Entrenamiento y charla sobre el futuro

Recuerdo del primer mensaje :

Después de la Trama de los Sueños.

Tras el suceso de los sueños había decidido junto a Devoss ocupar la mente en pequeñas rencillas o entrenamientos en la habitación de la Sede correspondiente. Con el estudio de los demonios descuidó por completo su parte física y mágica combativa, y no podía ser. Más que nunca Rocavarancolia le enseñaba que no debía quedarse atrás.

Y eso es exactamente lo que le estaba ocurriendo ahora. El licántropo hacía ejercicios diariamente y se notaba. Ruth se encontraba sobrepasada a muchos niveles. Devoss la superaba en fuerza, también en velocidad y en juego de pies. Cada vez que creía tener oportunidad acababa derribada o acorralada, como si la estuviera cazando y jugara con ella.
—¡Mierda!—maldijo, tenía el cuerpo lleno de arañazos y los músculos cargados, se sentía lenta y torpe y estaba harta de morder el suelo constantemente. Su cabello recogido en un moño dudoso prendió en llamas, pero sabía que aquello no amedrantaría a su contricante.

Ruth le sonrió mientras tomaba distancias, debía ser más práctica con su uso de la magia, lanzarle hechizos de manera ingeniosa para lograr rebasarle. Pero tenía miedo de que con su agotamiento fallara y en apenas unos pasos Devoss volviera a alcanzarla.
—¿A qué esperas? —le provocó, riéndose ella misma de sus palabras como si estuviera a su mismo nivel— ven a por mí —si el holandés le saltaba encima desataría el hechizo de centellas ambarinas en su cara, esperaba que le diera el tiempo suficiente para desestabilizarlo y acertar con uno de parálisis a continuación, o en su defecto golpearle directamente con las dagas de madera.

Justo cuando se encontraba en el aire el holandés notó cómo todos sus sentidos se desorientaban. No provocaba ninguna clase de dolor, pero era evidente que la demonio lo había alcanzado con algún tipo de hechizo. El licántropo abriría los ojos  sorprendido, soltaría un rugido por tanta confusión y aterrizaría pesadamente como un fardo contra la piedra del suelo.

Como licántropo que era Devoss se valía mucho de su oído, olfato, de sus sentidos en general... y por unos instantes le costó hasta mantener el conocimiento probablemente por eso mismo. El holandés intentó levantarse como buenamente podía, a sabiendas de que Ruth ya estaría preparando algún sortilegio o acercándose  con sus dagas. <<Joder, me ha dado bien la cabrona>>. Pensaría algo molesto por haber sido tan temerario a la  hora de acercarse a ella.

En aquellos pocos segundos que tenía el chico se encontró en una encrucijada. Si volvía a su forma humana era posible que estuviera menos desorientado y aún así seguiría siendo superior físicamente a la demonio, pero no tendría las garras para atacar, y dejarse solo las zarpas no parecía posible. Requería estar un poquito concentrado y ni el hechizo ni su amiga le dejarían, era más fácil revertir la transformación. Por otro lado seguir en aquella forma de tigre antropomorfo era su mejor recurso en un combate, pero los efectos del conjuro le provocarían más estragos.

Al final Devoss optó por volver a su forma humana con la idea de que en aquellos instantes lo prioritario era estar lo más consciente posible y esquivar los ataques de la israelita como pudiera. En el momento en que notara que los efectos se le pasaran un poco empezaría por transformar sus manos en garras y volver al ataque, eso si no acababa noqueado antes.

Ruth parpadeó incrédula por alcanzar al licántropo con su truco improvisado de última hora, aquello la había salvado por los pelos y o sacaba partido de la situación rápido o no volvería a tener una oportunidad igual.

Se incorporó todo lo veloz que la fatiga le permitía, reparando en que tenía todo el codo cubierto de sangre que se camuflaba con el color de su piel, debió hacerse la herida al aterrizar en el suelo tan mal por el placaje de Devoss pero supuso que no sintió nada hasta ahora por la adrenalina del momento. En ese momento en cambio le escocía a horrores y la demonio de fuego volvió a bufar cabreada, pero no podía perder mucho tiempo. El hechizo no provocaba daños mayores y su oponente estaba revirtiendo la forma bípeda para que sus sentidos no se vieran tan afectados.

Avanzó hacia él con las dagas en alto e intentaría golpearle con ellas en el pecho o el costado. Para eso tenía que acercarse mucho y Ruth se notaba torpe, lenta y demasiado agotada para encadenar otro ataque mágico. De alguna manera sabía que el combate se resolvería en los próximos intercambios, para bien o para mal.

El holandés escuchó antes de ver cómo se acercaba la demonio de fuego. Su amiga, lógicamente, estaba aprovechando aquellos momentos de debilidad del licántropo. Sin embargo una parte de Devoss empezó a cabrearse. Lo había estado haciendo bien hasta ahora en la pelea, pudo notar el fruto de sus esfuerzos y tantas horas entrenando en aquel combate. Y no quería que un simple hechizo decidiera todo aquello. Con un chasquido de lengua por la frustración el chico empezó a retroceder, aunque no pudo esquivar los primeros tajos de la demonio y notó sus impactos en su cuerpo. No pudo evitar pensar en que otro gallo cantaría si fueran dagas de verdad, desde luego harían más daño.

El licántropo podía notar que Ruth estaba cansada tanto en términos físicos como mágicos. De lo contrario estaba seguro de que se habría comido algún hechizo. Él mismo se estaba cansando y aún estaba desorientado, pero al menos ya no sentía que se fuera a desmayar y poco a poco comenzaba a visualizar mejor a su amiga y el entorno cercano. Mientras tanto transformaba sus dos manos en garras ya que por desgracia aún se sentía lo bastante aturdido como para convertirse más. <<Tendrá que servir>>. Pensó el holandés, decidido a terminar ese encuentro cuanto antes.

Cuando esquivó una de las dagas de la demonio Devoss le agarró la muñeca unos instantes. No era la primera vez que la piel de su amiga le quemaba, aún recordaba cuando la Luna Roja apareció en el cielo y la temperatura de la israelita subió. Pero desde luego esta vez su contacto fue mucho más ardiente, al fin y al cabo ahora era una demonio de fuego y antes tan solo estaba en el inicio de la transformación. Por suerte solo necesitaba que fuera unos  segundos, y aunque con un gruñido de dolor por la quemadura, el licántropo le dio un tirón a su muñeca para que se acercara más aún a él mientras que la otra garra la dirigía en forma de puñetazo hacia su rostro. Sabía que volvería a llevarse más quemaduras y golpes con esa estrategia, no creía que Ruth fuera a quedarse de brazos cruzados, pero esperaba y deseaba que esta vez su ataque si fuera lo suficientemente rápido y surtiera efecto.

Los primeros golpes con las dagas de madera dieron en el blanco y Ruth sintió el subidón en medio del combate, acostumbrada a perder mucho más rápido se daba cuenta que aquella vez era la que más le estaba haciendo frente al licántropo. Quizá porque había comprendido que su fuerza residía en combinar los pocos hechizos a los que tenía acceso con sus habilidades físicas.

Con un frenesí desconocido redobló la velocidad de sus ataques pero no tardó en entender que era una ingenua si pensaba que su ofensiva era suficiente para acabar la pelea. Una de esas veces Devoss hizo gala de sus reflejos superiores y consiguió capturarle la muñeca, casi por acto reflejo la demonio de fuego elevó su temperatura de manera considerable en a penas unos segundos, focalizando todo el calor en la zona que entraba en contacto con la piel del chico. No era tan preciso como cuando lo redirigía a los dedos pero serviría para que se llevara una buena quemadura.

El grito inminente de su amigo por el dolor provocó que su pelo prendiera en llamas con más intensidad, nublada por creerse con posibilidades a la victoria. Pero solo le dio tiempo a parpadear un instante antes de ver que el holandés tiraba de ella por la muñeca en su dirección. El puñetazo se estrelló de lleno contra su pómulo izquierdo y la envió directamente al suelo con un golpe sordo. La visión de la chica quedó a oscuras por unos momentos antes de que el dolor se extendiera por todo el rostro y quedara completamente aturdida. La boca le sabía a sangre y tenía parte de la oreja muy dolorida. No intentó incorporarse.

—Mierda... me has dado fuerte, agg—murmuraría llevándose las manos a la zona dolorida, la fuerza explosiva del licántropo fue demasiado y tardó un poco en procesar donde estaba y que había perdido tanto las dagas, como el encuentro. Estaba muy enfadada, y tenía ganas de reventar algo. Pero por encima de sus emociones volátiles e incontrolables estaba su amistad. Ruth esgrimió un pobre intento de sonrisa, pero su labio inferior se estaba hinchando. No tardaría mucho en curarse con magia— he estado más cerca que nunca y lo sabes —estaba encendida, así que no pudo evitar que el orgullo primara sobre felicitarle.

Su plan surtió efecto y Ruth cayó derribada. El holandés se arrodilló a su lado con esfuerzo para ver cómo se encontraba, también con un sentimiento de triunfo. Y en cuanto la escuchó hablar y vio que estaba bien se dejó caer bocarriba junto ella. Había sido muy difícil esta vez. Puede que Devoss estuviera por encima a nivel físico, pero aquellos encuentros le habían enseñado que eso no era un factor determinante en Rocavarancolia. La demonio de fuego había progresado mucho con las dagas, y ni qué hablar de sus hechizos. Pero al menos se sentía contento por el resultado, quería decir que podía defenderse.

-No me atrevería a negarlo...- Dijo mientras se frotaba la quemadura de la mano y le dirigía una mirada burlona al ver el orgullo de la israelita. -Tus hechizos son un grano en el culo, ¿lo sabías?-Comentó con una carcajada. -¿Y qué es lo que has hecho con la espada antes?- Le preguntó imitando los movimientos que hizo ella para mandar su espada tan lejos. -Lo has aprendido de Stars Wars, ¿a que sí?- Dijo intentando picarla un poco, mientras se llevaba las manos por detrás de la cabeza para estar más cómodo en la fría piedra. La pelea por fin había terminado, y ahora eran solo un par de amigos cansados pero satisfechos con sus entrenamientos.

El dolor continuaba extendiéndose por todo el rostro de la israelita, el cual comenzaba a hincharse un poco por momentos. Devoss se dejó caer a su lado y Ruth exhaló con fuerza, abandonándose a la sensación de los músculos cansados y el aire circulando con rapidez por sus pulmones. Le pegó un codazo por sus comentarios.
—Fue un hechizo simple —admitió, aunque orgullosa de que hubiera surtido efecto y consiguiera mandar lejos el arma de Devoss, ahora eso daba igual, estaba reventada— tus garras y agilidad sí que son un grano en el culo.

La demonio de fuego procedió a incorporarse al menos para estar sentada y con movimientos poco gráciles aplicó la curación mágica tanto a ella como al licántropo, empezando por su corte en el codo y la quemadura del holandés.
—¿Sabes? —su tono de voz bajó a uno más neutral mientras se apartaba el pelo de la cara— se te da bastante bien —era un esfuerzo considerable después de la derrota pero podía tragarse su orgullo, dejó ver sus dientes negros antes de seguir hablando con sinceridad— ¿has pensado en apuntarte al ejército? —parecía que conforme caía la adrenalina pasaban a una conversación más seria.

El licántropo tigre rio ante el codazo de su amiga Y no pudo evitar sentirse halagado por el comentario de la demonio, lo cierto es que había mejorado mucho y buena parte de ese progreso se debía sus entrenamientos con Ruth. Con lo peligrosa que era la ciudad aquellas peleas eran lo mejor en lo que podía invertir el tiempo, y mentiría si dijera que no se lo pasaba bien. Al fin y a cabo necesitaba correr y moverse a diario. El holandés se reincorporó y se quedó sentado al igual que Ruth cuando escuchó sus última palabras.

-Espera. ¿Esto está ocurriendo? ¿Acabas de tragarte... tu orgullo?- Bromeó a sabiendas de que su amiga no era tan orgullosa. Mientras tanto revertía sus garras en manos, a veces se le olvidaba volver por completo a su forma humana ya que le era natural y cómodo transformarse y quedarse en esa forma... Después se puso inmediatamente algo más serio, quizás solo había bromeado para evitar lo máximo posible la pregunta. Hablar del ejército le recordaba a sus padres y a su anterior vida antes de llegar a la ciudad. -Bueno... no creas que no lo he pensado. Pero ya sabes que mi padre estaba en el ejército.- Comentó sin dejar de pensar en él y en las duras rutinas a las que lo sometía. Que aunque le encantaban porque pasaba tiempo juntos no dejaban de ser muy duras.

-Creo que es... complicado. Y en Rocavarancolia seguro que más.- Explicó mientras se apartaba un mechón de la frente.-¿Y si te mandan a hacer algo que no ves correcto? ¿ Y si cuando quieres ayudar en algún sitio te dices que no muevas ni un puto dedo? Entiendo a quiénes se meten en el ejército, mi padre era militar. Pero, ¿yo? No sé, Ruth... No me veo teniendo una carrera muy larga como soldado de Rocavarancolia.- Comentó soltando una carcajada.- Aunque me vendría bien un dinerillo, quizás cazando... Es lo que más me gusta hacer ¿Y tú? ¿Tienes pensado algo para ti?-Le preguntó a la israelita. Habría dicho alguna estupidez como que se podía meter como cocinera y hervir el agua con las manos, pero el rumbo de la conversación lo había puesto algo más serio.

Ruth esgrimió una sonrisa de dientes negros en dirección al licántropo ante su provocación.
—No te pases, no veo a nadie más por aquí que pueda curarte —le dijo siguiendo también un poco su juego, en presencia del holandés bromear le salía natural. También tenía razón en que fuera algo sorprendente, pero estaba trabajando en su orgullo y tozudez poco a poco— no te preocupes, ya casi está —diría conforme los hechizos de curación hacían efecto en ambos, poco a poco iba notando un picor fuerte en el labio y codos, así como su amigo lo percibiría en la zona quemada.

La conversación pasó a un tono más serio con rapidez, la demonio de fuego no había calculado todas las implicaciones que traía su pregunta pues había olvidado por completo que el padre de Devoss era militar. Permaneció callada, clavando sus ojos en ascuas en algún punto fijo de la pared y reflexionando sobre aquello.
—Es verdad, ser soldado de Rocavarancolia... debe ser toda una experiencia, ha sido una tontería, lo he dicho un poco al azar —reculó— ¿cazar? ¿qué tienes pensado?.

No se esperó que le devolviera la pregunta, más que nada porque no estaba preparada para responderla. Su futuro en la ciudad era algo que siempre le había dado miedo pensar. Pero ahora que se había acostumbrado a vivir entre monstruos debía planteárselo.
—No lo sé, no me veo encajando en ningún sitio. A veces pienso en todos los negocios y proyectos que hay a mi alrededor y me siento un poco por detrás, pero prefiero no apresurarme con nada. Solo sé... —dudó un poco al hablar—no sé, me gustaron mucho los dragones del festival y he estado investigando un poco de ellos, a veces pienso que tengo más en común con un reptil de fuego que con las personas, me cuesta entenderlas. Pero también sé que pertenecen al ejército y que no es algo que me plantee siquiera, si tan solo hubiera otra alternativa... .

-Nah, no te ralles Ruth con lo de mi padre. Es normal que se te viniera a la cabeza la idea de aconsejarme entrar en el ejército, yo mismo lo he pensado alguna vez.- Comentó mientras se secaba el sudor de la frente con el dorso de la mano.

Lo cierto era que echaba de menos a sus padres, pero ahora se daba cuenta de que ya no tanto. Había terminado por aceptar que nunca tendría el valor suficiente para volver, y en el mejor de los casos solo encontraría a su madre allí, lo cual no era muy buena idea. Y hacerle una visita a su padre tampoco tenía sentido, al fin y al cabo había una probabilidad entre un millón de que lo encontrara en casa y no iba a dejar su nueva vida para ver a su padre cinco veces al año. Eso había quedado atrás. El antiguo Devoss había quedado atrás.

-Aún no he decidido del todo cómo quiero hacer esa parte, la verdad...- Le comentó a su amiga.- Me encanta cazar y necesito hacerlo con frecuencia por necesidad. Está claro que eso viene con la cosa de que sea un puto tigre...- Bromeó el rubio con una ligera carcajada. Después se miró las manos, sabiendo que debajo de esa piel se escondía el pelaje de un depredador. -Pero detrás de todo eso sé que hay algo más, que le estoy cogiendo una verdadera afición que te cagas.- Dijo sonriendo y encogiéndose de hombros.- No sería tan mala idea dedicarme a eso si tanto me mola.- Hablar sobre sus cacerías había hecho que tuviera hambre y se prometió así mismo salir a buscar algún tentempié cuando se despidiera de Ruth.

Después el licántropo tigre escuchó las explicaciones de Ruth algo silencioso, por lo general era más vivaracho y charlatán, pero hablar del futuro le hacía recordar el pasado por alguna razón. Y le costó bastante escuchar todo lo que le dijo la demonio de fuego. Cuanto terminó de hablar el holandés suspiró, sin saber bien qué responder.

-Eh, cada uno va a su ritmo tía. Tú y yo estamos igual y tampoco tenemos ninguna prisa, al menos yo me siento genial viviendo en la Sede.- Intentó animar a la israelita.- Y sí, te entiendo...¡Esos dragones molaban muchísimo! Pero no pienses que no te entiendes con nadie, yo te entiendo bastante, ¿verdad?- Le dijo con una sonrisa a la demonio antes de ponerse algo más serio de nuevo.- Ya arreglaremos el tema de los trabajos, si hay una cosa en esta ciudad son oportunidades. Estoy seguro de que encontrarás algo que te pueda seguir la temperatura- Dijo finalmente el holandés.

Después de conversar un rato Devoss se despediría de ella e iría a la ducha y después directo a la cama. Y aunque intentó dormir con todas sus fuerzas le sería imposible, el futuro se asomaba por los rincones de su cabeza.

Ruth se quedó mas aliviada cuando el holandés le quitó hierro al asunto de su padre, sabía que se trataba de un tema espinoso y que la boca le perdía a veces debido a su falta de tacto. Pero Devoss se lo tomó bien y simplemente reflexionó al respecto, de manera similar a la de ella su amigo decía no encajar y eso hizo que se sintiera aún más cómoda.

—Mientras la caza no sean personas —dijo, encogiéndose de hombros y esbozando una sonrisa afilada. Le entendía, ahora cazaba por necesidad pero en realidad el tigre siempre había habitado bajo su piel, se percató de que había algo diferente y más animal en él conforme se acercaba la Luna Roja. Si el astro le había dado garras no veía por qué no podía sacarle partido por encargos, solo esperaba que se lo montara bien. En Rocavarancolia había competencia.

Las palabras de aliento del chico le sirvieron, su compañía siempre resultaba fresca y jovial de maneras que le era difícil explicar pues rebaja su tensión y su carácter encendido. Asintió, conforme con lo dicho. Ya habría tiempo de pensar en los negocios, eran jóvenes y podían seguir sin preocuparse demasiado.
—Gracias—dijo con absoluta sinceridad, era cierto, ambos se entendían bastante. La demonio de fuego no sabría que hacer sin su mejor amigo en su vida, se había convertido en indispensable para él y todas las decisiones que tomaba se las consultaba. Por supuesto era demasiado orgullosa como para decírselo, así que para disminuir la carga emocional del ambiente le dio un golpe en el hombro en señal de camaradería—. No te acostumbres.

Poco después se levantaron, algo doloridos y con moratones. Pero aquello solo sirvió para dormir mejor, sin saber que el destino ya le estaba preparando algo.