Sede de los Taumaturgos
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Sede de los Taumaturgos
02/08/11, 06:38 pm
Recuerdo del primer mensaje :
Refugio para neotransformados. Se trata de un minarete de madera rojiza de cinco plantas decorado con cenefas y arabescos. El interior es amplio principalmente iluminado por antorchas. Se divide en dependencias individuales donde imperan los muebles de madera ignífuga, los colores cálidos y el cuero. También hay áreas comunes como una cocina, dos salas de entrenamiento bien equipadas, un pequeño estudio y un salón decorado con tapices que narran batallas importantes de la historia de la ciudad.
Los pomos de las puertas de los cuartos ocupados se vuelven de color rojo y una placa con el nombre de la o las personas que lo ocupan aparece en medio de la puerta.
Los pomos de las puertas de los cuartos ocupados se vuelven de color rojo y una placa con el nombre de la o las personas que lo ocupan aparece en medio de la puerta.
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Adrune y Neil
Dama Saltamontes (PNJ)
Devoss
Dren (PNJ)
Eitne
Karime
Keiriarei
Keskit (PNJ)
Milo
Nime
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Rasqa
Reira (PNJ)
Rox
Ruth
Saren
Sekk
Sinceridad
Tayron
Xalkoth
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Re: Sede de los Taumaturgos
21/12/20, 07:38 pm
Neil tardó un poco en recuperarse del susto, pero en cuanto lo hizo miró con el ceño fruncido a Nime, pero en seguida la mueca se deslizó de su cara y con una sonrisa que se le plantó en la cara cuando todos empezaron a llamarlo "Chef Calabaza" les animó a comer dulces.
-Sí, sí, empezar a comer, por favor. Los dulces están para eso.
Aunque ya se le había ido el susto, su corazón todavía iba un poco acelerado y se mantuvo un poco apartado mientras su pulso se estabilizaba. Entre la apariencia de Nime y de Guille, que eran los dos disfraces que más le asustaban, posiblemente estaría un poco nervioso durante toda la velada, pero supuso que entre el dulce y el ambiente feliz podría ignorar el miedo subyacente, por lo que no tuvo problema en reincorporarse a sus amigos sacándole la lengua a Nime cuando dijo que no iba a ampalarlo porque era el mejor cocinero. Además, por mucho que le inquietaran sus disfraces, los halagos de sus amigos por su cocina siempre le dejaban calentito por dentro y compensaba cualquier susto.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carisma
Re: Sede de los Taumaturgos
23/12/20, 08:59 pm
Rox movía la cola inconscientemente de un lado a otro como si hubiera nacido con ella, contento por cómo pintaba la noche. Siguió a Milo con la tentación de sumarle brilli-brilli al disfraz de Rena, pero valoraba más no perder la mano.
—¡Eh, eh, tú tampoco te sacrifiques tan pronto! —reprendió al irrense dándole un toque con la rodilla—. Solo yo puedo empal... —su voz perdió fuerza y un bufido le interrumpió antes de terminar la frase. Carraspeó para correr un tupido velo y aprovechó la pregunta de Sinceridad como vía de escape—. ¡Es purpurina! —respondió tan casual, deshaciéndose de los restos que tenía entre los dedos frente a ella—. Solo sirve para decorar cosas y para dar por saco. No creo que sea bueno comérsela —se rió al ver como Eitne sufría justo por eso.
Cogió uno de los pastelitos con forma de calabaza que la bestia había espolvoreado sin querer y lo sopló para deshacerse de los restos; siendo un hechizo lo mismo no pasaba nada por ingerirla, pero ante la duda mejor evitarlo. Al darle un bocado casi se le derriten las alas con el sabor.
—Joe. Que rica está la diabetes, de verdad —dijo con un moflete lleno. Ahora se arrepentía de que el fuerte de mantitas y cojines estuviera apartado de la mesa, cuando fueran a repantingarse quería tener la despensa cerca—. Bueno y, —le dio otro bocado, buscando con los ojos su siguiente golosina. No había acabado el pastelito que ya tenía otro en la mano— aparte de hincharnos habrá que dar miedo, ¿no? ¿Qué vamos a hacer, contamos historias de terror? ¿Jugamos a las tinieblas?
Su cola se curvó con malicia junto a su sonrisa, mirando por el rabillo del ojo al pobre chef que ya había tenido su ración de sustos. Aquella noche no era solo para merendar.
—¡Eh, eh, tú tampoco te sacrifiques tan pronto! —reprendió al irrense dándole un toque con la rodilla—. Solo yo puedo empal... —su voz perdió fuerza y un bufido le interrumpió antes de terminar la frase. Carraspeó para correr un tupido velo y aprovechó la pregunta de Sinceridad como vía de escape—. ¡Es purpurina! —respondió tan casual, deshaciéndose de los restos que tenía entre los dedos frente a ella—. Solo sirve para decorar cosas y para dar por saco. No creo que sea bueno comérsela —se rió al ver como Eitne sufría justo por eso.
Cogió uno de los pastelitos con forma de calabaza que la bestia había espolvoreado sin querer y lo sopló para deshacerse de los restos; siendo un hechizo lo mismo no pasaba nada por ingerirla, pero ante la duda mejor evitarlo. Al darle un bocado casi se le derriten las alas con el sabor.
—Joe. Que rica está la diabetes, de verdad —dijo con un moflete lleno. Ahora se arrepentía de que el fuerte de mantitas y cojines estuviera apartado de la mesa, cuando fueran a repantingarse quería tener la despensa cerca—. Bueno y, —le dio otro bocado, buscando con los ojos su siguiente golosina. No había acabado el pastelito que ya tenía otro en la mano— aparte de hincharnos habrá que dar miedo, ¿no? ¿Qué vamos a hacer, contamos historias de terror? ¿Jugamos a las tinieblas?
Su cola se curvó con malicia junto a su sonrisa, mirando por el rabillo del ojo al pobre chef que ya había tenido su ración de sustos. Aquella noche no era solo para merendar.
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tiene
Re: Sede de los Taumaturgos
27/12/20, 08:11 pm
Milo sonrió socarronamente cuando Rena le insultó, pero su fachada de suficiencia se desmoronó al recibir un suave rodillazo por parte de Rox que le hizo trastabillar. Lo que el cambiante dijo a continuación, o casi dijo, desbarató cualquier respuesta inteligente que el irrense pudiera haberle replicado y, sin poder evitarlo, se limitó a boquear como pez fuera del agua durante unos segundos.
«Qué cabrón que es… » acertó a pensar, esbozando una ligera sonrisa mientras el humano con aire casual le explicaba a Sinceridad que era la purpurina.
No sabía si alguien más había llegado a pillar su pulla, pero él no iba a facilitar que nadie lo hiciera con sus reacciones, así que se apresuró a alcanzar una magdalena cubierta de chocolate con glaseado en forma de calavera y se la metió en la boca con expresión decidida. El buen sabor le hizo estremecer y empezó a masticar a dos carrillos, alcanzando un vaso de refresco de naranja con cara de satisfacción.
—¡Está delicioso! —alabó a Neil con una sonrisa salpicada de migas, palmeando la espalda del chef calabaza con la mano libre mientras le daba un trago a su bebida.
Eitne tenía algunas dificultades para disfrutar de los aperitivos en su forma nocturna, pero Adru se ofreció a ayudarlo seguido por Rena. La ursántropa tenía algunos consejos para el daeliciano sobre cómo comer sin manos que sin duda serían algo digno de oír, pero la pregunta de su novio atrajo la atención del brujo por completo.
—¡Yo voto por las historias de miedo primero! —exclamó—. Se puede comer mientras tanto y también hay palomitas —aclaró, recordando repentinamente que había preparado boles de distintas variedades y que los había dejado entre los cojines—. ¿Me ayuda alguien a abastecer el fuerte? —preguntó, imitando a Nime y empezando a recolectar dulces a dos manos sin ningún tipo de vergüenza.
«Qué cabrón que es… » acertó a pensar, esbozando una ligera sonrisa mientras el humano con aire casual le explicaba a Sinceridad que era la purpurina.
No sabía si alguien más había llegado a pillar su pulla, pero él no iba a facilitar que nadie lo hiciera con sus reacciones, así que se apresuró a alcanzar una magdalena cubierta de chocolate con glaseado en forma de calavera y se la metió en la boca con expresión decidida. El buen sabor le hizo estremecer y empezó a masticar a dos carrillos, alcanzando un vaso de refresco de naranja con cara de satisfacción.
—¡Está delicioso! —alabó a Neil con una sonrisa salpicada de migas, palmeando la espalda del chef calabaza con la mano libre mientras le daba un trago a su bebida.
Eitne tenía algunas dificultades para disfrutar de los aperitivos en su forma nocturna, pero Adru se ofreció a ayudarlo seguido por Rena. La ursántropa tenía algunos consejos para el daeliciano sobre cómo comer sin manos que sin duda serían algo digno de oír, pero la pregunta de su novio atrajo la atención del brujo por completo.
—¡Yo voto por las historias de miedo primero! —exclamó—. Se puede comer mientras tanto y también hay palomitas —aclaró, recordando repentinamente que había preparado boles de distintas variedades y que los había dejado entre los cojines—. ¿Me ayuda alguien a abastecer el fuerte? —preguntó, imitando a Nime y empezando a recolectar dulces a dos manos sin ningún tipo de vergüenza.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Re: Sede de los Taumaturgos
28/12/20, 08:03 pm
Eitne le dedicó una sonrisa agradecida a Adru y, en cuanto entendió lo que quería, dio un par de pasos hacia atrás y se irguió sobre sus cuartos traseros. Nime le preguntó si la iba a coger al vuelo y el niño se indignó un poco.
—¡Pues claro que sí! —rechistó antes de responder a Adru—. ¡Abriendo compuertas espaciales para recibir paquete alimenticio! —añadió antes de abrir la boca tanto como podía, en lo que probablemente habría quedado como la peor foto de la historia para la bestia del crepusculo. Por suerte, el gamusino era un experto tirador de chucherías y Eitne logró coordinarse lo suficiente como para que no cayera nada al suelo. El primer caramelo entró limpiamente y el segundo le rebotó en la nariz, espachurrándola levemente, y saltó a la boca en un movimiento que Eitne no podría repetir ni aunque le suplicasen—. ¿Has visto? —le sacó la lengua a Nime en un gesto socarrón y luego contestó a la ursántropa, que se ofrecía para darle clases—. ¡Vale, Rena! O espera... ¿Sin manos quiere decir con zarpas o garras, o solo con la boca? Porque lo voy a llenar todo de babas si no... —<<¡Jolines, y de purpurina!>>.
No le pasaron por alto los comentarios sobre precisamente eso y el niño sintió una enorme vergüenza que no se podía manifestar en su curpo leonino. En cuestión de minutos, Eitne tuvo claro que Guille se merecía una broma de las gordas en respuesta a la que todavía sufría la bestia del crepúsculo. Cuando Rox propuso contar historias de terror, el niño pensó que tal vez podría sacar una idea divertida de ellas, para asustar a Guille en otra ocasión. ¿Qué podría salir mal, aparte de todo? Mientras esperaba la respuesta de Rena, ayudaría a Milo levitando un par de platos de comida hacia el fuerte y buscaría un espacio cómodo para dejar caer su cuerpo nocturno.
—¿Y si el fuerte es débil y se asusta de las historias? —bromeó, haciendo un juego de palabras más flojo incluso que el hipotético fuerte asustadizo.
—¡Pues claro que sí! —rechistó antes de responder a Adru—. ¡Abriendo compuertas espaciales para recibir paquete alimenticio! —añadió antes de abrir la boca tanto como podía, en lo que probablemente habría quedado como la peor foto de la historia para la bestia del crepusculo. Por suerte, el gamusino era un experto tirador de chucherías y Eitne logró coordinarse lo suficiente como para que no cayera nada al suelo. El primer caramelo entró limpiamente y el segundo le rebotó en la nariz, espachurrándola levemente, y saltó a la boca en un movimiento que Eitne no podría repetir ni aunque le suplicasen—. ¿Has visto? —le sacó la lengua a Nime en un gesto socarrón y luego contestó a la ursántropa, que se ofrecía para darle clases—. ¡Vale, Rena! O espera... ¿Sin manos quiere decir con zarpas o garras, o solo con la boca? Porque lo voy a llenar todo de babas si no... —<<¡Jolines, y de purpurina!>>.
No le pasaron por alto los comentarios sobre precisamente eso y el niño sintió una enorme vergüenza que no se podía manifestar en su curpo leonino. En cuestión de minutos, Eitne tuvo claro que Guille se merecía una broma de las gordas en respuesta a la que todavía sufría la bestia del crepúsculo. Cuando Rox propuso contar historias de terror, el niño pensó que tal vez podría sacar una idea divertida de ellas, para asustar a Guille en otra ocasión. ¿Qué podría salir mal, aparte de todo? Mientras esperaba la respuesta de Rena, ayudaría a Milo levitando un par de platos de comida hacia el fuerte y buscaría un espacio cómodo para dejar caer su cuerpo nocturno.
—¿Y si el fuerte es débil y se asusta de las historias? —bromeó, haciendo un juego de palabras más flojo incluso que el hipotético fuerte asustadizo.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Sede de los Taumaturgos
28/12/20, 08:43 pm
—Me complace que comprendáis la importancia del cocinero en una tripulación, ¡jo, jo, jo! De este modo nadie tendrá que enfrentarse a mí en combate porque no pienso dejar que el miembro más valioso del barco sufra ningún daño —bromeó tras todos los comentarios al respecto.
Adru se alejó varios pasos y lanzó los caramelos en dirección a Eitne con la lengua a un lado de la boca. A pesar de su considerable fuerza, se le daba sorprendentemente bien calcular la distancia y no se pasó de largo. Aplaudió con ganas a la bestia del crepúsculo ante sus maniobras para recoger con éxito los dulces.
—A lo mejor puedes usar el hechizo de levitación para comer. ¿O no podías usar magia siendo el universo?
El gamusino se llevó a la boca entonces sus primeros dulces de la noche, que estaban deliciosos, por supuesto, y se rio con las distintas bromas de sus amigos.
—¿Qué son diabetes? Neil, ¿has hecho diabetes sin preguntar? —No tenía ni idea de lo que significaba aquella palabra, pero le hacía gracia.
La propuesta de las historias de miedo le hizo saltar en el sitio de la emoción.
—¡Sí, sí, sí! A ver, a ver… —decía sin dejar de moverse mientras ayudaba a Milo con su petición de abastecimiento—. ¡Neil! Préstame algunas velas tuyas cuando me toque para dar efecto. —A continuación adquirió una pose pensativa, con un brazo cruzado y el otro en dirección a su boca, mientras tamborileaba en el suelo con uno de sus pies—. No quiero ser el primero: necesito pensar un poco.
Adru se alejó varios pasos y lanzó los caramelos en dirección a Eitne con la lengua a un lado de la boca. A pesar de su considerable fuerza, se le daba sorprendentemente bien calcular la distancia y no se pasó de largo. Aplaudió con ganas a la bestia del crepúsculo ante sus maniobras para recoger con éxito los dulces.
—A lo mejor puedes usar el hechizo de levitación para comer. ¿O no podías usar magia siendo el universo?
El gamusino se llevó a la boca entonces sus primeros dulces de la noche, que estaban deliciosos, por supuesto, y se rio con las distintas bromas de sus amigos.
—¿Qué son diabetes? Neil, ¿has hecho diabetes sin preguntar? —No tenía ni idea de lo que significaba aquella palabra, pero le hacía gracia.
La propuesta de las historias de miedo le hizo saltar en el sitio de la emoción.
—¡Sí, sí, sí! A ver, a ver… —decía sin dejar de moverse mientras ayudaba a Milo con su petición de abastecimiento—. ¡Neil! Préstame algunas velas tuyas cuando me toque para dar efecto. —A continuación adquirió una pose pensativa, con un brazo cruzado y el otro en dirección a su boca, mientras tamborileaba en el suelo con uno de sus pies—. No quiero ser el primero: necesito pensar un poco.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.
Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Sede de los Taumaturgos
29/12/20, 01:05 pm
Nime comía haciendo ruiditos de aprobación y felicidad, que era su forma más habitual de halagar al cocinero. Paró de comer para no perderse el espectáculo de lanzamientos de Adru y vitorear cada acierto y maniobra de Eitne como si estuviese viendo un deporte y animando a los jugadores. Para cuando terminaron ya se estaba partiendo de risa.
—Jo, ahora quiero probar yo también. ¡Parece muy divertido! —casi suplicó, esperando que alguien captase la indirecta directa y le tirase comida a la boca.
El pequeño malentendido ante las palabras de Rox también la hizo mirar a ella para ver qué estaba comiendo el cambiante. Para sus adentros registró que aquello tenía que ser diabetes y le dijo a Adru, señalando a la bandeja de dónde había salido:
—Son esos, ¿no lo sabías?
Tras aquello también cogió una fuente de chuches para llevar al fuerte, y meneó la cabeza con desaprobación al escuchar la broma de Eitne. El daeliciano se libró de ningún comentario por su parte porque mientras se acomodaban, estaba muy ocupada pensando qué historia podría contar. No quería que fuese mediocre, pero las que se sabía asustaban a sus amigos libenses, no a sus amigos rocavarancoleses, que además la mayoría eran mayores. Los mayores eran difíciles de asustar.
Las palabras de Adru le hicieron pensar cuál sería el mejor momento para contar una historia. No quería ser la última para quedarse sin ideas que explotar o contar algo cuando ya estuviesen empezando a aburrirse de oír un cuento tras otro, pero tampoco quería romper el hielo. Más que por darle corte, porque quería tantear el terreno y dejar que otro crease el ambiente tétrico primero.
—Jo, ahora quiero probar yo también. ¡Parece muy divertido! —casi suplicó, esperando que alguien captase la indirecta directa y le tirase comida a la boca.
El pequeño malentendido ante las palabras de Rox también la hizo mirar a ella para ver qué estaba comiendo el cambiante. Para sus adentros registró que aquello tenía que ser diabetes y le dijo a Adru, señalando a la bandeja de dónde había salido:
—Son esos, ¿no lo sabías?
Tras aquello también cogió una fuente de chuches para llevar al fuerte, y meneó la cabeza con desaprobación al escuchar la broma de Eitne. El daeliciano se libró de ningún comentario por su parte porque mientras se acomodaban, estaba muy ocupada pensando qué historia podría contar. No quería que fuese mediocre, pero las que se sabía asustaban a sus amigos libenses, no a sus amigos rocavarancoleses, que además la mayoría eran mayores. Los mayores eran difíciles de asustar.
Las palabras de Adru le hicieron pensar cuál sería el mejor momento para contar una historia. No quería ser la última para quedarse sin ideas que explotar o contar algo cuando ya estuviesen empezando a aburrirse de oír un cuento tras otro, pero tampoco quería romper el hielo. Más que por darle corte, porque quería tantear el terreno y dejar que otro crease el ambiente tétrico primero.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Sede de los Taumaturgos
02/01/21, 05:20 pm
Era extraño saber que había niños en las calles cercanas, muertos de miedo y luchando por sobrevivir. A veces le indignaba. La criba era de una crueldad desmedida, y creía (y necesitaba creer) que lo que podía aprenderse en ella también podía llegar de formas menos traumáticas. Sí, era innegable el crecimiento personal que vivían quienes pasaban por ella. Él mismo era la prueba de ello: había sido extraño darse cuenta de lo idiota e insoportable que había sido un año antes (¿de verdad solo pasado un año? ¿de verdad había sido así?), pero era una verdad que debía aceptar. Lo que no aceptaba era que aquella era la única forma de crecer, de desarrollarse, de aprender a ser lo que debía ser para sobrevivir en aquella urbe tan enloquecida como inexplicablemente atrayente.
Y, sin embargo, ni por un momento se planteó la idea de ayudarles.
Entre otras muchas cosas de la criba el astrario recordaba lo que sintió al enterarse de la ley de no intervención. Recordaba sus pensamientos al saber que la negativa a ayudar no nacía (no necesariamente) de la crueldad, sino de un sentimiento mucho peor: el miedo al propio pellejo. Le había indignado. ¿Cómo podían negarse a hacer lo que era justo simplemente para no sufrir consecuencias negativas? En el pasado de Carabás muchos magos habían hecho tomado esa postura hacia el brutal sistema de dominación mágica que era su mundo en aquella época. Y esa era, siempre lo había pensado, la misma y auténtica esencia del mal.
Qué fácil había sido juzgar sin conocer de verdad el otro lado.
No era en realidad el miedo a ser ajusticiado lo que evitaba que Rad intentara ayudar a los cosechados. Era la absoluta convicción de que eso no iba a servir para nada. Incluso si podía salvar a un par y no ser descubierto (y tenía claro que no podía)… ¿Qué era eso? La criba seguiría existiendo. El siguiente año llegarían más niños. Y el siguiente a ese. Y el siguiente. Y el siguiente…
No le gustaba mucho pensar en ello, pero a fin de cuentas, ¿qué era salvar a unos pocos, a costa de un riesgo absoluto para su propia vida e incluso la de ellos mismos, cuando la matanza ritual seguiría realizándose hasta el mismísimo final de los tiempos? Sus pensamientos de hacía meses, pensaba ahora, eran absurdos. Claro que los rocavarancoleses no ayudaban. ¿Para qué, cuando esa ayuda sería tan minúscula como un grano de arena en el lecho de un río y tan peligrosa como el más monstruoso artilugio surgido del sueño más delirante de un demiurgo oscuro?
Aquel momentáneo dilema fue lo único que rompió algo su monotonía, pero tras él la rutina acabó por asentarse en Rádar. Entrenaba sus habilidades, leía en la biblioteca, trabajaba en el granero. Y se seguía acostumbrando a Rocavarancolia.
Pronto se dio cuenta de que se estaba estancando. Y, fruto de un impulso, empezó a hacer preparativos para solucionar aquello. Rocavarancolia estaba unida a más de una docena de mundos, cada uno con su propio cielo. Iba siendo hora de acostumbrarse también a sus cielos.
Sigue en la tienda de artefactos rúnicos.
Y, sin embargo, ni por un momento se planteó la idea de ayudarles.
Entre otras muchas cosas de la criba el astrario recordaba lo que sintió al enterarse de la ley de no intervención. Recordaba sus pensamientos al saber que la negativa a ayudar no nacía (no necesariamente) de la crueldad, sino de un sentimiento mucho peor: el miedo al propio pellejo. Le había indignado. ¿Cómo podían negarse a hacer lo que era justo simplemente para no sufrir consecuencias negativas? En el pasado de Carabás muchos magos habían hecho tomado esa postura hacia el brutal sistema de dominación mágica que era su mundo en aquella época. Y esa era, siempre lo había pensado, la misma y auténtica esencia del mal.
Qué fácil había sido juzgar sin conocer de verdad el otro lado.
No era en realidad el miedo a ser ajusticiado lo que evitaba que Rad intentara ayudar a los cosechados. Era la absoluta convicción de que eso no iba a servir para nada. Incluso si podía salvar a un par y no ser descubierto (y tenía claro que no podía)… ¿Qué era eso? La criba seguiría existiendo. El siguiente año llegarían más niños. Y el siguiente a ese. Y el siguiente. Y el siguiente…
No le gustaba mucho pensar en ello, pero a fin de cuentas, ¿qué era salvar a unos pocos, a costa de un riesgo absoluto para su propia vida e incluso la de ellos mismos, cuando la matanza ritual seguiría realizándose hasta el mismísimo final de los tiempos? Sus pensamientos de hacía meses, pensaba ahora, eran absurdos. Claro que los rocavarancoleses no ayudaban. ¿Para qué, cuando esa ayuda sería tan minúscula como un grano de arena en el lecho de un río y tan peligrosa como el más monstruoso artilugio surgido del sueño más delirante de un demiurgo oscuro?
Aquel momentáneo dilema fue lo único que rompió algo su monotonía, pero tras él la rutina acabó por asentarse en Rádar. Entrenaba sus habilidades, leía en la biblioteca, trabajaba en el granero. Y se seguía acostumbrando a Rocavarancolia.
Pronto se dio cuenta de que se estaba estancando. Y, fruto de un impulso, empezó a hacer preparativos para solucionar aquello. Rocavarancolia estaba unida a más de una docena de mundos, cada uno con su propio cielo. Iba siendo hora de acostumbrarse también a sus cielos.
Sigue en la tienda de artefactos rúnicos.
- InvitadoInvitado
Re: Sede de los Taumaturgos
02/01/21, 09:35 pm
-¡Ambas! -le respondió la ursántropa a Eitne -Y no tienes que llenar nada de babas si tienes cuidado. Mira.
Transformó una mano y con una garra pinchó uno de los dulces para después llevárselo a la boca. Las garras de Eitne eran curvas, pero con el tamaño que tenía debía serle posible, a diferencia de a otros felinos más pequeños.
No sabía si explicarles a Nime y los sinhadres que la diabetes era una enfermedad… A lo mejor era más gracioso si no lo hacía.
La hora de dar miedo había llegado y el grupo se decantó por contar historias. Se aprovisionaron de chuches para mudarse al fuerte de cojines. Rena cogió dos latas de refresco, se quitó las botas para no pisar los cojines con ellas y se apropió de uno de los cuencos de palomitas. Se las empezó a comer usando su larga lengua de osa y eso le costó que le tocase ser la primera en contar una historia.
-Joder, no sé si esto va a dar mucho miedo, pero... recuerdo una que nos contaban a los novatos en la mina -empezó. Apartó las palomitas para poder gesticular y bajó el volumen de la voz, como si lo que estaba a punto de contarles fuera secreto -Mi padre y los demás trabajadores de la mina siempre nos advertían de que no nos adentrásemos solos, pero nunca especificaban por qué o decían que era sentido común. Una vez, uno de los más veteranos nos dijo que hace muchos muchos años hubo un desprendimiento y un equipo completo desapareció. La operación de rescate no dio frutos y al final se abandonó al considerar que requería demasiados recursos. Pero se cree que el equipo sigue por ahí, en algún lugar de la mina. Y están rabiosos. Los años de oscuridad los han vuelto locos, no necesitan luz para ver y ya no les hace falta ni comer porque el mismo odio los mantiene en un estado de no – vida. Dicen que si te encuentran solo en la gruta te arrancarán el implante para que nadie pueda encontrarte y formarás parte de sus filas…
Transformó una mano y con una garra pinchó uno de los dulces para después llevárselo a la boca. Las garras de Eitne eran curvas, pero con el tamaño que tenía debía serle posible, a diferencia de a otros felinos más pequeños.
No sabía si explicarles a Nime y los sinhadres que la diabetes era una enfermedad… A lo mejor era más gracioso si no lo hacía.
La hora de dar miedo había llegado y el grupo se decantó por contar historias. Se aprovisionaron de chuches para mudarse al fuerte de cojines. Rena cogió dos latas de refresco, se quitó las botas para no pisar los cojines con ellas y se apropió de uno de los cuencos de palomitas. Se las empezó a comer usando su larga lengua de osa y eso le costó que le tocase ser la primera en contar una historia.
-Joder, no sé si esto va a dar mucho miedo, pero... recuerdo una que nos contaban a los novatos en la mina -empezó. Apartó las palomitas para poder gesticular y bajó el volumen de la voz, como si lo que estaba a punto de contarles fuera secreto -Mi padre y los demás trabajadores de la mina siempre nos advertían de que no nos adentrásemos solos, pero nunca especificaban por qué o decían que era sentido común. Una vez, uno de los más veteranos nos dijo que hace muchos muchos años hubo un desprendimiento y un equipo completo desapareció. La operación de rescate no dio frutos y al final se abandonó al considerar que requería demasiados recursos. Pero se cree que el equipo sigue por ahí, en algún lugar de la mina. Y están rabiosos. Los años de oscuridad los han vuelto locos, no necesitan luz para ver y ya no les hace falta ni comer porque el mismo odio los mantiene en un estado de no – vida. Dicen que si te encuentran solo en la gruta te arrancarán el implante para que nadie pueda encontrarte y formarás parte de sus filas…
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Sede de los Taumaturgos
03/01/21, 11:23 pm
"Purpurina". Atendió a las explicaciones de Rox con curiosidad, aunque le sorprendió que se cortara a media frase con su pareja para responderle. No le dio importancia a eso, pues era más interesante saber que la purpurina era algo que servía para cosas enfrentadas. Le hizo gracia, pero no tuvo que preguntar: era obvio que aquellos brillantes se pegaban y se colaban por todas partes. Lo comprobó fácilmente cuando dio un par de pasos y se miró las plantas. ¡Estaba por todas partes!
Después de zampar un poco y ver cómo ayudaban a Eitne, se propusieron actividades. Podían contar historias de miedo o jugar a algo... De miedo se le ocurría una que había tenido lugar en la ciudad, al menos en el plano onírico, pero tenía que cerciorarse primero de que Nime querría compartirlo. Se guardó mentalmente preguntar por la "diabetes" pero sí que lo hizo sobre otra cosa.
—¿Cómo se juega a las tinieblas? ¿Es como el escondite pero a oscuras?—y luego buscó a la libense y la vio en el fuerte. Se acercó a ellos, pero esperó al lado mientras Rena contaba su historia.
Le agobió mucho imaginarse un desprendimiento y quedarse atrapada en unos pasillos excavados en la roca, para encima, por lo visto, acostumbrarse a vivir allí. Solos y a oscuras. Al principio la roquense habría dicho algo en un tono de admiración por los supervivientes, pero se le quitaron las ganas cuando les describió lo peligrosos que parecían.
—Quizá se podría ir a investigar con nuestras habilidades nuevas... pero qué agobio —se frotó los brazos, le había dado escalofríos imaginarse dentro de un sitio así.
Aprovechó la pausa entonces para dirigirse a la chica.
—Nime, disculpa, ¿les contaste la pesadilla que compartimos? Por si quieres que la contemos como historia de miedo, pero solo si estás a gusto con ello —le preguntó en voz baja.
La respuesta fue más que favorable, así que carraspeó para pedir el turno. Se quitó la máscara de ojos saltones y preparó la voz para tener un tono más grave que de costumbre. Hacía tiempo que no contaba historias de miedo o aventuras, tan solo le faltaba la fogata en el centro y las sombras para asustar a la compañía.
—A Nime y a mí nos encerraron en una extraña prueba. Despertamos en unas celdas empujaron a luchar la una contra la otra. Aún no nos conocíamos, pero teníamos bien claro que no queríamos hacerles caso. Nos dieron armas e incluso magia, y nos lanzaron a un paisaje desconocido. Nos observaban y amenazaron con matar a nuestros amigos si no peleábamos entre nosotras. Alcé el vuelo y fui a reunirme con ella para ver cómo salir de allí o rescatar a nuestros compañeros secuestrados, claro, pero no sabíamos qué hacer... —calló un momento para adoptar una pose y unos andares pensativos.
>>Nuestro público se aburría, habían ido allí a ver un violento espectáculo pero tan solo les dábamos dudas y preguntas... así que... —y entonces dio un salto hacia la persona que tuviera más cercana y gruñó intentando imitar los rugidos que recordaba del puma—. ¡Una bestia apareció de la nada! Unas aves asesinas se lanzaron contra mí mientras Nime huía de la fiera, pero conseguí librarme de los voladores con un hechizo, y ella consiguió librarse de su perseguidora gracias a lo frondoso del bosque... Desde los árboles pude ver cómo Nime entraba en el agua...
En ese momento, la roquense aprovechó la pausa para colocarse la cabeza tentacular sobre la suya. Levantó los brazos y las alas lentamente... E imitó el ruido del agitarse de las olas mientras movía todos los tentáculos del disfraz y sus extremidades con velocidad. Se acercó a los demás haciendo aspavientos mientras contaba el final deprisa.
—¡Un monstruo colosal hecho por cientos de miles de cuerpos unidos entre sí salió del agua! ¡Atrapó a Nime con sus tentáculos viscosos y yo intenté rescatarla con mi magia, pero no pude! Yo intenté huir, intenté volar, cada vez más alto, usar mis hechizos... pero al final me derribó con sus poderosos tentáculos—se detuvo de nuevo en el centro—. Caí al agua y la bestia me arrastró con ella.
Para rematar, empezó a sacudirse dentro del disfraz, y también por fuera, como si le costase salir del atuendo pero también como si estuviera intentando nadar hacia arriba. Poco después se llevó las manos a la garganta y se esforzó en dar bocanadas de aire que pudieran escucharlas. Cuando paró, se quitó la cabeza del disfraz y suspiró.
—El monstruo me ahogó sin esfuerzo. Vi cómo se oscurecía el agua sobre mi cabeza... y desaparecí. Yo creía que había sido un sueño, pero creo que poco a poco me estoy transformando en esa terrible quimera tentacular... —sentenció mientras se miraba los brazos y el cuerpo disfrazado, pero al final de la pausa se rió y les sacó la lengua.
Lo había pasado fatal, se acordaba bien, y no se había acercado al mar desde entonces más de lo necesario, pero no le suponía un problema reírse de su destino en la pesadilla. Solo esperaba que no les hubiera afectado a los demás, pero en especial a Nime.
Después de zampar un poco y ver cómo ayudaban a Eitne, se propusieron actividades. Podían contar historias de miedo o jugar a algo... De miedo se le ocurría una que había tenido lugar en la ciudad, al menos en el plano onírico, pero tenía que cerciorarse primero de que Nime querría compartirlo. Se guardó mentalmente preguntar por la "diabetes" pero sí que lo hizo sobre otra cosa.
—¿Cómo se juega a las tinieblas? ¿Es como el escondite pero a oscuras?—y luego buscó a la libense y la vio en el fuerte. Se acercó a ellos, pero esperó al lado mientras Rena contaba su historia.
Le agobió mucho imaginarse un desprendimiento y quedarse atrapada en unos pasillos excavados en la roca, para encima, por lo visto, acostumbrarse a vivir allí. Solos y a oscuras. Al principio la roquense habría dicho algo en un tono de admiración por los supervivientes, pero se le quitaron las ganas cuando les describió lo peligrosos que parecían.
—Quizá se podría ir a investigar con nuestras habilidades nuevas... pero qué agobio —se frotó los brazos, le había dado escalofríos imaginarse dentro de un sitio así.
Aprovechó la pausa entonces para dirigirse a la chica.
—Nime, disculpa, ¿les contaste la pesadilla que compartimos? Por si quieres que la contemos como historia de miedo, pero solo si estás a gusto con ello —le preguntó en voz baja.
La respuesta fue más que favorable, así que carraspeó para pedir el turno. Se quitó la máscara de ojos saltones y preparó la voz para tener un tono más grave que de costumbre. Hacía tiempo que no contaba historias de miedo o aventuras, tan solo le faltaba la fogata en el centro y las sombras para asustar a la compañía.
—A Nime y a mí nos encerraron en una extraña prueba. Despertamos en unas celdas empujaron a luchar la una contra la otra. Aún no nos conocíamos, pero teníamos bien claro que no queríamos hacerles caso. Nos dieron armas e incluso magia, y nos lanzaron a un paisaje desconocido. Nos observaban y amenazaron con matar a nuestros amigos si no peleábamos entre nosotras. Alcé el vuelo y fui a reunirme con ella para ver cómo salir de allí o rescatar a nuestros compañeros secuestrados, claro, pero no sabíamos qué hacer... —calló un momento para adoptar una pose y unos andares pensativos.
>>Nuestro público se aburría, habían ido allí a ver un violento espectáculo pero tan solo les dábamos dudas y preguntas... así que... —y entonces dio un salto hacia la persona que tuviera más cercana y gruñó intentando imitar los rugidos que recordaba del puma—. ¡Una bestia apareció de la nada! Unas aves asesinas se lanzaron contra mí mientras Nime huía de la fiera, pero conseguí librarme de los voladores con un hechizo, y ella consiguió librarse de su perseguidora gracias a lo frondoso del bosque... Desde los árboles pude ver cómo Nime entraba en el agua...
En ese momento, la roquense aprovechó la pausa para colocarse la cabeza tentacular sobre la suya. Levantó los brazos y las alas lentamente... E imitó el ruido del agitarse de las olas mientras movía todos los tentáculos del disfraz y sus extremidades con velocidad. Se acercó a los demás haciendo aspavientos mientras contaba el final deprisa.
—¡Un monstruo colosal hecho por cientos de miles de cuerpos unidos entre sí salió del agua! ¡Atrapó a Nime con sus tentáculos viscosos y yo intenté rescatarla con mi magia, pero no pude! Yo intenté huir, intenté volar, cada vez más alto, usar mis hechizos... pero al final me derribó con sus poderosos tentáculos—se detuvo de nuevo en el centro—. Caí al agua y la bestia me arrastró con ella.
Para rematar, empezó a sacudirse dentro del disfraz, y también por fuera, como si le costase salir del atuendo pero también como si estuviera intentando nadar hacia arriba. Poco después se llevó las manos a la garganta y se esforzó en dar bocanadas de aire que pudieran escucharlas. Cuando paró, se quitó la cabeza del disfraz y suspiró.
—El monstruo me ahogó sin esfuerzo. Vi cómo se oscurecía el agua sobre mi cabeza... y desaparecí. Yo creía que había sido un sueño, pero creo que poco a poco me estoy transformando en esa terrible quimera tentacular... —sentenció mientras se miraba los brazos y el cuerpo disfrazado, pero al final de la pausa se rió y les sacó la lengua.
Lo había pasado fatal, se acordaba bien, y no se había acercado al mar desde entonces más de lo necesario, pero no le suponía un problema reírse de su destino en la pesadilla. Solo esperaba que no les hubiera afectado a los demás, pero en especial a Nime.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
My Only Escape Is Underground
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Sede de los Taumaturgos
05/01/21, 09:50 pm
Se mordió el interior de los mofletes para no reírse por la nueva definición que le había dado a la diabetes. Él no iba a ser quien se delatase. Sinceridad hizo otra pregunta (auto-respondida) que le hizo dudar: aunque fuera a tientas con esa cantidad de ojos alguna ventaja tenía que tener, y no era solo ella... el olfato de Rena y la imaginación del resto de monstruos de la sala harían de ese juego un reto. Las rondas iban a acabar muy pronto.
—Sí, y al encontrar a alguien tienes que adivinar quien es —los ojos se le abrieron al percatarse de sus propias posibilidades—. ¡Luego jugamos!
El cambiante ayudó a llevar provisiones al fuerte. Mientras le había estado dando vueltas a qué historia contar, pero tampoco quería ser el primero: necesitaba evaluar a qué niveles de terror llegaban los otros para no pasarse. Se quitó los tacones y los apartó para luego sentarse al lado de Milo, apoyando la cabeza sobre su hombro unos segundos como gesto cariñoso antes de atacar sus palomitas, feliz de poder disfrutar de su contacto en público. A Rox le gustaban las películas de terror y no creía que fuera a asustarse con los relatos, pero si tenía que fingir un poco para pegarse como una lapa al moreno lo haría con gusto.
A Rena le tocó empezar. La mera mención de las minas tiró de un hilo en su interior, pues recordaba con claridad la pesadilla que había tenido durante la cosecha, así que para bien o para mal podía imaginarse perfectamente el escenario. Según la osa seguía más pensaba en los irrenses muertos de su sueño, aunque él no les había visto moverse un ápice. Había buscado a Rena y a Milo entre ellos, temiendo encontrarlos ahí por alguna razón. En algún momento se había apoyado en el chico con las manos cerradas en torno a su brazo mecánico, como si no quisiera que se lo quitasen. Al darse cuenta de ello se sintió ridículo: ahí estaba el que no iba a asustarse. Rió para sus adentros.
—Las minas son lo peor —masculló reacomodándose con la dignidad que le quedaba—. Y resulta que encima tienen otakus dentro.
La siguiente fue Sinceridad y el tema que eligió le hizo encogerse entre las almohadas. El australiano se metió una cantidad ingente de palomitas en la boca para distraerse mientras tanto. Solo habían sido sueños, estaban todos bien, pero que la ciudad les hubiera hecho alucinar con esas cosas le inquietaba. ¡Por dios, él había visto al padre de Rena sin saber ni cómo era el hombre antes! Se centró en cómo lo contaba y menos en las implicaciones del contenido. Que gesticulase tanto le ayudaba a salir de sus cavilaciones, y una risa se le escapó (influenciada también por el nerviosismo) cuando la argos incorporó su disfraz en la historia. Al cambiante se le fueron ocurriendo cosas para la suya, pero aguantaría un poco más. Solo esperaba que no se metiesen en otras experiencias de cosecha. Aquellas daban un miedo diferente.
—Sabiendo como son los sueños aquí tuvo que ser horrible… —su cola se enroscó en torno una magdalena que acercó luego a su boca—. Pero eh —continuó con la boca llena—, ¡los tentáculos no te quedan mal!
—Sí, y al encontrar a alguien tienes que adivinar quien es —los ojos se le abrieron al percatarse de sus propias posibilidades—. ¡Luego jugamos!
El cambiante ayudó a llevar provisiones al fuerte. Mientras le había estado dando vueltas a qué historia contar, pero tampoco quería ser el primero: necesitaba evaluar a qué niveles de terror llegaban los otros para no pasarse. Se quitó los tacones y los apartó para luego sentarse al lado de Milo, apoyando la cabeza sobre su hombro unos segundos como gesto cariñoso antes de atacar sus palomitas, feliz de poder disfrutar de su contacto en público. A Rox le gustaban las películas de terror y no creía que fuera a asustarse con los relatos, pero si tenía que fingir un poco para pegarse como una lapa al moreno lo haría con gusto.
A Rena le tocó empezar. La mera mención de las minas tiró de un hilo en su interior, pues recordaba con claridad la pesadilla que había tenido durante la cosecha, así que para bien o para mal podía imaginarse perfectamente el escenario. Según la osa seguía más pensaba en los irrenses muertos de su sueño, aunque él no les había visto moverse un ápice. Había buscado a Rena y a Milo entre ellos, temiendo encontrarlos ahí por alguna razón. En algún momento se había apoyado en el chico con las manos cerradas en torno a su brazo mecánico, como si no quisiera que se lo quitasen. Al darse cuenta de ello se sintió ridículo: ahí estaba el que no iba a asustarse. Rió para sus adentros.
—Las minas son lo peor —masculló reacomodándose con la dignidad que le quedaba—. Y resulta que encima tienen otakus dentro.
La siguiente fue Sinceridad y el tema que eligió le hizo encogerse entre las almohadas. El australiano se metió una cantidad ingente de palomitas en la boca para distraerse mientras tanto. Solo habían sido sueños, estaban todos bien, pero que la ciudad les hubiera hecho alucinar con esas cosas le inquietaba. ¡Por dios, él había visto al padre de Rena sin saber ni cómo era el hombre antes! Se centró en cómo lo contaba y menos en las implicaciones del contenido. Que gesticulase tanto le ayudaba a salir de sus cavilaciones, y una risa se le escapó (influenciada también por el nerviosismo) cuando la argos incorporó su disfraz en la historia. Al cambiante se le fueron ocurriendo cosas para la suya, pero aguantaría un poco más. Solo esperaba que no se metiesen en otras experiencias de cosecha. Aquellas daban un miedo diferente.
—Sabiendo como son los sueños aquí tuvo que ser horrible… —su cola se enroscó en torno una magdalena que acercó luego a su boca—. Pero eh —continuó con la boca llena—, ¡los tentáculos no te quedan mal!
- ♪♫♬:
- Red
Ficha de cosechado
Nombre: Doe
Especie: Ninguna conocida
Habilidades: No tienePersonajes :
● Vacuum: Hado infernal originario de la Tierra.
● Saren: Selkie roc idrino.
● Keiriarei: Kitsune de nueve colas ulterana.
● Sekk: Berserker ulterano.
● Remilo: Brujo del cobre irrense.
● Qwara Khumalo: Ifrit sudafricana.
Re: Sede de los Taumaturgos
07/01/21, 03:47 am
Tras aprovisionarse adecuadamente Milo siguió a sus amigos hasta el fuerte y se dejó caer en un cojín junto a Rox, sonriendo como un tonto cuando el humano apoyó la cabeza sobre su hombro. Hasta aquel día habían tenido que esconder aquellas pequeñas muestras de cariño para mantener la fachada, pero ahora que todos lo sabían no tenían porque contenerse y los gestos cómplices se sentían muy bien.
—¿Quieres palomitas dulces o las prefieres saladas? —le preguntó en voz baja mientras los demás se acomodaban, sopesando un par de cuencos antes de activar el que escogiera el cambiante y hundirse un poco más en su asiento para escuchar la primera historia.
El brujo tampoco quería dar el primer paso, pues no sabía qué clase de terror querían alcanzar con los relatos, y por eso agradeció que al final fuera Rena la que se animara. El cuento de la ursántropa pilló al moreno con la guardia baja, sin embargo, y aunque en un principio escuchó a su amiga emocionado la cosa no tardó en torcerse. Las historias de minas no eran plato de buen gusto para el irrense, pues su padre había muerto en una, e imaginarse a aquellos desgraciados atrapados en la oscuridad le hacía estremecerse. Ensimismado como estaba apenas era consciente del agarre de Rox, algo que le habría hecho mucha gracia de haberle prestado atención tras lo confiado que se había mostrado el chico al empezar, pero al final fue la voz del pelimorado la que le hizo darse cuenta de su estado.
—Lo peor, si… —asintió en respuesta, pellizcándose el puente del hocico para centrarse—. ¿También olerán mal?—le preguntó en voz bajita, aferrándose a su broma para sacarse la incomodidad de encima.
Antes de recibir una respuesta Sinceridad tomó el turno y se arrancó con el relato de un sueño que habían compartido Nime y ella antes siquiera de conocerse. En aquella ciudad no eran raros aquel tipo de pesadillas, pero la normalidad no hacía que fuera menos espeluznante, y de nuevo recuerdos de sus propias experiencias oníricas hicieron aún más turbia la narración de la roquense. Por suerte la chica emplumada se encargó de quitarle algo de hierro al asunto incorporando su disfraz a la historia, logrando un efecto bastante cómico que consiguió rebajar la tensión en la estancia.
—Si lo ves muy mal y no crees que haya vuelta atrás avisa y te cocinamos al vapor. —añadió el irrense tras el australiano en tono de broma, dándole una palmada en el hombro a la argos para transmitirle su apoyo.
Aunque se lo tomara con humor estaba seguro de que no debía haber sido fácil rememorar todo aquello.
—¿Quieres palomitas dulces o las prefieres saladas? —le preguntó en voz baja mientras los demás se acomodaban, sopesando un par de cuencos antes de activar el que escogiera el cambiante y hundirse un poco más en su asiento para escuchar la primera historia.
El brujo tampoco quería dar el primer paso, pues no sabía qué clase de terror querían alcanzar con los relatos, y por eso agradeció que al final fuera Rena la que se animara. El cuento de la ursántropa pilló al moreno con la guardia baja, sin embargo, y aunque en un principio escuchó a su amiga emocionado la cosa no tardó en torcerse. Las historias de minas no eran plato de buen gusto para el irrense, pues su padre había muerto en una, e imaginarse a aquellos desgraciados atrapados en la oscuridad le hacía estremecerse. Ensimismado como estaba apenas era consciente del agarre de Rox, algo que le habría hecho mucha gracia de haberle prestado atención tras lo confiado que se había mostrado el chico al empezar, pero al final fue la voz del pelimorado la que le hizo darse cuenta de su estado.
—Lo peor, si… —asintió en respuesta, pellizcándose el puente del hocico para centrarse—. ¿También olerán mal?—le preguntó en voz bajita, aferrándose a su broma para sacarse la incomodidad de encima.
Antes de recibir una respuesta Sinceridad tomó el turno y se arrancó con el relato de un sueño que habían compartido Nime y ella antes siquiera de conocerse. En aquella ciudad no eran raros aquel tipo de pesadillas, pero la normalidad no hacía que fuera menos espeluznante, y de nuevo recuerdos de sus propias experiencias oníricas hicieron aún más turbia la narración de la roquense. Por suerte la chica emplumada se encargó de quitarle algo de hierro al asunto incorporando su disfraz a la historia, logrando un efecto bastante cómico que consiguió rebajar la tensión en la estancia.
—Si lo ves muy mal y no crees que haya vuelta atrás avisa y te cocinamos al vapor. —añadió el irrense tras el australiano en tono de broma, dándole una palmada en el hombro a la argos para transmitirle su apoyo.
Aunque se lo tomara con humor estaba seguro de que no debía haber sido fácil rememorar todo aquello.
- YberGM
Ficha de cosechado
Nombre: Ulmara.
Especie: cercana alaí.
Habilidades: Velocidad, nociones de lucha y resistencia.
Personajes :
● Dirke/Ramas.
● Giz.
● Tap/Malahierba.
●Lara 37/Saria Omen.
● Rasqa: parqio transformado en moloch.
● Eitne.
Heridas/enfermedades : Eitne: le falta la pierna derecha de rodilla para abajo.
Status : Es complicado.
Humor : La gracia de dios.
Re: Sede de los Taumaturgos
08/01/21, 01:31 am
Eitne asintió con vehemencia a Adru y, antes de usar el hechizo para levitar cosas, hizo volar una chuchería hasta sus garras.
—¡Cázala, Nime! —le pidió antes de lanzársela.
Después recibió una lección magistral y.... ¡Rena le acababa de abrir los ojos! Lo había hecho mal todo este tiempo. El niño/león del carajo, se tumbó en el suelo frente a un cuenco con gominolas y probó varias veces a endurecer sus zarpas. Se le daba fatal sacar las uñas, no lo usaba nunca para nada, y al principio, las chucherías se le escurrían (y se le llenaban de purpurina), pero haciendo acopio de fuerza no solo logró pinchar una chuche al cabo de un rato, sino que arañó el plato e hizo un ruido desagradable. Con este nuevo conocimiento aprendido y muchas oportunidades por delante, la bestia del crepúsculo estaba lista para horrorizarse con las historias de terror.
La de Rena iba sobre minas, algo que el niño solo podía imaginarse vagamente, por no haber estado jamás en una. La historia le estaba gustando, Eitne zarandeaba sin darse cuenta la cola de un lado a otro, hasta que de repente la ursántropa habló de implantes arrancados. Su cuerpo se estremeció de tal manera que todas las sombras del niño vibraron como un flan a la pata coja.
—Jolines... —dijo, algo asustado—. ¿Y para qué quieren ser tantos ahí dentro? Se les va a acabar el espacio —trataba de quitarle hierro al asunto.
La de Sinceridad no le dio tanto miedo, pero porque ya sabía algunas cosas gracias a la demonio mineral. Aun así, la argos la contó de tal forma que captó la atención del niño hasta el final, que seguía distrayéndose tan solo para pinchar más chucherías y luego volvía a la narración. Cuando acabó, debido a la sorpresa del final, la bestia nocturna se llevó las zarpas a la boca y se clavó una de las uñas.
—¡AU! —gritó. Luego trató de disimular—. ¡Since, no nos hagas nada, por favor! —sin su aura diurna y con su voz nocturna, quedaba mucho menos mono y mucho más ridículo, pero no es que Eitne lo sopesara mucho en aquel instante. En su lugar, dio varios golpes en el suelo y añadió—: ¡Otra, otra! ¡Han molado mucho las dos!
A él solo se le ocurrían dos cosas que dieran miedo, más o menos. La primera era una historia de terror daeliciana y la segunda... también, más o menos. Su propia historia de terror daeliciana. Decidió que, cuando le tocase su turno, sería mejor contarles la primera, la que no tenía desmembramientos.
—¡Cázala, Nime! —le pidió antes de lanzársela.
Después recibió una lección magistral y.... ¡Rena le acababa de abrir los ojos! Lo había hecho mal todo este tiempo. El niño/león del carajo, se tumbó en el suelo frente a un cuenco con gominolas y probó varias veces a endurecer sus zarpas. Se le daba fatal sacar las uñas, no lo usaba nunca para nada, y al principio, las chucherías se le escurrían (y se le llenaban de purpurina), pero haciendo acopio de fuerza no solo logró pinchar una chuche al cabo de un rato, sino que arañó el plato e hizo un ruido desagradable. Con este nuevo conocimiento aprendido y muchas oportunidades por delante, la bestia del crepúsculo estaba lista para horrorizarse con las historias de terror.
La de Rena iba sobre minas, algo que el niño solo podía imaginarse vagamente, por no haber estado jamás en una. La historia le estaba gustando, Eitne zarandeaba sin darse cuenta la cola de un lado a otro, hasta que de repente la ursántropa habló de implantes arrancados. Su cuerpo se estremeció de tal manera que todas las sombras del niño vibraron como un flan a la pata coja.
—Jolines... —dijo, algo asustado—. ¿Y para qué quieren ser tantos ahí dentro? Se les va a acabar el espacio —trataba de quitarle hierro al asunto.
La de Sinceridad no le dio tanto miedo, pero porque ya sabía algunas cosas gracias a la demonio mineral. Aun así, la argos la contó de tal forma que captó la atención del niño hasta el final, que seguía distrayéndose tan solo para pinchar más chucherías y luego volvía a la narración. Cuando acabó, debido a la sorpresa del final, la bestia nocturna se llevó las zarpas a la boca y se clavó una de las uñas.
—¡AU! —gritó. Luego trató de disimular—. ¡Since, no nos hagas nada, por favor! —sin su aura diurna y con su voz nocturna, quedaba mucho menos mono y mucho más ridículo, pero no es que Eitne lo sopesara mucho en aquel instante. En su lugar, dio varios golpes en el suelo y añadió—: ¡Otra, otra! ¡Han molado mucho las dos!
A él solo se le ocurrían dos cosas que dieran miedo, más o menos. La primera era una historia de terror daeliciana y la segunda... también, más o menos. Su propia historia de terror daeliciana. Decidió que, cuando le tocase su turno, sería mejor contarles la primera, la que no tenía desmembramientos.
No llores por no poder ver tu pierna,
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
las lágrimas te impedirán ver los cadáveres de tus amigos.
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Sede de los Taumaturgos
10/01/21, 07:01 pm
Neil se sentía bastante feliz de ver que sus amigos disfrutaban de la comida, pero en seguida su expresión cambió a un ceño fruncido cuando Rox llamó a sus pastelitos de calabaza "diabetes". El brujo sabía que, a diferencia de en otros mundos vinculados, en la Tierra había distintos idiomas y, por lo tanto, distintas formas de referirse a la misma cosa, pero hasta aquel momento nadie le había dicho que aquellos pastelitos también podían llamarse diabetes. Cuando Adru le habló, el aurva se sacudió sorprendido por la acusación.
-¡No, claro que no! -exclamó-. Creo que se refiere a los pastelitos. No sabía que en la Tierra se llamaban diabetes -se excusó rápidamente.
Él no era ningún mentiroso y si no les había dicho a sus amigos que había cocinado diabetes era simplemente porque no sabía que lo había hecho.
Al momento, Rox sugirió contar historias de miedo y al sinhadre se le escapó un gemido de consternación. Él ya se había resignado a que en algún momento de la noche eso ocurriría, pero había esperado tener un poco de tranquilidad primero, aunque la sugerencia de "jugar a las tinieblas" le dejó confuso y más aún después de la explicación de Sinceridad. Teniendo en cuenta que el plan era una velada de miedo, Neil no entendía por qué añadir un juego tan amable como un escondite a oscuras, cuando para él la oscuridad era totalmente lo contrario a lo aterrador. Tras darle un par de vueltas el aurva por fin entendió la intención del juego. Tan cómodo como siempre se encontraba con sus amigos a veces olvidaba que no venían del mismo mundo y que no tenían los mismos orígenes, por eso lo que un sinhadre encontraría poco terrorífico como buscar a alguien en la oscuridad, en otros mundos podría ser tenebroso.
-Vale, pero avísame cuando te toque contar historia a ti, ¿vale? -contestó a la petición de velas de su edeel antes de taparse los oídos lo mejor que pudo y cerrar los ojos con fuerza, negándose por completo a escuchar ni una de las historias de miedo que sus amigos pretendían contar.
Neil amaba profundamente a sus amigos, pero conocía muy bien sus limitaciones.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguasPersonajes :
● Noel: Draco de Estínfalo de origen sueco.
● Archime/Krono Rádem: Kairós irrense.
● Irianna/Dama Enigma: Nebulomante idrina lacustre.
● Adrune: Gamusino sinhadre, edeel.
● Lethe: Horus, enderth.
● Rägjynn: mjörní.
● Naeleth: Bruja del Hielo, nublina.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Aumenta su resistencia progresivamente. El sangrado de sus ojos se detonará con más frecuencia.
Armas :
● Noel: hacha de dos manos y espada bastarda.
● Archime/Krono Rádem: sus monólogos sobre biomecánica avanzada.
● Irianna: arco y estoque.
● Adrune: lanza, espadas cortas y arco.
● Lethe: arco y lanza.
● Rägjynn: jō.
● Naeleth: arco, sai y báculo.
Status : Gin: do the windy thing.
Humor : REALLY NOT FEELIN' UP TO IT RIGHT NOW. SORRY.
Re: Sede de los Taumaturgos
12/01/21, 01:12 pm
Al parecer aquellos caramelos en particular sí que se llamaban “diabetes” tal y como confirmó Nime y decidió coger uno de esos para lanzárselo tal y como ella quería, después de que lo hiciese Neil. Por supuesto mostró su aprobación al juego de las tinieblas, ya que sonaba realmente divertido.
Llegó entonces el momento de empezar con las historias de miedo y Rena fue la primera en relatarles acerca de un grupo de mineros atrapados. Adru no tenía miedo de la historia, ya que seguro que se trataba de un cuento para asustar a la gente y no algo real, pero le daba lástima pensar que a lo mejor la parte en la que los mineros se quedaron atrapados podía ser cierta.
Le llegó el turno a Sinceridad y, para su sorpresa, su relato sí que era real en cierto modo, ya que se trataba de una pesadilla que también había tenido Nime. Antes de que ocurriese todo el caos con la torre de los soñadores le habría costado entender como eso era posible, pero después de haber vivido aquello ya no le extrañó en lo más mínimo. Ese día sí que había sido terrorífico de verdad y recordarlo le hizo cambiar su expresión a una más sombría, a la vez que no prestaba del todo atención a lo que contaba la roquense. Llegó a escuchar el final, no obstante, y le hizo gracia el detalle de incluir su disfraz en la historia, devolviéndole la expresión alegre mientras se sacudía los pensamientos sombríos de la cabeza.
—¡Vale, creo que puedo ir yo! —Saltó hacia delante para ponerse en el sitio de narrar, pero inmediatamente tuvo que correr hacia su aurva para darle un toque en el hombro—. ¡Ya voy yo! ¡Las velas, por favor! Yo creo que puedes escuchar esta historia, Neil: ya verás, seguro que no te da miedo… O eso creo. Mira, te voy a contar una cosa a ti primero.
El gamusino le habló al oído para explicarle unas cosas que se le habían ocurrido y cuando acabó le guiñó el ojo antes de saltar de nuevo a escena.
Una vez tuvo las velas del brujo flotando a su alrededor el gamusino carraspeó y puso su “voz de narradora lúgrube”.
—Esta es la historia del chef calabaza. Una criatura que solo aparece la noche de Samhein. Una calabaza, la más grande de toda la ciudad, cobra vida gracias a un rayo que impacta en su tallo. Se arranca de sus raíces, le brotan de nuevo con forma de extremidades, y lo primero que hace es buscar un cuchillo de cocina para tallarse una cara aterradora. Mientras camina por la ciudad todas las velas del lugar se ven atraídas hacia la calabaza y esta vaga iluminada por su luz a través de las calles en busca de su próximo objetivo: una cocina.
Se cuela en la cocina mejor equipada que encuentre rompiendo la ventana y empieza a cocinar dulces y dulces y dulces… Los dulces tienen muy buena pinta, hay incluso diabetes entre ellos, y los habitantes del edificio se encontrarán un banquete delicioso como por arte de magia.
Cuando empiecen a comer, atraídos por el delicioso aroma del azúcar, no podrán parar —hizo una pausa para sacar un dulce del bolsillo y darle un mordisco sin cambiar la expresión seria de su rostro. Siguió hablando con la boca llena—. Y fuando menoz fe lo efperan… —Detrás del gamusino aparecería Neil de repente con los brazos extendidos y más velas a su alrededor. El brujo le pondría un dulce en la boca con ímpetu. Adru fingiría ahogarse y se tiraría de rodillas al suelo. Después se sacaría el dulce de la boca para poder seguir hablando y miraría al público—. ¡Te rellena de dulces para cocinarte a ti!
Neil usaría el arma de mentira de su disfraz para fingir que iba a atacarle. Le hubiese gustado usar un cuchillo de cocina de verdad para dar más efecto, pero no creía que el brujo de la cera fuese a estar de acuerdo y de todas formas les hubiese llevado más tiempo prepararlo.
El gamusino no sería capaz de aguantar mucho más y se levantaría de un salto con una gran sonrisa.
Llegó entonces el momento de empezar con las historias de miedo y Rena fue la primera en relatarles acerca de un grupo de mineros atrapados. Adru no tenía miedo de la historia, ya que seguro que se trataba de un cuento para asustar a la gente y no algo real, pero le daba lástima pensar que a lo mejor la parte en la que los mineros se quedaron atrapados podía ser cierta.
Le llegó el turno a Sinceridad y, para su sorpresa, su relato sí que era real en cierto modo, ya que se trataba de una pesadilla que también había tenido Nime. Antes de que ocurriese todo el caos con la torre de los soñadores le habría costado entender como eso era posible, pero después de haber vivido aquello ya no le extrañó en lo más mínimo. Ese día sí que había sido terrorífico de verdad y recordarlo le hizo cambiar su expresión a una más sombría, a la vez que no prestaba del todo atención a lo que contaba la roquense. Llegó a escuchar el final, no obstante, y le hizo gracia el detalle de incluir su disfraz en la historia, devolviéndole la expresión alegre mientras se sacudía los pensamientos sombríos de la cabeza.
—¡Vale, creo que puedo ir yo! —Saltó hacia delante para ponerse en el sitio de narrar, pero inmediatamente tuvo que correr hacia su aurva para darle un toque en el hombro—. ¡Ya voy yo! ¡Las velas, por favor! Yo creo que puedes escuchar esta historia, Neil: ya verás, seguro que no te da miedo… O eso creo. Mira, te voy a contar una cosa a ti primero.
El gamusino le habló al oído para explicarle unas cosas que se le habían ocurrido y cuando acabó le guiñó el ojo antes de saltar de nuevo a escena.
Una vez tuvo las velas del brujo flotando a su alrededor el gamusino carraspeó y puso su “voz de narradora lúgrube”.
—Esta es la historia del chef calabaza. Una criatura que solo aparece la noche de Samhein. Una calabaza, la más grande de toda la ciudad, cobra vida gracias a un rayo que impacta en su tallo. Se arranca de sus raíces, le brotan de nuevo con forma de extremidades, y lo primero que hace es buscar un cuchillo de cocina para tallarse una cara aterradora. Mientras camina por la ciudad todas las velas del lugar se ven atraídas hacia la calabaza y esta vaga iluminada por su luz a través de las calles en busca de su próximo objetivo: una cocina.
Se cuela en la cocina mejor equipada que encuentre rompiendo la ventana y empieza a cocinar dulces y dulces y dulces… Los dulces tienen muy buena pinta, hay incluso diabetes entre ellos, y los habitantes del edificio se encontrarán un banquete delicioso como por arte de magia.
Cuando empiecen a comer, atraídos por el delicioso aroma del azúcar, no podrán parar —hizo una pausa para sacar un dulce del bolsillo y darle un mordisco sin cambiar la expresión seria de su rostro. Siguió hablando con la boca llena—. Y fuando menoz fe lo efperan… —Detrás del gamusino aparecería Neil de repente con los brazos extendidos y más velas a su alrededor. El brujo le pondría un dulce en la boca con ímpetu. Adru fingiría ahogarse y se tiraría de rodillas al suelo. Después se sacaría el dulce de la boca para poder seguir hablando y miraría al público—. ¡Te rellena de dulces para cocinarte a ti!
Neil usaría el arma de mentira de su disfraz para fingir que iba a atacarle. Le hubiese gustado usar un cuchillo de cocina de verdad para dar más efecto, pero no creía que el brujo de la cera fuese a estar de acuerdo y de todas formas les hubiese llevado más tiempo prepararlo.
El gamusino no sería capaz de aguantar mucho más y se levantaría de un salto con una gran sonrisa.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Sede de los Taumaturgos
13/01/21, 08:26 pm
Adru y Eitne se apiadaron de Nime y le lanzaron un pastelillo cada uno para cazarlo, por lo que a la niña le dio un ataque de risa cuando casi los tira al suelo.
—¡Es divertido! Deberíamos hacer un torneo de lanzar comida después de las historias de miedo —sugirió, ya dirigiéndose a la zona que habían bautizado como fuerte para sentarse entre sus amigos.
Se acomodó y se llevó a la boca algo que masticar mientras Rena contaba la primera historia de la noche. Nime estaba dispuesta a mantenerse estoica se contase lo que se contase, pero muy a su pesar debía de admitir que no era lo mismo escuchar aquellas historias en un cuarto iluminado que en uno cubierto de tinieblas.
Nime no conocía las minas, ni siquiera había encontrado más que algunas pequeñas cuevas marinas que no daban mucho miedo. Consiguió mantenerse indiferente durante la historia de Rena, y para mantener alejado el miedo se rio en voz alta de los comentarios de sus amigos, aunque ni siquiera supiera lo que era un otaku.
La siguiente historia, sin embargo, evocó el miedo que nunca la había abandonado, el que sentía desde que su vida ya no era sencilla y apacible. Contra ese miedo Nime no podía luchar, había plagado sus pesadillas durante demasiados meses, le había recordado que podía morir, y le había enseñado que no era nadie especial aunque hubiese sido elegida.
Nime había asentido con vehemencia cuando Sinceridad le propuso contar la pesadilla que habían compartido.
—¿Por qué no? ¡Es una buena historia de miedo! —Una que no quería recordar, pero cubrió la mentira con una enorme sonrisa maliciosa. Esperaba que, al menos, a los demás les diese tanto miedo como a ella, aunque era improbable que escucharlo fuese peor que haberlo vivido. Cuando Sinceridad acabó, se rió de la incorporación de su disfraz en la historia.
»Pasó como dijo ella. Fue muy real —comentó, sonando serena, como si aquello no fuese con ella.
En el turno de Adru, Nime ya empezaba a hacerse una idea de lo que podía contar, basándose en las historias del resto. Al empezar el gamusino su historia, Nime volvió a reír al escuchar que iba sobre el cocinero calabaza, precisamente porque no le daba ningún miedo, pero escuchó atenta. Su sonrisa bobalicona empezó a desaparecer a medida que llegaban al final de la historia, y la aparición estelar de Neil le causó un sobresalto que negaría ante cualquiera que le preguntase.
—Neil nunca sería capaz de hacer eso —dijo cuando acabó la historia—. Aunque casi me habéis convencido, ¡casi!
Nime se puso en pie entonces y reclamó el foco de atención.
—¡Me toca! —anunció—. Préstame una de estas —le pidió a Neil, agarrando una de las velas que todavía flotaban cerca del brujo y poniéndola frente a su pecho, esperando que proyectase algunas sombras dramáticas sobre su cara.
»Donde yo vivía había muchas leyendas de gente que se había muerto de formas raras y había vuelto para llevarse a otros con ellos, para vengarse… Por muchas cosas. —Nime tragó saliva. No le estaba saliendo tan bien como quería. Bajó un poco más la voz y obligó a sus compañeros a aguzar el oído para escucharla hablar—. Pescadores ahogados que arrastran las barcas hacia mar abierto durante las tormentas, soldados derrotadas que quiere recuperar su honor atacando a los vivos, gente atropellada por trenes que se aparecen para que otros descarrilen… Pero nadie tiene tantas ganas de vengarse de los vivos como el chico ampalador.
»El chico ampalador era el hijo más pequeño de una familia de pescadores a los que no les iba muy bien. No tenían mucho para comer y eran muchos hermanos, todos niños aun por encima. Sus padres estaban desesperados porque no podían ni pagar los tributos, así que le pidieron al chico que los acompañara un día al acantilado a coger plantas para comer. Él, extrañado de que no fuesen también a sus hermanos, fue con sus padres porque quería ayudar…
»Cuando llegaron al acantilado no había nadie, y el chico empezó a buscar hierbas… ¡Hasta que sintió un empujón hacia el borde! Mientras caía y caía solo vio a sus padres darse la vuelta y marcharse… ¡y entonces su cuerpo se clavó en una roca afilada que le sacó el corazón! —Nime solo alzaba la voz ligeramente cuando llegaba a las partes que consideraba chocantes de la historia, sin querer estropear el ambiente lúgubre.
»Y como no tenía corazón, después de varios días ampalado en la roca, cuando se convirtió en un espectro se armó con un puñal hecho de roca afilada y persiguió a su familia, la misma que se había deshecho de él. —En ese punto Nime alzó su propio puñal de cristal ensangrentado para que todos los viesen—. Primero hundió el barco de sus padres mientras pescaban lejos de la orilla, pero no paró ahí. Después asustó a sus hermanos hasta que se tiraron del acantilado, o los empujó al fuego o hacia un carruaje que pasaba por la calle.
»Dicen que sigue buscando gente de la que vengarse por todo lo que le pasó. Dicen que ni siquiera le importa ya que no tengan nada que ver con eso, porque perdió el corazón hace mucho, muuucho tiempo. Y como es un fantasma podría estar en cualquier lado, poseyendo a cualquiera… ¡incluso aquí mismo!
A la vez que Nime sopló para apagar la vela, mandó una serie de impactos suaves contra varios de sus amigos al azar. No sabía bien a dónde estaba apuntado, así que se aseguró de que no fuesen más fuertes que un pequeño manotazo.
—¡Es divertido! Deberíamos hacer un torneo de lanzar comida después de las historias de miedo —sugirió, ya dirigiéndose a la zona que habían bautizado como fuerte para sentarse entre sus amigos.
Se acomodó y se llevó a la boca algo que masticar mientras Rena contaba la primera historia de la noche. Nime estaba dispuesta a mantenerse estoica se contase lo que se contase, pero muy a su pesar debía de admitir que no era lo mismo escuchar aquellas historias en un cuarto iluminado que en uno cubierto de tinieblas.
Nime no conocía las minas, ni siquiera había encontrado más que algunas pequeñas cuevas marinas que no daban mucho miedo. Consiguió mantenerse indiferente durante la historia de Rena, y para mantener alejado el miedo se rio en voz alta de los comentarios de sus amigos, aunque ni siquiera supiera lo que era un otaku.
La siguiente historia, sin embargo, evocó el miedo que nunca la había abandonado, el que sentía desde que su vida ya no era sencilla y apacible. Contra ese miedo Nime no podía luchar, había plagado sus pesadillas durante demasiados meses, le había recordado que podía morir, y le había enseñado que no era nadie especial aunque hubiese sido elegida.
Nime había asentido con vehemencia cuando Sinceridad le propuso contar la pesadilla que habían compartido.
—¿Por qué no? ¡Es una buena historia de miedo! —Una que no quería recordar, pero cubrió la mentira con una enorme sonrisa maliciosa. Esperaba que, al menos, a los demás les diese tanto miedo como a ella, aunque era improbable que escucharlo fuese peor que haberlo vivido. Cuando Sinceridad acabó, se rió de la incorporación de su disfraz en la historia.
»Pasó como dijo ella. Fue muy real —comentó, sonando serena, como si aquello no fuese con ella.
En el turno de Adru, Nime ya empezaba a hacerse una idea de lo que podía contar, basándose en las historias del resto. Al empezar el gamusino su historia, Nime volvió a reír al escuchar que iba sobre el cocinero calabaza, precisamente porque no le daba ningún miedo, pero escuchó atenta. Su sonrisa bobalicona empezó a desaparecer a medida que llegaban al final de la historia, y la aparición estelar de Neil le causó un sobresalto que negaría ante cualquiera que le preguntase.
—Neil nunca sería capaz de hacer eso —dijo cuando acabó la historia—. Aunque casi me habéis convencido, ¡casi!
Nime se puso en pie entonces y reclamó el foco de atención.
—¡Me toca! —anunció—. Préstame una de estas —le pidió a Neil, agarrando una de las velas que todavía flotaban cerca del brujo y poniéndola frente a su pecho, esperando que proyectase algunas sombras dramáticas sobre su cara.
»Donde yo vivía había muchas leyendas de gente que se había muerto de formas raras y había vuelto para llevarse a otros con ellos, para vengarse… Por muchas cosas. —Nime tragó saliva. No le estaba saliendo tan bien como quería. Bajó un poco más la voz y obligó a sus compañeros a aguzar el oído para escucharla hablar—. Pescadores ahogados que arrastran las barcas hacia mar abierto durante las tormentas, soldados derrotadas que quiere recuperar su honor atacando a los vivos, gente atropellada por trenes que se aparecen para que otros descarrilen… Pero nadie tiene tantas ganas de vengarse de los vivos como el chico ampalador.
»El chico ampalador era el hijo más pequeño de una familia de pescadores a los que no les iba muy bien. No tenían mucho para comer y eran muchos hermanos, todos niños aun por encima. Sus padres estaban desesperados porque no podían ni pagar los tributos, así que le pidieron al chico que los acompañara un día al acantilado a coger plantas para comer. Él, extrañado de que no fuesen también a sus hermanos, fue con sus padres porque quería ayudar…
»Cuando llegaron al acantilado no había nadie, y el chico empezó a buscar hierbas… ¡Hasta que sintió un empujón hacia el borde! Mientras caía y caía solo vio a sus padres darse la vuelta y marcharse… ¡y entonces su cuerpo se clavó en una roca afilada que le sacó el corazón! —Nime solo alzaba la voz ligeramente cuando llegaba a las partes que consideraba chocantes de la historia, sin querer estropear el ambiente lúgubre.
»Y como no tenía corazón, después de varios días ampalado en la roca, cuando se convirtió en un espectro se armó con un puñal hecho de roca afilada y persiguió a su familia, la misma que se había deshecho de él. —En ese punto Nime alzó su propio puñal de cristal ensangrentado para que todos los viesen—. Primero hundió el barco de sus padres mientras pescaban lejos de la orilla, pero no paró ahí. Después asustó a sus hermanos hasta que se tiraron del acantilado, o los empujó al fuego o hacia un carruaje que pasaba por la calle.
»Dicen que sigue buscando gente de la que vengarse por todo lo que le pasó. Dicen que ni siquiera le importa ya que no tengan nada que ver con eso, porque perdió el corazón hace mucho, muuucho tiempo. Y como es un fantasma podría estar en cualquier lado, poseyendo a cualquiera… ¡incluso aquí mismo!
A la vez que Nime sopló para apagar la vela, mandó una serie de impactos suaves contra varios de sus amigos al azar. No sabía bien a dónde estaba apuntado, así que se aseguró de que no fuesen más fuertes que un pequeño manotazo.
- InvitadoInvitado
Re: Sede de los Taumaturgos
15/01/21, 07:10 pm
Rena le lanzó una palomita a Rox por el chiste y no pudo evitar meterse con él un poco.
-¡Admítelo, te has cagado! -le retó entre risas.
Parecía que el resto de sus amigos iba a optar por los efectos especiales. La historia de Adru le hizo reír. Debía reconocer que un Neil caníbal era inquietante, por el enorme contraste con su personalidad. Pero precísamente por eso no podía tomárselo en serio.
-¡Noooo, no nos comaaas! -suplicó aun así, pugnando por aguantar las carcajadas. -No tengo buen sabor, y estarás sacándote pelos de la boca hasta que te hagas viejo.
La historia de Nime, debía reconocerlo, sí que le dio mal rollo. Una amenaza de la que no podías escapar, contra la que no podías luchar… le recordaba demasiado a los espíritus y espectros que ya había visto en la ciudad. Claro que el que el monstruo se llamase ampalador le quitaba bastante tensión a la historia. El golpe invisible la hizo sobresaltarse y de paso le tiró el bol de palomitas del regazo y estas se esparcieron por todas partes.
-¡Carajo! -maldijo, y maldijo otra vez al ver las palomitas. Suerte que no habían caído en el suelo.
-¡Admítelo, te has cagado! -le retó entre risas.
Parecía que el resto de sus amigos iba a optar por los efectos especiales. La historia de Adru le hizo reír. Debía reconocer que un Neil caníbal era inquietante, por el enorme contraste con su personalidad. Pero precísamente por eso no podía tomárselo en serio.
-¡Noooo, no nos comaaas! -suplicó aun así, pugnando por aguantar las carcajadas. -No tengo buen sabor, y estarás sacándote pelos de la boca hasta que te hagas viejo.
La historia de Nime, debía reconocerlo, sí que le dio mal rollo. Una amenaza de la que no podías escapar, contra la que no podías luchar… le recordaba demasiado a los espíritus y espectros que ya había visto en la ciudad. Claro que el que el monstruo se llamase ampalador le quitaba bastante tensión a la historia. El golpe invisible la hizo sobresaltarse y de paso le tiró el bol de palomitas del regazo y estas se esparcieron por todas partes.
-¡Carajo! -maldijo, y maldijo otra vez al ver las palomitas. Suerte que no habían caído en el suelo.
- Jack
Ficha de cosechado
Nombre: Tawar
Especie: Repobladore de la montaña
Habilidades: Artesanía, habilidad manual y resistencia
Personajes :
● Jack: Vampiro de humo terrícola.
● Atol/Skarog: Helión libense.
● Alice/Onyx: Onycemante terrícola.
● Tesón/Eterno: fantasma roquense, sin magia.
● Sinceridad: Argos magnético roquense de Tierra Bruja.
● Pefka: Lenguaraz hijo de Luna Kepryna.
● Tawar: Repobladore de la montaña
Unidades mágicas : 12/12
Síntomas : Pérdida gradual del miedo a salir al exterior. Al regresar de algunas salidas tendrá jaquecas, que aumentarán en intensidad cuanto más tiempo haya pasado fuera.
Armas : Jack: dos espadas. Magia.
Atol: lanza, espada y escudo. Magia.
Alice: magia y onyces. Espada o arco.
Sinceridad: arco, jabalinas, espada/lanza y escudo.
Pefka: lo que pille, normalmente machete y arco
Humor : Os falta bosque, gigantes
Re: Sede de los Taumaturgos
19/01/21, 05:35 pm
Hubo reacciones variadas a su narración, pero se dio cuenta de que había sido buena idea meter el disfraz en el relato, y mucho mejor el final sorpresa para bajar la tensión por haber sido una pesadilla de la cosecha. Era algo que todos podrían haber experimentado, y toda la crisis con la torre aquella podía seguir fresca. ¿Quizá por eso Neil se tapó los oídos? Cuando acabó, se rió con las bromas de la pareja y agradeció con una sonrisa el gesto del irrense.
—Tranquilos, me pondré unos cascabeles por si el monstruo me controla e intenta comeros de noche —bromeó y le sacó la lengua a la bestia nocturna.
Después fue a sentarse como pudo con el disfraz a cuestas y se abrazó a un cojín. Quería escuchar las historias de los demás y no se hicieron esperar.
Adru les contó la leyenda de una calabaza carnívora que engordaba a sus víctimas para comerse a la gente, y Neil le ayudó con las velas y un poco de teatro. Le encantó, la verdad, y puso de su parte cuando tocaba reaccionar exageradamente o asustarse.
—Creo que por el bien de todos debería llevarme todos los dulces para que nadie os coma, me sacrificaré por vosotros —se rió mientras cogía un par de ellos.
Nime también tuvo la idea de las velas para crear ambiente y contó una de fantasmas asesinos.
—¡Oh no, me ha alcanzado! —exclamó cuando notó el hechizo, y luego se rió—. Esa me ha recordado a un fantasma que vaga por la ciudad... es de mi mundo. Es inofensivo pero grita e insulta mucho, creo que Tay le conoce.
—Tranquilos, me pondré unos cascabeles por si el monstruo me controla e intenta comeros de noche —bromeó y le sacó la lengua a la bestia nocturna.
Después fue a sentarse como pudo con el disfraz a cuestas y se abrazó a un cojín. Quería escuchar las historias de los demás y no se hicieron esperar.
Adru les contó la leyenda de una calabaza carnívora que engordaba a sus víctimas para comerse a la gente, y Neil le ayudó con las velas y un poco de teatro. Le encantó, la verdad, y puso de su parte cuando tocaba reaccionar exageradamente o asustarse.
—Creo que por el bien de todos debería llevarme todos los dulces para que nadie os coma, me sacrificaré por vosotros —se rió mientras cogía un par de ellos.
Nime también tuvo la idea de las velas para crear ambiente y contó una de fantasmas asesinos.
—¡Oh no, me ha alcanzado! —exclamó cuando notó el hechizo, y luego se rió—. Esa me ha recordado a un fantasma que vaga por la ciudad... es de mi mundo. Es inofensivo pero grita e insulta mucho, creo que Tay le conoce.
No Hope. No Dreams. No Love.
My Only Escape Is Underground
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