Calles

Aturdida, hubo un momento en el que todo ocurría de fondo para ella. Cuando Kiki le pidió que no hablara, la cercana no tuvo que esforzarse. Bastante le estaba costando respirar entre la pérdida de sangre y el pánico que sentía a lo que ella creía que era una muerte inminente e irreparable. De forma egoísta, pensaba que ojalá Iemai se hubiese muerto después, para haberse ahorrado Ulmara la angustia extra que sentía en ese instante, contra el suelo, llorando de antemano dos muertes, casi tres. Nori por desgracia… No podía pensar en él sin que el dolor por Iemai eclipsara lo que le había ocurrido al nublino.

No supo cuánto tiempo pasó hasta que escuchó a Nery’s llorando y diciéndoles que estaban vivas. Una risa sarcástica se tradujo en un golpe de tos hiriente para la cercana, segura de que le quedaba poco tiempo en ese estado. Después llegó Rua y su mención al amuleto le hizo llorar de pronto. Se había olvidado del dichoso papel y aquello solo empeoró cómo se sentía. Con la espalda abierta de tal manera, la esperanza era un arma de doble filo. Aun más teniendo en cuenta que Rua podría estar arriesgándose para curarla.

La herida dejaría de sangrar en apenas cinco minutos. El dolor se mezclaría con un picor terrible y Ulmara recobraría poco a poco la fuerza, conforme aquel hechizo le ayudara a regenerar la sangre que había perdido. Y aun así no se movería del suelo, sabía que no podía hasta que la magia acabara de hacer la movida de curar, al cabo de casi una hora.

—Gracias… —diría con un hilo de voz, en cuanto se lo permitiera el cuerpo. Era en principio para Rua, pero también al resto de los que se quedaron allí, fuera cual fuese el motivo. Por saber que no estaba sola.

La adrenalina se agotaba con la llegada de la calma, una amarga y llena de angustia y dolor permeada además por la amenaza siempre vigente de la ciudad. Quieta, inamovible, observándoles cada día.

Estaba quieto mientras todo ocurría intentando no empeorar sus heridas, tenía el labio reventado y el dolor en el brazo del manotazo empezaba a hacerse cada vez más notorio.


Las palabras del resto se arremolinaban confusas en su cabeza junto, entendía que decían pero si se paraba a pensar las nauseas aumentaban. Intentaba mantener la mente en blanco todo lo posible pues empezaba a sentir el agua cubrirle las rodillas y el olor del mal repleto de algas invadiendo su nariz. Estaba a punto de romperse aún más en todo aquel caos y su mano acabó por ceder e irse coger sus medicinas.

De repente las palabras de Kiki se colaron como un martillazo. Alzó la vista confundido y paralizado ante la rudeza de aquello tan solo para ver cómo le miraba impasible procediendo a una explicación con todo lo que acababa de pasar. Era como un jarro de agua fría, una vuelta a la realidad potenciada porque ella estuviese hablándole aún más al ver como aquella caricia se no llegaba a su cara. En ese momento poco le importaba la sangre.

Apretó con fuerza la medicina, en conflicto sobre si usarlas o no pues al hacerlo volvería a quedarse como un muñeco inútil al igual que con el camaleón, y finalmente tras estar escuchando  como hablaban de curarle o levitarle sacó la mano del bolsillo le pasó el brazo por encima a Kiki empezando a hablar.

—Es solo un pinchazo si respiro muy fuerte. Ayúdame a levantarme y podré caminar. —Hablaba en tono firme tras secarse las lágrimas, intentando recomponerse y alejar las dudas y las penas.

—Necesitamos guardar magia por si acaso —dijo para todos. —Ya me curareis cuando estemos a salvo.

La sueca sintió que respiraba y un cierto alivio, mínimo, pero alivio al final, cuando vio como las lágrimas comenzaba a salir de los de Ulmara. El amuleto estaba funcionando, bendito fuese el condenado papel aquel. Ahora el problema estaba en que mientras la curación ocurriera no podría moverla de allí o las heridas se abrirían y sería un contante de heridas abiertas y el amuleto curándolas. Casi parecía más una tortura que una curación, asi que tendría que esperar a que hiciera un efecto suficiente para que mover a Ulmara no hiciera que sus heridas empeorasen.

- No tienes nada que agradecer, solo céntrate en relajarte lo más que pueda para que ese amuleto haga lo que debe- dijo Rua con una débil sonrisa.

<<Realmente quedarnos aquí tanto tiempo va a ser jodido >> pensó mordiéndose el labio inferior, porque la idea de quedarse tanto tiempo ahí en la calle donde cualquiera podría atacarle son le gustaba. Rua se quedó junto a Ulmara y no muy lejos de Nery’s, cuando Kiki que se olvidó de responder a su pregunta se acercó a Sarah. La sueca les siguió con la mirada. Sarah estaba bien, dentro de lo que acaba al menos, aunque su brazo estaba claramente roto. <<Podría curárselo con magia… pero no sé si luego podría cargar el amuleto>> pensó frustrada sintiendo que su mente quería trabajar mucho más rápido que ella. Necesitaban priorizar por cruel que sonara el dejar a alguno de sus compañeros sufriendo de sus heridas mientras tanto.

Había priorizado sin pensar la salud de Ulmara, viéndola allí herida y muriendo frente a ella, sobre la promesa de sanar a Jara, la cual ni siquiera sabía si aun resistía…pero le había hecho una promesa a Nori de intentar curarla y había sido la última promesa que le había podido hacer al nublino. Rua no era creyente, pero al menos le debía eso, porque al final el había acabado envuelto en toda esa situación, muriendo en el proceso. Su mente no quiso pensar en cómo Nori había sido usado prácticamente de escudo por la cercana, no quería pensar en ello.

Los ojos de Rua aun picaban bajo las gafas de sol, donde debían verse horribles, cuando su mirada se poso en el cuerpo de Iemai. Sintió una arcada y la bilis en la garganta, no tenía nada en el estómago, pero se lo trago con esfuerzo. Iemai estaba rota, fría y sin vida. Ya lo sabía cuándo intento correr, ya lo había asumido, pero no dejaba de ser algo difícil de procesar y digerir. Ni siquiera sabía cómo seguía manteniéndose entera, sin echarse a un lado, abrazarse las piernas y echarse a llorar. Había visto muertes el día que llegaron allá, había visto la muerte de Niva, la de Nori…y aunque todas eran personas y todas tenían valor. Con Iemai había convivido por todo ese tiempo.

Lo único que impedía realmente que Rua se dejase llevar por la situación, era la conciencia de que ahora sus amigos, e incluso los macieleros la necesitaban. Y era tan irónico, pues el tener la responsabilidad de ser una de las que los curaba, de alguna forma la había irritado y frustrado meses atrás. Y ahora ese volvía en el motor que la mantenía despierta y con la mente clara, sin volverse una cría que lo único que quería era aovillarse, llorar y mandar a la mierda a esa maldita ciudad.

Rua miró a KiKi cuando esta se acercó respondiendo sus palabras con duda, mientras miraba a Nerys’, el cual estaba claramente hecho polvo, ninguna herida aprecia mortal a simple vista, peor que estaba golpeado por todas partes era un hecho. A Rua le preocupaba sobretodo que parecía tener algunas costillas rotas y el golpe en la cabeza.

-No puedes moverte aun - dijo Rua firmemente, frunciendo el ceño ante las palabras de Nerys’s de querer moverse y hacer de menos sus heridas- Hay que esperar a que Ulmara sane lo suficiente para tan siquiera poder moverla o sus heridas seguirían abriéndose, así que ni te atrevas a separar tu trasero del suelo. Te has golpeado la cabeza tambien, no es para tomárselo a broma. sique ahora mismo no te hagas el fuerte– añadió Rua finalmente intentando centrarse, suspiro, levantando para desgarrar el bajo de su amplia y larga camiseta que prácticamente usaba casi de vestido hasta casi las rodillas que llevaba ese día, y empezó a cortarla en dos tiras con su daga hasta que la camiseta le queda casi al borde del pantalón sin exponer su piel. Extendiéndole uno de los todos de tela camiseta a Kiki y tomando la otra- Toma, con esto podrás hacer algo de presión en sus costillas, porque es un terco y va a intentar moverse de seguro – añadió tomando el resto de tela restante, menos amplia y mirando a Sarah.

- Ven Sarah, vamos a intentar poner tu brazo en cabestrillo o algo mientras tanto, ya que tendremos que esperar un rato antes de ponernos en marcha. Te dejare mi daga mientras tanto, yo me quedare la ballesta que se cargarla mas rapido- añadió pensando que no sería difícil encontrar algún trozo de madera que usar para aguantarle el brazo, aunque a unas malas podría usar algunos de los virotes de su propia ballesta que era fuertes y resistente, si les quitaba el borde punzante. Miro al resto, humedeciéndose los labios para intenta rabal lo más serena y confiada que pudo-Intentare no hacer magia por el momento, así que habrá que hacer vigía mientras, asi que Kiki si puedes cuando termines de hacer algo con Nery’s, toma su escudo y mantenlo cerca de ustedes, aunque sea apoyado en el suelo mientras Sarah y yo vigilamos. Si veo que al final es necesario hare un campo de fuerza, pero habría que apretarse un poco, tenedlo en cuenta. Ya....ya luego veremos que hacemos con Nori y Iemai. - indico Rua organizando un poco la cosa para sentirse ella un mínimo más segura y confiada mientras esperaban, porque era lo único que podían hacer. Ir hacia Maciel para avisar que pasaba era peligrosos, solo, Sarah estaba herida, Kiki no tenía mucha resistencia y no sabía protegerse y ella era la uncía con magia allí. Separarse no era muy juiciosos en esos momentos, asique solo quedaba cruzar dedos de tener un poco de calma mientras los minutos pasara y el amuleto hacia su labor.

Poco a poco, el frio abandonó los pies y las manos de Ulmara. Había perdido mucha sangre, pero el papel ya estaba trabajando en eso. Ulmara dejó pasar el tiempo en absoluto silencio, sin pasar por alto, ahora que estaba más despierta, todo lo que se decía a su alrededor. Sin embargo, seguía incapaz de procesar todo lo que había ocurrido. Era demasiado, simplemente. En  ¿diez minutos?  Lasca tuvo tiempo de matar a la ulterana, a Nori con ayuda de Iemai, a Iemai sin ayuda de nadie, casi matar a Sarah, a Nery's, a Pefka o a ella misma y, para más inri, Lasca también tuvo tiempo de que le mataran a él. Habían descubierto un secreto oscuro sobre el pasado de la cercana y la habían perdido antes de que pudiera dar explicaciones. La habían visto utilizar a Nori como escudo y, aun así, a Ulmara solo le nacía llorar por ella o ignorarlo todo.

—Rua, ¿me ayudas a levantarme? —le pidió a la humana en cuanto sus heridas estuvieron lo suficientemente bien como para caminar.

Porque eso era lo que había que hacer ahora, ¿no? Caminar, encadenar un paso con otro hacia un futuro incierto y un puñado de conversaciones que la cercana deseaba no tener nunca. Asimismo, tampoco deseó ver de nuevo el cuerpo destrozado de Iemai, porque aquella carcasa rota no era ella, ella era otra cosa más inabarcable. En ¿Maciel? ¿Sendar? la esperaban los vivos y el alivio doloroso de descubrirse parte de ellos.

—¿Ulmara aún no puede? —Contestó confuso a Rua dirigiendo la mirada hacia la cercana. No parecía demasiado consciente aún de sus alrededores. Aquella "revelación" pareció suficiente para mantenerlo en el suelo más que otra cosa.

«¿Cuan profundo le ha hecho la herida ese imbécil?»

Se acomodó como pudo para sentarse, en movimientos lentos y temblando por todo el dolor y la debilidad que sentía. Sentía el mar de frivo cubriéndole ya hasta la cadera en esa posición pero se negaba a mirar hacia abajo y dejar que sus miedos tomaran control de él.

Se aferró a los vivos. A las que estaban allí en ese momento con él, los que habían conseguido huir y por supuesto a la extraña humana que intentaba consolarle y distraerle a su manera, con sus suaves golpes y comentarios tontos. Cadenas que lo envolvían y mantenían estable anclándole a la realidad.

No le contesto a lo de los chistes, tan solo le salió una sonrisa amarga mientras se dejaba hacer. Era un sentimiento extraño, por fin parecía que Kikki había vuelto en sí tras esos meses alejada y eso le alegraba enormemente pero toda aquella situación impedía que esa alegría llegara a calar en él.

Esperó mirando al ir y venir de sus compañeras a que volviera Kikki.

—Al menos me hubiera gustado llevarles al mar —contestó a Sarah cuando esta mencionó que no se podían mover los cuerpos. Pero era tan solo un lamento, no una queja ni una proposición. Estando como estaban era simplemente una locura tan siquiera intentarlo.


La cercanía de Kikki era una bendición para la mente del frivy, dejándose arrastrar por sus palabras y su contacto.

La rodeó con el brazo cuando ella posó la cabeza sobre él y comenzó a acariciarla con mimo, intentando cubrir las partes con menos ropa para alejarla del frío, y si no fuera porque acababa de vomitar la besaría en la frente.

—Nieve, necesitamos un baño —logró articular —Esta vez nada de escaparse.



El tiempo pasó con todas en alerta, esperado a que su compañera reaccionase, hasta que por fin pareció que podía caminar.

Levantándose por fin con ayuda se forzó a echar un último vistazo atrás, a aquel desastre que se les había echado encima sin que pudieran hacer nada, a los cadáveres de una amiga, un compañero y una torturada que no merecía tal destino.

La culpa pesaba en su corazón más de lo que podía soportar y con un mísero "lo siento" que ya nunca podría alcanzarles dio la espalda a la horrible escena y echó a andar hacia la seguridad de los torreones.

Rua se mantuvo durante ese tiempo pendiente de la calle, conforme el tiempo pasaba a cuentagotas sentía la tensión de que estuvieran allá, visibles desde cualquier punto, sin poder hacer nada más que vigilar que nada se acercarse y pidiendo que así fuera. Teniendo tiempo, demasiado para su gusto para pensar.

Todo había cambiado tan rápido que aún era difícil de aceptar. Habían salido para ir a ayudar a los maceteros con sus heridos, y de un momento a otro los que habían cavado heridos eran ellos. Aquella salida para ayudar a los maceteros había costado más de una vida. Y Rua no podía evitar pensar que habría pasado si no hubieran salido todos a intentar ayudar. Si Iemai se hubiera quedado en el torreón como muchas veces hacía. ¿Habría sido la cosa diferente o al volver se habrían encontrado que la cercana estaba desaparecida…o igualmente muerta? Nunca lo sabrían, que otras opciones habrían tenido y si en alguna de ellas Iemai habría logrado vivir.

El que sus compañeros de alguna forma concluyeran que nada podrían hacer con su cuerpo ahora, no ayudaba demasiado. El dejarla ahí cual despojo, le revolvía las tripas, pero de alguna forma por difícil que fuese, lo entendía. Pensando fríamente lo hacía. Pero no por ello se sentía menos culpable y menos doloroso.

Rua agradeció enormemente cuando Ulmara sano lo suficiente para ponerse en movimiento, porque lo necesitaba. Tener la mente ocupada, sentir que aún tenía un poco de control de la situación y de sí misma. Ya no podía hacer nada por los muertos, pero aún había heridos a los que mantener con vida.

No dudo en ayudar a Ulmara a levantarse, con cuidado, sosteniéndola cuidadosamente de la cintura para ayudarla a incorporarse, manteniéndose cerca de ella por si necesitaba un soporte para caminar. Parecía mejor, pero sabía que con el tiempo que había transcurrido el amuleto aún tenía que hacer efecto por algún tiempo. La cercana aun lo mantenía firme contra su piel asique mientras hiciera eso, el amuleto seguiría funcionando.

-Sostente en mi todo lo que haga falta, iremos a tu ritmo y al de Nerys. No es conveniente moverse muy rápido, podría reabrirse tus heridas y el amuleto tardara más- añadió Rua en un tono firme pero calmado, manteniéndose cerca de Ulmara para servir de apoyo o bastón para caminar y no tuviera que poner todo su cuerpo en su cuerpo, que aunque ya no sangraba estaba aún hecho polvo.

Vio también que Nerys’, ya vendado por Kiki, también se incorporaba. Con algo de ayuda, y viéndolo demacrado y evidentemente adolorido, tal vez de más de una forma, Rua echó a andar, manteniéndose junto a Ulmara. Según sus cálculos, aun debían tardar un poco en llegar a Maciel al ritmo al que iban, esperaba que sus compañeros hubieran llegado sin problemas.

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El trayecto se le hizo un poco lento, pero sin descanso, pero ya estaba lo bastante cerca para ver la parte más alta del torreón sin problemas, el pensamiento de llegar pronto a Maciel era lo que los mantenía en movimiento, al menos a ella. Contra antes estuviera bajo un techo antes Ulmara podría curarse del todo, antes podrían hacer algo por Nery’s, e incluso por aquellos a los que inicialmente había ido a curar cuando abandonaron Sendar aquella mañana.

Rua seguía vigilando alrededor, esperando que nada más los atacase porque la situación ya era lo bastante jodida y critica en esos momentos. La sueca estaba pendiente por ello a cualquier movimiento, a cualquier sonido, no fiándose a esas alturas ni de su maldita sombra.

Por ello cuando escucho pasos que venía hacia ellos, se alteró un poco, tensándose y poniéndose en guardia. Agarro firmemente la ballesta, alzándola mientras se ponía ligeramente delante de Ulmara a la que habida mantenido a sus costados en todo el trayecto. Pero pronto vio quienes eran las dueñas de los pasos, y un suspiro de alivio la recorrió bajando de inmediato la ballesta.

-¡Maila, Qwara! – las llamo, aliviada de ver que ambas parecían estar perfectamente por lo que debían haber llegado sin problemas a Maciel.

Desde Maciel Maila y Qwara avanzaron en silencio y bastante más despacio que a la ida, atentas a cualquier ruido que delatara la presencia de una amenaza o de los sendarios. No hablaron entre ellas, pues se habían dicho lo necesario en el torreón, y enfilaron la ruta más directa hacia el lugar en el que el quebrantahuesos les había emboscado ocultándose bajo las sombras de balcones y cornisas.

La expedición acabó antes de que llegaran a su destino, sin embargo, pues al girar una esquina vieron en la distancia a Rua apuntando en su dirección con la ballesta. La sueca bajó el arma en cuanto las reconoció y las llamó con alivio, el mismo alivio que se reflejaba en la cara de la sudafricana al ver que el resto de sus compañeros estaban tras la albina. Parecían apaleados, tanto física como mentalmente, y las dos ausencias en el grupo eran dolorosas aunque ya estuviera sobre aviso.
—¿Lo habéis perdido? —preguntó con un nudo en la garganta en cuanto se acercaron lo suficiente, ofreciéndose inmediatamente para ayudar a caminar a quien lo necesitara.

La cercana agradeció la ayuda de Rua y se apoyó en ella para levantarse, en cuanto las heridas se lo permitieron. No quiso volver la mirada hacia atrás, le bastó con escuchar a Sarah y Nery's para saber que no merecía la pena. Si algo había aprendido en Rocavarancolia era que Iemai ya no estaba ahí dentro. Daba igual enterrar el cuerpo, lanzarlo al mar o quemarlo. Iemai ya no estaba con ellos y era terrible, pero también lo fue comprobar las heridas del resto, de los vivos. Se sentía especialmente mal por Nery's, por haber caído sobre él después de los golpes que se había llevado. Sin embargo, se sentía tan mal por tantos motivos... Caminó en silencio, lenta y cabizbaja, con gesto dolorido. Las heridas seguían ardiéndole en la espalda, a pesar del poder curativo del papel mágico, y Ulmara sospechaba que de alguna manera jamás se irían de allí. Lasca los había marcado a todos en cuestión de minutos y había sido para siempre.

No supo cual fue el detonante, pero cuando escuchó a Rua nombrar a Qwara y a Maila y las vio frente a ellos, la cercana volvió a llorar por undécima vez en cuestión de una hora. Aquello le provocó varios pinchazos en la espalda y la mantuvo todavía callada, sin fuerzas ni ánimo para decir absolutamente nada.

Quería pensar en Iemai, en lo último que había hecho, en todos los momentos que habían vivido juntos pero simplemente su cabeza estaba demasiado embotada. Avanzaba intentando no retrasar a los demás, paso a paso notando como el dolor de la torcedura iba empeorando y como los murmullos de su pasado amenazaban con lanzarse sobre él en cualquier momento convirtiéndose en gritos de agonía. Se aferraba a la finlandesa quizás más fuerte que nunca, invadido por el miedo de perderla a ella y al resto si se alejaba de la realidad y volvía a ocurrir otra catástrofe aquella mañana.


Si alguien le preguntaba, aquel día el camino a Maciel se le antojaron como mil horas de un viaje sin verdadero final.

Nery´s estaba cubierto de sangre obsidiana y roja de Ulmara mezcladas con las gotas de sudor frío por el esfuerzo y el dolor. Cuando aparecieron por la esquina ni siquiera se planteo o preguntó que estaban haciendo ahí, en el fondo solo esperaba que eso significara llegar a torreón aunque sabía que no era cierto.

Ulmara rompió a llorar y a él se le cortó la respiración, amenazándole de nuevo con el llanto pero su cuerpo no podía permitírselo. Mordiéndose el labio y con las lagrimas cayendo en silencio la única respuesta que recibieron de él fue como negaba con la cabeza.

Tomó una bocanada a costa del dolor y se dispuso a seguir avanzando sin más. Ya llevaban demasiado tiempo a merced de las ruinas. Una eternidad quizás.

Ante la preocupada pregunta de Qwara, Rua solo se mordió inicialmente el labio. ¿Cómo explicar lo ocurrido? Ella más que verlo lo había oído y ni siquiera estaba del todo segura de que había pasado realmente. El llanto de Ulmara, a su lado hizo que posara sus ojos en ella, estaban todos agotados, física y emocionalmente, ya fuese que estuviesen heridos de forma física o no. Rua se sentía como si le hubiesen dado una paliza, a pesar de ser una de las que no había recibido daño alguno.

- Él atacó a Sarah, Nery’s y Ulmara como podéis ver…Ulmara tiene puesto el amuleto ahora mismo, por eso no pudimos movernos antes- explicó Rua con un tono algo cansado pero aun así no dejándolas en las sombras-  Y con Lasca…alguien más apareció y luego se llevó el cuerpo de Lasca a algún lado…no sé qué paso, no llegue a verlo- dijo Rua negando con la cabeza mirándolas a ambas- No creo que tengamos que preocuparnos por el de nuevo, sin embargo…-añadió la sueca, mientras suspiraba no siéndole eso precisamente un alivio en su totalidad. Sabe que ya no los perseguiría aparentemente era algo calmante, pero no de invalidaba todo lo que había pasado antes de que aquello ocurriera. A pesar de sus palabras no cejo en su empeño de que siguieran avanzado hasta Maciel, sin esperar, contra antes esperasen mucho peor.

No hablo de Iemai, ni de Nori, seguramente Qwara ya habría sido informada de lo sucedido por la misma Maila. No tenía sentido explicarlo de nuevo, revivir el angustiante momento otra vez.

- Intuyo llegasteis a Maciel ¿no?...¿Cómo están sus heridos? - pregunto en un murmullo sin dejar de caminar. Para Rua aunque sonara frio hacer eso ¿Qué más podía hacer? Necesitaba centrarse, pensar en ser de alguna utilidad…pensar en los que aun vivian. Cumplir, aunque fuese el ultimo pedido que les había dado Nori, el había arriesgado la vida en buscarles por salvar a sus compañerosy se habia visto envuelto en todo aquello, le debía eso al menos.

Maila y Qwara se despidieron de sus compañeros y de los macieleros. La hawaiana aún tenía lágrimas en los ojos cuando lo hizo. No quería abandonar a Fleur, pero allí estaba a salvo y tenían que encontrar al resto. Las dos chicas avanzaron en silencio atentas a la ciudad y lo que pudiera cruzárseles en el camino. Por su parte ella sentía mucho más miedo que en cualquier otro tipo de expedición, no solo era la duda de si encontrarían a los demás con vida, también era que en aquellos momentos solo estaban ella y la sudafricana por las calles de Rocavarancolia. Y eso siempre podía acabar muy mal.

Sin embargo a medio camino de donde sucedió todo encontraron a los demás y Maila por primera vez desde aquel día sonrió un poco. Se encontraba aliviada y no pudo evitar llorar de alegría, pero aún había que estar alerta. Escuchó con paciencia la explicación de Rua, mientras miraba con ojos nerviosos que todos se encontraban bien y ayudando a quien lo necesitara.

-Espera, ¿Lasca está muerto?- Preguntó con un evidente tono de alivio. ¿Quién podría haber sido capaz de matarlo? Sin duda alguien mucho peor que el propio Lasca.-Eh, si... Llegamos a Maciel.- Empezó a explicarles mientras no dejaban de caminar, la hawaiana se habría parado a abrazarles a todos pero no era un buen sitio para hacerlo.-Allí ya están Fleur, Pefka y Toni... Y seguramente haga falta tu ayuda para los heridos de Maciel, Rua...- Comentó para quedarse un buen rato callada. Aún no había terminado todo aquello, pero sentirse de nuevo dentro de la seguridad del grupo era reconfortante. Las imágenes de Iemai y Nori muriendo volvieron a meterse en su cabeza como un parásito.

<<Iemai...>> Pensó intentando reprimir un sollozo.

Qwara tragó saliva cuando Ulmara se echó a llorar, notando como el nudo que ella misma tenía en la garganta se tensaba, pero se obligó a centrarse en la voz de Rua mientras se ponían en marcha. La sueca les explicó con tono cansado lo que había ocurrido cuando Maila y Fleur perdieron de vista la calle, señalando a los tres heridos antes de informarles del destino de Lasca.
—¿Estás segura de eso? —preguntó con voz fría después de la afirmación de la humana, apretando los dientes inconscientemente. No es que no la creyera, pero ella misma había dicho que no había visto con claridad lo ocurrido y le preocupaba que aquel malnacido fuera a salir indemne de todo aquello.

Aunque nadie mencionara a Iemai y a Nori directamente lo que había sucedido con ellos les pesaba a todos y no hacía fácil aquella conversación, así que continuaron caminando sin detenerse. No estaban en condiciones de enfrentarse a ninguna alimaña, no con tantos heridos, así que era de vital importancia alcanzar Maciel cuanto antes.

La hawaiana respondió a la última pregunta de la albina con eficiencia, pero no ahondó mucho en el estado de los macieleros heridos.
—Keskit nos recibió en la puerta, pero las otras dos dormían y Jara es la que peor está con diferencia… —añadió tras la morena, aportando algo más de luz a aquel tema—. Seguramente Fleur esté atendiéndolas, pero sin el amuleto no está claro que la pequeña sobreviva. —auguró con tono sombrío.

Ulmara se secó las lágrimas varias veces con la manga sucia de su brazo libre, tiznándose la cara en el proceso sin darse cuenta. A pesar de que Rua la estaba ayudando a moverse sentía una pesadez extrema sobre sí misma, como si un gigante invisible intentara espachurrarla con una mano del tamaño de un edificio. La conversación sobre Lasca se le hizo terriblemente incómoda y trajo retales de lo ocurrido de nuevo a su mente, lo que no ayudaba a que cesase el llanto del todo.

Cuando fue poco más que un sollozo, Ulmara se dio cuenta de que se sentía contrariada por el hecho de que el quebrantahuesos hubiera muerto. Una parte de ella quería quemarlo vivo, o partir uno por uno todos los huesos de su cuerpo y le enfadaba que le hubiesen quitado esa posibiliad. Sin embargo, en el fondo no era más que una rabia inconmensurable dentro de una adolescente que jamás se atrevería a llevar a cabo algo así.

Esa rabia que sentía, esa ira desbocada que se abría paso por ella, sirvió también para iniciar un largo proceso de aceptación de lo ocurrido. Probablemente acabaría diluyéndose tras otro llanto, pero en aquel instante parecía que los ojos se le pegaban a los párpados por la sequedad.

Inmersa en sus pensamientos y débil como se sentía, continuó caminando con expresión ausente junto al resto de sus compañeros.