El Pub Muerto

Noel

Dejó escapar una risilla ante la pregunta de la vouivre y casi se atraganta con la bebida cuando le exigió que hiciese algo al respecto.
—No te preocupes por eso, nadie puede desbancarte —le aseguró sonriendo ampliamente mientras dejaba el vaso sobre la mesa y comenzaba a dejar caer la mitad superior del cuerpo sobre el regazo de la vouivre—. Yo creía que emborracharme mejoraría esta fiesta, pero la verdad es que, ahora que el alcohol empieza a afectarme por fin, lo más interesante de este local me sigues pareciendo tú —afirmó dedicándole una sonrisa descarada desde su posición.

Una voz gritando obscenidades, no obstante, le hizo fruncir el ceño e incorporarse de golpe, haciéndole mirar hacia el lugar donde el kairós había estado dando su conferencia hasta que la licántropo le había interrumpido “a su manera”.
—No sé si tú lo habrás oído, pero si eso no consigue hacer callar a Krono no sé qué lo hará —le comentó a Wen en tono crítico mientras retomaba su bebida.
El incidente le había distraído lo suficiente como para no haber visto hasta ese momento a Gael y Kaethe bailando. Si se daba la casualidad de que el fuego fatuo miraba en su dirección le saludaría alzando su vaso y enarbolando una expresión burlona.


Krono Rádem

El sobresalto del irrense fue visible cuando llegó la brusca interrupción por parte de la libense. Fue suficiente para que, efectivamente, callase, y el kairós permaneció cinco segundos parpadeando rítmicamente observando a Karime como si fuese alguna clase de fenómeno extraño.
—No comprendo el propósito de una pregunta retórica de esa índole —le informó antes de volver a callar durante otro período de cinco segundos mientras observaba fijamente el suelo del pub.
Período tras el cual volvió a hablar. Para retomar la densa explicación en el punto exacto en el que la licántropo le había interrumpido.

Karime sonrió ampliamente mientras el kairós parpadeaba confuso y tras su pregunta hizo su mejor esfuerzo para aguantar la risa, aunque cuando el irrense comenzó de nuevo con su monólogo no pudo evitarlo más y se carcajeó libremente. La licántropa, muy divertida con la situación, se recargó en el hombro de la kitsune, limpiándose con una mano las lágrimas de la risa.

¿Crees que si le doy el morreo de su vida se dará por enterado?- le preguntó divertida-. Seguramente sería su primer beso. ¿Te imaginas? ¡Le robaría su primer beso al cerebrito!- dramatizó y, tras unos segundos, continuó-. Creo que no podría cargar con tamaña responsabilidad.

Gael no podía evitar desviar la mirada en todas direcciones de forma inquieta, sonriendo después como un bobo para compensarlo. A causa de eso fue consciente de que Karime gritaba cosas indecentes de fondo, lo cual no era nada nuevo bajo el sol, pero ni se enteró muy bien de a quién se dirigía exactamente, porque había varias personas cerca de ella.
—Esta mujer… ¿Serán todos así en Libo? —preguntó con una risilla nerviosa, sin alzar mucho la voz.

En una de esas veces que apartó la mirada de forma automática vio a Noel observándole, y al ser pillado, este lo saludó burlonamente. «Será…». Pero en el fondo sabía que se lo tenía ganado. Le había dado el coñazo con Wen constantemente antes de que empezase a salir con ella. Solo que el fuego fatuo no había admitido nada, y aun así lo perseguían comentarios y miradas.
—¿Has visto cómo nos vigilan? Vaya par de cotorras. Y Noel ya tiene las plumas —dijo divertido, señalando a la pareja con la cabeza. Pero en seguida cambió su expresión a una más seria—. ¿Te molesta? Que hagan eso, digo. Ya sabes… lo de siempre.
«Oda a la elocuencia. ¿Cuántas copas llevo?».

Keiria:
Archi, ajeno a su ruego, continuó monologando sin pausa, soltando aquella verborrea aparentemente interminable sobre biomecánica que a nadie le apetecía escuchar. La pelirroja le entendía a grandes rasgos, pero entre lo tarde que era y el alcohol que llevaba en el organismo la charla le resultaba cargante.
—Por favor —murmuró de nuevo esbozando una sonrisa cansada. Kin y Ozz ya habían sucumbido al sueño y dormitaban en sus sillas, y la kitsune no tardaría en seguirles si no le ponía fin a aquel dialogo unidireccional.

Por suerte Ka acudió en su rescate, soltándole al kairós una burrada tan grande que incluso Keiria dio un bote en su asiento sobresaltada. Milagrosamente su intervención confundió al chico hasta el punto de dejarle sin palabras durante unos segundos, pero tras darle una respuesta un tanto anodina el biomecánico retomó su discurso.
—Si te soy sincera no tengo ni idea —le respondió a la licántropa secundando su risa, sopesando seriamente sus opciones antes de volver a hablar—. Creo que lo mejor sera dormirle y cortar el mal de raiz —dijo con resolución, empezando a tejer un hechizo que potenciaría el sopor que debía haber arraigado en el irrense a causa del alcohol.

Vacuum:
Cuando Ariven le echó los brazos al cuello el griego empezó a reír, pero en cuanto los labios de la nublina se pegaron a su oreja el hado se estremeció de pies a cabeza, dejándose empujar hasta la pista de baile sin ser capaz de responder a su pulla con alguna replica ingeniosa.

A una seña de la demonio del fuego empezó a sonar algo mas lento, cambiando el ambiente del local en solo unos segundos.
—Su deferencia hacia mi torpeza me sorprende, hermosa damisela —comentó burlón, apurando su copa y dejando el vaso vacío en una bandeja que pasaba cerca de su posición—. ¿Acaso no me crees capaz de bailar algo mas rápido? —preguntó sonriente, deslizándose entre los demás bailarines sin prestarles demasiada atención. El aroma ardiente de su compañera y su proximidad le embriagaban.

Saren:
La dibujos de Saren habían ido perdiendo sentido a medida que el contenido de su botella descendía, y para cuando solo quedaban dos dedos de licor en el recipiente el idrino había dado su tarea por imposible.
—Menuda birria. —murmuró con la mirada perdida, apurando lo que quedaba en su vaso de un rápido trago. Si alguien le hubiera preguntado no habría sabido decir si se refería a los diseños o alguna otra cosa.

El norteño estaba bastante borracho, pues la gradación de lo que había estado bebiendo era extremadamente alta, pero apenas se le notaba mas allá de un ligero acaloramiento y una expresión ausente. El último lingotazo lo dio directamente de la botella.
—Tendré que ir a por más. —comentó para si, levantándose con cuidado antes de enfilar hacia la barra.

El selkie avanzó a buen paso entre los invitados, conservando su porte elegante y relajado aun estando ebrio, pero en cuanto una de las parejas que bailaban pasó girando a su lado su equilibrio se desbarató y empezó a trastabillar en el sitio.

Krono Rádem

La voz del biomecánico comenzó a apagarse conforme el hechizo surtía efecto en su organismo y su interminable perorata fue interrumpida por cada vez más frecuentes bostezos y cabezadas. Finalmente el ingeniero cayó profundamente dormido con la cabeza descolgada y sobre una silla en la que ni se había dado cuenta que se había sentado. Por fin se hizo un aliviador silencio en aquella porción del pub.

No despertaría hasta la mañana siguiente, con la cabeza embotada, una molesta sequedad en la boca y la certeza de que declinaría futuras invitaciones a otra de aquellas “fiestas” así como que se abstendría de ingerir más bebidas alcohólicas. No obstante, aun durante sus horas de sueño, se le podría escuchar murmurando cosas ininteligibles mientras soñaba que se encontraba frente a una audiencia de reputados científicos impartiendo una conferencia sobre biomecánica avanzada.

El fuego fatuo esperaba la respuesta con bastante inquietud. Sonreía todavía mientras la escuchaba admitir que le resultaba molesto, pero empezando a sentir una inquietud que estalló cuando la ghoul añadió que no había motivos para las bromas que se hacían sobre ellos. La sonrisa se le borró de la cara en un instante, filtrándose el pánico en su expresión. Con la mente medio en blanco intentó responder al caso.
—S… sí, ya ves, ¿verdad? —Intentó fingir una sonrisa. Se preguntaba cuántas señales había malinterpretado, si es que no estaba sobreentendiendo de más en ese mismo momento. Las alarmas que habían saltado no le estaba dejando pensar –ni bailar– correctamente. «Tonto, que eres tonto»—. No es que me molestasen… eh… los motivos. Si los hubiera. —Pánico. Eso no era lo que quería decir—. Les… les diré eso. Noestábienquesehaganbromassimolestan¿no?
¿Cuánto le quedaba a aquella canción? Estaba deseando esconderse detrás de una piedra el resto de la noche.

Un expresión de reproche apareció en su rostro cuando Zmey se alejo, haciendo que dejara de sentir y ese agradable cosquilleo, al menos hasta que Evelhan por fin consciente de donde estaban y de lo que hacían. La vergüenza le sobrevino de golpe, mirando el suelo y dejándose sacar de La pista con apuro << No acabo de besarme con Zmey a la vista de todo el mundo...¿vedad? >> pensó incrédulo de sus propias acciones. Quitando la vergüenza que le daba haber hecho así a vista de todo el mundo, no se podía quejar, pues le había gustado. Aun sintiendo ese agradable calor en sus labios, levanto la vista para verlo, sin que el sonrojo abandonara su rostro.

-Es muy agradable y cálido - admitió sonriendo ampliamente. El por que le había besado en primer instancia no era especialmente importante para el brugho que preferencia tan solo centrarse en que era algo bonito, cómodo y que se sentía bien. Estaba tan estúpidamente feliz que no veía mas allá del espacio donde estaba Zmey, pues el brugho no solo no estaba nada acostumbrado a ese tipo de muestras de afecto, sino que estaba todo embobado.

-La próxima vez, te daré yo la sorpresa y te dejare atontado - aseguró Evelhan mirando al piromante con decisión dando por hecho que habría una próxima vez. O al menos esperaba que la hubiera- Como hiciste conmigo, que incluso me hiciste olvidar que estaba buscando a Hugin. -dijo riéndose un poco, sintiendo de nuevo una cierta preocupación por su dominio. No escuchaba su voz en forma de graznidos a través de la música.

Tenía la atención puesta en el baile lo justo para no chocarse con nadie, aunque estuvieron a punto en un par de ocasiones. No se había detenido mucho en la cara de la nublina, pero cuando abrió la boca lo hizo y pensó que el cambio en su expresión se debía a lo estúpido que había sonado él. Cuando acabó de hablar, en cambio, la cara del fuego fatuo dio a entender que estaba tratando de atar cabos.
—¿Entonces los hay? —soltó. Los pensamientos pastosos del fuego fatuo jugaban en su contra, y solo era consciente a medias de lo que acababa de preguntar. La conversación había sido un malentendido hasta el momento y ya no sabía si estaba hilando razonamientos de forma correcta, pero si así era, bien podían tragárselo los subterráneos por haber soltado aquel descaro de esa manera—. Aunque si te digo la verdad ya no sé si tengo claro de qué estamos hablando —añadió rápidamente con una risa nerviosa. Estaba pensando que necesitaba pedir disculpas de inmediato, aunque no se aclaraba con qué parte en particular.

Wednesday

-Eso, en definitiva, es algo bueno -rió la vouivre cuando el draco dijo que ella era lo más interesante del lugar, mientras le acariciaba las plumas de la cabeza.

El sueco se levantó de repente y Wen siguió su mirada haciéndole comprender la razón a pesar de que ella solo había escuchado un murmullo sobre las voces que les rodeaban.

-No sé exactamente qué ha dicho, pero estoy segura de que es una burrada. Parece que si no llama la atención no es feliz. Algún día habría que probar a dejarla muda- rió burlona la vouivre.

La británica bebió tranquilamente junto a Noel mientras ambos observaban a la vez que comentaban sobre la pareja de baile que eran Gael y Kaethe.

-Están hablando mucho… demasiado- comentó como si sospechara de algo. Luego dramatizó una exclamación y se giró hacia el sueco-. Por favor, por favor, que no decidan irse a vivir juntos pronto. Que esperen unos añitos. No podría soportar otra reforma justo después de esta… Probablemente ni siquiera salga viva de esta.


Karime

Karime rió de nuevo al ver caer dormido al kairós.

- Miralo, que mono está así dormidito y calladito. Te da ganas incluso de achucharlo. Pero despacito y con tranquilidad, no vaya a ser que se despierte y vuelva a empezar- bromeó la licántropa.

La loba se despidió de la kitsune con una burla de saludo militar y volvió su vista a la zona de baile en busca del vampiro, pero entonces se topó con la tambaleante figura de Saren. La libense se acercó corriendo al selkie agarrandolo a tiempo para evitar que cayera irremediablemente al suelo.

- Lo siento, Burbujita, se que te apetecía besar a tu amado suelo, pero los celos han podido conmigo. No podía ver como pretendías ceder tu virginidad labial a ser tan indigno sin hacer nada al respecto- bromeó afianzando el brazo del idrino sobre sus hombros y sujetándolo de la cintura. Se le veía algo ido y olía bastante a licor-. Oye, Burbujita, sé que era barra libre, pero eso no quería decir que pudieras beberte el pub entero, ¿los demás no tenemos derecho a unos sorbitos? ¿O es que echabas de menos tu faceta de periquito de la destrucción y querías destrozar el local haciendo eses?

Keiria:
Poco a poco la voz del kairós se fue apagando hasta que, finalmente, se quedó completamente dormido. En ese momento Keiria suspiró aliviada, riendo las palabras de la libense mientras se terminaba su jarra de cerveza.
—Mejor no tientes a la suerte, no quiero que nos prohíban la entrada al local —comentó con una sonrisa, parodiando su saludo militar cuando la licántropo se despidió—. Kin, despierta, es hora de volver a la Sede —llamó al raigaurum, sacudiéndole ligeramente por el hombro para sacarle de su sopor—. Tu también, Ozz –le dijo al ominario, advirtiendo que Marsi y Alice estaban de vuelta.

La kitsune se cargó a Archi a la espalda en cuanto se despidió de los organizadores, agradeciéndoles la invitación una vez mas antes de abandonar el Pub en compañía del demonio y de quien quisiese acompañarlos. Habían decidido que aquella noche el biomecánico dormiría en la Sede.

Continúa en la Sede de los Taumaturgos.

Saren:
El idrino tardó unos segundos en enfocar el rostro de la persona que había evitado su caída, pero cuando reconoció a la libense su expresión ceñuda se relajó un tanto.
—Buenas noches, Alfiletero —le saludó sonriente, afianzando sus pies en el suelo para no resultar un peso muerto—. ¿Como va la fiesta? Llevo un rato en un reservado y no he estado muy pendiente —se interesó a medias, repasando el ambiente del local con gesto ausente. Las palabras de la muchacha, sin embargo, volvieron a captar su atención—. No tienes motivos para estar celosa del suelo, preguntale a quien sea y te dira que tu eres mucho más atractiva —respondió con seriedad a su comentario. El alcohol no había afectado a la ligereza de su lengua, pero su perspicacia y sentido del humor dejaban mucho que desear—. Hasta donde yo se una botella de su licor más fuerte no equivale a todas sus existencias, mamá, y eso es lo único que he bebido —continuó, perdiendo el hilo de sus pensamientos cuando el cabello de la muchacha empezó a hacerle cosquillas en la nariz—. Oye Ka, no se si ya te lo ha dicho alguien, pero hueles genial... Es algún tipo de fruta, ¿verdad? —preguntó instantes después, intrigado por aquella fragancia dulzona que envolvía a la licántropo–. ¿Fresa? No, espera, no digas nada. Dejame adivinarlo –pidió con una sonrisa ladeada—. ¿Sabes también igual de bien? –se preguntó con curiosidad.

El selkie no lograba identificar el aroma y quería una respuesta a aquella ultima cuestión, así que hizo lo más lógico dada la situación: se inclinó y le robo un beso a su amiga para averiguar ambas cosas.

Saren se quedó en blanco en el momento en que sus labios se rozaron, abrumado por una serie de sentimientos que no llegaba a comprender, y, electrizado por su contacto, olvido el propósito original de todo aquello. Inhibido por el alcohol, no obstante, el idrino besó a la libense con una destreza impropia de alguien en su estado y una confianza que distaba mucho de sentir, ajeno por completo a todos y todo lo que les rodeaba. Solo existía su boca y, durante unos segundos que se le antojaron interminables, el norteño la saboreo con suavidad, memorizandola, bebiendo de ella como si agonizara de sed en medio de un desierto. Tuvo que hacer un esfuerzo titánico para separarse de la muchacha.
—Cerezas —murmuró con la respiración entrecortada, recorriendo la curva de sus labios con la punta de los dedos. Eran muy cálidos—. Sabes a cerezas. —afirmó con una sonrisa tenue, su mirada ligeramente enturbiada.

Fue en aquel instante cuando todo empezó a darle vueltas, su borrachera terriblemente agravada al subírsele la sangre a la cabeza. El chico, visiblemente mareado, empezó a disculparse.
—L-lo siento —masculló con una mueca, limpiándose los restos de pintalabios violeta con el dorso de la mano—, creo que he bebido demasiado. —concluyó, esbozando una genuina expresión de asombro antes de caer semiinconsciente en los brazos de la loba.

Zmey le devolvió la sonrisa a Evelhan.

-Me alegra que te haya gustado, y espero esa próxima vez.

Él también se había olvidado de que la estirge del brugho había desaparecido, y la culpa le sobrevino de pronto. ¿Y si le había pasado algo? Había sido un egoista.

-Lo siento, por mi culpa has perdido a tu dominio- dijo apurado, mirando por la sala por si lo veía.

Distinguió en una mesa cerca de la pista a las compañeras de Evelhan. La dullahan alzó a la estirge que tenía en las manos y se puso pálido. No se movía. << Porfavorquenoestemuertoporfavorquenoestemuerto>>


Marsi.

Cuando vio que los dos chicos se separaban aprovechó para enviar un mensaje telepático a Dhelian, avisando de que ya iban a irse.

-<< Si prefieres quedarte aquí no nos importa, pero nosotras ya estamos cansadas.>>- miró a la bola de plumas que sostenía.- << Pero al pollo durmiente te lo llevas tu, que ya te vale dejarlo haciendo eses por el local>>


Ariven:

Ariven se pasó la lengua por los dientes. Su cuerpo estaba pegado al del hado, y lo guiaba por la pista con movimientos sutiles. Sus pies se movían con gracilidad, como si flotasen sobre el suelo.

-¿No has sido tú el que se ha definido como pato mareado? Solo tengo piedad de tí. Además, deberías dar gracias por poder estar tan cerca de mi...

Bajó los brazos, rozando el cuello de Vacuum ligeramente con las uñas y acariciando sus hombros, hasta posar las manos en su pecho.

Los efectos del alcohol comenzaban a notarse en que cada vez se reía más con cualquier comentario de la vouivre. Casi se atraganta cuando hizo alusión a la posibilidad de que Kaethe también se mudase al cuchitril: él y Wen bromeaban continuamente sobre la cercanía del fuego fatuo y la ghoul, pero lo cierto era que los veía demasiado tímidos a cualquiera de los dos como para que hiciesen nada al respecto. Claro que en aquel pensamiento obviaba el hecho de que él mismo nunca se hubiera declarado de no ser porque las circunstancias le empujaron a ello.

De todas formas, aunque el sueco estaba convencido de que había interés mutuo entre sus dos amigos, lo cierto era que ninguno lo había admitido abiertamente y, por tanto, no era adecuado calificarlo de algo más que especulación. No podía negar que le divertía picar a Gael de vez en cuando mediante gestos “sutiles” cuando la ocasión lo merecía, pero ni siquiera había hecho nunca un comentario al respecto en su presencia. Respetaba lo que a él mismo no le habría resultado cómodo en absoluto de encontrarse en su posición.

Y era aquella suerte de incertidumbre la que hizo que se sorprendiese por el cariz que parecía estar llevando la conversación entre Kaethe y Gael. No había oído más que algunas palabras sueltas en medio del, cada vez menor, barullo del pub. Pero estas, junto a que la fiesta parecía estar llegando a su fin a juzgar por la cantidad de gente que había escogido aquellos últimos minutos para irse, bastaron para que considerase que ya era hora de retirarse.
—¿Nos vamos? —Le sugirió a Wen antes de vaciar lo que quedaba en su vaso de un trago—. No quisiera que nuestra presencia pusiese nerviosos a esos dos —afirmó con una amplia sonrisa jocosa sin mirar hacia la pareja: la británica ya sabía a qué se refería—. Además yo estoy demasiado borracho y tú demasiado buena. Esa es una combinación pésima… para estar en público —añadió tratando de mantener una expresión medio seria y fallando estrepitosamente al final.

Sigue en el Cuchitril.

Gael

—Oh.
Durante un instante eso fue todo lo que dijo. Notaba un calor excesivo en las mejillas y también el palpitar de su corazón por encima de la música.
»Yo… pues… Eso me parecía. —Se rio suavemente, pero en realidad estaba tan nervioso que no sabía dónde poner la mirada—. ¡Lo siento! Creo que esa pregunta ha sido un golpe bajo. N… no soy la persona más lanzada del mundo, ¿s… sabes? Depende para qué —Otra risa nerviosa—. Definitivamente tienen motivos de sobra. —La miró tímidamente.
No podía haber imaginado que la conversación acabaría de ese modo. El interés que mostraba en él la ghoul había acabado por atraer su atención desde hacía ya algún tiempo, pero siempre se había preguntado si, en el fondo, eran imaginaciones suyas.


Kin

Kin creyó que no había pasado ningún tiempo desde que había cerrado los ojos definitivamente hasta que Keiria lo sacudió para irse. Del susto había estado a punto de pegarle un calambrazo a la kitsune, pero había recuperado la consciencia lo suficientemente rápido para evitarlo. Lo primero que notó era que le dolía horrores el cuello, y gruñó. Mientras se lo frotaba distraídamente vio a Kei cargarse a Archi al hombro y contuvo una risa burlona en un bufido. Ozz dormido, Archi dormido, y él dormido. «¿Me hago viejo o es el ambiente? El yo de hace dos año aguantaba esto y mucho más». El irrense aún no tenía en cuenta la influencia de la bebida, aunque al día siguiente le quedaría más claro que el agua.

Tras devolver la silla a su sitio y despedirse de los organizadores antes de marcharse, siguió al grupito que se dirigía a la sede, obnubilado por el sueño y el alcohol.
—¿No prefieres llevarlo con magia? —preguntó extrañado a Keiria cuando echaron a andar por la calle.

Sigue en la Sede de los Taumaturgos.