Calles

Se confirmó que el chico era un brujo, pero no alcanzaba a ver de qué mundo podía ser. Parecía un nublino teñido, con la piel gris y tan canijo. Ladeó ligeramente la cabeza, inspeccionándolo a través de las llamas.

-Yo soy Zmey, Zmey Sardaur- se presentó, haciendo desaparecer el fuego que lo envolvía. y se adelantó un paso, ofreciéndole la mano a modo de saludo- Y es normal que no me conozcas... creo.

Si no le sonaba su nombre, posiblemente no se hubiese relacionado mucho con sus antiguos compañeros, o tal vez simplemente no habían hablado de él. Eso le provocó un leve pinchazo en el pecho.

-Imagino que eres superviviente de la última criba. Enhorabuena.

Cuando el fuego dejo de cubrirlo dio un pequeño respingo sorprendido, lo había invocado igual que lo había hecho desaparecer sin pronunciar una palabra. Si existía ese tipo de magia era evidente que el no la conocía. Estiro la mano para saludarlo, ignorando la advertencia de Hugin de que podría hacer aparecer otra vez las llamas. No parecía que fuera atacarlo, se veía tranquilo e incluso se presentó.

-No, no me suena. Conozco a muy poca gente de cribas anteriores y a los que conozco bueno...no hablo mucho con ellos- añadió pensando en Skarog o Enredo, que era de algún modo con los que mas había tratado. Aun así, no había ahondado demasiado en conversaciones con ellos, mas centrado en su propia vida y en la de sus amigos.

-Lo soy si, aunque no diría realmente que soy un superviviente. De todos modos gracias, considero que llegué a la luna de milagro- añadió con una leve sonrisa y cierto humor negro solo entendible para el, acariciando el lomo de Hugin que parecía inquieta por la cercanía de Zmey. Seguramente el hecho de poder crear fuego de la nada, aparentemente, le intimidaba- ¿Eres de la anterior criba a la nuestra, por un casual?- pregunto dudando y osbervandolo detenidamente. No parecía mucho mayor que el, si era mas alto, mas musculado a pesar de ser delgado, y sintió un poco de envidia pues todo aquello era imposible de conseguir para el. "Que triste realidad ser un enano de por vida..." pensó mirándolo a el y luego a si mismo, esperando que su apariencia no evitara el que se le tomara en serio. Pues no es que intimidase demasiado realmente.

El pájaro desconfiaba, se le notaba. Eran animales bastante expresivos y cualquier cosechado que hubiese puesto un pie en Maciel sabía no cabrear a las estirges, por lo que se retiró rápidamente en cuanto saludó a Evelhan.

-No estoy muy seguro... supongo que sí.

Había estado demasiado tiempo fuera de juego. Tenía una idea aproximada de cuánto tiempo había pasado, pero aún dudaba. La ciudad parecía exactamente igual que la última vez que la vio, y la primera cara nueva había sido lo que le había traído a la realidad. << ¿Me habrá echado alguien de menos?>>

Empezaba a sentirse incómodo, se había quedado sin cosas que decir y no era precisamente el mejor entablando conversaciones. Pasaba el peso del cuerpo de un pie a otro. Estuvo tentado de sacar el collar de su bolsillo y juguetear con él, pero paró a medio camino para no volver a llamar la atención de las estirges.

-Tal vez... debería irme ya. Ha sido un placer conocerte- le dedicó una media sonrisa y un suave gesto de despedida con la mano.

Buscó desde su sitio la callejuela que debía tomar, y se encaminó hacia ella, perdiéndose entre los edificios roñosos que precedían a la plaza de los colaespina.

La respuesta de Zmey le descoloco un poco, pero no le dio mayor importancia que ese pensamiento vago de confusión. La conversación no duro mucho mas no es como si conocieran demasiado como para poder tener una larga conversación significativa. Ademas su estirges le habían interrumpido en quehaceres, fueses cuales fuesen.

-Igualmente, espero nos veamos en alguna otra ocasión- añadió despidiendo con una sonrisa, dejándolo seguir con su camino, mientras Hugin lo veía irse desde su hombro, sin apartar sus ojos negros de este hasta que se perdió de vista. "Eres demasiado confiado. Si eres así, morirás pronto" se quejó Hugin con un graznido, a pesar de que la emoción transmitida no era muy triste precisamente.

-No me seas pájaro de mal agüero. Para empezar la culpa de que me lo encontrara es vuestra, por intentar robarle. No volváis a hacerlo-advirtió Dhelian mirando a las estirges que volaban sobre sus cabezas. Estaba dispuesto a seguir con su recorrido por la ciudad, cuando una de las estirges que vigilaban le aviso de la llegada de una onyces antes de que llegaran junto a Dhelian con un mensaje de Alice-Cambio de planes, vamos a la Sede -añadió avisando a la onyce de que irían, para ponerse en marcha mientras Munin que volaba sobre su cabeza vigilando a las estirges que iban y venían, mando a un par de ellas por su ropa dándoles una descripción precisa de lo que quería. Las estirge nunca ponían quejas a las visitas a sus amigos, mas que algún que otro graznido de protesta ocasional. Algo bueno, cuando únicamente era el la que las entendía todo el tiempo.

Sigue en Sede de los Taumaturgos

La noche abrazaba Rocavarancolia y volvía aún más siniestros los recovecos de las peores zonas de la ciudad. Saria Omen había recibido su primer encargo de Nana Fina y se encontraba de pie en un callejón sin salida, en silencio, observando con su vista mejorada el cuerpo yaciente de una asreniana. La desaparición de la Luna en el firmamento dejaba como únicas fuentes de luz natural a los murciélagos flamígeros y la capa negra que la cubría de arriba abajo llevaba tejido en magia el hechizo de ofuscación. La mala sombra no pestañeaba, sus ojos se habían clavado con fuerza en el pecho de la asreniana, que aún subía y bajaba, y apenas se distraían con los catastróficos porcentajes que la bañaban.

Se agachó lentamente para mirar a la cara a su víctima y aspiró profundamente.  

—Se te acabó la suerte —rezó en un susurro. <<Y mi mirada no ha tenido la culpa>>.

Saria Omen sacó un cuchillo de debajo de la capa, lo agarró con ambas manos por la empuñadura y posó con suma delicadeza la punta de este sobre el pecho de la asreniana. Dirigió una última mirada a la cara de la chica, sin un ápice de pena o remordimientos, e hizo acopio de toda su fuerza para lograr que la hoja de su arma atravesara la piel y el músculo y se colara entre las costillas. La sensación le desagradó y no pudo contener una ligera mueca de asco al ver cómo la sangre brotaba o la respiración de su víctima se volvía violenta e inútil. Pero el sentimiento que predominaba era el de satisfacción.

Aquel cadáver no era nadie, una pobre chiquilla sacada de su mundo sin rastro de luna en la sangre, pero para Saria Omen suponía la certeza de que podría cumplir su objetivo. Era la primera muerte, el primer paso. La mala sombra se levantó y murmuró el ensalmo de limpieza sobre sus manos y el arma que empuñaba. La dueña de aquella esclava pronto la echaría de menos y, no mucho más tarde, recibiría el mensaje que Nana Fina le había hecho llegar de forma anónima. La ordesa no entendía que ocurría entre su jefa y aquella vieja sarnosa de la que tanto se quejaba, pero no necesitaba entenderlo tampoco.

Agitó sus orejas en busca de cualquier sonido que indicara peligro y desvió la mirada a la boca del callejón para asegurarse de que estaba sola. Acto seguido se envolvió con la capa y echó a correr. El miedo de haber sido poco sigilosa no tardaría en acecharla, pero hasta entonces, la que una vez fue Lara se sentiría eufórica.

Hice levitar la jaula de Sombra mientras escuchaba al foner y seguía a su lado. Lo dejé hablar sin interrumpirlo y cuando terminó suspiré por lo que me tocaba. No sabía como ayudar al foner y podía terminar cagándola mucho al intentarlo, pero no podía dejarlo así.

-Coincido en que Shiz te lo tenía que haber contado mucho antes, y te lo tendría que haber dicho con un poco más de tacto - <<Desde luego hay veces que su parte idrina se va a donde Dios perdió la zapatilla>> - pero por otra parte creo que lo entiendo. No puedo saber exactamente qué pasa por su cabeza, pero si yo fuera él creo que habría tenido miedo, miedo por herirte o porque te lo tomases muy mal, no lo sé - hice una pequeña pausa.- De todas formas date cuenta de que no se va a ir indefinidamente, los dos sabemos que no puede vivir sin magia y que de vez en cuando vendrá a visitarnos.

-A mi modo de ver creo que ahora tienes varias opciones, y desde luego deberías hablar con él, pero mejor cuando estés más calmado y con la noticia digerida - hice otra pausa.- ¿Le has preguntado qué siente él por ti? Por que dependiendo de eso las opciones se amplían o disminuyen.

E pesar de la molestia y frustración que pudiera sentir, escuchó atentamente las palabras de Enredo. Sabia que lo estaba en un gran dilema y sin saber que decir, no era un tema fácil de tratar para el y tampoco tenia mucha idea de lo que hacer al respecto. Tan solo se sentía dolido.

-Creo que es peor guardárselo y esperar meses para decírmelo que decírmelo al momento. La espera es lo que causo el daño no el hecho mismo de que se vaya, aunque esto también colabore en el malestar - respondió entendiendo el punto de Enredo pero siendo incapaz de compartir el mismo pensamiento. Ya le había quedado claro que Shizel no se iría para siempre y aunque el motivo para volver fuese por la magia y no por algo mas, cosa que en cierta forma le hacia sentir insignificante, quitaba parte de su malestar. Aun así dudaba bastante que solo eso eliminara todo el coraje que sentía, era aliviador saber que podrir a verlo de nuevo, por mas estúpido que le pareciera pensar de esa forma.

¿Hablar con el? Si, tal vez debía hablar con el pero ciertamente no ahora eso lo tenia muy claro. Bastante patético se sentía ya como para hablarle y que empeorase aun mas la situación, volviéndola aun mas tensa. No solo le tocaría digerir todo sino pensar bien en lo que le diría pues estaba completamente en blanco en esos momentos y lo único que le venia eran cosas que solo mandaría a la mierda al relación que tenían y no quería eso.

-No...-respondió escuetamente ala ultima pregunta de Enredo con su atención puesta en las calles de alrededor-He tenido problemas para lidiar con lo mio como para lidiar también con lo de el -respondió y las palabras le sonaron extrañas incluso a el mismo por lo que intento explicarse-Hasta hace unas hora posiblemente te habría dicho que si me gustaría saberlo, ahora no estoy tan seguro. -añadió admitiendo que sentía un real miedo de la respuesta que pudiera recibir. Realmente tenia ganas de golpearse o de golpear a Shizel, lo que fuese mas rápido e efectivo para evitarle quebraderos de cabeza-Aunque puede que si que sea lo mejor...tal vez teniendo una clara respuesta consiga que mi cabezona forma de querer se entere de una vez de que no hay manera. ¿Tu le preguntarías de estar en una situación así? -pregunto interesado realmente en su opinión, pues el era un autentico novato en todo aquello y tan solo buscaba alguna salida que no terminara con ambos sin poderse ni ver por culpa de la incomodidad y la tensión. Ya el viaje de vuelta de la tierra había sido lo suficientemente desagradable.

-Lo cierto es que yo sí que se lo preguntaría, depende de su respuesta podría tomar dos resoluciones distintas, esperarlo o intentar olvidarlo - respondí.- No sé, si me dijera que no siente lo mismo y que nunca lo hará intentaría superarlo por todos los medios, eso no significa terminar nuestra amistad, pero algo tendría que cambiar entre ambos, no sé, yo creo que es así.

Seguí andando a su lado mientras la jaula levitaba a mi lado y de ven en cuando daba algún bandazo.

-Por otra parte si realmente quiere intentarlo siempre podrías intentar ir con él a Idris - continué.- Eres un cambiante así que supongo que no tendrías mucho problema en adaptarte. Si él quiere claro, pero no sé, hay muchas cosas a tener en cuenta y realmente nunca me ha dicho el por qué se quiere ir, puede ser que añore su tierra o que como casi siempre se haya guardado alguna cosa para sí mismo.

-Sea lo que sea te deseo buena suerte a la hora de tratar con él, sé lo cabezota que puede ser - comenté con una sonrisa triste, realmente la situación de DL me daba un poco de pena, pero nunca se lo iba a decir.- Y si se niega a decirte nada o si trata de cambiar de tema siempre puedes usar el chantaje emocional, cosas como que te lo debe o algo así. En la sociedad humana funciona a las mil maravillas - lo sabía por que había visto más de una vez el pollo que se montaba entre sus compañeros de clases.

Observaba el camino, dirigiéndose ambos de forma casi automática hacia Serpentaria, en su caso era ya casi costumbre el ir al torreón de ellos mas que al suyo propio, pues casi parecía vivir allí.

-Me encantaría tener las cosas tan claras como tu, el ser un autentico novato en este tema me esta pasando factura- añadió con cansancio aunque estando de acuerdo en lo que decía Enredo, era lo mas saludable, aunque no fuese menos dañino, una respuesta clara para variar era mejor que el no saber nada. Como encontrar el momento y la forma de preguntarlo ya era otra cosa, su paciencia ya se había roto y necesitaba repararla antes de poder volver a hablar con Shizel o lo complicaría todo aun mas. Lo mejor era darse unos días para terminar de serenarse. Y porque no, darle un poco en lo que pensar al idrino.

-No me importaría ir a Idris, yo ya no tengo mundo al cual volver, así que cualquiera puede serlo ahora. Como dijiste siendo cambiante tengo facilidades y tampoco necesito cargar magia de una forma especial - añadió DL pensando en las palabras, el único detalle era que su opinión no valía de mucho si Shizel no quería que lo acompañara. Algo que tampoco sabia a ciencia cierta. Realmente no tenia idea de lo que pensaba, ni cuales eran sus planes, mas por falta de información y por su secretismo, que por falta de interés. nO tenia claro si el guardarse todo era cosa de los idrinos o era algo simplemente innato en el skrymir, de ser lo primero debía ser desesperante vivir en idris sin ser un habitante de allí.

-Buena suerte dice, necesito un milagro y tomar una buena dosis de paciencia antes de volver a hablar con el, que la mía ya se agoto-respondió con una sonrisa divertida, mejorado su humor gracias alas palabras de Enredo, el sacarlo todo ayudaba por mas que no tuviera solución aun solo debía pensarlo bien y encontrar el momento. Aunque lo del chantaje emocional no sonaba del todo mal, no tenia claro de que funcionase en  alguien tan terco como el idrino- Tendré en cuenta eso, pero de ser posible prefiero no usarlo, que bastante tenso esta ya todo como para añadir algo mas. -añadió observando as calles por las que pesaban y notando que no quedaba mucho para llegar a Serpentaria. De verdad que a veces le fascinaba como se dirigía a dicho torreón de modo automático en vez de al suyo, que era lo que debería hacer. Aunque bueno, teniendo en cuenta que Enredo iba hacia alla y cargado, era comprensible.

-Tanto hablar de Shizel e intentar comprender que hay dentro de esa cabeza de hielo suya me esta dando dolor de cabeza- murmuro sacudiendo esta con fuerza, decidido a cambiar de tema o le vendría de nuevo las paranoias que siempre surgían en los peores momentos, junto con aquella vocecita interna que siempre decidía parecer cuando mas débil psicologicamente se encontraba. No le apetecía lidiar con ella, así que necesitaba distraerse rápido en otra cosa y poder recomponerse por dentro- Mmhh ¿te apetece que hagamos algo? -pregunto finalmente viendo ya el torreón.

Torre Serpentaria

Algo extraordinario sobre pertenecer a la secta de Ewa era las buenas oportunidades que daba pertenecer a aquella. Oportunidades de estar en lugares, de ver cosas, de descubrir información... que no estaban tan al alcance de otros seres que, como era el caso de Bran, no llevaban ni año y medio transformados. El trasgo no solía hacer mucho uso de estas ventajas, pero un suceso ocurrido al azar le había permitido agradecer enormemente pertenecer a aquel nido de dementes.

Rocavarancolia dormía bajo un cielo sin estrellas. O eso aparentaba: Bran ya sabía que aquel nido de erversidad del que ahora formaba parte nunca descansaba del todo. Por toda la ciudad se estarían cometiendo, a buen seguro, crímenes atroces. Como los que él también cometía, y quizás como los que se vería obligado a cometer esa noche. No estaba seguro de desear aquello, aunque sabía que con las personas con las que se iba a encontrar no habría demasiados problemas si había que... silenciarlas. Pero podía convenirle que se corriera de cierta forma, no demasiado, sólo lo justo y suficiente, lo que pensaba hacer.

La sombra a la que seguía se metió en un callejón oscuro y putrefacto del que salían diversos hedores no muy agradables. El trasgo de Ewa se alegró por esto: estaba renovándose una y otra vez un hechizo de encubrimiento de olor, pero aquel lugar era perfecto para dejar atrás esa acción. Era un coste paupérrimo como hechizo, pero cansaba hacerlo todo el rato por culpa de su resistencia mágica. «Lo peor», pensó, «es hacerlo sólo para que piense que todavía creo que no se ha dado cuenta de que le sigo» pensó con cierto fastidio. Para un trasgo era fácil leer ver y oler determinados matices en sus presas que indicaban si sabían que les acechaban o no.

El ser al que perseguía volvió a girar. Pensando que no podía tardar mucho hasta reunirse con el resto de su grupo aceleró algo el paso, asegurándose antes, con la niebla mágica, que aquel no se encontraba justo tras la esquina.

Apenas tuvo tiempo de darse cuenta de que estaba en una placita de tamaño medio antes de que un fuerte impacto mágico por la espalda casi lo derribase. La barrera anclada a su ropa, por suerte, lo evitó. Dio una voltereta hacia un lado, evitando un segundo hechizo que, por la potencia, podría haberle hecho estallar la cabeza, y se levantó rápido. Su espada estaba guardada: llevaba las manos en alto. Las bocas de Ewa estaban a la vista, con las lenguas medio fuera.

—¡¿Estáis seguros de que queréis matarme?!

El ataque, procedente de alguien que no veía, se paró al instante. Por desgracia a su espalda podía oler otro transformado, y este parecía no saber quién era él. Se movió con rapidez, evitando una daga que cortó el aire donde estuvo un momento antes su riñón derecho. Agarró a su enemigo por el cuello y lo estampó contra la apred, apretándole la tráquea. Su mano libre la usó para quitarle el arma.

El breve momento de lucha había sacado todo el instinto de Bran. Una voz le gritaba que cediera. «Rompe, aplasta, desgarra, come. Aliméntate de él. Escucha sus alaridos mientras se convierte en lo único para lo que vlae: un trozo de carne. Una apetitosa cena». Se pasó la lengua entre los dientes, mirándolo. El miedo se reflejaba a la perfección en los ojos de aquel joven, que a simple vista no parecía poseer ningún cambio extraordinario. Sabía que sus compañeros no harían nada, no con lo que había descubierto. Sería tan fácil obligarles a escuchar el final de que aquella patética existencia... Olía tan, tan bien aquel terror que emanaba el guerrero...

Tiró al chico al suelo, a unos metros de él. Unos movimientos entre las sombras, le permitió intuir donde estaba otro miembro del grupo. No sabía el nombre de la transformación, sólo que su capacidad mágica no era despreciable, y que podía camuflarse con una habilidad muy superior a la del camaleón. El tercer elemento al que seguía esa noche apareció de las sombras y se aproximó al guerrero que todavía resollaba. Bran tampoco recordaba cómo se llamaba su transformación, pero el precio que poseía se le había clavado en la mente: debía vestirse con pieles de personas que hubiera desollado y tratado personalmente. Desconocía cómo se daba esta última parte, pero sólo había que verlo para darse cuenta que su vestimenta no era la piel de ningún animal.

—¿Qué quieres?

La voz provenía del "camaleón" y era profunda y serena. A bran le impresionó que no demostrase ninguna turbación. Su compañero (o compañera) desollador no escondía el odio de su mirada, y sabía que nadie de aquel grupo había tratado antes con Ewa. Se había alegrado mucho al saberlo: de esa manera el impacto sería mayor.

—¿Os he interrumpido una... pequeña reunión, no?

El guerrero y su acompañante intercambiaron una mirada. Bran imaginó que tabién lo habría hecho el camuflado. Quizás hasta estaban hablando telepáticamente. Sonrió con suficiencia, pensando en la facilidad que podía tener para poner a alguien que llevaba más tiempo en la ciudad que él entre la espada y la pared. Al menos si era el transformado correcto y el momento propicio, claro.

—¿Y a ti qué? —escupió, por primera vez, el guerrero. Ya se había levantado, y no le sorprendió ver que le miraba con un desprecio nada disimulado. Bran se la devolvió, con un matiz. Le consideraba insignificante, sin importanci, una mera hormiga en aquella ciudad.

—No me andaré con rodeos. Queríais hacer una, por hablar con eufemismos, visita poco amistosa al mentalista de Serpentaria —levantó su brazo derecho, enseñó su mano. Los labios se abrieron del todo, los blancos dientes quedaron a la vista, la lengua pasó entre ellos, moviéndose, saboreando el aire. Detrás, el movimiento oscilante de la cola aumentó de velocidad. Con su otra mano conjuró una bola de luz que iluminó sus ojos, su piel morada y su pelo verde. Su sonrisa era feroz y, en conjunto, todo resaltaba lo extraordinario de su aspecto—. Os voy a dar un dato: yo pasé mi criba con él. Cualquier mínima... perturbación en su vida sería muy-mal-vista —resaltó las palabras, con un tono casi brutal— por mi parte. Así que si queréis mantenerme a mí y a todo lo que soy y represento fuera de vuestro camino mejor que os olvidéis de él. Claro que —añadió, casi como si se acordara— también podéis seguir con vuestro demente plan, intentar matarlo, que os detenga como detuvo al anterior grupo que intentó matarlo y que luego yo, encima, os haga una visita y os enseñe como se las gasta mi grupo cuando no le hacen caso —acabó enviándoles una sonrisa, cais pidiendo que tomaran este segundo camino, casi suplicando que les dejara ver la maravillosa habilidad de la secta para provocar arrepentimiento—. Vosotros decidís.

—¿Te crees que un novato como tú nos puede amedrentar a nosotros?

Había sido el guerrero quien había soltado esta pregunta a bocajarro. A Bran no le sorprendió, pero ya tenía una respuesta adecuada.

—Yo seré un novato, pero también soy un sacerdote de la Secta de Ewa. Vosotros sin embargo... No sois más que unos contrabandistas de tercera.

Su respuesta fue dicha con un nada disimulado desdén, dejando claro la diferencia. Habia otros grupos de contrabandistas, cazatesoros o mercenarios cuya ausencia se notaría en la sociedad rocavarancolesa. Bran sabía que este no era el caso. Ya fueran los tres presentes o los dos miembros del grupo que se esoncdían en ese momento en su guarida, nadie en Rocavarancolia se percataría siquiera en su desaparición hasta muchos muchos días de que sus restos se hubieran desechado por las letrinas.

—Basta —el "camaleón" se adelantó, rompiendo, al moverse, buena parte de su ilusión de camuflaje. Tras un momento dejó esta atrás, retornando a sus verdaderos colores—. ¿Y cómo sabremos que al darte la espalda no nos convertiremos en tu cena?

—Porque sois parte de la más baja calaña de Rocavarancolia, de esa que todo el mundo ignora. Y, por tanto, sois perfectos para los rumores.

Sigue en la Torre serpentaria.

Rasqa sobrevolaba alto al resto del grupo, procurando que cayeran en su rango de visión el mayor número de calles posibles, pero sin poner demasiada distancia como para no reconocer a Ziack de lejos. Iba tan concentrado en localizar al enderth que a veces desaparecía brevemente de la vista de los letarguinos. Aunque entendía la razón por la que las calles tenían aquel entramado, olvidaba con facilidad que los de abajo tenían que dar rodeos en ocasiones para llegar al mismo punto al que él. Sin embargo, cuando lo recordaba, era común escucharle farfullar al respecto.

Aunque no quisiera reconocerlo, el parqio estaba disfrutando aquel cruce entre paseo y aventura que había surgido espontáneamente y sintió algo de pena al encontrar a Ziack tan "pronto", torciendo una esquina varias calles por delante de donde se encontraba su grupo. Antes de avisar, descendió ligeramente para no tener que gritar.


—¡Ja! ¡Cazado!—informó con energía—, ¡Seguidme, rápido! —dicho esto, volvió a ganar altura y aceleró su vuelo en dirección al enderth escapista.

El comentario de Ruth me coge desprevenido....¿ para qué?.... Precisamente sin esos entrenamientos tendríamos menos posibilidades. Iba a decirle a la israelita que estaba equivocada, pero soy interrumpido por una noticia: Ziack se ha ido del torreón.

Demasiado confuso intento ordenar mis pensamientos.¿Por qué lo habrá hecho? No encuentro ninguna lógica, así que me encamino con la chica a la azotea. Queda bastante claro, ha salido al exterior, al “mundo real”. Intento divisarle desde la azotea, pero es totalmente imposible, el enderth tiene que estar en otro lugar. Con suerte no muy lejos del torreón. Bajamos y me encamino a la armería.

Allí cojo mi lanza y me preparo para la salida. << No sé que pretende, pero nos está poniendo en peligro a todos>>. Partimos, otra vez, fuera de la seguridad de Letargo, hacia lo desconocido y peligroso, hacia el suelo de Rocavarancolia. Siento lo mismo que otras tantas veces al ir de excursión, el terrible sentimiento de que algo nos acecha.

Camino en silencio, atento a cualquier movimiento( con plumas incluido), se fue por la noche, así que puede que esté demasiado lejos. No hablé en ninguna ocasión con él, pero no por eso hay que dejarlo solo allí fuera, por muy imbécil que se haya comportado. No solo estoy atento por si vemos al pájaro, hay que estar listo por si se presenta algo verdaderamente problemático.
Y llega el momento, Rasqa lo ha encontrado, es de gran utilidad tener un par de alas. Empiezo a correr siguiendo al parqio, y a la vez pendiente del entorno. En cuanto lo tenga a vista pienso alcanzar al estúpido de Ziack.

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El grupo avanza sin percances, de momento el viaje es menos movidito de lo que pensaba, Rasqa vuela en la cabeza del grupo, adelantarse esporádicamente para avisarnos de cualquier indicio nuevo, tanto como de algo inesperado que pueda acabar con nuestras vidas, como el encuentro del enderth.
Aún camino preocupada por ello, en ningún momento le he tomado por tonto, pero ya es hora de empezar replanteármelo, ni siquiera yo en mis primeros días en la ciudad salí ahuyentada por la presión de compartir habitación con desconocidos, si su intención era investigar debería de haber compartido su opinión, de buena gana seguro que habríamos organizado una expedición. Pero no sirve de nada comerse la cabeza, la “misión” es lo importante.
Por fin el parquio nos anuncia que le hemos encontrado.
Realmente no me aclaro sobre lo que siento en esos momentos. Alegría, por verle después de la demora, y rabia, por la incertidumbre.
-Dios mío, como todo esto haya sido por una estupidez... -me quejo deslizándome el pelo por detrás de la oreja.
Rápidamente Devoss echa a correr, y se remueve en mí las ganas de retarle a una carrera, pero me contengo, demasiado peligroso.
-¡Espera Devoss¡ ¡Ya voy¡.- grito al seguirle trotando.
>>Madre mía, pero que suerte.<<

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La conversación que había tenido y escuchado en la botica aun rondaba por la mente de Dhelian que miraba distraidamente el cielo oscuro donde apenas si podía verse ala estirges volando. Se alegraba que Archi se hubiese quedado con Kud, el evitaría que el mono hiciera algo precipitado.

-Me pregunto si todos aquí intenta estafar de esa forma o es algo propio solo de los que parecen bañarse en dinero -murmuro Dhelian, bajando la vista a Kin al recordar de nuevo el dichoso contrato, posible  lo mas impactante de toda la charla que habían mantenido. Al menos esperaba que Kud no volviera a hacer algo similar, porque sino aprendía una lección con todo eso era para matarlo.

-Tiene que existir algún trabajo en este sitio, sino decente, al menos que no sea tan exagerado, en alguna tienda o algo -añadió Dhelian que no las tenia todas consigo tampoco. Había sido un día de mierda lo único que estaba queriendo en esos momentos era llegar al torreón darse un baño, comer un poco mas y perder un rato en su hechizos para moldear metales- ¿Vas a contarle a los demás en la Sede? Estamos casi todos los de la cosecha allí. -pregunto observando de reojo a Kin mientras miraba las calles oscuras por donde circulaban.

Solo miró de reojo al daeliciano cuando se preguntó si existía gente decente en Rocavarancolia. Emitió un imperceptible suspiro, pero no respondió. No había mucho que decir. «Ojalá lo supiera».

A su siguiente pregunta sí podía responder, sin embargo.
—Quiero creer que existen sitios mejores. Lo que no sé es si necesitarán gente, si podrán negociar con Urticaria el pago. Precisamente por eso quiero contárselo a todos en la sede, no solo a los nuestros. Es muy probable que los veteranos tengan más información que nosotros sobre dónde podría trabajar para reunir ese dinero. Inténtalo tú también en Serpentaria, a ver qué podemos sacar.

Sufrió un escalofrío, pero tenía más que ver con su carga que con ninguna otra cosa. Estaba deseando llegar a la torre, porque le parecía de mala educación hacer un alto en el camino para descargarse. Tampoco convenía caminar indefenso en plena noche.

Estaba bastante de acuerdo con Kin, el podría comentarle también entre los de Serpentaria, según tenía entendido allí había gente que trabajaba por su cuenta asi que tal vez podrían aconsejarle algún trabajo menos dañino para Kud. 

-Si te soy sincero, ni siquiera me quedo muy claro si puede pagar a plazos o algo así, con la posibilidad de trabajar en otro sitio para ello. Dijeron tantas cosas ahí dentro que termine hecho un lío. Ademas lo de las veinticuatro horas sonaba como un tiempo limite para decidir o para pagar. -dijo un poco confundido por todo, no era experto en negocios pero era hijo de comerciantes así que en algo se defendía con el tema, pero se había liado tal lucha por ver quien hincaba el diente en Kud, literalmente en uno de los cazos, que ya no estaba muy seguro de nada- Espero que solo sea que yo entendí mal. - añadió pues la perspectiva de no lo fuera le inquietaba bastante. A su lado Kin lucia un poco extraño, aunque no sabría decir si era por todo lo de la botica o por algo mas. Dhelian estara enterado de la tranformacion de Kin y de lo que le suponía, pero en ese momento no caía en la posibilitad de que fuese sobre eso.

-¿Estas bien, Kin? Luces un poco eh...¿electrizado? ¿Quieres descargar?-dijo Dhelian viendo al raigarum sin saber como describir exactamente al sensación que este le daba, al ver un brillito repentino surgir de los cuernos de este que hubiese pasado desapercibido para el de no ser de noche. Quedaba aun un poco para llegar y según tenía entendido aquello le dolía.