Avenida Estatuada

La idrina se colocó el arco a la espalda y ajustó su daga en cuanto Varsai propuso salir a explorar un lugar señalado en el mapa. Desde que habían vuelto de aquel inquietante cementerio las salidas habían vuelto a reducirse y la lacustre agradecía el cambio de aires. El lugar al que la balera quería ir se encontraba bastante cerca del ominoso puente, Irianna reconoció las calles aledañas en cuanto se acercaron a su destino. No comentó nada al respecto, no quería enturbiar los ánimos rememorando algo como aquello, por lo que se centró en el mapa que tenía entre las manos y en no perder al grupo.

Desde la distancia ya se podía intuir que el nombre de aquel lugar no estaba puesto al azar. De hecho, Irianna comenzaba a pensar que los rocavarancoleses tenían más bien poca imaginación a la hora de poner nombres. O simplemente su mentalidad era muy práctica, cosa que no era necesariamente mala. La Avenida Estatuada era justo lo que prometía e incluso más: la cantidad de estatuas concentradas en aquella calle era simplemente inmensa. La idrina llevó sus pasos hacia algunas de las más cercanas a ellos, examinándolas con interés.
—¿Con qué propósito colocarían tantas esculturas amontonadas en el mismo lugar? Y en uno completamente en ruinas, además… Resulta casi como si tuviesen excedente de ellas y no encontrasen dónde colocarlas —comentó con cierto humor—. O quizás el sentido de la estética de Rocavarancolia y el mío difieren bastante… —añadió de forma más distraída, sin dejar de deslizar su mirada de una obra a otra.

Varsai caminó al lado de Irianna intentando no distraerla mucho mientras ella interpretaba el mapa, una cosa habría sido poder hablar. Aún así le hizo un par de preguntas sobre Idris para aligerar el camino a su destino.

En cuanto llegaron la niña por poco pegaba saltos de emoción. Le gustaba todo tipo de expresión de arte, ya fuera música, literatura, pintura o escultura y la idea de encontrarse con la idea rocavarancolesa de arte la emocionaba. Las estatuas estaban puestas sin orden ni concierto y entre algunas era difícil pasar de lo juntas que estaban, agredeciendo ser pequeña la varmana se coló entre varias y se topó de frente con la que para ella era la mejor estatua hasta el momento.

Una estatua de un dragón de color negro se alzaba en aquel mar de piedra y Varsai no tardó en escalarla. Fue bastante fácil ya que una de las alas estaba apoyada en el suelo así que no tardó en sentarse en lomo del dragón, examinó el ser y la mujer que de piedra que lo montaba y al instante supo de quién se trataba. Había leído en su libro sobre aquel dragón, había sido muy famoso, se llamaba Balderlalosa, el primer dragón vampiro, o eso decía el libro.

Desde arriba les hizo señas a sus compañeros para que se acercasen porque quería enseñarles su descurimiento. Se preguntó cómo reaccionaría Rasqa al ver un ejemplar de los que aparecía en el libro a tamaño real aunque no estuviese vivo.

En esta salida, Rasqa aprovechó para disfrutar del paseo. Él no llevaba el mapa ni le tocaba liderar desde las alturas, así que voló tranquilamente, dejando que el aire le meciera a menor altura y con menos prisa que de costumbre. Desde su perspectiva aérea, no tardó en reconocer el entramado de calles. Lo recordaba de una salida especialmente peligrosa, pero que ahora le resultaba lejana. Rasqa no lamentaba la pérdida del enderth y rememorar lo fácilmente que aquella grieta les había engañado solo reforzaba la ambición de luna del parqio.

Pudo ver la maraña de esculturas hacia la que se dirigían antes que el resto gracias a su posición privilegiada y el viento arrastró consigo la expresión de sorpresa que profirió. Rasqa descendió justo a tiempo para observar las reacciones del resto. Le encantaban los minutos de ventaja que solían darle las alturas.

—A mí me recuerdan a nosotros —fue todo lo que pudo responderle a Irianna. Su voz ronca comenzaba a sonar grave—. Parece que las han tirado en mitad de la ciudad y algunas se han roto.

El parqio escudriñó los recovecos entre las estatuas. Si algo le preocupaba (y le entusiasmaba a la vez) era que hubiera algún tipo de criatura viviendo a las sombras de aquellas obras de arte echadas a perder. Fue el gesto de Varsai lo que lo distrajo de su oteo. En cuanto Rasqa distinguió junto a qué se encontraba la varmana, dio un sprint para conquistar la parte más alta de aquella estatua.

—Cuando sea como este, pienso comerme a quien intente subirse sobre mi lomo —se jactó antes de proferir una sonora carcajada—. Somos mucho más que un vehículo.

Rasqa se sentía más dragón que bípedo y sus sueños de grandeza facilitaban el hecho de que creyera formar parte de aquel grupo de reptiles majestuosos, antes que del grupo del resto de cosechados.

Empiezo a pensar otra forma para que los hechizos de levitación mejoren pero solo se me ocurre escoger un objeto más ligero, quizás la daga es pesada, debo estar forzándolo demasiado. >>Aún así, ¿No es ya lo suficientemente pequeño?<<. Justo cuando estoy a punto de acabar de formular las palabras para intentarlo otra vez me veo interrumpida, escucho jaleo arriba así que decido dejar los entrenamientos mágicos para más tardes. Llego a la cocina con un buenos días y acepto a la propuesta de la salida. >>Por favor, nada de muerte ni monstruos, una salida normal es lo único que pido<<. Me llevo la daga y partimos hacia la Avenida Estatuada.

Contengo la respiración cuando llegamos al lugar, no por asombro, sino por inquietud, últimamente explorar es la única sensación que produce. Es extraño decirlo pero podría decirse que en cierto modo la calle no es fea del todo, ruinosa y siniestra como todo lo demás, pero no increíblemente horrible. >>Si esto es a todo el arte al que pueden aspirar...<<
Son estatuas, todas juntas y aglomeradas, y escombros por todas partes a los lados y entre las estatuas, piedra por todos lados.
-No tengo ni puta idea, sólo sé que me da mala espina- le digo a la Idrina y para nada compartiendo la felicidad que la Varmana presenta al ver la estatua de un dragón.
Paseo no muy lejos del grupo, cerca de Devoss y no muy retirada del parquio, posando la vista de una escultura a otra, me acerco a una, bastante pequeña y menuda de la cual al estar de espaldas no le cojo la forma, no hago contacto con la piedra pero sí deslizo la daga para comprobar su textura.
-Vaya...está muy bien elaborada. Es decir...-comento mirando al resto del grupo mientras me paso un mechón de pelo por detrás de la oreja.-¿Por qué iban a esmerarse en hacer tantas figuras para dejarlas aquí arriadas y tan juntas?, ni siquiera están colocadas de manera que se pueda pasar sin casi tropezar.

Conforme van llegando los demás los voy saludando con un “buenos dias”. Entonces escucho unos pasos bajando las escaleras. Inmediatamente se que es Varsai, pero.... ¿Por qué? Me giro para confirmar mis sospechas y no me equivoco. Me convenzo de que la he reconocido por sus pasos. Pero sospecho que hay otro motivo, pues nunca he acertado con tanta precisión.

Salir...... Ya era hora. A pesar de todo lo que ha pasado me gusta ir de expedición. Necesito ocupar mi mente en algo. Y una buena solución es estar ahí fuera. Aunque es peligroso, es necesario. Debemos conocer mejor la ciudad. Cada calle, cada esquina, todo eso nos ayudaría. Cojo mi lanza y sigo al resto hacia el exterior. En el camino me quedo callado, vigilando por si aparece cualquier amenaza. Toda precaución es poca en Rocavarancolia.

Finalmente llegamos a nuestro destino. Una plaza llena de estatuas por lo que parece. Hay de todo, algunas figuras las puedo reconocer como humanoides, pero otras escapan de mi comprensión. Sonrío al ver a Varsai y a Rasqa encima de ¡un pedazo de dragón negro!

-Hay muchas.- Digo asombrado por la multitud de esculturas.- Chicos, a decir verdad, deje de buscarle sentido a esta ciudad hace mucho tiempo. Al menos no intentan matarnos-. Paseo por en medio de las figuras, fijándome en sus expresiones. Algunas muestran odio, otras terror. No hay fallos en los rasgos faciales.

-Están muy bien hechas, debían de tener mucho tiempo libre para crear tal número.

—Ese es un símil demasiado acertado… —comentó todavía con aire distraído ante la apreciación de Rasqa.
Demasiado. Solo esperaba que el destino que les aguardaba con la llegada de la Luna Roja hiciese que las comparaciones se detuviesen en aquel punto. Tanto Ruth como Kimbra expresaron sus dudas sobre el lugar; aunque la humana se limitó a afirmar que el sitio no le producía buenas vibraciones mientras que la krabelinense comentó la posibilidad de que alguna de aquellas estatuas se tratase en realidad de un camuflaje muy bien conseguido. Aquella posibilidad todavía no la había considerado, aunque sí compartía la inquietud no expresada en voz alta del parqio de que algo pudiera acechar en alguno de los innumerables recovecos entre las esculturas.

La idrina se había quedado rezagada junto a la hija de lunas cuando el resto de grupo siguió a Varsai, por lo que se apresuró a reunirse con ellos temiendo que pudiese ocurrir algo. Y en efecto sucedió. Irianna había estado a punto de emplear un hechizo de amplificación sensorial con el fin de poder tener el oído más atento a cualquier potencial peligro, pero la voz desconocida interrumpió por completo sus intenciones.

La lacustre se llevó la mano a la daga instintivamente al escuchar la respuesta al comentario de Devoss, tratando de encontrar su origen en la dirección de la que creía que había provenido. Cuando por fin el grupo pudo ver al dueño de la voz, lo primero que pensó es que Kimbra había acertado de pleno. La hija de lunas también había adoptado una medida preventiva, cargando su arco con una flecha, aunque lo mantuvo bajado. La idrina todavía no confiaba en su capacidad para reaccionar con este arma, que requería más tiempo de preparación y, aunque le hubiese gustado imitar a su maestra, se limitó a preparar las manos por si era preciso lanzar algún hechizo. Pues la criatura que les estaba hablando era de piedra, o al menos lo parecía, y una daga de poco iba a servir contra algo así.

—¿Quién… quién eres? —se atrevió a preguntar finalmente, tras corregir lo primero que había pasado por su mente: <<¿eres una estatua viva?>>.

Varsai sonrió al parqio cuando éste amenazó a cualquiera que intentara montarse sobre él con comerlo.

"¿Y cuándo seas así no me llevarías a dar una vuelta?
Es la única forma que tengo de saber qué se siente al volar."

La varmana le puso cara de pena a Rasqa esperando que cambiara de parecer y luego se dedicó a observar como el resto iban llegando. No contestó a ninguna de las cosas que dijeron el resto ya que estaban en el suelo y para cuando bajase ya habrían cambiado de tema. Se dispuso a bajar para reunirse con el resto y por poco se cae cuando oyó la voz venida de ninguna parte en un principio, una vez en el suelo pudo observar mejor su alrededor y comprobó el lugar del que provenía la voz.

Se sorprendió al ver una estatua moverse y miró su figura con curiosidad.

"¿Tú también eres un ciudadano de pleno derecho?"

Si respondía que sí allí tendrían un ejemplo de en lo que se podrían transformar, pero un poco en su fuero interno la niña deseaba que respondiese que no.

La voz hizo que le recorriera un escalofrío y Rasqa comenzó a sacudir la cola emocionado. Se giró rápidamente hasta que dio con la criatura que les había hablado, quedando completamente sorprendido. El parqio había esperado que les atacaran algunas criaturas estúpidas o, después de oír aquella voz, encontrarse con otra bípeda arrugada; pero no había barajado que un objeto supuestamente inerte se uniera a la charla que estaban teniendo los letarguinos.

Las preguntas de Irianna y Varsai fueron muy acertadas, pero Rasqa no pudo evitar hacer una tercera.

—¿Por qué vives?

Por precaución, el parqio no se había movido de su atalaya particular.

Miro a todos lados cuando escucho una voz contestándome, resulta ser una especie de gárgola negra, mas baja que yo. Observo como los demás le hacen preguntas. No estoy de acuerdo con esa idea, puede que sea bajo pero no le quita peligro. Aún así me hecho a un lado, atento por si hace cualquier movimiento sospechoso.

Sus respuesta me confunden, parece no tener ni idea de quien es. Pero,¿ que hace aquí? ¿ Se pasa todo el día quieto? ¿O se estaba escondiendo de nosotros?Sólo se puede saber preguntándole. No parece amenazador, más bien triste. Como si hubiera estado mucho tiempo solo. A pesar de mis esfuerzos por no confiar en él me da pena.

-Si tu no sabes porque no están vivas, nosotros menos. Somos cosechados. ¿Tú también lo fuiste en su día?-