Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
+20
Lathspell
Bellota
Lops
Tak
Giniroryu
Yber
Merodeador
Seth
Aes
Zarket
Jack
Dal
Alicia
Rocavarancolia Rol
Naeryan
Evanna
Leonart
Poblo
Muffie
Red
24 participantes
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
15/12/13, 04:28 am
Recuerdo del primer mensaje :
El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.
—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.
Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.
—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.
El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.
—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.
Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.
—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
08/08/18, 06:16 pm
Cábala, dimensión, plano. Eran conceptos cuyos propios nombres auguraban que no eran buena señal. Solo esperaba que no existiera la posibilidad de ir a su dimensión al igual que esos diablillos podían ir a la suya. -Supongo que tengo que darte la razón, no ha ido tan mal.- Dijo rascándose la cabeza.-Pero no me gustaría ver a los “superiores”, me conformo con ver a los gremlins estos-.
Devoss llegaba a entender que su amiga experimentara con su transformación, aunque no por ello dejara de preocuparle. Después de este evento el licántropo sabía que no habría marcha atrás, y que la demonio de fuego iría a más y más. Igual que él no podía dejar de cazar. Y si no podía detenerla al menos podía estar presente siempre que pudiera.
-Avísame cuando quieras invocar otra vez algo. Nunca sabemos si se les puede ir la olla y me gustaría estar delante, ¿vale? Por cierto...¿Les has dicho a escondidas a esos bichos que me traten como la basura? Bien jugado, muy bien jugado-. Bromeó el licántropo tigre. Aunque desgraciadamente sospechaba que Ruth no había dicho nada de nada.
Devoss llegaba a entender que su amiga experimentara con su transformación, aunque no por ello dejara de preocuparle. Después de este evento el licántropo sabía que no habría marcha atrás, y que la demonio de fuego iría a más y más. Igual que él no podía dejar de cazar. Y si no podía detenerla al menos podía estar presente siempre que pudiera.
-Avísame cuando quieras invocar otra vez algo. Nunca sabemos si se les puede ir la olla y me gustaría estar delante, ¿vale? Por cierto...¿Les has dicho a escondidas a esos bichos que me traten como la basura? Bien jugado, muy bien jugado-. Bromeó el licántropo tigre. Aunque desgraciadamente sospechaba que Ruth no había dicho nada de nada.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
12/08/18, 11:39 pm
-En otra temporalidad-
Kin podía sentir los temblores desde la sede de los taumaturgos. Aquel día no tenía que ir a trabajar, y era una suerte, porque la inminencia de la Luna hacía difícil centrarse en nada. Sería su tercera Luna ya, y no podía evitar hacer balance de qué había hecho con su vida en esos dos años. Se decía que nada, pero tendía a olvidar que aquel tiempo libre le había venido muy bien para entrenar y, sobre todo, aprender magia. Estudiar nunca había sido su fuerte.
Se encontraba jugando a uno de los videojuegos nuevos que se había traído de su mundo, pero en vista de su nula capacidad de concentración apagó el ordenador y se puso a recolocar cosas en el cuarto. No podía evitar pensar en los cosechados, en lo asustados que estarían, en todo por lo que habrían pasado. Siempre tenía que apartarlos de su mente, igual que en la cosecha anterior, o le acabaría hirviendo la sangre por no poder hacer nada por ellos. La mala conciencia lo había hecho alejarse inconscientemente de los novatos de la remesa anterior, aunque la mayoría habían acabado en Serpentaria y era otro motivo de peso para no tratar con ellos. Ese año, sin embargo, era algo diferente. Entre los cosechados había un conocido de su mejor amigo y no podía ni quería ignorarle. Se preguntaba si llegaría a la Luna, si su brazo habría resistido. Se acordaba del estado en que él mismo había quedado tras la cosecha y no podía evitar sentir preocupación.
La noche prácticamente había caído, así que el raigaurum recogió su guan dao y se colocó en el brazo el arma que Valek le había hecho a medida. No hacía mucho que la tenía y apenas la había probado, pero quizá la noche de Luna tendría que defenderse usándola, y lo estaba deseando. Decidió que iría a buscar a Archi dando un buen paseo. Tal vez no le encontraría en la clínica, pero había algo que quería hablar con él.
El irrense salió de la sede justo para ver los primeros destellos rojizos. Se subió al tejado del refugio y observó la ciudad desde lo alto. Pronto Rocavaragálago se pondría en funcionamiento. Pronto no habría marcha atrás para los nuevos transformados. Kin se quedó allí hasta ver asomar el astro, con un enorme nudo en el pecho.
Sigue en las calles.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
21/08/18, 09:13 pm
Antes de la Séptima Cosecha
Devoss terminó por dar su brazo a torcer y Ruth sonrió para sus adentros, esperaba que con aquella demostración el licántropo quedara más tranquilo aunque fuera en la superficie. Porque no sería lo suficiente estúpida para decirle que sus planes aspiraban a más, y que invocar a los diablillos de la limpieza no era su meta. Ella quería profundizar y con aquello sentía que solo rasgaba la punta de un gran iceberg. Su amigo aún no estaba preparado para oírlo.
-Tranquilo- apaciguó, rodeándose con su cola y observando la llama que pendía sobre ella. Era hermosa, toda ella era hermosa, aunque le hubiera costado aceptarlo. Aquel fulgor de su cabello y de su pelo no reflejaban más que su verdadera naturaleza, ardiente. Y como el fuego, con ganas de consumirlo todo- me contento con esto- mintió.
Ruth agradeció de veras aquellas palabras ya en el umbral de su puerta, preparada para despedirle. Se colocó las manos en la cintura en forma de jarra, ahora solo necesitaba descansar.
-Gracias, Devoss. No dudes en pedirme ayuda si lo necesitas. Respecto a los diabillos...- contuvo el aliento, agitada por la risa ahora que la tensión había pasado- ¡Solo seguían órdenes! Te calificaron erróneamente, o igual no- y tras un pequeño codazo terminó por cerrar la puerta.
La demonio de fuego se giró en dirección a su cama, el libro de demonios la observaba, de nuevo tentador y misterioso. La muchacha descubrió que había dejado de darle un poco de miedo. Un mundo nuevo se abría ante sus ojos como brasas y... ¿Quién era ella para rechazarlo?.
Devoss terminó por dar su brazo a torcer y Ruth sonrió para sus adentros, esperaba que con aquella demostración el licántropo quedara más tranquilo aunque fuera en la superficie. Porque no sería lo suficiente estúpida para decirle que sus planes aspiraban a más, y que invocar a los diablillos de la limpieza no era su meta. Ella quería profundizar y con aquello sentía que solo rasgaba la punta de un gran iceberg. Su amigo aún no estaba preparado para oírlo.
-Tranquilo- apaciguó, rodeándose con su cola y observando la llama que pendía sobre ella. Era hermosa, toda ella era hermosa, aunque le hubiera costado aceptarlo. Aquel fulgor de su cabello y de su pelo no reflejaban más que su verdadera naturaleza, ardiente. Y como el fuego, con ganas de consumirlo todo- me contento con esto- mintió.
Ruth agradeció de veras aquellas palabras ya en el umbral de su puerta, preparada para despedirle. Se colocó las manos en la cintura en forma de jarra, ahora solo necesitaba descansar.
-Gracias, Devoss. No dudes en pedirme ayuda si lo necesitas. Respecto a los diabillos...- contuvo el aliento, agitada por la risa ahora que la tensión había pasado- ¡Solo seguían órdenes! Te calificaron erróneamente, o igual no- y tras un pequeño codazo terminó por cerrar la puerta.
La demonio de fuego se giró en dirección a su cama, el libro de demonios la observaba, de nuevo tentador y misterioso. La muchacha descubrió que había dejado de darle un poco de miedo. Un mundo nuevo se abría ante sus ojos como brasas y... ¿Quién era ella para rechazarlo?.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
26/09/18, 08:42 pm
Prestó solo media atención a las palabras de Wheem, enfrascado en ignorar las nuevas sensaciones que la Luna Roja le había regalado. Las transformaciones y el derrumbe de Maciel había agotado sus energías, que en una extraña paradoja parecían incapaces de terminarse. La noche era magnífica, y la Luna Roja resaltaba tras una tormenta que era incapaz de eclipsarla, con su brutal hermosura colándose incluso cuando cerraba sus párpados. Su existencia se colaba en su mente, se hacía plena y exigente, imposible de ignorar, con una fuerza abismalmente mayor a la de los meses anteriores.
La mención de Wheem a la nigromancia hizo que el carabés frunciera el ceño, con una expresión de disgusto pintada en la cara. No iba a acercarse a un lugar donde la depravación de la no-muerte se exhibiera sin vergüenza alguna, eso lo tenía claro claro. Y por el momento tampoco pensaba ir a tabernas ni ningún otro sitio de Rocavarancolia. No a alguno potencialmente peligroso, al menos.
Pero sí había un sitio que le interesaba.
—Disculpa —consiguió decir cuando Wheem se calló, a la vista de la Sede. A su alrededor relámpagos caían, el viento aullaba y las pavesas rojas danzaban, todo entre ruinas, creando una escena tan tétrica como, en cierta forma, deliciosa—. ¿Has dicho que hay una biblioteca?
La mención de Wheem a la nigromancia hizo que el carabés frunciera el ceño, con una expresión de disgusto pintada en la cara. No iba a acercarse a un lugar donde la depravación de la no-muerte se exhibiera sin vergüenza alguna, eso lo tenía claro claro. Y por el momento tampoco pensaba ir a tabernas ni ningún otro sitio de Rocavarancolia. No a alguno potencialmente peligroso, al menos.
Pero sí había un sitio que le interesaba.
—Disculpa —consiguió decir cuando Wheem se calló, a la vista de la Sede. A su alrededor relámpagos caían, el viento aullaba y las pavesas rojas danzaban, todo entre ruinas, creando una escena tan tétrica como, en cierta forma, deliciosa—. ¿Has dicho que hay una biblioteca?
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
02/10/18, 03:50 pm
Eriel se mostró de acuerdo con Rad. Era fácil que de querer se los llevase y ni siquiera necesitaría hacer gran uso de su magia. Mejor no provocarlo por si acaso.
Se mantuvo cerca del ciudadano escuchando sus palabras. Cuando éste señalaba en alguna dirección Eriel miraba hacia allí. No se le escapó que la ciudad era grande, había muchos sitios que no habían visto.
El nublino hacía lo posible por no tropezar, las alas habían alterado su centro de gravedad y le costaba encontrar el equilibrio. Una vez por poco se cae pero el suceso terminó en risa por el aleteo tan ridículo que había hecho, no lo había pensado, fue un acto reflejo. Al sentirse caer desplegó las alas y aleteó tratando de conservar el equilibrio, cosa que no le sirvió de nada pues al final no terminó de caer. Aunque habría sido gracioso caerse, pensó la gárgola, y ver cómo su cuerpo respondía a ello.
Prefirió no atender a las pataletas de Hyun, parecía un niño pequeño, y eso que se suponía que Eriel era el más pequeño de los que estaban ahí, y lo ponía de mal humor. <<Ni que estuvieses muerto, joder. Menos quejas llorón>>. Todos tenían que lidiar con lo suyo, salvo Rad, que sólo tenía unos puntos por la piel.
-¿Es aquí? - preguntó el nublino en voz alta.- ¿En serio? Hemos pasado por aquí delante más de una vez seguro. ¿Cómo rayos nunca hemos visto este sitio?
-¿Qué es una biblioteca exactamente? - le preguntó a Rad.
Se mantuvo cerca del ciudadano escuchando sus palabras. Cuando éste señalaba en alguna dirección Eriel miraba hacia allí. No se le escapó que la ciudad era grande, había muchos sitios que no habían visto.
El nublino hacía lo posible por no tropezar, las alas habían alterado su centro de gravedad y le costaba encontrar el equilibrio. Una vez por poco se cae pero el suceso terminó en risa por el aleteo tan ridículo que había hecho, no lo había pensado, fue un acto reflejo. Al sentirse caer desplegó las alas y aleteó tratando de conservar el equilibrio, cosa que no le sirvió de nada pues al final no terminó de caer. Aunque habría sido gracioso caerse, pensó la gárgola, y ver cómo su cuerpo respondía a ello.
Prefirió no atender a las pataletas de Hyun, parecía un niño pequeño, y eso que se suponía que Eriel era el más pequeño de los que estaban ahí, y lo ponía de mal humor. <<Ni que estuvieses muerto, joder. Menos quejas llorón>>. Todos tenían que lidiar con lo suyo, salvo Rad, que sólo tenía unos puntos por la piel.
-¿Es aquí? - preguntó el nublino en voz alta.- ¿En serio? Hemos pasado por aquí delante más de una vez seguro. ¿Cómo rayos nunca hemos visto este sitio?
-¿Qué es una biblioteca exactamente? - le preguntó a Rad.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
04/10/18, 10:35 pm
Sox pretendía no quitarle ojo de encima al recién llegado pero el estrés del cambio, Tuétano y el derrumbe se le echó de golpe encima, hasta calarle los huesos como la lluvia torrencial que se les echaba encima. El camino hacia la tal sede se le hizo cuesta arriba y lento, más aún con aquel nuevo peso desconocido colgándole como una manta mojada de la espalda. Era absurdo pero su primera urgencia había dejado de ser examinar sus alas imposibles a fondo para convertirse en conseguir aquel bendito techo sobre sus cabezas y que el resto viniera después. No podía dejar de mirar a Eriel, sin embargo, asistiendo a los percances que tenía con sus propias alas. Ahora las tenían, los dos, y tenían que lidiar con ellas.
Hyun estaba empeñado en hacer el trayecto difícil y el carabés fue uno de los que arrimó el hombro al principio para prácticamente arrastrarlo lejos de allí. El coreano tropezó tantas veces por el camino que empezaron a hinchársele las narices ante la posibilidad de que fuera a propósito. Rechinó los dientes antes de decir nada, negándose a darle a Rad la satisfacción de parecer que seguía "demasiado susceptible", e hizo bien porque más tarde pudo percatarse de que no eran tropiezos naturales. Las quejas de Hyun eran de viva voz, eso sí, y no hacían sino exacerbar sus ganas de zarandear a alguien. Se obligó a sí mismo a recordar que lo último que necesitaban después de un desastre de aquel calibre era estrangularse unos a otros.
—Tay —le pidió a su compañero en cierto punto. Al buscarlo con la mirada ésta se detuvo un momento de más en la cola que arrastraba tras de sí. Joder, todo aquello era de locos—. ¿Puedes echarme un vistazo en la espalda? Ya no me duele donde me han salido las alas —frunció el ceño y terminó la frase abruptamente. Sonaba incorrecta, a haber soltado una tontería como un castillo, pero al recapacitar tuvo que admitir que era justo lo que había pasado. Le habían salido alas de la espalda de un día para otro.
La herida se había cerrado por completo, como sospechaba, pero la noticia de que la piel había curado negra le cogió por banda.
"El cambio me ha curado", repitió para sí alucinado. Tenía sentido. A Barael le estaba regenerando la mano perdida, y ninguno de ellos sangraba ya ahora que se detenía a comprobarlo. ¿Pero por qué negro en su caso? Sox miró pensativo sus propias manos, donde las puntas empezaban a oscurecerse también. Fue entonces cuando advirtió que los tatuajes de los antebrazos habían sido sustituidos también por aquella piel lisa, negra. Deslizó un dedo por ellos.
—Gracias. Por cierto, a ti te brillaban los ojos antes, en la oscuridad —añadió después. Podría no ser importante, o que al belga no le pudiera importar menos en ese momento, pero Sox supuso que de haber sido él, habría querido saberlo.
Alzó la mirada con cierto interés ante la mención de Rad de una biblioteca: no había estado pendiente de la conversación. Hace meses la posibilidad habría ocupado toda su atención, pero ahora mismo solo podía pensar en procesar toda aquella pesadilla extrañamente eufórica. A pesar de todo su cansancio, los cambios, el susto y todo lo que habían perdido, el carabés podía sentir la Luna Roja llamándole ahí fuera, haciendo que su sangre bullera a su compás. El cuerpo le pedía dormir, pero le pedía todavía más el cambio.
Hyun estaba empeñado en hacer el trayecto difícil y el carabés fue uno de los que arrimó el hombro al principio para prácticamente arrastrarlo lejos de allí. El coreano tropezó tantas veces por el camino que empezaron a hinchársele las narices ante la posibilidad de que fuera a propósito. Rechinó los dientes antes de decir nada, negándose a darle a Rad la satisfacción de parecer que seguía "demasiado susceptible", e hizo bien porque más tarde pudo percatarse de que no eran tropiezos naturales. Las quejas de Hyun eran de viva voz, eso sí, y no hacían sino exacerbar sus ganas de zarandear a alguien. Se obligó a sí mismo a recordar que lo último que necesitaban después de un desastre de aquel calibre era estrangularse unos a otros.
—Tay —le pidió a su compañero en cierto punto. Al buscarlo con la mirada ésta se detuvo un momento de más en la cola que arrastraba tras de sí. Joder, todo aquello era de locos—. ¿Puedes echarme un vistazo en la espalda? Ya no me duele donde me han salido las alas —frunció el ceño y terminó la frase abruptamente. Sonaba incorrecta, a haber soltado una tontería como un castillo, pero al recapacitar tuvo que admitir que era justo lo que había pasado. Le habían salido alas de la espalda de un día para otro.
La herida se había cerrado por completo, como sospechaba, pero la noticia de que la piel había curado negra le cogió por banda.
"El cambio me ha curado", repitió para sí alucinado. Tenía sentido. A Barael le estaba regenerando la mano perdida, y ninguno de ellos sangraba ya ahora que se detenía a comprobarlo. ¿Pero por qué negro en su caso? Sox miró pensativo sus propias manos, donde las puntas empezaban a oscurecerse también. Fue entonces cuando advirtió que los tatuajes de los antebrazos habían sido sustituidos también por aquella piel lisa, negra. Deslizó un dedo por ellos.
—Gracias. Por cierto, a ti te brillaban los ojos antes, en la oscuridad —añadió después. Podría no ser importante, o que al belga no le pudiera importar menos en ese momento, pero Sox supuso que de haber sido él, habría querido saberlo.
Alzó la mirada con cierto interés ante la mención de Rad de una biblioteca: no había estado pendiente de la conversación. Hace meses la posibilidad habría ocupado toda su atención, pero ahora mismo solo podía pensar en procesar toda aquella pesadilla extrañamente eufórica. A pesar de todo su cansancio, los cambios, el susto y todo lo que habían perdido, el carabés podía sentir la Luna Roja llamándole ahí fuera, haciendo que su sangre bullera a su compás. El cuerpo le pedía dormir, pero le pedía todavía más el cambio.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
06/10/18, 06:06 pm
A Tayron aquel tipo le parecía majo pero no llegaba a fiarse de él, de todas formas caminó con el grupo, casi resignados a que si quisiera hacerles daño ya podría haber actuado. Ahora solo eran un grupo de jóvenes con dones que no sabían usar. No se sentía en menor peligro que durante todos esos meses.
Dialogar con Wheem requería demasiado para el chico, incapaz de procesar tanta información. El fin de una ley, la posibilidad de que existiera mucha más gente de la que creían (lo cual quería decir que más peña se había mantenido al margen) e incluso burdeles o refugios. Puede que Inna y Eorlir siguieran vivos después de todo.
-¿Es de fíar?- susurró una de esas veces, sin saber que poco a poco se acercaban a la Sede. Escuchó la voz de Dafne a su espalda, que por algún motivo flotaba algo detrás del grupo, quiso pensar que para protegerles en caso de que se acercara algo pero la realidad de Dafne era bien distinta.
-Como quieres que lo sepa- pues ahí había dado en el clavo.
-No sé que has hecho en todo este tiempo y me gustaría...
-No, no. No le conozco- aunque sí que había rondado por sitios nuevos- pero parece que hay gente buena, no todos son monstruos.
Quizás Wheem perteneciera a aquel reducido grupo, pensó el belga, ojalá.
Hyun, su amigo del que se había distanciado involuntariamente, le dio al trayecto un toque... insoportable. El coreano cayó varias veces y solo Sox consiguió llamar su atención antes de que se ofreciera a hacerle levitar desesperado.
-Claro- no captó la mirada de más en su nueva extremidad pues se encontraba haciendo lo propio con el ángel negro, aunque sí que se sintió extrañado con la palabra alas. Supuso que tenían que acostumbrarse, había tantas cosas que sospesar que no sabía por donde empezar.
Tayron se permitió admirar aquel portento sin tener que esquivar la mirada del carabés. Ahora él le pedía que observara su espalda sin más y no habría una oportunidad mejor. Parecían de murciélago, majestuosas y letales, casi se vio tentado en rozar con la punta negra de sus dedos aquel filo pero el sentido común le paró los pies. No pudo evitar sentir envidia, la Luna le había otorgado un lastre de cola como cambio más significativo. Comparar aquello con el carabés, o con Eriel era una estúpidez, agradecía no haber pasado tanto dolor como sus amigos, eso sí. Y al menos no era... Rad.
-Coño, como te va a doler- sonrió extrañado- si no tienes nada y está como negro- la información de Sox solo confirmó sus sospechas- gracias por decírmelo, son lentillas naturales, ¿a que molan?- pero debajo de aquella fachada bromista no dejaba de preguntarse qué significaba aquello. Porque ver en la oscuridad, que era una habilidad fácilmente relacionable, seguía estándole vetado.
Cuando parecían haber llegado, Dafne se deslizó hacia su lado. Tayron sabía que no podía suspirar, a pesar de que la fantasma lo hizo de forma inconsciente.
-Vais a estar a salvo.
Dialogar con Wheem requería demasiado para el chico, incapaz de procesar tanta información. El fin de una ley, la posibilidad de que existiera mucha más gente de la que creían (lo cual quería decir que más peña se había mantenido al margen) e incluso burdeles o refugios. Puede que Inna y Eorlir siguieran vivos después de todo.
-¿Es de fíar?- susurró una de esas veces, sin saber que poco a poco se acercaban a la Sede. Escuchó la voz de Dafne a su espalda, que por algún motivo flotaba algo detrás del grupo, quiso pensar que para protegerles en caso de que se acercara algo pero la realidad de Dafne era bien distinta.
-Como quieres que lo sepa- pues ahí había dado en el clavo.
-No sé que has hecho en todo este tiempo y me gustaría...
-No, no. No le conozco- aunque sí que había rondado por sitios nuevos- pero parece que hay gente buena, no todos son monstruos.
Quizás Wheem perteneciera a aquel reducido grupo, pensó el belga, ojalá.
Hyun, su amigo del que se había distanciado involuntariamente, le dio al trayecto un toque... insoportable. El coreano cayó varias veces y solo Sox consiguió llamar su atención antes de que se ofreciera a hacerle levitar desesperado.
-Claro- no captó la mirada de más en su nueva extremidad pues se encontraba haciendo lo propio con el ángel negro, aunque sí que se sintió extrañado con la palabra alas. Supuso que tenían que acostumbrarse, había tantas cosas que sospesar que no sabía por donde empezar.
Tayron se permitió admirar aquel portento sin tener que esquivar la mirada del carabés. Ahora él le pedía que observara su espalda sin más y no habría una oportunidad mejor. Parecían de murciélago, majestuosas y letales, casi se vio tentado en rozar con la punta negra de sus dedos aquel filo pero el sentido común le paró los pies. No pudo evitar sentir envidia, la Luna le había otorgado un lastre de cola como cambio más significativo. Comparar aquello con el carabés, o con Eriel era una estúpidez, agradecía no haber pasado tanto dolor como sus amigos, eso sí. Y al menos no era... Rad.
-Coño, como te va a doler- sonrió extrañado- si no tienes nada y está como negro- la información de Sox solo confirmó sus sospechas- gracias por decírmelo, son lentillas naturales, ¿a que molan?- pero debajo de aquella fachada bromista no dejaba de preguntarse qué significaba aquello. Porque ver en la oscuridad, que era una habilidad fácilmente relacionable, seguía estándole vetado.
Cuando parecían haber llegado, Dafne se deslizó hacia su lado. Tayron sabía que no podía suspirar, a pesar de que la fantasma lo hizo de forma inconsciente.
-Vais a estar a salvo.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
- InvitadoInvitado
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
08/10/18, 03:15 am
Los cachorros estaban irascibles, molidos y daban bastante lástima. Cuanto más los miraba más pensaba Wheem en que habían tomado una buena decisión eligiendo la Sede antes que la taberna << Les hace falta una buena siesta, sobre todo al ángel negro y el aura oscura >> pensó al ver como levantaban al coreano del suelo por enésima vez.
La Sede parecía tranquila, lo cual confirmaba sus sospechas de que la mayoría de sus habitantes se habían ido de fiesta a otra parte. Casi mejor. Si veía a alguno en la taberna ya les hablaría de sus nuevos compañeros. Rádar le preguntó por la biblioteca, la verdad es que enterarse de su existencia a esas alturas debía ser una gran putada, aunque también una alegría.
-Sí. No es la única de la ciudad pero es digamos la ‘’oficial’’ y está al alcance de todos los ciudadanos de Rocavarancolia; ahí se recopila toda la información sobre la historia de la ciudad, magia, monstruos, recetas de cocina… Os aconsejo que os paséis, os ayudara a haceros una idea de como manejaros con -señaló con un gesto los cambios físicos del grupo -esto.
El comentario de la gárgola le provocó una carcajada.
-Es normal, las residencias de los ciudadanos suelen tener protecciones para que los cosechados no las encuentren. Seguramente ahora veais muchos edificios nuevos en zonas de la ciudad por las que habéis pasado.
Por supuesto no todos lo hacían y ellos lo sabían bien. Evitó hacer cualquier comentario al respecto. Una vez alcanzaron la puerta les dio unas últimas indicaciones sobre el edificio y las habitaciones y direcciones más concretas para encontrar la biblioteca.
-Bueno, mi misión ha concluido, habéis llegado todos a la Sede de una pieza. Si tenéis cualquier pregunta podéis hacérmela y si alguna vez queréis volver a ver mi linda cara preguntad por mi en el burdel o en la taberna -dijo y les guiñó un ojo -Tenéis otros treinta y nueve días para disfrutar del subidón de la Luna Roja así que esta noche os aconsejo que descanséis. Bienvenidos a Rocavarancolia.
La Sede parecía tranquila, lo cual confirmaba sus sospechas de que la mayoría de sus habitantes se habían ido de fiesta a otra parte. Casi mejor. Si veía a alguno en la taberna ya les hablaría de sus nuevos compañeros. Rádar le preguntó por la biblioteca, la verdad es que enterarse de su existencia a esas alturas debía ser una gran putada, aunque también una alegría.
-Sí. No es la única de la ciudad pero es digamos la ‘’oficial’’ y está al alcance de todos los ciudadanos de Rocavarancolia; ahí se recopila toda la información sobre la historia de la ciudad, magia, monstruos, recetas de cocina… Os aconsejo que os paséis, os ayudara a haceros una idea de como manejaros con -señaló con un gesto los cambios físicos del grupo -esto.
El comentario de la gárgola le provocó una carcajada.
-Es normal, las residencias de los ciudadanos suelen tener protecciones para que los cosechados no las encuentren. Seguramente ahora veais muchos edificios nuevos en zonas de la ciudad por las que habéis pasado.
Por supuesto no todos lo hacían y ellos lo sabían bien. Evitó hacer cualquier comentario al respecto. Una vez alcanzaron la puerta les dio unas últimas indicaciones sobre el edificio y las habitaciones y direcciones más concretas para encontrar la biblioteca.
-Bueno, mi misión ha concluido, habéis llegado todos a la Sede de una pieza. Si tenéis cualquier pregunta podéis hacérmela y si alguna vez queréis volver a ver mi linda cara preguntad por mi en el burdel o en la taberna -dijo y les guiñó un ojo -Tenéis otros treinta y nueve días para disfrutar del subidón de la Luna Roja así que esta noche os aconsejo que descanséis. Bienvenidos a Rocavarancolia.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
09/10/18, 04:19 pm
Las sucesivas palabras de Wheem le llenaron de amargura. Tener a su disposición información histórica, mágica y quién sabía qué más habría ido tan bien al grupo... Incluido para solucionar pronto los enigmas que les habían asaltado (a él no menos que al resto) meses atrás. Y, en un gesto típico de los rocavarancoleses, les habían vetado el acceso a aquellos datos. Por un momento pensó si los seres que habitaban aquella ciudad le darían alguna vez una sorpresa no desagradable.
Por su parte hubo un silencio algo incómodo cuando el desconocido terminó de hablar. La noche resultaba embriagadora. Agotadora y energizante, de muchas formas, y Rad apenas sabía qué sentir más allá de los pesos instalados en su conciencia, de la admiración por la Luna Roja, del rastillar de la lluvia y el sonido de derrumbes lejanos. Se cubrió la cara con una mano, pensando que, al menos, aquel desconocido había cumplido su palabra.
—Gracias por traernos —dijo. Cualquier idrino, y probablemente cualquier no idrino que hubiera estudiado lenguaje corporal, podría ver que pronunciaba aquellas palabras a regañadientes. Muy a regañadientes.
Treinta y nueve días de Luna Roja, o la muerte de Nad, era mucho más de lo que podía pensar. El pasado se hallaba tras él, con un reguero de cadáveres, dolor y sufrimiento cubriendo los últimos meses, y con unos cambios extraños e incomprensibles en las últimas horas. Y, ante él, el futuro resaltaba con un blanco vacío. Con la incertidumbre que daba la inexistencia, y la falta de conocimientos.
Por su parte hubo un silencio algo incómodo cuando el desconocido terminó de hablar. La noche resultaba embriagadora. Agotadora y energizante, de muchas formas, y Rad apenas sabía qué sentir más allá de los pesos instalados en su conciencia, de la admiración por la Luna Roja, del rastillar de la lluvia y el sonido de derrumbes lejanos. Se cubrió la cara con una mano, pensando que, al menos, aquel desconocido había cumplido su palabra.
—Gracias por traernos —dijo. Cualquier idrino, y probablemente cualquier no idrino que hubiera estudiado lenguaje corporal, podría ver que pronunciaba aquellas palabras a regañadientes. Muy a regañadientes.
Treinta y nueve días de Luna Roja, o la muerte de Nad, era mucho más de lo que podía pensar. El pasado se hallaba tras él, con un reguero de cadáveres, dolor y sufrimiento cubriendo los últimos meses, y con unos cambios extraños e incomprensibles en las últimas horas. Y, ante él, el futuro resaltaba con un blanco vacío. Con la incertidumbre que daba la inexistencia, y la falta de conocimientos.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Personajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
09/10/18, 04:22 pm
Una vez Wheem se hubiese ido la puerta de la Sede se abriría para dar paso a Cicatriz, que llevaba un pergamino y una pluma en sus manos.
—Bienvenidos, nuevos ciudadanos. Yo soy Cicatriz, Comandante de los Ejércitos del Reino y estoy aquí en representación del Consejo para daros la bienvenida a vuestros nuevos refugios.
La licántropo se acercó un poco más al grupo y después se giró para mirar en su misma dirección, haciendo un gesto con la mano que abarcaba el edificio.
>>Estáis frente a la Sede de los Taumaturgos, llamada así por su propósito en el pasado, reacondicionada como un refugio pensado para nuevos habitantes. Tanto la Sede como la Torre Serpentaria cuentan con comodidades parecidas, aunque como ya escuchasteis en el pregón cada uno de ellos está orientado a cada uno de los ámbitos principales: el mágico y el físico.
La loba permitió que asimilasen la nueva información durante unos instantes antes de proseguir.
>>No importa demasiado donde elijáis alojaros porque tendréis acceso a ambos edificios ya que se os proporcionará la contraseña necesaria para poder abrir la puerta, y os podéis mudar libremente cuando juzguéis oportuno. Las principales diferencias vienen explicadas en estos folletos informativos... —Una hoja de pergamino apareció frente a cada uno, flotando hasta que fuese recogida—. Que podréis leer detenidamente más tarde. Por ahora centraos en leer las condiciones para después firmar en este pergamino y registraros como habitantes de los refugios. Os proporcionaré la contraseña después.
En los folletos informativos se explicaba que quien firmase se comprometía a reparar cualquier daño causado a los refugios durante su estancia allí y que era responsabilidad de los ocupantes el proporcionar o no la contraseña a personas externas con el riesgo que ello podría conllevar, además de un breve resumen con las principales medidas de seguridad con las que contaban.
A continuación, Cicatriz desenrrollaría el pergamino y ofrecería la pluma al que tuviese más cerca. Lo único que se leía en el pergamino era "Inscripción para habitar los refugios proporcionados por El Consejo".
—Bienvenidos, nuevos ciudadanos. Yo soy Cicatriz, Comandante de los Ejércitos del Reino y estoy aquí en representación del Consejo para daros la bienvenida a vuestros nuevos refugios.
La licántropo se acercó un poco más al grupo y después se giró para mirar en su misma dirección, haciendo un gesto con la mano que abarcaba el edificio.
>>Estáis frente a la Sede de los Taumaturgos, llamada así por su propósito en el pasado, reacondicionada como un refugio pensado para nuevos habitantes. Tanto la Sede como la Torre Serpentaria cuentan con comodidades parecidas, aunque como ya escuchasteis en el pregón cada uno de ellos está orientado a cada uno de los ámbitos principales: el mágico y el físico.
La loba permitió que asimilasen la nueva información durante unos instantes antes de proseguir.
>>No importa demasiado donde elijáis alojaros porque tendréis acceso a ambos edificios ya que se os proporcionará la contraseña necesaria para poder abrir la puerta, y os podéis mudar libremente cuando juzguéis oportuno. Las principales diferencias vienen explicadas en estos folletos informativos... —Una hoja de pergamino apareció frente a cada uno, flotando hasta que fuese recogida—. Que podréis leer detenidamente más tarde. Por ahora centraos en leer las condiciones para después firmar en este pergamino y registraros como habitantes de los refugios. Os proporcionaré la contraseña después.
En los folletos informativos se explicaba que quien firmase se comprometía a reparar cualquier daño causado a los refugios durante su estancia allí y que era responsabilidad de los ocupantes el proporcionar o no la contraseña a personas externas con el riesgo que ello podría conllevar, además de un breve resumen con las principales medidas de seguridad con las que contaban.
A continuación, Cicatriz desenrrollaría el pergamino y ofrecería la pluma al que tuviese más cerca. Lo único que se leía en el pergamino era "Inscripción para habitar los refugios proporcionados por El Consejo".
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
10/10/18, 12:23 am
Eriel dio las gracias a Wheem con ganas. Había cumplido su palabra al fin y al cabo, no les había hecho daño y había sido amable. Era todo lo que Eriel habría pedido en un transformado antes de llegar a la ciudad.
También contempló con asombro a Cicatriz. Le infundía respeto a unos niveles que Eriel no lograba entender, tantas heridas significaban una superviviente, alguien con quien el nublino no querría tener problemas. Apesadumbrado se miró las manos y la ausencia de cicatrices en ellas. Al parecer se habían curado con su transformación.
Firmó enseguida lo que pedía la miembro del consejo, al igual que su hermano, y traspasó el umbral del refugio tras decir la contraseña. Miró alrededor y cuando todos estuvieron dentro comentó:
-¿Qué os parece si intentamos estar todos en la misma planta? - su voz tenía un matiz triste al pensar en que alguno podría negarse.
No tardó en subir las escaleras leyendo el papel que les habían dado. Al parecer si rompían algo del lugar estaban comprometidos por contrato a repararlo. A Eriel le parecía algo obvio, si lo rompes lo pagas. El no pensaba romper nada.
Encontró un piso donde había unas cuantas habitaciones libres y eligió una con otra libre al lado, para su hermano. El lugar no era muy grande, pero contar con una habitación propia le parecía un lujo increíble. Además había unos baños en la planta baja y una sala de entrenamientos gigante. Se tiró unos minutos en la cama.
<<Qué cómoda, ya podíamos haberla tenido en el torreón.>>. Eriel recordó entonces cuánto habían perdido. Nad, Inna y Eorlir, Charlie, Sak y en cierto modo también Daer. Y no sólo eso, su último día también había perdido Maciel. Tanta pérdida en tan poco tiempo. Se sentía triste por ellos, no habían logrado llegar hasta allí. Sin embargo aquel día algo ahogaba el sentimiento de tristeza, la Luna Roja le llamaba.
Al cabo de un rato le entró hambre así que bajó a la cocina. Encontró pan en la despensa, también queso de Nubla. Ciertamente la despensa de aquel lugar estaba infinitamente mejor surtida que las cestas que les enviaban.
Se hizo un bocadillo, llenó una jarra de umbra y subió las escaleras hasta salir al exterior. Seguía lloviendo, pero apenas una llovizna en comparación a la tromba de horas antes, aunque a Eriel no le importó lo más mínimo. Comió mirando la ciudad a sus pies. Había algo en aquella vista que le reconfortaba.
También contempló con asombro a Cicatriz. Le infundía respeto a unos niveles que Eriel no lograba entender, tantas heridas significaban una superviviente, alguien con quien el nublino no querría tener problemas. Apesadumbrado se miró las manos y la ausencia de cicatrices en ellas. Al parecer se habían curado con su transformación.
Firmó enseguida lo que pedía la miembro del consejo, al igual que su hermano, y traspasó el umbral del refugio tras decir la contraseña. Miró alrededor y cuando todos estuvieron dentro comentó:
-¿Qué os parece si intentamos estar todos en la misma planta? - su voz tenía un matiz triste al pensar en que alguno podría negarse.
No tardó en subir las escaleras leyendo el papel que les habían dado. Al parecer si rompían algo del lugar estaban comprometidos por contrato a repararlo. A Eriel le parecía algo obvio, si lo rompes lo pagas. El no pensaba romper nada.
Encontró un piso donde había unas cuantas habitaciones libres y eligió una con otra libre al lado, para su hermano. El lugar no era muy grande, pero contar con una habitación propia le parecía un lujo increíble. Además había unos baños en la planta baja y una sala de entrenamientos gigante. Se tiró unos minutos en la cama.
<<Qué cómoda, ya podíamos haberla tenido en el torreón.>>. Eriel recordó entonces cuánto habían perdido. Nad, Inna y Eorlir, Charlie, Sak y en cierto modo también Daer. Y no sólo eso, su último día también había perdido Maciel. Tanta pérdida en tan poco tiempo. Se sentía triste por ellos, no habían logrado llegar hasta allí. Sin embargo aquel día algo ahogaba el sentimiento de tristeza, la Luna Roja le llamaba.
Al cabo de un rato le entró hambre así que bajó a la cocina. Encontró pan en la despensa, también queso de Nubla. Ciertamente la despensa de aquel lugar estaba infinitamente mejor surtida que las cestas que les enviaban.
Se hizo un bocadillo, llenó una jarra de umbra y subió las escaleras hasta salir al exterior. Seguía lloviendo, pero apenas una llovizna en comparación a la tromba de horas antes, aunque a Eriel no le importó lo más mínimo. Comió mirando la ciudad a sus pies. Había algo en aquella vista que le reconfortaba.
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
10/10/18, 08:37 pm
Había desconfiado de Wheem hasta el último minuto pero lo cierto era que había cumplido su palabra al pie de la letra. Sox siguió mirándole fijamente conforme el brujo se despedía, esforzándose por sacar de su garganta un "gracias" reservado que sólo saldría cuando que otros compañeros ya lo hubieran dicho primero.
Cicatriz le habría espantado tiempo atrás, tiempo antes de Tuétano y de aquella noche donde él y sus compañeros habían acabado desfigurados por completo en el transcurso de horas. En su lugar ahora el carabés intentó imaginarse cómo habría sido cuando llegó allí, como ellos. Si habría traído ya consigo las cicatrices, o si vinieron después; si ya era lobuna, si o los rasgos animales se los habría dado la Luna como se los había dado a Siete.
Leyó, firmó y le costó un mundo. Dio la vuelta al papel varias veces en busca de la trampa. La última vez que había accedido a un contrato había despertado en unas mazmorras.
La siguiente fue una acción tomada con reluctancia suprema por su parte, pero era cierto que tenían que separarse tarde o temprano. Para comer, para ducharse, para cambiarse, para encontrar una habitación, para procesar. Habían quedado en reunirse de nuevo luego pero Sox no lograba sentirse tranquilo. Rocavarancolia desde el torreón Maciel había sido hostil pero al menos la comprendían. Desde la Sede ahora no era más que una incógnita.
Las habitaciones eran individuales, había un comedor y zonas comunes, una contraseña para que todos pudieran salir de forma independiente. Todo lo que, irónicamente, Sox había esperado al pisar Rocavarancolia tantos meses atrás. Las preguntas que podría haber hecho a Cicatriz empezaron a brotarle mientras se lavaba la sangre bajo el agua caliente, agotado. Primero las utilitarias, como a quién tenían que acudir si tenían preguntas, y después las otras: las dudas que habían sublimado en otras tras la Luna. ¿Era necesaria de verdad la prueba entremedias? Si ya sabían que sólo unos cuantos iban a ser dignos de llegar a la Luna Roja, ¿por qué no dejar al resto en sus casas?
Tuvo que limpiarse también las alas, y frotarlas para rasparles la sangre seca le hizo convencerse una vez más, esta vez de forma táctil e ineludible, de que existían. Notaba sus propias manos sobre ellas tanto como su textura membranosa bajo los dedos. Eran una parte más de su cuerpo por la que podía percibir. Se acordó entonces de Tay y la despreocupación con la que había hablado de sus nuevos ojos. ¿Era él el único que estaba teniendo tantos problemas para procesarlo?
Sox había cogido una camiseta del derrumbe y con todo lo que tenía en mente no se dio cuenta de que había intentado ponérsela de forma normal hasta que se le quedó atascada. Dio un par de tirones hasta darse cuenta de que era una estupidez y en su lugar se obligó a parar y respirar muy hondo una, dos veces. Joder, qué cansado estaba.
Con resolución sacada de la impaciencia se giró hasta donde su flexibilidad lo permitió para conseguir aferrarse las alas y comprimirlas contra su espalda todo lo que pudo. Bufó: era una sensación muy incómoda, como si le hubieran maniatado los brazos enteros tras de sí. En cuanto consiguió pasar la punta de aquel bulto vivo por el hueco de la camiseta tiró de la camiseta hacia abajo, a sabiendas de lo que iba a pasar. Cuando terminó el dorso de la prenda tenía un desgarrón muy antiestético en toda la parte superior, pero tras un tiro y afloja con cuidado para ayudarlas a salir por el hueco las alas habían terminado pasando.
La misma Luna Roja le llamaba, o de eso quiso convencerse cuando acudió con antelación al punto de encuentro que habían elegido a falta de conocer ningún lugar de la Sede: la cumbre del minarete. Sin embargo el encontrarse ya allí a Eriel, sus alas pétreas recortándose contra el fondo rojizo de la ciudad, le sacó de su engaño.
—¿Tú también?
Era extraño contemplar la ciudad desde tan alto sin que les molestasen los pájaros. Sox buscó inconscientemente con la mirada su torreón perdido.
—No sé si estoy loco o me lo estoy imaginando —que el cielo le llamaba, que le pedía que ascendiera aunque fuera para acortar distancias desde el suelo.
Cicatriz le habría espantado tiempo atrás, tiempo antes de Tuétano y de aquella noche donde él y sus compañeros habían acabado desfigurados por completo en el transcurso de horas. En su lugar ahora el carabés intentó imaginarse cómo habría sido cuando llegó allí, como ellos. Si habría traído ya consigo las cicatrices, o si vinieron después; si ya era lobuna, si o los rasgos animales se los habría dado la Luna como se los había dado a Siete.
Leyó, firmó y le costó un mundo. Dio la vuelta al papel varias veces en busca de la trampa. La última vez que había accedido a un contrato había despertado en unas mazmorras.
La siguiente fue una acción tomada con reluctancia suprema por su parte, pero era cierto que tenían que separarse tarde o temprano. Para comer, para ducharse, para cambiarse, para encontrar una habitación, para procesar. Habían quedado en reunirse de nuevo luego pero Sox no lograba sentirse tranquilo. Rocavarancolia desde el torreón Maciel había sido hostil pero al menos la comprendían. Desde la Sede ahora no era más que una incógnita.
Las habitaciones eran individuales, había un comedor y zonas comunes, una contraseña para que todos pudieran salir de forma independiente. Todo lo que, irónicamente, Sox había esperado al pisar Rocavarancolia tantos meses atrás. Las preguntas que podría haber hecho a Cicatriz empezaron a brotarle mientras se lavaba la sangre bajo el agua caliente, agotado. Primero las utilitarias, como a quién tenían que acudir si tenían preguntas, y después las otras: las dudas que habían sublimado en otras tras la Luna. ¿Era necesaria de verdad la prueba entremedias? Si ya sabían que sólo unos cuantos iban a ser dignos de llegar a la Luna Roja, ¿por qué no dejar al resto en sus casas?
Tuvo que limpiarse también las alas, y frotarlas para rasparles la sangre seca le hizo convencerse una vez más, esta vez de forma táctil e ineludible, de que existían. Notaba sus propias manos sobre ellas tanto como su textura membranosa bajo los dedos. Eran una parte más de su cuerpo por la que podía percibir. Se acordó entonces de Tay y la despreocupación con la que había hablado de sus nuevos ojos. ¿Era él el único que estaba teniendo tantos problemas para procesarlo?
Sox había cogido una camiseta del derrumbe y con todo lo que tenía en mente no se dio cuenta de que había intentado ponérsela de forma normal hasta que se le quedó atascada. Dio un par de tirones hasta darse cuenta de que era una estupidez y en su lugar se obligó a parar y respirar muy hondo una, dos veces. Joder, qué cansado estaba.
Con resolución sacada de la impaciencia se giró hasta donde su flexibilidad lo permitió para conseguir aferrarse las alas y comprimirlas contra su espalda todo lo que pudo. Bufó: era una sensación muy incómoda, como si le hubieran maniatado los brazos enteros tras de sí. En cuanto consiguió pasar la punta de aquel bulto vivo por el hueco de la camiseta tiró de la camiseta hacia abajo, a sabiendas de lo que iba a pasar. Cuando terminó el dorso de la prenda tenía un desgarrón muy antiestético en toda la parte superior, pero tras un tiro y afloja con cuidado para ayudarlas a salir por el hueco las alas habían terminado pasando.
La misma Luna Roja le llamaba, o de eso quiso convencerse cuando acudió con antelación al punto de encuentro que habían elegido a falta de conocer ningún lugar de la Sede: la cumbre del minarete. Sin embargo el encontrarse ya allí a Eriel, sus alas pétreas recortándose contra el fondo rojizo de la ciudad, le sacó de su engaño.
—¿Tú también?
Era extraño contemplar la ciudad desde tan alto sin que les molestasen los pájaros. Sox buscó inconscientemente con la mirada su torreón perdido.
—No sé si estoy loco o me lo estoy imaginando —que el cielo le llamaba, que le pedía que ascendiera aunque fuera para acortar distancias desde el suelo.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
10/10/18, 11:07 pm
Eriel miraba la ciudad, la contemplaba como si estuviera subido en un pedestal. De forma inconsciente buscó los lugares conocidos para él. Vio Rocavaragálago, pasó su mirada al castillo, las montañas y finalmente, con cierta pesadumbre, la posó en las ruinas de maciel.
No tardó en desviar la mirada hacia el astro rojo que coronaba el cielo. Había algo allí que lo llamaba, a querer escaparse de sus problemas, de la gravedad, de todo en la ciudad. Luego miraba la distancia al suelo y eso le medio convencía de no saltar y abrir las alas.
Terminó la comida antes de que el carabés subiese. Le ofreció sin embargo un trago de umbra.
-He bajado a la cocina, hay mundos de distancia entre lo que teníamos y ésto - le aseguró al ángel negro.
Suspiró entendiendo la pregunta de su amigo.
-Sí, yo también - aseveró.- Justo antes de que llegaras estaba pensando en saltar e intentar volar. Luego recordé que si fallo me mato desde esta distancia y eso me templó los ánimos.
-Quizá desde un lugar más bajo - añadió a media voz pensativo.
-¿Cómo te encuentras? - le preguntó queriendo conocer las impresiones de otra persona alada.- ¿Tú también las sientes ajenas? ¿Como si no debieran estar ahí pero sabiendo que no podría ser de otra forma?
No tardó en desviar la mirada hacia el astro rojo que coronaba el cielo. Había algo allí que lo llamaba, a querer escaparse de sus problemas, de la gravedad, de todo en la ciudad. Luego miraba la distancia al suelo y eso le medio convencía de no saltar y abrir las alas.
Terminó la comida antes de que el carabés subiese. Le ofreció sin embargo un trago de umbra.
-He bajado a la cocina, hay mundos de distancia entre lo que teníamos y ésto - le aseguró al ángel negro.
Suspiró entendiendo la pregunta de su amigo.
-Sí, yo también - aseveró.- Justo antes de que llegaras estaba pensando en saltar e intentar volar. Luego recordé que si fallo me mato desde esta distancia y eso me templó los ánimos.
-Quizá desde un lugar más bajo - añadió a media voz pensativo.
-¿Cómo te encuentras? - le preguntó queriendo conocer las impresiones de otra persona alada.- ¿Tú también las sientes ajenas? ¿Como si no debieran estar ahí pero sabiendo que no podría ser de otra forma?
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 12:49 am
—Gracias —aceptó el trago. No se había dado cuenta hasta ahora, pero ahora que el nublino mencionaba la comida se encontró deseando que alguien trajera un poco de ella cuando subieran. Increíble que con todo lo que había pasado todavía pudiera sentir algo tan mundano como el hambre.
—Todavía no me fío de que podamos cogerla libremente —comentó—. Seguimos teniendo que compartirla... Sólo que con más personas.
Pensar en el resto de habitantes de la Sede le ponía nervioso. Rocavarancolia era impredecible y le era imposible saber si iban a estar rodeados de Tuétanos o de Tersas. Estar solos contra la ciudad era una sensación desamparante pero familiar: ahora sólo les aguardaba lo desconocido. A su espalda sus alas se envararon, y hasta que no lo notó no se dio cuenta de lo en guardia que le ponía realmente ese pensamiento.
Giró la cabeza con brusquedad hacia Eriel en cuanto mencionó la sensación.
—Sí, es exactamente eso —se le coló cierta ansia aliviada en la voz y se recolocó para mirar mejor a su compañero. Oírlo mencionado en voz alta era una bocanada de aire fresco, porque incluso formularlo en sus pensamientos avergonzaba al carabés por lo ridículo que sonaba. Sacudió la cabeza y rió entre dientes. Joder. Alguien le acababa de decir que quería tirarse de una torre a ver si volaba y lo peor era que le entendía perfectamente—. Es rarísimo. Sé perfectamente que me voy a abrir la cabeza como haga una tontería de ese calibre pero el cuerpo me pide...
Dejó la frase inconclusa y miró al vacío bajo ellos. Peligrosísimo. Imposible. Y aun así las alas querían sentir el viento entre ellas, lo intuía. Las notaba a su espalda, vivas y ávidas por batir. Gruñó para ahuyentar aquel impulso de su cabeza.
—El cielo está increíble con esa luna en lo alto.
Asintió. Él todavía no notaba aquella sensación de pertenencia, pero podía intuir que llegaría. A cada minuto que pasaba le costaba menos sentir los músculos y los tendones nuevos como propios.
—Sí —no pudo evitar sonar frustrado—. Y eso es casi lo peor, porque ni siquiera consigo convencerme todavía de que no van a desaparecer mañana y aun así quiero lanzarme desde un sitio alto.
Se detuvo a mirar las de Eriel, y con ellas el resto de cambios de su amigo.
—Con la locura de estas últimas horas ni siquiera sé si he visto todo lo que os ha pasado a cada uno —confesó—. Ahora pareces hecho de piedra —se preguntó si la textura de las alas del nublino tendría la misma consistencia.
—Todavía no me fío de que podamos cogerla libremente —comentó—. Seguimos teniendo que compartirla... Sólo que con más personas.
Pensar en el resto de habitantes de la Sede le ponía nervioso. Rocavarancolia era impredecible y le era imposible saber si iban a estar rodeados de Tuétanos o de Tersas. Estar solos contra la ciudad era una sensación desamparante pero familiar: ahora sólo les aguardaba lo desconocido. A su espalda sus alas se envararon, y hasta que no lo notó no se dio cuenta de lo en guardia que le ponía realmente ese pensamiento.
Giró la cabeza con brusquedad hacia Eriel en cuanto mencionó la sensación.
—Sí, es exactamente eso —se le coló cierta ansia aliviada en la voz y se recolocó para mirar mejor a su compañero. Oírlo mencionado en voz alta era una bocanada de aire fresco, porque incluso formularlo en sus pensamientos avergonzaba al carabés por lo ridículo que sonaba. Sacudió la cabeza y rió entre dientes. Joder. Alguien le acababa de decir que quería tirarse de una torre a ver si volaba y lo peor era que le entendía perfectamente—. Es rarísimo. Sé perfectamente que me voy a abrir la cabeza como haga una tontería de ese calibre pero el cuerpo me pide...
Dejó la frase inconclusa y miró al vacío bajo ellos. Peligrosísimo. Imposible. Y aun así las alas querían sentir el viento entre ellas, lo intuía. Las notaba a su espalda, vivas y ávidas por batir. Gruñó para ahuyentar aquel impulso de su cabeza.
—El cielo está increíble con esa luna en lo alto.
Asintió. Él todavía no notaba aquella sensación de pertenencia, pero podía intuir que llegaría. A cada minuto que pasaba le costaba menos sentir los músculos y los tendones nuevos como propios.
—Sí —no pudo evitar sonar frustrado—. Y eso es casi lo peor, porque ni siquiera consigo convencerme todavía de que no van a desaparecer mañana y aun así quiero lanzarme desde un sitio alto.
Se detuvo a mirar las de Eriel, y con ellas el resto de cambios de su amigo.
—Con la locura de estas últimas horas ni siquiera sé si he visto todo lo que os ha pasado a cada uno —confesó—. Ahora pareces hecho de piedra —se preguntó si la textura de las alas del nublino tendría la misma consistencia.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.Personajes :- Enredo : Humano Brujo de las Enredaderas.
- Surásara : Ulterana Naga.
- Varsai : Varmana Licántropo leopardo de las nieves.
- Eriel : Nublino.
Heridas/enfermedades : Finas cicatrices por todo el cuerpo.
Status : Perdido en la ciudad de los milagros y los portentos.
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 01:14 am
Eriel se encogió de hombros aceptando de vuelta la jarra con umbra.
-Pues si es así lo siento por la persona a la que le he cogido queso - dijo sin sentirlo lo más mínimo.- Ahora yo también vivo aquí y no pienso pasar hambre.
No es que hubiesen pasado excesiva hambre anteriormente, las cestas que recogían de forma periódica lo habían evitado, pero era bien visible que el nublino había perdido peso.
Se rió con la descripción que dio el carabés. Entendía ese sentimiento, el querer sentir el viento en las alas, moverlas para ganar altura, dejarse caer...
-Estaba pensando que podríamos probar - le sugirió a su amigo.- No desde aquí claro, pero cualquiera de esas casas nos serviría para ello. Mañana por ejemplo.
-Sí, ciertamente la Luna es preciosa - convino.- Mucho mejor de lo que podía imaginar, ni siquiera en mis mejores sueños.
-No te sé decir, yo noto mi piel normal - le respondió.- Claro que yo tengo garras ahora, ni siquiera tengo ya cinco dedos en el pie por si no te habías fijado - dijo señalando los pies y el espolón que le salía de la parte de atrás.- Está claro que tú y yo somos diferentes aunque tengamos alas parecidas.
Extendió un ala hasta el carabés concentrándose en ello. Le costó moverla, quizá porque estaba pensando en ello. La joven gárgola recordó lo bien que se habían movido cuando estuvieron bajo Maciel.
-Dame tu opinión, ¿a ti que te parecen?
-Pues si es así lo siento por la persona a la que le he cogido queso - dijo sin sentirlo lo más mínimo.- Ahora yo también vivo aquí y no pienso pasar hambre.
No es que hubiesen pasado excesiva hambre anteriormente, las cestas que recogían de forma periódica lo habían evitado, pero era bien visible que el nublino había perdido peso.
Se rió con la descripción que dio el carabés. Entendía ese sentimiento, el querer sentir el viento en las alas, moverlas para ganar altura, dejarse caer...
-Estaba pensando que podríamos probar - le sugirió a su amigo.- No desde aquí claro, pero cualquiera de esas casas nos serviría para ello. Mañana por ejemplo.
-Sí, ciertamente la Luna es preciosa - convino.- Mucho mejor de lo que podía imaginar, ni siquiera en mis mejores sueños.
-No te sé decir, yo noto mi piel normal - le respondió.- Claro que yo tengo garras ahora, ni siquiera tengo ya cinco dedos en el pie por si no te habías fijado - dijo señalando los pies y el espolón que le salía de la parte de atrás.- Está claro que tú y yo somos diferentes aunque tengamos alas parecidas.
Extendió un ala hasta el carabés concentrándose en ello. Le costó moverla, quizá porque estaba pensando en ello. La joven gárgola recordó lo bien que se habían movido cuando estuvieron bajo Maciel.
-Dame tu opinión, ¿a ti que te parecen?
Soy Dal, hijo del Estío y el Crepúsculo. Señor del Vacío y Amo del Infinito. Destructor de Mundos y Artífice de Infiernos. Conde de la Nada y Duque de los Océanos. Rey del Purgatorio y Terror del Cielo. Marqués del Inframundo y Barón de la Muerte. Por todos estos titulos, Invitado, reclamo tu vida para mí .
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 02:20 pm
Sox apretó los labios. Su primer impulso ante una propuesta así era negarse, por supuesto, pero lo cierto era que la idea sonaba... atractiva. De forma completamente ilógica y estúpida, pero muy atractiva. De una manera primaria que no comprendía del todo se le antojaba todavía más estúpido que le hubieran brotado alas y no probarlas.
—Mañana —coincidió—. Si nos han salido es porque tienen que funcionar —o eso dictaba la lógica, por lo menos.
Dejó escapar una exclamación cuando Eriel le enseñó los espolones y alargó la mano para tocar el ala que el nublino había extendido en su dirección. Las notó diferentes a las suyas al tacto, rugosas y ásperas como la piedra pómez pero indudablemente vivas. Las describió despacio y con precisión a Eriel.
—Estás distinto —reconoció. El nublino, que siempre había sido de los más bajitos del torreón, ofrecía ahora una impresión completamente diferente. La inclusión de alas cambiaba por completo el espacio que ocupaba—. Tuétano te llamó gárgola. Debe haber más como tú.
Se giró para que Eriel pudiera verle mejor la espalda.
—A mí se me ha curado la herida de cuando salieron —se sintió casi culpable al confesarlo—. Y negra. No sé lo que significa.
Probó a mover sus propias alas cerca de sí y manoseó uno de los filos para comparar con su amigo, abstraído.
—Se me hace extrañísimo pensar en que van a quedarse para siempre. No consigo asimilarlo. Ni siquiera sé si me gustan o si debería enfadarme o las dos cosas.
Le habían modificado el cuerpo sin permiso, y aun así una parte de sí se hacía eco de las palabras de Eriel. Ningún otro cambio hubiera sido correcto.
—Mañana —coincidió—. Si nos han salido es porque tienen que funcionar —o eso dictaba la lógica, por lo menos.
Dejó escapar una exclamación cuando Eriel le enseñó los espolones y alargó la mano para tocar el ala que el nublino había extendido en su dirección. Las notó diferentes a las suyas al tacto, rugosas y ásperas como la piedra pómez pero indudablemente vivas. Las describió despacio y con precisión a Eriel.
—Estás distinto —reconoció. El nublino, que siempre había sido de los más bajitos del torreón, ofrecía ahora una impresión completamente diferente. La inclusión de alas cambiaba por completo el espacio que ocupaba—. Tuétano te llamó gárgola. Debe haber más como tú.
Se giró para que Eriel pudiera verle mejor la espalda.
—A mí se me ha curado la herida de cuando salieron —se sintió casi culpable al confesarlo—. Y negra. No sé lo que significa.
Probó a mover sus propias alas cerca de sí y manoseó uno de los filos para comparar con su amigo, abstraído.
—Se me hace extrañísimo pensar en que van a quedarse para siempre. No consigo asimilarlo. Ni siquiera sé si me gustan o si debería enfadarme o las dos cosas.
Le habían modificado el cuerpo sin permiso, y aun así una parte de sí se hacía eco de las palabras de Eriel. Ningún otro cambio hubiera sido correcto.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
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- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.Personajes : ●Ruth: Humana (Israel)
Demonio de Fuego
●Tayron: Humano (Bélgica)
Lémur
●Fleur: Humana (Francia)
Siwani
●Aniol: Humano (Polonia)
Unidades mágicas : 03/12
Síntomas : Querrá salir más del torreón. En ocasiones, aparecerán destellos de luz a su alrededor que duran un instante.
Status : KANON VOY A POR TI
Humor : Me meo ;D
Re: Sede de los Taumaturgos (Archivo III)
11/10/18, 09:39 pm
Cuando su muñeca terminó de girar completando la firma Tayron relajó los hombros, si la imponente mujer hablaba en serio significaba que el juego macabro al que habían sido invitados meses atrás había terminado. Al menos jugarían de una forma distinta. La Sede significaba muchas cosas, un lugar para gente que había pasado la prueba. Solo deseaba poder llamarle de momento hogar, más que un refugio.
Consiguió una habitación en el pasillo de la mayoría y a poder ser cerca de la de Hyun pero al final no supo con seguridad si el coreano quedó cerca suya, porque una vorágine en su interior sabía lo que se acercaba, aquel momento que solo implicaba desnudar sus pensamientos, quedar expuesto. Ni siquiera cayó en darle las gracias a Wheem.
Sus pupilas se dilataron cuando su manó tomó el pomo de la puerta, ajeno a su contacto. Dafne flotaba detrás suya en un extraño silencio.
Su dormitorio olía a cerrado, pero bastaba con un sitio donde poder acostarse, ahora mismo era lo que más le apetecía. Solo quería relajarse, y descansar por horas y horas. Pero las cosas no podían funcionar así. Se lo debía a ella.
-¿Puedes cerrar la...?- Pero se dio cuenta del error, la joven bajó la mirada al suelo- agg, cojones, soy gilipollas. Daf, lo siento- musitó al cerrar él la puerta.
-¡No! es decir, no te preocupes, no pasa nada Tay- dijo restándole importancia con un gesto de la mano. Le habría gustado explicar que estaba acostumbrada, pero no era cierto- supongo que... tenemos que hablar... oh, Tayron porfa, no hagas eso- dijo cuando le vio emocionarse, rompiéndose también ella, como si fuera el momento para vacíar todo el dolor. Dafne se acercó a la cama donde el chico reposaba con la espalda apoyada en la pared y la cola enrollada en su pierna.
Tayron prefirió taparse la cara con la almohada y verter todas sus lágrimas en ella.
-No-no- se atragantó, con el cuerpo débil y al límite- no es justo, no puedo llorar yo. Con todo lo que has tenido que pasar... madre mía Dafne. Estás aquí y no puedo, no sé que decir.
-Yo tampoco. Supongo que...- miró a sus ojos amarillos-... por el principio.
-No tiene que ser ahora- pero la joven fantasma contó su historia, su tragedia, y Tayron deseó abrazarla más que nunca.
-No entendía nada- Dafne hablaba con rapidez, parando cuando las palabras se convertían en notas mudas de dolor. Notaba cuchillos dentro de ella al revivirlo a pesar de que ya nada podía hacerle daño de esa forma- no sabía por qué estaba junto al río. Tardé un tiempo en recordar, una mujer me llevó, Dama Serena. A una habitación extraña repleta de... de gente como yo.
-De espíritus- se atrevió a decir, lamentándolo al instante.
-De marginados.
-No digas eso.
-Tayron, escúchame- y casi lo sacudió por acto reflejo- no sabes... no te haces ni una idea de lo que es. Tenía prohibido interferir- otro recuerdo más de que ya no pertenecía al grupo, de que se movía entre ellos como una extraña- pero sí podía acercarme.
El belga tragó saliva.
-Pero no lo hiciste- quiso completar. Dafne asintió- ¿por qué?.
-Yo...- quería contarle qué se sentía al ver como sus amigos lloraban su propia muerte, como se derrumbaban, transmitirle todo el dolor para el menos compartirlo, pero no sabía cómo- a veces os observaba, no era capaz de regresar. Podría haberoslo fastidiado todo, ya hice bastante.- Tay se desgarró al verla enterrar la cara en la palma de las manos y sintió la necesidad de tocarla. Un escalofrío le devolvió a su sitio- vuestro día a día, te-te te vi a tí llorándome, aún cuando no estaba muerta, no del todo. Les busqué.
-¿Están muertos verdad?- Dafne volvió a asentir, esta vez con mayor dificultad.
-He sido la única y todavía no se por qué. Quizás es un castigo, si tan solo no me hubiera llevado aquel estúpido colgante.
Tay reaccionó a tiempo.
-¡Dafne, no!. No fue tu culpa, ninguno lo vimos venir. Nos salvaste ¿me oyes?.
-Eso ya no importa, aquella gente, los otros como yo, estaban locos. Tayron ¿y si me vuelvo loca?. Algunos me hablaron, tenían más de cien años y cuerpo de doce. ¿Sabes que significa eso? ¿Logras comprenderlo?.
Tay lo comprendía, pero no quería decirlo en voz alta.
-Cuando cumplas los veinte seguiré teniendo esta edad, cuando cumplas los cincuenta seguirás saliendo con una chica de dieciocho años. Os veré morir.
-No me importa.
-A mí sí, no sabes lo que dices.
Tayron notaba como su interior se desataba como un huracán que quería barrer edifcios, arrasar con Rocavarancolia como esta había hecho con sus vidas. Se aclaró la garganta a la vez que se apartaba el pelo de la frente.
-Solo quería que volvieras y has vuelto. ¿No podemos quedarnos con eso?
Estaba ciego, y Dafne lo sabía, se le rompía el alma, si es que seguía teniéndola.
-Oh, Tayron- le susurró con mimo, sus dedos se deslizaron a milímitros de describir el contorno de su rostro con dulzura. Tayron cerró los ojos avistando lágrimas suicidas, casi podía notarla. Casi- no podemos tocarnos y sin embargo...- la hacía sentir viva, solo él. Había estado en coma, aunque hubiera vagado por sitios desde su muerte.
-Me niego a todo lo que implique que te vayas de mi lado. Quédate por favor- le rogó con las uñas hundidas en su rodilla.
-Tayron... .
-Demos tiempo, déjanos comprendernos, decidiremos luego. Por favor. Dafne, mírame- y tuvo que hacerlo. ¿Podía negarse acaso? ¿No habían sido presos desde que se conocieron en el instituto?. Había algo, una cuerda invisible que los unía desde entonces. Había estado tensa, casi a punto de romperse, ni siquiera la muerte había podido. Quería atarse a él mediante un nudo y no separarse nunca- por favor.
-Está bien- dijo, sabiendo que algo más fuerte hablaba por ella. Pero lo aceptó con amargura. Tayron tenía una venda en los ojos, tardaría en caérsele, pero no dudaba en que llegaría el día. Y pasaría todos y cada uno de los restantes temiendo el momento. Eso era estar muerta, esperar a que los vivos a los que has amado te abandonen, uno a uno.
-Gracias, no te arrepentirás- Dafne le devolvió una sonrisa maquillada. No, ella no. No sería ella quien lo lamentara.
Consiguió una habitación en el pasillo de la mayoría y a poder ser cerca de la de Hyun pero al final no supo con seguridad si el coreano quedó cerca suya, porque una vorágine en su interior sabía lo que se acercaba, aquel momento que solo implicaba desnudar sus pensamientos, quedar expuesto. Ni siquiera cayó en darle las gracias a Wheem.
Sus pupilas se dilataron cuando su manó tomó el pomo de la puerta, ajeno a su contacto. Dafne flotaba detrás suya en un extraño silencio.
Su dormitorio olía a cerrado, pero bastaba con un sitio donde poder acostarse, ahora mismo era lo que más le apetecía. Solo quería relajarse, y descansar por horas y horas. Pero las cosas no podían funcionar así. Se lo debía a ella.
-¿Puedes cerrar la...?- Pero se dio cuenta del error, la joven bajó la mirada al suelo- agg, cojones, soy gilipollas. Daf, lo siento- musitó al cerrar él la puerta.
-¡No! es decir, no te preocupes, no pasa nada Tay- dijo restándole importancia con un gesto de la mano. Le habría gustado explicar que estaba acostumbrada, pero no era cierto- supongo que... tenemos que hablar... oh, Tayron porfa, no hagas eso- dijo cuando le vio emocionarse, rompiéndose también ella, como si fuera el momento para vacíar todo el dolor. Dafne se acercó a la cama donde el chico reposaba con la espalda apoyada en la pared y la cola enrollada en su pierna.
Tayron prefirió taparse la cara con la almohada y verter todas sus lágrimas en ella.
-No-no- se atragantó, con el cuerpo débil y al límite- no es justo, no puedo llorar yo. Con todo lo que has tenido que pasar... madre mía Dafne. Estás aquí y no puedo, no sé que decir.
-Yo tampoco. Supongo que...- miró a sus ojos amarillos-... por el principio.
-No tiene que ser ahora- pero la joven fantasma contó su historia, su tragedia, y Tayron deseó abrazarla más que nunca.
-No entendía nada- Dafne hablaba con rapidez, parando cuando las palabras se convertían en notas mudas de dolor. Notaba cuchillos dentro de ella al revivirlo a pesar de que ya nada podía hacerle daño de esa forma- no sabía por qué estaba junto al río. Tardé un tiempo en recordar, una mujer me llevó, Dama Serena. A una habitación extraña repleta de... de gente como yo.
-De espíritus- se atrevió a decir, lamentándolo al instante.
-De marginados.
-No digas eso.
-Tayron, escúchame- y casi lo sacudió por acto reflejo- no sabes... no te haces ni una idea de lo que es. Tenía prohibido interferir- otro recuerdo más de que ya no pertenecía al grupo, de que se movía entre ellos como una extraña- pero sí podía acercarme.
El belga tragó saliva.
-Pero no lo hiciste- quiso completar. Dafne asintió- ¿por qué?.
-Yo...- quería contarle qué se sentía al ver como sus amigos lloraban su propia muerte, como se derrumbaban, transmitirle todo el dolor para el menos compartirlo, pero no sabía cómo- a veces os observaba, no era capaz de regresar. Podría haberoslo fastidiado todo, ya hice bastante.- Tay se desgarró al verla enterrar la cara en la palma de las manos y sintió la necesidad de tocarla. Un escalofrío le devolvió a su sitio- vuestro día a día, te-te te vi a tí llorándome, aún cuando no estaba muerta, no del todo. Les busqué.
-¿Están muertos verdad?- Dafne volvió a asentir, esta vez con mayor dificultad.
-He sido la única y todavía no se por qué. Quizás es un castigo, si tan solo no me hubiera llevado aquel estúpido colgante.
Tay reaccionó a tiempo.
-¡Dafne, no!. No fue tu culpa, ninguno lo vimos venir. Nos salvaste ¿me oyes?.
-Eso ya no importa, aquella gente, los otros como yo, estaban locos. Tayron ¿y si me vuelvo loca?. Algunos me hablaron, tenían más de cien años y cuerpo de doce. ¿Sabes que significa eso? ¿Logras comprenderlo?.
Tay lo comprendía, pero no quería decirlo en voz alta.
-Cuando cumplas los veinte seguiré teniendo esta edad, cuando cumplas los cincuenta seguirás saliendo con una chica de dieciocho años. Os veré morir.
-No me importa.
-A mí sí, no sabes lo que dices.
Tayron notaba como su interior se desataba como un huracán que quería barrer edifcios, arrasar con Rocavarancolia como esta había hecho con sus vidas. Se aclaró la garganta a la vez que se apartaba el pelo de la frente.
-Solo quería que volvieras y has vuelto. ¿No podemos quedarnos con eso?
Estaba ciego, y Dafne lo sabía, se le rompía el alma, si es que seguía teniéndola.
-Oh, Tayron- le susurró con mimo, sus dedos se deslizaron a milímitros de describir el contorno de su rostro con dulzura. Tayron cerró los ojos avistando lágrimas suicidas, casi podía notarla. Casi- no podemos tocarnos y sin embargo...- la hacía sentir viva, solo él. Había estado en coma, aunque hubiera vagado por sitios desde su muerte.
-Me niego a todo lo que implique que te vayas de mi lado. Quédate por favor- le rogó con las uñas hundidas en su rodilla.
-Tayron... .
-Demos tiempo, déjanos comprendernos, decidiremos luego. Por favor. Dafne, mírame- y tuvo que hacerlo. ¿Podía negarse acaso? ¿No habían sido presos desde que se conocieron en el instituto?. Había algo, una cuerda invisible que los unía desde entonces. Había estado tensa, casi a punto de romperse, ni siquiera la muerte había podido. Quería atarse a él mediante un nudo y no separarse nunca- por favor.
-Está bien- dijo, sabiendo que algo más fuerte hablaba por ella. Pero lo aceptó con amargura. Tayron tenía una venda en los ojos, tardaría en caérsele, pero no dudaba en que llegaría el día. Y pasaría todos y cada uno de los restantes temiendo el momento. Eso era estar muerta, esperar a que los vivos a los que has amado te abandonen, uno a uno.
-Gracias, no te arrepentirás- Dafne le devolvió una sonrisa maquillada. No, ella no. No sería ella quien lo lamentara.
"Ya No Hay Fuego, Pero Sigue Quemando."
"Son Un Sentimiento Suspendido En El Tiempo, A Veces Un Evento Terrible Condenado A Repetirse."
"Deja Que Tu Fe Sea Más Grande Que Tus Miedos."
"¡Se Lo Diré Al Señor Santa!"
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