun dijo:
-Yo te ayudo si tú me ayudas también, podemos aprender juntos- dijo mirando a Eitne también- seguro que será divertido… yo no sé hacer nada de nada jajajajajajajaja- dijo riéndose.
Pero cuando Pam comenzó a quejarse y tiro el libro con enfada, Guillermo fue el primero en ir a cogerlo para ver que pasaba. Con cara de muy concentrado, comenzó a leer.
-Magia…magia…- dijo mientras lo buscaba- aquí!... provocar sufrimiento a seres inteligentes por el bien de alguien a quien sea leal, aprecie o respete…- he intentó procesar lo que había leído, aunque no consiguió entero completamente. - no entiendo lo del sufrimiento, creo que eso es feo. ¿pero lo otro no es lo que has hecho todo el tiempo? Desde que llegue aquí me has ayudado y protegido y a los demás también, yo te quiero, y tú también a nosotros, yo creo que eso es muy bonito. - Dijo levantado los hombros.
- ☽◯☾:
BRUJA 1.ªHabla.BRUJA 2.ªPregúntanos.BRUJA 3.ªÁ todo te responderemos.
- InvitadoInvitado
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
25/11/18, 01:58 pm
Las manos de Guille repartidas por todas partes le estaban poniendo de los nervios, por suerte Rox apareció para salvar el día. Volvía a tener su cara y su tinte del primer día, y mucha menos cara de angustia que por la mañana, que era más importante. Rena se escurrió fuera de su asiento para recibirle con un abrazo.
-¡Rox! Tienes mejor pinta. ¿Estas bien? Hemos traído un huevo de libros, tu transformación tiene que estar en uno, busca en las páginas marcadas -le dijo.
Estaba a punto de enseñarle la suya propia y de paso ver si la de ‘’cambiante’’ como la había llamado Naeleth, estaba en el mismo tomo, cuando Pelusa tuvo la rabieta. Se pegó un pequeño susto, la mona del queso no solía reaccionar de forma tan brusca, ni siquiera cuando se enfadaba. Corrió a ver qué la había disgustado tanto y su confusión fue la misma que la del pequeño humano.
-Tía, te dan magia por partirles la cara a los que hablan mierda de tus amigos, es un precio cojonudo, yo quiero ese precio -comentó. Repasó las líneas una y otra vez para ver si había malentendido algo pero no había espacio para malentendidos, lo dejaba bastante claro. -¿Por qué te has encabronado tanto? ¿Es por las alas? Bueno, parecen un poco endebles pero volar mola, y eres tope adorable
-¡Rox! Tienes mejor pinta. ¿Estas bien? Hemos traído un huevo de libros, tu transformación tiene que estar en uno, busca en las páginas marcadas -le dijo.
Estaba a punto de enseñarle la suya propia y de paso ver si la de ‘’cambiante’’ como la había llamado Naeleth, estaba en el mismo tomo, cuando Pelusa tuvo la rabieta. Se pegó un pequeño susto, la mona del queso no solía reaccionar de forma tan brusca, ni siquiera cuando se enfadaba. Corrió a ver qué la había disgustado tanto y su confusión fue la misma que la del pequeño humano.
-Tía, te dan magia por partirles la cara a los que hablan mierda de tus amigos, es un precio cojonudo, yo quiero ese precio -comentó. Repasó las líneas una y otra vez para ver si había malentendido algo pero no había espacio para malentendidos, lo dejaba bastante claro. -¿Por qué te has encabronado tanto? ¿Es por las alas? Bueno, parecen un poco endebles pero volar mola, y eres tope adorable
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astucia
Personajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
25/11/18, 11:02 pm
Estaba realmente molesta y probablemente si cualquiera de los mayores le hubiese hablado en ese preciso instante Pelusa habría reaccionado de mala forma. Pero quien se acercó primero era Guille, ese niño que desde que apareció por el torreón fue la personificación de desastre y la mayor fuente de exasperación y frustraciones de la mona del queso, que tanta veces se planteo de la poca capacidad cerebral del rubio. Había perdido la cuenta de las veces que le regaño por imprudente o intento enseñarle algo de lo que el niño no tenia ni idea, con toda la paciencia que pudo.
A Pelusa no le gustaban los niños pequeños, eso era un hecho...pero aun así y a pesar de estar profundamente molesta en ese momento, sensible e irascible a punto de estallar, no fue capaz de pagar su enojo contra Guille cuando este se paró junto a ella.
Escuchar su voz leyendo en voz alta lo que ella misma había leído momentos antes le provocó un desagradable escalofrío, aun mas cuando las siguientes palabras de Guille llegaron a su oídos. La mona del queso volteó lentamente la cabeza hacia donde el niño la observaba, clavando sus ojos lavanda en este, con el ceño profundamente fruncido, en una mezcla de fastidio y extrañeza perfectamente visibles. Mas sus palabra no llegaron a ser dichas, quedándose unicamente en su mente sin ser capaz de decirlas por alguna razón <<¿De que esta hablando? Yo no he cuidado de nadie...cuidaba de mi misma, maldita sea, solo estabais en medio de eso, nada mas...¿como vais a poder a querer alguien así por las buenas? Eso es imposible, es estúpido... Solo estábamos usándonos entre todos para sobrevivir, no hay mas que eso, ¡no podéis quererme! >> pensó la niña persistente en sus pensamientos, porque le resultaba bastante difícil aceptar que hubieran podido llegar a apreciarla hasta tal punto y aun mas que ella fuese capaz de corresponderles, cuando nunca había querido a nadie mas que a ella misma.
¿Los soportaba? Si, lo hacia, eran muchos meses de convivencia.
¿Había cuidado de ellos? Era lo que le habían enseñado y estaba arraigado en ella le gustase o no. Era conveniente.
¿Se habría enfrentado contra algún peligro por ellos, por cuidarlos o protegerles? ¿Había llorado sus muertes y se había sentido impotente por no haber podido hacer nada? ¿Se había preocupado cuando estaba heridos, agobiados o llorando? <<Si...hice todo eso pero...>> estaba un tanto confusa, intentando responder a porque hizo todo eso entonces, sin éxito. ¿No era normal entonces hacer esas cosas si tu vida también dependía de otros? <<No lo entiendo ¿que es?>>
La mona del queso lo miró, su cabreo inicial volviéndose lentamente una profunda confusión, en silencio mientras ella misma se bombardeaba con esas preguntas que no pudo responder sin dejar de mirar atentamente al niño, como si pudiera encontrar la respuesta a sus preguntas en el.
Mas estas no llegaron de Guille, sino de la fuerte presencia protectora de Rena, a la que Pam miró con ojos llenos de una confusión mas calmada y menos violenta, cuando al igual que Guille leyó el libro y de sus palabras capto una en especial que resonó en la mente de Pam, como esas campanillas que sonaban junto a la voz de Eitne.
-¿Somos...amigos? ¿Por eso...lloraba cuando alguno moría, me preocupaba si estabais mal...y os cuidaba cuando estabais tristes? ¿es por eso me habéis cuidado también...? ¿porque me queréis...?-pregunto con voz suave y temblorosa, con duda, sin responder a las cuestiones de Rena. Resultando una palabras extraña para decir, como si apenas hubiese cobrado algo de sentido en su cabeza, cosa que no era alejado de la realidad. Su vida había hecho imposible confiar en otros, querer a otros, ni poseer nada. Tenía mas experiencias de vida que la mayoría de sus compañeros de cosecha en ciertos ámbitos...pero nunca había tenido esas pequeñas cosas que construían la infancia de cualquier niño. Amistad o cariño eran cosas que sonaban a fantasía para ella, tan alejado que era inalcanzable.
Posiblemente no la entenderían, para ella el sentir cosas habían sido siempre un lujo y una maldición. Ser consciente de todo lo que no tenía, de todo lo que no iba a poder tener, no solo era la libertad o objetos materiales, era con todo. Estando siempre su vida entre dos opciones, entre los que la esclavizaban y entre los que la traicionaban, pocas opciones tuvo para saber lo que era apreciar a alguien y viceversa. No lo conocía y se resigno a que nunca lo haría al grado de volverse ciega a su propios sentimientos y a lo que los demás sintiera por ella.
La mona del queso bajo la vista cuando las primeras lagrimas silenciosas empezaron a resbalar por sus mejillas no sabiendo contenerlas, no sabiendo de donde habían surgido. No sentía rabia ni molestia en ese momento, solo un profundo dolor en el pecho y un extraño calor que recorría todo su pequeño cuerpo. Su mente era un mar de confusión y comprensión.
Había obtenido algo mas que magia y un nuevo cuerpo.
Y entonces recordó su reclamo a Tayron, fugaz y ligero en su mente, aquel momento cuando le corrigió diciéndole que no era una niña pequeña. Que equivocada estaba al decirlo.
Despacio y limpiándose las lagrimas con el dorso de la mano, levanto la vista de nuevo hacia Rena y Guille, confusa e incomoda, pero teniendo aun algo que decir como si con esa sola palabra se quitara un repentino peso de encima y la desazón incomoda que había sentido en todo ese tiempo. No iba a ser fácil acostumbrarse.
-Gracias...- susurro Pelusa mirándolos mientras una pequeña y algo tensa sonrisa se dibujaba en su facciones bañadas en lagrimas secas. La primera sonrisa de su vida, pues nunca había tenido motivos antes para hacerlo.
A Pelusa no le gustaban los niños pequeños, eso era un hecho...pero aun así y a pesar de estar profundamente molesta en ese momento, sensible e irascible a punto de estallar, no fue capaz de pagar su enojo contra Guille cuando este se paró junto a ella.
Escuchar su voz leyendo en voz alta lo que ella misma había leído momentos antes le provocó un desagradable escalofrío, aun mas cuando las siguientes palabras de Guille llegaron a su oídos. La mona del queso volteó lentamente la cabeza hacia donde el niño la observaba, clavando sus ojos lavanda en este, con el ceño profundamente fruncido, en una mezcla de fastidio y extrañeza perfectamente visibles. Mas sus palabra no llegaron a ser dichas, quedándose unicamente en su mente sin ser capaz de decirlas por alguna razón <<¿De que esta hablando? Yo no he cuidado de nadie...cuidaba de mi misma, maldita sea, solo estabais en medio de eso, nada mas...¿como vais a poder a querer alguien así por las buenas? Eso es imposible, es estúpido... Solo estábamos usándonos entre todos para sobrevivir, no hay mas que eso, ¡no podéis quererme! >> pensó la niña persistente en sus pensamientos, porque le resultaba bastante difícil aceptar que hubieran podido llegar a apreciarla hasta tal punto y aun mas que ella fuese capaz de corresponderles, cuando nunca había querido a nadie mas que a ella misma.
¿Los soportaba? Si, lo hacia, eran muchos meses de convivencia.
¿Había cuidado de ellos? Era lo que le habían enseñado y estaba arraigado en ella le gustase o no. Era conveniente.
¿Se habría enfrentado contra algún peligro por ellos, por cuidarlos o protegerles? ¿Había llorado sus muertes y se había sentido impotente por no haber podido hacer nada? ¿Se había preocupado cuando estaba heridos, agobiados o llorando? <<Si...hice todo eso pero...>> estaba un tanto confusa, intentando responder a porque hizo todo eso entonces, sin éxito. ¿No era normal entonces hacer esas cosas si tu vida también dependía de otros? <<No lo entiendo ¿que es?>>
La mona del queso lo miró, su cabreo inicial volviéndose lentamente una profunda confusión, en silencio mientras ella misma se bombardeaba con esas preguntas que no pudo responder sin dejar de mirar atentamente al niño, como si pudiera encontrar la respuesta a sus preguntas en el.
Mas estas no llegaron de Guille, sino de la fuerte presencia protectora de Rena, a la que Pam miró con ojos llenos de una confusión mas calmada y menos violenta, cuando al igual que Guille leyó el libro y de sus palabras capto una en especial que resonó en la mente de Pam, como esas campanillas que sonaban junto a la voz de Eitne.
-¿Somos...amigos? ¿Por eso...lloraba cuando alguno moría, me preocupaba si estabais mal...y os cuidaba cuando estabais tristes? ¿es por eso me habéis cuidado también...? ¿porque me queréis...?-pregunto con voz suave y temblorosa, con duda, sin responder a las cuestiones de Rena. Resultando una palabras extraña para decir, como si apenas hubiese cobrado algo de sentido en su cabeza, cosa que no era alejado de la realidad. Su vida había hecho imposible confiar en otros, querer a otros, ni poseer nada. Tenía mas experiencias de vida que la mayoría de sus compañeros de cosecha en ciertos ámbitos...pero nunca había tenido esas pequeñas cosas que construían la infancia de cualquier niño. Amistad o cariño eran cosas que sonaban a fantasía para ella, tan alejado que era inalcanzable.
Posiblemente no la entenderían, para ella el sentir cosas habían sido siempre un lujo y una maldición. Ser consciente de todo lo que no tenía, de todo lo que no iba a poder tener, no solo era la libertad o objetos materiales, era con todo. Estando siempre su vida entre dos opciones, entre los que la esclavizaban y entre los que la traicionaban, pocas opciones tuvo para saber lo que era apreciar a alguien y viceversa. No lo conocía y se resigno a que nunca lo haría al grado de volverse ciega a su propios sentimientos y a lo que los demás sintiera por ella.
La mona del queso bajo la vista cuando las primeras lagrimas silenciosas empezaron a resbalar por sus mejillas no sabiendo contenerlas, no sabiendo de donde habían surgido. No sentía rabia ni molestia en ese momento, solo un profundo dolor en el pecho y un extraño calor que recorría todo su pequeño cuerpo. Su mente era un mar de confusión y comprensión.
Había obtenido algo mas que magia y un nuevo cuerpo.
Y entonces recordó su reclamo a Tayron, fugaz y ligero en su mente, aquel momento cuando le corrigió diciéndole que no era una niña pequeña. Que equivocada estaba al decirlo.
Despacio y limpiándose las lagrimas con el dorso de la mano, levanto la vista de nuevo hacia Rena y Guille, confusa e incomoda, pero teniendo aun algo que decir como si con esa sola palabra se quitara un repentino peso de encima y la desazón incomoda que había sentido en todo ese tiempo. No iba a ser fácil acostumbrarse.
-Gracias...- susurro Pelusa mirándolos mientras una pequeña y algo tensa sonrisa se dibujaba en su facciones bañadas en lagrimas secas. La primera sonrisa de su vida, pues nunca había tenido motivos antes para hacerlo.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- Bellota
Ficha de cosechado
Nombre: Mónica Gutiérrez.
Especie: Humana (Española, madrileña de las afueras).
Habilidades: Espontaneidad, automotivación, imaginación.
Personajes : ● Mónica: Bruja de los espejos. Terrícola.
Heridas/enfermedades : ● Mónica: Pequeñas cicatrices por el cuerpo.
Manos heridas, chichón en la cabeza.
Armas : ●Mónica: Bolsito de pompones rosa multiusos.
Cuchillo del pan.
Espejos.
Status : «En busca de 12.: el romance».
Humor : No.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
26/11/18, 10:05 am
«Madre mía, qué de gente» pensó Mónica mientras el salón se llenaba de parloteos y ella se sentía, sin quererlo, algo fuera de lugar. Tras presentarse a Abejonejo y al resto (cuidando mucho de decir Mónica en lugar de Mon), se acercó de nuevo a Since y observó, sin saber por dónde empezar. Todos charlaban, cada uno a lo suyo, otro chico del mismo grupo con el que se habían encontrado acababa de bajar preguntando algo del Wi-Fi… La humana llevaba mucho tiempo sin interaccionar con tanta gente, y por eso se retrajo un poco mientras acunaba en las manos el vaso con el driv y el resto de las presentaciones se sucedían. Se sonrió con ganas ante el evidente entusiasmo del Cachorrillo, y luego decidió acercarse hacia donde estaba el pequeño rubiales a ver si en el libro que sostenía decía algo sobre ella.
—Hola —le dijo con una sonrisa al tiempo que trataba de echarle una mano con el libro, que parecía que podía aplastar al enano de lo grande que era—. Yo también soy una bruja, al parecer. ¿Me dejas mirar contigo este testamento a ver si me encuentro?
Leyó interesada la descripción del niño («Guillermo» se recordó) y luego, al distraerse este con sus amigos, acaparó el libro, buscando algo de espejos hasta que lo encontró.
—Detallista… ¿Narcisista? ¡Eh! ¡No soy narcisista! Solo aprecio la belleza reflejada —mascullaba a medida que iba leyendo—. Me agobia la oscuridad… ooooh, por eso no dormía bien sin luz… Memoria visual… ¡toma! Espera, ¿mejora de las capacidades físicas? ¡Sinceridad! —llamó—. ¡Sinceridad, dice que soy más fuerte! ¿Estoy ya supertocha? ¡Toca, toca, a ver si me sale bola! —exclamó flexionando los brazos, muerta de risa, antes de volver a la lectura.
Solo levantó la vista del mamotreto ante el pequeño drama que se había formado debido a la transformación de la chica con antenas y a sus amigos tratando de animarla e, insegura, sin saber qué hacer, echó una mirada a Sinceridad (a ver si ella sabía cómo comportarse), con toda la escena reflejándose en sus ojos. Ella, por ahora, haría como si fuera una planta de interior, quedándose muy quieta. Y reprimiendo las ganas de silbar para deshacer la tensión.
—Hola —le dijo con una sonrisa al tiempo que trataba de echarle una mano con el libro, que parecía que podía aplastar al enano de lo grande que era—. Yo también soy una bruja, al parecer. ¿Me dejas mirar contigo este testamento a ver si me encuentro?
Leyó interesada la descripción del niño («Guillermo» se recordó) y luego, al distraerse este con sus amigos, acaparó el libro, buscando algo de espejos hasta que lo encontró.
—Detallista… ¿Narcisista? ¡Eh! ¡No soy narcisista! Solo aprecio la belleza reflejada —mascullaba a medida que iba leyendo—. Me agobia la oscuridad… ooooh, por eso no dormía bien sin luz… Memoria visual… ¡toma! Espera, ¿mejora de las capacidades físicas? ¡Sinceridad! —llamó—. ¡Sinceridad, dice que soy más fuerte! ¿Estoy ya supertocha? ¡Toca, toca, a ver si me sale bola! —exclamó flexionando los brazos, muerta de risa, antes de volver a la lectura.
Solo levantó la vista del mamotreto ante el pequeño drama que se había formado debido a la transformación de la chica con antenas y a sus amigos tratando de animarla e, insegura, sin saber qué hacer, echó una mirada a Sinceridad (a ver si ella sabía cómo comportarse), con toda la escena reflejándose en sus ojos. Ella, por ahora, haría como si fuera una planta de interior, quedándose muy quieta. Y reprimiendo las ganas de silbar para deshacer la tensión.
- Los motes de los letarguinos… hasta que Mon se acostumbre a ellos:
- -Adru: ¿? (entre Abejonejo y Flash).
-Eitne: Cachorrillo.
-Neil: ¿? (barajando Grititos).
-Guille: ¿?
-Nime: ¿? (por ahora «con la que soñó Since»).
-Pelusa: ¿?
-Rena: ¿? (por ahora «OMG no me mates»).
-Milo: ¿?
-Rox: ¿?
-Zob: ¿?
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
27/11/18, 05:48 pm
Eitne seguía entendiendo el desencanto de Nime, pero a la vez, las cosas que explicó que podía hacer le parecieron muy, muy chulas. Cuando se volvió hacia ellos y les preguntó si la ayudarían, el niño asintió y dijo que sí con toda la efusividad de su voz cantarina. Solo para Nime.
Como antes, el niño hizo todo lo posible por enterarse de todo sobre sus amigos.
—¡Seguro que sí puedes con las penduquilarias, Guille! —dijo unicamente para el brujo—. ¡Vamos a ser los niños más fuertes de Rocavarancolia! —rio. Sus cascabeles esta vez también sonaron para Nime, además de Guille.
Cuando Rox bajó preguntando algo extraño el niño se quedó hipnotizado, paradójicamente. Había oído que era un cambiante, pero no se hizo una idea sobre cómo funcionaba hasta que vio el detalle con el que Rox había vuelto a convertirse en su yo pre-cosecha.
—¡Hola, Rox! ¡¡Tu pelo!! ¡Qué guay! —de nuevo, solo lo oiría el cambiante.
—¿Y a ti qué te dice, Zob? —preguntó unicamente para él.
La respuesta de Pam a su transformación le hizo arrugar el morro y el niño tuvo que contener un quejido. Se sentía eufórico y, en parte, ver a la gente descontenta le hacía sentir culpable de toda la felicidad que contenía en tan poco cuerpo. Él se había sentido igual esa mañana hasta que le dijeron lo que verdaderamente le ocurría y ahora creía que a todos les iba a costar tan poco como a él volver a sentirse bien. Eran los libros los que les daban el nombre y los motivos, ¿no tenían que alegrarse de entenderlo?
Por suerte, sus palabras le ayudaron a entender que a Pam le costaba creer que la querían y eso, según el niño, se solucionaba fácil.
—Claro que te queremos, Pam —dijo, su voz sonando solo en los oídos de la mona. Luego se giró a sus compañeros y esbozó una sonrisa amplia. Sus cascabeles se oyeron por toda la habitación, cuando arengó a sus amigos con más dulzura de la que un daeliciano medio podía soportar-: ¡Abrazo grupal!
El niño no lo dudó y cojeó tan rápido como pudo para abalanzarse sobre la mona del queso y darle un abrazo muy, muy fuerte.
Como antes, el niño hizo todo lo posible por enterarse de todo sobre sus amigos.
—¡Seguro que sí puedes con las penduquilarias, Guille! —dijo unicamente para el brujo—. ¡Vamos a ser los niños más fuertes de Rocavarancolia! —rio. Sus cascabeles esta vez también sonaron para Nime, además de Guille.
Cuando Rox bajó preguntando algo extraño el niño se quedó hipnotizado, paradójicamente. Había oído que era un cambiante, pero no se hizo una idea sobre cómo funcionaba hasta que vio el detalle con el que Rox había vuelto a convertirse en su yo pre-cosecha.
—¡Hola, Rox! ¡¡Tu pelo!! ¡Qué guay! —de nuevo, solo lo oiría el cambiante.
—¿Y a ti qué te dice, Zob? —preguntó unicamente para él.
La respuesta de Pam a su transformación le hizo arrugar el morro y el niño tuvo que contener un quejido. Se sentía eufórico y, en parte, ver a la gente descontenta le hacía sentir culpable de toda la felicidad que contenía en tan poco cuerpo. Él se había sentido igual esa mañana hasta que le dijeron lo que verdaderamente le ocurría y ahora creía que a todos les iba a costar tan poco como a él volver a sentirse bien. Eran los libros los que les daban el nombre y los motivos, ¿no tenían que alegrarse de entenderlo?
Por suerte, sus palabras le ayudaron a entender que a Pam le costaba creer que la querían y eso, según el niño, se solucionaba fácil.
—Claro que te queremos, Pam —dijo, su voz sonando solo en los oídos de la mona. Luego se giró a sus compañeros y esbozó una sonrisa amplia. Sus cascabeles se oyeron por toda la habitación, cuando arengó a sus amigos con más dulzura de la que un daeliciano medio podía soportar-: ¡Abrazo grupal!
El niño no lo dudó y cojeó tan rápido como pudo para abalanzarse sobre la mona del queso y darle un abrazo muy, muy fuerte.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
27/11/18, 05:56 pm
Hacía meses que Sinceridad no veía a tanta gente en un mismo sitio. Gente aparentemente feliz, dentro de las posibilidades de la ciudad, aunque algunos mostraron frustración. Ayudó a presentarlos cuando Pelusa lo pidió, pero eran muchos nombres que recordar en el otro grupo. Y muchas transformaciones a las que atender. Ya iría aprendiendo sobre ellos con el paso del tiempo.
También hacía años que no veía tantos libros. Libros de verdad. Con sus tapas duras, sus montones de páginas, y algunos con ilustraciones y cubiertas decoradas, otros más desgastados y sobrios. En Tierra Bruja como mucho había visto listas de herramientas, informes sobre el Coro, narraciones breves sobre la historia de las tribus o cuentos para los más pequeños. Pero solo podían soñar con tener libros como aquellos, algunos incluso más anchos que su cabeza. Y que tuvieran un sitio para guardarlos y protegerlos todos... <<Esta ciudad debió ser poderosa y rica en su momento, no la ruina que es ahora>> dedujo. Sin una calidad de vida mínima y un interés por su propia cultura, ¿quién iba a poner empeño en escribir libros y recursos para custodiarlos en una gran biblioteca? ¿Para qué?
Por eso, si hubiera estado sola, se habría tirado al suelo a mirarlos todos o enterrarse con ellos. Pero en aquella ocasión se limitó a pedir ayuda con toda la educación que sus nervios alterados le permitían y se enfrascó en su lectura del pasaje que le indicaron. Le parecía digno de otro mundo haber ido a parar a aquella ciudad y estar ahora leyendo sobre su transformación como si todo aquello fuera normal. Era irreal. Todos allí averiguando detalles sobre sus nuevos cuerpos. Una fantasía digna de aparecer en algún cuento para aterrorizar a las crías. Más aún si tenía en cuenta su transformación u otras aún más llamativas o "dañinas" al ojo.
Pero aún más llamativo le parecía el hecho de que aún no había podido "documentar" todos los ojos de que disponía, ni dónde estaban. Creía tener alguno más o alguno menos que la lista general del libro, pero más tarde se haría su propia lista. A solas y sin tanto escándalo ni tantos estímulos visuales.
Y mientras leía, escuchaba a los demás. Comentarios alegres, comentarios frustrados. Ella tenía casi el mismo derecho a sentirse frustrada, ya que descubrió que seguiría sin ser capaz de hacer magia. Pero igualmente tenía ilusión por sus nuevos ojos y lo que eran capaces de hacer. ¿Hasta qué punto no era magia lo que hacían? No entendía el mecanismo, no entendía algunas de las palabras que lo describían.
—Confirmado. No sé qué es el "electromagnetismo" —lo tuvo que leer muy despacio— pero aunque no puedo hacer hechizos como algunos, soy capaz de ver a través de las paredes. Lo aviso de antemano porque vamos a vivir muchos aquí y no quiero incomodar. Pero prometo no invadir la intimidad de nadie —les quiso asegurar.
Por alguna razón, no era capaz de percibir colores en las imágenes que veía a través de los muros. O bien no era capaz de verdad o bien tenía que practicarlo. Investigaría con más ahínco el funcionamiento "técnico-mágico" de los ojos, pero de momento le interesó poder confirmar que, en efecto, era usual crecer en altura y ganar musculatura, si necesidad de ejercicio alguno. Se había convertido en una criatura de magia, que funcionaba con magia pese a no ser capaz de exteriorizarla y darle su propia forma. Para ella, y para sus tribus, la roquense y la del refugio, era más que suficiente.
Entre tanto, la escena del otro grupo le llamó la atención. Ella no pintaba nada allí, se sentía fuera de lugar, o más aún, como una intrusa, y por ello se alejó un poco con su libro, la espalda pegada al marco de la puerta. Estaban muy unidos, se notaba de sobra, y no quería pisarles sitio. Pero le alegró verles así, y le pareció tierno. Necesitarían lazos así para sobrevivir en aquel sitio; ella, ellos y todos.
Pero más tarde se rió con la reacción de Mónica sobre su transformación. Sinceridad reaccionó igual tocándole como decía y mirándose sus propios brazos. Se notaba más pesada, pero también más ágil. Sí, lo pensaba continuamente, pero para ella era una maravilla, un milagro, haber tenido ese y otros cambios de la noche a la mañana. Y lo cierto era que aún notaba vibraciones de energía por su cuerpo, seguramente por influencia de la Luna.
—¡Oye, yo también tengo bolas de esas! Hasta las alas las noto más fuertes —las extendió un momento, con todos sus ojos cerrados con fuerza. Era lioso. Nunca había tenido que preocuparse de nada más al moverlas, pero ahora tenía ojos aquí y allá. Poco después las plegó de nuevo y añadió—: Es raro. Lo que no es raro es tu narcisismo, señorita narcisista, siempre limpiándote —le sacó la lengua entre risas.
Después volvió a abrir la boca, pero se contuvo y devolvió la vista al libro. Quería preguntar sobre cosas que no entendía, pero no quería ponerse en ridículo ni tampoco atosigar a Naeleth, que estaba respondiendo a todo. Desconocía términos como "enajenación" o "electromagnetismo", y para colmo le parceció que todos entendían lo que decían los libros sobre sus transformaciones. <<O bien mi mundo no es lo suficientemente avanzado como para entenderlo, o yo no estoy a la altura>> Esa espinita de ser o venir de una sociedad más primitiva siempre estaba presente.
También hacía años que no veía tantos libros. Libros de verdad. Con sus tapas duras, sus montones de páginas, y algunos con ilustraciones y cubiertas decoradas, otros más desgastados y sobrios. En Tierra Bruja como mucho había visto listas de herramientas, informes sobre el Coro, narraciones breves sobre la historia de las tribus o cuentos para los más pequeños. Pero solo podían soñar con tener libros como aquellos, algunos incluso más anchos que su cabeza. Y que tuvieran un sitio para guardarlos y protegerlos todos... <<Esta ciudad debió ser poderosa y rica en su momento, no la ruina que es ahora>> dedujo. Sin una calidad de vida mínima y un interés por su propia cultura, ¿quién iba a poner empeño en escribir libros y recursos para custodiarlos en una gran biblioteca? ¿Para qué?
Por eso, si hubiera estado sola, se habría tirado al suelo a mirarlos todos o enterrarse con ellos. Pero en aquella ocasión se limitó a pedir ayuda con toda la educación que sus nervios alterados le permitían y se enfrascó en su lectura del pasaje que le indicaron. Le parecía digno de otro mundo haber ido a parar a aquella ciudad y estar ahora leyendo sobre su transformación como si todo aquello fuera normal. Era irreal. Todos allí averiguando detalles sobre sus nuevos cuerpos. Una fantasía digna de aparecer en algún cuento para aterrorizar a las crías. Más aún si tenía en cuenta su transformación u otras aún más llamativas o "dañinas" al ojo.
Pero aún más llamativo le parecía el hecho de que aún no había podido "documentar" todos los ojos de que disponía, ni dónde estaban. Creía tener alguno más o alguno menos que la lista general del libro, pero más tarde se haría su propia lista. A solas y sin tanto escándalo ni tantos estímulos visuales.
Y mientras leía, escuchaba a los demás. Comentarios alegres, comentarios frustrados. Ella tenía casi el mismo derecho a sentirse frustrada, ya que descubrió que seguiría sin ser capaz de hacer magia. Pero igualmente tenía ilusión por sus nuevos ojos y lo que eran capaces de hacer. ¿Hasta qué punto no era magia lo que hacían? No entendía el mecanismo, no entendía algunas de las palabras que lo describían.
—Confirmado. No sé qué es el "electromagnetismo" —lo tuvo que leer muy despacio— pero aunque no puedo hacer hechizos como algunos, soy capaz de ver a través de las paredes. Lo aviso de antemano porque vamos a vivir muchos aquí y no quiero incomodar. Pero prometo no invadir la intimidad de nadie —les quiso asegurar.
Por alguna razón, no era capaz de percibir colores en las imágenes que veía a través de los muros. O bien no era capaz de verdad o bien tenía que practicarlo. Investigaría con más ahínco el funcionamiento "técnico-mágico" de los ojos, pero de momento le interesó poder confirmar que, en efecto, era usual crecer en altura y ganar musculatura, si necesidad de ejercicio alguno. Se había convertido en una criatura de magia, que funcionaba con magia pese a no ser capaz de exteriorizarla y darle su propia forma. Para ella, y para sus tribus, la roquense y la del refugio, era más que suficiente.
Entre tanto, la escena del otro grupo le llamó la atención. Ella no pintaba nada allí, se sentía fuera de lugar, o más aún, como una intrusa, y por ello se alejó un poco con su libro, la espalda pegada al marco de la puerta. Estaban muy unidos, se notaba de sobra, y no quería pisarles sitio. Pero le alegró verles así, y le pareció tierno. Necesitarían lazos así para sobrevivir en aquel sitio; ella, ellos y todos.
Pero más tarde se rió con la reacción de Mónica sobre su transformación. Sinceridad reaccionó igual tocándole como decía y mirándose sus propios brazos. Se notaba más pesada, pero también más ágil. Sí, lo pensaba continuamente, pero para ella era una maravilla, un milagro, haber tenido ese y otros cambios de la noche a la mañana. Y lo cierto era que aún notaba vibraciones de energía por su cuerpo, seguramente por influencia de la Luna.
—¡Oye, yo también tengo bolas de esas! Hasta las alas las noto más fuertes —las extendió un momento, con todos sus ojos cerrados con fuerza. Era lioso. Nunca había tenido que preocuparse de nada más al moverlas, pero ahora tenía ojos aquí y allá. Poco después las plegó de nuevo y añadió—: Es raro. Lo que no es raro es tu narcisismo, señorita narcisista, siempre limpiándote —le sacó la lengua entre risas.
Después volvió a abrir la boca, pero se contuvo y devolvió la vista al libro. Quería preguntar sobre cosas que no entendía, pero no quería ponerse en ridículo ni tampoco atosigar a Naeleth, que estaba respondiendo a todo. Desconocía términos como "enajenación" o "electromagnetismo", y para colmo le parceció que todos entendían lo que decían los libros sobre sus transformaciones. <<O bien mi mundo no es lo suficientemente avanzado como para entenderlo, o yo no estoy a la altura>> Esa espinita de ser o venir de una sociedad más primitiva siempre estaba presente.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
27/11/18, 07:26 pm
Adrune
Intentaba estar pendiente de todo a la vez y saber cómo se llamaba lo que era cada uno de sus compañeros, pero apenas pudo quedarse con casi nada. Iba de aquí para allá curioseando lo que leía cada uno por encima de su hombro, pues no sabía en qué libro se encontraba información sobre sí misma. De todos modos no le apetecía ponerse a leer en medio de aquella divertida reunión con tanta gente. No le preocupaban sus cambios y realmente solo quería saber por qué aparecían Adrus fantasmales y qué cosas era capaz de hacer, si podría hacer algo como Nime o si ella tenía capacidad de hacer magia. Lo que sí se aseguraría de conocer y recordar de inmediato sería el nombre de la transformación de Neil, aunque tenía claro que se trataba de uno de esos brujos.
Dio un salto en dirección a Rox cuando lo vio bajar las escaleras, feliz de verle de mejor humor que cuando se habían ido.
—¡Sí, sí, Naeleth dijo que sabía cuál era tu transformación! —Añadió tras Rena—. ¿Pero qué es eso de la clave del güifi?
Su curiosidad no sería saciada en ese momento al menos, pues su centro de atención pasó a ser Pelusa, que parecía haber visto algo sobre sus poderes que la habían disgustado aún más que a la libense. Cuando escuchó a Guille leer en voz alta lo que parecía que tenía que hacer la mona del queso si quería conseguir magia se sintió un tanto confusa al principio. Aunque ella sí había entendido lo que quería decir, el brujo humano tenía razón en que “provocar sufrimiento” no sonaba nada bien. Las palabras de Rena, no obstante, eliminaron cualquier duda al respecto.
—¡Eso es! Además aunque seas pequeña eres una persona muy fuerte —añadió mientras se colocaba delante de la irrense, frente a Pelusa y colocaba el brazo en posición de “sacar músculo” componiendo una expresión de determinación.
Lo que ocurrió a continuación, no obstante, la desconcertó mucho más. Ocurrió algo que no había pasado antes: Pelusa comenzó a llorar. Pero no solo eso, si no que dijo cosas que para ella no tenían mucho sentido. ¿La mona del queso no tenía claro que eran amigos y se querían? Al gamusino le resultaba difícil entender por qué Pelusa se sentí así, pero no dudó en lanzarse al abrazo cuando Eitne lo dijo y no solo debido a las propiedades embelesadoras de la bestia del crepúsculo.
—No se dan las gracias por eso —dijo con una gran sonrisa mientras abrazaba a Pelusa—. ¿A qué no?
Naeleth
Naeleth comenzaba a sentirse un tanto abrumada: había mucha gente a su alrededor y, como era lógico, todos tenían muchas preguntas, inseguridades o frustraciones. Cuando bajó Rox se apresuró a localizar el libro correcto y acercarlo al borde de la mesa más próximo a él.
—Sí: cambiante es una transformación fácilmente reconocible. Busca ese marcador en ese libro.
Zobriel le hizo una pregunta, por lo que se giró hacia él.
>>Ah... ¿La niebla mágica? Vale, no es un hechizo muy difícil.
Se abstrajo un momento mientras le escribía en una hoja el proceso para realizarlo. Cuando le tendió la hoja al basilisco atendió a Nime que le preguntaba sobre lo que le había dicho antes.
—Las runas son unos símbolos que se tienen que trazar y que si una persona con magia le cede su energía cualquier persona los puede activar si están diseñadas para ello, puedan hacer magia o no... —Hizo una pausa—. Lo siento si es una explicación confusa, es difícil resumir su funcionamiento de forma teórica cuando no se conocen las bases. Pero no te preocupes: hay muchos libros sobre runas también si te interesa.
La escena que tuvo a continuación con la spriggan le hizo sonreír, pero se mantuvo apartada y algo encogida en su asiento.
Intentaba estar pendiente de todo a la vez y saber cómo se llamaba lo que era cada uno de sus compañeros, pero apenas pudo quedarse con casi nada. Iba de aquí para allá curioseando lo que leía cada uno por encima de su hombro, pues no sabía en qué libro se encontraba información sobre sí misma. De todos modos no le apetecía ponerse a leer en medio de aquella divertida reunión con tanta gente. No le preocupaban sus cambios y realmente solo quería saber por qué aparecían Adrus fantasmales y qué cosas era capaz de hacer, si podría hacer algo como Nime o si ella tenía capacidad de hacer magia. Lo que sí se aseguraría de conocer y recordar de inmediato sería el nombre de la transformación de Neil, aunque tenía claro que se trataba de uno de esos brujos.
Dio un salto en dirección a Rox cuando lo vio bajar las escaleras, feliz de verle de mejor humor que cuando se habían ido.
—¡Sí, sí, Naeleth dijo que sabía cuál era tu transformación! —Añadió tras Rena—. ¿Pero qué es eso de la clave del güifi?
Su curiosidad no sería saciada en ese momento al menos, pues su centro de atención pasó a ser Pelusa, que parecía haber visto algo sobre sus poderes que la habían disgustado aún más que a la libense. Cuando escuchó a Guille leer en voz alta lo que parecía que tenía que hacer la mona del queso si quería conseguir magia se sintió un tanto confusa al principio. Aunque ella sí había entendido lo que quería decir, el brujo humano tenía razón en que “provocar sufrimiento” no sonaba nada bien. Las palabras de Rena, no obstante, eliminaron cualquier duda al respecto.
—¡Eso es! Además aunque seas pequeña eres una persona muy fuerte —añadió mientras se colocaba delante de la irrense, frente a Pelusa y colocaba el brazo en posición de “sacar músculo” componiendo una expresión de determinación.
Lo que ocurrió a continuación, no obstante, la desconcertó mucho más. Ocurrió algo que no había pasado antes: Pelusa comenzó a llorar. Pero no solo eso, si no que dijo cosas que para ella no tenían mucho sentido. ¿La mona del queso no tenía claro que eran amigos y se querían? Al gamusino le resultaba difícil entender por qué Pelusa se sentí así, pero no dudó en lanzarse al abrazo cuando Eitne lo dijo y no solo debido a las propiedades embelesadoras de la bestia del crepúsculo.
—No se dan las gracias por eso —dijo con una gran sonrisa mientras abrazaba a Pelusa—. ¿A qué no?
Naeleth
Naeleth comenzaba a sentirse un tanto abrumada: había mucha gente a su alrededor y, como era lógico, todos tenían muchas preguntas, inseguridades o frustraciones. Cuando bajó Rox se apresuró a localizar el libro correcto y acercarlo al borde de la mesa más próximo a él.
—Sí: cambiante es una transformación fácilmente reconocible. Busca ese marcador en ese libro.
Zobriel le hizo una pregunta, por lo que se giró hacia él.
>>Ah... ¿La niebla mágica? Vale, no es un hechizo muy difícil.
Se abstrajo un momento mientras le escribía en una hoja el proceso para realizarlo. Cuando le tendió la hoja al basilisco atendió a Nime que le preguntaba sobre lo que le había dicho antes.
—Las runas son unos símbolos que se tienen que trazar y que si una persona con magia le cede su energía cualquier persona los puede activar si están diseñadas para ello, puedan hacer magia o no... —Hizo una pausa—. Lo siento si es una explicación confusa, es difícil resumir su funcionamiento de forma teórica cuando no se conocen las bases. Pero no te preocupes: hay muchos libros sobre runas también si te interesa.
La escena que tuvo a continuación con la spriggan le hizo sonreír, pero se mantuvo apartada y algo encogida en su asiento.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
28/11/18, 05:39 pm
El gárgola se mantuvo de buen humor escuchando al resto y cómo miraban los libros. Lo cierto era que no tenía demasiada prisa y le daba igual que el resto fuese antes.
Algo sin embargo le hizo cambiar pronto de parecer. Volvió a sentir la rabía ascendiendo por su ser a la vez que Pelusa soltaba el libro sobre la mesa. <<¿Qué rayos me pasa?>> se preguntó mientras veía la escena ante sus ojos. Pronto, sin embargo, se pasó la sensación y asistió con interés al abrazo grupal del otro grupo. <<Si intento que nosotros hagamos eso alguno es capaz de soltarme un puñetazo>> pensó entre divertido y molesto.
Aprovechó el momento para coger el libro y buscar su propia transformación, no tardó demasiado en encontrarla.
-Facilidad para contagiarse del odio irracional por nada en concreto, la locura ajena y el deseo de venganza aunque no le incumba... me da que el que escribió esto no era como yo, menudo eufemismo - dijo cuando encontró lo que le pasaba.
<<Al parecer tengo magia, pero no entiendo esto del precio. Y también escupo algo raro... tendré que probarlo>> se dijo a sí mismo.
-Oíd, una pregunta. No es que quiera molestaros - dijo alzando la voz sobre el resto.- Mi precio de la magia es el fanatismo ajeno y la locura que lo acompaña. ¿Alguien me sabe explicar qué es eso del fanatismo?
Algo sin embargo le hizo cambiar pronto de parecer. Volvió a sentir la rabía ascendiendo por su ser a la vez que Pelusa soltaba el libro sobre la mesa. <<¿Qué rayos me pasa?>> se preguntó mientras veía la escena ante sus ojos. Pronto, sin embargo, se pasó la sensación y asistió con interés al abrazo grupal del otro grupo. <<Si intento que nosotros hagamos eso alguno es capaz de soltarme un puñetazo>> pensó entre divertido y molesto.
Aprovechó el momento para coger el libro y buscar su propia transformación, no tardó demasiado en encontrarla.
-Facilidad para contagiarse del odio irracional por nada en concreto, la locura ajena y el deseo de venganza aunque no le incumba... me da que el que escribió esto no era como yo, menudo eufemismo - dijo cuando encontró lo que le pasaba.
<<Al parecer tengo magia, pero no entiendo esto del precio. Y también escupo algo raro... tendré que probarlo>> se dijo a sí mismo.
-Oíd, una pregunta. No es que quiera molestaros - dijo alzando la voz sobre el resto.- Mi precio de la magia es el fanatismo ajeno y la locura que lo acompaña. ¿Alguien me sabe explicar qué es eso del fanatismo?
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Personajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
29/11/18, 02:35 am
El abrazo de Rena no le pilló por sorpresa, devolviéndole el gesto con la misma intensidad y un par de palmaditas en la espalda de añadido. El coreano agradecía en silencio la preocupación, así como le alegraba verla llena de energía. Después de todo, pensó, tenía mucho sentido que pudiera transformarse en oso.
—¡Si, si! No te preocupes, ya estoy mucho mejor. Solo necesitaba un corte de pelo. ¡¿A que sí?! —bromeó, a su vez respondiéndole a Eitne—. ¡Y ya! Como para no ver la pila de libros. —dirigió la vista a estos con una media sonrisa—. Ahora solo me queda saberme el nombre de lo que soy.
Adru contestó deprisa a su duda (y Rox tuvo que escurrir el bulto del Wi-fi respondiendo con "es complicado", preguntándose por el momento en el que dejaría de hacer chistes que solo unos pocos pillaban), y aunque no le hiciera especial gracia, sabía que Naeleth era su única fuente inmediata para conocerse a sí mismo. En lo que la joven se apresuró en dejar el libro que necesitaría a la vista, sin embargo, el australiano tuvo que tragarse su orgullo y aversión. Viendo lo dedicada que estaba en ayudar y el buen ambiente que había, tan mala como la había pintado inconscientemente no podía ser.
—Cambiante. No se han comido mucho el coco con el nombre. —dijo, seguido de una carcajada suave—. Gracias.
Para su propia sorpresa, su agradecimiento había sido sincero. Fue a acercarse al libro justo cuando Pam lanzó el suyo, interrumpiendo su acción.
Todas las reacciones que tuvo le hicieron alzar una ceja, estupefacto. Por un lado, por ver a Pelusa llorar por semejante cosa, por otro, porque era algo que para él -y posiblemente para todos- era obvio.
—O sea, ¿nos salvamos el culo durante casi un año y en serio te crees que no somos amigos? Tio Pelusa, eso está feo. —no había ofensa real ni reclamo en su tono, más bien lo contrario. Se esforzaba en sonar delicado aún dentro de la broma.
Los cascabeles de Eitne le hicieron sonreír un poco más, sin darle ningún tipo de vergüenza el numerito que montarían con el abrazo. Que más daba. Estaba acostumbrado a verles llorar por miedo, motivos cruentos, por nostalgia o la pérdida de alguien. Las lágrimas de felicidad eran de un material totalmente distinto. Y que precisamente fuese la mona del queso la que las derramaba le resultaba especialmente entrañable. Además, recordaba contadas veces las ocasiones en las que la había visto sonreír.
—Eso. —secundó a Adru, inclinándose para ponerse a mejor altura con Pam y abrazarla junto al resto—. Nada de gracias.
Se volteó, tardando unos segundos en separarse, con la pregunta del nublino que se había presentado como Eriel. Ladeó la cabeza con sutileza.
—Pues, cuando estás obsesionado con algo, ¿no? —respondió vagamente, viendo la duda del gárgola como algo de cajón. Mientras, se dirigía al libro que Naeleth le había indicado—. Rollo enfermizo, como los fanáticos religiosos o a los que les gusta demasiado un cantante famoso, o los ultras de un deporte.
—¡Si, si! No te preocupes, ya estoy mucho mejor. Solo necesitaba un corte de pelo. ¡¿A que sí?! —bromeó, a su vez respondiéndole a Eitne—. ¡Y ya! Como para no ver la pila de libros. —dirigió la vista a estos con una media sonrisa—. Ahora solo me queda saberme el nombre de lo que soy.
Adru contestó deprisa a su duda (y Rox tuvo que escurrir el bulto del Wi-fi respondiendo con "es complicado", preguntándose por el momento en el que dejaría de hacer chistes que solo unos pocos pillaban), y aunque no le hiciera especial gracia, sabía que Naeleth era su única fuente inmediata para conocerse a sí mismo. En lo que la joven se apresuró en dejar el libro que necesitaría a la vista, sin embargo, el australiano tuvo que tragarse su orgullo y aversión. Viendo lo dedicada que estaba en ayudar y el buen ambiente que había, tan mala como la había pintado inconscientemente no podía ser.
—Cambiante. No se han comido mucho el coco con el nombre. —dijo, seguido de una carcajada suave—. Gracias.
Para su propia sorpresa, su agradecimiento había sido sincero. Fue a acercarse al libro justo cuando Pam lanzó el suyo, interrumpiendo su acción.
Todas las reacciones que tuvo le hicieron alzar una ceja, estupefacto. Por un lado, por ver a Pelusa llorar por semejante cosa, por otro, porque era algo que para él -y posiblemente para todos- era obvio.
—O sea, ¿nos salvamos el culo durante casi un año y en serio te crees que no somos amigos? Tio Pelusa, eso está feo. —no había ofensa real ni reclamo en su tono, más bien lo contrario. Se esforzaba en sonar delicado aún dentro de la broma.
Los cascabeles de Eitne le hicieron sonreír un poco más, sin darle ningún tipo de vergüenza el numerito que montarían con el abrazo. Que más daba. Estaba acostumbrado a verles llorar por miedo, motivos cruentos, por nostalgia o la pérdida de alguien. Las lágrimas de felicidad eran de un material totalmente distinto. Y que precisamente fuese la mona del queso la que las derramaba le resultaba especialmente entrañable. Además, recordaba contadas veces las ocasiones en las que la había visto sonreír.
—Eso. —secundó a Adru, inclinándose para ponerse a mejor altura con Pam y abrazarla junto al resto—. Nada de gracias.
Se volteó, tardando unos segundos en separarse, con la pregunta del nublino que se había presentado como Eriel. Ladeó la cabeza con sutileza.
—Pues, cuando estás obsesionado con algo, ¿no? —respondió vagamente, viendo la duda del gárgola como algo de cajón. Mientras, se dirigía al libro que Naeleth le había indicado—. Rollo enfermizo, como los fanáticos religiosos o a los que les gusta demasiado un cantante famoso, o los ultras de un deporte.
- ♪♫♬:
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
29/11/18, 10:04 pm
Las palabras de Naeleth sobre la esencia atrajeron la atención inmediata de Rad. Aquella información le resultaba frustrante: era demasiado escasa, demasiado confusa... Pero también era algo. Una respuesta incompleta era mucho mejor que el vacío de aquellos meses atrás. Y, por aquello, algo de emoción le cosquilleaba en su mente.
Pronto se desató una escena que dejó al tipo E pasando su peso de una pierna a otra. Era la primera vez que escuchaba aquello de precio de la magia, pero no podía sino comprender a Pelusa. Daba igual si era a personas apreciadas o no, enterarse de que un requisito para obtener energía mágica era dañar a otras personas debía ser, cuanto menos, perturbador... lo cual le hacía preguntarse por qué sus amigos no parecían preocupados por aquello. Claro que, ¿cómo consolar ante semejante noticia?
Tan pronto como la chica volvió a hablar, sin embargo, Rad pasó de forma directa a no saber dónde poner su mirada. Aquellas pocas palabras dejaban constancia de lo difícil que debía haber sido su vida para desconocer el mero concepto de la amistad. Y, sin embargo, el desasosiego interior del carabés no hacía sino crecer. Todavía no tenía ni idea de cómo tratar estas situaciones, de cómo calmar a otras personas sin aplicar las estrictas y ciegas normas de su mundo natal. Menos todavía cuando era una desconocida absoluta.
—Una forma de energía que mantiene unidas las partículas que componen el mundo y forma tanto la luz visible como varios tipos de luz invisibles, entre otras cosas —explicó sucintamente a Sinceridad, sintiendo una corriente de alivio al poder ignorar de alguna forma la emocional escena que se desarrollaba justo delante de sus narices. Lo cierto es que no tenía problema alguno en lanzarse a explicar conceptos físicos si eso le permitía distraerse, pero la pregunta de Eriel interrumpió sus pensamientos sobre el tema. Rádar frunció algo el ceño, sintiendo un escalofrío ante sus palabras.
Había sabido que las transformaciones podían ser horrendas, había sospechado que eran el motor tras la oscuridad de aquella ciudad. Sospechar y saber, sin embargo, eran dos cosas muy distintas. La emoción de aquella luna se cristalizó en sus venas, dejándole un regusto viscoso en el estómago. Sus ganas de saber en qué se había convertido se habían evaporado por completo.
—Diría más bien que el fanatismo es... perseguir una idea de forma obsesiva, violenta, ignorando lo que la objetividad dicta acerca de esa idea —explicó tras Rox. La definición del humano le había parecido acertada a un nivel muy básico, pero demasiado incompleta.
Pronto se desató una escena que dejó al tipo E pasando su peso de una pierna a otra. Era la primera vez que escuchaba aquello de precio de la magia, pero no podía sino comprender a Pelusa. Daba igual si era a personas apreciadas o no, enterarse de que un requisito para obtener energía mágica era dañar a otras personas debía ser, cuanto menos, perturbador... lo cual le hacía preguntarse por qué sus amigos no parecían preocupados por aquello. Claro que, ¿cómo consolar ante semejante noticia?
Tan pronto como la chica volvió a hablar, sin embargo, Rad pasó de forma directa a no saber dónde poner su mirada. Aquellas pocas palabras dejaban constancia de lo difícil que debía haber sido su vida para desconocer el mero concepto de la amistad. Y, sin embargo, el desasosiego interior del carabés no hacía sino crecer. Todavía no tenía ni idea de cómo tratar estas situaciones, de cómo calmar a otras personas sin aplicar las estrictas y ciegas normas de su mundo natal. Menos todavía cuando era una desconocida absoluta.
—Una forma de energía que mantiene unidas las partículas que componen el mundo y forma tanto la luz visible como varios tipos de luz invisibles, entre otras cosas —explicó sucintamente a Sinceridad, sintiendo una corriente de alivio al poder ignorar de alguna forma la emocional escena que se desarrollaba justo delante de sus narices. Lo cierto es que no tenía problema alguno en lanzarse a explicar conceptos físicos si eso le permitía distraerse, pero la pregunta de Eriel interrumpió sus pensamientos sobre el tema. Rádar frunció algo el ceño, sintiendo un escalofrío ante sus palabras.
Había sabido que las transformaciones podían ser horrendas, había sospechado que eran el motor tras la oscuridad de aquella ciudad. Sospechar y saber, sin embargo, eran dos cosas muy distintas. La emoción de aquella luna se cristalizó en sus venas, dejándole un regusto viscoso en el estómago. Sus ganas de saber en qué se había convertido se habían evaporado por completo.
—Diría más bien que el fanatismo es... perseguir una idea de forma obsesiva, violenta, ignorando lo que la objetividad dicta acerca de esa idea —explicó tras Rox. La definición del humano le había parecido acertada a un nivel muy básico, pero demasiado incompleta.
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