Calles

Paseo de Alice y Marsi durante la fiesta en el Pub

Al cabo de un rato, Marsi decidió salir y Alice la siguió de la mano. Fuera hacía más fresco, como era comprensible, pero un suave hechizo térmico sobre su conjunto fue suficiente (y le ofreció lo mismo a Marsi).

—¡Paseo!

Echó a andar sin soltarle, a paso tranquilo, sin pensar mucho en qué dirección seguían (pero con sensatez, que ya se conocían zonas por las que mejor no pasar). De vez en cuando movía el pulgar para acariciarle la mano, o lo mismo con sus dedos, y también se pegó más a Marsi según caminaban. Las onyces no dieron muestras de existir en ningún momento. Eran parte de la ropa, sí, pero ni se moverían ni hablarían ni harían nada.

—Qué silencio... Me encanta la música pero pasear así es genial. Podríamos ir a los acantilados y sentarnos a ver las olas y hablar hasta que amanezca... O perdernos por la ciudad como las parejas de las películas... Contigo podría pasarme la noche paseando —le dijo a la vez que apretaba su mano con cariño—. Pero aquí mejor no, que no hay ganas de pelear —bromeó con una breve risa, y luego cambió de tema—. ¿Cómo te va con Cárabo? ¿Se sabe algo de las pruebas para el ejército?

Marsi aceptó el hechizo térmico en su camisa y la abrochó hasta el cuello. También guardó su cabeza en la bolsa sin fondo porque temía que se le cayese al suelo. Solo había bebido un par de cervezas, y al parecer no había sido suficiente para quitarle los nervios. Deseaba tener una jarra en la mano en ese momento.

Empezaron a caminar, cogidas de la mano. ¿Y si le empezaban a sudar? Si lo pensaba nunca había ido de la mano de nadie aparte de sus padres. De repente se sintió algo patética.

Según Alis se acercaba se ponía más nerviosa, y el corazón le dio un vuelco cuando sintió que le apretaba la mano con suavidad. ¿Adonde había ido todo su valor de antes de la fiesta?

-<< Creo que prefiero no ir a los acantilados, si aquí hace frío allí va a ser peor... Prefiero solo dar vueltas por aqui.>>- respondió. - << Hmm aún no me apunté al ejército, las pruebas no son hasta después de la Luna Roja. Con Cárabo bueno, no es lo que se dice el mejor ejemplo de montura de guerra pero lo estoy pasando bastante bien entrenando con él.>>- rió. El grifo era un payaso nato, y con todo lo que había tenido que pasar Marsi durante la criba esa energía tan distinta a su lado le estaba haciendo mucho bien.- << Y me estoy aprendiendo bastante bien la Taberna. Mikk y el violinista me cuidan bien, y estoy pensando quedarme a trabajar algunos días para sacarme algo, a lo mejor puedo invitarte a una copa pronto>>

Según hablaba los nervios iban mitigando. Llevaba mucho tiempo siendo amiga de Alice, era estúpido ponerse así, ¿no?

Cómo se le ocurría sugerir ir a los acantilados precisamente con la rasca que hacía? Por mucho que tuvieran magia sería incómodo. <<Torpe, baja a la tierra>> pero se olvidó de esa tontería en cuanto Marsi siguió hablando (y tomó nota mental de la fecha aproximada de las pruebas)... Y se rió un poco a costa del pobre Cárabo.

—Te ha tocado aguantar a una torpona en la cosecha y ahora a un payasete tras la Luna... Nah, seguro que acaba mejorando, y de ahí a ser de lo mejor del ejército solo hay un paso -exageró en broma.

Luego se sorprendió al oír lo de la Taberna, tanto que se detuvo unos segundos por si había oído mal pero luego siguió caminando... Aunque de pronto se paró y giró hacia ella para darle un rápido abrazo. Cuando se separó, exclamó:

-¡Vas a trabajar! ¡Qué bien; me alegro! No me tomes por loca pero es un logro, oye.

Tras la explicación, volvió a cogerle de la mano y siguió caminando. Lo siguiente lo dijo casi sin pensar.

-Si siguiera en la Tierra, ahora sería el momento para contar a mis amigos que conozco a una camarera súper maja y simpática y bastante guapa... pero bueno se lo puedo contar a Dhelian -dijo riendo suavemente-. No se lo diré, eh, que es tu noticia chachi. Pero qué guay, oye, ¡vas a poder comprarte cositas! Cuando tengamos dinero tenemos que ir de compras tú y yo -dijo con cierta ilusión.

(Mañana edito y meto color)

Alice decía muy a menudo que era torpe, pero a Marsi nunca se lo había parecido. De hecho creía que era todo lo contrario, claro que sabía que la bruja se lo negaría si lo decía. El abrazo le cogió desprevenida. No veía por qué tanta emoción si solo iba a ayudar unas horas a limpiar mesas y pasar la escoba.

-<< Por el momento me pagan en cerveza, me sabe mal que el violinista tenga que invitarme siempre>>

No sabía como responder al piropo. Aunque su autoestima había mejorado durante la criba y el período como transformada en la ciudad, no se veía guapa. Ella no era guapa, solo era normal, no tenía nada que pudiese considerarse atractivo o especialmente agradable a la vista. Más o menos se las apañó para decírselo a Alice. Aun así, a una parte de su cabeza le había gustado, no estaba acostumbrada a los piropos.

-<< Y ya te he dicho que por el momento solo me pagan en bebida, pero pronto tendré el sueldo base del ejército y entonces sí podremos irnos de compras>>

Una idea le cruzó la mente como un rayo, encendiendo una llamita, y conforme iba tomando forma, la llamita se avivaba. Se detuvo y entrelazó las manos con las de Alice, encarándola.

-<< ¿Té gustaría que para entonces nos vayamos de vacaciones a Varmania? Vacaciones vacaciones, quedandonos en hoteles y haciendo turismo.>>

Marsi solo se había quedado en un hotel una vez, acompañando a su padre a una feria de osogrifos, ya que su novio se había negado en que ella durmiese en una caravana. Le había gustado la experiencia, y e hacía ilusión la posibilidad de repetir con sus amigos.

Que su amiga detuviera así y le encarase así, junto con el hecho de unir sus manos asi y con una ilusión desconocida iluminándole la cara al principio le aceleró el corazón. ¿Qué se proponía? ¿Por qué tan de repente? Marsi no era tan impulsiva como ella... ¿Acaso...? En apenas unos segundos se puso bastante nerviosa. Contuvo el aire cuando notó el inicio del mensaje y mentalmente suspiró. Le sacó una sonrisa... y esperó que no se hubiera dado cuenta. <<Falsa alarma... Un día de estos me da algo>> Habría... No, de hecho dio un saltito en el sitio al escuchar sus palabras, pero luego fingió pensárselo. Quería decir algo sobre el piropo de antes y creyó que aquel era un buen momento, y también para otras cosas.

—¿Irnos de visita o vacaciones? Hm... Contigo, ¿de quien opino que, para mi gusto rarito de bruja loca, eres guapa a tu manera, muy mona, muy maja, bastante buena y que me caes genial? ¡Eso ni se pregunta! —exclamó toda sonriente, apretando con suavidad sus manos—. ¿Nos llevamos a los niños o les dejamos un mensaje que tienen que descifrar y nos vamos como si fuera una escapada hasta que nos encuentren?—bromeó—. Quiero ir ya... A ver si sale esa maldita Luna y podemos empezar las visitas... Bueno, hay tiempo para preparar la de Varmania... Un mundo entero más grande que este, tu mundo... Todo esto es una locura. Una bonita locura —añadió, como si aquello fuera algo demasiado genial. Luego volvió al suelo—. Perdona, se me fue la cabeza... ¿Seguimos, a casa o volvemos al Pub?

Era tentador el irse las dos solas a Varmania, pero tampoco quería dejar a sus otros amigos fuera.

-<< Nunca nos lo perdonaran si no los llevamos>>- dijo.

Soltó las manos de pronto, con un nuevo achaque de miedo e inseguridad, y jugueteó con sus propios dedos, nerviosa. Aun así estaba ilusionada. Era un plan bastante grande e iban a necesitar muchas cosas. Empezó a hacer lista mental, pero la descartó, decidiendo dejarlo para otro momento.

Alis propuso volver, y lo cierto es que era una buena idea. Ya era tarde, y a saber en qué punto estaría ya la fiesta.

- << Creo que mejor volvermos al Pub, tenemos que recoger a Dhelian y Sura>>

No habían avisado a nadie practicamente de su salida, y aunque posiblemente estarían demasiado borrachos para darse cuenta (el brujo al menos), podrian preocuparse si veian que no estaban. <<Además a ver como vuelven a casa>>

—Cuando hayamos hecho varias visitas en grupo, podremos escaparnos las dos a donde sea sin que nos quieran matar —bromeó como respuesta.

Cuando se separaron, la bruja estiró los brazos y bostezó con ganas.
— Volvamos, sí. Si hace falta, con Dhelian podemos cargar, pero si Sura está tocada habrá que tirar de magia y menudo espectáculo —bromeó de nuevo.

Realmente no le hacía ni pizca de gracia ir cuatro de noche cerrada, dos con demasiado alcohol en el cuerpo y que seguramente no podrían apañarse si algo les atacaba. <<No, si al final van a ser nuestros niños: ¿durmiendo la mona en un banco mientras Marsi y yo les defendemos? ¡Ja!>> Giró en el sitio y echó a andar de vuelta, no sin antes ofrecerle la mano por si quería volver así.

Sigue en el Pub Muerto

???

Vagabundeando, el peso de la situacion se colmaba sobre los hombros del xolnita. Se habia dado cuenta de la futilidad de todo aquello que habia estado haciendo. De como sin importar el que, no hallaria la paz, la gloria y la fama que tant añoraba desde bien joven. Habia tenido las herramientas nada más nacer, y habia trabajado muy duro en ello, pero todo se habia ido al garete en cuanto le habian secuestrado. Roaxen Tenvrai habria preferido morir en aquellos tuneles llenos de peligros que haber ido a la ciudad. No hubiera tenido que lidiar con tantos pesos que tiraban de el, tanta estupidez, tanta debilidad, tanto cinismo, tanta hipocresia, tanta moderacion, tanta politizacion de las más simples verdades, tanto dolor, tantas decepciones, tanto miedo, tanto hambre, tanto sueño, tanta falsa esperanza. Tantos... Sentimientos...

Tres alimañas, que bien podrian recordar a unos mutantes a caballo entre un roedor y un simo se deslizaban por la superficie, emocionados y embriagados por la Luna, buscaban presas vulnerables y el cojeo intermitente y el lenguaje corporal distraido del ulterano les parecio suficiente señal como para abalanzarse sobre el, mientras chascarrillos gruturales salian de sus deformes labios.

Cogito ergo sum escribió:Aquel que teje los hilos...

La ballesta chasqueo una vez y el virote se clavó hondo en la garganta del más cercano, empujandole hacia atras, haciendo saltar al segundo por encima y tropezar al tercero.

No era igual para el, sin embargo. Sin duda, nunca le perdonaria a la ciudad o a los responsables. Ni si quiera a los demas, que tan solo decidieron ayudarles una vez no era ilegal. Ni tampoco a sus compañeros. No. Todos ellos eran y habian sido culpables.

Deslizandose el sable la poca distancia que les separaba, la parte superior de la cabeza del segundo se separó, con un desagradable sonido de carne cortandose y liquido cerebral virtiendose, el cadaver se convulsionaba mientras caia al suelo.

Todos merecian pagar. No habia inocentes. Ni si quiera el. Curioso como era, el xolnita compartia una sola cosa con la mentalidad con la que llegó: La ciudad debia arder y con ella, todos sus habitantes.

Tercero y ultimo le llego de espaldas, dispuesto a placar al delgado ulterano contra el suelo. Dos pasos a la izquierda le aseguraron esquivarlo, pero no herirlo con el sable. Acompasandolo con un movimiento de caderas, la cola de escorpión se sacudio antes de lanzarse contra la boca abierta en horror del mutante, clavandose en el paladar de este. La criatura gritó de horror, aun no muerta, parecia que el aguijon no habia atravesado algo muy importante, pero no dejó que un impás le retrasara. Ya habia pecado demasiado de aquello. Soltó el bastón y, al tiempo que este caia, su mano izquierda se cerró sobre el gaznate de la criatura. Agarrado por la cola y su propio brazo, el ulterano alzó al mutante en vilo, hasta que sus dobladas piernas no tocaron el suelo.

Carpe diem escribió:...es quien nos guia.

Pataleando y manoteando por soltarse de tal pinza, la criatura entró en pánico cuando vio que le faltaba el aire, optó por intentar morder la cola, pero, para su sorpresa, la cubierta segmentada de esta se probaba más dificil de lo que sus dientes podian morder.
Con una sonrisa, la cizaña, tironeó de su paladar, rasgando aun más la boca del ser.

Se habia cansado ya. No habria más debilidad en el. No como Roaxen Tenvrai. No como un ulterano. No como uno más.
Seria unico.
Seria poderoso.

Le temerian.

Con el rostro compungido por el placer, el ulterano vació el ácido en el interior del craneo de la criatura, quien comenzó a chillar y a retorcerse violentamente cada vez más, mientras vapores nocivos escapaban sus orificios y sus ojos se enegrecian mientras se hundian hacia el interior de su craneo hasta que, finalmente, dejo de sacudirse, y sus brazos y piernas caian laxos a ambos lados de su cuerpo. Hinchado y amorfo, el craneo de la criatura y lo que contuviese se habia fundido por dentro y, en esos momentos se estaba derramando por boca, nariz y ojos del cadaver, goteando estos contra el suelo, mientras el ácido, todavia activo, se lo comenzaba a comer tambien.


La cizaña arrojó el cadaver a un lado y, en medio de una risotada pausada y algo siniestra, comenzo a andar sin el bastón. Cada vez cojeaba menos, se estaba curando intuyó. Y entonces, se dio cuenta de una realidad, como si hasta ahora hubiera sido un ignorante de ella, y, sintiendose necio por no haberlo pensado antes y más bien pensar que su fin habia llegado al llegar el a esta ciudad, el ulterano se rio aun más, cubriendose su cara mientras reia y reia.
Sin duda alguna, Roaxen Tenvrai habia sido un necio. Incluso el habia sido limitado. Debil, más que debil. Se habia llevado lo que se merecia y ahora habia muerto al final de una caida.

Sin Nombre

El Sin Nombre se alzó sobre su espalda, irguiendose y bañandose en la odiosa Luna Roja a quien sin dudarlo maldijo en voz alta con la sonrisa más inocente que podia usar, como si, de hecho, la estuviera elogiando.
Todos iban a arder. Todos iban a ser destruidos. Todos iban a perecer. Todos iban a ser machacados. Y eso estaba bien. Presenciaria su desesperación al inmolarles. Reia ahora. Y reiria siempre.

-¡No quedan más hilos en mi!-exclamó entre carcajdas maniacas.


Continua en Biblioteca Mágica

(La noche de la Salida de la Luna en la sexta cosecha)

El cuerpo de Saria Omen vibró al atravesar el portal de vuelta a la ciudad. El resplandor rojizo que bañó su cuerpo trajo consigo un fervor que la mala sombra no pudo disfrutar la última vez. Hoy hacía un año de la muerte de su último hijo y Lara dejó que el odio que sentía por todo se diluyera con la euforia que aquel astro le confería. Todavía flotando, Saria Omen gritó jubilosa y se impulsó en el aire en dirección a la casa de la vieja bruja que había cuidado de ella.

La vieja Lara ocupó momentáneamente su mente y la mala sombra viajó danzando, virando, convirtiendo su viaje en vértigo y cabriolas; pasos de un estilo de baile condenado a no existir. El pelaje de la ordesa se erizó y, durante unos segundos, un pompón voló bajo la lluvia que había traído la luna. Saria Omen reía, enérgica, en el momento en que aterrizó junto a la puerta de su medio hogar.

Dio varios golpes en la puerta y nadie abrió. Volvió a llamar y nadie contestó siquiera.

Saria Omen tenía una llave, pero algo como desbloquear una cerradura se le antojaba mundano en aquel momento ¡Debía estar gritando ahí fuera! ¡Bailando! ¡Corriendo! ¡Gastando magia! Sin embargo, la voz de su intuición susurraba cosas, pensamientos tenebrosos que una rápida mirada bastó para corroborar. La casa estaba afortunadamente silenciosa, los porcentajes que traían las arañas habían caído y apenas quedaba una brizna de infortunio en su lugar.

Lara se esfumó de nuevo y Saria Omen abrió la puerta, temerosa.

—¿Nana? ¿Estás ahí?

No hubo respuesta.

(Tras la fiesta del Pub, antes de la Luna).


Gael se despidió de los demás de forma breve, sin darles mucho tiempo a replicar, y mientras salían por la puerta bromeó sobre ello.
—Creo que no ha colado.

Fuera los recibió una noche fría, por suerte solo con rachas de viento ocasionales. No era el mejor día para esconderse detrás de una barrera física, por no decir ya el ratón de su bolsillo «bueno, eso ya sería… la peor cita de la historia. Sin lugar a dudas». Bromear mentalmente sobre eso lo devolvió a la realidad, ¿podía llamarse a aquello cita?
—Nunca me habría imaginado que hoy acabaría así la fiesta… —comentó—. Si lo llego a saber no bebía tanto. —Se rascó la nuca dubitativamente y luego miró a la ghoul sonriendo—. Pero no estoy tan descoordinado como para no poder hacer magia. Quédate quieta un momento. —Conjuró el hechizo ignífugo y lo ancló sobre la ghoul, para luego repetir la variante de tejidos sobre su ropa—. Siento ser tan… inconveniente. Espero que lo del kimono tenga arreglo —dijo, algo avergonzado, aunque luego le pidió que se acercase gesticulando con la mano. Sonrió de medio lado antes de volver a hablar, bromeando—. Al menos frío no vas a pasar.
Pasó un brazo sobre el hombro de Kaethe y la invitó a seguir avanzando por la calle. No sabía muy bien qué debía hacer, pero lamentaba haber tenido que apartarla de sí mismo tan rápido en el Pub.

Gael sonrió con timidez cuando le dijo que era calentito. No le importaba demasiado el frío de la noche a él mismo –mientras no se volviese excesivo–, así que había asentido con vehemencia cuando Kae le había preguntado si estaba seguro de querer dar el paseo. Según empezaron a andar, ella habló. El fuego fatuo se daba cuenta de que estaba casi más cohibida que él. En respuesta le quitó importancia a lo último que había dicho gesticulando con la mano libre.
—¿Qué más da? De mañana no pasa, así que… —Se giró hacia ella de golpe— ¡Oh! Lo que fue una pena es que te perdieras varios detalles en la fiesta… aparte del concierto, claro. Jugamos a las cartas con los novatos –si quieres, puedo enseñarte a jugar algún día– y en la última partida estuve a punto de machacarlos miserablemente… con unas pocas trampas. —Rio—. También tuvimos a cierto poltergeist haciendo de las suyas. Eh, pero no te preocupes, has estado en fiestas tanto o más divertidas, palabra. —Juró, llevándose la mano al pecho.

En la primera encrucijada tomaron la calle más ancha. No tenía intención de meterse por lugares peligrosos en aquellas circunstancias.
—Es un fastidio pasear de noche cuando no está la Luna —murmuró apesadumbrado. Habría sido idóneo que estuviese el astro en el cielo, porque solo veían hasta donde iluminaban las llamas del fuego fatuo. «Si aparece una alimaña de repente también sería muy apropiado» ironizó.

—Bueno, podría sacarme de la manga un poco más de luz, pero son las calles de siempre, no tienen mucho misterio. Esto es más económico —bromeó. Se alegró de que un poco de charla banal hubiese empezado a rebajar el nerviosismo entre ellos, porque además si  pensaba demasiado temía meter la pata—. ¿Te apetece ir a algún sitio en especial o simplemente pasear está bien? No es que haya muchos sitios agradables de noche… especialmente de noche. Pero si esperas a mañana, o pasado… Podemos ir a algún mundo vinculado a ver cosas distintas. Al que a ti más te apetezca. ¿Qué te parece? —Según explicaba la idea que se le acababa de ocurrir había ido ganando efusividad. No importaba si solo era un paseo por un sitio un poco más exótico que la Rocavarancolia de todos los días, le apetecía pasar tiempo con ella. Quería conocer mejor a la Kaethe más desinhibida, como la que empezaba a aparecer ahora que habían dejado la fiesta atrás.

Se alegró de que la idea le hubiese hecho ilusión, y cuando mencionó Varmania sonrió ampliamente.
—¡Sí! Y doy fe de que es bonito. Las zonas de caza cercanas al portal me las he recorrido de arriba abajo, pero hay mucho más que ver, y más allá no he ido tantas veces. —Sin darse cuenta empezó a hablarle de los bosques y su fauna, de aquel lugar al que había ido tanto de caza cuando el cuchitril prácticamente vivía de carne—. Es bastante triste que los mercenarios de la Brecha tengan unos inicios tan tristes, pero eh, que no salga de aquí —rio mientras se llevaba el índice a los labios—. Y mejor no te hablo más de Varmania o te chafo todas las sorpresas. Ni de ningún otro, porque me gustaría que fuésemos a más… Por el trabajo he terminado visitando unos cuantos, aunque, no sé, por poner un ejemplo Dryfus no sería el idóneo para ir de paseo. Allí te intentan matar dos veces en un ratito corto, si me descuido. A veces bicharracos y a veces el propio planeta —añadió divertido.

Ya no estaban tan lejos del burdel, pero ninguno de los dos caminaba aprisa. El fuego fatuo se volvió hacia Kaethe con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Ha sentado bien salir al aire libre, verdad? —Buscó su mano y le dio un breve apretón. Era un alivio que hubiesen logrado dejar de comportarse como flanes titubeantes, pero eso no quería decir que Gael hubiese dejado de estar nervioso, y la prueba de ello era que hablaba por los codos.

La mirada de Sox recorría penetrante las salidas y confluencias de las calles a las que iban llegando, descartando lugares que no coincidían con las referencias con las que se había quedado. Su memoria era una faceta de sí mismo que tenía domesticada, y con ella las formas más eficaces de guardar información en el menor tiempo posible. Para orientarse había sacado partido del estado ruinoso de la ciudad, que ofrecía por tanto imágenes más distintivas que las de decenas de bloques iguales.

Boquete. Rota. Cruce. Verde. Sox jugaba con las palabras en su cabeza, un golpe de voz mental a cada una. También le ayudaba a distraerse del peso de la cesta, cargada de más, en sus brazos.
"Ahí está el cruce. Todo correcto."
Las calles empezaban a ser menos intrincadas y también menos numerosas, en anticipación a la frontera con el río que habría más adelante. Más adelante encontrarían el edificio verde que constituía la referencia que aún faltaba. Las otras dos habían sido una plazoleta con un agujero donde debería haber habido una fuente, y una esquina rota como si algo hubiese embestido de frente contra ella (y hubiera ganado).

Sox se relajó un poco a partir de ahí, y con ello pudo permitirse pensar. Creyó oportuno compartir algo que la noche anterior solo había pensado para sí.
—Hay hechizos que requieren sacrificios y cosas así —dijo con calma, sin retirar la vista del frente—. Rituales. Al principio creí que nos habían secuestrado para eso, un hechizo ilegal. Sobre todo con esa charla de luna roja que dijiste —clavó la mirada brevemente en Eriel por el rabillo del ojo—. Podría ser el objetivo de este lugar, de no ser porque supuestamente dijisteis que vuelve gente.
Y que se lo discutiese quien creyese poder. Secuestrar gente con promesas falsas, drogarla y que despertaran en un lugar desconocido era una fórmula clásica.

—Pero no me encajan los datos —continuó sin retirar la vista del frente. Organizar sus ideas frente a otros o en papel le ayudaba a desarrollarlas—. Si había una trampa en esa torre, quien la utilizaba ya no está— nadie había salido a atraparles, nada había detonado—. Pero si este... lo que sea no siguiese teniendo lugar no seguirían reclutando personas.

La mitad de pistas indicaban que aquello era un error, la otra que no. Todo seguía siendo tan desquiciantemente contradictorio como el día anterior. Sox sacudió la cabeza.
—Sea como sea —a lo importante—. Los cacharros de ayer, la bañera y la torre significan que aquí se usa magia, aunque sea vieja. Creo que deberíamos buscarla, o solo valdrán algo aquí los que hayan vivido antes en estas condiciones.
Él no pensaba ser peso muerto.