Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
+20
Lathspell
Bellota
Lops
Tak
Giniroryu
Yber
Merodeador
Seth
Aes
Zarket
Jack
Dal
Alicia
Rocavarancolia Rol
Naeryan
Evanna
Leonart
Poblo
Muffie
Red
24 participantes
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
15/12/13, 04:28 am
Recuerdo del primer mensaje :
El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.
—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.
Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.
—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.
El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.
—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.
Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.
—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
10/10/18, 11:07 pm
Eriel miraba la ciudad, la contemplaba como si estuviera subido en un pedestal. De forma inconsciente buscó los lugares conocidos para él. Vio Rocavaragálago, pasó su mirada al castillo, las montañas y finalmente, con cierta pesadumbre, la posó en las ruinas de maciel.
No tardó en desviar la mirada hacia el astro rojo que coronaba el cielo. Había algo allí que lo llamaba, a querer escaparse de sus problemas, de la gravedad, de todo en la ciudad. Luego miraba la distancia al suelo y eso le medio convencía de no saltar y abrir las alas.
Terminó la comida antes de que el carabés subiese. Le ofreció sin embargo un trago de umbra.
-He bajado a la cocina, hay mundos de distancia entre lo que teníamos y ésto - le aseguró al ángel negro.
Suspiró entendiendo la pregunta de su amigo.
-Sí, yo también - aseveró.- Justo antes de que llegaras estaba pensando en saltar e intentar volar. Luego recordé que si fallo me mato desde esta distancia y eso me templó los ánimos.
-Quizá desde un lugar más bajo - añadió a media voz pensativo.
-¿Cómo te encuentras? - le preguntó queriendo conocer las impresiones de otra persona alada.- ¿Tú también las sientes ajenas? ¿Como si no debieran estar ahí pero sabiendo que no podría ser de otra forma?
No tardó en desviar la mirada hacia el astro rojo que coronaba el cielo. Había algo allí que lo llamaba, a querer escaparse de sus problemas, de la gravedad, de todo en la ciudad. Luego miraba la distancia al suelo y eso le medio convencía de no saltar y abrir las alas.
Terminó la comida antes de que el carabés subiese. Le ofreció sin embargo un trago de umbra.
-He bajado a la cocina, hay mundos de distancia entre lo que teníamos y ésto - le aseguró al ángel negro.
Suspiró entendiendo la pregunta de su amigo.
-Sí, yo también - aseveró.- Justo antes de que llegaras estaba pensando en saltar e intentar volar. Luego recordé que si fallo me mato desde esta distancia y eso me templó los ánimos.
-Quizá desde un lugar más bajo - añadió a media voz pensativo.
-¿Cómo te encuentras? - le preguntó queriendo conocer las impresiones de otra persona alada.- ¿Tú también las sientes ajenas? ¿Como si no debieran estar ahí pero sabiendo que no podría ser de otra forma?
- Naeryan
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Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 12:49 am
—Gracias —aceptó el trago. No se había dado cuenta hasta ahora, pero ahora que el nublino mencionaba la comida se encontró deseando que alguien trajera un poco de ella cuando subieran. Increíble que con todo lo que había pasado todavía pudiera sentir algo tan mundano como el hambre.
—Todavía no me fío de que podamos cogerla libremente —comentó—. Seguimos teniendo que compartirla... Sólo que con más personas.
Pensar en el resto de habitantes de la Sede le ponía nervioso. Rocavarancolia era impredecible y le era imposible saber si iban a estar rodeados de Tuétanos o de Tersas. Estar solos contra la ciudad era una sensación desamparante pero familiar: ahora sólo les aguardaba lo desconocido. A su espalda sus alas se envararon, y hasta que no lo notó no se dio cuenta de lo en guardia que le ponía realmente ese pensamiento.
Giró la cabeza con brusquedad hacia Eriel en cuanto mencionó la sensación.
—Sí, es exactamente eso —se le coló cierta ansia aliviada en la voz y se recolocó para mirar mejor a su compañero. Oírlo mencionado en voz alta era una bocanada de aire fresco, porque incluso formularlo en sus pensamientos avergonzaba al carabés por lo ridículo que sonaba. Sacudió la cabeza y rió entre dientes. Joder. Alguien le acababa de decir que quería tirarse de una torre a ver si volaba y lo peor era que le entendía perfectamente—. Es rarísimo. Sé perfectamente que me voy a abrir la cabeza como haga una tontería de ese calibre pero el cuerpo me pide...
Dejó la frase inconclusa y miró al vacío bajo ellos. Peligrosísimo. Imposible. Y aun así las alas querían sentir el viento entre ellas, lo intuía. Las notaba a su espalda, vivas y ávidas por batir. Gruñó para ahuyentar aquel impulso de su cabeza.
—El cielo está increíble con esa luna en lo alto.
Asintió. Él todavía no notaba aquella sensación de pertenencia, pero podía intuir que llegaría. A cada minuto que pasaba le costaba menos sentir los músculos y los tendones nuevos como propios.
—Sí —no pudo evitar sonar frustrado—. Y eso es casi lo peor, porque ni siquiera consigo convencerme todavía de que no van a desaparecer mañana y aun así quiero lanzarme desde un sitio alto.
Se detuvo a mirar las de Eriel, y con ellas el resto de cambios de su amigo.
—Con la locura de estas últimas horas ni siquiera sé si he visto todo lo que os ha pasado a cada uno —confesó—. Ahora pareces hecho de piedra —se preguntó si la textura de las alas del nublino tendría la misma consistencia.
—Todavía no me fío de que podamos cogerla libremente —comentó—. Seguimos teniendo que compartirla... Sólo que con más personas.
Pensar en el resto de habitantes de la Sede le ponía nervioso. Rocavarancolia era impredecible y le era imposible saber si iban a estar rodeados de Tuétanos o de Tersas. Estar solos contra la ciudad era una sensación desamparante pero familiar: ahora sólo les aguardaba lo desconocido. A su espalda sus alas se envararon, y hasta que no lo notó no se dio cuenta de lo en guardia que le ponía realmente ese pensamiento.
Giró la cabeza con brusquedad hacia Eriel en cuanto mencionó la sensación.
—Sí, es exactamente eso —se le coló cierta ansia aliviada en la voz y se recolocó para mirar mejor a su compañero. Oírlo mencionado en voz alta era una bocanada de aire fresco, porque incluso formularlo en sus pensamientos avergonzaba al carabés por lo ridículo que sonaba. Sacudió la cabeza y rió entre dientes. Joder. Alguien le acababa de decir que quería tirarse de una torre a ver si volaba y lo peor era que le entendía perfectamente—. Es rarísimo. Sé perfectamente que me voy a abrir la cabeza como haga una tontería de ese calibre pero el cuerpo me pide...
Dejó la frase inconclusa y miró al vacío bajo ellos. Peligrosísimo. Imposible. Y aun así las alas querían sentir el viento entre ellas, lo intuía. Las notaba a su espalda, vivas y ávidas por batir. Gruñó para ahuyentar aquel impulso de su cabeza.
—El cielo está increíble con esa luna en lo alto.
Asintió. Él todavía no notaba aquella sensación de pertenencia, pero podía intuir que llegaría. A cada minuto que pasaba le costaba menos sentir los músculos y los tendones nuevos como propios.
—Sí —no pudo evitar sonar frustrado—. Y eso es casi lo peor, porque ni siquiera consigo convencerme todavía de que no van a desaparecer mañana y aun así quiero lanzarme desde un sitio alto.
Se detuvo a mirar las de Eriel, y con ellas el resto de cambios de su amigo.
—Con la locura de estas últimas horas ni siquiera sé si he visto todo lo que os ha pasado a cada uno —confesó—. Ahora pareces hecho de piedra —se preguntó si la textura de las alas del nublino tendría la misma consistencia.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 01:14 am
Eriel se encogió de hombros aceptando de vuelta la jarra con umbra.
-Pues si es así lo siento por la persona a la que le he cogido queso - dijo sin sentirlo lo más mínimo.- Ahora yo también vivo aquí y no pienso pasar hambre.
No es que hubiesen pasado excesiva hambre anteriormente, las cestas que recogían de forma periódica lo habían evitado, pero era bien visible que el nublino había perdido peso.
Se rió con la descripción que dio el carabés. Entendía ese sentimiento, el querer sentir el viento en las alas, moverlas para ganar altura, dejarse caer...
-Estaba pensando que podríamos probar - le sugirió a su amigo.- No desde aquí claro, pero cualquiera de esas casas nos serviría para ello. Mañana por ejemplo.
-Sí, ciertamente la Luna es preciosa - convino.- Mucho mejor de lo que podía imaginar, ni siquiera en mis mejores sueños.
-No te sé decir, yo noto mi piel normal - le respondió.- Claro que yo tengo garras ahora, ni siquiera tengo ya cinco dedos en el pie por si no te habías fijado - dijo señalando los pies y el espolón que le salía de la parte de atrás.- Está claro que tú y yo somos diferentes aunque tengamos alas parecidas.
Extendió un ala hasta el carabés concentrándose en ello. Le costó moverla, quizá porque estaba pensando en ello. La joven gárgola recordó lo bien que se habían movido cuando estuvieron bajo Maciel.
-Dame tu opinión, ¿a ti que te parecen?
-Pues si es así lo siento por la persona a la que le he cogido queso - dijo sin sentirlo lo más mínimo.- Ahora yo también vivo aquí y no pienso pasar hambre.
No es que hubiesen pasado excesiva hambre anteriormente, las cestas que recogían de forma periódica lo habían evitado, pero era bien visible que el nublino había perdido peso.
Se rió con la descripción que dio el carabés. Entendía ese sentimiento, el querer sentir el viento en las alas, moverlas para ganar altura, dejarse caer...
-Estaba pensando que podríamos probar - le sugirió a su amigo.- No desde aquí claro, pero cualquiera de esas casas nos serviría para ello. Mañana por ejemplo.
-Sí, ciertamente la Luna es preciosa - convino.- Mucho mejor de lo que podía imaginar, ni siquiera en mis mejores sueños.
-No te sé decir, yo noto mi piel normal - le respondió.- Claro que yo tengo garras ahora, ni siquiera tengo ya cinco dedos en el pie por si no te habías fijado - dijo señalando los pies y el espolón que le salía de la parte de atrás.- Está claro que tú y yo somos diferentes aunque tengamos alas parecidas.
Extendió un ala hasta el carabés concentrándose en ello. Le costó moverla, quizá porque estaba pensando en ello. La joven gárgola recordó lo bien que se habían movido cuando estuvieron bajo Maciel.
-Dame tu opinión, ¿a ti que te parecen?
- Naeryan
Ficha de cosechado
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Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 02:20 pm
Sox apretó los labios. Su primer impulso ante una propuesta así era negarse, por supuesto, pero lo cierto era que la idea sonaba... atractiva. De forma completamente ilógica y estúpida, pero muy atractiva. De una manera primaria que no comprendía del todo se le antojaba todavía más estúpido que le hubieran brotado alas y no probarlas.
—Mañana —coincidió—. Si nos han salido es porque tienen que funcionar —o eso dictaba la lógica, por lo menos.
Dejó escapar una exclamación cuando Eriel le enseñó los espolones y alargó la mano para tocar el ala que el nublino había extendido en su dirección. Las notó diferentes a las suyas al tacto, rugosas y ásperas como la piedra pómez pero indudablemente vivas. Las describió despacio y con precisión a Eriel.
—Estás distinto —reconoció. El nublino, que siempre había sido de los más bajitos del torreón, ofrecía ahora una impresión completamente diferente. La inclusión de alas cambiaba por completo el espacio que ocupaba—. Tuétano te llamó gárgola. Debe haber más como tú.
Se giró para que Eriel pudiera verle mejor la espalda.
—A mí se me ha curado la herida de cuando salieron —se sintió casi culpable al confesarlo—. Y negra. No sé lo que significa.
Probó a mover sus propias alas cerca de sí y manoseó uno de los filos para comparar con su amigo, abstraído.
—Se me hace extrañísimo pensar en que van a quedarse para siempre. No consigo asimilarlo. Ni siquiera sé si me gustan o si debería enfadarme o las dos cosas.
Le habían modificado el cuerpo sin permiso, y aun así una parte de sí se hacía eco de las palabras de Eriel. Ningún otro cambio hubiera sido correcto.
—Mañana —coincidió—. Si nos han salido es porque tienen que funcionar —o eso dictaba la lógica, por lo menos.
Dejó escapar una exclamación cuando Eriel le enseñó los espolones y alargó la mano para tocar el ala que el nublino había extendido en su dirección. Las notó diferentes a las suyas al tacto, rugosas y ásperas como la piedra pómez pero indudablemente vivas. Las describió despacio y con precisión a Eriel.
—Estás distinto —reconoció. El nublino, que siempre había sido de los más bajitos del torreón, ofrecía ahora una impresión completamente diferente. La inclusión de alas cambiaba por completo el espacio que ocupaba—. Tuétano te llamó gárgola. Debe haber más como tú.
Se giró para que Eriel pudiera verle mejor la espalda.
—A mí se me ha curado la herida de cuando salieron —se sintió casi culpable al confesarlo—. Y negra. No sé lo que significa.
Probó a mover sus propias alas cerca de sí y manoseó uno de los filos para comparar con su amigo, abstraído.
—Se me hace extrañísimo pensar en que van a quedarse para siempre. No consigo asimilarlo. Ni siquiera sé si me gustan o si debería enfadarme o las dos cosas.
Le habían modificado el cuerpo sin permiso, y aun así una parte de sí se hacía eco de las palabras de Eriel. Ningún otro cambio hubiera sido correcto.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 09:39 pm
Cuando su muñeca terminó de girar completando la firma Tayron relajó los hombros, si la imponente mujer hablaba en serio significaba que el juego macabro al que habían sido invitados meses atrás había terminado. Al menos jugarían de una forma distinta. La Sede significaba muchas cosas, un lugar para gente que había pasado la prueba. Solo deseaba poder llamarle de momento hogar, más que un refugio.
Consiguió una habitación en el pasillo de la mayoría y a poder ser cerca de la de Hyun pero al final no supo con seguridad si el coreano quedó cerca suya, porque una vorágine en su interior sabía lo que se acercaba, aquel momento que solo implicaba desnudar sus pensamientos, quedar expuesto. Ni siquiera cayó en darle las gracias a Wheem.
Sus pupilas se dilataron cuando su manó tomó el pomo de la puerta, ajeno a su contacto. Dafne flotaba detrás suya en un extraño silencio.
Su dormitorio olía a cerrado, pero bastaba con un sitio donde poder acostarse, ahora mismo era lo que más le apetecía. Solo quería relajarse, y descansar por horas y horas. Pero las cosas no podían funcionar así. Se lo debía a ella.
-¿Puedes cerrar la...?- Pero se dio cuenta del error, la joven bajó la mirada al suelo- agg, cojones, soy gilipollas. Daf, lo siento- musitó al cerrar él la puerta.
-¡No! es decir, no te preocupes, no pasa nada Tay- dijo restándole importancia con un gesto de la mano. Le habría gustado explicar que estaba acostumbrada, pero no era cierto- supongo que... tenemos que hablar... oh, Tayron porfa, no hagas eso- dijo cuando le vio emocionarse, rompiéndose también ella, como si fuera el momento para vacíar todo el dolor. Dafne se acercó a la cama donde el chico reposaba con la espalda apoyada en la pared y la cola enrollada en su pierna.
Tayron prefirió taparse la cara con la almohada y verter todas sus lágrimas en ella.
-No-no- se atragantó, con el cuerpo débil y al límite- no es justo, no puedo llorar yo. Con todo lo que has tenido que pasar... madre mía Dafne. Estás aquí y no puedo, no sé que decir.
-Yo tampoco. Supongo que...- miró a sus ojos amarillos-... por el principio.
-No tiene que ser ahora- pero la joven fantasma contó su historia, su tragedia, y Tayron deseó abrazarla más que nunca.
-No entendía nada- Dafne hablaba con rapidez, parando cuando las palabras se convertían en notas mudas de dolor. Notaba cuchillos dentro de ella al revivirlo a pesar de que ya nada podía hacerle daño de esa forma- no sabía por qué estaba junto al río. Tardé un tiempo en recordar, una mujer me llevó, Dama Serena. A una habitación extraña repleta de... de gente como yo.
-De espíritus- se atrevió a decir, lamentándolo al instante.
-De marginados.
-No digas eso.
-Tayron, escúchame- y casi lo sacudió por acto reflejo- no sabes... no te haces ni una idea de lo que es. Tenía prohibido interferir- otro recuerdo más de que ya no pertenecía al grupo, de que se movía entre ellos como una extraña- pero sí podía acercarme.
El belga tragó saliva.
-Pero no lo hiciste- quiso completar. Dafne asintió- ¿por qué?.
-Yo...- quería contarle qué se sentía al ver como sus amigos lloraban su propia muerte, como se derrumbaban, transmitirle todo el dolor para el menos compartirlo, pero no sabía cómo- a veces os observaba, no era capaz de regresar. Podría haberoslo fastidiado todo, ya hice bastante.- Tay se desgarró al verla enterrar la cara en la palma de las manos y sintió la necesidad de tocarla. Un escalofrío le devolvió a su sitio- vuestro día a día, te-te te vi a tí llorándome, aún cuando no estaba muerta, no del todo. Les busqué.
-¿Están muertos verdad?- Dafne volvió a asentir, esta vez con mayor dificultad.
-He sido la única y todavía no se por qué. Quizás es un castigo, si tan solo no me hubiera llevado aquel estúpido colgante.
Tay reaccionó a tiempo.
-¡Dafne, no!. No fue tu culpa, ninguno lo vimos venir. Nos salvaste ¿me oyes?.
-Eso ya no importa, aquella gente, los otros como yo, estaban locos. Tayron ¿y si me vuelvo loca?. Algunos me hablaron, tenían más de cien años y cuerpo de doce. ¿Sabes que significa eso? ¿Logras comprenderlo?.
Tay lo comprendía, pero no quería decirlo en voz alta.
-Cuando cumplas los veinte seguiré teniendo esta edad, cuando cumplas los cincuenta seguirás saliendo con una chica de dieciocho años. Os veré morir.
-No me importa.
-A mí sí, no sabes lo que dices.
Tayron notaba como su interior se desataba como un huracán que quería barrer edifcios, arrasar con Rocavarancolia como esta había hecho con sus vidas. Se aclaró la garganta a la vez que se apartaba el pelo de la frente.
-Solo quería que volvieras y has vuelto. ¿No podemos quedarnos con eso?
Estaba ciego, y Dafne lo sabía, se le rompía el alma, si es que seguía teniéndola.
-Oh, Tayron- le susurró con mimo, sus dedos se deslizaron a milímitros de describir el contorno de su rostro con dulzura. Tayron cerró los ojos avistando lágrimas suicidas, casi podía notarla. Casi- no podemos tocarnos y sin embargo...- la hacía sentir viva, solo él. Había estado en coma, aunque hubiera vagado por sitios desde su muerte.
-Me niego a todo lo que implique que te vayas de mi lado. Quédate por favor- le rogó con las uñas hundidas en su rodilla.
-Tayron... .
-Demos tiempo, déjanos comprendernos, decidiremos luego. Por favor. Dafne, mírame- y tuvo que hacerlo. ¿Podía negarse acaso? ¿No habían sido presos desde que se conocieron en el instituto?. Había algo, una cuerda invisible que los unía desde entonces. Había estado tensa, casi a punto de romperse, ni siquiera la muerte había podido. Quería atarse a él mediante un nudo y no separarse nunca- por favor.
-Está bien- dijo, sabiendo que algo más fuerte hablaba por ella. Pero lo aceptó con amargura. Tayron tenía una venda en los ojos, tardaría en caérsele, pero no dudaba en que llegaría el día. Y pasaría todos y cada uno de los restantes temiendo el momento. Eso era estar muerta, esperar a que los vivos a los que has amado te abandonen, uno a uno.
-Gracias, no te arrepentirás- Dafne le devolvió una sonrisa maquillada. No, ella no. No sería ella quien lo lamentara.
Consiguió una habitación en el pasillo de la mayoría y a poder ser cerca de la de Hyun pero al final no supo con seguridad si el coreano quedó cerca suya, porque una vorágine en su interior sabía lo que se acercaba, aquel momento que solo implicaba desnudar sus pensamientos, quedar expuesto. Ni siquiera cayó en darle las gracias a Wheem.
Sus pupilas se dilataron cuando su manó tomó el pomo de la puerta, ajeno a su contacto. Dafne flotaba detrás suya en un extraño silencio.
Su dormitorio olía a cerrado, pero bastaba con un sitio donde poder acostarse, ahora mismo era lo que más le apetecía. Solo quería relajarse, y descansar por horas y horas. Pero las cosas no podían funcionar así. Se lo debía a ella.
-¿Puedes cerrar la...?- Pero se dio cuenta del error, la joven bajó la mirada al suelo- agg, cojones, soy gilipollas. Daf, lo siento- musitó al cerrar él la puerta.
-¡No! es decir, no te preocupes, no pasa nada Tay- dijo restándole importancia con un gesto de la mano. Le habría gustado explicar que estaba acostumbrada, pero no era cierto- supongo que... tenemos que hablar... oh, Tayron porfa, no hagas eso- dijo cuando le vio emocionarse, rompiéndose también ella, como si fuera el momento para vacíar todo el dolor. Dafne se acercó a la cama donde el chico reposaba con la espalda apoyada en la pared y la cola enrollada en su pierna.
Tayron prefirió taparse la cara con la almohada y verter todas sus lágrimas en ella.
-No-no- se atragantó, con el cuerpo débil y al límite- no es justo, no puedo llorar yo. Con todo lo que has tenido que pasar... madre mía Dafne. Estás aquí y no puedo, no sé que decir.
-Yo tampoco. Supongo que...- miró a sus ojos amarillos-... por el principio.
-No tiene que ser ahora- pero la joven fantasma contó su historia, su tragedia, y Tayron deseó abrazarla más que nunca.
-No entendía nada- Dafne hablaba con rapidez, parando cuando las palabras se convertían en notas mudas de dolor. Notaba cuchillos dentro de ella al revivirlo a pesar de que ya nada podía hacerle daño de esa forma- no sabía por qué estaba junto al río. Tardé un tiempo en recordar, una mujer me llevó, Dama Serena. A una habitación extraña repleta de... de gente como yo.
-De espíritus- se atrevió a decir, lamentándolo al instante.
-De marginados.
-No digas eso.
-Tayron, escúchame- y casi lo sacudió por acto reflejo- no sabes... no te haces ni una idea de lo que es. Tenía prohibido interferir- otro recuerdo más de que ya no pertenecía al grupo, de que se movía entre ellos como una extraña- pero sí podía acercarme.
El belga tragó saliva.
-Pero no lo hiciste- quiso completar. Dafne asintió- ¿por qué?.
-Yo...- quería contarle qué se sentía al ver como sus amigos lloraban su propia muerte, como se derrumbaban, transmitirle todo el dolor para el menos compartirlo, pero no sabía cómo- a veces os observaba, no era capaz de regresar. Podría haberoslo fastidiado todo, ya hice bastante.- Tay se desgarró al verla enterrar la cara en la palma de las manos y sintió la necesidad de tocarla. Un escalofrío le devolvió a su sitio- vuestro día a día, te-te te vi a tí llorándome, aún cuando no estaba muerta, no del todo. Les busqué.
-¿Están muertos verdad?- Dafne volvió a asentir, esta vez con mayor dificultad.
-He sido la única y todavía no se por qué. Quizás es un castigo, si tan solo no me hubiera llevado aquel estúpido colgante.
Tay reaccionó a tiempo.
-¡Dafne, no!. No fue tu culpa, ninguno lo vimos venir. Nos salvaste ¿me oyes?.
-Eso ya no importa, aquella gente, los otros como yo, estaban locos. Tayron ¿y si me vuelvo loca?. Algunos me hablaron, tenían más de cien años y cuerpo de doce. ¿Sabes que significa eso? ¿Logras comprenderlo?.
Tay lo comprendía, pero no quería decirlo en voz alta.
-Cuando cumplas los veinte seguiré teniendo esta edad, cuando cumplas los cincuenta seguirás saliendo con una chica de dieciocho años. Os veré morir.
-No me importa.
-A mí sí, no sabes lo que dices.
Tayron notaba como su interior se desataba como un huracán que quería barrer edifcios, arrasar con Rocavarancolia como esta había hecho con sus vidas. Se aclaró la garganta a la vez que se apartaba el pelo de la frente.
-Solo quería que volvieras y has vuelto. ¿No podemos quedarnos con eso?
Estaba ciego, y Dafne lo sabía, se le rompía el alma, si es que seguía teniéndola.
-Oh, Tayron- le susurró con mimo, sus dedos se deslizaron a milímitros de describir el contorno de su rostro con dulzura. Tayron cerró los ojos avistando lágrimas suicidas, casi podía notarla. Casi- no podemos tocarnos y sin embargo...- la hacía sentir viva, solo él. Había estado en coma, aunque hubiera vagado por sitios desde su muerte.
-Me niego a todo lo que implique que te vayas de mi lado. Quédate por favor- le rogó con las uñas hundidas en su rodilla.
-Tayron... .
-Demos tiempo, déjanos comprendernos, decidiremos luego. Por favor. Dafne, mírame- y tuvo que hacerlo. ¿Podía negarse acaso? ¿No habían sido presos desde que se conocieron en el instituto?. Había algo, una cuerda invisible que los unía desde entonces. Había estado tensa, casi a punto de romperse, ni siquiera la muerte había podido. Quería atarse a él mediante un nudo y no separarse nunca- por favor.
-Está bien- dijo, sabiendo que algo más fuerte hablaba por ella. Pero lo aceptó con amargura. Tayron tenía una venda en los ojos, tardaría en caérsele, pero no dudaba en que llegaría el día. Y pasaría todos y cada uno de los restantes temiendo el momento. Eso era estar muerta, esperar a que los vivos a los que has amado te abandonen, uno a uno.
-Gracias, no te arrepentirás- Dafne le devolvió una sonrisa maquillada. No, ella no. No sería ella quien lo lamentara.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
14/10/18, 05:33 pm
En no mucho apareció una rocavarancolesa que resultaba más intidante, o casi, que Tuétano. El tipo E sintió cómo tragaba su saliva con dificultad, casi convertida en una pastosa bola de barro. Aquella... rocavarancolesa, a falta de una palabra mejor, poseía unas heridas y cicatrices más, mucho más brutales, que las suyas propias. Rad no pudo evitar preguntarse por su origen, qué las había provocado, por qué había tomado la decisión de no borrárselas.
Él mismo había decidido que las marcas que cruzaban su cara se quedarían allí para siempre. Un amargo recordatorio de lo que había sucedido, de lo que habían llegado a ser. ¿Sería ese el caso de Cicatriz? Teniendo en cuenta que parecía ser nombrada por sus propias señales...
Toda la nueva información provocó una avalancha de sentimientos en el nuevo astrario. Alivio y amargura, principalmente, convertidas en un desbordamiento emocional difícil de definir. Unas explicaciones claras, concisas y fáciles de entender, al fin, después de demasiados meses donde había imperado un horrible silencio de radio. Las muertes no habrían sido menos dolorosas si hubieran hecho algo así desde el principio, pero Rádar sentía que, al menos, podrían haber sido menos amargas si hubiera habido algo más que desconocimiento, velos y misterios.
Aunque esto, de una forma extraña, no habían desaparecido. Ante sí solo había incertidumbre ante un futuro que no sabía cómo podría ser. Qué hacer, qué estudiar, de qué...
Una buena pregunta. ¿Los rocavarancoleses trabajaban de alguna manera? Por Wheem parecía que sí, pero esperaba sinceramente que hubiera más que burdeles. El Estado allí, desde luego, no parecía muy desarrollado. Por decirlo suavemente.
Una vez firmado el contrato no tardó mucho en pasar adentro con sus amigos, con unos pasos que amenazaban con volverse tambaleantes. La noche se extendía sobre él con todo su esplendor, la Luna Roja exigía su pleitesía, los miles, millones de puntos sobre su conciencia suplicaban por su atención. Y Rádar solo quería descansar y llorar por Nad, cuyo amargo recuerdo había resucitado Wheem; por Daer, que se había convertido antes de tiempo; por Charlie, que ni siquiera había podido entender qué ocurría; por Sak, que se había sacrificado para salvar a Barael...
Y por Dafne, cuya recompensa por su incalculable sacrificio había sido el peor de los castigos imaginables.
Rad se metió en su cuarto elegido, en el mismo pasillo que sus amigos. Cuando cerró la puerta soltó un suspiro tembloroso. Incluso a través de sus párpados veía la rojiza luz de la Luna Roja que se colaba a través de la ventana. Un charco de luz sangrienta, de alguna manera increíblemente atrayente.
No probó la cama. Los lujos que le proporcionaba ahora Rocavarancolia, después de tantos meses quejándose de su falta, sabían ahora a cenizas en su boca. No solo era amargos tenerlos, también cierta parte de sí deseaba otras cosas, buscaba otras cosas. Bailar bajo la magnífica luz de la Luna Roja, investigar qué eran él y el resto, decidir algo que hacer con su tiempo ahora que, aparentemente, ya no tenía que luchar por su vida. Acallar, de alguna manera, los infinitos pesos que se repartían por su conciencia, cuya naturaleza Rádar empezaba a sospechar cuál era.
El astrario recién nacido se sentó en el suelo, pellizcándose la nariz. Contra alas y garras él tenía, al parecer, intuiciones astronómicas y lunares de colores. La equivalencia, de alguna manera, no le resultaba del todo correcta.
Él mismo había decidido que las marcas que cruzaban su cara se quedarían allí para siempre. Un amargo recordatorio de lo que había sucedido, de lo que habían llegado a ser. ¿Sería ese el caso de Cicatriz? Teniendo en cuenta que parecía ser nombrada por sus propias señales...
Toda la nueva información provocó una avalancha de sentimientos en el nuevo astrario. Alivio y amargura, principalmente, convertidas en un desbordamiento emocional difícil de definir. Unas explicaciones claras, concisas y fáciles de entender, al fin, después de demasiados meses donde había imperado un horrible silencio de radio. Las muertes no habrían sido menos dolorosas si hubieran hecho algo así desde el principio, pero Rádar sentía que, al menos, podrían haber sido menos amargas si hubiera habido algo más que desconocimiento, velos y misterios.
Aunque esto, de una forma extraña, no habían desaparecido. Ante sí solo había incertidumbre ante un futuro que no sabía cómo podría ser. Qué hacer, qué estudiar, de qué...
Una buena pregunta. ¿Los rocavarancoleses trabajaban de alguna manera? Por Wheem parecía que sí, pero esperaba sinceramente que hubiera más que burdeles. El Estado allí, desde luego, no parecía muy desarrollado. Por decirlo suavemente.
Una vez firmado el contrato no tardó mucho en pasar adentro con sus amigos, con unos pasos que amenazaban con volverse tambaleantes. La noche se extendía sobre él con todo su esplendor, la Luna Roja exigía su pleitesía, los miles, millones de puntos sobre su conciencia suplicaban por su atención. Y Rádar solo quería descansar y llorar por Nad, cuyo amargo recuerdo había resucitado Wheem; por Daer, que se había convertido antes de tiempo; por Charlie, que ni siquiera había podido entender qué ocurría; por Sak, que se había sacrificado para salvar a Barael...
Y por Dafne, cuya recompensa por su incalculable sacrificio había sido el peor de los castigos imaginables.
Rad se metió en su cuarto elegido, en el mismo pasillo que sus amigos. Cuando cerró la puerta soltó un suspiro tembloroso. Incluso a través de sus párpados veía la rojiza luz de la Luna Roja que se colaba a través de la ventana. Un charco de luz sangrienta, de alguna manera increíblemente atrayente.
No probó la cama. Los lujos que le proporcionaba ahora Rocavarancolia, después de tantos meses quejándose de su falta, sabían ahora a cenizas en su boca. No solo era amargos tenerlos, también cierta parte de sí deseaba otras cosas, buscaba otras cosas. Bailar bajo la magnífica luz de la Luna Roja, investigar qué eran él y el resto, decidir algo que hacer con su tiempo ahora que, aparentemente, ya no tenía que luchar por su vida. Acallar, de alguna manera, los infinitos pesos que se repartían por su conciencia, cuya naturaleza Rádar empezaba a sospechar cuál era.
El astrario recién nacido se sentó en el suelo, pellizcándose la nariz. Contra alas y garras él tenía, al parecer, intuiciones astronómicas y lunares de colores. La equivalencia, de alguna manera, no le resultaba del todo correcta.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
15/10/18, 01:01 pm
La gárgola sonrió abiertamente cuando Sox aceptó su propuesta. Mañana las probarían, tenían que funcionar. La expectación por volar aceleraba el corazón del nublino de una manera increíble.
-¿También te pasa a ti que sólo de pensar en intentarlo mañana se te acelera el corazón? - le preguntó a su compañero alado.
Escuchó la explicación de Sox y notó su tacto en las alas. Era raro y en cierto modo le hacía cosquillas.
-Sí, gárgola - dijo a media voz.- Mi transformación debe de llamarse así, lo que indica que no soy el primero. Cosa que es buena, seguro que puedo encontrar cosas de mí en esa biblioteca que nos mencionó Wheem.
-Mis heridas también se curaron - le dijo al carabés,- incluso he recuperado el ojo, y todas mis cicatrices han desaparecido.
Tocó la espalda del ángel negro en la zona ennegrecida y luego su piel normal, Eriel no notaba que fuese distinta salvo en color y así se lo dijo a su amigo.
-Puedes enfadarte si quieres - respondió riendo.- Pero no se van a ir a ningún sitio. Yo me alegro, poder volar nos va a ofrecer unas vistas increíbles. Podremos llegar donde ni siquiera soñamos, y podemos llevarnos a alguno de nuestros compañeros para que sepan lo que es.
-Hablando de ellos, ¿qué rayos están haciendo? ¿Fabricarse la cama? - preguntó ligeramente molesto por la tardanza de sus amigos.
-¿También te pasa a ti que sólo de pensar en intentarlo mañana se te acelera el corazón? - le preguntó a su compañero alado.
Escuchó la explicación de Sox y notó su tacto en las alas. Era raro y en cierto modo le hacía cosquillas.
-Sí, gárgola - dijo a media voz.- Mi transformación debe de llamarse así, lo que indica que no soy el primero. Cosa que es buena, seguro que puedo encontrar cosas de mí en esa biblioteca que nos mencionó Wheem.
-Mis heridas también se curaron - le dijo al carabés,- incluso he recuperado el ojo, y todas mis cicatrices han desaparecido.
Tocó la espalda del ángel negro en la zona ennegrecida y luego su piel normal, Eriel no notaba que fuese distinta salvo en color y así se lo dijo a su amigo.
-Puedes enfadarte si quieres - respondió riendo.- Pero no se van a ir a ningún sitio. Yo me alegro, poder volar nos va a ofrecer unas vistas increíbles. Podremos llegar donde ni siquiera soñamos, y podemos llevarnos a alguno de nuestros compañeros para que sepan lo que es.
-Hablando de ellos, ¿qué rayos están haciendo? ¿Fabricarse la cama? - preguntó ligeramente molesto por la tardanza de sus amigos.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
16/10/18, 01:51 pm
-Son preciosos.
Tayron sonrió para sus adentros, hacía tiempo que no intercambiaban halagos, recordó la bonita sensación de hacerlo. Se encontraba revoleado en su cama a pata suelta mientras se ponía al día con Dafne sobre todo. Justo en aquel momento charlaban sobre los dones que la Luna le había otorgado. Las mariposas de su vientre continuaban con vida.
-Me alegro que de que te molen. Pero no sé para que sirven, no es como si fueran dos linternas que iluminen. Ni veo en la oscuridad- Tayron torció la boca cuando Dafne introdujo uno de sus dedos en su cola. El belga se estremeció- y luego está eso. ¿Por qué una cola?- murmuró- ¿mi espíritu animal es un mono?. Me he quedado a medias.
Dafne parpadeó con lentitud mirándole fijamente, eso era otra cosa que echaba de menos, la muerte se había llevado su verde intenso, el símbolo más significativo de que estaba repleta de vida. Ahora podía ver sus ojos y al mismo tiempo el marco de la puerta.
-La Luna ha sido prudente, Tayron. Imagínate con alas. Si los tontos volaran... . No me imagino alguien más adecuado que Sox para tenerlas, está todo relacionado.
-¿Y qué me dices de Eriel?. No es el ser más prudente.- Dafne esgrimió una sonrisa a medias.
-No, desde luego que no. Ya lo encontrarás, estoy segura de que lo que la Luna te ha deparado es algo grande. No puede ser de otra forma.
-Acepto, pero me pido volar con Sox, es más fiable- dijo al llegar arriba- y lo siento amigos, casi se me olvidaba- mintió. Tayron se situó cerca de ellos y sintió el flujo del astro rojo bullir por sus venas. Era más fuerte y poderoso, estaba seguro de ello. Luego bajó la vista, agarrándose al hombro del nublino para no perder el equilibrio, la longitud de su nueva cola seguirían siendo molesta- Daf... Dafne está abajo- dijo de repente más cabizbajo. Todo aquello era extraño, cuánto tiempo había hablado con ellos de la noruega en pasado y ahora hacerlo en presente. Seguía sin hacerse a la idea- es muy raro. Todo, todos nosotros y ella. No ha querido subir.
Tayron sonrió para sus adentros, hacía tiempo que no intercambiaban halagos, recordó la bonita sensación de hacerlo. Se encontraba revoleado en su cama a pata suelta mientras se ponía al día con Dafne sobre todo. Justo en aquel momento charlaban sobre los dones que la Luna le había otorgado. Las mariposas de su vientre continuaban con vida.
-Me alegro que de que te molen. Pero no sé para que sirven, no es como si fueran dos linternas que iluminen. Ni veo en la oscuridad- Tayron torció la boca cuando Dafne introdujo uno de sus dedos en su cola. El belga se estremeció- y luego está eso. ¿Por qué una cola?- murmuró- ¿mi espíritu animal es un mono?. Me he quedado a medias.
Dafne parpadeó con lentitud mirándole fijamente, eso era otra cosa que echaba de menos, la muerte se había llevado su verde intenso, el símbolo más significativo de que estaba repleta de vida. Ahora podía ver sus ojos y al mismo tiempo el marco de la puerta.
-La Luna ha sido prudente, Tayron. Imagínate con alas. Si los tontos volaran... . No me imagino alguien más adecuado que Sox para tenerlas, está todo relacionado.
-¿Y qué me dices de Eriel?. No es el ser más prudente.- Dafne esgrimió una sonrisa a medias.
-No, desde luego que no. Ya lo encontrarás, estoy segura de que lo que la Luna te ha deparado es algo grande. No puede ser de otra forma.
-Acepto, pero me pido volar con Sox, es más fiable- dijo al llegar arriba- y lo siento amigos, casi se me olvidaba- mintió. Tayron se situó cerca de ellos y sintió el flujo del astro rojo bullir por sus venas. Era más fuerte y poderoso, estaba seguro de ello. Luego bajó la vista, agarrándose al hombro del nublino para no perder el equilibrio, la longitud de su nueva cola seguirían siendo molesta- Daf... Dafne está abajo- dijo de repente más cabizbajo. Todo aquello era extraño, cuánto tiempo había hablado con ellos de la noruega en pasado y ahora hacerlo en presente. Seguía sin hacerse a la idea- es muy raro. Todo, todos nosotros y ella. No ha querido subir.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades: Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
16/10/18, 09:37 pm
Sacudió la cabeza, conteniendo una sonrisa con los labios apretados. No quería reconocerlo pero lo cierto era que sí. Algo dentro de él vibraba de expectación cuando pensaba en echar a volar, le increpaba que por qué no estaba intentándolo ahora mismo. Sintió cómo la anticipación se trasladaba a las junturas de sus alas, haciéndolas temblar brevemente.
Sí que asintió ante la mención de la biblioteca.
—Se me hace muy extraño pensar en que no vamos a tener que quedarnos con las dudas, como siempre —comentó—. Que ahora hay una biblioteca a la que ir y ya está.
Le hacía preguntarse qué habría a continuación, qué clase de prueba requería tener tanta información a su disposición para ser superada. Era pronto para saberlo, para especular sobre qué exigiría la ciudad ahora de ellos, pero Rocavarancolia ya había hecho presa sobre su alma sin que él lo supiera. Siempre se sentiría puesto a prueba, en la siguiente fase de un examen cuyas reglas no le explicarían nunca pero a las que debía sobrevivir con uñas y dientes.
—Es verdad —eso era lo que le había estado encontrando extraño en el rostro de Eriel sin darse cuenta: la inclusión del ojo a cuya ausencia justo se había acostumbrado antes de la Luna. Se acordó entonces del muñón desaparecido de Barael—. Debe ser a causa de la Luna entonces. A mí se me han borrado los tatuajes también. Para la clase de magia que sea esto deben contar como cicatrices.
Se resistía a creerlo, pero aun con la cantidad de cambios extraños a los que les había sometido el astro rojo les había hecho inequívocamente un favor.
Estaba a punto de objetar a las palabras de Eriel, argumentar que el que les hubieran salido extremidades nuevas no era nada que tomarse a la ligera, pero la llegada de Tay le sacó los pensamientos de la cabeza.
—¿Disculpa? —alzó las cejas. Ya le costaba visualizarse volando a secas, haciendo uso de aquellas alas como lo hacía de sus piernas, y más todavía más cargando con otra persona. Pero lo cierto era que sí, que cada músculo en sus brazos le susurraba que ahora podía: que era distinto, más fuerte, poderoso, que levantar peso era ahora una minucia.
Se puso rígido enseguida ante la mención del espectro. No se dio cuenta, pero su nueva envergadura lo hacía mucho más perceptible.
—Tay, ¿cómo puedes estar tan seguro de que es Dafne de verdad? ¿Te ha dicho de dónde ha salido?
Sí que asintió ante la mención de la biblioteca.
—Se me hace muy extraño pensar en que no vamos a tener que quedarnos con las dudas, como siempre —comentó—. Que ahora hay una biblioteca a la que ir y ya está.
Le hacía preguntarse qué habría a continuación, qué clase de prueba requería tener tanta información a su disposición para ser superada. Era pronto para saberlo, para especular sobre qué exigiría la ciudad ahora de ellos, pero Rocavarancolia ya había hecho presa sobre su alma sin que él lo supiera. Siempre se sentiría puesto a prueba, en la siguiente fase de un examen cuyas reglas no le explicarían nunca pero a las que debía sobrevivir con uñas y dientes.
—Es verdad —eso era lo que le había estado encontrando extraño en el rostro de Eriel sin darse cuenta: la inclusión del ojo a cuya ausencia justo se había acostumbrado antes de la Luna. Se acordó entonces del muñón desaparecido de Barael—. Debe ser a causa de la Luna entonces. A mí se me han borrado los tatuajes también. Para la clase de magia que sea esto deben contar como cicatrices.
Se resistía a creerlo, pero aun con la cantidad de cambios extraños a los que les había sometido el astro rojo les había hecho inequívocamente un favor.
Estaba a punto de objetar a las palabras de Eriel, argumentar que el que les hubieran salido extremidades nuevas no era nada que tomarse a la ligera, pero la llegada de Tay le sacó los pensamientos de la cabeza.
—¿Disculpa? —alzó las cejas. Ya le costaba visualizarse volando a secas, haciendo uso de aquellas alas como lo hacía de sus piernas, y más todavía más cargando con otra persona. Pero lo cierto era que sí, que cada músculo en sus brazos le susurraba que ahora podía: que era distinto, más fuerte, poderoso, que levantar peso era ahora una minucia.
Se puso rígido enseguida ante la mención del espectro. No se dio cuenta, pero su nueva envergadura lo hacía mucho más perceptible.
—Tay, ¿cómo puedes estar tan seguro de que es Dafne de verdad? ¿Te ha dicho de dónde ha salido?
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- InvitadoInvitado
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
21/10/18, 02:09 am
Rena esta vez fue más o menos a la cabeza del grupo. Más o menos porque le costaba bastante esfuerzo mantener el ritmo y además no podía dejar de estar pendiente de los recién llegados. Eran tan raros como ellos y parecían igual de despistados con toda la situación, pero uno nunca podía fiarse.
Cuando divisaron el minarete rojo la osa resopló aliviada. El edificio estaba en mejores condiciones que cualquiera que hubieran visto en la ciudad y además tenía un aspecto incluso… agradable. Alzó el hocico para olisquear el ambiente en busca de olores nuevos. Detectó trazas de algunos, todos desconocidos, pero muchos eran recientes. Uno en particular hizo que se le erizara el pelo del lomo; olía a bestia, a depredador y a sangre fresca. También olía a peligro. Una loba gigantesca que caminaba sobre dos patas salió a recibirles al portón de entrada. Rena se irguió sobre los cuartos traseros en actitud amenazadora, poniéndose entre la loba y el resto del grupo. Soltó un gruñido de advertencia, dejando caer el brazo mecánico de su boca. Pero a la bestia le bastó un gesto para que la ursántropa reculara, casi cayéndose.
-Suficientes tonterías -dijo.
Se presentó como Cicatriz, Comandante de los ejércitos de Rocavarancolia y miembro del Consejo. Les dio la bienvenida a la ciudad oficialmente. Habían pasado la prueba, decía, y en ese refugio podrían desarrollar sus nuevas habilidades teniendo todas las necesidades cubiertas. Un panfleto informativo apareció frente a sus narices y Rena le dio un manotazo para estamparlo contra el suelo. Leyó por encima las partes que no estaban cubiertas por su garra. Tenía un montón de preguntas, desgraciadamente no podía formularlas.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
21/10/18, 11:56 pm
El surrealismo de la situación dejó a Nime demasiado descolocada. Querría preguntarle mil cosas a Sinceridad, pero no era el momento. Sabía que tenía que esperar su turno, ya que el reencuentro era una prioridad en aquel momento. Ella también tenía curiosidad sobre la procedencia de aquel grupo y por qué era tan reducido, cuando los sinhadres siempre habían contado que había bastante más gente. Temió que hubiesen muerto, pero luego vinieron las explicaciones y, mientras seguían caminando, atendió a todo lo que se dijo al respecto.
—Sí —le respondió a Guille cuando comentó que parecían majos—. Si el sueño fue real… bueno, real no, pero si lo compartirmos, si aquella era la misma Sinceridad… entonces sé que es de fiar.
Al cabo de un tiempo caminando apareció al fondo el minarete que buscaban. Tenía que ser aquel porque, comparado con los edificios de alrededor, estaba en mucho mejor estado. Era un edificio demasiado alto para no sucumbir al abandono fácilmente, y además de madera. A Nime le pareció muy bonito y acogedor, aunque seguía sintiendo cierto recelo por desconocer lo que se iba a encontrar allí.
En la puerta una loba bípeda y muy intimidante salió a recibirlos. Nime se preocupó por un momento, y especialmente al retroceder Rena, pero Cicatriz solo estaba allí para explicarles cómo funcionaba todo aquello. Al menos finalmente alguien les explicaba algo, pero era demasiado extraño de repente ser tratados como merecían desde el principio. Nime no tenía fuerzas ni para protestar. Después de todo por lo que habían pasado estaba claro que lo que ella había imaginado cuando estaba en Libo solo era una farsa.
Recogió el panfleto con escepticismo y se quedó pasmada con él en la mano. Ni siquiera lo leyó. Terminó por guardarlo y comenzó a andar hacia la puerta. En su nueva casa habría más gente que no conocía, y gente que llevaba más años transformados que ellos. Tragó saliva antes de atravesar aquel umbral protegido con magia.
El interior resultaba acogedor, especialmente si se comparaba con lo que estaban acostumbrados. Más luminoso, confortable y habitable. Nime pensó que se merecían eso y más por haber sobrevivido a todos los contratiempos que habían vivido. Por lo menos una fiesta del calibre de la que habían hecho en el palacio de la reina para la cosecha.
—Yo quería que nos guiaran por aquí. Parece lioso… ¿eso es la cocina? —Señaló hacia el fondo. También había unas escaleras—. ¿Y cómo sabemos qué cuartos están libres?
—Sí —le respondió a Guille cuando comentó que parecían majos—. Si el sueño fue real… bueno, real no, pero si lo compartirmos, si aquella era la misma Sinceridad… entonces sé que es de fiar.
Al cabo de un tiempo caminando apareció al fondo el minarete que buscaban. Tenía que ser aquel porque, comparado con los edificios de alrededor, estaba en mucho mejor estado. Era un edificio demasiado alto para no sucumbir al abandono fácilmente, y además de madera. A Nime le pareció muy bonito y acogedor, aunque seguía sintiendo cierto recelo por desconocer lo que se iba a encontrar allí.
En la puerta una loba bípeda y muy intimidante salió a recibirlos. Nime se preocupó por un momento, y especialmente al retroceder Rena, pero Cicatriz solo estaba allí para explicarles cómo funcionaba todo aquello. Al menos finalmente alguien les explicaba algo, pero era demasiado extraño de repente ser tratados como merecían desde el principio. Nime no tenía fuerzas ni para protestar. Después de todo por lo que habían pasado estaba claro que lo que ella había imaginado cuando estaba en Libo solo era una farsa.
Recogió el panfleto con escepticismo y se quedó pasmada con él en la mano. Ni siquiera lo leyó. Terminó por guardarlo y comenzó a andar hacia la puerta. En su nueva casa habría más gente que no conocía, y gente que llevaba más años transformados que ellos. Tragó saliva antes de atravesar aquel umbral protegido con magia.
El interior resultaba acogedor, especialmente si se comparaba con lo que estaban acostumbrados. Más luminoso, confortable y habitable. Nime pensó que se merecían eso y más por haber sobrevivido a todos los contratiempos que habían vivido. Por lo menos una fiesta del calibre de la que habían hecho en el palacio de la reina para la cosecha.
—Yo quería que nos guiaran por aquí. Parece lioso… ¿eso es la cocina? —Señaló hacia el fondo. También había unas escaleras—. ¿Y cómo sabemos qué cuartos están libres?
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/10/18, 05:48 pm
Eitne respondió a Guille con un tono de voz muy bajo, pero que tanto él como Nime pudieron escuchar con claridad.
—Creo que son buenas personas —dijo, convencido sobre todo por lo que decía la libense. Eitne nunca había sido una persona muy incrédula y eso no había cambiado: creía a pies juntillas que Nime había compartido un sueño con Sinceridad. No lo pondría en duda nunca.
Caminó cabizbajo, con gestos tan encogidos que le hacían parecer aun más pequeño entre las muletas. No miró hacia arriba hasta que vieron la sede y, por suerte para él, fue suficiente para que sus preocupaciones pasaran a un segundo plano. El minarete era un edificio super llamativo, de un rojo intenso que le provocó una sonrisa al niño; una sonrisa como la del león que fue anoche: amplia, llena de dientes y fascinación.
—Ala... —exclamó.
Luego se fijó en la criatura que se acercaba a ellos por la otra punta de la calle. El escalofrío se contagió a las muletas y Eitne no se cayó porque ya tenía experiencia siendo cojo. Temió por Rena hasta que la criatura bípeda habló y reveló sus verdaderas intenciones: ¡Venía a saludarlos! Eitne se estiró para escucharla, adquiriendo una postura más abierta. La emoción volvía sin quererlo, la alegría de algo tan sencillo como que un ciudadano les explicara las cosas. Era un cambio a mejor, después de tantos meses de incertidumbre.
Cuando la loba, que se presentó como Cicatriz, acabó de hablar, Eitne se acercó con un par de saltos a la pata coja y se dirigió a ella. Lo hizo con tan mala fortuna que su susurro sonó en los oídos de todos los que aun no habían entrado al edificio.
—Hola, señora Cicatriz, soy Eitne —se presentó con su voz dulce, tintineante—. ¿Puedo preguntarte si la Luna puede arrepentirse? Es que ayer era un león de humo negro y hoy vuelvo a ser... —Calló una palabra de autodesprecio y guardó silencio durante un segundo, necesario para expresarse mejor—. Vuelvo a ser yo.
—Creo que son buenas personas —dijo, convencido sobre todo por lo que decía la libense. Eitne nunca había sido una persona muy incrédula y eso no había cambiado: creía a pies juntillas que Nime había compartido un sueño con Sinceridad. No lo pondría en duda nunca.
Caminó cabizbajo, con gestos tan encogidos que le hacían parecer aun más pequeño entre las muletas. No miró hacia arriba hasta que vieron la sede y, por suerte para él, fue suficiente para que sus preocupaciones pasaran a un segundo plano. El minarete era un edificio super llamativo, de un rojo intenso que le provocó una sonrisa al niño; una sonrisa como la del león que fue anoche: amplia, llena de dientes y fascinación.
—Ala... —exclamó.
Luego se fijó en la criatura que se acercaba a ellos por la otra punta de la calle. El escalofrío se contagió a las muletas y Eitne no se cayó porque ya tenía experiencia siendo cojo. Temió por Rena hasta que la criatura bípeda habló y reveló sus verdaderas intenciones: ¡Venía a saludarlos! Eitne se estiró para escucharla, adquiriendo una postura más abierta. La emoción volvía sin quererlo, la alegría de algo tan sencillo como que un ciudadano les explicara las cosas. Era un cambio a mejor, después de tantos meses de incertidumbre.
Cuando la loba, que se presentó como Cicatriz, acabó de hablar, Eitne se acercó con un par de saltos a la pata coja y se dirigió a ella. Lo hizo con tan mala fortuna que su susurro sonó en los oídos de todos los que aun no habían entrado al edificio.
—Hola, señora Cicatriz, soy Eitne —se presentó con su voz dulce, tintineante—. ¿Puedo preguntarte si la Luna puede arrepentirse? Es que ayer era un león de humo negro y hoy vuelvo a ser... —Calló una palabra de autodesprecio y guardó silencio durante un segundo, necesario para expresarse mejor—. Vuelvo a ser yo.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/10/18, 05:54 pm
Cicatriz no sentía tanta fascinación como el resto del grupo por la tintineante voz de la pequeña bestia del crepúsculo, pero aún así fue suficiente como para que detuviese sus pasos y se parase a responderle.
—Volverás a serlo en cuanto caiga la noche —le respondió en un tono que le salió inconscientemente un poco más suave de lo habitual—. Es una característica de tu transformación: eres una bestia del crepúsculo y tu forma cambia según sea de día o de noche. Me vas a tener que disculpar pero tengo bastante prisa, en la biblioteca de Serpentaria seguro que puedes encontrar más información acerca de tu transformación.
La Comandante haría ademán de irse, aunque pararía si Eitne le formulaba alguna otra pregunta.
—Volverás a serlo en cuanto caiga la noche —le respondió en un tono que le salió inconscientemente un poco más suave de lo habitual—. Es una característica de tu transformación: eres una bestia del crepúsculo y tu forma cambia según sea de día o de noche. Me vas a tener que disculpar pero tengo bastante prisa, en la biblioteca de Serpentaria seguro que puedes encontrar más información acerca de tu transformación.
La Comandante haría ademán de irse, aunque pararía si Eitne le formulaba alguna otra pregunta.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/10/18, 06:09 pm
A Eitne se le abrieron los ojos al instante. Todo el miedo que arrastraba desde que se despertó se esfumó de golpe y la sonrisa que calzaba se hizo aun más grande. ¡Volvería a transformarse de noche!
—Sí, sí —respondió. ¿Cómo no iba a disculparla después de todo lo que le había revelado?—. ¡Muchísimas gracias, señora Cicatriz!
El niño corrió dentro con ayuda de las muletas y no le importó lo más mínimo el buen estado del recibidor, ni los muebles tan bonitos que lo adornaban; no le importó la sensación de viajar en el tiempo de nuevo al presente, después de haber vivido en un torreón de piedra, viejo y feo. Lo único que le importaba lo expulsó por la boca.
—¡Chicos, chicos! —gritó. Su voz sonó por todo el lugar llena de entusiasmo y cascabeles— ¡Soy una bestia del crepúsculo! —las palabras sonaron en sus oídos llenas de veracidad, como si siempre hubiese sido así y tan solo le hubiera faltado el nombre—. ¡Me transformaré de nuevo esta noche!
Eitne daba saltos sobre su única pierna cuando entró a la cocina. Por primera vez tomó conciencia de dónde estaba, avanzó hasta la encimera y pasó su mano oscura por la superficie. No había polvo y el tacto era suave, de un frío agradable. Miró los cajones que no podía alcanzar y buscó la mesa y los aparatos de cocina. Ahora que sus emociones no obstaculizaban la sensación eléctrica que le invadía, todo alrededor de la bestia del crepúsculo volvía a ser maravilloso.
—Bestia del crepúsculo —pensó en voz alta, pero su voz no llegó a ningún oído salvo el suyo propio. Eitne se familiarizaba con su esencia dormida, con su nuevo nombre.
Sin quererlo, deseó que se hiciera de noche.
—Sí, sí —respondió. ¿Cómo no iba a disculparla después de todo lo que le había revelado?—. ¡Muchísimas gracias, señora Cicatriz!
El niño corrió dentro con ayuda de las muletas y no le importó lo más mínimo el buen estado del recibidor, ni los muebles tan bonitos que lo adornaban; no le importó la sensación de viajar en el tiempo de nuevo al presente, después de haber vivido en un torreón de piedra, viejo y feo. Lo único que le importaba lo expulsó por la boca.
—¡Chicos, chicos! —gritó. Su voz sonó por todo el lugar llena de entusiasmo y cascabeles— ¡Soy una bestia del crepúsculo! —las palabras sonaron en sus oídos llenas de veracidad, como si siempre hubiese sido así y tan solo le hubiera faltado el nombre—. ¡Me transformaré de nuevo esta noche!
Eitne daba saltos sobre su única pierna cuando entró a la cocina. Por primera vez tomó conciencia de dónde estaba, avanzó hasta la encimera y pasó su mano oscura por la superficie. No había polvo y el tacto era suave, de un frío agradable. Miró los cajones que no podía alcanzar y buscó la mesa y los aparatos de cocina. Ahora que sus emociones no obstaculizaban la sensación eléctrica que le invadía, todo alrededor de la bestia del crepúsculo volvía a ser maravilloso.
—Bestia del crepúsculo —pensó en voz alta, pero su voz no llegó a ningún oído salvo el suyo propio. Eitne se familiarizaba con su esencia dormida, con su nuevo nombre.
Sin quererlo, deseó que se hiciera de noche.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Bellota
Ficha de cosechado
Nombre: Mónica Gutiérrez.
Especie: Humana (Española, madrileña de las afueras).
Habilidades: Espontaneidad, automotivación, imaginación.
Personajes : ● Mónica: Bruja de los espejos. Terrícola.
Heridas/enfermedades : ● Mónica: Pequeñas cicatrices por el cuerpo.
Manos heridas, chichón en la cabeza.
Armas : ●Mónica: Bolsito de pompones rosa multiusos.
Cuchillo del pan.
Espejos.
Status : «En busca de 12.: el romance».
Humor : No.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/10/18, 08:50 pm
Cuando la osa la dejó pasar, Mónica dejó de prestar atención a todo y a todos. Si no, seguro que se habría asustado de lo que había dicho el enano rubio, porque era demasiado similar a lo que le había pasado a ella. Pero como no estaba a lo que estaba, nada pasó. Se colgó del cuello peludo de Eorlir y achuchó a Ina con cuidado, emocionada, tremendamente aliviada y, a la vez, tremendamente triste. Solo volvió en sí cuando reanudaron la marcha, momento en que se enhebró del brazo de Sinceridad y, de forma caótica, trató de poner a los sinhadres al día de todas sus aventuras desde que los habían perdido. Sin mucho éxito y trabándose con las palabras, pero lo intentó.
Finalmente llegaron a un edificio que de inmediato le gustó. Mon esbozó una sonrisa que se esfumó al ver salir a la loba bípeda. Sin embargo, no le dio ni tiempo a ponerse en una postura defensiva: parecía que venía con bienvenidas y panfletos. Ansiosa de información, la humana leyó el suyo rápidamente y sin enterarse de gran cosa por los nervios, y fue entonces cuando la voz tintineante del niñito cojo le resonó en los oídos. Mon no pudo evitar levantar la vista con auténtica pena y unas extrañas ganas de consolar al que ahora en su cabeza se llamaba Cachorrillo, pero… pero parecía que la tal Cicatriz se las había arreglado para hacer que todo su disgusto se esfumase. La humana ocultó una sonrisa.
Ella también tenía preguntas acerca de su transformación (porque en serio, ser un tocador con patas no era su idea de diversión), pero se las calló para otro momento y siguió a los demás hacia su nueva casa. Al entrar se le abrió la boca de la sorpresa.
—Oh, qué bonito —musitó. Era cálido, era luminoso. Y ahora parecía que era su refugio y que nadie les iba a atacar.
Por primera vez en muchos días, Mónica de pronto no supo qué decir.
Finalmente llegaron a un edificio que de inmediato le gustó. Mon esbozó una sonrisa que se esfumó al ver salir a la loba bípeda. Sin embargo, no le dio ni tiempo a ponerse en una postura defensiva: parecía que venía con bienvenidas y panfletos. Ansiosa de información, la humana leyó el suyo rápidamente y sin enterarse de gran cosa por los nervios, y fue entonces cuando la voz tintineante del niñito cojo le resonó en los oídos. Mon no pudo evitar levantar la vista con auténtica pena y unas extrañas ganas de consolar al que ahora en su cabeza se llamaba Cachorrillo, pero… pero parecía que la tal Cicatriz se las había arreglado para hacer que todo su disgusto se esfumase. La humana ocultó una sonrisa.
Ella también tenía preguntas acerca de su transformación (porque en serio, ser un tocador con patas no era su idea de diversión), pero se las calló para otro momento y siguió a los demás hacia su nueva casa. Al entrar se le abrió la boca de la sorpresa.
—Oh, qué bonito —musitó. Era cálido, era luminoso. Y ahora parecía que era su refugio y que nadie les iba a atacar.
Por primera vez en muchos días, Mónica de pronto no supo qué decir.
- Los motes de los letarguinos… hasta que Mon se acostumbre a ellos:
- -Adru: ¿? (Barajando “Abejonejo”).
-Eitne: Cachorrillo.
-Neil: ¿? (Barajando “Grititos”).
-Guille: ¿?
-Nime: ¿? (Por ahora “con la que soñó Since”).
-Pam: ¿?
-Rena: ¿? (Por ahora “OMG no me mates”).
-Milo: ¿?
-Rox: ¿?
-Zob: ¿?
- Evanna
Ficha de cosechado
Nombre: Rua
Especie: Humana. Sueca
Habilidades: Rapidez mental, valor, astuciaPersonajes :- DL/Dédalo: Cambiante, foner
- Dhelian/Evelhan Kaw: Brugho, daeliciano
- Samika: Evaki, humana
- Pelusa (Pam): Spriggan, Mona del queso.
- Rua: Unicornio Humana, Sueca. 1,76 sin plataformas.
Armas :- DL/Dédalo: Espada, magia y sus cambios
- Dhelian/Evelhan Kaw: Magia y estirges
- Samika: Puñetazos y patadas
- Pelusa (Pam): Cuchillo pelapapas y una honda con piedras
- DL/Dédalo: Cambiante, foner
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
22/10/18, 10:40 pm
Mas pronto de lo que esperaba la visión de una alta torre apareció frente a sus ojos y junto a ella la visión de una gigantesca loba bípeda, que hizo a Pma mriarle con algo de sorpresa, en guardia, al menos hasta que escucho lo que aprecia ser una simple bienvenida y la entrega de unos panfletos done informaban de la situación de los torreones y que no leyó momentáneamente. El asombro de Pam era palpable junto con su extrañado ceño fruncido. Tanta....normalidad tras esos meses sin sentido lleno de peligrosos y muertos aprecian demasiado surrealista. ¿Deba relajarse y confiar o seguir manteniendo en guardia con todos aquellos con los que se contrabandeara hasta asegurarse que no eran peligro? No olvidaba que había sido un ciudadano quien les ataco cuando aun era cosechados y supuestamente según aquel libro de Adru, tenían salvaguardas.
Ahora que no lo eran, mas fácilmente podrían intentar aprovecharse de ellos cuando ni controlaban sus habilidad sin sabían que eran. Al menos la mayoría, pues la pregunta de Eitne no tardo en recibir respuesta. Ver como el rostro de este se iluminaba en un total felicidad fue suficiente para Pam para bajar la tensión que había sentido al verlo acercarse a Cicatriz, mas no logro apartar totalmente la vista de esta hasta que atravesó los muros del torreón tras decir la contraseña..
-¿Ves? Te dije que que era muy pronto para rendirse -dijo Pam ante la ilusión de Eitne al descubrir que volvería convertirse en aquella bestia negra de nuevo. No entendía muy bien de que iba todo eso de ser una “bestia del crepúsculo” que imaginaba era el nombre de lo que era ahora y de lo que tendría que documentarse, de el y del resto una ve pudiera saber donde narices estaba la biblioteca de la que hablaban. Pues necesitaba información, y urgente.
Pues a pesar de sus palabras tranquilizadoras y seguras, no eran pensamientos que lograse aplicarse a si misma. Pam miró sus manos con frustración. Sí, su piel lucia diferente mas lisa al tacto y con aquellas estrías cual patrón, tenía aquellas inútiles alas colgando de su espalda bajo el jersey y aquellas condenadas antenas que mas que útiles eran un incordio...¿y es eso era todo? <<Solo soy una inútil mariposa gigante, de mona del queso a mariposa...vamos mejorando. >> pensó no sin cierto fastidio y sarcasmo, no se sentía muy positiva sobre ella misma precisamente. <<Debí de preguntarle a ella que narices soy>> pensó Pam soltando el aire en un profundo suspiro. No habría sido suficiente saber que era, quería saberlo todo sobre que le estaba pasando, de principio a fin, especialmente que hacer con las dichosas antenas hipersensibles que estaban torturándole la existencia <<Que mas da, igual creo que nada de lo que me contaran ahora mismo se asentaría en mi cerebro...estoy sobrecargada. Necesito ir a esa biblioteca pronto>> pensó Pam agotada por intentar mantener la compostura sin perder los nervios que bastante tocados los tenía ya.
-Tal vez haya algún habitante que nos pueda decig- dijo Pam a las pregunta de Nime suponiendo que seria lo mas normal en esa situación. Era preferible a intentar meterse en un cuarto ajeno, especialmente sabiendo que podría tenerlo protegidos con magia-Si el torreón estaba protegido...seguro sus habitantes, también tiene sus cuartos así...- al menos dentro de todo lo mal que se sentía, algo bueno empezaba a surgir. Cada vez hablaba menos mal. Algo era algo. <<Genial...>> sus pensamientos cargados de sarcasmo iban a volverse su marca registrada a ese ritmo, estaba cada vez mas segura.
Ahora que no lo eran, mas fácilmente podrían intentar aprovecharse de ellos cuando ni controlaban sus habilidad sin sabían que eran. Al menos la mayoría, pues la pregunta de Eitne no tardo en recibir respuesta. Ver como el rostro de este se iluminaba en un total felicidad fue suficiente para Pam para bajar la tensión que había sentido al verlo acercarse a Cicatriz, mas no logro apartar totalmente la vista de esta hasta que atravesó los muros del torreón tras decir la contraseña..
-¿Ves? Te dije que que era muy pronto para rendirse -dijo Pam ante la ilusión de Eitne al descubrir que volvería convertirse en aquella bestia negra de nuevo. No entendía muy bien de que iba todo eso de ser una “bestia del crepúsculo” que imaginaba era el nombre de lo que era ahora y de lo que tendría que documentarse, de el y del resto una ve pudiera saber donde narices estaba la biblioteca de la que hablaban. Pues necesitaba información, y urgente.
Pues a pesar de sus palabras tranquilizadoras y seguras, no eran pensamientos que lograse aplicarse a si misma. Pam miró sus manos con frustración. Sí, su piel lucia diferente mas lisa al tacto y con aquellas estrías cual patrón, tenía aquellas inútiles alas colgando de su espalda bajo el jersey y aquellas condenadas antenas que mas que útiles eran un incordio...¿y es eso era todo? <<Solo soy una inútil mariposa gigante, de mona del queso a mariposa...vamos mejorando. >> pensó no sin cierto fastidio y sarcasmo, no se sentía muy positiva sobre ella misma precisamente. <<Debí de preguntarle a ella que narices soy>> pensó Pam soltando el aire en un profundo suspiro. No habría sido suficiente saber que era, quería saberlo todo sobre que le estaba pasando, de principio a fin, especialmente que hacer con las dichosas antenas hipersensibles que estaban torturándole la existencia <<Que mas da, igual creo que nada de lo que me contaran ahora mismo se asentaría en mi cerebro...estoy sobrecargada. Necesito ir a esa biblioteca pronto>> pensó Pam agotada por intentar mantener la compostura sin perder los nervios que bastante tocados los tenía ya.
-Tal vez haya algún habitante que nos pueda decig- dijo Pam a las pregunta de Nime suponiendo que seria lo mas normal en esa situación. Era preferible a intentar meterse en un cuarto ajeno, especialmente sabiendo que podría tenerlo protegidos con magia-Si el torreón estaba protegido...seguro sus habitantes, también tiene sus cuartos así...- al menos dentro de todo lo mal que se sentía, algo bueno empezaba a surgir. Cada vez hablaba menos mal. Algo era algo. <<Genial...>> sus pensamientos cargados de sarcasmo iban a volverse su marca registrada a ese ritmo, estaba cada vez mas segura.
Invitado, sueñas con un mundo perfecto...
...tu paraíso personal...
...donde lloras tu imperfecta realidad
- Spoiler:
- Rua habla = #9932CC
Rua piensa = #CD5C5C
Dédalo piensa = #FFFAFA
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
23/10/18, 12:05 am
Finalmente llegaron al que iba a ser su nuevo hogar. La torre no parecía tan robusta como había pensado, acostumbrada a la gruesa piedra del torreón, pero era bonita. No tuvo mucho tiempo de elucubrar al respecto, de todas formas, ya que una loba cubierta de cicatrices se acercó a ellos y comenzó a explicarles qué tenían que hacer a partir de ese momento. Era extraño recibir ayuda de repente después de tanto tiempo, pero la sinhadre no pensaba quejarse. Quiso hacer varias preguntas, como por ejemplo qué pasaba si rompía algo que no podía pagar, pero decidió que tal vez era mejor dejarlo estar por ese momento. En cuanto Eitne habló se giró hacia él a pesar de que no hablaba con ella ni mucho menos, y permaneció muy atenta a cada palabra que el daeliciano decía, que iban acompañadas ahora de un sonido de campanas muy agradable. La edeel enarboló una gran sonrisa ante la felicidad de la bestia del crepúsculo.
—¡Eres una cosa súper guay, Eitne!
A la propia Adru le hubiera gustado preguntarle por sí misma a la loba, pero estaba claro que tenía mucha prisa. Total, seguro que en los libros que decía podrían encontrar todo. Ya le pediría a Neil que buscase con ella.
Accedió al interior con mucho entusiasmo, todavía contagiada por la felicidad del daeliciano.
—Siempre podemos llamar a la puerta primero —respondió a Nime mientras correteaba de aquí para allá viéndolo todo— ¿Verdad, verdad? —dijo cuando pasó cerca de Mónica al escucharla decir “qué bonito”.
Su correteo la llevó hasta lo que parecía la sala común y se dejó caer sobre un sillón con bastante poca delicadeza.
>>¡Son más cómodos que los del torreón!
—¡Eres una cosa súper guay, Eitne!
A la propia Adru le hubiera gustado preguntarle por sí misma a la loba, pero estaba claro que tenía mucha prisa. Total, seguro que en los libros que decía podrían encontrar todo. Ya le pediría a Neil que buscase con ella.
Accedió al interior con mucho entusiasmo, todavía contagiada por la felicidad del daeliciano.
—Siempre podemos llamar a la puerta primero —respondió a Nime mientras correteaba de aquí para allá viéndolo todo— ¿Verdad, verdad? —dijo cuando pasó cerca de Mónica al escucharla decir “qué bonito”.
Su correteo la llevó hasta lo que parecía la sala común y se dejó caer sobre un sillón con bastante poca delicadeza.
>>¡Son más cómodos que los del torreón!
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