Cicatriz de Arax
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Rocavarancolia Rol
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- Rocavarancolia Rol
Cicatriz de Arax
03/08/11, 11:05 am
Recuerdo del primer mensaje :
La cicatriz de Arax atraviesa la ciudad de este a oeste. Es una fosa común repleta huesos entre los que se mueven unos enormes gusanos ciegos con bocas repletas de afilados colmillos.
A su largo se han instalado recientemente varios puentes colgantes de unos dos metros de ancho. Aunque se tambalean considerablemente la madera es firme y está en buenas condiciones, así como las cuerdas.
A su largo se han instalado recientemente varios puentes colgantes de unos dos metros de ancho. Aunque se tambalean considerablemente la madera es firme y está en buenas condiciones, así como las cuerdas.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mental
Re: Cicatriz de Arax
10/07/23, 06:10 pm
El grupo finalmente se reunió por completo y pronto salieron al exterior. El cielo se veía igual de apagado y gris que cuando salieron de las mazmorras, y aunque Connor estaba más acostumbrado a los días soleados con sus atardeceres naranjas aquella diferencia era una tontería cuando estabas en otro mundo, caminando por las calles con una maza y siguiendo con alienígenas una bañera voladora. Connor miraba en todas direcciones en busca de algún peligro. Estaban en un lugar inhóspito, y por lo que les habían dicho en la plaza estaba seguro de que más peligroso de lo que parecía. Dudaba que aquellas "pruebas" se redujeran a buscar comida, encontrarla y volver corriendo al torreón.
A pesar de que el motero parecía tranquilo por dentro estaba alerta, sin dejar ningún posible escondrijo sin observar. Tarea que era mucho más fácil con Ethan dándole indicaciones y avisándole sobre ello. De vez en cuando el británico le daba varios tirones del chaleco para llamar su atención, y aunque lo entendía no podía evitar molestarle. Aquella prenda era lo más preciado para él y tenía un significado enorme. Para los Wyverns no era algo tomado a la ligera dejar que alguien tocara sus chalecos, eso solía reservarse para los miembros del club y las parejas.- Eh, sin tocar el chaleco...- Le diría entre susurros, y a pesar de que Connor no lo veía necesario Ethan se disculpó y se apartó un poco algo avergonzado y dejando de dar indicaciones. El motero giraría la cabeza hacia él algo confundido, pero en lugar de decir nada se limitó a seguir indicándole posibles peligros como antes. Pronto llegaron a la misma gran grieta del día anterior, pero esta vez sí podían ver cómo cruzar tal y como señaló Räg. Había un puente de madera que pasaba de lado a lado, aunque la verdad es que no parecía muy fiable. Mientras tanto Damian iba gritando como de costumbre, pero la verdad es que el espantapájaros de la bañera hacía lo mismo, así que a esas alturas daba bastante igual...
-Joder, vaya puente de mierda.- Comentó Connor cambiándose la maza de mano y viendo cómo Kalna era la primera en empezar a cruzarlo, seguida de Damian y Räg. Durante unos segundos estuvo expectante, esperando que el puente no se cayera y pensando que el crío debería haberse quedado de los últimos por si acaso. Por suerte parecía estable y el neoyorquino tenía razón al decir que podían ir pasando más personas a la vez, así que cuando Ethan avanzó un poco lo siguió. Connor imitó a sus compañeros apoyándose en la cuerdas de ambos lados, y si bien no tenía miedo a las alturas no pudo evitar sentirse realmente incómodo al ver la cantidad de huesos de abajo. Ya los había visto antes, pero una cosa era eso y otra muy diferente estar encima de ellos y sus moradores. Consciente de la sonrisa incómoda y las palabras de Ethan se dirigió a él desde atrás.- Tranquilo, cojones... si te caes prometo hacer lo posible para abandonarte con los putos gusanos.- Le dijo con sorna para aliviar su tensión pero también la propia.
Tras varios pasos más se dio la vuelta para mirar a Abel, Rick y Serena quienes eran los únicos sin cruzar todavía.
-¡Pasad ya!- Les diría alzando algo la voz y haciendo señas con un brazo, para luego girarse y seguir caminando. Prefería tener la vista fija en la espalda del británico o en las cabezas de sus compañeros de más adelante, pero a veces no podía evitar que sus ojos se desviaran hacia abajo.- ¿Dónde están esos cabronazos?- Musitó entre dientes, con el ceño fruncido y sin dejar de buscar a aquellas terribles bestias blancas entre la gran cantidad de huesos depositados.
A pesar de que el motero parecía tranquilo por dentro estaba alerta, sin dejar ningún posible escondrijo sin observar. Tarea que era mucho más fácil con Ethan dándole indicaciones y avisándole sobre ello. De vez en cuando el británico le daba varios tirones del chaleco para llamar su atención, y aunque lo entendía no podía evitar molestarle. Aquella prenda era lo más preciado para él y tenía un significado enorme. Para los Wyverns no era algo tomado a la ligera dejar que alguien tocara sus chalecos, eso solía reservarse para los miembros del club y las parejas.- Eh, sin tocar el chaleco...- Le diría entre susurros, y a pesar de que Connor no lo veía necesario Ethan se disculpó y se apartó un poco algo avergonzado y dejando de dar indicaciones. El motero giraría la cabeza hacia él algo confundido, pero en lugar de decir nada se limitó a seguir indicándole posibles peligros como antes. Pronto llegaron a la misma gran grieta del día anterior, pero esta vez sí podían ver cómo cruzar tal y como señaló Räg. Había un puente de madera que pasaba de lado a lado, aunque la verdad es que no parecía muy fiable. Mientras tanto Damian iba gritando como de costumbre, pero la verdad es que el espantapájaros de la bañera hacía lo mismo, así que a esas alturas daba bastante igual...
-Joder, vaya puente de mierda.- Comentó Connor cambiándose la maza de mano y viendo cómo Kalna era la primera en empezar a cruzarlo, seguida de Damian y Räg. Durante unos segundos estuvo expectante, esperando que el puente no se cayera y pensando que el crío debería haberse quedado de los últimos por si acaso. Por suerte parecía estable y el neoyorquino tenía razón al decir que podían ir pasando más personas a la vez, así que cuando Ethan avanzó un poco lo siguió. Connor imitó a sus compañeros apoyándose en la cuerdas de ambos lados, y si bien no tenía miedo a las alturas no pudo evitar sentirse realmente incómodo al ver la cantidad de huesos de abajo. Ya los había visto antes, pero una cosa era eso y otra muy diferente estar encima de ellos y sus moradores. Consciente de la sonrisa incómoda y las palabras de Ethan se dirigió a él desde atrás.- Tranquilo, cojones... si te caes prometo hacer lo posible para abandonarte con los putos gusanos.- Le dijo con sorna para aliviar su tensión pero también la propia.
Tras varios pasos más se dio la vuelta para mirar a Abel, Rick y Serena quienes eran los únicos sin cruzar todavía.
-¡Pasad ya!- Les diría alzando algo la voz y haciendo señas con un brazo, para luego girarse y seguir caminando. Prefería tener la vista fija en la espalda del británico o en las cabezas de sus compañeros de más adelante, pero a veces no podía evitar que sus ojos se desviaran hacia abajo.- ¿Dónde están esos cabronazos?- Musitó entre dientes, con el ceño fruncido y sin dejar de buscar a aquellas terribles bestias blancas entre la gran cantidad de huesos depositados.
- Sevent
Ficha de cosechado
Nombre: Abel
Especie: Humano español
Habilidades: Intuición, imaginación y velocidad
Re: Cicatriz de Arax
10/07/23, 08:45 pm
Abel, escondido tras su escudo, apenas podía mirar al frente para ver el camino que seguían, por lo que se limitaba a seguir los pasos de Rick y Serena, y a rezar porque nadie le atacase por detrás, ya que era el último en la marcha del grupo. Además, había tenido que enfundar la espada, por un consejo/orden de Kalna que le había tocado bastante por su propia torpeza, y ahora se sentía más vulnerable ante cualquier posible enemigo.
Aunque no estaba seguro del todo, creyó escuchar a Serena llamar traidor a Rick, pero Abel hizo caso omiso a la conversación. De hecho, necesitaba aparcar ese tema para más tarde y confiar en sus compañeros, puesto que en esos momentos la posibilidad de que hubiese algun peligro en el exterior ocupaba todos sus pensamientos y preocupaciones, las cuales se multiplicaron cuando se enfrentaron al puente colgante.
Abel echó un vistazo por encima del escudo y notó que el puente no daba demasiada confianza, era inestable y lucía bastante frágil. Nunca le había tenido miedo a las alturas y ya había cruzado alguna vez por puentes de ese estilo en los bosques cercanos a su casa, pero la profundidad del foso y el peligro que suponía cruzar dicho puente eran cosas muy distintas. Es más, la estridente e inoportuna voz de Damian consiguió recordarle los monstruosos gusanos que serpenteaban entre la oscuridad del foso. Mientras, el niño pasaba sin preocupación alguna, como si se tratase de lo más natural del mundo. Tal visión horrorizaba a Abel.
De esta manera, sus compañeros fueron pasando uno a uno, pero el chico se quedó paralizado hasta que les llegó el turno a Rick, a Serena y a él mismo. Como Rick había demostrado ya sus intenciones de quedarse al final para vigilar y Abel se sentiría mal si hacía que Serena pasase antes que él, asumió que había llegado su turno.
Tenía mucho miedo, sobre todo de los gusanos, pero ya había llegado hasta ahí y no quería detenerse. Respiró hondo para tranquilizarse y se puso a un paso del puente. Estuvo un rato así, incapaz de decidirse, pero la voces de Connor y Damian le presionaba a continuar y al final su cuerpo decidió por él y pudo dar un primer paso.
Avanzaba poco a poco, mucho más lentamente que los que habían pasado antes que él y con los ojos casi cerrados. Si se paraba a pensarlo, no era lo más inteligente que uno podía hacer, pero no era capaz de continuar de otra manera.
Así, consiguió avanzar bastante sin que pasase nada y, sintiéndose más seguro, decidió abrir más los ojos para comprobar en qué punto se encontraba. De esta manera, pudo constatar que estaba más o menos por la mitad del puente, pero, por desgracia, también notó otras cosas; los huesos que se acumulaban en el fondo y también unos indescifrables movimientos que atravesaban la oscuridad. Le era imposible discernir si se trataba de la realidad o de pura sugestión, pero daba igual, ya que había perdido la compostura y era demasiado tarde para recuperarla. Abel había soltado el escudo, cerraba los ojos por completo y se hallaba agarrado con fuerza a las cuerdas del puente.
- A... Ayuda... - dijo el muchacho en la voz más alta que pudo y que, dadas las circunstancias, no era ni de lejos un grito.
Aunque le temblaban las piernas, seguía intentando moverse hacia el lado en el que se encontraban el resto de sus compañeros, pero su desplazamiento era tan mínimo que no se podía medir siquiera en pasos y Abel, siendo plenamente consciente del peligro que aquello conllevaba, no podía reaccionar.
Aunque no estaba seguro del todo, creyó escuchar a Serena llamar traidor a Rick, pero Abel hizo caso omiso a la conversación. De hecho, necesitaba aparcar ese tema para más tarde y confiar en sus compañeros, puesto que en esos momentos la posibilidad de que hubiese algun peligro en el exterior ocupaba todos sus pensamientos y preocupaciones, las cuales se multiplicaron cuando se enfrentaron al puente colgante.
Abel echó un vistazo por encima del escudo y notó que el puente no daba demasiada confianza, era inestable y lucía bastante frágil. Nunca le había tenido miedo a las alturas y ya había cruzado alguna vez por puentes de ese estilo en los bosques cercanos a su casa, pero la profundidad del foso y el peligro que suponía cruzar dicho puente eran cosas muy distintas. Es más, la estridente e inoportuna voz de Damian consiguió recordarle los monstruosos gusanos que serpenteaban entre la oscuridad del foso. Mientras, el niño pasaba sin preocupación alguna, como si se tratase de lo más natural del mundo. Tal visión horrorizaba a Abel.
De esta manera, sus compañeros fueron pasando uno a uno, pero el chico se quedó paralizado hasta que les llegó el turno a Rick, a Serena y a él mismo. Como Rick había demostrado ya sus intenciones de quedarse al final para vigilar y Abel se sentiría mal si hacía que Serena pasase antes que él, asumió que había llegado su turno.
Tenía mucho miedo, sobre todo de los gusanos, pero ya había llegado hasta ahí y no quería detenerse. Respiró hondo para tranquilizarse y se puso a un paso del puente. Estuvo un rato así, incapaz de decidirse, pero la voces de Connor y Damian le presionaba a continuar y al final su cuerpo decidió por él y pudo dar un primer paso.
Avanzaba poco a poco, mucho más lentamente que los que habían pasado antes que él y con los ojos casi cerrados. Si se paraba a pensarlo, no era lo más inteligente que uno podía hacer, pero no era capaz de continuar de otra manera.
Así, consiguió avanzar bastante sin que pasase nada y, sintiéndose más seguro, decidió abrir más los ojos para comprobar en qué punto se encontraba. De esta manera, pudo constatar que estaba más o menos por la mitad del puente, pero, por desgracia, también notó otras cosas; los huesos que se acumulaban en el fondo y también unos indescifrables movimientos que atravesaban la oscuridad. Le era imposible discernir si se trataba de la realidad o de pura sugestión, pero daba igual, ya que había perdido la compostura y era demasiado tarde para recuperarla. Abel había soltado el escudo, cerraba los ojos por completo y se hallaba agarrado con fuerza a las cuerdas del puente.
- A... Ayuda... - dijo el muchacho en la voz más alta que pudo y que, dadas las circunstancias, no era ni de lejos un grito.
Aunque le temblaban las piernas, seguía intentando moverse hacia el lado en el que se encontraban el resto de sus compañeros, pero su desplazamiento era tan mínimo que no se podía medir siquiera en pasos y Abel, siendo plenamente consciente del peligro que aquello conllevaba, no podía reaccionar.
- GiniroryuGM
Ficha de cosechado
Nombre: Rägjynn
Especie: mjörní
Habilidades: memoria, buen oído y don de lenguas
Re: Cicatriz de Arax
11/07/23, 12:43 pm
Sintió alivio cuando Kalna le dijo que no hacía falta correr y específicamente mencionó el peligro de las armas al hacerlo. Por lo menos la persona que más sabía de aquellos instrumentos peligrosos estaba de acuerdo con dicha noción. La propia chica se ofreció a cruzar primero y el mjörní también agradeció esto en silencio. En realidad no estaba tan preocupado por el puente en sí, pues no le parecía que estuviese mal construido o se fuese a caer ni tenía acrofobia, pero después de haber visto los gusanos gigantes el día anterior… No tenía ni idea de si seguirían por allí o si intentarían atacarles, pero si alguien podría hacerles frente esa era Kalna. Tal vez Connor también.
La chica cruzó sin ningún problema, y en cuanto Damian manifestó su intención de ser el siguiente supo que le tocaba. Rick comentó algo con mucho sentido e incluso Damian esperó a oír su explicación, pero el niño era muy rápido y ya estaba poniendo un pie en el puente antes de que Rägjynn pudiese reaccionar. Se dio un poco de prisa, a fin de cuentas él si podía correr un poco porque no llevaba armas… aunque tenía que sujetarse el hakama para que no arrastrasen los bajos y tropezar con ellos.
—Gracias, Rick, espero que no haya ningún problema —le dijo al humano cuando pasó a su lado al poner el primer pie sobre el puente—. Ven conmigo, Damian —le ofreció su mano—. No se oye movimiento entre los huesos y no parecen estar los gusanos, pero hay que tener cuidado… —comentó mientras empezaba a cruzar los tablones junto al niño.
Aunque no le producía inseguridad el puente y Damian no hizo ningún movimiento que pudiera poner en peligro la integridad de este, no podía evitar mirar de reojo hacia abajo, sobre todo porque el humano no paraba de hacer preguntas acerca de los huesos que había allí abajo. Por supuesto, el mjörní no tenía respuesta para sus preguntas y solo le pudo decir que, concretamente gusanos de ese tamaño no había en Mjörne.
Pronto estuvieron al otro lado sin incidentes y, sin soltar la mano del niño salvo que este lo hiciera por su cuenta, se giró para comprobar cómo iban los que todavía tenían que pasar. Connor e Ethan ya estaban llegando, seguidos de Serena. Pero fue cuando cruzó Abel que se sobresaltó. El chico parecía estar teniendo problemas y miró hacia sus compañeros con preocupación.
—Abel, ¿te encuentras bien? El puente es seguro: te lo prometo —le dijo acercándose al inicio de su lado del puente y alzando un poco la voz para que pudiera oírle.
Haría amago de dirigirse hacia él, pero Rick ya se había puesto en marcha para ayudarle como cabía esperar. No creía que fuese a ocurrir nada, pero estaba preocupado por Abel. ¿Tenía acrofobia o su problema era otro?
La chica cruzó sin ningún problema, y en cuanto Damian manifestó su intención de ser el siguiente supo que le tocaba. Rick comentó algo con mucho sentido e incluso Damian esperó a oír su explicación, pero el niño era muy rápido y ya estaba poniendo un pie en el puente antes de que Rägjynn pudiese reaccionar. Se dio un poco de prisa, a fin de cuentas él si podía correr un poco porque no llevaba armas… aunque tenía que sujetarse el hakama para que no arrastrasen los bajos y tropezar con ellos.
—Gracias, Rick, espero que no haya ningún problema —le dijo al humano cuando pasó a su lado al poner el primer pie sobre el puente—. Ven conmigo, Damian —le ofreció su mano—. No se oye movimiento entre los huesos y no parecen estar los gusanos, pero hay que tener cuidado… —comentó mientras empezaba a cruzar los tablones junto al niño.
Aunque no le producía inseguridad el puente y Damian no hizo ningún movimiento que pudiera poner en peligro la integridad de este, no podía evitar mirar de reojo hacia abajo, sobre todo porque el humano no paraba de hacer preguntas acerca de los huesos que había allí abajo. Por supuesto, el mjörní no tenía respuesta para sus preguntas y solo le pudo decir que, concretamente gusanos de ese tamaño no había en Mjörne.
Pronto estuvieron al otro lado sin incidentes y, sin soltar la mano del niño salvo que este lo hiciera por su cuenta, se giró para comprobar cómo iban los que todavía tenían que pasar. Connor e Ethan ya estaban llegando, seguidos de Serena. Pero fue cuando cruzó Abel que se sobresaltó. El chico parecía estar teniendo problemas y miró hacia sus compañeros con preocupación.
—Abel, ¿te encuentras bien? El puente es seguro: te lo prometo —le dijo acercándose al inicio de su lado del puente y alzando un poco la voz para que pudiera oírle.
Haría amago de dirigirse hacia él, pero Rick ya se había puesto en marcha para ayudarle como cabía esperar. No creía que fuese a ocurrir nada, pero estaba preocupado por Abel. ¿Tenía acrofobia o su problema era otro?
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Re: Cicatriz de Arax
11/07/23, 01:49 pm
No tardaron en seguir el ejemplo de Kalna e ir cruzando el puente a buen ritmo. Rick echaba de vez en cuando una mirada para ver cómo iban sus compañeros, pero sobre todo se centraban por el camino por el que habían llegado y sus alrededores. -(Todo despejado...)- pensó algo tranquilo, pero sin bajar del todo la guardia. Miró al mjörní cuando le agradeció lo que estaba haciendo antes de cruzar, a lo que respondió con una ligera sonrisa y una convicción plena que buscaba mantener seguridad: -Eso espero. Me aseguraré de que siga todo bien.-
Poco a poco el grupo fue pasando. Escuchó las mil y una preguntas que Damian hacía en voz alta, echando algún que otro vistazo al foso para comprobar los esqueletos tan variados de los que hablaba. Ciertamente había algunos bastantes extraños, ¿de qué diablos serían? Quitando a algunos de sus compañeros, lo más raro que había visto eran los gusanos de allí abajo y la mujer medio dragón que les dio el discurso ayer. ¿Habría más monstruos? No lo descartaba en absoluto.
Connor y Ethan tardaron un poco más en cruzar, pero en cuanto estuvieron al otro lado les avisaron. Rick hizo un gesto en la cabeza a Serena y Abel para que se adelantaran. La chica llegó sin problemas, pero Abel... El sonido del escudo cayendo en el suelo hizo que el neoyorquino se centrara en él. En cuanto pidió ayuda ya estaba entrando en el puente, con cierta prisa pero sin llegar a correr. Con todo ese tiempo ya había visto que del movimiento podía balancearse un poco y ni quería caerse ni quería que el chico se asustara más. -¡Aguanta, ya voy!- le avisó en voz alta mientras se iba acercando.
No tardó en llegar a su lado, con cuidado de no tropezar con el escudo. Estaba algo preocupado por el miedo que tenía en el cuerpo el chico, aunque esperaba que juntos pudiera terminar de cruzar. Le puso una mano en el hombro, intentando transmitirle algo de calma: -No pasa nada. No te vas a caer, lo prometo- Rick se adelantó un par de pasos, miró a Abel y le ofreció la mano derecha por si sentía más seguro así. -Venga, todavía tenemos una bañera que seguir.- dijo sonriente para que alejara sus temores. El chico aceptó la mano y poco a poco avanzaron hasta que terminaron junto al resto del grupo. -Muy bien hecho- le felicitó por haberlo conseguido.
>>-Dadme un momento- avisó al resto antes de volver de nuevo al puente. Estando solo, el neoyorquino decidió acelerar un poco y llegó hasta el escudo, el cual recogió y volvió de nuevo con todos. El canto de las bañeras sonaba muy cerca, tenía pinta que muy pronto pasaría por encima de ellos. Con más prisa aún, llegó y le devolvió la pieza a Abel. -Deberíamos seguir adelante, no vayamos a perderla ahora- dijo una vez estuvo todo el mundo listo, señalando al punto en el cielo que cada vez estaba más cerca.
Sigue en la Plaza de los Colaespina
Poco a poco el grupo fue pasando. Escuchó las mil y una preguntas que Damian hacía en voz alta, echando algún que otro vistazo al foso para comprobar los esqueletos tan variados de los que hablaba. Ciertamente había algunos bastantes extraños, ¿de qué diablos serían? Quitando a algunos de sus compañeros, lo más raro que había visto eran los gusanos de allí abajo y la mujer medio dragón que les dio el discurso ayer. ¿Habría más monstruos? No lo descartaba en absoluto.
Connor y Ethan tardaron un poco más en cruzar, pero en cuanto estuvieron al otro lado les avisaron. Rick hizo un gesto en la cabeza a Serena y Abel para que se adelantaran. La chica llegó sin problemas, pero Abel... El sonido del escudo cayendo en el suelo hizo que el neoyorquino se centrara en él. En cuanto pidió ayuda ya estaba entrando en el puente, con cierta prisa pero sin llegar a correr. Con todo ese tiempo ya había visto que del movimiento podía balancearse un poco y ni quería caerse ni quería que el chico se asustara más. -¡Aguanta, ya voy!- le avisó en voz alta mientras se iba acercando.
No tardó en llegar a su lado, con cuidado de no tropezar con el escudo. Estaba algo preocupado por el miedo que tenía en el cuerpo el chico, aunque esperaba que juntos pudiera terminar de cruzar. Le puso una mano en el hombro, intentando transmitirle algo de calma: -No pasa nada. No te vas a caer, lo prometo- Rick se adelantó un par de pasos, miró a Abel y le ofreció la mano derecha por si sentía más seguro así. -Venga, todavía tenemos una bañera que seguir.- dijo sonriente para que alejara sus temores. El chico aceptó la mano y poco a poco avanzaron hasta que terminaron junto al resto del grupo. -Muy bien hecho- le felicitó por haberlo conseguido.
>>-Dadme un momento- avisó al resto antes de volver de nuevo al puente. Estando solo, el neoyorquino decidió acelerar un poco y llegó hasta el escudo, el cual recogió y volvió de nuevo con todos. El canto de las bañeras sonaba muy cerca, tenía pinta que muy pronto pasaría por encima de ellos. Con más prisa aún, llegó y le devolvió la pieza a Abel. -Deberíamos seguir adelante, no vayamos a perderla ahora- dijo una vez estuvo todo el mundo listo, señalando al punto en el cielo que cada vez estaba más cerca.
Sigue en la Plaza de los Colaespina
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.
Re: Cicatriz de Arax
12/11/23, 09:57 pm
Esperó en la habitación hasta que el resto estuvieran listos, casi sin moverse. Había pensado muchas cosas esa noche, sobre qué iban a hacer al día siguiente. Llevarla al cementerio era una cosa, pero no sabía si iban a querer decir algunas palabras de despedida. Ella no tenía ninguna, y aunque había hecho el esfuerzo de pensar en algún discurso, por corto que fuera, no conocía a la pelirroja casi de nada como para poder hacerlo. No pensaba decir palabras genéricas sobre lo mucho que la iba a echar de menos o lo buena persona que era, y menos cuando no creía en ellas. «Gracias por avisarnos del veneno, probablemente nos hayas salvado a todos» era lo único que le salía de manera genuina, pero no podía decir eso en un funeral.
Cogió en brazos a Serena, casi como si fuera uno de esos príncipes que rescataban en los libros infantiles que leía de pequeña, con más cuidado del que cabría esperar en alguien a quien todo aquello no le importaba más allá de cumplir una tradición. Asegurándose de que la sábana la cubría por completo, Kalna inició el camino hacia el cementerio en un silencio solemne, que a ella no le resultaba opresivo en ninguna forma.
No dedicó demasiadas miradas a sus compañeros durante el camino, sin querer encontrar en sus caras la debilidad a la que tan poco estaba acostumbrada. Incluso evitaba mirar a Rick, y eso que habían estado hablando la noche anterior. En su lugar pasó el breve camino entre el torreón y la grieta mirando al frente, dejando que el peso del cuerpo de Serena fuese lo único tangible en ese momento. Resultaba casi poético que la llevase ella. La había llevado hasta el torreón el primer día, cuando Serena se había cortado el pie y a penas podía andar, y ahora la iba a llevar en sus últimos momentos al lugar donde descansaría eternamente.
Cuando llegaron al cementerio miró abajo brevemente, antes de pasar la mirada por sus compañeros, deteniéndose un par de segundos más en Ethan, por ser al que más cerca tenía y por las figuritas de papel que había llevado. Esperaría un poco, por si alguien quería decir algunas palabras antes de tener que dejarla caer. Si nadie lo hacía, simplemente soltaría el cuerpo encima de la cicatriz.
«Adiós, Serena».
Cogió en brazos a Serena, casi como si fuera uno de esos príncipes que rescataban en los libros infantiles que leía de pequeña, con más cuidado del que cabría esperar en alguien a quien todo aquello no le importaba más allá de cumplir una tradición. Asegurándose de que la sábana la cubría por completo, Kalna inició el camino hacia el cementerio en un silencio solemne, que a ella no le resultaba opresivo en ninguna forma.
No dedicó demasiadas miradas a sus compañeros durante el camino, sin querer encontrar en sus caras la debilidad a la que tan poco estaba acostumbrada. Incluso evitaba mirar a Rick, y eso que habían estado hablando la noche anterior. En su lugar pasó el breve camino entre el torreón y la grieta mirando al frente, dejando que el peso del cuerpo de Serena fuese lo único tangible en ese momento. Resultaba casi poético que la llevase ella. La había llevado hasta el torreón el primer día, cuando Serena se había cortado el pie y a penas podía andar, y ahora la iba a llevar en sus últimos momentos al lugar donde descansaría eternamente.
Cuando llegaron al cementerio miró abajo brevemente, antes de pasar la mirada por sus compañeros, deteniéndose un par de segundos más en Ethan, por ser al que más cerca tenía y por las figuritas de papel que había llevado. Esperaría un poco, por si alguien quería decir algunas palabras antes de tener que dejarla caer. Si nadie lo hacía, simplemente soltaría el cuerpo encima de la cicatriz.
«Adiós, Serena».
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Cicatriz de Arax
13/11/23, 10:19 pm
Cuando finalmente Colmillo salió de la habitación, sin haber pegado ojo y pasando la noche atormentado por las imágenes del día anterior, se sentía más famélico y cansado que ese primer día en la ciudad en el que tampoco había comido ni dormido, pero que la muerte todavía no les había tocado. Hacía tan solo una semana pensaba que nada podía ser peor que encontrarse rodeado de desconocidos en un mundo extraño abandonado sin su familia.
Ahora daría lo que fuera por volver a ese día.
Pero la realidad era que no podía. Por mucho que quisiera, por mucho que lo deseara con todas sus fuerzas, nada cambiaría. Serena había amanecido tan muerta como había estado el día anterior y ellos se habían descubierto a sí mismos tan vulnerables y expuestos como habían intentado fingir no serlo.
En una semana les habían atacado bichos con púas al ir a por comida, un monstruo que atravesaba paredes en su misma calle y un pajarraco que los había intentado envenenar a todos en su misma cocina. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Qué les esperaría el día de hoy?
Colmillo miró con los ojos vacíos la lanza entre sus manos, la que había elegido como medida de protección para salir fuera del torreón, y luego miró a Räg, Aniol y Damian, que habían decidido quedarse. ¿Volverían acaso? Y si lo hacían, ¿estarían ellos para recibirles? ¿Quién se estaba exponiendo al mayor peligro? ¿Cuál de los dos grupos era más vulnerable? ¿Ellos que salían a un exterior aparentemente plagado de bestias malarmados con herramientas que la mayoría ni sabía utilizar? ¿O aquellos que se quedaban tras las falsamente seguras paredes del torreón, las cuales habían sido testigos del allanamiento, el ataque y la muerte?
Mientras el zawodny salía del torreón guardando las distancias con Kalna, quien llevaba en sus brazos el cadáver ya frío de Serena cubierto por una manta, decidió que no quería pensar en ello porque, simplemente, no le quedaban fuerzas. Seguir los ritos fúnebres que los humanos habían decidido para Serena, ir a por la comida que habían tenido que tirar el día anterior, intentar sobrevivir… No tenía por qué pensar en ello para hacerlo. Podía, simplemente, dejarse llevar por sus compañeros. Dejar las decisiones y las acciones en las manos más capaces del resto. Porque todos estaban demostrando ser, claramente, mucho más capaces que él. La mayoría parecían tan abatidos y tristes como él se sentía, sí, pero seguían adelante, continuaban avanzando. ¿Qué hacía él? Serena ni siquiera le había caído bien.
De hecho, se recordaba a sí mismo deseando que no volviera cuando escapó dramáticamente del torreón con su comida. Tampoco podía ampararse en compartir mundo, vivencias o cosas en común para sentirse identificado de alguna manera con ella.
Y aún así ahí estaba, sintiendo su muerte hasta el punto de necesitar apagarse, de necesitar desconectarse de la realidad para poder seguir dando un paso tras otro, seguir respirando. Ahí estaba siendo el niño pequeño del que llevaba años queriendo distanciarse.
Cuando llegaron al socavón lleno de huesos, Colmillo miró el abismo por unos segundos. Todas esas estrellas que parecían haber caído del cielo para nunca retornar. Todas esas almas huérfanas de Matka. Por un momento se vio a sí misma siendo el próximo, su cadáver cayendo de los brazos de Kalna detrás del de Serena.
Y la sola idea de desaparecer del mundo de esa horrible manera, le hizo tener la primera reacción real del día a un estímulo, le hizo estremecerse de pavor.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Cicatriz de Arax
14/11/23, 05:22 pm
Morir era una mierda, pero sobrevivir no se sentía mejor. Era el limbo entre el descanso eterno y la vida tranquila, era un tira y afloja donde uno no podía ir a ningún lado, donde quedabas colgado entre la amargura y la pena. Sin poder avanzar, sin poder abandonar, simplemente estando. Así se sentía el falso despertar de esa mañana, una puesta en marcha apagada y automática desconectada de toda emoción. Ni el agua despertaba, ni la brisa se agradecía.
Ethan bajó temprano, antes de que el amanecer se volviera de un brillante y monótono gris. Conversar con Aniol sirvió de cierto consuelo, uno que fue robado al darse cuenta de que siquiera podría entretener su mente haciendo un desayuno comunal. Apenas llevaban allí una semana y aún así los días eran tan disonantes entre sí que se le hacía eterno. ¿Cómo iban a aguantar un año entero? Si parecía que el día que despertaron en prisión era de otra vida, que conocer a las ratas espinosas era una anécdota divertida y que lo del faro solo había sido un leve susto. Ayer estaban desayunando juntos, riendo ante conversaciones absurdas y quejándose de la abundancia de los melocotones. Ojala su mayor problema volviera a ser un malentendido amoroso con Kalna, ojala la joven solo estuviera descansando y no guardando un cadáver en el interior de un cuarto, ojala pudiera volver cocinar algo para que olvidaran un contexto tan horrible.
Pero no podían regresar a esos momentos llenos de alegría y familiaridad. No había en el rostro de sus compañeros más que apatía y desconcierto. No era una reunión cálida, ni unos buenos días agradables, era una realidad tan dura como la fría piedra que les hacía de suelo y tan aterradora como la sabana con forma que cargaba Kalna.
Su mirada recorrió en silencio la habitación. Se centró primero en Rick al saberse de los más afectados, luego giró hacía los que consideraba más pequeños, Colmillo estaba tan apagado como Airi y Räg, del cual no supo discernir la mirada dedicada y por ultimo se poso en ambos niños sin saber qué ánimos podía infundir en tal fatídica mañana.
-Volveremos, pronto. -Les prometió en bajo dándoles un abrazo si así lo querían de despedida. Con Räg en cambio y ante la duda le apoyó una mano en el hombro no queriendo resultar del todo invasivo, un ligero apretón de ánimos. -Gracias por quedarte con ellos.
No eran exactamente un agradecimiento solo por eso, sus palabras cargaban con más emoción oculta, simplemente no encontraba una buena forma de desarrollarlas para que cobraran lógica. No le gustaba dejar a los tres a solas con unos compañeros que apenas salían de su cuarto, eran vulnerables hasta en el interior de su hogar, pero debía confiar. No se iban a ir muy lejos, todo iba a estar bien, tenía que creerlo porque si no, volvería a quedarse entre dos aguas a la hora de decidir qué hacer.
Una parte quería quedarse en el torreón, huir del funeral y dejarlo estar, la otra, como una misión inacabada quería poder acompañar, no dejar que Serena cayera en un olvido permisivo. Apenas la conocía, si quiera se acababan de llevar, nada de aquello le quitaba importancia a su muerte. En un lapso de la noche había creado pequeñas flores de papel que lejos de ser para decorar el pozo tenía el pensamiento de usarlo como un rito funerario improvisado. La mayoría eran pequeñas, pues gastando pocos papeles había conseguido un puñado de ellas.
Cuando llegaron a la cicatriz tragó saliva intimidado de nuevo por la misma. Apenas había logrado mantener contacto visual con Kalna, tomando una distancia psicológica al ignorar la carga que sostenía en sus brazos. Verla tan de cerca tras la adrenalina inicial era chocante, tan extraño de procesar como el hecho de que iban a alimentar a unas bestias gigantes con ella. La disonancia era tal que una parte de él había desconectado en búsqueda de normalizar la nueva situación. Una calma que no era más que el velo falso que lucía por supervivencia.
Tomó unos segundos para respirar hondo en el sitio, ofreciendo a Rick alguna de sus flores por si quería usarlas, era completamente libre si decidía cogerlas de hacer con ellas lo que quisiese y si no, estaba completamente bien. Para él cualquier gesto que decorara aquella despedida era muy importante, pero respetaba cualquier opinión personal al respecto.
Por ello cuando por fin encontró cierto valor se colocó junto a Kalna, su mirada apesadumbrada halló cierta calma al razonar que podrían darle un cierre a un episodio tan horrendo por lo que, con un semblante más serio asintió a su compañera. No guardaba palabras para nadie, no había una despedida que anunciar, solo un silencio respetuoso ante la muerte. Colocó alguna de las flores sobre la sabana, allí donde debía de encontrarse el pecho y dio un paso atrás para dejar que la morena hiciera lo que correspondía.
Joder, como odiaba las despedidas.
Ethan bajó temprano, antes de que el amanecer se volviera de un brillante y monótono gris. Conversar con Aniol sirvió de cierto consuelo, uno que fue robado al darse cuenta de que siquiera podría entretener su mente haciendo un desayuno comunal. Apenas llevaban allí una semana y aún así los días eran tan disonantes entre sí que se le hacía eterno. ¿Cómo iban a aguantar un año entero? Si parecía que el día que despertaron en prisión era de otra vida, que conocer a las ratas espinosas era una anécdota divertida y que lo del faro solo había sido un leve susto. Ayer estaban desayunando juntos, riendo ante conversaciones absurdas y quejándose de la abundancia de los melocotones. Ojala su mayor problema volviera a ser un malentendido amoroso con Kalna, ojala la joven solo estuviera descansando y no guardando un cadáver en el interior de un cuarto, ojala pudiera volver cocinar algo para que olvidaran un contexto tan horrible.
Pero no podían regresar a esos momentos llenos de alegría y familiaridad. No había en el rostro de sus compañeros más que apatía y desconcierto. No era una reunión cálida, ni unos buenos días agradables, era una realidad tan dura como la fría piedra que les hacía de suelo y tan aterradora como la sabana con forma que cargaba Kalna.
Su mirada recorrió en silencio la habitación. Se centró primero en Rick al saberse de los más afectados, luego giró hacía los que consideraba más pequeños, Colmillo estaba tan apagado como Airi y Räg, del cual no supo discernir la mirada dedicada y por ultimo se poso en ambos niños sin saber qué ánimos podía infundir en tal fatídica mañana.
-Volveremos, pronto. -Les prometió en bajo dándoles un abrazo si así lo querían de despedida. Con Räg en cambio y ante la duda le apoyó una mano en el hombro no queriendo resultar del todo invasivo, un ligero apretón de ánimos. -Gracias por quedarte con ellos.
No eran exactamente un agradecimiento solo por eso, sus palabras cargaban con más emoción oculta, simplemente no encontraba una buena forma de desarrollarlas para que cobraran lógica. No le gustaba dejar a los tres a solas con unos compañeros que apenas salían de su cuarto, eran vulnerables hasta en el interior de su hogar, pero debía confiar. No se iban a ir muy lejos, todo iba a estar bien, tenía que creerlo porque si no, volvería a quedarse entre dos aguas a la hora de decidir qué hacer.
Una parte quería quedarse en el torreón, huir del funeral y dejarlo estar, la otra, como una misión inacabada quería poder acompañar, no dejar que Serena cayera en un olvido permisivo. Apenas la conocía, si quiera se acababan de llevar, nada de aquello le quitaba importancia a su muerte. En un lapso de la noche había creado pequeñas flores de papel que lejos de ser para decorar el pozo tenía el pensamiento de usarlo como un rito funerario improvisado. La mayoría eran pequeñas, pues gastando pocos papeles había conseguido un puñado de ellas.
Cuando llegaron a la cicatriz tragó saliva intimidado de nuevo por la misma. Apenas había logrado mantener contacto visual con Kalna, tomando una distancia psicológica al ignorar la carga que sostenía en sus brazos. Verla tan de cerca tras la adrenalina inicial era chocante, tan extraño de procesar como el hecho de que iban a alimentar a unas bestias gigantes con ella. La disonancia era tal que una parte de él había desconectado en búsqueda de normalizar la nueva situación. Una calma que no era más que el velo falso que lucía por supervivencia.
Tomó unos segundos para respirar hondo en el sitio, ofreciendo a Rick alguna de sus flores por si quería usarlas, era completamente libre si decidía cogerlas de hacer con ellas lo que quisiese y si no, estaba completamente bien. Para él cualquier gesto que decorara aquella despedida era muy importante, pero respetaba cualquier opinión personal al respecto.
Por ello cuando por fin encontró cierto valor se colocó junto a Kalna, su mirada apesadumbrada halló cierta calma al razonar que podrían darle un cierre a un episodio tan horrendo por lo que, con un semblante más serio asintió a su compañera. No guardaba palabras para nadie, no había una despedida que anunciar, solo un silencio respetuoso ante la muerte. Colocó alguna de las flores sobre la sabana, allí donde debía de encontrarse el pecho y dio un paso atrás para dejar que la morena hiciera lo que correspondía.
Joder, como odiaba las despedidas.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Cicatriz de Arax
15/11/23, 01:57 pm
Las primeras horas de la mañana fueron lo más parecido que tuvo a un descanso. No durmió, solamente cerró los ojos y se dejó llevar por la nada, hasta que el picor en sus manos cortadas por el frío y la urticaria no fue más que un hormigueo y los recuerdos de sus acciones meras migajas. Restos y dolores que volvieron al bajar al salón. Al ver a la libense con el cuerpo.
Había sido un desastre, pero al menos lo había intentado. Ese era su consuelo. Aunque quizá, hubiera preferido no hacerlo.
En pie otra vez, listo para irse, lo que sentía al ver la silueta de Serena bajo la sábana era abrumador, intimidante. Kalna la cargaba como si fuera la reliquia de un Santo en procesión, pero él recordaba su rostro y toda imaginería moría rápidamente. Serena no estaba dormida y en ningún momento pareció estarlo. Quien pensase que descansaba no había visto a un ser querido hacerlo antes. No había punto de comparación. El suave vaivén del pecho, la suavidad de las articulaciones, la forma en la que los párpados caen como los bajos de un vestido de seda, el color de las mejillas y las pestañas como un abanico, pequeños detalles que transmitían paz, por los que daba pena hacer ruido e interrumpir su letargo. Serena no transmitía nada de eso. Era frío, era tensión, puro vacío, un maniquí roto, no blanco sino pálido, el enfemizo color azul de unas venas que ya no corren. Y si con los ojos cerrados le habían dado mil males, cuando le tocó abrírselos fue peor. Hasta los peces en la lonja trasmitían más vida que ella.
Ahora, Nohlem sabía que uno de sus ojos no cerraba bien. Nada que se viera bajo la sábana, pero él sabía donde había un bulto erróneo, un ojo empujado de vuelta a la cuenca ahí donde la cucharita había cavado y sus manos habían fallado. Ni siquiera tuvo que llegar a ver el nervio óptico para comprender que había sido un error, que no era capaz. La desagradable presencia de la libense, su vista pronto empañada por las lágrimas, la ni dormida ni despierta Serena con el metal hincado... Al menos lo había intentado.
Acompañó en muestra de respeto, también porque le daba angustia que la sábana cayera y alguien pudiera fijarse en los párpados asimétricos de la pelirroja, y de ser el caso prefería estar presente a convivir con la duda. Con su arco al hombro se mantuvo alerta, dispuesto a rematar al insulto de ave si tenía la desfachatez de seguir con vida y presentarse ante ellos. Y es que por mucha ira que sus compañeros guardasen, no confiaba en sus lanzas, en sus puños ni en sus espadas, menos aún en sus reacciones, no cuando una flecha viajaba más rápido.
Pensar en peligro era más fácil que pensar en el funeral. Se mantuvo al margen, lo bastante lejos para no tener más ángulo que la pared de la cicatriz, demasiado consciente de lo que había ahí abajo. Si para los humanos el mejor ritual era ser devorado por gusanos gigantes y formar parte de un mar de huesos sin nombre, él no sería quien juzgase. No cuando sus propias tradiciones habían salido tan mal. Sin embargo, cuando Serena cayó y se perdió de vista, Nohlem sintió un horror creciente lamer su interior. Él no quería acabar así. No quería que nadie velase sus restos por la noche, ni que lo arrojasen a los insectos ni que le dejasen los ojos a medio sacar. No quería morirse, pero de suceder, de perder la vida, no quería que su final fuera ese. No había ningún árbol, una triste hoja que plantar en su nombre, no tenían herramientas o suelo blando donde enterrarle o cascada a la que lanzar su alma. Sus orejas gachas apuntaban en dirección contraria, y sus nudillos blancos cerrados para encontrar confort en sus anilos.
—Si muero —dijo, para nadie y para todos, ni alto ni bajo—, no me hagáis esto.
>>Cualquier cosa menos esto —susurró.
Había sido un desastre, pero al menos lo había intentado. Ese era su consuelo. Aunque quizá, hubiera preferido no hacerlo.
En pie otra vez, listo para irse, lo que sentía al ver la silueta de Serena bajo la sábana era abrumador, intimidante. Kalna la cargaba como si fuera la reliquia de un Santo en procesión, pero él recordaba su rostro y toda imaginería moría rápidamente. Serena no estaba dormida y en ningún momento pareció estarlo. Quien pensase que descansaba no había visto a un ser querido hacerlo antes. No había punto de comparación. El suave vaivén del pecho, la suavidad de las articulaciones, la forma en la que los párpados caen como los bajos de un vestido de seda, el color de las mejillas y las pestañas como un abanico, pequeños detalles que transmitían paz, por los que daba pena hacer ruido e interrumpir su letargo. Serena no transmitía nada de eso. Era frío, era tensión, puro vacío, un maniquí roto, no blanco sino pálido, el enfemizo color azul de unas venas que ya no corren. Y si con los ojos cerrados le habían dado mil males, cuando le tocó abrírselos fue peor. Hasta los peces en la lonja trasmitían más vida que ella.
Ahora, Nohlem sabía que uno de sus ojos no cerraba bien. Nada que se viera bajo la sábana, pero él sabía donde había un bulto erróneo, un ojo empujado de vuelta a la cuenca ahí donde la cucharita había cavado y sus manos habían fallado. Ni siquiera tuvo que llegar a ver el nervio óptico para comprender que había sido un error, que no era capaz. La desagradable presencia de la libense, su vista pronto empañada por las lágrimas, la ni dormida ni despierta Serena con el metal hincado... Al menos lo había intentado.
Acompañó en muestra de respeto, también porque le daba angustia que la sábana cayera y alguien pudiera fijarse en los párpados asimétricos de la pelirroja, y de ser el caso prefería estar presente a convivir con la duda. Con su arco al hombro se mantuvo alerta, dispuesto a rematar al insulto de ave si tenía la desfachatez de seguir con vida y presentarse ante ellos. Y es que por mucha ira que sus compañeros guardasen, no confiaba en sus lanzas, en sus puños ni en sus espadas, menos aún en sus reacciones, no cuando una flecha viajaba más rápido.
Pensar en peligro era más fácil que pensar en el funeral. Se mantuvo al margen, lo bastante lejos para no tener más ángulo que la pared de la cicatriz, demasiado consciente de lo que había ahí abajo. Si para los humanos el mejor ritual era ser devorado por gusanos gigantes y formar parte de un mar de huesos sin nombre, él no sería quien juzgase. No cuando sus propias tradiciones habían salido tan mal. Sin embargo, cuando Serena cayó y se perdió de vista, Nohlem sintió un horror creciente lamer su interior. Él no quería acabar así. No quería que nadie velase sus restos por la noche, ni que lo arrojasen a los insectos ni que le dejasen los ojos a medio sacar. No quería morirse, pero de suceder, de perder la vida, no quería que su final fuera ese. No había ningún árbol, una triste hoja que plantar en su nombre, no tenían herramientas o suelo blando donde enterrarle o cascada a la que lanzar su alma. Sus orejas gachas apuntaban en dirección contraria, y sus nudillos blancos cerrados para encontrar confort en sus anilos.
—Si muero —dijo, para nadie y para todos, ni alto ni bajo—, no me hagáis esto.
>>Cualquier cosa menos esto —susurró.
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Cicatriz de Arax
15/11/23, 09:44 pm
El grupo se preparó rápido. -(Es lo mejor. Cuanto antes esté hecho...)- consideró. De haber podido hubiera propuesto un entierro, pero en las condiciones que estaban no se negó en llevar a Serena hasta el precipicio. Era prácticamente la mejor opción que tenían disponible. La noche le había servido para mentalizarse de lo que iban a hacer, así que por si acaso se despediría antes de llegar. No terminaba de estar listo, pero poco podía hacer mucho para cambiarlo. Ese día llevaría su sable y el arco, además de cierto "recuerdo" que solo saldría del torreón ese día y de un abrigo algo viejo pero en buen estado. El tiempo no había variado demasiado desde que estaban en la ciudad, pero ese día tenía frío. O tal vez un escalofrío perpetuo, lo mismo era.
Bajó al salón a esperar mientras se ultimaban los detalles y se traía el cuerpo de la escocesa, tapada con las sábanas. Rick estaba serio, si bien por dentro sus emociones no terminaban de ponerse de acuerdo. Tristeza, resignación, un intento de mantener la esperanza de que no volvería a repetirse... Su mirada se cruzó con la de Ethan en cierto momento. El pobre seguía con la hinchazón, aunque le aliviaba ver que no había empeorado ni él ni nadie afectado por el veneno. Al menos habían tenido una pizca de suerte con todo lo ocurrido. Kalna bajó, marcando así la marcha fúnebre. El neoyorquino tomó aire, al fin y al cabo que fuera a salir no quería decir que doliera menos que ayer la pérdida. Antes de seguir al grupo, miró preocupado a Räg. Abel no daba señales de querer salir de su cuarto, así que el mjörní era el único que iba a encargarse de quedarse con los niños. Justo después del británico, le dijo usando la poca energía que tenía: -Tened cuidado, por favor. No tardaremos mucho.- Si todo salía bien, luego irían a las cestas y volverían. Tan solo esperaba que volvieran a reencontrarse sin incidentes.
Sin tardar más, emprendió el camino hasta el mar de huesos. Rick fue cerca de la libense, compartiendo su atención a partes iguales los alrededores y Serena. No es que estuviera en las mejores condiciones para ello, pero si algo le había recordado la conversación de esa noche es que no podía claudicar en su objetivo. -(No volverá a pasar, te lo prometo)- dijo mentalmente a lo que quedaba de su compañera. El camino se le hizo eterno, tanto por silencio sepulcral como por lo inevitable del momento que se acercaba con cada paso que daban. Intentaba no pensar en ello, pero iba reconociendo las calles y empezaba a faltarle el aire un poco.
Finalmente el grupo llegó hasta el borde del abismo, el lugar donde desde ahora estaría uno de ellos. El neoyorquino acompañaría a Kalna hasta quedar cerca de él, pero se pararía antes de llegar al final. Lo tenía bien claro, hasta allí se acercaría antes de alejarse. Se negaba a verla caer, a escuchar a los gusanos escucharla y... Tardó unos instantes en reaccionar a la flor de papel que tenía delante, mirando luego a Ethan sin saber qué decir. Acabó asintiendo, con un encogido y bajo: -Gracias- Sería breve, pero aquello le dio las fuerzas para una última despedida.
Se acercó despacio con la flor hasta el lado de Kalna. Evitó fijarse en el horizonte todo lo posible y se centró en la figura debajo de la sábana. Allí se acababa su viaje. Dudó por unos momentos en qué decir, la falta de costumbre era un factor importante. Decidió simplemente seguir a su corazón. Rick dejó la flor sobre el cuerpo, despidiéndose con cariño: -Descansa, Serena. Ojalá encuentres paz donde estés.- Realmente no creía en otra vida, pero esperaba que hubiera algo para que la existencia de la escocesa no hubiera acabado de forma tan injusta. Después, Rick levantó la mirada hasta Kalna, Ethan y cualquiera que estuviera cerca y anunció: -Voy... voy a vigilar mientras termináis.- Si el tono ya lo dejaba entrever, los ojos algo húmedos indicaban que no era el único motivo por el que se iba a alejar.
Se colocaría en la retaguardia, mirando a los alrededores que quedaban a espaldas del resto mientras mantenía las formas. Se había prometido no llorar y hasta ahora pensaba que ya no le quedaban más lágrimas. A la espera de que acabara todo, Rick metió la mano en el bolsillo del abrigo, donde había guardado el coletero con el pelo y apretó con cuidado. Un último acto de despedida mientras mantenía la mirada perdida en algún punto de las ruinas.
La petición de Nohlem marcó la vuelta a esa nueva "normalidad", haciéndole apretar los dientes cabizbajo. Cualquiera de ellos podría ser el siguiente en caer y aquella incertidumbre lo atormentaba. Reunió todo el ánimo que tenía para contestarle, con una seguridad que no era perfecta, pero era la única esperanza a la que podía agarrarse Rick en esos momentos: -Intentaremos que no haga falta llegar a ese punto- No había garantías, no ahora mismo, pero haría todo los posible para contribuir a esa seguridad. Eso sí, tendría más presente aún aquello que le dijo a Serena el primer día y la confianza en todos sus compañeros. Al final, no todos los casos se pueden resolver solo por más que se esfuerce uno. Siempre lo había considerado y nunca había dudado de las fortalezas de cada uno, pero ahora se lo repetía con más fuerza: si querían sobrevivir, necesitaban ayudarse y colaborar.
Bajó al salón a esperar mientras se ultimaban los detalles y se traía el cuerpo de la escocesa, tapada con las sábanas. Rick estaba serio, si bien por dentro sus emociones no terminaban de ponerse de acuerdo. Tristeza, resignación, un intento de mantener la esperanza de que no volvería a repetirse... Su mirada se cruzó con la de Ethan en cierto momento. El pobre seguía con la hinchazón, aunque le aliviaba ver que no había empeorado ni él ni nadie afectado por el veneno. Al menos habían tenido una pizca de suerte con todo lo ocurrido. Kalna bajó, marcando así la marcha fúnebre. El neoyorquino tomó aire, al fin y al cabo que fuera a salir no quería decir que doliera menos que ayer la pérdida. Antes de seguir al grupo, miró preocupado a Räg. Abel no daba señales de querer salir de su cuarto, así que el mjörní era el único que iba a encargarse de quedarse con los niños. Justo después del británico, le dijo usando la poca energía que tenía: -Tened cuidado, por favor. No tardaremos mucho.- Si todo salía bien, luego irían a las cestas y volverían. Tan solo esperaba que volvieran a reencontrarse sin incidentes.
Sin tardar más, emprendió el camino hasta el mar de huesos. Rick fue cerca de la libense, compartiendo su atención a partes iguales los alrededores y Serena. No es que estuviera en las mejores condiciones para ello, pero si algo le había recordado la conversación de esa noche es que no podía claudicar en su objetivo. -(No volverá a pasar, te lo prometo)- dijo mentalmente a lo que quedaba de su compañera. El camino se le hizo eterno, tanto por silencio sepulcral como por lo inevitable del momento que se acercaba con cada paso que daban. Intentaba no pensar en ello, pero iba reconociendo las calles y empezaba a faltarle el aire un poco.
Finalmente el grupo llegó hasta el borde del abismo, el lugar donde desde ahora estaría uno de ellos. El neoyorquino acompañaría a Kalna hasta quedar cerca de él, pero se pararía antes de llegar al final. Lo tenía bien claro, hasta allí se acercaría antes de alejarse. Se negaba a verla caer, a escuchar a los gusanos escucharla y... Tardó unos instantes en reaccionar a la flor de papel que tenía delante, mirando luego a Ethan sin saber qué decir. Acabó asintiendo, con un encogido y bajo: -Gracias- Sería breve, pero aquello le dio las fuerzas para una última despedida.
Se acercó despacio con la flor hasta el lado de Kalna. Evitó fijarse en el horizonte todo lo posible y se centró en la figura debajo de la sábana. Allí se acababa su viaje. Dudó por unos momentos en qué decir, la falta de costumbre era un factor importante. Decidió simplemente seguir a su corazón. Rick dejó la flor sobre el cuerpo, despidiéndose con cariño: -Descansa, Serena. Ojalá encuentres paz donde estés.- Realmente no creía en otra vida, pero esperaba que hubiera algo para que la existencia de la escocesa no hubiera acabado de forma tan injusta. Después, Rick levantó la mirada hasta Kalna, Ethan y cualquiera que estuviera cerca y anunció: -Voy... voy a vigilar mientras termináis.- Si el tono ya lo dejaba entrever, los ojos algo húmedos indicaban que no era el único motivo por el que se iba a alejar.
Se colocaría en la retaguardia, mirando a los alrededores que quedaban a espaldas del resto mientras mantenía las formas. Se había prometido no llorar y hasta ahora pensaba que ya no le quedaban más lágrimas. A la espera de que acabara todo, Rick metió la mano en el bolsillo del abrigo, donde había guardado el coletero con el pelo y apretó con cuidado. Un último acto de despedida mientras mantenía la mirada perdida en algún punto de las ruinas.
La petición de Nohlem marcó la vuelta a esa nueva "normalidad", haciéndole apretar los dientes cabizbajo. Cualquiera de ellos podría ser el siguiente en caer y aquella incertidumbre lo atormentaba. Reunió todo el ánimo que tenía para contestarle, con una seguridad que no era perfecta, pero era la única esperanza a la que podía agarrarse Rick en esos momentos: -Intentaremos que no haga falta llegar a ese punto- No había garantías, no ahora mismo, pero haría todo los posible para contribuir a esa seguridad. Eso sí, tendría más presente aún aquello que le dijo a Serena el primer día y la confianza en todos sus compañeros. Al final, no todos los casos se pueden resolver solo por más que se esfuerce uno. Siempre lo había considerado y nunca había dudado de las fortalezas de cada uno, pero ahora se lo repetía con más fuerza: si querían sobrevivir, necesitaban ayudarse y colaborar.
- TakGM
Ficha de cosechado
Nombre: Airi
Especie: Sanaí
Habilidades: Habilidad manual, memoria, imaginación.Personajes :
● Gael/Koval: fuego fatuo terrícola.
● Kin: demonio raigaurum irrense.
● Ayne: anima sinhadre.
● Eara: sinhadre sin esencia.
● Nime: demonio mineral libense.
● Iemai: cercana, fallecida.
● Airi: sanaí.
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Tendencia a alargar sus baños. Tiene episodios de disociación esporádicos cuando sale al patio.
Armas :
● Gael/Koval: espadas rectas, maza y quimeras.
● Kin: alfanje y guan dao.
● Ayne: sable.
● Eara: ballesta de repetición.
● Nime: dagas.
● Airi: vara y arco.
Status : (ノ☉ヮ⚆)ノ ⌒*:・゚✧
Re: Cicatriz de Arax
16/11/23, 01:30 pm
Airi no tenía ganas de estar allí. Su mirada esquivaba la sábana blanca, y a Kalna, observando los alrededores con más miedo que interés. Prefería haberse quedado con los niños, pero tenía que mostrar que podía hacerse cargo de algo, que podía tragarse el miedo o el asco. Era la primera vez que iba en la procesión que abandonaba a un cadáver para ser pasto de otros caminantes y moradores. Nunca había tenido que hacerlo por ser demasiado joven, pero ya no era el caso. Ahora elle tenía que responsabilizarse de su tribu, una tribu donde no había matriarca, ni nadie con una edad que se aproximase siquiera a la de una.
El silencio, solo roto por los pasos de la comitiva, era conveniente para escuchar mejor cualquier cambio en el entorno. Para los ánimos, en cambio, era demoledor. Airi podía imaginar que nadie nunca sabía bien qué hacer o qué decir en aquellas situaciones, pero nadie en su aldea tenía que plantearse si serían asesinados a continuación cuando falleció un miembro de la tribu.
Su silencio se mantuvo hasta llegar a la grieta gigante. Solo echaba miradas de reojo a sus compañeros que suplían muy pobremente una conversación real. Quería saber si estaban bien, si tenían tanto miedo como elle. Vio angustia, pena y muchas emociones que tampoco podría descifrar de un vistazo. Aquello no era fácil para nadie, salvo quizás para Kalna. Airi no quería saber qué clase de vida había llevado para que su expresión pudiese mantenerse calmada en un momento así. Ni siquiera se trataba de sobrellevar la pérdida, por no conocer a Serena, o superar el haberla visto morir de manera horrible. ¿Qué había del miedo a la propia muerte? Nunca se había sentido su aliento tan de cerca.
Airi no se acercó a la grieta. Recordaba los gusanos, los esqueletos. No necesitaba volver a ver nada de eso. Solo quería decir adiós, un adiós apropiado, breve, por lo rápido que el cuerpo desapareció de su vista al caer. «Que tu espíritu encuentre resguardo en aquellos que te consuman» pidió. Para elle la ceremonia improvisada no era anómala, y que las alimañas comiesen tu cadáver, una bendición. El espíritu vive en ellas, el cuerpo les da sustento. Solo el nombre se pierde, y por eso le sanaí quería improvisar un muro fúnebre en el entorno del torreón.
Cuando ya estaba hecho, oyó la voz de Nohlem, suave, pero suficientemente alta. Le tenía al lado, ya que ninguno de los dos se había querido acercar al borde. Su tono le hizo estremecerse pero, sus palabras, preguntarse muchas cosas. Sentía que no era el momento de indagar, pero quería hacerlo, cumplir su voluntad… hasta que se sintió horrible al percatarse de que normalizaba que cualquiera de ellos podía morir mañana. La respuesta de Rick se alineó con sus deseos, pero sonó demasiado ingenua para la parte de elle que estaba aterrada. ¿Por qué tenían que estar planteándose eso? ¿Por qué estaban allí? ¿Por qué ellos? ¿Por qué?
No pudo hacer nada más que devolverle al varmano una mirada de comprensión, confirmando que había oído y memorizado su mensaje. Lo que no tenía era palabras para decirlo. Su garganta estaba bloqueada por un nudo enorme, pero tampoco habría sabido cómo expresarlo. Quizá pudiesen hablar de ello más adelante, o quizá no. Ahora mismo lo único que podía hacer era moverse por inercia.
El silencio, solo roto por los pasos de la comitiva, era conveniente para escuchar mejor cualquier cambio en el entorno. Para los ánimos, en cambio, era demoledor. Airi podía imaginar que nadie nunca sabía bien qué hacer o qué decir en aquellas situaciones, pero nadie en su aldea tenía que plantearse si serían asesinados a continuación cuando falleció un miembro de la tribu.
Su silencio se mantuvo hasta llegar a la grieta gigante. Solo echaba miradas de reojo a sus compañeros que suplían muy pobremente una conversación real. Quería saber si estaban bien, si tenían tanto miedo como elle. Vio angustia, pena y muchas emociones que tampoco podría descifrar de un vistazo. Aquello no era fácil para nadie, salvo quizás para Kalna. Airi no quería saber qué clase de vida había llevado para que su expresión pudiese mantenerse calmada en un momento así. Ni siquiera se trataba de sobrellevar la pérdida, por no conocer a Serena, o superar el haberla visto morir de manera horrible. ¿Qué había del miedo a la propia muerte? Nunca se había sentido su aliento tan de cerca.
Airi no se acercó a la grieta. Recordaba los gusanos, los esqueletos. No necesitaba volver a ver nada de eso. Solo quería decir adiós, un adiós apropiado, breve, por lo rápido que el cuerpo desapareció de su vista al caer. «Que tu espíritu encuentre resguardo en aquellos que te consuman» pidió. Para elle la ceremonia improvisada no era anómala, y que las alimañas comiesen tu cadáver, una bendición. El espíritu vive en ellas, el cuerpo les da sustento. Solo el nombre se pierde, y por eso le sanaí quería improvisar un muro fúnebre en el entorno del torreón.
Cuando ya estaba hecho, oyó la voz de Nohlem, suave, pero suficientemente alta. Le tenía al lado, ya que ninguno de los dos se había querido acercar al borde. Su tono le hizo estremecerse pero, sus palabras, preguntarse muchas cosas. Sentía que no era el momento de indagar, pero quería hacerlo, cumplir su voluntad… hasta que se sintió horrible al percatarse de que normalizaba que cualquiera de ellos podía morir mañana. La respuesta de Rick se alineó con sus deseos, pero sonó demasiado ingenua para la parte de elle que estaba aterrada. ¿Por qué tenían que estar planteándose eso? ¿Por qué estaban allí? ¿Por qué ellos? ¿Por qué?
No pudo hacer nada más que devolverle al varmano una mirada de comprensión, confirmando que había oído y memorizado su mensaje. Lo que no tenía era palabras para decirlo. Su garganta estaba bloqueada por un nudo enorme, pero tampoco habría sabido cómo expresarlo. Quizá pudiesen hablar de ello más adelante, o quizá no. Ahora mismo lo único que podía hacer era moverse por inercia.
- LEC
Ficha de cosechado
Nombre: Kalna, hija de Mánide
Especie: libense, del imperio
Habilidades: Automotivación, nociones de lucha, valor.Personajes :
● Dama Puente/Kaila: Maga logomante austriaca (1.60).
● Kaethe/Dama Sobras: Ghoul nublina (1.46).
● Yttria: Bruja percusionista canadiense (1.53).
● Amira/Cálamo : Valkyria francesa (1.63).
● Kalna : Libense, del Imperio (1.78).
● Nefer : Ammut hijo de luna Levyna. (1.85)
Síntomas : Su sangre adquiere un tono anaranjado y se espesa un poco. Es capaz de intuir con mayor facilidad cómo se van a comportar los animales con los que se encuentre.
Armas :
● Dama Puente/Kaila: Magia, báculo
● Kaethe/Dama Sobras: Daga, fuerza bruta
● Yttria: Arco, hacha, magia, mala leche, cucharillas y otros objetos metálicos.
● Amira/Cálamo: Espada corta, pegaso (shire)
● Kalna : Espada bastarda; lanza y escudo
● Nefer : Lanza, venenos
Status : One flesh, one end
Humor : Permanent resting bitch face
Re: Cicatriz de Arax
16/11/23, 05:07 pm
No culpó a nadie de alejarse de ella en el camino, ni cuando se acercaron al cementerio. Seguía siendo grande, mucho, y la visión de aquellos huesos de tamaños y formas que se alejaban de cualquier cosa conocida, así como aquellos gusanos gigantes que había visto de pasada alguna vez era lo único raro que tenía, y el dejar allí a Serena era algo completamente lógico para ella, lo más respetuoso que podían hacer.
Ethan no tenía palabras, pero sí había hecho unas florecitas de papel que dejó sobre el cuerpo cubierto de Serena. Le había dado también una a Rick, que también la dejó encima del sudario improvisado, y que terminó por decir unas pocas palabras. Se notaba que estaba aguantándose las ganas de llorar otra vez, y simplemente le dejó irse a “vigilar” que nada les atacase mientras terminaban. Le devolvió el asentimiento a Ethan en silencio, entendiendo con este que era el momento.
Podía haberla dejado caer y ya. Haberse apartado, haberse ido. No tenía vínculo alguno con ella más allá de una semana de convivencia, en la que la pelirroja casi ni había salido de su cuarto. Pero no lo hizo, porque nadie merecía irse solo. Todo el mundo en Libo tenía algún familiar o amigo que le acompañase en esos últimos momentos. Se quedó mirando el fondo de la grieta, incluso cuando los gusanos detectaron caer algo. Aquello sí resultaba nuevo, y es que una cosa era saber que los carroñeros y descomponedores eran lo que hacían que los huesos quedasen tan limpios como estaban en la grieta y otra era presenciarlo. A lo mejor si hubiera sido un buitre, un quebrantahuesos, hubiera sido más asumible que lo hiciera un gusano gigante. Se obligó a mantener la mirada, clavándose las uñas en las palmas de las manos de la manera más disimulada posible.
Por mucho que quisiera, ni siquiera ella era completamente de piedra.
Dejó que pasasen un par de segundos antes de moverse, mientras el mundo volvía a cobrar la consistencia que había tenido hace un día, tras aquella pausa concreta. Pero ya no había tradiciones que cumplir, y todo había terminado. Rocavarancolia volvía a ser su prioridad, aquello a lo que debían enfrentarse. Seguir adelante y pasar página le era sencillo, y lo complicado era quedarse estática pensando en lo que había pasado
—Deberíamos ir a por la comida —el mismo tono de siempre, como si no acabasen de terminar un funeral.
***
Encabezó el camino hacia las cestas en silencio, vigilando cada callejuela por si aparecía una de esas ratas horribles, o el monstruo de los ojos, o cualquier otro ser extraño. A veces miraba al cielo, como si además de las cestas fuera a aparecer Sutileza de repente. Tras el flechazo debería estar bastante débil, pero no iba a pecar de confiada.
Por suerte, aquel día no hubo nada extraño. Ni siquiera los colaespinas habían hecho acto de presencia, y pudieron coger las cestas sin tener que tirar algo de carne, tirarse lanzas los unos a los otros o llevarse más púas clavadas. Había sido tan poco remarcable todo que casi resultaba aburrido; no había retos, no había nada que resolver. Cargó un par de cestas de vuelta al torreón. Esperaba que esta vez la comida no estuviera envenenada, y aunque ya lo miraría mejor al llegar al torreón, no pudo evitar echarle un par de vistazos a la fruta por si había alguna clase de sustancia cubriéndolas.
Ethan no tenía palabras, pero sí había hecho unas florecitas de papel que dejó sobre el cuerpo cubierto de Serena. Le había dado también una a Rick, que también la dejó encima del sudario improvisado, y que terminó por decir unas pocas palabras. Se notaba que estaba aguantándose las ganas de llorar otra vez, y simplemente le dejó irse a “vigilar” que nada les atacase mientras terminaban. Le devolvió el asentimiento a Ethan en silencio, entendiendo con este que era el momento.
Podía haberla dejado caer y ya. Haberse apartado, haberse ido. No tenía vínculo alguno con ella más allá de una semana de convivencia, en la que la pelirroja casi ni había salido de su cuarto. Pero no lo hizo, porque nadie merecía irse solo. Todo el mundo en Libo tenía algún familiar o amigo que le acompañase en esos últimos momentos. Se quedó mirando el fondo de la grieta, incluso cuando los gusanos detectaron caer algo. Aquello sí resultaba nuevo, y es que una cosa era saber que los carroñeros y descomponedores eran lo que hacían que los huesos quedasen tan limpios como estaban en la grieta y otra era presenciarlo. A lo mejor si hubiera sido un buitre, un quebrantahuesos, hubiera sido más asumible que lo hiciera un gusano gigante. Se obligó a mantener la mirada, clavándose las uñas en las palmas de las manos de la manera más disimulada posible.
Por mucho que quisiera, ni siquiera ella era completamente de piedra.
Dejó que pasasen un par de segundos antes de moverse, mientras el mundo volvía a cobrar la consistencia que había tenido hace un día, tras aquella pausa concreta. Pero ya no había tradiciones que cumplir, y todo había terminado. Rocavarancolia volvía a ser su prioridad, aquello a lo que debían enfrentarse. Seguir adelante y pasar página le era sencillo, y lo complicado era quedarse estática pensando en lo que había pasado
—Deberíamos ir a por la comida —el mismo tono de siempre, como si no acabasen de terminar un funeral.
***
Encabezó el camino hacia las cestas en silencio, vigilando cada callejuela por si aparecía una de esas ratas horribles, o el monstruo de los ojos, o cualquier otro ser extraño. A veces miraba al cielo, como si además de las cestas fuera a aparecer Sutileza de repente. Tras el flechazo debería estar bastante débil, pero no iba a pecar de confiada.
Por suerte, aquel día no hubo nada extraño. Ni siquiera los colaespinas habían hecho acto de presencia, y pudieron coger las cestas sin tener que tirar algo de carne, tirarse lanzas los unos a los otros o llevarse más púas clavadas. Había sido tan poco remarcable todo que casi resultaba aburrido; no había retos, no había nada que resolver. Cargó un par de cestas de vuelta al torreón. Esperaba que esta vez la comida no estuviera envenenada, y aunque ya lo miraría mejor al llegar al torreón, no pudo evitar echarle un par de vistazos a la fruta por si había alguna clase de sustancia cubriéndolas.
Regocijaos, pues ahora sois parte de la leyenda de Kalna, hija de Mánide
- Muffie
Ficha de cosechado
Nombre: Szczenyak o Colmillo
Especie: vittya zawodny
Habilidades: Habilidad mental, habilidad manual y orientación
Personajes :
● Wednesday: Vouivre humana británica.
● Karime: Licántropa loba libense de la capital.
● Kimbra: Demonio rakshasa krabelinense Hija de Lunas engendro.
● Irenneil: Brujo de la cera aurva sinhadre.
● Edén Damkinea: Atlante daeliciano de la Ciudad del Norte.
● Szczenyak//Colmillo: vittya zawodny nómada.
Unidades mágicas : 5/5
Heridas/enfermedades :
● Ka: Le falta el ojo izquierdo.
● Colmillo: Tiene partido el colmillo derecho.
Síntomas : Gusto por dibujar trazos sin ton ni son cuando vacía la mente.
Armas :
● Wen: Guadaña doble y arco.
● Ka: Espadas gemelas, arco y dardos.
● Kim: Arco, machetes y dagas.
● Neil: Cuchara de madera y cera.
● Edén: Magia y sonrisas amables.
● Colmillo: inutilidad.
Humor : Absurdo
Re: Cicatriz de Arax
17/11/23, 06:21 pm
Las flores de papel de Ethan le hicieron sentir un poco bien en el fondo. Por mucho que fueran falsas, eran flores y eso, junto al hecho de que sabía que las bestias que vivían en el socavón iban a comerse el cadáver, le hizo sentir que el entierro tenía cierto sentido, que había cierto rito significativo en la despedida de Serena. Aunque eso no evitó que soltara una corta y amarga risa por las palabras de Nohlem.
-Tampoco quiero que esta sea la naturaleza con la que me haga uno -estuvo de acuerdo con disgusto intentando hacer oídos sordos al sonido de los gusanos gigantes moviéndose entre los huesos.
¿Quién querría formar parte de eso? Ni aquellos bichos ni las ratas con pinchos ni los murciélagos en llamas, los único animales que había visto por el momento, eran como los hijos de Korén y Kiel, quienes había asumido siempre que consumirían su cuerpo una vez su alma se reuniera con Matka.
No, por supuesto que no quería que estos animales fueran los que devoraran su cuerpo. ¿Pero acaso alguien le había preguntado a Serena qué era lo que ella quería? ¿No habría preferido ella morir en su propio mundo donde los animales de su zona serían los que la hubieran devorado permitiendo a su familia recuperar sus huesos?
Con una mano, Szczenyak se aferró al colmillo de su yaya que colgaba de su cuello y miró al despejado cielo, visualizando la noche sin estrellas que llevaba contemplando desde hacía una semana.
No, él tampoco quería que le hicieran eso. Tampoco quería que sus huesos acabaran abandonados y solos y que nunca se transformara en estrella. No quería acabar en un sitio en el que ni siquiera podría renacer como katsuva porque no había Kiel que recogiera su alma perdida.
No quería terminar así, pero, sobre todo, no quería morir ahí.
¿Pero qué podía hacer él? ¿Qué garantía había? Daban igual las palabras que Rick le dijera a Nohlem sobre que esto no volvería a pasar. Serena podía haber sido cualquiera de ellos y no estaban exactamente preparados para evitarlo una segunda vez si volvía a pasar.
Dejando, quizás más de lo que podía permitirse, que la apatía y los pensamientos negativos le llenaran, el vittya siguió por inercia a sus compañeros hacia la plaza donde decían haber sido atacados por las ratas ese segundo día tan lejano ahora en busca de comida. Por suerte, pareció que llegaron mucho antes que las pequeñas bestias y pudieron recoger las cestas sin contratiempos y rápidamente. Así, tras un pequeño acuerdo tácito de revisarlas una vez hubieran llegado al torreón, emprendieron la marcha de vuelta. Cuanto antes volvieran, antes comerían, si es que hoy se les iba a conceder el privilegio, y antes podían comenzar a intentar olvidar el constante peligro en el que se encontraban.
"Rocavarancolia es una ciudad llena de misterios y sorpresas, como un acertijo complicado y excitante."
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivaciónPersonajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Cicatriz de Arax
18/11/23, 12:02 pm
El impacto fue tan sonoro que no tuvo que quedarse a verlo para imaginarse cómo había ocurrido. El crujir de los huesos bajo el peso del cuerpo, el siseo de un movimiento profundo y entonces… entonces caos, caos de dientes machacando y rompiendo. Ethan había desviado el rostro en cuanto Kalna dejó ir a Serena, pero ni con esas, ni manteniendo con fuerza los párpados cerrados pudo escapar de aquel macabro escenario. El estruendo se quedó grabado en su mente, aún alejándose del puente, aún con el nuevo y horroroso silencio que se había vuelto a cernir sobre ellos como una manta fúnebre. El repiqueteo de aquellos gusanos, la voracidad con la que atacaban hasta la mínima brisa que osaba tocar su morada se le quedó grabada a fuego como un mal presagio. Odiaba ese puñetero lugar hecho solo de pesadillas y tragedias.
-A mi quemadme, que si se quieren llevar algo sean solo los huesos.
Se unió al comentario inicial de Nohlem. Acababan de tirar a una compañera a un foso lleno de monstruos, no llevaban ni una semana y ya estaban haciendo un funeral impensable allá en su hogar, no, no estaba para apoyar el positivismo de Rick. Le consolaba que alguien pudiera mantenerse entre luces cuando había tanta sombra pero si algo había aprendido durante su vida es que la muerte nunca era planificada, a veces simplemente te arrollaba.
Y si algún día le tocaba a él, si no podía elegir vivir que al menos pudiera elegir cómo morir. No quería bestias que se alimentarán cual carroñeras de lo que en vida había sido. No quería darle gasolina a un lugar que no merecía seguir un ciclo tan horroroso como era aquel. Si moría que fuera disfrutando una última vez del calor y el brillo, que lo que una vez fue se quedará en nada. Jasper se había ido así y sinceramente, le parecía la mejor forma de despedirse.
Esa ciudad en parte parecía que había pedido el mismo deseo pero nunca había sido completado. Un cadáver vivo y latente que parecía estar aún en plena descomposición. Quizá era por el luto pero esa salida no pudo ver las calles de la misma manera. No vio ruinas, polvo y abandono. Vio historias acabadas, vio finales abruptos de lo que una vez tuvo que servir de hogar para alguien vio la muerte de alguna civilización que en su día tuvo que ser próspera.
¨Hemos venido a morir a un cementerio¨
Pensó al dejar atrás los callejones para alcanzar la plaza. El ambiente se sentía denso y cargado, un frío antinatural que se agrandó al darse cuenta de que ni las ratas quisieron romper el voto de silencio. La soledad golpeo férrea en una mañana tan gris donde se sentía minúsculo, donde ni las alimañas del lugar decidían salir de sus madrigueras y a esa calma impuesta se le sumó la tensión acumulada, la paranoia siendo partícipe de cada ruido a sus espaldas. Los nudillos blancos de sostener una lanza que no sabía usar y el repiqueteo de su mano libre sobre el mango de una daga de emergencia. El miedo era tal que no sabía qué sonidos eran reales y cuales creaba su propia cabeza para rellenar los espacios de silencio e incluso al recoger las cestas la inseguridad se convirtió en unos ojos que recorrían cada alimento en búsqueda de cualquier sospecha.
No era el mejor día, pero al menos, con una cesta cargada, parte de su nerviosismo se esfumó al recuperar cierta normalidad. La cotidianidad extraña de tener que ir a buscar el desayuno a unas bañeras parlanchinas era lo más razonable que podían vivir en ese contexto y con ese alivio se permitió irse hacía la parte trasera del grupo, sabiendo que al menos ya estaban regresando a su hogar sin mayores complicaciones.
Se junto a Airi, principalmente porque no había tenido margen de ver que tal estaba y sin saber muy bien que decir sobre aquella salida, simplemente buscó otro tema que fuera más llevadero.
-Hey, mira, tenemos naranjas, por suerte esta vez no veo tanto melocotón.
Una broma un tanto alicaída que trataba de ser acompañada por una suave sonrisa mientras levantaba levemente su cesta para que pudiera ver parte de la fruta asomar. Al menos, tenían desayuno.
-A mi quemadme, que si se quieren llevar algo sean solo los huesos.
Se unió al comentario inicial de Nohlem. Acababan de tirar a una compañera a un foso lleno de monstruos, no llevaban ni una semana y ya estaban haciendo un funeral impensable allá en su hogar, no, no estaba para apoyar el positivismo de Rick. Le consolaba que alguien pudiera mantenerse entre luces cuando había tanta sombra pero si algo había aprendido durante su vida es que la muerte nunca era planificada, a veces simplemente te arrollaba.
Y si algún día le tocaba a él, si no podía elegir vivir que al menos pudiera elegir cómo morir. No quería bestias que se alimentarán cual carroñeras de lo que en vida había sido. No quería darle gasolina a un lugar que no merecía seguir un ciclo tan horroroso como era aquel. Si moría que fuera disfrutando una última vez del calor y el brillo, que lo que una vez fue se quedará en nada. Jasper se había ido así y sinceramente, le parecía la mejor forma de despedirse.
Esa ciudad en parte parecía que había pedido el mismo deseo pero nunca había sido completado. Un cadáver vivo y latente que parecía estar aún en plena descomposición. Quizá era por el luto pero esa salida no pudo ver las calles de la misma manera. No vio ruinas, polvo y abandono. Vio historias acabadas, vio finales abruptos de lo que una vez tuvo que servir de hogar para alguien vio la muerte de alguna civilización que en su día tuvo que ser próspera.
¨Hemos venido a morir a un cementerio¨
Pensó al dejar atrás los callejones para alcanzar la plaza. El ambiente se sentía denso y cargado, un frío antinatural que se agrandó al darse cuenta de que ni las ratas quisieron romper el voto de silencio. La soledad golpeo férrea en una mañana tan gris donde se sentía minúsculo, donde ni las alimañas del lugar decidían salir de sus madrigueras y a esa calma impuesta se le sumó la tensión acumulada, la paranoia siendo partícipe de cada ruido a sus espaldas. Los nudillos blancos de sostener una lanza que no sabía usar y el repiqueteo de su mano libre sobre el mango de una daga de emergencia. El miedo era tal que no sabía qué sonidos eran reales y cuales creaba su propia cabeza para rellenar los espacios de silencio e incluso al recoger las cestas la inseguridad se convirtió en unos ojos que recorrían cada alimento en búsqueda de cualquier sospecha.
No era el mejor día, pero al menos, con una cesta cargada, parte de su nerviosismo se esfumó al recuperar cierta normalidad. La cotidianidad extraña de tener que ir a buscar el desayuno a unas bañeras parlanchinas era lo más razonable que podían vivir en ese contexto y con ese alivio se permitió irse hacía la parte trasera del grupo, sabiendo que al menos ya estaban regresando a su hogar sin mayores complicaciones.
Se junto a Airi, principalmente porque no había tenido margen de ver que tal estaba y sin saber muy bien que decir sobre aquella salida, simplemente buscó otro tema que fuera más llevadero.
-Hey, mira, tenemos naranjas, por suerte esta vez no veo tanto melocotón.
Una broma un tanto alicaída que trataba de ser acompañada por una suave sonrisa mientras levantaba levemente su cesta para que pudiera ver parte de la fruta asomar. Al menos, tenían desayuno.
- Kanyum
Ficha de cosechado
Nombre: Nohlem
Especie: Varmano granta
Habilidades: Puntería, intuición, carismaPersonajes :
● Jace: Dullahan, humano americano. 1’73m (con cabeza 1’93m)
● Rox: Cambiante, humano australiano/surcoreano. 1’75m
● Kahlo: Aparición nocturna varmana granta. 1’62m
● Nohlem: varmano granta. 1’69m
● Xiao Taozi: Fuzanglong carabés. 1’55m
Unidades mágicas : 5/5
Síntomas : Mayor interés por acumular conocimiento. A veces, durante un par de segundos, aparecerán brillos de distintos colores a su alrededor.
Status : Prrrr prrrrr
Re: Cicatriz de Arax
18/11/23, 02:22 pm
Nohlem apartó la mirada al sentir ojos sobre él, inquieto a que se juzgara su requisito. Por supuesto que arrojarle era lo más fácil, lo accesible a falta de pala y tierra, y a pesar de que en la muerte ya poco debería importar el desenlace del cuerpo (pues ahí no había ni cascadas ni raíces que llevasen a nadie al más allá), ahora que podía oír la música seca de los huesos... No. Era demasiado.
Las palabras de Rick le hicieron fruncir el ceño y alzar el labio, enseñando diente. Quizás el Nohlem de ayer lo hubiera apreciado, el efecto placebo de una mentira piadosa, pero ahora no era el momento y distaba por mucho de serlo. No respondía a sus deseos, solo los hacía a un lado, igual que las negativas veladas que a veces le daban sus padres. No condenaba el silencio inicial de los demás, pero tampoco ayudaba.
—Eso no es lo que he pedido.
Su tono cortó tanto que los sentimientos peligraron con desbordarle. Su pulso se aceleró y sus pulmones exigieron más aire, esa reacción temerosa que precede a un conflicto que, por poco deseado que fuese, no se podía pasar por alto. No le miró, no directamente, pero sus pupilas temblaban entre el filo de un cuchillo y el rombo de una carta. El confort de sus anillos se volvió presión sin más. ¿Cómo hallaba el valor de decir eso delante de una tumba gigante? ¿De verdad era tan ingenuo como para creer que nadie más caería? Lo único que quería era que se respetara su final. Por eso cuando Scszenyak e Ethan expusieron los suyos, fueran tan vagos como el propio o más específicos, y muy a pesar de que el fuego en Varmania fuese un destino inconcebible, Nohlem asintió sin rechistar.
—Que así sea.
Esa era la validación que necesitaban, algo que dentro de todo lo malo le daba cierta paz aún si su tono temblaba. Se aferró a la cuerda de su arco y se apartó de la cercanía de Rick, aún disgustado y nervioso. Siguió a Kalna cuando esta dijo de ir a por comida, acatando como un autómata.
En el camino el varmano deseó tener algo a lo que disparar. El peligro de un monstruo, una criatura a la que odiar de verdad para verter toda la frustración que sentía y que esta no se convirtiera en algo incapacitante, algo que le anegara los ojos. Pero lejos de cumplir una utilidad, una vez más Nohlem estuvo de simple guardia mientras sus compañeros se cargaban de cestas, un déjà vu al inicio del día anterior, con la diferencia de que esta vez él estaba tan hueco como un árbol muerto y la esperanza de Rick.
Las palabras de Rick le hicieron fruncir el ceño y alzar el labio, enseñando diente. Quizás el Nohlem de ayer lo hubiera apreciado, el efecto placebo de una mentira piadosa, pero ahora no era el momento y distaba por mucho de serlo. No respondía a sus deseos, solo los hacía a un lado, igual que las negativas veladas que a veces le daban sus padres. No condenaba el silencio inicial de los demás, pero tampoco ayudaba.
—Eso no es lo que he pedido.
Su tono cortó tanto que los sentimientos peligraron con desbordarle. Su pulso se aceleró y sus pulmones exigieron más aire, esa reacción temerosa que precede a un conflicto que, por poco deseado que fuese, no se podía pasar por alto. No le miró, no directamente, pero sus pupilas temblaban entre el filo de un cuchillo y el rombo de una carta. El confort de sus anillos se volvió presión sin más. ¿Cómo hallaba el valor de decir eso delante de una tumba gigante? ¿De verdad era tan ingenuo como para creer que nadie más caería? Lo único que quería era que se respetara su final. Por eso cuando Scszenyak e Ethan expusieron los suyos, fueran tan vagos como el propio o más específicos, y muy a pesar de que el fuego en Varmania fuese un destino inconcebible, Nohlem asintió sin rechistar.
—Que así sea.
Esa era la validación que necesitaban, algo que dentro de todo lo malo le daba cierta paz aún si su tono temblaba. Se aferró a la cuerda de su arco y se apartó de la cercanía de Rick, aún disgustado y nervioso. Siguió a Kalna cuando esta dijo de ir a por comida, acatando como un autómata.
En el camino el varmano deseó tener algo a lo que disparar. El peligro de un monstruo, una criatura a la que odiar de verdad para verter toda la frustración que sentía y que esta no se convirtiera en algo incapacitante, algo que le anegara los ojos. Pero lejos de cumplir una utilidad, una vez más Nohlem estuvo de simple guardia mientras sus compañeros se cargaban de cestas, un déjà vu al inicio del día anterior, con la diferencia de que esta vez él estaba tan hueco como un árbol muerto y la esperanza de Rick.
- ♪♫♬:
- Harek
Ficha de cosechado
Nombre: Rick
Especie: Humano
Habilidades: Puntería, habilidad mental y carisma
Personajes :- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
- Rick: humano, neoyorquino
- Erknest: humano, italiano/inglés Kamaitachi
Síntomas : A veces tendrá ataques de claustrofobia. Sus irises dejan de ser círculos perfectos, y en ocasiones sus ojos serán brevemente fosforescentes en la oscuridad.
Armas :- Rick: Sable y arco
- Erknest: "Espada legendaria" y cuchillas de aire
Status : The journey never ends
Humor : Cualquier cosa me vale.
- Chromsa/Padre Foresta: campesino ochrorio Brujo de las hojas marchitas/Fauno cabra
Re: Cicatriz de Arax
18/11/23, 05:54 pm
Rick estaba dolido, cualquiera que lo hubiera visto llorar el día anterior podía saberlo. El pozo de pesimismo en el que se había sumido hasta la conversación con Kalna por la noche no se había ido, pero lo había conseguido mantener a raya con los pocos retazos de fuerza que le habían dado su renovada convicción. No era infalible, de serlo tal vez se habría quedado a los pies del precipicio como algunos habían hecho, pero de momento aguantaba hasta que sanara. Si estaba haciendo el difícil esfuerzo de no prestar atención para no escuchar los ruidos de los gusanos, la respuesta de Nohlem tuvo un efecto muy parecido a lo que habría sido. El chico lo miró al instante, chocado y buscando algo que decir con la boca entreabierta, pero el tono y la expresión del varmano le dejaron claro que era mejor no seguir por ahí.
La mente del neoyorquino comenzó a nublarse. ¿De verdad querían ponerse a hablar de más funerales? -(Mejor hacer el testamento con tiempo, pero...)- iba pensando. Demasiado le estaba costando procesar la muerte de Serena, no quería pensar en la de más gente. Era un peligro real desde luego... Tal vez estaba siendo un imbécil por pensar que había alguna posibilidad de salir de allí con vida, que nada serviría. ¿Tan mala idea era simplemente dejarse llevar por el caos y la desesperanza? -(No. Me niego)- se dijo, aunque sin demasiada confianza. La poca que había ganado se estaba perdiendo a pasos agigantados.
Terminado el funeral, no tardaron en ponerse en camino hasta las cestas. Rick se quedó en la más absoluta retaguardia, vigilando las calles mientras seguía dándole vueltas sin parar a todo lo que estaba pasando. En otra situación habría ido más lento, pero iban con prisa. Caminó en silencio, serio y pensativo. No iba a negarle a nadie la palabra, pero ahora mismo no tenía ánimos para empezar ninguna conversación, aunque tampoco creía que fuera el momento. Estaba aprendiendo a las malas que era mejor simplemente quedarse las cosas, aunque fuera una senda que lo llevaba a más pesimismo.
Cuando llegaron a la plaza donde consiguieron las cestas la primera vez, la comida estaba allí pero no se veía ninguna de esas ratas con pinchos. Cargó con una de ellas y siguió al grupo de vuelta al torreón. Solo esperaba que esta vez no tuvieran veneno, aunque por suerte estarían más atentos para verlo antes de que fuera demasiado tarde.
La mente del neoyorquino comenzó a nublarse. ¿De verdad querían ponerse a hablar de más funerales? -(Mejor hacer el testamento con tiempo, pero...)- iba pensando. Demasiado le estaba costando procesar la muerte de Serena, no quería pensar en la de más gente. Era un peligro real desde luego... Tal vez estaba siendo un imbécil por pensar que había alguna posibilidad de salir de allí con vida, que nada serviría. ¿Tan mala idea era simplemente dejarse llevar por el caos y la desesperanza? -(No. Me niego)- se dijo, aunque sin demasiada confianza. La poca que había ganado se estaba perdiendo a pasos agigantados.
Terminado el funeral, no tardaron en ponerse en camino hasta las cestas. Rick se quedó en la más absoluta retaguardia, vigilando las calles mientras seguía dándole vueltas sin parar a todo lo que estaba pasando. En otra situación habría ido más lento, pero iban con prisa. Caminó en silencio, serio y pensativo. No iba a negarle a nadie la palabra, pero ahora mismo no tenía ánimos para empezar ninguna conversación, aunque tampoco creía que fuera el momento. Estaba aprendiendo a las malas que era mejor simplemente quedarse las cosas, aunque fuera una senda que lo llevaba a más pesimismo.
Cuando llegaron a la plaza donde consiguieron las cestas la primera vez, la comida estaba allí pero no se veía ninguna de esas ratas con pinchos. Cargó con una de ellas y siguió al grupo de vuelta al torreón. Solo esperaba que esta vez no tuvieran veneno, aunque por suerte estarían más atentos para verlo antes de que fuera demasiado tarde.
- Seth
Ficha de cosechado
Nombre: Connor
Especie: Humano
Habilidades: Fuerza bruta, inmutabilidad, rapidez mentalPersonajes :
● Devoss: Humano (Países Bajos) Licántropo Tigre
● Maila: Humana (Hawaii) Bruja de la Arena
●Connor: Humano (Canadá)
Unidades mágicas : 8/8
Síntomas : Sufre episodios de insomnio. Tendrá episodios de vértigo postural, más frecuentes al levantarse tras dormir, que pueden durar desde minutos a varias horas.
Re: Cicatriz de Arax
21/11/23, 09:43 am
El grupo saldría del torreón con Kalna delante, cargando a Serena como si se tratara de una puta procesión. Porque la verdad es que así era. Las cestas llenas de veneno que había dejado en el suelo el día anterior estaban saqueadas y desparramadas, y Connor decidió dejarlas así. Puede que fuera buena idea, así los putos monstruos que se acercaran al torreón se llevarían una jodida sorpresa.
El motero caminaba en silencio, con la maza lista para partir si era necesario, pero lo cierto es que no tenía ningún deseo de lucha. El abatimiento, la desesperanza... le tenían consumido como si fuera un puto cigarrillo gastado. De vez en cuando sus ojos se clavaban en la sábana blanca y el bulto que dejaba intuir el cuerpo de Serena, y no podía evitar pensar que cualquiera podría estar en su lugar. Ser la puñetera estrella de esa marcha. Solo llevaban una semana allí y ya habían corrido peligro tres veces: las ratas con espinas, aquel monstruo que atravesaba paredes... y ahora ésto. Era desesperanzador. Era una puta mierda. Y si ya era doloroso pensar en que ese iba a ser su jodido destino.... morir de alguna forma horrible de cojones... Igual de doloroso o más iba a ser cuando... cuando muriera alguno de los niños. Aquellos pensamientos fúnebres se disiparon a golpe de conciencia del canadiense, y sobre todo con la visión de aquella gran brecha en el suelo.
Habían alcanzado la meta. La grieta que partía en dos la ciudad hasta donde alcanzaba la vista seguía siendo jodidamente terrorífica, y no por lo increíble que fuera, sino por lo que ocultaba en su interior. Los putos gusanos. Connor frunció el ceño y los labios, su expresión entre sombría y vigilante. Observando a su alrededor y los nudillos blancos de apretar la maza con fuerza. Ethan empezaba a ponerle flores de papel al cadáver y a ofrecerle una a Rick, Kalna seguía portando a la pelirroja... Se quedó algo más atrás cerca de Airi y Nohlem, sin ninguna intención de ver cómo iba a estamparse Serena contra los huesos de abajo y a ser devorado su puto cadáver. Había visto muchas cosas desagradables, y desde luego también las había provocado. Había hecho sangrar a gente, que sus extremidades adoptaran ángulos imposibles... Había hecho mucho daño... Y había asesinado. Pero una cosa era ser un cabrón sin escrúpulos... y otra muy distinta ver algo jodidamente desagradable de forma tan gratuita y por puto amor al arte. No, se negaba a ver aquella mierda. Porque aquella mierda podía ser su tumba más pronto que tarde.
-Joder...- Soltaría entre dientes el motero con expresión de asco y desagrado, cuando al golpe del cuerpo de Serena contra los huesos le siguió uno peor. Dientes mascando, rompiendo músculos, desgarrando carne. Connor decidió centrarse en las reacciones de sus compañeros para intentar ignorar la suya propia. Cualquier cosa que lo distrajera de aquel sonido... Y lo encontró en la petición de Nohlem, de Szcheniak o de Ethan. Y también en el comentario de Rick y en la ingenuidad que mostraba, porque con Serena siendo devorada metros abajo... cualquier palabra mínimamente positiva moría nada más salir de los labios. Entendía que Rick se negara a ver que iba a morir y que nunca más volvería a su jodido hogar, pero nunca iban a tener un puto control sobre eso como quería hacer ver. La puta muerte llegaría a ellos sin preguntarles, y solo podían elegir que iba a pasar con sus cadáveres. Connor asintió a la peticiones de sus compañeros, antes de hablar.- Dejemos que esos hijos de puta se mueran de hambre...- Empezó a decir en relación a los gusanos, con rabia en su rostro. Aunque aquella rabia desapareció pronto con sus siguientes palabras. - Y a mi quemadme con el chaleco puesto.- Su tono serio pero con un tinte de sombras en su voz, que dejaba ver toda la puñetera amargura. Segundos después, en un claro intento por dejar de pensar en todo aquello, se dio la vuelta para seguir al grupo y a Kalna a por la comida.
Por suerte, ésta vez no estuvieron las ratas para joderles de nuevo y pudieron encaminarse de vuelta al torreón cargados con las cestas, aunque debían comprobar si estaban envenenadas. El camino fue silencioso y más fúnebre todavía. Connor sentía que aquello era solo el comienzo. Sentía que aquella muerte era solo la primera de muchas y que poco a poco irían cayendo como putas moscas, hasta que el torreón se fuera quedando cada vez más y más vacío. Y en un momento como ese y más que nunca, daría un puto brazo o lo dos solo por volver al club, y por poder revivir hasta los momentos más jodidos que había vivido. Porque al menos no estaría solo.
Sigue en el Torreón Sendar.
El motero caminaba en silencio, con la maza lista para partir si era necesario, pero lo cierto es que no tenía ningún deseo de lucha. El abatimiento, la desesperanza... le tenían consumido como si fuera un puto cigarrillo gastado. De vez en cuando sus ojos se clavaban en la sábana blanca y el bulto que dejaba intuir el cuerpo de Serena, y no podía evitar pensar que cualquiera podría estar en su lugar. Ser la puñetera estrella de esa marcha. Solo llevaban una semana allí y ya habían corrido peligro tres veces: las ratas con espinas, aquel monstruo que atravesaba paredes... y ahora ésto. Era desesperanzador. Era una puta mierda. Y si ya era doloroso pensar en que ese iba a ser su jodido destino.... morir de alguna forma horrible de cojones... Igual de doloroso o más iba a ser cuando... cuando muriera alguno de los niños. Aquellos pensamientos fúnebres se disiparon a golpe de conciencia del canadiense, y sobre todo con la visión de aquella gran brecha en el suelo.
Habían alcanzado la meta. La grieta que partía en dos la ciudad hasta donde alcanzaba la vista seguía siendo jodidamente terrorífica, y no por lo increíble que fuera, sino por lo que ocultaba en su interior. Los putos gusanos. Connor frunció el ceño y los labios, su expresión entre sombría y vigilante. Observando a su alrededor y los nudillos blancos de apretar la maza con fuerza. Ethan empezaba a ponerle flores de papel al cadáver y a ofrecerle una a Rick, Kalna seguía portando a la pelirroja... Se quedó algo más atrás cerca de Airi y Nohlem, sin ninguna intención de ver cómo iba a estamparse Serena contra los huesos de abajo y a ser devorado su puto cadáver. Había visto muchas cosas desagradables, y desde luego también las había provocado. Había hecho sangrar a gente, que sus extremidades adoptaran ángulos imposibles... Había hecho mucho daño... Y había asesinado. Pero una cosa era ser un cabrón sin escrúpulos... y otra muy distinta ver algo jodidamente desagradable de forma tan gratuita y por puto amor al arte. No, se negaba a ver aquella mierda. Porque aquella mierda podía ser su tumba más pronto que tarde.
-Joder...- Soltaría entre dientes el motero con expresión de asco y desagrado, cuando al golpe del cuerpo de Serena contra los huesos le siguió uno peor. Dientes mascando, rompiendo músculos, desgarrando carne. Connor decidió centrarse en las reacciones de sus compañeros para intentar ignorar la suya propia. Cualquier cosa que lo distrajera de aquel sonido... Y lo encontró en la petición de Nohlem, de Szcheniak o de Ethan. Y también en el comentario de Rick y en la ingenuidad que mostraba, porque con Serena siendo devorada metros abajo... cualquier palabra mínimamente positiva moría nada más salir de los labios. Entendía que Rick se negara a ver que iba a morir y que nunca más volvería a su jodido hogar, pero nunca iban a tener un puto control sobre eso como quería hacer ver. La puta muerte llegaría a ellos sin preguntarles, y solo podían elegir que iba a pasar con sus cadáveres. Connor asintió a la peticiones de sus compañeros, antes de hablar.- Dejemos que esos hijos de puta se mueran de hambre...- Empezó a decir en relación a los gusanos, con rabia en su rostro. Aunque aquella rabia desapareció pronto con sus siguientes palabras. - Y a mi quemadme con el chaleco puesto.- Su tono serio pero con un tinte de sombras en su voz, que dejaba ver toda la puñetera amargura. Segundos después, en un claro intento por dejar de pensar en todo aquello, se dio la vuelta para seguir al grupo y a Kalna a por la comida.
Por suerte, ésta vez no estuvieron las ratas para joderles de nuevo y pudieron encaminarse de vuelta al torreón cargados con las cestas, aunque debían comprobar si estaban envenenadas. El camino fue silencioso y más fúnebre todavía. Connor sentía que aquello era solo el comienzo. Sentía que aquella muerte era solo la primera de muchas y que poco a poco irían cayendo como putas moscas, hasta que el torreón se fuera quedando cada vez más y más vacío. Y en un momento como ese y más que nunca, daría un puto brazo o lo dos solo por volver al club, y por poder revivir hasta los momentos más jodidos que había vivido. Porque al menos no estaría solo.
Sigue en el Torreón Sendar.
- Raven
Ficha de cosechado
Nombre: Ethan
Especie: Humano
Habilidades: Buen oído, valor y motivación
Personajes : Ethan: Humano, Ingles/Japonés 1.75
Síntomas : En ocasiones, se le desenfocará brevemente la vista. El amuleto curativo se carga el doble de rápido a su contacto y además es más eficaz si lo usa sobre sí mismo.
Armas : Ethan Lanza partesana y una daga
Status : Ciego y cojo, el chiste se cuenta solo.
Re: Cicatriz de Arax
30/10/24, 10:29 am
Cuando llegó, cansado y cojo, observó la profundidad de aquella tumba con la propia negrura de sus ojos. En algún momento de aquel paseo fúnebre había aceptado ese rincón como un cementerio, como el descanso que les aguardaba a todos ellos. Pestañeo con lentitud, dejando que el espesor de formas le devolviera poco a poco la silueta subyacente de lo que una vez fueron otras vidas, ahora convertidas en un amasijo de huesos sin forma y sin dueño. No hubo palabras dedicadas, solo la promesa respetuosa de que no sería el último al que dejaría caer, fuera aliado o adversario. ¨Muerto¨ voló en lo que se convertiría su última vez, y al caer, mustio y seco, sobre otros huesos, desapareció bajo las fauces del resto de testigos del lugar.
Ni todo el repiqueteo, ni el devorar de los monstruos, ni el dolor de sus quejidos al pelearse por ese pedazo de carne, nada, llegó a ser escuchado. Su mente tan espesa como la niebla que parecía condensarse entre polvo y muerte, estaba presente en cuerpo, pero no en psique. Vió como de aquel ser no quedaba ni rastro y tras la calma recuperada su gesto se torció en uno menos neutro y más adolorido. Por ese mismo puente habían caminado en su primer día, unidos, en fila, hacía tanto tiempo pero a la par tan poco, que si cerraba los ojos aún podía escuchar los lamentos de Abel rogando por ayuda para simplemente avanzar. Ojalá esa hubiera sido la única adversidad, ojalá los problemas se hubieran reducido a eso, a miedos y paranoias, pero no. Ahora les deparaba muerte, una tan real y tan cercana que se preguntaba cuántos de ellos podrían llegar de verdad a ver la luna roja.
-A mi tiradme aquí.
Sentenció con escaso ánimo en su voz. Recordaba aún el funeral de Serena y las promesas de dar un entierro respetuoso. Ya le daba igual, no sabía que había deseado en su momento, pero, como todo rastro de esperanza, esa ciudad se había encargado de volverlas restos, restos y recuerdos de una vida que ya no les pertenecía. Moriría, estaba seguro de ello, lo único que le quedaba ahora era saber cuando. Yendo a por comida, durante una refriega, a manos de un monstruo o bajo el filo de otro chaval, asustado y desesperado como estaban ellos. Qué más daba.
-No quiero volver.
No se atrevió ni a mirar a Nohlem a sabiendas de que estaba bailando sobre la línea de su cordura e intercambiar un solo signo de empatía podría suponer que ambos quedaran derrumbados a polvo y cenizas. En vez de eso, se sentó frente a la cicatriz, dejando que sus piernas se balancearan en el aire, sobre un final que ahora le daba más familiaridad que miedo. Volver al torreón suponía tantos dolores, que siendo la opción arriesgada no regresar, prefería aceptarla, por lo menos en lo que quedaba de tarde. La soledad era un bien escaso, tan infrecuente entre las paredes de un hogar compartido que incluso allí, en las peores, disfrutaba de esa suave calma que no podría obtener de otra manera. Volver suponía tragarse los males, sonreír y enfrentarse a las expectativas que el resto colocaba sobre ti. Volver suponía soportar posibles disputas y redecillas, o peor aún, ver la piedad en ojos ajenos.
No, no quería entrar allí, por eso se frotó las manos buscando algo de calor entre tanto frío. Allí fuera solo era un superviviente más, pero dentro, una vez cruzará el torreón, sería un asesino. Quería mantener su cuerpo libre de manchas, no sentir el calor de la sangre ensuciandolo porque sabía que, una vez lo tuviera encima, no se iría nunca. Habían matado, y sabía que lo volverían a hacer.
Ni todo el repiqueteo, ni el devorar de los monstruos, ni el dolor de sus quejidos al pelearse por ese pedazo de carne, nada, llegó a ser escuchado. Su mente tan espesa como la niebla que parecía condensarse entre polvo y muerte, estaba presente en cuerpo, pero no en psique. Vió como de aquel ser no quedaba ni rastro y tras la calma recuperada su gesto se torció en uno menos neutro y más adolorido. Por ese mismo puente habían caminado en su primer día, unidos, en fila, hacía tanto tiempo pero a la par tan poco, que si cerraba los ojos aún podía escuchar los lamentos de Abel rogando por ayuda para simplemente avanzar. Ojalá esa hubiera sido la única adversidad, ojalá los problemas se hubieran reducido a eso, a miedos y paranoias, pero no. Ahora les deparaba muerte, una tan real y tan cercana que se preguntaba cuántos de ellos podrían llegar de verdad a ver la luna roja.
-A mi tiradme aquí.
Sentenció con escaso ánimo en su voz. Recordaba aún el funeral de Serena y las promesas de dar un entierro respetuoso. Ya le daba igual, no sabía que había deseado en su momento, pero, como todo rastro de esperanza, esa ciudad se había encargado de volverlas restos, restos y recuerdos de una vida que ya no les pertenecía. Moriría, estaba seguro de ello, lo único que le quedaba ahora era saber cuando. Yendo a por comida, durante una refriega, a manos de un monstruo o bajo el filo de otro chaval, asustado y desesperado como estaban ellos. Qué más daba.
-No quiero volver.
No se atrevió ni a mirar a Nohlem a sabiendas de que estaba bailando sobre la línea de su cordura e intercambiar un solo signo de empatía podría suponer que ambos quedaran derrumbados a polvo y cenizas. En vez de eso, se sentó frente a la cicatriz, dejando que sus piernas se balancearan en el aire, sobre un final que ahora le daba más familiaridad que miedo. Volver al torreón suponía tantos dolores, que siendo la opción arriesgada no regresar, prefería aceptarla, por lo menos en lo que quedaba de tarde. La soledad era un bien escaso, tan infrecuente entre las paredes de un hogar compartido que incluso allí, en las peores, disfrutaba de esa suave calma que no podría obtener de otra manera. Volver suponía tragarse los males, sonreír y enfrentarse a las expectativas que el resto colocaba sobre ti. Volver suponía soportar posibles disputas y redecillas, o peor aún, ver la piedad en ojos ajenos.
No, no quería entrar allí, por eso se frotó las manos buscando algo de calor entre tanto frío. Allí fuera solo era un superviviente más, pero dentro, una vez cruzará el torreón, sería un asesino. Quería mantener su cuerpo libre de manchas, no sentir el calor de la sangre ensuciandolo porque sabía que, una vez lo tuviera encima, no se iría nunca. Habían matado, y sabía que lo volverían a hacer.
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