Calles

El comentario de Ruth me coge desprevenido....¿ para qué?.... Precisamente sin esos entrenamientos tendríamos menos posibilidades. Iba a decirle a la israelita que estaba equivocada, pero soy interrumpido por una noticia: Ziack se ha ido del torreón.

Demasiado confuso intento ordenar mis pensamientos.¿Por qué lo habrá hecho? No encuentro ninguna lógica, así que me encamino con la chica a la azotea. Queda bastante claro, ha salido al exterior, al “mundo real”. Intento divisarle desde la azotea, pero es totalmente imposible, el enderth tiene que estar en otro lugar. Con suerte no muy lejos del torreón. Bajamos y me encamino a la armería.

Allí cojo mi lanza y me preparo para la salida. << No sé que pretende, pero nos está poniendo en peligro a todos>>. Partimos, otra vez, fuera de la seguridad de Letargo, hacia lo desconocido y peligroso, hacia el suelo de Rocavarancolia. Siento lo mismo que otras tantas veces al ir de excursión, el terrible sentimiento de que algo nos acecha.

Camino en silencio, atento a cualquier movimiento( con plumas incluido), se fue por la noche, así que puede que esté demasiado lejos. No hablé en ninguna ocasión con él, pero no por eso hay que dejarlo solo allí fuera, por muy imbécil que se haya comportado. No solo estoy atento por si vemos al pájaro, hay que estar listo por si se presenta algo verdaderamente problemático.
Y llega el momento, Rasqa lo ha encontrado, es de gran utilidad tener un par de alas. Empiezo a correr siguiendo al parqio, y a la vez pendiente del entorno. En cuanto lo tenga a vista pienso alcanzar al estúpido de Ziack.

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El grupo avanza sin percances, de momento el viaje es menos movidito de lo que pensaba, Rasqa vuela en la cabeza del grupo, adelantarse esporádicamente para avisarnos de cualquier indicio nuevo, tanto como de algo inesperado que pueda acabar con nuestras vidas, como el encuentro del enderth.
Aún camino preocupada por ello, en ningún momento le he tomado por tonto, pero ya es hora de empezar replanteármelo, ni siquiera yo en mis primeros días en la ciudad salí ahuyentada por la presión de compartir habitación con desconocidos, si su intención era investigar debería de haber compartido su opinión, de buena gana seguro que habríamos organizado una expedición. Pero no sirve de nada comerse la cabeza, la “misión” es lo importante.
Por fin el parquio nos anuncia que le hemos encontrado.
Realmente no me aclaro sobre lo que siento en esos momentos. Alegría, por verle después de la demora, y rabia, por la incertidumbre.
-Dios mío, como todo esto haya sido por una estupidez... -me quejo deslizándome el pelo por detrás de la oreja.
Rápidamente Devoss echa a correr, y se remueve en mí las ganas de retarle a una carrera, pero me contengo, demasiado peligroso.
-¡Espera Devoss¡ ¡Ya voy¡.- grito al seguirle trotando.
>>Madre mía, pero que suerte.<<

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La conversación que había tenido y escuchado en la botica aun rondaba por la mente de Dhelian que miraba distraidamente el cielo oscuro donde apenas si podía verse ala estirges volando. Se alegraba que Archi se hubiese quedado con Kud, el evitaría que el mono hiciera algo precipitado.

-Me pregunto si todos aquí intenta estafar de esa forma o es algo propio solo de los que parecen bañarse en dinero -murmuro Dhelian, bajando la vista a Kin al recordar de nuevo el dichoso contrato, posible  lo mas impactante de toda la charla que habían mantenido. Al menos esperaba que Kud no volviera a hacer algo similar, porque sino aprendía una lección con todo eso era para matarlo.

-Tiene que existir algún trabajo en este sitio, sino decente, al menos que no sea tan exagerado, en alguna tienda o algo -añadió Dhelian que no las tenia todas consigo tampoco. Había sido un día de mierda lo único que estaba queriendo en esos momentos era llegar al torreón darse un baño, comer un poco mas y perder un rato en su hechizos para moldear metales- ¿Vas a contarle a los demás en la Sede? Estamos casi todos los de la cosecha allí. -pregunto observando de reojo a Kin mientras miraba las calles oscuras por donde circulaban.

Solo miró de reojo al daeliciano cuando se preguntó si existía gente decente en Rocavarancolia. Emitió un imperceptible suspiro, pero no respondió. No había mucho que decir. «Ojalá lo supiera».

A su siguiente pregunta sí podía responder, sin embargo.
—Quiero creer que existen sitios mejores. Lo que no sé es si necesitarán gente, si podrán negociar con Urticaria el pago. Precisamente por eso quiero contárselo a todos en la sede, no solo a los nuestros. Es muy probable que los veteranos tengan más información que nosotros sobre dónde podría trabajar para reunir ese dinero. Inténtalo tú también en Serpentaria, a ver qué podemos sacar.

Sufrió un escalofrío, pero tenía más que ver con su carga que con ninguna otra cosa. Estaba deseando llegar a la torre, porque le parecía de mala educación hacer un alto en el camino para descargarse. Tampoco convenía caminar indefenso en plena noche.

Estaba bastante de acuerdo con Kin, el podría comentarle también entre los de Serpentaria, según tenía entendido allí había gente que trabajaba por su cuenta asi que tal vez podrían aconsejarle algún trabajo menos dañino para Kud. 

-Si te soy sincero, ni siquiera me quedo muy claro si puede pagar a plazos o algo así, con la posibilidad de trabajar en otro sitio para ello. Dijeron tantas cosas ahí dentro que termine hecho un lío. Ademas lo de las veinticuatro horas sonaba como un tiempo limite para decidir o para pagar. -dijo un poco confundido por todo, no era experto en negocios pero era hijo de comerciantes así que en algo se defendía con el tema, pero se había liado tal lucha por ver quien hincaba el diente en Kud, literalmente en uno de los cazos, que ya no estaba muy seguro de nada- Espero que solo sea que yo entendí mal. - añadió pues la perspectiva de no lo fuera le inquietaba bastante. A su lado Kin lucia un poco extraño, aunque no sabría decir si era por todo lo de la botica o por algo mas. Dhelian estara enterado de la tranformacion de Kin y de lo que le suponía, pero en ese momento no caía en la posibilitad de que fuese sobre eso.

-¿Estas bien, Kin? Luces un poco eh...¿electrizado? ¿Quieres descargar?-dijo Dhelian viendo al raigarum sin saber como describir exactamente al sensación que este le daba, al ver un brillito repentino surgir de los cuernos de este que hubiese pasado desapercibido para el de no ser de noche. Quedaba aun un poco para llegar y según tenía entendido aquello le dolía.

Él tampoco podía decir que se hubiese enterado de mucho. La náyade se guardaba todo lo que no quería dejar claro, y así no había manera. No quería subestimar a la persona con la que estaban tratando, así que no quedaba otra que ser cautelosos.
—Creo que iré a buscar a Saren ahora mismo. Espero que no esté durmiendo ya. Está bastante enterado, o eso parece —murmuró, siguiendo la línea de sus pensamientos. De haber tenido que preguntar en Serpentaria habría ido probablemente a por Tsusu. A aquel repoblador parecía encantarle tratar con la gente.

Dhelian no pareció pasar por alto los chispazos de sus cuernos, muy indicativos de su nivel de carga, pero el irrense le respondió haciendo un gesto de desdén con la mano.
—Voy bien. Ya lo haré cuando llegue a la torre.
Le gustase o no, tenía que aprender a convivir con ello.

Cuando llegaron a la calle donde sus caminos se separaban se despidió del daeliciano.
—Nos vemos mañana. Y no te sobre esfuerces a estas horas, aún tenemos todo el día de mañana.
Se sacó una mano del bolsillo y echó a andar en dirección a la sede con ella alzada modo de despedida.


Sigue en la Botica de la Náyade. (La parte de la sede se omite).

Pensó en quien podría consultar de su torreón, pero aunque tenía un par de personas en mente la idea de posiblemente despertar gente no se le hacia nada apetecible. Como Kin bien dijo tenía todo el día siguiente y su cabeza estaba ya lo suficiente embotada con tanta conversación que iba a tener que dejarla descansar un rato. Ya pensar en todo eso al día siguiente.

-No lo haré, mi cabeza no da para mas esta noche. Tu tampoco te sobresfuerces -dijo despidiendo del raigarum para coger por otro camino para dirigirse a Serpentaria. Sobre su cabeza las estirges se comunicaba entre ellas ante la aparición de unos contrincantes en el cielo, los murciélagos flamígeros que eran como puntos de luz en la cada vez mas oscura noche. Dhelian ya ni podía ver a las estirges, solo escuchaba el batir de sus alas, por lo que en el trayecto realizo un hechizo hacer levitar un par de llamas delante suya, iluminando el camino.

Sigue en La Torre de Serpentaria

Saria descansaba en su cama con la mirada perdida en el techo. Se sentía extraña en su propia piel desde que se había despedido de sus hijos y la muerte del Cuarto hacía unos días tan solo había acrecentado esa sensación. La ordesa alzó las manos en paralelo sobre su cara y las hizo girar. Estaban limpias, pero el fantasma del sabor a sangre todavía la acompañaba. Suspiró antes de bajarlas de nuevo. No entendía nada. ¿Había sido así siempre? ¿A la vieja Lara también le reconfortarían los sollozos de sus víctimas? Saria Omen tenía claro que era un monstruo, ¿pero por qué? Era el origen de su monstruosidad lo que no entendía.

Cerró los ojos. Dejó que su memoria rescatara los gritos del cuarto esclavo y los escuchó de nuevo. Le complacían. Recordaba con claridad su cara, las lágrimas, los mocos. El terror en sus ojos al ver el cuchillo antes de que bajara hasta su garganta. Era justo lo que la mala sombra quería: rostros compungidos que le imploraran tanto como lo había hecho ella meses atrás por la vida de sus hijos.  <<Nadie aquí merece estar vivo>>. La ordesa había logrado que sus bebés encontraran descanso, pero para ella todavía quedaba camino por delante.

La luna la había maldecido con unos ojos que mataban y Saria Omen no había dormido mejor que las noches en las que se los había clavado a aquellas almas en desgracia. Conoció a Nana Fina ciega por el luto, pero ahora que veía, le daba igual todo. Podía soportar los ruidos invisibles a su alrededor, revelados por el amuleto que aumentaba su oído; podía llevar a cabo los asesinatos que Fina le ordenaba aun cuando veía que se estaba aprovechando de ella.

Le daba igual. Saria Omen solo necesitaba un Quinto, se sentía extraña sin él.



(Post suelto para recordar que Lara sigue viva).

No hizo falta ningún acuerdo hablado para que decidieran acudir a Maciel primero. Era aún de día y algunos de los cosechados estaban en el patio de piedra, entrenando. Optando por no usar la niebla mágica hasta que quisiesen curiosear dentro, Shizel les camufló a ambos con un embrujo y les envolvió con una burbuja de silencio para que pudieran hablar tranquilamente, a poca distancia del torreón sobre un tejado bajo con buena visibilidad. La facilidad con la que pudieron ocultarse de los cosechados le intranquilizó. ¿Cuántas veces habían sido ellos espiados de la misma forma?

—Cuéntame, amada mía —alzó las cejas, continuando lo anterior—. Ya que van a componer romances en nuestro honor los juglares tendrán que saber quiénes de esos pobres cosechados aspiraron al honor de ser tus elegidos. ¿Quiénes te saltan a los ojos?

La pareja se encaminó hacia Maciel sin tener que ponerlo en palabras. Teniendo en cuenta que había sido su torreón durante la criba, estaba claro que tendrían más curiosidad por sus integrantes actuales. Karime dejó que Shizel se encargara de ocultarlos mientras ella agudizaba su oído, su olfato y movía la cola alegremente.

- ¿Eso es ironía?- le preguntó socarronamente señalándose el parche-. Bien, vamos a catalogar cachorritos. Si tengo suerte oiré sus nombres sin complicaciones. Todavía tengo una pequeña confusión con el nombre de la hadita sexy- dijo refiriéndose al hado infernal cuyo nombre todavía no sabía si era Mikk o Vac.

Al primer cosechado que vio fue a la frivy que hablaba en el patio junto a la chica de piel morena que no parecía ver bien.

- Mmmm… Esas dos chicas, me las pido. La frivy parece experimentada, como todos los frivy’s, y la morenita parece inocente. Puede resultar muy interesante meterme con ellas- dijo sonriendo. Luego pudo ver al repoblador dando saltos por el lugar y Karime soltó una carcajada-. ¡Mira! Ellos también tienen un hierbajo. ¿Crees que será como nuestro Tap? Esos bichitos siempre me parecen de lo más interesantes y divertidos-. Junto a él, se podía ver a un sinhadre al que pudieron identificar a grandes rasgos como el edeel-. ¿Crees que su aurva también habrá venido? Estaría bien que por una vez viéramos a una pareja transformarse los dos. Aunque si no es así con que se quede me basta. Los sinhadres tienen un morbo que yo qué sé que qué se yo- comentó la licántropa, preguntándose cómo serían los colores del aurva, si sería chico o chica y si estaría tan comestible como él. En aquel momento, un humano alto, de piel morena y pelo largo hizo acto de presencia por la puerta y las orejas de Karime se levantaron en su dirección-. Oh, sí, nene. ¡Me ha tocado el premio gordo! Humano, esta es tu criba de suerte. El día en que te transformes mami Ka te adoptará y te hará ver lo muy afortunado que puedes llegar a ser.

—No todos a la vez o te atragantarás —repuso Shizel, poniendo los ojos en blanco. A veces se preguntaba si la libido de Ka era realmente insaciable o si decía aquellas cosas como parte natural de su habla—. A menos que tengas una transformación doble y no hayas querido compartirlo, en cuyo caso lo respeto. De ser así te habría tocado un precio muy conveniente para obtener magia.

Miró con curiosidad al repoblador.
—Son realmente muy resistentes —comentó—. Cualquiera apostaría contra ellos en la ciudad, y que recuerde en la mayoría de las últimas cosechas han sobrevivido prácticamente todos. Ojalá éste también tenga suerte.
Tenía que acordarse de invitar a Tap a la fiesta: el poltergeist se hacía difícil de encontrar por otra gente y no se fiaba de que consiguieran pasarle el mensaje. Si no le veía antes, Quemaduras podía pasarle el recado con fiabilidad. Secretamente Shizel se preciaba de conocer a mucha gente: le gustaba sentirse en el núcleo de un grupo.

—Ojalá. Ariv se sentía un poco sola —dijo al divisar al edeel. Bufó con sorna ante el siguiente comentario de Ka—. Sí, el morbo del dos por uno. No te hagas la sofisticada.
Eso le hizo acordarse de la marcha de Alder, y preguntó con delicadeza a la libense:
—¿Dijo Alder si vendría de visita, o si las aceptaba?

La vestimenta del humano le recordó a RR. Le hizo gracia y se lo señaló a la licántropa.

Pasaron luego a curiosear a los inquilinos del interior, con niebla mágica.
—¡Un carabés! —aquello captó su atención inmediatamente. Tal y como esperaba estaba pegado al libro de conjuros, y Shizel le observó con una mezcla de nostalgia, satisfacción, fascinación y frustración, todo a la vez—. Ojalá sobreviva. Tengo muchas cosas que preguntarle.
Igual que lo había sentido al hablarle Archi de su cosecha, sintió una suerte de hermanamiento hacia quien era, en aquella cosecha, el mago por asignación del torreón.
—Mira, ahí tienes a tu libense. Mm, ¿y éste? —frunció el ceño al ver un ser aviario por el torreón—. No me suena de ningún mundo vinculado. Ah, fíjate, sí que ha venido acompañado el edeel. Qué mona es su aurva —Shizel admiraba la habilidad que tenían los sinhadres para combinar colores vivos sin que quedase hortera. Le eran siempre muy llamativos—. Me recuerda un poco a una amiga —poco, ligeramente solo. Pero lo suficiente para que se le encogiera el corazón un momento. A veces aún pensaba en lo que había dejado atrás.

Karime rió ante las palabras de Shizel.

- Parece que la Luna se quedó corta conmigo y le faltó la parte de súcubo. Aunque creo que en realidad se apiadó del resto de seres de esta ciudad- dijo riendo. Luego una imagen pasó por su cabeza teniendo de protagonistas al grandullón emplumado, su novia de bonitas piernas y a ella misma. Sin poder evitarlo soltó una sonora carcajada-. ¡Oh, dios! Realmente habría sido divertidísimo tener ese poder.

Karime volvió a reír cuando Shizel le dijo que no se hiciera la sofisticada, como si esa realmente fuera su intención. Ante la pregunta sobre Alder, contestó que, por lo que tenía entendido, podían ir a visitarla a Sinhdro, pero que tendrían que hablar previamente con Seon para concretar las visitas. No sabía exactamente si Alder tenía previsto volver alguna vez, pero secretamente esperaba que así fuera.

- Bueno, ambos tienen pintas de rebelde- dijo cuando Shizel le señaló el parecido del humano con RR-. Los rebeldes tienen un algo que me pone tonta… y los modositos… y los serios… y los atolondrados… ¡soy tan difícil de contentar!

A medida que el idrino iba nombrando cosechados, Ka los iba catalogando “melofo’s” y “no melofo’s”, siendo el único “no melofo” hasta el momento el pajarraco, cuya clasificación había sido acompañada de un “pero todo se verá”.

- Pues no será una que yo conozca porque no se de nadie que tenga el pelo rosa, no al menos del género femenino- apuntó y luego se giró hacia Shizel con una sonrisa picara-. Y esa amiga…. ¿era guapa? ¿Esta buena? ¿Puedo contactar con ella? ¿Me das su dirección? ¿Crees que estaría dispuesta a un trío?

—Pues RR se te escapó —le tomó el pelo. Se mordió los labios para no reír ante la clasificación sin tapujos que hizo Ka. Era tan inapropiada en términos idrinos que no le quedaba otra que tirar sus normas al aire: era uno de los factores que contribuían a que la presencia de la libense resultara tan liberadora—. No sé si apenarme porque lo margines o felicitarle por salir ileso —dijo en referencia al cosechado aviario. No, de veras. No conseguía caer en de qué mundo procedía. Cuando volviera a tener un rato ocioso en la biblioteca le daría por investigarlo.

—Ah, no, no es por el pelo —Anya y Eara se parecían solo en detalles sutiles, mayormente la forma en que se comportaban en público. Sin embargo la sinhadre tenía dedicación donde la idrina evidenciaba cautela—. Difícilmente puedo presentártela. Lo siento —si Ka había estado ausente por alguna razón en el periodo en que había anunciado que se quedaba definitivamente en Rocavarancolia, Shizel le hablaría de lo que había hecho en Idris—. Para serte franco, al principio arrugaría la nariz cada vez que te viera, diría yo. Pero luego tu encanto ganaría terreno — y era cierto. A Anya le habría venido bien alguien como Ka en el periodo que ella y Shizel habían pasado separados después de romper. Su amiga tenía tendencia a aislarse, sin ni siquiera disfrutar de ello.

—Lo que me recuerda que mi princesa no está en este castillo —sentenció, repitiendo una frase que había oído decir alguna vez al vánara de la Sede—. En Idris ya no quedan princesas, pero me has entendido. ¿Nos vamos?
Con una última mirada nostálgica al que había sido su hogar durante el medio año más intenso de su vida, Shizel estaría preparado para desplazarse a Letargo.

- De eso nada. No se me escapó. YO lo dejé ir, no te equivoques- corrigió haciendo a su vez un aspaviento de indignación-. Y que sepas que he dicho “pero todo se verá”, lo que quiere decir que no está suspendido del todo, puede optar a revisión.

Karime hizo un movimiento como para restarle importancia cuando Shizel dijo que no podría presentársela.

- Oh, claro, porque esa es mi mayor cualidad. Soy encantadora- dijo sonriendo exageradamente y pestañeando aceleradamente.

La licántropa saltó del tejado al suelo y esperó a que Shizel se reuniera con ella para empezar a andar.

- Princesas, princesas,… lo que importa aquí son las reinas y yo, como no podía ser de otra manera, soy la mayor, la más suprema, la más mejor de todas ellas- dijo lanzando los brazos al cielo-. Y no deberías mirar a otras féminas con deseo y lujuria teniéndome a mi presente. ¡INJURIA! ¡HEREJIA!- dramatizaba mientras hacía tranquilamente el camino hacia Letargo.

Una vez cerca del torreón, procedieron como habían hecho en Maciel, y se encaramaron a un edificio colindante. Una vez Shizel hubo terminado con los hechizos para ocultarse, Karime comenzó con su escrutinio del patio.

- Ahí hay dos que fingen que saben de lo que hablan mientras toquetean el huerto, ¿ella es un maniquí? ¿De dónde tetas han sacado a un maniquí parlante? Bueno, me da igual, melafo igualmente, no soy quien para discriminar- comentó la licántropa restándole interés-. Y al chico también, incluso repetiría con él, cosa que no sucede muy a menudo, todo hay que agregar. ¡Eres un tío con suerte y todavía no lo sabes!- le gritó, como si la barrera que los insonorizara fuera a dejar pasar dicho comentario-. Oh, y ahí tienen un par de humanos, también para el saco. Y… ¿eso es u dragón en miniatura? ¿Cuántos nuevos mundos se han abierto y yo sin enterarme?- preguntó consternada a su acompañante-. Bueno, sigamos, y… ¡oh! ¡OH! ¡Otro humano potentorro! ¡me lo pido! ¡Me lo pido! ¡Yo lo he visto antes!- gritó entusiasmada al ver el humano que acababa de salir a fumar al patio-. ¡Este año debo haber sido muy buena porque la Luna me va a premiar con chicos de muy buen ver! Pero tu tranquilo, Perlita escarchada, mis favoritos siempre seréis vosotros, eso ni lo dudes- le dijo guiñándole un ojo-. Bueno, ¿dónde está tu princesa?

—¿Sabe el rey que has ocupado su puesto? —Shizel alzó las cejas—. Y podré sobrevivir sin mirar a fémina alguna si me lo pides, alteza, pero espero que su majestad sea consciente de que tengo intereses más amplios.

Se detuvo más tiempo en absorber Letargo en sí, tanto como a los cosechados. Conocía Maciel como la palma de su mano, pero en el torreón de las enredaderas solo había estado de visita.

—Creo que si hubiéramos tenido que alimentarnos del huerto habríamos muerto todos de inanición —declaró al ver a los dos que trabajaban en el huerto. La chica con rasgos de muñeca era otra novedad al catálogo habitual—. Teníamos demasiada gente que manejaba explosivos a pequeña escala. Y si me hubierais dejado el trabajo de cuidarlo a mí, lo mismo.

Respetó un poquito más a los de Letargo de su cosecha en aquel momento. De hecho, respetó más aún al huerto en sí. Sus inquilinos caían como moscas generación tras generación pero el jardincito seguía intacto.

—El dragón es parqio. Es de Ordesta —informó a la licántropa, aun sabiendo que aquello no era el foco de su atención en ese momento. Observó al reptil intrigado, y luego sonrió socarrón—. Eh, no te saltes a gente. ¿Es telofo o no?
Se echó a reír de nuevo ante la frenética petición de turno de la libense. La licántropa era tan contagiosa que Shizel esperaba no verse influido a hacer lo mismo con el tiempo. Por suerte años de etiqueta se interponían entre el skrýmir actual y el hacer listas de "melofos".

—Faltaría más —bufó con falsa altivez antes de activar la niebla mágica para ambos. Confundió inicialmente a un humano con un idrino al ver su cabello blanco, pero una ojeada detenida le sacó de su error—¡Ah! Otra libense. Ka, tu reino está en declive. Aquí viene la competencia, joven y guapa —le dio un codazo amistoso a su amiga y luego entrecerró los ojos como queriendo ver con más agudeza—. Qué bien dibuja la varmana.

También se había estado preguntando dónde estaba la idrina, un mal presentimiento en la boca del estómago ante la creciente posibilidad de que hubiese muerto ya.
—¡Ajá! Ahí está —exclamó con regocijo cuando la localizó—. Somos una raza todoterreno. Hasta ahora hemos sobrevivido todos.
>>Uy, aquí tenemos al RR del grupo —señaló al ver a alguien atrincherado en una dependencia aparte, también de cabellos llamativos—. Es algo en el pelo. Estoy convencido.

- Tranquilo, querido mío, te puedo asegurar que puedo cubrir por completo tus amplios intereses gracias a mis enormes…. Habilidades- sugirió suavemente, con voz sensual y guiñándole un ojo al idrino-. Oh, pero si hubiéramos tenido huerto, el bueno de Aleksei se habría encargado de buena gana, ¿no crees?- contestó, sonriendo con inocencia.

Ante la pregunta sobre el reptil, Karime inclinó la cabeza hacia un lado, frunció el ceño y luego la inclino hacia el otro.

- Si te digo la verdad, no sabría cómo hacerlo exactamente- contestó volviendo a fruncir el ceño.

Karime ojeó el interior del torreón, notando las diferencias que este tenía con Maciel, como el mejor estado de su planta baja. Para no perder la costumbre, fue indicando a cuales de aquellos cachorros encerraría en su habitación, que eran prácticamente todos.

- ¡Shizel!- exclamó indignada- ¿¡Me estas sustituyendo!? ¿¡Realmente crees que ella es más joven y guapa!? ¡Pero eso es imposible! Si fuera Lima podría darte un punto, pero esa chica no tiene nada que hacer a mi lado-. Aunque pretendía estar bromeando, podía entreverse algo de ofensa real en sus palabras-. Pequeña perla escarchada, voy a tener que darte un severo castigo por tu insolencia. ¡JUM!

Karime siguió clasificando sus preferencias y rió cuando el idrino describió su raza como todoterreno.

- Eso es porque todos sois encantadores- dijo sonriendo. Luego se giró a observar al que Shizel había descrito como “el RR del grupo”-. Puede ser, pero a este no sé yo si melofo tanto. Es como… un poco… inquietante.

Cuando ya hubieron localizado a todos los integrantes del grupo, Karime, que no le apetecía nada volver a la Sede por el momento, le sugirió al idrino acercarse a tomar algo a un local que se encontraba cerca de ahí y que no sabía si el skrýmir conocía.

- Es un sitio con una decoración algo… peculiar- intentó explicar-. Me habló de él un compañero del ejercito y he ido ya algunas veces. Creo que te gustará. Capta muy bien la esencia rocavarancolesa.


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Roaxen Tenvrai

De ir todo bien, el ulterano no habria acelerado el paso, pero el crujido del puente descendiendo le alertó que habian percibido la fuga: Iban a por el.

Cogito ergo sum escribió: ¡Diablos! ¡Vienen a perseguirme! ¡Lo sabia! ¡Sabia que estaban locos! Ya no hay vuelta atrás...

Cargó la ballesta sobre la marcha y se internó en unas ruinas. De espalda a un soportal, con la ballesta en ristre esperó hasta que los pasos se alejaran. Debia evitar los espacios abiertos pues aquel lagarto parlanchín se habia vuelto todo el adepto al vuelo y no seria la primera vez que su vista aerea localizaba algo en el suelo. De ventana en ventana avanzaba entre las ruinas. Apuntando con la ballesta, abatiria al lagarto a primera vista, mejor era eso que el dejar que alertasen a los demás.

Se movian algo lentamente. Queria asomarse a ver, pero, quieto como una liebre, no se movia. Sabia que por lo menos la mutante y el lagarto estarian dandolo todo por darle caza y, de tener que describirlo, podria decirse que Roaxen Tenvrai tenia algo de miedo. Aquel arma primitiva como era la ballesta no le permitia acabar con todos a tiempo de ser abatido el mismo. Maldijo no tener un arma de fuego de nuevo.
No podia esperar mucho más, le iban a acabar encontrando si no se movia y si lo hacia, el riesgo de que le encontrasen aumentaria considerablemente.

Aquel lugar se venia abajo, losas de piedras inestables por todos lados, cortinas rasgadas, telas de araña y madera crujiente, era una trampa completa y precisa. Si salia, tendria que hacerlo corriendo. Vio un hueco entre el edificio en el que se encontraba y el contiguo permitia enfilar la calle abierta durante unos metros para luego perderse en la barriada, seria ruidoso, pero si era lo suficientemente rápido, podría deslizarse sin ser visto.
Se asomó un segundo por la ventana, sin señal del lagarto por el cielo, se puso en marcha, con pies ligeros y el corazón latiendole en el pecho, el ulterano bajó las crujientes escaleras de madera y a paso veloz se acercó a la obertura. De haber sido imprudente, habria cruzado sin más y ese habria sido su final.

Ahi, en mitad de la obertura entre la calle y el resto de la barriada, habia una bestia peluda considerablemente grande. Podria recordar a un felino o incluso a un lobo, pero lo más extraño era que sus movimientos y estructura esqueletal recordaria mucho más a una mangosta, así como sus enormes garras delanteras.
Detenido en sejo, el ulterano contemplo a la bestia, pensando rápido. Parecia estar alimentandose de algun tipo de carroña y carecia de ojos, pues los parpados estaban cosidos juntos, dando a la tetrica criatura aún más aspecto terrorifico y peores noticias: Si aquello, que era obvio que no era natural, habia logrado sobrevivir sin sus ojos, era porque tanto su oido como olfato estaban muy afinados. ¿Le habria oido? ¿Puede que le estuviera oliendo en aquel momento? Probablemente.

Sin embargo, no se movia más que arracar pedazos de carroña y partir huesos con sus poderosas garras delanteras. Los locos le perseguian, como diablos del infierno que venian a llevarsele. Debia tomar una decisión y debia ser rápida.
Un chillidito le asustó cuando uno de los rodedores incandescentes entró en el cuarto, causando casi que el capellan accionase su ballesta. De poco le serviria malgastar el único tiro que podria efectuar antes de ser descubierto. Sin duda la suerte ni las oraciones le favorecian aquel dia.
La criatura alada revoloteó hasta que encontró asiduo en el segundo edificio, colgandose de la podrida madera del porche. Roaxen Tenvrai hizo rodar los ojos. Si tenia que elegir, lidiaria con el animal salvaje que con una turba de locos. Aun tenia su sable. La criatura podria tener dientes y garras, pero el acero estaba de su parte y estaba seguro que podria cercenar una de sus garras o clavarselo en un ojo con más facilidad que lidiar con la muchedumbre xenoide.

Asi que, con decisión y paso ligero, el xolnita siguió al murcielago al interior de la casa, con cautela de nuevo, pues el suelo se sentia mucho más inestable que en la otra casa y, a cada paso, le caia polvo en la testa. Alerta, se asomó por el quicio de la casi tronchada puerta y comprobó a la bestia todavia lidiando con su comida.
Fue entonces cuando se dio cuenta que, a su espalda, un gran trecho de la casa faltaba, como si alguien hubiera pasado un cuchillo por todas las casas adyacentes, creando una comuna que daba a parar a un barranco profundo, de unos cinco metros o puede que más. Aquello era malo. Significaba que la mitad de los cimientos de aquella casa faltaban y, que, además, estaba al borde de un acantilado y que se podria venir abajo y con el dentro, como una red de un pescador saca a los peces del mar a su muerte.

Dio unos pasos hacia atrás por seguridad. Otra vez más con prisas, la casa se iba a venir abajo de un momento a otro y a el le estaban persiguiendo. Sabia que, cuando volviese a Ulterania, se iba a tomar unas largas y relajadas vacaciones cerca de la capital a disfrutar con sus playas y museos así como un buen merecido descanso.

Suspiró y, cuando fue a mirar a la calle, el murcielago se alteró bastante y comenzó a revolotear como loco por el techo, buscando la obertura más cercana. A partir de entonces, todo pasó como si fuera a camara lenta. Los pensamientos de Roaxen Tenvrai iban considerablemente más rápidos que sus movimientos. Sus ojos se movieron lentamente hacia el quicio de la puerta y al umbral del edificio: Ahi ya no habia nada más que una carroña casi agotada. Ansiosamente lento, el ulterano eluncubró una maldición mientras su mano buscaba su espada y, dolorosamente, se daba la vuelta: Para su cerebro era obvio que estaba pasando.

La fantasia le distrajo lo suficiente como para que sus oidos no estuvieran tan alerta como le gustaria. Mientras, una ágil pero poderosa alimaña habia saltado dentro de la casa y, con insonorizadas garras se habia deslizado hacia su punto debil: La espalda.

Sus ojos captaron una brisna de pelaje. Un pelaje sucio, color cafe, con calvas, pulgas y muy maloliente. Un rugido lo precedió, mientras la criatura, que estaba a mitad del brinco alzaba sus garras.

No iba a llegar a tiempo.

Su cuerpo era tan lento.

Tan dolorosamente lento.

Iba a morir.

Iba a morir una muerte dolorosa e iba a ser devorado vivo.

Por un error.

Por ser demasiado lento.

Por aquella condenada ciudad.

Por aquella turba de locos que le habia hechado del torreón.

Maldito fuese todo.

Apenas habia empezado a revelar el metal de su arma cuando las poderosas garras se hicieron cuenta en su craneo y en su muñeca derecha. Y, fue entonces, cuando su sangre se derramó, que todo volvió a la velocidad normal.

Le fallaron las piernas y se vino al suelo en dos partes. Las garras con la fuerza y peso del animal se le clavaron hondo en la cabeza, pero no lograron atravesar el cráneo. Cortando su cara, pelo, cejo, pómulo y ojo derechos, se terminaron por deslizar hacia el mentón, pero quizás la sangre hizo que su filo se resbalase y terminó en la parte baja del carrillo.
Roaxen Tenvrai estaba separado. Habria quedado un resto de carne sin cortar de no ser que las endiabladas garras del animal cortasen como cuchillos de cocina. La mano del ulterano cayó a su lado, creando un sonido más ligero que el de su propio peso al chocar con el suelo. La mano derecha de Roaxen Tenvrai habia caido como papel ante la cuchilla y se encontraba a escasos centímetros de donde el.

La sangre manó como el aullido de dolor que profirió el capellán que no tuvo tiempo de aquejarse de dolores, pues la bestia estaba al ataque. Lanzando viciosas dentelladas, apenas le arranca la garganta de una. Su orgullo como xolnita le impedia caer tan facilmente y, colgado de adrenalina por el dolor, le lanzó una sorta de patadas al hocico que le sirvieron para alargar su vida unos momentos.
La bestia, inteligente, dejó de intentar morder la garganta y atrapó una pierna entre sus fauces. Otro aullido de dolor del ulterano pintó el aire cuando, como si fuera la parodia de un terrier con un roedor recien cazado, el monstruo sacudió al capellán por esta, clavandole los dientes hondamente hasta el hueso para finalmente lanzarle contra la pared, deshilachado y vulnerable, como una muñeca de trapo se tratase.

La mirada del capellán se nubló; tanto no podia hacer la adrenalina por el. Sangre, sal y lágrimas bañaban su cara. Mientras la bestia ensangrentada, se predaba y regodeaba por su debilitada presa, apunto de dar el golpe letal.
Roaxen Tenvrai no tenia fuerzas, así quedaba. Ahi terminaba su historia. Sin una mano, la mitad de la cabeza sangrando y una pierna hecha un estropicio, apenas se pudo dar cuenta de los quejidos de la casa a medida que la bestia se acercaba hasta que la casa, lentamente, comenzó a deslizarse hacia el vacio.

Abriendo su, ahora, único ojo sano, el capellán se dió cuenta de como moriria en verdad. Algo de suerte habria. Se llevaria a su ejecutor a la tumba consigo. Sonreiria si no estuviera tan fuera de si.

La bestia, aun inteligente, estaba cejada en conseguir la carne y ya se habia deleitado con la huesuda mano del xolnita a medio trote hacia el. Fue demasiado tarde, cuando la casa se volcó a un lado y se precipitó al vació con un estruendo y una nubareda de polvo increible, llevandose a predador y presa a lo más hondo de aquel acantilado.

Así fueron los últimos momentos de Roaxen Tenvrai. Asi es como vivió y así es como murió.