Dryfus

Noel permaneció unos segundos escrutando atentamente la dirección de la que había venido aquel restallido atronador. Frunció el ceño mientras se acercaba con cautela al no ver ningún ser vivo ni nada que hubiera podido producir el sonido, pero para cuando comenzó con las conjeturas Giz ya bajaba con la respuesta.

En cuanto el asreniano lanzó el hechizo de inmovilización al gigantesco camaleón, Noel se desplazó hacia allí para verlo más de cerca mientras soltaba un silbido de admiración.
—Si tuviera alas creo que me sentaría a esperar a que quedase solo su esqueleto y soltase su alma. Aunque sería una lástima asesinar a la evolución de Nasher —comentó con una sonrisa jocosa examinando su espalda. De pronto los ojos del draco se abrieron por la sorpresa al darse cuenta de que lo que estaba contemplando no eran escamas. Siguió el recorrido del lomo hacia la base y constató lo que le había parecido en un principio: aquel reptil disponía de unas alas membranosas—. Pues al final creo que voy a tener que sentarme a esperar de verdad —les señaló al resto.

El ruido lo alertó también a él, dejándolo confuso por su posible procedencia. No conocía la variante del hechizo de niebla mágica que estaba usando Giz, así que se limitó a acercarse a él de nuevo sin hacer ruido, porque no era un buen momento para que el grupo estuviera separado. Lo que el goliat encontró era algo bastante particular, y Gael saltó de la hoja emprendiendo un vuelo picado y pasando a planear antes de posarse al lado de la criatura inmovilizada –de las hojas y otros estorbos menores que lo pudiera frenar se encargaron las defensas–.
—Es un bicharraco increíble, ¿cómo hizo ese ruido? —a pesar de la admiración era mareante mirarlo, y enseguida se centró en los alrededores mientras Giz seguía sacando muestras. Podía haber más animales entre la maleza. Solo se volvió cuando empezó a emitir un sonido que fue acallado por Giz. Miró interrogante a los cuchitrileros, pero eso fue todo. Ya se había alejado varios pasos del reptil, y quizá por eso se libró de lo que escuchó a su espalda, cuando se repitió el mismo sonido de cuando empezó todo. Se giró confuso, a tiempo de ver a los nuevos ejemplares siseando y echando a volar «¿cómo han podido llegar tan rápido? ¿cómo demonios pueden volar así?». Lo peor no era que pudiesen volar, sino que no había forma de verlos, salvo quizá por aquel hechizo que había usado Giz. Sin saber qué otra cosa podía hacer volvió a acercarse a sus amigos de cuatro zancadas, levantando rápidamente un campo de fuerza reforzado alrededor de todos ellos, incluyendo el ancho de la rama para que los reptiles no pudieran siquiera posarse cerca de ellos. Al menos eso les daría tiempo para organizarse.

Giz había pecado de despreocupado. En cuanto había inmovilizado al animal, había deshecho el hechizo de niebla mágica para dedicarse a fondo con las muestras. Debido a esto, cuando recibió el golpe y sufrió el retroceso, el goliat volvía a estar ciego ante sus atacantes. <<Tendría que haberlo paralizado para evitar esto>> se dijo. Por suerte, enseguida vio a Gael acercarse y percibió su campo de fuerza. Giz volvió a conjurar la niebla entonces y se dispuso a disparar tantos lanzazos mágicos como atacantes hubiera, de tener tiempo. El primero lo dirigiría contra el más cercano a la ángel negro.

—Cuidado, Adara—avisó antes de disparar. Tras aquel disparo, trató de señalar al resto del grupo dónde se encontraba el resto de reptiles.

—En mi humilde opinión, ya tenemos bastante con “Torbellino de destrucción de enemigos” —le respondió Noel a Adara pronunciando el ridículo nombre por el que Toima llamaba a su lagarta con un tono grandilocuentemente ridículo.

Aunque en su expresión no duró demasiado la jocosidad ya que el draco se giró con el ceño ligeramente fruncido hacia el enorme camaleón cuando comenzó a emitir aquel extraño sonido.
—Encima es ruidoso de cojones…  —comentó una vez el reptil fue convenientemente silenciado— ¡Eh, creo que hay algo invisible a nuestro alrededor!
Su advertencia, no obstante, cayó en saco roto cuando la última palabra fue completamente ahogada por aquel ensordecedor sonido que les había delatado la presencia del primer camaleón y lo que lo produjo chocó violentamente contra sus protecciones. Ya no cabía duda de a qué se enfrentaban.
—Estupendo, ha informado al cuartel general y estos son los refuerzos —dijo con un deje sarcástico mientras se agrupaba junto al resto, tras el campo de fuerza que tejía Gael en aquellos instantes.

Al cabo de unos segundos escuchando atentamente mientras procuraba alejarse de la dirección en la que provenía el sonido, pudo distinguir con cierto margen de error cuántos los estaban hostigando, pues había más que los dos que se habían mostrado, pero de todas formas Giz comenzó a indicarles en donde se encontraban exactamente. El asreniano también confirmó que aquel restallido ensordecedor lo provocaban sus largas lenguas al ser lanzadas hacia delante en busca de su presa, que al parecer eran ellos en aquel momento. O eso creían los incautos camaleones.

El draco comenzó su ofensiva disparando plumas en las direcciones que señalaba el asreniano, colocándose al borde de la barrera que los protegía. Su objetivo eran las alas de los reptiles, ya que era probable que las escamas impidiesen que los proyectiles se clavasen en la mayoría de las ocasiones. De este modo, en cuanto hubiese acertado lo suficiente, las plumas delatarían la posición de aquellos seres sin necesidad de guiarse solo por las instrucciones del goliat. En cuanto el sueco vio varias de sus plumas suspendidas aparentemente en medio del aire, apunto hacia la zona circundante a ellas encadenando varios hechizos de corte que buscaban dañar sus alas.

Todo fue muy rápido, y cuando se quiso dar cuenta habían perdido de vista tanto a la presa como a los atacantes. Gael se rascó la cabeza, confuso, y un instante después la barrera que los cubría a todos se desvaneció.
—Menos mal que ya te habías servido… —comentó, dirigiéndose a Giz—. Bueno, será mejor moverse. Podrían volver, esta vez más. — Ya habían llamado lo suficiente la atención por allí, y no tenía intención de perseguir a las criaturas. Estaba claro que allí había que ir alerta con cualquiera de los sentidos. Comentó que le gustaría ascender para ver las ramas superiores y, después, se dirigió a Giz para preguntarle si aquella variante que había usado para ver lo invisible era complicada de emplear y, de no ser así, si podía enseñársela para poder hacer uso de ella lo antes posible.

El goliat observó con sorpresa cómo se ayudaban a huír entre ellos. Definitivamente eran más inteligentes de lo que había supuesto. Se posó en una rama para sustituír el hechizo de vuelo por uno de levitación que consumiera menos y avanzó con el resto del grupo. Mientras buscaban salir del bosque, Giz aprovechó la pregunta de Gael para explicarles a todos cuales eran las variantes entre el hechizo de niebla mágica que había utilizado y el normal. Si volvían a necesitarlo, mejor todos supieran realizarlo.

Finalmente salieron de aquel bosque rascacielos y se encontraron con un paisaje volcánico. Giz lo agradeció y avisó al resto del grupo de que bajaría al suelo para evitar gastar magia con la levitación. El paisaje había dado un giro de ciento ochenta grados en comparación al bosque del que acababan de salir, pero tenía cierto encanto raruno.

—Avisadme si veis algo interesante—les pidió utilizando el comunicador. No sabía si ellos bajarían también a ras del suelo.

De todas formas, él tampoco se cruzaría de brazos. Convocó de nuevo niebla mágica e inspeccionó los alrededores en busca de su siguiente presa.

El combate no duró mucho más porque, para sorpresa de los cuchitrileros, los reptiles emprendieron una retirada tras rescatar a su congénere inmovilizado, demostrando una inteligencia superior a la que se podría creer que tenían en un principio. Cuando escuchó a Gael pedirle a Giz que le enseñara el hechizo que había empleado para ver a los camaleones también se acercó a ellos, interesado. Trató de repetir el hechizo un par de veces para tratar de memorizarlo pero era poco probable que no lo olvidase al haberlo aprendido de forma tan apresurada. Ya lo tendría en cuenta si volvían a Dryfus y lo repasaría.

Continuaron la marcha y Noel decidió no descender al suelo pero sí vigilar los pasos del goliat desde el aire por encima de él. Nunca se sabía lo que podría aparecer en aquel hervidero de productos genemágicos. Como por ejemplo un dinosaurio.

El draco había observado curioso el barco volador, acordándose inevitablemente de cierta saga de videojuegos de rol, para después, antes de que le diese tiempo a preguntarse qué producía aquel temblor en el suelo, abrir los ojos como platos al contemplar como era atacado por aquella criatura que parecía sacada directamente de Parque Jurásico. O al menos como sería Parque Jurásico si se añadía genemagia a la ecuación, pues aquella especie recordaba a un híbrido entre varios tipos de reptiles prehistóricos.

No tuvo mucho tiempo de admirarlo, porque la gigantesca criatura reparó en Giz. Noel, que era el más cercano al asreniano en ese momento, reaccionó rápidamente. Se lanzó hacia el reptil y disparó una ráfaga plumas en dirección a su rostro.
—A ver si tú también puedes hacer esto, copión de plumaje —comentó sonriendo con diversión haciendo alusión a las plumas de la criatura, ya que compartían tonos similares a las suyas.
No cabía duda de que era un ser peligroso, no obstante, y por eso el draco no abandonó la ofensiva. Conjuró un relámpago negro y plata al que le seguiría una maldición abrasiva, centrándose nuevamente en la cabeza del ser.

Las vistas de aquel mundo quitaban el hipo, solo que no era fácil ver a través de las ramas desde cualquier sitio. Sin duda era un lugar peculiar, pero era el paraíso de las muestras también. Giz había empezado a bajar cuando apareció un vehículo propio de aquel mundo. No tuvo mucho tiempo de emocionarse con las novedades porque otra novedad más imponente y preocupante seguía al navío volador. Embobado, vio como aquella suerte de dinosaurio era dejado atrás, pero reaccionó deprisa al ver que Giz era ahora su presa. Noel y Adara fueron a por el bicharraco, así que el se dejó caer en picado y planeó para llegar al lado de Giz. Pero, mientras bajaba, las manos habían estado ocupadas conjurando un campo de fuerza que se interpondría en el camino del dinosaurio si no cambiaba su rumbo. Si los demás lograban debilitarlo y chocaba con el campo en pleno vuelo, no debería salir muy bien parado.

Giz se hizo intangible tan rápido como pudo para poder malgastar el tiempo observando a aquella imponente criatura. ¿Estaba soñando o le daba un aire a Noel? Como fuera, esta vez la mejor solución parecía ser matarlo. Cuando su gola le advirtió del campo de fuerza, se deshizo de la intangibilidad para evitar gastar recursos y cogió una simple roca del suelo. Si sus compañeros no lo acababan de rematar, se encargaría de hacer intangible aquel pedrusco y hacerlo levitar hasta colarlo dentro de su organismo. A ver qué tal le sentaba comer piedras a aquel bicharraco.

Noel apenas tuvo tiempo de procesar el hecho de que las plumas de aquel ser sí se pareciesen a las suyas cuando otra noción acerca de sus características se hizo patente al impactar su hechizo: era, además, parcialmente resistente a la magia. Tampoco tuvo demasiado tiempo para pensar en cambiar de estrategia, pues el enorme ser se le venía encima y se vio obligado a realizar un quiebro complicado para esquivarlo. Lo cual no le libró de comerse un coletazo que lo lanzó directo al suelo. Consiguió retomar el control de sus alas a muy poco de estrellarse contra el mismo y describió una parábola para recuperar altura.

Las siguientes acciones se sucedieron muy rápido debido a que el enorme reptil estaba siendo hostigado por los cuatro al mismo tiempo y el draco todavía no había comenzado su siguiente ofensiva, ya que tan solo había tenido tiempo a renovar su campo de fuerza, cuando Giz provocó que al ser le estallase literalmente la cabeza. El sueco maldijo en voz alta porque incluso muerto parecía empeñado en aplastarlo y se impulsó con las alas hacia un lateral. Ello no impidió que el enorme cuerpo del ser le golpease de refilón, volviendo a quebrar su barrera por segunda vez en poco tiempo.

Noel resopló mientras aterrizaba al lado del goliat y el gigantesco cadáver.
—Confiesa, Giz —le increpó de pronto al asreniano—. ¿Cuándo me has drogado para llevarme a tu laboratorio y modificar mi código genético con genes de arpía? —Dejó escapar una risa antes de continuar mientras esbozaba una sonrisa sarcástica—. Prometo que a partir de ahora especularé acerca de las debilidades que podrían tener los siguientes “animalitos” que nos encontremos.