Sede de los Taumaturgos (Archivo III)

Recuerdo del primer mensaje :

El ataque de risa de Tap fue tal que su cuerpo se sacudió en el aire como si sufriera espasmos. El aparato fonador emitió ruidos incomprensibles que no eran más que el poltergeist intentando hacer ver al idrino lo gracioso que había sido verle la cara en plena descarga eléctrica. Cuando por fin se calmó, Saren le preguntó sobre su cuerpo y Tap comenzó a hablar tan rápido que las palabras se trababan y no salían. Tuvo que coger aire antes de intentarlo de nuevo, esta vez más despacio que la anterior.

—Es de metal irrense y plástico—explicó—. Fabricado por dama Hálito, demi… demiur… demiurga—se le atascaba la palabra. La mención a la violeta le hizo sentir algo de pena. Perder a los pocos gigantes que merecían la pena nunca era divertido. Continuó su charla moviendo cada una de las secciones en las que se dividía y haciendo una mención obvia al aparato que le permitía hablar—. Además lo estoy armando. Como lo de la electric… electricicicicidad—de nuevo se le atascaron las palabras y Tap sacudió la cabeza de manera inútil—. Electricidad. Todavía me que-queda hasta que… aprenda del todo. Pero bueno.

Tap estaba tan eufórico por su nuevo cuerpo que le daba igual las trabas que su ponía. Valoraba la mejora y lo veía todo un pelín más positivo. Un pelín suficiente como para que no quisiera matar al gigante que tenía enfrente en ningún momento. Era probable que el hecho de que fuera Saren y no otro, como Pablo, por ejemplo, también tuviera que ver. Pero lo importante era que, en aquellos momentos, el poltergeist se encontraba a gusto.

—Y tú, ¿Q-qué eres? ¿Y qué haces? Sales muy a menudo de la Sede—Tap estaba realizando esas mismas preguntas a todos los gigantes que decidía que eran dignos de relacionarse. Sobre todo porque según las respuestas, así sabría si lo seguían siendo, si era mejor alejarse de ellos o, simplemente, sabía si podía alegrarse porque la Luna Roja les castigaba con algún aspecto injusto de sus transformaciones. Sabía lo felices que fueron muchos gigantes cuando descubrieron que como poltergeist no podría hablar, así que no pensaba esconder la diversión que le producía saber que ahora a algunos les mataba el sol o que estaban catatónicos durante todo el día en la cama.

Kudryavka

El vánara se desternilló y dió de palmas cuando la ulterana logró hacer levitar la pieza de fruta.
-¡Ese es el espíritu!-dijo con tono de júbilo.-De todas formas, solo con los hechizos básicos ya tienes un monton de virguerias interesantes para hacer. Osea, puede que no seas tan OP como un mago, pero que sigues pudiendo repartir tortas si es necesario.-
Se recostó en el asiento.
-Yo, por mi parte, he visto que tengo un nivel bastante decentillo, con esto de ser un mono.-dijo una risilla.-Pero no he tenido el placer de indagar en libros de alto nivel. Quizás en serpentaria tengan algo más decente. Ya le preguntaré a Archi...-apoyó la cabeza en el asiento levitante y observó a la ulterana durante un rato. La veia pelearse con los hechizos tal y como el habia hecho meses atrás, aunque si acaso, ella avanzaba notablemente más rápido. Eso se debia a que o bien él era un cabeza-hueca para los temas mágicos, o bien que la magia que Keiria tenia de transformada estaba en un nivel completamente diferente al que él tenia de cosechado.

El siguiente objeto era una silla de madera. La kitsune estaba centrada en su trabajo y, mientras que el vánara no queria interrumpirla, una serie de pensamientos algo paranoicos le cruzaron la mente, quizás porque estaban disfrutando de su tiempo, después de tantos compañeros muertos, el cambio y el sufrimiento que les habia acarreado la ciudad, Kudryavka simplemente queria tener todos los frentes cubiertos y, con Cio solucionando su problema cardiaco, aun quedaban otros tantos que no parecian tener tan fácil solución.
Motivado por preguntarle justo después de uno de sus intentos fracasados, el vánara se lanzó.
-Oye, Keiria...-le llamó rascandose la barbilla y frunciendo con los labios, pensando como seria la manera más apropiada de lanzar la pregunta sin estropear el buen rollo.-Di, una cosa... Eh... ¿No te preocupa un poco la ciudad?-soltó una risilla, algo nervioso.-Qui-Quiero decir... Que haya más ulteranos ahí fuera que, bueno, no se tomen a bien lo de tu ojo. Porque no...-tosió llegando su nerviosidad a un punto considerable.-Porque la tal Surasara no parecia tan mala persona como para hacer, hacerte, daño por algo así y no se. ¿Deberia preocuparnos?-acabó concluyendo, estrellando el Boening 474 que era su pregunta en mitad del mar.-¿Sabes que? Mejor olvida que te haya preguntado nada. ¡Es estúpdio! Lo siento por sacarlo de la nada asi de pronto...-dijo riendo por no llorar de nervios.

La silla se le resistía por ser demasiado pesada, pero Keiria no se rendía y seguía ejecutando el hechizo. Aprovechando uno de sus fallos, sin embargo, Kud le habló y le planteó una pregunta un tanto delicada. El chico creía haber pisado algún tipo de terrenos peligroso, pues se retractó de sus palabras muy deprisa, pero en verdad era algo que preocupaba a la kitsune.

La muchacha se sentó en la silla que hasta hacía unos minutos trataba de hacer levitar y observó al vánara pensativa, asegurando mejor el parche que cubría su ojo oscuro con un gesto inconsciente. Sabía que no había nadie en las inmediaciones, y por eso se animo a hablar del tema.
—Es complicado. Quiero creer que de haber otros ulteranos en la ciudad serán los suficientemente rocavarancoleses como para que no les preocupe de que color son mis ojos o quienes son mis padres, pero no tengo forma de saberlo —dijo con cuidado—. Puede que haya algún terra en la ciudad y esta conversación no tenga sentido, ¿no crees?

Era una pregunta retórica, pero la pelirroja no podía evitar plantearla en voz alta. En cierto modo necesitaba algo de seguridad en ese sentido, y reconocerlo en voz alta ayudaba. Su preocupación más inmediata era su compañera letarguina, pues ahora vivían bajo el mismo techo.
—Con Surásara no se como lo voy a afrontar, pero es contraproducente que siga ocultándoselo. Desconozco que piensa ella de los terra y tampoco tengo muchas ganas de averiguarlo —añadió, mas para sí que para su amigo—. En cualquier caso el parche afecta a mis capacidades, y si pretendo entrenar aquí tengo que poder moverme libremente sin llevarlo puesto. Está claro que en algún momento tendrá que enterarse, pero procurare teneros a alguno cerca por si acaso —concluyó sonriendo.

No quería darle más vueltas al asunto en aquel momento, así que se puso en pie y volvió a sus ejercicios. No tardaría mucho mas en poder hacer levitar la silla, y en cuanto lo consiguiera pasaría a intentarlo consigo misma.
—Lo malo de levitar es que no tienes ningún tipo de impulso para avanzar, ¿no es así? —le preguntó al humano.

Kudryavka

Sin embargo, la chica decidió hablar de ello. El ruso la escuchó con atención, con el rosto algo consternado. Ella misma queria liberarse de aquella carga y el chico creia poder imaginarse por lo que estaba pasando. Razón de más para preocuparse. Con como terminó de exponer, Kud deseó poder serle optimista a la chica. Que encontrarian a otros como ella o a ulteranos que no juzgasen a la gente o que, de no haber ni uno solo, hacerla saber que sus amigos estarian para ella.
Pero no logró decir nada. Él siempre procuraba ser optimista, pero la chica no parecia querer hablar de ello así que cejó el asunto. Ella debia ser quien decidiera cuando y como tratarlo y no él, aun a pesar de tener buenas intenciones.

La pelirroja no tardó en cambiar de tema, mientras el vánara maldecia internamente por su atrevimiento al presionarla. No pudo evitar sentirse que estaba estropeando muchas cosas. Ya con Ri, notaba que algo pasaba, pero de eso si que no se atreveria de hablar. Le costaba mucho menos hablar de los demás que de él mismo.

La chica habia vuelto a sus intentos por hacer levitar la silla. En esto, compartió una duda con el chico y el vánara hizo un intento por esbozar una sonrisa y contestó.
-Es algo así como nadar. Si lo necesitas puedes usar otros hechizos para impulsarte. O incluso, el andar por el aire. Pero todo eso requiere experiencia. Porque hasta aprenderlo, hay muchas caidas y golpes.-explicó con una carcajada leve.-Y tienes la suerte de contar conmigo, el experto a la hora de darse tortas contra el suelo, para que te ayude en esa tarea si quieres tambien.-

—Oh si, de seguro que tu experiencia en darte mamporros me sera de mucha ayuda —comentó Keiria con una sonrisa, siguiendo la broma—. Seguro que hay formas de amortiguar la caída o algo así, ¿verdad? —tenía que haberlas, pues había visto muchas veces a Kud salir ileso después de dejarse caer de muros bastante alto. El truco estaba en la voltereta, tenía que ser eso.

Con una sacudida, la silla que había estado tratando de hechizar se alzó en aire, ascendiendo unos metros y trazando círculos sobre sus cabezas. La kitsune mantenía la concentración, pero se adivinaba su entusiasmo en el movimiento de sus colas y en su sonrisa contenida. Lo había conseguido y solo había necesitado un par de horas para lograrlo.
—Estoy hecha una fenómeno —se autoalabó en broma, haciendo descender el asiento para dejarlo en el suelo con suavidad—. No se si mis reservas aguantaran, pero ahora tengo que alzarme yo —añadió con gesto decidido, sentándose en un sillón con las piernas cruzadas y preparándose para ejecutar los gestos de nuevo.

Se quedó quieta, sin embargo, no muy segura de si proceder o no. Practicar con objetos inanimados era sencillo, pero pasar a ser el conejillo de indias era un tema mas serio. Por suerte el humano estaba allí y podía asistirla si surgía alguna complicación, pero Keiria no quería quedar como una incompetente.
—Así que tienes un nivel decente, ¿eh? —le dijo al vánara, retomando las palabras que el chico había dicho antes. Quería distraerse y retrasar un poco mas el intento de levitación—. ¿Cómo es que no has ido a Serpentaria de primeras?, con un nivel alto le puedes sacar mucho partido a la magia —se imaginaba la respuesta del chico, pero prefería oírlo de su propia boca.

Kudryavka

-Hay unos cuantos.-respondió con una risilla.

Con más esfuerzo y practica, la kitsune ya habia logrado mejorar en su técnica y habia logrado hacer levitar la silla. De nuevo, la velocidad de progreso de la chica le hizo sentirse algo celoso. Para levitar algo tan pesado, el ruso tenia que haber estado casi un mes practicando.
-Si quieres podemos tomarnos un descanso aquí y continuar más tarde. Total, no es como si me vaya a quedar mucho aqui dentro.-admitió con una sonrisa.-Aún me queda mucha ciudad por recorrer.-

Lo siguiente era probar la levitación sobre ella misma. Se la veia algo vacilante a la hora de ponerse a ello. El humano estaba listo para estabilizarla o rescatarla de un salto si hiciera falta, pero tenia confianza en que la ulterna progresaria igual de bien que con las otras cosas.
Fue entonces que le hizo una pregunta. Él no habia meditado mucho sobre el tema. Tan solo en su momento eligió el sitio sin dudar. Frunció los labios, pensativo y echó la cabeza hacia atrás, buscando alguna razon convincente que no fuera simplemente un "No me pare a pensarlo mucho"

-Hmm... Cierto es, en serpentaria podria aprender más magia y más poderosa. Y no te creas que no quiera aprender a apañarme en todos los campos. La magia es muy util y muy poderosa pero... Es un poder demasiado... en bruto.-intentó explicar. Rompió con una carcajada antes de explicarse. Se llevó la mano a la espalda, donde descansaba su bõ y lo desenfundó.
-Es como con esto, ¿sabes?-dedicó una mirada a su arma y siguió hablando.-Hay hechizos muy peligrosos, muy potentes. No quiero indagar mucho en ellos, por si algún día me veo acorralado y me arrepiento de usar algo así. Por eso quiero hacerme fuerte a mi mismo, para no tener que recurrir a cosas así. La magia poderosa es como una pistola, le hace perder toda la emoción a un combate a mi parecer.-dijo con una risilla.-Es una de las ventajas de este arma, a decir verdad.-hizo una pequeña floritura al pasarse el bastón de mano en mano.-Con este arma yo controlo a la perfección si puedo matar o no al adversario al atacarle, y de haber un accidente, raro seria que fuera letal.-negó con la cabeza.-Con la magia ofensiva no es así. Los hechizos más poderosos son, como indica su nombre, demasiado poderosos y... quizás les tenga miedo...-confesó con una risilla nerviosa mientras mantenia el rostro algo lugubre.

En seguida se animó, añadiendo otra razón más.
-Ah y... Bueno... Pegarme con magos no tiene tanta emoción como pelearme con alguno de los mostrencos y demás peña que hay aquí.-Guardó el bõ y se acomodó de nuevo.-Son la leche de fuertes. Y voy a superarles algún día. Y después de ellos, ire a por otros, unos que sean más fuertes. Y después de esos me buscaré AUN más fuertes. Y, finalmente, un día me sentare en las alturas, como el más fuerte y haré lo que pueda por ayudar a los más débiles. Y a evitar más muerte en esta ciudad. Es algo así como un sueño.-sus ojos ardian con espíritu, impregnando sus palabras y emocionandose en cada entonación. Lentamente se habia ido incorporando y, cuando terminó, se volvió a sentar de golpe.

Con una carcajada, rompió con el ambiente que él mismo habia creado.
-Te debo parecer un completo estúpido contandote este sueño mio, ¿verdad?-comentó, rascandose la nariz con un ligero rubor en sus mejillas.

Keiria escuchó las palabras de Kud con las manos sobre las rodillas, dejando pasar el tiempo antes de empezar con la levitación sobre si misma. Compartía unas cuantas de sus opiniones, pues consideraba la magia como una via fácil en cualquier combate, y su sangre ibolense le influenciaba bastante en ese sentido. La confianza del vánara, sin embargo, era desmedida, y que creyera que podía superar a los mas veteranos de la ciudad resultaba preocupante a la par que temerario.

Una cosa era querer mejorar sus habilidades, y otra muy distinta creerse capaz de derrotar a todos los habitantes de la ciudad, miembros del Consejo incluidos. Por otra parte ella no era nadie para replicarle al chico, pues hasta el momento no tenía ninguna gran objetivo marcado.
—Es importante tener un sueño. Marcarse una meta, aunque suene descabellada, le da sentido a la vida —opinó la ulterana, negando con la cabeza ante la afirmación del chico de que sus palabras debían parecerle estúpidas—. Mi padre siempre decía que la gente que vive sin sueños u aspiraciones vive una existencia vacía. Él te animaría a intentarlo, supongo —dijo con una sonrisa—, y yo añadiría que tuvieses mucho cuidado, Kud.

Había retrasado bastante el momento, pero ya era hora. Respiro profundamente, relajando los músculos, y empezó a trazar los gestos del hechizo a la par que decía las palabras pertinentes. Aquella vez, ya fuera porque estaba mas tranquila o porque le había ido cogiendo el tranquillo, el conjuro salió a la primera. La kitsune empezó a alzarse del sillón, pero la impresión le pudo y el caudal mágico se perdió.

Keiria cayó a plomo sobre el asiento, rebotando sobre el cojín antes de ir de morros contra el suelo. Permaneció en aquella posición unos instantes, como paralizada, para repentinamente echarse a reír con fuerza. Rodó hasta quedar bocarriba y siguió riendo hasta que le empezó a doler la tripa. Poco a poco su respiración regreso a la normalidad, pero aun se adivinaba la risa en el fondo de sus ojos.
—Esta claro que yo no tengo un titulo en caídas como tu —le comentó al vánara con humor, poniéndose en pie y secándose los ojos con la manga de su camisola—. Aunque lo mio podrían ser las entradas a lo grande, rodando hasta quedar espatarrada y todo eso. ¿Tu que crees?, ¿me darían trabajo de payasa en algún circo?

Kudryavka

El aprendiz atendió con cierta sorpresa las palabras de la kitsune. Esperaba que se riese de él o que le regañase por aspirar a tanto.

-Tu padre suena como un hombre razonable.-sonrió.-Pero, ¡No te preocupes! No es como que vaya a pasar de cero a cien en tan poco tiempo.-añadió con una carcajada.
Aun así, la idea de como funcionaba la temeridad no estaba del todo asentada dentro del psique del vánara.

Fue entonces cuando la chica retomó la magia. En su primer intento logró levitar, pero cuando se separaba una pequeña distancia del sillón algo salió mal y cayó en el sillón donde rebotó y dio contra el suelo bocabajo. El vánara saltó de su asiento y, aterrizando al lado de la kitsune, se quedó vacilante, semi inclinado con los brazos abiertos hacia Keiria.

>> Oh por Budai que s'ha matao'... ¿¡Q-Que voy a hacer ahora!?

Sin embargo, cuando rompio a reir, el ruso se destensó de pronto, suspirando de alivio y se sentó en el suelo junto a ella. Pronto se unió a ella con sus carcajadas.
-No se si payasa, pero como artista de youtube tienes futuro.-comentó con una risotada que se apagó al darse cuenta de que la ulterana no entendia a que se referia. Sacudiendo con una mano, la instó que se olvidara de aquello. Levantandose con ella, el vánara apoyó las manos en su cadera. Detrás de él, su cola se mecia alegremente.
-Bueno ¿y ahora que? ¿Te apetece seguir probando la tapiceria o quieres pasar a otras cosas?-

—¿Qué es youtube? —se interesó la kitsune, pero el vánara no parecía querer hablar del tema, así que no insistió. Dejó el libro sobre su transformación a un lado y se estiró, desentumeciendo la espalda. Estaba cansada y lo achacó al gasto mágico que había hecho. No estaba acostumbrada a lanzar hechizos, nunca lo había hecho, y practicar durante tanto tiempo seguido le había pasado factura.

La muchacha se pensó la respuesta a las palabras del humano y, tras meditarlo unos segundos, se termino decidiendo por dejar las prácticas hasta el día siguiente.
—Déjame coger algo de comida en la cocina y luego vamos a dar una vuelta. Tal vez podamos ver el mercado, o algún otro sitio... ahora que somos transformados tenemos acceso a casi toda la ciudad. Sin dinero poco podemos hacer, de todos modos —río, abandonando el salón.

Se preparó un bocadillo con un poco de fiambre y una vez dio buena cuenta de el, se reunió con Kud en la puerta de la Sede. Llevaba una manzana en la mano para completar la recuperación de energías.
—¿Vamos al mercado entonces? —preguntó, dándole un mordisco a la pieza de fruta—. Podemos ir echando un vistazo a los productos para cuando tengamos algún tipo de sueldo —sugirió con una sonrisa, echando a andar con las colas recogidas a su espalda.

Continúa en el Antiguo Mercado.

Cío y Saren se despidieron de Archi en la puerta de la Sede, no sin que el idrino acordara antes con el biomecánico la hora del encuentro para ir a Irraria al día siguiente. No era demasiado tarde, pero el norteño no tenía muchas ganas de entrenar, así que dedico el resto del día a informarse sobre el mundo vinculado al que iba a ir, interrogando al raigaurum todo lo que este le permitió. Le complació averiguar que el clima del mundo de origen del chico era similar al de su hogar, imperaba el frío, y sus ropas de abrigo le iban a venir perfectas. Por otra parte tenía que asegurarse de no llamar demasiado la atención, pues la tarea a la que iban a ir no preciaba de testigos.

Durmió toda la noche de un tirón a pesar de los nervios del viaje y a la mañana siguiente se levantó temprano para desayunar. Se dio una ducha después de su entrenamiento matutino y se preparó, vistiéndose con la ropa de abrigo que había preparado la noche anterior. Les aplicó un par de hechizos térmicos a las prendas y bajó a esperar a Archi en la entrada, escondiendo su hacha entre los pliegues del abrigo por si acaso tenía que utilizarla. Aquella expedición serviría para que no le diera demasiadas vueltas a lo de Noel, pues aunque tenía fe en que despertaría, no quería preocuparse demasiado.

Cuando el biomecánico apareció no le costó reconocerle sin su bata y sus gafas, pues no estaba acostumbrado a verle así, pero si que sintió curiosidad por saber que gesto sustituiría el de subirse el puente de las lentes. El idrino había identificado ese movimiento como uno mas de los aspectos del toc sin cé que tenía el kairós.
—Buenos días —le saludó, señalandole el camino de la explanada de los portales antes de ponerse en marcha. Por el camino discutiría con el biomecánico el curso de acción a seguir una vez llegaran a Irraria, pues era importante tenerlo todo pensado. El portal estaba demasiado cerca de la capital, por lo que tendrían que ser prudentes desde el principio.

Continúa en la Explanada de los Portales.

-Bueno Marsi, este día se me ha hecho un poco largo, así que si no te importa yo subo ya a la habitación. Ya nos vemos mañana - le doy un breve abrazo y subo por las escaleras.

Por supuesto es una subida dificultosa, pero que se le va a hacer. Ya me podrían haber salido más piernas en vez de quitárseme, pero es como pedirle un filete de carne a un pez.

Una vez en mi habitación echo un vistazo breve alrededor y me fijo en el libro que está encima de la cama, también en la botella que está sobre el escritorio. Es a ésta última a la que me dirijo en primer lugar, la recojo y la miro con una mezcla entre cariño y pena, con un suspiro la dejo en un estante del armario y me voy a la cama.

Abro el libro y me dejo caer sobre la cama que rechina bajo mi peso. "Si estás leyendo esto quiere decir que o eres naga o estás interesado en saber sobre esta transformación. Sea cual sea el caso encontrarás mucha información entre estas páginas así como ejemplos para practicar si eres un novato."

Paso las hojas y me sorprendo al encontrar dibujos explicativos acerca de las prácticas. <<No sabía que podía hacer eso>> pienso cuando me encuentro uno cuya posición no sólo es complicada si no que también parece imposible de hacer si siguiese teniendo piernas.

Me quedo con un par de prácticas y dejo el libro en el escritorio para intentar dormir. Digamos que dormir es literalmente una odisea, no se que posición adoptar para no sentirme incómoda con la cola. Siendo sincera no sé como acabo durmiendo, pero al despertar no recuerdo que tengo cola y al intentar levantarme lo que consigo es que mi nueva extremidad se estrelle contra la pared con la fuerza suficiente como para que retumbe. Me quedo quieta esperando oír gritos, pero o no hay nadie en la habitación de al lado o el que está ahí se ha ido pronto, o es que no se despierta ni a cañonazos vaya.

Me despejo y estiro, lo que considerando la cola me lleva un rato. Miro por la ventana y parece que es temprano así que no aviso a Marsi, prefiero dejarla dormir un rato más. Me paso por la cocina y miro en la despensa buscando algo que comer, no tardo en encontrar pan y algo de carne.

Tras comer me dirijo a la zona de entrenamiento y me pongo a explorar un poco, el día anterior apenas tuve tiempo de mirar a gusto. Al abrir una puerta me encuentro con una serie de muñecos en filas, tienen brazos alargado y están separados por secciones, me acerco y toco uno, al parecer puede girarse cada sección de forma independiente. Sin mucha idea de como usarlos cierro la puerta y me pongo con las prácticas que mencionaba el libro.

Según Dama Sierpe si aprendo esto puedo pasar a hacer más cosas y moverme con más soltura. Algo que también mencionaba era que aprendiese a diferenciar olores con la lengua, pero de momento esto me parece más importante.

Tras despedirse de Shizel, DL llegó a la sede y se dispuso a darse una buena ducha relajante que bien le hacia falta, cenar algo y dormir, o al menos realizar el intento, seguramente infructuoso, de hacerlo. Toa la charla con Shizel le había dejado un gran dolor de cabeza y cierta incomodidad que no era capaz de sacarse. Habia actuado sin pensar, movido por la frustración y había mostrado mas de lo que quería mostrar tanto al idrino como a si mismo, de una forma consciente. Ahora no había vuelta atrás y tendría que pensar en lo que quería y buscaba, por mucho que el pensamiento sobre sus sentimientos le dieran ganas de asfixiarse con la almohada. "Es un misterio para mi, como es que consigo siempre empeorar mi situación mental" pensó con sorna, tumbado sobre su cama en un intento de dejar relajada su cabeza de todo aquello que le llevaría mucho resolver consigo mismo. Tal vez hablar con alguien de confianza que tuviese otro punto de vista, le ayudase y Enredo era la mejor opción. "Mañana...como no consiga dormirme mi cerebro va a terminar licuándose" pensó cubriéndose la cabeza con la almohada para evitar todo rastro de luz que pudiera colarse tras los parpados cerrados.

Como consiguió dormirse fue un misterio, teniendo en cuenta que su mente hervía. por suerte para el, su cuerpo  pudo mas que el dolor d cabeza y poco después de acostarse, consiguió conciliar el suelo, agotado de algún modo. Resultaba patético que tuviese fortaleza física de sobra y una mierda de fortaleza mental.

A la mañana siguiente el sonido de algo golpeando contra la pared lo saco de su sopor. Ya debería estar acostumbrado a los golpes, estallidos y explosiones sabiendo convivido por un año con Tap y Pablo lanzándose runas explosivas. Por desgracia para el, el sueño ligero, no se lo quitaba nadie.

-Por que la gente no puede levantarse sin hacer ruido- gruño fastidiado y con un humor de perros, aliviado de que al menos tras el descanso el dolor de cabeza hubiese menguado considerablemente. Solo una leve punzada tras los ojos seguía fastidiando, probablemente por el abrupto despertar tras un sueño reparador. Tras levantarse y vestirse, lo que no era difícil cuando se creaba la propia ropa, salio de su habitación bajando para ir a prepararse algo d comer y entrenar un poco en una de las salas, pues era relativamente temprano aun como para ir a molestar a Serpentaria.

Fue a la primera sala de entrenamiento, pues era la que poseía los mejores muñecos de practicas, entrando a la sala y encontrándose con que ya estaba ocupada por la naga a la que observo detenidamente.

-Debe de ser especialmente coñazo para las nagas el entrenar -comento dando a conocer su presencia, observando con detenimiento la gruesa y larga cola rojiza- ¿Por un casual has sido tu la del golpe de hace un rato? - pregunto DL.

<<Vaya, ya empieza a despertarse la gente>> pienso cuando veo entrar al chico de ayer.

-Depende del optimismo que le pongas - respondo encogiéndome ligeramente de hombros. En cuanto pregunta por el ruido mi primera intención es hacerme la tonta y fingir que no sé de que me habla, pero pensándolo mejor tampoco por qué mentirle.- Sí, un error de naga principiante supongo.

Dejo lo que estoy haciendo y encaro al chico, enrollo la cola y me siento sobre ella para atenderle. No puedo evitar fijarme en que no tiene lo que se dice buena cara, pero lo cierto es que tampoco es cosa mía.

-¿Has venido para entrenar tú también? - pregunto, estoy interesada en tener un compañero de entrenamiento aunque dudo que ahora mismo pueda compararme a él.

-Mas que optimismo, perseverancia diría yo- respondió alejándose de la puerta, llegando a ver el cambio de postura de la nada enroscado su cola sobre el suelo para apoyar su peso sobre esta como si se sentara.

Sintió la mirada de la naga sobre el pero no le dio importancia, sabía que no lucia demasiado bien, pero al menos no estaba tan para el arrastre como el día anterior lo cual era un alivio.

-Aja...Es una buena forma para sacar la tensión y el estrés, entre otras tantas -respondió mostrando un leve sonrisa burlona. No estaba de un humor muy allá, pero lo que quería era relajarse un poco no darle mas vueltas a su cabeza, al menos por un rato. Y bromear era una buena forma de distraer la mente de otros asuntos mas serios.

-¿Quieres intentarlo? Me vale cualquier tipo de entrenamiento, con tal de tener la mente ocupada- respondió encogiéndose de hombros y mirando detenidamente a la naga sin moverse del centro de la habitación- Prometo no ser muy bestia- añadió retándola un poco, en cierto modo interesado en como peleaban las nagas con esa cola en apariencia tan poco practica.

En respuesta al chico compongo una sonrisa muy abierta enseñando los dientes.

-No sé con cuanta gente habrás luchado o con quién habrás entrenado, pero yo no soy un hueso fácil de roer. Vas a tener que esforzarte de verdad - eso puedo asegurarlo por todos mis años de entrenamiento. Soy consciente de que mi principal problema es la reducida movilidad que tengo ahora al no ser capaz de dominar mi nueva extremidad por completo, por eso voy a forzar el combate a que sea lo más cercano posible, que en los brazos no me pasa nada.

Para lograrlo amago un torpe coletazo a los pies del cambiante mientras que a su vez me tiro hacia adelante esperando sorprenderle.

La confianza de la naga le hizo gracia, pero el no solía ser de los que se confiaban en el combate, aunque fuese un simple entrenamiento, por lo que el movimiento de la cola de Surasara no le paso desapercibido y pudo esquivarlo moviéndose hacia atrás.

El movimiento brusco de la naga que se lanzo a por el, ya no fue tan simple de esquivar, no cuando tenia la pared a sus espaldas.  "Ademas, esquivar todo el tiempo....Skarog me pegaría si se enterase, me diría que es de cobardes seguramente" pensó con cierto humor pues en su entrenamiento con este era lo que mas le fastidiaba que hiciera. Se lanzo contra la naga al tiempo que convertía sus manos en sendas garras de filosas uñas para contraatacar, usando su mayor equilibro para moverse como ventaja.

-Tranquila, no me voy confiar contigo- dijo moviendo un poco su cuerpo hacia un lado para atacar su costado sin muchos miramientos, en postura defensiva.

<<Bien bien, me alegro de que esto sea un reto>> pienso cuando me esquiva. El que sus manos cambien de pronto me sorprende, pero esto me hace ponerme más alerta aún. Su movimiento es bueno pero predecible, esquivar y buscar el flanco para contraatacar. Mi primer instinto es tratar de desviar su golpe con un golpe de mi mano, pero un pensamiento se abre paso en mi mente y decido poner a prueba la cola.

Interpongo parte de la escamosa extremidad entre él y yo. Al hacerlo dejo desprotegido el resto del cuerpo ya que tengo que concentrarme por completo en mover la cola y sé que sufriré las consecuencias, pero esto me vale para comprobar si el libro tiene razón y es realmente resistente. En efecto, apenas siento el golpe. <<Es como si fuera una armadura hecha de escamas, increíble>>. No lanzo ningún golpe porque estoy distraída.

El movimiento de la cola fue un poco torpe a su parecer, comprensible llevando apenas dos días con esta, pero consiguió el objetivo deseado: protegerse. "Vaya, es como intentar arañar una capa de metal, escamas finas pero duras y resistentes" pensó con atención en sus movimientos. Por ello aprovechando la distracción de a naga, aparto el extremo de la cola de un empujón, aprovechando su propio peso, atacando su flanco izquierdo desprotegido.

O al menos esa fue la distracción, pues una cola apareció desde el final de su espalda alargada y fibrosa como la de un reptil, buscando enroscarse sobre el cuello de la naga en un movimiento rápido. Quedaba ver si funcionaba.