Calles

Solo unas señas bastaron para indicarme que me centrara en la tal Sosiego. De igual forma, el solo hecho de verles conjurar hechizos de desvío me sirvió para estar alerta, pero los lanzazos que conjuré impactaron en la barrera de Gael. Después, Giz se encargó con prontitud de la pared que se nos venía encima. Cuando se hicieron intangibles y Giz empezó a molestarles con los dragones, por lo que un cruce de miradas con Gael y otra al cielo me hizo montar otro plan. Intentaríamos confundir a Rodar lanzando o Giz o Gael un hechizo de destangibilizar a Sosiego y yo otro desde detrás. Si salía bien, la lluvia haría el resto. O mis amigos y mis armas, que en ese momento estarían cerca de su cuerpo.

Para ello, aprovechando las distracciones de Giz y sus dragones, me deshice en humo. Tendría que acercarme con rapidez, por la espalda y disparar a Sosiego ambos hechizos de retangibilización. Uno desde donde estaban Giz y Gael, quien fuera, y otro desde donde acabaría estando yo, cerca y detrás, cubierto por un nuevo escudo mágico.

A Verkan le estaba manteniendo ocupado el continuo hostigamiento de Vac, y mientras tantos Adara iba minando sus defensas a base de hechizos y golpes de sus alas. La balanza estaba claramente inclinada a favor de los dos amigos, pero el varmano se cansó, y decidió emplear una estrategia sumamente sucia en la que el hado cayó de cabeza.

Su mirada, divertida hasta el momento, se ensombreció, y el griego se alejó del ángel negro unos metros, activando su comunicador.
—¡Tania! —llamó a la nublina—, ¿estás bien en la taberna? —la respuesta de la muchacha llegó con unos segundos de retraso que mantuvieron al chico en tensión, pero todo estaba en orden, y no parecía haber sufrido ningun ataque— Creo que deberías teletransportarte al laboratorio de Giz, es muy probable que estos malnacidos hayan encargado a alguien que vaya a por ti y allí no estarás sola. Ponte a salvo, ¿de acuerdo? —pidió una última vez, girándose hacia el mercenario con expresión rabiosa a tiempo para quedar cegado por el destello de luz.

Vac perdió de vista a Verkan, que se dejó caer en picado, e incapaz de seguirlo, se acercó a comprobar que Adara estuviera bien. El fogonazo le había pillado mas de cerca, pero se recupero enseguida, y de mutuo acuerdo ambos se pusieron en marcha para encontrar una nueva presa. Todos sus amigos estaban enzarzados en sus propias peleas, a bastante distancia, pero no tardaron en avistar a Zisana, intentando huir por una plaza vacía.

El hado se la señaló a la pelirroja y ambos se dejaron caer en picado, el chico con la espada por delante, apuntando a la asreniana con ella mientras canalizaba un lanzazo mágico.

Barch ya estaba casi arrinconado cuando alguien se interpuso en el camino de la vouivre. Apenas le dio tiempo para colocar su arma ante ella para protegerse cuando ya volaba por los aires. El golpe contra el suelo fue doloroso, pero no tuvo mucho tiempo para recrearse en su molestia ya que el varmano se lanzó enseguida a por ella.

Como pudo, tejió un hechizo de impacto para alejar al ángel negro el tiempo suficiente como para poder levantarse y estar preparada para el primer golpe. En el primer golpe, intentó bloquear con un filo a la vez que cortaba el bajo del ala con el otro. Por el momento, podía resistir ella sola contra el ángel negro, pero cuando vio aparecer a Barch por la esquina maldijo. Aquello le iba a resultar complicado, aunque no imposible si jugaba bien sus cartas.

Pasó su arma a una única mano, aunque de esta manera no le permitía hacer muchos quiebros y ni florituras, le dejaba una mano libre para inmovilizar a Barch con un hechizo para poder centrarse únicamente en Verkan.

El intercambio con Barch se estaba volviendo cada vez más feroz e intenso hasta que aquella maldita pared cayó entre ambos. El draco había visto descender a Verkan en dirección a la vouivre y se despistó lo suficiente como para no apartarse adecuadamente, perdiendo por completo sus protecciones físicas por causa de la pared. Maldiciendo con rabia en voz alta, el sueco se levantó tan rápido como pudo, dejando atrás su espada bastarda ya que se le había caído en el proceso. Pero no importaba, había visto como el varmano lanzaba a Wen hacia el interior de una de las callejuelas aledañas y lo único que tenía en mente era llegar cuanto antes hacia su posición. Mientras se levantaba había empezado a conjurar un potente sortilegio disolvente dirigido hacia el sinhadre que seguía los pasos de su compañero y, por tanto, los de la británica.

El hechizo impactó contra la espalda del minotauro pero no le provocó daños visibles. El sueco chasqueó la lengua con exasperación, aunque esperaba al menos haber corroído por completo sus defensas mágicas. Sin perder ni un segundo, alzó el vuelo apenas elevándose y persiguió a Barch hacha en mano, minetras aprovechaba el momento para recargar el circuito de impulso, aunque tuvo que aterrizar enseguida porque apenas tenía espacio para volar en aquella calle y no había rastro del vermano en el espacio aéreo circundante.

Con la respiración agitada, ya que debido a la urgencia había apurado el paso todo lo posible, alcanzó a Barch y, por tanto, a Wen, cuando esta estaba siendo acosada tanto por minotauro como el ángel negro. El draco se forzó a razonar en medio de la rabia en ebullición que le estaba quemando: la sangre le ardía y le costaba pensar con claridad. Pero no podía permitirse realizar movimientos inútiles. Sabía que el minotauro no tenía defensas físicas y muy posiblemente Verkan tampoco. El problema era que Wen tampoco las tenía y corría el riesgo de dañarla a ella si usaba un ataque físico potente. Así pues, se decidió por un ataque mágico y, eligiendo como objetivos a ambos mercenarios de Gar, Noel lanzó un sortilegio de aturdimiento. Al menos el sinhadre debería sufrir las consecuencias del hechizo y tendrían unos valiosos segundos para enfrentarse al ángel negro.

La mercenaria se libró de mi hechizo por los pelos y, en parte, porque otra escoria se lanzó contra Gael. Acto seguido, los otros dos desaparecieron bajo el suelo <<¡Los subterráneos!>> Vac y Adara se lanzaron contra Zisana mientras nosotros tres nos pusimos de acuerdo en usar hechizos abrasivos reforzados contra el suelo. No parecía haber sumideros cerca y no era plan buscarlos, así como tampoco bajar intangibles por si estaban esperándonos debajo.

No estaban. No ahí sino unos metros más adelante, con defensas nuevas y ¡huyendo! Sin detenernos  más que, al menos yo, cubrirme mejor, les perseguimos a la carrera, acribillándoles con lanzazos y relámpagos negros y plata. O al menos esos fueron los que yo disparé, ya que no me fijé mucho en lo que Giz y Gael conjuraban.

La presencia de la Luna empezaba a abrirse paso, por fin, a través de la serenidad de Giz. Un movimiento de mano escueto y un silbido sirvieron para que los dragones se mantuvieran fuera de la contienda mientras esta sucediera en los subterráneos y el goliat se puso manos a la obra con las abrasiones para abrirse paso. Los movimientos de sus manos habían perdido la suavidad y denotaban fuerza contenida, ganas de venganza en cada uno de los trazos. Cuando el camino estuvo listo, Giz se conjuró niebla mágica y aceleró el hechizo de vuelo. Observó el lugar rapidamente y preparó su siguiente movimiento a una velocidad propia de alguien que empezaba a emborracharse de poder. Un hechizo devastador saldría disparado hacia Rodar con la intención de fulminar sus defensas para después paralizarlo antes de que pudiera volver a levantarlas.

Más arriba, Verkan y Barch recibieron sendos sortilegios de aturdimiento. El minotauro, sin protecciones ese momento, lo recibió de lleno y quedó parado en el sitio, sacudiendo la enorme cabeza que tenía para volver en sí. Las protecciones que Verkan sí tenía, sin embargo, le permitieron continuar con un hechizo sombrío reforzado que salió despedido de sus manos y arrasó las protecciones mágicas de Wen al mismo tiempo que las suyas eran consumidas por los hechizos de Noel. El varmano no esperó un instante y se lanzó volando hacia la vouivre, para acosarla con las alas y la espada. La velocidad de sus ataques, dirigidos a rebanarla sin ningún reparo, como mínimo impedirían que la británica realzara sus protecciones.

Por otro lado, Barch volvía por fin en sí, dirigiendo una mirada asesina al draco de estínfalo en primer lugar.  

No se podía esperar menos de aquella escoria. En cuanto las cosas iban mal se retiraban… o tal vez no. Precisamente podía ser una emboscada y por ello decidieron que era peligroso exponerse a bajar intangibles a donde les podían estar esperando preparados para atacar a dúo. Entre hechizos abrasivos perdió un momento renovando sus defensas y cuando el agujero estuvo listo levitó hacia él imitando a Giz para poder ver en la oscuridad. Así como Giz se centraba en Rodar y Jack en desgastar las defensas de ambos enemigos, Gael fijó a Sosiego como objetivo y reforzó un nuevo hechizo desintegrador. Si no fallaba lo seguiría un hechizo de corte reforzado directo al cuello. Estaba seguro de que su defensa física habría caído con el anterior ataque.

Rodar y dama Sosiego se habían alejado todo lo posible levitando por los subterráneos, tras deshacer la intangibilidad, y reconstruyeron apresuradamente sus defensas. El goliat maldijo en voz alta cuando su gola le alertó de los hechizos abrasivos cercanos y apremió a la humana para que apurasen el paso.

Pero los hechizos no tardaron en llegar. Venían de tres frentes distintos y solo eran dos. Empezaron con dispersiones para poder llevárselos por delante pero en una guerrilla de desgaste solo tenían las de perder, por lo que Rodar pasó a usar desvío para intentar devolverles algunos mientras la bruja maldita continuaba con las dispersiones. No sirvió por mucho tiempo. Sus protecciones cayeron y cada vez ambos acusaban más el cansancio mágico.

Y en cuanto cayeron las defensas, la siguiente dispersión no llegó a tiempo. El hechizo de corte de Gael seccionó limpiamente el cuello de dama Sosiego, que murió tan silenciosa como siempre, haciendo honor a su dominio. El idrino no tuvo tiempo de reaccionar a la muerte de su compañera pues a duras penas desvió el hechizo de parálisis. Completamente agotado y sabedor de que su final estaba próximo hizo un último intento de huir. Lanzó una barrera de inercia a sus oponentes con la esperanza de que la caída de estos le sirviese para ganar tiempo.

Zisana se había visto sola y había emprendido la huida a través de las calles, en dirección contraria a Verkan y Barch. El hado infernal no tardó mucho en cortarle el paso y enseguida se vio acorralada entre él y la ángel negro. La barrera de inercia le hizo tropezar y el lanzazo de Vacuum alcanzó sus defensas mágicas, que se carcomieron considerablemente. Con un grito rabioso la asreniana rodó por el suelo justo a tiempo para esquivar el virote y al final del movimiento recuperó la verticalidad para chocar espadas con el hado. Solo le quedaba tomar ventaja de sus superioridad física frente a sus oponentes, manteniéndose en el radio de acción de la barrera de inercia para que no pudiesen alzar el vuelo cerca de ella. Maldijo para sí, no obstante, no haberse pertrechado todavía más contra los dichosos hechizos. Tocando uno de sus tatuajes extrajo otra espada larga, acorde a su envergadura, y empuñó ambas como si se tratasen de armas ligeras.
—Venid a por mí, cobardes —escupió.

Los cabroncetes resistían lo suyo. Corriendo y saltando (sin usar la conversión en humo por el desgaste que supondría) mientras conjuraba mis hechizos podía esquivar con facilidad los que nos desviaban mientras el túnel refulgía con nuestros hechizos. Podía ver a algunas alimañas cerca, como pensando si lanzarse a por alguno de nosotros; otras esperando por los restos que pudieran quedar al acabar. No serían los nuestros. <<O, realmente, Gael podría querer los cuerpos, y yo querré indudablemente la sangre... Así que id a otro buffet, alimañas>>

Esas mismas alimañas se excitaron peligrosamente al ver la sangre manar del cuerpo de Sosiego. En mi caso solo hubo un ligero sentimiento de euforia, muy breve, que sirvió para acelerar contra Rodar. Sin embargo, una barrera de inercia lanzada por el goliat frenó tanto a las alimañas que se acercaban como a nosotros. La dispersé con rapidez y luego conjuré un hechizo sombrío y un sortilegio de aturdimiento. En cuanto sus defensas cayeran, se lo dejaría a Giz y mientras me encargaría de mantener a raya a las criaturas que miraban con hambre tanto el cadáver de Sosiego como a nosotros.

Wen sintió alivio al ver aparecer a Noel por la calle. Con Verkan ya tenía suficiente como para además añadir al minotauro. Levantando uno y otro extremo de su doble guadaña bloqueó los ataques que el ángel negro le hacía, procurando dañar al varmano en toda oportunidad que se le presentaba. Intentó distraer y dañar a su enemigo cambiando la posición de su arma de manera que el extremo que se prologaba tras ella lo empujaba hacia abajo con la hoja hacia arriba para que el extremo que tenía frente a si subiera hacia arriba con la hoja hacia abajo con el fin de golpear fuertemente la barbilla del ángel negro y rajar tanto esta como su cara al seguir el camino del arma.

Con Barch fuera de combate, Noel se centró en no dejar un solo momento de respiro al varmano, hacia quien dirigió toda su rabia ya que insistía en acosar a Wen. El draco disparó una ráfaga de plumas tras otra para terminar de tirar abajo sus protecciones físicas mientras empezaba a conjurar. Un hechizo de dislocación provocó que una de las alas de Verkan saliese del sitio, evitando que utilizase su filo contra la británica. El draco se lanzó con el hacha por delante, activando el circuito de impulso del filo, hacia el omóplato del ángel negro, buscando seccionarle al menos en parte el apéndice. Ante cualquier ofensiva por parte del varmano, el sueco haría uso del sistema de distribución de hechizos defensivos que todavía conservaba cargado para evitar daños graves. Pero le importaba poco lo que pasase: solo podía pensar en quitarle a Verkan de encima a su pareja.

Fue poco después de clavar el hacha que vio como Barch se recuperaba y se dirigía hacia ellos con sus armas alzadas. El draco no se lo pensó dos veces y volvió a conjurar un nuevo sortilegio de aturdimiento al que imprimió una potencia considerable, dirigido también contra ambos objetivos ya que esperaba derribar las protecciones mágicas del varmano además de volver a dejar al minotauro incapacitado de nuevo.

El lanzazo mágico carcomió las defensas mágicas de la asreniana, y al mismo tiempo el campo de inercia de Adara le hizo tropezar, obligando también a Vac a descender. Al griego no le importó, y cuando Zisana rodó para esquivar el virote de la pelirroja, el chico ya la estaba esperando con su espada alzada, dispuesto a cruzar el acero con ella.

La lagarta parecía cabreada, y en cuanto consiguió un poco de espacio, invocó otra espada larga igual de grande que la primera, empuñando ambas como si no pesaran nada. Iba a aprovechar su ventaja física, y tal vez habría sido inteligente acabar con ella a distancia, pero la pulla que les lanzó echó a bajo la poca racionalidad que le quedaba al hado.
—¿Cobardes? —masculló el griego, deslizando los dedos de su mano libre por uno de sus tatuajes y sacando una daga de hoja larga y robusta— Vosotros en cambio sois un ejemplo de valentía, ¿verdad? Atacáis a nuestros amigos cuando están solos, matáis a uno completamente indefenso y lo dejáis clavado en una pared, torturáis a otro durante todo un mes para hacerlo hablar... y después de todo aun seguís intentando jodernos —el tono de su voz destilaba veneno—. Yo seré un cobarde, valiente mercenaria, pero pienso matarte con mis propias manos —anunció con una sonrisa torcida, lanzándose hacia ella con las dos armas en alto.

Vac sabía de sobra que Zisana era físicamente superior, pero le daba igual, quería destrozarla en su terreno, y no pensaba usar mas magia. Le hervía la sangre, y la locura que siempre le corroía por dentro había empezado a desatarse, privándole en gran medida de su instinto de autoconservación. Confiaba aun así en sus entrenamientos con Norou, pues a la fuerza tenía que haber aprendido algo del guerrero tengu.

Los ataques que recibió el ángel negro, tanto de Wen como de Noel, provocaron que sus defensas físicas acabaran cayendo y Verkan se llevara varios cortes en la cara durante el intercambio con Wen, que también había sufrido daños similares. El ángel negro reculó en el aire para recuperar espacio y acelerar la regeneración de sus heridas justo cuando el hechizo de dislocación le golpeó en el ala, forzando una caída inevitable. Verkan trató de amortiguarla y, aunque no se rompió nada, un dolor eléctrico le trepó desde la rodilla hasta la cadera. Debido a esto, su atención a la batalla se redujo durante los segundos suficientes como para no poder evitar el hachazo de Noel. El varmano gritó colérico por el dolor que le produjo aquel corte tan profundo e hizo acoplo de todas sus fuerzas para dirigir un tajo horizontal con su espada al vientre del draco de estínfalo.

Mientras Verkan se libraba del hacha y se levantaba ardiendo en una rabia asesina, Barch había vuelto en sí y se había dirigido hacia ellos a la carrera con la intención de embestir con su cornamenta a Wen. Sin embargo, esta vez reconoció el hechizo de Noel y consiguió desviar su trayectoria a tiempo para que fuera Wen quien recibiera el sortilegio de aturdimiento. Acto seguido, el minotauro cargaría con su hacha contra ella, dispuesto a cercenarle cualquier extremidad que pillara por medio.

Al mismo tiempo, el ángel negro continuó su carga contra Noel, casi ignorante de que había quedado sin defensas mágicas tras su último hechizo. Poco a poco fue abandonando la técnica aprendida y se dejó llevar por su instinto, arremetiendo contra el draco con movimientos ejecutados cada vez de forma más salvaje y temeraria. El ángel había focalizado toda su capacidad regenerativa en el ala y su fatiga empezaba a evidenciarse. No podía permitirse que el enfrentamiento durara mucho más y el draco era su objetivo principal.

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En los subterráneos, la satisfacción de Giz con la muerte de Sosiego era casi palpable. Sin embargo, él tenía todavía una cuenta pendiente que saldar y agradeció enormemente a Jack aquella dispersión contra la barrera de inercia. Imprimió energía en su hechizo de vuelo para alcanzar al goliat que huía y, en cuanto le dio alcance, comenzó a acribillarle con un hechizo de parálisis tras otro hasta que el cansancio del idrino, que había estado en inferioridad numérica desde el principio, le impidió evitarlo.

El goliat de Gar quedó levitando en el aire, por lo que Giz decidió aterrizar y convocar una barrera de inercia alrededor. El cuerpo del idrino cayó a plomo con un golpe sonoro y bajo la seriedad del genemago asomó una pequeña sonrisa, culpable pero sincera como pocas. Giz había acumulado un odio casi irracional hacia los mercenarios de Gar desde el incidente de Yloh, especialmente hacia el idrino, y, desde entonces, había querido hacer esto: sin más magia que los músculos de su pierna funcionando correctamente, Giz imprimió toda su fuerza en un pisotón hacia el cuello del otro goliat, suficiente para romperle la gola y dejarlo sin respiración unos segundos.

—Disfruta de lo que te mereces —se permitió el lujo de decirle antes de sacar de su zurrón dos nuevas canicas rúnicas. El goliat las activó y pronto emergieron de la nada un par de lobos de gran tamaño y piel negra, cubierta de llamas grises. Sus ojos, rojos y brillantes, observaban el cuerpo todavía vivo del goliat idrino, con el hambre acumulada de días de cautiverio y la rabia propia del animal que se sabía forzado a obedecer mediante magia. La paralisis impedía gesticular a Rodar, pero Giz no necesitaba que se moviera para imaginarse lo que había sentido al ver materializarse a aquellas dos bestias. La seriedad volvió al rostro del asreniano antes de dar una última orden que no le pesaría en absoluto—. Coméoslo.

Y para que Rodar muriera devorado por los suyos, antes de alejarse, Giz intensificó el olor a sangre y carne fresca alrededor de su cuerpo, para atraer a las alimañas.

Toima y Tania

El mayal chocó contra las condenadas protecciones mágicas y el rinoceronte avanzó dentro de la casa. Toima se preparó para recibirle con las armas en alto y una mirada fiera en su rostro. El animorfo transformó su cabeza, a falta de espacio para más y comenzó a blandir su cuerno como arma, Toima procuró alejarse de este pues, a pesar de parecer un cuerno corriente, golpeaba con algun tipo de fuerza mágica. Las protecciones que llevaba le salvaron más de una vez. Aun así, los contraataques del ulterano eran más fieros y, sin la ayuda de la magia y, por ello, el animorfo retrocedió, replanteandose si no le convenia mejor luchar en otra situación.
El ulterano, ligeramente extrañado, le dejó ir, sin quitarle el ojo de encima. Sacó su lanzavirotes de nuevo y le vió a él sacar el arco. Toima sonrió. Su corazón ardia con pasión, un enfrentamiento a como estaba acostumbrado, como tantas veces habia hecho y, por primera vez, sin tener que mancharse. Dorkal no podria haber elegido peor enemigo para liarse a disparos.

Mientras tanto, Tania, que habia salido de la taberna, con su nuevo arco dispuesto, se habia acercado a la zona del conflicto, todavia a unos doscientos metros aproximados, su respiración comenzó a alterarse, mientras miraba a cada tejado y edificio cercano como si una emboscada la fuera a detener al instante. Aun asi, no pensaba quedarse de manos cruzadas. Iba a ayudar a los cuchitrileros, tanto si la regañasen despues o si saliese herida de aquello. No podia soportar la idea de que sus amigos arriesgaran su vida mientras ella se sentia como una verdadera inutil. Tenia una flecha tensada apuntando al suelo. Dió un respingo alarmada cuando escuchó a Vac por el transmisor. El corazón le latia a mil y que fuera Vac quien contactase con ella le hizo que el corazón le diera un vuelco. ¿Le habria delatado Toima? Tendria que haber sido eso.

-S-Si... Vale...-dijo con una voz muy débil, cortando con la comunicación. Mordiendose el labio, retuvo las ganas de gritar de frustración y de ira. No solo se habia probado igual de inutil, sino que además era un claro punto débil a los ojos de sus amigos; un lastre. Con lagrimas de rabia, accionó el teletransportador que le habia dado Giz, apareciendo directamente en el laboratorio. Una vez ahí, se arrimó a una esquina y se sentó a esperar, abrazando sus rodillas.

Mientras Toima ya se habia preparado para el duelo. Habia un pequeño inconveniente, pero el plan que habia ideado era casi infalible, sobretodo, porque estaba casi seguro que el animorfo era la primera vez que se jugaba la vida en duelo a larga distancia. Mostraba una sonrisa pérfida preparandose, con un virote tensado sobre el arco, otro en un tentáculo y un cartucho más chato y grueso de explosivos. Vació el aire de sus pulmones, para ayudarse con la concentración y salió de la cobertura de la pared, asomandose tras el boquete en esta.

Antes de liberar la tensión, arrojó el explosivo despues de encender su mecha con el raspador de su hombro, este cayó a los pies del animorfo. Al retroceder este de la potencial dañina explosión, se vió atrapado con la sorpresa de descubrir que aquel explosivo no estaba cargado con algo volatil como la nitroglicerina, sino con un compuesto hecho de clorato potásico, liberando una gran y densa humareda blancuzca que cubrió toda la calle, sobresaliendo por los edificios.
Entonces fue cuando Toima liberó la tensión. El virote del argos, atravesando la niebla con la precisión que le daban los ojos de su dueño, rompió con las últimas protecciones y se quedó clavado en el pecho del animorfo, haciendole una pequeña perforación y rompiendole la clavícula izquierda.
-¡Así es como peleamos en Ulterania, cabronazo! Ni la magia ni tus truquitos de monstruosidad te sirven ahora, ¿a que no?-bramó el ulterano altivo.
Sin embargo, Toima no se habia subido en la nube, pues todavia el corazón de su enemigo latia. Cargó otro virote en el tiempo que el animorfo intentó salir de la humareda, completamente cegado por ella sin poder preveer de donde golpearia el siguiente proyectil o cuando. Con una ultima sonrisa, el watahré liberó y se cobró la vida del animorfo, clavandole al suelo con un virote que se le habia clavado con precisión en la cara.
-Diana.-murmuró el argos con una risa seca y se levantó, recogiendo su tinglado y los cartuchos que habia dejado en la puerta, por si debiera volar el edificio en pedazos.

Toima bajó a recuperar los proyectiles mientras la humareda se disipaba y se topó con el cadaver del animorfo, inerte y apuntalado al suelo, su cabeza pendiendo a un par de centimetros del suelo, apenas unida al resto del cuerpo por unos pocos hilos de piel.
-Mira, si vas a tener otro cuerno para el final del día... Maldito bicho.-bromeó el ulterano tras recuperar el virote y limpiarlo en la ropa del animorfo.-Ah bueno, solo entre tú y yo, ya que estamos a solas, Ulterania me sopla un cojon, lo que me joden son la gentuza como tú que se creen muy duros por haber sobrevivido este agujero infernal durante un puñado de meses.- Tras lo cual, le escupió, y evaluó la situación con sus ojos, para ver si deberia volver a apostarse en el edificio o ir a ayudar a sus amigos directamente.