Torreón Maciel (Archivo VIII)
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Rocavarancolia Rol
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alpeca
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Leonart
Bellota
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Dal
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Aes
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20 participantes
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.Personajes :- Spoiler:
Armas :- Spoiler:
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
- Dama Abrazos: Mandobles y manguales gigantes duales, balas cañon.
- Nery´s: Beyesha infinita. Esto que no sabe ni que es.
- Arcan Rel: Cuchillos de caza, espada de mano y media, hacha cazahombres.
Status : Cazador de la luna de sangre.
Humor : JAJAJAJAJA *se marcha riéndose*
Torreón Maciel (Archivo VIII)
15/02/16, 09:43 pm
Recuerdo del primer mensaje :
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
-Cuando los encontremos sabremos cuales de las opciones son la verdad. -Dijo encogiéndose de hombros. La única parte que esperaba que fuese así era la de otro suministro de agua.
-Te seguimos hermanito.
Y con sonrisa a Eriel se puso en camino con el resto mientras se terminaba su desayuno cuando Dafne le pidió un favorcillo. -Ah, sin problema, le hice bastantes a Bri y no es algo complicado, aunque te tendrás que conformar con algo sin muchos adornos me temo. -Le sonrió. -Cuando vuelva haremos uno cada uno de madera, a no ser que encuentre hueso por el camino o alguna forma de malear metal mejor que acercar mis manos a la hoguera. Nos vemos a la vuelta. -Se despidió.
Siguieron a su hermano un cacho y como este dijo acabaron encontrando casas en algo de mejor estado aunque ahí en medio no parecían mucho más seguras que las mazmorras. Des pues de ir mirando y hablando sobre algunas de ellas como posibles acabaron divisando algo apartado de las casas que parecía un mini fuerte. Se acercaron por curiosidad con cautela para ver que se trataba de un torreón azulado con una muralla y en medio de un foso.
-¿Es eso un nido de seres voladores hecho encima de un esqueleto de animal enorme en lo alto de la torre o me ha sentado mal el desayuno? -Se calló un momento mientras observaba la situación, aquel lugar le parecía sacado de las historias rocavarancolesas, no había ninguna construcción así en su mundo pero era lo más seguro que habían encontrado con bastante diferencia. -El puente esta bajado y parece que se puede cruzar... Diría por esas cuerdas que hay un sistema de poleas para elevarlo e impedir así el paso, si es así y aún funciona dudo que encontremos algo más seguro que esto. -Miró hacia las estirges. -No parece que quieran hacernos algo, pero cuidado con los bichos voladores. -Se dió cuenta de que podía haber ofendido a Sinceridad así que giró su cabeza hacia ella. -Sin ánimo de ofender. -No era la mejor manera del mundo de arreglar eso, pero era mejor que nada. -En fin, vamos allá, con precaución por favor. -Agudizó los sentidos y agarró su cuchillo. Esperaba no tener otra sorpresa como la de hace unos días, pero no se fiaba de su suerte.
- Reifon
Ficha de cosechado
Nombre: Nery´s
Especie: Frivy
Habilidades: Velocidad, agilidad, resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
01/06/17, 01:51 am
Al llegar y con la conclusión del pequeño debate Barael se centró en sus tareas, así como se preparó para volver a tomar el anillo y finalizar aquella ronda de curaciones. El desgaste fue evidente en esos escasos días, el nublino amanecía cada mañana notablemente más exhausto y frágil que la anterior. Pero por fin llego, otra vez debía de estar cargado y esta vez no dejó lugar a margen, él se encargaría de curar a aquel que empezaba a considerar amigo aún a sabiendas de la negativa de este. No desayunó, no se estiró ni se refrescó, subió con el anillo sin mediar palabra con nadie y tocó con él a Lorenzo antes casi de que supiera que ahí estaba.
Su amigo se enfadó con él y con razón, pero mientras los gritos de dolor y posteriormente los de furia sonaban su cabeza esta se iba diluyendo hacia unas simples palabras.
"Acabé... Ya acabé."
Los siguientes días fueron de pleno descanso para el nublino, impulsados por las quejas de Charlie, Dafne y su hermano y también por el obvio enfado que le procesaba el instructor de combate. Se notaba extraño no haciendo nada y aún así sabía que lo necesitaba, su cuerpo y mente ya no podían más.
Entonces llegó, querían salir todos incluido su hermano así que él no pensaba quedarse quieto en el torreón y toda la estabilidad que se había empezado a respirar se derrumbó. Otro monstruo, otro desastre insalvable e ineludible por mucho que hicieran así que solo corrieron para despistarle rezando para que no les diera caza. Por suerte no alcanzó a su hermano, pero había dos personas que no volvieron a pisar el torreón aquel día, y no sabían si para siempre. Aunque en sus ojos se reflejara siempre su opinión nunca hacia alusión a ello y se limitaba a buscar a los shinadres apoyando a su hermano.
A partir de ahí el reloj volvió a correr para él, ya había descansado suficiente y seguía habiendo cosas que hacer. Volvió a tratar con Lorenzo acercándose a él, a entrenar, cargar el anillo, limpiar y salir y sobre todo empezó a aprender magia. Siempre recordaría el día en que fluyó de él, el cubo levantándose, el abrazo repentino de su hermano y su sonrisa, aquel especie de alivio en el ambiente y el paso a la normalidad de que le faltase un brazo. Todo iba volviendo a su sitio poco a poco, como si hubieran usado el anillo en aquel vacío y con parches como la declaración de la pareja, a la cual Barael felicitó con otro codazo al peliverde.
Entrenaba física y mágicamente todo lo que podía tras las salidas, con una espada y un escudo preparado para él de madera en las clases de Lorenzo y siendo algo pesado con Sox para la magia. Poco a poco encontraba sus limitaciones y ponía empeño en superarlas. No se tardó en ver que era quien más magias era capaz de lanzar pero pese a que cada vez las entendía mejor y le resultaba más fácil realizarlas llegando a hacer movimientos complejos con la levitación, no era capaz de llevarlas al nivel de sus compañeros.
Aquella mañana se despertó como siempre, temprano, dispuesto a salir otra vez en busca de dos cadáveres a su ver.
Su amigo se enfadó con él y con razón, pero mientras los gritos de dolor y posteriormente los de furia sonaban su cabeza esta se iba diluyendo hacia unas simples palabras.
"Acabé... Ya acabé."
Los siguientes días fueron de pleno descanso para el nublino, impulsados por las quejas de Charlie, Dafne y su hermano y también por el obvio enfado que le procesaba el instructor de combate. Se notaba extraño no haciendo nada y aún así sabía que lo necesitaba, su cuerpo y mente ya no podían más.
Entonces llegó, querían salir todos incluido su hermano así que él no pensaba quedarse quieto en el torreón y toda la estabilidad que se había empezado a respirar se derrumbó. Otro monstruo, otro desastre insalvable e ineludible por mucho que hicieran así que solo corrieron para despistarle rezando para que no les diera caza. Por suerte no alcanzó a su hermano, pero había dos personas que no volvieron a pisar el torreón aquel día, y no sabían si para siempre. Aunque en sus ojos se reflejara siempre su opinión nunca hacia alusión a ello y se limitaba a buscar a los shinadres apoyando a su hermano.
A partir de ahí el reloj volvió a correr para él, ya había descansado suficiente y seguía habiendo cosas que hacer. Volvió a tratar con Lorenzo acercándose a él, a entrenar, cargar el anillo, limpiar y salir y sobre todo empezó a aprender magia. Siempre recordaría el día en que fluyó de él, el cubo levantándose, el abrazo repentino de su hermano y su sonrisa, aquel especie de alivio en el ambiente y el paso a la normalidad de que le faltase un brazo. Todo iba volviendo a su sitio poco a poco, como si hubieran usado el anillo en aquel vacío y con parches como la declaración de la pareja, a la cual Barael felicitó con otro codazo al peliverde.
Entrenaba física y mágicamente todo lo que podía tras las salidas, con una espada y un escudo preparado para él de madera en las clases de Lorenzo y siendo algo pesado con Sox para la magia. Poco a poco encontraba sus limitaciones y ponía empeño en superarlas. No se tardó en ver que era quien más magias era capaz de lanzar pero pese a que cada vez las entendía mejor y le resultaba más fácil realizarlas llegando a hacer movimientos complejos con la levitación, no era capaz de llevarlas al nivel de sus compañeros.
Aquella mañana se despertó como siempre, temprano, dispuesto a salir otra vez en busca de dos cadáveres a su ver.
- Dal
Ficha de cosechado
Nombre: Alec (Alasdair)
Especie: Humano; Escocés.
Habilidades: Fuerza bruta, nociones de lucha y resistencia.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
10/06/17, 02:51 am
Volvieron al torreón y Eriel una vez dentro se echó a reír, era una risa nerviosa, una risa de adrenalina. Guardaron la ropa a buen recaudo y no mencionaron mucho pero esa noche la tensión se respiraba en el torreón. El nublino no durmió, no fue capaz preocupado de que realmente fuesen a buscarlos para pedirles explicaciones.
Tuvo el arco con una flecha preparada. Desde su punto de vista atentar contra un dios era lo más grave que se podía hacer pero... si iba a morir igual ¿qué más daba?
No pasó nada sin embargo y al día siguiente Eriel recuperó las horas de sueño que había perdido. Pero no todo fue bien. Tuétano comenzó a sobrevolar el torreón y a vigilarlos de cerca cuando salían a por cestas. Al nublino comenzaba a ponerlo muy nervioso, estaba casi seguro de que no podía hacerles nada pero eso no era un alivio. Y lo cierto era que no temía por él, su temor era por el resto.
Cuando veía a la dragona mientras entrenaba estaba muy tentado de dispararle una flecha. No se daba cuenta de la hipocresía tan grande que era aquello.
-Una flecha ahí, entre las placas del cuello - murmuró deseando tener la suficiente puntería para realizar aquel tiro. Pero no merecía la pena, si fallaba los pondría a todos en peligros y si acertaba también.
No todo era malo claro, Eriel vio al raton azul más veces en aquellas dos semanas. Siguió dándole comida y éste se dejaba acariciar mientras la engullía para luego irse. También vio varios caracoles que le recordaron a la diosa que se habían encontrado en el palacete. Llegó a coger uno en la palma de su mano y mirarlo con curiosidad y de cerca.
-Qué mono - fue lo que dijo cuando lo vio asomar sus cuernecillos.- Una bruja ¿eh? Habría sido divertido tenerla por el torreón con nosotros - le dijo al caracol como ella solía hacer a los suyos. Lo cierto era que si lo pensaba no era tan raro, ellos podían hacer levitar objetos, seguro que había magias para hablar con animales.- Ojalá vuelva a verla, me parece que no le agradecí bastante su ayuda - comentó antes de dejar al animal sobre una pared.
------------------------
Se despertó con hambre y bajó a por comida. Cuando terminó de comer pensó que le vendría bien un baño, miró al patio y luego hacia arriba suspirando por la energía invertida en subir los calderos por el torreón. Una sonrisa cruzó su rostro y buscó a Tayron.
-Eh Tay, ¿me echas una mano a llenar la bañera? - le preguntó con voz melosa.
Tuvo el arco con una flecha preparada. Desde su punto de vista atentar contra un dios era lo más grave que se podía hacer pero... si iba a morir igual ¿qué más daba?
No pasó nada sin embargo y al día siguiente Eriel recuperó las horas de sueño que había perdido. Pero no todo fue bien. Tuétano comenzó a sobrevolar el torreón y a vigilarlos de cerca cuando salían a por cestas. Al nublino comenzaba a ponerlo muy nervioso, estaba casi seguro de que no podía hacerles nada pero eso no era un alivio. Y lo cierto era que no temía por él, su temor era por el resto.
Cuando veía a la dragona mientras entrenaba estaba muy tentado de dispararle una flecha. No se daba cuenta de la hipocresía tan grande que era aquello.
-Una flecha ahí, entre las placas del cuello - murmuró deseando tener la suficiente puntería para realizar aquel tiro. Pero no merecía la pena, si fallaba los pondría a todos en peligros y si acertaba también.
No todo era malo claro, Eriel vio al raton azul más veces en aquellas dos semanas. Siguió dándole comida y éste se dejaba acariciar mientras la engullía para luego irse. También vio varios caracoles que le recordaron a la diosa que se habían encontrado en el palacete. Llegó a coger uno en la palma de su mano y mirarlo con curiosidad y de cerca.
-Qué mono - fue lo que dijo cuando lo vio asomar sus cuernecillos.- Una bruja ¿eh? Habría sido divertido tenerla por el torreón con nosotros - le dijo al caracol como ella solía hacer a los suyos. Lo cierto era que si lo pensaba no era tan raro, ellos podían hacer levitar objetos, seguro que había magias para hablar con animales.- Ojalá vuelva a verla, me parece que no le agradecí bastante su ayuda - comentó antes de dejar al animal sobre una pared.
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Se despertó con hambre y bajó a por comida. Cuando terminó de comer pensó que le vendría bien un baño, miró al patio y luego hacia arriba suspirando por la energía invertida en subir los calderos por el torreón. Una sonrisa cruzó su rostro y buscó a Tayron.
-Eh Tay, ¿me echas una mano a llenar la bañera? - le preguntó con voz melosa.
- Aes
Ficha de cosechado
Nombre: Aniol
Especie: Humano
Habilidades: habilidad manual, automotivación, olfato fino.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
10/06/17, 12:09 pm
Tayron le sonreía a la niña, y disfrutó de su explicación como nunca lo había hecho. Algo le decía que no estaba loca, que podía hablar con ellos de verdad y Ramona y Simba charlaban como lo haría una persona. Y entonces se le ocurrió que aquel poder no estaba nada mal.
Tras la risa de la chica Dafne cruzó una mirada muy significativa con el humano, la entendió al momento. Puede que nunca llegara a conocerla del todo porque su criba acabó pronto, pero Nad le recordaba a Tersa y Tersa a Nad. Le frustraba pensar que se estaba olvidando de la belga y que cualquier niña le recordaba a ella.
-Vaya- murmuró cuando se les negó la información. Sin embargo aquello alimentó sus sospechas y le hinchó el pecho. No podían ayudarles, los rocavarancoleses querían que llegar a la Luna tuviera su propio mérito y cierta independencia. Pero no se le ocurría como podían ayudarles diciendo que estaban muertos. Eso le dio esperanzas- y gracias- su ayuda después de el astro era esencial.
Marcharon rápido al torreón, por supuesto con la ropa, Tayron no había escogido nada en particular pero Dafne acabó susarrándole al oído por el camino que le había metido cositas en el hatillo.
Las siguientes dos semanas resultaron ser una mezcla agridulce. Tuétano componía la parte agria, un peligro acechante que respiraba en sus nucas desde las alturas. Con los nervios crispados Tay solo sabía dirigirle miradas llenas de confusión. ¿Por qué ellos? ¿No tenían suficiente ya con no morir en cada esquina? ¿Era la venganza justificable cuando solo habían salvado sus propias vidas?. Solía plantearse aquellos interrogantes con la noruega, que por supuesto formaba la parte dulce de todo aquello, en realidad ella y que empezaba a tomar la levitación como un estilo de vida en contadas ocasiones. Era divertido pasar un trozo de pan a sus amigos a lo largo de la mesa sin tocar... la mesa.
Despertó mejor esa mañana, había descubierto que no todas las noches se sentía observado y cuando era así, bueno, únicamente llamaba a Dafne para que le hiciera compañía.
-No eres mi novia solo para besitos ¿no?- le decía cuando la humana repetía una y otra vez que ella no veía nada. Y mucho menos se sentía observada. Ella lo achacaba a Tuétano. Tayron deseaba que llevara razón, lo cual tampoco era nada tranquilizador.- aguántame un ratito que sé que te gusta mis dejes de locura, y si no sabes disimular bien.
Después de desayunar Eriel lo llamó no muy lejos y el belga se presentó en seguida.
-Una y dos manos te echo- se dispuso a llenar los calderos con el agua del pozo. Lo cierto es que estaba pensando en que a él también le vendría bien una ducha cuando decidió hablar con el nublino de algo que le rondaba la cabeza desde el palacete.- Eri, tú y tu hermano sois tan diferentes ¿sabes?- dejó escapar un suspiro por el esfuerzo de cargar un cubo con cada brazo- dime, pero no te enfades puto picón, ¿por qué te molesta que Barael piense como piensa? ¿es que está socialmente hablando mal que reniegue de los dioses?.
Tras la risa de la chica Dafne cruzó una mirada muy significativa con el humano, la entendió al momento. Puede que nunca llegara a conocerla del todo porque su criba acabó pronto, pero Nad le recordaba a Tersa y Tersa a Nad. Le frustraba pensar que se estaba olvidando de la belga y que cualquier niña le recordaba a ella.
-Vaya- murmuró cuando se les negó la información. Sin embargo aquello alimentó sus sospechas y le hinchó el pecho. No podían ayudarles, los rocavarancoleses querían que llegar a la Luna tuviera su propio mérito y cierta independencia. Pero no se le ocurría como podían ayudarles diciendo que estaban muertos. Eso le dio esperanzas- y gracias- su ayuda después de el astro era esencial.
Marcharon rápido al torreón, por supuesto con la ropa, Tayron no había escogido nada en particular pero Dafne acabó susarrándole al oído por el camino que le había metido cositas en el hatillo.
Las siguientes dos semanas resultaron ser una mezcla agridulce. Tuétano componía la parte agria, un peligro acechante que respiraba en sus nucas desde las alturas. Con los nervios crispados Tay solo sabía dirigirle miradas llenas de confusión. ¿Por qué ellos? ¿No tenían suficiente ya con no morir en cada esquina? ¿Era la venganza justificable cuando solo habían salvado sus propias vidas?. Solía plantearse aquellos interrogantes con la noruega, que por supuesto formaba la parte dulce de todo aquello, en realidad ella y que empezaba a tomar la levitación como un estilo de vida en contadas ocasiones. Era divertido pasar un trozo de pan a sus amigos a lo largo de la mesa sin tocar... la mesa.
Despertó mejor esa mañana, había descubierto que no todas las noches se sentía observado y cuando era así, bueno, únicamente llamaba a Dafne para que le hiciera compañía.
-No eres mi novia solo para besitos ¿no?- le decía cuando la humana repetía una y otra vez que ella no veía nada. Y mucho menos se sentía observada. Ella lo achacaba a Tuétano. Tayron deseaba que llevara razón, lo cual tampoco era nada tranquilizador.- aguántame un ratito que sé que te gusta mis dejes de locura, y si no sabes disimular bien.
Después de desayunar Eriel lo llamó no muy lejos y el belga se presentó en seguida.
-Una y dos manos te echo- se dispuso a llenar los calderos con el agua del pozo. Lo cierto es que estaba pensando en que a él también le vendría bien una ducha cuando decidió hablar con el nublino de algo que le rondaba la cabeza desde el palacete.- Eri, tú y tu hermano sois tan diferentes ¿sabes?- dejó escapar un suspiro por el esfuerzo de cargar un cubo con cada brazo- dime, pero no te enfades puto picón, ¿por qué te molesta que Barael piense como piensa? ¿es que está socialmente hablando mal que reniegue de los dioses?.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
10/06/17, 12:57 pm
Al final se fueron por patas, deseosos de llegar a su torreón, que al parecer se llamaba Maciel. No había tiempo para devolver nada, y Rádar solo podía esperar que aquello no les pasara factura.
Los días siguieron pasando con la rutina habitual. Entrenamientos, salir a por cestas y poco más. Había alguna cosa nueva, como la sesión de pelados de Barael, Siete y él mismo, pero era poco. No se quejaba, de todas formas. Prefería mil veces la pesada rutina rocavarancolesa que las sorpresas que solía depararles la ciudad. Aburrirse era mejor que morir.
No siempre las novedades significaban morir, por supuesto: a veces eran meramente un susto de muerte. La primera vez que Rádar vio a Tuétano se quedó lívido como un muerto, incapaz de alejar de la mente su memoria de los alaridos de Barael. Luego se habituó más a ello. Parecía que de momento no estaba atacándolos. Quizás esperaba a la Luna Roja o quizás era cualquier otra cosa, tanto daba. Lo único que podía hacer era mantenerse en guardia.
La sorpresa de los caracoles no fue tan agria, pero tampoco le gustó. Rádar prefería que la gente no lo espiase, especialmente los habitantes de Rocavarancolia. Eran los culpables de que estuvieran ahí, y si iban a estar jodidos por su situación lo mínimo era que no les miraran sufriendo la desgracia de la que eran responsables.
Y, entre medias, los propios recovecos de sus pensamientos. Alguna vez se encontró pensando en que debía ser una hora u otra, como si fuera un reloj andante. El carabés era completamente ajeno a por qué pensaba o sentía aquello, y su única reacción era resoplar mentalmente. Quizás era que, con el tiempo, se estaba acostumbrando al recorrido solar e iba siendo horas de saber las horas aproximadas: se daba cuenta de que al principio sus ideas eran muy aproximadas y que muy poco a poco iban afinándose. También veía poco sentido a su teoría. Quizás solo fuera una obsesión con la que su cerebro intentaba matar el tiempo.
Y la siguiente novedad implicaba ponerse en marcha. Rad apoyaba la salida de Sinceridad, pero dio sin ningún matiz ni tacto su punto de vista: los menos útiles a la hora de luchar deberían quedarse en el torreón. Intentó convencer, no obligar, dio su punto de vista y sus argumentos, esperando convencer. Luego llegó la hora de que cada uno tomara su posición definitiva, y la discusión terminó.
Se estaba comiendo un bocadillo en Maciel, sin parar de andar de un lado a otro, cuando vio un pequeño caracol debajo del sofá. Frunció el ceño al instante.
—Parece que la de los caracoles ha cogido afición a espiarnos.
Los días siguieron pasando con la rutina habitual. Entrenamientos, salir a por cestas y poco más. Había alguna cosa nueva, como la sesión de pelados de Barael, Siete y él mismo, pero era poco. No se quejaba, de todas formas. Prefería mil veces la pesada rutina rocavarancolesa que las sorpresas que solía depararles la ciudad. Aburrirse era mejor que morir.
No siempre las novedades significaban morir, por supuesto: a veces eran meramente un susto de muerte. La primera vez que Rádar vio a Tuétano se quedó lívido como un muerto, incapaz de alejar de la mente su memoria de los alaridos de Barael. Luego se habituó más a ello. Parecía que de momento no estaba atacándolos. Quizás esperaba a la Luna Roja o quizás era cualquier otra cosa, tanto daba. Lo único que podía hacer era mantenerse en guardia.
La sorpresa de los caracoles no fue tan agria, pero tampoco le gustó. Rádar prefería que la gente no lo espiase, especialmente los habitantes de Rocavarancolia. Eran los culpables de que estuvieran ahí, y si iban a estar jodidos por su situación lo mínimo era que no les miraran sufriendo la desgracia de la que eran responsables.
Y, entre medias, los propios recovecos de sus pensamientos. Alguna vez se encontró pensando en que debía ser una hora u otra, como si fuera un reloj andante. El carabés era completamente ajeno a por qué pensaba o sentía aquello, y su única reacción era resoplar mentalmente. Quizás era que, con el tiempo, se estaba acostumbrando al recorrido solar e iba siendo horas de saber las horas aproximadas: se daba cuenta de que al principio sus ideas eran muy aproximadas y que muy poco a poco iban afinándose. También veía poco sentido a su teoría. Quizás solo fuera una obsesión con la que su cerebro intentaba matar el tiempo.
Y la siguiente novedad implicaba ponerse en marcha. Rad apoyaba la salida de Sinceridad, pero dio sin ningún matiz ni tacto su punto de vista: los menos útiles a la hora de luchar deberían quedarse en el torreón. Intentó convencer, no obligar, dio su punto de vista y sus argumentos, esperando convencer. Luego llegó la hora de que cada uno tomara su posición definitiva, y la discusión terminó.
Se estaba comiendo un bocadillo en Maciel, sin parar de andar de un lado a otro, cuando vio un pequeño caracol debajo del sofá. Frunció el ceño al instante.
—Parece que la de los caracoles ha cogido afición a espiarnos.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/06/17, 02:45 am
El presagio de Tersa ensombreció lo que habría sido un retorno triunfal al torreón ropa de gala en mano. A la hora de explicarles el descubrimiento a los que se habían quedado la efusividad fue escasa comparada con la que podría haber sido.
Habían terminado por salir huyendo a toda prisa con su botín por miedo a que los pillaran en plena tarea de devolverlo; sin embargo el carabés no pudo evitar plantearse, con un nudo de ansiedad creciente en el estómago a medida que caía el sol, si habían tomado la decisión correcta.
Sox estaba cansado de tanto subir y bajar escaleras, además de por el gasto de magia, pero esa noche le costó mucho dormir. En tensión y con el oído aguzado, cualquiera de los sonidos indefinidos que poblaban la oscuridad de Rocavarancolia se materializaban en su mente como alguien intruyendo en el torreón en busca de represalias. ¿Podrían hacer eso? En un extremo tenían la ley de no intervención, en el otro la mano perdida de Barael y entre ambos nada a partir de lo que hacer predicciones. Sox odiaba verse obligado a apostar. Había estado tentado incluso de dormir con la ballesta cerca.
Los ánimos se relajaron poco a poco, como un aliento contenido largo tiempo, a medida que pasó el día siguiente y el siguiente y nadie vino a pedirles explicaciones. Terminaron por considerarlo una expedición exitosa, y hasta que alguien divisó por primera vez la figura volante en los cielos respiraron mucho más tranquilos.
Cuando dieron la voz de alarma Sox lo creyó en un primer momento como una amenaza que venía del aire. Alguien con la vista más fina que él le sacó de su error antes de tener tiempo de pensar siquiera en su ballesta pero la adrenalina no terminó de evaporarse, retumbando rotunda contra su pecho al ritmo de su corazón aún sobresaltado. La siguió con la mirada hasta comprender que no tenía intención de irse.
No volvieron a ver a Tuétano de nuevo hasta más tarde, dejando varios días entremedias; lo suficiente para infundirles esperanzas a más de uno de que hubiera sido algo puntual. A Sox le recordaba un ave de carroña blanca, de las que se decía que iban persiguiendo en bandada a los ejércitos de cadáveres reanimados. Le daba un mal rollo increíble, pero se negaba a dejar que interfiriera con lo que tenían que hacer. No podía tocarles. Había dicho que esperaría. Tenía que hacerlo, tenía que adherirse a aquella maldita norma o ya le habría podido la tentación de partirles la cara. Mientras no le tocaran las narices no podría hacer nada más. A ese razonamiento se aferraba.
Entre un susto y otro encontraron de nuevo aquel extraño equilibrio de normalidad. Since había divisado en una de las salidas lo que parecían ser los restos de una biblioteca particular, abandonada más allá de todo arreglo pero aún conteniendo algunos libros, y progresivamente fueron apareciendo discusiones sobre cómo conseguirlos. Cualquier información sobre aquel lugar era buena, y tal vez incluso pudiese salvarles la vida.
No era un territorio seguro: estaba plagado por una manada de animales salvajes (¿hienas, había dicho Charlie?) que se había asentado allí. No había forma de rodearlos, y pronto quedó claro que si querían acceder a lo que querían, tendrían que abrirse paso a través de ellos.
Estuvieron de acuerdo en que el que la roquense fuese sola era que se pusiese en peligro sin necesidad (¿y si además de las hienas afuera había algún otro peligro en el edificio?), y que por tanto el siguiente paso lógico era que fueran un grupo nutrido. Sin embargo el resto del proceso fue menos expeditivo, algunos insistiendo en que sólo debían ir los más expertos, entre ellos Rad y Barael, y otros negándose a ser dejados atrás como Eriel.
Sox no había creído que vería nunca a un familiar intentando controlar la vida del otro sin una pizca de vergüenza en la cara, y se veía que tenía reservada una mecha especialmente corta para esa clase de cosas porque ante la postura de Barael enseguida se le agotó la paciencia. Apoyó a Eriel sin tapujos, terciando que si pretendían ir cubiertos con proyectiles con un mínimo de decencia, no podían cargarle a él con todo el trabajo. A la hora de rebatir los argumentos de Rádar argumentó de vuelta, con más calma, que la magia también era un elemento a considerar, y que el riesgo que corrían trayendo a gente de menos era mucho mayor que trayendo a gente de más. Si algo salía mal darían media vuelta y huirían en cualquiera de los casos, y teniendo eso en cuenta no tenía sentido reducir a propósito sus posibilidades de éxito. Cuando por fin quedaron todos de acuerdo en un plan Sox no habría sido capaz de hacer recuento ni aunque se jugase la vida de por qué milagro lo habían logrado.
La mañana que tenían programada para la salida el ambiente vibraba de una forma distinta a la habitual, incluso para los que iban a quedarse. El carabés no se pararía a pensar en una cosa así, pero probablemente se debía a que por una vez iban al encuentro de Rocavarancolia, y no huyendo de ella.
Subía a preparar la ballesta en el sofá, con más luz que la que había en el sótano, cuando captó el comentario de Rad. De vez en cuando él también se topaba con un caracol diminuto en alguna parte del torreón y se acordaba de Tersa. Eso no le impedía echarlos por la ventana; para plaga ya tenían a los pájaros del techo. Hizo lo propio antes de contestar a Rad.
—Los bichos no tienen conciencia —que la niña les hablara no quería decir que le contestaran.
Habían terminado por salir huyendo a toda prisa con su botín por miedo a que los pillaran en plena tarea de devolverlo; sin embargo el carabés no pudo evitar plantearse, con un nudo de ansiedad creciente en el estómago a medida que caía el sol, si habían tomado la decisión correcta.
Sox estaba cansado de tanto subir y bajar escaleras, además de por el gasto de magia, pero esa noche le costó mucho dormir. En tensión y con el oído aguzado, cualquiera de los sonidos indefinidos que poblaban la oscuridad de Rocavarancolia se materializaban en su mente como alguien intruyendo en el torreón en busca de represalias. ¿Podrían hacer eso? En un extremo tenían la ley de no intervención, en el otro la mano perdida de Barael y entre ambos nada a partir de lo que hacer predicciones. Sox odiaba verse obligado a apostar. Había estado tentado incluso de dormir con la ballesta cerca.
Los ánimos se relajaron poco a poco, como un aliento contenido largo tiempo, a medida que pasó el día siguiente y el siguiente y nadie vino a pedirles explicaciones. Terminaron por considerarlo una expedición exitosa, y hasta que alguien divisó por primera vez la figura volante en los cielos respiraron mucho más tranquilos.
Cuando dieron la voz de alarma Sox lo creyó en un primer momento como una amenaza que venía del aire. Alguien con la vista más fina que él le sacó de su error antes de tener tiempo de pensar siquiera en su ballesta pero la adrenalina no terminó de evaporarse, retumbando rotunda contra su pecho al ritmo de su corazón aún sobresaltado. La siguió con la mirada hasta comprender que no tenía intención de irse.
No volvieron a ver a Tuétano de nuevo hasta más tarde, dejando varios días entremedias; lo suficiente para infundirles esperanzas a más de uno de que hubiera sido algo puntual. A Sox le recordaba un ave de carroña blanca, de las que se decía que iban persiguiendo en bandada a los ejércitos de cadáveres reanimados. Le daba un mal rollo increíble, pero se negaba a dejar que interfiriera con lo que tenían que hacer. No podía tocarles. Había dicho que esperaría. Tenía que hacerlo, tenía que adherirse a aquella maldita norma o ya le habría podido la tentación de partirles la cara. Mientras no le tocaran las narices no podría hacer nada más. A ese razonamiento se aferraba.
Entre un susto y otro encontraron de nuevo aquel extraño equilibrio de normalidad. Since había divisado en una de las salidas lo que parecían ser los restos de una biblioteca particular, abandonada más allá de todo arreglo pero aún conteniendo algunos libros, y progresivamente fueron apareciendo discusiones sobre cómo conseguirlos. Cualquier información sobre aquel lugar era buena, y tal vez incluso pudiese salvarles la vida.
No era un territorio seguro: estaba plagado por una manada de animales salvajes (¿hienas, había dicho Charlie?) que se había asentado allí. No había forma de rodearlos, y pronto quedó claro que si querían acceder a lo que querían, tendrían que abrirse paso a través de ellos.
Estuvieron de acuerdo en que el que la roquense fuese sola era que se pusiese en peligro sin necesidad (¿y si además de las hienas afuera había algún otro peligro en el edificio?), y que por tanto el siguiente paso lógico era que fueran un grupo nutrido. Sin embargo el resto del proceso fue menos expeditivo, algunos insistiendo en que sólo debían ir los más expertos, entre ellos Rad y Barael, y otros negándose a ser dejados atrás como Eriel.
Sox no había creído que vería nunca a un familiar intentando controlar la vida del otro sin una pizca de vergüenza en la cara, y se veía que tenía reservada una mecha especialmente corta para esa clase de cosas porque ante la postura de Barael enseguida se le agotó la paciencia. Apoyó a Eriel sin tapujos, terciando que si pretendían ir cubiertos con proyectiles con un mínimo de decencia, no podían cargarle a él con todo el trabajo. A la hora de rebatir los argumentos de Rádar argumentó de vuelta, con más calma, que la magia también era un elemento a considerar, y que el riesgo que corrían trayendo a gente de menos era mucho mayor que trayendo a gente de más. Si algo salía mal darían media vuelta y huirían en cualquiera de los casos, y teniendo eso en cuenta no tenía sentido reducir a propósito sus posibilidades de éxito. Cuando por fin quedaron todos de acuerdo en un plan Sox no habría sido capaz de hacer recuento ni aunque se jugase la vida de por qué milagro lo habían logrado.
La mañana que tenían programada para la salida el ambiente vibraba de una forma distinta a la habitual, incluso para los que iban a quedarse. El carabés no se pararía a pensar en una cosa así, pero probablemente se debía a que por una vez iban al encuentro de Rocavarancolia, y no huyendo de ella.
Subía a preparar la ballesta en el sofá, con más luz que la que había en el sótano, cuando captó el comentario de Rad. De vez en cuando él también se topaba con un caracol diminuto en alguna parte del torreón y se acordaba de Tersa. Eso no le impedía echarlos por la ventana; para plaga ya tenían a los pájaros del techo. Hizo lo propio antes de contestar a Rad.
—Los bichos no tienen conciencia —que la niña les hablara no quería decir que le contestaran.
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de lucha
Personajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/06/17, 11:19 am
«Tan imbécil como siempre» pensó al oír la respuesta de Sox, incapaz de refrenarse a la hora de poner los ojos en blanco. Se preguntaba si su compañero era demasiado obtuso, demasiado poco imaginativo o si es que quizás él se estaba volviendo un paranoico. «Bueno, no parece que sea una forma de pensar inadecuada en Rocavarancolia». Estaba masticando un nuevo bocado, así que tuvo que ttragar antes de responder.
—No me digas. No lo habría adivinado sin ti —Sox casi podría sentir el sarcasmo llenando cada milímetro cúbico del salón—. Lástima que no hace falta que tengan conciencia. Pueden tener alguna pequeña unidad de almacenamiento interno o grabación, o algo parecido. A la niña le es fácil entrar por las noches y recogerlos —en su voz había un deje de amargura. Rádar agradecería si encontraban hechizos de guardia con los que proteger el torreón, pero imaginaba que no tendrían esa suerte—. Pero lo de plaga de caracoles justo después de encontrarnos con la niña que habla a los caracoles me parece una casualidad demasiado afinada.
—No me digas. No lo habría adivinado sin ti —Sox casi podría sentir el sarcasmo llenando cada milímetro cúbico del salón—. Lástima que no hace falta que tengan conciencia. Pueden tener alguna pequeña unidad de almacenamiento interno o grabación, o algo parecido. A la niña le es fácil entrar por las noches y recogerlos —en su voz había un deje de amargura. Rádar agradecería si encontraban hechizos de guardia con los que proteger el torreón, pero imaginaba que no tendrían esa suerte—. Pero lo de plaga de caracoles justo después de encontrarnos con la niña que habla a los caracoles me parece una casualidad demasiado afinada.
- Bellota
Ficha de cosechado
Nombre: Mónica Gutiérrez.
Especie: Humana (Española, madrileña de las afueras).
Habilidades: Espontaneidad, automotivación, imaginación.
Personajes : ● Mónica: Bruja de los espejos. Terrícola.
Heridas/enfermedades : ● Mónica: Pequeñas cicatrices por el cuerpo.
Manos heridas, chichón en la cabeza.
Armas : ●Mónica: Bolsito de pompones rosa multiusos.
Cuchillo del pan.
Espejos.
Status : «En busca de 12.: el romance».
Humor : No.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
11/06/17, 06:28 pm
Esa noche Mónica no durmió bien. Es decir, durmió peor de lo normal, ya que a su sueño usual con monstruoNad se le sumaron los gritos de Tuétano o La Torturadora, como había empezado a llamarla para sí misma. Cuando despertó y se dio cuenta de que no era solo una pesadilla… se sintió acosada. Saber que la dragona estaba allí le ponía los pelos de punta. Cierto, no había hecho nada. Todavía. Pero que estuviera allí, observándolos, ya era lo suficientemente malo. Ver caracoles mientras limpiaba no ayudó tampoco a su sentimiento de paranoia: iba sacándolos poco a poco de la casa, según los encontraba, y los dejaba cuidadosamente en el patio tras saludarlos (todavía se acordaba de la niña con la que se habían encontrado y mejor tener un caracol de aliado que ninguno), pero seguían saliendo de la nada, cosa que le fastidiaba mucho.
Se comenzó a sentir como una cebra acechada por un león y no le gustaba el sentimiento, así que para combatirlo se centró todavía más en entrenar y limpiar (y observarse compulsivamente los ojos en cualquier superficie reflectante). Corría alrededor del torreón, subía y bajaba escaleras todo lo rápido que podía, se destrozaba las rodillas a base de hacer sentadillas (y se arrepentía profundamente después). Dos días más tarde tenía tantas agujetas que se movía como una anciana, aunque eso no la disuadió de seguir con su actividad.
Y en las noches, que pasaba en vela la mayor parte del tiempo en la que resistía despierta, se le ocurrió una idea. Al principio la desechó por ser «muy de Mary Sue», pero si podía ayudarles en algo… no había nada que perder, después de todo. Pero esa noche decidió ponerla en marcha. Con algunas nueces y frutas que había en el torreón hizo unas bolitas dulces y pegajosas y sirvió unas cuantas en un platito al que añadió un papel en el que garabateó un «Para Tuétano. Porfa, no nos hagas daño. A cambio te dejo estos dulces. Están ricos, yo misma los he probado (y me he quedado unos pocos). Espero que te gusten. Te dejaré más». Seguidamente, esquivando a todos sus compañeros y obviando sus preguntas si es que se interesaban en lo que estaba haciendo, trepó con cuidado a lo más cercano a la azotea y dejó el plato lo más lejos de las estirges que pudo, para que estas no se lo comieran. De inmediato, volvió a bajar.
Esa mañana se había metido en la bañera la primera, y estaba tranquilamente dentro cuando, al abrir los ojos, se encontró con un caracol en el borde. Unos momentos después, una Mónica enfadada y con el pelo goteando se asomaba al patio gritándole al animalito, al que llevaba en las manos.
—¡Ya está bien! Es malo que nos espíes por casa, ¡pero en el baño es de mala educación! ¡Que no vuelva a pasar!
Se comenzó a sentir como una cebra acechada por un león y no le gustaba el sentimiento, así que para combatirlo se centró todavía más en entrenar y limpiar (y observarse compulsivamente los ojos en cualquier superficie reflectante). Corría alrededor del torreón, subía y bajaba escaleras todo lo rápido que podía, se destrozaba las rodillas a base de hacer sentadillas (y se arrepentía profundamente después). Dos días más tarde tenía tantas agujetas que se movía como una anciana, aunque eso no la disuadió de seguir con su actividad.
Y en las noches, que pasaba en vela la mayor parte del tiempo en la que resistía despierta, se le ocurrió una idea. Al principio la desechó por ser «muy de Mary Sue», pero si podía ayudarles en algo… no había nada que perder, después de todo. Pero esa noche decidió ponerla en marcha. Con algunas nueces y frutas que había en el torreón hizo unas bolitas dulces y pegajosas y sirvió unas cuantas en un platito al que añadió un papel en el que garabateó un «Para Tuétano. Porfa, no nos hagas daño. A cambio te dejo estos dulces. Están ricos, yo misma los he probado (y me he quedado unos pocos). Espero que te gusten. Te dejaré más». Seguidamente, esquivando a todos sus compañeros y obviando sus preguntas si es que se interesaban en lo que estaba haciendo, trepó con cuidado a lo más cercano a la azotea y dejó el plato lo más lejos de las estirges que pudo, para que estas no se lo comieran. De inmediato, volvió a bajar.
—
Esa mañana se había metido en la bañera la primera, y estaba tranquilamente dentro cuando, al abrir los ojos, se encontró con un caracol en el borde. Unos momentos después, una Mónica enfadada y con el pelo goteando se asomaba al patio gritándole al animalito, al que llevaba en las manos.
—¡Ya está bien! Es malo que nos espíes por casa, ¡pero en el baño es de mala educación! ¡Que no vuelva a pasar!
- Los motes:
Por ahora aquí están los motes que Mónica ha ido poniendo a la gente, aún quedan algunos personajes por tener el suyo. (A ver si se le ocurren pronto, leches).
-Barael: Roño.
-Daerhien: Gominola.
-Dafne: Lerdafne.
-Eorlir: Picasso
-Eriel: Cenizo.
-Innadriel: Calimero.
-Lorenzo: Íñigo Montoya.
-Nad: Zanahoria/Zana.
-Rádar: Mandón.
-Sakrilt: Krit.
-Siete: Tritón.
-Sinceridad: Doña Plumitas.
-Sox: Vampy.
-Fahran Xaorhalan: Rapunzel.
-Tayron: T-fichas.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades: Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/06/17, 04:51 pm
Sox resopló mientras engrasaba el torno de la ballesta. En previsión de que sucediera cualquier imprevisto y alguna hiena le pillase de cerca, había subido también un puñal largo.
—Un hechizo de ésos podría estar anclado a cualquier parte, o incluso de antes. Si te molesta tanto échalos fuera antes de quejarte—una vez comprobado el mecanismo de la ballesta se ató a la cadera la bolsa con la munición—. Y déjate esa mala hostia para las hienas, conmigo solo quedas como un idiota.
A él le preocupaba más Tuétano. Sólo la habían visto de vez en cuando, y el carabés dudaba que a aquellas alturas hiciera nada a menos que la atacasen directamente, pero lo que hacía era claramente enviar un mensaje. Fuese lo que fuese lo que hubiera intentado decirle Tersa, no estaba funcionando.
Sox resopló de nuevo, consciente de que quedaba un rato antes de que estuvieran todos listos para salir, y no le daba la gana salirse del salón porque Rad estuviese de mala leche.
—¿Te hace una partida de algo? Mejor no ponernos de los nervios antes de salir —a él le ayudaba a calmarse y organizar sus pensamientos.
Charlie les había enseñado a jugar a las damas y aunque no habían tenido mucha práctica, Sox se acordaba de memoria de las reglas y le cogieron el tranquillo de nuevo rápido tras los primeros movimientos. Since había confeccionado unas piezas de madera y la superficie de juego la habían hecho tallando sobre un tablón. No era un juego complejo así que se podía hablar a media voz sin desconcentrar al adversario, de modo que la conversación terminó fluyendo despacio a otros temas.
No estaban muy avanzados con la partida cuando una madrileña airada y aún goteando bajó las escaleras rumbo a la puerta del patio.
—Mira, haz como ella. Los tiras y luego los abroncas —señaló. Entre el crédito que les daban unos y otros a Sox sólo le habría sorprendido a medias si los caracoles empezaban a responder de vuelta —. Mónica, vas a acabar como Tersa como les sigas hablando. Te van a salir cuernos.
—Un hechizo de ésos podría estar anclado a cualquier parte, o incluso de antes. Si te molesta tanto échalos fuera antes de quejarte—una vez comprobado el mecanismo de la ballesta se ató a la cadera la bolsa con la munición—. Y déjate esa mala hostia para las hienas, conmigo solo quedas como un idiota.
A él le preocupaba más Tuétano. Sólo la habían visto de vez en cuando, y el carabés dudaba que a aquellas alturas hiciera nada a menos que la atacasen directamente, pero lo que hacía era claramente enviar un mensaje. Fuese lo que fuese lo que hubiera intentado decirle Tersa, no estaba funcionando.
Sox resopló de nuevo, consciente de que quedaba un rato antes de que estuvieran todos listos para salir, y no le daba la gana salirse del salón porque Rad estuviese de mala leche.
—¿Te hace una partida de algo? Mejor no ponernos de los nervios antes de salir —a él le ayudaba a calmarse y organizar sus pensamientos.
Charlie les había enseñado a jugar a las damas y aunque no habían tenido mucha práctica, Sox se acordaba de memoria de las reglas y le cogieron el tranquillo de nuevo rápido tras los primeros movimientos. Since había confeccionado unas piezas de madera y la superficie de juego la habían hecho tallando sobre un tablón. No era un juego complejo así que se podía hablar a media voz sin desconcentrar al adversario, de modo que la conversación terminó fluyendo despacio a otros temas.
No estaban muy avanzados con la partida cuando una madrileña airada y aún goteando bajó las escaleras rumbo a la puerta del patio.
—Mira, haz como ella. Los tiras y luego los abroncas —señaló. Entre el crédito que les daban unos y otros a Sox sólo le habría sorprendido a medias si los caracoles empezaban a responder de vuelta —. Mónica, vas a acabar como Tersa como les sigas hablando. Te van a salir cuernos.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/06/17, 06:09 pm
A Rádar casi le daba envidia el frío desprecio del que podía hacer gala su congénere. Casi. En el fondo realmente le gustaba su forma más agresiva y directa de lidiar con lo que le molestaba. Lástima que en aquellas circunstancias no pudieran bufarse a viva voz.
Aceptó la partida gustosamente, pensando que quizás podría ayudarle a liberar tensión. Se daba cuenta, con cierta amargura, de que estaba demasiado sensible. Entre Tuétano, la posibilidad de que los espiaran y la próxima salida estaba de peor humor que de costumbre. Esperaba que el combate contra las hienas no atrajera la atención de nada indeseado, pero tenía la sensación de que aquello era mucho pedir en Rocavarancolia. Esperaba que la biblioteca tuviera información útil.
También esperaba patear el trasero de Sox con aquella partida.
Se pensaba cuidadosamente los movimientos de sus fichas, intetando no dejarse arrastrar por el deseo de comer las fichas del contrario tan pronto estuvieran a tiro. En algún que otro movimiento no se refrenó a tiempo, pero la mayoría de las veces se controlaba antes de cometer errores demasiado obvios.
—No es a los caracoles a quienes quiero abroncar, sino a los habitantes de esta ciudad —resopló, haciendo un amago de poner los ojos en blanco, antes de realizar un movimiento especialmente pensado—. Bueno, quizás quiera algo más que abroncarles —aquella admisión la dijo con un tono un poco extraño en él, casi como si confesara una travesura.
Aceptó la partida gustosamente, pensando que quizás podría ayudarle a liberar tensión. Se daba cuenta, con cierta amargura, de que estaba demasiado sensible. Entre Tuétano, la posibilidad de que los espiaran y la próxima salida estaba de peor humor que de costumbre. Esperaba que el combate contra las hienas no atrajera la atención de nada indeseado, pero tenía la sensación de que aquello era mucho pedir en Rocavarancolia. Esperaba que la biblioteca tuviera información útil.
También esperaba patear el trasero de Sox con aquella partida.
Se pensaba cuidadosamente los movimientos de sus fichas, intetando no dejarse arrastrar por el deseo de comer las fichas del contrario tan pronto estuvieran a tiro. En algún que otro movimiento no se refrenó a tiempo, pero la mayoría de las veces se controlaba antes de cometer errores demasiado obvios.
—No es a los caracoles a quienes quiero abroncar, sino a los habitantes de esta ciudad —resopló, haciendo un amago de poner los ojos en blanco, antes de realizar un movimiento especialmente pensado—. Bueno, quizás quiera algo más que abroncarles —aquella admisión la dijo con un tono un poco extraño en él, casi como si confesara una travesura.
- Bellota
Ficha de cosechado
Nombre: Mónica Gutiérrez.
Especie: Humana (Española, madrileña de las afueras).
Habilidades: Espontaneidad, automotivación, imaginación.
Personajes : ● Mónica: Bruja de los espejos. Terrícola.
Heridas/enfermedades : ● Mónica: Pequeñas cicatrices por el cuerpo.
Manos heridas, chichón en la cabeza.
Armas : ●Mónica: Bolsito de pompones rosa multiusos.
Cuchillo del pan.
Espejos.
Status : «En busca de 12.: el romance».
Humor : No.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/06/17, 08:55 pm
Mónica dejó al caracol sobre el murete y le amenazó con un dedo.
—¡Y si te veo espiándome mientras me ducho de nuevo vamos a tener problemas!
Con un bufido y ajustándose la toalla en la que se había envuelto, se dirigió airada para dentro, de nuevo.
—Ríete, ríete, pero cuando sepan hasta cuando le das una alegría al cuerpo o cuando tienes diarrea aguda y te lo digan veremos a quién le hace puta gracia después —respondió girándose iracunda para responder a Vampy. Después, se fue pisando fuerte.
—¡Y si te veo espiándome mientras me ducho de nuevo vamos a tener problemas!
Con un bufido y ajustándose la toalla en la que se había envuelto, se dirigió airada para dentro, de nuevo.
—Ríete, ríete, pero cuando sepan hasta cuando le das una alegría al cuerpo o cuando tienes diarrea aguda y te lo digan veremos a quién le hace puta gracia después —respondió girándose iracunda para responder a Vampy. Después, se fue pisando fuerte.
- Los motes:
-Barael.
-Daerhien: Gominola.
-Dafne: Lerdafne.
-Eorlir: Picasso
-Eriel: Cenizo.
-Innadriel: Calimero.
-Lorenzo: Íñigo Montoya.
-Nad: Zanahoria/Zana.
-Rádar: Mandón.
-Sakrilt: Krit.
-Siete: Tritón.
-Sinceridad: Doña Plumitas.
-Sox: Vampy.
-Fahran Xaorhalan: Rapunzel.
-Tayron: T-fichas.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades: Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/06/17, 09:42 pm
Sox habría preferido que Rad trasladara al terreno de juego el mal café que arrastraba aquella mañana para poder bajarle los humos en tres movimientos, pero habría estado engañándose de haber dicho que esperaba algo así. Visiones de la vida aparte, no se llegaba a lo alto de las listas sin buena planificación de un modo u otro. Sus propios movimientos eran muy calculados, tomándose su tiempo para pensar si lo necesitaba. Juegos estratégicos o mentales eran los únicos que le gustaban en Carabás, el resto eran una pérdida de tiempo y créditos.
—Cuernos —repitió más alto para que Mónica aún le oyera subiendo las escaleras, en tono profético pero sin hacer más comentarios. Estaban todos nerviosos esa mañana.
—Son criminales —respondió entonces a Rad mientras movía otra pieza—. No me extraña.
Otra pausa en la que varias piezas cambiaron de lugar.
—Es raro cómo nos hablan —comentó luego, sin levantar la vista del tablero—. Tersa parecía hasta emocionada, pero a Tuétano dudo que le cayéramos bien incluso antes del fiasco aquel. Pero todos parecían saber quiénes éramos —torció el gesto antes de que viniera otro sermón sobre la vigilancia, para indicarle que ya lo sabía y que se lo ahorrara—. Lo que quiero decir es que todos parecían interesados. Es raro comparado con cómo ni se molestaron en darnos información al llegar. Si tanto les interesa cómo nos vaya, ¿por qué existe la ley de no intervenir?
—Cuernos —repitió más alto para que Mónica aún le oyera subiendo las escaleras, en tono profético pero sin hacer más comentarios. Estaban todos nerviosos esa mañana.
—Son criminales —respondió entonces a Rad mientras movía otra pieza—. No me extraña.
Otra pausa en la que varias piezas cambiaron de lugar.
—Es raro cómo nos hablan —comentó luego, sin levantar la vista del tablero—. Tersa parecía hasta emocionada, pero a Tuétano dudo que le cayéramos bien incluso antes del fiasco aquel. Pero todos parecían saber quiénes éramos —torció el gesto antes de que viniera otro sermón sobre la vigilancia, para indicarle que ya lo sabía y que se lo ahorrara—. Lo que quiero decir es que todos parecían interesados. Es raro comparado con cómo ni se molestaron en darnos información al llegar. Si tanto les interesa cómo nos vaya, ¿por qué existe la ley de no intervenir?
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- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/06/17, 09:59 pm
El tipo E permaneció mirando fijamente el tablero, reflexionando más acerca de las palabras de su congénere que de su siguiente movimiento. Intentaba recordar la última vez que había estado en Carabás, qué cosas les había dicho exactamente el tipo que los había secuestrado, pero no conseguía recordar muy bien los detalles. Al darse cuenta de su pérdida mental sacudió algo la cabeza e hizo su siguiente movimiento.
—¿Una prueba? Explicaría esa ley, y... se fue quedando en silencio, pasando a mirar a Sox, con una mirada algo dubitativa—. ¿Recuerdas qué fue lo que nos dijo el hombre que nos convenció de venir aquí? Los detalles se me han difuminado. Y casi que la impresión general también —acabó admitiendo, en un medio gruñido, enfadado por no haber intentado prestar más atención—. A veces me da la sensación de llevar años aquí...
—¿Una prueba? Explicaría esa ley, y... se fue quedando en silencio, pasando a mirar a Sox, con una mirada algo dubitativa—. ¿Recuerdas qué fue lo que nos dijo el hombre que nos convenció de venir aquí? Los detalles se me han difuminado. Y casi que la impresión general también —acabó admitiendo, en un medio gruñido, enfadado por no haber intentado prestar más atención—. A veces me da la sensación de llevar años aquí...
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
12/06/17, 11:41 pm
Sox sacudió la cabeza.
—Eso pensé yo al principio, pero no termina de encajar —dijo, llenando el silencio posterior a la respuesta de Rad—. Si el sentido fuera que se tratara de una prueba mortal, ¿por qué no la organizan mejor? Hemos pasado un montón de días encerrados aquí sin jugarnos la vida, y nadie ha venido nunca a sacarnos —y esperaba que no cambiaran de estrategia en el futuro—. Y si el sentido es que sea una prueba justa, ¿por qué se arriesgan a que muera todo el mundo el primer día? Podría habernos pasado de haber tenido mala suerte, y no habría servido para medir ningún mérito.
Él mismo iba reflexionando en voz alta según hablaba, le ayudaba a organizarse las ideas.
—Y también funciona al revés. Si fuera una prueba justa la organizarían con cuidado. Si fuera una prueba mortal para entretenerse ellos, no tiene sentido que se arriesguen a que termine el primer día de forma poco interesante —tuvo que cortar un estremecimiento interno al imaginarse cómo podría haber sido Rocavarancolia de haber estado pensada su estancia en ella como una especie de circo. Ya era bastante dura como tal.
La mención a Trazo le dejó en silencio. Tal vez aquél ni siquiera fuese su verdadero nombre, se dio cuenta con amargura.
—Muy poco —y se daría de hostias por no haber hecho más preguntas—. Sí que dijo algo de una prueba excepcional —y en ese momento sonaba a muy buena idea. Sacudió la cabeza—. El muy cabrón. Tuvo que haber algo raro. De hecho dentro de lo que cabe me alegro de no haber picado en esto solo, me habría sentido muchísimo más imbécil.
El silencio volvió ante el último comentario de Rad.
—Yo también —admitió. Se movieron más piezas antes de que volviera a hablar—. Hice las cuentas el otro día con el reloj y han pasado ya más de tres meses —y verlo así era una prueba implacable de que no podían ya contar con que alguien les sacara de ésta—. ¿Qué crees que habrán hecho con nosotros? ¿Seguirán buscando?
—Eso pensé yo al principio, pero no termina de encajar —dijo, llenando el silencio posterior a la respuesta de Rad—. Si el sentido fuera que se tratara de una prueba mortal, ¿por qué no la organizan mejor? Hemos pasado un montón de días encerrados aquí sin jugarnos la vida, y nadie ha venido nunca a sacarnos —y esperaba que no cambiaran de estrategia en el futuro—. Y si el sentido es que sea una prueba justa, ¿por qué se arriesgan a que muera todo el mundo el primer día? Podría habernos pasado de haber tenido mala suerte, y no habría servido para medir ningún mérito.
Él mismo iba reflexionando en voz alta según hablaba, le ayudaba a organizarse las ideas.
—Y también funciona al revés. Si fuera una prueba justa la organizarían con cuidado. Si fuera una prueba mortal para entretenerse ellos, no tiene sentido que se arriesguen a que termine el primer día de forma poco interesante —tuvo que cortar un estremecimiento interno al imaginarse cómo podría haber sido Rocavarancolia de haber estado pensada su estancia en ella como una especie de circo. Ya era bastante dura como tal.
La mención a Trazo le dejó en silencio. Tal vez aquél ni siquiera fuese su verdadero nombre, se dio cuenta con amargura.
—Muy poco —y se daría de hostias por no haber hecho más preguntas—. Sí que dijo algo de una prueba excepcional —y en ese momento sonaba a muy buena idea. Sacudió la cabeza—. El muy cabrón. Tuvo que haber algo raro. De hecho dentro de lo que cabe me alegro de no haber picado en esto solo, me habría sentido muchísimo más imbécil.
El silencio volvió ante el último comentario de Rad.
—Yo también —admitió. Se movieron más piezas antes de que volviera a hablar—. Hice las cuentas el otro día con el reloj y han pasado ya más de tres meses —y verlo así era una prueba implacable de que no podían ya contar con que alguien les sacara de ésta—. ¿Qué crees que habrán hecho con nosotros? ¿Seguirán buscando?
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
- Al veros conspirar... (CLICK):
- Al poner un evento... (CLICK):
- Durante el transcurso del evento... (CLICK):
- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
13/06/17, 01:05 pm
—Algo se nos escapa —murmuró mientras movía un ficha—. Quiero decir, además de lo evidente. Hay alguna clave que no hemos encontrado, o que hemos pasado por alto... ¿Por qué ninguna instrucción? ¿Por qué despertar a algunos y dejar otros dormidos? ¿Por qué ir despertando cosechados con meses de diferencia? —frunció levemente el ceño al percatarse de otra inconsistencia, otro enigma más en su estancia allí—. Ni siquiera nos habríamos enterado de la ley de no intervención si no hubiera sido por el puro azar —reprimió su escalofrío al recordar a aquel sectario. Sus palabras habían sido la antítesis de todo lo que se consideraba aceptable en Carabás. «Igual que tantas otras cosas en Rocavarancolia, como la torre podrida».
Resopló algo divertido al ver que los pensamientos de Sox hacia Trazo eran similares a los suyos propios. Asintió hacia el apunte de lo extraño que había sido aquel encuentro.
—¿Algún hechizo de confusión? Ninguno parecíamos en nuestros cabales al aceptarlo —había amargura en su voz—. Sí, es un consuelo saber, al menos, que no aceptamos por ser unos estúpidos.
Hubo una punzada de tristeza y añoranza al mencionar a Carabás. No podría echar más de menos su mundo. Hubo silencio y movimiento de fichas mientras masticaba su respuesta.
—No lo sé. Hay muchas posibilidades, desde que se hayan rendido hasta que hayan considerado que hemos desaparecido por criminales. Solo una cosa parece clara —apuntó, con un cansancio hastiado. Estaba harto de enigmas y elucubraciones. Necesitaba pruebas como el sediento necesitaba agua, y no parecía que fueran a encontrar ninguna—, y es que no han conseguido encontrar nada que les traiga hacia aquí.
»Esa es otra cosa rara. ¿Habrán encontrado alguna huella mágica, aunque sea mínima, de Trazo? Porque si no es así... aquí hay mucho más de lo que parece. No tuvo que serles fácil sacarnos de Carabás. Y eso también es raro —apuntó, con otro puzzle misterioso en su cabeza—. ¿Por qué arriesgarse con nosotros? Nubla, la Tierra, Sinhdro... El resto de mundos de nuestros compañeros, vaya. Tuvo que serles más fácil sacar a la gente de allí. Especialmente de Nubla —resopló, al recordar el fanatismo nublino sobre Rocavarancolia—. ¿Por qué gastar recursos en uno tan tecnimagificado como el nuestro cuando en otros tuvo que haber menos riesgos?
Había un ceño más fruncido ahora. Uno no de mal humor, sino de determinación. «Las respuestas tienen que estar en algún lado. Tienen que estarlo. Y por mis narices que las encontramos. Me lo juro».
Resopló algo divertido al ver que los pensamientos de Sox hacia Trazo eran similares a los suyos propios. Asintió hacia el apunte de lo extraño que había sido aquel encuentro.
—¿Algún hechizo de confusión? Ninguno parecíamos en nuestros cabales al aceptarlo —había amargura en su voz—. Sí, es un consuelo saber, al menos, que no aceptamos por ser unos estúpidos.
Hubo una punzada de tristeza y añoranza al mencionar a Carabás. No podría echar más de menos su mundo. Hubo silencio y movimiento de fichas mientras masticaba su respuesta.
—No lo sé. Hay muchas posibilidades, desde que se hayan rendido hasta que hayan considerado que hemos desaparecido por criminales. Solo una cosa parece clara —apuntó, con un cansancio hastiado. Estaba harto de enigmas y elucubraciones. Necesitaba pruebas como el sediento necesitaba agua, y no parecía que fueran a encontrar ninguna—, y es que no han conseguido encontrar nada que les traiga hacia aquí.
»Esa es otra cosa rara. ¿Habrán encontrado alguna huella mágica, aunque sea mínima, de Trazo? Porque si no es así... aquí hay mucho más de lo que parece. No tuvo que serles fácil sacarnos de Carabás. Y eso también es raro —apuntó, con otro puzzle misterioso en su cabeza—. ¿Por qué arriesgarse con nosotros? Nubla, la Tierra, Sinhdro... El resto de mundos de nuestros compañeros, vaya. Tuvo que serles más fácil sacar a la gente de allí. Especialmente de Nubla —resopló, al recordar el fanatismo nublino sobre Rocavarancolia—. ¿Por qué gastar recursos en uno tan tecnimagificado como el nuestro cuando en otros tuvo que haber menos riesgos?
Había un ceño más fruncido ahora. Uno no de mal humor, sino de determinación. «Las respuestas tienen que estar en algún lado. Tienen que estarlo. Y por mis narices que las encontramos. Me lo juro».
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
13/06/17, 02:10 pm
Asintió meditabundo cuando Rad sacó más interrogantes. Era cierto. ¿Para qué traer a gente si no iban a despertarla?
—Podría ser otra fase de la prueba... pero los están manteniendo vivos con magia. No sé qué esperan —comentó. Aquel lugar era increíble. A más se hablaba de él, más interrogantes surgían.
Suspiró cuando la conversación circuló de vuelta a Trazo, esta vez con pesadumbre.
—Es extraño. Uno lo oye todo el tiempo en las noticias. Ya sabes, tráfico de personas, que hay tipos que buscan gente a la que drogar y hacerle vete a saber qué... Pero nunca piensas que te pueda pasar a ti —él desde luego no. Tenía un futuro brillante y no pensaba arriesgarlo frecuentando áreas poco fiables de la ciudad —. Y fíjate. Van y te cogen en plena luz del día, en el tren, mientras vas pensando en tus cosas —él había estado pensando en que tenía que comprarse unos auriculares silenciadores la semana que viene. Parecía tan lejano.
Puede que fuese eso lo que más dolía. Que les habían arrancado de sus vidas con total impunidad, en un momento y lugar en que deberían haber estado completamente a salvo.
—Hubo un error en la red de tráfico del subterráneo —recordó pensativo cuando Rad sacó a la luz más puntos raros—. Y solo a nosotros nos llamaron al mismo compartimento, no puede ser casualidad. Seguro que si dejó algún rastro, creyeron que fue la causa del error —aunque ojalá aquello sirviera como pista. La última información que habría registrado el sistema de ellos habría sido justamente el haberse subido a esa línea de tren—. Si están investigando nuestra desaparición, seguro que han empezado por ahí.
Movió su pieza con un rotundo sonido de madera contra madera que traicionaba su frustración.
—Pero tienes razón. Nunca van a pensar en que nos han trasladado a un mundo diferente.
Lo que eso implicaba era aterrador, pero hasta que llegase la Luna Roja no sabrían exactamente para qué les habían traído allí, ni si podrían volver a casa. Irónicamente, la causa de toda aquella prueba demencial era lo único que mantenía a Sox determinado a no caer en crisis antes de tiempo.
—¿Sabes lo que me molesta? Que a estas alturas ya habrán reorganizado las listas —dijo con amargura—. Habrá hasta quien se alegre de que no esté porque podrán subir puestos de gratis —sanguijuelas—. Me revienta.
—Podría ser otra fase de la prueba... pero los están manteniendo vivos con magia. No sé qué esperan —comentó. Aquel lugar era increíble. A más se hablaba de él, más interrogantes surgían.
Suspiró cuando la conversación circuló de vuelta a Trazo, esta vez con pesadumbre.
—Es extraño. Uno lo oye todo el tiempo en las noticias. Ya sabes, tráfico de personas, que hay tipos que buscan gente a la que drogar y hacerle vete a saber qué... Pero nunca piensas que te pueda pasar a ti —él desde luego no. Tenía un futuro brillante y no pensaba arriesgarlo frecuentando áreas poco fiables de la ciudad —. Y fíjate. Van y te cogen en plena luz del día, en el tren, mientras vas pensando en tus cosas —él había estado pensando en que tenía que comprarse unos auriculares silenciadores la semana que viene. Parecía tan lejano.
Puede que fuese eso lo que más dolía. Que les habían arrancado de sus vidas con total impunidad, en un momento y lugar en que deberían haber estado completamente a salvo.
—Hubo un error en la red de tráfico del subterráneo —recordó pensativo cuando Rad sacó a la luz más puntos raros—. Y solo a nosotros nos llamaron al mismo compartimento, no puede ser casualidad. Seguro que si dejó algún rastro, creyeron que fue la causa del error —aunque ojalá aquello sirviera como pista. La última información que habría registrado el sistema de ellos habría sido justamente el haberse subido a esa línea de tren—. Si están investigando nuestra desaparición, seguro que han empezado por ahí.
Movió su pieza con un rotundo sonido de madera contra madera que traicionaba su frustración.
—Pero tienes razón. Nunca van a pensar en que nos han trasladado a un mundo diferente.
Lo que eso implicaba era aterrador, pero hasta que llegase la Luna Roja no sabrían exactamente para qué les habían traído allí, ni si podrían volver a casa. Irónicamente, la causa de toda aquella prueba demencial era lo único que mantenía a Sox determinado a no caer en crisis antes de tiempo.
—¿Sabes lo que me molesta? Que a estas alturas ya habrán reorganizado las listas —dijo con amargura—. Habrá hasta quien se alegre de que no esté porque podrán subir puestos de gratis —sanguijuelas—. Me revienta.
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
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- Zarket
Ficha de cosechado
Nombre: Rádar
Especie: Carabés
Habilidades: Resistencia, velocidad natatoria, nociones de luchaPersonajes :
- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran/Branniel): Trasgo de Ewa sexto sacerdote de la Secta, sádico, aficionado a matanzas y luchador en los bajos fondos. No tocarle los cojoncios, que muerde.
●Lanor Gris: demiurgo procedente de Carabás. Tímido, llorica y buena gente.
●Rádar (o Rad): astrario carabés tsundere hacia la magia, mandón, brusco y estricto. Fashion victim. Reloj andante.
●Galiard syl: mago rabiosamente rocavarancolés, despiadado antihéroe brutalmente pragmático y compasivo antivillano bienintencionado.
Armas :- Spoiler:
- ●Bastel (antes Bran): magia, garras, dientes y una espada de longitud media a larga. O lo que haga falta.
●Lanor Gris: magia y sus criaturas.
●Rádar (o Rad): espada de longitud media. Sus habilidades de desviación de hechizos.
●Galiard Syl: magia y, si hace falta, una espada de longitud corta a media.
Status : Jinete del apocalipsis (¡ahora con extra de torpeza social!)
Humor : En muerte cerebral.
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
13/06/17, 04:14 pm
Asintió a sus apreciaciones, tanto sobre Rocavarancolia como sobre las noticias. Aquel lugar era un enigma, y en cuanto a lo otro... «A alguien tiene que tocarle» pensó, con el corazón en un puño. El movimiento que estaba haciendo vaciló, casi como si le hubiera dolido aquello. Sí, aquellas desapariciones tocaban a alguien, pero a tan poca gente que uno no pensaba que pudiera ser nunca él. Las personas que lo habían sufrido probablemente también se habían creído inmunes a los peligros del mundo y la sociedad.
—También habrá quien le pese no vernos más —su murmullo había sido bajo y apesadumbrado, rematado con un suspiro—. Si conseguimos volver vamos a tener mucho que explicar. De todas formas descubrir mundos nuevos supongo que nos ayudaría. Si conseguimos volver —su puntilla no se refería solo al desagradable destino que les esperaba cada vez que salían, sino a la variedad de escenarios que podían darse tras la Luna Roja.
—También habrá quien le pese no vernos más —su murmullo había sido bajo y apesadumbrado, rematado con un suspiro—. Si conseguimos volver vamos a tener mucho que explicar. De todas formas descubrir mundos nuevos supongo que nos ayudaría. Si conseguimos volver —su puntilla no se refería solo al desagradable destino que les esperaba cada vez que salían, sino a la variedad de escenarios que podían darse tras la Luna Roja.
- Naeryan
Ficha de cosechado
Nombre:
Especie:
Habilidades:
Personajes :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: idrino transformado en skrýmir, albino y de ojos azules. Tiene buenas dotes sociales y una gran pasión por la magia; es embajador para el castillo.
● Taro: cosechado carabés, cabello negro y ojos amarillos. Practicante de parkour y siempre con unos discretos auriculares, le encanta la música y suele dudar de sus capacidades.
● Sox: (imagen pre-Luna) ángel negro carabés, rubio y de apariencia llamativa. Competitivo y racional, aspira siempre al rendimiento más alto y posee mucha determinación.
Unidades mágicas : DENIED
Armas :- CLICK:
- ● Shizel/Desidia: magia y esgrima idrina, con amplia preferencia por la primera.
● Sox: según la salida, ballesta simple con torno o sable. Al cinto siempre un puñal.
Status : Traumaturga
Humor : Productivo (lo intento)
Re: Torreón Maciel (Archivo VIII)
13/06/17, 05:40 pm
—Sí —concedió Sox, y las siguientes piezas se intercambiaron mientras hacía memoria. No se había permitido pararse a pensar hasta entonces en quién le echaría de menos: dolía, el momento de rememorar siempre pospuesto en favor de algo que pudiese hacer en el aquí y ahora. Se preguntó cuánto tiempo tardarían en darle por muerto y reasignar su habitación, y la punzada del principio regresó renovada. Frunció el ceño, enfadado con Rad por forzarle a recordar aquellas cosas. Sabía que su resentimiento no iba en realidad dirigido a su compatriota, pero pensar más sobre eso también le agotaba.
Ya que estaban poniéndose a darle vueltas, más valía llegar hasta el fondo de ello con tal de no tener que hablar nunca más sobre algo tan deprimente. Bien podía aprovechar para buscar la opinión del otro carabés sobre otro asunto espinoso, que llevaba dándole vueltas desde que Siete había encontrado la cuna ensangrentada hacía ya varias semanas.
—Sé sincero conmigo —ahora sí que levantó la vista del tablero para buscar con seriedad los ojos de Rad—. ¿Crees o no que podremos volver?
Ya que estaban poniéndose a darle vueltas, más valía llegar hasta el fondo de ello con tal de no tener que hablar nunca más sobre algo tan deprimente. Bien podía aprovechar para buscar la opinión del otro carabés sobre otro asunto espinoso, que llevaba dándole vueltas desde que Siete había encontrado la cuna ensangrentada hacía ya varias semanas.
—Sé sincero conmigo —ahora sí que levantó la vista del tablero para buscar con seriedad los ojos de Rad—. ¿Crees o no que podremos volver?
"And if you gaze long enough into an abyss, the abyss will gaze back into you."
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