Calles

Amigos, una de las últimas palabras que había dicho Iemai era amigos.

Toni quería ser indiferente ante la muerte de una persona que lo había engañado de una forma tan clara. Recordó la conversación en la que Nerys parecía tener más información y, ella, Iemai, se mantuvo en silencio. Tiempo después entendió que Nerys no sabía más de lo que les había contado, pese a lo que pareció al principio, pero ella sí tenía más información y se mantuvo callada.
Toni quería permanecer indiferente ante la muerte de Iemai, pero pese al cabreo, le dolió profundamente los golpes. Ver al cuerpo sin vida recibiendo porrazos como una muñeca de trapo le rompió algo. Escuchó el click y un nudo en la garganta le impidió hablar. El cabreo hacia Iemai aumentó. había muerto y ahora no podía gritarle y pedirle explicaciones, estaba muerta.

Sarah permanecía en el suelo, el almeriense pensó que la había perdido también. Solo pensó en que todo morirían. No había salida. Y si él no salía de allí moriría en unos segundos. Se acarició el moratón que tenía en la cadera, debajo de la bolsa donde llevaba la comida. La movió y la puse en el estómago. Cogió a Pefka por los brazos e hizo que estos le rodeasen el cuello, dejando que el cuerpo maltrecho recayese sobre su espalda. Anduvo rápido, primero, para calibrar el peso y empezó a trotar  en cuanto lo hizo. Sabía que haciendo eso sus posibilidades de sobrevivir disminuían considerablemente, pero solo con la idea de perder a todos sus amigos hizo que rompiese en llanto. Le daba pavor la soledad.

Las lágrimas le impidieron ver momentáneamente.

Se tropezó.

Su cabeza rebotó contra el suelo haciendo que su rostro recibiera dos golpes, mucho había tardado.

Parte de la comida de su bolsa se desparramó por el suelo y por un segundo le pareció que perdería la conciencia. En ese instante el rostro de Iemai sin vida lleno todos sus pensamientos dándole la lucidez que necesitaba para huir.

Volvió a ponerse en pie, se secó las lágrimas, arrastrando la sangre que le recorría por la comisura de los labios, cogió a Pefka ignorando la comida desparramada y volvió a correr en dirección a Maciel.
No tenía fuerzas para pensar en Nerys y Ulmara, ni donde estaban Qwara y Maila, tampoco en Rua y su disputa con Kiki.
Todavía escuchaba el grito de Fleur en sus oídos, le parecía que también le sangraban.

Toni no sería consciente hasta que llegase a Maciel que no había respirado desde que decidió recoger a Pefka, en ese momento, dio una gran bocanada de aire y nunca más.

Y sin previo aviso todo ocurrió muy deprisa. Lasca empezó a actuar y Maila sintió miedo como nunca antes lo había sentido en la ciudad. No sabía dónde estaban todos, algunos de sus compañeros los había perdido de vista y otros no podía dejar de mirarlos. Nery´s, Pefka, Sarah siendo golpeados por aquel monstruo. Podía sentir los tirones de la francesa muerta de miedo igual que ella, pero en aquel momento se sentía incapaz de largarse. Quería hacerlo con todas sus fuerzas, pero ver a sus compañeros en el suelo le impedía irse. Cuando unos segundos después decidió hacerlo hubo algo que la volvió a congelar. Iemai había puesto a Nori en medio...

La hawaiana no tardó mucho en darse cuenta de lo que aquello significaba, Lasca se había saltado las reglas y aquel monstruo lo sabía. Había matado a un cosechado. Cuando lanzó a la cercana contra aquel muro invisible Maila gritó a pesar de lo que había visto instantes antes. Y solo pudo ver con plena impotencia como aquel monstruo golpeaba sin parar a Iemai, quería ayudar pero no podía. Sus piernas la anclaban al suelo que pisaba, se sentía sucia por no ayudar pero es que Rocavarancolia era así. Sucia, desagradable e injusta. Y era Lasca quien les estaba enseñando esa lección. <<Está muerta. Está muerta. Está muerta.>> Repetía su cabeza sin parar.

Solo cuando Lasca emprendió el vuelo Maila apartó la vista del cadáver de Iemai. Y con los ojos anegados en lágrimas y con fuertes sollozos asintió a Rua y agarró fuerte a Fleur. de la mano antes salir huyendo. Sabía lo que venía ahora. Ese asesino iba a por ellos porque sabía que ya estaba muerto.<<Quiere llevarse a tantos de nosotros como pueda>> Pensó mientras corría con todas sus fuerzas siguiendo a la sueca hacía el callejón. Nunca se perdonaría dejar allí el cuerpo de su amiga. Pero no tenían otra alternativa más que la muerte.

Fleur quería huir pero ahora era Maila la que parecía paralizada por los acontecimientos. Debido a ello estuvo obligada a mirar de nuevo hacia sus amigos, y lo vio, casi todo.

Cuando la mirada de la francesa se encontró con el espectáculo Nori ya estaba cayendo al suelo en un charco de sangre. Aquella no era la primera vez que gritaba completamente superada por el pánico. ¿Qué había pasado?. Su atención se había desviado unos segundos y el nublino parecía irremediablemente muerto.

La siguiente fue Iemai. Quiso escuchar sus últimas palabras dirigidas hacia ese monstruo, pero estaba demasiado lejos. Habían pasado tantos meses juntos y a salvo que en la mente de la joven no cabía un final así, uno en el que la cercana no estuviera junto a todos. Sin embargo allí estaba, siendo golpeada una y otra vez.
—Basta... —el rostro de Fleur era une mueca compungida de dolor, tristeza y rabia. Cada sacudida provocaba olas en ella tan diferentes que se sentía abrumada— basta... por favor... ya se ha ido —pronunciar aquellas palabras para sí misma era lo suficientemente desgarrador como para no evitar llorar todo el tiempo.

Le habría gustado verle el rostro a Iemai una última vez y que las cosas hubieran sido de otro modo pero Lasca alzó el vuelo y todos echaron a correr. La última visión que tuvo Fleur fue la de Toni golpeándose la cabeza contra el suelo. Después siguió a Maila y a Rúa por unos callejones cualquiera. No sabía si tendría que continuar despidiéndose. Pero necesitaba vivir. Lo necesitaba más que nunca, y no por una fuerte corriente de esperanza, si no por lo que llevaba huyendo toda su vida. El miedo.

Apenas hubo tiempo de correr, pero el tiempo en general parecía haber perdido la consistencia y fluctuaba de tal forma que parecía que llevaran años en aquella calle. Años cortos, diminutos, en los que tan solo habían tenido lugar el horror, la pena o el dolor; todo apegotonado en pequeñas pero interminables dosis. Ulmara tenía fe en que, de alguna manera, aquel estúpido sprint al final de todo valiera por su vida, pero como toda la fe que había profesado salió mal. No fue consciente del viaje de Lasca hasta que lo tuvo encima, tras ella, y escuchó el golpe de Nery's contra el suelo. Sintió las corrientes de aire colándose por su ropa debido al movimiento de las alas del quebrantahuesos y lo siguiente fue un dolor lacerante tan intenso como jamás había sentido nada. La cercana dejó escapar un grito a la vez que su carrera frenaba al completo por un tirón de ropa que apenas notó.

<<Ya está, eso es todo>> pensó, completamente aterrada.

Obviamente, no opuso resistencia cuando Lasca la lanzó contra el frivy y el golpe no le hizo más daño que el que todavía se abría paso por su espalda como un incendio contenido en cinco heridas rabiosas. Sangraba profusamente, temblaba de forma incontrolable y le costó la vida arrastrarse hacia un lado para librar a Nery's de todo su peso y de una escena que, en otro momento, podría haber sido incómoda y no una conmoción. Ulmara respiraba con dificultad, pero no sabía decir si era por el ramalazo de dolor cada vez que se hinchaba su pecho, por la ansiedad o porque eso era lo que pasaba cuando uno se moría.

Estaba en shock, tanto que todo lo que pasó mientras ella sufría aquel dolor le pareció irreal, extraplanar incluso. ¿Cómo iba a haber bajado de verdad un señor del cielo para matar a Lasca y llevárselo? ¿Qué sentido tenía aquello? Segura del destino que la esperaba, simplemente lloró y permaneció tumbada bocabajo, contemplando el chorreo de su propia sangre.

No hubo tiempo para pensar. Tan solo un instante corriendo diluido en aquel esfuerzo por ignorarlo todo, tratando de alcanzar una pequeña esperanza que súbitamente se alejó de él.

No procesó que pasó hasta que chocó por segunda vez con el suelo, por qué Kiki se había separado de su visión.

Esta vez no rodó y toda la fuerza no repartida hizo estragos de los pies a la cabeza, provocándole contusiones, desgarros de la piel y la ropa y una ligera conmoción junto a un crujido en sus que no auguraba nada bueno. Se puso bocarriba como pudo tan solo para intentar respirar mejor.

Lo siguiente que supo en su aturdimiento fue como otro peso le cayó encima, acompañado de un segundo crujido en su pecho y un dolor intenso en una parte de este.

Más que ver escuchó la refriega corta entre Lasca y el desconocido pero estaba demasiado mareado y adolorido como para levantarse o atreverse a flexionar el cuello.

Cuando todo pasó y el silencio reinó Nery´s se quedó allí tirado, respirando con miedo al dolor en su pecho e intentando controlar su mareo.

La voz de Kiki lo ató a aquel lugar, lo devolvió de nuevo a la escena aunque tuvo que taparse los ojos con su antebrazo ante otro destello de luz salido de la nada que amenazó con hacerle vomitar. Escucharla así manteniendo el orden a la vez le reconfortaba y le dolía, a sabiendas de que sería por culpa de todo aquello.

—Aery´s... Tierra... AbrNopuedovoyav- —Se giró bruscamente incorporándose y echó lo poco que había desayunado. Hablar había empeorado aquel mareo hasta ello y al dar una bocanada de aire después del esfuerzo se llevó la mano al pecho en la zona de la cuarta costilla con una mueca de dolor.

—Estáis vivas. Joder estáis vivas.

Se quedó en esa postura forzándose a no toser mientras las lágrimas seguían cayendo. Aquel alivio no era suficiente para que dejara de llorar por Iemai.

La prioridad de Rua inicialmente había sido correr, intentar seguir los pasos apresurados de Fleur y Maila por aquel callejón que no tardaron en perderse de vista, con el corazón en la garganta por el estrés y el miedo y los pulmones a punto de explotar. Su cuerpo por fin estaba refugiado entre las paredes del callejón y apenas se había logrado aleja por un paso de la entrada del callejon, cuando golpes de algo chocando contra algo duro, crujidos y voces inconexas, pero extrañamente masculinas, resonaron desde el lugar que acabar de abandonar. Un estremecimiento la sacudió, paralizándola como si la golpeada fuera ella, como si todo el estrés hubiera decidido hacerse dueño de su cuerpo en esos precisos instantes, arrebatándole las fuerzas, sin permitirle seguir los pasos de Fleur y Maila que ya ni veía. ¿Qué era eso?  ¿Lasca estaba torturándoles mientras se burlababa? ¿Era la voz del otro hombre la de Nery’s? No sabía lo que decían. La imagen de cómo había acabado Iemai sacudió su mente como si la golpeasen, pero ya no estaba sola en aquel lugar…más cuerpos le hacían compañía, uno a uno el de todos aquellos que había dejado atrás y que no la seguían.

Rua sintió que sus ojos se llenaban aún más de lágrimasgolpeando sus muslos con sus puños como si con eso pudiera volver a hacerlos reaccionar y moverse, para no acabar con el mismo destino de sus compañeros <<Por favor, vamos…moveros>> suplico en su fuero interno como no había hecho en su vida. <<Vamos…corre…no puedes hacer nada ¡corre joder!>> pensó frustrada, haciendo esfuerzos que le parecieron titánicos para lograr avanzar, como si hubiera un enorme peso sobre sus hombros, buscando aplastarla. Un paso errático más. Los crujidos y voces inconexas dejaron de escucharse desde la distancia y no supo si es que sus oídos habían dejado de escuchar, o que Lasca se había aburrido y continuaría con su cacería. Un estremecimiento la sacudió retrocediendo contra la pared como si eso fuese a servirle de camuflaje, mirando hacia la calle que estaba ahí, apenas un par de pasos, como si en cualquier momento fuera a ver al susodicho lanzarse hacia ella. Peor nada paso, no hubo un furioso y enloquecido Lasca lanzándose hacia ella. Era como si todo el lugar hubiera sido colapsado por el completo silencio, lo cual era incluso más aterrador.

Una profunda expiración salió de sus pulmones, habiendo contenido el aire sin darse cuenta, y fue como si sus oídos que había estado siendo ensordecidos por los latidos de su corazón, fuesen capaces de volver a oír algo más allá que a si misma. Sus piernas parecían haber recuperado la movilidad, temblorosas pero existentes de nuevo y el pensamiento de Rua fue echar a correr, lejos de allí. No había manera que se hubieran salvado y ella estaba allí horriblemente expuesta.

No llego avanzar realmente porque fue en ese momento que escucho una voz clara saliendo del lugar que acababa de abandonar. <<¡Esa es Kiki!>> la reconoció instantáneamente, sacudiéndola por la sorpresa. ¿Seguía viva? La sorpresa fue tal que Rua no pensó antes de apuradamente retroceder los pasos que había dado asomándose hacia la calle, no sabiendo si era su cerebro intentando darle algo de calma, porque no había manera que Kiki de forma normal pudiera haber sobrevivido a Lasca, sin armas ni magia. Viendo apenas al hacerlo como por el cielo, alguien desaparecía volando con lo que parecía ser el cuerpo de Lasca.

¿Qué demonios había pasado allí? No obtuvo respuesta, pues sus ojos bajaron de inmediato a la calle de nuevo comprobando que no habían sido imaginaciones suyas. Kiki estaba viva,arrodillada frente a los cuerpos de Ulmara y Nerys’, que se veían en un horrible estado y Sarah estaba sorpresivamente no muy lejos de callejón, tan paralizada como ella misma había quedado.

Una corriente de incredulidad, mezclado con alivio y un nuevo tipo de apuro, la devolvió a la realidad, sacándola de los pensamientos perturbadores sobre el destino de los demás.

- ¡Kiki…! - la llamo con apuro saliendo del callejón hacia ellos, dándoles encuentro, viendo con horror el estado de Ulmara, su sangre derramándose en el suelo, Nerys’ completamente hecho polvo a una corta distancia, probablemente con más de un hueso roto y a Kiki haciendo todos sus intentos médicos por salvarles fuese como fuese. Sarah a pocos pasos parecían estar fuera de la realidad con un evidente corte en su mejilla, un alivio inmenso sacudió a la sueca al verla entera, herida pero viva, antes de que toda su atención se volcase en Ulmara mientras buscaba apuradamente la hoja del amuleto curativo- Espera, vas a estar bien , Ulmara...¡tengo aquí el amuleto! - dijo apuradamente sacándolo y arrodillándose donde estaba Ulmara, cuyo sagrado intentaba ser frenado por Kiki, y no dudo en ponérselo. En esos momentos, por cruel que zonas, no podía pensar que había alguien más tal vez esperando aquella curación mágica. El pensamiento de dejar morir a Ulmara frente a sus ojos por una posibilidad, no cabía en su cabeza. Mas tarde ya se sentiría culpable de cómo, posiblemente acabar de escoger había escogido una vida por sobre la de otra.

- Hay que moverse de aqui antes de que vengan los carroñeros, necesitamaos a Fleur tambien, mi magia no es inagotable...¿Crees que Nerys va a poder moverse por su cuenta o habra que levitarlo?  -pregunto Rua itnentnaod mantener toda la calma que podia pero costandole, intentando hablar con sentido. Con el estado de Nerys, no sabia si podria urar o o tendria que llevarlo elvitando a alguna otra parte, ya que Ulmara bien podria quedar insconciente por causa del amuleto.

Fleur corría todo lo rápido que podía, sintiendo el carcaj y el arco rebotando a su espalda y perdiéndose entre las calles, a veces doblaban una para dar más esquinazo en caso de que estuvieran siendo perseguidas pero la francesa creía saber por instinto a donde se dirigían ambas en realidad. Por la ausencia de las pisadas a su espalda no tardó en deducir que Rúa no les había seguido. Por primera vez estaban realmente solas en Rocavarancolia.

El silencio de la carrera que mantenían era insoportable, un avance sordo y doloroso por lo que acababan de contemplar, dos lagrimones cayeron por sus mejillas cuando giró la cabeza una de esas veces hacia atrás buscando a Lasca entre las cornisas. La inercia de su propia velocidad le provocó un traspiés y se vio obligada a frenar en seco, en parte para no darse de bruces y en parte para recuperar el aliento.
—¡Maila, espera! —le gritó mientras se detenía doblándose sobre sí misma y apoyando las palmas de las manos en las rodillas. Se encontraba bastante mal pues comenzaba a hiperventilar un poco, sabía que aunque estuviera más entrenada que cuando llegó a la ciudad su amiga seguía teniendo un físico mejor. Aunque el verdadero motivo por el que temblaba como un flan era uno bien distinto— espera... —las imágenes no tardaron en acudir a su mente y las dudas al ver que estaban separadas del grupo la asaltaron por más que sabía que no podían volver. Puede que aquello fuera una ristra de cadáveres, aunque su mente quiso recalcarle los que ya estaban muertos de verdad— Maila... —no había parado de llorar en ningún momento así que la voz le salió temblorosa y débil— ha visto a Nori —mencionarle en voz alta supuso un esfuerzo extra y Fleur solo podía pensar en el nublino en el suelo lleno de sangre— sa-sabe... de Maciel... ¿Y si se dirige allí?.

Parar había sido un error pues la ansiedad comenzó atacarla, sintió un pinchazo fuerte en el pecho al tiempo que miró a la chica como si tuviera la solución a todos sus problemas.

>>Va a matarnos... a todos. Oh dios... la ha golpeado hasta que...<<<

—¿No hay manera de sobrevivir a eso... verdad? —no habló de la cercana, pero Maila sabría que se referiría a Iemai— la ha matado... —su llanto se redobló y el miedo y la tristeza la nublaban. No era consciente de que aunque habían salvado un gran trecho la amenaza continuaba, o tal vez simplemente no podía seguir tirando de su cuerpo. Tampoco se percató de que ya estaban más cerca de Maciel de lo que imaginaba.

Qwara corrió durante unos minutos sin mirar atrás, ajena a nada que no fuera su respiración agitada o el ligero retumbar de sus zapatillas contra el suelo, pero inevitablemente terminó dándose cuenta de que no la seguía nadie y detuvo su carrera en una callejuela solitaria. El silencio que le rodeaba resultaba espeluznante, pues se había alejado tanto de la calle en la que se había separado de sus compañeros que ni siquiera le llegaban los sonidos de la refriega, y verse tan sola por primera vez en meses hacía que el corazón le latiera de forma apresurada. Se pegó a la fachada más cercana casi sin pensar, buscando el flaco consuelo que era saber su espalda cubierta, y desde allí recorrió con la mirada la calle por la que había llegado mientras intentaba orientarse.
«Me he alejado demasiado… » pensó para sí, buscando algún punto de referencia que le indicara dónde estaba exactamente y si Maciel no quedaba demasiado lejos.

En el frenesí de la huida había escogido la ruta que más le beneficiase en caso de que Lasca los persiguiera por el aire, pero precisamente por eso había tomado demasiados desvíos y ahora le costaba ubicarse. Quería creer que esa era la razón, además, de que ninguno de sus compañeros estuviera a la vista.
—Tienen que haber cogido una ruta más directa, Qwara. —se dijo en voz baja, palpando con nerviosismo el mango de uno de sus cuchillos mientras tragaba saliva y la realidad de la soledad amenazaba con embotar sus pensamientos.

La sudafricana permaneció inmóvil unos instantes que se le hicieron eternos, paralizada por el creciente miedo, pero antes de que el pánico lograra asfixiarla por completo reconoció una veleta oxidada en lo alto de un edificio cercano que le resultaba familiar. Ahora sabía en qué dirección estaba Maciel y eso le quitaba un peso de encima, pero debía ponerse en marcha antes de que algo o alguien se fijara en ella, así que volvió a lanzarse a la carrera asegurándose de hacer aún menos ruido que antes.

Luego no sabría decir cuánto tiempo le llevó llegar al torreón, pues la experiencia de recorrer la ciudad sin compañía preocupada por sus compañeros fue abrumadora, pero en cuanto lo avistó en la distancia apretó el paso hasta alcanzar la puerta y llamó a la misma con insistencia. Una parte de la chica deseaba que alguno de los sendarios se asomara a las troneras confirmando que había sido ella la que se había desviado demasiado, pero no tardaría en averiguar que había sido la primera en alcanzar aquel refugio.

Sigue en el Torreón Maciel.

Aturdida, hubo un momento en el que todo ocurría de fondo para ella. Cuando Kiki le pidió que no hablara, la cercana no tuvo que esforzarse. Bastante le estaba costando respirar entre la pérdida de sangre y el pánico que sentía a lo que ella creía que era una muerte inminente e irreparable. De forma egoísta, pensaba que ojalá Iemai se hubiese muerto después, para haberse ahorrado Ulmara la angustia extra que sentía en ese instante, contra el suelo, llorando de antemano dos muertes, casi tres. Nori por desgracia… No podía pensar en él sin que el dolor por Iemai eclipsara lo que le había ocurrido al nublino.

No supo cuánto tiempo pasó hasta que escuchó a Nery’s llorando y diciéndoles que estaban vivas. Una risa sarcástica se tradujo en un golpe de tos hiriente para la cercana, segura de que le quedaba poco tiempo en ese estado. Después llegó Rua y su mención al amuleto le hizo llorar de pronto. Se había olvidado del dichoso papel y aquello solo empeoró cómo se sentía. Con la espalda abierta de tal manera, la esperanza era un arma de doble filo. Aun más teniendo en cuenta que Rua podría estar arriesgándose para curarla.

La herida dejaría de sangrar en apenas cinco minutos. El dolor se mezclaría con un picor terrible y Ulmara recobraría poco a poco la fuerza, conforme aquel hechizo le ayudara a regenerar la sangre que había perdido. Y aun así no se movería del suelo, sabía que no podía hasta que la magia acabara de hacer la movida de curar, al cabo de casi una hora.

—Gracias… —diría con un hilo de voz, en cuanto se lo permitiera el cuerpo. Era en principio para Rua, pero también al resto de los que se quedaron allí, fuera cual fuese el motivo. Por saber que no estaba sola.

La adrenalina se agotaba con la llegada de la calma, una amarga y llena de angustia y dolor permeada además por la amenaza siempre vigente de la ciudad. Quieta, inamovible, observándoles cada día.

Estaba quieto mientras todo ocurría intentando no empeorar sus heridas, tenía el labio reventado y el dolor en el brazo del manotazo empezaba a hacerse cada vez más notorio.


Las palabras del resto se arremolinaban confusas en su cabeza junto, entendía que decían pero si se paraba a pensar las nauseas aumentaban. Intentaba mantener la mente en blanco todo lo posible pues empezaba a sentir el agua cubrirle las rodillas y el olor del mal repleto de algas invadiendo su nariz. Estaba a punto de romperse aún más en todo aquel caos y su mano acabó por ceder e irse coger sus medicinas.

De repente las palabras de Kiki se colaron como un martillazo. Alzó la vista confundido y paralizado ante la rudeza de aquello tan solo para ver cómo le miraba impasible procediendo a una explicación con todo lo que acababa de pasar. Era como un jarro de agua fría, una vuelta a la realidad potenciada porque ella estuviese hablándole aún más al ver como aquella caricia se no llegaba a su cara. En ese momento poco le importaba la sangre.

Apretó con fuerza la medicina, en conflicto sobre si usarlas o no pues al hacerlo volvería a quedarse como un muñeco inútil al igual que con el camaleón, y finalmente tras estar escuchando  como hablaban de curarle o levitarle sacó la mano del bolsillo le pasó el brazo por encima a Kiki empezando a hablar.

—Es solo un pinchazo si respiro muy fuerte. Ayúdame a levantarme y podré caminar. —Hablaba en tono firme tras secarse las lágrimas, intentando recomponerse y alejar las dudas y las penas.

—Necesitamos guardar magia por si acaso —dijo para todos. —Ya me curareis cuando estemos a salvo.

La sueca sintió que respiraba y un cierto alivio, mínimo, pero alivio al final, cuando vio como las lágrimas comenzaba a salir de los de Ulmara. El amuleto estaba funcionando, bendito fuese el condenado papel aquel. Ahora el problema estaba en que mientras la curación ocurriera no podría moverla de allí o las heridas se abrirían y sería un contante de heridas abiertas y el amuleto curándolas. Casi parecía más una tortura que una curación, asi que tendría que esperar a que hiciera un efecto suficiente para que mover a Ulmara no hiciera que sus heridas empeorasen.

- No tienes nada que agradecer, solo céntrate en relajarte lo más que pueda para que ese amuleto haga lo que debe- dijo Rua con una débil sonrisa.

<<Realmente quedarnos aquí tanto tiempo va a ser jodido >> pensó mordiéndose el labio inferior, porque la idea de quedarse tanto tiempo ahí en la calle donde cualquiera podría atacarle son le gustaba. Rua se quedó junto a Ulmara y no muy lejos de Nery’s, cuando Kiki que se olvidó de responder a su pregunta se acercó a Sarah. La sueca les siguió con la mirada. Sarah estaba bien, dentro de lo que acaba al menos, aunque su brazo estaba claramente roto. <<Podría curárselo con magia… pero no sé si luego podría cargar el amuleto>> pensó frustrada sintiendo que su mente quería trabajar mucho más rápido que ella. Necesitaban priorizar por cruel que sonara el dejar a alguno de sus compañeros sufriendo de sus heridas mientras tanto.

Había priorizado sin pensar la salud de Ulmara, viéndola allí herida y muriendo frente a ella, sobre la promesa de sanar a Jara, la cual ni siquiera sabía si aun resistía…pero le había hecho una promesa a Nori de intentar curarla y había sido la última promesa que le había podido hacer al nublino. Rua no era creyente, pero al menos le debía eso, porque al final el había acabado envuelto en toda esa situación, muriendo en el proceso. Su mente no quiso pensar en cómo Nori había sido usado prácticamente de escudo por la cercana, no quería pensar en ello.

Los ojos de Rua aun picaban bajo las gafas de sol, donde debían verse horribles, cuando su mirada se poso en el cuerpo de Iemai. Sintió una arcada y la bilis en la garganta, no tenía nada en el estómago, pero se lo trago con esfuerzo. Iemai estaba rota, fría y sin vida. Ya lo sabía cuándo intento correr, ya lo había asumido, pero no dejaba de ser algo difícil de procesar y digerir. Ni siquiera sabía cómo seguía manteniéndose entera, sin echarse a un lado, abrazarse las piernas y echarse a llorar. Había visto muertes el día que llegaron allá, había visto la muerte de Niva, la de Nori…y aunque todas eran personas y todas tenían valor. Con Iemai había convivido por todo ese tiempo.

Lo único que impedía realmente que Rua se dejase llevar por la situación, era la conciencia de que ahora sus amigos, e incluso los macieleros la necesitaban. Y era tan irónico, pues el tener la responsabilidad de ser una de las que los curaba, de alguna forma la había irritado y frustrado meses atrás. Y ahora ese volvía en el motor que la mantenía despierta y con la mente clara, sin volverse una cría que lo único que quería era aovillarse, llorar y mandar a la mierda a esa maldita ciudad.

Rua miró a KiKi cuando esta se acercó respondiendo sus palabras con duda, mientras miraba a Nerys’, el cual estaba claramente hecho polvo, ninguna herida aprecia mortal a simple vista, peor que estaba golpeado por todas partes era un hecho. A Rua le preocupaba sobretodo que parecía tener algunas costillas rotas y el golpe en la cabeza.

-No puedes moverte aun - dijo Rua firmemente, frunciendo el ceño ante las palabras de Nerys’s de querer moverse y hacer de menos sus heridas- Hay que esperar a que Ulmara sane lo suficiente para tan siquiera poder moverla o sus heridas seguirían abriéndose, así que ni te atrevas a separar tu trasero del suelo. Te has golpeado la cabeza tambien, no es para tomárselo a broma. sique ahora mismo no te hagas el fuerte– añadió Rua finalmente intentando centrarse, suspiro, levantando para desgarrar el bajo de su amplia y larga camiseta que prácticamente usaba casi de vestido hasta casi las rodillas que llevaba ese día, y empezó a cortarla en dos tiras con su daga hasta que la camiseta le queda casi al borde del pantalón sin exponer su piel. Extendiéndole uno de los todos de tela camiseta a Kiki y tomando la otra- Toma, con esto podrás hacer algo de presión en sus costillas, porque es un terco y va a intentar moverse de seguro – añadió tomando el resto de tela restante, menos amplia y mirando a Sarah.

- Ven Sarah, vamos a intentar poner tu brazo en cabestrillo o algo mientras tanto, ya que tendremos que esperar un rato antes de ponernos en marcha. Te dejare mi daga mientras tanto, yo me quedare la ballesta que se cargarla mas rapido- añadió pensando que no sería difícil encontrar algún trozo de madera que usar para aguantarle el brazo, aunque a unas malas podría usar algunos de los virotes de su propia ballesta que era fuertes y resistente, si les quitaba el borde punzante. Miro al resto, humedeciéndose los labios para intenta rabal lo más serena y confiada que pudo-Intentare no hacer magia por el momento, así que habrá que hacer vigía mientras, asi que Kiki si puedes cuando termines de hacer algo con Nery’s, toma su escudo y mantenlo cerca de ustedes, aunque sea apoyado en el suelo mientras Sarah y yo vigilamos. Si veo que al final es necesario hare un campo de fuerza, pero habría que apretarse un poco, tenedlo en cuenta. Ya....ya luego veremos que hacemos con Nori y Iemai. - indico Rua organizando un poco la cosa para sentirse ella un mínimo más segura y confiada mientras esperaban, porque era lo único que podían hacer. Ir hacia Maciel para avisar que pasaba era peligrosos, solo, Sarah estaba herida, Kiki no tenía mucha resistencia y no sabía protegerse y ella era la uncía con magia allí. Separarse no era muy juiciosos en esos momentos, asique solo quedaba cruzar dedos de tener un poco de calma mientras los minutos pasara y el amuleto hacia su labor.