Fase 3, Ronda 2: Noel vs Pablo

En el tiempo en el que el hacha tardó en llegar y Pablo volvía a conjurar, Noel había seguido hostigando al vampiro con sus plumas, minando sus nuevas defensas. Recuperó su hacha justo cuando llegó la barrera de inercia, que teniendo en cuenta que el vampiro también estaba cayendo con él no le preocupaba demasiado. Para cuando llegó el hechizo de impacto y rompió sus defensas, el draco ya había comenzado a conjurar otras nuevas.

Al aproximarse al suelo utilizó la cola para frenar la caída, aunque se le carcomieron las defensas, además de mantener las alas abiertas para no desequilibrarse. El tiempo en el que el vampiro puso fin a la barrera de inercia y se le acercó con el sable, lo empleó el draco en conjurar. Volvió a elegir el escudo como objetivo, pero esta vez realizó un hechizo de petrificación sobre él, para que el repetino peso lo tirase al suelo. Lo que haría a continuación, de poder, a parte de ayudarse de las plumas de la cola para desgastar sus defensas, colocando la misma directamente sobre Pablo, sería pisar el sable por la hoja, pateándolo primero en caso de que se encontrase con el filo hacia arriba para tumbarlo, y descargar un hachazo a su espalda para romper de nuevo sus barreras.

Efectivamente el peso repentino resultado de que había petrificado mi escudo provocó que perdiera el equilibrio, pero no llegué a terminar en el suelo. Decidí sacrificar el escudo y soltarlo mientras frenaba y retrocedía.
El hecho de que la barrera de inercia siguiera activa dificultaba mis movimientos, y si bien me tambaleé torpemente por un momento no llegué a caerme.
Pasé de nuevo al ataque, esta vez por su izquierda, lado donde no tenía el hacha, y lancé un tajo hacia su hombro. Al mismo tiempo usé la mano libre para conjurar un hechizo de restauración hacia la mano que sujetaba el hacha. Este haría que huesos y músculos crecieran en direcciones al azar, y deberían volver la mano inutilizable. Noel no había tenido apenas tiempo para conjurar protecciones en la caída, así que esperaba que no le hubiera dado tiempo a incluir la magia curativa en la lista de bloqueos.

Al ver que Pablo no caía, Noel había colgado el hacha y había pasado a reconstruír sus defensas. Quiso respaldarlas pero no le dio tiempo al ver llegar el tajo de Pablo, para el cual interpuso su ala por si acaso, disparando plumas a bocajarro a lo largo de la hoja para que mellase sus defensas lo menos posible. Al mismo tiempo el vampiro se encontraba conjurando algo, pero en combate directo no se iba a dejar ganar. Al tiempo que se cubría, había dado un latigazo con la cola entre los pies del vampiro, desestabilizándolo y al momento lanzó su cuerpo hacia delante con los brazos extendidos y agarró a Pablo de los costados, derribándolo bajo él y atrapando sus piernas con las suyas propias, a cada lado de las mismas. Desde esa posición dejaría que su ala lidiase con el sable mientras le disparaba plumas para minar sus defensas, ya que estando directamente sobre él la inercia no sería un problema. El hechizo de Pablo, uno curativo tal y como ya sabía, le había producido una dolorosa hinchazón en la mano izquierda y la notaba un tanto embotada, por lo que prefirió no hacer movimientos innecesarios con ella.

Al mismo tiempo, le sujetaría la mano libre agarrándola de la muñeca con su garra izquierda mientras que con la diestra sacaría el hacha, manejándola con toda la soltura que su hinchazón le permitiese. Una vez hubiese roto sus defensas, ayudándose de las plumas y el hacha, le clavaría el arma en un hombro antes de levantarse y alejarse. Sus defensas seguramente también resultarían dañadas, puede que incluso rotas, pero debería darle tiempo a desgastar primero las del español debido a que disponía de más ataques simultáneos y se cubriría con el ala para bloquear el sable en caso de que rompiesen antes de tiempo. Mientras el vampiro lidiase con la herida, él trataría de salir de la barrera de inercia y reconstruiría sus defensas por el camino.

¿Qué es peor que no saber lo que va a hacer tu oponente? Respuesta fácil: Saberlo y aun así no poder impedirlo. Eso fue más o menos lo que se pasó por mi cabeza cuando recibí el coletazo en las piernas.

Por otro lado el abrazo sí que me pilló totalmente de sorpresa. Uno no se espera “muestras de afecto” en un combate, y menos en el caso particular de nosotros dos. No tenía posibilidad de escapar de aquella situación, de modo que me vi obligado a hacerme polvo una vez más para liberarme, algo que logré más o menos a la par que mis defensas caían una vez más.
Me recompuse a cierta distancia, aprovechando que por efecto de la barrera de inercia levantarse le llevaría más tiempo al draco. Ya que en combate físico no paraba de perder tendría que probar con el mágico. Necesitaba un hechizo rápido y potente, aprovechando que sus protecciones mágicas eran las que tenía desde el comienzo, de modo que opté por uno que no se espera qie sepa un vampiro novato: un lanzazo mágico. Mi siguiente acción tras dispararlo fue levantar las protecciones caídas, y si veía que tenía tiempo las reforzaría.

Durante el transcurso de mis últimas acciones tuve que resistir con todas mis fuerzas el impulso a cargar y tirarme al cuello buscando sangre. Era ya la cuarta vez que me descomponía, y de hecho jamás lo había hecho más de cinco veces seguidas antes. Confiaba en no tener que descubrir qué sucedería si lo hacía. En cualquier caso ya sabía que de hacerlo de nuevo la velocidad a la que me recompondría sería muy inferior a las anteriores.

Noel ya se esperaba aquel movimiento, pero tampoco le perjudicaba que se hubiese convertido en polvo una vez más, ya que sabía perfectamente por Jack las consecuencias que ello tenía en un chupasangres. Se apoyó en la mano buena y usó la cola como ayuda para levantarse y, mientras el vampiro se recomponía y empezaba a conjurar, él aprovechó el tiempo para hacer lo propio. La mano le molestaba, pero por suerte podía moverla. Para cuando el vampiro soltó el lanzazo, este se topó con un hechizo de dispersión que el draco había aprovechado para además llevarse la barrera de inercia por delante por fin. Si no hubiera sido por esta última probablemente no se habría decantado por algo tan costoso, pero estaba seguro de que le compensaba teniendo en cuenta que no faltaba demasiado de combate.

Inmediatamente comenzó a hostigarlo con las plumas mientras echaba a volar para colocarse justo sobre él. Lo siguiente que haría sería reciclar algo que ya había empleado en la primera fase: cuando lo tuviese a tiro se dejaría caer mientras se lanzaba un hechizo de petrificación sobre sí mismo con una duración de unos cinco segundos. Pretendía dejarse caer de ese modo sobre él y romper de golpe con sus defensas recién conjuradas. Sino de todas formas estaría protegido de cualquier ataque durante ese tiempo.

¿Pasmado? ¿Es así como te quedas cuando ves un hechizo que no conoces de nada, no solo deshacer el hechizo más poderoso que conoces, sino también la barrera de inercia que hasta ahora impedía que te acribillaran a plumazos? Seguramente. Desde luego así fue como me quedé yo.

No pude hacer mucho más aparte de esquivar como pude las plumas mientras alzaba el vuelo, y aun así me alcanzaron unas cuantas, que por suerte repelieron mis defensas nuevas, pero eso era precisamente lo que buscaba mi oponente, así que no lo consideraría una buena noticia. Quizás por el hecho de que no tenía un plan pude estar más atento en lo que hacía Noel que en lo que hacía yo mismo, y gracias a eso vi venir la “pedrada” que me dedicaba.

La esquivé, pero para ello tuve que tirarme al suelo. Sin embargo al hacer aquello me acababa de dar una oportunidad de responder, y  pensaba aferrarme a ella como a un clavo candente.
Ni me molesté en levantarme, desde el mismo suelo volví a valerme de del hechizo de moldear materia inorgánica, y con él enterré literalmente al draco bajo la arena. A eso lo siguió un térmico dirigido sobre la misma arena que ahora lo aprisionaba.
Si tenía que caer al menos achicharraría al maldito pajarraco antes.

Noel ya no se encontraba petrificado cuando Pablo empezó a cubrirlo de arena, por lo que el draco no se quedó quieto. Movió las alas frenéticamente y y comenzó a disparar plumas desde las alas, los antebrazos y las piernas para reblandecer la arena según se formaba, además de mover frenéticamente las alas para raspar la superficie que le cubría. Tras forcejear y moverse de esta manera, consiguió liberarse mientras la temperatura de la arena comenzaba a subir y sus defensas físicas se habían carcomido con el roce de la arena.

Sin perder el tiempo, se levantó realizando desde la posición de cuclillas una voltereta hacia atrás y, una vez recuperó la verticalidad, comenzó a correr en dirección a Pablo mientras conjuraba. Cuando se encontraba cerca del vampiro, lo recibió con un hechizo de fatiga, devolviéndole la jugada de lanzar un hechizo orgánico que traspasase sus defensas, que esperaba que lo cansase todavía más tras haberse convertido en polvo numerosas veces.

En cuanto el vampiro viese entorpecidos sus movimientos, terminaría de romper sus defensas a base de hachazos y plumas para después clavarle el arma en cualquier sitio y dedicarse lo poco que quedaba de combate a mantener una lucha cuerpo a cuerpo contra él: directos, ganchos, rodillazos, patadas al muslo... * Mientras se defendía con las alas o el antebrazo derecho del sable.


*Se trata simplemente de ejemplos, para explicar a qué me refiero exactamente con mantener el combate cuerpo a cuerpo.

Había puesto fin a los hechizos en cuanto vi que se liberaba. Supuse que intentaría arrastrar el combate a cuerpo a cuerpo de nuevo, y yo no estaba dispuesto a ser vapuleado una tercera vez, así que usé el tiempo hasta que se me lanzó encima para hacerme intangible. No pude detener su hechizo, pero ya no necesitaría hacer mucho esfuerzo físico. 
El resto del combate acabó convirtiéndose en un intercambio de bazas mágicas. Mi energía en ese campo también comenzaba a escasear, de modo que me centré más en evadir, y mis ofensivas fueron con hechizos de nivel bajo principalmente. Aun así, la combinación entre el gato mágico y físico, unida al hechizo de fatiga y a las transformaciones en polvo me habían dejado con un nivel de agotamiento bastante alto. 

Cuando sonó el gong jadeaba bastante, por no decir que parte de mí quería quedarse en coma allí mismo, y tras cumplir con las formalidades mínimas salí disparado hacia las gradas a asaltar el puesto con sangre más cercano. Naturalmente pagaría por la sangre que consumiera, pero el susto de ver a un vampiro medio loco buscando sangre se lo llevaría el desafortunado dueño.