Calles

Al comenzar a caer nos alejamos de los focos. Y al alejarnos de los focos, durante varios momentos, no vi nada. Si antes era demasiada la luz que había ahora era demasiado poca, de formas que otra vez quedé cegato perdido. La caída no estaba siendo muy cómoda, de forma que me agarré mejor mientras descendíamos a trompicones. En las alturas pareció explotar otra bengala, pero ni siquiera la leí. Estaba demasiado ocupado rezando angustiosamente para que cayésemos bien y no nos partiésemos el cuello

Las manos me sudaban y yo me resbalaba algo. Veía que el suelo estaba más cerca, que Alice iba teniendo problemas para maniobrar y que yo me caía. Intenté agarrarme mejor, pero hice un movimiento en falso y me vi cayendo hacia el suelo. «¡MIERDA! ni siquiera me dio tiempo a pensar algo más, y probablemente fuese una suerte que resultase no estar a más de metro y medio o dos metros de altura. Me topé a plomo contra el suelo, cortándome por un instante la respiración. También me corté otra cosa: mi mano izquierda había caído justo encima de un montón de cristalitos cuya procedencia estaba clara.

Solté el aullido de dolor más grande de toda mi vida.

Me senté, llorando. Me veía la mano a través de las lágrimas, un hermoso mapa de cristalitos, cortes y sangre. Intenté soplarme, pero el escozor no parecía irse, de manera que me encogí gimiendo.

—Puta mierda de día, puta mierda de día, puta mierda de día —sollozaba, en un hermoso ejercicio de autocompasión. Entonces recordé cómo había acabado la cabeza de Akasha y, además de unos sollozos más fuertes y una pequeña arcada, sentí como la cara se me ponía roja de la vergüenza. Entonces fue cuando lo oí.

Levanté la vista. Había pasado por alto la enorme jaula, y desde luego el engendro furioso que había dentro también. Mi cara se mudó en un segundo, mientras pensaba por qué cojones nos pasaba todo éso. Es decir, el monstruo era más o menos lo normal en Rocavarancolia... ¿Pero por qué el resto de cosas?

Me levanté lo más rápido que pude y comencé a andar hacia atrás, buscando cualquier cosa a mi alrededor que pudiese ayudarme, o indicarme alguna pista, o algo. Y entonces, caído del cielo (literalmente) llegó uno de los daelicianos.

—¿Dhelian? —alcé algo la voz, que dejaba ver sorpresa y alivio, pero sin dejar de alejarme de aquel monstruo. Entonces comencé a preguntar con algo más de ansiedad y preocupación—. ¿De dónde vienes? ¿Estás bien? ¿Dónde están los demás?

Seguía mirando con cautela al ser, pensando que ahora éramos tres. «Uno menos al que encontrar para largarnos de esta mierda de circo. Quedan... Muchos» el tono de mis pensamientos era tan deprimente como su contenido.

La gravedad volvió a la normalidad pero par ese momento Dhelian estaba tan inmensamente mareado que ni se dio cuenta del momento en el que se soltó del columpio y cayo a plomo. El tiron de su cuerpo fue imposible de evitar y no tuvo tiempo de reaccionar de modo alguno. Con un golpe que le saco todo el aire de los pulmones y que le dejo temblando del color, cayo sobre terreno inseguro. Aquello no era suelo, eran barrotes.

Dhelian no pudo ni pensar en donde estaba, no pudo ni gritar pues todo el aire había escapado de sus pulmones ante el golpe. Su mente despertó de golpe del mareo ante el dolor que le recorría cada centímetro del cuerpo. "Oh por el demiurgo...¡sigo vivo...esto vivo!"  sollozo sin apenas poderselo creer. Le dolía absolutamente todo, sentía nauseas y apenas podía respirar...pero ¡estaba vivo!. Dificultosamente abrió los ojos, aun algo mareado intento moverse de donde sea que hubiera caído. Bajo su cuerpo una masa moviéndose si identificar desde su posición le puso todo el vello de punta.

Su cuerpo actuó por simple alerta olvidando por un segundo todo el dolor, se intento incorporar de golpe, intentando apoyar su mano para ello. Dhelian casi pudo escuchar el crujido de sus huesos, mordiendo los labios con tanta fuerza que termino sangrando."Tengo el brazo...hecho papilla..." pensó desesperado ante el dolor,al punto de exagerar su propia condición. Se sentía horrible.

-¿que...que es esto?...duele...duele mucho -murmuro sin aliento por el golpe recibido en todo su pobre cuerpo, aunque el dolor mas agudo lo tuviese en su brazo derecho incapaz totalmente de moverlo o tan siquiera apoyarse en el. Aturdido y adolorido y aun sollozando apenas se movió de su posición, todo le daba aun vueltas y sentía nauseas, fue una voz conocida la que logro sacarlo de ese estado. Alvaro...y Alice, estaban vivos, estaban bien. El inmenso alivio que sintió Dhelian al verlos le hizo sollozar de nuevo, estaba hecho una autentica pena y ellos parecían también haber sufrido los estragos de ese condenado juego enfermizo.

-Creo...que me rompí...el brazo- susurro apenas, temerosos de llamar la atención de la criatura bajo su cuerpo, allí metida en lo que ahora veía era una jaula. El dolor era apenas soportable, mientras no tocase el brazo para nada, ante la adrenalina de la situación. Debía bajar de allí ya, antes de que esa criatura se diera cuenta de su presencia. Su cabeza no estaba lo suficientemente clara como para realizar ningún hechizo, por lo que bajo la jaula trepando con una sola mano mordiendo el labio a cada paso pues su cuerpo le recriminaba el movimiento.

Llego milagrosamente abajo, sudando y sin aliento al tener que hacer todo ese esfuerzo con su cuerpo en aquel estado. Se agarro a Alvaro aun intentando acostumbrarse a la gravedad sentía sus piernas echas de gelatina. Ahora junto a ellos se sentía un poco mejor aunque aun no estuvieran seguros.

-Surasara...¿donde esta? Estaba...estaba conmigo- susurro horrorizado buscando a la ulterana por todos lados al no verla junto a ellos temiendo ver su cuero desmadejado y sangrante estrellado contra el piso. No se lo perdonaría.

Me encuentro cayendo al vacío, ni tiempo tengo de lamentarme cuando siento un fuerte golpe contra el suelo. No, no es el suelo, parece algún tipo de plataforma metálica, muy luminosa por cierto. En un primer momento la luz me ciega y pensando en como podría apagarlas cuando noto que estoy ardiendo, tengo las puntas de mi pelo quemadas. Sofoco el fuego mientras cambio las torturas pensadas para el tipo que nos ha hecho esto por otras mucho peores, mi pelo no se toca.

Me levanto y me acerco al borde de la plataforma, miro abajo y como me deje caer algo me rompo seguro. Distingo unas formas en la distancia, no puedo ver bien por culpa de la luz pero si no me equivoco ese es Ozz, su complexión ayuda bastante a identificar la verdad. Me queda confirmado cuando me llega su voz, <<¿Que salte? Por mucho me digas que me vas a coger no sé yo>>. Claro que sé que Ozz es el más aventajado en magia pero no sé yo como planea agarrarme al vuelo.

De todas formas no parece que me quede otra, en el suelo se están dibujando unos círculos y no tengo muy claro para qué serán pero seguro que no quiero comprobarlo. Además no veo otra salida posible de esta plataforma, por que escalera ninguna.

-Voy - le grito para después saltar del borde. Si esto no funciona... bueno, no es la primera vez que me rompo algún hueso.

La tranquilidad del día, para variar, ha vuelto a extinguirse en un momento. La ciudad vuelve a enseñarnos la cruda realidad de su sino. La primera sensación tras despertarme ha sido miedo. Intento mantener la calma y zafarme de la presa de las correas mientras, en la oscuridad de la zona, escucho las voces de mis compañeros.

Cuando las sillas comienzan a girar y comienza la macabra función el miedo se transforma en panico cuando la daga cercena la oreja de Marsi. No puedo hablar, simplememte no salen palabras de mi boca puesto que en mi mente solo cabe la posibilidad de romper como sean las correas pero es imposible.

El panico se transorma en histeria al ver como la maquina de ide terminar con la vida de Akasha. No puedo articular palabra, simplemente me siento bloqueada, intento encontrar por todos los medios soltarme y no es hasta que nos encierran en la jaula cuando abandono toda esleranza de volver a ver un nuevo día. Cuando la bestia sale de las entrañas del suelo todo mi cuerpo se destensa. Escucho a los chicos gritar mientras permanezco impasible temblando mientras observo como la bestia acorta distancia entre nosotros. Ozzchreanos formula un hechizo y, por primera vez, encuentro gracias a él las fuerzas necesarias para intentar sobrevivir.

Corro en cuanto mis piernas me responden y salgo de la jaula traspasando los barrotes. Mi primera reacción al verme liberada es huir, correr sin mirar atras, pero justo cuando voy a echar a correr las palabras de mi salvador me hacen odiarme por mis pemsamientos. Asintiendo con la cabeza busco la aprovación de Marsi con la mirada para, al ver la cara ensangrentada de la chica, decido echar a correr hacia la bestia gritando y moviendo los bra os para llamar su atención.

Aun siento el hormigueo producido por el hechizo eso, sumandole la ingente cantidad de adrenalina que bombea en todo mi  cuerpo, me hace al fin poder articular palabras. -¡HEY! ¡TU! ¡MIRAME! ¡ESTOY AQUI!- Espero que mis gritos y aspavientos surtan efecto por lo que corro con todas mis fuerzas hacia las gradas. Si el engendro cae en mi provocación conseguiría separarlo del grupo lo suficiente como para que los chicos se reagrupen y podamos escapar. El hormigueo de la intangibilidad aun sigue presente y en mi interior espero que siga asi lo suficiente.


Perdón ppr el cutre post

Caímos. No tan despacio como me habría gustado, pero al menos no nos pegaríamos un golpetazo contra el suelo. Sin embargo, poco antes de llegar, Álvaro se escurrió y se soltó. Pegué un grito cuando le vi golpearse con los cristales del suelo y bajé corriendo para luego acercarme con rapidez. Me preocupó más el hecho de que estuviera llorando que los cristales que tenía clavados. Me agaché a su lado para intentar calmarle.
—Eh, calma, venga, vamos a salir de esta, los demás estarán cerca, pero hay que darse prisa...  —también le dije de curarle me recordó que no teníamos cristales y mejor no gastar tanta magia.

Otro puñetero ruido nos sobresaltó. Había visto la jaula en la bajada, pero la preocupación por el español había solapado la preocupación por su contenido. Ahora, sin embargo, sí que era una prioridad. Había algún monstruo dentro y nosotros no teníamos ni armas ni magia suficiente como para curarnos, protegernos y atacarle.

Eso nos hizo levantarnos a los dos, buscando algo que nos sirviera de algo... Hasta que me detuve mirando fijamente lo que parecía la salida. Cuando fui a avisar a mi compañero, vimos caer a Dhelian en lo alto de la jaula, sobre los barrotes. Teníamos que hacer algo, sacarlo de ahí, antes de que el bicho se diera cuenta. Quizá pudiera bajar solo, o si no tendría que levitarle. También teníamos que reunirnos con Oz y las chicas, que estaban en las gradas. Sura tampoco se hizo esperar, ya que la vimos saltar de nuestra amiga la plataforma y ser bajada mediante levitación gracias al ochrorio. Sin embargo, los aros habían vuelto al ataque y para mi espanto, uno golpeó a Sura y...

—¡NO! ¡No, maldita sea!

La había petrificado. No sabíamos que existía ese hechizo y por supuesto tampoco sabíamos si era posible revertirlo... La experiencia terrícola no ayudaba, pues conocía más casos en los que algo así te mataba que los que no. Me negaba a creer que estuviera muerta, pero el sitio en que estábamos me obligaba a creerlo. Para colmo, la jaula reventó entonces y uno de los trozos golpeó su cuerpo, agrietando la roca. Si había una ínfima posibilidad de que estuviera viva debajo de la capa de piedra, debería ser posible verla... <<Pero con el bicho suelto... Al menos ahora está centrado en Kora... ¡Dhelian está bajando!>> Me acerqué al chico y atendí a lo que decía.

—Ya te lo curaremos, hay que salir de aquí cuanto antes—dije rápidamente, señalando la supuesta salida.—¡Aguanta, Kora! ¡Oz! ¿Estás bien de magia?—dijo que se estaba empezando a cansar, así que respondí que se quedara en reserva y miré a mis dos compañeros—Acercaos, hagamos el traspaso de energía para asegurarnos ya que es muy grande. Voy a intentar paralizarlo antes de que sea peor.

Dicho y hecho, en cuanto completamos los traspasos apunté a la criatura y conjuré la parálisis.

—Sí, saldremos de ésta...

Mi tono era de amargura, pero me contuve antes de terminar. «Pero Akasha no. Y quién sabe quienes más tampoco». Había preferido quedarme callado al recordar lo que antes había dicho Alice mientras estábamos amarrados a las sillas. En cualquier caso, al ver que se preparaba para lanzar un hechizo de curación levanté mi mano bruscamente. El movimiento me cortó el aire un segundo al provocar una súbita punzada de dolor, pero lo aguanté y seguí como si nada (o, al menos, lo intenté).

—Quieta pará. A saber cuánta magia más necesitamos. Y no tenemos ni un jodido talismán.

Ayudamos a Dhelian, aunque yo al menos tenía un ojo en la aberración de la jaula. Por suerte Kora había aparecido (junto a Ozz y Marsi) y estaba intentando desviar su atención. «Sigue, sigue» recé fervientemente. «Unos segundos... Un minuto... Joder, ya casi estamos». Curiosamente estaba esperanzado. Sólo nos faltaba Sura, y al fin podríamos dejar atrás la maldita pesadilla.

—No te preocupes, la encontraremos.

Intenté que mi voz sonara tranquilizadora, pero tembló un poco al decirlo. Sin embargo, un grito hizo que mirase hacia arriba. Y allí, de dónde habíamos caído nosotros, estaba la ulterana. Viva y a salvo. «Estamos todos...» pensé algo aturdido, aunque sintiendo como mi cara se iluminaba como si fuese un niño al ver sus regalos de Reyes. «Nos vamos, ¡nos vamos!». Estaba casi eufórico.

Puta Rocavarancolia.

Puta ciudad de los cojones.

En dos segundos el sueño volvió a convertirse (otra vez) en una espantosa, real y terrorífica pesadilla. Un aro gris convirtió a Sura en una estatua de piedra. Me sentí morir, incapaz de aceptar otra muerte más. Los barrotes de la jaula saltaron, casi matándome de un infarto, y el monstruo salió en pos de Kora. Durante un momento me pareció verla ya muerta, pero no, sólo era una ilusión de lo que seguramente pasaría en escasos segundos.

La desesperación y la derrota me invadieron. Estábamos muertos. Sin armas, sin talismanes... ¿Cómo podíamos luchar contra esa cosa? De ninguna manera. Sólo podíamos intentar hacer lo más cara posible nuestra muerte. Una fuerte punzada me llegó de la mano ensangrentada, y una voz a mi lado me sacó de mi mente.

Miré a Alice, bloqueado por un momento. Parpadeé. Y asentí.

Casi no sentí el traspaso de magia. Simplemente me quedé mirando al monstruo, rezando a cualquier dios que pudiera oírme con mucho más fervor del que jamás había sentido. «Por favor, por favor, por favor, por favor, por favor...». Había puesto cada partícula de mi ser en el traspaso de energía, y ahora las ponía, con una intensidad envidiable, en intentar que cualquier poder superior que pudiese estar escuchando moviese el culo por una vez y nos salvase.

A Marsi le pitaban los oidos y la cabeza parecía a punto de estallarle, pero si dejaba de moverse ya no podría moverse nunca más. Lo sabía, lo intuía. Corrió hacia las gradas todo lo rápido que le permitieron sus piernas, a su alrededor las voces y las imágenes estaban difuminadas.

Apenas fue consciente de lo que ocurría, se limitó a hacer lo que Ozz le pedía, ayudando a Kora a llamar la atención del monstruo, pero cuando vio a Sura caer, y la agitación que causó su petrificación, quedó en silencio.

Había que sacar a Dhelian y a Sura de la arena cuanto antes, y necesitarían más magia. Dejó a Kora llamando al monstruo, y a Alice enfrentándose a él, y echó a correr por la arena, aún con la daga en la mano. Se arrancó la camisa antes de llegar a la altura de Dhelian y le improvisó un cabestrillo, viendo la posición grotesca de su brazo, colocándoselo como pudo.

-Así podrás mover un poco la mano y no te dolerá tanto- le dijo- Si ves que puedes hacer magia ayuda a Alice, yo puedo pasarte poder, pero si no, corre a las gradas con Ozz.

Milagrosamente, Sura ya no era una estatua, pero tenía unos cortes muy feos. Llamó a Álvaro para pedirle ayuda, y entre los dos la levantaron. Tiró de ella para llevarla a las gradas.

Un parpadeo, eso es lo que separa el estar como una rosa a estar herida en esta ciudad. Lo primero que siento es una desorientación como nunca, por que hace menos de un segundo me sentía caer, veía la carpa pasar ante mis ojos y la gravedad reclamándome. Ahora siento un dolor agudo que se extiende por todo el lado derecho de mi cuerpo y una calidez inusual bajando por mi mejilla. Ahora ya no hay gravedad, la tela está inmóvil y la pierna derecha no me sujeta.

Caigo al suelo de mala manera para sentir aún más dolor al apoyar el brazo en el suelo para sujetarme. Al mirar veo un pequeño reguero de sangre salir de múltiples cortes, mi ropa está cortada también por varios lugares. <<¿Qué coño me ha pasado? No, mejor dicho ¿cuándo me ha pasado?>>. Prorrumpo en insultos de lo más floridos al ponerme en pie, tengo que apoyar todo el peso sobre la otra pierna y no hacer movimientos bruscos pero al final lo consigo.

Oigo un rugido a mi derecha y al girar la cabeza veo un monstruo enorme que no identifico. El ser parece estar centrado en Kora y no muy lejos distingo a Alice, Dhelian que parece estar bien y Álvaro. Cerca de Kora parece estar Marsi que luego va hacia Dhelian y después tanto el humano como la varmana se acercan a mí.

-Estoy bien, estoy bien - claramente no lo estoy.- Con cuidado por favor - les digo cuando entre los dos me ayudan a llegar a las gradas.- ¿Qué es lo que ha pasado? No recuerdo haberme hecho estas heridas, lo último que sé es que estaba en el aire y un parpadeo después estaba en tierra y sangrando.

Mis gritos y aspavientos consiguen surtir efecto por lo que sonrio aliviada al ver que la bestia deja de prestar atención a los chicos. De pronto Surasara comienza a caer  cortandome la respiración al verla convertida en piedra precipitandose al vacio cuando un estruemdo me hace soltar un grito ahogado al descubrir que la bestia se ha liberado de la jaula y viene hacia mí.

Uno de los barrotes me traspasa limpiamente el pecho y cae a un par de metros a mi espalda. La bestia se acerca a zancadas hacia mí por lo que echo a correr en dirección a las gradas saltando por las bucacas polvorientas. Una vez estoy entre ellas sigo gritandole al monstruo soltando algún que otro gallo incontrolado. El pecho me va a explotar, siento mi corazón en mi sien palpitando como loco mientras corro como puedo entre las butacas de aquel maldito lugar. Necesito ganar tiempo hasta que los chicos consigan escapar, la seguridad que me proporciona el hechizo de Ozzchreanos me ayuda a pensar con un poco mas de claridad pero, en el fondo, espero que este hormigueo del conjuro no cese.

Se sentía horrible y los sucesos de alrededor y el hecho de no estar aun a salvo no ayudaba precisamente a que se relajara. Tal vez en parte era bueno pues olvidaba concentrarse en el dolor del brazo, pero aun así se sentía inútil. Le costó recomponerse de la bajada de la jaula y no logro prestar la suficiente atención a su alrededor hasta que no escucho un nota de alarma en sus compañeros. Ver a Surasara convirtiéndose en piedra cuando era levitada por Ozzchreanos fue como un mazazo, no pudiendo evitar un sollozo ante la perdida de otro compañero.

No tuvo tiempo siquiera de lamentarse cuando el bicho de la jaula logro finalmente escapar y golpeo con uno de sus barrotes la piedra que ahora era la ulterana. en un instante el movimiento de alrededor fue tan rápido que a Dhelian le costo procesarlo, el dolor del brazo se volvía mas intenso con el pasar del tiempo. Aun así hizo su mejor esfuerzo para traspasar su magia a Alice y agradeció enormemente a Marsi cuando le ayudo a hacerse un cabestrillo improvisado con su propia camiseta. Era definitivamente menos doloroso que tener el brazo colgando del hueso roto.

Ahí pudo prestar por fin cierta atención a su alrededor, todos intentaba correr, Korasihanna distraía al bicho, Alice le atacaba con magia. Surasara...Surasara había vuelto a la normalidad para enorme alivio del daeliciano y aunque estaba herida, ya estaba siendo ayudaba por sus compañeros. Aquello era un desastre pero estaban por fin todos reuniéndose y estaban vivos aunque no sanos, ni a salvo aun. Debían salir de ese circo infernal.

Podía mover la mano, podría hacer magia, pero era incapaz de hacer movimiento con cierto nivel de brusquedad si ver estallar lucecitas frente a sus ojos por el dolor. Estaba ya junto a los demás y debían marcharse urgentemente.

Por suerte parecía que Sura se había recuperado, al menos hasta donde cabía esperar, por lo que ayudé a Marsi a llevarla a las gradas. Intenté sacudir la mano para quitarme los últimos cristalitos, pero un latigazo de dolor hizo que me parase un momento y siseara. Definitivamente aquella no había sido buena idea, así que, parpadeando para quitarme las lágrimas que me enturbiaban los ojos, seguí.

Muchas cosas pasaron en un instante, y por poco no morí yo mismo del susto. Por un momento pareció que el león mataba a Kora, pero el hechizo de Alice lo dejó paralizado un segundo antes. Por desgracia, las dos chicas quedaron paralizadas por culpa de los aros. Tras quedarme un segundo mirándolas una punzada de la mano me hizo pensar que no era buena idea coger a la daeliciana en la posición en la que se encontraba, de forma que preferí comenzar a correr todo lo rápido que podía hacia la chica de mi mundo. Casi ni vi de reojo los nuevos aros, preocupado en poder salir de allí.

—¡Coged a Kora! ¡Nos largamos! —grité, sin pararme a ver quién lo hacía—. ¡Ah, y que alguien le raje la garganta al bicharraco ese ahora que está paralizado!

No quería ni pensar en qué podía pasar si el monstruo se desparalizaba mientras estábamos cerca de él.

Marsi no subió del todo a las gradas una vez dejó a Dhelian y a Sura, aún pendiente de los demás. Siguió a Ozz con el corazón a punto de salírsele del pecho, pero se quedó un poco apartada, insegura por la delicada tarea que el ochrorio estaba llevando a cabo. Logró sacar a Kora sin más inconvenientes que algunos rasguños, y antes de volver a emprender el camino de vuelta, Marsi le rajó la garganta a la bestia.

-¡Corred hacia la puerta, nos largamos de aquí!- gritó al resto,

Corrió como alma que lleva el diablo hacia las gradas, a través de las puertas, de vuelta a las calles de Rocavarancolia. Pronto la adrenalina bajaría, la quemazón de sus heridas se volvería dolor taladrante e insoportable, y todo el cansancio y la tensión se le echarían encima. Pero antes tenían que llegar a Letargo. Tenian que llegar todos con vida para poder llorar la muerte de Akasha, para curar a los heridos, para reponerse de aquella aberración. Marsi sintió vértigo cuando cruzó las puertas, viendo a sus compañeros correr delante de ella.

¿Lo habían conseguido?

Sigue en el Torreón Lletargo.