Avenida Estatuada

—Ese es un símil demasiado acertado… —comentó todavía con aire distraído ante la apreciación de Rasqa.
Demasiado. Solo esperaba que el destino que les aguardaba con la llegada de la Luna Roja hiciese que las comparaciones se detuviesen en aquel punto. Tanto Ruth como Kimbra expresaron sus dudas sobre el lugar; aunque la humana se limitó a afirmar que el sitio no le producía buenas vibraciones mientras que la krabelinense comentó la posibilidad de que alguna de aquellas estatuas se tratase en realidad de un camuflaje muy bien conseguido. Aquella posibilidad todavía no la había considerado, aunque sí compartía la inquietud no expresada en voz alta del parqio de que algo pudiera acechar en alguno de los innumerables recovecos entre las esculturas.

La idrina se había quedado rezagada junto a la hija de lunas cuando el resto de grupo siguió a Varsai, por lo que se apresuró a reunirse con ellos temiendo que pudiese ocurrir algo. Y en efecto sucedió. Irianna había estado a punto de emplear un hechizo de amplificación sensorial con el fin de poder tener el oído más atento a cualquier potencial peligro, pero la voz desconocida interrumpió por completo sus intenciones.

La lacustre se llevó la mano a la daga instintivamente al escuchar la respuesta al comentario de Devoss, tratando de encontrar su origen en la dirección de la que creía que había provenido. Cuando por fin el grupo pudo ver al dueño de la voz, lo primero que pensó es que Kimbra había acertado de pleno. La hija de lunas también había adoptado una medida preventiva, cargando su arco con una flecha, aunque lo mantuvo bajado. La idrina todavía no confiaba en su capacidad para reaccionar con este arma, que requería más tiempo de preparación y, aunque le hubiese gustado imitar a su maestra, se limitó a preparar las manos por si era preciso lanzar algún hechizo. Pues la criatura que les estaba hablando era de piedra, o al menos lo parecía, y una daga de poco iba a servir contra algo así.

—¿Quién… quién eres? —se atrevió a preguntar finalmente, tras corregir lo primero que había pasado por su mente: <<¿eres una estatua viva?>>.

Varsai sonrió al parqio cuando éste amenazó a cualquiera que intentara montarse sobre él con comerlo.

"¿Y cuándo seas así no me llevarías a dar una vuelta?
Es la única forma que tengo de saber qué se siente al volar."

La varmana le puso cara de pena a Rasqa esperando que cambiara de parecer y luego se dedicó a observar como el resto iban llegando. No contestó a ninguna de las cosas que dijeron el resto ya que estaban en el suelo y para cuando bajase ya habrían cambiado de tema. Se dispuso a bajar para reunirse con el resto y por poco se cae cuando oyó la voz venida de ninguna parte en un principio, una vez en el suelo pudo observar mejor su alrededor y comprobó el lugar del que provenía la voz.

Se sorprendió al ver una estatua moverse y miró su figura con curiosidad.

"¿Tú también eres un ciudadano de pleno derecho?"

Si respondía que sí allí tendrían un ejemplo de en lo que se podrían transformar, pero un poco en su fuero interno la niña deseaba que respondiese que no.

La voz hizo que le recorriera un escalofrío y Rasqa comenzó a sacudir la cola emocionado. Se giró rápidamente hasta que dio con la criatura que les había hablado, quedando completamente sorprendido. El parqio había esperado que les atacaran algunas criaturas estúpidas o, después de oír aquella voz, encontrarse con otra bípeda arrugada; pero no había barajado que un objeto supuestamente inerte se uniera a la charla que estaban teniendo los letarguinos.

Las preguntas de Irianna y Varsai fueron muy acertadas, pero Rasqa no pudo evitar hacer una tercera.

—¿Por qué vives?

Por precaución, el parqio no se había movido de su atalaya particular.

Miro a todos lados cuando escucho una voz contestándome, resulta ser una especie de gárgola negra, mas baja que yo. Observo como los demás le hacen preguntas. No estoy de acuerdo con esa idea, puede que sea bajo pero no le quita peligro. Aún así me hecho a un lado, atento por si hace cualquier movimiento sospechoso.

Sus respuesta me confunden, parece no tener ni idea de quien es. Pero,¿ que hace aquí? ¿ Se pasa todo el día quieto? ¿O se estaba escondiendo de nosotros?Sólo se puede saber preguntándole. No parece amenazador, más bien triste. Como si hubiera estado mucho tiempo solo. A pesar de mis esfuerzos por no confiar en él me da pena.

-Si tu no sabes porque no están vivas, nosotros menos. Somos cosechados. ¿Tú también lo fuiste en su día?-

Sigo mirando al grupo con una leve preocupación en el rostro, pero solo la hija de Lunas parece sentir lo mismo en un momento como este, así que Kimbra carga su arco pero con la flecha mirando hacia abajo, y yo en mi lugar solo mantengo la daga pegada en el pecho. Conforme pasan los minutos parece que voy destensando los músculos pero no por ello descarto algún peligro, me limito a escudriñar con la mirada en aquella reunión de estatuas de piedra donde se podría jugar perfectamente al escondite debido al gran número de estas.
Miro al holandés, quizás exagerando un poco mi respuesta a su “Al menos no intentan matarnos”.
-Bueno, eso todavía no lo sabemos.

Pero algo nos saca de dudas, una voz que surge de entre aquellas figuras, me sobresalto nada más al escucharla y sea peligrosa o no simplemente me apego más al grupo e intento hallar el origen de la voz, tardo un poco en conseguirlo, y no me extraña nada pues parece ser un tipo pequeño, de piedra.
>>Buen camuflaje<<
Por puro instinto más que nada ya estoy pensando cuál sería la forma más rápida de allí para salir corriendo o atacarle, pero lo que parece ser una gárgola no ataca de nuevo. Simplemente expresa una mirada vacía que no sé identificar. >>Estaba bien oculto, si hubiera querido matar a alguno de nosotros lo hubiera hecho y ni Dios se entera de que ha sido<<.
Intento mostrarme segura pero no puedo dejar de talonear el suelo lentamente, desvío la mirada de un compañero a otro conforme ellos hablan y le preguntan cosas. Espero mi turno.
-Espera- digo esta vez con amabilidad, no me importa si es ciudadano o no, está claro que él mismo está confuso- ¿Sabes como viviste tú?- le pregunto sin acercarme, ahora mismo no descarto que la gárgola fuese más que una piedra anteriormente.

A cada segundo que pasaba aquella autoproclamada gárgola le resultaba más intrigante. La idrina no bajó completamente la guardia, pero aquella criatura no parecía peligrosa y eso le permitió relajarse un poco. Lo cierto era que la gárgola sonaba… <<melancólica>>.  Aquel era el adjetivo que primero acudía a su mente si tenía que describir al pequeño ser de piedra.
—Varsai te ha preguntado si eres un ciudadano de pleno derecho —le explicó tras leer rápidamente lo que había escrito la varmana—. Y… sí, podemos leerlas. Al menos si están escritas en el idioma que estamos hablando ahora mismo. ¿Quieres que te leamos alguna en concreto? —ofreció.

El gesto de la lacustre denotaba cierto asombro e interés mientras trataba de conversar con la gárgola con la mayor naturalidad que le era posible. La última pregunta que formuló el ser de piedra quería decir algo que no debería ser posible y respondía a la pregunta de Varsai así como a la que ella misma no había llegado a formular: era una estatua viva.
—Normalmente… al menos en mi planeta, las estatuas no están vivas, por lo que desconozco la respuesta a tu pregunta —Irianna se apartó el pelo con cierto nerviosismo: la gárgola parecía tan triste que no quería contribuir a su malestar y no estaba segura de su elección de palabras—. ¿Aquí suelen estarlo?
Era extraño: estaban conversando con una escultura. Pero la idrina no solía tener mucho problema con lo insólito que les ofrecía Rocavarancolia siempre que no intentase matarlos, sino más bien al contrario.

La respuesta de la gárgola no fue la que Varsai esperaba y cuando terminó de responder a la niña le daban unas ganas tremendas de darle un abrazo para aliviar por poco que fuese su soledad. Pero la precaución la mantuvo en su sitio sin moverse.

Asintió a las palabras de Irianna y luego escribió otra cosa en la libreta que enseñó a Devoss para que le preguntase.

"¿Llevas mucho tiempo vivo?"

Si el pobre llevaba mucho así tenía que sentirse solo a la fuerza y eso a la niña le daba pena.

El parqio había bajado de lo alto de la estatua para observar de cerca a la criatura de piedra. Era increíble como a pesar de que los dioses no les observaban y el cielo nocturno estaba vacío, la ciudad estaba llena de hazañas dignas de sus historias. Cuando la gárgola se le acercó, Rasqa contuvo las ganas de gruñirle para no asustarle. Era inteligente, pero parecía ser mansa como el ganado.

Rasqa decidió comprobar si era asustadiza y fue él quien se acercó a ella esta vez, cuando pidió que le leyeran la primera placa.

—La bestia imponente es Balderlalosa, el primer dragón vampiro —le explicó con el orgullo de quien creía que pertenece a la misma familia que un héroe—. Irhina es quien descansa sobre su espalda—aclaró luego con un tono de ligero desprecio.

>>¿Sabes dónde está la tuya? —preguntó tras dar un golpecillo con el morro a la placa de Irhina y su dragón. Rasqa sonrió mostrándole los colmillos a propósito.

Escucho con atención, parece como un bebé, no tiene ni idea de muchas cosas de aquí. Ni siquiera sabe leer. Aunque es cierto que yo tampoco sabia nada de Balderlalosa. Cuando Varsai me enseña la libreta leo lo que pone. Me da pena que tenga que escribir cada vez que quiera decir algo.

-¿Llevas mucho tiempo vivo?- Cada vez la estatua me da más confianza, aún así me mantengo alerta. Puede ser una estrategia suya, solo espero que sea tan amable como aparenta.

Debe ser difícil atravesar su piel....

Las preguntas a las gárgolas no dejan de llegar, puedo notar cierta tristeza en el rocavarancolés, parece estar claramente solo. >>¿Pero es porque hay poca gente en la ciudad o solo porque no hay nadie como él?<<. Cambio el peso del cuerpo de un pie a otro y sigo observándole con recelo mientras se acerca a Rasqa con lentitud, me mantengo en tensión, parpadeando confusa.
Asiento con la mirada cuando me responde a mí. >>Magia, debí imaginármelo...¿Pero quién es Hurza? ¿Intentaron desintegralo a él? ¿Por qué?, parece totalmente inofensivo.<<
Yo no le sigo cuando la gárgola entusiasmado accede a que le lean los nombres de algunas de las estatuas que van por allí, y aunque no es algo peligroso sigue pareciéndome mala idea continuar con esto aún a sabiendas de que ha confirmado que no sabe nada de cosechados, >>¿Cómo que no sabe nada?, ¿Acaso hay un porcentaje de esta gente a la que lo ocultan nuestra presencia?<<

Solo me acerco al ver la expresión del holandés para susurrarle que se tranquilizara.
-Yo tampoco me fío- le digo al oído y dándole a entender con los ojos que he visto como miraba a la piedra negra – pero puede que se te note un poco, no te apartes de Varsai-, ahora miro a la estatua viva y decido hacer dos preguntas más.- Por curiosidad...¿Quién es Hurza? ¿Y por qué intentaron acabar contigo? -le digo con tono neutral, >>¿Se habrá estado ocultando aquí todo este tiempo?<<

Las explicaciones deslavazadas de la gárgola no aclararon demasiadas de sus dudas, pero si era cierto que se trataba de una estatua muy probablemente no fuesen a sacar mucho más en claro que lo que ya les había dicho. De hecho, ya era lo suficiente sorprendente que estuvieran hablando con algo que no debería estar vivo. De todos modos, a continuación lo que tuvo que hacer fue apretar el paso y abrirse camino entre las estatuas cuando la gárgola les pidió que le siguieran hasta detenerse frente a la representación de un imponente dragón y su jinete, de los que enseguida supieron el nombre gracias a Rasqa.
—¿Tiene algún significado para ti esta escultura? —le inquirió a la gárgola con cierta curiosidad tras apartar la mirada de la imponente obra de arte.

El nombre de “Hurza” volvió a surgir de los pétreos labios de su inesperado anfitrión y la lacustre tomó nota mental de aquello. La gárgola había dejado claro que no sabía nada sobre eso, aunque Ruth le preguntó al respecto de todos modos. Aun así, la humana le planteó otra cuestión sobre la que tal vez sí pudiera darles más información. ¿Por qué iba a querer alguien destruir a una criatura inofensiva como aquella? ¿Se consideraría alguna especie de aberración por los ciudadanos de la ciudad?

Varsai atendió a la conversación que se desarrolló. Quiso explicarle que era muda pero teniendo que escribirlo y que se lo tuviera que decir otro le quitó el ánimo así que lo dejó pasar. La niña ya sabía quién era Balderlalosa e Irhina, lo había leído en su libro ya que aparecía como una reseña de dragones raros.

La gárgola le caía bien, era simpática y agradable y le daba bastante pena que estuviera sola allí. La siguió cuando se movió y observó la estatua que señalaba, leyó la inscripción que ponía: "Margalar, primera reina del imperio araña de Rocavarancolia.".

La varmana se preguntaba qué demonios sería el imperio araña y si aquella reina había sido en algún momento como ellos. Por que si lo había sido y había la posibilidad de que se transformasen en eso Varsai tenía claro que no quería transformarse.

Poco después miró al cielo y vio el sol que empezaba a descender.

"Deberíamos ir volviendo al torreón antes de que se nos haga tarde." escribió en su libreta y se lo mostró al resto.

Rasqa sonrió aún más al ver que la gárgola le imitaba, mostrandole sus dientes al parqio. La criatura le estaba provocando mucha curiosidad. ¿Cómo había aprendido a hablar o a pensar como lo hacía? Era como un cachorrillo, pero duro como un pedrolo. Si Hurza era quien le había dado vida, sus poderes no debían de distar mucho del que se describía en las historias del Archipiélago para los dioses.

El parqio la siguió, ahora que no le quedaba duda de que no le haría nada, y leyó en voz alta la segunda placa que les había pedido. Rasqa admiraba las criaturas de la ciudad y la de aquella estatua en concreto no se quedaba atrás. Si eso era lo que les hacía la luna, si ese era el aspecto de los dioses, no podía ser algo malo.

El mensaje de Varsai le hizo resoplar, de la misma forma en la que lo haría un niño al que mandan a la cama. Aquella gárgola era interesante. En el torreón no les esperaba nada nuevo.

—Tenemos que irnos —le explicó a la gárgola—. ¿Seguirás aquí? Podemos volver para seguir leyendo.


El dragoncillo se preguntaba si podría amaestrar una estatua viva.

Respiro hondo intentando ignorar la inquietud que la avenida desprende, ir sorteando las estatuas hasta que llegamos a las que la gárgola quiere leer me resulta incómodo, pero no puedo hacer otra cosa que seguir al resto y seguir observando cada una de las rocas inertes que nos rodean en posturas diferentes. >>Dios, si todas cobraran vida a la vez y no tuvieran tan buenas intenciones como esta de aquí...<<
Pero me quito los pensamientos de la cabeza sacudiéndola levemente. Ladeo el cuello con curiosidad a un lado cuando la piedra negra responde a mi pregunta. >>¿No deben quererle mucho? ¿Un enemigo de Rocavarancolia tal vez?<<
Todo más inquietante aún.
-¿Cómo que eras cosa suya?- le pregunto quizás demasiado deseosa de tener respuestas sobre aquel enemigo de la ciudad, pero esas ganas de saber más se aflojan cuando la varmana propone con su libreta que deberíamos irnos ya, nunca he estado más de acuerdo.- en fin, no importa, tenemos que marcharnos -le comunico corroborando la idea y ya girándome hacia los caminos que llevan a Letargo, ha sido una salida que como otras no nos ha salido cara, es extraño, cuanto más descubres de este mundo menos quieres saber de él. >>Si hay un ser por ahí suelto que se dedica a vaporizar a gente es mejor que regresemos cuanto antes, tal y como ha dicho él espero que sea polvo.<<