Fase 3, Ronda 1: Noel vs Malahierba

Tap no era un enemigo convencional, mucho menos en aquella categoría. Por eso el draco en esa ocasión no se limitó a las armas que manejaba con soltura, que también cogió de todas formas por ese motivo, sino que amplió su arsenal considerablemente. El sueco entró a la arena con una red de combate, un tridente y un escudo de tamaño medio, además de sus omnipresentes hacha y espada bastarda. Añadió en el último momento, tras considerarlo unos segundos, un carcaj lleno de flechas al conjunto. Normalmente tampoco sería una buena idea cargar con tantas armas, ya que el oponente podría usarlo en su favor, pero una vez más aquel no era un combate convencional. Tap no podía poseer lo que él había cogido y por eso se podía permitir dejarlas desatendidas cuando no las utilizase. Dejó casi todas las armas en el suelo, salvo el carcaj y sus armas principales. Se colgó del cinto el hacha y empuñó con la diestra la bastarda mientras que con la zurda sujetaba el carcaj.
—Buena suerte, Tap. Espero que ofrezcamos un buen combate —le dijo al poltergeist mientras se ponía en posición, justo antes del gong de inicio.

En cuanto vio que el carcaj del poltergeist flotaba en medio del aire, vio enseguida su primera oportunidad. El draco corrió directamente hacia él, blandiendo la bastarda y persiguió al carcaj hasta tenerlo al alcance. Realizaría un corte ascendente en él mismo para romperlo, de forma similar a como había hecho contra Wen, y que así se desparramasen las flechas. Inmediatamente después vaciaría el contenido de su propio carcaj sobre las mismas, para que se mezclasen unas con otras y así el polergeist tuviese que perder más tiempo rebuscando entre sus propios proyectiles. Había sido el único propósito de coger aquel carcaj, ya que obviamente no se había hecho con un arco.

En aquella ocasión, Tap ya venía cabreado antes del combate. De cada una de sus rondas había sacado conclusiones y si de  su enfrentamiento con la arrastrada había descubierto que trabajaba mejor si desparramaba las armas, de la anterior contra el vampiro había aprendido que a él las flechas le servían igual con o sin palo. Sin embargo, los organizadores del torneo no le permitían llevar solo puntas de flecha, por lo que al final acabó pidiendo dardos del tamaño repoblador. Además de estos, entró a la arena con su típico arsenal: dos dagas, una alabarda, un martillo y un lucero del alba. Llevaba los dardos en un carcaj, junto a un juego de flechas pintadas de rojo para diferenciarlas de las de Noel.

>>Seguro que lo damos —le transmitió telepáticamente. Noel le caía mejor que el vampiro y, en un principio, no quería darle guerra verbal.


En cuanto sonó el gong, Tap poseyó el carcaj como siempre. La visión de la red en el suelo le dio el empujón mental que necesitaba para decidir cómo empezar. Echó a flotar y voló rápido hacia el draco. Al ver que Noel le iba a dirigir un mandoble que contribuiría con su causa. Tap se dejó golpear, saltando del carcaj a una de las flechas, dentro de la cual fingiría caer inerte.

Lo que no vio venir fue que el propio Noel vertiera sus propias flechas entre las del repoblador. Tap se mosqueó un poco más, esperaba una táctica menos rastrera de parte del draco, antes que esta de tratar de hacerle autodescalificarse por error. Al tiempo que las flechas de Noel cayeron, la que poseía Tap se lanzó, con tanta potencia como pudo imprimir el poltergeist, en dirección al muslo derecho de Noel. De tener la oportunidad, Tap pondría todo de su parte para que la herida que dejara la flecha fuera lo más grave posible.

Si el draco la repelía, Tap buscaría uno de sus dardos diminutos e iría directamente a clavarlo en los ojos de Noel. No le iba a insultar, pero tampoco iba a ser menos sucio que él para ganar.

Pretendía alejarse inmediatamente por si acaso pero la flecha se le clavó en el muslo. Por suerte ya tenía la mano izquierda libre y tan pronto pudo reaccionar llevó la mano al proyectil para tirar de él hacia atrás antes de que continuase clavándosele. Por si servía para hacerle abandonar repentinamente el objeto, partió un trozo al final del ástil con el filo de su arma. Una vez tuvo la flecha fuera la arrojaría al suelo, lo más lejos que pudiese, y recogió el escudo del suelo por si Tap cambiaba de tipo de arma, cosa que le parecía bastante probable.

Creyó que se equivocaba cuando, al no ver moverse ningún otro arma, se planteó si Tap estaría efectivamente rebuscando entre el montón de flechas. No se alzó ninguna, sin embargo, y seguía sin moverse ninguna de las otras armas tampoco. No fue hasta que se encontraba cerca de su cara que no lo vio, aquel objeto diminuto. Por acto casi reflejo quiso alzar el escudo pero sabía que no llegaría a tiempo. No obstante, otro acto reflejo como era el de cerrar los ojos al verse algo aproximándose a la cara hizo que lo que quiera que fuera aquello se le clavase en el párpado. Se apresuró a llevarse la mano a él para quitárselo y trataría de tirarlo al suelo y pisarlo. Para saber cuál sería su próximo movimiento o elección de armas tendría que esperar a un nuevo ataque del poltergeist, pero no bajó el escudo por si acaso.

Tap aplicó toda la fuerza que pudo sobre el párpado antes de que Noel desclavara el dardo. Dejó que el draco pisoteara la pua y él, en su lugar, saltó al suelo y corrió hacia el sitio donde había depositado el resto de sus armas, al principio. La alabarda se elevó en el aire y flotó con precaución en dirección al draco.

El poltereist confiaba en haberle causado como mínimo molestias en el ojo, por lo que se movió en círculos a su alrededor, buscándo la zona ciega (o miope) del draco, a su izquierda. En cuanto viera un hueco, lanzaría un tajo al costado de Noel, tratando de encadenarlo con un golpe del ástil de la alabarda, aplicando fuerza en la otra punta, desarmada.

Las heridas que tenía no eran incapacitantes pero sí molestas, cosa que a Tap no le podía devolver. Pero para eso había traído armas que nunca había utilizado. Cuando vio moverse la alabarda, no obstante, sopesó si le compensaba cambiar de armamento y decidió que por el momento no.

Siguió el movimiento de la alabarda y, cuando la vio venir por el flanco izquierdo interpuso el brazo izquierdo, y por tanto el escudo, de forma paralela a su cuerpo con un golpe seco para desestabilizar el arma enemiga. Al mismo tiempo había dado un bandazo con la cola en la dirección al ástil de la alabarda y la enrroscó en la parte baja del mismo. Soltó la bastarda y dio un fuerte tirón con la cola hacia atrás al tiempo que se arrojaba hacia el lado contrario, realizando una voltereta lateral en dirección hacia dónde tenía el resto de armas. Una vez allí recogió la red y se la enganchó a la muñeca rápidamente. Decidió dejar el escudo por el momento ya que no sabía cuál sería la próxima elección de arma del poltergeist.

Tap no perdió el tiempo y, en cuanto Noel enredó la cola en la alabarda, esta quedó vacía. <<Ve mejor de lo que esperaba>> aventuró en silencio al tiempo que se zambullía en una de sus flechas rojas, ligeramente mosqueado. Sus proyectiles estaban en la parte baja del mar de flechas y al sacarlas hizo más ruido del que le habría gustado. Además vio a Noel con la red y el poltergeist acabó improvisando.

Dio impulso a la flecha para lanzarla contra su montón de armas y se bajó de ella en mitad del aire. Al tiempo que la flecha se estrelló junto a las dagas, Tap corrió en dirección contraria, de nuevo hacia al montón de flechas. Poseyó otro de los dardos diminutos y, retomó la idea de joderle los sentidos al draco. Aprovecharía la distracción que esperaba haber causado para buscar un buen lugar desde el que impulsar el dardo y se autolanzaría al interior del oído derecho de Noel, con la misma intención de ir a doler.  

Mientras Noel no soltara la red, que resultaba incómoda para el poltergeist, continuaría clavándole espinas en diferentes partes del cuerpo según viera la oportunidad: ojos, oídos y las caras interiores de las articulaciones serían los objetivos del repoblador.

Noel oyó a la flecha estrellarse contra las dagas, por lo que se preguntó si iría a poseer una de ellas y por tanto no soltó el escudo. No obstante cuando vio que no se elevaba nada, no le costó demasiado bajarar la posibilidad de que Tap emplearía otro de aquellos dardos diminutos y alzó el escudo delante de su cara en prevención. El que hubiese elegido su oído como objetivo fue casi una suerte por el hecho de que lo oyó venir con el tiempo de cubrirse la oreja con el escudo que ya tenía alzado y procurar dar un golpe con él para mandarlo volando todo lo que pudiera.

En ese momento tomó la decisión de que si el poltergeist quería dedicarse a usar aquella arma contra la que poco podía hacer, él se dedicaría entonces a otras cosas mientras, aunque por desgracia para su primera maniobra necesitaba soltar la red, lo cual ya había empezado a hacer apresuradamente. No perdió el tiempo y alzó el vuelo en una dirección para poco después cambiar bruscamente la misma y aumentar su velocidad, por si el poltergeist lo había comenzado a perseguir. A continuación volaría a ras de suelo para recoger el tridente, ya que el objetivo de volar realmente había sido mantenerse en movimiento de forma que al repoblador no le fuese posible hostigarlo y tratar de poner distancia. En pleno vuelo, enganchó las puntas del arma en el asa del escudo, encajándolas lo mejor que pudiera. Aterrizaría inmediatamente después junto al arsenal del poltergeist y, usando el mango del tridente para manejarlo, "barrería" el montón de flechas todo lo lejos que pudiese para desperdigar los proyectiles y dificultarle encontrar los dichosos dardos.

Una vez hecho eso, su objetivo sería atender a lo que hiciese Tap y actuar en consecuencia, seguramente volviendo a volar para recoger un arma distinta.

Mientras tanto en las gradas un vampiro se debatía sobre a cuál de los dos contrincantes apoyar. No por lo bien o mal que lo estuvieran haciendo, sino porque no terminaba de decidir cuál de ellos le caía peor.

Sinceramente no quería animar a ninguno, pero llevaba demasiado tiempo sin hacer algo que no fuera esperar o combatir y la oportunidad de molestar a Tap y devolverle parte de lo que le hacía este fue muy tentadora… hasta que ví a quién tendría que animar para ello.
“Venga ya… no puedo tener tan mala suerte”
Durante un buen rato no supe que hacer, hasta que finalmente me decidí. No me fiaba de Noel, pero para ser justos aun no sabía si me caía bien o mal como persona. En cambio que Tap me hacía la vida imposible era una certeza incuestionable.

-¡VAMOS NOEL, hazlo chillar! ¡Y me da igual que no se pueda, invéntate un modo!

Sin darme cuanta había acabado poniéndome de pie. Incluso yo me sorprendía de los ánimos a los que podía llegar cuando molestaba a mi compañero de planta.

El dardo se rompió al chocar contra el escudo y Tap tuvo que hacer acopio de voluntad para permanecer en uno de los fragmentos y no caerse. En un movimiento rápido, lo hizo virar y lo clavó en los pantalones de Noel. Mientras el draco volara, el poltergeist permanecería ahí clavado. Al mismo tiempo que Noel aterrizaba y la tomaba con sus proyectiles, Tap se desclavó del pantalón para dar un giro rápido y meterse en el interior de la herida que le había causado antes con la flecha.

Una vez estuvo dentro de toda esa amalgama de rojo carne y vísceras de gigante, se aseguró de clavar el fragmento de dardo lo más hondo que pudo.

Tras eso, abandonaría el dardo y volvería al exterior para buscar su alabarda. Llegar a ella le costaría una carrera, pero en cuanto lo hiciera, la movería hasta la zona donde quedaba la red de Noel y engancharía esta con el filo. El poltergeist tenía intención de utilizarla contra su propio dueño. Sin poseerla en absoluto.

Mientras desmontaba el escudo y el tridente, notó que la herida de la pierna le dolía más de pronto. No supo por qué, pero tampoco le dio más importancia, simplemente tendría que soportarlo hasta el final del combate, que ademas ya no faltaba tanto del mismo.
Al ver a Tap enganchando su red con la alabarda, Noel decidió al momento que en ese caso utilizaría su misma estrategia: recogió el martillo que había llevado Tap, ya que se encontraba cerca del arsenal y se lanzó volando hacia la posición con el tridente por delante.

Lo que haría sería, ya que el poltergeist se había "metido" solo en la red, atrapar la alabarda con el tridente, dejándolo caer de forma descendente sobre el ástil del arma, mientras que con el martillo trataría de abollar la punta de la alabarda. Al repoblador le costaría más manejar la red de aquella forma de lo que lo era por el método convencional.
Si Tap se cambiaba al martillo, al notar el más mínimo tirón confiaba en tener fuerza suficiente para lanzarlo, o al menos soltarlo, antes de que lo usase contra él.

En cuanto vio a Noel coger su martillo, Tap frunció el ceño. O lo habría hecho de tener ceño. Imaginó que lo usaría contra él —no veía al draco con síndrome de Diógenes—, por lo que en cuanto vio caer el tridente sobre él, Tap saltó al martillo e hizo acopio de toda su fuerza para oponer resistencia y frenar el golpe de Noel. El tridente no le sería muy útil a tan corta distancia y el repoblador dudaba que el draco quisiera un martillo rebelde entre las manos. El poltergeist cambió la dirección en la que aplicaba la fuerza para apuntar directamente al pecho de Noel y evitar que este lo lanzara lejos. De limitarse a soltarlo, Tap se aseguraría de que recibiera un buen mamporro en el esternón.

Se había olvidado de momento de la red, que seguía enganchada a la alabarda.