Entrevista de Twix a Barael

Se había despejado tomando una buena ducha despues de haber roto a llorar, esperaba que con suerte nadie lo hubiera visto, y ahí se encontraba, en el Serpentaria, Varsai le había dado bien la direción y había ido hasta allí rápido y sim problemas bajo la lluvia. Ni siquiera sabía que pintaba ahí, simplemente... Quería algo en lo que entretenerse.

Barael, con su gabardina, sombrero y botas, pico a las puertas de la torre con fuerza y se quedó a la espera de que alguien le abriera.

No tardo mucho alguien en aparecer y abrirle. Aquel lugar era bastante diferente de la sede y Barael echó buen ojo alrededor mientras le guiaban a la habitación.

Picó de nuevo esta vez a la supuesta puerta de la o él que puso la oferta, el cansancio y abatimiento le impidieron estar nervioso.

Dama Isis odiaba la lluvia cuando tenía trabajo pendiente. El frio y la humedad le quitaban las ganas de hacer nada, tenía que tener el triple de cuidado para transportar materiales del portal al cuarto o al taller y las obras tenían que cancelarse hasta que encontrase una maldita manera de proteger el edificio de la lluvia con magia. En la habitación se apilaban distintos materiales de costura, así como muestras de pintura y papel de pared. La veela trabajaba en un maniquí regulable, fijando largas tiras de seda azul con alfileres.

Alguien llamó a la puerta. Isis frunció el ceño preguntándose quién podría, pues no había quedado con nadie, pero entonces cayó en la cuenta de que su anuncio estaba colgado en los refugios. ¿Sería posible que aguien se hubiese interesado tan pronto?

Abrió la puerta y lo que se encontró fue un monstruo mojado con pinta de estar muy muy deprimido. Pudo reaccionar a tiempo para no hacer una mueca y en su lugar compuso una sonrisa encantadora. Tal vez solo se había perdido.

-Hola, ¿en qué puedo ayudarte?

Ese día dama Isis llevaba su pelo natural un tono más oscuro, sujeto en lo alto de la cabeza con dos palillos. Vestía vaqueros ceñidísimos y largos, un top de terciopelo color azafrán y una chaqueta de hilo a juego.

El nublino tenía claro que hacer, observar, reunir información... Lo de siempre para determinar más o menos si aquella persona era de fiar o no, después de todo, seguía estando donde seguía estando. Sin embargo, al ver a la persona que tenía enfrente abrió los ojos con sorpresa y se quedó pasmado medio segundo, ignorando sus propias advertencias. Aquella figura y rasgos, combinada con una ropa sugerente que solo la mejoraban era lo que el nublino tuvo al instante como nueva definición de belleza.

Se recompuso al instante, estaba aquí por lo que estaba, no debía perder el norte.

-Buenas. Venía por el anuncio de trabajo. -Su tono era el neutral cotidiano propio, sin ninguna carga emotiva, pero la sorpresa había quitado en gran parte el tono arrastrado de su voz que lucía últimamente. Se quitó el sombrero para facilitar un poco las miradas y dejarse al descubierto. Miró a su habitación, llena de materiales  y aquella figura humana  en construcción.

-¿Vengo en mal momento? -Se esforzaba conscientemente en no mirarle a los pechos, aún no estaba nada acostumbrado a tanto y tanta vista pues en nubla siempre se iba mas tapado y la cnstitución media no daba para aquello.

La confirmación de que, efectivamente, la buscaba por la oferta de trabajo le produjo cierta sorpresa. Le lanzó una mirada evaluadora al novato, parecía algo descompensado y desde luego no era de las criaturas más bonitas que había visto, pero parecía fuerte.

-Oh, por supuesto. Pasa. ¿Qué puesto querías solicitar?

Siguió la mirada del nuevo hacia el desastre de su habitación.

-No te preocupes por eso.

Entraron, y con dos hechizos de orden el dormitorio quedó con bastante mejor pinta. Echó una sábana sobre el maniquí en el que había estado trabajando y desplegó una silla para que el novato se sentase.

-¿Cómo te llamas? -le preguntó -Yo soy dama Isis como supongo habrás deducido.

Buscó entre sus papeles su carpeta con las fichas de solicitud y se sentó frente al nublino.

Aceptó la invitación y empezó a andar hacia dentro. -Se de costura, carpintería y estoy acostumbrado a tratar la madera, el problema sería que todo esto es conocimiento nublino y seguro que hay técnicas muchos más avanzadas. También la Luna me ha vuelto esto. -Dijo señalándose con ambas manos a sí mismo. -Por lo que ahora soy bastante fuerte y no tengo problemas para cargar material pesado... -La voz se le fue, deprimiéndose un poco, volviendo a la realidad de aquel ser broma andante que era. Por suerte para él el aura de la Veela hacía un buen trabajo manteniendo su concentración en ella.

El espectáculo de magia precisa también ayudo, decía mucho de las nuevas posibilidades... que otra vez estaban trabadas por la broma. Se sentó en la silla que le tendió y contestó a la siguiente pregunta.

-Barael, encantado. -Tenía que centrarse, a eso había venido, a por trabajo. Una palabra que el nublino conocía muy bien.

Desde luego ese pobre chico necesitaba un martini y un polvo, el aura que desprendía era deprimente. Dama Isis, con su conveniente habilidad para olvidar cosas, no recordaba lo tortuosas que eran las primeras semanas para los recién bendecidos, pero camufló bien su ligera molestia y se concentró en la lista de habilidades que el chico le estaba dando. No era un mal currículum para un novato.

-Muy bien… ¿Barael era? No tengo ni idea de lo que eres y sinceramente me trae sin cuidado, pero creo que tus habilidades serían muy útiles para mi proyecto.

Se levantó a por un fichero, donde guardaba los planos y bocetos de su tienda, pero no lo abrió aún, si no que lo dejó sobre su regazo y cruzó las manos encima.

-Verás, mi tienda está ahora en fase de construcción. Si quieres trabajar en la obra te puedo presentar a la capataz, con tu fuerza serás de mucha ayuda, sin embargo me interesa más lo de la carpintería -Abrió el dosier y le mostró un alzado del interior de la tienda. Era solo un boceto guía, sabía que haría cambios según los recursos que consiguiera -Quiero darle un aire ecléctico y multicultural a la decoración y para eso necesito muebles. Esta ciudad está llena de pequeños tesoros, yo misma me he hecho con unos cuantos para mi dormitorio, pero ahora no tengo tiempo para ponerme a buscar y restaurar muebles.

El esfuerzo y el tiempo que suponía rescatar los muebles, pensar dónde ponerlos, aprender hechizos de restauración y todo lo demás era demasiado, y ya tenía bastante trabajo solo con la organización y diseño del proyecto (por no hablar de la nueva colección) Necesitaba mano de obra mínimamente cualificada.

-¿Qué me dices Barael? -preguntó, y miró al rapiña directamente a los ojos usando parte de su influencia. Lo justo para persuadirle pero no demasiado no se fuera a atontar. No era lo más ético a la hora de buscar personal, debía reconocerlo, aunque si se autoconvencía de que le estaba haciendo un favor (seguro que con algo creativo entre manos se animaba el pobre) podría llegar a vivir con ello.

Empezó a dejarse llevar por las palabras de Isis, no quería reconocerlo pero estaba mentalmente agotado al punto de que no debería haber salido de la sede así y aquella belleza y simpatía le hacían bajar la guardia en este estado. Incluso notando lo poco que dejaba ver de ella, simplemente se le agotaban las fuerzas.

Se acercó a mirar el boceto y se centró en él mientras seguía escuchándola. Que en la conversación se dieran datos útiles y no fuera un rodeo le gustaba.

En cuanto mencionó el recoger cosas en la ciudad automáticamente la miró a ella y luego miró a la ventana en busca de la Luna.

Ja. Ja. -Rio irónicamente a esta, estaba empezando a creer firmemente en su capacidad para ver el futuro y pensar.

Que le preguntara ella a él si se apuntaba le pillo de sorpresa pues se suponía que estas cosas van al revés, estuvo casi a punto de negarse, pedir otro puesto, pero había algo en su mirada... Sintió que si le preguntaba ella sería porque realmente le hacía falta.

El nublino suspiró largo y tendido, casi derrotado. -De acuerdo, se ve que sirvo perfectamente para eso. -Dijo no sin sorna. Levantó una mano hacia ella sin embargo para aclarar. -No es por ti, tranquila. -Se levantó de la silla y empezó a hablar mientras señalaba con un gesto las cosas que apuntaba. -Veo que tienes materiales de sobra, gente ya en ello, la idea de juntar varias culturas es buena para atraer a toda la clientela posible, el boceto se ve atractivo aunque estando donde estamos quizás habría que poner un guardia en la puerta, mucha competencia no vas a tener y sobre todo se te nota volcada en ello así que... No veo ninguna razón para negarme. -Declaró al fin el nublino volviéndose a sentar.

-Estoy a punto de recibir un horario de entrenamiento, por las mañanas seguramente, pero el resto del día soy tuyo. En cuanto al dinero, no se cuan similar es esto a Nubla dado que nos impusieron ellos el sistema monetario y no espero mucho dado que estas contratando novatos. Tampoco me importa, busco más tener contacto con una veterana que me pueda instruir, enseñar o ayudar en cosas. ¿Horarios, planes o fechas límites para algo? -El nublino habló rápido y conciso, quería dejar las cosas claras y no andarse con rodeos.

Dama Isis se quedó algo desconcertada con las reacciones del novato y las palabras que le siguieron le hicieron alzar una ceja.

<< ¿Pero qué se cree este rary?>>

-Bueno, teniendo en cuenta que llevo un año en la ciudad y casi tanto tiempo trabajando en este proyecto creo que sé bastante bien qué necesito o dejo de necesitar en cuanto a seguridad, ¿no crees? -dijo. Su sonrisa no se había movido un milímetro pero sus ojos tenían un brillo de peligro. -Y no sé para qué clase de desgraciados has trabajado antes pero yo siempre doy un salario digno y acorde al trabajo hecho así que si no recibes mucho no será por mi parte.

Que un novato fuera tan de sobrado le daba cierta curiosidad pero que alguien le dijera lo qué hacer seguía siendo pecado capital en su libro. Tras meditarlo decidió que le daría una oportunidad, pero tenía que buscarle un sustituto, pues con esa actitud a alguien menos benévolo que ella no tardaría en morir. Él mismo lo había dicho, ‘’estamos donde estamos’’.
Le tendió un formulario para que pusiera su nombre, tranformación (de forma opcional si él lo consideraba relevante), puesto al que postulaba, forma de contactarle y disponibilidad. También le dio una tarjeta de visita con letras doradas y diseño elegante.

-Te mandaré buscar cuando tenga un proyecto para tí. Hasta entonces sigue con tu vida. Ha sido un placer, Barael.

Y con esas palabras recogió el formulario y despachó al rapiña.