Kankri

A Eitne le hizo ilusión que Adru se uniera y asintió con la cabeza con mucha efusividad, para que no le quedase ninguna duda de que se podía unir. No quería hablar mucho porque tenía la sensación de que si hablaba a lo mejor se desinflaba, a pesar de que el aire en sus pulmones en realidad no tenía nada que ver con su habilidad para solidificar su cuerpo leonino. Agradeció también que Neil se ocupara de las luces, porque él se había ofrecido muy rápido, pero en realidad no podría ni hacer los componentes gestuales del hechizo si quería correr. ¡Ser un león era muy difícil!

Le sorprendió que el peso no era tanto como se esperaba, cuando se subieron el brujo y el panda, no le hacían daño en la espalda siquiera y aquello le henchía de orgullo. Nime fue la última incorporación al grupo y Tayron convirtió aquel reto en un juego entero de barcos, marineros, faros, cañones mágicos y polillas fotógrafas. Se lo estaba pasando de miedo y eso solo lo envalentonó aún más.

—¡Vamos! —gritó en cuanto estuvieron todos en sus puestos.

El león observó la delicadeza con la que Pam emprendió el vuelo y echó a correr tan rápido como pudo, esforzándose por solidificar su cuerpo de forma que aquello no acabase en una desgracia. Le emocionó mucho ver sus zarpas cubiertas de arena limpiarse en el primer contacto con el agua salada y avanzó chapoteando hasta que el mar cubrió sus piernas hasta las rodillas. Ahí fue cuando se dio cuenta de que el resto no iba a ser tan fácil. Necesitaba solidificar todo su cuerpo para poder cargar a sus amigos y aquello solo añadía peso al barco, lo que le impedía tener ninguna clase de ventaja de las que le ofrecía su cuerpo etéreo. Por suerte era bastante grande y tardó en llegar el momento de la vergüenza, en el que el león perdió toda la velocidad y se vio obligado a nadar al estilo de los perros (imitando lo que había aprendido malamente durante el día) para que no se hundieran todos por su culpa.

—¡Oh, oh! ¡Hay dificultades inesperadas! —les dijo casi riéndose, consciente de que aquel fallo tan solo hacía la situación más cómica.

Por cómo se movía, Tayron y Neil podrían tener problemas para mantenerse encima. ¡Por suerte las fotos serían geniales!

Ella prefería seguir con su plan original de correr paralelamente a ellos. Simplemente le encantaba ser capaz de correr sobre el agua y aunque subirse al lomo de Eitne también sonaba divertido, sabía que no iba a ser capaz de estarse quieto y le dificultaría las cosas. A lo que si accedió fue a la tarea que le asignó Tayron de convertirse en el vigía, por lo que les dedicó un saludo militar antes de echar a correr, adelantándose para coger carrerilla desde la arena. Una vez la bestia del crepúsculo y sus tripulantes estaban en el agua, el gamusino comenzó a hacer amplios zigzags a su alrededor, ya que su velocidad corriendo era muy superior  la habilidad recién adquirida de nado del daeliciano. Aun así le vitoreó y animó por su buen trabajo cuando pasaba por su lado y trató de aminorar la velocidad para colocarse por delante del “barco” pero sin alejarse demasiado de sus amigos.

Pelusa echó a volar y el gamusino alzó la vista mientras seguía corriendo para contemplar las llamativas alas de la spriggan en acción por primera vez y dejó escapar algún que otro “ooooh” de admiración. Corría de forma automática mientras contemplaba a la mona del queso, y cuando se dio cuenta de que tal vez se estaba alejando demasiado y quiso dar la vuelta, vio lo que estaba ocurriendo con el resto y le dio la risa. Ello provocó que perdiese la coordinación momentáneamente y se cayó al agua sin remedio. Salió a la superficie escupiendo lo que se había tragado y tosiendo entre risas, y se acercó nadando torpemente al grupo.
—¡No hay peligro en la costa, ni mar adentro, pero creo que el barco se hunde, marineros!

Neil intentó no rebotar de la emoción sobre el lomo de Eitne porque sabía que no era fácil para la bestia del crepúsculo mantener su cuerpo sólido, pero le resultó difícil teniendo en cuenta lo divertido que le estaba resultando la situación.

-¡Mira, Nime! ¡Es un barco león! ¡Vamos al agua! -exclamó el brujo cuando la demonio mineral llegó.

El sinhadre no perdió tiempo en crear unos pocos focos de luz y dejarlos flotar al rededor de ellos mientras Eitne comenzaba a avanzar hacia el interior del agua. El vuelo de Pelusa le pareció tan bonito y delicado que no pudo evitar aplaudirle, pero tuvo que dejar de hacerlo de forma abrupta cuando Eitne echó a correr para poder agarrarse a él y evitar caerse. A pesar del susto que le dio la posibilidad de caerse, rio feliz por la carrera, tanto la suya como la de Adru y su risa se convirtió en chillidos de sorpresa felices cuando el agua le tocó las piernas y Eitne comenzó a nadar a lo perrito.

-¡Nos hundimos, Tayron! -exclamó sorprendido.

Nime asintió emocionada cuando Tayron y Neil explicaron lo que hacían y el primero la invitó a unirse a la expedición marina.
—¡Voy nadando, voy nadando! ¡Quiero competir contra vosotros! —les dijo, emocionada, mientras se frotaba las manos. Obviamente sabía que a Adru no podía ganarle, pero a Eitne cargado de peso estaba por ver.

Cuando Pelusa echó a volar Nime admiró su nueva habilidad y sus alas y debió admitir para sí misma que tenía envidia. Sabía el trabajo que daba mantener en buen estado aquellas alas, pero en aquel momento no parecía un problema al lado de poder volar como lo hacía la spriggan.

Pronto tuvo que apartar la mirada porque tocó echar a correr hacia el agua. Nime ya no reparó en Adru, que iría la primera en cualquier caso, sino en Eitne. En los primeros metros él llevó la ventaja, pero a medida que se adentraban en el mar, aquel grupito empezó a hundirse. Nime pasó a su lado dando brazadas a toda velocidad y soltó un «¡Ja!» con recochineo sin detenerse.


Kin se había reído al escuchar la sugerencia de Milo, y no solo por eso, sino porque sonaba como un padre con niños pequeños.
—Si desarrollo esa habilidad te lo haré saber —bromeó de vuelta. En aquel momento Rena les hizo gestos para que se acercasen a las neveras, donde también estaba Rox, y asintió ante la sugerencia del brujo.

Mientras caminaban por la arena miraba hacia el otro grupo y lo que fuera que estuviesen tramando, pero al llegar a junto a Rox y Rena los perdió de vista durante un momento.
—Mejor que haya sobrado, seguro que la mayoría tienen ganas de cenar. Podemos hacerlo aquí, se ha quedado una noche que te cagas —le respondió a Milo. El cielo empezaba a plagarse de estrellas ahora que el sol prácticamente había desaparecido del horizonte, y no solo la vista era rara en Rocavarancolia sino también aquella temperatura tan agradable.
»Quizá deberíamos poner alguna luz aquí debajo del toldo. Si vuelven los cangrejos chorizos igual ni los vemos llegar —les sugirió, pensando en preparar todo para cuando los otros volviesen del agua, probablemente muertos de hambre. Cuando se giró a comprobar cómo les iba vio a Eitne peleando por nadar con peso encima. Aunque por un momento se preocupó, era improbable que pasase nada. No estaban en el mar de Rocavarancolia, para empezar—. No sé cómo tienen ánimo para mojarse otra vez —murmuró para sí mismo.

—No te menosprecies, eres un 20% mejor que una web de citas —la chinchó una última vez. No hizo ninguna coña con su apetito de osa porque él también tenía ganas de ganas de picoteo—. ¡Venga!

Antes de ir donde las neveras se aseguró de que los otros dos chicos les seguían por el rabillo del ojo. Sin embargo casi toda su atención estaba en las risas y el jaleo que se traían los demás en el agua.

—Ya son ganas —dijo sacando unos colines de pan y restos de ensaladilla rusa sin dejar de mirarles con una sonrisilla. No podía decir mucho, él también se habría metido en el agua de puro nervio apenas unos minutos atrás—. Pelusa parece una cometa.

Ya se había sentado cuando llegaron los otros dos, y aunque había sitio de sobra por cortesía les hizo hueco en la toalla. Cada vez que miraba al moreno su sonrisa se volvía un poco más tonta pues seguía con un aluvión de mariposas en el estómago, pero encima verse rodeado de irrenses guapos sumaba puntos a su tontuna. El plan de cenar allí haría aún más redonda la experiencia.

—¡Sí! Buah, y las estrellas aquí van a ser un pasote —confirmó mirando hacia arriba. Todavía no estaba oscuro pero ya brillaban tan fuerte como en las playas australianas bien entrada la noche, efectos de la contaminación lumínica—. ¿No podéis usar vuestros brazos como palitos de luz? Así como en los conciertos, los movéis frenéticamente y listo. Kin, tú en medio que tienes dos —a pesar de la coña conjuró en seguida y entre risas una luz mágica para anclarla a la nevera—. Podemos poner unas pocas de estas.

Rena sacó un buen trozo de tortilla de patatas de una fiambrera, que había sido con diferencia el plato que más le había gustado. Se sentó junto a Rox en una toalla y clavó una lata de refresco en la arena para tenerla a mano mientras comía. Se tuvo que reír con el comentario sobre Pelusa.

-Es verdad, parece que se la vaya a llevar el viento – Se quedó mirando unos segundos la escena y volvió a estallar en carcajadas -¿Pero qué hacen? ¡Se están hundiendo!

Los otros dos chicos no tardaron en unirse. Rena los saludó con un gesto de la cabeza.

-La verdad, esto no da mucha luz ambiental, creo que mejor os lo dejo a los mágicos -comentó encendiendo la pantalla de su brazo y apagándola de nuevo. Si necesitaba alumbrar algo concreto podía usar la linterna, aunque la verdad es que en ese momento tampoco le importaba estar a oscuras. Podía oler donde estaban sus amigos, podía oler dónde estaba su comida…

Miró al cielo, que ya estaba cubriéndose de estrellas a una velocidad vertiginosa. Le gustaba la idea de cenar allí, tampoco es que tuvieran prisa.

De pronto le atacó una duda repentina a raiz de las risas que se oían de fondo.

-¿No había cosas en el agua de noche, verdad?

Tayron se dispuso a ayudar a Neil conjurando focos de luz mientras escuchaba las amenazas veladas de la mono del queso. Quiso replicar que su naturaleza (especialmente como lémur) también le hacía bastante vengativo pero la Spriggan alzó el vuelo y el belga no pudo más que quedar en silencio ante lo bellas que le resultaban sus alas, y la envidia que le producía su vuelo. Parecía que Pelusa portaba su propia noche estrellada de Kankri en la espalda.

Pronto Eitne comenzó el galope bastante rápido y a la par que el brujo de la cera Tay se obligó a aferrarse con fuerza al daeliciano. No tenía ni idea de que mantener el equilibrio una vez la bestia del crepúsculo llegó al agua sería aún más difícil.
—¡Oye, que nos adelantan! —dijo al ver que irremediablemente Adru les hacía sombra, pero que también Nime les pasaba por el lado jactándose de ello. Pero otro hecho más importante robó toda su atención de nuevo. En efecto y tal como le avisaba Neil se estaban hundiendo— ¡Nos vamos a pique! —secundó al sinhadre con dificultades para mantenerse sobre el lomo. La mente del lémur trabajaba a velocidad para buscar diversas soluciones y al final, solo terminó cayendo.

Se estaban mojando y en una de esas su codo apoyado resbaló, Tayron se precipitó de cabeza por uno de los costados con un gran "plof" y muchas burbujas. Emergió pocos segundos después escupiendo mucha agua salada por la risa.
—Tenemos que ver Titanic juntos —aquella era la segunda vez en el día que hacía referencia a la película pero no podía evitarlo, le apasionaban las películas de desastres. Echó un vistazo a la orilla para ver que estaban haciendo el resto y pudo ver las luces mágicas ancladas.

La situación en el “barco pirata” que era Eitne, no tardo en volverse caótica cuando empezó a hundirse, para sorpresa de Pelusa, al ver que el niño- león era incapaz de sostener el peso, tal vez porque su forma no era del todo tangible. La spriggan se preocupó un poco inicialmente ante eso, peor al ver que todo se escandalizaban entre risas se relajó, e hizo fotos al hundimiento del barco, haciendo aparecer sus rostro, mientras señalaba con un dedito al hundimiento, con una pequeña sonrisa burlona en el rostro, como si realmente s estuviera riendo de ellos.

La spriggan se acercó volando al caos, viendo que ya hasta Adru había perdido su velocidad y se había hundido como una piedra al dejar de correr. Nime incluso se les había unido.

- ¡Vuestras caras de susto no tienen precio! - dijo con claro tono de diversión, aunque su expresión no cambiase, guardando las instantáneas que salían de la cámara y haciendo mas fotos a sus expresiones al caerse de Eitne, sus caras empapadas, a la caída sin sentido de cola, piernas y brazos de Tayron. La niña dejo que sus pies rozasen el agua apenas, casi como si caminase sobre él agua, mientras sus alas seguían moviéndose a sus espaldas manteniéndola realmente en el aire. Emocionada ante el equilibrio, porque sus alas eran bastantes grandes y bastantes difíciles de manejar en realidad. Aun no podía hacer grandes vuelos o movimientos más rápidos y bruscos peor se contentaba con lo que podía hacer- Sois el barco pirata que ha durado flotando sobre el mar menos tiempo en toda la historia- dijo Pelusa mirándolos con algo de travesura, haciéndolo foto a la forma bestial empapada de Eitne- Os ayudaría a salir del agua, tal vez…pero pesáis demasiado y aun no tengo magia- dijo Pelusa simulando que andaba alrededor de ellos por el agua, aunque sus pies casi ni rozaban la superficie mientras sus alas la mantenía volando constantemente. Sentia como si fues elo mas magico que habia podido ahcer hasta ahora y la llenaba de orgullo de algun modod, tal vez no tuviera magia, o bueno no la hubiese conseguido obtener aun porque su precio era un poco dificil de lograr, pero al menos podia volar sin hechizos cosa que muchos no podian hacer.

Milo sonrió cuando Kin le respondió, asegurándole que recordaría su oferta de cara al futuro, pero aparcó el tema cuando llegaron a la zona de ”acampada” y se reunieron con los otros dos. El brujo les saludó con un estudiado asentimiento de cabeza, disimulando a duras penas la mirada que inevitablemente intercambió con el cambiante y el leve gesto de agradecimiento que le dirigió a la ursántropa, y se acercó a las neveras para ocultar el rubor parcial que empezaba a asomar a sus mejillas.
—La verdad es que si, ha sido un acierto traer comida de más —coincidió con el raigaurum, revolviendo entre los bocadillos en busca de uno que le entrara por los ojos—. No se si el plan era ese originalmente, pero está claro que vamos a tener que hacerlo así. En cuanto salgan del agua van a estar muriéndose de hambre y a ver quien es el listo que les dice que se esperen hasta llegar a casa. —añadió riendo mientras se hacía también con dos latas de refresco y le tendía una al veterano.

El brujo se dejó caer en una toalla libre con un suspiro de satisfacción, estirando las piernas sobre la arena mientras los sonidos familiares de la anilla de la lata y el gas huidizo inundaba sus oídos. Desde allí tenían una buena vista de lo que hacían sus compañeros en el agua y de la sesión fotográfica a la que les estaba sometiendo la spriggan desde el aire, pero mientras el chico empezaba su bocata estaba más pendiente de las palabras del trío que tenía cerca. La idea del australiano ante la sugerencia de Kin le hizo gracia, pero como la peliverde bien había señalado lo cierto era que las pantallas de sus ordenadores no tenían demasiada potencia lumínica.
—¿Y si las hacemos de varios colores? Seguro que a los críos les flipa… —añadió tras la ocurrencia mágica de Rox, conjurando tras él unas pocas pelotas más que dejó repartidas entre las toallas. No eran tan potentes como para estropear la vista del cielo, pero cumplían su función como balizas señalizadoras y permitirían ver si alguna amenaza con pinzas se aproximaba.

Durante unos segundos el irrense disfrutó en silencio del momento, saboreando la comida con expresión satisfecha, pero antes de que pudiera relajarse del todo la duda de Rena se hizo eco en el grupillo.
—Hmmm… las mismas que durante el día, ¿no? —insinuó con un deje preocupado, olvidándose momentáneamente de la comida—. ¿Deberíamos darles un toque de atención por si acaso? —le preguntó a sus amigos, mirando sobre todo al experto en la materia.

Tras la sugerencia de Kin, Rox les propuso usar sus brazos para iluminar el toldo, por lo que este se echó a reír. Rena fue la que demostró por qué no era muy buena idea y, tras eso, entre Rox y Milo llenaron el suelo de pequeñas bolas luminosas.
—Sé que soy un poco discoteca de noche, pero de ahí a servir de luz va un trecho —bromeó el raigaurum en respuesta al cambiante, señalando el interior lumínico de su boca mientras lo decía. De día era muy fácil pasarlo por alto, pero de noche, a medida que se cargaba de electricidad, se notaba de un vistazo. Las chipas ocasionales de sus cuernos también se apreciaban mejor en la oscuridad.

El ambiente invitaba a sentarse y relajarse sobre la arena. Era agradable estar allí, con una bebida fresca en la mano y escuchando risas y jaleo de fondo. La pregunta de Rena, sin embargo, trajo un poco de inquietud a aquella tranquilidad.
—No creo que haga falta, ¿no? —dijo tras Milo—. No estamos en Rocavarancolia. Creo que se nos ha olvidado cómo dejar de estar alerta. —Aunque acompañó aquel comentario con una risa, la realidad de lo que acababa de decir era bastante lamentable—. Siempre podemos traerlos de vuelta en un segundo diciendo que estamos cenando sin ellos —añadió para no dejar que su anterior comentario terminase de calar. Aquel era un día para no pensar en cosas negativas, después de todo.

—Fo —soltó con fingida decepción, aunque tras observar el brillo que emitía Kin continuó con un “oooh” de admiración, siguiendo las chispitas de sus cuernos con la mirada. Se preguntó si darían calambre, y se abstuvo de llamarle pikachu por el simple hecho de que era posible que la coña se perdiese—. Tío, tu transformación mola un huevo. Tenemos a la osa terminator, al hacker del cobre y al robot chispitas... me siento fuera de lugar —y dicho eso con un puchero acudió a su coña ya habitual de ponerse morro de irrense, acompañado de orejas más pequeñas—. ¡Ahoora sí!

Estaba haciendo una bola de luz rosa siguiendo la idea de Milo cuando Rena preguntó por la seguridad del mar de noche. Sus ojos se abrieron como platos por el ligero susto que se le metió en el cuerpo, cayendo tarde en la cuenta, pues era cierto que de noche los tiburones eran más activos y por ello en Australia recomendaban no meterse en el agua después de cierta hora (o sus padres que directamente se lo prohibian), mas la ligereza con la que respondieron Milo y Kin le hizo destensarse, no sin cierta inseguridad. Si antes iba a afirmar de sopetón que tenían que salir ahora le cohibía ser el aguafiestas.

—Bueno... Igual es mejor llamarles —dijo sin ocultar del todo la preocupación, dejando su ensaladilla a un lado para ponerse en pie—. Voy a darles un toque —pero Rox seguía siendo Rox, y ver a Tayron en el agua le dio una idea de las suyas. Si funcionaba los sacaría rápido o acabaría lanzado mágicamente varios metros allá, aunque no pensó en eso último—. O mejor... voy a hacer una cosa —anunció con una sonrisa de malas intenciones, quitándose la camisa para no mojarla. Brevemente les contó el plan.

Para no levantar sospechas entre los bañistas se fue hacia un lado, apartádose de donde estaban sin dejar de acercarse a la orilla. La distancia que les separaba la haría buceando. El agua estaba igual de buena que de día y tan pronto su cuerpo estuvo medio cubierto tomó aire y se sumergió, de vuelta a la cola de tiburón; versión sireno irrense. Para que la aleta que tenía en la espalda fuera visible no nadó muy profundo, en parte también por el yuyu que le daba el mar a oscuras. Al estar cerca del grupo se escondió y buscó las piernas del lémur guiándose por su bañador y su cola, y como no quería pasarse pegándole un bocado usó sus manos para, con las uñas, simular uno no muy fuerte.

Cuando Nime le adelantó, Eitne le dedicó un gesto enfurruñado con el morro arrugado y le sacó la lengua mientras luchaba por mantenerse a flote. En realidad no estaba enfadado, pues con Nime estaba claro que no podía competir, menos si llevaba pasajeros en el lomo. Pronto perdieron a Tayron, sin embargo, y Adru cayó también al agua de forma cómica. Eitne dejó escapar tal risotada que tragó agua y empezó a toser, provocando aún más movimiento contra el que Neil debería luchar para mantenerse.

—Aguantad, aaaghhh, pfff… —escupió agua—. Neil, eres nuestra última esperanza —le dijo al brujo de la cera con todo el dramatismo del que disponía, pero con gesto de asco por la sal marina. Luego la spriggan se escaqueó de ayudarles y Eitne sonrió antes de aprovecharlo para un final igualmente dramático —. ¡Nooo, Pelusa! ¡Nos has traicionado! Ahora TODOS moriremos ahogados…

Ajeno a las intenciones del cambiante, el niño sí que tuvo tiempo de fijarse en las luces que llenaban la playa. A punto de ahogarse hasta la muerte de broma, pensó que el día podría alargarse eternamente y no le importaría en absoluto. Tayron emergió entonces escupiendo agua y dijo algo sobre ver un titánico o algo así, a lo que el niño león asintió con la cabeza. Le daba igual lo que fuera (como le pasaba con Halloween), sabía que se lo iban a pasar de lujo.

Debido a las carcajadas Tayron tenía los brazos alrededor de sus costillas y la cabeza echada hacia atrás, pudo ver a lo lejos que Adru también había terminado cayéndose y volvía acercándose hacia el grupo. Estaba siendo un gran día.

Pero entonces percibió una pequeña perturbación en el agua y como algo parecía morderle la pierna. Se giró casi inocentemente al principio debido a que ya sabían que estaban nadando entre pececitos de colores pero cuando su campo visual detectó una gran cola de tiburón pegó un respingo aterrado. ¿Es que era idiota nadando a mar abierto en un mundo alienígena?. Se sabía de sobra como de mal podía acabar un encuentro así. "Tiburón Uno. Tiburón Dos. Tiburón Tres. Infierno Azul. Sharknado. El ataque de los tiburones fantasmas" (película que por cierto ahora tenía más gracia de la cuenta).

—¡MIERDA, TIBURÓOOOOON, SALID DEL AGUA TODOS! —fue su berrido inicial dando una patada al agua sin éxito e intentado alejarse lo máximo posible de la amenaza con estruendo y mucha espuma, justo lo contrario a lo que se supone que se debía hacer. No tardó mucho en darse cuenta del verdadero ardid  y quién estaba detrás de ello. Rox, cómo no— serás... serás hijo de la gran... —ver la mitad humana del australiano en realidad le hizo sentirse estúpido y se dio cuenta de que estaba un poco cabreado, le había asustado de verdad e incluso sentía un sudor frío en el cuello y el corazón acelerado. Después de unos segundos con la cara congestionada pudo reaccionar y golpear el agua con el dorso de la mano— ¡te vas a cagar! —esgrimió con una sonrisa llena de mala leche, aunque lo único que terminó por salir de sus dedos fue un hechizo de impulso dirigido hacia el cambiante. No lo suficientemente fuerte como para hacerle daño pero sí para propinarle un empujón fuerte, aprovechando que el propio mar amortiguaría parte del golpe.

Con un solo grito de Tayron la situación pasó de ser un cúmulo de risas a un caos repentino. Adru no sabía lo que era un tiburón ni por qué deberían tener miedo, pero hizo caso del aviso enseguida y cogió con cada una de sus manos a Neil y Nime, ya que no podía hacer lo mismo con Eitne en su forma nocturna y comenzó a moverse en dirección hacia la orilla todo lo rápido que la resistencia del agua le permitía. Apenas había avanzado un metro cuando volvió a escuchar al lémur y, al girarse, vio que se trataba de una broma de Rox. Miró hacia su aurva y la libense con gesto de confusión al principio, después se encogió de hombros y luego se echó a reír.

De todos modos, las luces de la orilla llamaron su atención al haber dirigido su mirada hacia allí y se las señaló al resto.
—¿Vamos a ver qué están haciendo? ¡Eitne! ¿Salimos? Además ya es casi de noche… ¡No me había dado cuenta del hambre que tengo! Y quiero ver las fotos que hizo Pelusa.

Neil se rió entre chillidos e intentos de agarrarse mejor a Eitne mientras Tayron caía detrás de él y Nime nadaba y Pelusa volaba cerca de ellos burlándose de su hundimiento. El brujo se aferró al cuello del daeliciano mientras pataleaba para intentar que los dos se mantuvieran a flote cuando el lémur emergió del agua escupiendo y riendo.

-¡Oh! ¡Sí! -exclamó ante la sugerencia de Tayron contagiado por la euforia de la diversión, pero en seguida se dio cuenta de que no tenía ni idea de a qué se refería el humano-. ¿Pero qué es Tetanic?

Justo estaba viendo a Adru acercarse cuando Tayron comenzó a gritar sobre un tiburón. Neil se asustó muchísimo con el grito y pataleó en el agua intentando recordar las lecciones de natación que habían tenido por la mañana, pero por suerte su edeel comenzó a tirar de Nime y de él rápidamente, aunque realmente no habría sido necesario porque no se trataba de una amenaza real, sino de una broma de Rox. En cuanto Neil consiguió recuperarse del susto, acompañó las risas del gamusino.

-¡Sí, vamos a cenar! -exclamó detrás de su edeel-. ¡Chicos, vamos a cenar! -les gritó a los que todavía estaban más metidos en el agua y luego se giró de nuevo hacia Adru-. ¿Crees que le molestará a alguien si cuelgo una en la cocina de la Sede? Me gustaría tener una de todos bien grande.

Rox y Milo fueron haciendo bolas de luz de colores y Rena se entretuvo haciéndolas rodar por la toalla para no quedarse mirando a Kin. No había coincidido de noche con él hasta entonces, así que no se había fijado demasiado en el brillo que desprendía. Era… bonito, como salido de algún videojuego o novela gráfica de Irraria. Quería tocarle los cuernos para ver si daba calambre pero por alguna razón le parecía demasiado invasivo. ¿Cuándo se había vuelto tímida?

Por mucho que fueran monstruos mágicos seguían estando en un planeta alienígena así que le pareció buena idea llamar al resto del grupo a cenar. Luego la idea de Rox de pegarles un susto le pareció todavía mejor. Se mordió el labio inferior para aguantarse la risa mientras el cambiante les contaba su plan y se metía a continuación en el agua. En cuanto lo vio apropiado gritó:

-¡EH! ¿QUÉ COÑO ES ESO? ¡VA HACIA VOSOTROS!

La broma fue un éxito. Tayron se puso a berrear y a Rena le dio un ataque de risa. El grupito del agua se desbandó y tres salieron a la orilla. La osa les hizo señas con la mano.

-¡Tenemos comida! -llamó. -¡Venid rápido o nos la comeremos toda!

El comentario de Kin era bastante acertado, les costaba bastante dejar de estar alerta, pero aunque tenía toda la razón era difícil dejar de lado aquel hábito y el hacker no podía evitar seguir estando inquieto a pesar de que el raigaurum le hubiera quitado hierro al asunto. Por suerte Rox se levantó para avisarles de que ya estaban cenando, lo que serviría para que salieran del mar sin que ellos parecieran unos aguafiestas, aunque al final sus intenciones se desviaron hacia un plan mucho más gracioso que incluso consiguió que dejaran de estar preocupados mientras intentaban contener la risa.

El trío observó en silencio los movimientos del cambiante, aunque solo Milo desvió la mirada cohibido cuando el chico se quitó la camisa, y mientras el rubio se deslizaba hacia el grupo de bañistas el brujo sintió lástima por Tayron. Que te sorprendieran en la oscuridad de aquella forma debía resultar aterrador.

La advertencia de Rena a todo pulmón le hizo sobresaltarse hasta a él que estaba sobre aviso, pero cuando el belga se puso a berrear tras la actuación del australiano al irrense se le contagió el ataque de risa de la ursántropa. Que el lémur procediera a vengarse del sireno tibu-irrense solo hacía la escena aún más graciosa y el norteño, precavido, decidió dejar el bocadillo sobre Cobrecito para que no acabara rebozado de arena.
—Sería genial que Pelusa haya inmortalizado su careto con la cámara. —comentó con lágrimas en los ojos, llevándose las manos a la cara para secárselas mientras la peliverde les hacía señas a los de la orilla para que se acercaran a comer.