Inmediaciones del castillo

Mientras trabajaba para Dama Isis, Arcan más o menos se había acostumbrado a aquel tirón, esa fuerza que lo empujaba a mirar hacia la Veela y no separar su mirada de ella. Desgraciadamente para él hacía ya mucho de aquella época y por un momento sus pensamientos cesaron mientras contemplaba a la frivy, forzándose a sí mismo a cubrir aquella imagen con su sombrero y apartar la mirada para poder pensar con claridad.

—Buenas Isis, ¿querrías compartir tu opinión también? —preguntó con educación el rapiña.

Las militares se giraron al escuchar el saludo de Arcan, la presencia de Cerbero y la llegada de Isis.
El cerebro de Raelene colapso un poquito quedándose embobada. No era la primera vez que la maga veía a Isis pero nunca la había tenido tan de cerca en persona y aún menos hablado con ella.
Dama Abrazos por su parte se giró con el mar humor aún en ella dándole un vistazo a todos en apenas un segundo y procesando toda la nueva información según cambiaba algo de aptitud con su humor volátil, incluido el vistazo a la veela. Fue la primera de ambas en hablar para todos.

—Hola Muebli´s, —Arcan suspiro un poquito— hola Isis, hola Cerbero, —repitió a Arcan más que saberse su nombre— hola Ares~ —se dirigió al quebrantahuesos como se dirigiría cualquiera a un cachorrito. Lo había dicho en sucesión rápida y con un saludo y una sonrisa afable. —Pues a mí no me gusta. Cicatriz tendría que estar liderándonos. —declaró de manera adamantina alzando algo la voz y cruzándose de brazos, volviendo a su enfurruñamiento inicial aunque más manso al haber más gente con la que interactuar y distraerse.

Raelene parpadeó al escuchar a su novia levantar la voz. Despejándose de la imagen de Isis y tratando de centrarse en el resto del grupo para no distraerse.
—Ey —saludó sin más. —Pues yo más o menos estoy como Cerbero, a ver qué hará. Aunque me da algo de vibras de Azahar, ya sabéis, la vieja gloria rocavarancolesa bla, bla, bla —gesticuló sus manos como si fueran marionetas mientras ponía los ojos en blanco. —Y no es algo a lo que precisamente le tenga confianza... pero parece que su discurso ha funcionado, si. —Medio suspiró mirando a su alrededor encogiéndose de hombros y cruzándose de brazos ella también.
—Bueno, qué más da, el tiempo dirá. —se encogió de hombros.

Arcan caviló por unos segundos mano en la barbilla.
—No me entusiasma la verdad —confesó. —La ciudad ya tiene bastante consigo misma como para empezar a meternos en conflictos. Aunque si cumple lo que predica y no actúa impaciente... Agh. Hubiera preferido un enfoque más interno y objetivo y menos promesas de gloria. De gloria en los mundos no vamos a comer ni a limpiar esta maldita ruina de una vez para asegurar que no trate de acabar con nosotros de nuevo. —suspiró algo derrotado. —Supongo que lo único que nos queda es esperar a ver qué pasa, cierto. —Miró a los presentes. —Perdón por matar un poco el humor...

Raelene le hizo un aspaviento con la mano. —Nah. Es un tema delicado como poco...

Abri asintió. —La verdad es que me entraban unas jarras ahora. Buf. —Seguía mosqueada y quería desinhibirse.

Gael había acudido al anuncio de la regencia un poco por estar enterado de los asuntos del reino. Para él era obvio a quién debía escogerse para gobernar, pero en aquella ciudad nunca se sabía.

Mientras tenía lugar la votación se distrajo hablando con unos conocidos y terminó algo alejado de sus amigos, pero cuando el pregón les soltó aquella bomba, se despidió y los buscó. La cabeza de Noel destacaba entre el gentío y se dirigió hacia allí flotando sobre la multitud.

—¡Esto no me lo esperaba! ¿Quién creéis que ha tenido narices a sentarse en el trono? —preguntó el fuego fatuo según se acercaba. No tendrían que esperar demasiado para saberlo, pero entre tanto no podía dejar de sopesar candidatos que tuviese un tornillo lo suficientemente flojo.

Lo cierto era que al nigromante le daba un poco igual mientras el trono no aceptase a un lunático o un auténtico incompetente, y con aquella perspectiva, ver aparecer a la veterana de Mjörne no le sentó ni mal ni bien. Al menos los rumores daban a entender que no era ninguna de aquellas dos cosas.

—Solo espero que no busque conflictos innecesarios en otros mundos. Si cumple ese punto, estaré bastante de acuerdo en todo lo demás —comentó entre el jaleo que se montó cuando el discurso de la dríade hubo acabado. Reconstruir Rocavarancolia era muy necesario. Muchas veces había soñado cómo sería vivir en una ciudad completa, sin barrios enteros convertidos en escombros, plagada de edificios imposibles y magia, no vestigios y maldiciones olvidadas.

Gael no se unió al jaleo, pero tampoco se mostraba preocupado. Ya se preocuparía, pensó, si las cosas se torcían. No es que pudiesen hacer mucho al respecto, pero tampoco se podía decir que los gobernantes de Rocavarancolia durasen demasiado tiempo por lo general.

En distintos puntos del lugar donde se había reunido la gente para conocer el resultado de la regencia aguardaban varias personas.

Enredo y Brisa estaban apartados de la multitud. El brujo no sabía muy bien qué pensar de los posibles resultados, a Cicatriz la conocía por su reputación, que no era poca. Si ganaba ella lo más seguro es que el futuro de la ciudad siguiese derroteros más agresivos para con sus vecinos. Si ganaba Aberyk... bueno Enredo no lo sabía realmente, apenas había oído del inmortal más allá de que le gustaba que le dejasen tranquilo. Que fuese Señor de los Asesinos no quería decir mucho a ojos del brujo, no con la transformación del candidato a regente. Brisa no decía nada, solo observaba la multitud con ojo crítico.

Stryx Ananta se encontraba cerca del centro de la multitud con varios compañeros de trabajo. Estaba allí para apoyar a Cicatriz, no tenía ninguna duda de que saldría elegida regente, era la mejor opción.

Zarpa no estaba tan hacia el centro pero aún así se encontraba entre la gente que había ido a apoyar a la general. No las tenía todas consigo de que la licántropa fuera a conseguir el puesto pero ella desde luego lo esperaba. La razón de sus dudas era que Aberyk era un habitante de la antigua ciudad, había vivido mucho, había visto mucho y aquello podía hacer que algunos miembros del consejo se decantasen por él. Las posibilidades estaban ahí.

Obel no se encontraba entre la multitud para nada, volaba sobre esta, ansioso por conocer el resultado y esperando que fuera Aberyk el elegido. El inmortal representaba, a ojos del gárgola, la opción que podía llevarlos a la antigua gloria de la ciudad. Si el Consejo desperdiciaba aquella oportunidad es que estaban por completo locos y preferían que la ciudad languideciese hasta el final. Largos años habían pasado desde la última cosecha de Denéstor Tul y la ciudad seguía en un estado lamentable. Rocavarancolia no necesitaba sangre nueva, necesitaba sangre vieja. Sangre que le recordase lo que había sido, lo que podía volver a ser, lo que tenía que volver a ser.

Los anuncios de Heraldo se tomaron de formas distintas pero en todos predominó la sorpresa. No había Regente ni iba a haberlo. Había una nueva reina. Tan pronto desde la muerte del último. Y no cualquier reina, Leährra era parte de la antigua ciudad.

Enredo se marchó casi antes de que terminase el discurso seguido por Brisa. El brujo estaba confuso, por lo que sabía de las dríades no eran transformaciones muy agresivas pero el título de la nueva parecía una declaración de intenciones. No sabía muy bien qué pensar al respecto. Le gustaba sin embargo la idea de que en la ciudad volviese a haber milagros además de horrores.

Stryx estaba decepcionada por una parte y contenta por otra. Decepcionada por la parte correspondiente a Cicatriz pero una nueva reina habría un mundo de posibilidades. Se unió al rugido de la multitud por la Comandante cuando le otorgaron aquel título que debía haber sido suyo desde siempre.

Zarpa por su parte no podía evitar sonreír, la muerte de Andras Sula había sido un golpe duro para la ciudad pero había una nueva reina. Y parecía tener claras sus prioridades. Aquello era algo que la licántropa podía apoyar e incluso luchar por ello. Aplaudió con fuerza también con la devolución del título a Cicatriz.

Obel por su parte estaba pletórico. Aberyk no había salido elegido, cierto, pero la nueva Reina no solo era parte de la antigua Rocavarancolia, había sido la líder del inmortal durante cincuenta años. Su sonrisa se ensanchaba por momentos mientras la reina daba su discurso y no pudo evitar dejarse llevar por el ambiente y corear el nombre de la elegida por el trono sagrado para dirigir la ciudad. No tardó en sentir el cosquilleo de la recarga mágica que el fanatismo del ambiente le estaba provocando.

El trasgo había abandonado la pretensión de pasar desapercibido y se había sumado a los vitores. Era imposible no hacerlo. No con la promesa tan descarada que había hecho la reina. No con la posibilidad de volver a lugar en un lugar hermoso, importante y poderoso.

A Karime la olió antes de verla. Giró sus ojos y la contempló llegar. La recibió con una sonrisa dentuda que podría haber incomodado a otros, pero ella lo conocería lo suficiente para verla por lo que era en realidad. Emoción, expectación, un torrente de euforia que había sustituido a la sangre en sus venas.

—¡Ka! Bueno, no podía resistirme a curiosear cuando me enteré de que tanta potencial comida se reuniría en un único lugar —una risa remató sus palabras. Su mirada se volvió hacia el balcón, ahora vacío, ante la pregunta de su antigua compañera y amiga. Sus ojos brillaban, casi febriles—. Lo único que puedo opinar. ¡Por fin alguien con energía! ¡Por fin alguien que parece saber lo que hay que hacer con esta ciudad! No puedo esperar para que cumpla sus promesas. Imagina lo que puede ser vivir en una Rocavarancolia que no sea... bueno... así.

Había acabado por señalar con un gesto de desdén hacia la cáscara de cascotes, escombros y polvo que era la ciudad. El mismo sentimiento se había derramado en su última palabra.

—¿Y tú? ¿Qué piensas de las buenas nuevas?

-Hmmmm... -la veela se llevó el íncide a los labios en un gesto pensativo, mientras su otra mano rodeaba la cintura de Jace -No tengo una opinión. Aún. No la conozco de nada. Y aunque lo que dice pueda parecer bonito... no sé.

No quería decir en voz alta que el que la nueva reina fuese de la antigua Rocavarancolia le daba algo de miedo.

Dos personas se unieron a la conversación. Las conocía a ambas de la tienda, pues eran clientas habituales.

-Dama Abrazos, Raelene -las saludó con una sonrisa cordial -Si no te importa, prefiero dama Isis -corrigió a dama Abrazos. Que la llamasen solo Isis era un gesto de confianza que no quería concederle por el momento. Aunque también fuera frivy, la chica no había despertado su interés como para querer ahondar su relación más allá de lo profesional, así que se limitaba a ser educada. -¿Vais a uniros a la celebración? -preguntó. Incluyó a su novio en la pregunta, mirando a la nube de humo que surgía de su cuello. No tenía muchas ganas de hablar de política.

—Totalmente Wen —le respondí.

Simplemente es que no había otra opción. A menos que de repente los del consejo se hayan fumado un petardo de campeonato, cualquiera con dos dedos de frente sabe que saldrá Cicatriz. ¡No hay otra! No puede ser que salga Aberyk. Ni nadie m…

Espera. ¿Qué? ¿Interrumpida?

—Vaya joder. Esto sí que no me lo esperaba —comento a mis amigos.

Evidentemente, no parece que nadie más lo hiciera. ¿Qué puede haber pasado? ¡Si solo tienen que votar hostia! ¿No habrá llegado alguien aún? No, no tendría sentido que hubiera “algo que anunciar” entonces. Pero… ¿qué ha pasado?

—O bien alguien la ha liado, o… Mierda. Espera. Bueno, también es liarla parda, pero… ¿Se habrá sentado alguien? ¿En el trono?

Parece que no soy la única que lo piensa, con lo que comenta Gael. Mierda joder ahora estoy nerviosa. Venga, venga. ¿Qué ha pasado? ¿Será verdad lo que creo? ¿Quién se puede haber sentado? ¡Eh! Igual ha sido una estrategia de Aberyk porque… ¡Bueno, no tenía posibilidades de salir! O igual alguien… ¡Espera, ahí sale! El pregón ominario ese… Heraldo Ronco o yoquesé.

Fli-po. ¡Sí que era eso! ¡Se ha sentado! La tipa esta que llevaba un cojón fuera. Leahrrä. ¿La Sanguinaria? Vaya, esta apunta maneras. Aunque… ¿Es de Mjörne no? Tal vez fue otra persona quien me explicó algo sobre este tema, pero no me acuerdo. Con el comentario que ha hecho supongo que fue Noel. Ya le preguntaré más tarde.

—Joder. ¡Mieeeerda! Estoy… Impresionada. No me estaba esto para nada. ¡Pero igual es interesante! Quiero decir, no creo que fuera a cambiar tanto con alguien del consejo como Cicatriz, pero ahora… Igual se ponen las pilas. O no. ¡Aghhh! No sé. Da igual. ¿Nos vamos a tomar algo por ahí?

La verdad es que me apetece después de esta bomba. Joder. Menudo momentazo.

Karime le devolvió la sonrisa llena de dientes afilados al trasgo, contagiada por su emoción.

-Bueno, yo venía con la intención de corear el nombre de La Sangrienta y he terminado coreando el de La Sanguinaria. No es lo mismo -comentó con una sonrisa irónica-. La verdad es que estoy bastante contenta de no perder a Cicatriz como mi Comandante, porque claramente era la mejor opción como Regente -comentó restándole importancia, ya que para ella eso era un hecho-. Y respecto a nuestra nueva monarca... Bueno, ¿qué te voy a decir? Claramente sabe cómo dar un discurso y no se va por las ramas para dejar claro lo que quiere y lo que busca. Me gusta su carácter, me gusta su actitud y me gustan sus intenciones. Va a ser interesante ver cómo la ciudad se va convirtiendo en lo que siempre debió ser -"o en lo que nunca debió dejar de ser" pensó finalizando la frase.

Jack y Erika
El consejo les había citado allí para un acto especial... Y tan especial. La sucesión del rey. Aún no sabían nada de qué había pasado, pero acababa de aparecer la que sería la nueva reina de la ciudad. El vampiro había atendido pensativo, cruzado de brazos. Era el primer discurso político al que asistía en su vida, o al menos en sus años de madurez ya que en la Tierra había presenciado unos cuantos en televisión y por la calle cuando era mucho más joven.

Prometía mucho la nueva reina, la verdad... Pero qué diablos, afirmaba haber visto la ciudad en su gloria pasada y también había tenido tiempo de vivir en la que tenían ahora destrozada a sus pies, así que podría cumplir bastante de lo que decía. Rocavarancolia era una ciudad con mucho potencial si se esforzaban muchos de sus ciudadanos, así que ¿por qué no? Una ciudad de pesadillas necesitaba de alguien capaz de plantarle cara al endiablado trono aquel que te descuartizaba si no te consideraba "digno"... mientras que Erika opinaba que era una gilipollez anticuada e innecesaria el dejar semejante decisión en manos de un artefacto del que desconocían su criterio, si es que lo tenía. ¿Cuántos monarcas con potencial para gobernar bien la ciudad habrían perdido por culpa de aquel trono?

Jack no vitoreó ni saltó ni hizo nada, sencillamente relajó la postura y dejó caer los brazos. Erika estaba igual e igualmente pensativa. No era tan optimista como el vampiro, sabedora de que si ni siquiera un negocio pequeño prospera solo con buenas intenciones, mucho menos una ciudad llena de monstruos egoístas y ególatras. Entendía el entusiasmo de muchos de los allí presentes porque la ciudad necesitaba un empujón y no la aparente pasividad del Consejo, quienes se habían ganado el mote de "los desaparecidos" por Jack desde hacía tiempo.

En el camino de vuelta a casa, ambos coincidieron en que si la reina cumplía, quizás les iría mejor como sociedad. Y si, además, podían continuar con sus vidas, sus proyectos de futuro y sus planes actuales sin turbulencias políticas... Mejor aún. No obstante, aún quedaban las amenazas internas de la ciudad, esas que habían acabado con el anterior monarca y que aún desconocían, o la torre de las pesadillas de hacía un tiempo, o incluso la desaparición de Matt. En este aspecto la opinión del vampiro era muy drástica: purgar la ciudad, levantar cada adoquín y pulverizar a cualquiera que fuera una amenaza para todos, o incluso repartirse sus restos entre las criaturas de precio. Erika no lo tenía tan claro, pues confiaba en que debía haber alguien haciendo ya ese trabajo igual que vigilaban las cosechas, y si no habían sido capaces de detectar ciertas amenazas a tiempo quizás no serviría de nada poner la ciudad patas arriba. En cualquier caso, les gustó haber podido asistir en la extinción del infierno que se desató en el Macetero y colaborarían en lo que creyeran oportuno que solicitase Leahrrä de sus ciudadanos... Y hablando del Macetero, decidieron retrasar sus planes de vender el complejo de la plantación. No sabían si el Consejo o la monarca podían solicitar ayuda a ss ciudadanos, y preferían dejarlo pendiente por si acaso.

Atol
El libense sí vitoreó. Golpeó el suelo con los talones de sus botas, aplaudió y se sumó a la algarabía que celebraba el ascenso al trono de la soberana. Su arenga le había inspirado e insuflado una nueva confianza en el futuro de la ciudad, y quería ser parte de ello desde el principio. Era soldado, herrero y ciudadano orgulloso de ser todo eso, y aquella mujer le había devuelto un poco de su ya olvidada creencia en una superioridad de las mujeres libenses. Le habría gustado que fuera Cicatriz la coronada, ojo, pero quería confiar en Leahrrä. El tiempo diría.

Alice
La bruja no asistió al acto. Había enviado en su lugar a algunas onyces que le transmitieron parte del discurso... y eso ratificó su decisión de quedarse en casa. No confiaba en los gobernantes de la ciudad, que a duras penas mantenían Rocavarancolia a flote... ¿Cómo iba a confiar en que alguien que se había pasado media vida desconectada de la realidad iba a poder hacer algo? Ni hablar. Rocavarancolia florecería si sus ciudadanos querían y no antes. Ella lo deseaba, la verdad, y por eso dedicaba todo el tiempo que podía a aprender sobre albañilería, arquitectura, materiales de obra y magia relacionada.

Sinceridad (y Tesón)
Los roquenses no se habían juntado a propósito. Sinceridad había atendido al discurso desde el aire y en algún momento se le había unido su congénere, quien no lo admitiría nunca pero echaba de menos a sus compatriotas emplumados. La argos magnética toleró su presencia porque se mantuvo en silencio, los dos absortos en semejante parafernalia, pero se les pasó rápido. Ambos desconfiaban de todo lo que había ido diciendo y se acabaron yendo mucho antes de que terminase de hablar.

La única reacción que tuvo Ares al oír su nombre fue mirar a quien lo pronunciaba, pero hasta eso parecía casual. El animal estaba más pendiente de la veela, en parte por confianza y en parte por encanto, lo cual (junto a la regañina previa) apaciguaba todo su instinto contra el rapiña. A Jace por su lado no le gustaba la política, menos aún la monarquía, y ponerse a ondar en ello no era santo de su devoción. Tampoco estaba tan ligado a Cicatriz como para que le afectase tanto como a dama Abrazos. Se encogió de hombros tras el perdón de Arcan como gesto de que no pasaba nada, aunque había desconectado: al nublino no le faltaba razón, pero a él sí el interés. La idea de las jarras y celebrar le atraía bastante más.

«Yo sí. Sea en nombre de quien sea, no necesito excusa para tomarme algo» su humo hizo un pequeño tirabuzón según resonaba un soplido a modo de risa. Su brazo rodeó la cintura de Isis «Y joder, habrá que aprovechar el ambiente, que la gente no se pone así desde los dragones en la bahía» su novia recibiría en privado una especie de ronroneo «Y a mi me gustó como acabó aquello.»

—Oh, perdón —se disculpó Dama Abrazos con la frivy agachando un poco la cabeza.

—Yo no le voy a decir que no a unas copas con este ambiente, más ahora que tengo un par de cosas para la resaca~ —bromeó un poco Raelene quien parecía muy de acuerdo con el dullahan. Sonriendo quizás un poco de más por la presencia de la Veela. Si podía un tiempo con ella aquello le sonaba a planazo.

Arcan estaba algo preocupado por como hubieran afectado esos mensajes a sus amigos. Su primer instinto fue regresar pero recordó las veces que Rena y Rox le echaron la bronca por ser demasiado paternalista. Y tenían razón, eran todos mayorcitos. Además no es como si hubiese puesto una ley marcial o hecho algo drástico. Tan solo había prometido cosas. Y la verdad era que...

—Me lo pasé muy bien en la bahía con Samika y Sekk, me pregunto donde andarán... Pero en fin. Contad conmigo para esa jarra si os hace.

—Hmmmmmmm a mi me apetece algo de picar... —declaró pensativa Abri.

—Tú siempre quieres algo de picar —la maga le hizo un boop en la nariz a la guerrera y esta se tiró a abrazarla un tanto más animada con el plan de cerveza. —¿Que decís? ¿Queréis ir a algún lado en particular?

Dama Isis sonrió recordando la fiesta de la bahía. Se giró hacia Pollo para disimular y le acarició el pico y el hueco entre los ojos con delicadeza.

-¿Qué os parece si vamos a la taberna? Tienen más opciones de comida que el Pub Muerto y seguró que la mayoría de la gente irá allí así que habrá más ambiente.

De normal dama Isis prefería la música que ponían en el pub a la de la taberna, pero no tenía ganas de encontrarse con Siloco. Todavía no había terminado su encargo y cada vez que se lo encontraba el nigromante le hacía mil preguntas y lo último que le apetecía esa noche era que la enredasen para hablar de trabajo.

<< Y si nos aburrimos podemos irnos por nuestra cuenta >> le dijo a Jace por telepatía dejando a Pollo para rodearle la cintura con el brazo.

El quebrantahuesos cerró los ojos, pestañeando varias veces del gusto. Abrió el pico como queriendo acicalar a Isis también, pero el gesto se quedó en el aire ante los incovenientes del tamaño, el gusto y bueno, la falta de plumas de la veela.

«¡Tenemos plan entonces!» su voz retumbó con ánimo a la vez que sus hombros se ponían rectos, desperezado. La taberna le gustaba tanto como el pub, así que no le importaba que saliera uno u otro. O ninguno teniendo en cuenta la alternativa. «Y plan B» le dijo en exclusiva a Isis acariciando su baja espalda. De haber tenido rostro estaría sonriendo, y para ella que sabía leer su humo sería evidente en las volutas que formó.

En cuanto la frivy detuvo los mimos Ares alzó la cabeza. Si tenía espacio suficiente alzaría el vuelo ahí mismo, sino, daría un par de pasos a una zona más despejada y se marcharía. El dullahan veía feo llegar antes que el resto cuando se supone que iban juntos, y su montura solo aguantaba el peso de dos, así que le dio permiso para marcharse. Igualmente, allá donde fueran les seguiría la silueta de la rapaz en lo alto del cielo.

«¿Qué tal va tu aguante, niño hiena?» le preguntó con sorna, recordando gracias a su mención a Sekk y Samika como le habían contado que se había puesto.

No contaba con que no iban a poder testear el aguante del rapiña ese día, no con la taberna y el Pub Muerto hasta arriba de gente eufórica que había tenido la misma idea que ellos.

—¡Suena genial! —declaró Dama abrazos sin despegarse de la maga. Varios de los platos habituales empezaron a rondarle la cabeza.

—Maravilloso —a Raelene como si iban a los banquillos de alguna de las catedrales con tal de conocer un poco mejor a Dama Isis. Esperaba que fuera tan liberal como su novia y ella...

Arcan bajó su sombrero un tanto avergonzado ante el tono de Cerbero y chasqueó la lengua con cierta frustración. Debía haberle contado cosas Sekk u otros de la zona cuando lo de la bahía. —Espero que mejor. He bebido con amigos aquí y allá. —El rapiña ya había puesto los pies en dirección a la taberna tratando de ocultar así un poco su expresión avergonzada.

Por desgracia el ambiente era muuucho más del esperado. Todo estaba a reventar para la decepcion de Arcan y Abrazos y para la gran frustración de Raelene, aunque cuando todos acordaron mejor quedar otro día esta suspiró relajandose un poco. Así, además, todos podrían ponerse mejor ropa para la ocasión en vez de armaduras y "uniforme" de trabajo.

Dama Isis se cubrió la boca con una mano para disimular una pequeña risa ante la reacción de Arcan. Por supuesto, ella también conocía la historia y había molestado a Samika con ella. Y habría molestado también a Sekk si no fuera tan arriesgado.

Levitaron los primeros kilómetros hasta la taberna y una vez cruzaron la Cicatriz siguieron a pie, dando un paseo. Había bastante ambiente en las calles, por desgracia la taberna estaba hasta los topes y la celebración era un poco demasiado intensa para el gusto de Isis. Decidieron posponer las copas para otra noche, aunque ella tenía la intención de hacer su propia fiesta privada con Jace, como le susurró telepáticamente mientas se alejaban hacia Serpentaria.